Daniel Tevini
Nació en Buenos Aires, Argentina en 1962. A los 21 años obtuvo una mención en el 1º Certamen Latinoamericano de Poesía organizado por la Editorial Helguero. Luego de diez años de abandono de la escritura, escribió La noche más polar, (Ediciones Deldragón, 2003) su primera novela, por la que fue premiado por el Fondo Nacional de las Artes por obra inédita y una mención honoífica del Premio Municipal por novela edita en el bienio 2003/2005. Obtuvo asimismo el 1º premio en el 3er Concurso Internacional de Cuentos Rencontre de Deux Mondes, de Ferney-Voltaire, Francia, en octubre del 2002. En el año 2005 se le otorgó un subsidio del Fondo Cultura BA para la publicación de su libro de poemas: Hotel des Bains (Ediciones Deldragón, 2005), cuya edición cuenta con el apoyo de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Su segunda novela “Arlteana” (Ediciones Godot, 2007) quedó finalista en el 3 Concurso Internacional de Novela “Territorio de la Mancha”, organizado por el Instituto Iberoamericano de Cultura, con sede en Estados Unidos. Han aparecido reseñas de sus libros en diversos medios, como diario Clarín, La Nación, el Cronista Comercial y La Voz del Interior, de Córdoba, Argentina.
si fuera mi cuerpo tu territorio
en letras latinas escribe que me has amado…
Giovanny Gómez
si Calibán no estuviera confinado a una isla, no tendría que sostener su circular ilusión con los rodeos de su fracaso
palabras de Calibán a un espíritu del aire, llamado Ariel
nunca supe que es el amor
apenas si puedo recrearlo
cuando me excito provocadas veces
en las noches tempestuosas
cuando la intimidad tiene ese sabor espeso
amargo
que nadie bebe
y ni siquiera evita
nunca supe del amor ingobernado
ni de un amarme a ciegas
ni de tumbas de venenos o veronas
ni de ése
que es tan necio pronunciarse
cuando te miran sorprendidos a los ojos
como se nace a un vuelo sin un ritmo
como se ve o no se ve
tan pleno mundo
como se posa esa mirada de la infancia
con esa fe inocente hacia los seres o las cosas
como si no fuesen a perecernos nunca
sí, alguien remedó
en alguna que otra vez
ese te quiero
ese amor
tan pobremente pronunciado
tan indigente de funesto
tan ingente
como la giba torva de ricardo
o la levedad del cuerpo o de las aguas
que alejan quedamente a la ofelias
para dejarte solo
confundido
oteando a la orillas de otros reinos
que no entiendes
y ya no habitarás nunca
¡hermano de lo hermoso
y de lo desamparado!
besado por las lluvias
mimado por helechos
al que nadie confesara ni un confeso:
yo
os amo
con esa simpleza temblorosa en el susurro
con ese volumen inflexivo de su yo
vistiéndote
de una nimbada y luminosa inmensidad
que te ilumine próspero entre las bestias
como una mañana celebrante irredimible y lúcida
con esa luz que no pueden eludir ni aún las criaturas aladas más ligeras
nadie dijo
“yo
le amo
le amo tanto…
que por suponer de vos estas palabras
ya estáis alzándome
y mi corazón
señor
está latiéndolo
tumbado
acurrucado
a esa naturaleza errante de sus días”
Palabras de Calibán a un espíritu de la tierra
llamado W. S.
llamado W. S.
Pensar que estarás solo
en una estación de trenes
que parten hacia el este
o vuelven sobre unos rieles nevados
durmiéndote en un banco
de maderos silvestres
mientras las luces se te apagan
sobre un suelo que se azula.
Y yo aquí
otra vez
adormilado y solo
domesticado apenas por las arenas de un circo
separados por un océano enorme
en donde debe ser de noche todavía.
En donde
en algún punto
tu nevada navidad se vuelve en mi cielo de verano
y pienso en vos
en tus vellos
desdibujándome en los labios una constelación de Orión
que me deja atrapado en tu espesura
-la de tu isla de Faros-
y ante a su natural vehemencia.
Y luego el mar
con sus suaves estrellas
con sus nubes amarándose
que no saben que esta noche el mundo todo
sucumbe ante una mesa
en íntimos vaivenes
en amparadas cenas
en verdes pinos que lamparados se desean
buscándose entre sí.
Y ese mar que nos separa o nos diluye
que se me mezcla con tu perfil de viaje
tan blanco de azulado
como la nieve que se espeja en mi mirada
y mis ojos ven por la ventana
ese lugar indómito
remoto
y se me laten de agua las estrellas
porque de estar en vos sin vos
me conmuevo y voy quedando
en bálsamo abrazado
haciendo balsas en tus brazos
tan balsamente en vos dormido
tendido
desposado
mientras la nieve que cae en tus andenes
se vuelve luz de luna de sábanas serenas
que velan la dejadez en que se tumba
la aspereza de tu pecho
con mi espalda.
PALABRAS DE TADZIO AL REGRESAR A VENECIA
Vengo de aguas
de espejos estancados
tan mórbidos
sudorosos
de diluvios y ademanes
—son lloviznas que en las brisas se abanican—
No puedo darle tierra
ni fuego
ni tan sólo aire
Mi destino no se reconoce
en los otros elementos de mi especie
Vengo de aguas
y voy a él
evaporándome
En: revista de poesía de las cuatro estaciones “El espiniyo”, número doble 05/06 verano otoño de 2007. Director: José María Pallaoro.
Poema hallado en la chaqueta de Ashenbach.
Él
en esta niebla
esta pequeña encrucijada de inventarte
los pederastas entran al paisaje
un pasajero de brumas
buscar la continuidad en otros nombres
Él
memorial de arenas
arca de pájaros sin historia
baste este goce para ser feliz
los pederastas
animales de rasgos aturdidos
un cómplice del otoño
encender escenas para siempre
Él
sobre el proscenio de olas
morir será la muerte de una sombra
morir será una luna roja bajo el seno
leve cuerda es la locura
epitafios para nadie
Deterioro de Apolo
No toda vanidad
abunda en hermosura
ni tu mirada rubia
ni el terciopelo negro
te hallarán más noble
De nubes funerales
de espectros en tu traje
escapa la luz
como un pájaro raudo
que muda en pez dorado
al acabar el viaje
En su aposento la noche
con su estoque de día
por donde cabalga el sol
con su carruaje de oro
y su caballo de oro
Apolo vanidoso
no todo es hermosura
ni ese anciano que velan
en su iglesia marchita
espesura de flores
Y aunque beses sus ojos
y a su ceño germano
aunque selles sus párpados
él estará mirándote
Gustav Aschenbach muerto
y oprimida en sus manos
una orquídea carnosa
con su pétalo escuálido
y tu nombre
y tu especie
oprimido en su vientre
todo esto se ha muerto
Apolo vanidoso
que amarrado al letargo
levitas los canales
como joven Caronte
y en su rumor los peces
te soplan al oído
con aleteos frágiles
con dedos infantiles
la latitud del Edén
la de sus vastos jardines
tras las costas de Grecia
y navegando célibe
como brújula blanca
liberas la aurora
donde intiman los dioses
No tientes a tu espíritu
con bebida sardónica
No todo es ironía
Apolo vanidoso
no abandones la iglesia
ni escapes al cadáver
que un furor amarillo
un fracaso de herrumbres
el que citan las fiebres
el que oxida los puertos
el del verdín de los templos que rodean San Marcos
se detuvo en tu risa
como una hiedra lívida
enamorando tus dientes
No todo es hermosura
De "Hotel Des Bains”
Los juegos nocturnos de Tadzio
Pater Profundis
está la muerte bebiéndome en la arena
descalza
sobre un hombre y su mirada
Pater
hay lirios leprosos y manos doblegadas
hay cenizas y faunos en las muecas
en los vientos femeninos de sus gestos
Un vaho virginal
vigilia y moho
Un cielo salitral
celo y suicidio
Onán cae hacia la luna
Un anciano devora el sexo de mi sombra
De “Hotel Des Bains”