Demetrio Iramain
Demetrio Iramain nació en Buenos Aires, Argentina en mayo de 1973. Es poeta y periodista. Tiene algunos libros de poemas publicados, otros permanecen inéditos, y algunos textos suyos integran tres antologías poéticas editadas en el país. Dirigió la revista Sueños Compartidos y actualmente, ¡Ni un paso atrás!, ambas de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Es columnista de Tiempo Argentino y Diario Registrado. En radio, co conduce el programa Pra frente (P’frenchi), en la AM 530, La Voz de las Madres.
Dice el desaparecido
¿y vos qué hacés
Demetrio
con ese nombre
hablando de mí a treinta o más años
de mi última palabra?
sí ya sé: mamá que
era terca como las paciencias que
le crecen al océano cuando se sienta a
esperar que sea de noche
la noche es lo único que le pasa al mar además
de no cansarse nunca de ir y volver de
el océano a sí mismo
como una pregunta o
la poesía que es una inválida que
está caliente conmigo o
el mar que mara con penas
bajo el brazo
aliento a otro país
secretos
las mujeres que uno se callaría
la boca para siempre excepto
frente al mar al costado de
su soledad amiga como siglo
picado por genocidios
por el amor
otros
pero yo te estaba hablando de mamá que
era terca y primero me tuvo a mí solo y
después se hizo más madre que la tierra y
empezó a no parar de parir y
salieron compañeros de ella
pibas que colman la tarde ahora con
mieles tomadas por asalto al sol y siguió
siguió pariendo por ejemplo a vos
que hablás de mí a 30 o más años de
mi última palabra con
palabras y gestos y las banderas
que se acordó de mí mamá
en la plaza la placenta los misterios del mar
que fue ella solita esperando que yo vuelva
entre por la puerta de la cocina cantando
canciones de la revolución y
vos que sos nuevo aquí afines las guitarras
hables de mí ahora con la rabia del sur
el odio a colores que nos sigue creciendo
a todos cada vez que sube este dolor
Las Madres en reunión
Son 12 mujeres grandes ya,
sentadas a lo ancho de la mesa.
Almuerzan con gusto y sin ganas como
quinceañera que hace tiempo para ir a bailar.
Dejan sin terminar el plato en la pileta.
De a una agarran su banqueta y
en fila se dirigen a sala de reunión.
Debatirán con rigor de físicos desde
la marcha del mundo hasta
la receta de los fomentos.
A la salida del encuentro
ninguno que no sea ellas
sabrá nunca qué dijo cada quién.
días . . .
a veces quiero que sea jueves
ahora por ejemplo que es nada que ver y
hace mucha noche afuera
yo quiero que sea el jueves a las tres y media
de la tarde de una vez que fue 1977
en plaza de mayo
abril: el sol cayendo en diferido
la luz como una voz a larga distancia
yo quiero estar allí ahora
subir alto al cielo y agarrar
al país con la mano
yo no quiero cambiar lo que pasó
el país tiene manías de viejo y
con la edad se puso contradictorio
siguió hermoso a pesar suyo
gentes le crecieron alrededor
de la muerte amores el pueblo otra vez pero
yo solamente me conformo con
ser jueves agarrar al país en una sola mano y
conversarle preguntas hasta
que salga sangre
hundirle un asombro en el pecho al país
golpear con un palo la puerta del silencio del país
para ver quién sale
eso quiero y también ver cómo amaban
los compañeros con qué partes culatas
cómo brillaban escondidos
qué hacían con la tristeza propia y
de la otra en general
de dónde sacaban sueños para
darse de tomar
chichas profundas de hablar
con dios porque
de todo eso solamente quedó
mujeres
y yo no entiendo nada
ellas no me dejan en paz ahora y
me gusta
angelitas con gomeras en las partes
donde otros usarían la paciencia
el parlamentarismo
yo quiero subir al cielo y
agarrar al país de esos años
para saber de qué calor era el fuego
y otras cosas más
por ejemplo:
cómo son posibles
los misterios la ternura dura
de estas mujeres
más madres que mujer o
las dos cosas condiciones juntas
en una sola como
una palabra cualquiera y
todo lo que su gramática
no alcanza a decir
...cero bajo cero.
cuando mi hermana cumplió 15 años
tuvo salón de fiesta, vestido rosa
mas una amiga suya eligió viajar... viajar...
para esa época yo ya era triste
en cambio: la hija de madre muerta y padre preso
ciudadana de un Estado que no está
(excepto la policía)
tiene 16 de edad
dos entradas en la cárcel y
mellizos sin amor ni novalgina
paridos en virtud de los derechos humanos
del niño no nacido
¿con qué lírica emocionada
afónica de silencio en la voz
podrán explicar esta injusticia o hiato
los poetas y tener mediana eficacia
o sea: que todos los hombres sepan y
se agarren el corazón a martillazos?
porque: el poeta no es un cronista
de la realidad pero el poeta es
un cronista de la realidad
la realidad que es y aún no
también escribe sus crónicas de
dicha y malapena a través de la poesía pero
el problema siguen siendo los poetas
si los poetas –digamos– hubieran hecho un
llamamiento a tiempo contra las plazas enrejadas
quizás habría calesitas con caballos
de crines celestes todavía
pero no
nada de eso:
“a niños que cometan delitos de adultos,
condenas de adultos” punto
tras muchos siglos de pensamiento y ciencia
el hombre sube de nuevo a los árboles
donde pajaritos se preguntan:
“¿y estos qué hacen acá?”
insisto: ¿qué vanguardia estética de
la retaguardia política podrá
narrar superficie y bajofondo
sin sangrar por las sienes sangre toda roja
espesa como suela o caldo que secó?
por lo demás morir es fácil
distinto es la vida
ejemplo: darío santillán que le tapaba con el dedo
el agujerito de la muerte a kosteki
mientras le decía: “dale, maxi, viví”
sin saber
sabiéndolo debidamente
que minutos después ambos morirían
allí sí hay pasto o pan para que la poesía beba:
el pueblo y sus tercas flores bellas
de barro en la raíz
pero yo digo los otros:
el señor del subterráneo los encargados de
todos los edificios de mi cuadra mi vecina
sin amor por las noches repitiendo
todo el santo día cómplices de culpa y cargo:
“dale la muerte, dale, dale”
. . . a Maxi y Dario.
Revolución
te amo señora pero
tu olvido no me quiere
sangre te doy compañeritos
el misterio propiamente
y vos nada
como agua en su profundidad
así es yo en vos
con la única rabia que tengo
podría fundar cien ciudades
en el desierto
infinitos en una pulgada pero
vos no querés
¿me dejás?
no ¿va?
no sirve ¿será?
fue
te amo igual señora
dormiré con tus
frazadas de viento
los pies afuera
adentro la noche
Hoy es la última Marcha de la Resistencia
Al fin se le cerró la mollera al país;
ya zurció la costra a la cabeza, el dolor
a su esperanza, el olvido
a esta furia fértil como un sol.
Al fin.
Como mi hijita de dos meses es
el sol que sale por el este del país:
calienta tibio todavía, usa
escarpines que ningún barro ensuciará, va
contento a upa de brazos que otea
por el modo o el olor.
Como mi hijita.
Ya no es más aquel campito
lastimado de sangre.
Tardó casi treinta años; lleva
1500 siestas sin dormir a
la hora de los jueves, pero
ahora es un país.
Nuestro país.
Cuando estuvo solo teta consiguió de tomar.
Raspó con palitos la piedra dura en
Plaza de Mayo y salieron las Madres.
Dos meses hace que mi hijita
surgió al mundo y ya tiene un país.
Ella sí no tendrá que raspar baldosas
para encontrarse una patria debajo.
Las Madres se la traen hasta aquí:
está plantada en su puerta, da
sombra al que se cansa y chupete
a quien no se puede dormir.
Tiene suerte mi hijita.
Cuando sonríe está diciendo,
simplemente, “Gracias, Madres”,
para que ellas piensen, entonces,
“valió la pena”.
Disputas
vea:
yo no sé qué es la poesía pero
así mi pueblo esté triste trabaja.
no lo dejan y trabaja igual.
triste está contra memoria que
corrige lo que pasó,
se arremanga hasta el cielo
mi pueblo,
el caracú pela cuando
se descalza pero
alza derecha la olla y
no le debe a nadie,
a ninguno.
mi pueblo ya pagó con
sangre.
y usted, ¿con qué pagó?
¿el culo?
la poesía yo no sé qué es,
misterio o cosa o ninguna
de las dos, o todo eso junto
ahora bien:
palabras solamente poesía no es,
dice mi pueblo.
un funcionario bueno no me
hace conmover de la silla,
explica.
¿qué carajo tiene que ver la poesía
con el pupo de los poetas,
con el pedo de los poetas
con los poetas?
¿mi vecina que riega los gatos a la mañana
descontándole agua al mate de la tarde,
poesía será?
¡santillán que le tapó el agujero de la muerte
a kosteki para que viva aunque
a los dos después los mueran,
es!
Cómo lloraba esa niña, cuánto
“Escuché que unos chicos preguntaron: ‘quién parará esta lluvia’/ (…) Los muertos/ se plegaron al desafío: asesinados llegaron/ a levantar la cabeza lacerada y miraron de frente,/ requiriendo: ‘quién parará la lluvia’. Y la pregunta se generalizó/ como los temporales, empujó/ los cielos y abrió las luces del espacio”.
Francisco “Paco” Urondo. Poema “Felipe Vallese”.
¿Quién parará esta lluvia?, se preguntaba santiguándose
la mujer que vendía paraguas en la espera del cortejo.
¿Maldecía la tormenta que la hizo
parar la olla es mañana, acaso?
Y si así fuera, ¿a cuál?
¿A la del cielo, pasada por agua, o
a esa otra, toda seca, que empezaría a caer
al día siguiente, unas horas después?
Cuando la caravana fúnebre pasó,
la señora –compañera, generosa, en perjuicio propio–
le regaló un paraguas con puntitos a una niña
que lloraba sin consuelo,
mojada en partes iguales
por el cielo y sus ojos.
Y yo lo vi.
Juro que lo vi.
No era una escena de otro tiempo,
la imagen borroneada de un documental
en blanco y negro, no.
Otra cosa era, otro momento de la historia;
mas el país es el mismo.
Néstor iba adentro,
quietito para siempre, según se dice;
frío de muerte, como afirma el parte defunción.
El corazón tieso, más duro que
el muro de madera lustrada que lo contenía.
Llovía.
Cómo llovía.
Cuánto.
Yo no creía, sin embargo, que
el tipo estuviera allí.
No podía creerlo.
No quería.
Yo apenas si creía en el llanto de esa niña,
niñísima,
y después más nada.
Cómo lloraba la mocosa, lejos
de cualquier pubertad siquiera.
Como esta democracia.
Y yo la vi.
Lloraba.
Tenía una rosa roja envuelta en celofán que
había comprado a dos pesos el paquete.
Nunca un novio para que se la regale
un día, engalanado.
Nada.
Qué va a conocer el amor esa pendeja
si tenía sus partes de amar listas para usar, pero
intactas todavía;
sin estrenar, inéditas.
Como esta democracia.
Lloraba lágrimas de otros:
las de su abuela ama de casa,
eterna trabajadora en negro, ahora jubilada;
las de su padre con empleo por primera vez;
las de su mamá, madura ya, estudiante inicial
de la faculta de ciencias naturales y exactas.
Lloraba con sus propias lágrimas.
Eso.
Nunca sus otros conocidos se parecieron
tanto a ella.
Fueron ella misma,
tanto que también fue un poco cada uno
de quienes estábamos allí,
anónimos, sin edad,
mezclados al dolor,
cosidos a él por un perno imperceptible,
empapados, mitad llanto, mitad lluvia.
¿Por qué otra cosa puede llorar
una niña en la edad del pavo,
florecida bruscamente un día
de octubre de 2010,
al sur, bien al sur?
Así se crece por aquí, mi’jita,
en estos lares de más abajo de todo.
Si es necesario, sopapos para acariciar
nos saldrán por la verruga, y piedras
de la aorta sentimental, pero
venceremos igual.
Vendrán tiempos difíciles, sí, pero
venceremos igual.
Ahora duerma, mi niña, y
no se preocupe más por nada.
Ya habrá tiempo para eso.
Juegue con sus muñecas, que
para ese sagrado derecho
–entre otros que ya comprenderá algún día–
vivió él.
SARNAS
a la poesía le creció sarna
en los dientes sarro y
sin embargo entre 20 y 30
hombres o mujeres según
es posible ver diariamente
en la puerta de la poesía
revuelven raspan con palitos
un hueco profundo
partes de la piel sin cuerpo adentro
misterios mientras
afuera puede estar lloviendo tiros
la muerte se paseara saludando por ahí
o una mujer o varios
esto explica por qué otras circunstancias
del mundo no han podido
tener nunca nada con la poesía
y menos torcerla como
tristeza desafiada por ginebras
no obstante ello insisten en
extraña relación que sucede
los tiros la muerte una mujer
o los tres a la vez pero
a la poesía no le interesa eso
ni otras cuestiones por el estilo
la poesía es siempre otra cosa
ejemplo: a mi pueblo lo mataron
con compañeritos adentro y
ahora está en la calle otra vez y
era la poesía
En: “Poemas de mi yo concurrido”, Ediciones vigilias, 2003.
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