Fotografía de Joana Linda
Gaia Danese
(Roma, Italia 1971),
Gaia Danese es diplomática y poeta.
Ha publicado: Las extremidades frágiles, Cosmopoética, Córdoba, 2007.
Tango
Cultivo el vicio
de abrazarme a un cuerpo cualquiera
y medir el espacio de otras almas
paso a paso.
Y si con ligeros movimientos
acaricio el piso,
lo hago sólo para infiltrarme
en el pensamiento
y en la lágrima escondida
en la boca del estómago.
Hospital de bonecas
En el hospital de las muñecas
pintan bocas nuevas,
tienen piernas y brazos de repuesto
botones en vez de ojos,
pelo de seda y vestiditos.
En el hospital de las muñecas
remiendan cabezas y corazones.
Reservaré una estancia de absoluto reposo
para muñecas exhaustas,
me dejaré peinar lavar planchar.
Uñas pintadas, por favor:
y tacones altos. Esta noche salgo a bailar
Parole corte
Palabras cortas en la boca
para que no falte el aliento
y así crezcan las rosas
bajo el agua de los días.
Tengo las manos llenas de polvo
de cosas de nada.
Parole corte
Parole corte in bocca
perché non manchi il fiato
e crescano le rose
sotto lácqua dei giorni.
Ho le mani impolverate
di cose da poco.
LA BELLA DURMIENTE
No era yo la princesa que dormía dentro de ti,
ni mis besos podían despertarla.
No recuerdo entre nosotros confesiones eficaces,
escenas sentimentales o verdades bien pagadas.
Sin embargo, en mi memoria, frescas :
patéticas declaraciones
almas en lágrimas
y esas piedras que te atabas al corazón
Mammina I
¿Has trenzado tú
mammina
ese alambre de púas en torno a mi corazón?
¿creías que bastaba con tejer
bufandas largas largas
para protegerme del frío?
Mi pelo, enmarañado siempre,
sólo papá sabía desenredarlo
nudo a nudo;
no es que lo hiciera a posta, ni por talento,
simplemente le salía.
El pelo, mammina, lo he cortado.
Y de hierro y espinas he hecho hilos de oro.
Saldrá
una colchita
para nosotras dos
mamma bambina.
Las extremidades frágiles. Traducción de Juan Carlos Reche.
Gaia Danese, Las extremidades frágiles, Cosmopoética, Córdoba, 2007.
Benditos sean los libros que provocan en nosotros alguna sensación; benditos los poemas cuya lectura no deja indiferente, sino que zarandea, o tranquiliza, o deslumbra. Basta ya, por tanto, de obras como el agua —inodoras, incoloras, insípidas—, que recorren de la boca al exterior sin apenas rozarnos el estómago. A la poesía de Gaia Danese (Roma, 1971), reunida en Las extremidades frágiles, agradezco una sesión de calma antes de irme a dormir —pese a la advertencia inicial: Vive como algo que comienza, / descansa si puedes, pero no oses dormir—, enfrascada en “Mammina cara”, el tercer bloque del poemario, pero también un empujón a las diez de la mañana para afrontar el día, merced a los versos que lo cierran,
“Hospital de muñecas”:
En el hospital de las muñecas
remiendan cabezas y corazones.
(…)
Uñas pintadas, por favor;
y tacones altos. Esta noche salgo a bailar.
A Gaia Danese agradezco que desvele su mundo en Las extremidades frágiles, y que escriba poemas que parecen susurros y estribillos de canción, breves pero sonorísimos como chasquidos. La poesía de Gaia Danese, intensa, tierna, emocionante, supone todo un descubrimiento dentro de un panorama, el de la poesía italiana más reciente, ignorado en nuestro país: poco más que algunas traducciones de Antonella Anneda —Igitur publicó Residencias invernales en 2005— y una antología de poetas italianos nacidos en los setenta —coetáneos de Danese, por tanto— editada por Bassarai, La obra común. El de Danese es un poemario que aborda las pequeñas cosas desde una voluntad descriptiva y sensitiva: una visión global de la vida en ocasiones desde la felicidad, pero sin desdeñar el dolor.
Poemas como cortometrajes, entonces, que nos cuentan historias; poemas como píldoras, medicinales. Y poesía sobre la propia identidad —en el tríptico de apertura, sin título:
Me conmueven las extremidades frágiles, / el rojo esmalte de las uñas / aferradas a la caricia del aire—, sobre el espacio que una ocupa en el mundo —en el segundo bloque, “Geometrías seguras”: Esta casa / me la regaló en sueños una antepasada. / Las cortinas, llenas de viento, y un paisaje de agua—, sobre la familia —la ya mencionada tercera parte, “Mammina cara”, que es sin duda la mejor de Las extremidades frágiles: de esa sección me quedo con “Mammina I”, y esa colchita/ para nosotras dos tejida con hilos de oro hechos de hierro y espinas— o sobre el amor y la pareja, en un bloque final —“Detrás de la felicidad”— en el que Gaia Danese envuelve de magia escenas cotidianas: Los platos lavados en la pila, / ningún signo de impaciencia. / Mucho mejor la mañana que la noche. Conocemos los temas que aborda Gaia Danese, pero el talento del poeta se distingue en su capacidad para nombrar diferente, y la suya lo consigue: cada palabra constituye una metáfora, construye una realidad paralela. Magia, les decía. Por no hablar de los diminutivos, de los que tan bien se sirven los poetas latinoamericanos, y en cuyo reto gana Danese; responsabilidad también de su traductor, el solvente Juan Carlos Reche, algo así como un médium para estos poemas.
Gaia Danese debuta con Las extremidades frágiles, un libro que imagino escrito con la misma paciencia evocada por sus versos tranquilos y sus rimas casi en pleno juego. Su sabor es el de un caramelo de menta —nos aclara, su regusto permanece en nuestra garganta—, pero su contacto es como el roce de una espina. Ella misma lo escribe: Son afilados / los fragmentos de los sueños. / Como las ruecas de los cuentos / o espinas, / se clavan / en los dedos / y van directos / al corazón. Las extremidades frágiles recoge unos primeros pasos, sí, pero firmes y dignos de confianza. No la pierdan de vista.
Elena Medel
.