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CARLOS GUTIÉRREZ CRUZ [17.382] Poeta de México

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Retrato de Carlos Gutiérrez Cruz por Fermín Revueltas

Carlos Gutiérrez Cruz

Carlos Gutiérrez Cruz, 1897 Guadalajara, Jalisco - 1930  Ciudad de México
Nació en Guadalajara, Jalisco y murió en la Ciudad de México. Fue poeta proletario, panadero y obrero. Enfermó de tuberculosis y murió prematuramente. En 1920 aparecieron en Guadalajara sus libros de poemas El libro de la amada y Rosas del sendero. En México publicó Sangre roja, Versos libertarios (1924) y Dice el pueblo. En 1936 el Ateneo Obrero le publicó sus Versos revolucionarios.



Carlos Gutiérrez Cruz, poeta revolucionario

León Guillermo Gutiérrez cumple, con este ensayo, la urgente labor de recordar y revisitar la vida y la obra del poeta revolucionario Carlos Gutiérrez Cruz, jalisciense, comunista que, desde muy temprano, se enfrentó al estalinismo y a los horrores del realismo socialista. León Guillermo nos habla del lamentable desencuentro con Maiakowski y de las ideas estéticas de Gutiérrez Cruz, en las que ocupaba un lugar especial la tradición cristiana. “Este poeta habla de los que conocen el trabajo y la lucha como realidad cotidiana...” “Así, el metal que el obrero saca de bajo tierra debe servirle para armarse contra la tiranía”, dice Pedro Henríquez Ureña, admirador de la voz limpia y sincera, así como del buen oído de Gutiérrez Cruz.

La labor realizada por Luis Mario Schneider no tiene parangón en la literatura mexicana. Nadie como él trabajó con tanto fervor para dar a conocer y rescatar del olvido textos y autores fundamentales. Entre otras muchas tareas, nos dibujó con claridad el mapa de dos grupos sin los cuales no se entendería la poesía del siglo xx; por supuesto, me refiero a los estridentistas y a los contemporáneos. Y hago esta referencia ahora que a menos de tres años de su fallecimiento, la Secretaría de Cultura de Jalisco, en la colección Lo fugitivo permanece y dura, publicó uno de sus últimos trabajos: Carlos Gutiérrez Cruz. Poesía y prosa. El libro tiene las marcas inconfundibles de Schneider; aparte de recopilar la obra completa del poeta, incluye la bibliohemerografía directa e indirecta, así como la fe de bautismo y el acta de defunción. Desafortunadamente, el deceso del poeta investigador le impidió concluir el estudio introductorio, cuyas breves páginas perfilan las trazas de lo que sería el itinerario vital y literario de Gutiérrez Cruz. No obstante, dejó los atisbos de la biografía y el somero análisis de sus versos iniciales. El poeta jalisciense nacido en 1897 y muerto en 1930 no perteneció a ninguno de los grupos mencionados, pero tiene en común haber incursionado en la poesía de vanguardia, de lo que dan cuenta sus hai-kais, publicados en el Informador de Guadalajara en 1919, así como otros poemas. En "Ironías" dice: "El afilador flautista/ pasó haciendo en su flauta música futurista", por lo que no es de dudar que siguiendo en un principio a José Juan Tablada, se adelantó a los mismos estridentistas.

Gutiérrez Cruz contaba sólo veintidós años de edad cuando dio a conocer su primer libro: Rosas del sendero. Dos años después se trasladó a la Ciudad de México, donde, en la revista México Moderno, en agosto de 1922, apareció una colaboración suya. En esa revista, fundada por Enrique González Martínez, publicaban de manera asidua López Velarde, Antonio Caso, Pedro Henríquez Ureña, Cosío Villegas, etcétera. En 1924 su poesía dio un giro de 180 grados. El lirismo de tedio provinciano de sus primeros escritos se transformó en violenta protesta social nunca antes practicada; en ese año publica Sangre roja. Poemas libertarios, con prólogo de Pedro Henríquez Ureña, portada de Diego Rivera y dibujo de cuarta de forros de Xavier Guerrero. En este poemario Gutiérrez Cruz hace suyas las causas populares, las injusticias obreras y campesinas. Su acentuado comunismo no le impide ejercer un catolicismo en el que Jesucristo es compañero de lucha; ve en él los antecedentes de los ideales socialistas. Sus poemas, de cierta manera, llaman a una guerra santa, pero en este caso no se trata de la recuperación de los lugares sagrados, sino de la restitución de la dignidad y los valores humanos de la clase proletaria. En "El 30-30" dice: "¡A poco piensan que Cristo/ era como los patrones!/ Compañeros del arado/ Y los de toda herramienta,/ Nomás nos queda un camino:/ Agarrar un treinta-treinta!"

En 1925 el poeta ruso Vladimir Maiakovski visitó México y estuvo en contacto con diferentes grupos sociales y culturales del país. La relación de los dos poetas no fue afortunada. El poeta ruso, comunista a ultranza, negaba toda religión, y opinaba que "Desde el comunista Guerrero, redactor de un periódico ferroviario, hasta el proletario Cruz, escriben cosas líricas, dulzonas, con gemidos y rumores; refiriéndose a la mujer amada dicen: ‘Como una núbil leona.’" En tanto, Gutiérrez Cruz publicó en El Demócrata: "Pero si redujéramos nuestra producción a la prédica de la guerra y a la apología del movimiento ruso, nuestro arte carecería de amplitud, de verdad, de generalidad, de universalidad. Muy bien que los poetas canten la epopeya de la dinamita, pero que no la canten exclusivamente, pues la revolución no puede significar un estrechamiento de temas ni el arte puede tomar el carácter de una simple práctica de lucha; y por tal razón es que la revolución estética no debe consistir únicamente en un cambio radical de orientación que transforme todos los puntos de vista humanos."

En el mismo artículo agrega: "Los escritores revolucionarios de México pensamos que el cristianismo es el sumo ideal estético." En estas breves líneas Gutiérrez Cruz perfila su pensamiento social y estético, más profuso en su prosa, misma que Schneider presentó en dos partes: El brazo de Obregón (Ideario de la Revolución Mexicana), 1924, y Prosa dispersa (1920-1930).

Por su valor y significado transcribo algunos párrafos del prólogo escrito por Henríquez Ureña para Sangre roja: "He aquí los versos del poeta socialista; mejor, del poeta social... este poeta no va a cantar la vida de los humildes que se resignan: quédese ello para cualquier poeta inglés, de ésos que son en el fondo hombres del orden. Este poeta viene a hablar de los que trabajan y luchan; y no como simple imagen: nada es tan ajeno como la ociosidad literaria para quien el trabajo y la lucha son temas favoritos de declamación. No: este poeta habla de los que conocen el trabajo y la lucha como realidad cotidiana y llena de sufrimiento y molestia; los que trabajan por su pan, todo el día y todos los días; los que luchan para que no les roben el sustento; o para exigir siquiera el indispensable, y en la lucha mueren o sólo alcanzan a vencer paso a paso, nunca de lleno.

"Así, para el poeta, el sol, el hermano sol de Francisco de Asís, se hace digno de la fraternidad humana porque presta servicios: el sol es hermano del obrero porque trabaja todos los días. Así, el metal que el obrero saca de bajo tierra debe servirle para armarse contra la tiranía: lo que hoy sirve para esclavizarlo, debe servirle para libertarlo."

Efectivamente, Gutiérrez Cruz hace suya la voz de la desgracia de obreros y campesinos, no tamiza su enojo ante la brutal explotación de que han sido objeto; en "Sangre roja" escribe:" Tal es la sangre roja que corre en las arterias/ de mis canciones bárbaras de tanta rebeldía,/ sangre impetuosa y bravía/ que se derrama para reivindicar miserias..."

No cabe duda que la originalidad y autenticidad de su poesía responden a un reclamo revolucionario, y que si por un lado tuvo como fin la causa proletaria, es preciso también enfatizar los aciertos estéticos; el lenguaje que utiliza es simple y llano sin llegar a lo coloquial, y no podía ser de otra forma, ya que en un proceso de inversión es la voz colectiva quien se sirve del poeta para hacerse escuchar. De ahí la sencillez y logro de imágenes y metáforas memorables. Musicalidad y economía verbal son sus señas particulares.

La obra de Gutiérrez Cruz tuvo cabida y repercusión entre sus correligionarios y artistas de la época. Diego Rivera, con quien simpatizó en ideas, transcribió el poema "Al minero..." en el mural de la Secretaría de Educación Pública, y Xavier Villaurrutia le dedicó el poema: "Presentimiento". Por desgracia, el poeta jalisciense murió joven, lo que no impidió que en su poesía y en su prosa plasmara su ideario estético e ideológico. Su poesía tuvo una primera recopilación en 1980 por Porfirio Martínez Peñalosa, quien bajo el título Obra poética revolucionaria publicó parte de su producción. Ahora, gracias a la infatigable tarea de investigación de Luis Mario (como le decíamos sus amigos) se reúne en un solo tomo la obra completa de este poeta y pensador social, indispensable en la historiografía de nuestra literatura.



Hai-Kai

El alacrán
Sale de un rincón 
en medio de un paréntesis 
y de una interrogación.

La bandera

Bulliciosa y bélica 
guardiana de la azotea

Los ratones

Los ratones detrás de la mampara, 
escriben a máquina.

El pelícano

Cafetera de porcelana 
que va flotando por el agua.

Hai-kai comunista

La tierra es para los seres que ha creado, 
igualmente para todos, 
Sin Casa Blanca ni Imperio Británico.



El verso rojo

El verso rojo que encendió la tarde, 
consonó con las greñas del jacal.
La paja claudicó, vieja y cobarde, 
y transformada en lumbre comenzó a chorrear.

Los árboles alzaron melenas encendidas 
y quemaron el oro del trigal. 
Es la hora de fuego, deben estar erguidas 
las vidas, 
y encendidas todas al igual: 
el verso, la paja cobarde, 
los árboles, la tarde 
y el trigal.




SANGRE ROJA

¡Sangre roja!
sangre de los obreros muertos en los engranes,
sangre cuya congoja
trocábase en monedas para pagar desmanes;

Sangre que desespera de su eterna prisión
y que se precipita
con una fuerza trágica buscando salvación;
sangre que en dinamita
hace estallar su propio corazón;

Sangre que parece lumbre,
sangre que proyecta luz,
sangre de la muchedumbre,
de Carlos Marx y de Jesús,
ennegrecida por el sacrificio,
amoratada por el cilicio
y despreciada por la sangre azul.

Tal es la sangre roja que corre en las arterias
de mis canciones bárbaras de tanta rebeldía,
sangre impetuosa y bravía
que se derrama para reivindicar miserias…

Sangre roja contra la esclavitud,
sangre del verso púrpura que incendia y que despoja,
sangre roja,
¡Salud!




LA FUENTE INÚTIL.

La fuente,
se volvió loca de agua, inútilmente.
no vivió el esencial momento
de dar de beber al sediento,
porque su único fin
fue fomentar la vanidad
de su majestad
el dueño del jardín.

De nada le sirvió el cristal ni el fino modo
de adornar.
Mas le hubiera valido sr un charco de lodo
donde beben los perros que no tienen hogar.




PRIMAVERA

El compañero sembrador de te espera
en el campo fecundo desde que arde el oriente,
primavera,
con el cesto lleno de simiente.

Compañera labradora, compañera floral,
haz pródiga tu fuerza fecundante
en el maizal,
y no importa que olvides a la rosa fragante.

Entre el grano que nutre y el aroma que besa,
suprime todo aroma con la flor que lo ha dado…
La flor, al fin y al cabo, es un poco burguesa
ante el gran comunismo del sembrado.




AL OBRERO

Déjalos que blasfemen
contra la lucha social,
es que temen
que la lengua se les vaya a secar…

Déjalos que tengan fina
la planta del pie;
cuando tengan que andar descalzos
mas han de padecer…

Déjalos que se pudran
en la ciudad burguesa,
que ellos en la pudrición
desarrollan su naturaleza…

Déjalos hacer todo lo que quieran
por su bien o para su mal,
déjalos que vivan o se mueran,
pero no te dejes robar!




AL MINERO

Minero renegrido de tanta y tanta sombra,
el hombre que te nombra,
te imagina
en el sórdido seno de la mina,
con hambre muchas veces,
pero sacando a creces
el oro que germina.

Compañero minero,
doblado por el peso de la tierra,
tu mano yerra
cuando saca metal para el dinero.

Haz puñales
con todos los metales
y así,
veremos que los metales
después son para ti.




LA VIDA ILÓGICA

No sé yo de qué modo
saliendo el sol cada día,
en la tierra todo
es hambre o burguesía.

No sé cómo
la ley se trastornó;
si no trabajo, como,
y si trabajo, no.

Los frutos de la tierra,
al rico;
al pobre, la guerra
y el zapapico.

El hombre cuyo espíritu usa enagua
tiene mayor decoro,
y vale más el inútil oro
que la madre agua.

Y si el dolor no hubiera florecido un Lenin
(de todos modos tendría que florecer),
al fin
quien sabe si hasta el agua llegaran a vender.





YO SIEMPRE

VII 

YO SIEMPRE 
tuve sentido 
de justicia: 
siempre he aborrecido 
los numerosos aspectos de la avaricia, 
pero hab¡a un desacuerdo 
entre mi vida y mi cabeza, 
un desacuerdo cuerdo 
en quien tuvo cuna burguesa. 

El vigor de la juventud 
puso de acuerdo a la vida con el yo, 
y me ech¢ entre la multitud, 
en nuevo campo y nuevo sol. 

Y supe que desde siempre llevo 
la igualdad dentro de m¡, 
porque nada me tomó de nuevo 
entre todo lo nuevo que vi. 


VIII 

CERTEZA de que el sol va a salir; 
toda la vida en los ojos; 
los cerros del oriente, rojos, 
y los ojos en el porvenir. 

Todo lo vi f cil, lo tuve en la mano, 
en la mano inexperta que temblaba de acción, 
pero la realidad fue la bofetada del hermano 
traidor. 

Experiencia comprada, 
pero una bofetada 
no es absolutamente nada 
en la vida de un luchador. 

Ya lo ves, camarada, 
de una bofetada 
puede brotar una canción 
de liberación. 


IX 

CON LOS años que me resten de vida 
y con un poco de serenidad 
dejaré cumplida 
la misión vital, 
la que me dio la Naturaleza 
y la que se trazó mi voluntad. 

(En el canto, la mejor belleza 
es la igualdad.) 

La misión que me impuse es tremenda 
y todo el largo de la senda 
es mortal, 
pero llevo una doble convicción 
en el cerebro y en el corazón: 
la verdad y la voluntad. 



POETA, te felicito, 
poeta de mi yo, 
porque has proscrito 
De tu lira la inútil canción. 

¨Canciones para divertir 
al maestro de arte? 
-No, canciones para redimir 
a los que mueren de hambre. 

Canciones más humanas, 
más galanas 
en verdad, 
porque las canciones vanas 
son pompas de jabón, bellas de ociosidad. 

La canción tumultuaria y roja, 
el verso acometivo como un toro 
y la idea brillante y fuerte que despoja 
ahorcando a los `señores` como una soga de oro.




El Canto de la Senda Lírica



I

MULTIPLES poemas
empapados de sol,
con cambiantes de gemas,
con olores
de flores
y con desbordamiento de color,
caen inútilmente
de la frente
al papel indiferente.
La Naturaleza y el amor,
vuelan de canción en canción,
y yo vivo en un mundo
absolutamente interior.
Mi peor enemigo es Smiles
y mi mejor amigo, el Sol.


II

LOS OJOS al espíritu,
el cuerpo a la inacción
y un absoluto olvido
del exterior.
Vidas ajenas en la propia vida,
canciones raras de introspección morbosa,
pero sensación vivida
de la sensibilidad de cada cosa.
Conclusión:
para el funcionamiento universal,
id‚ntica importancia tienen hombre y chacal.
La lira calló su canto
y yo me envolví en el desencanto
de nuestra vida artificial.


III

ME ALEJO de la montaña
y de la profundidad.
El poeta se queda dormido en su cabaña,
y el hombre se echa a andar
por el camino
como todo peregrino.
Cada cosa que ve late en su corazón,
cada tierra que pisa se estremece de pena,
y en el trayecto azul de cada vena
corren los negros glóbulos de la desilusión.
El hombre vaga,
con las manos en la realidad,
los ojos en la llaga
y el corazón en la humanidad.


IV

Y me ¨QUE me importan los colores del sol,
las canciones del río
y el ceño sombrío
del amor?...

Tiempo perdido en la canción inútil;
verso fútil
musicado para divertir
y vivo con la única misión
de nacer y morir
sin el florecimiento de una realización.

Al trav‚s de valle y montaña
el hombre vuelve a la cabañaé
libre ya de la lente del estetaé
de la música vana,
y despierta al poeta
para que cante su canción humana.


V

EL POETA busca al Sol
reinando,
y lo halla trabajando
como todo trabajador.

Busca a la palmera de su cantar,
y la ve desbord ndose en est‚tica
y repartiendo savia vital.
(La palmera greñuda y neurasténica,
se ha puesto a trabajar.)

Quiso sentir la egolatría morbosa
de su propio valer,
y no vibró la cuerda vanidosa
del placer.

Volvió los ojos a la muchedumbre
llena de miseria y dolor,
y la lira cantó con notas de lumbre
un canto de liberación.


VI

GRACIAS, Naturaleza,
madre de la humanidad,
gracias porque me quitaste de los ojos
el monóculo estúpido de la preciosidad.

Ahora, cantar,
es un trabajo constructivo
de unión y de libertad.

No hay musas,
hay sentido musical,
sentido de justicia
y amor a la humanidad.

Con esas tres cuerdas forja la lira
su canto de sinceridad,
que pone su piedra solidaria
en el edificio de la comunidad.









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