Abelardo Gamarra
Abelardo Manuel Gamarra Rondo ("El Tunante")
Fue un escritor, poeta, periodista, compositor y político peruano. Nació el 31 de agosto de 1850 en Sarín, Huamachuco, provincia de Sánchez Fajardo, departamento de La Libertad (Perú) y falleció el 9 de julio de 1924, en Lima, Perú.
Sus padres, don Manuel Guillermo Gamarra y doña Jacoba Rondo Quesada, tenían una de las fortunas más considerables del departamento de La Libertad. Sin embargo, su vida sería marcada por la formación y el trato que le dispensó su padre. Su primer trabajo -por orden de su padre- lo realizó con los indios campesinos de su tierra (Lecaros). Su educación primaria la recibió de su padre, entre la Biblia y las quintanillas y romances de Fray Gerundio y Villergas. Su infancia la pasó, así, junto a los hijos de los campesinos y asistiendo a las reuniones de su padre con las comunidades. Finalmente se sintió fraternalmente unido a ellos.
Su educación secundaria la empezó en Huamachuco, continuándola en Lima en el Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe (1866 - 1870), de donde paso al Convictorio de San Carlos para estudiar medicina, que luego abandonó. Estudió Letras y Jurisprudencia en la Universidad Mayor de San Marcos, pero el último año de estudios, 1875, dejó la universidad para ingresar a la redacción del diario El Nacional, después de haber colaborado desde 1871 con el diario El Correo del Perú. Para entonces ya se había vuelto pobre a raiz de la muerte de su padre, y de embargos, intrigas y robos, propios de la administración de justicia de la sierra (Basadre).
Se entregó de lleno al periodismo y a sus actividades de escritor y de crítico literario. El 20 de septiembre de 1876, año en que publicó su primera obra costumbrista “El Tunante en camisa de once varas", de tono burlón y risueño, adoptó el seudónimo "El último harvicu" y recibió el "Santo Sacramento del Bautismo Literario”, en la velada literaria de la casa de Juana Manuela Gorriti, en donde la ensayista Mercedes Cabello fungía de madrina y el poeta Manuel Adolfo García de padrino; don Ricardo Palma ofició de párroco.
Usando el seudónimo de "El último haravicu" rubricaba sus poemas y con el de "El Tunante" sus relatos costumbristas. Sus ártículos periodisticos tomaron notoriedad; uno de ellos, titulado La rabona, llegó a ser reproducido en el periódico oficial en homenaje a la mujer peruana y el publicado con el nombre de Los cholitos dio lugar a un decreto prohibiendo el tráfico que se hacía con los niños de los indígenas (Basadre). Escribió también en los diários "El Perú Ilustrado” y “La Prensa".
Abelardo Gamarra
Sólo la honradez y la verdad pueden levantar a este país.
"El Tunante"
Participó activamente durante la Guerra del Pacífico: en 1880, en la defensa del Callao contra el bloqueo de la escuadra enemiga y posteriormente en las batallas de San Juan y de Miraflores, en 1881. Se incorporó al movimiento de resistencia que desde Trujillo dirigía el Contralmirante Lizardo Montero y fundó en Huamachuco el periódico La Bandera del Norte para alentar el sentimiento patriótico de la resistencia durante la Campaña de la Breña (1881 - 1883). Actuó inclusive como secretario del Brujo de los Andes, Andrés Avelino Cáceres.
En 1883 fue elegido diputado por Huamachuco y participó de los debates del congreso reunido en Arequipa, y funda el diario La Integridad, que llegaría a editar por más de 30 años después de reaparecer en Lima.
En 1884 por su campaña periodística contra el gobierno de Iglesias fue deportado al Ecuador, fugándose en Salaverry junto con el coronel Justiniano Borgoño, a cuyo lado había estado en 1881, plegándose al movimiento de resistencia que Andrés Avelino Cáceres mantuvo en el norte. En Huamachuco se casó con doña Antonia Cisneros Zorrilla, naciendo de este matrimonio su hijo Armando.
El triunfo de Cáceres sobre Iglesias le permitió a Abelardo Gamarra retornar a Lima, a fines de 1883, y volver a ocupar su puesto en el diario El Nacional. Sin embargo, se separó de este diario cuando éste empezo a defender el denominado "Contrato Grace".
En 1889 hizo reaparecer en Lima La Integridad como semanario de oposición e hizo eco de las prédicas radicales de don Manuel Gonzales Prada. Por tres décadas con La Integridad y con 50 años de labor periodística se acercó siempre al pueblo, dedicándose a sostener la verdad de su pensamiento y formular las ansias de su patriotismo (Federico More, Buenos Aires, 1924). Quiso hacer obra netamente popular y contribuir a elevar el nivel moral, espiritual y social del país (Jorge Basadre). ya decía también Jose Carlos Mariátegui: "El Tunante" quería hacer arte en el lenguaje de la calle. Su intento no era equivocado. Por el mismo camino han ganado la inmortalidad los clásicos de los orígenes de todas las literaturas.
En 1903 fue presidente del partido Unión Nacional del que se alejó en 1904. En 1913 y 1916 se incorporó nuevamente a la Cámara de Diputados como representante de Huamachuco. En 1915 fundó la Liga Agraria con el objeto de fomentar la agricultura, impulsar al pequeño propietario y proteger al yanacona y al peón que trabajaba los campos. Años después enfermó de cancer, pobre, olvidado, sus últimos días fueron muy tristes. Fallecio sin arrepentimientos ni quejas el 9 de julio de 1924 en la ciudad de Lima. Vivía, en ese entonces, en la Calle Manuel Morales No. 109 (actual Calle Matías Maestro), en el tradicional barrio limeño de los Barrios Altos. Fue enterrado en el cementerio Presbítero Matías Maestro, 2da. puerta, cuartel San Germán D-32. Su lapida reza: Sólo la honradez y la verdad pueden levantar a este país.
OBRAS LITERARIAS:
NOVELA:
- Detrás De La Cruz, El Diablo (1877).
ENSAYO:
- El Tunante en camisa de once varas (1887).
- Novenario del tunante (1885).
- Costumbres del interior.
- Rasgos de pluma.
- Algo del Perú y mucho de pelagatos.
- Artículos de costumbres (1910).
- Educación a la memoria de mi madre.
- Cien años de vida perdularia (1921).
TEATRO:
- Escenas del carnaval de lima (1879).
- Ña codeo.
- El cuarto numero tantos.
- Escenas en la campiña.
- Ir por lana y salir trasquilado.
- Una corrida de gala.
Abelardo Gamarra y el "criollismo": padre de la "Marinera"
Abelardo Gamarra "El Tunante", fue uno de los héroes populares del "criollismo" peruano. Tuvo una cuantiosa y notable contribución a la música popular, con yaravíes, canciones, tonderos, "marineras" y otras piezas de antología (Jorge Basadre).
"El Tunante" vivió en varios barrios populares de Lima después de mudarse a la capital, cuando entraba a la adolescencia. Él fue el autor del primer vals con letra, "Ángel hermoso", cuya música le pertenece a su prima Zoila Gamarra. Dicho vals fue creado en Arequipa en 1885, cuando Abelardo fue a pasar una temporada en dicha ciudad en la casa de unas primas. Una de ellas, muy bella y excelente pianista también, le pidió a nuestro poeta que improvisara una letrilla y él, que se encontraba en los altos, lo hizo rápidamente arrojándole la letra aquella por la ventana, a la vez que decía: "Niña, recibe esta paloma". La prima Zoila Gamarra, inmediatamente le puso música naciendo así el primer vals peruano, "Ángel hermoso" (Darío Mejía).
Fue "El Tunante" quien bautizó como "marinera" el baile popular de moda de la época, que conquistó Chile pasando a llamarse cueca y regresó al Perú ligeramente cambiada, denominándosele, entonces, en el medio peruano como "chilena". A raiz de la Guerra del Pacífico y en honor a la Escuadra Naval Peruana, al Huascar y a don Miguel Grau, "El Tunante" la llamó "marinera", y así se quedó.
En el libro Rasgos de pluma (1902), en su artículo "El Baile Nacional", Abelardo Gamarra explica por qué decidió popularizar el nombre de "marinera":
Marinera
"El baile más popular de nuestros tiempos se conoce con diferentes nombres, se le llama Tondero, Mozamala, Resbalosa, Baile de Tierra, Zangureña. Hasta el año 1879 era más generalizado llamarla Chilena. Fuimos nosotros quienes una vez declarada la guerra entre Perú y Chile, creimos impropio mantener en boca del pueblo, en sus momentos de expansión, semejante título; y sin acuerdo de ningún consejo de Ministros, y después de meditar en el presente título, resolvimos sustituir el nombre de chilena por el de marinera; tanto porque en aquel entonces la marina peruana llamaba la atención del mundo entero, y el pueblo se hallaba vivamente preocupado por las heroicidades del Huascar, cuanto porque el balanceo, movimiento de popa, etc. etc., de una nave gallarda, dice mucho con el contoneo y lisura de quien sabe bailar, como se debe, el baile nacional. Marinera le pusimos, y marinera se quedó... El pueblo le ha tomado cariño, y lo que el pueblo quiere, lo consagra con su bendición inmortal".
Abelardo Gamarra es el autor de la letra de la famosa marinera "La Concheperla" conocida también como "La Decana", cuya música fue compuesta por José Alvarado, y Rosa Mercedes Ayarza de Morales la llevó al pentagrama.
JUSTICIERO Y DECIMANTE
Yo pienso que a "El Tunante"
trató mal la oligarquía
porque tuvo la osadía
de enfrentar al gobernante.
Justiciero y Decimante
hizo justicia a Luis Pardo
con un canto que yo guardo
dentro de mi corazón
porque les doy la razón
al bandolero y al bardo.
El tiempo ha transcurrido
mas el tiempo no ha cambiado
pues del saber marginado
sigue mi pueblo sufrido.
Cuánto niño hay que no ha ido
un solo día a la escuela
y con la sucia franela
por entre los carros van
y aunque estudiar es su afán
“para eso sí, nadie vela”.
Poema al coronel Bolognesi, de Abelardo Gamarra
BOLOGNESI
Sombrero en manos, señores,
que vamos a recordar
al veterano sin par,
al mejor de los mejores,
aquel de los defensores
nuestro soldado el primero,
que en ademán altanero
levantó el pendón peruano
ante el mundo americano,
que hoy le llama su guerrero.
“¡Patria!” –dijo- “¡Patria!” Diosa
ante cuyo solo nombre
el corazón de todo hombre
de noble orgullo reboza.
¡Patria! La virgen hermosa
bajo cuyas alas de oro
el más preciado tesoro
del ser humano se encierra
-en la paz como en la guerra-
yo te bendigo y te adoro.
“Mil veces venga el mendrugo
de negro pan y la traza
del pordiosero, a la hogaza
y la pompa bajo el yugo
de cualquier patrio verdugo:
prefiero todas las penas
y las humanas condenas,
y si lo quiere la suerte,
antes prefiero la muerte
al peso de las cadenas”.
Así exclamó, y a la lucha
se lanzó como un valiente
¿Quién tuvo ese torrente?
¿Quién? –su pujanza fue mucha:
pueblo generoso, escucha
de hoy ya la voz de la Historia,
que se adelanta su memoria
para aquel que con su espada
te quiso dejar trazada
radiante senda de gloria.
Jamás le supo guiar
ninguna pasión rastrera;
su sola ambición primera
fue la de saber triunfar;
por ella se hizo matar,
después el roto altanero;
el último o el primero,
eco disputar no supo,
que tanta grandeza cupo
al cambroniano guerrero.
¿Quién más alto levantó
el pabellón del Perú?
Contesta, extranjero, tú;
no quiero decirlo yo.
¿Quién a morir enseñó
y en combate desigual
como soldado leal
quien con su sangre bendita
para el mundo dejó escrita
una leyenda inmortal?
En vano fuera ocultarlo,
mas en vano no decirlo,
inútil el no escribirlo
y por demás callarlo:
no tardará en propagarlo
hasta en regiones extrañas,
en ciudades y cabañas
con sus trompetas la Fama,
que por el mundo proclama
de los grandes las hazañas.
Qué, a la verdad, grande fue
entre los grandes, y mucho,
quien “el último cartucho”
quemando, encendió la fe
de su nación, que de pie
y emocionado el semblante
orgullosa miró el guante
que aquel valiente arrojara
de cinco mil a la cara,
sin hallar quien lo levante.
Y allí está, nobles peruanos,
como lábaro sangriento,
donde cayeron sin cuento
¡Miles de nuestros hermanos!
¡Niños, mujeres, ancianos!
¡Alma de esta patria amada!
¡Vuela en la tumba sagrada
a jurar de tu gran hombre
que sabrás honrar su nombre
y sabrás honrar su espada!
(Abelardo Gamarra, 1890)