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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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YASMÍN C. MORENO [16.257]

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Yasmín C. Moreno

Nací en Madrid en 1993, ciudad en la que vivo. Estudio Psicología en la UAM. He publicado la novela breve Los días verdes en formato digital (Plataforma Editorial, 2014) y el poemario El beneficio de la enfermedad (Ártese quien pueda, 2014). También han aparecido poemas en las antologías digitales Ciudades esqueleto, Animalario y Tenían veinte años y estaban locos.



PARÍS 

II 

Cuando mueras iré a París me llevaré a nuestros hijos los ahogaré en el Sena. 

París olerá
a mantequilla
como siempre
comeré
o no comeré.

Luego declararé mi naufragio. 



*


Serie 27

Todo empieza en los ojos
y acaba en

cuántas ruinas pequeñas los hicieron polvo

(El miope dice NO a sus gafas)

 

*

 

La profecía dice que ella nacerá vieja, morirá joven.
Evapórate, como en 1984,
ese ha de ser para vosotros el castigo.

 

*

 

La humanidad se reconoce a sí misma como en un espejo.  Mientras
el cáncer corroe la sociedad como metáfora del desgaste.

 

*

 

Volver a la superficie del Mar Muerto.
Al contacto de las partículas sodio- potasio que nos dieron la vida.

- Ahora la tierra vieja es el producto de la erección social de la avaricia-

 

*

 

Una estampida de pequeñas locas hacia los baños.
Por qué
no aprendieron
en su día
a contener fluidos en la tráquea

 

*

 

Ellos naufragan en mí, como de vuelta al barro.
El barro, el barro.
Cama de tantos.

 

*

 

En la orgía de las rebajas de Oxford Street
los cuerpos callan y se buscan como nunca, conscientes de haberse devorado
                                                                       
27 de enero, 2013

 



Al principio no hay nada tras los ojos
Arritmias de palabra
Con un vacío de vulva
 
Luego brotó como una flor
todo corola y pistilos
 
O no brotó
 
Mi vientre
raíces resecas retorcidas.

 


*

 


Nacer
ese verbo luminoso que consiste en
 
engancharse y desgarrarse

de pececillos al útero
como anclas

El tajo necesario el terciopelo del moho unas
cuantas ramas en los pulmones
cómo se ahuecó mi pecho
la primera vez que oí decirlo,
 
madre.

 

*

 

Ahora
que no tengo miedo de la vejez
-aunque sí de los muertos-
igual que no se tiene miedo a ser
más viejo que el padre
igual que sabemos que llega el punto
en que no es posible envejecer más cuando
no hay espacio para más arrugas
Entonces uno crece para atrás y la edad no cuenta

 

*

 

en la humedad de dos esponjas crecen
dos gusanos
trepando raíces arrancadas
para poder
respirar me acorralaba
fuerte
la tráquea

 


*
 

Tenías la nostalgia de los cantos árabes en la garganta. 
Decías
vas a ser una mujer muy desgraciada, hija.

Pero qué fue de mí
Padre
A tu muerte envejecí pronto y rápido.




*



Abrió los ojos negros por primera vez
como quien nace reptando del intestino

y dijo

Yo,
que tenía la capacidad de traspasar umbrales
                                                                         
                         y no romper

que te esperé con la paciencia erosiva del viento
así 
así

ciega de luz
los ojos oscuramente claros los ojos
y la ternura primera del parto. 










Ártese quien pueda publica El bene­fi­cio de la enfer­me­dad, el pri­mer poe­ma­rio de la joven poeta Yas­mín C. Moreno

Por María Mercromina

Escri­bir sobre la enfer­me­dad y el pro­pio cuerpo es algo que han hecho muchí­si­mos auto­res. Escri­bir, estar enferma, ser cons­ciente del cuerpo y de los cam­bios que irán acon­te­ciendo en él y recrearse en ello a los veinte años, es dife­rente. Tener veinte años y saber que pode­mos usar nues­tro cuerpo para hacer daño, dar ori­gen y recrear el dolor desde el poema de manera inten­cio­nada, tam­bién es algo que han inten­tado pero no con­se­guido, a veces, muchos autores.

Yas­mín C. Moreno tiene veinte años y un libro-cuerpo que duele y se des­me­nuza al pasar una a una sus pági­nas. Un cuerpo que la con­tiene pero que no le impide, desde la cons­cien­cia, hacer daño. Un cuerpo roto de ani­mal y niña con útero de mujer vieja, como ella escribe, “nacer vieja chica de quince con útero de mujer mayor, como una mujer con leche en los pechos y el parto de aire”, al que le llega el cam­bio a mujer de golpe, como si la ado­les­cen­cia lle­gara una vez dor­mi­dos y al des­per­tar, frente al espejo, con­tem­plá­ra­mos el cuerpo salu­da­ble como un pai­saje nuevo que pode­mos ero­sio­nar noso­tros mis­mos: “¿es esto la salud, exci­tarse mirán­dose al espejo?”

En El bene­fi­cio de la enfer­me­dad, des­cu­bri­mos el anhelo de la infan­cia, la año­ranza por el cuerpo que nos meció en su vien­tre y al que no vol­ve­re­mos nunca. La autora en más de una oca­sión a lo largo del poe­ma­rio insiste en la dife­ren­cia y sepa­ra­ción entre el hogar y la casa, y lamenta su no-significado como sinó­ni­mos en su caso. Des­cribe de prin­ci­pio a fin la elec­ción de la escri­tura frente a la enfer­me­dad y el cuerpo. A veces Yas­mín parece una niña, y siente ver­güenza cerrando los ojos al escri­bir, como en el sexo. Pero esa ver­güenza des­a­pa­rece y Yas­mín tam­bién es mujer y con­fiesa, aquí la enfer­me­dad tiene nom­bre propio.



Pri­mero hay que llenarse
para vaciarse por den­tro. El silencio
puri­fica la gar­ganta, como el ham­bre lo hace
con los hue­sos.

Callar mucho tiempo es otra forma de ayuno,
no abrir la boca para vaciarse hasta el fondo.




En las últi­mas pági­nas del libro, la autora deja vis­lum­brar la rela­ción con su padre, y esto, en mi opi­nión, es lo que rompe la línea con­ti­nua y uni­dad con el resto de poe­mas. Una rela­ción rota con un mar de por medio y con una huida con­tada en poe­mas como Matar al padre: “para poder sobre­vi­vir he tenido que matarte”.



mi padre
decía que la luna de Madrid
no podía ser la misma que la de
Damasco.

¿Por eso entonces
yo habito el hogar
en el sen­tido antiguo?

¿Por eso huyó de mí,
por lle­var el nom­bre de una tierra
bom­bar­deada?




Este pri­mer poe­ma­rio de Yas­mín C. Moreno bien podría ser un paseo por la gené­tica de la enfer­me­dad y del dolor.  Una mul­ti­tud de voces, aún, que con el paso de los años y de los poe­mas ganará fuerza y per­so­na­li­dad. Por­que Yas­mín, como ella escribe, quiere ser trans­pa­rente y cruda como una lec­ción de anato­mía, y créanme, lo conseguirá.

Foto: Nadia Tosi– Fotocrónica
 







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