Rodrigo Zúñiga nace el 29 de agosto de 1982 en Guápiles, Limón de Costa Rica; actualmente reside en San José.
Estudió Enseñanza del Inglés y Licenciatura en Psicología en la Universidad de Costa Rica.
Asistió al Círculo de Poetas Costarricenses (2003-2004) y es miembro activo del Grupo Literario Poiesis desde el 2009.
Su primer poemario DESHOJAR EL RELOJ se encuentra en prensa y tiene inéditos los libros CRÓNICA SIN AYER y POEMAS PSICOSOCIALES.
Selección de poemas
Del libro DESHOJAR EL RELOJ
Descubrimiento
Mirándote hoy a los ojos
-esquinas cafés de tantos naufragios-,
me encontré agolpado
con esa esquirla primigenia,
que dormía desprevenida
en los linderos de tu abrazo.
Asombro sobre asombro,
en el desgarre de las sombras,
he hallado allí
ese boceto tuyo inevitable
de resquicios y luminarias.
Tu rastro
sigue arrastrando los presagios
hasta gorgotearme la sed;
y me acuesto encendiendo
las luces y canciones
entre las hebras
demasiado tendidas de tu beso.
Y es que ya no me importa
la verdad del azar,
solo ansío aquella de tu costado
refractando tus soles
entre mis dedos.
Ya no preciso otras banderas
en mi regazo,
solo las fallas de tu rivera.
Ya no preciso, amor,
sino tu nombre,
tu nombre inevitable.
Más allá del verso
Quizás siga escribiéndote
algunos versos más allá,
quizás unas cuartillas más
de más y más silencio.
Mientras sigas viajando
límpida de milagros
por estas manos, estas ramas
de algún cielo que aún
no sabe ni rozarte.
Y serás mi as de siempres,
el aroma de poemas,
tu cascada de cielos,
¡la bailarina!,
yo intentaré ser tu paloma
de espejos al escribirte.
Quizás algún día
deje estos poemas para siempre,
-encuentre otro oficio inconcluso
de ser espada y papel-
y pueda empezar a escribirte por fin
el fin de mi sangre.
Poemas inéditos
Eternidades
Traías extensamente el sol en tu regazo
y sin saber lo convidabas para mí
Me traías la vocación adjetiva
de tu boca y yo
deletreaba un beso
inusitado de tu hálito invencible
Luminaria me dedicabas noches sin prisa
sin prosa sabes ni puntuación
y en un instante
parecías prepararme eternidades
con el insinuante aderezo
que sonríe en tu mirada
Cuántas veces
confundí la eternidad
con tu voz improvisando
realidades
Cuántas voces enredé
eternamente
entre lunas y engaños
silabeados por el deseo
Mientras pasa la lluvia
A veces solo hace falta
que caiga una hoja
para caer con todo su peso
a los acantilados filosos de la lágrima.
Solo se necesita una escena
de poema y milagro,
para que sangre el cinturón de la noche.
Basta la lluvia
para deshojarnos relámpagos también.
A veces se queda atorado tanto…,
no sé, frío, puertas,
en la telaraña de cada deseo.
Hay tanta pared
que calco y recalco para mi pecho,
pero no se me disimulan más las grietas.
Basta la lluvia y desear limpiarse de tiempo.
Hoy duelen los ladridos del sol sobre la piel
y no hay suficiente Dios
entre los dioses de la gente.
Basta la lluvia
para secarse un poco la flor con los ojos.
Basta que llueva para desafinar los semáforos.
Para aliviarse de tiempo en las rodillas.
Para congestionar los huesos y gemir por los talones.
Para que el dolor nos haga el amor, sólo
mientras pasa la lluvia.
Censura y ficción
Antes de que escribir un poema sea ilegal.
Antes de que el verso sea
amordazado y garroteado
contra el pavimento de la ley.
Antes de ser encarcelados
por sangrar más allá de lo debido.
Antes de que el falo de la falacia
siga apabullando la sangre de los derechos.
Antes de seguir sufriendo asaltos y violaciones
por los encargados de nuestra casa:
En un estado democrático,
un estado de libertad,
un estado de paz, no,
en un mal-estar sin derecho.
Antes de que todo esté boca abajo,
se legalice el robo y se persiga a la pregunta…
Antes, y ante la involución
de todo lo que representa la justicia.
Pongo de pie unas palabras,
alzo mi copa de ellas, como sosteniendo un gatillo,
y brindo.
Que después será suicidio usarlas para vivir.
Que después
la noticia será censura y ficción la libertad.
Que después será pecado ser humano
y Justo
escupir analfabetismo y odio desde el poder.
Que después, que después…
¿Y qué después?
Dolor a infinitos
Sé que el aroma del dolor
era lo último que aún palpitaba,
allá donde una montaña corrió por la calle,
persiguiendo víctimas o victimarios
de su soledad tan progresiva.
Porque así tiembla la oscuridad
y sus grietas de lo infinito.
Hay aquellos
que perdieron sombras, y quienes
su propia despedida,
debajo del silencio certero del dolor
que la incongruente aurora se le ocurre
alumbrar y enterrar. (Las gotas continúan).
Y las casas ya no saben dejar de ahogarse.
Pero duele la noche
por todo lo ancho y largo del día,
los gritos de la tierra, la lluvia,
el barro que no puede más con milagros,
la calle que lloraba
y después sigilo… No,
no es cierto, después hay ruido,
ruido de esos silencios
altaneros de la memoria,
del adiós, del auxilio,
del ruido
huyendo del ruido
que aún sigue su curso
y sigue calcando derivas a su paso...
A veces se nos caen las casas de la certeza,
o el barro de la melancolía
nos atiborra la garganta de naufragios,
pero siempre entre los escombros
se puede hallar un poema o alguien
que nos lo cante con su mano para sangrar…
para levantar un día más.
Vuelo a-Dios
A Cristian
Y mis abuelas,
quienes volaron primero
a Dios.
Que se apague el abrazo a mitad del camino
del por qué.
Quedarse con un adiós en la punta inconsciente
de la lengua.
Inventar este naufragio de romperse las manos
contra todo el mundo.
Ser un diluvio a lo largo del continente
de los pájaros
en la soledad que nos empieza a empapar.
Y despedirse en la guerra de todos los silencios
con el beso incoloro ante los ojos…
Debe doler… Porque siempre será
súbito el marchitar de alas de este mundo.
Que poco se nos mueren y poco se van
y tanto nos llevan a Dios.
Se vale entonces llorar y resucitar la memoria.
Noches de paz
Y empieza diciembre de nuevo
en el primero de octubre
de toda la avenida central de mis bolsillos.
Y las noches de paz
encandilan las vitrinas diurnas de la falacia,
donde el día a día se debate
a tiros con la fe.
Si acaso la luz alcanzara
más de un día
en los ojos con ropa nueva de los niños.
Si durara el cielo los doce meses del milagro.
Si el poema adjunto fuera una promesa…
Pediría que los fantasmas de las navidades pasadas
ya dejen de nacernos,
que solo nazca Dios
de una vez por todas
para todos.