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ANTONIO CUBELOS MARQUÉS [14.137]

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Antonio Cubelos Marqués

Ponferrada (León), 1974

Libros publicados:

-La mitad de la luz. Ediciones Vitruvio. Col. "Baños del Carmen". Madrid. 2009
-Julia, agosto, septiembre.  Ediciones Vitruvio. Col. "Baños del Carmen". Madrid. 2013





De La Mitad de la Luz


La Casa Oscura 

Es la justa certeza 
de estar sólo ante el mundo 
hay tanta gente que huye, 
que sostiene 
después de tanto tiempo 
una excusa en las manos. 

Es la justa certeza 
Esa llamada que nunca recibimos; ese dolor 
de los espacios hostiles. 

Porque no hay refugios 
sino tan sólo pronósticos. 
Esta necesidad de luz. 

La casa oscura, el niño 
que todavía ama. 





Dados (de hielo) 

El juego de conversaciones repetidas
de ojos negros al fondo
de los bares
el instante aquel
el horizonte crítico de las esperas
y una vuelta a casa
con el miedo a los cuerpos
de la noche

              Qué fácil

el vacío
Sonríen algunos ángeles
caminando de espaldas

El deseo
es contundencia también

Y el olvido

tu mayor fortuna.






Ángel

Hay quienes piensan que es 
como el viento, 
como la súbita luz 
en la tormenta 
al final del verano: no sabemos 
y nunca 
durará en la memoria. 
Solamente una vibración, un aleteo; 
acaso, el fulgor 
de un aliento, unos cuantos pasos 
más atrás. En la luz aún palpitante 
del abismo, al fondo en la pupila, 
es el más solitario. 
Es solamente un guerrero; 
conducido por el ardor 
y la resurrección. 




Epílogo 

Hubo más muertos.
La fe pública en silencio esperaba 
al borde en los caminos. 
Pero no hay tiempo; 
hay nieve negra cayendo en las palabras. 
Y aquí, alzada la memoria, 
derribo el corazón 
buscando 
para nunca jamás el paraíso. 





(regreso a Es Baluard)

Como un juego, medirse
en las alturas: frente al mar
-aquella lámina- buscar equivalencia
en la marea, las mismas piezas
en un orden distinto. El aire
no es demasiado cómplice: esparce
solamente brasas, rescoldos
llamemoslos fugaces, que arden
todavía al azar, que lo alimentan,
contra toda lógica,
avivando
una neblina densa, un dispersar ciego
sin acaso ambición. La ciudad, mientras,
se oscurece en su historia, encuentra
laberintos nuevos, nuevas paradas
donde cerrar los ojos. El orden,
nunca escrito,
se cuela por los poros
de la piel. Por ello,
otra forma de estar, de asumir
el presente: como el agua
la misma dictadura;
mirar, sin tanto vértigo,
la costa modelada
a su capricho.


(De "Julia, agosto, septiembre)





Caminar descalzo 

Es la hora 
de las puestas de sol, 
el deterioro de un ritmo 
lleno de fotos fijas. 
El tiempo pasado es nítido; 
madurado en la boca, 
el tiempo, concebido sin música, 
puede imaginarse 
adherido a la piel. 
Derraman 
fragilidad las horas. 
La luz, no complaciente, 
a la que llaman costumbre. 
Los párpados, las cortinas abiertas, 
dejan pasar la brisa. Cualquier 
pensamiento ahora 
tiene olor a madera. 
Caminar descalzo 
por un suelo ya antigüo: también 
la memoria cruje; 
y da confort.





En otra memoria

Sin lazo alguno 
este tiempo se agota 
como en fotos 
no reveladas por la lejanía 
pero sí en otra memoria 
de quienes pudimos ser 
aquí 
sin desatarnos.






Nunca 

Nunca ha cesado 
en realidad, sigue ahí, 
el silencio, solo esa charca 
sucia, que nunca 
desemboca. Sigue ahí. 
Alimentada 
de sí misma, engullendo 
cadáveres de ruidos, risas, 
pieles. En sorda 
o pesada digestión. Nunca 
un lugar maloliente 
tuvo un nombre 
tan claro: 
memoria.





Huellas en el bosque
                                          
Las huellas en el bosque son el hambre,
son deseo, tal vez, de una manzana,
el animal herido es solo un fruto.

Mientras tiemblan las hojas todo ocurre:
si resbala la sangre es ya de noche,
si alcanzase hasta el día era poema.





Acuérdate

Mira por la ventana, y aprende
de la lluvia: tantas gotas
iguales, cayendo
en la misma dirección,
no pueden estar equivocadas.

Observa este aire limpio,
el sendero del agua 
que dura 
entre los charcos; mira
este suelo brillante donde pisas.

Como si la calle
se asomara a tus ojos, apenas
por primera vez.

Acuérdate de esto; ese mar 
de tu infancia,
los ríos de juventud,
tienen el mismo origen:

el más tormentoso
de los días.




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