Jaume Ferrán
(España, 1928)
Poeta nacido en Cervera (Lleida) perteneciente a la Generación del Medio Siglo, estudió en la Universidad de Barcelona y se doctoró en la de Madrid, donde fue profesor ayudante de la Cátedra de "Ciencia de la Cultura". Inició su obra dentro del grupo formado en Barcelona por José Agustín Goytisolo, Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma y Alfonso Costafreda. De este grupo ha destacado la crítica su apartamiento de la temática y el tono de la poesía social para abrir nuevos caminos que cuajarían en las siguientes décadas. Ha sido Profesor de Colgate University y también de Syracuse University, ambas en el estado de Nueva York. En 1955 fue invitado por la Universidad de Harvard al Seminario Internacional de Verano para intelectuales . Fue en 1960 cuando empezó a enseñar en Colgate University y en 1963 cuando inició sus cursos en Syracuse University. Ferrán es el Director del Centro de Estudios Hispánicos de la Universidad de Syracuse. En 1965 viajó a Colombia y enseñó en la Universidad de los Andes, hasta que volvió en 1968 como Director de un programa organizado por la Universidad de Syracuse. Entre sus libros de poesía tenemos, Desde esta orilla (1952), Poemas del viajero (1953), Descubrimiento de América (1957), Canciones para Dulcinea (1959), Libro de Ondina (1964), Nuevas Cantigas y Tarde de circo (1967), Memorial (1971), Mañana de parque (1972), La playa larga (1981) Cuaderno de Música y Libro de Alfonso (1983), dedicado a Alfonso Costafreda. Sus libros en prosa son de La Serie Angel: Angel en España(1960), Angel en Colombia (1967), Angel en U.S.A y Norte - Sur ambos de 1971 y Angel en la luna (1976). Jaime Ferrán ha escrito también ensayos sobre Lope de Vega, 1983 y J. V. Foix, 1987, entre otros. Ha traducido a Pierre Emmanuel, W.B. Yeats y Ezra Pound, en colaboración con Carmen R. de Velasco, con la que también tradujo El grupo de Mary McCarthy, y ha traducido al castellano a los poetas catalanes Joan Maragall, Josep Carner y J.V. Foix
OBRA POÉTICA
Desde la orilla (1953)
Poemas del viajero (1953)
Descubrimiento de América (1957)
Canciones para Dulcinea (1959)
Libro de Ondina (1964)
Tarde de circo (1967)
Nuevas Cantigas y Tarde de circo (1967)
Memorial (1971)
Mañana de parque (1972)
La playa larga (1981)
Cuaderno de Música y Libro de Alfonso (1983)
Las alas del Fénice (1988)
Historia Natural (1989)
Corónica (1992)
Cantos Irlandeses
Cuando busco elcamino de mí mismo
las nuevas tierras que sin cesar se ofrecen
a mi mirada, toman la parte delrecuerdo.
Y estánaquí, al alcance de mi mano,
los campos de mi infancia. Aquel almendro
florecido de pronto.
(1982: 35)
en “Ohio 1955” de Descubrimiento de América:
Y pienso que quizás
no es tan grande la tierra, ni extranjera
y que podemos encontrar, buscándolo
nuestro pasado en ella.
(1957: 31)
Las focas
Salen,
lentas y oscuras,
vacilantes,
las focas.
En sus hocicos,
sendas,
variopintas pelotas.
Con torpe movimiento,
de la una a la otra,
se las pasan
y nunca,
y nunca se equivocan.
Suben por la escalera,
se saludan graciosas.
la descienden de espaldas,
¡hasta el agua, se arrojan!
Y las pelotas,
siempre,
siempre,
siempre en sus bocas...
Y nunca,
nunca,
nunca
se equivocan.
de Tarde de circo
Editorial Miñón, 1982. págs 52-54.
Ondina, ola pequeña
La muerte es un momento de silencio,
en el que todo se aleja de nosotros.
Tú no podrías oírlo jamás,
tú que eres rumor eterno,
cascada, manantial,
cauce dormido, pero rumor de cauce,
nieve que buscará el camino
hacia la mar.
Canción de tu silencio,
no conoces el bronco silencio de la muerte?.
Cuando el amor se vaya,
cuando llegue la muerte,
tú volverás a tu vivo rumor elemental,
nuestra vida mortal, pero tú, pura,
rozada apenas por la rosa del existir,
alma que torna a lo más claro,
tú seguirás cantando
en la alta peña donde nace el torrente,
y seguirás fluyendo por el cauce rodado,
de tanto acariciarte, de la montaña,
y dormirás en el azul del lago
y seguirás tu ruta irrefrenable hacia la mar,
tu eternidad.
Quizás me recuerdes de pronto,
un día, que otra permanencia no quiero,
si no es tu voz llamándome
cuando mi nombre sea sólo un nombre,
cuando mi luz huida sea en ti sombra pura
que nadie podrá nunca arrebatarte,
llama, fulgor dormido que alguna vez,
de pronto encenderá tu sueño
como si te besara.
de Libro de Ondina
Vivir
Vivir es la costumbre de ir muriendo,
de no saber morir. Es la costumbre.
Un pájaro de fuego cuya lumbre
abrasa el alma mientras va cayendo.
Vivir es atender desatendiendo
la llanura por ir hacia la cumbre.
Es inquirir entre la muchedumbre
la senda que se irá desvaneciendo.
Es búsqueda y hallazgo a cada paso
para seguir buscando y encontrando
la misma aurora, el sol, el mismo ocaso.
Es poder descansar sin saber cuándo.
Sin saber. Aquí. Siempre. En cada caso
para seguir muriendo y esperando.
A CONTRACORAZÓN
He quedado sin ti. Las horas suaves
pasarán sin esfuerzo. La mirada
se perderá en alguna encrucijada,
pero no para verte. Tú lo sabes.
He de seguir el vuelo de las aves.
el aire que me anuncie tu llegada,
que así, sólo en la brisa iluminada
has de llegar . Y sé que tú lo sabes.
Sé que lo sabes. Que lo supiste
ayer cuando marchabas como hondero
cuando la piedra lanza. Mas te fuiste.
Y quedo yo, sabiendo, prisionero
de esta piedra lanzada, mudo y triste,
que aún a contracorazón te espero.
La playa larga
Tendido junto al mar
cierro los ojos
y hasta la oscuridad
se vuelve oro,
mientras las olas suenan
cercanas,
como
una gran caracola
donde está todo.
Ciclistas
Bicicletas de una,
de dos
y de tres ruedas
se cruzan,
se entrecruzan;
mecánicas y tercas.
Los hombres que las montan,
ágiles pedalean,
giran enloquecidos,
suben las escaleras.
Y todo,
todo,
todo,
en bicicleta.
Una palmada
y súbitas
al unísono frenan.
Y en su sitio se quedan
inmóviles y quietas.
Otra palmada.
Arrancan
de nuevo
y serpentean
por la pista.
Sin manos
los ciclistas las llevan.
Otra
y corren de espaldas
entre bromas y veras,
y parece que chocan,
pero no,
se sortean.
Y parece que caen,
pero no,
se enderezan.
Y todo, todo, todo.
Y todo, todo, todo,
en bicicleta.