LUIS ÁNGEL LOBATO VALDÉS
(Medina de Rioseco –Valladolid -España– (1958). Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Valladolid.
Sus inicios como escritor se remontan a finales de los años setenta del siglo XX. Y es en 1981 cuando inicia la escritura de su primer poemario.
Toda su poesía –el lugar donde se cumplen o se destruyen los sueños de los hombres–, dominada por los temas del sentido de la pérdida, del paso del tiempo, del amor, de la soledad y de los sueños, que oprimen a un nihilista y desesperado yo poético, es de base irracionalista y abstracta, aunque sin aislarse de la estricta materia autobiográfica.
Si tuviese que elegir a un puñado de maestros de la literatura universal, entre ellos estarían, sin ninguna duda, Edgar Allan Poe, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, T. S. Eliot y Ray Bradbury.
Y entre las películas –el cine es su gran pasión– que han conmovido su vida aparecerían títulos como Carta de una desconocida, La noche del cazador, El bazar de las sorpresas, Los sobornados, El increíble hombre menguante, Encadenados, Raíces profundas, Blade Runner, Collateral…
La literatura fantástica, el cine clásico americano y la música rock son, pues, referentes en su obra.
Fue colaborador desde 1989 a 1995 del diario El Norte de Castilla, en el suplemento cultural “Artes y Letras” como ensayista y crítico literario.
PREMIOS
-III Premio Nacional de Poesía Ángel González, Oviedo, en 1987.
-II Premio de Ensayo Argaya, Diputación de Valladolid, en 1991.
-Finalista del premio nacional de poesía Ana de Valle, Avilés, en 1982.
-Finalista del premio internacional de poesía Leonor, Soria, en 2007.
-Finalista del premio internacional de poesía Jaime Gil de Biedma, Segovia, en 2008.
ESTUDIOS
-Miguel Casado: De los ojos ajenos. Lecturas de Castilla, León y Portugal; Junta de Castilla y León, Valladolid, 1999.
-César Augusto Ayuso: Amor en blanco y gris; La sombra del ciprés, El norte de Castilla, Valladolid, 26 de febrero de 2011.
-Antonio Piedra: Introducción y nota bio-bibliográfica de la antología poética Sentados o de pie, 9 poetas en su sitio, Fundación Jorge Guillén, Valladolid, 2013.
Jorge del Arco: El peso del desamparo; Suplemento La Sombra del Ciprés, del diario El Norte de Castilla, Valladolid, 24-5-2014.
OBRA PUBLICADA HASTA 2014
POESÍA
-Galería de la Fiebre (1984-1990); Fundación Jorge Guillén (Colección Cortalaire), Valladolid, 1992. I. S. B. N. 84-7852-062-7
-Pabellones de Invierno (1991-1995); Diputación Provincial de Granada (Colección Genil de Literatura), Granada, 1997. Prólogo de Jesús Torbado. I. S. B. N. 84-7807-208-X
-Regreso al Tiempo (1996-2000); L. F. Ediciones (El Árbol Espiral), Béjar, 2002. Prólogo de Gustavo Martín Garzo. I. S. B. N. 84-95327-09-0
-Lámparas (2006-2007); Ediciones Tansonville, Valladolid, 2010. I. S. B. N. 978-84-614-3338-4
-Sentados o de pie, 9 poetas en su sitio (Antología Poética); Fundación Jorge Guillén, Valladolid, 2013. I. S. B. N. 978-84-15046-17-2
-¿Dónde estabas el día del fin del mundo? (2009-2010). Editorial Cálamo, Palencia, 2014. I. S. B. N. 978-84-96932-85-2
-La mirada del lobo (Antología Poética Digital) http://andresvara.blogspot.com.es/2014/06/luis-angel-lobato.html
PROSA
-Páginas de Humo -Ensayos y relatos- (1989-1995) Suplemento “Artes y Letras” del diario El Norte de Castilla.
Poemas, ensayos y relatos suyos han aparecido en distintas revistas literarias nacionales e internacionales como Los Infolios, Cuadernos del Matemático, El Signo del Gorrión, La Torre del Virrey, Veneno, Caracteres Literarios, Milenrama, Llanuras… así como en catálogos pictóricos (del pintor Jesús Capa), en libros colectivos (Cuadernos del Sornabique, Libro del Premio Ángel González de poesía, Libro del Premio Ana de Valle de poesía) y en las antologías de poesía española actual Píntalo de Verde o las ya mencionadas Sentados o de Pie, 9 Poetas en su Sitio y La mirada del lobo.
OBRA INÉDITA
-Ritual de Náufragos (1981-1983).
-Cambio Disperso -Colección de poemas- (1983-2010).
-Brillante (2001-2005).
-Insólitos Recuerdos (2007-2009) –Novela-
ANTOLOGÍA DE LIBROS PUBLICADOS
DE GALERÍA DE LA FIEBRE
Detrás de todo esto llegan pata ti
los azules copos de la fiebre, el sueño
de lo que nunca fue
seguro
en tu mirada,
la gratitud de la nieve intensa y el verdor
del aire,
el viento oeste que tendido entre las nubes
abre todo aquello que nos trajo la locura.
Una horca incandescente, un trozo de cielo varado
desgastando matorrales. Aún había bronce en la campiña
y en mis manos se segaba
un remolino inconsciente de libélulas: gavilán, trasluz de presa,
cóncavo plumaje para disfrazar los símbolos. Una lágrima
ampollaba los espejos, una lágrima de azufre,
un panteón de sal.
DE PABELLONES DE INVIERNO
Aquel invierno usurpado, el enfermizo panorama del humo, algo
como la alergia de un arañazo en el yeso
o un mapa de humedad al sur de las grietas. Las lámparas.
El desván aún con el olor
de las uvas pasas y los granos de trigo. El sol momificado de diciembre
rojizo en los ventanales. La persistencia del polvo. El marco de un espejo
decorado con tinta venenosa. Los disuasivos sudarios
de los muebles más antiguos. Aquello que mis ojos estancados buscaban
donde una vez imaginé la silueta del mar: la nieve atardecida
que quemaba las manos, esa invasión de confusos aguijones
que se arquean lejanos en la inconsciencia.
Como la temperatura de un sueño hecho para recordar: la luz mestiza del amanecer, el volumen
rayado de un cerro, el silencio de otro tiempo que habitaba
estancado a mi alrededor. Ascendía con miedo la prolongada ondulación de los campos
sin conocer el destino que colgaba
tras aquella ilusoria frontera. Detenido en la ansiedad de aquel límite, al otro lado
de un confuso panorama, los ojos abiertos de la duda, el vértigo del pulsante vacío.
DE REGRESO AL TIEMPO
Burbujas azules, regreso de cristal. Cielo mellado sobre una galería donde una vez se remansó el trigo, cobre y negro en el fluido de la calle al atardecer.
Reconstruía el retorno cuando los primeros copos se oxidaban en la hierba y la palabra lumbre crecía silenciosa en el interior de los comercios.
Soplo de vapor en el párpado de los balcones, esquirlas pegajosas junto al murmullo de los escaparates. Anochecía.
Una materia indestructible paralizaba mis ojos y arrojaba fragmentos de un letargo hacia el zumbido final de la memoria.
Pisaba el dolor de la nieve, las siluetas de un resplandor calcinado.
Por la electricidad de mis ojos, la corriente de una ciudad malva, el trayecto de su cielo agujereado de instantes movedizos.
Observaba la médula del pasto, la carbonería imantada bajo el transmitir de los puentes, una consigna invertida por ti junto al luminoso ritmo más allá de este río.
De mutuo acuerdo, la marcha flotante hacia la combinatoria nocturna.
Un efecto en azul sobre el curso del pensamiento, levitación umbilical entre toneladas de existencia.
DE LÁMPARAS
“Si muero, piensa tan solo en mí”.
Se carbonizaron
hace tiempo las trincheras.
No es una ficción.
Ayer imaginé
que tú nunca exististe
pero al término
de la palabra
diciembre
el lacre de la escritura
continuaba anexionándote.
Pienso tan solo en ti.
Parece que el frío
repercute
en el latente metal
de estas tardes.
Los ascensores
y las grúas se fraccionan.
Como en un trozo
de descanso,
pienso tan solo en ti.
Viene hacia nosotros
el oxidado amanecer.
El resplandor es opaco.
Se posa
como resina en el reguero.
Tú sueñas.
Ha dejado de nevar.
Es triste
ese silencio comprimido
entre el enfoque
de dos pendientes
y el enigma
de una pulsera.
Se han roto
unos sabores.
Otros traspasan
su dicción.
Uno
a uno.
Son arenas movedizas.
DE DÓNDE ESTABAS EL DÍA DEL FIN DEL MUNDO
Es abandono: estanque
de la fobia,
techumbre.
Pero ¿a quién pedir auxilio
si la arritmia
bautismal
se ha desplomado
sobre el mundo?
Mi amor: el polvo
desgastó las fotografías
esparciendo tu belleza
a través de los meses.
Y no hace falta sentirse
irremediablemente
loco
para entender
que en estas fábricas
de insomnio
se forjan
incensarios
donde trasladar
las osamentas de los dioses,
sus limaduras.
Voltaje de estrellas polares
para dormir
sin ti.
Alucinación de laca.
Filamento
norte
hacia la Osa Menor.
Resolver
con términos abstractos
las esquirlas de tu causa, su depredación
colateral, las tachaduras.
Sin embargo, en mi mirada
solo crece
la parálisis
de las avenidas zombis,
la propiedad
confusa
de idearte cerca de mí.
“Ven, amor, y acuéstate
a mi lado” me digo
mientras cae
de nuevo la nieve
y por el daño
de la carretera,
entre máscaras nómadas
y candiles
de mercurio,
tenebrosos
arcángeles psíquicos
acarrean
el espíritu de Dios
al crematorio.
Y su esqueleto
reinará sobre los desagües.