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DAVO VALDÉS DE LA CAMPA [11.656]

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DAVO VALDÉS DE LA CAMPA

Cuernavaca, Morelos, México 1988. Estudiante de Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma del estado de Morelos. Forma parte del Colectivo La Piedra. Fue editor de la revista La Piedra durante cuatro años. Columnista de cine en La Jornada Morelos. Beneficiario del Programa de Estímulos para el desarrollo y la creación artística en 2009 con Sopor Aeternus (cuento) y en 2011 con Las mariposas (novela). En el 2010 publicó su primer libro de cuentos Relatos de un mundo depravado (EdicioneZetina). A finales de 2011 fue ganador de la convocatoria para publicación de obra inédita del Fondo Editorial del Instituto de Cultura de Morelos con su libro Ignoto (poesía) que salió publicado en 2013. Su más reciente libro, Despertar fue editado por Astrolabio. Forma parte del Grumo de Escritores de la Barba Naranja y organiza el encuentro Plumas Verdes de literatura para Cinema Planeta: Festival Internacional de Cine y Medio Ambiente de Cuernavaca.





Cuauhnáhuac City

Vivo en esta ciudad que es como cualquier otra ciudad
 irreal fantástica triste sanguinaria y vulgar

Es una ciudad contradicción     Ciudad marítima que no tiene mar    Ciudad sin rascacielos    

Triste habitación que mira siempre al sur

Espacio configurado por el sexo y los partos     Por las credenciales    Por las ventanas que se abren al mundo     Tierra de grandes estacionamientos y de palmeras atemporales que se rehúsan a dejar el pavimento

Vivo en la tierra de los centauros y de las flores

La ciudad de los fantasmas ebrios    Y los árboles milenarios que acudieron al nacimiento del sol

            Ciudad epicentro  

Dos volcanes dormidos y debajo nosotros agitamos las manos diciendo adiós

 Mi ciudad es una barranca sin forma     Húmeda como el sexo de las buganvilias    Sensual como las piernas de una prostituta sin nombre    Trágica como las ciudades más antiguas del mundo

                                               Tumba de estrellas y signos

Un pájaro inmenso surca el cielo de otoño y debajo nosotros decimos adiós

            Luz solar que incendia el follaje    Mudo silencio que habita las rocas

Hablo sobre mi ciudad que es como cualquier otra ciudad

            en ella transitan automóviles e insectos sobre los mismos senderos

sobre sus calles vamos dando tumbos en busca del amor o de la calidez o en busca de un refugio que nos salve de la lluvia

El trópico nos nutre con el adormecimiento     A través del baile vamos regando semillas    Y el tiempo vuelve a su punto de inicio cuando el hombre cruza el meridiano

No vamos a ningún lado    Hemos anclado sobre esta tierra que anhela el mar    El aroma de las flores nos pudre por dentro    Pero la muerte es orgasmo colorido    Lugar donde de algún modo se vive    Humo rojo sobre los techos

                        Y debajo nosotros decimos adiós


[Porque en Cuernavaca he conocido todo: el amor, la amistad, la tristeza más honda, la maldad de la gente, la desesperanza, a mis perros, a los paisajes más absurdos (urbanidad y prehistoria en el mismo paréntesis) y porque aquí empecé a escribir]



del libro Ignoto (Secretaría de Cultura de Morelos, 2013)




Poema IX

A María Sabina

Soy el hombre que llora
estrella polar en el cielo sin fin
manecilla de reloj invertida
hombre aerolito
tierra mojada
bajo el copal reinvento
la alegoría del tiempo
Soy el cortador de espigas de oro
el que conduce las batalla del mar
mago y perdiz
viajero-niño que decidió regresar a la placenta
hombre de luz opaca
Soy el viento muerto del mono
el árbol que vaga entre las grietas
artesano de la piedra caliza
amaso la piel y la pulo entre mis dedos
Soy hombre que gira porque soy remolino
hombre luna menguante y estrella de la mañana
constelación guarache
por la que subo al cielo
Soy el sendero por el que van mis pasos
calcinado por un veneno incesante
Soy el hombre que pernocta en las arenas inmensas
y hace soñar a los insectos
Soy hombre que truena los cielos de rodillas
la lluvia se detiene en mis hombros
y mis cabellos fl otan frente a la greca solar
Soy un hombre de polvo y vino aguado
de lodo cálido y maíz criollo
Soy el hombre que palpa la gota de rocío
lobo y tambor
musgo y jaguar
Dibujo y escribo con carbón
en la ventana del último limbo






Vaivén

IV

Los barcos olvidan pronto
van fundiendo su proa contra la muerte
y poco a poco se hunden
callados en la bruma
Un barco se detiene a la mitad del mar
cuando dos amantes deciden volver
la mirada de la bóveda del cielo
a las aguas de sus ojos
En el centro de todo
en la parte más turbia y disforme del mundo
ocurre el milagro
dos labios se vuelven cuerpos





VI

Una estrella lánguida flotaba aún en el infinito
                                                   Thomas Mann


La luz había devorado a la sombra en una lucha inútil
y en el mar callado se respiraba un olor a muerte
Escondido entre la niebla y las rocas
afuera del cielo azul cobalto
un viejo barco se lamentaba
La noche cedía a unas nubes
cargadas de lluvia y vapor
y yo inmóvil miraba el sol
rasgar la bóveda celeste
No he visto aves volar este cielo
El aire se movía ferozmente
pero el mar inmutable parecía dormir
eterno
desde el fondo emergía
un grito sin voz
un alarido profundo y ancestral
La oscuridad volvió con la tormenta
y dejó caer su llanto
sobre el horizonte inacabado
Los párpados del cielo se abren




Vía

I

Ahora el mar es tan sólo una evocación lejana Lo escucho atrapado en los montes   En el llano mortecino veo hombres con redes de pescar vacías a sus espaldas   Caminan en círculos como planetas errantes Intentan hacer brotar el agua del suelo con golpes desesperados   Sospechan que bajo las grietas existía una marea   Recuerdan haber olido el océano en sueños   Los recuerdos son pájaros muertos en la arena   Pájaros muertos en la aurora cayendo en espiral   Las aves condenadas a volar hacia dónde va el sol se convierten en el monumento de sí mismas   Volar es ir deprisa hacia la muerte   Frente a la luz la vida se desploma ciegamente en las estepas   Como una flor que se abre se expande el instinto de volar   Y cuando el sol atraviesa el meridiano pliega sus pétalos   Me pregunto qué pasaría si el cielo y el mar se tocaran en el abismo   Me pregunto si todas las barcas encontrarán su rumbo   i todos los amantes cansados de amar la noche volverán a sentir su propia piel   Calla María alada y escucha crujir el cielo una vez más como un hueso roído Ahora lo sabes el mar está oculto en el desierto




V

Este cuerpo contiene todos los mares del mundo y aun así sigue seco   He navegado tanto tiempo durante tanto tiempo que el tiempo ya no es nada   Nunca he necesitado nada más que tus labios para decir algo   Y no importa que los muros tengan ojos y el cauce de las llagas nunca seque Necesito nadar sobre los vértices de tu recuerdo   El recuerdo único de tu piel sobre la mía como una ola inmutable   He despertado convertido en árbol   El océano me recorre   Mis raíces se pierden en los pueblos fantasmas de las profundidades   Tiento las sombras y un agua turbia me alimenta   Riego semillas en las grietas  Soy un árbol   Llevo el mar en mis entrañas





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