Ángel Carlos Sánchez. Acapulco. México.1967
Poeta, narrador y pintor. Entre sus poemarios están Muriendo de amor por esa perra (Antinomia, 1999), Huecos necesarios (FETA, 2000), Luz ultraviolenta (ultraviolentaluz.blogspot.mx, 2001), Caminar el miedo (Casa Vieja, 2001), El paisaje humano (La Trucha Güevona, 2006) y Sueños de bajo presupuesto (La Trucha y la Tarántula, 2010). En narrativa ha publicado Hidrofilia (Antinomia, 1997), Emboscada (Casa Vieja, 2001) y 101 (Siento uno) (Ábrara, 2005). Textos suyos han sido traducidos al francés y al inglés. Ha sido corrector de estilo, editor y coordinador de talleres de poesía. Como artista plástico ha realizado algunas exposiciones individuales y ha participado en varias colectivas.
Resquicios
La boca y la esperanza, el sueño
son grietas que permiten intercambio.
En algún lugar del mar
hay un resquicio
por donde el agua se derrama
hacia otro tiempo.
En algún lugar del mal
hay un punto de frescura
donde es posible
que se funda la utopía.
En algún lugar hay un lugar
que, por no serlo,
permite la existencia,
el movimiento
y el descanso
Duda III
¿Quiénes ven la espuma de su propia sangre cuando el fuego está robándoles el miedo? El tiempo está doblándose y la herida que nos causa la esperanza tiene luz en cada grieta; el espacio es un susurro merodeando la impiedad de lo que es libre todavía. Con todo, la suciedad de una caricia sólo se rompe si los ojos no vigilan hacia adentro. Toma lo que te mata y hazlo dios de barro para urgencias: es la mejor redención de lo inventado por quien huye, mas no permitas que la magia cotidiana se despedace en lo que dejes destruido.
Tus brazos y tu odio son exactos, pero la vida está incompleta sin el dolor que nos hace recordarla. ¿Dónde podemos enterrar lo doloroso sin necesidad de olvidarnos todo el cuerpo? Los días dan la vuelta y se van hacia otra época cuando te ven afilar la oscuridad con las manos remojadas en tu sangre.
¿Mataremos hoy con estas manos que sólo pretenden la caricia?
De El fin del silencio
DESDE EL PRIMER GOLPE HASTA EL ÚLTIMO ALARIDO,
desde la forma frágil de un ojo ensangrentado,
desde la piel rasgada por la primera flecha
hasta la gota negra a punto de secarse
en la última caverna donde habita la tribu,
en la primera emboscada, en el encuentro
de dos voces calientes a punto de su filo.
En el trigal primero donde ardió la codicia,
en el campo quemado que defendió algún clan,
en la calma angustiosa que precedió a la furia,
en la piedra lanzada por el primer atacante,
en la herida final del defensor postrero,
en Caldea y Fenicia, Egipto y Babilonia,
la luz tocó la sombra e hizo
una fisura roja en las miradas, puso
en el temor del hombre la memoria de un día
cuando hubo entre sus manos otras manos sin odio
y pensó defenderlas más que todo lo hecho
contra la sombra fija de un fotón en la noche,
contra el frío de las armas enemigas o propias
y contra la caída de ese día en lo oscuro.
De Luz ultraviolenta
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En esta tierra hay alacranes,
hambre, desiertos, injusticias,
paramilitares, ejército,
cuerpos policíacos
que quieren darnos miedo,
que tratan de obligarnos
a creernos felices.
Y tenemos políticos
que son la voz del pueblo
para hacer agua tóxica
de todo lo que hablan.
Y arriba,
quienes deciden colores y espejismos
para suplir con ellos el paisaje,
no se interesan mucho por nosotros:
nos ponen en sus listas
de capital pasivo.
La globalización nos va reuniendo
en el fondo de los días.
Sé que tu mundo
está rodeado
por iguales abismos.
No nado hacia tu isla como un náufrago:
busco tu mano entre la niebla
para descubrir
qué podemos hacer juntos.
De Migraciones
Adormecidas palabras sueñan despertar
1
Éste es un poema de bajo presupuesto
o quizá es un sueño que ha pasado de moda
aunque tiene sus misterios igualmente:
advertimos que a falta de metáforas
le hemos puesto vidrios de colores,
un espejo algo viejo, deslucido,
una nube muy blanca
y un pequeño cacto casi seco.
A falta de un buen ritmo
repetimos una y otra y otra vez
la palabra silencio
y a cada rato usamos el qué,
muchos artículos, la “i” griega.
El libro del que forma parte
no llegará a tener la cantidad
de cuartillas que exigen en los premios.
Por otro lado, importa poco:
quién sabe cuáles
sean realmente los criterios
para asignarle esos dineros a uno sólo.
Igualmente es poca la poesía
para gastarla así,
por algunas monedas de plata.
Ya se dan cuenta
que recurrimos sin temor hasta a la prosa.
Lo importante es que el poema
tendrá en algunos lados agujeros suficientes,
no para admitir por ellos
el flujo de la luz o la belleza
sino para que permita ver
cómo hasta la palabra más reseca
es capaz de mostrarnos el mundo.
De Sueños de bajo presupuesto
Muriendo de amor por esa perra
Para ella, es decir, para nadie
Es bella la asesina:
tiene su mirada el filo de un diamante
y de su piel emana una toxina alucinógena;
su cuerpo es una parvada de aves ciegas
que vuelan hacia el mar por puro instinto.
Es bella: de sus pasos brotan árboles de sombra,
y alrededor la luz llovizna y quema el suelo.
Es poca cosa compararla con la sangre,
pero es hermosa como el brillo de una herida,
como una pequeña dosis de suicidio.
Es bella: su palabra forma huecos en lo oscuro.
Es hermosa y lleva entre los dedos,
como ramo de flores palpitante,
un agujero negro en expansión.