Rafeef Ziadah. Poeta y activista palestina.
Artista de la palabra hablada y activista canadiense-palestina. Su primer CD, Hadeel, está dedicado a los jóvenes palestinos que siguen volando cometas delante de los cazas F16 y que aún recuerdan los nombres de sus pueblos en Palestina y oyen el hadeel (sonido similar al arrullo de las palomas) sobre Gaza.
Escribí este poema mientras estábamos realizando una acción directa en mi Universidad y había ciudadanos palestinos y soldados israelíes y un joven, yo soy muy quisquillosa con estas cosas, así que me dije a mí misma, seré únicamente palestina, rechazando ser colona o soldado, así que, estaba sentada en el suelo y este hombre vino y me dio una patada en el estómago y me dijo... "Te mereces ser violada antes de que tengas hijos terroristas".
En aquel momento no dije nada, pero entonces escribí este poema para este joven caballero:
LAS TONALIDADES DE LA IRA
Dejadme hablar en mi lengua árabe
antes de que sea ocupada también.
Dejadme hablar mi lengua materna
antes de que colonicen su memoria también.
Yo soy una mujer árabe de color y nosotras venimos
en todas las tonalidades de la ira.
Todo lo que mi abuelo siempre quiso hacer
fue levantarme al amanecer,
ver a mi abuela Nil y rezar en un pueblo escondido
entre Jaffa y Haifa.
Mi madre nació bajo un árbol de olivo
en la tierra que dicen que ya no es mía,
pero cruzaré sus barreras,
sus controles militares, sus locos muros del
Apartheid y volveré a mi hogar.
Yo soy una mujer árabe de color y nosotras venimos
en todas las tonalidades de la ira.
Y, ¿escuchasteis a mi hermana gritando ayer
cuando daba a luz en un control militar,
con los soldados israelíes buscando entre sus piernas
la próxima amenaza demográfica?
Llamó a su hija nacida, Jenin.
Y, ¿escuchasteis a alguien gritar detrás
de los barrotes de la prisión mientras la gaseaban?
Estamos volviendo a Falestine.
Yo soy una mujer árabe de color y nosotras venimos
en todas las tonalidades de la ira.
Pero, ¿me dices que esta mujer que hay dentro de mí
sólo te traerá tu próximo terrorista?
Barbudo, armado, pañuelo en la cabeza, negrata...
¿tú me dices que yo envío mis hijos a morir?
Pero esos son tus helicópteros,
tus F-16 en nuestros cielos.
Y hablemos sobre este negocio del terrorismo un momento.
¿no fue la CIA quién mató a Allende y Lumunba?
¿y quién entrenó a Osama en primer lugar?
Mis abuelos no corrieron alrededor como payasos,
con las blancas capas y con blancos gorros en sus cabezas,
linchando a personas negras.
Yo soy una mujer árabe de color y nosotras venimos
en todas las tonalidades de la ira.
Así que, ¿quién es esa mujer morena
gritando en una manifestación?
Disculpa.
¿no debería gritar?
¿olvidé ser cada uno de vuestros sueños orientales?
El genio de la botella, bailarina del vientre,
chica del harén, voz suave, mujer árabe, sí amo, no amo,
gracias por los sandwiches, de manteca de cacahuete,
que nos lanzáis desde los F-16, amo.
Sí, mis liberadores están aquí para matar a mis hijos
y llamarlos daños colaterales.
Yo soy una mujer árabe de color y nosotras venimos
en todas las tonalidades de la ira.
Así, que déjame decirte que esta mujer, que habita dentro
de mí, sólo te traerá tu próximo rebelde.
Ella llevará una piedra en una mano y la bandera
palestina en la otra.
Yo soy una mujer árabe de color,
ten cuidado, ten cuidado.
Mi ira.
Escribí este poema cuando las bombas estaban cayendo en Gaza y yo era la portavoz de prensa para la coalición haciendo mucho trabajo de organización y nos quedábamos despiertos hasta las seis de la mañana perfeccionando cada pequeño clip de sonido, y al final como saben muchos palestinos se cansan y acaban pronunciando las “P” como “B”así es como nos convertimos en “Balestinos” al final del día, así que estuve practicando mis “pes” toda la noche y a la mañana siguiente, uno de los periodistas me preguntó:
“¿No crees que todo estaría bien si simplemente dejasen de enseñar a sus hijos a odiar?”
No insulté a la persona. Fui muy educada, pero escribí este poema como respuesta a este tipo de preguntas que a nosotros, los palestinos, siempre nos hacen.
Nosotros enseñamos vida, señor
Hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada.
Hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada que tenía
que caber en audio digital y límites de palabras.
Hoy, mi cuerpo fue masacre televisada que tenía que caber
en audio digital y límites de palabras con suficientes estadísticas
como para contrarrestar una respuesta mesurada.
Y yo perfeccioné mi inglés y me aprendí mis resoluciones de la ONU.
Pero aun así, me preguntó:
“Señorita Ziada, ¿no cree que todo se resolvería si dejaran
de enseñar tanto odio a sus hijos?”
Pausa.
Miro en mi interior.
Busco fortaleza para tener paciencia, pero
no tengo paciencia en la punta de la lengua
mientras caen bombas sobre Gaza.
La paciencia me ha abandonado.
Pausa;
sonrisa.
“Nosotros enseñamos vida, señor”.
(Rafif, acuérdate de sonreír).
Pausa.
Nosotros enseñamos vida, señor.
Nosotros los palestinos
enseñamos vida después de que ellos
han ocupado los últimos cielos.
Nosotros enseñamos vida después de que ellos
han construido sus asentamientos y muros de apartheid,
más allá
de los últimos cielos.
Nosotros enseñamos vida, señor.
Pero hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada
para caber en audio digital y límites de palabras.
Y danos sólo un reportaje, un reportaje con lado humano.
Verás, esto no es político.
Sólo queremos hablarle a la gente
de ti y de tu pueblo,
así que danos un reportaje humano.
No menciones las palabras
“apartheid”
y
“ocupación”.
Esto no es político.
Me tienes que ayudar
como reportera
a ayudarte a contar tu historia,
que no es un reportaje político.
Hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada.
¿Y qué tal si me das un reportaje
Sobre una mujer en Gaza que necesita medicinas?
¿Qué tal acerca de ti?
¿Tienes suficientes huesos rotos en las extremidades
como para cubrir el sol?
Pásame tus muertos y dame una lista
de sus nombres
en un total de mil doscientas palabras.
Hoy, mi cuerpo fue masacre televisada que tenía que caber
en audio digital y límites de palabras
y conmover a quienes
son insensibles a la sangre
terrorista.
Pero ellos sintieron pena.
Sintieron pena por el ganado en Gaza.
Así que les di
resoluciones de la ONU
y estadísticas
y condenamos
y deploramos
y rechazamos.
Y éstos no son lados iguales,
Ocupadores y ocupados.
Y cien muertos, doscientos muertos, y mil muertos.
Y entre eso,
Entre crimen de guerra y masacre,
Ventilé las palabras y sonreí,
-no exótica-
-no terrorista-
Y cuento:
Cuento cien muertos, doscientos muertos, mil muertos.
¿Hay alguien ahí?
¿Escuchará alguien?
Quisiera poder llorar sobre sus cadáveres.
Quisiera simplemente
correr descalza
por cada campo de refugiados
y abrazar a cada niño;
cubrir sus oídos
para que no escuchen el sonido
de las bombas
por el resto de sus vidas,
como yo lo escucho…
Hoy, mi cuerpo fue una masacre televisada.
Y déjame decirte:
No hay nada que tus resoluciones de la ONU
hayan hecho en absoluto sobre esto.
Y no hay audio digital,
-ningún audio digital que se me ocurra,
no importa cuán bueno mi inglés sea-
no hay audio digital
no hay audio digital
no hay audio digital
no hay audio digital
que los devuelva a la vida.
No hay audio digital que arregle esto.
Nosotros enseñamos vida, señor.
Nosotros enseñamos vida, señor.
Nosotros
los palestinos
nos levantamos
cada mañana
para enseñar
al resto del mundo
vida,
señor.