Pedro Flores. Nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1968.
Ha publicado los libros de poesía:
Simple Condicional, Memorial del olvido, La vida en ello, Nunca prendimos París, El complejo ejercicio del delirio, El ocio fértil, La poética del fakir, Diario del hombre lobo, Al remoto país donde sonríes, Fieras sin música, Con la vida en los talones, Memorias del herrero de Nod, Al este del desdén, En los planes de nadie, Preparativos para la conquista de Brunei, Como un león de piedra en el arqueológico de Bagdad, El último gancho de Kid Fracaso, La poesía debe ser como la bala que mató a Kennedy y Donde príncipes y bestias.
Ganador de numerosos premios y distinciones, ha publicado además los libros de relatos La verdad no importa, Capitanes de azúcar, El tesoro del mocán, El país de viento y Cabeza de rata, así como la obra teatral Los huesos del poeta. También es autor del estudio Roque Dalton o una praxis de la inmortalidad, y de los libros para niños Fieras sin música (poesía) y El tesoro del mocán.
A LA MUERTE DE UN JOVEN POETA
El poeta ha salido.
Será sólo un momento,
ha dejado las ventanas abiertas:
La arista de una estrella
dormida en la cama aún tibia.
Una jaula sin puerta ni barrotes
cuyo pájaro voló una tarde de hace tanto.
Los andamios del corazón a medio montar
hacia la pared de unos nombres.
La oquedad del aire
donde habitó su sorpresa.
La estela del silencio
buscando su palabra.
El resplandor de las dudas
cavando en sus preguntas.
Todo dispuesto a seguir existiendo
cuando vuelva quien creemos no está,
o cuando aprendamos a ver
a quien nunca se ha ido.
(De La vida en ello.)
LA HUELGA
Dejando atrás nuestras diferencias
(y nuestras experiencias)
nos declaramos desde ahora los poetas
en huelga de versos caídos.
Ya no queremos el estéril territorio de la Luna
entregado por piedad a nuestra tutela.
Exigimos que en la cama de Goethe
los jóvenes forniquen,
que se organicen excursiones gratuitas
al purgatorio de Alighieri.
Que Sor Juana sea nombrada
persona non grata en los conventos.
Amenazamos con dejar sin despedidas los andenes,
sin eternidades los desdenes,
sin mil y una noches los harenes.
Si no se atienden nuestras exigencias
no quedará constancia alguna
de que una vez el mar tuvo crepúsculos.
Tienen de plazo
hasta que las oscuras golondrinas vuelvan.
Lo más terrible, de momento
nos lo guardamos:
Huelga a la japonesa,
si no claudican.
(De La poética del fakir.)
POEMA DE AMOR BUSCA
Poema de amor busca mujer:
sin límites de primaveras,
pero de pocos otoños.
Buena salteadora de tristezas.
Apostadora de vez en cuando a lo perdido.
Vacunada contra lo imposible.
Imprescindible sonrisa a manos llenas.
Se valorará capacidad de confidencia.
Abstenerse corazones de oro,
damas de respetables costumbres,
princesas de torneadas almenas.
Se ofrece:
despacho propio en estos versos
con vistas a un aguacero de dudas.
Sueldo ninguno, pero comisión en los sueños.
Inmediata incorporación a la complicidad.
Interesadas entrar sin llamar
no sin antes haber quemado
todo tipo de referencias.
Poema de amor busca nombre de mujer.
(De Simple condicional.)
De: El último gancho de Kid Fracaso,
(Editorial Angel Caído Ediciones, 2012)
Caer
Caer bien, con clase.
No desfallecer,
ni desmayarse,
ni derrumbarse,
ni trastabillar,
ni doblar la cerviz.
Caer como un roble en sus dominios
después de cien años mirando al Sol
frente a frente.
Inventario
Mi reloj de bolsillo
está en la casa de empeños;
soy un hombre que ha perdido el tiempo.
En un bar de mala muerte
se pudre Ulises con nostas de Konstantino
y nunca regresará a Itaca
mientras yo no pague los tragos que de debo.
Mis huellas están en la comisaría,
por eso no están en tu piel.
No tengo fotografías,
ni abrigos,
ni cacerolas,
ni maletas,
ni dioses.
Mi alma debe demasiados años
de alquiler por este cuerpo.
Y he vuelto a ponerme los guantes,
y he vuelto a saltar a la lona,
esperando que tampoco sea este
el día del desahucio.
K.O.
Si pintaran tu boca en el suelo…
Sería tan hermosa entonces
esta maldita costumbre
de besar la lona.
De: Como un león de piedra en el arqueológico de Bagdad” , (Ediciones Baile del Sol, 2011)
En la noche de Bagdad evocando a Neruda:
No puedo escribir ni los versos más tristes
esta noche:
No hay luz por los bombardeos
y los que tiritan, azules, a lo lejos,
no son astros, sino aviones.
LA ESCALERA
y mi vieja exclamó con ternura:
¡Pobre de la que tenga que fregar todo eso!
MANUEL RIVAS
La que tenía que fregar todo eso,
¿habrá muerto aquella mañana de septiembre?
¿O se habrá quedado en su puesto hasta el final,
con esa fidelidad al trabajo de los pobres,
mirando como ejecutivas y oficinistas aterrados
pisaban sin contemplaciones el suelo recién fregado?
EL REY SHAHRAYAR BUSCA A
SHAHRASAD ENTRE LAS
RUINAS DE BAGDAD
Desesperado, el rey
corre, en sueños,
entre las ruinas de aquella ciudad
que le fue descubierta
en respuesta a su crueldad.
Llama a la hermosa, le pide,
mientras caen las bombas,
uno más,
sólo un cuento más,
uno que distraiga al verdugo que le sigue
con una cuerda en la mano.
ARMAS DE DESTRUCCIÓN MASIVA
Lo mejor para encontrar
armas de destrucción masiva
es destruirlo todo con armas
que no dejen en pie un lugar
donde poder encontrar nada.
De: La poesía deber ser como la bala que mató a Kennedy, (Ediciones La Palma, Colección Ministerio del Aire, Madrid, 2010)
AUNQUE PAREZCA OTRA ELEGÍA A PAVESE
ÉSTE ES UN POEMA A TUS OJOS
alguien fue herido
hace mucho tiempo
Cesare Pavese
Demasiado se ha escrito sobre aquella jornada,
aquel hotel, las dieciséis pastillitas no se sabe
si engullidas de golpe o una a una;
la muerte se desconoce si trasegada de un solo amargo sorbo
o si dedicó cada estocada de veneno a una pena, a un desamor,
si las tomó como un crío toma las cucharadas de sopa:
ésta para mamá, ésta para tal ingratitud, ésta para cual traición...
Demasiado se ha recreado luego aquel verso afortunado,
el que habla de la muerte y de los ojos de alguien,
los ojos amados, ojos como pastillitas amarillas.
Se ha jugado con ese verso terrible
como un niño juega con la pistola cargada del padre
olvidada como a veces se olvida la muerte,
como se olvida alguien de tomarse sus pastillas.
La muerte ha venido desde entonces con ojos de todos los colores,
con ojos de todos los desdenes,
han venido ojos con otros ojos dentro,
muertes con ojos de perro fumando en pipa,
pastillas con ojos que te exploran por dentro
mientras caen al fondo de un poema olvidado en un hotel.
Pero qué verso, Pavese, qué verso tan bello y tan amargo.
A mí
(cómo sustraerme a una nueva vuelta de tuerca,
a seguir exprimiendo a ese muerto, sus párpados,
su muerte con ojeras, sus gafas redondas como pastillas),
a mí lo que de verdad me asusta de la muerte,
venga o no tragando pastillas y fumando en pipa,
lo que de verdad me atormenta es
que cuando venga la muerte
no tenga, amor, tus ojos.