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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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AGUSTINA LESCANO [20.182]

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Agustina Lescano

Nació en 1992 en la ciudad de Santa Fe, Argentina donde vive. Estudia Comunicación Social en Paraná. Publicó el cuento Se rompió la máquina (2015) en la Colección Dominó del Colectivo Editorial 4 ojos. Con amigos y poetas organiza trasnoches de poesía y otras actividades, formando el grupo La Chochan. Trabajó en Radio Nacional Santa Fe y en el portal web RCU. Participó en la 11ª Bienal de Arte Joven de la UNL en el campo Letras, obteniendo un premio por la serie de poemas Cartuchera; y recibió una mención en el IV Concurso Literario Vicentín dentro de la categoría Poesía. También fue parte del II Festival de Literatura de Santa Fe y de La Juntada – I Festival de poesía joven en Rosario.
Ha publicado: Nena, Premio Provincial de Poesía José Pedroni, Corteza Ediciones, Santo Tomé, 2016


ALGO HAY AHÍ AFUERA

Un pibe va
caminando por la avenida, 
tiene un brazo quebrado.
Una chica que viene
por enfrente cambia de mano
cuando lo ve.
Él también cruza, después se arrepiente
y vuelve. Ella se asusta.

En la misma calle al rato
se corta la luz.
Una chica que duerme
desnuda y sola
pone la hora de la alarma
y con la luz del teléfono
recorre la casa
por última vez en el día.

No hay un sólo cuento
completo, pero algo
que se les escapa
no deja de reunirlos
de la ciudad dormida
y los mantiene quietos
en la ciudad.





Pantallas

los que nunca fueron al cine
igual pueden ver
la luna llena y pensar
en los muertos
pero quisieran ir
para acomodar las piernas.





Arrancar 

Lo mejor del desayuno
es sentarse arriba de la mesada.
El cuerpo dormido
con el frío del metal
y desde ahí se ve justo
cómo el pequeño sol
que llega hasta nuestra cocina
comienza a hacer
efecto en las cosas.
El vidrio brilla en la puerta
y del otro lado
la luz del día
empieza a llenar el lavadero.
Tengo el ángulo justo para cebar
y apoyar el termo al lado
y en la cocina se reúnen
las tres únicas soluciones
que encuentro últimamente
para algo
agua hirviendo,
sol
y detergente.






(2016) Nena. Corteza Ediciones (Santo Tomé).



NENA

La botella y yo
transpiramos en la vereda
el aire está casi tan espeso
como la calle
y deja a todos en el barrio
mirando hacia el fondo de la avenida
como si fuera a pasar algo.
A la hora de siempre
aparece el loco
corriendo con la camisa abierta
y en la mano una bolsa de mercado
vacía y con los bordes descocidos
donada por alguna familia
que ahora usa bolsas de plástico
para comprar cosas y después tirarlas.

Yo era chica y un tipo en la tele
hablaba sobre el tema: linyeras
salí a la calle y le pregunté a mamá
qué era.
Apareció el loco a la misma hora
y mi mamá señaló con la cabeza
yo lo quedé mirando y él me gritó
y siguió corriendo
qué pasa, nena
nunca viste un hombre.




ENSUEÑOS

Elijo un sobre de té sabor ensueños
no sé quién lo compró
lo dejo esperando el agua en la taza
y borro tu cara de mi mente
para no activar ningún mecanismo interno.
Cierro los ojos y se dibujan los rasgos
principales:
dos ojos grandes, oscuros.
Quiero que el vapor me caliente la cara
aflojar el cuerpo
como sentada
en el fondo de la pileta
y atrapar los pensamientos
de las luces
que se mueven en el agua.

Uso un pantalón que compré a los quince
me entra justo
me pone contenta
como si el tiempo no hubiera pasado.
Estuvo de moda antes de conocerte
ahora es ropa vieja
que se mezcla en el armario
con el vestido que usé cuando empezó todo
y cuando terminó también.
Un círculo de casualidades
para reírme doblando la ropa
en una sola pila.





Jugoso en la boca

Saco una foto de gente parcelada 
en casas y barrios 
y le subo la saturación al máximo 
para que brillen todos 
los que hacen la plancha al sol 
sobre los líquidos circulantes. 
El mate, tereré 
porrón frío 
el fernet en vaso de litro 
un hielo derretido 
flotando en la cubetera.

Pienso en los cuatro puntos 
exactos donde se apoya tu cama 
y vos dormido como un bichito 
comparo el cuadro con el mío 
donde llego a dormirme 
dentro de otro plano más grande
del que quiero creer que escapo: 
La familia, la casa 
los flujos del deseo 
filtrando 
como la pileta de un vecino 
que se espía desde el techo.





Impulso irónico

Veo todo rápido y me enojo 
con mi impulso irónico 
Un hombre pone la mano 
en la pierna de una mujer 
que ceba mates 
o prepara el vino 
con soda y hielo 
para entibiar la comida 
A ella le gusta el vino 
puro y frío 
A él le gustan las habitaciones vacías 
con el piso limpio y una mesa 
de madera lustrada 
con el barniz más claro 
para sentarse a ver llegar 
el día de pintarla.









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GUILHERME GONTIJO FLORES [20.183]

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GUILHERME GONTIJO FLORES

Guilherme Gontijo Flores (Brasilia, 1984) es poeta, traductor y profesor en la UFPR; autor del libro brasa enganosa (Patuá, 2013,   Finalista del Premio Portugal Telecom poesía) y el poema-site Tróiades - remix para o próximo milênio (www.troiades.com.br). (www.troiades.com.br). Traducciones publicadas de As janelas, seguido por poemas en prosa franceses de Rainer Maria Rilke (en colaboración con Bruno d'Abruzzo), de la anatomía de la melancolía de Robert Burton, en 4 volúmenes (APCA y traducción premios Jabuti) y Elegías de Sextus Propertius.



Traducciones de los poemas por Nina Rizzi.

Poemas

La vida y las opiniones del bartoldo guilherme 
gontijo flores, servidor del estado 

El aburrimiento es la peor forma de tristeza. 
(rodrigo madeira)

1. Begin the Beguine 

No me criaron para el hijo cierto 
ni para el único 
y sin embargo en algo soy 
aún si eso nada dice 
de mí de otro tonto cualquier 
yo no me felicito 
pues cada fracaso mío 
no fuera antes planeado 
pero no dijo nada insólito 
y en cada paso armado 
el riesgo de caer 
se le ocurrió como la delicia 
por incumplir el sino ignorado 
El aburrimiento no fue bueno 
ni malo ni mío ni medio 
y confieso que nunca 
pensé saltar del edificio 
para espectáculo de la turba 
que unida en la prisa 
pronto estaría estupefactamente 
desinteresada
Pensé en el pasado 
aquella vieja iglesia por ejemplo 
yo mucho más me adentro 
de lo que alguna vez 
pisé en su misterio 
y cada templo en que pasé
más parecía la casa 
envejecida dentro de un museo 
como aquella matriushka que nunca tuve 
porque estaba en otro parte 
falseando otra historia 
Yo no sorbí de la sangre de las victorias 
yo ni mismo las conté 
en nada fui decepcionado 
y creo no decepcioné 
en la ardua tarea de un abrazo 
yo retrocedía al tiempo de la familia 
de los cuadros borrados 
de los nombres sin memoria 
y de un blasón tal vez 
perdido en los cajones inventados 
de algún antepasado 
que hoy desapareció sin dejar rastro 
y sin abrir en el espacio 
una herida falsa 
a la cual yo me apegase 
Toda historia es cansancio




2. En cuanto a la canción de amor 

Tu ausencia me duele 
sería más una frase 
de mierda para cualquier 
parte del poema cualquier 
que ni pienso en escribir 
y sin embargo escribo 
aquí ahora y inútil 
justificarlo por frase 
hecha con sinceridad 
de mi existencia mental 
falaz y más fácil 
que el dolor sí verdadera 
de pensar no te pensar 
por saber que su ausencia 
todos bien saben siquiera 
existe pronto no me 
nada y por eso yo prefiero 
tu recuerdo me duele 
tanto que canto para ver 
si suena menos banal 
cantar un otro estribillo 
tu presencia me duele 
tanto cuanto entra por los 
siete agujeros de mi 
cabeza igualita a este 
jabón que hoy entró 
por sólo un agujero
tan ínfimo de la cabeza 
(en el desatento del baño) 
de mi polla y así presente 
cuanto inútil es que se hizo 
dentro de mí como yo mismo 
que sólo queda rechazarlo 
y falsamente volver 
a mear quizá por 
gozar quizá este dolor 
que por salir es que duele 
en esta escena tan dolor 
osamente repetida




3. 

Dijeron que ayer mismo 
ella murió 
se mató me dijeron 
un pájaro sin plumas 
(oh metáfora punzante) 
astillado en el concreto al mediodía 
y boquiabierta 
hela yo diría 
a mi cara normalmente de lelo 
cumpliendo su deber de horror cotidiano 
mientras piensa 
en la discreción detrás de los ojos 
(la pupila siquiera se mueve 
la ceja no parpadea) 
y se centra para recordar 
¿cuál era su nombre? 
¿Será que vieron 
el nombre de mi aburrimiento? 
la caperuza no sirve 
ella murió dijeron 
pensando seriamente en ello 
no me recuerdo su rostro 
entonces como era joven 
voy lamentando 
mientras dudo 
¿ella era joven? 
¿era ella hermosa?
será que rubia y sensual 
atormentada porque hermosa 
y poco reconocida en su talento
eclipsada pobrecita 
por los pechos descomunales 
o por las caderas 
(que palabra irreflexiva 
o simplemente pensada 
nadie oyó) 
En el ojo de la mente 
me concentro en sus caderas 
asumo no me recuerdo del nombre 
no me recuerdo del rostro 
no me recuerdo de nada 
¿pero cómo no pensar en las caderas 
aunque inventadas? 
qué triste historia 
alguien repite 
yo bien consiento 
no me quedó 
más que ella



4. 

Del fabulario general 

La escena es de un tapir en trance 
por causa de tamaños aburrimientos 
cerrado en el tráfico urbano 
pero que apoyado en el volante 
te mira con cara cansada 
e relata su suburbano 
affair con una zarigüeya 
de familia desconocida 
aunque en lato sensu hermosa 
con eso él sólo puede 
comunicar en aquel instante 
el aburrimiento que le corroe las venas 
por causa de ese trafficjam 
tu sin embargo ni concibe 
lo que sería una zarigüeya 
¿qué demonios es tapir? 
tu intenta hablar fruncido 
para entonces devorarlo allí 
en el centro del embotellamiento 
mientras piensa que no debe 
ser delito ambiental comerlo 
si todos saben que este acto 
no pasa de la antropofagia 
realizada en las ciudades 
la sangre todavía le deleita




5. 

Este mío cuerpo 
tal como todo lo que es mío 
sólo es pronombre 
no tanto por el cuerpo 
sino por mi 
este cuerpo que designa el hombre 
que hoy soy 
y que es tan mío 
cuanto el otro cuerpo de una foto antigua 
que insiste al ser mío 
y ni existe
y no se encuentra en ninguna parte 
tanto menos mío que mis libros 
que mis zapatos 
que mis pelos 
que van cayendo a cada año 
y todavía míos a despedirse por el desagüe 
Es de él cuanto hablo 
y en él hablo 
como si fuera mío y no yo mismo 
aquel cuerpo 
como si fuera mío el cuerpo en esta foto 
con su sonrisa 
(¿sonrisa mía? sería el mismo) 
forzada como toda risa 
que aparece en las fotografías 
sea el mío o no
Y en el queda la culpa 
de todo cuanto yo erro 
maldita mano 
no obedece 
esta columna ya no sirve 
lengua que no se cala 
lengua de piedra y polvo 
pienso lo que no quería 
mi mente 
haz lo que bien quiera 
la culpa no es mía 
es mi estrés 
quizás mi aburrimiento 
mi cansancio 
Este cuerpo que llamo mío 
esta mente estos ojos 
ladrillo por ladrillo 
yo los quería en la palma de la mano




6. Final glorioso 

Sólo hablamos o casi 
de mí tú quedó 
en la sombra como los padres 
de la yegua innominada 
del clint eastwood en aquella 
película del oeste que tú 
gustaba y ahora ya no recuerda 
cuál era el nombre mismo? 
entonces hagamos sólo tú y yo 
más un experimento 
para cerrar la jornada 
sería así solamente 
para su contentamiento 
de lector proactivo 
con nombre jubiloso 
algo así como poética 
del consuelo sí? 
pues tome un buen vaso portátil 
(de aluminio crea un 
mejor efecto al texto) 
retire la tapa y monte 
hasta quedar perfecto 
llena su vaso hasta la boca 
y meta la boca en él 
tome unos 2 o 3 sorbos 
de aquella misma agua 
(poco importa el sabor
yo prefiero pensar 
que sea agua de la talla) 
ya llegamos al punto 
deshace el vaso de una sola vez 
y vea cómo el agua que 
se esparce en la alfombra 
(imagine una alfombra) 
sea ahora la mejor 
metáfora de su vida 
¿tú sonrió? ¿tú 
volvió a pensar si 
cortaría sus muñecas? 
¿tú no crees mismo que la tuya 
vida no sirve de metáfora? 
& el retrato extrapola más allá de la piel 



A vida e as opiniões do barnabé guilherme 
gontijo flores, servidor do estado 

O tédio é a pior forma de tristeza. 
(rodrigo madeira)

1. Begin the beguine 

Não fui criado para o filho certo 
nem para o único 
e mesmo assim em algo o sou 
ainda que isso nada diga 
de mim de outro estulto qualquer 
eu não me congratulo 
pois cada meu fracasso 
não fora antes planejado 
porém não disse nada inusitado 
e em cada passo armado 
o risco de cair 
se deu como a delícia 
por descumprir a sina ignorada 
O tédio não foi bom 
nem mau nem meu nem médio 
e confesso que nunca 
pensei pular do prédio 
para espetáculo da turba 
que ajuntada na pressa 
logo estaria estupefatamente 
desinteressada

Eu pensei no passado 
aquela velha igreja por exemplo 
eu muito mais me a adentro 
do que alguma vez 
pisei no seu mistério 
e cada templo em que passei 
mais parecia a casa 
envelhecida dentro de um museu 
como aquela matriushka que nunca tive 
porque estava em outra parte 
falseando outra história 
Eu não sorvi do sangue das vitórias 
eu nem mesmo as contei 
em nada fui desapontado 
e creio não desapontei 
na tarefa tão árdua de um abraço 
eu recuava ao tempo da família 
dos quadros apagados 
dos nomes sem memória 
e de um brasão talvez 
perdido nas gavetas inventadas 
de algum antepassado 
que hoje sumiu sem deixar traço 
e sem abrir no espaço 
uma ferida falsa 
à qual eu me apegasse 
Toda história é cansaço



2. Quanto à canção de amor 

A tua ausência me dói 
seria mais uma frase 
de merda para qualquer 
parte do poema qualquer 
que nem penso em escrever 
e ainda assim eu escrevo 
aqui agora e inútil 
justificá-la por frase 
feita com sinceridade 
do meu estoque mental 
falacioso e mais fácil 
do que a dor sim verdadeira 
de pensar não te pensar 
por saber que a tua ausência 
todos bem sabem sequer 
existe logo não me 
nada e por isso eu prefiro 
tua lembrança me dói 
tanto que canto pra ver 
se soa menos banal 
cantar um outro estribilho 
tua presença me dói 
tanto quando entra pelos 
sete buracos da minha 
cabeça igualzinha a este 
sabonete que hoje entrou 
por apenas um buraco
tão ínfimo da cabeça
(no desatento do banho) 
do meu pau e assim presente 
quanto inútil é que se fez 
dentro de mim como eu mesmo 
que só resta rejeitá-lo 
e falsamente voltar 
a mijá-lo talvez por 
gozar talvez dessa dor 
que por sair é que dói 
nesta cena tão dolor 
osamente repetida



3. 

Disseram que ontem mesmo 
ela morreu 
matou-se me disseram 
um pássaro sem penas 
(ó metáfora pungente) 
estilhaçado no concreto ao meio dia 
e embasbacada 
ei-la eu diria 
a minha cara normalmente de pastel 
cumprindo o seu dever de horror cotidiano 
enquanto pensa 
na discrição atrás dos olhos 
(a pupila sequer se move 
a sobrancelha não tremula) 
e se concentra por lembrar 
qual era o nome dela? 
Será que viram 
o nome do meu tédio? 
a carapuça não serve 
ela morreu disseram 
pensando seriamente sobre o assunto 
eu não lembro seu rosto 
então como era jovem 
vou lamentando 
enquanto hesito 
ela era jovem? 
era ela bela?
será que loira e sensual 
atormentada porque bela 
e mal reconhecida em seu talento 
ofuscada coitada 
pelos peitos descomunais 
ou pelas ancas 
(que palavra impensada 
ou só pensada ninguém ouviu) 
No olho da mente 
eu foco em suas ancas 
assumo eu não me lembro 
do nome eu não me lembro 
do rosto eu não me lembro 
de nada 
mas como não pensar nas ancas 
ainda que inventadas? 
que triste história 
alguém repete 
eu bem consinto 
não me restou 
mais do que ela




4. Do fabulário geral 

A cena é de um tapir em transe 
por causa de tamanhos tédios 
travado no trânsito urbano 
mas que apoiado no volante 
te encara com cara cansada 
e relata seu suburbano 
affair com uma sarigueia 
de família desconhecida 
embora em lato sensu bela 
com isso ele consegue apenas 
comunicar naquele instante 
o tédio que o corrói nas veias 
por causa desse trafficjam 
você no entanto nem concebe 
o que seria um sariguê 
e que diabos é tapir? 
você tenta falar franzido 
para então devorá-lo ali 
no centro do engarrafamento 
enquanto pensa que não deve 
ser crime ambiental comê-lo 
se todos sabem que esse ato 
não passa da antropofagia 
realizada nas cidades 
o sangue ainda assim te delicia




5. 

Este meu corpo 
tal como tudo quanto é meu 
é só pronome 
não tanto pelo corpo 
mas pelo meu este meu 
corpo que designa o homem 
que hoje sou 
e que é tão meu 
quanto o outro corpo de uma foto antiga 
que insiste sendo meu 
e nem existe 
e não se encontra em parte alguma 
tão menos meu do que meus livros 
que meus sapatos 
que meus cabelos 
que vão caindo a cada ano 
e ainda meus a despedir-se pelo ralo 
É dele quanto falo 
e nele falo 
como se fosse meu e não eu mesmo 
aquele corpo como se fosse meu o corpo 
nesta foto 
com seu sorriso 
(sorriso meu? seria o mesmo) 
forçado como todo riso 
que aparece nas fotos 
seja ele meu ou não
E nele fica a culpa 
de tudo quanto eu erro 
maldita mão 
não obedece 
esta coluna já não presta 
língua que não se cala 
língua de pedra e pó 
penso o que não queria 
a minha mente 
faz o que bem quiser 
a culpa não é minha 
é meu estresse 
talvez meu tédio 
o meu cansaço 
Este corpo que chamo meu 
esta mente estes olhos 
tijolo por tijolo 
eu os queria na palma da mão




6. Finale glorioso 

Só falamos ou quase 
de mim você ficou 
na sombra como os pais 
da égua inominada 
do clint eastwood naquele 
banguebangue que você 
gostava e agora já não lembra 
qual era o nome mesmo? 
então façamos só você e eu 
mais um experimento 
para encerrar o expediente 
seria assim apenas 
pro teu contentamento 
de leitor pró-ativo 
com nome jubiloso 
algo como poética 
do reconforto sim? 
pois pegue um bom copo portátil 
(de alumínio cria um 
melhor efeito ao texto) 
retire a tampa e monte 
até ficar perfeito 
encha seu copo até a boca 
e meta a boca nele 
tome uns 2 ou 3 goles 
daquela mesma água 
(pouco importa o sabor
eu prefiro pensar 
que seja água da talha) 
já chegamos ao ponto 
desfaça o copo de uma vez 
e veja como a água que 
se espalha no carpete 
(imagine um carpete) 
seja agora a melhor 
metáfora da tua vida 
você sorriu? você 
voltou a pensar se 
cortaria os teus pulsos? 
você não acha mesmo que a tua 
vida não serve de metáfora?






Poemas de Brasa enganosa (Editora Patuá,2013)


não basta o rio     murmúrio
adocicado das águas
rumo certeiro transparência
do olho d’água
desaguar suave sua torrente
não adianta fonte pura
ou perpétuo devir dos rios
como se fosse foz
seu único destino

não basta o rio –
cruzar a vida como esquina
sem banzeiro que revire a via estreita
nem
sorrir pra cantilena ilusória do mar –

carece macaréu em barro & areia
arrancando as árvores revendo
o próprio rumo            estrondo só
sal revoluto
o corpo inteiro em pororoca





não se aprende a amar

o desamar sim
se desaprende

mesmo
aconchegado no extravio do silêncio
            sem palavras
sem consolo ou sentido    abraçado
pela profunda presença do fracasso

quando
melhor seria um trago

ou qualquer outro verso
que não seja este



encontrar na carcaça dum pássaro
destroçada por dois gatos bem nutridos

(gratuidade do ato
crueldade – palavra inventada
humana demais pra contar
esse ato – sem pecado
                        sem perdão)

encontrar nesse corpo espalhado pela casa
enquanto hesita entre uma pazinha
            ou um papel higiênico
enquanto lembra de pegar um saco plástico
                        não muito grande/não aquele azul
enquanto afasta os gatos que teimam em brincar
            com a comida – aliás
                                   nem comida
enquanto afasta os gatos que teimam em brincar
            (ponto)

encontrar uma réstia de vida
não no pássaro
            morto/destroçado/espalhado pela casa
nem nos gatos
que de bem nutridos
seguem a vida sem procuras

            uma réstia de vida
um soco na cara um beijo por detrás da orelha
uma réstia ainda & sempre por se
encontrar


  


metafísica sobre um tema de drummond
                             
eu vejo no feitio de uma prece –
despetalando-se como um crisântemo
abandonado à beira do passeio –
sem encontrar nenhum pertencimento
na fúria intermitente da cidade
o breve desvelar da calmaria

contanto que no olhar da calmaria
no ritmo pausado dessa prece
na tímida brancura do crisântemo
a alma encontre em parte seu passeio
cuja carne contrai pertencimento
tornando-se janela na cidade

& cada ponto faça-se cidade
na improvisada paz da calmaria
ameaçada pelo fim da prece
que abala a primavera do crisântemo
& se arremessa ao olho do passeio –
a fúria enfim se faz pertencimento

porém se a flor forçar pertencimento
sem janelar-se inteira na cidade
se aquela improvisada calmaria
não tiver o sorriso de uma prece
acaba-se a ternura do crisântemo
que então se aquieta à sombra do passeio

carece a alma ter mais que um passeio
roubando ao corpo o seu pertencimento
embriagado nas luzes da cidade
para que a embriaguez & a calmaria
se encontrem contrastando numa prece
como o passeio encontra co’o crisântemo

no fim se a prece é pétala – crisântemo
unido em dissonância num passeio –
& o corpo é n’alma o seu pertencimento
a janela é maior do que a cidade
& o mar em fúria é plena calmaria
como a palavra proferida em prece

no breve desvelar da calmaria
na fúria intermitente da cidade
que vejo no feitio de uma prece




  
song of itself

polar bear track 5 diz o ipod enquanto estico o pé pra fora do ônibus & aponto para a borda do passeio público
senhoras junto ao lago espreguiçam seus braços nos modos do tai chi
apalpo o bolso pelo fumo insalubre que insisto em carregar nas manhãs
cachorros & madamas cruzam meu caminho sem pestanejar

de fumo em riste ensaio apertar um cigarro a passos largos
são truques estranhos que faço & me imagino caubói spaghetti montado em seu cavalo apertando o palhoso numa só mão
– seus olhos malignos & calmos seu fumo maligno & calmo a câmera em close ganha força pela trilha sonora –
& causo algum frisson em dois adolescentes
que neste instante me tomam por herói maconheiro em praça pública

eu sou o maconheiro em praça pública mesmo fumando tabaco
sou cadela sadia que conduz sua dona de casa ao passeio como variante do tédio diário
sou dois ou mais adolescentes em busca de crimes menores & heroicos do asfalto
sou mesmo o asfalto do passeio onde passo & que também me atravessa
(fiz um pacto contigo walt whitman
sou-te & deixo-te fora dos pedestais
entregue ao gosto dos pedestres)
& poderia comparar toda esta cena a um quadro de maliévitch ou às cores de godard
para assim dar mais gosto erudito a esta composição canhestra
delendum momentum penso que bem poderia ser a morte que espreita o cidadão mais gordo que sou & corro do outro lado deste parque num suor de bicas

a cocota sarada o estudante vadio o professor de latim nossas baratas metropolitanas nos bueiros as curvas suaves dos galhos do ipê sem flor
a próxima faixa deste ipod em minha mão que denuncia minha classe em modos neomarxistas
(também fiz pactos contigo fernando pessoa diversos
mas não pretendo cumpri-los todos & te estendo a mão como um amigo)
as cores de godard ou pinturas de mailévitch ou goya previamente não citado
um neomarxista de barba aparada com tênis allstar & calças milimetricamente surradas
o parque termina antes da música o poema nunca termina o passeio segue adiante





ametista

1 – o poema

instalada no estresse mecânico
da rocha
            purpurescente
em seu casulo
compósito de quartzo

a ametista desabrocha
seu veio
feito falha
que o olho logo acolhe
como se fosse ela a sua própria
rocha

incrustada na drusa
esdrúxula
no cerne do fracasso do granito
em seu enorme geodo
            joia parca
ela se despetala

flor na forma do cristal


2 – o problema

ametista
do sul – RS
a mão que se embrenha no breu da rocha
flor nunca colhe

procura nessa pedra o pão
nosso de cada dia
do peperito inala pouco
a pouco o pó
                        do peperito
& dele faz anelação

tateia por sobre o tempo da terra
escava o pão da sua cova
& ali se
enterra

  
3 – o negócio o esquema

polida incrustada
no anel agora (semi)
preciosa

ela se faz de pão a preço

o olho que o anela transforma a pedra
em gema que gera
            mais-valia
na boutique de pedras


4 – o metapoema

incrustada na página ela não
            passa de palavra
em que sequer se paga o pão
– convém aqui ao poetinha de província
citar

a man(who could not earn his bread
because he would not sell his head) –

sem preço de mercado
que aqui se consome
seu protesto é menor do que o grito
da última flor do prado
            perdida
soterrada na geada

não cabe nas rodas literárias
nem pra pedra de cabral ela serve
não carrega no corpo a poeira do asfalto
            o concreto gelado no asfalto
retornada ao fracasso
é muito lírica
límpida estampada
            no preto

nem torre de marfim 






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JÚLIA DE CARVALHO HANSEN [20.184]

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JÚLIA DE CARVALHO HANSEN 

(Sao Paulo, Brasil 1984). Formada en Letras en la Universidad de São Paulo con posgrado en Estudios portugueses por la Universidad Nova de Lisboa. Ha publicado en poesía: cantos de estima (2009), alforria blues ou Poemas do Destino do Mar (2013) y O túnel e o acordeom (2013). Actualmente, es editora de Chão da Feira.


Traducción de los poemas por Marcos Visnadi. Revisión de la traducción por Cícero Oliveira.

Poemas


OS LIVROS são de natureza mineral. 
Alguns bebem-se outros se proliferam 
como água. Outros pedra, não fruta, 
rocha da onde brota a tua pele. 
Passa por cima uma formiga. 
Há capins vibrando 
vento e sol com sombra 
o musgo cresce, um mosquito 
entra na tua boca e você cuspindo 
cai na água que alguém 
numa cidade adiante 
distante, talvez 
sem mágoa 
vira a página 
bebe.



LOS LIBROS son de naturaleza mineral. 
Algunos se beben otros proliferan 
como agua. Otros piedra, no fruta, 
roca de donde brota tu piel. 
Arriba pasa una hormiga. 
Hay hierbas vibrando 
viento y sol con sombra 
el musgo crece, una mosca 
entra en tu boca y tu escupiendo 
caes en el agua que alguien 
n una ciudad lejana 
distante, quién sabe 
sin amargura 
vira la página 
bebe.




TENHO SIDO entregue 
às mais escuras 
das noites mudas. 
Que posso eu? 
No entre desses espinhos? 
Ando tão baixo 
quanto as formigas 
mas se arbusto não sou 
por que tenho vivido 
eu coberta de espinhos? 
Da queda fez-se um ninho 
maceradas folhas de sombra 
abrigam o meu corpo. 
É o esquecimento da terra. 
Mas por que, por que 
vesti-me de espinhos? 
Si soy el temblor, o lugar 
onde o trovão diz 
EU é o meu peito 
alargado.




ME VEO lanzada 
a las más oscuras 
de las noches mudas. 
¿Qué puedo yo? 
¿En el entre de estas espinas? 
Ando tan bajo 
cuanto las hormigas 
pero si arbusto no soy 
¿por qué he vivido 
yo cubierta de espinas? 
De la caída se hizo un nido 
maceradas hojas de sombra 
abrigan a mi cuerpo. 
Es el olvido de la tierra. 
Pero ¿por qué, 
por qué me vestí de espinas? 
Si soy el temblor, el lugar 
donde el trueno dice 
YO es mi pecho 
ensanchado.




VII 

Sou apenas um cavalo 
o mundo não vale o mundo, meu bem 
no entanto, é ele quem me leva. 

O cavalo (que vive por mim) abre mão 
de ter cascos, patas, coices, 
mas de correr no sol, não. 

E quando alguém sonha e confunde 
o amor comigo, comigo o amor 
infundido, infindável, é o cavalo.




VII 

Soy solo un caballo 
el mundo no vale el mundo, cariño 
sin embargo, es él quien me lleva. 

El caballo (que vive por mí) renuncia 
a tener cascos, patas, coces, 
pero a correr en el sol, no. 

Y cuando alguien sueña y confunde 
el amor conmigo, conmigo el amor 
infundido, interminable es el caballo.




XI 

Temes a noite onde os nomes não se registram nos radares 
e as palavras como joelhos afastados pela mão de outro 
são caixas-pretas boiando no mais marinho dos oceanos. 

Um avião cruza os ares em direção a um batizado. 
É o seu eco que cola as sílabas umas às outras 
rejuntes de significado, amálgamas do esquecimento. 

Se só pensas em assentar as mais corretas maneiras 
de permanecer, feito cal, espalhado pelas espáduas 
trêmulo cimentado teu coração, um canteiro de plantio 
para as alfaces – soníferas e insípidas – do cotidiano. 
De ti, só poderei aceitar atrelar-me, como um mexilhão. 

Agora sou na tua rocha. E de mim se aproxima outro, 
que os passageiros não alcançarão. Age antes de querer 
com todos os olhos de quem nunca tinha tocado bivalves 
sem enciclopédia ou Discovery Channel 
feito um miúdo se maravilha, ama as pérolas, 
sabe bem mastigá-las com os dentes até parti-las. 

Como eu, um dia, também contigo, tentei.




XI 

Temes las noches donde los nombres no se registran en los radares 
y las palabras como rodillas apartadas por la mano de otro 
son cajas negras flotando en el más marino de los océanos. 

Un avión cruza los aires en dirección a un bautizo. 
Su eco es lo que pega las sílabas unas a las otras 
juntas de significado, amalgama del olvido. 

Si solo piensas en asentar las más correctas maneras 
de permanecer, hecho cal, esparcido en las escápulas 
trémulo cementado tu corazón, un cantero para plantar 
lechugas —somníferas e insípidas— del cotidiano. 
De ti podré solo aceptar juntarme, como un mejillón. 

Ahora soy en tu roca. Y de mí se acerca el otro, 
que los pasajeros no alcanzarán. Obra antes de querer 
con todos los ojos de quien nunca hubiera tocado bivalvos 
sin enciclopedia o Discovery Channel 
hecho un niño se maravilla, ama las perlas 
sepa bien masticarlas con los dientes hasta partirlas. 

Como un día yo, contigo también, intenté.




XXV 

Quem fundou esta cidade 
foi fundo o suficiente? 
Quem veio por aqui primeiro 
será que eram dois ou vinte ou duzentos 
estavam armados 
com mais fome do que fé? 
Calcularam pelos astros 
Ou vinham tranquilos 
gestantes do acaso 
nem se noticiaram a notícia da nova povoação 
foram percebendo aos séculos que ficavam, dias 
após 
que a cada noite dormiam 
todo solo tem um ímã que nos puxa ou repele 
Ou a cada noite dormiam mais tarde 
de tão próximos uns dos outros que estavam 
começavam a se identificar uns com os outros 
até que de outros viraram os mesmos 
um povo, uma língua, uma situação, 
porque tinham tanta noite por fazer e por falar 
Que brigavam 
por honra e tédio, 
nasceu a cidade. 
E bebiam vinho? 
E comiam batata? 
Só muito mais tarde amuraram 
Notaram que o cume os defenderia?

Ou subiram pelo esmero da montanha 
e as lavadeiras reclamariam 
de ter que viver ao topo e descer dia a dia, 
Ou naquele tempo as pessoas de nada reclamavam 
ou ainda não havia lavadeiras 
porque eram nômades e todos 
faziam de tudo ou porque nada limpavam 
Ou porque passavam o dia a se lavar 
gostavam da água, chapinhar, boiavam imensos 
abraços no rio, bolinhas pelo nariz 
e sempre muito limpos cheiravam uns as partes dos outros 
Com o mesmo amor de quando te olho de cima, cidade, 
notaram que você nem sempre esteve aqui 
embora esteja e estará por mais tempo do que eu, 
Não se devem comparar casas com homens, ruas com homens 
mas eu comparo tudo com homens 
e por vezes escolho as casas, os homens, as cidades 
mas quase sempre estou vendo a cidade por dentro dela demais 
e todo mundo sabe que um coração é um labirinto de monóxido de carbono 
que o digam os centros das nossas cidades 
Os centros das nossas cidades já não fedem a estrume 
embora neles floresçam outras pestes 
e enquanto olho atenta cidade por cima 
dá um vento aqui — é tão alto — e meus ossos doem por dentro. 
É inverno e o inverno nos enche de frio, de dúvidas e de ossos 
De se quando chegaram nesta cidade 
os primeiros habitantes
muito antes de ser uma cidade 
muito antes de haver habitantes 
quando lá descansaram — porque ainda não era 
aqui — a cidade não lá começou perto do rio? — 
um homem e uma mulher se comeram 
— como nós também — é inevitável — 
encontraremos cidades por fecundar.




XXV 

Quien fundó esta ciudad 
¿fue suficientemente fondo? 
Quien vino aquí primero 
¿fueron dos o veinte o doscientos? 
¿estaban armados 
con más hambre que fe? 
¿Calcularon los astros? 
O venían tranquilos 
gestantes del azar 
ni se noticiaron la noticia de la nueva población 
percibieron con los siglos que quedaban días 
después 
que cada noche dormían 
todo suelo tiene un imán que nos tira o repele 
O cada noche dormían más tarde 
tan cerca unos de los otros estaban 
que empezaban a identificarse unos con los otros 
hasta que de otros se convirtieron los mismos 
un pueblo, una lengua, una situación, 
porque tenían tantas noches por hacer y hablar 
Que peleaban 
por honor y hastío, 
nació la ciudad. 
¿Y tomaban vino? 
¿Y comían papas? 
¿Sólo mucho más tarde muraron 
Notaron que la cumbre los defendería?

O subieron por esmero la montaña 
y las lavanderas se quejarían 
de tener que vivir en la cima y bajar día a día, 
O en aquellos tiempos las personas de nada se quejaban 
o todavía no había lavanderas 
porque eran nómadas y todos 
hacían de todo o porque nada limpiaban 
O porque pasaban los días lavándose 
les gustaba el agua, salpicaban, flotaban inmensos 
abrazos en el río, burbujas por la nariz 
y siempre muy limpios husmeaban las partes unos de los otros 
Con el mismo amor con que te miro de arriba, ciudad, 
notaron que tu no siempre estuviste aquí 
aunque estés y estarás mucho más tiempo que yo, 
No se deben comparar casas con hombres, calles con hombres 
pero yo comparo todo con hombres 
y a veces elijo las casas, los hombres, las ciudades 
pero casi siempre veo la ciudad demasiado adentro 
y todo el mundo sabe que el corazón es un laberinto de monóxido de carbono 
que lo digan los centros de las nuestras ciudades 
Los centros de las nuestras ciudades ya no hieden a estiércol 
aunque en ellos florezcan otras pestes 
y mientras miro atenta ciudad desde arriba 
hay un viento acá —es tan alto— y mis huesos duelen desde adentro. 
Es invierno y el invierno nos llena de frío, de dudas y de huesos 
De si cuando llegaron en esta ciudad 
los primeros habitantes
mucho antes de ser una ciudad
mucho antes de haber habitantes 
cuando allá descansaron —porque aún no era 
aquí— ¿la ciudad no allá empezó cerca del río?— 
un hombre y una mujer se comieron 
—como nosotros también— es inevitable— 
encontraremos ciudades 
por fecundar.




otros poemas de Júlia de Carvalho Hansen



O futuro? Tem orelhas,
mas é surdo. E é manco.
Se arrasta, sem espanto
mais alheio do que lúcido
com o nosso despreparo.

Se fosse um deus amava o humano mas, como não existe,
o futuro tem de amansar seus ventos, marcando as peles,
as montanhas. Sendo um gênio, não é um exército
de cronogramas, nem de antecipações.

Tem firmeza de flor. E é
invisível, reconhecido
por seus efeitos de brisa,
furacão. Nunca adiado.
Não tem nada a ensinar
no entanto é um mestre
dizem os esgrimistas,
os observadores de saltos,
os gatos também
aprendem certos truques com ele.

E se ama os despreparados
lhe sabem tanto os que fazem
quanto os que esperam.
Os otimistas valem mais
valem quanto?
Cem bifurcações,
sucessivas gerações
de bem aventurados
que topam em pedras,
cicatrizam e correm
bem alimentados
com fome de mais
alimento.

São seus sinais
os imprevistos, os cavalos
os pontos cardeais
os cinco sentidos
e os setes buracos da cabeça.

***

Estou sempre a espera de ver.
Vou na frutaria de olhos muito abertos
vez em quando meus ombros se fecham
quando muito chama a ver. Temem o fogo
que se alastra entre estalos nas estruturas.

Preciso dissolver um pouco dos vigiantes olhos
para encontrar todos os olhares que tenho por onde.
É assim que vejo também a confusão.
A confusão tem algumas coisas para me ensinar.
Essa pouca relação é a nossa.
Meu esteio é claro quando estou pisando
meu chão diamantado de dentes
de cada animal que comi para me tornar
humana. E assim poder dizer.

Mas eu sei
sou tão pontual
nasci para esperar
os deuses não.
Dia desses
ganharei outra velocidade.
Serei planta.
E hei de continuar
iluminada
pela água.

***

É preciso recriar o acontecer. Dispor
de lãs para o inverno
ouvidos para as mensagens
e peles para marcar os sinais
com a ponta do dedo em brasa.
É preciso saber
as regras dos jogos
como extrair os venenos
e que palavras abrem portas
nas orações que ainda não foram compostas.

É preciso retomar a saída da cidade
alimentar os estrangeiros chegados na madrugada
e que depois de terem os pés lavados
acenderam suas fogueiras.
Fornecemos mais do que gravetos e faíscas em gel
mas também papel para que ardessem
ou escrevessem as técnicas de suas civilizações
nas quais o vento tem outros significados
pois as asas de seus deuses batem desde o oeste
e por aqui todos sabem que os deuses vem da América do Sul.

Os estrangeiros às vezes têm ideias estúpidas
mas não vamos protegê-los de si mesmos
preciso é retirá-los de perto da falésia
para que não caiam nem decidam partir.
É preciso dar a eles a agricultura
pois são o ventre deste país
embora não saibam trazer a chuva
pelo menos respeitam as pragas
e evitam as devastações.

É preciso aquecer os músculos e hidratar a garganta
dar escudos duros e afiar as lanças dos que combatem
protegendo as pedras que dão água.
É preciso não salvar os mortos
mas limpar as ruínas de suas guerras
sem arrancar as ervas daninhas.
É preciso fornecer plantas para a sombra
e luzes no lugar dos olhos
daqueles que perderam a cabeça.
É preciso acolher os feridos
e deitar sal e cinzas
nos seus ferimentos.
É preciso acalmá-los.
E acalmá-los é dar guarida ao breu em que estão.





Seiva veneno ou fruto é um livro com 27 poemas, escritos entre 2013 e 2015. Discutindo a possibilidade de transcendência da realidade, o livro funciona como um objeto cíclico, ritual incluído na ausência de títulos dos poemas, que funcionam como cantos sempre a reverberar. É um livro espiritual, onde luz e sombra são polaridades constantes, assim como a experiência de elementos e processos naturais como o vento ou tentativas de entender a morte. Seiva veneno ou fruto amplia o espectro de conhecimento questionando: como a poesia pode dialogar com deuses, vegetais e animais?

“O futuro? Tem orelhas,
mas é surdo. E é manco.
Se arrasta, sem espanto
mais alheio do que lúcido
com o nosso despreparo.

Se fosse um deus amava o humano, mas como não existe
o futuro tem de amansar seus ventos, marcando as peles,
as montanhas. Sendo um gênio, não é um exército
de cronogramas, nem de antecipações.

Tem firmeza de flor. E é
invisível, reconhecido
por seus efeitos de brisa
furacão. Nunca adiado.
Não tem nada a ensinar
no entanto é um mestre
dizem os esgrimistas
os observadores de saltos
os gatos também
aprendem certos truques com ele.

E se ama os despreparados
lhe sabem tanto os que fazem
quanto os que esperam.
Os otimistas valem mais
valem quanto?
Cem bifurcações,
sucessivas gerações
de bem-aventurados
que topam em pedras
cicatrizam e correm
bem alimentados
com fome de mais
alimento.

São seus sinais
os imprevistos, os cavalos
os pontos cardeais
os cinco sentidos
e os sete buracos da cabeça.”












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MAR BECKER [20.185]

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MAR BECKER 

(Marceli Andresa Becker, nació en Passo Fundo, Brasil en 1986). Estudió Filosofía en la Universidad de Passo Fundo e hizo un posgrado en Epistemología y metafísica en la Universidad Federal da Fronteira-Sul. Vive en Sao Paulo (Brasil). Ha publicado un pequeño libro (plaqueta) intitulado Perséfone. Fue profesora de la enseñanza básica de filosofía. Actualmente trabaja como artesana de muñecos de croché.

Traducciones de los poemas por Allyne Florentino.

Poemas


[Sin título] 

las niñas tristes se apoyan en los antepechos de las ventanas 

y duermen 

los habitantes de la ciudad piensan que ellas son cosas con 
las que sueñan las propias ventanas 

y que soñar es un tipo de desbordamiento 

de cabellos



[Sem título] 

as meninas tristes se escoram nos parapeitos das janelas 

e dormem 

os moradores da cidade pensam que elas são coisas com 
as quais as próprias janelas sonham 

e que sonhar é um tipo de transbordamento 

de cabelos



[Sin título] 

supe que las hermanas carmelitas hacen votos de silencio. 
y que una vez silenciosas se ponen a trabajar secretamente 
en la invención de un tipo particular de levedad. Adelgazan 
mucho y por la noche dan a luz arañas blancas. sé que 
llegará el día en que sus bocas serán tan leves que se 
descolgarán de sus maxilares de calavera cósmica y echarán 
devaneos en el aire, autónomas. como hendidura en humo de incienso



[Sem título] 

soube que as irmãs carmelitas fazem votos de silêncio. e 
que uma vez silenciosas passam a trabalhar secretamente 
na invenção de um tipo particular de leveza. emagrecem 
muito e durante a noite dão à luz aranhas brancas. sei que 
chegará o dia em que suas bocas serão tão leves que se 
soltarão de seus maxilares de caveira cósmica e devanearão 
pelo ar, autônomas. como fendas em fumaça de incenso



Perséfone 

(poema de cinco partes) 

Parte I 

pienso en la mujer que es inaccesible como una estrella de 
sal. un cáliz, una llaga en backing vocals en el caer de las 
horas. pienso en la mujer que piensa en la palabra 

y la palabra se hace poco a poco en las bocas de las 
demás mujeres. con la materia de las flores sonámbulas 
y del marfil. 


Parte II 

sueño o asedio lunar, 
niñas 

que se apartan de si mismas, 

niñas que flotan como lámparas mortuárias alrededor de 
las muñecas. después bajan para besarlas en la frente e 
imantar sus cuerpitos de paño con relámpagos. 


niñas que no hablan, flacas, 
inaccesibles,
tantas niñas, y son altas, y huelen a algodón y lágrimas. 

en los cabellos una niebla de telarañas. en la piel las 
señas en siete eclipses: luna ilícita, lisérgica. la sombra en 
el pubis, en el ano, en los huecos de las axilas. una única 
y misma noche traspasa los siglos por la boca de las madres 
hasta la boca de las niñas, 

y de las niñas a las muñecas, 

en un difícil proceso de perpetuación 
del hambre.




Perséfone 

(poema de cinco partes) 

Parte I 

penso na mulher que é inacessível como uma estrela de 
sal. um cálice, uma chaga em backing vocals no cair das 
horas. penso na mulher que pensa na palavra e a palavra 

se faz aos poucos nas bocas das demais mulheres. 
com a matéria das flores sonâmbulas e do marfim. 


Parte II 

sonho ou assédio 
lunar, 

meninas que se desgarram de si mesmas, 

meninas que flutuam como abajures mortuários em torno 
das bonecas. depois se abaixam para beijá-las na testa e 
imantar seus corpinhos de pano com relâmpagos. 


meninas que não falam, magras, 
inacessíveis,
tantas meninas, e são altas, e cheiram a algodão e lágrimas. 

nos cabelos um nevoeiro de teias de aranha. na pele os 
sinais em sete eclipses: lua ilícita, lisérgica. a sombra no 
púbis, no ânus, nos covis das axilas. uma única e mesma 
noite atravessa os séculos pela boca das mães até a boca 
das meninas, 

e das meninas às bonecas, 

num processo difícil de perpetuação 
da fome.



[De los pájaros] 

(poema de seis partes) 

Parte I 

la palabra surge en sostenido 

en las puntas de los dedos

las cortinas de tul crean teorías de la conspiración para 
explicar la intocabilidad de las cosas

ideas de pájaros entran en el curso de lo que respiro 

secretas 

iluminan mis alvéolos



[Dos pássaros] 

(poema de seis partes) 

Parte I a palavra surge em sustenido 

na ponta dos dedos

as cortinas de voal criam teorias da conspiração para explicar 
a intocabilidade das coisas

ideias de pássaros entram no curso do que respiro 

secretas 

iluminam meus alvéolos




De las hermanas 

(poema de 11 partes) 

Parte I 

el fuego 
levantarse de los desfiladeros 
el cuerpo 

como si las partituras regresaran al misterio de las manos 
a la quiromancia de los llamados 


Parte II 

comer este pan y tomar este vino antihorario 
mi cuerpo y mi sangre 


Parte III 

estudiar la deambulación de las lenguas 
el momento en que serpentinan y giran alrededor 
de la palabra 
el momento en que proyectan en la piel de la palabra su teatro de sombras 


Parte IV 

la muerta abre su boca de linterna
la muerta es una lámpara que sueña con paisajes de ombligos como móviles 
en la cuna 


Parte V 

sueño que las uñas de mis manos crecen además del normal 
inoxidables 

ganchos donde podría colgar 
vísceras 
de hombre 

(el peso) 

cargarlas de allí para acá 
(el amor) 

como una carnicería ambulante 


Parte VI 

regresan a la mansión con lamparillas gravitando 
alrededor de la cabeza 
mis hermanas muertas, gravitando alrededor de sus nombre vacíos 
como si fueran decirlos



Das irmãs 

(poema de 11 partes) 

Parte I 

o fogo 
erguer-se dos desfiladeiros 
o corpo 

como se as partituras regressassem ao mistério das mãos 
à quiromancia dos chamados 


Parte II 

comer este pão e tomar este vinho anti-horário 
meu corpo e meu sangue 


Parte III 

estudar a deambulação das línguas 
o instante em que serpentinam e giram em torno 
da palavra 
o instante em que projetam na pele da palavra seu teatro de sombras 


Parte IV 

a morta abre sua boca de lanterna
a morta é um abajur que sonha com paisagens de umbigos como móbiles 
no berço 


Parte V 

sonho que as unhas de minhas mãos crescem mais que o normal 
inoxidáveis 

ganchos onde eu poderia pendurar 
vísceras 
de homens 

(o peso) 

levá-las de lá para cá 
(o amor) 

como um açougue ambulante 


Parte VI 

regressam à mansão com lamparinas gravitando 
em torno da cabeça 
minhas irmãs mortas, gravitando em torno de seus nomes vazios 
como se fossem dizê-los





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NATHALIA CAMPOS [20.186]

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Nathalia Campos

Nathalia Campos (Belo Horizonte, Brasil  1986). Profesora, revisora, escritora y cantante. Magíster en Estudios literarios por la ufmg. Posee publicaciones em antologías, revistas y periódicos regionales y nacionales. Desinfinito es su primero libro, todavia inédito.


Traducciones de los poemas por Luíza Santana Chaves.

Poemas


Véspera 

A noite traz o medo 
dos gatos pardos 
dos objetos não claros 
dos poetas pequenos 
do sono miúdo 
do sonho cifrado 
da alma escura 
da lógica suspensa 
do inimigo oculto 
da culpa esquecida 
do desastre futuro 
do amém da língua 
da sutura cega 
da fome importuna 
do membro flácido 
do dinheiro curto 
da glória fria 
do passo em falso 
do pé no buraco 
da sombra sinistra – 
do dia seguinte



Víspera 

La noche trae el miedo 
de los gatos pardos 
de los objetos no claros 
de los poetas pequeños 
del sueño menudo 
del sueño cifrado 
del alma oscura 
de la lógica suspendida 
del enemigo oculto 
de la culpa olvidada 
del desastre futuro 
del amén de la lengua 
de la sutura ciega 
del hambre importuna 
del miembro flojo 
del dinero corto 
de la gloria fría 
del paso en falso 
del pie en el agujero 
de la sombra siniestra – 
del día siguiente



Decadência 

O poeta-Clichê grassa 
e me desespera 
tabagista 
insone 
cachaceiro 
cafeólatra 
ainda mete política 
no meio do meu P.F. 
que nada tem com a história 

O poeta-Afetação 
abjurou a poesia 
a mulher desmamada 
as folhas na relva 
e as gentes, a quem mal sobrou o pão 

O Poeta da Mais Alta Torre 
morreu algures, doce maldito, com Rimbaud 
com licor báquico e barquinho 
dele só ficou o maldito 
(com vinho chapinha) 
ameaçando suicídio do Edifício Maleta 
e da Amada Inefável 
eu 
tentando versar sobre as belezas da vida 
e repetindo que 
“homem não chora”



Decadencia 

El poeta-Cliché se propaga 
y me desespera 
tabaquista 
insomne 
borracho 
cafeólatra 
incluso mete política 
en el medio de mi comida 
que nada tiene con la historia 

El poeta-Afectación 
renegó la poesía 
la mujer destetada 
las hojas en la hierba 
y las gentes, a quienes poco les sobró el pan 

El poeta de la Más Alta Torre 
murió en algún lugar, dulce maldito, con Rimbaud 
con licor báquico y barco 
de él, solo quedó lo de maldito 
(con vino ordinario) 
amenazando suicidio del Edificio Maleta 
y de la Amada Inefable 
Yo 
tratando de versar sobre las bellezas de la vida 
y repitiendo que 
"hombre no llora"



Ela 

O velho jura que americano nunca pisou 
o louco reza que é prata purinha 
Alice declara o sorriso de um gato balofo 
Li Po bebe na água o seu reflexo 
o poeta frequenta um cacareco inevitável
mas a criança que a surpreende no céu 
crescente 
refestelada-braços-na-nuca 
ou acompanhante 
pela janela do carro 
claraboia em andantino 
me convence 
de que quem não tem cão 
caça com a lua



Ella 

El viejo jura que nunca la pisó el estadounidense 
el loco reza que es la más pura plata 
Alice declara ser la sonrisa de un gato gordo 
Li Po bebe en el agua de su reflejo 
el poeta frecuenta a un basurero inevitable 
pero el niño que la sorprende en el cielo 
creciente 
recostado-brazos-en-el-cuello 
o acompañándole 
por la ventanilla del coche 
claraboya en andantino 
me convence de que el que 
no tiene perro 
caza con la luna



Edênico 

A língua desmemoriada repete que ama 
de onde vem essa palavra antiga, que navega, impossível, o som? 
amar é uma palavra sem ninguém dentro 
com um gosto antigo de fome



Edénico 

La lengua desmemoriada repite que ama 
De dónde viene esa palabra antigua, que navega, imposible, el sonido? 
amar es una palabra sin nadie dentro 
con un gusto antiguo de hambre



Concerto 

Se o poema escapa 
são as palavras que me desaprendem 
me rondam 
confusas e estrídulas 
como damas de companhia de rainha exótica 
me tocam as partes 
me provam lágrima e sexo 
descobrem a maquinaria silenciosa dos órgãos 
– púrpura, vermelho e Dionísio garganta adentro – 
procuram ler a dessemelhança tranquila das mãos 
as veias 
escritas sob a pele 
em insuspeitado alfabeto 
e as linhas que riscam 
este templo no espaço 

Sou seu livro de cabeceira 
enquanto nos destinar 
em mútuo contrato 
a eternidade provisória 
enfim me perguntam 
– as palavras – 
e sem me saber 
gritam 
incrédulas 
sob a luz opaca das ciências ocultas 
repetem meu nome 
e ele é Silêncio



Concierto 

Si se escapa el poema 
son las palabras que me desaprenden 
rodeándome 
confundidas y estridentes 
como damas de alcoba de reina exótica 
me tocan el cuerpo 
me prueban las lágrimas y el sexo 
descubren la maquinaria silenciosa de los órganos 
– púrpura, rojo y Dionisio garganta adentro – 
buscan leer la tranquila disimilitud de las manos 
las venas 
escritas bajo la piel 
en insospechado alfabeto 
y las líneas que rascan 
este templo en el espacio 

Soy su libro de cabecera 
mientras nos destinemos 
de mutuo acuerdo 
a la eternidad provisional 
por fin me preguntan 
- las palabras -
y sin saberme 
gritan 
incrédulas 
bajo la tenue luz de las ciencias ocultas 
repiten mi nombre 
y él es Silencio







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REUBEN DA ROCHA [20.187]

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REUBEN DA ROCHA 

(Sao Luís, Brasil  1984)

Apodado Cavalodadá. Publicó los libros Miragem no olho aceso, As aventuras de cavalodadá em + realidades q canais de TV (2013), Na curva da cobra nos cornos do touro no couro do tigre na voz do elefante (2015), y lo más reciente Siga os sinais na brasa longa do haxixe (2016), una ficción seriada en seis fascículos. Actualmente, vive en Sao Paulo.


Traducciones de los poemas por Clarisse Lyra.

Poemas


ATORDOANTE DERRETER descendo escadas feitas do primeiro ar do dia 
rotação brutal dos ventos santos brutal força vento guia 
florações abrasivas d baixo das pupilas 
evapora a tua volta sol sem hora fumaça fazendo forma 
elevando-se em ti adiante chão nascente dos teus pés tubérculos 
antro d astros umidade fértil 
1 jeito de corpo tido como bruxaria 
1 incisão no dia a dia 
só diz a verdade na própria gíria 
e bebe e fuma e se regozija 
dizeres mágicos levados junto ao peito embaixo da camisa




ATOLONDRANTE DERRETIR descendiendo escaleras del primer aire del día 
rotación brutal de los vientos santos brutal fuerza viento guía 
floraciones abrasivas bajo las pupilas 
evapora sol sin hora humo haciendo forma 
elevándose en ti adelante suelo naciente de tus pies tubérculos 
antro de astros humedad fértil 
1 manera del cuerpo vista como brujería 
1 incisión en el día a día 
sólo dice la verdad en la jerga misma 
y bebe y fuma y se regocija 
decires mágicos llevados junto al pecho bajo la camisa





A PERDA ESTÁ contida na possibilidade da perda 
está p/ quem a possui como a coisa 
q tbm a coisa 
q ainda possui 
caixa 
pares d sapato 
graus d febre 
quem sabe q vai vive a partida 
+ vemos em volta como estrelas são vistas 
do retrovisor 
do futuro 
+ se olhamos p/ fora 
estamos olhando p/ trás no tempo 
através da história 
do universo e depois dalg1 tempo 
chegamos ao big bang




LA PÉRDIDA ESTÁ contenida en la posibilidad de la pérdida 
está para quién la posee como la cosa 
q también la cosa 
q todavía posee 
caja 
pares d zapato 
grados d fiebre 
quién sabe q va vive la partida 
pero vemos alrededor como estrellas son vistas 
del retrovisor 
del futuro 
pero si miramos hacia afuera 
estamos mirando hacia atrás en el tiempo 
a través de la historia 
del universo pero después de alg1 tiempo 
llegamos al big bang




NEM SEMPRE lembro 
d aparar as unhas 
desato mistérios 
c/ a msm entrega 

no céu aberto da boca 
o rapto do peixe 
no bucho da gaivota 

1 ouvido 
na concha na areia 1 língua 
ai 
na orelha 
aí 
a vida 
ñ tem 
volta 

a semente se abriu c/ o raio 

bonito é o cheiro d cerveja 
d manhã na rua 
luzente 
1esquina sequer 
sem coveiros neste 
vasto cemitério 
indígena 
instintiva 
a crença d q o universo
todo é 1 tatuagem 
na concha 
preta + pérola 
do umbigo 
d meu 
bem 

veio 
cedo 
o dom 
da rápida mudança 

o ritmo q a morte marca 
o ritmo q a morte 
rompe urubu rasante 
rebobina o fio do 
horizonte





NO SIEMPRE me acuerdo 
de cortar las uñas 
desato misterios 
con la misma entrega 

en el cielo abierto d la boca 
el rapto del pez 
en el pancho de la gaviota 

1 oído 
en la concha en la arena 1 lengua 
ay 
en la oreja 
ahí 
la vida 
no tiene 
vuelta 

la semilla se abrió con el rayo 

hermoso es el olor de cerveza 
por la mañana en la calle 
luciente 
1 esquina siquiera 
sin sepultureros en este 
vasto cementerio 
indígena 
instintiva 
la creencia d q el universo
entero es 1 tatuaje 
en la concha 
negra + perla 
del ombligo 
de mi 
cariño 

temprano 
el don 
de la rápida mudanza 

el ritmo que la muerte marca 
el ritmo que la muerte rompe 
buitre rasante 
rebobina el hilo del 
horizonte





O APOSENTADO GREGO d 77 anos suicidou-se 
ontem perto do parlamento do país 
disse era o único final digno 
possível p/ mim n1 Grécia em severa crise 

baleou a cabeça debaixo d 1 árvore 
a mídia local 
o identificou como Dimitris 
Christoulas 

o velho farmacêutico 
deixou 1 bilhete 
escrito à mão dizia 
dado q ñ tenho 
idade 
p/ responder c/ a ação 
ñ imagino outra forma d luta qqr 
a ñ ser 1 final digno 
antes d comer lixo 

a ñ ser 1 final digno 
antes d comer lixo (4x)





EL JUBILADO GRIEGO d 77 años se suicidó 
ayer cerca del parlamento del país 
dijo era el único final digno 
posible para mí en 1 Grecia en severa crisis 

disparó en la cabeza bajo un árbol 
la prensa local 
lo identificó como Dimitris 
Christoulas 

el viejo farmacéutico 
dejó un billete 
escrito a mano decía 
puesto que no tengo 
edad 
para responder con la acción 
no imagino otra forma de lucha cualquiera 
que no sea 1 final digno 
antes de comer desperdicios 

que no sea 1 final digno 
antes de comer desperdicios (4x)




ORNETTE COLEMAN desceu a esse planeta 1 dia 
c/ 1 criança despida d espécie no colo 
soprando o ar agudo da trombeta solo 
marulho lança das noites acesas 
dançando à beira dos buracos negros 
sendo capaz d sugar impurezas as 
energias cabulosas estranhas 
Ornette Coleman desceu a montanha 
vestido em roupas d’água + cascas d’árvore 
certos sinais 
cristais comuns 
flores crespas 
seguro dos poderes amplos da empatia 
a criança contempla + a onça 
aconselha




ORNETTE COLEMAN descendió a ese planeta 1 día 
con 1 criatura desprovista de especie en el regazo 
soplando el aire de la trompeta solo 
marullo lanza de las noches encendidas 
danzando al borde de agujeros negros 
siendo capaz de chupar impurezas las 
energías siniestras extrañas 
Ornette Coleman descendió la montaña 
vestido en ropas d agua + cáscaras d árbol 
ciertas señales 
cristales comunes 
flores crespas 
seguro de los poderes amplios de la empatía 
la criatura contempla + el jaguar 
aconseja












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THIAGO E [20.188]

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Thiago E 

(Teresina, Brasil 1986). Graduado en Letras por la ufpi. Es editor de la revista Acrobata. Poeta de testes, músico, compositor y layoutman. Autor de Cabeça de Sol em Cima do Trem (libro y disco). Integra la banda Validuaté, con la cual ha lanzado los álbumes Pelos Pátios Partidos em Festa, Alegria Girar, Este Lado Para Cima e Validuaté ao vivo —dvd y cd. 



Traducciones de los poemas por Luis Aguilar.

Poemas


Escuro 

o que surgiu primeiro e criou tudo, uns dizem o silêncio – 
outros o escuro; não foi boom de big bang brilho puro, 
nem foi uma explosão chamada deus; as coisas corpo cosmo 
e o que nasceu tem bem menos de luz e mais de breu; repara 
o natural nesse universo: basta piscar e a noite vem pra perto; 
no céu matéria escura por completo; o sol e um dia só 
vai se apagar; tanta lâmpada engana a noite cá, mas a luz 
cumpre um prazo pra durar; em breve o truvo volta pro seu 
ponto, mostrando o breuniverso em que me encontro – 
somente o escuro fica infindo assombro; o que criou todo 
esse espaço em curso (calor e o modo orgânico no mundo) 
uns dizem o silêncio – outros o escuro; parecem ter surgido 
os dois juntos – um bloco concentrado cego e surdo – e vão 
permanecer princípio e fim de tudo: começo de um gorgulho, 
gente ou susto, o impulso do esculêncio ou silenscuro




Oscuro 

lo que surgió primero y creó todo, unos dicen silencio – 
otros, oscuro; no fue un big bang de brillo puro, 
ni una explosión llamada dios; las cosas cuerpo cosmos 
y lo que nació tuvo menos de luz y más de brea; repara 
en lo natural de ese universo: basta parpadear y la noche se acerca; 
en el cielo materia oscura por completo; el sol un dia solo 
habrá de apagarse; tanta lámpara engaña a la noche aquí, pero la luz 
cumple un ciclo; en breve el truco vuelve a su 
principio, mostrando el breuniverso en que me encuentro – 
solamente queda el infinito, oscuro asombro; lo que creó todo 
ese espacio en curso (calor y modo orgánico del mundo) 
unos dicen silencio – otros, oscuro; parecen haber surgido 
los dos juntos – un bloque concentrado, ciego y sordo – 
y permanecerán principio y fin de todo: comienzo de un gorgojo, 
gente o susto, el impulso de oscurlencio o silenoscuro.





Muro 

o que há dentro do muro não é assim tão bruto ; um 
pensamento sofre na argamassa que lhe cobre ; angústia 
o muro sente, desde antigamente : é cego todo sempre 
e só sabe apartar gente. há pouco ouviu do chão, com voz 
de escuridão, que existem as paredes – rijas tal qual ele ; 
a diferença é que elas têm uma janela, e assim, pela janela, 
a parede enxerga. janela é uma abertura – não dói, 
não sutura ; buraco sem reboco movendo-se no corpo 
( se a obra tem janela, parede é o nome dela ) cimento 
e cal sem furo julgam ser um muro. o muro, truvo e mudo, 
pensa e pensa em tudo : sair daquele escuro e ver a luz 
do mundo, deixar de ser um muro abrindo em si um furo 
ainda que esse corte lhe tombe à nula sorte – não sabe 
como, ainda, mudar a sua química ( rejeita a vil certeza 
de não ter vista acesa ) deseja em seu chapisco, sim! 
correr o risco de ter a pele aberta e sentir o que é a janela; 
e mesmo sem saber como vai ser outro ser, o muro quer 
saída, mudar, mover a vida – quer nem que seja a ida da 
simples dobradiça ; ou algo do porvir que lhe tire deste aqui





Muro 

lo que hay dentro del muro no está en bruto; un 
pensamiento sufre en la argamasa que lo cubre; angustia 
el muro siente, desde siempre: siempre ha sido ciego 
y sabe sólo separar la gente. hace poco escuchó del suelo, 
con voz de oscuridad, que existen las paredes – rígidas como el; 
la diferencia es que ellas tienen ventanas y así, por las ventanas, 
la pared se asoma. ventana es una abertura – no duele, no 
sutura; agujero sin yeso moviéndose en el cuerpo 
(si la obra tiene ventana, pared y nombre de ella) cemento
y cal sin hoyo juegan a ser muro. el muro, truco y mudo, 
piensa y piensa en todo: salir de aquel oscuro y ver la luz 
del mundo, dejar de ser un muro abriendo en sí un agujero 
aunque ese corte le traiga mala suerte – no sabe 
como cambiar su química (rechaza la vil certeza 
de no tener la vista ardiente) desea en su enjarre, sí, 
correr el riesgo de tener la piel abierta y sentir lo qué siente una ventana; 
y sin saber como será ser otro ser, el muro quiere 
salida, cambiar, mover la vida – quiere aunque sea el ir 
de viaje de la simple visagra; o algo porvenir que le saque de este aquí.





Língua 

a língua é um triste molusco, chora um pranto negro 
e escuro (molusco triste é essa língua) lembra e lambe 
sua dor fina; dentro da boca, tal molusco chora a falta 
do seu casco: quer de volta o tempo justo, voltar pra lenda 
do passado; lenda velha, antes da boca, tinha concha e casa, 
escudo e força, mas, num mistério da matéria, perdeu a parte 
mais eterna – se fez só língua e se desintegra; a língua é 
um triste molusco já sem esperança, no escuro, de reaver 
seu casco, ter futuro, resigna-se com riso de chumbo; 
como lhe resta ser mesmo língua, linguagem motor 
– sempre e ainda – é na boca pá e palavra ( fala igual 
como quem cava ) cava com o corpo um liso assoalho 
– chão de carnes gêmeas, molhado, buscando na cabeça 
o antigo casco: roupa e casa, escudo e agasalho; a língua é 
um triste molusco, já não sabe se é carne ou um soluço 
– sem concha, se reinventa no escuro – sem cara, 
existe feito um espectro espasmo movimento um obgesto





Lengua 

la lengua es un triste molusco, llora un luto negro 
y oscuro (triste molusco es esa lengua) recuerda y lame 
su dolor fino; dentro de la boca, el molusco llora la falta 
de su casco: quiere de vuelta el tiempo justo, volver a la leyenda 
del pasado; leyenda vieja, antes de la boca, tenía concha y casa, 
escudo y fuerza, mas, en un misterio de la materia, perdió la parte 
más eterna – se hizo sólo lengua y se desintegró; la lengua es 
un triste molusco ya sin esperanza, en lo oscuro, de recuperar 
su casco, tener futuro, se resigna con sonrisa de plomo; 
como no le queda ser sino lengua, lenguaje motor 
– siempre y todavía – es en la boca pala y palabra (habla como 
quien cava) cava con el cuerpo un piso plano 
– suelo de carnes gemelas, mojado, buscando en la cabeza 
un casco antiguo: ropa y casa, escudo y cobijo; la lengua es 
un triste molusco, ya no sabe si es carne o un sollozo 
– sin concha, se reinventa a oscuras – sin rostro, 
queda hecho un espectro espasmo movimiento un obgesto.





Orelha 

1. é uma casa na cabeça – encerada e sem madeira não tem 
porta para entrar: recebe a ressonância e esse som reside lá. 
2. clareia o ir do cego – seu sentido mais aberto. e mostra-lhe 
a cara do barulho ali por perto. 3. maquinaria que me deixa 
ereto. 4. canteiro de obras – estribo martelo bigorna. 5. caixa 
do tímpano aos cuidados do otorrino. 6. vontade não te põe 
em pé – e sim o interno ouvido. 7. quem tem transtorno de 
equilíbrio passa a se preocupar com isso. vai aprender 
palavra nova no hospital: vectonistagmografiadigital. 8. 
Com vertigem e mal estar, suplica algo pra amparar. mas onde? 
não há nada com o que se pareça: é uma queda dentro da 
própria cabeça. 9. reabilita o labirinto – deitado, em pé, 
sentado – com roupas confortáveis – pra cima, pra baixo. 
10. você precisará fixar o olhar – é o gancho para agarrar. 
11. piracetam e cinarizina ajudam na circulação central três 
vezes ao dia. 12. sua freqüência se distancia da violência da 
microfonia. 13. mora também em página de livro antigo, mas 
essa não sabe dos brincos. 14. lugar pra compor o segredo de 
liqüidificador. 15. criança danada tinha a orelha puxada pra 
lembrar do certo – diz a história: a orelha é da deusa memória. 
16. onde começa o saber. 17. ultraleve.
18. é concha sem mar na praia da pele e sob o cabelo 
espera um gesto que a revele



Oreja 

1. es una casa en la cabeza – encerrada y sin madera no tiene 
puerta de entrada: recibe la resonancia y ese sonido reside allá. 
2. aclara el caminar del ciego – su sentido más abierto. y le muestra 
la cara del barullo cerca. 3. maquinaria que me deja 
erecto. 4. tarima de obras – estribo, martillo, yunque. 5. caja 
de tímpano al cuidado del otorrino. 6. la voluntad no te pone 
en pié – sino el oído interno. 7. quien tiene problemas de 
equilibrio se preocupa por eso. va a aprender una 
palabra nueva en el hospital: vectonistagmografíadigital. 8. con 
vértigo y malestar, suplica algo para afianzarse. ¿pero dónde? 
no hay nada con que se pueda comparar: es una caída dentro de la 
propia cabeza. 9. rehabilita el laberinto – dejado, en pie, 
sentado – con ropa cómoda – para arriba, para abajo. 
10. necesitarás fijar o mirar – es una agarradera. 
11. piracetam y cinarizina ayudan a la circulación central tres 
veces al día. 12. su frecuencia toma distancia de la violencia de la 
microfonía. 13. mora también en páginas de libro antiguo, pero 
no sabe de pendientes. 14. lugar para componer un secreto de 
liquidificador. 15. niño perjudicado tenía la oreja tirada para 
recordar bien – dice la historia: la oreja es de la diosa memoria. 
16. donde comienza el saber. 17. ultraleve.
18. es concha sin mar en la playa de la piel y bajo el cabello 
espera un gesto que la revele.




Pressa 

a pressa traz nos braços sua bagagem de atrasos; distribui 
de bom grado relógios enferrujados; engorda na avenida 
e ergue novos obstáculos; a pressa pintou-se moça e diz 
dar conta do recado ; chegou cedo e abriu a fábrica pro 
operário; a mil por hora faz máquinas muito rápido; 
a pressa medida com fita métrica tem tamanho de 
máximo; corre com as pernas bem abertas empurrada 
pelo horário; não descansou com o funcionário e acendeu 
o asfalto; a pressa abraça as ruas, os telhados, mas não 
se vê tentáculos; ajudou a motorista a jantar, a juntar 
o salário; a pressa mostra a pá com a qual enterrará 
o passado; acabou com a festa dos pássaros no mato; 
não seca o suor na testa do trabalho forçado; se fez 
sangue e força destes dias, destes maios; constrói a época 
em que mais nada é acabado; a pressa e trinta inícios por 
segundo por projetos ávido; a pressa apenas, e apenas por 
pressa e princípios tem apreço; a pressa só, sem limites, 
sem finais, sem desfecho – só começo:




Prisa 

la prisa trae en los brazos su equipaje de retrasos; distribuyó 
de buen grado relojes oxidados; engorda la avenida 
y yergue nuevos obstáculos; la prisa se pintó de niña y dice dar 
cuenta del recado; llegó temprano y abrió la fábrica al 
operario; a mil por hora construye máquinas muy rápido; 
la prisa medida con cinta métrica tiene tamaño máximo; 
corre con las piernas bien abiertas empujada 
por el horario; no descansó con el funcionario y ascendió 
el asfalto; la prisa abraza las calles, los tejados, mas no 
tiene tentáculos; ayudó al chofer a comer, a juntar 
el salario; la prisa muestra la pala con que enterrará 
el pasado; acabó con la fiesta de los pájaros en el arbolado; 
no seca el sudor a la cabeza del trabajo forzado; se hace 
sangre y fuerza de estos días, de estos mayos; construyó la época 
en que nada es terminado; la prisa es treinta inicios por 
segundo por proyectos ávido; la prisa apenas, y apenas por 
prisa y principios tiene aprecio; sólo la prisa, sin límites, 
sin finales, sin resultado – sólo iniciando:








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SALLY VAN DOREN [20.189]

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Photo: Star Black



SALLY VAN DOREN

Sally Van Doren (nació y creció en St. Louis, Missouri, EE.UU.). Estudió en la Academia Phillips y en la Universidad de Princeton, además de recibir el MFA de la Universidad de St. Louis Missouri. Van Doren mereció en 2007 el Premio Walt Whitman por su primer libro titulado Sex at Noon Taxes. Su tercer libro de poemas, Promise, será lanzado en agosto de 2017. Sally enseña en la calle 92 en Nueva York.

Premios 

Van Doren recibió el Premio Walt Whitman 2007 de la Academia de Poetas Americanos por su primera colección de poemas, "Sex at Noon Taxes", que fue publicado en la primavera de 2008 por LSU Press.

Fue semifinalista en el 2006 "Discovery" / The Nation Poetry Contest.

Van Doren recibió el Premio Kenneth O. Hanson en 2013 de la revista Hubbub por su poema, “Color Theory.”.  Es ganadora del Premio Loy Ledbetter del Centro de Poesía de San Luis. También fue finalista en el Premio Poets Out Loud en 2012-2013. 

Obras 

"Roadside Condo Unit # 4; On Belay" . Homestead Review . Hartnell College. 18 (1). Fall–Winter 2001.
"Bagged; Girlhood" . 2river review . 11.2 . Winter 2007.
"All, Free, Clear; Fight" . 2river review . 11.4 . Summer 2007.
"Metronome", Verse Daily
Van Doren's poetry has also been published in several magazines and journals, including American Letters and Commentary, Cimarron Review, 5AM, Hubbub, Lumina, Mudlark, The New Republic, The Normal School, poets.org, Rhino, South Carolina Review, Tinge, Valparaiso Poetry Review, and Western Humanities Review. 

Libros de poesía 

Sex at Noon Taxes . Louisiana State University Press. March 2008. ISBN 978-0-8071-3311-8 .
Possessive . Louisiana State University Press. December 2012. ISBN 978-0-8071-4488-6 .



La traducción de los poemas es de Adalberto García López.
http://circulodepoesia.com/2017/06/american-poetry-sally-van-doren/



Thief

I remember the hour
you stole time from me

and here in these late pages
I try to collect back

the kisses in the parking lot
that erased my history

next to that green F-150
when you became my future.




Ladrón

Me acuerdo del momento
en que robaste mi tiempo

y en estas páginas ulteriores
trato de recuperar

los besos del estacionamiento
que borraron mi historia,

al lado de aquel F-50 verde,
cuando te convertiste en mi futuro.





Anxiety of Influence

My friend, Wendy, no,
she’s not anyone you might
have heard of, at least not
a famous poet whose name
I drop all the time (I would
never stoop to such a blatant
expression of insecurity, constantly
projecting through my writing
and art that I run with the right crowd,
all of us desperate for attention,
all of us trying to close off access
to our inner circle)…Wendy says
the trick to moving forward is not
to look back.




Ansiedad de la influencia

Mi amiga, Wendy, no,
ella no es nadie que podrías
haber escuchado, al menos no es
una famosa poeta cuyo nombre
menciono todo el tiempo (nunca
me inclinaría a tan descarada
expresión de inseguridad, constantemente
la proyecto a través de mi escritura
y de mi arte que corro con el público correcto,
todos nosotros desesperados por atención,
todos nosotros tratando de cerrar el acceso
a nuestro círculo cercano)… Wendy dice
que el truco para salir adelante es
no voltear atrás.



Sally Van Doren

Sally Van Doren was born and raised in St. Louis, Missouri. Her most recent book is Possessive (LSU Press, 2012). Her first poetry collection, Sex at Noon Taxes, won the 2007 Walt Whitman Award, and the title’s palindrome hints at the generous and witty wordplay the volume contains. About her work, August Kleinzahler has said, “There are no dead moments, no fill: even the conjunctions, prepositions and assorted connectives carry a charge. The language is alive. The movement of language is alive.” Van Doren’s poem “Preposition” twists and revises grammatical roles as it earnestly addresses a relationship, demonstrating that, as Sabne Raznik wrote in a review, “This is a poetry of deep emotional substance even in the midst of play.” 

Van Doren teaches at the 92nd St Y in New York City and has taught in the past at Washington University in St. Louis, the St. Louis Poetry Center, and in the St. Louis Public Schools. She divides her time between Connecticut and New York.


“Sally Van Doren’s poetry is everywhere alive. There are no dead moments, no fill: Even the conjunctions, prepositions, and assorted connectives carry a charge. The language is alive. The movement of language is alive. The mind at work here is all points quick, full of play and bite.”   - August Kleinzahler




Call Us

Let’s use our nicknames
When we apply for this next job
Even though it’s past our bedtime
And our current paycheck

Can’t shut up the muse
Who mewls at the dinner table
Begging for a crust of bread
To sate the nightly terrors.

For they come, don’t they,
Leaving empty spaces numbers
Are supposed to fill. Buddy
And Chip loaded their coffers

Before the hard freeze.
The ice burns our tongues
As we swallow prosperity
One parched drop at a time.




April

I chart the psyche,
observing how I 
force myself to speak
to you, imagining that
together we might
transform a life.  

Why this need
to document change,
to reverse a mood, 
to carry forward the time
when magnolias bloom?

Let’s follow the itinerant we
up and over the jonquil’s back,
treading on its spilled bullion.





HARP

For Phyllis Diebenkorn

When you pasted paper on paper
did your blue tattoo conclude
the hunt for melody?  I was
engendered by your dominant
crayon.   Rusty themes in
diagonals cut through all my
misnomers for composition.
I cried and cried with the bassoons.
Yellow greens on linen pulled
my ears from piccolo to constellation.
In the acrylic encore, I pushed
colleagues off the stage to condemn
the single chime.  But the percussion’s
flesh tones revived me after each one
of your solos.  The arrow pinned
my gauze to your gouache.  
Why are we prey to ether’s whims?
Draw me a triangle from your 
blurred crescendo to my cobalt spill.
My accidental diva, my acoustic
untitled hypnotic premier.

Possessive





SEX AT NOON TAXES

From the ghost town’s
fencepost, my lariat ropes
your palindromic peak
and hauls it to our bedroom,
where the timbers arch to hold off
the mountain’s hooves --- no 
avalanche turns snowfall into
uncorraled horseshoes.
The steeds bear us upslope.
We reach the muddy cleft
between Maroon Bells
and Crested Butte, gnawing 
on caribou and warmed
liver of once noble elk.

Sex At Noon Taxes





UNTITLED LANDSCAPE

We have been there before,
but one orange line can’t 
keep us from breaking through
the silver popple hovering

over some kind of hour
we tell to stay put,
to glimmer only when we
wait for it, there, where

blue rests on the bottom 
of the page, where
discoveries choose to find us.
Then and there we skim

through every inch.
Is it stillness? The yellow mt.
leaks through grey sky.
The monster leads us.




BACK TO WENDY

Now that we have established
who she’s not, what I really 
meant to paraphrase was
her assertion that you, we, one
must not expect to reclaim
a happy past that sits beyond
redemption there over my right
shoulder.  Wendy’s not
an apologist either.  Charge
ahead, she says, with back numbing
syringes that ease the pain
toward an improved
prognosis.  We can’t say we
know for sure what we will
reproduce.  Our systems
falter, our peccadilloes loom
large, our enemies flout
their phonic dominance from
the tops of this megalopolis
built on macadam and market
appeal.  Can you recognize
my wrinkled face peering down
at you from the parapet?
I hope so.  I’ve just been
crowned the crone queen.




I'M BEAT
  
When Wendy and I find ten minutes
to write a poem, we do, because we
both know all too well that life
is short when it comes to responding
to cues from the universe.  We felt
a rhythm under the pads of our
fingertips on top of the page.
We could have checked on the laundry 
or called our accountant, but instead
we bit off more than we can chew,
graphite, ink, erasers, not to mention
lactating and perimenopause and
everything in between.  How do 
we account for all of this?  We can
pause and look back but we can’t
really remember what it was like and
tomorrow’s demanding in its own way,
even to someone in their fifties, a woman
no less, who has raised a few children. 
(When will we be done with that?) Not
yet, we surmise, our own mothers
in their 80s, asking us to get their wool
sweaters from the plastic box under the bed
because they can’t get down there themselves. 
We bend over. We straighten up. We howl.




DOGS

Wendy is not the person to call
when you are considering 
whether or not to put your dog
down.  She adores her Havanese
Belle and thinks dogs are a central
component to any effort to achieve
domestic bliss.  But our twelve-year-old
Labradoodle Bert has two incurable tumors
and a urinary tract infection. God, he’s
a handsome dog, and fit for his years.
But he strains and strains every time
he goes number two which he’s
trying to do with increasing frequency.
He’s lying on the floor next to me in the sun
quite contentedly now, but we wonder
every morning when we wake up if he
will wake up. Our son lies down on the floor
next to his best friend and I take a picture
of this time of our lives coming to an end.




A WOMAN'S TOUCH

If you don’t mind, I would
like to invite Wendy into the
conversation one more time
mostly since we appear to be
sitting on a fulcrum between
the before and the after and I
don’t want to be accused of
kvetching all by my lonesome.
Wendy’s moniker is a mono-
chromatic needlepoint crest
symptomatic of an only
child who is unknowingly linked
genetically to my anthems.
She takes one stitch at a time
and calibrates the threat of
tomorrow next to today’s
disappointment.  You’ll find
the difference incremental, 
but the pigments she chooses
to depict the morning light
in late May…these are unsurpassed.
So we sit in our comfy chair
and ransom ourselves to the future.








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JONATHAN THIRKIELD [20.190]

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JONATHAN THIRKIELD

Thirkield nació y se crió en la ciudad de Nueva York. Se graduó de la Universidad de Wesleyan, y fue compañero de Truman Capote en el taller de los escritores de la Universidad de Iowa. 

Su colección The Waker’s Corridor ganó el premio Walt Whitman en 2008, año de su publicación. Su trabajo se caracteriza por explorar la voz confesional y el monólogo dramático, sosteniendo un lenguaje lírico complejo que hace uso de las tradiciones formalistas,  seleccionado por Linda Bierds y presentado por la academia de poetas americanos. 

Sus poemas han sido presentados en varias revistas, incluyendo WebConjunctions, The Colorado Review, y American Letters & Commentary, entre otros. 

Obras 

The Waker's Corridor , LSU Press





La traducción es de Sergio Eduardo Cruz.
http://circulodepoesia.com/2017/06/american-poetry-jonathan-thirkield/






Design for a Silver Box in the Shape of a Melon, 1918

after Peche

In sheet metal or silver shallows
filled with these:
hollow, floating
where some assumed votives
would be lit. Or
lanterns.

Do you see the time of day? With still
some red to
flush the waders,
scatter against a few
boats, and fire
cannons

Distantly, first. When we see the flare,
we listen.
Sand buries at
our ankles. They appear,
the apples or
melons

Printed along the wallpaper, half
submerged in
their setting, brushed
dark with stems, the silver
flats folded in
fans. Too

Many of the waders grasp the stem
and pull off
the top of an
apple or melon, so
the base fills with
water

And sinks. Silver leaves from the stem. One
small woman’s
pearl earring drops
like so many others
in the shallows.
Eardrops.

I met a woman in Viennese
glass. What was
in her jewel case?
A shade that turns over
a blue trellis.
Flower

Theater (or garden) on the flattened
silver wall,
a gray screen where
boats fire, the blush falls
and dyes a cherry
chime.





Diseño para una caja plateada con forma de melón, 1918

en referencia a Peche

Cuencos de hojalata, o plata
llenos de esto:
hueco, flotando
donde algunos votivos posibles
deberían encenderse. O, acaso,
linternas.

¿Puedes ver la hora? Aún
algo de enrojecimiento
puede correr por las botas,
dispersarse contra
algunos botes, o disparar
cañones

distantes, al inicio. Donde vemos
la mecha, escuchamos.
Nuestras piernas se entierran
en la arena. Aparecen
manzanas, o
melones

impresos en el tapiz, medio
sumergidos en su
contorno, llenos
de raíces hasta oscurecer, pantanos
plateados doblados entre
ventiladores. Muchos

nadadores se aferran a las ramas
y arrancan
la cabeza de una manzana
o un melón, para
que la base se llene de
agua

y se hunda. Hojas de plata desde la rama. El arete
de perla de una mujer
pequeña se cae
como tantos otros
en la laguna.
Se oyen lágrimas.

Conocí a una mujer de cristal
vienés. ¿Qué había
en su joyero?
Una sombra que se cierne
sobre el enrejado azul.
Un teatro

de flores (o un jardín) en el muro
plano
de plata, una pantalla gris donde
arden los botes, el sonrojo cae
y pinta
campanillas.






Jonathan Thirkield

Born and raised in New York City, Jonathan Thirkield graduated from Wesleyan University and the University of Iowa’s Writers’ Workshop where he was a Truman Capote Fellow.

In 2008, his collection The Waker’s Corridor was selected by Linda Bierds for the Walt Whitman Award, presented by the Academy of American Poets.

He lives in New York.




Your Journey (4:111)

Boat toy boat law boat low in Melodie’s arms. She blows green water ripples, she squeezes humming blots from bows, her lungs. She goes

No. No honey. She bolts high birds filled with fancy over her pale Melodie. Now darling leave, let it set. Let it boat now. Mother links

Me, Melodie lapsed on a string. The watches are stirring with scissors. Low boats in the sing. She bleats and she pushes the paper pink

Boat, sail first, into green. It swallows her fists. The water is thick. With boats seasick with boats. Where lime dyes eddy she rows.





Abend (10:101)

In Köln, each triangle picks at the dome; spines work their way, out of the scaffolds and stainless girders, into spires.

A brown even sky with light fixtures in the dents; her mouth overlaid by a few beads of frost on the train window in transit.

The station’s metal wrists. Traced white with snow. A ministry of interstice. Of atoms tensed inside a crystal lattice.

The fiberglass shudders. She holds down his knee to steady them. Pins the other against the side rail. You were sleeping.

Are we there?

We pass as two shapes may assume a form of love. If just in passing. In the seats across a slender man bends over a book placed

At his knees. His daughter rests a flashlight on his shoulder, her ear pressed firmly to his jaw. Should he be whispering?

A tree. Lit momentarily in the passing. Train lights. Quickly it grows. Ductile. And cannot hold to its shape. What sound

Now grows with you? I am not standing. In a steel extension of when snow. Was not heavy before metal. But light on one spoon.

The overlook passes. The cathedral arrows. From the small lungs inside her. A coughing; it crowns. To the rounded south.







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J. MICHAEL MARTINEZ [20.191]

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J. MICHAEL MARTINEZ

J. Michael Martínez nació y creció en Greeley, Colorado, EE.UU. Graduado de la Universidad de Northern Colorado, y George Mason University, con un MFA en escritura creativa. Actualmente está cursando un Ph.D. en literatura en la universidad de Colorado en Boulder, y enseña literatura y estudios culturales allí. Premio Walt Whitman 2009.

Su trabajo ha aparecido en New American Writing, Five Fingers Review, The Colorado Review y Crab Orchard Review.


Premios 

2006 Five Fingers Review Poetry Prize
2009 Walt Whitman Award from the Academy of American Poets.

Poesía 

Heredities , LSU Press

Antología

Junta: Avant-Garde Latino/a Writing.



J. Michael Martinez. De un verso que crea una tensión poderosa entre el silencio y el habla en clave negativa, Martinez juega con un discurso que a momentos parece místico, yendo sin miedo al dominio de la teología lírica. Su poemario Heredities recibió el premio Walt Whitman, un libro que el juez Juan Felipe Herrera describió como un “exhilarante descenso a lo no enunciado”. Martinez actualmente trabaja en su doctorado en la Universidad de Colorado en Boulder. 


Las traducciones corren a cargo por Esteban López Arciga.
http://circulodepoesia.com/2017/06/american-poetry-j-michael-martinez/




Rosary (Prayer One)

Wherein she martyrs the mirror:
this carnival of stone,
her lips dilate
the negation—space into starpoint

Wherein she, to be both sacrum & wrist—
neither the fugitive epidermis,
nor the unlocked ashblack—
sovereigns the shadow swell as love

Wherein she ardors the emptiness open,
proof the unanchored
Spirit of my silence,
her revisions clothing my brightest orgasm—

Wherein she says, I can hear you,
the seed under the belly’s flesh—love the far shore,
she says, For She withdraws the Spring wild

Thrust in her mother’s surrender,
iron ocean blackened to aurora.




Rosario (Primer oración)

Donde ella hace mártir de espejo:
este carnaval de piedra,
sus labios dilatan
la negación—espacio vuelto estrella

Donde ella, siendo sacra y muñeca—
ni la epidermis fugitiva
ni el oscuro abierto y cenizo—
hinchada gobierna sombra como amor

Donde ella vehementa el vacío abierto,
prueba el espíritu
a deriva de mi silencio,
el manto, sus revisiones, de mi orgasmo fulgor—

Donde ella dice, te escucho,
la semilla bajo la carne de panza—ama la costa lejana,
 dice, Pues ella retrae al empuje salvaje

De primavera en caída de madre,
mar de hierro negro hasta la aurora.




White

as the meat
within the shell

as the shell before the caw

a bleached weed
a fig
dusted to sweet the skin

egg albumen of peacock
butterfly

held to the ivory of oxen hoof
pulling
the space

between sins                    I am

as I am so

the host                             on the tongue
God of Bread

complexion of conquest
the salt of Lot

as God is
a crown of thorn
diadem of wheat

so am I the echo
calling fossil back to name

amaranth ash                    spread across the light




Blanco

como la carne
de cascarón

como el cascarón antes de graznar

la hierba blanca
el higo
empolvado hasta dulce

clara de huevo pavorreal
mariposa

con la mano en el marfil del casco de res
jalando
espacio
entre pecados                          soy

como soy por
el huésped                          de lengua
Dios de pan

complexión de conquista
la sal de lot

como Dios es
corona de espinas
diadema de trigo

yo también soy eco
llamando al fósil al nombre

ceniza amaranta             dispersa entre luz




J. Michael Martinez

J. Michael Martinez was born 1978 in Greeley, Colorado. He earned his BA from the University of Northern Colorado and his MFA from George Mason University. His first collection of poetry, Heredities (2010), received a Walt Whitman Award from the Academy of American Poets. Judge Juan Felipe Herrera chose the book for its “exhilarating descent into the unspoken” and noted, “[Martinez] gives voice to a dismembered continental body buried long ago.” Martinez is also the author of the chapbooks Pinned to a Quail’s Wings (2006), The Care With Which There Is (2007), and And also a Fountain (2008), with James Belflower and Anne Heide. The Autumn Orchard, an opera for which he wrote the libretto, was performed by Colorado University’s New Opera Workshop.

Cofounder and coeditor of Breach Press, Martinez is currently pursuing a PhD in literature at the University of Colorado-Boulder.

In April 2014, J. Michael Martinez was a featured writer for Harriet.




The Gospel of Ometéotl, the Brown Adam 

People walk through you, the wind steals your voice, 
 you’re a burra, buey, scapegoat,
forerunner of a new race,
half and half — both woman and man, neither —
 a new gender.
                          —Gloria Anzaldúa
Jasmine garlands thin
             for the rib’s cartilage ring.

The heart shudders with pure mission.

                                                         She spreads
                                                         & knows herself as Adam,
                                                         Ometéotl,

                                                         but through himself,
                                                         Omecíhuatl,

                                                         he is Eve.

            He knows but what the garden gives:

                        the garden’s soot
                        awakened tongueless in root.

            Cerise chrysantha
                        coils around his leg.

            Gathering the tides
                                    of the seas to his side,
                                    she conceives

                                    where impossibilities seed.

            Clarity burning coal,                he takes two knots

                                                of grass
                                                & strings

                        four birds-of-paradise

            through the ceiba’s rotted leaves:

                                    she fashions the sorrows
                                    from winter’s purse,

                                    sea
                                    & sun

                                    sifted for sum.

                        Entrammeled, Ometéotl rises
                                    one among one

                        body stitched in strange altar.





Water Poppies Open as the Mouth 

The Body as Nature, History

All motivations intermingle as the core of history, the internal becomes external... all as parts of the body.
—maurice merleau-ponty
i.               the positing of space, corporeal history

medium of my body
bent to narrow rivers,

         touching of the touch
                           commits

totem to shape:
           jasmine buds,
    water poppies            open as the mouth.

                       Propolis and juniper oil

             resinous   viscera
             embowered in trees,

              life wholly aware of itself
              unbound and unsealed.

ii. into the language of seeing

eyes gather seed—

                  perception as hive
                  a bud of gold, a gold of blood

                  apportioned in time

four wings fastened      by a row of resolutions

                  reeved through revelation,

                  place-world awoken,
                  obscurity bonded to light.




Heredities (1) Etymology 

When she was seven, my grandmother suffered from fever and swollen glands. The doctors believed her tonsils were inflamed, that she needed surgery. Instead, she went to a curandera. The curandera divined that a jealous relative had cast a curse on her and, now, her language of kindness was bound to her throat, the unspoken swelling her glands.

As a child my grandmother spoke to santitos with a voice like a chestnut: ruddy and warm, seeds dropping from her mouth. The santitos would take her words into themselves, her voice growing within them like grapevines.

During the tonsillitis, when the words no longer fell like seeds from her lips, the santito's vineyards of accent and voice grew vapid, dry as a parched mouth. They went to her tongue and asked why silence imprisoned the words of the child, why lumps were present under her chin, why tears drew channels down her cheeks.

I asked my grandmother how her tongue replied. After touching my cheek, she told me she had a dream that night: She was within her lungs and she rose like breath through the moist of her throat. She remembered her tonsils swinging before her like fleshy apples, then a hand taking them into a fist, harvesting their sound. She told me her throat opened in two spots like insect eyes and the names of her children came flying through her wounds like peacocks.

Patting my thigh, she said, "That is why the name of your mother is Maria, because she is a prayer, a song of praise to the Holy Mother." She told me this, then showed me two scars on her throat—tiny scars, like two eyelids stitched closed.






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MARIEL DAMIÁN [20.192]

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MARIEL DAMIÁN

Mariel Martínez Damián (Ciudad de México, 1994). Por su libro “La chica que se ha quedado sola” ha sido merecedora del III Premio Internacional de Poesía Ciudad de Almuñécar promovido por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento sexitano y la colaboración de Valparaíso Ediciones.

Mariel Martínez Damián es estudiante de Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma de México y Biología en el Instituto Politécnico Nacional. Ha colaborado en diversos eventos culturales como Mesa de pensamiento o Vértice en el Tiempo, de El Golem Editores. Se define a sí misma como mitad ciencia y mitad poesía.


Del poemario “La chica que se ha quedado sola”



MI MENTE EN UNA CITA

Tú miras mis ojos mientras hablas,
yo miro tus labios moverse.

Cada palabra que nace en tu boca
es un beso que he perdido.




VISIÓN DEL CIELO

Cuando era niña creía
que el cielo tenia la textura
de un algodón de azúcar.
Después supe que no era cierto,
que en el cielo hay
varias capas de gases
y que al tacto todo eso
es ausencia.
Pero eso hoy no me importa,
yo tengo la certeza de que el cielo
tiene la textura de una lengua,
una lengua rosada y húmeda




LETRAS PERDIDAS

(A mi abuela Enedina)

Hace mucho tiempo,
una mujer quiso escribir poesía,
y no lo hizo
o tal vez sí,
no lo sabemos.

En esa época donde
siempre era de noche,
había mujeres soñando las estrellas
anhelando la vida de otros,
a escondidas,
sigilosas
con miedo.
Porque el mundo no era para ellas,
el destino era otro,
era materno,
estaba lejano
siempre enterrado en la tierra como
semillas de flores que no germinan nunca.

A veces, a mitad de una clase de Biología,
pienso en ellas como pienso en la historia de mi abuela.

Ella hubiera sido botánica, lo sé
había un jardín de bugambilias en sus ojos,
hablaba en el idioma de la lluvia,
hablaba en el idioma de las nubes con tristeza
y me decía:

-Enséñame a escribir, mi niña, para enseñarle a los muertos
Aunque lo último que sepa sea leer mi nombre en una tumba.
Enséñame lo que aprendes en la escuela.
A mi también me hubiera gustado escribir poesía.



SERÁ QUE NO SUPISTE

¿Te acuerdas, cuando tenía miedo de hablarte?
¿Cuando vi tu sombra gigante y supe
que en ti también me encontraría?
Mirabas las manos sordas
de las hojas que aplauden con el viento.
Mirabas los límites fortuitos del verde-cielo
y ahí estaba yo, o ¿acaso no lo sabías?

Te acuerdas que no supe hablarte,
y que me fui a mi casa pensando en ti hasta la noche
donde soñé que eras más mía que del mar donde morimos.

Soñé que me querías
y que yo también te quería.
Pero a mí el pecho me sangraba por quererte,
a mí se me aplastaron los pulmones
bajo el agua de tu nombre,
y se me desgarró la voz por repetirlo.

¿Te acuerdas cuánto miedo tuve de besarte?
de tomar tu mano por el mundo de la muerte y el olvido.
Miedo de cruzar la calle
y que la calle misma me escupiera.
Miedo de acercarme a ti y alejarme de la vida.

Eras el augurio de lo inevitable, niña-triste,
pero tú no lo sabías.



TE QUEDAS

Te vas, mi amor, pero me dejas,
tu recuerdo en mis huellas dactilares.
Así, cada cosa que toco
se convierte en tu espalda.
Así, deslizo mi mano sobre la mesa
pensando que eres tú, recostada
y me siento menos sola pero más triste,
porque descubro que haces falta.
Que todo en este mundo,
excepto tu cuerpo, sobra.







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FRANCISCO ANTONIO LEÓN CUERVO [20.193]

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FRANCISCO ANTONIO LEÓN CUERVO

Francisco Antonio León Cuervo, 2 de octubre de 1987, Licenciado en Lengua y Cultura por la Universidad Intercultural del Estado de México, ha publicado cuentos y poemas en diversas revistas electrónicas e impresas. Fundador de la agrupación Escritores Mazahuas, integrante y coordinador de la Antología de Literatura Mazahua (2017).



Jñatj’o

Nuzgo ri b´üntrjogoba
ngesto in ze´e a tjëzi,
ngesto in ze´e a ma´a
ajëns´e na k´angë.
Nuzgo ra nzhogü ko e jyarü,
nuzgo ra jyastjogo ajëns´e
so ra chjüt´ü texe.



Mazahua

Yo aún estoy aquí,
sólo mi cuerpo ha quedado ausente,
sólo él se ha fugado
entre la claridad del cielo.
Yo regresaré con la aurora,
yo permaneceré intacto en el espacio,
aún y en la calcinación del universo.





¿Jeko ngeje nu b’ezhe?

Na nugï, na nzhodï a xo’ñi,
na jmi ko jñï’ï,
na nzhó’ó ko k’uich’i,
na chjeñe,
na ngizhó, ko ngextjo ri tjr’eñe.
Na ï’ï, na jueña,
na ué’é ko dya jyorï;
z’akjanu na mapjï maxi na nratjr’eñe.
Yo nrajme ko otjo dya ra jyombeñe.
Nu zana ko ri nguarï,
yo seje ko ri juéns’i,
nu nrajma ko eñe kja b’at’ï,
maxi yo t’eje ko kjob’ï nu naje’e,
yo ngomï ko potï nu jens’e,
nu jyarï ko chézhi a xïtrjïnï,
nu pa’a ñe nu xomï
ko mi ngot’ï kja nrenxe in bepji.
Yo nzhëjnë ko ri dyotï, yo nguaa ko ri te’e,
nu dyezana ko dya sëjë, nu dyot’ïzana ko ri nguarï,
nu sé’é zana ko mi sé’é maxi nu nanyo mbezana.
Nu tojo ko ri mëjë in ngoo,
maxi nu zó’ójña ko ri opjï,
yo jómï ko mëjë in nzhó’ó,
maxi yo jmicha ko neme kja in ñii,
nu sibi ko chïtr’ï
maxi nu nreje ko ndis’i.
Nrenxe ko na jo’o ñe nrenxe ko na s’oo,
nu mi mëjë ko sëjë kja nrenxe in mbeñe
ñeje nu mëjë ko pési texe in tiji,
nu t’ïjï ko t’ebe ma ra nanga na xorï
mbara ra jñanra na zó’ójens’e
ko ri xipi zakï.



¿Qué es la vida?

Una caída, un paso adelante,
un rostro que respira,
una mirada que parpadea,
una sonrisa,
una lagrima, casi sin muecas.
Una queja, un lamento,
un llanto que no calla;
como un grito o una carcajada.
Los momentos que no olvidare jamás.
La luna que mengua,
las estrellas que resplandecen,
el viento que juega en el valle,
o las montañas que cubren el horizonte,
las nubes que ensombrecen el cielo,
el sol que se oculta tras ellas,
el día y la noche
que me atraparon en su rutina constante.
Las flores que marchitan, los tallos que crecen,
el verano que no llega, el otoño que caduca,
el invierno congelante o la nueva primavera.
La música que mece mis oídos,
o el poema que ahora escribo,
los paisajes que asombran mis ojos,
o las imágenes que perturban mi mente,
el fuego que calcina
o el agua que alivia.
Todo lo positivo y todo lo negativo,
la emoción arrebatadora en cada recuerdo
y la alegría deliberada en cada sueño,
la propia esperanza de poder despertar mañana
rodeado de este universo maravilloso
al que yo llamo vida.



Ri ónï

¿Jango ri ma’a yo t’iji ko ri jyombeñe?
Ma ri jyézi ra nichi yo ne’tiji
ñe ri ma’a nzakja ri ma’a na seje.
¿Só’ó ri b’ïb’ï na xoñijómï e t’iji?
nzakja na t’eje kja na k’axzana,
nuja nu sibi ri kjobï kja na mboxiza
ñe yo xi’i mi nzhodï kja jomï
ma ri ma ko nu nrajma.
¿Nuja ri ma’a texe yo t’iji?
nuja otjo dya b’ïb’ïnu ko dya só’ó ra kja’a,
a manu texe yo t’iji ri chins’apjï
nzakja yo ngomï kja jens’e, ngextjo ri juénsi,
ri kja’a na k’angï pa’a
nuja otjo dya b’ïb’ï na ts’ixómï.
Ngextjo na jmicha,
texe yo t’iji ri kja’a otjo dya sïjmïji,
ri kja na nramëjë
nuja yo pa’a dya kjogï ñe ri ne’e ra ma’a,
gakja texe nu nramëjë…
ri su’u.
¿Jango ri ma’a yo mbeñe ma ri nru’u?
ma ra ngeje ta ts’injmicha
ñe ri jyézi na t’ore kja in kjijñi.
¿Só’ó ri b’ïb’ï na ngumbeñe?
nzakja na bonreje kja na nzhë’ë e na dyezana,
nuja texe yo mbeñe ri t’ebe na pa’a,
ri pe’e nzakja na ngumexe
nuja dya só’ó ri kjijñi.
Na machjeñe,
na ïue’e,
na s’ochjeñe,
texe yo jña’a ri ërë
ñe ri ërë nanyo.
Na chjeñe…nzakja na machjeñe,
na nrujmi,
na nte’e ko b’ïgï maxi ko pjesé,
ri d’akï ñe ri chézi.
Ngextjo yo nte’e, ngextjo na jmicha,
ngextjo na jómï ko kjogï ñe kjogï.
Na b’onreje ko nichi ko pinreje,
otjo dya b’ïb’ï jango ra jñanra,
ngextjo ri nugï
mi mbonkué ma ri ñ’omï na punkjï.
Ngextjo na k’uinch’i nzhó’ó, ngextjo na kjijñi,
ri kja’a na ïjña’a nzakja na s’ojña’a.
¿Ñe jeko ri ngets’k’o?
¿Na piche, na jñanra maxi na kjïskijñi?
Otjo dya ónï, otjo dya mama,
ngextjo ri ónïgo, nzakja mi mbïrï,
nzakja na ne’e kja na kja’anrajme.



Preguntando

¿A dónde van los sueños que se olvidan?
Cuando dejan de llenarnos de ilusiones
y se alejan lentamente como una estrella ambulante.
¿Acaso existe un planeta de sueños?
Como un bosque de otoño,
en el que la luz se bifurca entre las copas de los árboles
y la hojarasca se revuelve en el suelo
mezclándose con el viento.
¿Allá se fugan todos los sueños?
En donde es absurdo pensar que algo es irrealizable,
ahí todos los sueños se mueven libremente
como las nubes en el cielo, resplandeciendo por si solos, formando un día asoleado
en el que jamás se encuentra un atisbo deoscuridad.
La misma escena,
todos los sueños cumpliéndose sin ninguna dificultad,
creando una dicha eterna
en la que el tiempo no pasa y sólo se desea escapar,
porque tanta felicidad…
aterra.
¿A dónde van los recuerdos cuando mueren?
cuando se vuelven una estampa borrosa
y dejan una silueta oscura en nuestra imaginación.
¿Acaso existe un cementerio de recuerdos?
como una charca de lodo en una tarde de verano,
en el que todos los recuerdos tienen el mismo destino,
entrecruzándose como una telaraña espesa
en la que no se puede imaginar.
Una sonrisa alegre,
un llanto melancólico,
una carcajada estrepitosa,
las mismas voces resonando a la vez
de manera entre pausada.
Una sonrisa…como una mueca alegre,
un rostro agonizante,
alguien corriendo o tropezando,
saltando y huyendo.
El mismo cuadro, la misma imagen,
el mismo paisaje repitiéndose una y otra vez.
La charca cubriéndose de gotas salpicantes,
sin ningún lugar a donde voltear,
sumergiéndome eternamente
cansado de inútiles esfuerzos.
El mismo parpadeo, el mismo pensamiento,
creando un eco desgarrante como una nota espectral.
¿Y que soy?
¿Un fantasma, una mirada espontanea o un pensamiento absurdo?
Sin preguntas, sin respuestas,
dudando solo, como en el principio,
como un deseo en la máquina del tiempo.



Juémbeñe

Ro dyexe na seje kja jens’e,
mbara dya ra jñanraji ko mi ts’ik’ego,
ro yód’ï na zézi kja ñ’onxómï,
mbara ra ma’aji a xïtrjï nzhodïgo,
ro mama in b’ezhe a nrajme,
mbara ra paraji ko mi b’ïb’ïgo,
ro jyézi in t’iji kja nrajens’e,
mbara ra mbeñeji ko mi ngejmego,
ro jyézi in jmicha kja nu b’éxomï,
mbara ra paraji ko a ñ’eba ri b’ïntrjogo.
Mi kjijñi ko nu na je’e dya je’enu,
ko mi chot’ï in nguarï
ma dya ri nguarï in b’ezhe,
ñe dya kjijñi ko in b’ezhe ngextjo mi nguarï,
mbe ro gakja mi nzhodï,
kja na ngob’at’ï,
nu nrajme jñamcha ro kjogï,
ro kjaji ts’ita
mi jñanragojme texe mi pama,
yo ónïgojme dya ro ñomï in ngomjicha,
so mi ma’a a manu mi ngejme,
in ngextjo mintjo
mi nichi in nzhó’ó,
ko dya ro parago ma mi nguarïnu.
Jo, nanyo ro kjobï,
nujnu otjo dya b’ïb’ï nu,
dya ro ma’a mbe ro nuztsk’o ja’a mi ma’ago,
mi ma’a kja bexomï ko mi juéns’i,
ro ne’e kotï in nzhó’ó,
mbara ra juench’e nu sibi
ko mi juéns’i na punkjï
ko mi xinchi nuja na otjo,
mbe ro ma ro kja’a
yepe ro b’ézhi,
ro ne’e ra mapjï, ñe nu ngojña ro jñïngï in jña,
ngextjo ro kjijñi.
Nzakja mi nzhodï,
kja yo jmicha ñe yo mbeñe ko b’ïb’ï a jmi’i,
mbe ro dya mi só’ó ro pénch’i,
in t’ebe mi yod’ï
ñe in zézhi ro nguarï.
Mi mimigo kja na zétjïjñï
ko nu paa o jyézi mbara nuzgo,
ri teb’e yo ts’inrajme
nuja ri só’ó ra sëjë kja in jñi’i
ñe ri mama ko ri tenkuego
nu pa’a nuja ra só’ó ra chótïgojme,
ñeje ri jña’a na mib’ezhe
ko otjo dya mbeñeji
ñe ko ri kjiñi ko a ro jyombeñe.
Ri dyenxe yo seje kja jens’e
mbara dya paratsk’e ko ngezgo tsik’etsk’o,
ri sogï meya k’a ñ’ónxómï
mbara ra só’ó ra chótï in nzhodïgo,
ri mama in b’ezhe a nrajme,
mbara ri parage ri ngezgo ri b’ïb’ï,
ri sokï in chiji a nu nrajens’e,
mbara ri mbeñe ko ri b’ïntjogo a ñ’eba,
ri dyense in jmicha k’a na b’éxómï,
mbara ra parage ko ri b’ïntr’ogo a ñ’eba.
Ñe kja yo juembeñe nzhëë nuja ri enje dyeb’e
ri ma’a kja in kjiñits’k’e,
mbara dya ra jyombeñe
ko nuzgo xo ri mbeñetsk’o.




Nostalgia

Pinté una estrella en el cielo,
para que no notaran que fui pequeño,
marqué mis huellas en la arena
para que siguieran mi rastro,
conté mi historia al tiempo
para que supieran que fui verdadero,
encargué mi sueño al universo
para que recordaran que estuve ahí,
dejé mi imagen en la noche oscura
para que sepan que acá me encuentro.
Creí que el horizonte no era tan distante,
que encontraría su fin
antes de que menguara mi vida
y no pensé que mi vida pronto menguaría,
pero transitando así,
en este valle sin salida,
el tiempo fue transcurriendo pausadamente,
nos hicimos viejos,
acostumbrados a nuestra presencia,
la curiosidad nunca perturbó nuestra imagen estática,
porque, aunque se alejara ahí seguía
y su estabilidad homogénea
me asombró demasiado
que no supe cuando acabó.
Luego, algo pasó,
ya no estaba ahí,
no se alejó, pero si me distanciaba,
me hundía en un vacío de oscuridad resplandeciente,
quise cerrar los ojos
para crear una imagen opaca que restara luz
a esa claridad relampagueante
que turbiamente rebotaba en el vacío,
pero al hacerlo,
me perdí otra vez,
quise gritar, y el silencio robo mi voz,
sólo me atreví a pensar.
Deambulando así,
entre imágenes y recuerdos que tuve frente a mí,
pero que jamás pude tocar,
mi esperanza fue marchitando
hasta que mi voluntad desfalleció.
Sentado entonces en esta banca corroída
que el tiempo dejó para mí,
aguardo paciente los pequeños instantes
en que puedo llegar hasta tu mente
y recordarte que espero impaciente
el día en que podamos encontrarnos,
y compartir esa vieja historia
que ya nadie recuerda
y que creemos haber olvidado.
Pinto estrellas en el cielo
para que no notes que soy pequeño,
dejo mis huellas en la arena
para que encuentres mi rastro,
cuento mis historias al tiempo
para que creas que soy verdadero,
encargo mi sueño al universo
para que imagines que sigo aquí,
dibujo mi imagen en la noche oscura
para que sepas que acá me encuentro.
Y en las nostálgicas tardes de lluvia
viajo hasta tus pensamientos,
para que no olvides
que yo también te recuerdo.



B’ïb’ï

Ri b’óbï ma ri ërë nu ngotojo kja xórï,
ri jñanra a jens’e, dya ngestk’o na ts’inrojo:
ngetsk’o nrejens’e.
Ri jñanra nu xoñijómï,
ri jña ko nu rajme;
ri jñak’ojme in mbeñeji.
Ri jñanra a xïtjï ñe jñanra na nzhëë ko dya sëjë.
Ri jñanra naje’e ñe ri teb’e na xórï ko dya b’ïb’ï.
Ri kjijñi ñe ri jñanra na nudya ko a ro nguarï.
Ri t’iji ñe ri jézi na xórï nuja dya ra b’ïb’ïgo.
Ri ngestk’o na mi jingua ko ri teb’e,
na mbeñe ko dya mbïrï,
na t’iji ko otjo dya mama…
mbero ko kjijñi ñe inji.
Gakja na ts’ita kja nrejens’e,
makja na t’iji kja nrajme,
nzakjanu na po mbeñe.
Nutsk’o ri ne’e ra nge na t’eje
ko mi nichi ne’e.



Vivir

Despierto escuchando el silencio de la mañana,
miro al cielo, no soy un punto en el espacio;
soy todo el espacio.
Recorro el mundo con una mirada,
converso con el tiempo:
hablamos de recuerdos.
Miro hacia atrás y reconozco un ayer que aún no llega.
Extiendo la mirada y espero un mañana que no existe.
Medito y contemplo un presente que ha terminado.
Imagino y abandono el futuro que me ha sido negado.
Me vuelvo un pasado que aún espera,
un recuerdo que no empieza,
un sueño que no dice nada…
pero que imagina y sueña.
Como un sabio en el espacio,
como un sueño en el tiempo,
como un viejo recuerdo.
Yo elijo ser una montaña
de deseos inagotables.



Nu jña’a nu t’eje

Cheb’e, jñanra nu xoñijómï,
mama ma ri kjijñi ko b’ïb’ï na jómï
nuja dya só’ó ra sëjëts’é,
ma ri kjijñi ko b’ïb’ï na nujnu
ko dya só’ó ra chot’ï,
mama ko dya ne’e ra meb’ïb’ï
ko nu xijómï kja nrajyadï,
ko dya jñanra nu chjins’apjï ko kja’a yo sï’ï,
ko dya chézhi ma mi xómï
ñe nu ndatsk’e kja nru’u.
Mama ko dya ngets’k’e na nte’e
nzakja nu ri kjijñi,
ko dya su’u ma ra ma’a in jñï’ï,
ma ri jñanra a n’anguarï
ñe ri para ko dya ra nanga ma k’uinch’i chó’ó.
Ñe ma mi nguatï kja na nrajens’e,
me mi nra ñe mi zó’ó mi jñanrago,
mi só’ó ri jñanra nu otjguarï,
mi só’ó mi ts’ik’e ñe otjogo
ñe dya ro ne’e ro injigo,
nudya ri su’u ra t’inji.



Voz de la montaña

Espera, contempla el mundo,
dime si aún crees que existe un lugar
al que no puedas llegar,
si aún crees que existe algo
que no puedas encontrar,
dime que no deseas ser más longevo
que la arena en el desierto,
que no admiras el vuelo de las aves,
que no huyes del vacío de la noche
y de la soledad de la muerte.
Dime que no eres más humano
de lo que puedes creer,
que no temes exhalar ese único aliento,
volver la vista
y saber que no despertaras del último parpadeo.
Y entre más me acercaba al universo,
más inmenso y majestuoso me parecía,
pude contemplar la eternidad del tiempo,
me sentí pequeño e insignificante
y no quise dormir,
porque aún temo soñar.








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ADRIÁN A. ASTORGANO [20.194]

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ADRIÁN A. ASTORGANO

Adrián A. Astorgano (León, España 1990). Es ilustrador y diseñador gráfico,  Licenciado en Bellas Artes y Máster en Educación por la Universidad de Salamanca. Colabora activamente con publicaciones independientes como Revista Pangea, Sie7e, Revista El Humo, Mordistritus, La Fanzine, Obituario… o escribe reseñas literarias para Notodo.com. Bueno, también dibuja o se aburre a la par que desempeña labores varias: como el ensamblaje de hamburguesas e impresor multicopista.



El desencanto

(torres de humo)
al igual que el bautizado
(con mucha gracia)
como efecto 2000
             no ocurrió nada después
de cada premonición azteca
de cada best seller del montón
y seguimos esperando por Nostradamus
planes de fomento de lectura
             y de natalidad
se llenan los campos
de agua anegada (de agencias de modelos)
y huele a algo que nos se percibe
desde el autocar, tras el cristal
ponen una película de principios de los 90
una de esas
             en las que los perros hablan
cosa que de sobra sabemos, no ocurre
y sin embargo
             hay un amplio catálogo
en materiales y modelos
de ropa para mascotas
de cualquier reino animal, a preservar
(medidas contra la extinción)
una vez vi preservativos para langostas
(el amor, aún por definir)




Eterno retorno

una canción
ahora, cuando
conozco ciertos lugares
de extrema sordidez
y luces amables
                            no diré nombres
paseos de césped artificial,
presbicia desde los jueves,
al cambio de turno
oír demasiado cerca coches, derrapar
                            no conozco sus matrículas
para el apartado musical
ubicar los acordes de cualquier hit nocturno
que mas dará
de todos modos, siempre
se trata de vender tiempo
con frecuencia, uniformes;
                            no diré colores corporativos
ni mi nombre de pila
tan sólo un número de teléfono
y una cuenta bancaria,
mientras tanto
digo adiós
a lo que queda de mis uñas
y a su función,
-entre otras cosas-
de abrir ciertos envases prensados
                         que no volveré a usar.




Serenata

y el circo sigue aún encendido
tras la verja
hay una boca de riego aplastada
por el emplazamiento improvisado
de una autocaravana
y corre el agua
pavimento abajo
renacuajos sombríos
e imagino y recorro
las tripas de la ciudad
el intestino compartido
las tripas de la ciudad y su erosión
por cada uno de sus poros, se escapa
para ser comida y cagada
una y otra vez mientras llovizna
como azúcar sobre violencia
de este modo el sudor
adquiere su visado internacional
mientras cada farola
ilumina la escena del crimen
como una película (muda)
de banda sonora predecible




Sucedáneo

                                            En la infancia vivimos,
                                            y después sobrevivimos

                                            -Leopoldo María Panero


Nuestros padres fueron astronautas
(aquellos que han visto el polo y desiertos a la vez)  
nuestras tardes tan largas como una salchicha
(fosa séptica y común, cuerpos en estrecho abrazo)

A fuego lento, todo descampado donde solíamos jugar
ha terminado por hervir, hacia calles más inseguras
(precisamente a falta de infancia)
ante el posible pronóstico de una plaga de pedófilos
nos dió por crecer, entre tanto, (sólo de palabra)
huérfanos, objetos sin catalogar sobre el pavimento
esculpiendo silueta para la trampa
hablando y hablando hasta vomitar en abundancia
del valor del silencio, infravalorado en cada mutación
(el correo postal, el ruido blanco de un electrodoméstico abandonado)
en nuestro galope, tan nocturno, desesperado y fugaz
(esta torpe manía por amanecer en espiral)

Ha sido quizá nuestro lustro más confuso,
(fin de la carrera espacial y ampliación del campo de batalla)
quién iba a decir que llegaríamos hasta aquí para vivirlo
(la realidad siempre supera a la ficción).




Amigos imaginarios

No existen, lo sé.
Sé perfectamente que no existen.

Mis poemas
de amor
a la naturaleza
no están hechos de papel;
porque vuelco todo ese cariño
en una botella
hasta llenarla
y enviar el mensaje al mar.

Así que tiro de la cisterna
una vez de cada tres, entonces
doy al planeta (y a mi bolsillo)
un breve respiro de 2000 mililitros,
gracias a que quizá, el baño
está ocupado
por unos compañeros de piso, a los que
no acabo de poner cara
porque hacen voto de silencio
según una religión, que desconozco
y sólo reservan sus palabras
para hablar siempre de cosas
que no existen, pero
que nunca son poemas.

Nunca son poemas.
Poemas, (por ejemplo)
sobre ahorrar voz
o derrochar líquidos.

Nunca son algo más allá que siluetas.
A pesar del lúgubre pasillo vacío
no aparentan maldad, mas allá de esa
que veo en sus huellas sobre la porcelana.

Sé perfectamente que no existen, pero
están en mayoría y quizá
quien no exista sea yo,
o peor aún este amago de poema.





Fosa común

            Hipnotizado, miré como iban apareciendo luces en las casas.
                      No era la noche, era un complot.

                               – Agustín Fernández Mallo

Entre la arboleda
intento hacer de mi cuerpo
huésped anacoreta
en la distancia, protozoos
la ciudad ahí abajo sepultada
de bruma
al unísono, por cada saudade
continúan las escenas
de afectos especiales.
Una vez en la cima, nada más
que una antena de telefonía
para registrar el acontecimiento:
me pregunto si estos papeles
con líneas de texto
generarán más energía, que
aquella empleada en su génesis.

El homínido ya camina por sí solo,
recorre todo el cortafuegos
desde el bolsillo de mi pantalón
se aprieta la tarjeta de crédito
define su paisaje mental:
            el placer es todo mío.
Un día de rebajas
al vapor de la orina
crece un microclima fugaz;
entonces desde mis botas
Bangladesh
huele el hielo de los charcos
escapar,
huelen musgo
cazadores, que
pese a los carteles de advertencia
siempre son furtivos
tras el valle
puede oírseles disparar.




Selección natural                      

mediante asfixia

cualquier condón
acaba por convertirse
en fantasma
de segunda mano

acumulando sus cuerpos
sus nombres caducan

para superarse
el progreso crece y se inmola
alcanzando algo así, como
la nación del estar bien

un día perfecto como hoy

parece más que adecuado
arrancar las teclas CTRL y Z
de ese paisaje mental tuyo,
porque cualquier comida, todas
las fotos de gastronomía
que aparezcan en internet
han sido mierda antes y después

es una alerta en gerundio

cada grifo que gotea, viene a ser
un muñeco de nieve huérfano
o que incluso nace del todo muerto
intoxicado por tantos desguaces
que aún riegan los jardines de infancia

así que permanecen en sintonía

todavía a la caza de un ritual necesario
tras el intermitente proceso del baile









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MARIO BODET [20.195]

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MARIO BODET

Mario Bodet (Estado de México, 1994). Poeta. Ha escrito los libros de poemas El canto y la casa y Deriva sueño, ambos inéditos. Ha publicado en las revistas: Cinco Centros, Luz Cultural y Ping Pong.



Tengo un sueño de mar…

Tengo un sueño de mar
mirando el cielo,

tengo un sueño de mar
…un velero,

tengo ganas de amar,
venero…
     del cielo
        del mar,

ah veleidad…

Tengo un sueño de mar,
…ventar
     ventar
        volarte el pelo

tengo ganas de hablar…
de amar
de despertar…

                Alba (Poemario inédito)




separador[1]

No cuentes el día de mañana…

No cuentes el día de mañana,
su luz,
sus espacios,
el árbol,
o la hoja tendida.

No cuentes de mañana
el alba,
la mojada yerba,
la mujer que se aleja…

No cuentes las tardes,
silente,
el ave apacible,
la alondra inexistente.

No cuentes
seremos otros
de mañana
o tarde,
cuando mi nombre
olvide,
cuando una tarde
caiga y una mañana
se levante,

seré otro, cuando
recupere tu nombre…

                Alba (Poemario inédito)



separador[1]

Un recuerdo desencadenado
            
I

Mas puedo recordar,
recordar esos ojos
tuyos enamorados,
aún no se,
mas quisiera saber
que soy prisionero
de tu amor,
de tu memoria
prisionera,
oh, pues,
en ocasiones uno
no sabe que recordar,
más cuando mis
recuerdos no
son los tuyos,

plasss…,

y enseñarte
a extrañarme,
pues ya es tarde
y tengo ganas
de saber de ti…

                
II

Oh, tarde,
con suerte nos
vendrá un recuerdo,
uno nunca sabe,
son tantas cosas
que descansan
como recuerdos,
…las mañanas,
…el colegio,
…las palabras
que usamos,
que sinceramente
no recuerdo,
mas me enamore
de aquellos momentos,
oh, de ti…





Quién podría encontrarte
si estás inmersa en los poemas
que leo y en éste que escribo

te leo
te busco
y no te encuentro

vienes a ratos
inexpresable
lucida
amable

te reconozco en el día como en la noche

se te nombra con todas las flores
con todas las grandes ausencias
los misterios de la vida
…con el puro movimiento…




La voz efusiva del día

Eres el medio día
en el que no busco nada
y todo me encuentra invadido de ti.

Eres la palabra inmediata del medio día
la nube que se detiene en el pensamiento y se transforma
la luz escondida en el fruto del árbol
la luz de las flores
de las hojas
de mis ojos

el color del cielo que no termina de madurar
la parvada de sueños que se aúnan con la lejanía…




Final de patio ferroviario

Bajo
la palabra
los paisajes
se ajan

encuentras
la fotografía
pérdida
inventora
de recuerdos;
evoca nombres
que sólo el viento
aprendió a pronunciar

los árboles
aprendidos
echaron raíces

los muros
ahítos
se levantaron

el viaje
del ferrocarril
se extendió
al olvido

los
patios
del ferrocarril
ahora son
caminos
que ni
el viento
quiere
recorrer






contra
un puñado de colores
el puro nombre vence
en tu mirada




el olvido
en tu mirada
suelta las flores
del cerezo




las voces
de los astros
se resuelven
en este instante




secretas
yacen en la noche
las voces
como el perfume
de las flores





Dalind

Sombras subversivas de los impávidos años; 
las miradas mustias y errabundas 
hoy recorren la biblioteca
se abre el tiempo

las miradas miran las manos pérdidas 
que no buscan nada 
y sólo encuentran cuerpos abstraídos, 
magnolias arrancadas de la boca de los astros, 
súbitos espectros amarillos; se queman en la oscuridad

silencio de los días que se echa a dormir en las avenidas; 
todos lo pisan y nadie lo ve

inmemoriales posesiones exhibidas en los ojos de los muertos, inmemoriales colores que se arrancan uno a uno, 
ojos penetrados por la Ilusión de un mediodía, 
alaridos del agua y sus espectros;
premura del olvido, 
las tabernarias sombras caben en una delgada 
hoja de polvo y cenizas

dura fuente del pensamiento, 
franca caricia 
franca luz que en tu frente recuesta su calma

las manos se tienden como frescas hojas ya vencidas; 
palpan palabras secas acumuladas en la distancia,
los últimos días de cada mes caen y mueren de pie, 
los relojes dejan de funcionar, no dan la hora exacta, 
envejecen más rápido

las noches largas se vuelven, 
la oscuridad no alcanza; 
apenas cubre un par de kilómetros, 
y allá en un páramo
hay gente hablando y caminando de un lado a otro; 
oyen el diálogo que sostienen los colores 
de un árbol taciturno

los hogares ennegrecidos e insomnes 
hallan en su memoria cuerpos deshabitados, i
nstantes habitables 
y en lo alto hay miradas 
atentas a lo que emiten
los pájaros

las ventanas de los rascacielos 
juegan con su transparencia; 
confluencia de las miradas lejanas como los astros, 
pasos que se extienden hasta el día siguiente 
con su misma necesidad, 
presencia derramada en la frente de los hombres

las rocas veraniegas escarban en las sienes 
de los hombres obscenos y de las mujeres desairadas; 
absorción de nombres y remiendos. 
Impúdicas lenguas
errabundas palabras
viejos maderos labrados 
olvidados en las azoteas; 
sombras bermejas, oxidación de las esquilas, 
recodo de la revuelta

rilar de la tierra con sus muertos y sus raíces, 
cuerpos fatuos revolotean cerca del follaje, 
largas lenguas abigarradas 
penetran la mirada del oyente,
abren las manos trémulas del camino; 
horas cenicientas, instante y palabra, 
...ser la bruma... 
origen del fin, invención del comienzo, 
transfiguración de los desastrados rostros, 
sombras subversivas de los impávidos años, 
de las miradas mustias y errabundas 
emergen tres noches marchitas...









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TOM LUPO [20.196]

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Tom Lupo

Carlos Luis Galanternik, más conocido como Tom Lupo (Charata, provincia del Chaco, 22 de octubre de 1945) es un psicoanalista, poeta y locutor de radio argentino. Ejerce como profesor universitario en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

En los años '80 participó en Radio del Plata en el recordado ciclo radial Submarino amarillo, en el que realizaba su sección: el Tom Lupo Show, donde difundió bandas emergentes como Sumo, Soda Stereo, Los Redondos, los Ratones Paranoicos, los Fabulosos Cadillacs o los Alerta Roja.

Trabajó ininterrumpidamente en diferentes programas radiales desde entonces, conduciendo el Tom Lupo Show en la FM de Radio Municipal de Buenos Aires, participando en el programa El loco de la Colina de Carlos de la Rúa, en Radio Uno, y conduciendo Taxi en Radio Provincia de La Plata.

Editó las revistas Alfonsina, Banana y Twist y gritos y colaboró en innumerables diarios y medios gráficos. También participó como actor en varias películas y espectáculos teatrales.

Realizó una gran cantidad de recitales de poesía, difundiendo autores como Federico García Lorca, Juan Gelman, Raúl González Tuñón, Fernando Pessoa, Alejandra Pizarnik, Oliverio Girondo o Leopoldo Marechal, entre otros. Editó el CD Mi propia lengua, que fue musicalizado por Fernando Samalea, y en 2011 el álbum Giro hondo, sobre textos de Girondo, con la participación de León Gieco y Luis Gurevich.

En televisión condujo el programa Neosonido 2002 y Agenda cultural en Canal 7 de Argentina, Volver Rock, junto a Catarina Spinetta, Medios y comunicación con Raúl Barreiros y Oscar Steimberg. Realizó la locución de diversos programas emitidos en Canal (á) (Encuentro, Ciudad abierta), y fue panelista del ciclo El lugar del medio; asimismo estuvo al frente del programa de radio Noche tras noche, junto a Mosquito Sancineto y Gabriela Borrelli. Desde el 2012 conduce el programa El pez náufrago por AM del Plata, y es panelista recurrente del programa "Bendita TV", de canal 9.

El sábado 20 de junio de 2015 Lupo fue embestido por una camioneta cuando transitaba con su auto, un Fiat Palio, por Avenida del Libertador. A raíz de ese accidente, fue trasladado primero al Hospital Fernández y luego al sanatorio Mater Dei, en el barrio de Palermo, donde se encuentra internado en coma inducido con ventilador mecánico. El cuadro de Lupo es complicado: las heridas que sufrió en su cabeza no ayudan en nada a su mejoría. Los médicos ahora esperan a que baje el edema cerebral que complica su situación, y si su estado experimenta una mejoría, también están preocupados por las secuelas que puede haber ocasionado el traumatismo de cráneo.

Libros

Galanternik, C. (1979) Palabras para la esfinge. Poesía y psicoanálisis. Buenos Aires: Estrustrica.
Lupo, T. (2004) Entre muebles y sombras. Copetes, poesías, cuentos, aforismos, graffittis y otras combinatorias. Buenos Aires: Gárgola.
Discografía[editar]
En Mi Propia Lengua (2009)
Giro Hondo (2011)

Filmografía

Rompenieblas, una historia de psicoanálisis y dictadura (2007)
Plástico cruel (2005)
Luca Vive (2002)
Vacaciones en la tierra (2001), de Sebastián de Caro
La felicidad (un día de campo) (1998), de Raúl Perrone
24 horas (Algo está por explotar) de Luis Barone (1997)
Gomorrita (mediometraje - 1989)
Sacred chewing gum (corto - 1989)




Hombre de ciudad

Semen
cemento
cementerio




El alma tiene sus razones

No
le
pidas
peros
al
alma.




POEMA MENOS UNO

Yo
también quería,
hacer un poema como esos que hacen los grandes poetas.
Yo quería bordar los pliegues del amor y sacarlo 
del fango en el que la especie manda.

Yo quería volver a pintar los colores con el sesgo 
arborescente que preña el universo de las letras.
Yo quería reponer las palabras, peldaños para
ir y volver y volar…

volar
hacia lo más alto,
de lo alto,
de lo alto,
en un clima
de ascensión
jubilosa
y radiante,
para abarcar
desde una mirada
rasante todo lo existente,
lo soñado,
lo por soñar.

Y el
devenir de el devenir, el porvenir.
Siempre soñé despierto fabricar un poema contundente,
exquisito,
arrollador,
apasionante,
demoledor,
fantástico,
lleno de fuego
y nieve,
un poema
curador.





FELICES 64

De ese hombre conozco por lo menos
64 poemas de memoria que vibran por
las paredes de los mejores recuerdos.

Este hombre podría vivir con 64 mujeres
y tendría alguna palabra para cada una.
Podría tener 64 hijos y sabría el nombre
de cada uno. Y tendría alguna palabra
para cada uno de ellos.

Este hombre grita 64 veces por minuto
y no hay por qué asustarse, es como 
el tigre mordiendo a sus cachorros.

Este hombre está menos de 64 minutos
con gente que apenas conoce y todos 
se llevan alguna palabra. 
O un silencio inolvidable..

Este hombre ha escrito más de
64 mil versos que deberían
ponerse en más de 64 idiomas
para que el mundo 
aprenda a suspirar.

Este hombre ha pintado más 
de  64 cuadros porque la batalla
contra el alma negra del mundo 
es incesante.

Este hombre en los próximos
64 años tal vez busque dominar
el arte del violín o tal vez 
lo veamos encender una estrella
con el destello de su mirada.

Este hombre hace 
que todos 
los que supieron dejarse 
rozar por él, 
quieran vivir
64 años más.

Este hombre 
ha transformado
para siempre la vida
de más de 64 personas.

Este hombre ha cruzado el Atlántico
64.000 kilómetros 
y ha tendido
un puente de palabras 
entre dos ciudades 
que ya hizo hermanas.

Este hombre recibió más
de 64 mil e-mails 
y ya contestó casi 64.

Este hombre ha hablado 
con el que escribe esto
más de 64 veces.
Y lo sé 
porque nunca olvidé 
ni uno 
de esos encuentros.

A este hombre 
lo he llamado Maestro
más de 64 veces. 
Y me quedé corto. 

A este hombre 
acabo de escribirle
64 líneas 
y todavía no he empezado.







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JORGE DORIO [20.197]

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Jorge Dorio

Jorge Oscar Dorio (Buenos Aires, 26 de marzo de 1958) es un periodista, escritor, poeta y actor argentino. Es muy conocido por sus participaciones en diversos programas de televisión, ya sea como panelista o conductor, al igual que durante su etapa junto a Alejandro Dolina en el famoso programa radial La venganza será terrible.

Cursó sus estudios primarios y secundarios en los colegios Bernardo de Irigoyen, Nacional Buenos Aires e Instituto Libre de Segunda Enseñanza hasta la edad de 13 años.

En su juventud estudió medicina, practicó deportes ―que incluyeron gimnasia sueca y esgrima― y escribió poesías.

Nació en Barracas. En el Colegio Nacional Buenos Aires fue un alumno modelo y estuvo al frente del centro de estudiantes, hasta que irrumpió la dictadura militar autodenominada Proceso de Roerganización Nacional.

Ahí tuve sanciones de otro orden, porque terminé preso unas catorce veces en la comisaría segunda, a la que solía ir a sacarme el padre de Aníbal Ibarra.

Jorge Dorio


En el servicio militar recibió 15 arrestos por mala conducta y desde entonces no se afeita el bigote.

Algunas veces ha sido reducido, y no hace mucho tiempo fue la última. ¿Por qué? Es que en una de las notas aburridas de Bien arriba me pidieron que fuera a entrevistar a los bomberos. Dije: «Muchachos, soy de Barracas». Entonces me fui al cuartel y a la noche tuve mi bautismo de fuego, salí a apagar un incendio. Cuando me acerqué un poco, se me chamuscaron los bigotes de una manera tonta.

Jorge Dorio

Radio

En 1984 comenzó su carrera en la radio, en el programa Sueño de una noche de Belgrano, con Martín Caparrós, que ganó el premio España Radiodifusión, otorgado al mejor programa de radio de habla hispana.

A fines de los años ochenta empezó a trabajar con Alejandro Dolina en La venganza será terrible y, más tarde, en La barra de Dolina, por Canal 7 Argentina

En 2007 hizo Si esta no es la siesta, su programa en Radio De la Ciudad (La Porteña).

Participa de martes a viernes a la medianoche en el programa radial La venganza será terrible, que se emite por Radio Del Plata bajo la conducción de Alejandro Dolina, hasta el año 2015.

Desde 2010 conduce junto a Eric Calcagno Si esta no es la siesta, que se emite los sábados por la radio La Voz de las Madres. En 2011 comenzó un programa con los periodistas Alejandro Lingenti (ex-Télam) y Mariano Hamilton, todas las tardes a las 18:00 en radio La Rock (de Radio Nacional).

Televisión

En 1986, también junto a Martín Caparrós, trabajó en televisión en el programa El monitor argentino.1 En los años posteriores trabajó en Badía & Compañía, junto a Juan Alberto Badía, hasta 1995.

Regresó a la televisión en el año 2000 como panelista de ABL, conducido por Diego Bonadeo.

En los años 2001, 2002 y 2003 ganó notoriedad como panelista de los debates de las primeras ediciones argentinas de Gran Hermano.

En 2007 fue panelista televisivo de Gran Hermano, El Debate, donde trabajaba junto a Marisa Brel y Mariano Peluffo, entre otros. También en ese mismo fue parte del staff de Bien tarde, programa televisivo conducido por Fabián Gianola, y del programa radial Bien arriba.

En 2011 participó parodiando a Martín Caparrós en el falso documental de Alejandro Dolina, llamado Recordando el show de Alejandro Molina transmitido por Encuentro.

De 2013 a 2015 formó parte del programa televisivo 6, 7, 8.

Cine

En 1992 debutó en cine con la película El lado oscuro del corazón, junto a Darío Grandinetti, Nacha Guevara, Andrea Tenuta y el escritor uruguayo Mario Benedetti.

En 1996 trabajó en la película Besos en la frente, junto a China Zorrilla y Carolina Papaleo, entre otros.

En 2001 interpretó a Carlos Guerrero en la película sin estreno comercial El retrato de Felicitas, donde compartió elenco con Pancho Ibáñez y Jean Pierre Noher, entre otros.

En 2008 trabajó en la película La luz del bosque.

Internacional

Hacia 1995 se incorporó a la OEA, siendo observador electoral en Perú, productor de la serie de programas para televisión América viva. Luego fue corresponsal periodístico.

Gráfica

Colaboró en el diario Convicción, fundado por el almirante Emilio Eduardo Massera en 1978.
Hasta 1991 dirigió junto a Caparrós veinte números de la revista Babel.
Ha publicado varios libros, siendo el más reciente La verba infamada, editado por Juvenilia Ediciones.
Escribió el prólogo de Trash. Retratos de la Argentina mediática, de Alejandro Seselovsky.

En poesía publicó: "La mujer pez" (escrito en su mayor parte entre 19084 y 1986, y reeditado por Bajo la Luna, Rosario, 2013) y Huésped de sí mismo.



¿Y si antes fuera ahora,
decir la verdad bien,
lo conocido
de la verdad, la mano
corrigiendo el tránsito
de lo errado, lo escrito, lo sucio verdadero?
¿Y si pudiera eso y aun
pudiendo
matara el curso de la mano
lo transitorio del recurso,
la mancara?
Y si es así ¿no es claro
lo inútil de la historia,
lo bueno de saber
que la pasión es nada?

(Revuelta)




SOSPECHA DEL SEDUCTOR

Años de uncir al yugo
de sus años pensados como historia
coherente, unívoca
nombres asimilables a estaciones, 
series de rostros, cuerpos, 
fundiéndose en los escenarios
y manía
de rogodearse en las afinidades;
foliar párpados,
modismos, combas del cuello,
agrupar timbres de la voz, fervores
políticos de cada nombre
disecado con prolija memoria.
O bien, impune,
lanzado a caprichosos cortes,
unir formas de andar, lecturas,
gusto por las tormentas.
hasta vibrar en las repeticiones,
saborear el hallazgo
como inesperada obra maestra,
propia virtud.
¿Qué mina ese poder?
¿De dónde salta la sospecha
de estar envuelto en una trampa, en trizas
el registro,
otro el secreto de la historia?
¿De quién esa visión de sí
como un reflejo vano,
la voz y el pellejo diluídos
puesto frente a un perfil
reunificado;
como que cada nombre de mujer
es una máscara infinita
un resplandor unánime?





ORACIONES

¿Qué tenían en mente los muchachos
lamidos por la siesta?
¿qué
filtraban con risas y a la sombra
de sus voces agudas, qué veían
al decir "cara" y "dios"?
¿Los muchachos tenían al oír
"verle la cara",
sumergidos en vapor de verano, al oír "dios" tenían
algo en mente?
¿hacían -supongamos-
de aire a lo que hubiera corriendo en sus cabezas
estampitas con cuerpos
de mujer, desmelenadas potrass
colgando de una cruz, bikinis
en fucsia o amarillo anudadas en cálices
dorados, togas púrpuras, pezones,
ojos alzados húmedos al cielo y guiños,
heridas junto a vulvas?
Es decir
¿entreveraban la frase los muchachos, diluían 
la frase así desnuda
con lo que ellos oían en la frase?
Y en otro tiempo, luego, cuando hacían
-cosa probable, con rituales
y movimiento, estilo, tics, tan semejantes-
adentro de mujeres los muchachos
su danza de muchachos, al hacerlo
¿veían una cara?
¿de dios veían algo? ¿era de dios
el rostro que miraban?
¿temerosos de dios oscurecían
los ojos, la memoria? ¿otros temores
entreveraban los hilos de sus mentes?
Y alguna vez
en ese entonces o en cualquiera
¿pensarían
errando en una siesta por sus mentes,
los muchachos de entonces, mirarían
su andar confuso entre las frases?
¿Cerrarían los ojos como presas,
ahogados se sabrían tan presa de la voz?
O ajenos como las parturientas o los gatos, fuera
de cualquier derredor
¿se dormirían los muchachos? ¿se hundirían
en sueños sin palabras?





DANCING

¡Cómo agradecen mis ojos, mascarita,
las nadas de tu vida,
los no rasgos, no voz, no esperanzadas
tristezas
ni rastros de emociones
los no gritos
                  si tuvieras dolor,
los no silencios
los no hay más que estar aquí,
mirando
tu cadáver móvil y turgente
tu cuero sin palabras! 




EN VISIÓN

Esa mujer, los peces
sufren peor
que los de andar a oscuras,
los cieguitos
(nadie dirá "la mujercita"
por más que al verla
                    morir
hinchada, así, de luz
dé lástima la pobre)
sufren peor
los peces, la mujer
moviéndose
sin párpados, así
mirando sin parar
tan ávidos los ojos
para lo que hay que ver.




LAS INMORTALES

No es cierto que mueran las mujeres.
Entre los pliegues de los crímenes,
bajo la peste,
sobre las casas arrasadas cuando se abre la tierra
ríen las hembras jugando a la partida.
O hartas
de acceder a la voz, al movimiento,
se emperran en callar,
piensan inmóviles en algo
que huele a menta, muelle, sin edad,
algo sin huecos. Las mujeres
que a finaditas
no llegarán aprenden pronto
eso que saben todas las mujeres
aprenden
cómo se tiende hacia el silencio.
No es verdad
que las mujeres precisen memoria.




PERDIDA

Ella regresa de un lugar
que tampoco conoce.
Gruss

Cuando minada por el tedio espía
debajo de la cama, lenta, 
con maneras de cine, de relato nocturno,
corre la tela sin guión , sin música y espía
entre las patas de la cama,
la sombra sólo le devuelve sombra.
Si erra entre fotos y hurga,
ordena caras, prendas, se empecina
en hacer lógico el montón, fatal
el antes, lógicas 
las formas le confirman huecos.
Sin un temblor,
sin marcas en la piel untada
por las noches dadas a las series
donde se dice: vamos,
la desesperación es cosa de hombres,
le escapa al borde, cree
que hasta sus límites son falsos,
se arropa en el error, se duerme
sin soñar.







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LA POESÍA DE LOS ÁRABES EN SICILIA [20.198]

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La poesía de los árabes en Sicilia

Por Adolf Friedrich von Schack

También en el antiguo suelo de Grecia, en aquella hermosa isla, donde en los tiempos fabulosos resonaron los cantos pastorales de Dafnis, y más tarde los versos de Bión, Teócrito Y Stesícoro, fue la poesía arábiga trasplantada. ¡Singular mudanza de los tiempos! Sobre las gigantescas ruinas del teatro de Siracusa, donde el más poderoso de los trágicos griegos había conseguido tantos triunfos, se escucharon los himnos de los poetas de raza semítica, a cuyos oídos nunca llegó el nombre de Esquilo; que nunca oyeron hablar de Orestes ni de Prometeo. Donde, en otras edades, Terón de Agrigento, vencedor con la blanca cuadriga, fue celebrado en la sublime oda de Píndaro, los emires orientales se hacían encomiar en qasidas pomposas.

No es fácil hallar nada que sea menos favorable a la poesía arábiga que comparar sus producciones a las obras maestras de la musa helénica. De lo que constituye la perfección inasequible de estas obras, de lo plástico de la representación, del arte con que las ideas particulares se agrupan en torno del pensamiento fundamental, y forman un conjunto armónico, no hay rastro alguno en las composiciones de los árabes, quienes se elevan con dificultad hasta aquel punto desde el cual se descubren en su totalidad las partes de un objeto, y pueden ordenarse con un plan grande y sabio. En completa contraposición a la poesía de los antiguos, en la cual todo es figura y contorno determinado, la arábiga se difunde en mil aéreos paisajes, que, cuando parece que van a tomar una forma perceptible, se desmenuzan de nuevo en brillantes colores. Quien está acostumbrado a la noble maestría y a la firmeza de las líneas por donde se distinguen las obras de los griegos, no podrá menos de deplorar lo inseguro y vago de los contornos y dibujos en las obras de los árabes.

Sin embargo, la poesía de los trovadores y de los minnesänger no resiste tampoco la comparación con aquellos sublimes modelos de armonía y de hermosura que nos han dejado los antiguos, y no por eso se tiene por indigna de ser estudiada. De la misma manera puede la poesía arábiga reivindicar su derecho a nuestra atención. No sólo la merece históricamente, como expresión de las ideas y sentimientos de un pueblo tan importante en la historia del mundo, sino también por sus propias excelencias, las cuales, a pesar de la falta de firmeza y de precisión en el conjunto y en la forma, no pueden desconocerse, merced a la magia con que se apoderan de los sentidos. Consisten estas indisputables excelencias en la expresión, a menudo verdadera, del sentimiento que conmueve los corazones, en la gran riqueza de imágenes y de adornos, en lo vivo de las descripciones y en lo brillante y deslumbrador del colorido. Como el que conoce los maravillosos monumentos de Pericles se deja dominar por un extraño encanto en los hadados salones de los alcázares moriscos, así el admirador entusiasta de Homero y de Sófocles, reconociendo la inmensa superioridad de los griegos, puede también ser sensible al hechizo de perfume y de melodía que brota de muchas poesías orientales.

La dominación de los árabes en Sicilia no fue, ni con mucho, de tan larga duración como en España, y, no alcanzó nunca tampoco el mismo esplendor y grandeza. Los mahometanos, no bien aseguraron su señorío en el África Septentrional, pusieron la mira en la hermosa isla. Ya en el año de 704, antes de la conquista del al-Andalus, Muza había desembarcado en las Baleares, en Cerdeña y en Sicilia, y después de una incursión devastadora, había vuelto cargado de botín. Tales incursiones se repitieron a menudo en el siglo siguiente, pero siempre fueron pasajeras. Por primera vez, en el año de 827, los aglabidas de Kairuán emprendieron seriamente la conquista de la isla. Según los autores italianos la venganza personal de un traidor, como ya había ocurrido en España al sucumbir el imperio de los visigodos, abrió también en Sicilia las puertas de la dominación a los muslimes. Ya en 831 había caído Palermo en su poder y residía allí un lugarteniente de los aglabidas; pero hasta principios del siguiente siglo no abandonaron del todo la isla de los bizantinos, que habían conservado a Taormina y a Siracusa. La primera época, después de la conquista, se pasó en alborotos, rebeliones y guerras civiles. Con el siglo X comenzó un período más feliz para Sicilia, sucediendo en el poder a los aglabidas los fatimidas. Ubayd Allah, apellidado el Mahdi, o el guiado de Dios, supuesto descendiente de Alí y Fátima, había fundado esta dinastía, y edificado en una pequeña península del golfo de Túnez a Media, capital de su imperio. Con asombrosa rapidez creció el poderío de la nueva casa reinante; la mayor parte del norte de África y Sicilia se le sometió, aunque no sin largas guerras y disturbios; y por último, el Egipto cayó también en su poder, y su brillante capital El Cairo fue el punto céntrico del nuevo califato. Como lugarteniente de los fatimidas vino a Palermo, en 948, Hasan Ibn Alí, de la tribu de los kelbidas, y pronto fue la isla un emirato independiente y hereditario en su familia, calmándose las discordias interiores, que habían destrozado a Sicilia, y floreciendo en su suelo la civilización, la cual, o bien se desenvolvió con prontitud notable, o bien había germinado anteriormente, en medio de las guerras y entre el estruendo de las armas. Lo cierto es que el viajero oriental Ibn Hawqal, que visitó a Palermo a mediados del siglo X, describe la ciudad, adornada de magníficos edificios, y, habla de sus trescientas mezquitas, donde los sabios se reunían y se comunicaban sus conocimientos, Como la huerta de Valencia y la vega de Granada, resplandecían los campos de la antigua Siracusa, las colinas de Agrigento, ricas en ruinas, y más que nada, la áurea concha de Palermo con la vegetación de Asia y de África. Las norias vertían agua abundante en los valles, que, fecundados por ellas, producían a par de la viña y el naranjo, el algodón, la mirra, el azafrán, los plátanos y la palma. Al lado de los antiguos templos dóricos de Selino y Segeste, se alzaban los santuarios mahometanos, y los palacios en el estilo fantástico y encantador del Oriente descollaban entre los frondosos jardines. Así como la industria, la agricultura, la arquitectura y las ciencias, fue también la poesía objeto de asiduo cuidado para la dinastía de los kelbidas, y su alcázar de Palermo vino a ser, como en otro tiempo el palacio de Hierón de Siracusa, el punto de reunión de innumerables cantores. La musa arábiga se naturalizó de tal modo en el suelo de Sicilia, que aún mucho tiempo después de la caída del poder muslímico hizo oír allí su voz. Luego que Roger y sus caballeros normandos se apoderaron de la isla, destrozada de nuevo por interiores discordias, no pudieron sustraerse al influjo del pueblo vencido. Los vencedores eran pocos en número para que pudieran pensar en expulsar a los mahometanos, y así, reconocieron la necesidad de respetar, o de tolerar al menos, la religión y las costumbres de aquellos con quienes tenían que vivir en adelante. No bien los guerreros del Norte se vieron en los encantados palacios y jardines de los emires sarracenos, rodeados de todo el lujo y de toda la pompa del Oriente, cuando los atractivos del arte y de la naturaleza, la dulzura del clima y la civilización, incomparablemente superior, de los muslimes, los domeñaron de improviso. Los conquistadores adoptaron las costumbres, los usos, las artes y las ciencias de los vencidos. Los reyes de la casa de Hauteville tomaron hasta las formas del gobierno y del ceremonial de los árabes. Arábigos fueron sus diplomas y las leyendas de las monedas acuñadas por ellos, en las cuales se conservaron la fecha de la hégira y hasta las fórmulas de la creencia muslímica. Ellos consagraron, como lo atestiguan aún varias inscripciones, los palacios que edificaban, no en el nombre de Dios Trino y Uno, sino en el nombre del misericordioso y bondadoso Alá.

En suma, todo cuanto los rodeaba tenía un carácter oriental tan completo, que bien se puede decir que los conquistadores normandos de Sicilia se asemejaban más a los sultanes que se dividieron entre sí los restos del califato, que a los príncipes cristianos de Europa. De las palabras de Falcando, el gran historiador de Sicilia, así como de las de Benjamín de Tudela, se infiere que dichos príncipes normandos tenían un harem. El viajero Ibn al-Yubayr, de Granada, que visitó la Sicilia hacia fines del siglo XII, nos ha dejado una curiosa descripción de la corte de Guillermo el Bueno. Dice que el rey tenía gran confianza con los mahometanos y que elegía de entre ellos sus visires y camareros y los demás empleados públicos y de palacio. Al ver a estos altos personajes, prosigue Ibn al-Yubayr, se conocía el esplendor de aquel reino, porque todos ostentaban costosos vestidos e iban en fogosos caballos, y cada cual con su séquito, su servidumbre y sus clientes. El rey Guillermo poseía magníficos palacios y preciosos jardines, principalmente en la capital de su reino. En sus diversiones cortesanas imitaba a los reyes muslimes, como también en la legislación, en el modo de gobernar, en la jerarquía de sus vasallos, y en la pompa y en el fausto de su persona y casa. Leía y escribía el idioma arábigo, y según me contó uno de sus más fieles servidores, tenía por divisa: «Alabado sea Alá; justa es su alabanza». Las mancebas y concubinas que guardaba en su palacio eran todas mahometanas. De boca del va mencionado servidor, que se llamaba Yahya, y es hijo de un bordador de oro, que borda los vestidos del rey, he oído algo más pasmoso, a saber: que las cristianas francas que habitaban en el palacio real habían sido convertidas al islamismo por las muchachas mahometanas. El mismo Yahya me refirió que en la isla había habido un terremoto y que el rey idólatra, circulando, lleno de asombro, por su palacio, sólo había oído las voces de sus mujeres y servidores que se encomendaban a Alá y al Profeta. Cuando éstos vieron al rey se asustaron; pero el rey dijo: «Cada cual debe invocar al Dios que adora; quien cree en su dios tiene el espíritu tranquilo».

La inclinación de los príncipes normandos por los mahometanos viene también atestiguada por historiadores cristianos de aquel tiempo. El monje Eadmero dice en su crónica: «El conde Roger de Sicilia no sufría que ni por acaso se convirtiese un musulmán al cristianismo. No sé decir qué motivo tenía para esto, pero Dios le juzgará». Según Godofredo de Malaterra, el gobernador de Catania en nombre de Roger fue un sarraceno. Falcando refiere que la muerte de Guillermo I causó el más vivo dolor entre los árabes; las mujeres de las principales familias, en traje de luto y con los cabellos sueltos, rodeaban el palacio y daban mil quejas al viento, mientras que sus servidoras recorrían las calles de la ciudad cantando himnos fúnebres al son de instrumentos músicos.

Del mismo modo que las costumbres muslímicas prevalecían en la corte normanda, hasta el punto de que en las iglesias cristianas se empleaban las letras del Corán, los nuevos príncipes edificaron también sus palacios y quintas en el estilo que hallaron en la isla, y dispusieron que fuesen encomiados por los poetas arábigos, en versos, que en parte se conservan aún.

Había un libro de amena lectura, La perla preciosa, que contenía versos escogidos de ciento setenta poemas. De aquí se deduce que había sido grande el número de los poetas que la isla había producido. Y si bien esta abundancia no prueba ninguna extraordinaria difusión del talento poético verdadero, porque allí, como en Andalucía, el hacer versos fue con más frecuencia efecto del ejercicio y de la educación que de la inspiración, todavía descollaron, en medio de esta caterva de versificadores, algunos ingenios de orden superior, cuya fama se extendió hasta el Oriente.

Por desgracia, poco de sus obras ha llegado hasta nosotros o se ha descubierto hasta ahora. De los primeros tiempos no se conserva casi nada. Pero de las muestras que nos quedan aún, se infiere que la poesía de los árabes sicilianos tenía los mismos caracteres esenciales que su hermana la española. Nadie espere verla inspirada por el genio griego bajo un cielo tan clásico. Nadie espere oír sus meditaciones sobre las grandes épocas pasadas, cuyos monumentos soberbios se ofrecían a sus ojos. Los árabes estuvieron siempre encerrados en un círculo limitado de impresiones y pensamientos. Podían sentir el encanto de la bella naturaleza, que sonreía en torno de ellos, en los bosques de limoneros y en los valles del Etna, perfumados por los rosales siempre floridos; pero no poseían la facultad de penetrar la historia y la mitología de pueblos extraños. Así es que no hallamos en sus versos ni la más leve huella de todas aquellas imágenes, que el solo nombre de Sicilia hace brotar, como por encanto, en nuestra mente; ni la sagrada fuente de Aretusa, ni el valle de Etna, donde la Proserpina tejió guirnaldas de flores, ni los peñascos que lanzaba Polifemo en el mar. De todo el mundo fantástico de la Odisea nada sabían, salvo quizás aquello que han trasladado a las aventuras de Simbad el marino. Ni con una palabra mencionaron jamás los restos colosales de ciudades y de templos, mucho más numerosos y magníficos entonces que ahora, y que los rodeaban como un mundo destruido. Ni los gigantes que sostenían el techo del templo de Júpiter olímpico en Agrigento, ni las soberbias columnas de Selino, ni el teatro maravilloso de Taormina, les arrancaron una sílaba de admiración. Conviene, sin embargo, no olvidar que la poesía arábiga en Occidente fue siempre como una planta exótica, importada de remotos climas, la cual, si bien recibía su nutrimento de la nueva tierra, sólo cambió su forma exterior y nunca se modificó esencialmente. Como los poetas árabes de España, no salían nunca los de Sicilia de un círculo de imágenes que no son comunes en Occidente, y acudían para sus comparaciones a objetos que nos parecen extraños. Más a menudo que los ricos y encantadores campos de su isla nativa, les prestaba el desierto asunto e imágenes para sus canciones. Lo que es para los poetas de la moderna Europa, que más o menos se han formado en la escuela de griegos y romanos, la mitología y la poesía de la clásica antigüedad, era para ellos la antigua vida de los beduinos con sus héroes y cantores, de los cuales, y del lugar que habitaron, tomaban su fraseología. Su Arcadia es un valle desierto entre montes de arena, donde la habitación abandonada y triste de Maya yace en una ladera; en vez de hablar del céfiro, hablan del viento oriental, que trae el olor del bálsamo de las costas de Darín; en vez de cantar de Filis o de Cloe, cantan de Abla, que se ha ido con la caravana. Las gacelas y los camellos, que no se criaban en Sicilia, hacen gran papel en sus versos; la capital del Yemen, Sana, que probablemente ni en los tiempos de su mayor esplendor podría compararse a Palermo, era ensalzada como el asiento de toda bienaventuranza terrena; y las cortes de Gassán y de Hira se les presentaban como lo más sublime que puede verse en el mundo en punto a lujo y magnificencia. Por dicha, no siempre se inspiran los poetas sicilianos en las reminiscencias de las mu'allaqat o de otras poesías del Oriente, y precisamente al olvidarse de ellas es cuando empiezan a ser interesantes para nosotros. Con gran placer escuchamos cuando nos describen las quintas y palacios de su hermosa isla, los complicados arabescos y los aéreos techos de estalactitas de sus salones, los arcos, las columnas y las fuentes con leones de sus patios. Con gusto nos dejamos guiar por ellos a la espesura de sus siempre verdes jardines, donde los limones prenden de la enramada y la palma mece la gallarda copa en el tibio ambiente o a la orilla de un lago cristalino, en cuyas ondas se refleja el elegante quiosco que en su centro se levanta. También los aplaudimos cuando cantan su amor, impulsados por los sentimientos del corazón y sin disfrazarse en pastores errantes, o cuando celebran el vino de Siracusa y las noches alegres pasadas entre cantadoras y flautistas, o cuando los unos defienden al Islam que decae, contra la cristiana invasora, y los otros encomian el esplendor de la corte normanda y nos hacen ver la condición singular de una civilización medio musulmana, medio cristiana. Nosotros debemos fijar nuestra atención en estas composiciones que no nacieron del prurito de imitar, sino que fueron inspiradas por la realidad circunstante o brotaron de un impulso interior y propio. Sólo por ellas puede ser juzgada y estimada la poesía de los árabes sicilianos. Si algún rasgo característico la distingue principalmente, es una cierta blancura voluptuosa, una inclinación a los deleites del momento, un medio de la hermosa naturaleza, rasgo por el cual, a pesar de todas las diferencias de razas y de épocas, se diría que se asemejan y reconocen los compatriotas de Teócrito. Al leer estos versos arábigos se recuerdan a veces las descripciones del antiguo bucólico, cuando los pastores, bajo la copa sombría de un pino, competían cantando, mientras que las tostadas cigarras no cesaban en su música estridente, y el viento, impregnado del perfume de las silvestres flores, convidaba al sueño con sus tibios soplos. Pero, a par de estos dulces olores, debemos respirar también el aroma narcótico y embriagador del Oriente.

Como el poeta árabe más ilustre que ha producido Sicilia, puede contarse Ibn Handis, que nació en Siracusa, el año 1056. Su juventud fue muy borrascosa, y más que a las ciencias, consagrada a los combates, pasiones y deportes. En una qasida describe una orgía a que asistió en un convento de monjas. Dice que, en compañía de alegres compañeros, penetró en el convento de noche, y que, en un recinto brillantemente iluminado había bebido excelente vino, mientras que cantadoras, bailarinas y flautistas hermoseaban la fiesta. La qasida, interesante por más de un concepto, es como sigue:


Mi alma en los deleites se perdía,
allá en la juventud;
hoy la cana vejez al alma mía
exhorta a la virtud.
Cual planta en suelo estéril arraigada
la virtud era en mí;
fue en balde por el cielo cultivada;
ningún fruto le di.
Del alma mis pasiones se lanzaron
como pompa ligera,
y en átomos su ser desmenuzaron,
volando por do quiera.
Y hubo borrasca, confusión, combate,
do perdí los estribos:
flacos mis pensamientos al embate,
quedáronse cautivos.
El vino, el claro vino do bullía
en blanca espuma el oro,
fue mi mayor encanto, de la orgía
en el alegre coro.
Nunca la escanciadora allí faltaba,
bella, rica de amor,
que la fuerza del vino mitigaba,
refrescando su ardor.
De cuero de gacelas marroquíes,
con odre de agua henchido,
perlas iba vertiendo en los rubíes
del líquido encendido.
Ni faltaban allí nobles coperos,
cuya beldad fulgura
más que la luz de nítidos luceros
en la celeste altura.
Los vasos, como en circo los corceles,
corrían en redondo;
y vino derramaban los donceles
del cántaro más hondo.
En resplandor bañado matutino
por la noche el ambiente,
con sus rizos de espuma teje el vino
una red transparente.
Extendida en el haz, como las aves,
porque colar no puedan,
del vino los espíritus suaves
en ella presos quedan.
Al tramontar de sol, todo sediento,
yo hacia el vino volaba:
una monja la puerta del convento,
rico en vino, guardaba.
Movíame la llena candiota,
el olor del tonel,
el aroma purísimo que brota
del zumo moscatel;
aroma que se extiende y se derrama
del claustro hasta el confín,
como el preciado almizcle que embalsama
el puerto de Darín.
del dinero al oír, hecho ya el trato,
el sonar argentino
de la balanza en el bruñido plato,
daba la monja vino.
No olvidaré que varios compañeros
cierta noche tomamos
cuatro toneles vírgenes, enteros,
que desflorar pensamos.
Desde el punto en que el mosto efervescente
hinchó su cavidad,
diez mil giros la esfera reluciente
hizo en la inmensidad.
Parecían los aros, que sujetan
las duelas encorvadas,
brazos que el talle con amor aprietan
de mujeres amadas.
Un infalible catador, experto
paladar y nariz,
eligió los toneles con acierto,
con discreción feliz.
Pronto en cada tonel reconocía,
sólo por el olor,
la calidad y el rancio que tenía
el dorado licor.
Pero ¿qué mucho? si fijaba luego,
¡tal su pericia era!
Con fecha exacta, cuando fue el trasiego
del mosto a la madera.
Después a un patio de naranjos fuimos,
con mirtos y rosales,
donde, cual astros refulgentes, vimos
muchachas ideales.
Escogimos un rey para la fiesta,
que desterró el pesar,
y en dulces tonos acordada orquesta
empezó a resonar.
Con el plectro la cítara hábilmente
linda joven hería;
otra la flauta, como en beso ardiente,
con el labio oprimía;
y otra a compás, batiendo con el dedo
el adufe sonoro,
marcaba la medida al paso ledo
de la danza y el coro.
Como columnas en extensa hilera
brillaban teas mil;
de rojas flores ondulantes era
un hadado pensil.
De la noche rasgaba con su lumbre
el fuerte oscuro velo,
y en ráfagas de luz hasta la cumbre
alzábase del cielo.
Cuando Sicilia llena mi memoria,
¡ah qué dolor el mío,
al recordar la juventud, mi gloria,
mi amante desvarío!
Allí de las huríes la belleza,
del Edén los placeres,
rebozando el ingenio y la agudeza
en hombres y mujeres.
Desde que de tu seno desterrado
me vi, patria querida,
tu gracia y tu beldad he celebrado;
nunca el alma te olvida.
Aunque amarga, no menos abundante
de mi llanto es la vena,
que las que dan su riego fecundante
a tu campiña amena,
allí mozo reí, con veinte años
y mejillas rosadas:
hoy, viejo de sesenta, desengaños
lloro y culpas pasadas.
Más no me tengan ya por tan perdido
los adustos censores:
grande es Alá; Alá siempre ha querido
perdonar pecadores.


Los siguientes versos parecen ser de aquellos serenos años juveniles del poeta:

- I -

   ¡Sus! Que te traiga vino
la de cinto gentil moza garrida.
Ya el albor matutino
a la noche convida
a que de nuestro cielo se despida.
Acude a los placeres;
sigue del alegría la carrera,
si conseguirlos quieres;
con sandalia ligera
va buscando al deleite que te espera.
Apresúrate ahora;
pronto el licor de la ventura bebe,
antes que de la aurora
las lágrimas se lleve,
flores besando el sol cuando se eleve.


- II -

   Como del amor ansío
siempre el mágico embeleso,
en cambio de un beso mío
anoche te pedí un beso.
Y al punto la sed ardiente
de mi corazón calmó
la más pura y limpia fuente
que para el amor nació.


- III -

   El arroyo murmura,
aunque el aura le besa
y pule el haz de suerte
que el fondo transparenta.
Parece que suspira,
parece que se queja,
porque su inquieto seno
hieren agudas piedras.
Quizá infeliz amante
en él su forma trueca,
y va corriendo al lago
a sepultar su pena.


Circunstancias que no sabemos de cierto, impulsaron a Ibn Handis a salir de su patria. En 1078 pasó a la corte de al-Mutamid de Sevilla, centro de reunión de los más egregios poetas de Occidente. El rey, al principio, no fijo en él la atención, y ya Ibn Handis, desesperado, se preparaba a partir, cuando una noche llegó a su casa un siervo de al-Mutamid con una linterna y un caballo, pidiéndole que montase en él y le siguiese a palacio. El poeta obedeció aquella orden. Ya en palacio, el rey le mandó que se sentase, y le dijo: «Abre la ventana que está junto a ti». Abrió, y vio a lo lejos un horno de vidrio en el que se acababa de trabajar. En las oscuridad se veía fuego, reluciendo a través de sus dos puertas, que ya se cerraban, ya se abrían. Una puerta del horno de vidrio estuvo largo tiempo cerrada, y abierta la otra. Mientras que Ibn Handis miraba estas cosas, el rey le dijo: «Responde a estos versos:

¿Qué brilla ardiendo entre la sombra espesa?»


El poeta respondió:

Un hambriento león que busca presa.



Al-Mutamid:

Abre los ojos y los cierra luego.



El poeta:

Como quien por dolor no halla sosiego.



Al-Mutamid:

La luz de un ojo le robó la suerte.



El poeta:

Al destino no escapa ni el más fuerte.


Al-Mutamid quedó tan satisfecho de estas respuestas improvisadas, que hizo dar al poeta un magnífico presente y le tomó a su servicio.
Ibn Handis fue desde entonces uno de los más brillantes ornatos del círculo literario que en torno suyo había reunido aquel ingenioso príncipe. Avezado desde muy mozo en el ejercicio de las armas, Ibn Handis acompañó también a su amo a la guerra. En la batalla de Talavera, en el primer choque con los cristianos fue derribado de su corcel, pero pronto pudo recobrarse, lanzándose valerosamente por medio de los enemigos y cuidando, más que de sí mismo, de su hijo, que, si bien era muy muchacho aún, peleaba a su lado con bizarría. Cuando cayó la dinastía de los Abbadidas y el desventurado al-Mutamid fue conducido a Agmat y encerrado en un calabozo, Ibn Handis le siguió a África, donde dirigió al prisionero muchos versos elegíacos o consolatorios.

En medio de los variados sucesos de su existencia, jamás se olvidó el poeta de su amada Sicilia:

Vivo recuerdo constante
guardo de la hermosa isla,
que en mis venas ha infundido
el espíritu de vida.
Como los lobos rabiosos
en las florestas sombrías,
los infortunios destruyen
los vergeles de Sicilia.
Era un Edén, que las ondas
enamoradas ceñían.
Do todos eran deleites,
do no me hirió la desdicha.
Allí sin recelo vino
a mí la gacela tímida;
compañero de mis juegos
fue el león en su guarida.
Allí el sol de la mañana
sobre mi frente lucía:
y hoy pienso verle tan sólo
cuando al ocaso declina.
Si, navegando, a tus costas
pudiera volver un día,
cumplido viera mi anhelo,
la suerte hallara propicia.
Así la creciente luna
en su ligera barquilla,
tierra del sol, me llevase
a tus praderas queridas.


En otro lugar habla Ibn Handis de la tierra «donde los rayos del sol animan con una fuerza amorosa las plantas que llenan los aires de aroma; donde se respira una felicidad de la que huyen los adustos cuidados; donde se siente una alegría que borra la huella de todos los pesares».

   Aquellas campiñas fértiles
a menudo se presentan
ante mis ojos en sueño,
y osa mi espíritu verlas.
Con lágrimas pienso siempre
en aquella hermosa tierra,
do los huesos de mis padres
hallan descanso en la huesa.
Mi juventud, ya marchita,
tuvo allí su primavera;
siempre hablaré de mi patria,
recordándola con pena.



Mas, a pesar de sus saudades de la patria, nunca quiso nuestro poeta volver a ver Sicilia, porque había caído bajo el dominio extranjero de los normandos. Así elogiaba el valor de los sicilianos guerreros:

   Tan grande horror se apodera
del que irritados les mira,
que más le asusta su ira
que las garras de una fiera.
En el combate tremendo
por la fe de sus mayores,
sus alfanjes cortadores
van como el rayo luciendo.
como a la zorra con fuerte
garra destroza el león,
sus lanzas llevan la muerte
y esparcen la destrucción.
Sus huestes a la victoria
van en pujantes navíos,
combatiendo por la gloria
y venciendo sus desvíos,
siempre salvarse desean
los cobardes con huir;
mas ellos, cuando pelean,
prontos están a morir;
porque sólo la bravura
de sus nobles adalides
halla honrosa sepultura
en el polvo de las lides.


Pero el poeta lamenta así las discordias civiles que impidieron a los musulmanes de Sicilia oponerse juntos al enemigo:

   ¡Con pensamientos y obras,
aún a costa de mi vida,
oh cara y hermosa patria,
la libertad te daría!
Mas ¿cómo de los bandidos
librarte que te dominan?
¿Cómo sacudir el yugo
con que el infame te humilla,
si se agotaron tus bríos
en discordias fratricidas,
si devoraron las llamas
tus bosques y tus campiñas.
y si los hermanos mismos
bañaron, en lucha impía,
en sangre de los hermanos
las cimitarras y picas?

Ibn Handis, siempre suspirando así por la patria, pasó los últimos años de su vida en las cortes de los badisíes de Media y de los hamudíes de Bugía. Un palacio suntuoso, que el príncipe al-Mansur había edificado en esta última ciudad, fue ensalzado por nuestro poeta en la siguiente qasida, que llegó a ser muy famosa. Como se ve, en ella trata la poesía de competir con la arquitectura, produciendo con la riqueza de las imágenes una impresión semejante a la que debía producir el mismo palacio con sus arabescos, brillantes azulejos y prolijos alicatados y adornos de estuco.


EL PALACIO

¡Espléndido es tu palacio!
Ya basta para su gloria
que brille en él un reflejo
de tu majestad heroica.
Sólo con herir los ojos
su lumbre maravillosa,
por la virtud que derrama
vista los ciegos recobran.
Revivir hace a los muertos
su ambiente, con el aroma
de las fuentes de la vida
que en el Paraíso brotan.
Quien ve morada tan rica
de su beldad se enamora,
y amor y dichas pasadas
destierra de la memoria.
Más que Javarnac se eleva,
más que Sedir ilusiona,
y al Iwan de los Cosróes
eclipsa su regia pompa.
Jamás los antiguos persas,
que hicieron tan grandes obras,
en el arte se elevaron
aa altura tan prodigiosa.
Siglos pasaron y siglos,
pero nunca en Grecia toda
hubo alcázar más brillante,
ni vivienda más hermosa.
En sus fresquísimos patios,
en sus salas de alta bóveda,
del Edén las alegrías
cumplidamente se gozan.
Trasunto exacto de aquéllos
que la virtud galardonan,
sus encantados jardines
al creyente corroboran;
y, al verlos, el pecador
el recto camino toma,
con penitencia impetrando
de Dios la misericordia.
La luz de los siete cielos
la noble vivienda dora,
que allí de al-Mansur
el astro Como por su oriente asoma.
Me parece, cuando miro
todo el primor que atesora,
que al paraíso los sueños
en sus alas me trasportan.
Cuando sus puertas se abren,
ledos los gonces entonan
saludo de bienvenida
al que allí penetrar logra;
y los leones, que muerden
de las puertas las argollas,
para bendecir a Alá
parece que abren la boca,
o que a saltar se preparan
y a dar una muerte pronta
a quien en aquel recinto
entrar sin licencia osa.
La hermosura del palacio
a las almas aprisiona;
por él vagan, y al fin caen,
embelesadas y absortas.
Brilla en sus patios el mármol
cual bien labradas alfombras,
donde en polvo han esparcido
alcanfor y otros aromas.
Perlas difunde el rocío,
la fuente menudo aljófar,
y la tierra olor de almizcle,
que en el aire se remonta.
Al sol que se hunde en ocaso
y deja reinar las sombras,
este palacio reemplaza,
luciendo como la aurora.



LOS SURTIDORES

Nunca leones tuvieron
tan esplendente guarida:
cual si rugiesen, murmuran
con el agua cristalina.
Sus cuerpos parecen oro,
que en lo interior se liquida,
y en raudales transparentes
por las bocas se deriva.
Dijeras que los leones,
mal refrenando la ira,
aunque ningún temerario
los ofende o los irrita,
con anhelo de dar muerte,
la crespa melena erizan,
rugen, y ya se preparan
a echarse sobre la víctima.
Estos monstruos espantosos,
cuando el sol los ilumina,
son todos como de fuego,
tienen las lenguas flamígeras;
y cual espadas candentes,
que de la fragua retiras,
con el sol fulgura el agua
que por las fauces vomitan.
Sobre el estanque, en que cae,
el aura mansa suspira,
y como cota de malla
las fugaces ondas riza.
Un árbol luce con frutos
entre tantas maravillas,
medio metal, medio planta,
de una labor exquisita.
Un resplandor nunca visto
todos los ojos hechiza,
y en el ramaje flexible,
que blandamente se cimbra.
Colúmpianse varias aves
de forma y pluma distinta,
sin querer abandonar
el sitio donde se anidan.
A un surtidor de agua clara,
que como diamantes brilla
por el sol iluminado,
de cada pico salida.
Y aunque las aves son mudas,
dulces parece que trinan,
porque del agua el murmullo
forma grata melodía.
Están las ramas del árbol
cual de brocados vestidas;
líquidos rayos arrojan
con plateadas cintas,
y en la ancha taza de jaspe
al caer las gotas limpias,
son en el fondo de esmeraldas
topacios y perlas finas.
Como blancos dientes muestra
bella dama con su risa,
muestra la fuente alba espuma
que esmaltan fúlgidas chispas.



LAS PUERTAS Y LOS TECHOS

Bellos adornos las puertas
tienen y dibujos lindos;
en labores de ataujía
intrincado laberinto.
Los gruesos clavos redondos,
forjados con oro fino,
como los pechos resaltan
de huríes del Paraíso.
Todo lo envuelven los rayos
del sol en mágico nimbo,
y parece que en los techos
se miran, por raro hechizo,
junto a la esfera celeste
los verdes prados floridos.
Esmaltadas golondrinas
en ellos hacen el nido,
y allí también se contemplan,
con magistral artificio,
fieras que acosa en los bosques
el cazador atrevido.
La enramada y las figuras
vierten rutilante brillo,
como si en el sol mojara
sus pinceles quien las hizo.
Quien mira el jaspe y las piedras
de mil colores distintos,
piensa de los altos cielos
mirar los jardines mismos.
Hay también un cortinaje
pintado, mas descorrido
de manera, que la vista
goza de aquellos prodigios.
Rey del mundo poderoso,
a quien concede propicio
de la guerra en el tumulto
victoria tanta el destino,
muchos Príncipes tuvieron
palacios, en otros siglos,
mas el tuyo vence a todos
por más hermoso y más rico.
En él sobre el trono luces,
y a tus pies yacen rendidos,
y se arrastran en el polvo,
temblando, tus enemigos266.



Por último, Ibn Handis se quedó ciego, y, doblegado bajo el peso de la vejez y de los infortunios, se parecía a un águila que ya no puede volar y buscar la comida de sus polluelos. Murió en el año de 1133, según unos en Mallorca, y en Bugía según otros.

A principios del siglo XI floreció Ibn Tubi, famoso por sus poesías amorosas, llenas de gracia y ternura. Damos como muestra las siguientes:

- I -

   Mi vida acabe si nunca
más en mis brazos te estrecho;
en tu mirar y en tu rostro
el ser y la vida bebo.
Cuando en pura y limpia fuente
consigue beber sediento,
menos goza el peregrino
que yo si tu boca beso.



- II -

   No crea más prodigios el encanto
que su beldad y gracia;
el sano aliento de su fresca boca
huele mejor que el ámbar,
aérea y misteriosa se desliza;
ignoro donde para;
mas un rastro de luz y de perfume
su camino señala.



- III -

   Con sus grandes ojos negros
me trastornó la cabeza;
una sabia zurcidora
fue a declararle mis penas;
y, cual absorbe una lámpara
el jugo de adormideras,
¡oh dicha! me trajo al punto
a la hermosa de la diestra.



De Ibn Tazi, siciliano famoso por sus obras sobre gramática, por sus epístolas y poesías, poseemos una colección de epigramas, entre los cuales se cuentan éstos:


- I -

   No te enojes ni respondas
si es que te injurian los necios:
¿acaso a ladrar te pones
cuando te ladran los perros?



- II -

   No me censures que huya
toda humana compañía;
con víboras y serpientes
no quiero pasar la vida.



- III -
A un hablador

    Cien mil regalos te ofrece,
pero nunca te da nada;
no fía en su oferta el amigo,
ni en contrario en su amenaza.



- IV -
A un avaro

   Entré en su casa tan sólo
para charlar un momento:
creyó que a pedir prestado
iba, y muriose de miedo.



- V -
A un músico

   Cantando, las doce plagas
de Egipto me echas encima;
tocas el laúd, y anhelo
rompértele en las costillas.



- VI -
A un valentón

   Es el bien entre los hombres
fuente que pronto se agota;
y el mal, torrente exhausto
que por doquier se desborda269.



De otro poeta de Sicilia es esta sentencia, llena de amargura:

   Yo te sufría, esperando
que te amansasen los cielos:
te casaste, y tu bravura
ha crecido con los cuernos.



Otro siciliano, que tomó el nombre de Bellanubi, del lugar de su nacimiento, compuso a la muerte de su madre una elegía, de la que tomamos lo que sigue:

   Tu pérdida a llorar, madre querida,
con el alma me entrego,
donde tu muerte me causó una herida,
que más arde que fuego.
Más distancia que a Oriente de Occidente
me separa de ti;
pero en mi corazón estás presente:
descansa en paz ahí.
Mi llanto y de los cielos el rocío
rieguen tu tumba al par,
para que en torno de su mármol frío
flores puedan brotar.



Abu-l-Arab alcanzó también gran fama de poeta. Cuando los normandos conquistaron a Sicilia, no quiso someterse al yugo extranjero, y emigró, diciendo que no era él quien abandonaba su patria, sino su patria quien le abandonaba:

   ¿Por qué, si me burla siempre,
he de seguir la esperanza?
Seguir el recto camino
baste que el honor señala.
Mis pensamientos vacilan;
yo no sé donde me vaya;
ya me inclino al Occidente,
y ya el Oriente me agrada.
Pero lo quiere el destino;
es mi inevitable marcha
más cruel que al dromedario
los arenales de África.
No cedas, corazón mío,
al gran dolor que te embarga;
de tu compañía huésped
tan enojoso separa.
Si cautivo de cristianos
hoy mi país se rebaja,
yo me subiré en los riscos
donde se anidan las águilas.
El ser me ha dado la tierra;
¿en qué región apartada
no será el hombre mi hermano,
no será el mundo mi patria?



Al-Mutamid, rey de Sevilla, ofreció en su corte un asilo a este poeta, le envió una buena suma de dinero para el viaje, y fue siempre en lo futuro su valedor generoso. En cierta ocasión hallábase el siciliano en la cámara del rey, cuando acababan de traer de la Zeca gran cantidad de monedas de oro recién acuñadas. Al-Mutamid regaló al poeta dos talegos de aquel oro; mas no contento Abu-l-Arab con el presente, puso los ojos en varias figuras de ámbar que allí había, y singularmente en una que estaba adornada con perlas y que representaba un camello. «Pero, señor, dijo por último, para llevar esta carga necesito un camello». El rey se sonrió y le regaló la figura de ámbar.

Ibn Katta fue autor de muchas obras históricas y sobre gramática, y entre ellas, de una Historia de Sicilia. Él fue también quien coleccionó la Antología ya mencionada, que contiene composiciones de ciento setenta poetas sicilianos. Asimismo abandonó la isla cuando la conquistaron los normandos. Como muestra de sus versos pueden servir los siguientes, de los cuales se infiere, como de otras producciones por el mismo estilo, que también en la verde Sicilia se conservó la costumbre de adornar las qasidas con imágenes de la vida del desierto, y de verter lágrimas sobre el campamento abandonado de los beduinos y sobre la mansión derruida de la mujer amada:

   No pierdas en amoríos
los momentos de tu vida,
llorando el desdén de Noma
o llamando a Zaida impía.
No del campamento llores
la soledad y ruina.
Ni por la mansión de Maya
abandonada te aflijas.
Un fin busca únicamente,
sólo a un propósito aspira,
ve que sólo sobrevive
del pecado la ignominia.


No todos los poetas sicilianos siguieron a los nombrados ya en su emigración voluntaria. Aún floreció la poesía arábiga en la corte de Roger y de sus sucesores. Muchas pruebas de esto se han conservado, principalmente poesías en las cuales se celebran los palacios de los reyes normandos. De una qasida, que Ibn Omar de Butera compuso en elogio de Roger, son estos versos:

   Con los líquidos rubíes
haz que circulen los vasos,
y bebe mañana y tarde
del licor ardiente y claro.
Goza el deleite del vino,
y resuenen entre tanto
los cantares y el laúd
magistralmente pulsado.
Venzan a Mabid tus músicos,
como el vino siciliano
vence en dulzura a los otros
y en preservar de cuidados.



En esta misma poesía eran más adelante celebrados los hermosos edificios de Palermo; pero sólo se conserva aún el elogio del palacio de la Mansuriya o la Victoriosa:

   De la Victoria el palacio
reluce con sus almenas;
en él encontró el deleite
su venturosa vivienda.
Míranle todos los ojos
con agradable sorpresa;
no hay un primor ni un encanto
que Dios no le concediera.
No hay quinta más deliciosa
sobre la faz de la tierra,
con sus balsámicas plantas
y con su verde floresta.
No son más puras y limpias
las aguas que el Edén riegan
que las que aquí por las fauces
vierten leones de piedra.
Estos patios y estas salas
adorna la primavera
con vestidura tejida
de luz, de flores y perlas.
Cuando el sol al mar desciende,
y cuando del mar se eleva,
difunde olor y frescura
la brisa y el huerto orea.



Por su gracia se distingue una composición poética, en la cual Abd al-Rahmán de Trápani celebra la villa Favara, cerca de Palermo, hoy Mare dolce:

   ¡Palacio de los palacios,
cuál resplandeces, Favara,
mansión de deleites llena,
a orilla de entrambas aguas!
Nueve arroyos, que relucen
en tus prados de esmeralda,
riegan los bellos jardines
con onda fecunda y clara.
Dos surtidores se empinan
y en curva buscan la taza,
desmenuzándose en perlas
que el iris fúlgido esmalta.
En tus lagos amor bebe
elixir de bienandanza;
junto a tu raudal su tienda
tiene el placer desplegada;
quinta mejor que tu quinta
en el mundo no se halla;
nada más lindo que el lago
do se miran las dos palmas.
Sobre él los árboles doblan
las verdes y airosas ramas,
como para ver los peces
que por sus cristales nadan,
y que de carmín y oro
el líquido seno cuajan.
Mientras que encima las aves
gorjean en la enramada.
¡Oh cuán hermosa es la isla,
donde brillan las naranjas,
entre el verdor de las hojas,
como relucientes llamas,
y los pálidos limones
como en noche solitaria
un amador melancólico
que está lejos de su amada!
Las dos palmas que crecieron
sobre la misma muralla.
Allí parecen amantes
que temerosos se amparan,
o más bien, que con orgullo
su fina pasión proclaman,
y los celos desafían,
y burlan las amenazas.
Nobles palmas de Palermo
que la lluvia en abundancia
os bañe; creced frondosas
mientras duerme la desgracia;
y que florezcan en tanto
árboles, yerbas y plantas,
tálamo dando mullido
al amor y sombra opaca.



Por último, Abu Daf compuso la elegía siguiente a la muerte de un hijo de Roger:

   ¿Cómo no liquida el llanto
las mejillas por do corre,
y los continuos gemidos
no parten los corazones?
Llena de dolor la luna
su luz en nubes esconde,
y cubren toda la tierra
las tinieblas de la noche.
Ruina las firmes columnas
amenazan y los postes,
porque se eclipsó su gloria
y su poder acabóse.
¡Ay de aquel que confianza
en la infiel fortuna pone!
Es cual la luna que brilla
o apaga sus resplandores.
Bello y espléndido, ha poco,
lucía el ilustre joven;
con él robó la fortuna
brilló a la patria y amores.
Que el llanto de las doncellas
por él las mejillas moje,
como perlas en corales,
como el rocío en las flores.
Grande es el dolor; no hay pecho
que inflamado no solloce;
y fuego y agua se mezclan,
pues no hay ojos que no lloren.
Sus armas y sus palacios
conmueve tan rudo golpe,
y parece que suspiran
al relinchar sus bridones.
Laméntanle las palomas,
y tal vez lágrimas broten
de las ramas, si su muerte
llegan a saber los bosques.
¡Cuánto luto! Nos castiga
el destino con su azote.
¿Do habrá consuelo o paciencia
que le mitigue o soporte?
Día de horror fue aquel día
en que el mancebo muriose;
cano de espanto se puso
el cabello de los hombres;
así, cuando acabe el tiempo
y un ángel la trompa toque,
y la tempestad destruya
la armonía de los orbes.
Estrecha vendrá la tierra
al gran tumulto de entonces;
hombres, niños y mujeres
darán lamentos y voces.
Hoy, no sólo los vestidos,
sino los pechos se rompen;
se desolaron las almas,
gimieron los ruiseñores.
Del blanco traje de fiesta
la multitud desnudóse;
solamente negro luto
ora conviene que adopte.







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CANTOS DE AMOR DE LOS ÁRABES ESPAÑOLES [20.199]

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Cantos de amor de los árabes españoles.

Por Adolf Friedrich von Schack

La situación de las mujeres en España era más libre que entre los otros pueblos mahometanos. En toda la cultura intelectual de su tiempo tomaban parte las mujeres, y no es corto el número de aquéllas que alcanzaron fama por sus trabajos científicos o disputando a los hombres la palma de la poesía. Tan alta civilización fue causa de que se les tributase en España una estimación que jamás el Oriente musulmán les había tributado. Mientras que allí, con raras excepciones, el amor se funda sólo en la sensualidad, aquí arranca de una más profunda inclinación de las almas, y ennoblece las relaciones entre ambos sexos. A menudo el ingenio y el saber de una dama tenían tan poderoso atractivo para sus adoradores, como sus prendas y hechizos corporales; y una inclinación común a la poesía o a la música solía formar el lazo que ligaba dos corazones entre sí.

En testimonio de lo dicho, los cantos de amor de los árabes españoles manifiestan, en parte, una pasmosa profundidad de sentimientos. Algunos respiran una veneración fervorosa de la mujer, a la cual era extraña la Europa cristiana de entonces. En los movimientos y voces del estos cantares se halla una mezcla de blandos arrobos y de violentas pasiones, que recuerdan la moderna poesía por el melancólico. amor a la soledad, y por la estática y soñadora contemplación de la naturaleza.

Con todo, un extraordinario esplendor de colorido y otras muchas calidades nos hacen pensar en el origen oriental de estos cantos. Transportémonos por un momento, a fin de conocerlos mejor en su esencia y propiedades, bajo el hermoso cielo de Andalucía, donde nacieron. Anochece; la voz del muecín se ha oído convocando para la oración; los fieles entran en las mezquitas; el silencio reina sobre el cerro a orillas del río; su peñascosa cima está coronada por las almenadas torres y chapiteles de un alcázar; con los últimos resplandores del sol, brillan los dorados alminares de la ciudad; las sombras de los cipreses se proyectan con más extensión; por los arcos de herradura de los ajimeces se percibe movimiento; por entre las rejas se ven vagar blancos velos; y murmurando y alzándose por encima de las copas de los granados, se oye subir del valle el sonido de un laúd. Una voz canta:


   Por la inmensidad del cielo
con afán mis ojos giran.
En las estrellas buscando
la luz de tu faz querida.
En pos del rastro oloroso
que tu beldad comunica,
voy por todos los senderos
y detengo al que camina.
Parar los vientos ansío,
por si en sus alas envías
un eco de tus palabras,
una nueva de tu vida.
Por si pronuncian tu nombre,
mi oído anhelante espía,
y en todo rostro encubierto
mi mente el tuyo imagina.



Otra voz canta:

   Di a mi amada, mensajero,
que me da muerte su amor,
y que la muerte prefiero
a tan acerbo dolor.
Desdeñosa o enojada,
sólo a morir me convida,
mas con su dulce mirada
puede volverme la vida.



Otra tercera voz dice:

   Desde que me dejaste,
y a los brazos de otro te anudaste,
es mi vida tan negra y tan amarga
como la noche larga.
Dime, infiel; di, gacela fugitiva,
¿no recuerdas las noches deliciosas
en que gocé de tu beldad, cautiva
en cadenas y tálamo de rosas?
¿Así olvidas el lazo que formamos,
de un collar perlas y de un tronco ramos?
El mismo manto entonces nos ceñía,
era tu forma una con la mía,
y de dorada luz un limpio velo
nos echaban los astros desde el cielo.



Para comprender de cuánta ternura de sentimientos eran capaces las almas más nobles y delicadas de los árabes españoles, se debe leer la descripción del amor juvenil de uno de los más importantes escritores del siglo XI, tal como él mismo nos la ha dejado escrita.

«En el palacio de mi padre, dice Ibn Hazm, vivía una joven, que recibía allí su educación. Tenía dieciséis años, y ninguna otra mujer se le podía comparar en beldad, entendimiento, modestia, discreción y dulzura. Las pláticas amorosas, el burlar y el reír no eran de su gusto, por lo cual hablaba poco.

Nadie osaba levantar hasta ella sus pensamientos, y sin embargo, su hermosura conquistaba todos los corazones, pues, aunque orgullosa y reservada en dar muestras de su favor, era más seductora que las que conocen a fondo el arte de encadenar a los hombres. Su modo de pensar era muy severo y no mostraba inclinación alguna por los vanos deleites, pero tocaba el laúd de un modo admirable. Yo era entonces muy mozo, y sólo pensaba en ella. A veces la oía hablar, pero siempre en presencia de otros, y en balde busqué durante dos años una ocasión de hablarle sin testigos. Ocurrió en esto que se dio en nuestra casa una de aquellas fiestas que se acostumbraban en los palacios de los grandes, a la cual asistieron las mujeres de nuestra casa y las de mi hermano, y donde, por último, estuvieron convidadas también las mujeres de nuestros clientes y más distinguidos servidores. Después de pasar una parte del día en el palacio, fueron éstas a un pabellón, desde donde se gozaba de una magnífica vista de Córdoba, y tomaron asiento en un sitio desde el cual los árboles de nuestro jardín no estorbaban la vista. Yo fui con ellas, y me acerqué al hueco de la ventana donde se encontraba la joven; mas apenas me vio a su lado, cuando con graciosa ligereza se huyó hacia otra parte del pabellón. Yo la seguí, y se me escapó de nuevo. Mis sentimientos le eran ya harto conocidos, porque las mujeres poseen un sentido más perspicaz para descubrir las huellas del amor que se les profesa, que el de los beduinos para reconocer la vereda trillada en sus excursiones nocturnas por el desierto. Por dicha, ninguna de las otras mujeres advirtió nada de lo ocurrido, porque estaban todas muy embelesadas con la vista, y no prestaban atención.

Cuando más tarde bajaron todas al jardín, las que tenían mayor influjo por su posición o por su edad, rogaron a la dama de mis pensamientos que entonase un cantar, y yo uní mi ruego a los de ellas. Así rogada, empezó, con una timidez que a mis ojos realzaba más sus encantos, a pulsar el laúd, y cantó los siguientes versos de Abbas, hijo de al-Ahnaf:

   En mi sol pienso sólo,
en mi muchacha linda.
¡Ay, que perdí su huella
tras de pared sombría!
¿Es de estirpe de hombres,
o de los genios hija?
Ejerce de los genios
el poder con que hechiza;
de ellos tiene el encanto,
pero no la malicia.
Es su cara de perlas,
su talle palma erguida,
blando aroma su aliento,
ella gloria y poesía.
Ser de la luz creado,
graciosamente agita
la veste vaporosa,
y ligera camina;
su pie no quiebra el tallo
de flores ni de espigas.



Mientras que cantaba, no fueron las cuerdas de su laúd, sino mi corazón, lo que hería con el plectro. Jamás se ha borrado de mi memoria aquel dichoso día, y aún en el lecho de muerte he de acordarme de él. Pero desde entonces, nunca más volví a oír su dulce voz, ni volví a verla en mucho tiempo.

No la culpes, decía yo en mis versos, si es esquiva y huye. No merece por esto tus quejas. Hermosa es como la gacela y como la luna, pero la gacela es tímida, y la luna inasequible a los hombres.

Me robas la dicha de oír tu dulce voz, decía yo además, y no quieres deleitar mis ojos con la contemplación de tu hermosura. Sumida del todo en tus piadosas meditaciones, entregada a Dios por completo, no piensas más en los mortales. ¡Cuán dichoso Abbas, cuyos versos cantaste! Y sin embargo, si aquel gran poeta te hubiese oído, se hubiese llenado de tristeza, te hubiera envidiado como a su vencedora, porque, mientras que cantabas sus versos, ponías en ellos un sentimiento de que el poeta carecía, o que no supo expresar.

Entre tanto sucedió que, tres días después que al-Mahdi subió al trono de los califas, abandonamos nuestro nuevo palacio, que estaba en la parte de Oriente de Córdoba, en el arrabal de Zahira, y nos fuimos a vivir a nuestra antigua morada, hacia el Occidente, en Balat Mugit; pero, por razones que es inútil exponer aquí, la joven no se vino con nosotros. Cuando Hišam II subió otra vez al trono, caímos en desgracia con los nuevos dominadores; nos sacaron enormes sumas de dinero, nos encerraron en una cárcel, y cuando recobramos la libertad, tuvimos que escondemos. Entonces vino la guerra civil; todos tuvieron mucho que padecer, y nuestra familia más que todos. Entre tanto murió mi padre el 21 de Junio de 1012, y nuestra suerte no se mejoró en nada. Cierto día, asistiendo yo a las exequias de un pariente, reconocí a la joven en medio de las mujeres que componían el duelo. Muchos motivos tenía yo entonces para estar melancólico; se diría que venían sobre mí todos los infortunios, y sin embargo, no bien la volví a ver, me pareció que lo presente, con todas sus penas, desaparecía como por encanto. Ella evocó y trajo de nuevo a mi memoria mi vida pasada, aquellos días hermosos de mi amor juvenil, y por un momento volví a ser joven y feliz, como ya lo había sido. Pero ¡ay, este momento fue muy corto! Pronto volví a sentir la triste y sombría realidad, y mi dolor, acrecentado con las angustias de un amor sin esperanza, se hizo más devorador y violento.

Ella llora por un muerto que todos estimaban y honraban, decía yo en mis versos que en aquella época compuse; pero el que vive aún tiene más derecho a sus lágrimas. Es extraordinario que compadezca a quien ha muerto de muerte natural y tranquila, y que no tenga compasión alguna de aquél a quien deja morir desesperado.

Poco tiempo después, cuando el ejército de los berberiscos se apoderó de la capital, fuimos desterrados, y yo tuve que abandonar a Córdoba en el verano de 1013. Cinco años pasaron entonces, durante los cuales no vi a la joven. Por último, cuando en el año de 1018 volví a Córdoba, fui a vivir a casa de uno de mis parientes, donde la encontré de nuevo; pero estaba tan cambiada, que apenas la reconocí, y tuvieron que decirme quién era. Aquella flor, que había sido el encanto de cuantos la miraban, y que todos hubieran tomado para sí, a no impedirlo el respeto, estaba ya marchita; apenas le quedaban algunas señales de que había sido hermosa. En aquellos infelices tiempos, la que había sido criada entre la abundancia y el lujo de nuestra casa, se vio de pronto en la necesidad de acudir a su subsistencia por medio de un trabajo excesivo, no cuidando de sí misma ni de su hermosura. ¡Ay, las mujeres son flores delicadas; cuando no se cuidan, se marchitan! La beldad de ellas no resiste, como la de los hombres, a los ardores del sol, a los vientos, a las inclemencias del cielo y a la falta de cuidado. Sin embargo, tal como ella estaba, aún hubiera podido hacerme el más dichoso de los mortales si me hubiese dirigido una sola palabra cariñosa; pero permaneció indiferente y fría, como siempre había estado conmigo. Esta frialdad fue poco a poco apartándome de ella. La pérdida de su hermosura hizo lo restante.

Nunca dirigí contra ella la menor queja. Hoy mismo no tengo nada que echarle en cara. No me había dado derecho alguno para estar quejoso. ¿De qué la podía yo censurar? Yo hubiera podido quejarme si ella me hubiese halagado con esperanzas engañosas; pero nunca me dio la menor esperanza; nunca me prometió cosa alguna».

Hasta aquí lo que refiere Ibn Hamz de los amores de su juventud. Si examinamos ahora algunos cantos de amor de diversos autores, veremos qué variedad de tonos hay en ellos. El siguiente expresa el alborozo de un alma embriagada de felicidad al ver cumplidos todos sus deseos:

   ¡Alá permite que triunfe,
y al fin la puerta me abre,
por donde en noche sombría
el alba espléndida sale!
Alba su amor me concede;
amigos, felicitadme,
que a durar más su desdén,
muriera yo de pesares.
¡Oh alcores!
¡Oh verdes ramos,
florida gala del valle!
¡Y tú, gacela, Alba mía,
que mi noche iluminaste!
Pronto despierta cualquiera
de la embriaguez en que cae;
mas la que tú me infundiste
jamás podrá disiparse.
No hay censor que me la quite,
aunque me reprenda grave;
el mal llegó a tal extremo,
que no me le cura nadie.



El mismo júbilo inspira esta otra composición:

   No bien el sol se hundiera entre celajes de oro,
y mostrase la luna su claro resplandor,
me prometió la dama gentil a quien adoro
venir a mi morada en alas del amor.
Y vino, como viene la luz de la mañana,
cuando nace en oriente, y dora y besa el mar.
Aérea deslizándose, y cual rosa temprana,
el ambiente llenando de aromas al pasar.
Como en cada capítulo del Alcorán severo
besa todas las letras el piadoso lector,
do estampaba la huella su breve pie ligero,
besaba yo la tierra con amante fervor.
Iluminó mi estancia, cual la luna radiante;
mientras todos dormían, velábamos allí;
y yo no me cansaba de besar su semblante
y de estrecharla al seno con dulce frenesí.
Al fin a separarnos nos obligó la aurora.
¡Noche al-Kadir! ¡oh noche bendita por Alá!
Más goces y misterios y dichas atesora
la noche que a su lado bendita pasé ya.



No son menos apasionados los versos en que la princesa Umm al-Kiram celebra a su querido al-Sammar:

   ¿Quién extraña el amor que me domina?
Él solo le mantiene,
rayo de luna que a la tierra viene,
y con su amor mis noches ilumina.
Él es todo mi bien, toda mi gloria;
cuando de mí se aleja,
ansioso el corazón, nunca le deja.
Y le guarda presente la memoria.


Cualquiera pensaría, al leer la siguiente composición de Said Ibn Yudi, que es obra de un Minnesänger o un trovador. Y sin embargo, el poeta autor de los versos vivió mucho antes, en el siglo IX:

   Desde que su voz oí,
paz y juicio perdí;
y su dulce cantinela
me dejó tan sólo pena
y ansiedad en pos de sí.
Jamás a verla llegué.
Y en ella pensando vivo;
de su voz me enamoré,
y mi corazón cautivo
por su cantar le dejé.
Quien por ti, Yuyana, llora,
tu nombre, escrito en el seno,
pronuncia, y piedad implora,
Cual un monje nazareno
de aquella imagen que adora.



Esta otra breve canción parece un suspiro arrancado de lo íntimo del pecho por el dolor de la ausencia:

   Lejos de ti, hermosa,
la pena me causas
que un pájaro siente
si quiebran sus alas.
Sobre el mar anhelo
volar do te hallas,
antes que la ausencia
la muerte me traiga.



Muchos de los cantares cortos recuerdan de una manera pasmosa las seguidillas improvisadas que todas las noches se cantan, al son de la guitarra, bajo los balcones de Andalucía. Así las que siguen:

   En el cielo la luna
radiante luce,
pero pronto se vela
de negras nubes;
que, al ver tu cara,
envidiosa se esconde
y avergonzada.


   Una eternidad dura
la noche triste
para el enamorado
que llora y gime;
mientras él vela,
ni querida ni amigos
oyen sus quejas.


   La desdicha me tiene
de ti muy lejos,
mas a tu lado vive
mi pensamiento:
tu dulce imagen,
vagando ante mis ojos
llorar me hace.



Una idea que se repite a menudo es la de que dos amantes se ven mutuamente en sueños durante la ausencia, y de esta suerte hallan algún consuelo en su aflicción. Ibn Jafaya canta:

   Envuelta en el denso velo
de la tenebrosa noche,
vino en sueños a buscarme
la gacela de los bosques.
Vi el rubor que en sus mejillas
celeste púrpura pone,
besé sus negros cabellos,
que por la espalda descoge,
y el vino aromoso y puro
de nuestros dulces amores,
como en limpio, intacto cáliz,
bebí en sus labios entonces.
La sombra, rápida huyendo,
en el Occidente hundiose,
y con túnica flotante,
cercada de resplandores,
salió la risueña aurora
a dar gozo y luz al orbe.
En perlas vertió el rocío,
que de las sedientas flores
el lindo seno entreabierto
ansiosamente recoge;
rosas y jazmines daban
en pago ricos olores.
Mas para ti y para mí,
¡oh gacela de los montes!
¿Qué más rocío que el llanto
que de nuestros ojos corre?



Ibn Darray expresa el mismo pensamiento más sencillamente:

   Si en los jardines que habita
me impiden ver a mi dueño,
en los jardines del sueño
nos daremos una cita.



En la canción que sigue reproduce la misma idea el príncipe heredero Abd al-Rahman:

   ¡Oh desdeñosa gacela mía!
Tu dulce boca nunca me envía
palabra alguna que dé consuelo.
¡Qué mal respondes a tanto anhelo!
¡Qué mal me pagas tanto amor!
Como con flechas enherboladas
hieres mi alma con tus miradas,
y ni das bálsamo para la herida,
ni esa tu hermosa forma querida
mandas en sueños al amador.



Estos otros versos respiran una pasión tierna y profunda:

   ¿No tendrá fin esta noche?
¿No dará jamás alivio
El alba a quien vela y gime
de tu hermosura cautivo?
El dolor me oprime el seno,
y del corazón herido
arranca violentamente
apasionados suspiros.
En la cama me revuelvo,
sin quedar nunca tranquilo,
cual si estuviese erizada
de mil puñales buidos.
Enamorado me quejo,
y a ti mis ayes dirijo;
sé piadosa, oh muy amada,
sé menos dura conmigo.
Mas sólo quien de amor sabe
comprenderá mi martirio.
Cuánto queman las heridas
que amor en mi pecho hizo;
tú no, que en vez de sanarlas,
las renuevas con ahínco,
y al fin me hieres de muerte,
del alma en el centro mismo.



En esta otra composición hay un sentimiento más blando:

   Pon en tu pecho brío,
¡oh mi querida Selma!
A fin de que resistas
el dolor de la ausencia.
Al apartarme ahora
de tu sin par belleza,
soy como condenado
que aguarda la sentencia;
pues nunca manda el cielo
más espantosa pena
que la de separarse
dos almas que se quieran.
Separación y muerte
igual dolor encierran,
aunque al muerto acompañen
con llantos a la huesa.
De nuestro amor se rompe
la florida cadena,
el nudo de mi pecho
y tu pecho se quiebra
ramos del mismo tronco
son esta angustia acerba
y el placer que tuvimos
en comunión estrecha.
Siempre el mayor deleite
mayor pesar engendra,
y la más dulce vida
más amarga tristeza.



Por último, muchas de las poesías eróticas de los árabes españoles son, como acontece a menudo con los versos de los pueblos meridionales, más bien que la expresión inmediata del sentimiento, un ingenioso juego de palabras, y una multitud de imágenes acumuladas por la fantasía y el entendimiento reflexivo. A esta clase pertenecen las composiciones que voy a citar. De Ibn Jafaya:

   Cuántas noches contigo, deliciosas,
vino en el mismo cáliz yo bebía,
y nuestro hablar suave parecía
el susurro del céfiro en las rosas.
Perfume dulce el cáliz exhalaba;
pero más nuestros juegos; más las flores
que de tu seno y ojos seductores
y de tus frescos labios yo robaba.
Sueño, embriaguez, un lánguido quebranto
rindió tu cuerpo hermoso,
que entre mis brazos a posarse vino;
pero la sed, en tanto,
apagar quiso el corazón ansioso,
de tu boca en el centro purpurino,
fue entonces limpia y rutilante espada
y fue bruñido acero tu figura,
al desnudar la rica vestidura
tan primorosamente recamada.
Y yo estreché con lazo cariñoso
tu esbelto talle y delicado seno,
y besé tu sereno
rostro, que sol hermoso
para mi bien lucía,
dando ser a mi alma y alegría.
Toqué con ambas manos
toda la perfección de tu hermosura,
anchas caderas y cintura breve,
y dos alcores cándidos, lozanos,
que separa de un valle la angostura
y que están hechos de carmín y nieve.



De Ibn Baqi:

   Cuando el manto de la noche
se extiende sobre la tierra,
del más oloroso vino
brindo una copa a mi bella.
Como talabarte cae
sobre mí su cabellera,
y como el guerrero toma
la limpia espada en la diestra,
enlazo yo su garganta,
que a la del cisne asemeja.
Pero al ver que ya reclina,
fatigada, la cabeza,
suavemente separo
el brazo con que me estrecha,
y pongo sobre mi pecho
su sien, para que allí duerma.
¡Ay! el corazón dichoso
me late con mucha fuerza.
¡Cuán intranquila almohada!
No podrá dormir en ella.



De Ibn Saraf:

   Con su gracia y sus hechizos
enciende en mi corazón
una vehemente pasión
la niña de negros rizos.
No da sombra a su mejilla,
sobre los claveles rojos,
el cabello, porque brilla
cual sus negrísimos ojos.



De Abd Allah Ibn Abd al-Aziz:

   Danos ventura, mostrándote,
¡oh luna de las mujeres!
¿Habrá más dulce ventura
que la ventura de verte?
Todos dicen a una voz,
donde quiera que apareces:
¡Ya ilumina nuestra noche
la luna resplandeciente!
Pero yo al punto replico
que la luna sólo tiene
una noche luz cumplida,
y tú la difundes siempre,
por Alá juro, señora,
que hasta el sol, cuando amanece,
no sale a dar luz al mundo
mientras tú no se lo ordenes;
porque ¿cómo podrá el sol
teñir de grana el Oriente,
sin que tus frescas mejillas
vivo rosicler le presten?



De al-Rusafi, A una tejedora:

   Olvida tus amores,
me dicen los amigos;
no es digna la muchacha
de todo tu cariño.
Yo siempre les respondo:
vuestro consejo admito;
mas seguirle no puede
mi corazón cautivo,
de su dulce mirada
me retiene el hechizo,
y el olor que en sus labios
entre perlas respiro.
si echa la lanzadera,
brincan todos los hilos,
y mi corazón brinca,
y versos la dedico.
Si en el telar sentada,
forma un bello tejido,
me parece que urde
y trama mi destino.
Mas si entre las madejas
trabajando la miro,
me parece una corza
que en la red ha caído.



De Ibn al-Abbar, La cita nocturna:

   Recatándose medrosa
de la gente que la espía,
con andar tácito y ágil
llegó mi prenda querida.
Su hermosura por adorno,
en vez de joyas, lucía.
Al ofrecerle yo un vaso
y darle la bienvenida,
el vino en su fresca boca
se puso rojo de envidia.
Con el beber y el reír
cayó en mi poder rendida.
Por almohada amorosa
le presenté mi mejilla.
Y ella me dijo: en tus brazos
dormir anhelo tranquila.
Durante su dulce sueño
a robar mil besos iba;
mas ¿quién sacia el apetito
robando su propia finca?
Mientras esta bella luna
sobre mi seno yacía,
se oscureció la otra luna,
que los cielos ilumina,
pasmada dijo la noche:
¿quién su resplandor me quita?
¡Ignoraba que en mis brazos
la luna estaba dormida.



De Umayya Ibn Abu-l-Salt, A una bella escanciadora:

   Más que el vino que escancia,
vierte rica fragancia
la bella escanciadora,
y más que el vino brilla
en su tersa mejilla
el carmín de la aurora.
Pica, es dulce y agrada
más que el vino su beso,
y el vino y su mirada
hacen perder el seso.



Estos delicados versos son del príncipe Izz al-Dawla:

   Lleno de afán y tristeza,
este billete te escribo,
y el corazón, si es posible,
en el billete te envío.
Piensa al leerle, señora,
que hasta ti vengo yo mismo;
que sus letras son mis ojos
y te dicen mi cariño.
De besos cubro el billete,
porque pronto tus pulidos
blancos dedos romperán
el sello del sobreescrito.



El poeta Abu Amir dirigió a la hermosa Hind, tan célebre por su talento en música y poesía, la siguiente invitación para que viniese a su casa con el laúd:

   Ven a mi casa; ansía tu presencia
un círculo de amigos escogido;
escrúpulo no tengas de conciencia,
que no se beberá nada prohibido.
Ven, Hind; que agua clara
sólo como refresco se prepara.
De ruiseñores un amante coro
en mi jardín oímos;
mas todos preferimos
tu voz suave y tu laúd sonoro.



Apenas hubo leído estas líneas, escribió Hind en el respaldo de la carta:

   Señor, en quien la nobleza
y la elevación se unen.
Que allá en los siglos remotos
hubo en los hombres ilustres,
Hind cede a tu deseo,
y al punto a tu casa acude;
antes que tu mensajero,
quizás ella te salude.



Abd al-Rahman II amaba con pasión a la hermosa Tarab, la cual se aprovechaba a menudo interesadamente de esta inclinación. Una vez se mostró tan enojada y zahareña, que se encerró en su estancia, donde el califa no logró penetrar en largo tiempo. Para hacérsela propicia y atraerla de nuevo a sus brazos, mandó entonces poner muchos sacos de oro a la puerta. A esto ya no pudo resistir la hermosa Tarab; abrió la puerta y se arrojó en los brazos de su regio y espléndido amante, mientras que las monedas de oro rodaban a sus pies por el suelo. En otra ocasión regaló Abd al-Rahman a esta muchacha un collar que valía diez mil doblas de oro. Uno de los visires se maravilló del alto precio del presente, y el califa respondió: «Por cierto que la que ha de llevar este adorno es aún más preciosa que él: su cara resplandece sobre todas las joyas». De esta suerte se extendió más aún alabando la hermosura de su Tarab, y pidió al poeta Abd Allah Ibn al-šamar que dijese algo en verso, sobre aquel asunto. El poeta dijo:

   Para Tarab son las joyas;
Dios las formó para ella.
Vence a su luna y al sol
el brillo de la belleza.
Al dar la voz creadora
ser al cielo y a la tierra,
cifró en Tarab el dechado
de todas sus excelencias.
Ríndale, pues, un tributo
cuanto el universo encierra;
los diamantes en las minas,
y en el hondo mar las perlas.



Abd al-Rahman halló muy de su gusto estos versos, y también él improvisó los que siguen:

   Excede a toda poesía
la poesía de tus versos.
¿Quién no te admira, si tiene
corazón y entendimiento?
Tus cantares se deslizan
en lo profundo del pecho,
pasando por los oídos
con un mágico embeleso.
De cuanto formó el Criador
para ornar el universo,
en esta linda muchacha
cifra dechado y modelo.
Sobre jazmines las rosas
en sus mejillas contemplo;
es como jardín florido,
es mi deleite y mi cielo.
¿Qué vale el collar de perlas
que rendido le presento?
Mi corazón y mis ojos
lleva colgados al cuello.



Hafsa, célebre poetisa granadina, no menos encomiada por su hermosura que por su extraordinario talento, tenía relaciones amorosas con el poeta Abu Yafar. El gobernador de Granada puso en ella los ojos, y como celoso, empezó a tender lazos contra su rival. Hafsa se vio obligada a obrar con mucho recato, y estuvo dos meses sin contestar a un billete que su amante le había escrito pidiéndole una cita. Abu Yafar le volvió a escribir entonces:

   Tú, a quien escribí el billete,
a nombrarte no me atrevo,
di, ¿por qué no satisfaces
mi enamorado deseo?
Tu tardanza me asesina;
de afán impaciente muero.
¡Cuántas noches he pasado
dando mil quejas al viento
cuando las mismas palomas
no perturban el silencio!
¡Infelices los amantes
que del adorado dueño
ni una respuesta consiguen,
ni esperanza ni consuelo!
Si es que no quieres matarme
de dolor, responde presto.



Abu Yafar envió a su querida este segundo billete con su esclavo Asam y ella contestó al punto en el mismo metro y con la misma rima:

   Tú, que presumes de arder
en más encendido afecto,
sabe que me desagradan
tu billete y tus lamentos.
Jamás fue tan quejumbroso
el amor que es verdadero,
porque confía y desecha
los apocados recelos.
Contigo está la victoria:
no imagines vencimientos.
Siempre las nubes esconden
fecunda lluvia en el seno.
Y siempre ofrece la Palma
fresca sombra y blando lecho.
No te quejes; que harto sabes
la causa de mi silencio.



Hafsa entregó esta contestación al mismo esclavo que le había traído el billete de Abu Yafar, y al despedirle, prorrumpió en invectivas contra él y contra su amo. «Mal haya, dijo, el mensajero, y mal haya quien le envía. Ambos son para poco y no quiero tratar con ellos». El esclavo volvió muy afligido a donde estaba Abu Yafar, y mientras éste leía la respuesta, no cesó de quejarse de la crueldad de Hafsa. Cuando Abu Yafar hubo leído, le interrumpió, exclamando: «Necio ¿qué locura es ésa? Hafsa me promete una cita en el quiosco de mi jardín que se llama la Palma». En efecto se apresuró a ir allí, y Hafsa no se hizo esperar mucho tiempo. Abu Yafar quiso darla nuevas quejas, pero la poetisa, dijo:

   Ya basta; juntos estamos;
cuanto ha pasado olvidemos.



El grande al-Mansur estaba sentado una vez, en compañía del visir al-Mugira, en los jardines de su magnífico palacio de Zahara. Mientras que ambos se deleitaban bebiendo vino, una hermosa cantadora, de quien al-Mansur estaba enamorado, pero que amaba al visir, entonó esta canción:

   Ya el sol en el horizonte
con majestad se sepulta,
y con sus últimos rayos
tiñe el ocaso de púrpura.
Como bozo en las mejillas,
se extiende la noche oscura
por el cielo, donde luce,
dorada joya, la luna.
En la copa cristalina
que como hielo deslumbra,
del vino los bebedores
el fuego líquido apuran.
Entre tanto, confiada,
he incurrido en grave culpa;
pero su dulce mirar
el corazón me subyuga.
Le vi, y al punto le amé,
él huye de mi ternura,
y con estar a mi lado
la está haciendo más profunda.
A caer entre sus brazos
enamorada me impulsa,
y a suspenderme a su cuello
en deleitosa coyunda.



Al-Mugira fue tan poco circunspecto, que contestó a la canción de esta manera:

   Para llegar hasta ti
abrir camino pretendo,
y una muralla le cierra
de amenazantes aceros;
mas por lograr tu hermosura
perdiera la vida en ellos,
si supiese que me amas
con un amor verdadero;
pues el que noble nació
y se propone un objeto,
ni ante el peligro se para,
ni retrocede por miedo.



Al-Mansur se levantó furioso, sacó su espada, y gritó con voz de trueno a la cantarina: «Confiesa la verdad; tu canción iba dirigida al visir. -Una mentira aún pudiera salvarme acaso, contestó ella; pero no quiero mentir. Sí; su mirada ha penetrado en mi corazón; el amor me ha obligado a declarar lo que debí callar. Puedes castigarme, señor; pero eres magnánimo y te complaces en perdonar a los que confiesan su delito». En seguida añadió, vertiendo lágrimas:

   No pretendo sincerarme;
mi falta no tiene excusa,
a lo que el cielo decrete
me resigno con dulzura.
Pero tu poder supremo
en la clemencia se ilustra:
muéstrate, señor, clemente,
y perdona nuestra culpa.



Poco a poco fue al-Mansur calmándose y suavizándose con ella; pero su cólera se volvió contra el visir, a quien abrumó de reproches. El visir dejó primero que cayesen sobre él las quejas, y al cabo dijo: «Señor, confieso que he faltado gravemente; pero no podía ser otra cosa. Cada uno es esclavo de su destino y debe someterse a él con calma. Mi destino ha querido que yo ame a una hermosa a quien nunca debí amar». Al-Mansur calló al principio, pero respondió finalmente: «Está bien; os perdono a los dos: al-Mugira, la muchacha es tuya; yo te la doy».





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CANTOS DE GUERRA DE LOS ÁRABES ESPAÑOLES [20.200]

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Cantos de guerra de los árabes españoles

Por Adolf Friedrich von Schack

Desde el momento dice Ibn Jaldun, en que España fue conquistada por los mahometanos, esta tierra, como límite de su imperio, se hizo perpetuo teatro de sus santos combates, campo de sus mártires, y puerta de entrada a la eterna bienaventuranza de sus guerreros. Los deliciosos lugares que habitaban los muslimes en esta tierra estaban como fundados sobre fuego devorador, y como entre las garras y los dientes de los leones, porque a los creyentes de España los cercaban pueblos enemigos e infieles, y sus demás correligionarios vivían separados de ellos por el mar».

Sabido es como aquel puñado de valientes godos que en el octavo siglo, acaudillados por Pelayo, conservaron sólo su independencia de los muslimes, defendiéndose en un principio de la cueva de Covadonga, fueron creciendo en número y poder, emprendieron la guerra ofensiva, y volvieron a llevar la bandera de la cruz por toda la Península. Más de siete siglos duró la guerra entre cristianos y moros, en un principio con notable superioridad de los últimos; después de la caída de los omeyas, con frecuente y brillante éxito para los primeros. Si todavía, hacia el fin del siglo X, el poderoso al-Mansur penetró hasta el corazón de Galicia, arrasó en venerable santuario de Santiago, e hizo traer a Córdoba, sobre los hombros de los prisioneros cristianos, las campanas de las iglesias destruidas, ya en el siglo siguiente Alfonso VI hace tributarios a algunos príncipes mahometanos y conquista a Toledo. Pero más terrible que nunca ardía entonces la pelea. El Islam parecía amenazar a toda Europa. Fervorosas huestes, llenas de religioso fanatismo, se precipitaban de nuevo, y con frecuencia, desde África en la Península, a fin de lanzarse contra los ejércitos cristianos, los cuales, reforzados por caballeros de otros países, y singularmente de Provenza, sólo reconocían la mar por límite de sus atrevidas cruzadas. No hay un palmo de tierra en todo el territorio español, que no esté regado con la sangre de estos combates de la fe. Cien millares de hombres caían por ambos lados en las espantosas batallas de Zalaca, Alarcos y las Navas de Tolosa, confiados firmemente, los unos en que por tomar parte en el triunfo de la santa cruz alcanzarían el perdón de sus pecados y se harían merecedores del Cielo; los otros, en que entrarían como mártires en el paraíso de Mahoma. «A medianoche (así describe Rodrigo, arzobispo de Toledo, los preparativos para una gran batalla) resonó en el campamento de los cristianos la voz del heraldo, que los excitaba a todos a que se armasen para la santa guerra. Después de haberse celebrado los divinos misterios de la pasión, se confesaron y comulgaron todos los guerreros, y se apresuraron armados a salir a la batalla. Las filas estaban en buen orden, y levantando las manos al cielo, dirigiendo a Dios los ojos, y sintiendo en el fondo del corazón el deseo del martirio, se arrojaron todos a los peligros de la batalla, siguiendo las banderas de la cruz e invocando el nombre del Altísimo». Un escritor árabe dice: «El poeta Ibn al-Faradi estaba una vez como peregrino en la Meca, y abrazándose al velo de la Caaba, pidió a Dios Todopoderoso la gracia de morir como mártir. Posteriormente, sin embargo, se presentaron a su imaginación con tal viveza los horrores de aquella violenta muerte, que se arrepintió de su deseo y estuvo a punto de volver y de rogar a Dios que tuviese por no hecha su súplica; pero la vergüenza le retuvo. Más tarde alcanzó de Dios lo que le había pedido. Murió como mártir en la toma de Córdoba, y se cuenta que uno que le encontró tendido entre un montón de cadáveres, le oyó murmurar, durante la agonía, y con voz apagada, las palabras siguientes de la santa tradición: «Todo el que es herido en los combates de la fe (y bien sabe Dios reconocer las heridas que se han recibido por su causa) aparecerá en el día de la resurrección con las heridas sangrientas; su color será como sangre, pero su aroma como almizcle. Apenas hubo dicho estas palabras expiró.

Apariciones maravillosas inflamaban por ambos lados el celo de la religión. Un historiador arábigo refiere: «Abu Yusuf, príncipe de los creyentes, se pasó en oración toda la noche que precedió a la batalla de Alarcos, suplicando fervorosamente a Dios que diese a los muslimes la victoria sobre los infieles. Por último, a la hora del alba, el sueño se apoderó de él por breve rato. Pero pronto despertó lleno de alegría; llamó a los jeques y a los santos varones y les dijo: Os he mandado llamar para que os alegréis con la noticia de que Dios nos concede su auxilio. En esta bendita hora acabo de ser favorecido por la revelación. Sabed que mientras que estaba yo arrodillado, me sorprendió el sueño por un instante, y al punto vi que en el cielo se abría una puerta y que salía por ella y descendía hacia mí un caballero sobre un caballo blanco. Era de soberana hermosura y difundía dulce aroma. En la mano llevaba una bandera verde, la cual desplegada, parecía cubrir el cielo. Luego que me saludó, le pregunté: ¿Quién eres? ¡Dios te bendiga! Y él me contestó: Soy un ángel del séptimo cielo, y vengo para anunciarte, en nombre de Alá, la victoria a ti y los guerreros que siguen tus estandartes, sedientos del martirio y de las celestiales recompensas».

Así como a los árabes se les aparecían los ángeles del séptimo cielo o el Profeta, los cristianos veían a Santiago, no sólo anunciando la victoria, sino también como campeón contra los infieles. Don Rodrigo, arzobispo de Toledo, cuenta de la batalla de Clavijo: «Los sarracenos avanzaron entonces en portentosa muchedumbre, y las huestes del rey Don Ramiro retrocedieron a un lugar llamado Clavijo. Durante la noche el rey estaba en duda sobre si aventuraría la batalla. Entonces se le apareció el bendito Santiago y le dio ánimo, asegurándole que al siguiente día alcanzaría una victoria sobre los moros. El rey se levantó muy de mañana, y participó a los obispos y a los grandes la visión que había tenido. Todos dieron por ella gracias a Dios, y llenos de fe en la promesa del apóstol, se apercibieron a la pelea. Por la otra parte, los sarracenos salieron también a combatir, confiados en su mayor número. De este modo se trabó la batalla; pero pronto se desordenaron los moros y se pusieron en fuga. Setenta mil de ellos quedaron antes en el campo. En esta batalla se apareció el bendito Santiago sobre un caballo blanco y con una bandera en la mano». El cronista general de Galicia dice: «Treinta y ocho apariciones visibles de Santiago en otras tantas batallas, en las cuales el Apóstol dio auxilio a los españoles, son enumeradas por el erudito D. Miguel Erce Jiménez; pero yo tengo por cierto que sus apariciones han sido muchas más, y que en cada victoria alcanzada por los españoles, este gran capitán suyo ha venido a auxiliarlos». «Santiago, dice otro escritor español, es en España nuestro amparo y defensa en la guerra; poderoso como el trueno y el relámpago, llena de espanto a los mayores ejércitos de los moros, los desbarata y los pone en fuga».

Aquella grande y secular pelea, que conmovía todos los corazones, halló también eco en la poesía. Entre el estruendo de las batallas, el resonar de las armas los gritos invocando a Alá y el tañido de las campanas, su voz llega a nuestro oído. Oigámosla, ora excitando al guerrero de la cruz, ora al campeón del Profeta, ya prorrumpiendo en cánticos de victoria, ya entonando himnos fúnebres.

Cuando los cristianos, en el año 1238, estrechaban fuertemente a Valencia, Ibn Mardaniš, que mandaba en la ciudad, encargó al poeta Ibn al-Abbar que fuese a África, a la corte del poderoso Abd Zakariya, príncipe de los hafsidas, a pedirle socorro. Llegado allí, el embajador recitó en presencia de toda la corte la siguiente qasida, e hizo tal impresión, que Abd Zakariya concedió al punto el socorro demandado, y envió una flota bien armada a las costas de España:

   Abierto está el camino; a tus guerreros guía,
¡oh de los oprimidos constante valedor!
Auxilio te demanda la bella Andalucía;
la libertad espera de tu heroico valor.
De penas abrumada, herida ya de muerte,
un cáliz de amargura el destino le da;
se marchitó su gloria, y sin duda la suerte
a sus hijos por víctimas ha designado ya.
Aliento a tus contrarios infunde desde el cielo,
y a tu pesar, ¡oh patria! del alba el arrebol;
tu gozo cambia en llanto, tu esperanza en recelo
cuando a ocultarse baja en Occidente el sol.
¡Oh vergüenza y oprobio! juraron los cristianos
robarte tu amoroso y más preciado bien,
y repartir por suerte a sus besos profanos
las mujeres veladas, tesoro del harem.
La desdicha de Córdoba los corazones parte;
Valencia aguarda, en tanto, más negro porvenir;
en mil ciudades flota de Cristo el estandarte;
espantado el creyente, no puede resistir.
Los cristianos, por mofa, nos cambian las mezquitas
en conventos, llevando doquier la destrucción,
y doquiera suceden las campanas malditas
a la voz del almuédano, que llama a la oración.
¿Cuándo volverá España a su beldad primera?
Aljamas suntuosas do se leyó el Corán,
huertos en que sus galas vertió la primavera,
y prados y jardines arrasados están.
Las florestas umbrosas, que alegraban la vista,
ya pierden su frescura, su pompa y su verdor;
el suelo se despuebla después de la conquista;
hasta los extranjeros le miran con dolor.
Cual nube de langostas, cual hambrientos leones,
destruyen los cristianos nuestro rico vergel;
de Valencia los límites traspasan sus pendones,
y talan nuestros campos con deleite cruel.
Los frutos deliciosos que nuestro afán cultiva,
el tirano destroza y consume al pasar;
incendia los palacios, las mujeres cautiva;
ni reposa, ni duerme, ni sabe perdonar.
Ya nadie se re opone; ya extiende hacia Valencia
la mano para el robo que ha tiempo meditó;
el error de tres dioses difunde su insolencia;
por él en todas partes a sangre y fuego entró.
Mas huirá cuando mire al aire desplegado
el pendón del Dios único, ¡oh príncipe! por ti;
salva de España, salva, el bajel destrozado;
no permitas que todos perezcamos allí.
Por ti renazca España de entre tanta ruina,
cual renacer hiciste la verdadera fe;
ella, como una antorcha, tus noches ilumina,
en pro de Dios tu acero terrible siempre fue.
Eres como la nube que envía la abundancia;
la tiniebla disipas como rayo de sol;
de los almorávides la herética ignorancia
ante tu noble esfuerzo amedrentada huyó.
De ti los angustiados aguardan todavía
que les abras camino de paz y de salud;
Valencia, por mi medio, estas cartas te envía;
socorro te demanda; espera en tu virtud.
Llegamos a tu puerto en nave bien guiada,
y escollos y bajíos pudimos evitar;
por los furiosos vientos la nave contrastada,
temí que nos tragasen los abismos del mar.
Cual por tocar la meta, reconcentra su brío
y hace el último esfuerzo fatigado corcel,
luchó con las tormentas y con el mar bravío,
y en puerto tuyo, al cabo, se refugió el bajel.
El trono a besar vengo do santo resplandece
el noble Abd Zakariya, hijo de Abd al-Wahid;
mil reinos este príncipe magnánimo merece;
el manto de su gracia los sabe bien cubrir.
Su mano besan todos con respeto profundo;
de él espera cuitado el fin de su dolor;
sus órdenes alcanzan al límite del mundo
y a los remotos astros su dardo volador.
Al alba sus mejillas dan color purpurino;
su frente presta al día despejo y claridad;
siempre lleva en la mano su estandarte el Destino;
aterra a los contrarios su inmensa potestad.
Entre lanzas fulgura como luna entre estrellas;
resplandores de gloria coronan su dosel,
y es rey de todo el mundo, y por besar sus huellas,
se humillan las montañas y postran ante él.
¡Oh rey, más que las pléyades benéfico y sublime!
De España en el Oriente, con brillo y majestad,
álzate como un astro, y castiga y reprime
del infiel la pujanza y bárbara maldad.
Lava con sangre el rastro de su invasión profana;
harta con sangre ¡oh príncipe! de los campos la sed;
riégalos y fecúndalos con la sangre cristiana;
venga a España tu ejército esta sangre a verter.
Las huestes enemigas intrépido destruye;
caiga mordiendo el polvo el cristiano en la lid;
a tus siervos la dicha y la paz restituye;
impacientes te aguardan como noble adalid.
Fuerza será que al punto a defendernos vueles;
España con tu auxilio valor recobrará.
Y con lucientes armas y rápidos corceles,
al combate a sus hijos heroicos mandará.
Dinos cuándo tu ejército libertador envías;
esto, señor, tan sólo anhelamos saber,
del cristiano enemigo para contar los días,
y su total derrota y pérdida prever.



A esta composición, que no carece de empuje, brillo y fogosa elocuencia, puede contraponerse esta otra en antiguo provenzal, donde el trovador Gavaudan convoca a los cristianos para una cruzada contra el muwahide Jacub al-Mansur.

«¡Ah, señores! por nuestros pecados crece la arrogancia de los sarracenos. Saladino tomó a Jerusalén y aún la conserva. El Rey de Marruecos, con sus árabes insolentes y sus huestes de andaluces, mueve guerra a los príncipes cristianos para extirpar nuestra fe.

Llama a las tribus guerreras de África, a los moros berberiscos y masamudes, todos juntos, y vienen ardiendo en furia. No cae la lluvia más espesa que ellos, cuando se precipitan sobre el mar. Para pasto de buitres los lleva su rey, como corderos que van a la pradera a destruir vástagos y raíces.

Y se jactan, llenos de orgullo, de que el mundo entero les pertenece; y se acampan con mofa, amontonados sobre nuestros campos, y dicen: Francos, idos de aquí, porque todo es nuestro hasta Puy, Tolosa y Provenza. ¿Hubo nadie jamás tan atrevido como estos perros sin fe?

Oye, emperador; oíd, reyes de Francia y de Inglaterra; oye, conde de Poitiers; tended una mano protectora a los reyes de España; nunca tendréis mejor ocasión de servir a Dios. ¡Oídme, oídme! Dios os dará la victoria sobre los paganos y los renegados, a quienes ciega Mahoma.
Se nos abre un camino para hacer penitencia de los pecados que Adán echó sobre nosotros. ¡Confiad en la gracia de Jesucristo! Sabed que Jesucristo, de quien dimana la verdadera salud, ha prometido darnos la bienaventuranza y ser nuestro amparo y defensa contra esa canalla feroz.

Nosotros, que conocemos la verdadera fe, no debemos vender esta promesa a esos perros negros, que se aproximan furiosos desde el otro lado del mar. ¡Sús, pues!, apresuraos, antes que la desgracia caiga sobre nosotros. Por largo tiempo hemos dejado ya solos a Castilla, Aragón, Portugal y Galicia, para que caigan entre sus garras.

No bien las huestes de Alemania, adornadas de la cruz, y las de Francia, Inglaterra, Anjou y Bearn, con nosotros los provenzales, estemos unidos en un poderoso ejército, derrotaremos al de los infieles, cortaremos sus cabezas y sus manos, hasta que no quede nada de ellos, y nos repartiremos el botín.

Gavaudan el vidente os lo anuncia; los perros serán pasados a cuchillo; y donde Mahoma impera, será adorado Dios en lo futuro.

Pero la predicción del trovador no se cumplió, porque la batalla de Alarcos puso término a la cruzada, que él había convocado, con una terrible derrota de las huestes cristianas.

El mismo escritor árabe, de quien hemos copiado la historia de la aparición que anunció al rey mahometano la victoria durante la noche que precedió a la batalla, refiere la batalla de esta manera: «El maldito Alfonso, enemigo de Dios, se adelantó con todo su ejército para atacar a los muslimes. Entonces oyó a la derecha el redoblar de los tambores, que estremecía la tierra, y el sonido de las trompas, que llenaba los valles y los collados, y mirando a lo lejos, columbró los estandartes de los muwahides, que se acercaban ondeando, y el primero de todos era una blanca bandera victoriosa, con esta inscripción: -¡No hay más Dios que Alá; Mahoma es su profeta; sólo Dios es vencedor!- Al ver después a los héroes musulmanes que hacia él venían con sus huestes, ardiendo en sed de pelear, y al oír que en altas voces proclamaban la verdadera fe, preguntó quiénes eran, y obtuvo esta respuesta: «¡Oh maldito! quien se adelanta es el Príncipe de los creyentes, todos aquellos con quienes hasta aquí has peleado eran sólo exploradores y avanzadas de su ejército. De esta suerte, Dios Todopoderoso llenó de espanto el corazón de los infieles, y volvieron las espaldas y procuraron huir; pero los valientes caballeros muslimes los persiguieron, los estrecharon por todos lados, los alancearon y acuchillaron, y, hartando sus aceros de sangre, hicieron gustar a los enemigos la amarga bebida de la muerte. Los muslimes cercaron en seguida la fortaleza de Alarcos, creyendo que Alfonso quería defenderse allí; pero aquel enemigo de Dios entró por una puerta y se escapó por otra. Luego que las puertas de la fortaleza, tomada por asalto, fueron quemadas, todo lo que había allí y en el campamento de los cristianos cayó, como botín, en poder de los muslimes; oro, armas, municiones, granos, acémilas, mujeres y niños. En aquel día perecieron tantos millares de infieles, que nadie puede decir su número; sólo Dios lo sabe. A veinte y cuatro mil caballeros de las más nobles familias cristianas, que en la fortaleza quedaron cautivos, mostró su piedad el Príncipe de los creyentes, dejándolos ir libres. Así ganó alta fama de magnánimo; pero todos los muslimes, que reconocen la unidad de Dios, censuraron esto como la mayor falta en que puede incurrir un rey».

Oigamos ahora un cántico triunfal de los árabes, en el cual se celebra, no esta victoria de las armas muslímicas, sino otra casi tan brillante. Cuando Abu Yusuf, después de la batalla de Écija, entró en Algeciras, recibió del príncipe de Málaga, Ibn Ašqilula, la siguiente qasida, felicitándole:

   Los vientos, los cuatro vientos,
traen nuevas de la victoria;
tu dicha anuncian los astros
cuando en el Oriente asoman.
De los ángeles lucharon
en tu pro las huestes todas,
y era su número inmenso
la inmensa llanura angosta.
Las esferas celestiales,
que giran majestuosas,
hoy, con su eterna armonía,
tus alabanzas entonan.
En tus propósitos siempre
Alá te guía y te apoya;
tu vida, por quien la suya
diera el pueblo que te adora,
del Altísimo, del único,
has consagrado a la gloria.
A sostener fuiste al campo
la santa ley de Mahoma,
en tu valor confiado
y en tu espada cortadora;
y el éxito más brillante
la noble empresa corona,
dando fruto tus afanes
de ilustres y grandes obras.
De incontrastable pujanza
Dios a tu ejército dota;
sólo se salva el contrario
que tu compasión implora.
Sin recelar tus guerreros
ni peligros ni derrota,
a la lid fueron alegres,
apenas nació la aurora.
Magnífica de tu ejército
era la bélica pompa,
entre el furor del combate,
teñido de sangre roja,
y el correr de los caballos,
y las armas que se chocan.
Alá tiene fija en ti
su mirada protectora;
como luchas por su causa,
Él con el triunfo te honra.
Y tú con lauro perenne
nuestra fe de nuevo adornas,
y con hazañas que nunca
los siglos, al pasar, borran.
Justo es que Alá, que te ama
y virtudes galardona,
la eterna dicha en el cielo
para tus siervos disponga.
Alá, que premia y ensalza
y que castiga y despoja,
en el libro de la vida
grabada tiene tu historia.
Todos, si pregunta alguien,
¿quién los enemigos doma?
¿Quién es el mejor califa?
Te señalan o te nombran.
No sucumbirá tu imperio;
deja que los tiempos corran.
Y que el destino se cumpla
en la señalada hora.
Álcese, en tanto, en el solio
con majestad tu persona,
y ante su brillo se eclipsen
las estrellas envidiosas.
Pues eres de los muslimes
defensa, amparo y custodia,
y su religión salvaste
con la espada vencedora.
Que Alá te guíe y conserve,
y haga tu vida dichosa,
y de todo mal te libre,
y sobre tu frente ponga
el resplandor de su gracia
y sus bendiciones todas,
para que siglos de siglos
se perpetúe tu gloria.



La siguiente composición contiene otro llamamiento a la guerra santa, cuando ya los cristianos se habían enseñoreado en la mayor parte de la Península. La escribió, por encargo de Ibn Ahmar, rey de Granada, su secretario Abu Omar, a fin de avivar más el celo de combatir contra los enemigos de la fe en el corazón del sultán Abu Yusuf, de la dinastía de los Banu Merines, a quien entregaron los versos en Algeciras, en el año de 1275:

   Camino de salud os abre el cielo
¿quién no entrará por él, de cuantos vivan
en España o en África, si teme
la gehenna inflamada, y si codicia
el eterno placer del paraíso,
sus sombras y sus fuentes cristalinas?
Quien anhele vencer a los cristianos,
la voz interna que le llama siga;
llénese de esperanza y fortaleza,
e irá con él la bendición divina.
Mas ¡ay de ti! si exclamas: «¿Por qué ahora
ha de volverse a Dios el alma mía?
Será mañana». ¿Y quién hasta mañana
te puede asegurar que tendrás vida?
Pronto viene la muerte, y tus pecados
la penitencia sólo borra y limpia.
Mañana morirás, si hoy no murieres;
la jornada terrible se aproxima,
de la que nadie torna; para ella
provisión de obras buenas necesitas.
La obra mejor es ir a la pelea;
ármate, pues, y ven a Andalucía;
no pierdas un instante; Dios bendice
a todo aquel que por su fe milita.
Con las infames manchas del pecado
llevas toda la faz ennegrecida;
lávatela con lágrimas, primero
que a la presencia del Señor asistas,
o siguiendo el ejemplo del Profeta,
arroja del pecado la ignominia,
y, por la fe lidiando, en las batallas
el alma con la sangre purifica.
¿Qué paz has de tener con los cristianos,
que niegan al Señor, y te abominan,
porque, mientras adoran a tres dioses,
que no hay más Dios que Alá constante afirmas?
¿Qué afrenta no sufrimos? En iglesias
por doquiera se cambian las mezquitas.
¿Quién, al mirarlo, de dolor no muere?
Hoy de los alminares suspendidas
las campanas están, y el sacerdote
de Cristo el sacro pavimento pisa,
y en la casa de Dios se harta de vino.
Ya en ella no se postran de rodillas
los fieles, ni se escuchan sus plegarias.
Pecadores sin fe la contaminan.
¡Cuántos de nuestro pueblo en las mazmorras
encerrados están, y en vano ansían
la dulce libertad! ¡Cuántas mujeres
entre infieles también lloran cautivas!
¡Cuántas vírgenes hay que, por librarse
del rudo oprobio, por morir suspiran;
y cuántos niños cuyos tristes padres
de haberlos engendrado se horrorizan!
Los varones piadosos, que en cadenas
yacen entre las manos enemigas,
no lamentan el largo cautiverio,
lamentan la vileza y cobardía
de los que a darles libertad no vuelan;
y los mártires todos, cuya vida
cortó la espada, y cuyos santos cuerpos,
llenos de sangre y bárbaras heridas,
cubren los vastos campos de batalla,
venganza de nosotros solicitan.
Un torrente de lágrimas derraman
desde el cielo los ángeles, que miran
tanta desolación, mientras del hombre
las entrañas de piedra no se agitan.
¿Por qué, hermanos, no arden vuestras almas
de indignación y de piadosa ira,
al saber cómo triunfan los infieles,
cómo la muerte aclara nuestras filas?
¿Olvidados tenéis los amistosos
lazos que antiguamente nos unían?
¿Nuestro deudo olvidado? ¿Son tan viles
los que adoran a Cristo, que no esgriman
el acero en defensa del hermano
y por vengar la injuria recibida?
Se extinguió el vivo ardor de vuestros pechos;
la gloria del Islam está marchita;
gloria que en otra edad os impulsaba,
mientras que ahora el miedo os paraliza.
¿Cómo ha de herir la espada, si desnuda
en una diestra varonil no brilla?
Mas los Banu Merines que más cerca
de nosotros están, ya nos auxilian;
la guerra santa es el deber supremo,
y en cumplir el deber no se descuidan.
Venid, pues; la pelea con laureles
o con la palma del martirio os brinda.
Si morís peleando, eterno premio
el Señor de los cielos os destina;
os servirán licores deliciosos,
del Paraíso en la floresta umbría,
las hermosas huríes ojinegras,
que anhelando están ya vuestra venida.
¿Quién, pues, cobarde, a combatir no acude?
¿Quién su sangre no da por tanta dicha?
Alá promete el triunfo a los creyentes,
y su promesa se verá cumplida.
Venid a que se cumpla. Nuestra tierra
clama contra los fuertes que la olvidan,
cual clama en su aflicción el pordiosero
contra el que el oro en crápulas disipa.
¿Por qué están los muslimes divididos,
y los contrarios en estrecha liga?
Liguémonos también, y pronto acaso
de todo el mundo haremos la conquista.
¿Qué ejército más fuerte que el de aquellos
a quienes el Altísimo acaudilla?
¿Cómo, en vez de suspiros y de quejas,
por nuestra santa fe no dais la vida?
Delante del Profeta, ¿con qué excusa
lograréis disculpar vuestra desidia?
Mudos os quedaréis cuando os pregunte:
«¿Por qué contra las huestes enemigas,
que a mi pueblo maltratan, no luchasteis?»
Y estas palabras de su boca misma,
duro castigo, si tenéis vergüenza,
serán para vosotros; y en el día
de la resurrección, que no interceda
justo será por vuestras almas míseras.
A fin de que interceda, a Dios roguemos
que al gran Profeta y a su ley bendiga;
y por su ley valientes combatamos,
a fin de que las fuentes dulces, limpias,
que riegan el eterno Paraíso,
nos den hartura en la región empírea.



En contraposición de estos versos, citaremos aquí otro llamamiento poético a la cruzada. Parece que el trovador Marcabrún le escribió, cuando Alfonso VII preparaba una expedición contra los moros andaluces, y que se cantó en España, en cuya parte de Oriente la lengua provenzal era entendida:

«Praxim nomine Domini. Marcabrún ha compuesto este canto, música y letra; escuchad lo que dice: El Señor, el Rey del cielo, lleno de misericordia, nos ha preparado cerca de nosotros una piscina que jamás la hubo tal, excepto en ultramar, allá hacia el valle de Josafat; y con ésta de acá nos conforta.

»Lavarnos mañana y tarde deberíamos según razón, yo os lo afirmo. Quien quiera tener ocasión de lavarse mientras se halla sano y salvo, deberá acercase a la piscina, que no es medicina verdadera, pues si antes llegamos a la muerte, de lo alto caeremos en una baja morada.

»Pero la avaricia y la falta de fe no quieren acompañarse con los méritos propios de la juventud. ¡Ay! cuán lamentable es que los más vuelan allá donde se gana el infierno. Si no corremos a la piscina antes de que se nos cierren la boca y los ojos, ninguno hay tan henchido de orgullo, que al morir no se halle con un poder superior.

»El Señor, que sabe todo cuanto es y cuanto será y cuanto fue, ha prometido el honor y nombre de emperador... ¿y sabéis cuál será la belleza de los que irán a la piscina? más que la de la estrella guía-naves, con tal de que venguen a Dios de la ofensa que le hacen aquí, y allá hacia Damasco.

»Cundió aquí tanto el linaje de Caín, del primer hombre traidor, que ninguno honra a Dios; pero veremos cuál le será amigo de corazón, pues en la virtud de la piscina se nos hará Jesús amigo, y serán rechazados los miserables que creen en agüero y en suerte.

»Los lujuriosos, los consume-vino, apresura-comida y sopla-tizón quedarán hundidos en medio del camino y exhalarán fetidez. Dios quiere probar en su piscina a los esforzados y sanos. Los otros guardarán su morada, y hallarán un fuerte poder que de ella los arroje, con oprobio suyo.

»En España, y acá el Marqués (Raimundo Berenguer IV) y los del templo de Salomón sufren el peso y la carga del orgullo de los paganos, por lo cual la juventud coge menguada alabanza; y caerá la infamia, a causa de esta piscina, sobre los más poderosos caudillos, quebrantados, degenerados, cansados de proezas, que no aman júbilo ni deporte.
»Desnaturalizados son los franceses si se niegan a tomar parte en la causa de Dios, pues bien sabe Antioquía cuál es su valor y cuál su prez. Aquí lloran Guiena y Poitú, Señor Dios junto a tu piscina. Da paz al alma del Conde y guarda a Poitú y a Niort el Señor que resucitó del sepulcro.»


Mientras que la poesía provenzal podía competir así con la arábiga en brio y rapto lírico, para animar a la guerra santa, la castellana, que ya desde el siglo XII se había atrevido a dejar oír su tímida voz, no podía aún entrar en competencia. Pero, no bien esta poesía encontró un órgano adecuado en la lengua que poco a poco iba formándose de la latina, tomó también por asunto de su canto las expediciones guerreras contra los enemigos de Cristo. Estos comienzos, aunque briosos, todavía rudos y poco hábiles, de una poesía que estaba en la infancia, no se podían comparar con el arte de los árabes, llegado ya a su madurez; su torpe tartamudear se ahogaba entre el sonido de las trompas de los poetas mahometanos; los severos contornos de su dibujo palidecían ante el brillo del colorido deslumbrador de la poesía oriental. Sin embargo, éste es el lugar de presentar en el espejo de las noticias arábigas al héroe que ensalza el canto más antiguo escrito en lengua castellana tanto más cuanto que el cuadro de estas noticias encierra algunas poesías que iluminan a dicho héroe con una luz completa. Nadie se admire de que el famoso Cid Rui Díaz el Campeador, a quien la tradición nos pinta como un modelo ejemplar de piedad, de lealtad y de todas las virtudes del caballero aparezca de un modo menos brillante en las descripciones de sus enemigos. Si aquélla le retrata como un varón excelente, fiel a su injusto rey, aunque hablándole con severa franqueza, éstas nos le hacen ver como un cruel tirano, quebrantador de la palabra dada, y que no pelea por defender a su rey y a su religión, sino para servir a pequeños príncipes mahometanos. La narración arábiga nos coloca en el momento en que el príncipe de los almorávides, Yusuf Ibn Tašufin, ha invadido a Andalucía con sus hordas africanas, y amenaza derrocar los tronos de los príncipes mahometanos españoles. «No bien, dice, Ahmad Ibn Yusuf ibn Hud, el que en estos mismos momentos se agita en la frontera de Zaragoza, se cercioró de que los soldados del emir al-Muslimin salían de todos los desfiladeros, y se subían por todas partes a los puntos elevados, excitó a un cierto perro de los perros gallegos, llamado Rodrigo y apellidado el Campeador. Era éste un hombre muy sagaz, amigo de hacer prisioneros y muy molesto. Dio muchas batallas en la Península, y causó infinitos daños de todas especies a las taifas que la habitaban, y las venció y las sojuzgó. Los Banu Hud, en tiempos anteriores, fueron los que le hicieron salir de su oscuridad. Le pidieron su apoyo para sus grandes violencias, para sus proyectos viles y despreciables. Le habían entregado en señorío ciertas comarcas de la Península, y puso su planta en los confines de sus cinco mejores regiones, y plantó su bandera en la parte más escogida de ellas, hasta el punto de robustecer su imperio; y semejante a un buitre, depredó las provincias cercanas y las más apartadas. Entre tanto, Ahmad, temiendo la caída de su reino y notando que iban mal sus asuntos, trató de poner al Campeador entre él y la vanguardia del ejército del emir al-Muslimin, y le facilitó el paso para las comarcas de Valencia, y le proporcionó dinero, y le mandó después hombres. El Campeador sitió entonces la ciudad, en la cual había grandes discordias, y el cadí Abu Yahaf se había apoderado del mando. Mientras que las parcialidades ardían en lo interior, Rodrigo continuó el sitio con vivo celo, persiguiendo su objeto como se persigue a un deudor, y estimándole con la estimación que dan los amantes a los vestigios de sus amores. Cortó los víveres, mató a los defensores, puso en juego toda clase de tentativas, y se presentó sobre la ciudad de todas maneras. ¡Cuántos soberbios y elevados lugares, cuya posesión había sido envidiada por tantas gentes, y con quienes no podían competir ni la luna ni el sol, cayeron en poder de este tirano, que profanó sus misterios! ¡Cuántas jóvenes, cuyos rostros daban envidia a los corales y a las perlas, amanecieron en las puntas de las lanzas, como hojas marchitas por las pisadas de sus viles soldados!

»El hambre y la miseria obligaron a los habitantes de la ciudad a comer animales inmundos, y Abu Ahmad no sabía qué partido tomar, y no tenía dominio sobre sí y se culpaba de todo. Imploró el auxilio del emir al-Muslimin y de los vecinos que rodeaban sus cercanías, mas como aquél estaba lejos, demoró su venida, unas veces porque no oyó sus quejas, otras porque le impidió venir algún inconveniente. Sin embargo, en el corazón del emir al-Muslimin había piedad, y se condolía de sus males prestándoles oído, mas fue tardo en dar socorro, porque se encontraba muy distante de la ciudad y sin poder para otra cosa. Cuando Dios dispone un suceso, abre las puertas y allana los obstáculos.

»Mientras que Valencia estaba en el mayor apuro, se dice que un árabe subió a la torre más alta de los muros de la ciudad. Este árabe era muy sabio y entendido, e hizo el siguiente razonamiento: 

   ¡Valencia, Valencia mía,
cuán terrible es tu desgracia,
muy cerca estás de perderte;
sólo un milagro te salva.
Dios prodigó mil bellezas
y bienes a tu comarca;
toda alegría y deleite
dentro de ti se guardaban.
Si el Señor tiene del todo
tu ruina decretada,
por tus enormes pecados
y tu soberbia te mata.
A fin de llorar tus cuitas,
ya por juntarse se afanan
las piedras fundamentales
en que tu mole descansa;
y los muros, que en las piedras
con majestad se levantan,
se cuartean y vacilan.
Porque el cimiento les falta.
A pedazos se derrumban
tus torres muy elevadas,
que alegrando el corazón,
a lo lejos relumbraban.
Ya no brillan como antes,
por el sol iluminadas,
tus almenas relucientes
más que la cándida plata.
Al noble Guadalquivir
y a todas las otras aguas
del útil y antiguo cauce
los enemigos separan;
y sin esmero y limpieza,
se turban y se encenagan
las acequias con sus ondas
tan cristalinas y claras.
Ya en tus fértiles jardines
ni flor ni fruto se halla,
porque los lobos rabiosos
todo de cuajo lo arrancan.
Ya se agostan las praderas,
do el pueblo se deleitaba
con el canto y el aroma
de las aves y las plantas.
Tu puerto, que era tu orgullo,
con las naves no se ufana,
que riquezas te traían
de mil regiones extrañas.
El vasto y ameno término
en qué tu trono se alza,
en humo denso te envuelve,
devorado por las llamas.
Grande dolencia te aflige;
perdiste toda esperanza;
ya para ti no hay remedio
los médicos te desahucian.
¡Valencia mía, Valencia!
al decir estas palabras,
el dolor me las inspira
y el dolor me parte el alma.



«El tirano Rodrigo logró, al fin, sus vituperables designios con su entrada en Valencia, en el año de 487, hecha con engaño, según su costumbre, y después de la humillación del cadí, que se tenía por invencible a causa de su impetuosidad y soberbia. El cadí se sometió a Rodrigo y reconoció la dignidad que le daba la posesión de la ciudad, y contrató con él pactos, que, en su concepto, debían guardarse, pero que no tuvieron larga duración. Ibn Yahaf permaneció con el Campeador corto tiempo, y como a éste le disgustaba su compañía, buscó un medio de deshacerse de él, hasta que pudo lograrlo, dícese que a causa de un tesoro considerable de los que habían pertenecido a Ibn Du-l-Nun.

»Sucedió que Rodrigo en los primeros días de su conquista preguntó al cadí por el tal tesoro, y le tomó juramento, en presencia de varias gentes de las dos religiones, acerca de que no le tenía. Respondió el cadí, jurando por Dios y sin cuidarse de los males que debía temer de su ligereza. Le exigió Rodrigo, además, que se extendiese un contrato, con anuencia de los dos partidos, y firmado por los más influyentes de las dos religiones, en el cual se convino en que si Rodrigo averiguaba el paradero del tesoro, retiraría su protección al cadí y a su familia, y podría derramar su sangre.

»Rodrigo no cesó de trabajar para descubrir el tesoro, valiéndose de diferentes medios. Al fin llegó a conseguirlo, poniendo al cadí y a su familia en el colmo de la desesperación. Después hizo encender una hoguera, donde el cadí fue quemado vivo.

»Me contó una persona que le vio en este sitio, que se cavó en tierra un hoyo, y se le metió hasta la cintura para que pudiese elevar sus manos al cielo, que se encendió la hoguera a su alrededor, y que él se aproximaba los tizones con el fin de acelerar su muerte y abreviar su suplicio. ¡Quiera Dios escribir estos padecimientos en la hoja de sus buenas acciones, y olvide por ellos sus pecados, y nos libre de semejantes males, por él merecidos, y nos impulse hacia lo que se aproxima a su gracia!

»También pensó Rodrigo, a quien Dios maldiga, en quemar a la mujer y a las hijas del cadí; pero le habló por ellas uno de sus parciales, y después de algunos reparos, no desoyó su consejo y las libró de las manos de su fatal destino.

»La noticia de esta gran desgracia cayó como un rayo sobre todas las regiones de la Península y entristeció y cubrió de vergüenza a todas las clases de la sociedad.

»El poder de este tirano creció hasta el punto de ser gravoso a los lugares más elevados y a los más cercanos al mar, y de llenar de miedo a los pecheros y a los nobles. Y me contó uno haberle oído decir, cuando se exaltaba su imaginación y se excitaba su codicia: -En el reinado de un Rodrigo se perdió esta Península, y otro Rodrigo la libertará; -palabras que llenaron de espanto los corazones, y que infundieron en ellos la certeza de que se acercaban los sucesos que tanto habían temido. Con todo, esta calamidad de su época, por su amor de la gloria, por la prudente firmeza de su carácter y por su heroico ánimo, era uno de los milagros de Dios. Murió a poco, de muerte natural, en la ciudad de Valencia.

»La victoria, maldígale Dios, siguió constante su bandera, y él triunfó de las taifas de bárbaros, y tuvo varios encuentros con sus caudillos, como con García el de la boca torcida y con el príncipe de los francos. Desbarató los ejércitos de Ibn Radmir, y con pequeño número de los suyos mató gran copia de los contrarios. Cuéntase que en su presencia se estudiaban los libros y se leían las memorias heroicas de los árabes, y que, cuando llegó a las hazañas de Muhallab, se exaltó su ánimo y se llenó por él de admiración».

En aquel tiempo, Ibn Jafaya dijo sobre Valencia lo que sigue:

   «¡Cómo ardían los aceros
en los patios de tu alcázar!
¡Cuánta hermosura y riqueza
han devorado las llamas!
Profundamente medita
quien a mirarte se para,
¡oh Valencia! y sobre ti
vierte un torrente de lágrimas.
Juguete son del destino
los que en tu seno moraban;
¿qué mal, qué horror, qué miseria
no traspasó tus murallas?
La mano del infortunio
hoy sobre tus puertas graba:
«Valencia, tú no eres tú,
y tus casas no son casas».









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CANTOS BÁQUICOS DE LOS ÁRABES ESPAÑOLES [20.201]

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Cantares báquicos de los árabes españoles


Por Adolf Friedrich von Schack

Sin música no hay fiesta. «¡Oh reina de la hermosura! Beber sin cantar no es estar alegres», dice, en la perla de las Mil y una noches, en el cuento de Nurud-Din y de la bella Persiana, el viejo jardinero que hospeda secretamente a los fugitivos en el pabellón del califa. Esta sentencia tenía no menos valor en España que en Oriente. Grande es, pues, el número de los cantares que celebran el vino y los festines en todos los días y estaciones del año. Desde la mañana temprano, durante la primavera, solían circular los vasos en los aromáticos jardines, según lo atestiguan estos versos:

   Ya el alba ahuyenta las sombras,
y ya los vasos circulan
en el huerto, que el rocío
cubrió de perlas menudas,
no con lánguidas miradas
nos deleita la hermosura,
sino el vino, que orla el vaso
de blanca y brillante espuma.
No creo que las estrellas
en el ocaso se hundan;
más bien descienden al huerto
y entre nosotros fulguran.



Burlándose de los preceptos religiosos que ordenan a los creyentes la oración de la mañana en las mezquitas, al-Mutadid de Sevilla fingió otro precepto que prescribe a los fieles beber a la misma hora:

   ¡Mirad cómo los jazmines
en el huerto resplandecen!
Olvida todas sus penas
quien por la mañana bebe.
Que beba por la mañana
está mandado al creyente;
el tiempo es húmedo y frío,
y calentarse conviene.



Por el mismo estilo es este otro cantar:

   Ven al huerto, muchacha;
ya difunde alegría
la refuljante aurora,
y a beber nos convida,
antes que de las flores
besando las mejillas,
puro rocío beba
el aura matutina.



Ibn Hazm se burla de la hipocresía de los anacoretas y derviches:

   No es un crimen beber vino;
poco el precepto me asusta;
hasta los mismos derviches
lo beben, y disimulan.
La garganta se les seca
con tanta oración nocturna,
y a fin de que se refresque,
vino en abundancia apuran.
Mi casa es cual sus ermitas;
lindas muchachas figuran
los muecines, y los vasos,
no las lámparas, me alumbran.



Hasta el famoso sabio al-Bakri incurre y se deleita en estos deportes:

   Casi no puedo aguardar
que el vaso brille en mi diestra,
beber ansiando el perfume
de rosas y de violetas.
Resuenen, pues, los cantares;
empiece, amigos, la fiesta;
y de oculto a nuestros goces
libre dejando la rienda,
evitemos las miradas
de la censura severa.
Para retardar la orgía
ningún pretexto nos queda,
porque ya viene la luna
de ayunos y penitencias,
y cometen gran pecado
cuantos entonces se alegran.



Abu-l-Hasan al-Merini refiere: «Estando yo una vez con algunos amigos bebiendo alegremente en frente de la Ruzafa, se llegó a nosotros un hombre mal vestido y se sentó a nuestro lado. Nosotros le preguntamos por qué venía a sentarse sin conocernos de antemano. Él sólo contestó: -No os enojéis desde luego contra mí.- Un momento después levantó la cabeza y dijo:

   «Mientras que junto al alcázar
de Ruzafa estáis borrachos,
poneos a meditar
cómo cayó el califato,
y cómo el mundo está siempre
en un incesante cambio.
Cuando sobre esto medita
el espíritu del sabio,
ve que la gloria, el poder
y el señorío son vanos;
pronto el tiempo los destruye,
y los borra el desengaño.
Nada son y nada valen
todos los seres creados;
sólo el vino y el amor
importan y valen algo».



»Apenas acabó de hablar así, le besé la frente y le pregunté quién era. Entonces dijo su nombre, y añadió que la gente le tenía por loco.- Por cierto, repliqué yo, que los versos que has dicho no son de un loco; sabios hay que no los hacen mejores. Quédate, por Alá, en nuestra compañía, y recítanos más versos sentenciosos, a fin de que nuestro placer sea completo.- Efectivamente, él se quedó entre nosotros y dijo otras composiciones, que nos regocijaron mucho. Por último, le dejamos sosteniéndose contra las paredes para no venir al suelo, y gritando: ¡Alá, perdóname!»
El príncipe Rafi al-Dawla dice:

   Las copas, Abu Allah,
están de vino colmadas,
a los huéspedes alegran
y de mano en mano pasan.
Besa el céfiro y agita
levemente la enramada;
su olor despiden las flores,
y los pajarillos cantan,
mientras las tórtolas gimen,
columpiándose en las ramas.
Ven a beber con nosotros
aquí a la orilla del agua.
La copa hasta el fondo apura,
en ella no dejes nada.
El rojo vino encendido,
que te sirve esta muchacha,
se diría que ha brotado
de sus mejillas de grana.



Said Ibn Yudi encomia así los goces de la vida:

   Cuando entre alegres amigos
los vasos circulan llenos,
y miran a las muchachas
amorosos los mancebos,
el mayor bien de la tierra
es ceñir el talle esbelto
de nuestra amada, y reñir
para hacer las paces luego.
Por la senda del deleite,
como caballo sin freno,
me arrojo, salvando montes,
hasta alcanzar mi deseo.
Nunca temblé en las batallas,
la voz de la muerte oyendo;
pero a la voz del amor,
todo me turbo y conmuevo.



Ibn Said compuso lo que sigue, estando una tarde con varios amigos, al ponerse el sol, en el huerto de la Sultaniyah, cerca de Sevilla:

   La tarde va pasando;
traednos pronto vino.
Hasta que el alba ría,
bebed, bebed, amigos.
El sol hacia el ocaso
prosigue su camino,
y junto al horizonte
se dilata su disco,
que ardiente se refleja
en las ondas del río.
Gocemos, mientras dura
del fulgor vespertino.
Suene el laúd, empiece
el canto y regocijo,
y fijemos los ojos
en el jardín florido
que nos rodea, antes
que nos robe su hechizo
la noche, al envolverle
en su manto sombrío.



En elogio de estos festines de por la tarde, Ibn Jafaya dice:

   Por la tarde a menudo
con los amigos bebo,
y al cabo, sobre el césped,
me tumbo como muerto.
Bajo un árbol frondoso,
cuyas ramas el viento
apacible columpia,
y donde arrullos tiernos
las palomas exhalan,
gratamente me duermo.
Suele correr a veces
un airecillo fresco,
suele llegar la noche
y retumbar el trueno,
mas, como no me llamen,
yo nunca me despierto.



Después de estos días amenos, la noche azul-profunda se levanta con sus lucientes estrellas y trae nuevos placeres. En una ligera barquilla va el poeta, en compañía de gente joven, sobre las mansas ondas del Guadalquivir:

   El mágico embeleso
de la noche me admira
cuando sobre las aguas
la barca se desliza,
resplandece en la barca
una muchacha linda.
Sus formas elegantes
y su estatura erguida
son cual esbelta palma
cuando el aura la agita.
Lleva en la blanca mano
una antorcha encendida.
Entre Orión y el Águila
la luna llena brilla,
pero más su semblante,
que la antorcha ilumina.
El río como espejo,
su hermosura duplica,
y parece que arden
las ondas cristalinas.



Frecuentemente la musa de los árabes españoles se entrega a la contemplación de la naturaleza de su hermosa patria, y presta alma a flores, estrellas, bosquecillos y fuentes. Los seres animados e inanimados la saludan con amor cuando entra en los encantados jardines de Andalucía:

   Teje la primavera
con seda de colores
la túnica de flores,
adorno del vergel;
y la fuente sonora
al aura mansa atrae,
que en un desmayo cae,
enamorado de él.
Perlas prende el rocío,
de la rosa en el seno,
y en el jardín ameno
al ir a penetrar,
que extiende el claro arroyo
los brazos me parece,
y que un ramo me ofrece
de anémonas y azahar.
Los pajarillos cantan
en la fresca espesura,
que forma de verdura
un rico pabellón;
y lirios y violetas
saludan mi llegada,
dando al aura templada
fragante emanación.



La musa arábigo-hispana elogia así los naranjales de Sevilla:

   Entre ramos de esmeraldas,
como globos de rubíes.
Parece que las naranjas
ya maduras se derriten.
Y vino puro y dorado
del fresco seno despiden,
mientras que suavemente
las mece el aura apacible.
¿Quién, como en puras mejillas,
en ellas besos no imprime?
¿A quién no encanta su olor
más que el olor del almizcle?



La rosa es saludada así, como nuncio de la perenne hermosura de la primavera:

   ¿Más rico olor por perlas
al alba quién envía?
¿Quién hay que en hermosura
con la rosa compita?
Acepta el homenaje
con modestia sencilla,
cuando las otras flores
al mirarla se inclinan,
su beldad adorando.
O muriendo de envidia.
Salud, ¡oh primavera!
Cada rosa que brilla,
al abrir su capullo,
anuncia tu venida.
No eres cual otros nuncios,
¡oh rosa purpurina!
Con mayor gloria el cielo
te adorna y califica.
Las nuevas que tú traes
son clara profecía.
Si tu tallo perece,
y si tú te marchitas,
eterna es la que anuncias
primavera florida.



Las descripciones de paseos por el agua se repiten con frecuencia:

    Ya vogamos por el río,
que fulgura como el éter:
las ampollitas del agua
son como estrellas lucientes.
Su negro manto la noche
sobre las ondas extiende;
manto que el sol con sus rayos
bordó primorosamente.



El recuerdo hechicero de tales paseos por el Guadalquivir es también el punto céntrico de un cuadro en que pinta el español Ibn Said, durante su permanencia en Egipto, los placeres de su antigua vida en la patria andaluza:

   Éste es Egipto; pero ¿dó está la patria mía?
Lágrimas su recuerdo me arranca sin cesar;
locura fue dejarte, ¡oh bella Andalucía!
Tu bien, perdido ahora, acierto a ponderar.
¿Dónde está mi Sevilla? Desde el tiempo dichoso
que yo moraba en ella, lo que es gozar no sé.
¿Qué apacible deleite cuando, al son melodioso
del laúd, por su río, cantando navegué!
Gemían las palomas en el bosque, a la orilla;
músicas resonaban en el vecino alcor...
Cuando pienso en la vida alegre de Sevilla,
lo demás de mi vida me parece dolor.
¡Y aquellas gratas horas en el prado florido!
¡Y aquella en los placeres suave libertad!
Recordando mi dulce paraíso perdido,
cuanto en torno me cerca es yermo y soledad.
Hasta el eco monótono de la movible rueda
que el agua de la fuente obligaba a subir,
cual si cerca estuviese, en mis oídos queda;
toda impresión de entonces en mí suele vivir.
No eran por la censura mis goces perturbados;
la ciudad es tan linda, que se allana el Señor
a perdonar en ella los mayores pecados;
allí hasta el fin del mundo puedes ser pecador.
La soberana pompa del caudaloso Nilo
se eclipsa ante la gloria del gran Guadalquivir.
¡Cuántas ligeras barcas en su espejo tranquilo
se ven, al son de músicas alegres, discurrir!
Y los oídos gozan, y gozan más los ojos
con las bellas muchachas que en las barquillas van,
y cuya tersa frente y cuyos labios rojos
el fulgor de la luna avergonzando están.
Con su sonar los vasos, las flores con su aroma,
dicha en el alma infunden y lánguido placer:
en noches de verano, hasta que el alba asoma,
es grato las orillas en barca recorrer.
En pos deja la barca su luminosa estela,
sueltos hilos de perlas sobre ondulante chal;
es la barca, adornada por su cándida vela,
cisne que se columpia en líquido cristal.
También con sus memorias Algeciras me abruma,
y su enriscada costa recuerdo con amor;
en ella el mar bramando alza montes de espuma,
que estremecen los árboles de angustia y de terror.
En los labios el vino y en brazos de mi amada,
allí de mil auroras me sorprendió la luz,
mientras que, por la luna con oro recamada,
tendía el mar la fimbra de su túnica azul.
En tu valle, ¡oh Granada!, fructífero y umbrío,
y en ti pienso con lágrimas, ¡oh fecundo Genil!
Como desnuda espada reluce el claro río,
brinca en sus verdes márgenes la gacela gentil.
Con el fuego amoroso de sus tiernas miradas
hacen las granadinas una herida mortal.
Y disparan sus ojos mil flechas inflamadas,
y sus pestañas matan como mata un puñal.
A Málaga tampoco mi corazón olvida;
no apaga en mí la ausencia la llama del amor.
¿Dónde están tus almenas, ¡oh Málaga querida!
Tus torres, azoteas y excelso mirador?
Allí la copa llena de vino generoso
hacia los puros astros mil veces elevé.
Y en la enramada verde, del céfiro amoroso,
sobre mi frente el plácido susurrar escuché.
Las ramas agitaba con un leve ruido,
y doblándolas ora, o elevándolas ya,
prevenir parecía el seguro descuido,
y advertimos si alguien nos venía a espiar.
Y también ¡Murcia mía! con tu recuerdo lloro.
¡Oh entre fértiles huertas deleitosa mansión!
Allí se alzó a mi vista el sol a quien adoro,
y cuyos vivos rayos aún guarda el corazón.
Pasaron estas dichas, pasaron como un sueño:
nada en pos ha venido que las haga olvidar;
cuanto Egipto me ofrece menosprecio y desdeño;
de este mal de la ausencia no consigo sanar.



No sólo la naturaleza, sino asimismo las obras de la mano del hombre, y especialmente los palacios de los príncipes, fueron ensalzados en verso. Cuando una poesía de esta clase alcanzaba grande aplauso, se le concedía la honra de grabarla con primorosas letras de oro sobre las paredes del mismo palacio que ensalzaba. Ya citaremos más adelante muchas de estas composiciones, que encomian las quintas y palacios de Sicilia, o que brillan aún sobre los muros de la Alhambra. Entre tanto vamos a trasladar aquí varias composiciones que celebran a toda Andalucía o algún lugar determinado:

   Nada más bello, andaluces,
que vuestras huertas frondosas,
jardines, bosques y ríos,
y claras fuentes sonoras.
Edén de los elegidos
es vuestra tierra dichosa;
si a mi arbitrio lo dejasen,
no viviría yo en otra.
El infierno no temáis,
ni sus penas espantosas;
que no es posible el infierno
cuando se vive en la gloria.



OTRO ELOGIO DE ANDALUCÍA

   Hace perpetua mansión
el gozo en Andalucía:
allí todo corazón
está lleno de alegría.
Vivir allí recompensa
el trabajo de vivir,
y felicidad intensa
el vino suele infundir.
Nadie esta tierra consiente
por otra tierra en cambiar:
allí murmura la fuente
con más dulce murmurar.
Allí el bosquecillo umbroso
y el siempre verde jardín
nos convidan al reposo,
al deporte y al festín.
Del Edén formará idea
el que sus vegas y huertos
siempre tan lozanos vea
de flor y fruto cubiertos.
Allí el ambiente templado
ablanda el alma más dura,
y al pecho desamorado
infunde amor y ternura.
y es plata todo arroyuelo,
perlas y limpios joyeles
las guijas, almizcle el suelo,
rica seda los vergeles.
Si allí las aguas hermosas
bajan el campo a regar,
ámbar y esencia de rosas
el campo llega a exhalar;
vierte allí perlas sin cuento
la fresca aurora en el prado,
y no brama, gime el viento,
sumiso y enamorado.
¿Cómo describir la rara
beldad de aquella región?
¿Quién su imagen os mostrara,
que guardo en el corazón?
Al salir del mar profundo
esta tierra encantadora,
la aclamó el resto del mundo
emperatriz y señora.
Las claras ondas en torno
como un collar la ciñeron,
y al ver su gala y su adorno,
de placer se estremecieron.
Y desde entonces las aves
cantan allí sus amores,
y aromas dan más suaves,
y son más bellas las flores.
Cuando de allí me destierra,
no me quiere el hado bien:
un yermo es toda la tierra.
Y sólo aquélla un Edén.



A GUADIX

   Tu pensamiento embelesa
toda mi alma, ¡oh Guadix!
El destino generoso
te adornó de encantos mil.
Por Alá que, cuando arde
vivo el sol en el cenit,
fresca sombra presta siempre
tu verde ameno pensil.
Con sus miradas de fuego
quiere penetrar allí
el sol, pero se lo estorba
de ramas un baldaquín.
Pompas de cristal levanta,
copos de espuma sutil,
si riza tu faz ¡oh río!
El cefirillo gentil;
y las ramas que coronan
tu manso curso feliz,
como eres sierpe de plata,
Tiemblan por miedo de ti.



A UN PALACIO DESIERTO EN CÓRDOBA

   Tus salas y desiertas galerías
mis ojos contemplaban;
y pregunté: ¿Dó están los que, otros días,
en tu seno moraban?
En mi seno, dijiste, breve ha sido,
muy breve, su vivir,
ya se ausentaron; pero ¿dónde han ido?
No lo puedo decir.



AL PEÑÓN DE GIBRALTAR

   La frente elevas al cielo,
y ya de apiñadas nubes,
que flotan sobre tus hombros,
un negro manto te cubre;
ya joyas áureas, que en cerco
de limpio cristal discurren,
sobre ti, como diadema.
Los claros astros relucen;
y ya la luna amorosa
hace tu sueño más dulce,
besándote con sus rayos
y bañándote en su lumbre.
Resiste tu mole altiva
de los siglos el empuje,
sin que sus dientes voraces
tus duras piedras trituren.
Todo lo muda el destino
sin que a ti nunca te mude;
como un pastor su rebaño,
tú los sucesos conduces.
Ve tu pensamiento el giro
de la fortuna voluble,
y lo que es y lo que ha sido
y lo que será descubre.
Con misterioso silencio
la fija mirada hundes
en el tenebroso abismo
del mar, que a tus plantas ruge.













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