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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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SERGIO ABALDI [19.902]

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Sergio Abaldi

Sobre el autor: Se dice que nació en el siglo XX, frente al puerto de la ciudad de Buenos Aires, en la ya desaparecido Hospital Ferroviario. Se cree que aún vive. En relación a su obra se dice mucho más.

Sobre la polifacética obra literaria El eterno grito de la existencia - Sentencias Viscerales I - II - III - IV y V de Sergio Abaldi (Poeta, escritor, fotógrafo, dramaturgia y actuación)

Una poética crítica:

Hablamos de una poética crítica en Abaldi por varias razones. En principio, el término poética refiere a “poiesis” y es un vano intento por aglutinar en una palabra los géneros que cual uomo universale este artista entrecruza: aforística, relatos breves, poemas, fotografía artística además de llevar también su obra a escenarios locales y del exterior (incluidos colegios y universidades) para ser representada como performance teatral de poesía. 

Toda su literatura es considerada como una prosa poética de neto corte filosófico pues está signada por lo que él dio en llamar “la voluntad del decir”.

Por su parte, el adjetivo “crítica” refiere a la mordacidad con la que escribe de la cual no se salva ni siquiera él mismo:

“Cómo podría tener el tupé de creerme escritor en esta época de apuradas definiciones en la que cualquiera, a cualquiera premia, inundándolo todo con rótulos importantes...

Dejo el trámite de esa distinción al tiempo. Yo, o el que dentro mío está, sólo escribe porque considera esa, su mejor manera de ausentarse del mundo habitado.” S.A.

Nota: Lucas Misseri, revista Prometheus N°29, Universidad Nacional de Mar del Plata, Bs. As. Argentina. 


Su bibliografía consta de dos antologías y cinco libros personales publicados los cuales proponen una interacción literaria y fotográfica:

•Argentina y sus escritores - Antología Nuevos Poetas - Ed. Nuevo Ser 2003 - ISBN: 978-987-20401-3-0 (Agotado)
•El eterno grito de la existencia - Sentencias Viscerales I - Ed. Nuevo Ser 2004 - ISBN: 978-987-21190-2-7 (Agotado) 
•El eterno grito de la existencia - Sentencias Viscerales II - Ed. Centro Cultural Borges 2007 - ISBN: 978-987-23374-0-7 (Agotado)
•El eterno grito de la existencia - Sentencias Viscerales III - Ed. Centro Cultural Borges 2011 - ISBN: 978-987-23374-1-4 (Disponible)
•El eterno grito de la existencia - Sentencias Viscerales IV - Ed. Centro Cultural Borges 2013 - ISBN: 978-987-23374-2-1 - edición multilingüe: castellano, alemán, francés, inglés, ruso (Disponible)
•43 Poetas por Ayotzinapa - Antología - Ed. México 2015 - ISBN: 678-143-27401277 (Disponible)
•El eterno grito de la existencia - Sentencias Viscerales V - Ed. Centro Cultural Borges 2016 - ISBN: 978-987-23374-3-9 (Disponible)

Dichos libros se han constituido como material de estudio en universidades de diferentes países tales como:

• Argentina:
- Seminario “La actualidad de lo bello” Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires.
- Cátedras de Teorías Literarias, Instituto Superior de Formación Docente Simón Bolívar, Ministerio de Cultura y Educación de Córdoba.
• Bélgica:
- Cátedra Superior de Traducción Literaria, Lessius Hogeschool, Universidad de Lovaina.
• Cuba:
- Cátedra de filosofía, Licenciatura de Tecnología y Salud, Universidad de La Habana.
• Francia:
- Cátedras de Castellano, Sciences PO. Instituto de Estudios Políticos de París.
• Venezuela:
- Cátedra de Estudios Psicológicos, Hospital Carlos Arvelo, Ministerio de Salud.

Paralelamente sus obras fueron adquiridas y catalogadas por las siguientes bibliotecas:

• Bibliotecas de la Universidades de Chicago, Harvard, Miami, Nueva York, Nuevo México, Princeton, Stanford, Texas, Yale, Duke, Rice, Tulane.
•  Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, del Instituto de Arte de Chicago, del Instituto Getty de Los Angeles, Digital Hathi Trust y Pública de Nueva York

Las mismas también cuentan con el auspicio de:

• Biblioteca Nacional de la República Argentina
• Ministerio de Cultura de la Nación
• Centro Cultural Borges
• Embajada de Francia en Argentina
• Embajada de Bélgica en Argentina

N. del A.: Consta cada ítem ut supra mencionado con la pertinente certificación expedida por el responsable a cargo de la entidad referida.
S. A.



Del libro: El Eterno grito de la existencia - 
              Sentencias Viscerales I

1

Asomó de su letargo un sueño vago,
revuelto y tan lejano
que parecía no haber pertenecido a ser alguno.
Antagónico es que el hombre sea su protagonista
ya que nunca pudo afirmarse como tal,
dado que su conducta es la negación constante de “sí mismo”.

En consecuencia,
la convicción que tiene frente a lo que concibe como su realidad
carece de sustento,
pues aquello que habita en el hombre... 
¡jamás es el hombre! 



2

Del fuego consumido en la hoguera del pensamiento,
se desprendieron las cenizas inquietas,
que desencadenadas viajan en la noche,
para posarse en la falsa pluma
que ensaya el alivio de las emociones.
Ahogado manotazo que intenta disimular
el eterno desgarro que habita en el hombre.

Así se presentó la escena fantasmal
que se atrevió a inundar su vida,
convirtiéndose en la perpetua tarea
de cada uno de sus instantes.

Proceso ordinario que adolece de misterio
y obtuvo del devenir humano,
y para su comodidad,
un conocimiento organizado...
... sólo, esa triste colección de fenómenos psicológicos,
que hoy, es el hombre.



3

El hombre y la evolución cangrejo…

... y la apatía fue el primer gran defecto
del pensante huérfano animal.
Defecto que lo precipitó a que arroje sus ideas al viento…
y desde ese solemne acto,
un ilustre tecno-show con su artilugio
amasa el porvenir.
Una retórica industrial sostiene esa conducta,
disfraza al instinto,
actúa de humano
pero todas las mañanas desayuna con cicuta…
Un “sol” al que inevitablemente siempre le llega un eclipse.
Por eso, si animamos los ojos a desvelar la mirada,
caeremos en la cuenta de que todo retorna a su inicio… 
y el inicio fue un mundo sin el hombre en él incluido.

¡Esto! muy a pesar de aquellos quienes prometan,
que vuestra sonrisa
será incluida,
en la estampita del futuro.




Del libro: El Eterno grito de la existencia - 
              Sentencias Viscerales II


4

Dividir la mente,
dividir el cuerpo,
las formas,
los sentimientos.

Dividir las razas,
dividir los versos,
el tiempo y las obligaciones,
hasta lo dividido ¡dividirlo!

Capturados en esa disección ¡siempre!
… sólo para multiplicarnos en nada.



5

Jugar a jugarlo todo…
morir la vida jugando.
Jugar tanto a la rayuela
aunque no haya cielos a los que llegar
como a la ruleta rusa
para alcanzarlos a todos…
¡Jugar! pero eso sí,
siempre como un niño…



Del libro: El Eterno grito de la existencia - 
              Sentencias Viscerales III


6

¡Repetir, repetir y repetir!
Que todo sujeto se busque a “sí mismo” repitiéndose.
Repitiéndose de ida
y repitiéndose de vuelta
hasta percibir eso aquello que trastorne su organización.

Que su voluntad se pierda en un cuerpo sin fuerzas…
Que parezca un tartamudo.
Que repita y se descubra
en cierta sensación de conciencia que tenga algo que decir.
Que la transforme,
que la exprese…
aunque sólo sea el retazo de algún universo paralelo rozando la locura.

Pero eso, a la vez,
debe sembrar en los otros,
otras sensaciones, otras emociones…

La yuxtaposición de sentires
provenientes de enigmáticas nebulosas,
bajo análisis de espectral armonía,
serán la retina del hombre nuevo…

La creación en extremo reinando en lo humano
eslabonando seres inquietos, plurales y de amplio mirar.



7

Por más que el sol
se derroche en auroras,
quien no haya comprendido
cómo transitar sus noches
¡jamás amanece!



8

No te ausentes…
por favor, no te ausentes…
no conozco quién acepte navegar en mi misma dirección,
es decir a la deriva…
tampoco quién sepa hundir sus sensaciones en las profundidades,
purificarlas y volver a la superficie…
menos aún conozco aquel que quiera atravesar los bosques,
llegar a las cumbres y compartir el silencio...
por eso, por favor no te ausentes soledad mía…

Pero si fuera esta otra de mis equivocaciones,
otro de mis estados alterados
y tampoco tú quisieras cobijarme,
sólo bastaría el bullicio de vuestra indiferencia
como señal para que desaparezca…
después, la condena de actuar y enredarme entre mis semejantes…



9

Diálogo con alguien que nunca estuvo

Debo confesar que inmediatamente después de invitarte,
había yo descartado toda posibilidad
de que fueras a presentarte a la cita.
Pero mis inventos son sumamente emprendedores 
y fue precisamente mi invento de vos el que se las arregló,
para que de todas formas,
estuviera esperándote en el lugar convenido.

Habrá sido que presente me hice
porque ya casi ni siquiera me importaba tu ausencia
y sí en cambio tu presencia en mi invento de vos…
Habrá sido porque en mis inventos
viven fieles la traición y la lealtad… 
habrá sido porque allí ellas se traducen tan transparentes
que fracturan todo engaño…
O simplemente habrá sido porque en mis inventos
las sombras inexorablemente asisten para conversar conmigo…
Y a lo mejor, también por todo eso, 
habrá sido que después del café compartido con mi invento de vos,
sucedió aquello que a menudo suele sucederme,
comencé a querer a mi invento de vos,
mucho, pero mucho más que a vos.

… Será que deba comprender que cada vez necesito menos cosas,
que ese idilio con la soledad fue mi único y genuino romance.

Así que, si por un acaso decidieras revertir tu decisión,
por favor te ruego desconsiderarlo,
pues de venir, sólo harías que mi invento de vos,
encalle en el mismo olvido,
en el que de alguna manera
y sin el más mínimo reproche,
yo, hube de ubicarte a vos.




Del libro: El Eterno grito de la existencia - 
              Sentencias Viscerales IV

10

Encadenamos imágenes y palabras.
Esparcimos sus aromas
por toda la superficie terrestre.
¿Pero cuántas cosas habrá que están
y no las significamos?
Que pertenecen al paisaje de lo no hecho,
al parque de lo invisible
merced a nuestra incapacidad.
Al menos todos intuimos una.
¡Mas sólo a intuir llegamos!

Algo se debe de haber quebrado…
alguien al inicio del camino
nos vendó los ojos
y nos soltó la mano.



11

Tal vez haya que invertir la coreografía de la vida…
No plantar árboles,
no escribir libros,
tampoco hijos tener
y demás apéndices de lo táctico cotidiano.

Tal vez haya que aprender a aprender
que debe el hombre quedarse sin el hombre,
a soltarse de sí…
En definitiva es a lo único
que realmente estamos agarrados.

Alguna vez tiene que llegar el instante
en el que en esta eternidad,
el hombre descanse del hombre.



12

Adentro del hombre lo vacuo.
Afuera de él también.
Un concierto de incertidumbres
en el abecedario de la desesperación,
donde el que hacia adentro va a buscar
de seguro no regresará.
Quien hacia afuera lo intente
tampoco ha de retornar.
Y aquél que inmóvil se quede
padecerá el mismo final.

La diferencia en el escollo está
en que el primero es desesperado por propia voluntad.
El otro por necesidad de esa irritación negar.
El tercero por ignorante de este grito
que en cada humano anida con gran intensidad.

En definitiva: en este “hospital”,
médicos, enfermos y enfermeras
sufren todos la misma enfermedad. 




Del libro: El Eterno grito de la existencia - 
             Sentencias Viscerales V

13

En todas y cada una de sus aristas
trunco, abreviado…
La representación en exacto
del híbrido en una especie.
¡Es tiempo de purificar esto!

Quizás deba nacer otro estilo de hombre.
Un atrevido que sepulte
al vigente que actúa “para sí”
y en fértil pradera ejerza “en sí”

Alguien que tenga una vida
perpendicular a esta vida,
sin odios, rencores o alegrías.
Sin otros sentires opuestos
o de esos mismos sentires derivados.

Un hombre que trascienda
el ámbito estético de la esperanza.
No por ignorarlo,
sino por capaz ser de superar
ese consuelo vitalicio.

Uno en el que las horas, minutos y segundos
se amalgamen en su manos
para que se diluya
la usual concepción del tiempo.

Un ser que desvertebre el lenguaje
hasta perderse en balbuceo.
Que tenga la habilidad de inventarse
en libre caída hacia el fondo de un pozo.

Que posea la gimnasia para abolir
cualquier aplicación del cerebro
que disponga que ese hombre
no es nada más que ese hombre
en el fondo de ese pozo.

Que perciba que ese fondo
es el inicio de una nueva caída
hacia otro fondo de ese pozo…
y que asuma que así es de continuo,
que así será de cotidiano.

En síntesis:
Que sencillamente comience
por ser cierto siendo hombre ahí, 
en ese fondo de ese pozo.
Porque en el abajo 
se fecundan las raíces.
Porque para el hombre
arriba no hay raíces.
Sólo hay arriba.

Por lo tanto,
por esto y por lo anterior, 
si abajo a concebirse aprende
con sello de trovador,
que primero se nutra
del viento súbito de la voluntad.
Y luego, si en esencia pretende germinar,
qué no dude, qué lo haga,
pero que sea
desde el último sótano de su entidad.
Puesto que con esta versión actual,
ausente de sí mismo,
así no sirve continuar.



14

Este es el penoso manifiesto
del que fuera un hombre común,
que vivió y murió…
pero que no lo hizo
como un hombre cualquiera.

¡Imbéciles!
¡Sí, imbéciles!
Cómo pueden creer que sigo atendiendo vuestras plegarias.

Durante centurias mis oídos guardaron todos sus ruegos.
Mis ojos sangraron por cada una de sus lágrimas de agua.
Imposible concebir sus deseos mecánicos y perezosos,
sus movimientos confusos y calculadores,
sus sentires matemáticos sedientos de codicia.

Milenios rigiéndose
por lo que dicta el mejor libro de temor
que vez alguna se haya redactado.
Débiles de espíritu
invocan el nombre de mi padre o el mío
en pos de purificar carencias.

Ejercen métodos de pensamientos neutros.
Sus técnicas dan pena, 
han fallado. 
Todas sus ideas carecen de primaveras…
¡Vidas intempereas sólo cobijadas
por formas, estructuras y obligaciones!

Jamás supieron ponerse en mis zapatos.
Sus formas agreden sistemáticamente mi alma.
¡Mírense un poco!
Fíjense lo que han hecho del reino humano.
Son una infracción a la existencia.

Lamento decirles:
Dios presentó quiebra y abandonó el negocio.
Y yo, como el león de montaña, he de proteger mi soledad.
No quiero conmigo la gloria del fracaso de su creación.
A esta altura mi tristeza es el prólogo de la melancolía…

Ah sí ¿mi regreso?
mi regreso quedará pendiente.
Sólo un masoquista vuelve a sufrir
por egoísmos ajenos.



15

Puede que esté aquí,
entre nosotros,
merced a la voluntad originaria.
Pero la voluntad originaria 
reposa en una sustancia de la cual nada sabemos.
Por eso, puede que aquello que aquí esté,
entre nosotros,
nada más sea un boceto de mí…
un yo que no conozco.

Si es así, entonces sí
vale creer que esté aquí,
entre nosotros,
aunque en verdad nunca me traje.
Me dejé allá lejos,
fuera de todo presente o posible futuro imaginado.
Me hice y deshice en los límites
de pertenecer a un solo y único instante…
(Me sucedí entre paréntesis)

Como algo que crece a la sombra
fui tiznado por una oscuridad
que como toda oscuridad
se guarda y en sí permanece,
agazapada, con la certeza latente de saber
cuándo, cómo y dónde
se debe amanecer. 

Tuve que inventar mi vida en silencio,
al costado de los guiños cotidianos
y en escenarios carentes de escenografías
anidar siempre el esfuerzo inconmensurable
para edificarme en algo que me interese.

Bajo la luz de la noche eterna
hube de domar el miedo, 
cabalgar el dolor
y cuando puede acariciar la angustia
supe que el hecho de actuar aquí,
entre nosotros,
competía en diluirse con el resto
o del resto distinguirse.

Yo no elegí ser llevado a los extremos.
Yo no tuve la culpa
que el Caos me apadrine al nacer,
que en los abismos me hiciera mirar…
me hiciese ver.
Cada hombre es una isla,
un inhóspito lugar.
Son pocos los que se atreven allí a rena-ser,
a destinarse en soledad morar.

Ya no acarreo dudas,
comprendí que el boceto
de ese mi en este yo
se forjó en un camino puro.
Sí, del lado del mundo ilusorio
pero en paralelo, por debajo,
a fuerza de sin compañías…
Por el borde no se camina de a pares.





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ANALÍA PAGURA [19.903]

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ANALÍA PAGURA

Nació cuando el año 77 moría… un 29 de Diciembre.

Durante los festejos de ese fin de año, su hermano mayor le mordió el dedo meñique de su mano izquierda de 9 meses y dos días… allí se escuchó su primer grito desconsolado.

Desde entonces sus progenitores no han encontrado artilugio efectivo para mantenerla callada, tranquila y ordenada.

Han hecho lo posible…

De familia italiana conservadora, creció y vive actualmente en La Tablada, partido bonaerense de La Matanza. Su infancia transcurrió entre obra en construcción, catequesis y colegio estatal.

Sus estudios secundarios comenzaron en una escuela católica privada, pero tras un año ininterrumpido de súplicas a sus padres para que de allí la quitaran, logró hacerlos culminar en la Escuela Comercial de Aldo Bonzi, institución pública que la rescató de las atroces garras de la enseñanza arancelada y en la que obtuvo el valioso título (así por aquella época bien considerado) de Perito Mercantil. 

¡Dichosa insistencia!

Frustrada bailarina que no asistió (por un error del destino) a la escuela de danzas, encontró sosiego cuando a los 16 años, su profesora de Lengua y Literatura, Sandra Lambert, realizaba las primeras correcciones de sus trabajos monográficos y echaba una haz de luz sobre la poetiza escondida. Ella fue la primer alma sensible en vislumbrar “una futura escritora” además de ser quien la indujo a decidirse a ingresar en la carrera de Letras.

Cursó dos años en la Universidad de Buenos Aires, lapso en el que forjó gran parte de su actual estilo literario. Situación en la quedó sumida casi por completo y sirvió para distraerla de la concentración requerida por aquella casa de altos estudios. Entonces, y como de toda poetiza o de aquella que pretenda serlo es menester, se sintió desolada y abandonó la carrera.

Durante los siguientes cuatro años se lanzó al mundo del diseño, mientras escribía incansablemente y leía sus poemas en los diversos circuitos literarios de la ciudad de Buenos Aires y del conurbano.

En paralelo a las actividades mencionadas, dedicó algo más de una década a trabajar en el desarrollo de proyectos culturales en su ciudad natal. Allí organizó eventos artísticos y tertulias literarias en las que sus poemas, salvo contadas excepciones, encontraban un público que no comprendía en lo más mínimo lo mordaz de los contenidos y quizá, como ella misma intuye, justamente por eso se le acercaban de manera amigable.

Sus primeras ediciones fueron artesanales y ofrecidas en mantas de plazas, cual cadenita de latón, cosa de la que esta autora se siente sumamente orgullosa. 

Ya por estos días y gracias al intercambio con otros actores literarios, locales y del exterior, “La trinidad de las cosas evidentes” ha encontrado la bienvenida al mundo editorial de la mano de su estimado colega Sergio Abaldi y del auspicio institucional del sello “Prosa Editores”.



“La Trinidad de las Cosas Evidentes”

1

mirada de verde
se yergue
impasible…
La savia
que lava
la inunda y desata el destello.

Viva por dentro
su margen errante
hablándose, eterna,
… como si alguno escuchase.

El recuerdo embalsamado,
nutrida del río que crece,
música de sus entrañas,
que la agita y la suelta.

Corre a escuchar la voz,
el amo, distante,
los pies, enraizados,
roídas las venas de tardes octubres
sacude la escarcha
dominada,
inmóvil…



2

… Y verlo cruzar el camino,
- aunque no lo creas -
me trajo el olor de un desvarío lento
de siesta con roña
       y a cualquier hora… de desayuno vencido,
de queja madrugada,
de espina que sólo yo extirpo, 
de mareas espesas,
de penas fangosas,
de injusticia que envenena cada uno de sus días,
       y mis días,
porque el aguijón lo tengo yo,
clavado aquí, hasta el fondo de mis huesos,
¡aahhh! ¡aahhhh!
¡ensartado en la carne
como coito no querido!



3

Esto tiene que tener un final feliz.
La sola idea de que así no sea, me estruja el pecho
y me deja sin hambre por días.

No hay sueño. No hay recreo. No hay sosiego.
Rechinan los dientes, 
me muerdo, 
me como, 
desaparezco
y ahí está otra vez la figura del gigante
queriendo arrastrarme del pelo,
¡Cavernícola!
a su guarida, la roca,
la roca, 
la ropa áspera,
yo, comida.
Yo, alimento, digerida.
Desde el pelo a las caderas,
Cavernícola…



4

Ya vienen….
el despojo de mí,
mi herida,
mi colgajo,
mis hijas.

Ahí llegan cargadas de tumultos,
agonizan,
llenos los ojos de dolores 
y las manos de sangres, con las uñas despegadas de arañar.

Se retuercen.
Duelen.
Gritan.
Lloran.

Las miran. Todos se mofan.
Nos miran. Todos se mofan.



5

Otra vez el tracto-intrincado, 
Intersticio, 
trayéndome al cauce - elixir.

Reptando me acerco 
y me trepo al sendero 
que me atrapa y me lleva...

Voz de arrullo.
Espasmo de vida.
Instante breve.

Rezando por el insomnio 
que anuda palabras 
errante de mí… 
fuera de mí…



7

Estás en la casa
de la habitación
del mueble
del cajón
de la cajita.
Esa.

Ahí estás, guardado entre las otras cajitas
desde hace tanto, 
desde hace nada…
ahí estuviste siempre y vas a estar,
quietito,
congelado en la historia,
suspendido en el tiempo y en esa caricia de mi mano
que quedó latiendo.
Ahí estás, a veces tibio y acurrucadito
aunque me hervís la sangre durante noviembre.
Vestigio vestido de octubre
doliente  maloliente malhechor de abrazos
y danzas sobre el agua.



8

está en la mente del viajero
la distancia latente…
distanciarse
disociarse
extrañarse
extraviarse.
Ser otro, por un rato.
Nutrirse
de la otredad de sí mismo
cuando está lejos.



9

Piel de pétalo 
rosando todo 
un quejido de piel 
cuarteada
y el crujiente de escarcha petrificado. 

Absorta en pliegues del nectario 
y el cáliz 
hueco 
de lo que pudo ser miel a borbotones… 

pétalos de piel… 

y la herida del injerto 
aflorando,

asomada 
al precipicio 
crece erguida a pesar del pedregullo.



10

no acurruco en mi pecho
ni abro la ventana cantando
ni perfumo el aire que me rodea
ni alegra mi sola presencia.

Hembra. Hembra.

No anido. No tejo.
No lloro, ni pataleo.
No discuto con mi estirpe 
ni aborrezco mi género, 
no me asomo al amor enamorada 
ni le remiendo las medias a un ogro.
No me río, ni dejo pasar 
ni dejo que se me pase.
Hembra. 
Hembra.
Hembra.

Todos los poemas pertenecen al libro: “La Trinidad de las Cosas Evidentes”







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NICOLÁS CORREA [19.904]

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NICOLÁS CORREA 

Nicolás Correa. 5 de septiembre de 1983, Morón, Argentina. Está finalizando la licenciatura en Letras en la Universidad de Buenos Aires. 

Libros editados: Made in China (2007) Engranajes de sangre (Milena Caserola, 2008), Prisiones terrestres (Editorial de la Universidad de La Plata, 2010), 83 en la colección Exposición de la actual narrativa rioplatense (Editorial El 8vo Loco- Milena Caserola, 2013),  sus novelas de terror gótico y religioso, Súcubo (Wu Wei, 2013) e Íncubo (Wu Wei, 2015). La Trinidad de la antigua serpiente (Editorial Wu Wei, 2013), “canción de invierno recitada por el hombre del volcán” y cuentos en varias antologías y revistas internacionales. Su primer poemario Virgencita de los muertos fue publicado en 2012 por la editorial Libros de la talita dorada, colección Los detectives salvajes. 

Ha recibido diferentes premios y menciones. A fines del 2013 se publicará ¿WTF Kung Fu?, por la editorial Pirani Ediciones, y en el 2014 Íncubo, segunda parte de La Trinidad de la antigua serpiente, por la editorial Wu Wei, y Fuera de temporada, por la editorial Milena Caserola, colección Nueva Nueva Narrativa Argentina. Está preparando su segundo poemario El camino de la siesta.

Participó en diferentes revistas literarias como Oliverio, Culturamas (España) y Lenguaraz (México). Es coordinador del ciclo: Las lecturas: cruce, junto a Ana Ojeda y Juan Marcos Almada, y fundador del grupo de nueva crítica Argentina Las lecturas.





Virgencita de los muertos, Nicolás Correa. Poesía, 2014
Libros de la talita dorada / colección Los detectives salvajes 
ISBN: 978-987-27204-2-1

I

se me hace necesario
recordar las tardes que llovía
y hermano
apoyábamos la pera en el piso
y así
acostados sobre las bolitas
en nuestro humilde patio techado
mirábamos la lluvia
cada uno en lo suyo
pero juntos
y el perro nos caminaba en la espalda

y madre en la cocina
y padre en su trabajo
y la lluvia
tan nuestra
de la tierra húmeda
que todavía hoy
se me pega en la nariz
si la busco
nosotros dos tan juntos
un solo cuerpo de fuerza
para toda esa lluvia
cada uno en su cosa
presos de todo lo que vendría
hermano tanta lluvia
que ninguno quería ir al galpón
a cerrar la ventana
que se mojaban las herramientas de padre
y ninguno lo decía
para sí lo pensaba
como esferas se dibujaban las gotas
que rompían la tierra
y toda esa lluvia ahí

después la vida

 ese dolor



II I

fuiste de la lluvia
entre los vómitos que supura
la mañana de invierno
y ese dolor la vida
y esa extraña narración
la muerte
lejos unidad funcional

cayendo los gargajos de tu cara
sin saber qué podía pasar
y nunca se sale de esto
porque siempre se acaba
vos decís me gusta ahí pero nadie puede darte un mapa que indique dónde es el punto en el que se quiebra la cadena de tu cuerpo y es otra cosa lo que te pasa
como la lluvia

en la extraña narración
que sale del teléfono y rompes las tapias
nunca se sale de esto
como la carne que te pide
más lengua que querés chuparte
la digestión sagrada
roerte despacio roerte
el dolor del cuerpo de fuerza
que nosotros dos tan juntos
cada uno en lo suyo



II II

yo con mis manos propias
saqué el barro
que se había metido en tu boca
nena
el plástico también te mordía
la lengua y los pezones
parecían erectos como si el leve rocío te descubriera virgen inmaculada y adjetiva
que pura emoción

es que escucho el chillido
que los cuchillos se meten en tu corazón
y vos estas lejos
querés dormir ese sueño
vómito del infierno que es caminado
el barro supuras de tu boca
pobre nena
el polietileno se te hizo piel

nena narración de mi sangre
que campaneo tu retrato
y te veo un bollo
acurrucada para adentro
metida en tus entrañas
y toda la zona indefinida
estallada como un vidrio
o una saga bucólica

yo con mis propias
entrañas que ya no son mis entrañas
puedo no llorar el deseo
que alejado se corta
troza el polietileno
barco de carne y de hueso
que te vas con la nena hecha virgen
y ese amor tan dilatado
y bulímico



III

podés decirme dónde duele
y qué tiene eso
que no lo escucho
me pasó la vida
me agarró tu muerte
¿Cómo creciste de muerte?

casi que no puedo explicarte
dónde estás
ni que tu mamá me pregunte
dónde estás
de muerte
en un baldío

en esa zona indefinida
entre la vida y la muerte
como el sol cuando llovía
en la autopista
que camina del norte al este
y del oeste al sur

mamá quería salir de madre
y decirte que cómo te masticaron
y te vomitaron ahí
si casi estabas creciendo sola
entre tanto ruido de himno
te caíste de la bandera

como ese sol
que sale en esa zona indefinida
y entonces creían que sabían
distinguir cielo o tierra
lo esperanzador que tiene ser chica
para morirse ahí

con hermano
fuimos al portón que da a la calle
y vimos juntos
tan chica de tanta muerte
y la estrella fugaz
al oeste de la autopista



IV.

ayer tuve miedo
tu lengua vergajo muerto
estuviera repitiendo las mismas cosas
porque se lee en tu cuerpo
de miedo a matar
en vez de pelear
vas a correr

caída

único silencio
no poder oír lo que decís
el olvido el temor joven entre las viejas
vieja entre las muertas
los chicos corren
aprendiendo a caminar el infierno

las máquinas las tapias
la escritura menstruo que nace
el alien y el monstruo
encimados en la zona de aparecidos
creciendo la muerte que las viejas te dan y te esconden el lugar donde enterraron a los muertos
para que descansen de las manos
unidad utilitaria

en vez de matar
te metes en el vientre
hinchado y en el anuncio:

cojo nena cojo chica cojo virgen

virgencita de los muertos
parida vieja entre las muertas
cómo no tenerte miedo

me veo en la sombra que da tu panza
virgencita
de los muertos la única vieja
leo tu cara en la piel del polietileno
gruesa piel virgencita

oráculo puto maldito
quién gana sus comicios



V

con los ojos abiertos en la oscuridad
estoy
casi despidiendo lo que queda de vos
y la fragancia
que dejaste en el colchón

yo te veo ir
con los ojos abiertos en la oscuridad
envuelto en tu fragancia
y los jirones de calor
que dejó tu piel

esta negrura que se traga tu boca
de los muertos que han pasado
del silencio en la casa
que viborea en esta cama
como una parturienta
del pasado en soledad
interrumpido en tus palabras
de heridas inútiles
y brazos que en lugar de caricias
dan golpes de sangre

piden que no llore si total
que son cosas que pasan
y yo medida de todas las cosas
mirando la oscuridad en el techo
de todo el mundo

vas por el pasillo que conecta
cocina  comedor cuerpo funcional
y despido de mí
el muerto que dejaste hinchándose
en mi garganta



VII

hoy vamos a enterrar a nuestros muertos
que dejen de estar
el sueño que les han confinado
y alejen de sus cuerpos
los dientes que mastican
chillones
tanta muerte gratuita
lejana la baba de sus bocas
o las cavidades de áureo
hedor

de ellos cuerpos
vamos a desorbitar esa memoria
abrasadora y escrita
y ellos cadáveres
agradables a la  intemperie
y después vómitos
de nuestros escritos difuntos
aterrados de esa memoria
y la presencia escandalosa
de la leche

seminal
que desciende como una hiedra
entre los muslos cuerpos
y allí tan muertos
casi sin razón ni huella
y la pala en mano del sepulturero
clavando
saliendo
clavando
seminal salado y lagrima

hoy vamos a enterrar a nuestros muertos
cuánto dura el amor
el sueño cadavérico que gravitan
pensamientos como camalotes
pegados en el cuerpo
hincado
partido
y vómito faringe
para después saber morirte
y ese ayer metido en mi memoria





Poemas de “canción de invierno recitada por el hombre del volcán”, de Nicolás Correa.


III (del apartado “Solsticio de invierno”)
por qué maldita mi poesía
entre las tendencias sólo puede
soportar canto innegable
crepúsculo de los días
el extraño segundo en que carne y uña pierden
equilibrio

mujer siete mares siete plagas maravillas siete
conciente frio de
la miseria que había pasado
las cosas que vi dijo
creciste como la hiedra
madre

nobodyman una corazonada
que olvida la expresión natural
el retroceso de las masas ya van a venir en la
fantasmagórica forma de malformada mueca tu
tic tu labio
leporino tu mugre debajo de las uñas
las saliva baja bestia camaleón

por qué maldita mi poesía
recorre la visión de los hijos del mal
en la intemperie el corazón
hiel
la mandrágora que mana
la rama en lo alto
frente a la virgencita

pichí cortaba tira bajaba el gallo
y buscaba en la oscura mazmorra
de la infernal noche en risso
hermano
lo susurró mientras corríamos

o era el viento
de las naves que no habían incendiado
nuestro viento
y la tara se dedica a observar
a los hijos del mal encogerse de hombros
es la visión

la suma de todas

esa mujer preguntó qué me gustaba
cuando callaba
yo nunca el mal puede decirse
señora



II (apartado ídem)

jugar al lobo te va a carnear
corderito
corderito

esta mierda
nos va a tragar
pero vamos a caer en el remolino con un explosivo
metido en el culo



VII (del apartado el camino de la siesta)

papá qué nos pasó
cómo fue que llegué a esto que soy
de chico te buscaba en el centro
en los ladrillos afilados que eran toda una locura
y tu silbido papá
allá arriba en el techo con esa batalla de la membrana

cómo fue que llegué a esto
busco en el agua que se acumula en el cuenco de mis
manos
de los jirones retazos algo desmadejado
un traidor no sé busco una cosa
que se desvanece casi siempre ahí

eso que tanto amaba entonces
papá
yo no sé cómo explicártelo

abajo
desde mi pequeña posición te miraba
y mi amor renovado hacia vos
pensando en cada uno de los lunares
que el sol de verano te iba a hacer salir porque mamá
te lo repetía
qué soy papá
yo no me lo puedo explicar esto de no saber
quién

pero si parece mentira
te veo preocupado mirando las manos de mamá
y ese color azul oscuro de tu vida
las cosas son como son hijo
decías

yo papá vos me representas
un cielo abierto y tus manos gordas que parecen
torpes
con unos dedos como chorizos pero todo se volvía
fiesta
cuando le acariciabas el pelo a mamá
papá

dónde estás en esta hora oscura
llena de barro tinieblas del mundo las cosas que te
callaste
aunque yo quiera que llegues temprano
desde el patio
sin hacer ruido
cómo hiciste para explicar tus tragedias
yo ni siquiera puedo verme al espejo
eso que tanto amaba entonces
ni sé cómo explicártelo

creo es imposible que del otro lado

miro el cálido silencio de tus ojos
somos este dolor



II (del apartado “todo el mundo está en tu vientre”)

lo tomé 
y tomaré

lo que tu matriz

produzca
para darle
mi vida

como un sistema central




El camino de la siesta
Poesía, La Bola Editora 2014 70 p.


Contratapa

Yo soy el que era antes, antes de todo esto, a la palabra en sombra, al desvelo, cuando era un juego y un juego, nada más. Ya no queda de ese mí más que una memoria de barro. ¿Dónde se quebró el tiempo? ¿Cómo pasaron tantos años? Tampoco lo sé. Son pocas las cosas que quedan en un camino de siesta, una tarde en la vereda y el polvo en remolino levantando vuelo; lo demás, lo de menos, es la escarcha evaporada en las primeras horas de luz.
Yo, como el límite de una frontera difusa entre la realidad y lo otro, una zona indefinida en la que ningún lazo, ninguna oculta semejanza confunde los abismos originales con el minúsculo dibujo de la palabra terror; como un chico que observa pasar una tormenta de polvo sentado en la vereda.

Nicolas Correa




Sincretismo poético
Sobre El camino de la siesta, de Nicolás Correa

Por Daniel Gigena



Autor de una trilogía de terror ambientada en el conurbano bonaerense, Nicolás Correa (Morón, 1983) escribe además cuentos y poemas que comparten temas, atmósferas y cierta mirada sobre el universo de los desclasados por el statu quo. Presos, desocupados, travestis, seguidores de cultos heterodoxos, espiritistas, villeros y punteros políticos pueblan sus ficciones y reaparecen también en los extraordinarios poemas de El camino de la siesta. Divido en tres secciones -dos de ellas compuestas por siete poemas (en la segunda parte, "Solsticio negro", los poemas van del séptimo al primero, lo que produce un logrado efecto de suspenso temporal luego de las misas herejes de la primera parte)-, el libro repara en materiales sensibles: la enfermedad del padre, la pobreza y la rabia, los pactos imposibles con el mal. Para eso, Correa crea un lenguaje con el vocabulario de ese mundo: 


"y si después de tantas palabras pensé 
los propios desastres los ajenos
la descortesía

corta macumba el marfil de los chicos
ni superpoderes ni el fuego espartano
lenguas de fuego".



Con emblemas y figuras de creencias antagónicas, El camino de la siesta allana conflictos (entre padre e hijo, entre sueño y realidad, entre el pueblo donde ronda "el amor de la niebla" y "las comadrejas" que habitan las tinieblas), funda un territorio de sincretismo poético y perfila el método de su canto: 


"no hay mundo me dije 
ni invisible dominio oculto
ni espíritus ni mundos de espíritus

nada de eso
simplemente lo oculto invertebrado
y los trabajos diarios bajo el sol".









-

CARLOS PENELA [19.905]

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Carlos Penela

Carlos Penela, nacido en Vigo el 16 de de mayo de de 1975, es un poeta gallego .

Licenciado en Estudios Portugueses de la Universidad de Santiago de Compostela, se dedicó a la enseñanza y la traducción. Reside en Viena.

Ganó el Premio Espiral Maior Poesía en 1997, el Premio Eusebio Lorenzo Baleirón en 2000 y fue accésit del Premio Esquío de poesía en 2004. En 2007 ganó el Premio de Poesía Caixanova con Sombras, rosas, sombras. En 2014 ganó el Premio Miguel González Garcés con Arte de fuga.

Obras 

Poesía 

As linhagens do frio, 1998, Espiral Maior.
Acaso o inverno, 2001, Edicións do Castro.
O que ardeu nos espellos, 2004, Sociedade de Cultura Valle-Inclán.
Sombras, rosas, sombras, 2008, PEN Clube de Galicia.
Arte de fuga, 2014, Deputación da Coruña.

Obra colectiva

Xohán Xesús González. Verbo na arria, Corsárias, 2016.



(Descripción de los signos)

Un idioma transmitiéndose en las familias
con esos ásperos calcios que arrastra el desafecto

un mensaje atravesando una fidelidad oscura
de emblemas gastados, de nombres marcados con el tiempo

lunas sucediendo, acerando la memoria
nosotros, nosotros escuchando un río entre los árboles

era todo eso, lugares, palabras, invierno
silencio pesando demasiado en los corazones

hoy es igual, hoy vivimos aún los días
como una prosperidad de ingratos sustentos para el alma

éste es un patrimonio caliente y terrible
como el parto de un animal antiguo, extraño

antes sabíamos nombres aprendidos a través de la noche
ahora, perpetuamos golpes en una historia sin pertenencia

los primogénitos vinieron al mundo
acostumbrados a palabras que no explican nada

existen símbolos que anunciaron esta estirpe
hábitos que dan difusas claves sobre nosotros

tristemente recordamos el mar aquellas tardes
la vida como una patria de ceniza propagándose en la infancia

ya no residiremos nunca en la indulgencia
nuestra paz habita más allá del dolor

están mis recuerdos endurecidos como sílice
y todo lo que vimos nos pertenece ahora con eternas heridas
la voz de muchos se perdió entre el marasmo
otros, siguieron hablando, ocultos entre los óleos de la insidia

éste es el pasado que nos dieron
confusos verbos de generaciones marcadas con el olvido

la edad de nuestro corazón sigue obedeciendo
a esos códigos de ira y vendaval

se afianzó una creencia de cosas cayendo
y hubo quien contempló pétalos muertos en la verdad

todo sucedía como un viaje en la desaparición
como en una humedad irreal donde tal vez no existiésemos

mi recuerdo está hecho con miradas frías al amanecer
con la lectura de un silencio donde nadie declaraba su condición

fueron días para compartir ásperos lenguajes
ritos cerrados, tristeza

el fermento de la dulzura ya no está entre nosotros
aún resbalan de nuestras manos resinas que proceden del desprecio

hay un recuerdo de acacias calcinadas entre los habitantes
en las bóvedas de este relato enrarecido como un légamo

intuyo en todo lo que sucede
la posibilidad de una substancia en la desposesión

la razón que nos protegía fue envejeciendo nuestras bocas
en una incomprensible descripción de signos

de Los linajes del frío



(Acaso el invierno, II)

Lenguajes de la yesca. Recuerdo de lo destruido
para substituir al desafecto.
Porque decían que no. Que no había.
Que no podía haber trazos,
señal alguna en los cartularios.
Solamente arena quemada debías contemplar,
sólo una inútil desecación
cercándote. Sólo eso.
Como mala hierba en cenizas
como abandonadas sebas que arrojasen
hacia ti. Apenas eso.
Y todo rasgado con heridas blancas.
Y todo situado en su antiguo horror.




(Versión de un texto de E.L. Pound)

Que la ajena y sucia descripción
de tu invierno
que la mentira corrompiendo
las raíces
que el aire adentrándose
a través de esta morada
que la usura formando
ensombrecida cúpula de alondras
sin estirpe
no las contemple tu mirada.
Nunca.
Nunca el atavío ruín del desafecto
nunca el azufre en la mejilla de los ángeles
no la carcoma sobre la honda luz
de Vermeer
acaso.
Todos esos rincones sin preservar
ante las heridas.
Toda esa escritura ganada por el tiempo.

de Acaso el invierno



(Márgenes)

La casa que habitamos y la grisura que hoy resta;
las máscaras de ceniza, la confusión que nos precede.
Y entre todo ese silencio, una espuma viva
que brote en sus márgenes.
La verdad del poema afirmándose en el mundo.
Como un islote herido. Como la sombra
que ahonda en los espejos y desde ellos regresa
con un temblor de alas y blancura. Irrepetible.
Desvelando el gesto secreteado de la Sibila.
Entre el ramaje remoto de los inviernos,
un fuego abisal acercándosenos,
una visión de rosas de salitre a lo lejos.
Esa revelación. Un augurio aleteando
por encima de los estuarios devastados del lenguaje.
Al final, un pliego reescrito y ardiendo
contra la muerte. Contra los simulacros del amor
y su ruina. Y al final, solamente
el vacío que se ordena. El mismo desconcierto.
Un territorio liminar y sin metáfora.
Las abras sin descanso para quienes partiremos.




 (Aforismos)

Un animal de sombra se queja entre nosotros:
alguien está nombrando la desaparición.


Cruzan aves de fuego blanco, de nieve muerta,
los días tristes, otros, de tu padre en el mundo.


Nadie conoce el sabor de la identidad,
apenas un sueño de escribas ciegos, ardiendo.


¿Qué luz lame tu rostro anónimo,
que carcoma fría nos reserva ese olvido?


El fondo de los espejos, la poza de las miradas,
un relato confuso, sólo eso latiendo en ellos.


Lo que se alzó entre olas de espanto,
antiguas, lo que nunca yació en tu pasado.


Todos son fragmentos de la caída, de su dolor
todas son las voces, todas son las páginas.

de Lo que ardió en los espejos



(Desraíz)

(I)

Ahora, que el invierno se inclina sobre las horas
como una gárgola herida, que las palabras emergen
sus cuerpos viejos, duros, y las miradas entre nosotros
quedarán como una lengua opaca, como naves de basalto
que adormecieran ya perdidas; ahora, pues,
que las orillas de un silencio gastado desaparecerán, al fin,
ahora, quiebras la mansedumbre de los espejos,
el frío tenso de los días. La distancia entre esas sombras
y todo desafecto.


(II)

Este idioma es un erial, este idioma
son hilachas de un frío antiguo, de un frío anterior
a todo frío. Este idioma es Bizancio, inundado
en ornatos, aves de paso que atraviesan los fuegos,
agua que se precipita con el estupor del desespero.
Este idioma es una casa alzada como sombra,
los nombres de lo real, un ángel perdiendo su rumbo;
eso es este idioma, el telaje tembloroso de un sol blanco,
de un sol de invierno, versos derrumbados en la elegía octava
de Rilke al fin, líneas que hablan de un acabamiento nuevo,
de un tiempo nuevo; este idioma, este idioma es eso
un tiempo nuevo como estaciones inmensas, abandonadas,
el contorno extraño de sabores varados en sal dura.
Este idioma es una claustra para todo aliento,
las manos heridas que ya no se ofrecerán.



(Versión sobre Hugo von Hofmannsthal)

Y con callados ojos crecemos en nosotros,
nosotros, que nada comprendemos;
crecemos, partimos
y otras sombras pasan junto a esta orilla.
Y la estación trae lluvias que se convertirán
en la dádiva del mundo y palabras, palabras como frutos tristes
golpean la piel de la noche cayendo y apenas
la polvareda de esas tardes queda para luego olvidar.
Y las esferas de la edad pasan como un viento oscuro
y nuevamente, pues, alzamos el aliento
desde nuestra raíz, con lentitud, sabiéndonos cansados
y rendidos, finalmente.

de Sombras, rosas, sombras




(Otro poema más al margen)

Para cansar estos ojos sobre cosas soñadas
y abrir la piel de los días antes de estos quebrarse.
Para eso llegaste.
Sin otra huella que la escritura quemando,
que un hueco entre las manos:
la certeza que se abre como un nombre de farpas.
Para alcanzar el poema que nace temblando
lejos, en una isla sin mapa. Más lejos.
Para eso partiste, por la palabra rota,
para decir la palabra, entre nosotros ya rota.
Sola, siempre sola.
Como el día en que alguien
describe su mundo y sólo puede encontrar,
estragado, un territorio sin raíz.
Para eso permaneces en esta página,
por eso perderás la voz,
Entre las sombras que ardan,
entre los rostros que te nieguen.




(Antiguos Maestros)

El tema es aquel que se estampa en escondidas partituras
invocando muy lentamente el Angelus
y en ese poema recogido, menor
que Zbigniew Herbert había escrito
como un sereno homenaje.
El de la helada en las tablas humildes y agrietadas
de las mañanas del mundo.
No hay rúbrica, tampoco orgullo,
hay apenas una certidumbre:
las manos posadas en los aromas viejos de la greda.
La perfección del silencio es descrita así,
semejante al amanuense que, anónimamente,
fue trazando una escena invernal
entre candelas y paños como humo pobre,
entre manuscritos venecianos.
Que se evoque el olvido secando los corazones
(el hondísimo lamento de ese salmo en el destierro)
si la incuria entra en la casa de los padres como enfermedad;
ése es el propósito, la tarea arrancada
a las sombras: una Madonna iluminada,
los ojos mortales en un espejo.
El mismo oficio donde se sienten en la tarde
húmedas callejas de tintoreros,
voces iguales a aguas estancadas;
el miedo de los homes bajo la noche
en calladas ciudades color de Siena.
La estación que anuncia los astros,
la blancura en las ramas de los manzanos:
todo eso, una visión fuera del espanto.
Siempre a la orilla de un río que, como seda fría, pasa.

de Arte de fuga



(No es insania esta belleza)

“If love be not in the house there is nothing”
(‘Canto CXVI’, Ezra Pound)

No es insania esta belleza posada en el mundo
aunque la ruina y las cenizas cerquen ahora tu aliento.
La escondida labor de los días, la luz de bronce en Rávena,
generaciones de orfebres que hablaron en las lenguas de Dios,
que hicieron brotar rosas de fuego de las arcillas sin tiempo.
Todo eso no fue polilla, no fue espejo oscuro en la tarde.
No, no fue inútil la batalla contra las huestes de la muerte
y el desierto. No será el poema devorado por el olvido.
Náufrago en el corazón de las señoras de otro tiempo, aquellas
que observan vigilantes desde los frescos ocultos de las galerías
y las estancias drapeadas de esplendor y gemas gastadas:
qué será pues de esta casa si en ella no habita el amor?
qué será del canto de la sibila que los menestreles soñaron?
Piel erizada por el amanecer y la furia de la pasión y el estrago,
boca orlada como coral fino de Bianca d’ Medici.
No es locura la belleza aunque los palacios se hundan,
no fue con desasosiego y pavor que se tallaron rostros,
miradas jaspeadas con el silencio de frutos pútridos,
no se enfriaron las manos del laudista en la noche densa.
No serán clamor pereciendo en la tiniebla esas palabras.



Teoría de Noviembre

“Wie soll ich meine Seele halten, dass
sie nicht an deine rührt? Wie soll ich sie
hinheben über dich zu andern Dingen?“
(Rainer Maria Rilke)


De las manos nacen flores de nácar, ágatas de fuego blanco.
Crecen helechos con el silencio de las palabras que nunca ya
serán promesa, ceremonia, esponsal de ceniza renaciendo;
crecen lenguas, zarzas de plata muerta con el color de la nada,
con el color de los días olvidados. Con la furia de los hijos que perdimos.
En los cabellos esplende la profecía agotada de los copos de nieve,
la luz temblando de lobos devorando las sombras. Fuera del tiempo,
fuera del tiempo, la orfandad de las rosas que crecen en el abismo,
el láudano antiguo que se posó entre el sueño y el deseo,
entre mariposas nocturnas en la eternidad y la hojarasca abrasada para siempre.
Sobre las bocas se posa lo oscuro que habita en los espejos;
es agua donde se pierden lágrimas como calcinadas mariposas,
como tréboles deshojados en el vacío, en la grieta última del mundo.
Y lo oscuro gana su dominio, que es dominio sin vigilia,
que es territorio del naufragio, landa azul de los desterrados.
En el interior de esa caracola se esconde la antigua voz de los amantes,
de los viajeros en el medio de la tormenta, en el corazón del invierno.
Sus pasos malditos por el dolor, el abandono de las aves que parten
o la espera por las olas que inundarán cada rostro sentido:
el país deshecho donde las fronteras son de sal. De sal cansada
y de renuncia. Áspera como la carne dura de Noviembre.

de el silencio de Hammershøi  (inédito)





(poemas en su idioma original, gallego)



(Descripción dos signos)

Un idioma transmitíndose nas familias
con eses ásperos calcios que arrastra o desafecto

unha mensaxe atravesando unha fidelidade escura
de emblemas gastados, de nomes marcados co tempo

lúas sucedendo, aceirando a memoria
nós, nós escoitando un río entre as árbores

era todo iso, lugares, palabras, inverno
silencio pesando demasiado nos corazóns

hoxe é igual, hoxe vivimos aínda os días
cunha prosperidade de ingratos sustentos para a alma

este é un patrimonio quente e terríbel
como o parto dun animal antigo, estraño

antes sabiamos nomes aprendidos através da noite
agora, perpetuamos golpes nunha historia sen pertenza

os primoxénitos viñeron ao mundo
acostumados a palabras que non explicam nada

existem símbolos que anunciaron esta estirpe
hábitos que dan difusas claves sobre nós

tristemente lembramos o mar aquelas tardes
a vida como unha patria de cinza propagándose na infancia

xa non residiremos nunca na indulxencia
a nosa paz habita máis alá da dor

están os meus recordos endurecidos como sílice
e todo o que vimos nos pertence agora con eternas feridas

a voz de moitos perdeuse entre o marasmo
outros, seguiron falando, ocultos entre os óleos da insidia

este é o pasado que nos deron
abelloados verbos de xeracións marcadas co esquezo

a idade do noso corazón segue obedecendo
a eses códigos de ira e vendaval

afianzouse unha crenza de cousas caendo
e houbo quem contemplou pétalas mortas na verdade

todo acontecía como nunha viaxe na desaparición
como nunha lentura irreal onde talvez non existísemos

o meu recordo está feito con olladas frías ao amencer
coa lectura dun silencio onde ninguén declaraba a sua condición

foron días para compartir ásperas linguaxes
ritos fechados, tristeza

o fermento da dozura xa non está entre nós
ainda escoan das nosas mans resinas que proceden do desprezo

hai un recordo de acacias calcinadas entre os habitantes
nas bóvedas deste relato enrarecido como un légamo

intúo en todo o que sucede
a posibilidade dunha substancia na desposesión

a razón que nos protexía foi envellecendo as nosas bocas
nunha incomprensíbel descripción de signos

de As liñaxes do frío




(Acaso el invierno, II)

Linguaxes da isca. Recordo do destruído
para substituír o desafecto.
Porque dicían que non. Que non había.
Que non podía haber trazas,
sinal algún nos cartularios.
Soamente area queimada debías ollar,
só unha inútil desecación
cercándote. Só iso.
Como lesta en cinzas
como abandonadas sebas que deitaran
onda ti. Apenas iso.
E todo lañado con feridas brancas.
E todo situado no seu antigo horror.



(Versión dun texto de E.L. Pound)        

Que a allea e ludre descripción
do teu inverno
que a mentira corrompendo
a raiceira
que a araxe adentrándose
através desta morada
que a usura formando
ensombrecida cúpula de loias
sen estirpe
non contemple o teu ollar.
Nunca.
Nunca o atavío ruín do desafecto
nunca o azufre na meixela dos anxos
non a couza sobre a fonda luz
de Vermeer
acaso.
Todos eses ancos sen preservar
ante as feridas.
Toda esa escrita gañada polo tempo.

de Acaso o inverno



(Marxes)

A casa que habitamos e a grisalla que hoxe resta;
as máscaras de cinza, a confusión que nos precede.
E entre todo ese silencio, unha xerfa viva
que abrolle nas suas marxes.
A verdade do poema fendendo sobre o mundo.
Como un illó ferido. Como a sombra
que afonda nos espellos e desde eles regresa
cun tremor de azas e brancura. Irrepetíbel.
Desfechando o aceno segredado da Sibila.
Entre a ramaxe remota dos invernos,
un lume abisal que nos beirea,
un ollar de rosas de salitre ao lonxe.
Esa revelación. Un agoiro esvoazando
cima dos esteiros devastados da linguaxe.
Ao final, un prego reescrito e ardendo
contra a morte. Contra os simulacros do amor
e a sua ruína. E ao final, soamente
o vacío que se ordena. O mesmo desconcerto.
Un territorio liminar e sen metáfora.
As abras sen acougo dos que habemos partir.



(Aforismos)

Un animal de sombra láiase entre nós:
alguén está nomeando a desaparición.

Cruzan aves de fogo branco, de neve morta,
os días tristes, outros, do teu pai no mundo.

Ninguén coñece o sabor da identidade,
apenas un soño de escribas cegos, ardendo.

Que luz lambe o teu rostro anónimo,
que couza fría nos reserva ese olvido?

O fondo dos espellos, a corga das olladas,
un relato confuso, só iso latendo neles.

O que se ergueu entre ondas de espanto,
antigas, o que nunca xaceu no teu pasado.

Todos son fragmentos da caída, da súa dor
todas son as voces, todas son as páxinas.

de O que ardeu nos espellos




(Desraíz)

(I)

Agora, que o inverno se debruza nas horas
como unha gárgola ferida, que as palabras emerxen
os seus corpos vellos, duros e os ollares entre nós
ficarán como unha lingua opaca, como naves de basalto
que adormeceran xa perdidas; agora, pois,
que as beiras dun silencio gasto sumirán, ao fin,
agora, crebas a mansedume dos espellos,
o frío tenso dos días. A distancia entre esas sombras
e todo desafecto.


(II)

Este idioma é unha gándara, este idioma
son fiañas dun frío antigo, dun frío anterior
a todo frío. Este idioma é Bizancio, asolagado
en ornatos, aves de paso que atravesan os lumes,
auga que debroca co estupor do desespero.
Este idioma é unha casa irta como sombra,
os nomes do real, un anxo perdendo o seu rumbo;
iso é este idioma, a teaxe tremente dun sol branco,
dun sol de inverno, versos derrubados na elexía oitava
de Rilke ao fin, liñas que falan dun acabamento novo,
dun tempo novo; este idioma, este idioma é iso
un tempo novo como gares inmensas, abandonadas,
a contorna estraña de tastos varados en sal dura.
Este idioma é unha claustra para todo alento,
as mans feridas que xa non se ofrecerán.




(Versión sobre Hugo von Hofmannsthal)

E con calados ollos medramos en nós,
nós, que nada comprendemos;
medramos, partimos
e outras sombras pasan cabo desta beira.
E a estación trae chuvias que virarán
a dádiva do mundo e palabras, palabras como froitos tristes
baten a pel da noite caendo e apenas
a poeira desas tardes fica para logo esquecer.
E as esferas da idade pasan como un vento escuro
e outravolta, pois, erguemos o alento
desde a nosa raíz devagar, sabéndonos cansos
e rendidos, finalmente.

de Sombras, rosas, sombras




(Mais outro poema á marxe)

Para cansar estes ollos sobre cousas soñadas
e abrir a pel dos días antes de quebraren.
Para iso chegaches.
Sen outra pegada que a escrita queimando,
que un oco entre as mans:
a certeza que se abre como un nome de farpas.
Para atinxir o poema que nace tremendo
lonxe, nunha illa sen mapa. Máis lonxe.
Para iso partiches, pola palabra rota,
para dicir a palabra, entre nós, xa rota.
Soa, sempre soa.
Como o día en que alguén
describe o seu mundo e só pode achar,
estragado, un territorio sen raíz.
Para iso ficas nesta páxina,
por iso perderás a voz,
Entre as sombras que ardan,
entre os rostros que te neguen.




(Antigos Mestres)

O tema é aquel que se estampa en escondidas partituras
invocando moi devagar o Angelus
e nese poema recollido, menor
que Zbigniew Herbert escribira
como unha serea homenaxe.
O da xeada nas táboas humildes e lañadas
das mañás do mundo.
Non hai rúbrica, tampouco orgullo,
hai apenas unha certidume:
as mans pousadas nos aromas vellos da greda.
A perfección do silencio é descrita así,
semellante ao amanuense que, anonimamente,
foi riscando unha escea invernal
entre candeas e panos como fume pobre,
entre manuscritos venecianos.
Que se evoque o esquezo secando os corazóns
(o fondísimo lamento dese salmo no desterro)
se a incuria entrar na casa dos pais como doenza;
ese é o propósito, a tarefa arrincada
ás sombras: unha Madonna iluminada,
os ollos mortais nun espello.
O mesmo oficio onde se senten na tarde
húmidas canellas de tintureiros,
voces iguais a augas estiñadas;
o medo dos homes baixo a noite
en caladas cidades cor de Siena.
A estación que anuncia os astros,
a brancura nas ponlas das maceiras:
todo iso, unha visión fóra do espanto.
Sempre á beira dun río que, como seda fría, pasa.

de Arte de fuga



Non é insania esta beleza

“If love be not in the house there is nothing”
(‘Canto CXVI’, Ezra Pound)


Non é insania esta beleza pousada no mundo
aínda que a ruína e as cinzas cerquen agora o teu alento.
O labor agochado dos días, a luz de bronce en Rávena,
xeracións de ourives que falaron nas linguas de Deus,
que fixeron agromar rosas de lume das arxilas sen tempo.
Todo iso non foi couza, non foi espello escuro na serán.
Non, non foi inútil a batalla contra as hostes da morte
e o deserto. Non será o poema devorado polo esquezo.
Náufrago no corazón das donas de outrora, aquelas
que espreitan desde os frescos ocultos das galerías
e as estancias drapeadas de esplendor e xemas gastas:
que será pois desta casa se nela non habitar o amor?
que será do canto da sibila que os menestreis soñaran?
Pel ourizada polo amencer e a furia da paixón e o estrago,
boca orlada como coral fino de Bianca de’ Medici.
Non é loucura a beleza aínda que os palacios afundiren,
non foi co desacougo e pavura que se tallaron rostros,
ollares xaspeados co silencio de froitos pútridos,
non arrefeceron as mans do laudista na noite mesta.
Non serán clamor perecendo na tebra esas palabras.




Teoría de Novembro

“Wie soll ich meine Seele halten, dass
sie nicht an deine rührt? Wie soll ich sie
hinheben über dich zu andern Dingen?“
(Rainer Maria Rilke)


Das mans nacen flores de nacre, ágatas de fogo branco.
Medran fentos co silencio das palabras que nunca xa
serán promesa, cerimonia, esponsal de cinza renacendo;
medran linguas, silvelas de prata morta coa cor da nada,
coa cor dos días olvidados. Coa furia dos fillos que perdemos.
Nos cabelos esplende a profecía esgotada das folerpas,
a luz tremendo de lobos devorando as sombras. Fóra do tempo,
fóra do tempo, a orfandade das rosas que medran no abismo,
o láudano antigo que se pousou entre o soño e o desexo,
entre avelaíñas na eternidade e frouma abrasada para sempre.
Sobre as bocas déitase o escuro que habita nos espellos;
é auga onde se perden bágoas como calcinadas bolboretas,
como trevos desfollados no vacío, na fenda última do mundo.
E o escuro gaña o seu dominio, que é dominio sen vixilia,
que é territorio do naufraxio, landa azul dos desterrados.
No interior desa buguina agóchase a voz antiga dos amantes,
dos viaxeiros no medio do trebón, no corazón do inverno.
Os seus pasos malditos pola dor, o abandono das aves que parten
ou a espera pola ondas que han asolagar cada rostro sentido:
o país esgazado onde as fronteiras son de sal. De sal canso
e de renuncia. Áspero como a carne dura de Novembro.

de o silencio de Hammershøi (inédito)








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RAÚL DEUSTUA [19.906]

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Raúl Deustua

Raúl Deustua (Lima, Perú 1921 - Roma 2004). Vivió fuera del Perú desde 1949, sin volver a residir en su país: de New York (donde trabajó como traductor hasta 1956) a Ginebra (donde se desempeñó como traductor freelance en la ONU hasta que cumplió setenta años) y de allí a Viena, Roma y Nairobi, y nuevamente a Roma. Tradujo a Pound, Eliot, Baudelaire y Catulo. Pese a su escasa bibliografía es un autor de culto. En vida publicó la plaquette Arquitectura del poema, con un tiraje de doscientos ejemplares, luego fue reproducida por las revistas Hueso Húmero (1998) y Fórnix (1999). Sus poemas se publicaron en las revistas Mar del Sur (1949, 1952), Letras Peruanas (1955), Literatura (1958), Amaru (1969), Creación & Crítica (1972) y Hueso Húmero (1980, 1989, 2002). Un mar apenas (1997) es el título de una reunión de diez series de poemas (Una palabra intenta definir la esfera; Elogio de la ruina; Sueño de ciegos; El mar es la memoria; Vías también ciegas; Un mar apenas; Tanto ciego bajo el cielo; La voz interrumpida; Alguna vez la música y Decía que en la sombra) que publicó la PUCP bajo el cuidado de Américo Ferrari y Ricardo Silva Santisteban. Sobre su poesía han escrito Abelardo Oquendo, Alberto Escobar, Américo Ferrari, Javier Sologuren, Edgar O’Hara y Reynaldo Jiménez (de su antología de poesía peruana he sacado algunos datos consignados aquí). Deustua también publicó una obra de teatro en verso titulada «Judith, 47» (Mar del Sur, número 1, 1948. p. 56-70), que en realidad es una muestra más de su finura y temple poético.

Libros: Arquitectura del poema (Roma: Edición del autor, 1955; Reproducido en Hueso Húmero, número 33. Lima, noviembre 1998. p. 171-174 y en Fórnix, número 1. Lima, junio de 1999. p. 238-241); Un mar apenas (Introducción de Américo Ferrari. Lima: PUCP, Serie El Manantial Oculto, 1997) y Sueño de ciegos. Obra reunida de Raúl Deustua (Edición de Ana María Gazzolo. Lápix Editores y Biblioteca Abraham Valdelomar, 2015).

La poesía no ha muerto, claro está, ni puede morir lo que sólo en sí se contiene, despojado de todo adjetivo y de toda verdad adyacente, siempre muleta para lo que es baldado e incompleto. Vive pero un poco escondida, un poco entregada a la búsqueda de siempre. Aunque esta vez desorientada por los muchos caminos que, sin dudarlo, son todos verdaderos.Raúl Deustua, Letras peruanas (1952)



POEMA

Un poema, la ruta del milagro
nocturno, la misma metáfora, algas
de un mar cansado, palpitante apenas,
gastado por el hombre, por la técnica
violada, rota por el incesante
conocer, recordar un alba ciega.
¿Adónde me conducen esas huellas?
Unas y otras son ecos lejanísimos,
trenes cargados, vías también ciegas.




ARQUITECTURA DEL POEMA

sa douceur aussi est mortelle.

La exacerbación de los sentidos: una música infinita. Vivir en el rumor inaudible de la noche como una serpiente de mar que muerde las estrellas.

Destruir a Dios y devolverlo a su raíz primera, al árbol sin frutos, pleno de amor y desolación. Si se pudiese defender la muerte como se defiende un paisaje húmedo y fértil, una sombra que vibra entre los dedos y nos hace un daño múltiple. ¡Estoy de pie en esta selva de cielos y metales! Todo árbol es la sombra de un lejano pastor, un inmenso oleaje que rompe los días, nuestro tránsito de sueño a sueño, a cada instante. Soy, Dios, primer Dios, tu dedo vacilante sobre el seno de un niño que juega con el polvo de tu nombre. ¡Cuántas leyes has devuelto al polvo!

Trato de llegar como un eco, sin rodear la larga playa sembrada de caracoles y medusas, de heladas corrientes bajo las constelaciones del Sur y los desiertos. La playa se elevaba contra el tiempo y éramos una infinita brisa de ojos mutilados y veraces, un súbito asombro en las mañanas de helechos y senderos. Hay ahora una pequeña humillación del tiempo. Estoy en el fondo de una caverna que se abre al sueño y a los dedos íntimos, severos, de la risa. Devolver a Dios a los caminos, enseñarle las casas destruidas en la sombra de los cactus, ponerle en la frente su nombre de justicia y darle el pan de cada hombre como su gesto más rotundo.

Dios lo verá desde su altura pequeñísima. Verá a ese hombre de rostro desvelado, su hambre de puntillas y el sabor acre de las hierbas. Y estaremos descubriendo una voz que disemina el viento del verano, un eco polvoroso de la sombra calcinada de Dios, con su levante de palomas amargas y terribles. En el desierto se oirá la voz, el perro que guarda el horizonte y lo lleva entre las fábricas de pesadas arquerías.

Miro atrás y veo un mar sombrío, un llano que devora la infancia de los sauces, de los robles. He de guardar silencio y mirar al templo que se derrumba en las playas, en la arena metálica de Dios y su sentido.

¡La atroz lucidez de tu nombre, tu exactitud apuntando a mi recelo de fiera tambaleante! ¡Ah, la embriaguez, la taciturna embriaguez de la noche, de mis noches!

Me detengo a decir, una vez más que sólo resta determinar mi principio y mi fin, y mi sombra entre los muros. Me pongo de cara al resto de la noche y sobre su hombro veo surgir la luz como una lanza que penetra hasta el silencio.

El sabor del estío y las piedras que llamaba en mi socorro… Nos queda hoy el movimiento de las dunas, la faz del poema en el desierto, y respiramos el amargo liquen que alimenta una serena reserva de crustáceos.

(Estoy de pie en plena lucidez, como un fantasma de vértigo, de altura prodigiosa que abate los troncos más recios, la muralla relumbrante del sol y de la luna y sus vedados templos de arena junto al mar.)

Escuchaba las olas en esas tardes sin límite. Veía, sí, veía mi sombra agigantarse y hacerse el mar mismo como una cáscara de luz. Era mi infancia y el mar que lavaba mi pereza de siglos, mi descarnada voluntad, y veía desfilar un ave y otra que cejaban en su empeño frente al sol.

Estar junto al mar como una piedra azogada, vertical, rota y tambaleante, lleno de la plenitud del misterio, pero listo a la huida como un monje más o una trunca columna de cenizas y restos de papeles violáceos y turbios.

Esta es la verdadera razón que guía a las aves matinales, el instinto roído por la lluvia, por la reseca arena que desprende el cielo. Quisiera devolver mis años a su pureza integral, cederlos al tiempo mismo del recuerdo. La desolación tardía no me salva, ni la congoja me arrebata más allá de toda muerte.

Y repito al tiempo, al resplandor de las hogueras, a los duros jinetes que incendian las cosechas, les repito tu llamado, tu reconocimiento del trigo y las arenas. Y me pregunto: ¿adónde me llevas que no pueda contemplar esta dulce gangrena de las rocas y los pólipos, estas resacas y mareas que inventas, como yo, cuando el alba se transforma en viento y sol y rostros y más rostros, en sombrías latitudes que despojan tu nombre y lo devuelven a los astros?

(Subsiste una ciudad aferrada a duras rocas, y el mar la golpea con sus láminas de cobre, con sus antiguos guerreros devoradores de islas y sirenas.)

¡Arquitectura del poema! Lenguas sonoras y cargadas de blancos metales que devora un año desprovisto de nieves y de lluvias. ¡Embriaguez de la noche, su luz sobre mi mesa, embriaguez de este canto que viene rodando desde el tiempo!

¡Arquitectura del único poema… de la voz que permanece y no se entrega!

Hay trozos de columnas lavadas por la lluvia, como una esfera recortada, como una moneda pesada y antiquísima, como la tierra nueva restableciendo el orden de las cosas, la perenne geometría de las formas y del mar. ¡Vuelvo al mar siempre en un impulso de cerrados horizontes!

Nada existe ya. Un desierto sin arenas y sin rocas, un páramo detenido en un silencio espeso y árido, un espejo de imágenes vacías, devoradas por una ausencia dolorosa y rota a trechos por tu nombre oculto, virgen, tu nombre que se posa y nos destruye en un amor inmenso de mares y aldeas. ¡Estoy solo en esta piedra de tu iglesia! ¡Resta un helado viento sobre el mar!



RISORGIMENTO

Esta es mi voz de incurable permanencia
devuelta a la forma del sol que me desvía
entre viejos y roídos telares de Florencia.
Vivo oculto al ay primero, a la rueda del tranvía
que es la O del Giotto
        y una exacta columna de mi ausencia.

Sonreída la tarde y el ciprés que abunda,
y las aves rudimentariamente muertas
se han detenido al paso de un tren que las circunda
como estas palabras verticalmente ciertas.

¿Y el Perú? ¿Su limpia arena de metales,
sus pulidos huesos, su riqueza de huesos
minerales?

Este es el mar que presentía, sin un guiño
y estoy de silencio hasta la huella más profunda
en la baraja de oro tenue, que era niño
sin saberlo entonces y me oculta
el sol tantos años porosamente decaídos,
venidos a menos como un diente
o un largo camino de álamos y nidos.





UNA PALABRA INTENTA DEFINIR LA ESFERA

1

Una palabra intenta definir
la esfera, la clepsidra, el tiempo,
palabra vertical, inútil, bella,
rodeada de sí misma,
                                   vuelta al mundo
como el revés de un guante.
Más bien sílabas
que se aglutinan o fonemas simples
que un hombre inventa, mas la esfera existe,
es transparente y nos perdemos
en su arbitraria arquitectura.
Para nosotros arbitraria y muerta
pues ignoramos la raíz del número,
el sello, el símbolo, y el signo mismo
que en su materia oculta.

2

Áspero el verbo que transita,
     errado el tiempo:
     “sabemos que la nada
     en la vigilia es equilibrio,
     ruptura si la noche nos revela
     el centro de la esfera inalcanzable
     en su tensión de azogue, hermético
     lugar que sólo el sueño sabe”.

3

Lugar donde la sombra es luz de nuevo,
     revés de sombra, luz que entraña
     retorno a lo inmutable.

La esfera es acerada mas cercana
     a la quietud perpetua, al ser
     que está inventando el nombre,
     el laberinto donde el hilo
     conduzca —siempre— a luminosa soledad.

4

Si todo lo que toco es signo de otros años,
     la palabra se encierra en el silencio
     y vuelve al núcleo milenario.
Es allí, en esa esfera, donde vive
     el verbo calcinado por la tierna
     virtud de lo insumiso.
     Lo que resta
     es el ancla virtual, la imponderable
     materia de los sueños que subsiste
     cuando toda materia es ya la nada.

5

Hay el periplo inhabitado
     la ardiente imagen que es el signo
     de lo invivido.
     Del naufragio queda
la voz del tiempo estéril, soledad
del hombre en cada noche,
su paso por la esfera multiplica
el silencio y lo impregna,
lo transmuta y el oro es sello inmóvil;
forma del ser —perecedera—
donde todo es el luminoso centro,

morada del sigilo y la aventura. 




Años de luz

El hombre ha vuelto a su morada,
estamos solos y nos corroe el tiempo,
dos sílabas apenas y el silencio.

Pienso en un prisma, allí la vida acecha
el color y la sombra, la ventana
abierta al mar, columna que en sí misma
goza en su vertical caída.
                                     
                                  Pienso
en el mortero secular, moléculas
de luz que suben por las venas, ojos
que ya los párpados no cierran.

A veces una gota que resbala
por el muro, y la mano mueve
el pesado ladrillo, el árbol solo
que dilata la muerte ya bastante lenta.

Pienso en la inmemorial rutina, en labios
que están ardiendo, zarzas y más zarzas
donde el hombre es el hielo que devora
su permanencia mineral, su voz
traspasada de pájaros herméticos.

Y cuando llega el tiempo los roídos
molares del silencio nos trituran:
queda la cáscara del sueño, leves
pisadas que el arqueólogo descubre,
años de luz inútilmente ardida.



La voz interrumpida

Hemos vivido hiriendo, manos
que duermen un instante,
que instan o tocan o transforman, sueñan
o son el sueño de la piel, la pálida
resonancia de un nombre, un nexo oscuro,
el revés mismo de la vida, venas
que llevan hielo al corazón del hombre.

La mano del amor tocaba el rostro,
una espiral de voces
rodeaba nuestra voces y vencía
en el destierro de la noche.
                                           
                                Un pájaro
brutal y silencioso revelaba
la pausada unidad de nuestra herida.
Subíamos colinas donde ardía
la lámina del río, tenue el polvo
en los ojos, memoria de otros hombres
y otros rostros, lenguaje de las aves.

Pero he vivido hiriendo, herido, muerte
frustrada entre los árboles del sueño,
la columna de amor que se levanta
y dice sólo nada, sólo el eco
de tu risa.
                 ¿Recuerdas mis palabras,
mi voz deshilachada en tu memoria,
mi abyecta muerte cotidiana, viva
entre los vivos, entre piedras
arrancadas al tedio y al hastío?
¿Y si marchara
hacia tu muerte con  mis huesos libres
ya de pena? ¿Si fueras tú mi guía
entre mis libros y mi llanto, blanco
papel donde escribiera tu memoria
y hablara simplemente de tus manos?




Sueño de ciegos, de Raúl Deustua

 by  Paul Forsyth Tessey

Que las apariencias engañan es principio sine qua non de la escritura literaria. El lenguaje poético supone una compleja interrelación —«arcana urdimbre», diría Polínoo— de sonidos, melodías, ritmos, dicciones, imágenes, sentidos y tonos organizados según el sentimiento del poeta y la naturaleza del idioma con que los conjura, de modo que todos se encuentran y contrastan en un continuo movimiento dialéctico al interior de estos bienes universales que conocemos con el nombre común de palabras1. Así, en cierto sentido, y al margen de su temática, cada poema —y, por extensión, cada poemario— resulta ser a la vez un pentagrama musical, una representación pictórica y un tratado ontológico, ético y estético que se revelan irremediablemente trabados entre sí, según las dimensiones de su propia materialización verbal (y esto no es sino seguir, en el rastro de la esencia del poema, el patrón trazado desde su luminaria concepción), en el espacio donde finalmente se concreta: la imaginación, lugar de las revelaciones (contenidas en el poema y por surgir de él), preclaro sitial de su vibración, donde el poema finalmente se inscribe y enriquece (con la experiencia del lector que para sí mismo lo reescribe). De acuerdo con este razonamiento, la lectura apropiada de un poema supone la descomposición2 de sus elementos, el discernimiento de los hilos de la urdimbre, y la dificultad en el discernimiento conduce a la necesidad de potenciar los mecanismos de la imaginación. Nos enfrenta a nosotros mismos, a nuestras debilidades e incapacidades, y nos exige una superación de orden individual que permita aprehender aquello que persistentemente nos elude3.

El voltaje de esta complejidad depende del uso del lenguaje que cada poeta persigue en el camino de su propio aprendizaje y a partir de la búsqueda de un perfeccionamiento formal que se adecúe a sus necesidades y capacidades expresivas. Nos inclinaríamos a decir que esto, en principio, es cualidad esencial de toda escritura poética y que la gran poesía es un complejo estambre de signos y significaciones organizados dentro de un marco referencial determinado por las elecciones formales del poeta. Nos referimos a un segundo nivel de complejidad que no tiene que ver con la intrincada naturaleza de un poema cualquiera, sino con aquella que deriva de la voluntad comunicativa y estilística del poeta, consciente de la concordancia entre el fondo y la forma, irremediablemente siameses. Así, la materia poética exige un lenguaje que esté a su altura y se adapte a sus dimensiones y necesidades, y, como cualquier lector puede comprobar, el lenguaje empleado corresponde siempre, y sin error, a la materia poética, más específicamente, a la claridad de la visión en la imaginación de los poetas. Esta correspondencia que, diríamos, es la esencia del vuelo poético, resulta ser siempre compleja, aunque los mejores escritores nos hagan pensar lo contrario4.

La poesía de Raúl Deustua (1920-2004), caracterizada por no hacer concesiones a sus lectores, está cruzada por una complejidad que opera tanto en el nivel de lo puramente estético como en el nivel del significado, consciente de la «arcana urdimbre» que los relaciona. Si bien su poesía comparte ciertos atributos con la poesía de sus contemporáneos «puristas» (predilección por una fina composición de imágenes, importancia suprema de la musicalidad, sintaxis compleja pero vocabulario simple, entre otros), podríamos decir que posee una cierta sofisticación expresiva —deliberadamente abstracta— que tiende a oscurecer (espesando) la significación en sus poemas y lo distingue del resto (Eielson, Sologuren, Varela). Esto hace fácil considerar su estilo como inaccesible o «hermético», ya que la organización interior de los elementos del poema está basada en una singular concisión verbal —con algunas excepciones5, tanto los poemas como las estrofas, los versos e imágenes son cortos— que raya en la simpleza de un lenguaje que deposita en el lector una extrañeza desconcertante y luego lo lleva por el sinuoso camino del cuestionamiento. Por esta razón su poesía suele ser perturbadora, pues nos libera de la decadente comodidad en la que, como lectores y poetas, nos encontramos dormidos6, y corre el velo de las apariencias, mostrándonos nuestras limitaciones interpretativas en la orilla de la incomodidad. El problema es nuestra lectura de la experiencia: el discernimiento es limitado pues los mecanismos exegéticos son solo capaces de darnos una imagen borrosa de la materia poética, es decir, proveen un «intento» de imagen.

Su obra se convierte en un reto de lectura que nos recuerda que la poesía late en la oscuridad —y es propia de nuestra ontológica ignorancia—, la misma oscuridad donde con claridad está todo contenido y de la cual surgen los poemas que luego serán canalizados a través de la escritura. Nos recuerda que, de por sí, en tanto artefacto lingüístico, la naturaleza de cada poema es ya bastante compleja, que la simpleza es solo una máscara que permite una condensación singular de los elementos del poema y que a la aparente claridad del lenguaje corresponde un complejo sistema de significaciones abiertas. Así, la expresión y la búsqueda de una expresión que defina la materia expresiva se convierten en el tema recurrente: poesía sobre poesía. Pero esta no puede ser definida: el carácter transformativo y omnívoro de las palabras revela su incapacidad para ser fijadas y «significar» algo medianamente «concreto», en el sentido más estricto del término, aunque el resultado sea, efectivamente, algún poema. El poeta es consciente que trabaja con materias de difusa naturaleza —en fondo y forma—, con las que se propone construir un significado que le es y será siempre elusivo, y pretende un conocimiento sobre la «arquitectura» del poema a partir de su progresiva edificación: la preocupación por un orden que sostenga el flujo poético y sea a la vez el poema (y no solo su representación). De esto se desprende que todo poema es solo un intento de poema y a la vez la materialización de dicho poema.

Con todo, llama la atención que el poeta pretenda fijar lo inclasificable por la vía de la única abstracción geométrica7 que tiene correlato con el Mundo Natural: la esfera. Es por esto que la abstracción cumple un rol preponderante en su poesía y no debe confundirse con una cualidad «etérea» inclasificable. La esfera es una figura tridimensional formada por una superficie de puntos que equidistan del centro en cuyo interior late lo que se llama una «bola cerrada» (compuesta por puntos cuya longitud es menor al radio), de modo que componen un sólido geométrico, una masa recubierta. La «perfección» de la esfera en el plano superficial se define como una igualdad en la distancia (equidistancia) en torno a un punto central, hacia el cual converge toda relación entre uno y otro punto (entre uno y otro término), es decir, el contenido, que tendría la misma distancia y atributos que la que media entre un significado y un significante. El poeta supone que a la Poesía, en tanto Idea, corresponde una forma perfecta, la esfera, a la que puede sobreponerse, de modo que una «encaje» en la otra. La identificación de la esfera con la Poesía resulta natural por trasposición lógica: tanto uno como otro son ideales y es lógico suponer que al momento del doble abordaje del fenómeno se encuentre uno enfrentado a las mismas consideraciones formales. Sin embargo, la Poesía no es una esfera y su forma ideal no puede ser materialmente contenida en una palabra, es decir, no puede ser definida, por lo que permaneceremos en la orilla del «intento» infinito. La identificación de la esfera —su reconocimiento a través de la palabra— es un acto quimérico, puesto que la palabra acaba convertida en un muro infranqueable que nos mantendrá alejados del objetivo y, aunque no lo parezca, a la vez en él: un poema —hecho acabado, posible— que es el «holograma» de otro poema perseguido —hecho inacabado, imposible— en el camino de su materialización: «la voz que permanece y no se entrega».

Entre los rasgos formales que caracterizan a la expresión poética encontramos, como en el caso de sus compañeros de grupo, una especial predilección por imágenes de naturaleza superrealista, herencia de Westphalen, quien también los introdujo en el mundo de Eguren, cuya obra está cruzada por un cerrado onirismo, lleno de plástica cadencia, donde cada poema es una madeja musical que rezuma inocencia. Debemos apuntar la evidente influencia de la obra de Adán (La rosa de la espinela, La campana Catalina y Travesía de extramares), caracterizada por un hermetismo (formal en el significante; metafísico en el significado) muy similar al cultivado por Deustua (aunque con notorias diferencias). El principio de combinación del vocabulario privilegia la construcción de las imágenes (a partir de la Idea que se busca socavar) sin relegar lo musical, cuya simpleza es lo suficientemente sofisticada como para sostener la complejidad del sentido sin caer en el barroquismo sintáctico, lo que incrementa la sensación de hermetismo. Otro rasgo predominante de su estilo es la cerrada intertextualidad por donde desfilan diversos personajes, paisajes, tradiciones culturales y referencias literarias, particularmente las que se refieren al mundo grecolatino; a esto se suma una interdiscursividad8 con expresiones artísticas no escritas, como la pintura o la música. Por otro lado, los versos son mayormente cortos y a menudo se corresponden con la unidad de imagen (y con la pausa de fin de verso, el silencio, es decir), aunque se intercalen esporádicamente algunos encabalgamientos que rompen la linealidad rítmica y oxigenan la densidad habitual de los textos, en favor de la simplificación expresiva (en términos musicales, lo rítmico destaca sobre lo melódico).

Finalmente, hay que recalcar (aunque por razones de espacio nos limitamos a solo esto) otros dos motivos recurrentes (quizás obsesivos) y probablemente centrales en la cosmovisión poética de Deustua: la ceguera y el mar. Baste con indicar la antigua relación entre la ceguera y el oficio poético, que tiene su origen en la tradición literaria griega y encontramos en dos personajes clave de la mitología: Demódoco, el bardo que en La Odisea canta inspirado por las Musas los avatares del héroe de Ítaca, era ciego (además de una metáfora del mismo Homero, que según los antiguos era ciego), al igual que Tiresias, el adivino tebano que en el Hades relata a Odiseo las circunstancias en que se desarrollará su regreso a casa. Tres de los trece cuadernillos que conforman su obra poética (sin considerar los poemas dispersos) aluden directamente a la ceguera en sus títulos: Sueño de ciegos, Vías también ciegas y Tanto ciego bajo el cielo. En el caso del segundo (cuya importancia en la mitología griega es suprema: Poseidón), la figura del mar posee un cierto halo de sacralidad metafísica. Nuevamente, tres de los trece cuadernillos mencionan o aluden al mar: En las islas, El mar es la memoria, Un mar apenas.

Si una tradición es una especie de árbol genealógico o un mapa anatómico compuesto de líneas que son estilos y técnicas (y más que nada: una visión sobre el lenguaje), podríamos decir que, por su atención a los problemas de la expresión y su perspectiva sobre la naturaleza de la escritura poética, la obra de Deustua se inscribe en la línea que se inicia con Eguren y en la cual han escrito (más allá de las abismales diferencias entre uno y otro): Vallejo, Adán, Moro, Westphalen, Eielson, Sologuren, Varela, Belli, Ruiz Rosas, Ojeda, Rojas y Morales Saravia, entre otros, lo que prueba la ramificación de la línea. Sin embargo, el carácter insular de la poesía de Deustua deriva en buena medida de su hermetismo característico y su difícil lectura, por un lado, y por otro, se debe también a la forma un tanto disipada en que ha sido publicada y posteriormente difundida entre los lectores. Erigida en el más absoluto silencio y de manera esporádica, la escritura de Deustua se ha mantenido completamente ajena a las condiciones del «mercadito» literario peruano. Esto explica que se le haya leído poco y mal, y que la crítica «literaria» peruana haya mostrado su absoluto desinterés al respecto (y es de sospechar que lo mismo viene sucediendo entre los escritores).



Aunque dispersa, la obra de Deustua ha sido por fin reunida en un solo volumen, titulado Sueño de ciegos (2015). La edición estuvo a cargo de Ana María Gazzolo, conocedora de la obra de Deustua y sus compañeros generacionales, quien se ha ocupado de la recopilación de los textos, así como del estudio introductorio, la cronología y la bibliografía. Recoge los diez cuadernillos previamente publicados en el volumen Un mar apenas9 (1997) y el texto Arquitectura del poema (1955), que son sin duda lo más interesante de su producción, a los que se suma una sección inicial de poemas dispersos (que incluye los cuadernillos, de menor interés: New York de Canto y En las islas); también encontramos una obra de teatro titulada Judith (por la que ganó el Premio Nacional de Teatro en 1948); traducciones de T.S. Eliot y Cayo Valerio Catulo (lo que lo muestra como un poeta culto que además es consciente de la importancia que tiene la traducción para la escritura poética y revela sus filiaciones literarias); así como una selección de prosas críticas (destacan las que dedicó a Eguren), acompañada de una entrevista de 1948 y una corta selección de su correspondencia. El volumen viene a llenar este vacío, subsanar el error y poner en circulación la obra poética completa (hasta donde esto ha sido posible) de uno de los mejores poetas de la llamada Generación del 50. Ideal sería que los poetas empiecen a leer esta obra sin los prejuicios y serios complejos emocionales que normalmente rodean lo que se cree que es «cultismo», «hermetismo» y «complejidad» e impiden que veamos su mayor riqueza.

Pero no nos engañemos: poetas, lectores y críticos peruanos (especial es el caso de los más mediáticos) suelen confundir «complejidad de la visión» con «oscurantismo expresivo», como si tirar palabras complejas o de abstrusa significación sobre un papel, bajo un título sugerente, bastara como para dotar a un texto de profundidad filosófica, de belleza, de vuelo, de conocimiento. Esto, lamentablemente, sobra en el Perú. Y lo opuesto también, más aún: creer que la doble experiencia de escritura y lectura debe reducirse a un marco referencial, un vocabulario y un imaginario melodramáticamente afectados por un «realismo» que jamás es intervenido en el nivel de la significación, y por lo mismo, se limita al obsoleto facilismo estético que confunde lo poético con lo prosaico, en su refrito: lo conversacional (o cualquiera de sus versiones, mamarrachos inofensivos, domesticados, derivativos): una llanura de expresión que hace que gran parte de la poesía escrita hoy en el Perú se pierda en el marasmo de una «simpleza» que revela crudamente una absoluta (y temible) falta de imaginación. El simplismo del lugar común. La «seguridad» de escribir (y leer) pensando que, sin la necesidad de emprender una verdadera exploración formal y semántica, las cosas, ya que parecen estar juntas, cuajan. Y no es así, en lo absoluto. La mayoría debería, como bien diría Churata, «echarle huevos» a la escritura, con el objetivo nada desdeñable de al menos espesar y aglutinar un poco la mezcla. [Paul Forsyth Tessey]

Notas

1 Quizás los más simplistas no están aún familiarizados con ellas, lo que probaría la tesis orwelliana de que la ignorancia es una maldita bendición.

2 Como un pan, cuando duro, que será luego descompuesto en pequeños mendrugos y posteriormente reducido a polvillo de apanado.

3 Una lectura crítica supone entender que los estilos y las diferentes técnicas conducen todos al mismo lugar: un mayor conocimiento del nosotrosmismos, sin escamotear estilos por el simple hecho de no concordar con «tal o cual» visión sobre la literatura, la realidad, la comunidad, etc. La poesía permite al individuo y a la comunidad alcanzar su anagnórisis, es decir, su propio reconocimiento. De modo que rechazar cualquier estilo poético, aduciendo que su «oscuridad» lo hace indiscernible, no es otra cosa que negarle al nosotrosmismos la posibilidad de reinventarse, conocerse, viajar al interior de sí, mirarse, por fin, en el único espejo que reporta la fiel imagen de lo que somos: el idioma, y sus profundidades: nuestra verdadera oscuridad. Es no saber cómo enfrentar el vacío y no querer hacerlo porque ignorarlo es más simple, fácil y cómodo, así como enaltecer a la ignorancia como vocación artística y espiritual.

4 En efecto, aunque el marco referencial lingüístico esté restringido a una aparente simpleza (pensemos, por ejemplo, en el limitado vocabulario de la etapa romana de Eielson), el uso del lenguaje —siempre en términos de su función comunicativa— revela un complejo entramado de significaciones y referencias que enriquecen la experiencia de lectura, siempre en función del vuelo imaginativo del lector y su identificación con la materia poética (que complementan el poema casi en el punto de la reescritura) que está determinada por su voluntad de discernimiento.

5 Algunos poemas de New York de Canto y el texto Arquitectura del poema, por algunos ejemplos.

6 Aburridos de leer Lomismo en la mayoría de libros publicados por los «poetas» del mercadito.

7 Que nos recuerda las locuras visuales de M.C. Escher.

8 Como bien apunta Gazzolo en la introducción del presente volumen.

9 Una palabra intenta definir la esfera, Elogio de la ruina, Sueño de ciegos, El mar es la memoria, Vías también ciegas, Un mar apenas, Tanto ciego bajo el cielo, La voz interrumpida, Alguna vez la música y Decía que en la sombra.

https://cuadernosdelhontanar.com/2016/01/29/sueno-de-ciegos-de-raul-deustua/








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GAMALIEL CHURATA [19.907]

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Gamaliel Churata

Gamaliel Churata es el seudónimo de Arturo Pablo Peralta Miranda (*Puno, Perú, 19 de junio de 1897 - † Lima, 9 de noviembre de 1969). Novelista, poeta, escritor, periodista y filósofo. Exponente más alto de la fusión del vanguardismo y el indigenismo en América Latina. Recién la crítica literaria empieza su justa evaluación a partir de la década de 1990. Junto al Inca Garcilaso, Ricardo Palma, César Vallejo, Ciro Alegría y José María Arguedas está considerado como uno de los grandes "forjadores de la peruanidad" La obra de Churata puede considerarse como una de las elaboraciones más lúcidas y complejas frente a la cultura occidental. La contundencia de la respuesta churatiana lo convierte en un héroe cultural.

Miembro de una familia arequipeña de clase media que vivía en la calle Beaterio; allí transcurrieron sus primeros años al lado de sus sus hermanos y sus amigos de barrio. Su padre, Demetrio Peralta Díaz, entre otros oficios, fue ebanista, y se adhirió ardorosamente a la grey adventista, tendencia que marcó a hierro las ideas de sus hijos. La familia se mudó a Puno por cuestiones laborales. Allí crecieron Arturo y Alejandro, imbuidos del influjo bucólico del medio. En Puno, hallaron el numen de su creación literaria y motivaciones para una fecunda praxis política. (Demetrio Peralta regresó a morir a Arequipa, ya readscrito al catolicismo).

Según registros de Ángel Torres, Churata fue sucesivamente fundador del grupo culturalista Bohemia Andina (1915), de la revista literaria La Tea (1917), del Centro Cultural Orkopata, en el cual colaboró con el dramaturgo quechua Inocencio Mamani, y del Boletín Titikaka (1919­-1931). Señalado por algunos en su momento como uno de los cuatro grandes del movimiento indigenista peruano, junto a Manuel González Prada, su mentor espiritual, José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre. Churata tenía ideas políticas radicales, de allí que influyó en la fundación puneña del Partido Comunista del Perú.

Fue junto con Carlos Oquendo de Amat el representante más importante de los escritores puneños de vanguardia.

Churata conformó al Grupo Orkopata al que se integrarían su hermano Alejandro Peralta, Emilio Vásquez, Emilio Armaza, Dante Nava, y Luis de Rodrigo. Este grupo que marcó el ritmo cultural de Puno y cuya influencia llegó a otras zonas del Perú, Argentina, Bolivia y Chile; editó el Boletín Titikaka, el mismo que en todas sus ediciones fuera reproducido facsimilarmente por la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa en el 2004, para ponerlo al alcance de las nuevas generaciones.

Llegó a Bolivia por primera vez en 1917, exiliado de su país por razones políticas. Luego de una corta estadía en La Paz, define a Potosí como su nueva residencia. Pese a permanecer allí menos de un año, desarrolla una intensa y fructífera labor, cuyo capítulo mayor se denomina Gesta Bárbara (1918), hito de la vida cultural boliviana. Allí se congregaron Carlos Medinaceli, José Enrique Viaña, Armando Alba, Saturnino Rodrigo y muchos otros que determinan uno de los puntos más altos de la actividad cultural en Potosí. Medinaceli reconoce su mérito así: "Churata, que tan impagable servicio ha prestado a nuestra cultura, él fue el iniciador, estro (estímulo) ­del­ movimiento Gesta Bárbara...".

Regresó a Bolivia en 1932, luego de sucederse varios conflictos políticos en su país, esta vez para permanecer por más de treinta años en el país altiplánico, hasta 1964. En La Paz publicó, en 1957, El pez de oro, su primera obra llevada al libro y escrita en décadas anteriores, donde mezcla mitos andinos con narraciones vanguardistas. En cuanto a los medios de prensa, estuvo ligado a La Semana Gráfica, uno de los más prestigiosos periódicos de Bolivia en ese tiempo, a la revista La Gaceta de Bolivia y los periódicos La Calle, Última Hora y otros.

Producción literaria

El pez de oro (1957)
Anales de Puno (1922-1924) (1999) Edición póstuma
Resurrección de los muertos (2010) Edición póstuma

El pez de oro

Obra cumbre de la vanguardia peruana, que fue publicada en 1957, aunque escrita mucho antes. En su época y aún hoy resulta difícil de clasificar, pues en él encontramos hayllis, harawis, poemas líricos, trozos narrativos, capítulos de prosa poética; con los que Churata recrea motivos, leyendas y mitologías del Collao. Siendo al mismo tiempo una obra indigenista y surrealista; y por ello mismo un acto de libertad con las raíces bien puestas en la tierra. Omar Aramayo la considera la biblia del indigenismo. Se trata de una obra que, de acuerdo a los cánones actuales, es una estupenda respuesta dialógica a la cultura occidental.

Actualmente, Riccardo Badini, investigador italiano, y Wilber Solin Pacco Mamani vienen estudiando a profundidad la obra de Churata.

Anales de Puno (1922-1924)

Conjunto de crónicas escritas entre 1922 y 1924 que narran los sucesos destacados en Puno. Se trata de una edición póstuma de 1999, dirigida por el poeta Omar Aramayo, quien en el prólogo destaca que en los Anales hay una defensa cerrada del indio. La crónica más importante presenta el levantamiento indígena de Wancho Lima. A través de sus páginas conocemos sobre la fiesta de la virgen de la Candelaria, las pandillas, el día de Puno, entre otros curiosos acontecimientos retratados por Churata.

Resurrección de los muertos

Obra capital para ingresar al universo creador de Churata. En realidad se trata de una "conferencia" que amplía ideas planteadas en el El pez de oro ante un auditorio planetario. Los dos conferenciantes confrontados son el Profesor Analfabeto (intelectual iletrado de rasgos altiplánicos) y Platón, nada menos. El Profesor Analfabeto argumenta la calamidad que ha significado el culto a la razón y el lenguaje divorciado del canto, el grito y el gesto animales; de lo cual solo logra redimirlo la poesía. Sostiene, el iletrado rival de Platón, que los Incas fueron la expresión política "más alta de todos los tiempos" y a la vez un pueblo que desconoció la escritura alfabética.



KULUYOS

Quelecho piedra y Janita pankara
van por el campo abierto de toda nube,
van con un rubor de chijchipa en la vergüenza.

Quelecho piedra rompe el terrazgo
y sus flores Janita siembra
con su dulce akulliqo.
Los toros se encrespan
con lomos de lago bravo;
pero la esteva araña en las pieles de oro.

Ya van para caer el arrebol y la lechuza
—tiña del aire un polvillo canta—
Quelecho piedra gruñe,
Janita pankara llueve de sus manos el grano.

Las semillas
a cada paso de la imilla
de olor de tierra se embriagan y cantan,
cantan olor de madre virgen
y desde adentro layo y mamita-ttosankeyo...
Así es de lindo el kuluyo
y la noche del aire
con su luna y su frío
y todo su temblor de pellejo...
Quelecho piedra duerme
y Janita pankara cosecha en su cosa la wawa del amanecer.


Revista “LA SIERRA”.
Órgano de la juventud renovadora andina
Año 3. Nº 27, Pág. 27.
Archivo: Mauro Mamani Macedo.




INTERLUDIO BRUNÍLDICO - GAMALIEL CHURATA


Gamaliel Churata ante el lecho final de su amada Brunilda (Puno, 1928).
Fotografía: Cortesía de Pedro Pineda Aragón.

Extraordinario poemario rescatado del olvido. Publicado en 1931 en el diario El Comercio de la ciudad del Cusco. Gamaliel Churata vierte en estos versos todo el dolor por la muerte de su amada Brunilda y de sus hijos Teófano y Quemensa. Por el valor testimonial de estos poemas, consideramos necesaria su publicación en formato virtual. Gracias a la labor de rescate emprendida por nuestro amigo José Luis Velásquez Garambel, es que tenemos disponible el presente poemario. Asimismo, la revista WAYRA de Suecia, bajo el auspicio del Centro de Estudios y Trabajo «América Latina» (CETAL), mediante su editor Carlos Arroyo, lo publicó en su edición Nº 5 del primer semestre del 2007. Por último, tenemos conocimiento que la Revista APUMARKA de Puno, en su edición de homenaje a Gamaliel Churata y el grupo Orkopata, también lo ha publicado.


INTERLUDIO BRUNÍLDICO
(Gamaliel Churata)
El Comercio – Cuzco
1931

Prólogo.

Creo que al hablar de arte americano decir que no somos originales equivale a decir que no hemos encontrado el lenguaje que traduzca en fórmulas estéticas el contenido espiritual de América; esa fuerte emoción panteísta que, avasalladora y dominante, se impone desde el paisaje andino.

Creo, incluso, que hablar de paisaje andino es un error léxico, y estrictamente, no es lícito. No podemos hablar de paisaje con referencia al mundo americano, ni en sentido pictórico ni como interpretación del medio ambiente, ya que el paisaje surge como una forma característica de lo objetivo correlativamente a una determinada posición del intérprete. El paisaje es, pues, actitud vital, valorable sólo por quienes pueden proyectarse. Es situación en la que inciden los haces luminosos que hacen posible la comprensión total de lo interpretado, vale decir la VIVENCIA, acudiendo al léxico filosófico de la estética alemana. Lo inicial para vivir lo objetivo como paisaje es, pues, estar situado, y esto es lo que falta en América. Esta actitud vital no se ha precisado para el hombre andino. No hemos conseguido adoptar la posición conveniente para la vivencia de nuestro mundo particular. En otros términos, no estamos situados frente a lo cósmico. Esta carencia de actitud, dice tanto como desequilibrio entre psiquis y naturaleza; falta de correspondencia entre léxico y paisaje: en definitiva, total ausencia de espíritu.

Acaso no sea posible para el hombre americano (refiérome al colla y quechua mestizos encasillados en la cultura de occidente) situar lo vital dentro de lo cósmico en la misma manera que lo han hecho los hombres de otras razas y de otras culturas, pero, fatalmente, lo vital y lo cósmico americano deben mantener relaciones; deben existir entre ellos especiales nexos de correspondencia que no podemos aun precisarlos, siendo lo único efectivo por ahora, que nosotros IGNOREMOS DONDE COMIENZA EL HOMBRE Y DONDE CONCLUYE EL PAISAJE.

Esta, de momento, aventurada afirmación, pretende llevar implícita la solución de muchos problemas culturales, psicológicos y políticos, atribuyendo nuestra falta de contextura espiritual a un dislocamiento entre el cosmos y la vida. Aquello de que vemos el paisaje deformado por lentes ajenos llegados de ultramar viene a ser un postulado axiomático para la solución del problema de nuestra cultura, acaso, sea preciso volver a asegurar que cada paisaje tiene sus líneas de enfocamiento que le corresponden sustantivamente. Dicho esto no parecerá extraño interpretar los poemas de Churata como paisajes verbales, donde el cosmos balbucea y la tierra dice su palabra ordenadora. Ha desaparecido el poeta en sentido clásico. Ha desparecido como intérprete transmutador de valores y sólo vive como energía cósmica. La frase por él dicha es la que llega desde la soledad de la puna, por boca del viento, arrugada en el entrecejo del picacho, estrangulada por la garganta del abismo. Es la frase pura, lavada por el arroyo, dada a secar al sol y que surge limpia, mañanera, depurada, nuevamente vivida.

Así por el despojo, por un renunciamiento heroico a todo lo cultural extraño, como hace Gamaliel Churata, se puede llegar a lo propio, a lo sustantivamente americano.

¿Barbarie y primitivismo? No. Simplemente poemas que parecen dichos en el primer día del génesis de la palabra; cuando los vocablos claman por la realización de la forma e intactos de virginidad traducen un estupor mañanero de ojos deslumbrados. Poemas que son como un desgarramiento viril de la entraña cósmica; como el grito anunciador de una desfloración propicia al germen de las nuevas formas en el dominio del espíritu.

A.D.D.
27 de abril de 1931.


I

Se elogia el nombre de la Amada

Tu nombre fue un tibio cristal de madrugadas
Venías, hornalla, sonando, desde la garganta del arroyo.
Te vertiste como la leche dulce –
sonrisas solares - hasta atenuar mi gesto,
¡copo de nieve! ¡pluma suave! ¡trino auroral!
Ya confundo mi grito, atestado de voces,
en tu rosa mejilla, adormida en amor,
dulcemente engreída en mis fogatas…
Muñeca de ojo asiático, trigueña de Inti;
te besamos, tierna mama, caricia de tu pulpa
reclinada en mi músculo…

¡Brunilda: sorbo tu nombre desnudo,
bañado en rocíos, empapado en canciones!


II

Holocausto de todo el amor para El

Yo perdí mi wawa una mañana,
cuando mejor danzaban los tuqus
enternecidos en mi canto!
Le he gritado fuerte desde entonces,
y desde entonces mis orejas
están llenas de agua, están llenas de viento…
¿Para qué le lloras? Me dicen las imillas,
dándome sus senos,
al gozar del ñuñu
me he sentido como la leche, nuevo!
Mas, otra vez yo lo reclamo,
hozando sangre entre las nubes,
al filo de la madrugada,
en el vientre del agua;
porque esta wawa que se me fue un ratito,
nomás, del pensamiento,
era un alegre tiro de mi honda,
la piedra de mi chujlla,
el dominador justiciero que floreaba!
¡Ya no quiero el seno de la imilla,
ni su pezón pintado de mieles,
no quiero para mí su pierna ni su brazo:
¡Serán para mi wawa que ya viene!


III

Se busca a la amada en el amor inmenso

La superficie del cielo arborecida;
la estrella del alba violenta;
y como si te bebieras agua de manantial,
un canto de ranas para tu soledad!...
¡tal te anuncias, animal del cerro empinado,
hijo de madre nevera!
Viajo en la tempestad… tu grito parpadea
virginal en la tierra, pulpa del mundo,
temblando en el susurro,
simple de cánticos, resumador de mieles primerizas.
¡Nadie te comprende este vuelo cenital,
cóndor y puma, estilo de hondura.
Sólo tú sabes que la axila se gloria de éter,
y que la garra es un camino entre dos distancias
infinitas…
por la escalerita de la tierra abonada,
y con todo su jugo,
nos hundiremos hasta encontrar el secreto orgánico,
en el pedazo de cielo que nos chupamos de la mama!...


IV

Los kirkis la extasían

Para que perdiera la esperanza,
tiraste tus ojos, viborilla…

Corro, en el viento,
por las vecindades de la cuesta,
y allí tampoco están
tus ojos, viborilla.

¡Tus ojos se perdieron
en los diamantes de los ríos!

V

Invitación a la soledad múltiple

Tiene este grano de tiempos comestibles
un sereno de cielo y una canción de tempestad.
Así me voy, como arrastrado, a la nube
con la babilla rala de una tristeza de agua llovida
y una suerte alegre de matinales pinqullos.

¿No habrá nada ahora tan triste que esté dentro?

¡Tanto masticamos la hierba pura y pura lágrima,
desde que el cielo abrió los brazos,
sobre esta soledad tinta de una tintura amarga!

Ponte mejor de modo transparente,
para que mejor te lleguen el sol y una canción de germen.
Yo -ya lo ves- quedo en transparencia,
y que todos vean mis canciones trenzadas en la sangre.
¡Qué laya de música va siendo esta tonada!
¿Dónde estás? Yo estoy, estando, quedo, y lejos…
y por más que encarno, ni la carne se come…
¡Crucificado!... pero, siempre me alcanzó…
¡Y me doy en cada atracón de kañiwaqu,
una pura gana de atorarme para toser la pena!


VI

Liturgia de su carne virgen

Tímida insolación de gaviotas en el lago.
Adentro, el orto del sol
y el respiro inhollado del agua.

Estoy jadeante en el dintel de tus ovarios,
y me atacan las espadas del frío.
¿Quién está, pues, más intenso?
Luego se agarran a mi piel lobos de fuego…
¡Oh, bestia en mí, y yo bestia en ti, soledad!

¡Temerario y fragante, cimbro el sexo
con esta sed de carne virgen!


VII

Exaltemos su cadáver desnudo

Trilla el sol en los campos.
Las mañanas se alegran de niñez.
La tierra es virgen;
en las parvas hay cantos
y en las aleluyas de la fuente…

Brinca la imilla kalatita:
¡se desnudó la muerte en sus caderas!

Y una noche duerme cien años,
pero está preñado de cielo
su vientre redondo de esperanza…

Canto de albas, de trinos,
la imillita revestida de campos.
Las flautas en el aire tienen tonadas de virgen.
¡Oh, tu dulce, tu hedionda desnudez!


VIII

Se adora el fruto de su vientre

El llokallo de cobres en la tarde ilumina
la soberbia curva de la teta,
alta, nutricia, magnífica, fecunda,
toda repleta de jugos frutales!
Por sus ojitos
amanece el pene acobardado en lo divino.
¡Nadie sabe la ricura de sus labios –
su palabra sólo la entiende el alma –
y pronto su vagido se va sobre llamos de viento!
Arrullo de tu primera noche,
canción de tu primera mañana…
¿Quién te formó esquemático?
¿Te hicieron para fórmulas?
¡Todo te diste luego, como leche de vaca!
Exactamente un gruñido de bestia hubo en tu risa
y un atuendo de tórtolas…

¡He aquí el mozo erecto, arrecho, dominador del flanco!


IX

La cólera del Achachila

Me robé tu corazón, mama-kota,
y un día de sol reventó pajchas en mi kepi…
¡Cómo eran claros mi puñal y mi beso!
(Nunca querré callar bien dicho todo)
y se abrió un boquete maligno,
allá, por donde duerme el trasero del cielo!

Desde entonces me baña
la suciedad;
se me atraganta la sombra,
y me ahoga!

¡No fue el rayo, no!
¡Fue la línea escalonada de los awichos!

¡Ellos, ellos son: todavía tienen hambre de wawas!
¡Todavía!
¡Todavía!
¡Así aprendí para no llorar, a llorar!


X

Se alaba la fascinación de su voz

Era tan suave el acento de su voz,
que después de haberse evaporado
todavía sonaba…
¡Fuiste la mejor,
y por mejor te dieron tata!
Cada vez que amaneció tu risa,
un canto era descolgado del cielo;
y bien, ya estás de nuevo callando
tu silencio, y de nuevo se te oye perdida
en la estrella y la nube.
¡Ya no llorarás! Eres Clemecia, Qemensa, Teófano,
eres sosiego del viento,
y colirio para la vida ausente.
Todo fue sólo tenerte unos minutos
en el sitio del gozo, junto a la carne…
¡Cómo será ahora!...
ya serán mejores el cómo y el por qué!
Dulce el ventarral, dulce el arrullo,
florecillas, florecillas,
como hierbas y piedras y terrón y turrón…
Así voy a estar, entonces…¿quieres?
Pero, ¿es que ya vuelves? ¿no? ¡y nosotros tira y tira
de ese suspiro elástico que no se arranca ni sale todamente!


XI

Su unidad en lo múltiple

Tienes la presencia eterna
del arenal.
En algo todo queda prendido,
pero si vienes, vas, y el atropello
del viento te conserva como una flor.
¿Oyes? Desde las cumbres gritan los allkamaris.
Es ya tarde en el cielo.
Las nubes se deshilan para escribir tu voz.
¿Qué esperas?
La noche abre su abdomen;
¡y todos quedamos prendidos
del intestino grueso!
¡Hoy hace un siglo que te espero!
De mi esperanza se hace agua;
del agua nace el berro
y la chijchipa matinal…

¡Pero todo está reseco
de la pura sequedad
del polvo!

¡las nubes que venían, se van!
¡los sankayos, marchitan!
¿Para qué, me digo, tanta hambrura,
y tanta lengua amarga,
y tanta dulzura borracha?
¡Guay, bonitos están mi lágrima
y este endiablado tiwanaqu!
Pero, ¿es que en todo te pierdes?
Te aproximas, te veo, te palpo… y ya no estás!
¡Hay algo hondo que se está perdiendo cantando!
¡Abrázame! ¡Cada poro del tiempo es tu regazo!
Para eso te aproximas,
y dejándome cielo limpio,
la nube se mete en la chinkhana.
¡Te estoy besando, mi sankayo,
pero la misma ventolera
se come nuestra flor!
¡Guay, sólo será para cuando amanezca,
y tengamos calorcito rico en la saliva!


XII

Y finalmente, el vacío.

Temblorosos de trinos,
vienen los pichitankas…
Despacito se descuelgan
en el kañiwal lleno de besos…
¡Son los cantores de la solana!
Cuando rompen el aire a trueno,
hay latigazos de luz entre sus alas.
Cada uno viene de muy lejos…
Si pudiésemos apresarlos,
dirían, callarían lo mucho que saben de nosotros.
¡son un piar continuo,
y un hilito de agua de siempre!
Todos son buenos. El canto los educa;
y si al canto se unen las alas
a eso llama un pichitanka…

¡Muy de mañana se acercaron a mi alma!
Mi alma que está oyendo unos pasitos en el patio,
y unos phusiris que rompen a bombo mis montañas,
llegaron en bandada,
y cada cual se trajo un airecito de lejanía,
y cada cual segó la mies de mi distancia.
Están yendo y viniendo.
Salen y entran
de mi alma…
Y cada vez, afanosos, traen una dulce alegría
y se van barriendo una tristeza.



De los archivos del diario "La Nación" de La Paz - Bolivia, compartimos esta bella alegoría a la primavera, escrita en prosa lírica con una maestría incomparable...

ELOGIO DE LA VIRGEN DESNUDA

Escribe Gamaliel Churata

¿Aún nos será lícito hablar de tus gracias, Primavera, doncella de tentadoras languideces, la que amanece en flor y muere en perfume, la que no debiera faltarnos nunca, si cuando ella falta hasta de ser nos sentimos cansados.? Y no es que yo pretenda halagar a esta púdica niña; no. Le hablo con la humilde ternura de quien sabe que ya no le podrá bendecir con sus sonrisas y pagarle sus penas con un beso. Le hablo de rodillas porque es ella que nos ilumina en la cerrazón de las diarias tinieblas; ella que nos pone un temblor de bértolas en la garganta, cuando, viejos ya, queremos imitar a los pajarillos por no imitarnos a nosotros mismos y ponernos a recaudo de sus tentaciones, llorando, acaso.


JUVENTUD,
DIVINO TESORO...

¡Divino tesoro! Tiene que ser divino para ser tesoro; porque los tesoros que atesoramos, acá en la gleba sublunar, no son tesoros ni pecunia, de esa que los romanos usaban por no haber descubierto el billete bancario. El tesoro es ella; porque ella es la luz y nosotros la sombra, ella la agilidad y nosotros el reumatismo; ella la gracia en los labios y nosotros los labios en la hiel... sólo ella es el tesoro, tesoro precisamente porque ya no tiene tesorero en nosotros, que estamos horros como dejó horros las botijas de vino de la Venése amojamado primaveral que fue don Quijote, desfacedor de tuertos y de primaveras, que si vivió con los flacos ojos prendidos del cielo de Castilla en quien floreaba la gracia principesca de doña Dulcinea de Toboso, murió como un chusco castellano arrepentido de su Primavera, enterrador de esperanzas y de sueño, loco descorazonado que no llegó al cielo porque bajo su piel de penitente y domador de leones, ocultaba un Torquemada capaz de quemar a Venus Cíteres sólo porque era la Primavera.

Ella la que nos pisa los talones, nos ahinca y no tienta, y no con palabras ni con besos, sino con su aire de flor; y eso no al pimpollo que despierta con ella pegado a la almohada, o con el xaronzuelo a quien con uña felina araña en el riñón más tierno; ese aire de flor de esta novia deslumbrante es sólo para nosotros, a los que dice: “Bueno, huele”; y olemos; y ella ya no está... De aquí viene la vieja autoridad del dicho baturro de que camote de viejo es amargo... ¿Y qué es primavera para el viejo sino un amor harinoso, secante, astringente, que con cada confite nos deja escoriado el paladar? Yo no le deseo a ninguno de mis congéneres el amor de esta niña de veste rosa y de ojos de un azul que tira a sangre; porque la delicada figulina cuando llega a abrazar la carne momia de don Quijote no puede menos que incendiarla hasta la misma locura, o la mesma, les diré en los modos de Sancho.

Fíjense los hermanos de Matusalén y nietos de Japeto; la Primavera tiene una virtud. Y es la que por poco vestida que se ofrezca, cuando se ofrece se priva aun de sus ligeros tules y se muestra en la gracia de cera tierna y palpitante que tiene la mujer cuando frisa en la edad de los tulipanes. Desnuda tiene que venir ella, desnuda, como esa Primavera que dibujó Sandro, caballera de puntillas en una concha de nácar rosa, y a quien el gordito de Eolo volcaba sus odres por ver si lograba vestirla con su viento. Desnuda, como debe venir todo lo bello, sin tules, cachemiras y menos con hipócritas holanes. Desnuda en esta diosa del primer día de la Creación. Desnuda la vio Júpiter, o digo, Zeus, para ser más cabales; y como desnuda la viera y él nunca se vio en trapos menores, saben ya las cosas que no hizo por ella; tornóse cisne, o ya urraca, o ya águila, o ya oro en lámina, o se metió en la giba de un toro con cuernos de conchaperla... Todo por hacerse grato a aquélla que vence solamente cuanto se ofrece como el niño que sale de las valvas de perla de la madre...

¡Desnuda! Desnuda es la Primavera, mas como viene desnuda, hijos de Matusalén, nietos de Japeto, volved los ojos hacia adentro; que ella no viene por vosotros, sino por aquél que tiene la edad del Sol todas las mañanas!

Juventud, divino tesoro;
ya te vas para no volver...

25 septiembre 1955





Gamaliel Churata (fotografía semi-inédita)

Fotografía cedida por Pedro Pineda Aragón (nieto de Churata). Muestra a Gamaliel Churata con un típico chullo puneño junto a sus pequeños sobrinos. Queda en el recuerdo el desgarrador poema que escribirá a raíz de la muerte de su hijo Teófano, titulado "El holocausto de todo el amor para El".

“Holocausto de todo el amor para El”

Yo perdí mi wawa una mañana,
cuando mejor danzaban los tuqus
enternecidos en mi canto!
Le he gritado fuerte desde entonces,
y desde entonces mis orejas,
están llenas de agua, están llenas de viento…

¿Para qué le lloras? Me dicen las imillas,
dándome sus senos,
al gozar del ñuñu
me he sentido como la leche, nuevo!
Más otra vez yo lo reclamo,
hozando sangre entre las nubes,
al filo de la madrugada,
en el vientre del agua;
porque esta wawa que se me fue un ratito, no mas, del pensamiento,

era un alegre tiro de mi honda,
la piedra de mi chujlla,
el dominador justiciero que floreaba!
¡Ya no quiero el seno de la imilla,
ni su pezón pintado de mieles,
no quiero para mi su pierna ni su brazo:
¡serán para mi wawa que ya viene!



Pastillas ontológicas...

Churata ha dicho...


«El hombre es todo en uno o no es»


«el alma [...] es la semilla en que el hombre está con su destino, su osaturo [¡sic!], su intelección, su sistema neurovital, su kepi de existencias laceradas»


«Siente, siente, cada vez más. Allí sabrás que eres unidad porque en tí en todo momento se fragua utilidad. Soy en cuanto son; y son porque soy; y porque somos es posible el sér. Sólo porque me eres útil eres»


«Vivir en caverna, en la caverna y para la caverna, con el infracturable destino de la unidad vital, que no es más que el gozo de la fertilidad. Y como no se puede estar vivo y muerto, ni estar en dos naturalezas, ni objetiva y simultáneamente, estar en dos sitios, hay que estar en tensión láctea, que el punto de la tensión es el punto de la caverna»


«Entonces la caverna del infinito no será el universo, ni el tiempo, ni la nada: será la vida. ¿Entiendes, Platón? Sólo se puede ser en mónada»....

http://gamalielchurata.blogspot.com.es/




SEPTENARIO: GAMALIEL CHURATA LE RESPONDE A CÉSAR VALLEJO SOBRE LA VANGUARDIA



Pablo de Rokha, Winett de Rokha y Gamaliel Churata en la Paz, Bolivia, octubre de 1945. 

Archivo personal de Estrella Peralta Miranda. Fuente: Pacarina del Sur - http://www.pacarinadelsur.com/home/huellas-y-voces/822-entre-los-senderos-articulados-de-la-escritura-y-la-militancia-acercamientos-entre-el-inquebrantable-pablo-y-el-guia-gamaliel.


Desde el oreb o séase la torre eiffel esta vez CESAR A VALLEJO el admirable poeta de "trilce" conecta hacia perú por medio de la revista de clemente palma su trompa de pastor caldeo para irradiar no las sabrosas y ágiles informaciones parisinas a que ha acostumbrado al público limeño sino la versión de un nuevo apocalipsis ajustando pleito por plagio y robo a la generación literaria de indoamérica llamada vanguardista sirviéndose para esto de SIETE LOGOS que sintetizan las características de la actual literatura del continente con las fuentes de que procede a saber

1.– Nueva ortografía. Supresión de signos puntuativos y de mayúsculas. —Postulado europeo, desde el futurismo de hace veinte años, hasta el dadaísmo de 1920.

2.– Nueva caligrafía del poema. Facultad de escribir de arriba abajo como los tibetanos o en círculo o al sesgo, como los escolares de kindergarten; facultad, en fin, de escribir en cualquier dirección, según sea el objeto o emoción que se quiera sugerir gráficamente en cada caso.– Postulado europeo, desde San Juan de la Cruz y los benedictinos del siglo XV, hasta Apollinaire y Beauduin.

3.– Nuevos asuntos. Al claro de luna sucede el radiograma. –Postulado europeo, en Marinetti como en el sinoptismo poliplano.

4.– Nueva máquina para hacer imágenes. Sustitución de la alquimia comparativa y estática, que fue el nudo gordiano de la metáfora anterior, por la farmacia aproximativa y dinámica de lo que se llama rapport en la poesía d’aprés guerre. —Postulado europeo, desde Mallarmé, hace cuarenta años, hasta el superrealismo de 1924.

5.– Nuevas imágenes. Advenimiento del poleaje inestable y causíatico de los términos metafóricos, según leyes que están sistomáticamente en oposición con los términos estéticos de la naturaleza.— Postulado europeo, desde el precursor Lautréamont, hace cincuenta años, hasta el cubismo de 1914.

6.– Nueva conciencia cosmogónica de la vida. El horizonte y la distancia adquieren insólito significado, a causa de las facilidades de comunicación y movimiento que proporciona el progreso científico e industrial. –Postulado europeo desde los trenes estelares de Laforgue y la fraternidad universal de Hugo, hasta Romain Rolland y Blais Cendrars.

7.– Nuevo sentimiento político y económico. El espíritu democrático y burgués cede la plaza al espíritu comunista integral. —Postulado europeo, desde Tolstoi, hace cincuenta años, hasta la revolución superrealista de nuestros días.

la estrechez de estas páginas no permite explicar las objeciones q’suscita el J’ACOUSSE neogalo —su contenido es muy interesante por lo demás para no merecer el honor del anfiteatro— este boletín entrega en sus varios aspectos las severas conclusiones del poeta aunque se priva de insertar todo el artículo que las conduce —en él afirma vallejo q’ nunca fue más falsa y sin carácter la literatura de américa que con la poesía plebeya y por lo tanto antiestética y maloliente de esta hora— aseverando además que nuestra decantada originalidad no existe que si maples borges y neruda están calcados de tres poetas de francia que nombra la conclusión huelga poco más que agregar vallejo juzga con criterio historicista primitivo formulando objeciones que circunvalan la periferia pero cuando se le ofrece oportunidad de ahondar en el organísmo del movimiento se decide por una solución empírica —no es de otra manera explicable su posición respecto de la verdadera etiología de nuestra descastada vanguardia lo otro aquello de lo analógico y genealógico no sé hasta donde deba tomarse en cuenta ocurre con este método lo mismo que con los silogismos de los discutidores coloniales q’ tanto se prestaban para atacar como para lo contrario— relativamente al caso presente hago notar que vallejo concede demasiada importancia al documento sin ocuparse del fenómeno— pero aun v i s t o el panorama de esta manera resulta incompleto y descentrado porque antes que apollinaire está simmias el alejandrino y antes que mallarmé y el superrealismo salomón y joel en literatura israelita y anterior a tolstoi es el comunismo agrario de los incas etcétera lo de nunca acabar


Boletín Titikaka, Puno, 1927, Nº 10.


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ALBERTO MOSTAJO [19.908]

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ALBERTO MOSTAJO 

(Puno, Perú, 1896 – 1984)

Semanas atrás llegó a mis manos el libro: “Alberto Mostajo. Delirio y tragedia de un poeta vanguardista y metafísico” escrito por el prolífico José Luis Ayala (Huancané – Puno, 1942). Libro largamente esperado, tras haber seguido los rastros de Alberto Mostajo en Puno, luego en Lima recogiendo valiosos testimonios de los últimos sobrevivientes de aquella brillante generación de Orkopata. Largas visitas al Hospital Larco Herrera. En Arequipa a donde acudió para concluir una labor de largos años, entrevistando al hijo de Alberto Mostajo. Finalmente, José Luis Ayala nos entrega un documento valioso, una crónica desgarradora sobre los avatares del infortunado poeta puneño Alberto Mostajo, un fuera de serie, tan extraño como la tierra que lo vio nacer.

De 1900 a 1930 la cultura puneña experimenta su época más gloriosa. En ese periodo de tiempo surgen nombres insignes: José Antonio Encinas, Francisco Chukiwanka Ayulo, Telésforo Catacora, Manuel Z. Camacho, Eduardo Pineda Arce, Ezequiel Urviola, Federico More, Gamaliel Churata, Enrique Encinas, Alejandro Peralta, Emilio Romero, Dante Nava, Ernesto More, Emilio Vásquez, Luis de Rodrigo, Aurelio Martínez, Mateo Jaika, Emilio Armaza, Inocencio Mamani, Carlos Oquendo de Amat, Alberto Cuentas Zavala, entre muchos. La mayoría miembros y/o cercanos al grupo Orkopata. Pero entre todos, hubo uno que escapó al influjo del espíritu terrígena que caracterizó a la mayoría de los mencionados, fue un extraño solitario, un poeta filósofo, cuya biografía no puede leerse sin contener un nudo en la garganta. Logró publicar dos libros históricos: “Cosmos” en 1925 y el extraordinario “Canción Infinita” en 1928. Ambos poemarios de gran factura filosófica, deslumbrantes, en la línea de “Los dados eternos” de Vallejo. Cuando se aprestaba a madurar su obra anunciando un libro en prosa con un título altamente sugestivo para la época: “Rayos X”, le acometió una enfermedad que alteró su sistema nervioso (probablemente esquizofrenia) lo que desestabilizó la relación con sus parientes cercanos, los Mostajo en esa época eran grandes hacendados en Arequipa y Puno, quienes para deshacerse de una “amenaza” para la honra de la familia decidieron encerrarlo en un sanatorio para enfermos mentales, léase manicomio, en 1935, negándole incluso el derecho a su único hijo de llevar el apellido Mostajo para desheredarlo, apartándolo de su progenitor, y obligándolo a llevar una existencia desdichada. Así, apartado de su tierra, de su hijo, de su derecho de crear en libertad, Alberto Mostajo permaneció encerrado en el Hospital “Víctor Larco Herrera”, recibiendo tratos inhumanos, hasta el año 1982, ¡casi cincuenta años, toda una vida! Siendo rescatado por su hijo y llevado a Arequipa donde moriría dos años después.

Cuando se intenta entender esta tragedia sólo se llega a la triste conclusión que ser poeta y tener talento en el Perú equivale a morir en vida. La crítica nada ha dicho de la poesía de Alberto Mostajo. El desconocimiento que se tiene de su obra no justifica tamaña injusticia. Sucedió con Carlos Oquendo de Amat y Gamaliel Churata, hoy reconocidos tras largo batallar. Lo mismo deberá suceder con la obra lírica de Alberto Mostajo, el atormentado poeta que padeció ardores metafísicos contemplando el eterno azul del lago Titikaka en cuyas aguas se sumergió un buen día en que Wirakocha decidió acogerlo en el Olimpo andino, desde donde espera la hora del retorno.

José Luis Ayala le ha hecho justicia publicando este libro. Y desde aquí le hacemos llegar nuestro reconocimiento por tamaña labor.

Del bellísimo poemario “Canción infinita” (impreso en los talleres gráficos de la casa editora de José G. Herrera, en Puno. Año 1928) hemos seleccionado algunos poemas como muestra del talento de Alberto Mostajo:


I

Estoy de vuelta,
de muy lejos de la vida.
Traigo en mi alforja
un puñado de todas las cenizas.
He golpeado taciturno
los caminos sedientos de tragedia.
Poliforme trajín
de esa mecánica comercial.
Sombría oscilación de sueños.
Martilleo incesante de tumbas.
Todas las tintas ensayan
sus colores sobre los horizontes.

Un siniestro labrador
ha pasado tres veces
su arado sobre mi corazón.


II

Rompe al alba su cáscara de luz.
Amanece.
Sobre los campos, el Sol
derrama cántaros de vida.

Se abren las páginas
del libro indefinido.
Despierto saboreando
el pan amargo de los días.
Mágica danza de la suerte.
En mi cámara oscura
ronda la alquimia del enigma.

Todos los límites son pedazos
de mi axioma vencedor.


III

Una mano infinita
abre los candados de mi alma.
Salgo a pasear. Miro
y escucho por todos los lados.

Telepatía veloz de mi pasado.
Alguien murmura y cita
mi nombre en la lejanía.

Está demás. Venzo mi soledad
con el grito de mi alegría
desecho en ánforas musicales.
Ya la tarde muere ensangrentada
bajo la huella de mis ojos.

Sobre el eje del silencio
hago la pirámide
invisible de mis canciones.


IV

Nadie se asoma.
Todo enmudece
en los cuatro muros
de mi gabinete ultraterrestre.
Una onda de relámpagos
carboniza el velo de la noche.
Nadie se asoma.
En el escenario de mi yo
desfila el Mundo
con su procesión de heridas
y sus armas de cien filos.
Escarabajos incansables
del eterno panorama.
Todos ríen y todos lloran
en el vértigo errante
de una misma circulación.
Domador de alturas, apago
mi sed con cántaros de luz.


V

Perspectiva indecisa
de esta mañana vestida de azul.
Explosión de pájaros campestres.
El disfraz mendigo de las gentes
no cesa de manchar mis ojos
con tintas de color.
Ahora siento la voz de la vida,
más dura y desigual
que en el variado paisaje de ayer.
Tosca barricada de palabras
a mi gesto libertador.
A todas partes llevo
El mensaje triste y vagabundo
de mi eléctrica canción.
Cascada de estrellas
Sobre mis sienes
cansadas de pensar.
En el doblez quemante de mis huesos
tengo todavía las huellas
del grito de un convoy de pasajeros.

Fotogenia total de mi corazón.
Abro los puños para encerrar
las trágicas líneas de los caminos.


VI

Me encuentro solo.

El pastor de Cielos arranca
mis huesos de los muros de la Tierra.

Metafísica invencible de mi vuelo.
Las horas –arañas del enigma-
escarban la vida en los cuadrantes.

Puñados de tragedia trenzan
sus redes en los senderos.

Fuera del Mundo
despierta triunfante
la aurora de mis himnos.


VII

Minutos de sangre
en la callada estancia.
Arde el circuito
de mi angustia total.
En el calendario rojo de los días,
sólo soy dueño de mi pensamiento
y de mi larga órbita de viajero.
Surzo y enmiendo
los harapos de la existencia.
Veo distinto el cuadro de las cosas
y hasta la torre
de mi destierro viste traje nuevo.
Con el incendio de mis cantos
adivino mi nombre
en la línea quebrada de dolor.


IX

Despiertan mis ojos
con el deseo de un extraño dolor.
Radio viajero
de paisajes ignorados,
mientras las horas caminan
como locos cementerios.
Quito mi lámpara
del charco donde buscan luz
todas las pupilas.
Dinámica de mi alma
en el poliedro
giratorio de la existencia.
Tengo prendidas las manos
del tic-tac de los alientos;
respiración desigual
en alta torre sin peldaños.

Yo siento en mis nervios
el calor de un Sol que viaja
fuera de las distancias.


X

Ni una línea,
ni una vertical amiga
en el plano oscilante de mi soledad.
Espejo fugaz de la mañana.
Siento apenas las contorsiones
del esqueleto musical del recuerdo.
Cesa mi pluma de pintar
en el circo cotidiano de las orbes.
Tumbos de fuerza para la sed
vigilante de mis ansias.
Mágicos carteles del movimiento:
en el jalope de sus venas incrusto
las aristas pensantes de mi nombre.
En vano danza en mi cielo
el hechizo comercial de la esperanza.
Dialogando conmigo mismo,
simplifico el sentido de la Tierra
con la lente total de mi pensamiento.


XI

Estoy de viaje
cargando sobre mis hombros
al mendigo de la noche.
Centinela huraño
que parte en dos las maniobras
de mi sueño ultraterrestre.

Hoy, como nunca, trazo
mi ruta fuera de los sentidos.
Alguien trajina.
Es el cincel invisible
que taladra en el seno de la Tierra.
Alma de fuego que marcha
y piensa en todos los caminos.
Oigo sus campanadas victoriosas,
mientras la rueda de mis nervios
araña la escalera de los siglos.

Yo llevo mi canción
hacia un dominio donde jamás
se oyó la voz de los hombres.


XII

Zapateo el total de los seres.
Máscara poliforme
que siempre veo y desconozco.
Hoy la noche, más sola que nunca,
ha puesto sus ojos
en mi largo camino de luces.
Despido la visita paterna
de la muerte.
Balanza sin metro que marca
con fuego
este confuso carnaval de gritos.
Soy testigo de sus horas de lucha.
Alto vuelo victorioso
sobre las hélices
del movimiento universal.


XIII

Parto en dos el harapo
arrogante de las horas.
Me siento más fuerte
que nunca en este agitado
comercio de motores dispersos.

Campanas de mis puños
sobre los cuatro
girones crepusculares.
Herméticamente entierro
en los senos de la Tierra
el teclado incesante
de una larga correspondencia.
Interrogatorio quemante
de la noche enlutada.
Con espiral de imanes
escribo en la frente de la Vida
la mayúscula de mi nombre.

Extraño rondar de edades.
De mis entrañas arranco
una mágica hilera
de puñales pensantes.
Siento a las ruedas de mi credo
estrujar el esqueleto del hombre errante.


XIV

Miro lo ilimitado. Caminan mis ojos
a la estación de todos los viajeros.

Están cerradas las puertas.
Sed de desierto en los senderos.

En los cuatro puntos cardinales
está triste la materia
y visten luto las montañas.

Festín de voces en las alturas.

Entre cenizas, vivos y muertos
mezclan las migas de sus instintos.

Derramando siglos, pasta
el Tiempo… rebaños de Universos.



ALBERTO MOSTAJO: Delirio y tragedia de un poeta vanguardista y metafísico

Escribe: Jorge Flórez-Áybar 

El propósito de este artículo tiene un solo objetivo: Revalorar la poesía del poeta Alberto Mostajo. Y para este fin, contamos con el ensayo que acaba de publicar el escritor José Luis Ayala: Alberto Mostajo, delirio y tragedia de un poeta vanguardista y metafísico. Aunque el corpus poético es mínimo, pero es suficiente para concluir con perspectivas compartidas. Sin la menor duda, hay etapas muy importantes en la historia de nuestra región, algunas son fundacionales en el desarrollo cultural puneño. Por ejemplo. Esa maravillosa década del 20 al 30, donde el Grupo Orkopata convirtió a nuestra ciudad en la capital literaria del país, su participación fue decisiva. Sin duda, hubo escritores que la historia se encargó de reconocerlos y por eso se hallan en los altares de la literatura nacional. Pero hay también escritores que fueron sepultados y sus voces broncas reclamaban un espacio desde sus ataúdes. Una vez más, el investigador José Luis Ayala, con su pluma en ristre, acude al rescate y rescató al poeta Alberto Mostajo. Así como lo hizo, en otras oportunidades, con El Qolla de Mateo Jaika; Humus, Humano, Hombre de Jesús Cáceres Velásquez. Incluso, su obra de mayor trascendencia, la referida al poeta mayor, Carlos Oquendo de Amat, cuya obra, hasta entonces, no había sido sistematizada ni analizada.

José Luis Ayala reconstruye la biografía del poeta Alberto Mostajo. Usa fotografías, hace entrevistas, revisa archivos y artículos periodísticos, solicita opiniones y testimonios, etc. Por él, sabemos que el poeta Mostajo nació en Puno, el año de 1896; que estudió en la escuela fiscal 881, donde fue alumno del gran José Antonio Encinas Franco y que culminó la secundaria en el colegio Guadalupe de Lima. Sabemos también que sus relaciones en el entorno familiar no solo fueron tensas, sino violentas. Se caracteriza a un poeta al borde la locura, por eso aparece aislado, discriminado y maniatado en un hospital de Lima de por vida. Fue el diputado por Puno, Manuel E. Cordero, cuñado del poeta, quien se encargó de internarlo. Estuvo 39 años en el Hospital Larco Herrera. No se conoce producción alguna durante ese encierro. Después la familia quemó sus archivos personales. Todo parece indicar que se hacían los esfuerzos necesarios por borrar cualquier huella o indicio de su paso por la tierra.

Cuando cayó el libro entre mis manos, encontré las palabras iniciales del escritor Jorge Luis Roncal, quien manifiesta que “la publicación de Alberto Mostajo: Delirio y tragedia de un poeta vanguardista y metafísico, del escritor puneño José Luis Ayala, es algo más que un trabajo de rescate literario. Es un acto de amor y de justicia. Un rastro seguro en la contienda por la vida. Una flecha de luz en el espíritu cansino y acomodaticio de quienes han vendido por migajas la indispensable independencia crítica en el trabajo cultural de sello democrático y popular”.

Continuando con la lectura hasta llegar a la última hoja, se me ocurre que mi comentario podría abordar dos aspectos: El prólogo de Canción Infinita y mis puntos de vista sobre la poesía de ambos poemarios: Cosmos (1925) y Canción Infinita (1928). En el prólogo, Alberto Mostajo esgrime tres ideas que convendría ponerlas sobre el tapete. Por un lado, se declara partidario de la libertad de expresión artística y poética, cuestiona los moldes europeos. En segundo lugar, manifiesta que no hubo un poeta auténtico en América, pese a que Vallejo ya había editado Los Heraldos Negros (1919) y Trilce (1923) donde Vallejo rompe las cadenas del lenguaje literario y se enfrenta a la estética formal. Finalmente, Mostajo arremete contra las ideas filosóficas de José Ortega y Gasset, planteadas en La Deshumanización del Arte, libro de gran influencia en la estética de vanguardia en Europa. Algo más, “La influencia de Ortega y Gasset en la cultura española posterior a 1898 es grande. Ningún escritor ha gravitado como él en la conciencia y en el arte de España en lo que va del siglo XX. Fue un animador y un estimulante de dicha cultura, y dirigió y orientó, a través de la Revista de Occidente, la labor intelectual de España en los últimos decenios. Fue el introductor de las modernas ideas filosóficas alemanas en España, y el que alentó a los escritores jóvenes posteriores a la Generación del 98 (Salinas, Guillén, García Lorca, Jarnes, Espina, etc.).” (Estrella Gutiérrez, 1965:592-593). A este monstruo del pensamiento europeo, Alberto Mostajo le hizo reparos, lo calificó como carente de valor intrínseco para adquirir el relieve de doctrina (p.54). Esta trilogía ideológica es harto discutible. Posiblemente, en el contexto que vivió el poeta, jugó papel importante el tiempo y el espacio donde se desenvolvió.

Para enfocar la poesía de Alberto Mostajo convendría contextualizar la década del 20 al 30. Si la influencia en nuestro medio venía desde B. Aires, entonces nos preguntamos: ¿qué es lo que estaba ocurriendo en los predios literarios en la Argentina? Por un lado, los modernistas llegaban a su fin y consideraban hasta más allá de esos límites a Rubén Darío como el sumo pontífice y por eso expresaban, que “él era entonces para nosotros, atónitos catecúmenos, como una especia de árbol familiar a cuya sombra nos cobijamos espontáneamente”. Pero la época de mayor trascendencia fue la década de 1920 a 1930. Los movimientos de vanguardia europeos llegaban con fuerza. Aparecen en la Argentina innumerables revistas literarias: Caras y Caretas, Ideas, Nosotros, Prisma, Proa, Inicial, etc. Todas tuvieron una orientación estético-filosófica y humanística. Y estas llegaron a Puno. Y el Grupo Orkopata y todos los escritores de ese entonces, incluido Mostajo, crecieron bajo esa influencia.

Sin embargo, la creación poética en nuestra región tuvo sus diferencias. El Grupo Orkopata tuvo un propósito: Descolonizar la creación literaria a partir de sus raíces. Entre tanto, lo nos no agrupados: Mostajo, Oquendo, J. Alberto Cuentas Z. Dante Nava, etc. Rompían esquemas a su estilo e imagen, dejando de lado las formas poéticas europeas. Eran más libres. El poeta Mostajo dirá:

Estoy de viaje
cargando sobre mis hombros
al mendigo de la noche.

O en este otro:

Oigo sus campanadas
mientras la rueda de mis nervios
araña la escalera de los siglos.

Da la impresión de que Mostajo Hubiera leído intensamente a Vallejo, pero, no. No conoció a César Vallejo Mendoza. Conoció más bien, al Cantor de América, José Santos Chocano, a ese que exclamaba: Si Walt Whitman tiene el norte, en cambio, yo tengo el sur.

El poeta Ayala nos dice que “Mostajo vivió entre la ciudad y el campo, en Chapa, Capachica y Puno. Su poesía traduce el mundo rural y sus apasionadas lecturas de astronomía y filosofía”. (p.27). El problema radica en que yo no encuentro esa interacción entre las culturas que se dan en el medio rural o citadino. Revisé los poemas y pude encontrar algo cercano a mi búsqueda:

Un siniestro labrador
ha pasado tres veces
su arado sobre mi corazón.

Son versos que no expresan los propósitos de mi enfoque. En todo caso, ¿cómo se da la alteridad en esa época? Rolena Adorno nos dice que la alteridad es una creación que permite establecer y fijar las fronteras de la identidad.

Leamos otro de sus poemas:

Una mano infinita
abre los candados de mi alma.
salgo a pasear. Miro
y escucho por todos los lados.

Telepatía veloz de mi pasado.
Alguien murmura y cita
mi nombre en la lejanía.

Está demás. Venzo mi soledad
con el grito de mi alegría
desecho en ánforas musicales.
ya la tarde muere ensangrentada
bajo la huella de mis ojos.

Sobre el eje del silencio
hago la pirámide
invisible de mis canciones.

Si leemos los poemas de Alejandro Peralta o los de Luis de Rodrigo encontraremos la diferencia que buscamos. Esa diferencia marcará el contenido ideológico. Pero un lector avezado preguntará: ¿cuál es la construcción cultural de Alberto Mostajo? Ayala nos dice: No tenemos sus libros que la prensa anuncia: Cosmos y Canción Infinita, de ser así, es casi imposible esa reconstrucción, de ahí que sentaremos nuestra posición con cierta cautela. Pero sabemos también que es hijo de hacendados, que estuvo cerca de la Tea y al Boletín Titikaka, que fue amigo de los integrantes del Grupo Orkopata y que Mostajo publicó su poesía cuando el Grupo Orkopata se hallaba en la cresta de su apogeo. Fue, en todo caso, un libre pensador, que no se sujetó a ningún grupo, escuela o doctrina. Su preocupación fue el hombre en el cosmos. Le importó mucho el ser humano, En ese sentido, coincidió con Vallejo.

Ayala nos dice que “Cosmos no se aparece a ninguno de los libros que circularon en el Perú hacia 1925. Contiene una poesía cósmica, astral, con una visión filosófica, escrita con un estilo propio que exigía a la vez otra clase de lectores”. (p.30). En cuanto a Canción Infinita: “Este libro representa y traduce la vocación, la poesía y la formación literaria de Alberto Mostajo. Transmite sus lecturas, preocupaciones estéticas, corrientes literarias que conocía y sus originales juicios históricos. Hay una idea que el poeta permanentemente esgrime: escribir desde América como americanos. Revisa el panorama y tiempo literario que le tocó vivir para asumir una actividad pedagógica: Los poetas americanos deben emanciparse de los poetas europeos”. (p.31)

Posiblemente en RAYOS X, libro que no llegó a editarse habríamos encontrado el meollo de su concepción literaria. “Alberto Mostajo usa la denominación Rayos X para auscultar el ser interior del ser humano, no le interesa la apariencia sino el sustrato, el alma, el yo íntimo, el cúmulo de vivencias, tramas y sueños. Cada uno de sus textos es un viaje a la vida interior del ser humano, no se fija ni descubre el paisaje exterior, la realidad circundante, sino la persona que ama, sufre, llora y todos los días muere un poco.”(p.36)

Si cada generación escribe su propia historia, creo que el poeta Alberto Mostajo contribuyó a su propia historia. Como se dijo alguna vez, hemos existido en la poesía antes que en la realidad histórica: antes de ser nos nombraron. Y parafraseando a Ricardo Rojas, revela el coeficiente de una tierra, un hombre, un idioma y una cultura.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Ayala, José Luis: Alberto Mostajo, Delirio y tragedia de un poeta vanguardista y metafísico. Ed. Arteidea. Lima, 2009.
2. Estrella Gutiérrez, Fermín: Literatura española. Kapelusz. Buenos Aires. 1965.
3. 5 Siglos de Literatura Argentina. Proyecto y coordinación de Julio C. Díaz Usandivaras. Ed. Corregidor. Buenos Aires, 1993.
4. Moncloa, Francisco: César Vallejo, Obra Poética Completa. Lima, 1968.
5. Revista de Crítica Literaria Latinoamericana. Nro. 28. Director: Antonio Cornejo Polar. Lima, 1988.





PROFETA

Al poeta Gamaliel Churata

Encendido de auroras
marcha triunfante
sobre el Mundo enfurecido...
Su canción, escencia de canciones,
estremece la cara de los siglos .
Crisol de creaciones
en el ¿infierno? Ascendente de la Vida,
sembrador de eterna cosecha.
Brújula de tempestades taladrando
el Cielo encendido de estrellas.

Faro infinito de las voces
luminosas de la tierra...

(Del libro "Cosmos", Puno 1920)








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PRITHWINDRA MUKHERJEE [19.909]

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PRITHWINDRA MUKHERJEE

Prithwindra Mukherjee (nacido en 1936) se retiró en 2003 de una carrera como investigador en el Departamento de Ciencias Humanas y Sociales (Etnomusicología) del Centro Nacional Francés de Investigación Científica en París. Es autor de varios libros y otras publicaciones sobre diversos temas.

Prithwindra nació en Calcuta, India, en 1936, y fue educado en la Escuela Sri Aurobindo Ashram (en la actualidad, el Centro Internacional Sri Aurobindo de Educación) en Pondicherry. Es nieto del revolucionario bengalí Jatindranath Mukherjee (Bagha Jatin).

Vida profesional y académica 

Prithwindra comenzó su vida laboral como profesor de idiomas bengalí, francés e inglés y literatura en Pondicherry. Fue mencionado por los manuales y antologías de Sahitya Akademi (Nueva Delhi) como poeta antes de cumplir los 20 años. Como especialista en lengua y literatura francesa, tradujo obras de autores franceses como Albert Camus, Saint-John Perse, Y René Char directamente de sus originales.

Se trasladó a París con una beca del gobierno francés (1966-1970). Preparó y defendió una tesis sobre Sri Aurobindo en la Sorbona. Posteriormente se desempeñó como conferenciante sobre la civilización y la filosofía de la India, productor de varias obras de radio sobre la cultura y la música india de Radio Francia, y también fue periodista libre para la prensa india y francesa. Su próxima tesis doctoral fue supervisada por Raymond Aron en la Universidad París IV, en la fase pre- gandhiana de la lucha de la India por la libertad. Su tesis discutió este movimiento de 1893 a 1918 y sus raíces espirituales.

En 1977, invitado por los Archivos Nacionales de la India por la Comisión de Registros Históricos, presentó un artículo sobre Jatindra Nath Mukherjee y la Conspiración Indo-Alemana en presencia de personalidades como Arthur L. Basham y el Profesor S. Nurul Hasan. La contribución original de Prithwindra en esta área ha sido reconocida por el Profesor Amales Tripathi, Bhupendrakumar Datta, el Dr. Jadugopal Mukhopadhyay, el Dr. MN Das (Universidad de Utkal), el Profesor AC Bose, Samaren Roy, Bhupati Majumdar, Basudha Chakravarty. Muchos de sus trabajos sobre el tema han sido traducidos a las principales lenguas indias.

Desde su llegada a París, durante varios años, e invitado por la revista literaria Desh de Calcuta, publicó sus impresiones sobre la vida parisina (cartas parisinas , así como varias obras de portada como Jatin Mukherjee alias Bagha Jatin, MN Roy, Tarak Nath Das, Dhan Gopal Mukerji, el revolucionario francés y sobre la intelectualidad bengalí y la poesía y danza del kîrtana (en el que también ha producido un documental).

Él fue a los EEUU como erudito Fulbright y descubrió, especialmente en los papeles de Wilson, las cuentas de los archivos que cubrían a los revolucionarios indios. Al regresar a Francia en 1981, ingresó en el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia. También fue miembro fundador de la Asociación de Traductores Literarios de Francia. Se retiró hace unos años. Ha publicado tanto en bengalí como en francés. Una de sus contribuciones más recientes es una película documental sobre los pilares musicales en los templos del sur de la India (CNRS-Audiovisual, París).

Desde 1981, Prithwindra Mukherjee se unió al LACITO del CNRS (Departamento de Etnomusicología) trabajando en un amplio estudio cognitivo de las escalas de la música norte y sur de la India.

El eminente autor Jacques Attali en su biografía francesa de Gandhi (Fayard, 2007) menciona su deuda con PM por haber revisado los manuscritos y haber colaborado activamente. Más tarde Attali ha calificado a Prithwindra Mukherjee como "el hombre del Renacimiento Franco-Indio".

El 1 de enero de 2009, el Ministro de Cultura de Francia nombró a Prithwindra Mukherjee al rango de caballero de la Orden de las Artes y las Letras. La Academia Francesa (Belles Lettres) seleccionó a Prithwindra Mukherjee para su Premio Hirayama 2014. El 1 de enero de 2015, el Primer Ministro francés, solicitado por el Ministro de Educación, nombró a Prithwindra Mukherjee al rango de caballero de la orden de Palmes Académicos (Academic Laurels).

Bibliografía seleccionada 

Danse cosmique – (trilingual collection of selected poems, published on the occasion of the creation of Correspondances for soprano and orchestra ( Dawn Upshaw with the Berliner Philharmoniker , conducted by Sir Simon Rattle ) by the senior French composer Henri Dutilleux : it contains as the first movement PM's 'Danse cosmique', in homage to Shiva Nataraja; Foreword by Jean Biès , éd. Le Décaèdre/ Findakly, 2003
Sri Aurobindo , 'Biographies', Desclée de Brouwer, 2000
Nandî le Fou et autres nouvelles de Banaphul . Selection of texts, translation, introduction and notes. Gallimard, 1994.
Anthologie de la poésie bengalie , choix de textes, traduction, introduction et notes, 1991. 301p. Repr. in pocket book, 1992, L'Harmattan.
Les écrits bengalis de Sri Aurobindo . Foreword by Olivier LACOMBE of the French Academy. Dervy-Livres, 1986.
Chants bâuls, les Fous de l'Absolu , selection of texts, translation in French and English, introduction, notes on esoteric symbols. éd. Findakly/ Ministry of Culture, 1985.
Maître Camkara, discours sur le bouddhisme , éd. Trédaniel, 1985
Le sâmkhya, essai philosophique. Foreword by Professor Guy BUGAULT (University Paris IV). Epi/DDB, 1983.
Serpent de flammes , poèmes. Foreword G. MOURGUE. éd. Estienne, 1981
Chants Caryâ, a collection of Bengali sahaj-yâna texts, with introduction and notes, Le Calligraphe, Paris, 1981
Poèmes du Bangladesh , a selection of poems, Publications Orientalistes de France, Paris, 1975 (with LP containing some poems recited by Madeleine Renaud, Jean-Louis Barrault and PM)
Thât/Mélakartâ : The Fundamental Scales in Indian Music of the North and the South , Indira Gandhi National Centre for the Arts, New Delhi, 2004; foreword by Pandit Ravi Shankar
Prasanga bâul: kichhu durbhâvanâ ('About the Bâuls : Some Questions') in Ebong mushâyérâ , Kolkâtâ
Sri aurobindo ki samasâmayik ? ('Is Sri Aurobindo our contemporary ?') in Vasudhârâ , Kolkâtâ,
Sri Aurobindo (biography), Sri Aurobindo Institute of Culture , Kolkâtâ, 2003 [Sri Aurobindo Award]
Cognitive Prototypes in Râgas of Indian Music .in Proceedings of the XVth International Congress of Linguists , Palais de Congress, 1997, Elsevier Science, Oxford, 1998
"Rabindranâth Tagore" in Les Prix Nobel de Littérature , éd. L'Alhambra, Paris, 1992, pp. 185–191.
" Rabindranath Tagore " in Encyclopédie Universalis (several editions since 1982)
"Rabindranath Tagore" in Dictionnaire des littératures , Presses Universitaires de France, Paris
Vishvéra chokhé Rabindranath , tributes to the Poet, Rupa & Co, Calcutta, 1991
Undying Courage : Biography of Jatindranath Mukherjee (one of the founders of the Freedom Movement in India), Academic Publishers, Calcutta, 1992
Sâdhak biplabi jatîndranâth : a comprehensive biography of Jatindranath Mukherjee, West Bengal Board of Books, Calcutta, 1991
Bâghâ Jatîn , an abridged biography, Dey's Publishing, Calcutta, 4th Edition.
Mélakartâ , Mukherjee, Prithwindra (auteur), Préface de Ravi Shankar, Editions Publibook Université, 2010, ISBN 978-2-7483-5235-1
Les racines intellectuelles du mouvement d'indépendance de l'Inde (1893–1918) , Préface de Jacques Attali, Editions Codex, 2010


LA DANZA CÓSMICA
Llamas, llamas que invaden el cielo,
¿Quién eres tú, oh danzante, en el olvido del mundo?            
Tus pasos y tus gestos deshacen tus trenzas.
Tiemblan los planetas y la tierra bajo tus pies.
Llamas, llamas que invaden la tierra,
Llamas de diluvio penetran todos los corazones,
Rozando las ondas del océano las noches
Truenos se escuchan a ritmo de relámpagos.

Llamas, llamas en abismos subterráneos,
Botones de tornasol abren sus pétalos,
Esqueletos del pasado en la caricia del fuego
Engendran las almas de una nueva creación.

Llamas, llamas en el corazón del Hombre,
¿Quién eres tú, oh  Bardo celestial, que cantas el Porvenir?

[Traduit par la famille Montesinos de Lima : 
Alfonso, Ling, Sebastian, Patricia, Alfonsito y Raul.] 




SIX  POEMS BY 
PRITHWINDRA MUKHERJEE
©Prithwindra Mukherjee 2017



1- ARABESQUE

L’océan est franchissable. Les mouettes reviennent, ailes
Blanches de la trace du sel, en vierge recueillement de vêpres.
Vers minuit, attisant les bûchers funéraires, 
L’on claquait des crânes contre les encensoirs…

Plus de rêves : je sens qu’à la septième vallée
La rosée va se dessécher avec le réveil des champs…
Si la nuit des prières goûtant à la grenade solaire
S’éteignait sur sa tige, bougeoir planté dans l’enfer ?

Plus de flûtes : que les bergers  à travers la forêt de lierre
Reviennent après leur conquête  de Kâlîya  …
Arjuna  voudra-t-il bénir de semence 
Le ventre d’Ulupî  pour un nouveau périple ?

Dans un gouffre lointain, par-delà les sommets,
Les épaules voûtées et les paupières lourdes,
Vishvakarmâ  coule l’or pour l’amphore céleste :
Respectons le brouillard, de peur que l’embryon ne meurt !

Danse cosmique
Le Décaèdre/ Findakly, 2003




2- C’EST QUOI,  LA POÉSIE ?

Il y a bientôt cinquante ans. Nous étions une bande d’amis, hommes et femmes - jeunes peintres, poètes, comédiens, avocats – assis sur la plage encore sauvage de Torvaianica, près de Rome.

Rompant le silence qui précède le coucher du soleil, Rufus l’Américain - qui connaissait Ezra Pound - me demanda : « Qu’en dis-tu ? »

Je contemplais le profond cercle d’or oranger à l’horizon.

Je murmurai : « Un œil-de-bœuf… Par là, un monde de toute beauté, de toute félicité et  de toute bonté … qui cherche à nous joindre. »

Et j’ajoutais : « C’est ça, l’essence de la poésie. »

Le lendemain, Rufus envoya un poème à Ezra Pound : L’essence de la poésie. Selon Prithwindra.

Fidhy Infos, Paris, n°43, p. 27   



3- SHE IN OUR NETHER WORLD

O child of grace and love immaculate
Whose eyes aspire for purer farther skies,
Here where Judas laughs while Jesus dies –
You have come, assumed the iron yoke of fate
And suffer envy’s slash and have for mate
Brute-life that knows not flames, can never rise
To see what marvels and what God-surprise
Exist beyond its haggard crofter’s gate :
Your priceless heart no crofter ever bought
Save He whose kingdom is your heart, sublime,
Whose distant gleams we gather when in thought
We cross the crystal peaks of Space and Time :
Myself in yoke, I came to know your gaze
That speaks of Moon-deep nights and Sun-vast days.

© A Rose-bud’s Song, Pondicherry, 1959



4- CERTITUDE

Early June. The evening sad with rain.
A whistle splits the cloudy sky in two.
The engine hisses.- Good bye ! round the train :
The platform bustling. I am looking for you.

And slow the train moves : windows... tearful eyes...
Sadder waiving... last glimpse.- Aren’t you there ?
The train is gone. Its distant uproar dies.
The sky is one. The clouds are one. Despair.

Aren’t you there ? All gone ? Gone with the train ?
This train, this sky, this platform - aren’t you there ?
Aren’t you the clouds ? the tearful eyes ? the rain ?
-« I am this night ; I am the coming day. »

Mother India
Pondicherry, August 1958, p67


                          
5- Identité: Shiva

Vaste comme le ciel et solitaire, je siège
Par-dessus la terre, ce calice renversé,
Mes boucles comme le Gange flamboyant à l’aurore
S’éloignent par-delà l’horizon du temps.

Un coup d’œil intérieur embrassant les planètes
Isolées, au regard du soleil je demeure
Silencieux, les parfums exaltant mes veines
Envahissent les mondes en sanctification.

Tout ce qui fut, ce qui est, ce qui sera,
S’enflamme sur la pointe des langues de mon trident
Et déverse le long des abîmes de la vie
Ruisseaux dont les sources restent voisines des aires.

Traversant l’océan de l’obscurité figée
Le cygne de mon âme nage, radieux et sûr,
L’hydre qui frémit à la vue des becs tranchants,
Au soleil offrira en hommage son sang...

Les hymnes de création, embryons de soleil,
S’échappent aux révélateurs accents de ma voix...
Désireux de s’emparer des univers nouveaux,
Eux, courroux d’Indra en fusée de foudre.

© Le serpent de flammes, Paris, 1979 



6- VÊPRES D’ETE, Á PARIS

Quais de béton. Ailes lourdes, les mouettes guettent les poissons.
Sous la nappe de pétrole tremble l’eau. La Seine est lasse –
Tout comme cet ouvrier algérien au marteau piqueur –
 De gratter le ventre du Pont de l’Alma. La marche à cette heure 

Ressemble à un arrêt. Calme dans ce quartier de bureaux :
Après la cantine, répit pour un expresso très serré,
Quelques fragments d’évasion… Rêves de dactylos
D’un chez soi, tandis que le macadam regorge de jeunes sans semence.

Marée de la conscience derrière les vitres d’habitudes :
Fretins rouges parmi les algues qui serpentent en désirs refoulés,
Bronzés par l’infrarouge de souvenirs, que de va-et-vient, 
Que de coups de becs parmi les coquillages et coraux,
Bulles d’air figées dans les filets d’une romance…
Fin de vêpres au son d’une cloche. Les bétonneuses redémarrent.

© Le serpent de flammes, Paris, 1979 



7- POUR TOUTE ÉTERNITÉ

Pour toute éternité, mon Amour, devant Toi je demeure,
Le cœur ne connaît pas de paysage plus cher
À décrire. Le regard n’a contemplé rien de plus heureux.
En Ta présence s’évanoui toute imperfection. 

Bénis mes yeux qui peuvent enfin rencontrer Tes yeux,
Bénis mes pieds qui se posent en face de Tes pieds,
Ô destin bienheureux, mon front un hiéroglyphe doré,
Je vis cette époque de Ta venue, privilège divin.

Tu as érigé la montée, grâce à Ta puissance céleste,
Tu as fécondé mes heures terrestres 
avec une splendeur de brillants,
Tu as marié mon globe à un océan de lumière,
Sur cette terre s’épanouissent les fleurs de paradis.

Pour toujours, ô Maître, devant Toi que je puisse demeurer, 
En Toi que je puisse découvrir mon véritable Moi.

© Le serpent de flammes, Paris, 1979

*




Dr Prithwindra MUKHERJEE
Scholar in Indian Studies (Hon.)
Sri Aurobindo Award (2003)
Chevalier Arts et Lettres (2009)*Chevalier Palmes Académiques (2015)
Hirayama Award 2014 of the French Academy
75020 Parise-mail: 
prithwin.mukherjee@gmail.com 

A Fernando Sabido Sánchez
Paris, 15 January 2017 

Dear Fernando,

Maybe you prefer to write in English ? Thank you a good deal for your kind reply. First let  me explain the transformation that my name has undergone. 

Originally I sign my writings in Bengali with my full name: Prithwindranath Mukhopadhyaya. For other purposes I simply write Prithwindra Mukherjee; my friends call me Prithwin or, even, Prith.

I am enclosing the poem which was set to music by Henri Dutilleux, and the translations of the poems in other languages. With your permission I would like to send you some other poems which represent more faithfully my poetic aspiration.

You will notice through the accompanying photos, the evolution of my personality down the decades. Now I have scored eighty years; I am father of two daughters and one son; grandfather of a young Leo who is running twelve.

I shall wait for your reply.
Kind regards.
Yours sincerely

Prithwindra


DANSE COSMIQUE

De Prithwindra Mukherjee
*Recueil de poèmes (trilingue)
Editions Findakly-France, ‘Décaèdre’, 2003

*En 1970, Prithwindra Mukherjee était le plus jeune des poètes représentés dans l’anthologie de V.K. Gokak, publiée par l’Académie des Lettres (New Delhi). 

*Avant 1966, il a enseigné langues et littératures en Inde. Où, il a fait connaître la littérature française (en particulier, Saint-John Perse, René Char, Albert Camus entre autres). En France depuis 1966, il a traduit en français plusieurs auteurs bengalis (Unesco/ Gallimard, Payot). Son recueil des chants bengalis nommés CARYÂ (1981) est retenu par Bernard Pivot dans La Bibliothèque idéale. Il est auteur d’une anthologie en français de mille ans de la poésie bengalie. Pour fêter le centenaire du Prix Nobel décerné à Rabindranath Tagore, en 2013, il a publié une anthologie trilingue avec 108 poèmes de Tagore. Plusieurs de ses propres poèmes ont été mis en musique tant par lui-même que par des compositeurs célèbres en Inde et en Europe.

*Volontiers Prithwindra Mukherjee pratique un langage décalé pour mieux exprimer certaines expériences du moi profond.

*Pluridisciplinaire, Mukherjee a mené à bien une étude cognitive des échelles de la musique indienne au département d’ethnomusicologie du CNRS-Paris (1981-2003) : le préfacier, Pandit Ravi Shankar, l’a qualifiée de « monumentale ». 

*Sa thèse pour le Doctorat d’Etat  sur le mouvement d’indépendance pré-gandhien de l’Inde (1893-1918) était  dirigée par Raymond ARON (Université Paris IV) ; préfacée par Jacques Attali, elle lui a valu une renommée de spécialiste. Auteur d’environ 60 ouvrages, plus de 300 articles et communications,  douze  33t et CD.

[« Danse cosmique » by Prithwindra Mukherjee in Bengali from his trilingual collection publishedf by Findakly – France, 2003]


Danse cosmique

Des flammes, des flammes qui envahissent le ciel,
Qui es-tu, ô danseur, dans l’oubli du monde?
Tes pas et tes gestes font dénouer tes tresses,
Tremblent les planètes et la terre sous tes pieds.

Des flammes, des flammes qui envahissent la terre,
Des flammes de déluge pénétrant tous les cœurs,
Effleurant les ondes de l’océan des nuits,
Des foudres se font entendre au rythme des éclairs.

Des flammes, des flammes dans les gouffres souterrains,
Des bourgeons de tournesol ouvrent leurs pétales,
Des squelettes du passé dans la caresse du feu
Engendrent les âmes d’une création nouvelle.

Des flammes, des flammes dans le coeur de l’homme,
Qui es-tu, ô barde céleste, qui chantes l’avenir?

[En 2003, Henri Dutilleux mit en musique ce poème comme ouverture à  CORRESPONDANCES, son opus pour voix (Dawn Upshaw) et orchestre (Philharmoniker de Berlin, dirigé par Sir Simon Rattle) ; ce poème fut suivi de courts textes d’Alexandre Soljenitsyne, de Rilke et de Van Gogh. L’œuvre continue à être programmé dans les prestigieuses salles de concert du monde et, par ce biais, le poème de Prithwindra Mukherjee est traduit en une douzaine de langues.  Un CD a été publié par   Deutsche Grammophon, 00289 479 1180, (P) 2013]



THE COSMIC DANCE

Flames, o Flames that invade the sky,
Who are you, o Dancer in oblivion of the world  ?
Your steps and your gestures undo your locks,
The earth and the planets all tremble under your feet. 

Flames, o Flames that invade the earth,
Flames like a deluge rush inside hearts,
Teasing the waves of a nocturnal ocean 
Thunders peal in a lightning rhythm.

Flames, o Flames inside abysmal caverns
Where buds of sun-flower keep on blooming, 
Skeletons of the past,  caressed by fire
Start souls invoking a new creation.

Flames, o Flames inside the heart of Man :
Who are you, o heavenly Bard, voicing Tomorrow ?

[Authorised translation by the poet, from Danse cosmique]


Danza cosmica

Fiamme, fiamme che invadono il cielo,
chi sei tu che danzi nell’oblio del mondo?
I tuoi passi e i tuoi gesti ti sciolgono le trecce,
tremano i pianeti e la terra sotto i tuoi piedi.

Fiamme, fiamme che invadono la terra,
fiamme di diluvio che penetrano i cuori,
sfiorano le onde dell’oceano nelle notti,
fulmini si sentono al ritmo di lampi.

Fiamme, fiamme in vortici sotterranei,
germogli di girasole aprono i loro petali,
scheletri del passato nella carezza del fuoco
generano anime d’una nuova creazione.

Fiamme, fiamme nel cuore dell’uomo,
chi sei tu, o bardo celeste, che canti l’avvenire?

[Traduit par Livio Aragona
martedì 6 settembre 2005 * Chiesa di San Filippo
Omaggio a Henri Dutilleux]


Der kosmiche Tanz

Flammen, Flammen, die bis in dem Himmel langen.
Wer bist Du, oh Tänzer in der Vergessenheit der Welt?
Deine Schritte und Gesten locker Deine Zöpfe,
Es beben die Planeten une die Erde unter Deinen Füßen.

Flammen, Flammen sich auf die Erde ergießend,
Flammen der Sintflut, alle Herzen  umschließend
Bein Ritt auf den Wellen des Ozeans der Nacht,
Donnerschläge ertönen im Nachklang der Blitze.

Flammen, Flammen in unterirdischen Tiefen
Öffnen Sonnenblumen leise ihre Blüten,
Gebeine von einst, vom Feuer liebkost,
Zeugen die Seelen einer neuen Schöpfung.

Flammen, Flammen in der Herzen der Menschen.
Wer bist Du, oh himmlischer Barde, der die Zukunft besingt ?

© Siegrun Barat, Paris, pour la traduction allemande 



LA DANZA CÓSMICA
Llamas, llamas que invaden el cielo,
¿Quién eres tú, oh danzante, en el olvido del mundo?            
Tus pasos y tus gestos deshacen tus trenzas.
Tiemblan los planetas y la tierra bajo tus pies.
Llamas, llamas que invaden la tierra,
Llamas de diluvio penetran todos los corazones,
Rozando las ondas del océano las noches
Truenos se escuchan a ritmo de relámpagos.

Llamas, llamas en abismos subterráneos,
Botones de tornasol abren sus pétalos,
Esqueletos del pasado en la caricia del fuego
Engendran las almas de una nueva creación.

Llamas, llamas en el corazón del Hombre,
¿Quién eres tú, oh  Bardo celestial, que cantas el Porvenir?

 [Traduit par la famille Montesinos de Lima : 
Alfonso, Ling, Sebastian, Patricia, Alfonsito y Raul.] 


KOSMISCHE DANS

Vlammen, vlammen die de hemel bestormen,
Wie ben jij, o Danser, in de vergetelheid van de wereld ?
Jouw stappen en gebaren maken je vlechten los,
De planeten en de aarde beven onder je voeten.
Vlammen, vlammen die de aarde bestormen,
Vlammen van zondvloed die alle harten binnendringen,
Licht rakend de golven van de oceaan der nachten
Donderslagen laten zich horen in het ritme van de bliksem.
Vlammen, vlammen in de onderaardse kloven,
Zonnenbloemknoppen openen hun blaadjes,
Skeletten uit het verleden in de sterling van het vuur
Verwekken de zielen van een nieuwe schepping.
Vlammen, vlammen in het hart van de mens,
Wie ben jij, o hemelse bard, die de toekomst bezingt ?

[Vertaling Michel Khalifa. ZaterdagMatinee 43e seizoen/ 21 februari 2004 : Henri Dutilleux :Correspondances (2002-03), Nederlandse premiere]    



Kosminen tanssi

Liekit, liekit, jotka valloittavat taivaan,
kuka olet, oi, sinä tanssija, jonka maailma on unohtanut?
Askeleesi ja liikkeesi saavat palmikkosi purkautumaan hajalleen,
planeetat ja maa vapisevat jalkojesi alla.

Liekit, liekit, jotka valloittavat maan,
Liekkimerien tulvat tunkeutuvat sydämiin,
öisen meren aaltoja pyyhkien
salamat räiskähtelevät välähdysten tahdissa.

Liekit, liekit, jotka maanalaisten onkaloiden 
pohjattomissa syvyyksissä avaavat auringonkukkien terälehdet,
menneisyyden luurangot tulen syleilyssä
synnyttävät uutta luovia henkiä.

Liekit, liekit ihmissydämissä,
kuka olet, oi, sinä taivainen runoilija, joka laulat tulevaisuudesta?

Traduction Finnoise © Sirkka-Liisa Lindberg (2005)



Ⅱ 宇宙的舞踏

(プリトウィンドラ・ムカルジ)
ほのお
、焔が天を衝
く、
汝は誰ぞ、この世知
らじと踊るもの。
足振り、手振り、髪振り乱し、
遊星
ほし
と大地を足下
あしげ
に揺らす。
焔、焔が大地を燃やし
焔溢
あふ
れて、八紘
はっこう
覆い、
夜陰
やいん
の海原
うなばら
、焔が舐
める
いかずち
とどろ
く、閃光
ひかり
に合わし。
焔、焔が深淵
ふち
に燃え、
向日葵
ひまわり
つぼ
みて、その花開
ひら
き、
過去の組成
つくり
は炎に揺られ
新たな創造、担う魂
たましい
誕生す。
焔、焔が人心
こころ
に燃えて、
汝は誰ぞ、来
きた
る日
ぎん

[« Danse cosmique » by Prithwindra Mukherjee in Japanese translation for the NHK Programme, playing Correspondances  by Henri Dutilleux on 28 June 2011]






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PASSIONARIA STOICESCU [19.910]

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Passionaria Stoicescu   

Passionaria Stoicescu, nació el 30 de abril 1946, en Bucarest, Rumanía. Poeta, novelista, escritora de la literatura infantil, traductora, miembro de la Unión de Escritores de Rumania (1976), sección Poesía. Graduada en la Escuela pedagógica Buzau (1961-1965), se graduó en la Facultad de Filología de la Universidad de Bucarest (1965-1970). En 1996 recibió de la Unión de Escritores de Rumania, por literatura infantil el Premio Micului Cititor (1985, Bucureşti, 1996, Deva, 2003, Bucureşti, 2013, Deva), Premio Asociación UNESCO "Iulia Hasdeu" (2002), Premio del Sindicato de Escritores Bucarest (2008), traducción de literatura extranjera, certificado de mérito otorgado por la Unión de Escritores de Rumania, Asociación de Escritores de Bucarest, a la edad de 65 años, a un gran trabajo en la promoción de la literatura rumana durante varias décadas y el valor reconocido a su obra (2011, Bucarest), Rumanía Premio Unión de Escritores de literatura para niños, Bucarest, 2014). 

Participó en eventos internacionales representando a Rumania con un stand en la Feria del Libro Infantil Internacional, Bolonia, Italia (2011). Ha publicado 19 libros de poesía, prosa 8, de literatura infantil 41.



El lago y la piedra

La soledad
lago de aguas muertas
se acurrucó rugiendo lejos.

Tú eres la piedra
que cayó con ruido sordo;

Pero -porque te amo-
no puedo
evitar ahogarte...

Traducción Gabriela Căluțiu Sonnenberg – Rafael Carcelén




Lacul şi piatra  

Singurătatea,  
lac cu ape moarte  
s-a încreţit vuind până departe. 

Eşti piatra  
şi-ai căzut cu pocnet sec; 

nu pot  
- din drag - 
decât să te înec...




COPILUL ŞI ÎNGERUL

‑ Ce ţi‑ai dori?
‑ La Poli să râdă vara!
‑ Şi încă?
‑ Ploaie multă în Sahara!
‑ Dar pentru tine
ce‑ai vrea să‑mplinesc?
‑ Să văd prin oameni
ce simt şi gândesc!
‑ Copilule, ce vis nebun ai tu!
Poate va fi cândva, dar acum, nu!




DE DRAGOSTE

Sunt mândră să‑i semăn lui Rilke
cel ce a scris cândva
un simplu şi tragic bilet:
îTe iubesc, dar asta nu e defel
treaba ta!”




ECRANE

Plecaseşi părăsind corabia,
puntea ei de viaţă prea scundă,
preferând depărtarea
apropierii care scufundă...

Totul era nepregătit ca‑n fiecare an,
inundaţiile se revărsau din ecran,
doar mocirlă şi viitură...
Am închis televizorul cu ură
şi m‑am instalat la calculator;
mail‑ul apărut era promiţător:
„Goleşte‑ţi creierul!”, aşa poruncea,
dar despre inimă nu pomenea...

Norii, stând să cadă, afişau averse,
gata să se reverse
măcar pentru o spălare pe dinafară,
o abluţiune subţire,
fiindcă pe uşa blocului
de la „Apa Nova”, ultima ştire
avertiza o nouă „ţeapă”:
„Scuze!
Întrerupem alimentarea cu apă!”

Timpul, chiar timpul se uscase
ciudat...
Măcar glasul tău să‑mi fi picurat
drăgăstos în auz,
dar totul era confuz ...
În locul neştiut şi departe
te‑am sunat ca din moarte,
te‑am chemat ca din ceaţă,
în însingurata ta viaţă,
în şi mai însingurata mea rătăcire;
dar pe ecran diabolic apărea:
„Indisponibil în reţea...
Fără acoperire...”




MICROPOEM

Copilărie –
Întrebi? Ce bucurie!

Bătrâneţe –
Răspunzi? Câtă tristeţe!




SOMNUL

El izvorăşte ciudat
din muntele ce creşte
vrăjitoreşte
înapoia ochiului minţii –
se bucură demonii,
se întristează sfinţii
când prin prundişul de vată
incolor şi mut saltă…
De fapt se albăstreşte fără să ştii,
se‑nvolburează în vinete câmpii,
trece în roşu aprins
de la sângele unui monstru ucis
sau al unui duşman neprins
ce patrulează pe maluri…

Duce în valuri morţi şi vii,
îmbrăcaţi sau nuzi –
strigi, strigi, dar nu te auzi,
ba chiar zboară propria ta făptură
plutind
la picior cu pietre de moară…

La acest zănatic zbor
nu ştiu cum eşti propriul tău
spectator,
cazi şi te ridici din valuri
plin de cea mai îndurerată iubire
sau de cea mai izbăvitoare ură,
de fapt patinezi pe un gheţar
negru de zgură
şi dârdâi în jăraticul unui rug,
cineva te culcă în casa năruită
a copilăriei
şi te trezeşte în viitorul tău coşciug…

Somnul (cu visul) le poate
pe toate
şi se face că apa lui seacă
de la un miros, un sunet,
o pernă căzută pe jos,
o bruscă rază:
halei‑hap, lumea se reaşază,
realul s‑a instalat,
s‑a răsucit îacolo” în îaici”…
Te freci la ochi
rămas în aşteptare
prizonierul unor somnuri mici
până la somnul cel mare…




ATINGEREA

Aceea dintâi
a fost de lumină
repovestită în Capela Sixtină
şi‑abia târziu proverbul
„Îi dai un deget, el îţi ia o mână”
a‑ngăduit atingerea păgână...

După ieşirea din tainiţa smârcului
a urmat boaba sfârcului
cu petala gurii
în toată grădina nemăsurii;
„rai” s‑a întors pe dos
sub păcatul de jar
şi‑a rămas „iar”
iar şi iar bun de ucis, de furat,
de păcătuit, de trădat...
Şi totuşi
la început a fost atingerea,
mirungerea,
împărtăşirea din sfinţenie
cu lumină...
Azi toate‑au căzut în sluţenie,
în asumată vină
de atingere devălmaşă
de butoane,
de celuloiduri de telefoane,
de false ecrane,
cu false săruturi în siliconatul bot
pentru raptul lui „nimic”,
metafora contemporană a lui ”tot”...

Lumina s‑a retras ruşinată în noapte
nimeni nu mai are răbdare,
se culeg crudăciunile
în chip de fructe coapte,
se trece pe roşu în grabă
şi ne aflăm întruna în treabă
fără vreo treabă,
morfolind la vedere şi nespălând
rufele noastre murdare,
pielea aceasta de rând

Lumina care venea de la răsărit
s‑a mânjit,
iar cea care venea de la apus
e prea sus...
Lumina Lumină
e de neajuns...

Cineva sună la sonerie
întrerupându‑mă din reverie,
din poemul ca o atingere
sfântă până la stingere;
totul în mine e‑nchis,
întunecat, de nescris,
doar vocea din interfon mă
loveşte senină:
„Deschideţi! Sunt cu factura
de la lumină!”




POEM NETERMINAT

Ştire de ultimă oră:
„În craterul unui vulcan activ
seismologii au descifrat un chip
zâmbitor...”
Sunt şi cercetători
care îşi fac serios treaba sub soare!
Ceilalţi n‑au timp sau nu vor
să caute alte surâsuri,
ca să nu se întrebe firesc
din ce pricină feţe,
suflete nu mai zâmbesc...
Gropi se cască aiurea
ca hâde guri de iad,
zâmbete, veselie scad,
iar atentatele n‑au hotar...
Dumnezeu obosit îşi vâră
degetele‑n urechi
plictisit să audă „Alahu akbar”!





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SOLEDAD MUÑOZ [19.911]

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SOLEDAD MUÑOZ

Soledad Muñoz (Mendoza, Argentina  1979) trabaja como docente y empleada de comercio. Ha participado en diversos recitales de poesía. Publicó “Movimientos” (2013), “Veinte y una Velocidades” (Proyecto editorial Itinerante / Mar Adentro, 2014), y participó de la antología “Lo oscuro trabaja” (Carbónico Ediciones, 2015).


Mi cuerpo nómade es atravesado
por todos los sonidos de la música.
Me muevo lento
Me limpio
Me sumerjo en el útero de la tierra
para nacer nuevamente mujer.

El sueño fue  un acto de salvación:
El  cuerpo se desplomaba
sobre el lomo de un gran elefante
y una canción llegaba a lo lejos

Las impurezas de un estado de vigilia
me sustrajeron de lo cotidiano
una noche pasó que
la luna se puso en tono magenta
y yo vestida de sonidos y de colores
conjuraba palabras suaves para llegar
a más sueños en donde ya no era nada
solo una forma fragmentada de mis días

necesito ver cómo crecen las flores de tu jardín
necesito morir para saber cómo continúa la historia

juntábamos en las calles de noche
miradas viejas y tristes
de bebedores aficionados
el otoño ha dejado un dolor secándose
ya no relincho por las noches.


*


Cuando más sea preciso refugiarse en los abrazos
Cuando más se  abran las flores en todos los jardines
No olvidarás nunca las palabras
que fragmentaron tu cuerpo
un hilo de lana roza los párpados
suave cae la punta del hilo sobre los labios

Todas las calles del barrio
tienen un perro que ladra
a las bicicletas
todas las calles
tienen niños que juegan a la pelota
y mantienen su inocencia
Todas tienen rejas
todas tienen muerte
todas las calles supuran miseria
amores con resaca
y te despiertas y
la ternura que se extingue rápidamente
tan rápida
como la llama de la cerilla que se apaga
antes de llegar al otro extremo

es el tiempo preciso
de dejar todo como está.


*


Aun no he tomado todas las precauciones para enfrentarme
con la sensata muerte
apenas un soplo
una suave inclinación del cuerpo
y el polvillo desaparece en el aire
algunos restos apenas visibles danzan entre nosotros
caen lentas las palabras sobre la hierba
un suave temblor en las manos
hace música en el poema
buscas en el cielorraso
la imagen de la película
para no olvidar lo que eras
un pájaro
un bosque
un rio.



El jardín ha resistido otro invierno
la necesidad de ver todo cómo se transforma
me ha llevado a lo más profundo del vacío mismo
algunos objetos han cambiado su lugar
y una suave melodía flota en el aire
las paredes vivas proyectan la historia
de millones de años
una y otra vez
una y otra vez
acá adentro se está muy bien
no existe el lenguaje
no existe el cuerpo material
no existe el tiempo ni el espacio
no existe dios
acá Dios no tiene nada que ver!
es la belleza misma de la que estamos hechos
una tela
un tejido
un polvillo
un resplandor
había olvidado quien era:
una nube errante, rebelde y solitaria
que se estremece dando el gran salto

pero afuera ellos se esfuerzan
por seguir muertos en su voluntaria quietud
son sólo el alimento de un orden
que no existe:
todos quieren ser el fruto de ese árbol
todos quisieran vivir y ser memoria
a veces mi despiadado humor hace silencio
cuando las palabras se caen a pedazos
no soy más que otra parte de esa mujer
que cuida un jardín
que resiste otro invierno.




VEINTE Y UNA VELOCIDADES 
Editorial Mar Adentro Mendoza, 2016



EN LA SIESTA 
aparecen 
las mejores imágenes 
de todas las ideas olvidadas 
salgo en la bici 
en el tiempo de descanso 
del trabajo 
a dar una vuelta 
por las calles 
empedradas 
de Perdriel 
adentro 
todos están en sus casas 
almorzando quizás 
un puchero 
o hablando 
o mirando 
algún programa de T.V 
y los niños chillan 
yo los escucho
desde afuera 
el volumen está alto 
la calle está silenciosa 
mientras pedaleo 
silbando por lo bajo una canción 
que nadie conoce 
porque los espacios 
se hacen largos 
y las nubes 
flotan errantes 
y los pájaros 
hacen más grandes sus nidos 
entonces paro un rato 
contemplando el cielo 
y me siento en un banco 
frente a unas viñas 
a esperar que el momento llegue 
la tibieza del sol acaricia mis manos 
sosteniendo la calma 
de esa mansa siesta 
y entonces un niño llora 
probablemente 
no quiere comer 
y su cara esté pegoteada
de comida que no le gustó 
tomo un sorbo de agua 
lo retengo en mi boca 
y vuelvo a pedalear 
todavía queda un espacio de tiempo 
entre vos y yo 
acaso para seguir 
pedaleo lento 
acaso para no llegar 
pedaleo lento 
y pienso en los trabajadores 
que continúan su jornada 
como yo 
que en mi tiempo de descanso 
busco una imagen 
que me estremezca 
y las retroexcavadoras 
no paran 
la tierra 
se ve húmeda 
removida hasta lo más profundo 
y el silencio del comienzo 
se desvanece cuando me acerco 
a lo más oscuro
de esa tierra 
de ese recuerdo 
y mi cuerpo vibra 
y me paro sobre los pedales 
que también tiemblan 
empujando suave lento 
los motores se escuchan 
cada vez más bajos 
un hombre cruza el alambrado 
un niño junto a un naranjo 
parado está 
y espera a su madre 
con una pelota en la mano 
dos vecinas se han sentado en 
la puerta a tomar coca-cola 
bajo el sol 
de este invierno amarillo 
y pienso en que todo podría ser 
más sencillo 
en la vida de cada uno 
en mi espera 
en mis gestos 
como ese niño 
que ata con paciencia
los cordones de sus zapatillas 
y me dice hola 
y siento 
cómo un aire fresco 
atraviesa mi cuerpo 
y me conmueve 
por la calle de la plaza
hay una casa color rosa 
con malvones en la entrada 
un perro duerme junto a la puerta 
otro perro
levanta la pata 
en el último árbol 
que olió 
y ladra a las ruedas de 
las bicis de unas niñas que cruzan 
y yo me quedo 
debajo del cielo 
mirando las nubes 
bajo el cambio 
la bajada es suave 
la pedaleada lenta 
el viento apenas se siente 
helar mis dedos
el viento apenas mueve 
las últimas hojas 
y pienso 
en el chico que me gusta 
y su campera de cuero 
en sus ojos negros 
desparramándose 
por mi espalda 
y cuando pienso en eso 
parada frente a la escuela 
en el chico que me gusta 
y su campera de cuero 
siento que 
no hay nada más bonito 
que la siesta 
y sus efectos 
permanecer en silencio 
bajo este sol salvaje 
bajo la grandeza 
de esta naturaleza 
con sus casas 
sus familias 
sus perros 
sus maestras
vuelvo al trabajo 
de regreso 
pedaleando lento 
cantando bajito 
una canción 
que nadie conoce.




SALIMOS en nuestras bicicletas 
mediodía despojado de nubes errantes 
silencios desterrados 
de su memoria huérfana. 
"no te abrás tanto, mantenete en la línea" 
le dice 
la madre a su hijo 
pedaleamos pedaleamos pedaleamos 
un sol rabioso 
atraviesa nuestras nucas 
calles de piedras 
polvo 
y el espanto en su cara roja 
la gota de sudor que corre 
por su mejilla robusta 
pedaleamos pedaleamos pedaleamos 
como despertar de un profundo sueño 
preparamos el fuego 
la bella tarea 
de hacer que todo arda
preparar el fuego 
quemar la madera 
bajo la madera el fuego arde 
la carne se quema 
bajo el fuego 
las palabras 
también se queman 
"pasala pasala acá de pechito 
y la baja de taquito 
la radio suena con un river-tigre 
que lo pone feliz por la triple goleada de river 
el rastrillo arrastra todo el pasto 
envejecido 
amarillo
de nuestros últimos días 
el invierno trajo 
los restos 
de una canción que llegó de lejos 
las despedimos con alegría dominical 
a las hojas 
los palitos 
la montañita de hojas secas 
por debajo asoma el nuevo pasto verde 
le damos agua de beber
cultivamos los recuerdos en el agua 
nada se inunda 
nada se desborda 
de regreso volvemos en nuestras bicis 
pedaleando pedaleando pedaleando 
cargando con la alegría 
de nuestros corazones agitados 
esperando otro domingo 
esperando otra vuelta 
porque no hay nada más lindo 
que llenar lo que estaba vacío 
como un generoso 
acto de creencia.





NOS DESPIERTA la luz 
que entra por la ventana 
sobre nuestras caras 
el brillo dorado rabioso 
de un sol de noviembre 
algunas moscas zumban 
sobre nuestros cuerpos 
las corremos con las manos 
formamos sombras 
en las paredes 
y nos miramos 
reímos 
desnudos 
destapados 
con nuestros ojos achinados 
por la mañana 
y me mirás 
y decís hola 
despacito
te digo hola 
y beso tu frente 
como un acto
de inmensa ternura 
y trato de recordar 
el sueño que tuve 
veo un pedazo de cielo 
de noche 
apenas iluminado 
tres ancianas en el patio 
piden entrar 
quieren el pájaro de colores 
que está apoyado 
sobre mi hombro 
les obsequio el pájaro 
a las tres ancianas 
en eso te paso a buscar 
vamos en bicicleta 
a comprar pan 
para desayunar 
y reímos 
no sé de qué 
del pájaro de colores
pero es bonito sentir cómo se derrama la luz 
de ese cielo tremendo 
sobre nuestros cuerpos 
livianos
tibios 
y el paisaje 
siempre es el mismo 
me preguntás 
qué pasa 
yo callada medio loca 
te miro 
y mis pensamientos 
se hunden sobre tu pecho 
que sigue caliente 
y me quedo así un 
rato recordando el sueño 
los pájaros 
hasta que suene por tercera vez 
la alarma del celular 
y me levante 
para ir a trabajar 
y vos también te levantes 
para ir a trabajar 
y me digas
quiero estar tranquilo 
y la mañana sea fresca 
y mi resaca no te asuste 
y mi bajón no te espante 
entonces me cuelgo la mochila 
enciendo la música 
del mp 3 
y voy en la bici 
recordando tus gestos 
tus relatos fragmentados 
y pienso 
en regalarte una arrocera 
en decirte que ya no hay 
nada que temer 
que todo lo que nos pasa 
no es más que estar vivos.




ME GUSTA una chica 
que anda en bicicleta 
usa pantalones cortos 
y lleva una remera 
que está re buena 
la crucé una tarde en la calle 
mientras andábamos 
en bicicleta 
ella me miró y yo pensé: 
“qué linda que es esa chica que anda en bicicleta” 
Cuando llegué a la escuela 
ahí estaba ella 
atando su bici playera 
con la cadena 
me miraba de reojo 
como si supiera 
la invité a tomar una cerveza negra 
la invité a quemar flores 
bajo la tibieza del sol 
en la terraza de la escuela
la invitás a dar una vuelta larga 
en nuestras bicicletas 
fuimos al parque 
fuimos a la plaza 
y nos tiramos sobre el pasto 
y jugamos 
nos miramos 
nos tocamos 
tiramos de nuestro pelo 
tan dignas 
tan amigas 
bajo un tremendo cielo de siesta 
recibimos la caricia del sol 
entre las piernas 
una nube de humo cítrico
la coronaba 
como una princesa 
y bebimos la última cerveza 
entonces la tarde 
se hizo más lenta 
Y les digo mis amigos que 
no hay nada bonito 
que sentirse felices 
aunque a ella no le guste mi gato
yo la invitaré por las tardes 
a fumar hierba 
a tomar mate 
en el patio de la escuela 
y le pondré música 
y ella me escribirá poemas de amor 
y seremos amigas por siempre.

pero lo más bonito de todo esto es 
verla a ella 
con su pelo revuelto de locura 
partiendo en su bicicleta.




COMO UNA PLANTA interior que nadie riega 
te escribirán una carta de Amor 
que te hará llorar 
y recordarás 
toda la calma 
de los peces en el mar 
y las botellas 
de plástico 
flotando en el zanjón 
se pudren 
mientras vas 
en tu bicicleta roja 
cantando para adentro 
una canción 
que nadie conoce 
y te duele 
el cuello 
la cabeza 
los pensamientos 
y pedaleas
pedaleas lento 
querés llegar 
comer 
bañarte 
dormir 
pero entonces 
te das cuenta 
que ya no querés 
dormir solo 
que los huesos te duelen 
que hay que resistir 
otro invierno más.




PEDALEAR 
pedalear 
pedalear 
no pensar 
vaciar el pensamiento 
de fantasmas quisquillosos 
sólo pedalear sobre la ruta 
vacía sabiendo qué: 
“así es todo” 
el silencio y todas sus formas 
las piernas se tensan 
sentir el peso del cuerpo 
sobre los pedales 
oir el canto de los pájaros 
en los cerros 
respirar el perfume de la jarilla 
desplomarme sobre la bicicleta 
y bajar velozmente 
que el viento arrase 
con todo los olores
que el viento me lleve 
más cerca del cielo 
entran y salen las penas
bajón de día domingo 
ya no importa 
que el viento se lo lleve 
pedalear 
pedalear 
sólo pedalear.




RECUERDO CUANDO CRUCÉ esa tarde el parque en bicicleta 
recuerdo cuando frené y me di vuelta para ver el rostro de una mujer que alguna vez olvidé. 
recuerdo la chica promotora que aprovechó que yo paré 
para hacerme una encuesta sobre no sé qué. recuerdo las tardes de tai chi en el parque bajo el sol 
recuerdo el camino que hice en bici desde mi casa hasta Perdriel 
el carril 
las bocinas 
las puteadas del taxista al chofer de la línea 850 
el puente azul y el río seco 
recuerdo el día que jugó Argentina-Nigeria 
en un mediodía gris 
recuerdo la cara del pibe apuntándome con un arma 
recuerdo la última foto que saqué 
recuerdo la vuelta en bici escuchando 
el partido por la radio 
mientras lloraba en silencio 
recuerdo ese día que volví a sentir miedo 
y un perro se entregaba a la muerte
recuerdo todos los perros muertos que he visto 
junto a la ruta 
recuerdo el perro de la vecina ladrando 
a las ruedas de mi bici y yo me reía 
recuerdo esa tarde que fui a nadar y me sentí feliz 
recuerdo tu sonrisa al abrir la puerta 
y el olor a comida casera que salía de adentro 
recuerdo la música que sonó esa noche 
Billie Holiday 
y yo dije 
¿bailamos? 
recuerdo el chocolate aireado 
y la sonrisa en mi rostro 
recuerdo cuando mi intestino explotó 
y todo fue abierto otra vez 
recuerdo el dolor del cuerpo 
el vientre zurcido 
los olores de mi niñez 
recuerdo mi primera 
y mi última masturbación 
recuerdo todas las veces que te olvidé 
y te nombré 
recuerdo a un solitario parroquiano 
bebiendo una cerveza en un bar de Retiro
recuerdo a una mujer de cabello blanco y abanico rojo 
tomando una sevenap 
mientras escribía en una pequeña libreta 
todos sus recuerdos 
recuerdo al chico colombiano que me invitó 
a fumar en plaza Juramento 
recuerdo todas las noches que perdí el control 
menos las mañanas de resaca 
recuerdo cuando vi sonreír a mi papá 
por última vez 
recuerdo las siestas en el balcón 
recuerdo cuando te escribí y te dije "necesito un abrazo" 
recuerdo el día que salimos juntos a comprar un jazmín 
y la planta casi muere 
y yo pensaba en la muerte del Amor 
recuerdo las tardes que pasaba encerrada en el baño de la escuela 
con una amiga y nos besábamos 
recuerdo mi amigo desconocido 
escribiendo poemas a la distancia. 
recuerdo las playas de claromecó en soledad 
recuerdo una siesta tirada bajo un campo de girasoles 
y las últimas luces del atardecer en Olavarría 
recuerdo la cerveza negra en el club Álvaro Barros 
recuerdo verte bajar del bus al mediodía
mientras yo miraba por la ventana del hospital 
y me estremecía 
recuerdo tu miedo 
tus vueltas a mi alrededor 
recuerdo las noches de frío cuando dormías en los jueguitos de la plaza 
y yo te despertaba por las mañanas 
recuerdo el brillo del sol entrando por tu puerta 
vos saludabas con una mano en alto 
mientras partía en mi bicicleta 
recuerdo todas tus historias contadas 
todos los caminos que recorrí 
todas las noches que me perdí 
y así van las cosas 
de un movimiento a otro 
de un recuerdo a otro.







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DANA LIMA [19.912]

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DANA LIMA

Dana Lima, escribe poemas y traduce. Nació en 1988 al sur de Mendoza, Argentina, pero esta radicada en Chile. En el año 2013 publicó su primer poemario Triada, Ediciones La Vorágine (Buenos Aires), actualmente se encuentra preparando una selección de poemas de Edna Saint VicentMillay. Sus poemas han sido publicados en antologías y revistas de Argentina, República Dominicana, Uruguay, España y Chile.  Su segundo poemario Cardumen, saldrá a mediados del 2017 en Chile.




LISBOA

Ha dicho difícil
tan difícil
muy difícil
saber que 
en algún lugar
estas actuando como adulto
dejando de viajar
con ese tono  
                         emocional/existencial
porque solo te encontraste una vez
antes de asumir  
que todo es  
en la forma  
en el que el miedo nos deja actuar
y  cuando dejes de sentir amor por mi
                              el equilibrio cósmico
                              se quebrara en pedazos
difícil
tan difícil
muy difícil
no estoy en Lisboa  
será porque me dijiste  
que ella se parece a mi
y te imagino  
                                    en la intimidad
acariciándole el perfil de su nariz
suspirando porque es difícil,
                                    lo sé.
Ahora estoy extendiendo los brazos
me abrazo
puedo escuchar un beso perdido  
repitiéndose como un eco
en los miles de aeropuertos
                                   no quiero
                   acordarme
y ella se parece a mi,  
todo tan difícil  
no me nombres ni en tus sueños
dejare de ser tu amiga
traeré luz cada noche sobre mi espalda
aún me tiemblan las manos
debes irte,
difícil  
tan difícil,
mucho.




MUTE

Si soy sincera debería admitir
que no tengo nada para escribir,
sé que lo prudente  seria evitar el decir por decir
solo tomar un puñado de lo necesario
como si fuera arroz,
lavarme la cara con agua limpia
y mirar los perros en el patio  
hasta que el día oscurezca,
es que tengo un incendio adentro
aunque por fuera no se vea el humo
(mañana barreré las cenizas)
el silencioso pasar de lo que crece,
podría nombrar una mesa a la luz del sol
el pan con su cáscara suave
un plato de comida humeante
los restos de vino en un vaso
la sal y la albahaca desprendiendo
aromas que me recuerdan
el pelo de mi madre,
solo estoy nombrando cosas cálidas
y sin embargo,
no hablo de nada.



POSTALES

Nunca llegara tu postal de Berlín
 ni sabremos si los libros permanecerán inmutables
hasta el final de los días.   
¿A dónde correremos sin nuestras bicicletas?
 ¿Qué palabras diremos cuando todo 
se haya  evaporado como agua?   
Ahora conocemos la lección más importante 
que nos recuerda la historia universal de la ternura, 
empieza con un hombre que encuentra un gatito 
lo toma en sus manos 
abrazándolo
 luego  
lo deja ir para siempre.  
 La ternura es cruel por naturaleza
 aprende eso 
aprehende eso. 




BERLIN

Alexanderplazt o el Mauerpark  
su domingo 
multiplicado por mil karaokes  
con toda esa gente 
que tal vez nunca volverá a pisar la ciudad, 
miles y miles se van 
a otro país de rostros  diferentes, 
los árboles, los trenes exactos,  
nunca llegan ni más tarde ni más temprano 
la precisión  
            con la que mides cada palabra 
            las calles de Berlín llenas 
            de tantas cosas  
            difentes entre sí  
            pero iguales al final del día 

            más vino, 

la amargura ahora se disfraza 
en Charlottenburg 
en Wedding,  
están mirando el cielo, 
Guten Morgen, Gute Nacht,  
adiós por todos los adioses, 

un poco más de vino 

de las ruinas nace el deseo 
caparazón de idioma desconocido 
 la exactitud de tu mirada  
azul  
como el acero del cuchillo  asesino 
                                                    profundo 
mira los despojos de palabras en dos idiomas,  
adiós , immer es siempre, himmel un cielo  
hoy esta lejos 
 Berlín  
            las calles parecen eternas canciones de lo derrumbado, 

el tren ha llegado al horario estipulado 
el pecho guarda más vacíos 
que la memoria de un amnésico 

más vino,  

Berlín  
un sueño sin nombre, 
un sueño de muchos rostros.




*

Hay un mar, un puente cerca,
el canto de los lobos marinos, 
que aún están somnolientos,
la luna ruge desde un costado
dejando muecas en la arena,
todo es luz o sombra,
la noche silba con su sonido
inalcanzable,
así es calma, así es silencio.



*


En este lugar
donde me toca vivir
con la hierba debajo de las piedras
hay un mar cerca
cuando fui niña lloré tanto
no quería estar sola
la luz caía como gotas 
de agua desde el techo
mi pelo se volvía rojo
cuando miraba el sol a través 
de los arboles
                                      pececito vuelve a casa
                                       vuelve a casa
la hiedra comenzaba a elevarse
los helechos sobre la pared
ocultaban insectos durmiendo por el frío

cuando abro los ojos
no estoy aquí
mama tampoco
ni él
ni ellos 
solo queda lo recordado
los juguetes
la voz que aviva el fuego
donde se encuentra la luz
 y allí está el mar
 también 
(para no obviarlo)
está mi incendio









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MIRO GAVRAN [19.913]

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MIRO GAVRAN   

Miro Gavran (Gornja Trnava, 1961) es escritor para la juventud, dramaturgo, cuentista y poeta croata. Es socio de la Academia Croata de Ciencias y Artes y miembro regular de la Academia Rusa de Literatura. A base de sus dramas y comedias han sido presentados más de 300 estrenos en todo el mundo, vistos por más de tres millones de personas. Es el único dramaturgo vivo en Europa al que está dedicado un festival fuera de su país natal. Es un festival en el que se estrenan solamente espectáculos basados en sus textos y bajo el título Gavranfest; desde el 2003 se organiza en la ciudad eslovaca – Trnava, desde el 2013 en Cracovia, en Polonia y desde el 2016 en Praga, República Checa.  Se graduó en dramaturgia en la Academia para el Teatro, Cine y la Televisión en Zagreb. Trabajaba como dramaturgo y director del Teatro ITD. Tuvo su debut en 1983 con el drama La Antígona de Creonte en el Teatro de Drama Gavella en Zagreb, en el que en forma especialmente artística habla sobre la manipulación y la política. Hasta ahora ha escrito cuarenta textos de teatro. Desde el año 1993 vive y trabaja como escritor profesional. Sus textos de teatro y de prosa han sido incluidos en numerosas antologías y selecciones de textos en el país y en el extranjero. Su obra se estudia en muchas universidades del mundo. Ha publicado once novelas y ocho libros para niños. Por sus dramas, libros de prosa y aquellos para la infancia, Gavran ha recibido más de veinte premios literarios y de teatro en Croacia y en el extranjero. Entre ellos se encuentran el premio El Tiempo de la Europa Central (Central European Time) por su obra completa y el premio Círculo Europeo por la afirmación de los valores europeos en sus textos. Desde sus veinte años vive en Zagreb. Es casado con la actriz Mladena Gavran con la cual fundó el Teatro Gavran. Su hijo Jakov es actor profesional.      


Textos traducidos de la colección poética ‘Poemas’ (El ciclo Croacia 1991/Hrvatska 1991)
POEMAS DEL CROATA MIRO GAVRAN TRADUCIDOS POR ŽELJKA LOVRENČIĆ.



I

Señor Nuestro   
Cuídanos de las grandes palabras
De grandes obras y grandes
Crímenes
Cuídanos de la desdicha
Y del sufrimiento
Cuídanos para los días
De la risa
Y los días de las fiestas
Guárdanos para nuestras esposas
Para nuestros amigos
Y nuestros niños
Cuídanos de la muerte 

Estamos deseosos de
Vida Señor
No nos des a nuestros enemigos
No nos entregues a la oscuridad
Aún somos jóvenes
Todavía somos fuertes
Todavía tenemos vino
En nuestras bodegas
En nuestros corazones
Todavía tenemos deseos
En los pulmones aire
Protégenos del frío
Protégenos del odio
Protégenos de la oscuridad


II

Señor nuestro
No permitas que
Nuestra lumbre se apague

Esta débil llama
Que desde hace poco arde
Esta cera
De todas maneras
Se derrite demasiado rápido
Estos ojos apenas empezaron
A ver
Estas manos apenas
Ayer se han hecho fuertes
Estos jóvenes pensamientos  
Ni siquiera te conocieron
No permitas que se
Apague
Nuestra lumbre

A nosotros que
Siempre vivimos
Del futuro
Señor permítenos
Sentir
El aliento del presente


III

Perdónanos
Señor
Por tragar
Ávidamente
Sin masticar la comida
Llega el tiempo del hambre
Y no conocemos
Nuestra capacidad de
Sufrirla

Perdónanos
Por reírnos
Y cuando la broma
No es broma
Llega el tiempo de la seriedad
Y no estamos acostumbrados
A ser serios
Perdónanos
Señor
Por ser rudos
Con el prójimo
Es que no sabemos
Como ser delicados
Tiernos
Y buenos
En los tiempos difíciles
Y queremos serlo
Créenos
Queremos hacer
El bien
Pero no somos conscientes
De nuestra fuerza
Y tememos los pensamientos vergonzosos y
Las obras vergonzosas
Tememos  nuestra debilidad
Nuestro odio
Nuestro miedo
Señor
Créenos
Queremos superarnos
Orgullosos
Audaces
Bondadosos
Y buenos
Pero
Señor nuestro
Llega el tiempo del hambre
Y no sabemos
Si tenemos la capacidad
De sufrirla


IV

Señor nuestro
No Te pedimos  
Ni regalos ni fama
Ni gran
Misericordia
Ni grandes obras

Señor nuestro
No pedimos
Inmerecidos privilegios
Ni el perdón no implorado 
Ni cosecha
Sin sudor

Señor nuestro
No evocamos
Tu nombre
Sin desgracia
Verdadera
Por altivez o por aburrimiento

Señor nuestro
Nosotros no huimos del destino
Nosotros sabemos
Que junto al bien
También viene el mal
Nosotros no pedimos
Ser
Tus elegidos

Señor nuestro
Nosotros no buscamos
El castigo para nuestros
Enemigos
No te pedimos
Ni la venganza
Ni la bendición
De nuestra espada

Estamos
Frente a ti
Sin enojo
Y sin odio
No te vamos a dirigir
Ni una palabra innecesaria
Pero te rogamos
Señor
Con todo nuestro ser
No permitas
Señor
Que de nuestra patria
Queden sólo las cenizas 

Señor nuestro
¿Ves el humo
De nuestros escombros?
¿Ves las lágrimas
En nuestros ojos?
¿Ves,
Señor nuestro,
Todo aquello
Que nosotros
Vemos?
¿Ves?
Señor Nuestro
Los cadáveres
E inválidos  
Heridos
Y pisoteados
Humillados
Y avergonzados
Débiles
Y tristes
Entre nuestros hermanos
Hay aquellos
Que dudan
Que no ves
Que no oyes
Que no conoces
Nuestro sufrimiento
Y nuestro dolor

Entre nuestros hermanos
Hay aquellos que
Dudan de tus ojos
Y de tu sabiduría

Por eso te rogamos
Señor
Que con un movimiento divino
De tu mano envíes una señal a los
Hermanos que dudan de
Ti
Porque es cada vez más difícil
Para nosotros
Convencerlos de
Tu existencia


VI

Tengo miedo
De los grandes croatas
De de las grandes palabras 
De las grandes obras

Tengo miedo de los
Grandes enemigos
De los grandes amigos
De las grandes traiciones
De la gran Croacia
Y de la gran maldad

Tengo miedo de la gran alegría
Y de la gran tristeza

Señor mío
Ayúdanos a nosotros,
Croatas pequeños,
Regálanos refugio
Con palabras y obras
Pequeñas
Sin las que no hay
 (Y alguien tiene que
Amasar el pan
Alguien tiene que
Vestir
Al niño)
Qué nuestros enemigos
Empequeñezcan
Qué también empequeñezca
La maldad 

Qué
Una pequeña gran alegría
Reemplace
La prometida gran alegría 
Y con ella
Transforme la gran tristeza
En  pequeña

Señor mío
Sólo

Sabes que temo
De los grandes croatas
Las grandes palabras
Y
Las grandes obras

Señor mío
Sólo tú sabes
porqué con ansiedad espero que
Estos tiempos históricos
Lleguen a ser tiempos
Insignificantes
Señor mío
Regálame
Lo más pronto
Un día de aburrimiento
En el que
En ningún momento
Piense en la muerte
En la Patria
O en la libertad
Porque
Sólo en ese día
Seré libre
Sin miedo a la muerte
Con la Patria que
Deseo


VII

Señor mío
Esta es la plegaria
Por el joven
Que no está con su muchacha
Esta es la plegaria
Por la muchacha
Que no está con
Su novio

Esta plegaria es por ella
Que teme más por la vida de él
Que por la suya

Esta plegaria es para él
Que teme más  por la vida de ella
Que por la suya
Esta plegaria es
Para ellos dos
Que esta noche
No están juntos
Y tendrían que estarlo
Según  las
Leyes de Dios y de los
Hombres

Esta plegaria es
Por su hijo
Todavía no concebido
El que sólo tú sabes
Si lo será

Esta plegaria es por
El amor no realizado
Por el beso
Interrumpido
Por los ojos tristes
Y las palabras no pronunciadas
En la despedida

Esta plegaria es
Por la carta llena de cariño
Que no ha llegado
A su destino

Esta plegaria es
Por el muchacho y la muchacha
Que en esta noche
No están juntos
Esta plegaria es
Por el amor
Y por la vida

Esta plegaria es
Por la canción no cantada
Hasta el final
Por la copa bebida
A mitad
Plegaria para las
Flores recogidas
Y no regaladas

Esta plegaria es
Para el joven y
La joven que esta noche
No están juntos
Y tendrían que estarlo
Señor mío
Por tus leyes y
Las  nuestras
Y por su tristeza
Que subió
Hasta el cielo


VIII

Señor mío
Llegó el tiempo de los mercaderes
De la mala ventura
Llegó
El tiempo
De ladrones y bandidos
De los tramposos
Llegó el tiempo
De la mentira y el engaño
Llegó el tiempo
Que el hampa busca
Llegó el tiempo
De nuestra vergüenza

Llegó el tiempo de los mercaderes
Que construirán sus palacios
En nuestro sufrimiento
Que en nuestra miseria
Alcanzarán su felicidad

¿Cómo vivir ahora
Señor mío?
A nuestra vida entraron
Los mercantes
Nos humillaron con matemática
Que no entendemos
Nos humillaron con la risa
Que se alegra del sufrimiento
Señor mío
¿Cómo pensar
En el tiempo de los comerciantes
En ti
En las mujeres
En amigos
En los libros
En el amor
En la belleza?
Porque
Es el tiempo de los comerciantes
Y nosotros tenemos que comerciar


IX

Qué oscuras las calles
En nuestra
Ciudad
Es oscura la gente
Son oscuras las sombras
Y el pensamiento es oscuro
Cuando paseamos
Por la ciudad

Señor mío
Hace tiempo queríamos las
Calles de esta
Ciudad
Y encontrábamos 
Los niños
En la hora nocturna

Hace tiempo nos besábamos
En los parque
Y buscábamos los lugares
Más oscuros

¿Qué pasó con nosotros
Y con nuestra
Ciudad?

Señor mío
¿Pasaré de nuevo
Por la calle
Durante la noche
Creyendo
Que la silueta
Que se me acerca
No es un verdugo
Sino mi hermano?


X

Señor mío
Yo sé
Que eso debía pasar
Y sé que no hay
Dicha sin desdicha
Y sé que
Dar a luz trae dolor
A la madre y también al niño
Y sé que cada
Comienzo es difícil
Y cada final doloroso
Y sé que vivo
En el tiempo del fin y
Del comienzo
Y sé que el
Nuevo tiempo
Busca víctimas
Y sé que
Después de todo
Seremos más fuertes
Y sé que el
Dolor y el sufrimiento son necesarios

Pero
Igualmente
Señor mío
Te
Pido
Detén la muerte
Detenla
Ya bebió bastante
En nuestra fuente

Te lo
Pido
Señor
No tientes más nuestra fuerza
Nosotros podemos
Con lo loco y amargo
Y lo más oscuro y lo más triste
Nosotros podemos soportarlo todo
Pero sin embargo
Te rogamos
 Señor
No pruebes nuestra fuerza
Cree en
Nuestra palabra


XI

Nos es difícil
Señor nuestro
Mientras observamos nuestros hijos
Nos es difícil
Señor nuestro
Mientras miramos
Sus ojos
Nos es difícil
Mientras escuchamos su
Risa porque no sabemos
Cuanto tiempo durará

Nos es difícil mientras
Les prohibimos
Jugar
Por las calles inseguras
Nos es difícil
Mientras les enseñamos precaución
Y odio
Nos es difícil
Señor nuestro
Mientras nos separamos
De nuestros hijos
Y no sabemos
Si los vamos a abrazar nuevamente
Si tocaremos otra vez
Sus mejillas
Con nuestras manos

Nos es difícil
Señor nuestro y
Cuando estamos con ellos
Porque nuestros pensamientos
Son negros y no estamos seguros
Si nuestros hijos
Todavía tienen
Padres
O cuerpos vacíos parecidos
A aquellos de hace tiempo

Señor nuestro
Danos fuerza
Para poder soportar todos estos sufrimientos
Para volver a nuestros hijos
Con conciencia y pensamientos puros
Para que en ese día
Todavía sean niños
Señor nuestro
No permites
Que crezcan
Antes de que
Pase su niñez 


XII

Yo creo
Señor

Mientras lloro
Mientras rezo
Mientras temo
Mientras odio
Mientras quiero
Mientras amo
Mientras me lamento

Y mientras dejo que pasen
Los pensamientos negros
Y mientras pisan
Mis sueños
Mientras canto
Mientras
Me quejo
Mientras
Temo
Mientras
Crezco
Mientras
Sollozo
Mientras
Lloro sin parar
Yo creo
Señor
Yo creo
Señor
Que llegará
El día cuando
No escribiré poemas tristes



SIN 

Ne govori svome sinu o putovima kojima nije prošao,
O gradovima u kojima nije živio. 
Nećete razumjeti,
Ili ćete pogrešno razumjeti.  
Ne pokušavaj ga spremiti za život  
jer ne znaš kako se život sprema za njega.  
Ne govori mu o sreći i nesreći 
Jer on pod tim riječima podrazumijeva  
Neku drugu sreću i nesreću. 
Ne sputavaj ga svojom ljubavlju 
I ne pokušavaj određivati njegovu sudbinu.
i si tek čovjek.
!omiri se s tim da ćeš ga izgubiti
Jer svi sinovi pripadaju svijetu"






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AURELIAN TITU DUMITRESCU [19.914]

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Aurelian Titu DUMITRESCU
     
Aurelian Titu Dumitrescu (nacido el 15 de febrero de 1956, en la ciudad de Caracal, condado de Olt) es poeta, ensayista, periodista rumano; el discípulo más apreciado de Nichita Stănescu. Escribió y publicó más de 50 volúmenes de poesía, ensayos sobre la literatura y bellas artes, así como publicística.

Graduado de la Facultad de periodismo. Trabajó en las revistas: „Flacăra”/ „La Llama”, „Rebus”/ „Jeroglífico”, „Viața Românească”/ „La Vida Rumana”, entre otras.

Entre 2000 y 2013 fue asesor en el Departamento de Asistencia Religiosa dentro del Ministerio del Interior. 
A partir de 2013, es inspector en los Archivos Nacionales.

OBRA PUBLICADA:

1. Iubire de pietrar, Editura “Scrisul Românesc”, 1982
2. Antumele, Editura “Litera”, 1985
3. Antimetafizica, Nichita Stănescu însoțit de Aurelian Titu Dumitrescu, editura „Cartea Românească”, 1985 (lucrarea a apărut în întregime în suplimentul literar al Scânteii Tineretului, în 1983)
4. Antumele 4,5, Editura “Litera”, 1986
5. Quasimodo, Editura “Litera”, 1987
6. Antimetafizika, Nichita Stănescu válaszol Aurelian Titu Dumitrescu, kérdéseire, Editura Kriterion, 1987
7. Nichita Stănescu, atît cît mai știm noi, Editura “Litera”, 1989
8. Poeme, Editura “Cartea Românească”, 1989
9. Încercare de înșurubare în real, Editura “Litera”, 1991
10. Monologuri, Editura “A.M.B.”, 1991
11. Mi s-a culcat moartea pe inimă, Editura “Vinea”, 1992
12. Aproape tac, aproape plîng, aproape sînt, Editura “Vinea”, 1995
13. “Melanholia deșertăciunilor”, Editura “Vinea”, 1996
14. Deșertăciunea șterge fața morții, Editura “Cartea Românească”, 1996
15. Acolo unde plînsul nu atinge moartea, Editura “Semne”, 1997
16. Trei tipare, Editura “Semne”, 1998
17. Antumele (antologie), Editura “Vinea”, 1998
18. Antimetafizica, ediția a II-a, Editura “Allfa”, 1998
19. Îngerul poverii, Editura “Cartea Românească”, 1998
20. Sfînt îndîrjit, Editura “Semne” și Editura “Vinea”, 1999
21. Scrisori către părintele Niculae, Editura Ministerului de Interne, 2001
22. LIMBĂ, LITERATURĂ, STIL - opinii culese de Aurelian Titu Dumitrescu (1987 - 1989), Editura Ministerului de Interne, 2001
23. Maranatha, Editura Ministerului de Interne, 2001
24. Convorbiri cu Aurelian Titu Dumitrescu - Motivarea sinelui de Preot Niculae Constantin, Editura Ministerului de Interne, 2001
25. Capul și pajura, Editura “Axa”, 2001
26. Ceremonii nocturne, Editura “Regent House Printing&Publishing”, 2002
27. Ateliere în paragină – 24 de ore și miezul nopții cu Aurelian Titu Dumitrescu de Ciprian Chirvasiu, Editura “Carte de suflet”, 2002
28. Ghiaurele, Editura “Semne”, 2002
29. Îngerii îndepărtați, Editura “Semne”, 2002
30. Puntea suspinelor și închisoarea, Editura Fundației “Universitatea pentru toți”, 2003
31. Viața la zi, Editura “Semne”, 2003
32. Epistolar târziu, Editura “Fundația Revistei Jandarmeriei”, 2003
33. Forme de liniște, Editura Fundației “Universitatea pentru toți”, 2003
34. Sânge de sacerdot, Editura Ministerului de Interne, 2004
35. Nichita STĂNESCU, Nicolae LABIȘ, Mihai EMINESCU, Cristian POPESCU – Dialoguri cu Aurelian Titu Dumitrescu de Nicolae Țone, Editura “Vinea”, 2004
36. Parada (Autobiografie), Editura “Semne”, 2005
37. Viata la zi (II), Editura “Semne”, 2006
38. Antumele I si II (antologie), Editura “Vinea”, 2006
39. MILTIADE, Editura “Badea”, 2006
40. NOAPTEA DE APOI, Editura “Vinea”, 2006
41. BAUDELAIRE, VERLAINE, RIMPBAUD, MALLARME modele pentru scriitorii români contemporani o anchetă literară de Simona-Grazia Dima și Aurelian Titu Dumitrescu, Editura Ministerului Administrației și Internelor, 2006
42. LIMBĂ, LITERATURĂ, STIL - opinii culese între 1987 - 1989. Ediția a 2-a revizuită și adăugită, Editura AGERPRESS, 2007
43. MUTUL - Ion Gheorghe într-o convorbire literară cu Aurelian Titu Dumitrescu, Editura “Vinea”, 2008. Manuscrisul original, format din două caiete care au pe fiecare pagină semnătura maestrului Ion Gheorghe peste scrisul lui Aurelian Titu Dumitrescu, pentru ca acesta să nu fie falsificat sau denaturat, a așteptat lumina tiparului timp de 21 de ani, fiind păstrat la Biblioteca Județeană „Vasile Voiculescu” Buzău.
44. ZĂBAVA, Editura AGERPRESS, 2009. Poem în 45 de cânturi scris în perioada 9 - 28 octobrie 2007.
45. Lupta daimonului cu demonii - o sută șapte întrebări despre femeia creștină pentru Aurelian Titu Dumitrescu, de Preot Niculae Constantin, Editura Semne și Editura Vinea, 2009
46. Viata la zi III, Editura Dacia, 2011
47. Unirea în Duh, de Aurelian Titu Dumitrescu, coautori Ciprian Chirvasiu, preot Niculae Constantin, preot Alexandru Morariu, Editura Ideea Europeana, 2011
48. Noapte de ianuarie, Editura AGERPRESS, 2013
49. Antimetafizica, Nichita Stănescu însoțit de Aurelian Titu Dumitrescu, cu o prefață de Academician Sorin Dumitrescu, Editura Fundației Anastasia, 2014
50. Cartea regăsirii, Editura Semne, 2014
51. Egrete la sol, Editura Semne, 2015
52. Cartea reculegerii – Teodor Sandu într-o convorbire cu Aurelian Titu Dumitrescu, Editura Eikon, 2015
53. Cartea singurătății (poeme), Editura Semne, 2015
54. Cirica (Mici eseuri despre arte), Editura Semne, 2016
55. Cartea rememorării - Anchete sociale de altcândva, Editura Semne, 2016



Traducción al español: Costel DREJOI


ESTACIÓN

mi madre pone la ropa lavada – más blanca, más negra (como los días) – a secar
la veo voltearse – ama de casa – entre las flores de los albaricoques
„los años se alojan en nosotros como la gente en una nueva aldea”




LA  SOMBRA  HA  RODEADO  COMO  UNA  SERPIENTE
EL  HUEVO  DESLIZADO  EN  EL  VIENTO

                                                                       Ha 
                                                                 agrietado
                                                     el campo del caminar 
                                                            de las manadas,
                                                    los animales son nubes
                                            buscando su equilibrio en el cielo
                                                             como la muerte
                                                                en el cuerpo




UNA  VEZ  SIENDO  Y  CON  MIRADAS  MUERTAS

un viento dilataba y contraía rítmicamente
la cara del anciano que tenía sus manos entre los peces ensangrentados
el agua pasó inconsciente y tranquila
debajo de la mesa
hasta el momento que el mar olvidó moverse
sin el blanco demonio del color
todas las cosas se convirtieron en cosas ordinarias
raramente, sentado en una piedra, en la orilla,
el anciano podía ser visto
esperando a volver
para siempre
su imagen


                                  
                                   
LA  MEMORIA  DE  LA  VIDA,  OLIENDO  
A  MUJER PURA Y EMBARAZADA

                        Cada brizna de hierba habría vuelto a las estrellas,
      la piedra grande y blanca en medio del campo traía las estrellas a ella,
               el trigo se mecía como las caderas de una mujer que se aleja,
                                      llevando con sí las líneas verticales
                                                            y la grandeza
                                                              de la piedra




HORIZONTE  PARA  CADA  UNO  EL  CUERPO  DEL  OTRO

                                                           Donde
                                           las piedras son noticias
                                        y nadie de nadie se separa,
                     aquí está aquel hombre decidido en sus viajes:
                                          sus hombros anochecen,
                  ¡darle una camiseta cuando me quedaré dormido,
                                si tendrás tiempo para conseguirlo!
                              ¡también una huida azul de aire darle!
                                para borrar las lágrimas de sus ojos
                                                          si llorará
                                                          algún día


Traducción al español: Costel DREJOI







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FRANZ HEINRICH ZIEGENHAGEN [19.915]

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Grabado de Las relaciones exactas entre las obras de creación y la dicha de la humanidad en el que aparece un maestro atemorizando a sus alumnos hablándoles de los demonios.



FRANZ HEINRICH ZIEGENHAGEN 

Franz Heinrich Ziegenhagen (1753-1806) fue un escritor utopista ilustrado alemán. Es conocido por ser el autor de Las relaciones exactas entre las obras de creación y la dicha de la humanidad, una obra publicada en 1792 y que está considerada precursora del socialismo en Alemania.

Biografía

Se sabe muy poco de su vida. Fue comerciante en Hamburgo durante un tiempo y luego se trasladó a Steintal, cerca de Estrasburgo, donde intentó crear una colonia basada en el principio de la «existencia natural». Mozart compuso una de sus últimas cantatas para celebrar su fundación. No pertenecía al mundo de las letras pero mantuvo estrechos contactos con los círculos ilustrados. Se suicidó en 1806.1

En 1792 publicó la utopía Las relaciones exactas entre las obras de creación y la dicha de la humanidad, en la que parte del relato de las duras condiciones de vida y de trabajo de los obreros de Hamburgo, describiendo la miseria de los barrios donde viven. Para superar esta situación aboga por la abolición de la propiedad privada, sustituida por la propiedad comunitaria.

Como el resto de los ilustrados confía en la educación y en la extensión de las luces para superar los males que se abaten sobre la sociedad. Sin embargo, a diferencia de otros utopistas ilustrados, no defiende el ateísmo, aunque critica la fe infantil y ciega. En la obra se nota la influencia de los utopistas franceses Mably y Morelly y de El Espejo Dorado (1772) de Christoph Martin Wieland.


A vosotros que adoráis al creador del universo infinito

A vosotros que adoráis al creador del universo infinito,
le llaméis Dios o Jehová , le llaméis Fu o Brahma, ¡oíd!
¡Escuchad las palabras de la trompeta del omnipotente!
Por tierras, lunas y soles resuena poderoso su sonido eterno,
¡escuchadlas, gentes, escuchadlas también vosotros!
¡Amadme en mis obras,
amad el orden, la simetría, la sintonía!
Amaos a vosotros, amaos a vosotros, a vosotros mismos y a vuestros hermanos,
¡amaos a vosotros mismos y a vuestros hermanos!
¡Fuerza física y belleza sean vuestro adorno, inteligencia vuestra nobleza!
¡Daos la mano fraternal de la amistad eterna,
de la que sólo una obcecación, nunca la verdad, os pudo privar tanto tiempo!
¡Romped las ligaduras de esa obcecación!
¡Rasgad el velo de ese prejuicio!
¡Despojaos de la vestimenta
que disfraza a la humanidad de sectismo!
¡Refundid en hoces el hierro de las armas
que hasta ahora ha derramado sangre humana, sangre de hermano!
¡Haced estallar rocas con el polvo negro
que a menudo disparó plomo mortal al corazón del hermano!
¡No penséis que hay desgracia verdadera sobre mi tierra!
La enseñanza es lo que sienta bien,
cuando os mueve a mejores acciones;
las gentes camináis en desgracia
cuando, estúpidamente ciegos, os claváis hacia atrás en el aguijón
que debería impulsaros hacia delante, hacia delante.
¡Sed pues sabios, sed fuertes y sed hermanos!
Entonces descansará sobre vosotros toda mi bendición,
entonces sólo lágrimas de alegría humedecerán vuestras mejillas,
entonces vuestras quejas serán sones de alegría,
entonces convertiréis los desiertos en valles del Edén,
entonces todo os sonreirá en la naturaleza,
¡entonces se habrá alcanzado la verdadera felicidad de la vida!

Franz Heinrich Ziegenhagen, incluido en El Lied clásico. Haydn, Mozart y Beethoven (Ediciones Hiperión, Madrid, 2003, selec. y trad. de Judit G. Viloria).







Cantata para tenor o soprano y piano u orquesta, compuesta en julio de 1791. El texto del poeta Franz Heinrich Ziegenhagen (1753-1806), que la había solicitado a Mozart para anexar a su libro de filosofía moral. 


REZITATIV

Die ihr des unermeßlichen Weltalls Schöpfers ehrt,
Jehova nennt ihn, oder Gott, nennt Fu ihn, oder Brama,
hört, hört Worte aus der Posaune des Allherrschers!
Laut tönt durch Erden, Monden, Sonnen ihr ew'ger Schall.
Hört, Menschen, hört, Menschen, ihn auch ihr!

ANDANTE

Liebt mich in meinen Werken!
Liebt Ordnung, Ebenmaß und Einklang!
Liebt euch selbst und eure Brüder!
Körperkraft und Schönheit sei eure Zierd', Verstandeshelle euer Adel!
Reicht euch der ew'gen Freundschaft Bruderhand,
die nur ein Wahn, nie Wahrheit euch so lang entzog.

ALLEGRO

Zerbrechet dieses Wahnes Bande,
zerreißet diese Vorurteiles Schleier,
Enthüllet euch vom Gewand,
das Menschheit in Sektirerei verkleidet!
In Kolter schmiedet um das Eisen,
das Menschen-, das Bruderblut bisher vergoß!
Zersprenget Felsen mit dem schwarzen Staubeder mordend Blei ins Bruderherz oft schnellte!

ANDANTE

Wahnt nicht, daß wahres Unglück sei auf meiner Erde!
Belehrung ist es nur, die wohl tut,
wenn sie euch zu bessern Taten spornt,
die, Menschen, ihr in Unglück wandelt,
wenn töricht blind ihr rückwärts in den Stachel schlagt,
der vorwärts euch antreiben sollte.
Seid weise nur, seid kraftvoll, und seid Brüder!
Dann ruht auf euch mein ganzes Wohlgefallen,
dann netzen Freudenzähren nur die Wangen,
dann werden eure Klagen Jubeltöne,
dann schaffet ihr zu Edens Tälern Wüsten,
dann lachet alles euch in der Natur.

ALLEGRO

Dann ist's erreicht,
des Lebens wahres Glück!

RÉCITATIF

Vous qui de l'incommensurable Univers honorez le Créateur,
Nommez-le Jéhovah, ou Dieu, nommez-le Fu ou Brahma,
Écoutez, écoutez les propos qui sortent de la trompe du Maître de l'Univers !
Sur la Terre, la Lune et le Soleil résonne fort leur son éternel.
Écoutez-le, vous aussi, écoutez-le, vous aussi, êtres humains !

ANDANTE

Aimez-moi dans mes œuvres! 
Aimez ordre, mesure et harmonie !
Aimez-vous vous-mêmes et vos frères!
Que la force physique et la beauté vous parent , que la lucidité vous ennoblisse !
Tendez-vous la main fraternelle de l'éternelle amitié
Dont seul un égarement, jamais la vérité, vous priva si longtemps.

ALLEGRO

Brisez les chaînes de cet égarement,
Déchirez le voile de ce préjugé,
Dépouillez-vous des déguisements
Que revêt l'humanité dans ses errements sectaires!
Forgez des coutres du fer
Qui fit couler jusqu'à présent le sang d'hommes, de frères!
Faites sauter des rochers avec la poudre noire
Qui transporte souvent du plomb mortel dans le coeur de frères.

ANDANTE

N'allez pas croire qu'un vrai malheur règne sur ma Terre !
Seule est bienfaisante la leçon
Qui vous éperonne à accomplir de meilleures actions,
Vous les hommes qui marchez au malheur,
Quand, dans votre folie aveugle, vous vous rejetez en arrière sur l'aiguillon
Qui devrait vous faire aller en avant.
Soyez donc sages, soyez pleins de force et soyez frères!
Alors reposera sur vous toute ma bienveillance,
Alors il ne coulera plus que des larmes de joie sur vos joues,
Alors vos plaintes deviendront des chants d'allégresse,
Alors vous transformerez en vallées d'Éden des déserts,
Alors tout vous sourira dans la Nature.

ALLEGRO

Alors sera atteint
Le vrai bonheur de la vie!

 traduction française d'Alain P. 

Ci-dessous le texte et la première page de la partition dans l'ouvrage mentionné plus haut :







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GASTÓN AGURTO [19.916]

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Gastón Agurto

Lima-Perú, 1966. Escritor y periodista peruano. Licenciado por la Universidad de Lima (Perú). Se desempeñó como periodista en la revista Caretas entre 1992 y 2011, recibiendo varios reconocimientos a nivel nacional e internacional. Publicó en poesía Nadie se Mueva (1999), en una tiraje limitado, desaparecido y casi desconocido.


7 poemas de Nadie se Mueva (1999),
de Gastón Agurto


Este conjunto de prosas y poemas se presenta casi como una bitácora de vuelo, en la cual el protagonista compone escenas, narra situaciones y revisa comportamientos. Es una manera de recuperar fragmentos que pudieron haber definido el curso de una vida, propia o ajena. Nadie se Mueva es un itinerario confesional, lírico y onírico a través de los años setenta, ochenta y noventa. Y donde, por más inmóviles que se muestren algunas cosas, siempre parece que algo estuviera a punto de suceder.

En este viaje los adolescentes corren a saltos sobre los techos de los autos estacionados y los niños se quedan boquiabiertos ante la presencia de buques de guerra en las costas. Hay también  una extraña neblina en las estaciones de tren, funerales que reúnen a la familia y flores insectívoras que se vuelven contra sus propios dueños.

Todas estas historias –escritas unas veces con pulso apasionado y otras con frialdad y asepsia clínicas– se presentan como sucesos reales; y sin embargo tienen el encanto de aquellos sueños que, al ser contados, corren el riesgo de no cumplirse.

http://www.vallejoandcompany.com/7-poemas-de-nadie-se-mueva-1999-de-gaston-ag/




7 poemas de Nadie se Mueva (1999)


Un día memorable

SI QUIERES, escribe un poema.

Todos tenemos un día memorable
y una postal del lugar
a donde quisiéramos regresar.

No importa a quién se lo dediques,
porque todos amamos a alguien
en secreto
y también alguien nos ama
secretamente.

No temas. Los poemas
tienen una mascarilla de oxígeno
y un salvavidas esperando.

Sé discreto,
lo que escribas
podrá ser utilizado en tu contra.

Tus promesas te amenazarán.

Escucha las canciones
de la radio
pero cuídate de los disc-jockeys
que mandan saludos al aire.

A mediados de los noventa
solo suenan tristes canciones.

The world I know, Collective Soul.
Everybody hurts, REM.
Tonight, tonight, Smashing Pumpkins.

Recuerda cuando los murciélagos
iban a morir hasta tus sábanas.
Dormías
con una mina antipersonal
bajo la almohada
y en tus pesadillas
no podías moverte…

pero luego te levantabas
y bajabas desesperadamente
las escaleras de un hotel
y terminabas disparando
con pistolas descargadas
sobre tus enemigos.

No cometas el error
de culpar a otros
por lo que han dicho en tus sueños.

Si quieres verte en un espejo
en el que nadie se ha mirado antes,
escribe un poema.

Y no te decepciones
si no regresas acompañado
a la ciudad de tus sueños.

Solo recuerda:

Al final del poema
nadie te espera con una medalla,

al final del poema
solo están las cosas que no hiciste.

Al final del poema hay un muchacho:

en un mapa desplegado sobre la mesa
está trazando los rumbos imposibles que nunca seguirá.



El pacto de Punta lobos

SENTADOS ALREDEDOR DE LA FOGATA nuestras palabras eran innegables, como el oscuro perfil de los cerros que se levantaban a nuestras espaldas.

Compartíamos nuestras resoluciones para el Año Nuevo. Uno quería llevarse a casa el reloj del Barrio Chino. Otro propuso la camisa con que se disparó José María Arguedas, exhibida en el Museo de la Nación. Había quien quería ser secuestrado esa misma noche por seres de otro mundo. Yo también tenía un extraño deseo: correr por las orillas de playa Punta Lobos, que por esa época del año amanecían repletas de arañas de mar.


*


Luego estábamos boca arriba, pensando cada uno en lo suyo.  Alguien creyó ver el resplandor de un aparato de metal entre las nubes y dijo: ¿vieron?, ¿qué fue eso?  Nada. Estábamos solos.  Nadie vendría por nosotros, no esa noche.

Para cuando se apagó la fogata, mis amigos se habían quedado dormidos y las estrellas se habían posado en la arena, alrededor del campamento. La noche había cerrado los ojos. En la oscuridad, solo se escuchaba el murmullo del mar internándose en las cuevas del cerro.


*


Entré a la carpa. Dormía a mi lado una niña. Sus ojos cerrados eran dos lunas musulmanas. En su rostro se ondulaban sus cabellos, y en su cuello y en sus hombros.  Yo la miraba y la quería y hubiera dado la vida por ella.

A través de una ventanilla abierta en el techo se veía un pedazo del último cielo de diciembre. Me quedé viéndolo. Imaginé que las estrellas eran arañas de mar y las arañas de mar seres de otro mundo. No queríamos estar solos.

Y como suele suceder al final de las películas, en ese pedazo de cielo negro empezaron a estallar las bombardas del Año Nuevo.  Yo las miraba mientras acariciaba los cabellos de mi novia y pensaba en nuestras resoluciones: robar relojes, viajar

a las estrellas en naves de plástico. Hacía solo unas horas que conversábamos alrededor de la fogata y cada uno quería ser pequeñamente feliz a su manera.

Yo miraba los fuegos artificiales cuando, desde la niebla, me llegó un mensaje desesperanzador: los lobos de mar aullaban lejos del agua, habían quedado atrapados en las cuevas del cerro una vez retirada la marea del 94.



El mariner II

¡GASTÓN, EL MARINER!, ¡el Mariner, Gastón!, ¡el Mariner…!

Los gritos rompieron mi recogimiento frente a la luz roja. Venían de un auto que estaba en el carril contrario al mío. ¿Quién era? ¿Qué quería decir? ¿Por qué tanto alboroto? Lo seguí y me encontré con su mirada. Sacó un puño en señal de victoria por la ventana, y antes de desaparecer de mi vista volvió a gritar: ¡El Maaarineeer…!  Entonces reconocí a Martín, mi primer amigo.


*


En 1976 los veraneantes del puerto de Ancón fueron testigos

de un hecho sin precedentes.  Frente a la costa amaneció un buque de la armada rusa, un crucero de instrucción de la clase Moskva, de esos que durante la Guerra Fría daban la vuelta al mundo asustando a los lugareños. Contaba con un helicóptero para el reconocimiento de submarinos, misiles teledirigidos y armamento antiaéreo de gran calibre. Y así permanecía, estático, ajeno al vaivén de las olas.


*


En motos náuticas, lanchas y yates los curiosos se hicieron a la mar.  Martín tenía 9 y yo 10 años. Y también entramos remando. Nuestro bote era un bote de goma, azul y amarillo, con capacidad para dos personas.  A un lado de la proa llevaba impreso un nombre que ya había olvidado: Mariner II.

Solíamos ir de pesca, ¿recuerdas Martín? Amarrábamos el Mariner a una roca y entrábamos a bucear. Perseguíamos a la malagua luminosa que se escurría en los fondos de la caleta de San Francisco.

Pero esa tarde el viento y la superficie chupinosa impidieron que nos acercáramos al buque de guerra tanto como hubiéramos querido.

–¿Naufragamos, mi capitán? –preguntó Martín.


*


Nos quedamos observándolo desde lejos mientras flotábamos plácidamente. Parecía un centro comercial en medio del océano. Pequeñas estelas blancas indicaban la presencia de otras embarcaciones menores a su alrededor.

Cuando decidimos regresar a la orilla, las casas y las palmeras de la costa, a la distancia, se habían empequeñecido alarmantemente. Para colmo, unas burbujas indicaban que estábamos perdiendo aire.  Nos olvidamos de las burbujas por darle la carnada para la pesca a los bufeos que revoloteaban a nuestro alrededor cuando caía la tarde.

Alguien debió vernos desde el malecón, porque minutos más tarde regresábamos al muelle a bordo de una lancha patrullera.

Los marineros terminaron de desinflar el bote, lo doblaron como una camisa recién planchada y se lo entregaron a nuestras madres.

Fue la última vez que vimos al Mariner II.


*


Habían pasado dos años desde que nos vimos fugazmente en un atolladero de autos, cuando nuestros caminos se volvieron a juntar.  Fue en su matrimonio: los invitados hacíamos cola hasta llegar a un estrado donde esperaban Martín en smoking, su mujer vestida de blanco y algunos familiares.

Felicité primero a la esposa, luego a los familiares. Cuando estuve a la distancia de un abrazo, le pregunté a mi viejo amigo:

–Navegante, ¿y el Mariner?

–Está anclado afuera, mi capitán. La tripulación aguarda.


*



Salí de la iglesia y caminé hasta el malecón de Miraflores. Bajé a la playa siguiendo la inmensa sombra del faro que custodia el acantilado.  Y no sé si fue el efecto de la champaña, pero algo extraño empezó a ocurrir frente a mis ojos: los muelles se desprendían del litoral y eran arrastrados mar adentro por las corrientes.  Desde el fondo de uno de esos muelles, escuché un ladrido y a alguien que me llamaba cada vez desde más lejos.


Debió ser la champaña, o la falta de luz, o la distancia.




Y los sueños, sueños son

para mis hermanos Alberto, Ofelia y Olguita



SOÑÉ CON MAMÁ. Yo estaba en la azotea de la casa de San Miguel viendo la noche, cuando la faz de la tierra se curvó extrañamente.  A pocas cuadras de distancia, a la altura de la Iglesia del Corazón de María, apareció la Torre Eiffel de París.

Cuando mamá se enfermaba, yo subía a la azotea.  Desde allí, como quien desde una balsa lanza una soga hacia el muelle, yo extendía mi mirada hacia la noche. Me quedaba viendo los techos apagados de las casas vecinas, las cúpulas de las iglesias medievales, la solitaria medialuna del parque japonés. Miraba las estrellas y las estrellas, parpadeando, parecían mirarme.

Pero esa noche cualquiera que hubiera caído en mis sueños hubiera visto la torre Eiffel dominando el cielo de Lima. Una monumental estructura de 6,300 toneladas de hierro forjado y 300 metros de alto. La gente hacía cola, subía por los elevadores y se detenía en las plataformas a contemplar el manto de luces que se extendía sobre la ciudad.

Bajé corriendo las escaleras, entré al cuarto de mamá y se lo conté.  Le dije que resistiera, que no se durmiera sin antes haber regresado a París.  Ella me miró sin decir nada, hizo un esfuerzo y se levantó de la cama. Y juntos fuimos a visitar la torre, como simples turistas. Ella vestía chaqueta y pantalón negros, una bufanda rosa y su cartera Nina Ricci. Yo quería conservar los pequeños charcos del pavimento, aquellos en donde mi mamá y yo nos reflejábamos con el fondo de la torre encendida.

Ese fue el sueño. Discúlpenme hermanos si no tengo más detalles. Solo recuerdo que, bajo uno de los pilares de la torre, comprábamos postales de los lugares donde habíamos estado; examinábamos las camaritas ópticas, esas que proyectan vistas de monumentos históricos, y escuchábamos las risas de la montaña rusa de un parque de diversiones vecino. Desperté como golpeado por una honda tristeza, justo cuando leía en una de las postales algo que antes había escrito muy seguro de mí mismo, y hoy ya casi ni recordaba: Algún día regresaremos juntos.



Ballenas que se suicidan

TERMINADA LA NOCHE en los bares, las niñas buenas regresan a casa. Se quitan el maquillaje, dejan sus ropas ahumadas en la alfombra y se acurrucan en sábanas como océanos oscuros. No las despertemos: están soñando.

En la profundidad de sus mentes, el curso de las ballenas jorobadas –guiadas por Antares y otros astros reflejados sobre el agua– está trazando una criatura inconmensurable y aterradora: la constelación de Escorpio.

En cambio los hombres que se han quedado hasta tarde en los bares, se han perdido. Son como los navegantes que no encuentran en el firmamento a la Estrella Polar. En medio de la noche, en medio de las aguas, no saben cómo regresar a casa.

Los hombres que se han quedado hasta tarde en los bares ya no sueñan con ballenas. Pero si volvieran a hacerlo, las verían varadas en la orilla, luchando por regresar a un hermoso mar estancado. Porque nadie es feliz allí donde lo han arrimado las circunstancias, las medialunas negras y el veneno.

Entiende eso y no le guardes rencor a nadie si una mañana despiertas con mil respuestas equivocadas y lágrimas en los ojos.

Escucha las mentiras y las verdades de los hombres, pero no creas todo lo que te digan. Y no vayas por los bares deteniendo a las personas porque crees haberlas reconocido en uno de tus sueños.

Ama lo que queda de tus recuerdos: un perfume enredado en el viento, la sirena de los bomberos atravesando la medianoche, un ángel dormido al pie de las iglesias. Y en lo posible apártalo de los bares. Porque pasadas las doce, bajo cada vaso de la barra se esconde un escorpión.




Acordeón en el metro

Estación Bir Hakeim.
Suena un silbato.
Se cierra ruidosamente la puerta del metro.
Empieza el viaje.

Cada uno va a lo suyo.

Una joven llamada Ulrike
se delinea las cejas,
es babysitter,
sueña con cambiarle los pañales
a su propio bebé.
James Dean lee una historieta.
Monsieur Castagnet va distraído,
abrazado a un arreglo de claveles.

Un tipo flaco, de esos que entran en el metro,
se ha calzado al pecho el acordeón.
Empieza una melodía que quiere ser alegre.
Pero ese hombre está demasiado flaco.
Todo lo que haga resulta triste,
desesperanzador.

Ulrike piensa en su futura familia, no tiene
intención de dar propina.
James Dean ha dejado de leer,
cuenta unas monedas.
Monsieur Castagnet sigue el ritmo
con callada melancolía y piensa
en su vieja mujer,
que meses más tarde morirá a causa
de una burbuja de aire en la sangre.

El vagón da una curva cerrada,
y con un agudo chirrido
se interna en la boca del túnel.

Oscilan las luces.
Nadie dice nada. Ulrike, James Dean,
Monsieur Castagnet: los pasajeros
–cada uno a lo suyo–
observan a través de la ventanilla
las fugaces luces subterráneas.
Mientras el metro,
guiado por la voz del acordeón,
desaparece en el fondo del túnel.

Diciembre, 1987.




Los funerales de Isabel

Loreto, 14 de agosto de 1996


TOMÉ UN AVIÓN y me vine a Iquitos, a los funerales de mi abuela, la mamá Isabel. Ya todo terminó: las velas, la ceremonia, el entierro. Es tarde, todos los familiares regresaron al hotel. Yo he terminado en un concurrido snack bar, con luces de neón, televisor y música a todo volumen. He pedido un cuarto de pollo y una cerveza.


*


En medio de una sala grande, calurosa y sin muebles estaba el cajón, rodeado de familiares y de velas y de arreglos florales en forma de coronas y lágrimas.

Vi que mi tío Dany estaba golpeado. Tratando de despejarlo, le dije: vamos a ver la huerta.

Entre los árboles que quedaban en pie, mi tío reconoció cada rama y cada hoja y cada insecto, y también cada ausencia. Allí había una orquídea –dijo–, junto a un panal de abejas… y aquí enterré a mi perro Halcón, hace 35 años…

Cuando regresamos al velatorio estaban sacando el ataúd por la puerta principal. Nos acercamos a ayudar. Lo colocamos en la carroza fúnebre y el cortejo se dirigió al cementerio, donde se cumplió la ceremonia.  Hacía calor, las flores corruptas atraían a los mosquitos. Tapiar el nicho duró lo que se pone el sol.


*


En la noche mi tío y yo salimos a caminar por el malecón.

Pasamos por una feria de productos de la selva y preguntamos por el precio de las cabezas reducidas, y por el de las pirañas disecadas con los dientes afiladísimos. Seguimos caminando.  Acompañaba nuestros pasos el llamado de los grillos ocultos bajo la roca. Nos percatamos de que el Amazonas había estrechado considerablemente su cauce y en sus aguas flotaban terribles grumos de espuma.

Sentados en una de las bancas verdes de la Plaza de Armas, me dijo: ya es tarde. Comprendí que ese día mi tío había terminado de perder a su primera familia.  La otra –su esposa y sus dos hijos– esperaba por él en Lima. Lo acompañé al hotel y luego volví al malecón, solo, a caminar por donde antes había caminado con él.


*


Hacía solo un mes que había estado en esta ciudad por trabajo y todo era diferente. Los hombres jugaban a las cartas en las cantinas. Las mujeres caminaban bajo las palmeras con canastas de frutas y pescado.  El fotógrafo y yo íbamos a las entrevistas en mototaxi.

En esa ocasión le dije al chofer que se detuviera en una puerta de la calle Nauta, donde vivía la mamá Isabel.

La encontré en la huerta, sentada en una mecedora, bajo la vieja sombra de unos fresnos. Su enfermera le limpiaba los labios luego del almuerzo. Con la poca memoria que le quedaba no llegó a pronunciar mi nombre, pero en cambio sonrió y creo que lo pasó bien por unos minutos; porque cuando le dije que me iba, ella me respondió: ¿ya te vas?


*


Estoy en un snack bar con luces de neón, televisor y música a todo volumen.  Mamá Isabel ha muerto.  En una mesa vecina dos turistas invitan pollo a la brasa a unas loretanas bien coquetas, y arrojan las sobras a los niños lustrabotas sentados en el piso.

Dentro de unas horas tomaré el avión que me llevará a Lima y la Tierra seguirá rodando como siempre, en dirección al hemisferio norte. Todo seguirá igual, salvo una cosa: ahora sé que, en la huerta, junto al panal de abejas, había una orquídea que ya no está.









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RIKARDO PANTOJA M. [19.917]

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Rikardo Pantoja M.

Rikardo Pantoja M. Poeta y ensayista colombiano, nacido en la ciudad de Pasto, Colombia, en 1977. Ha trabajado desde finales de 1996, desarrollando un estilo propio, su prosa ha llevado a la filosofía a incluirse dentro de la poesía, un humanismo poético. Sus obras son: A través del tiempo, ESTRUCTURAS (Poemario) y su actual poemario “CUMBRES”. Ha participado en eventos locales como: El 1er Concurso Departamental Cuento Ecológico -Oso de anteojos- Nariño 2013,  Encuentro de poesía y cuento corto lecturas para la paz, Recital hojas de la tarde verde, Poetas en carnaval versión 2016, Encuentro literario “CONVERSEMOS” de la fundación Qilqay, Encuentros apoyados por el programa nacional de concertación cultural del Ministerio de Cultura, con apariciones en la Revista Paranoia de Pereira y Letanías Paganas de la ciudad de Medellín. 




Parafraseando

Bienaventurada la vida, en su eco nos muestra un coro a dos voces, sístole y diástole.
Bienaventurados los muertos, dejando su vida a quienes la niegan, la pudren, la consumen.
Bienaventurado el amor, alistando en cada puerto, nuevos rumbos, con nuevos marinos, en un mismo y placentero mar.
Bienaventurados los hombres que destruyen el mundo, facilitando el trabajo al caos.
Bienaventurados los poetas, en sus horizontes, podrán ver por fin sus mágicas palabras haciendo la vida menos fría, mucho más pura.
Bienaventurados los musulmanes, los católicos, los de reinos lejanos, los de fe en el más allá, han sembrado lejos de su propia tierra, sus raíces se pudrirán en la costumbre.
Bienaventurados en ésta vida, los que nunca mueren y a diario hacen nacer soles de una sonrisa, de un solo abrazo.
Bienaventurados aquellos que entre sus miedos, dejan lo poco que conocen y se permiten volar hacía ellos mismos.
Bienaventurados los unos y los otros, los malos, los enemigos, por ser también una partícula del universo, bendecidos todos por sobrevivir al mismo error que hizo del olvido una palabra definitiva.




Advertencia

Tengo pensado escribirte de a dos en dos latidos, aquellos que me impulsan siempre sobre las orillas de tus ojos, para perdurar un poco más entre tus párpados.

Y no sé sí te guste, o sea la misma sensación de ayer al leer mis escritos, la que te permita seguir la misma dirección de tu navío.

Yo te observo desde mis necedades y en cada una tu nombre o tu figura me condensan a llover sobre tus tierras.

Busco entonces como caer, quizá como lluvia, como nieve, como poesía, o como una dulce autopista, antes de que llegues a mundos oníricos e impenetrables, y me abandones hasta un nuevo latido, que te una entre sus destellos otra vez a mí.
Pienso que ciclo será el nuestro, que privilegio tendré por culminar hasta la última visión de tus sentidos, atrapado entre un mar que siendo luz, me tentó a ser parte de sus profundas aguas, aún sin saber nadar.
Yo, que sobre tus playas aun merodeo, designo tiempos exactos, para hacer de tu sonrisa un muelle perfecto para mis palabras.
Una poesía navegante.




Destino

Me sugerí muchos besos tuyos, todo a raíz de investigar sí dentro de tus ojos cabían más tardes conmigo.

Mis latidos fueron aumentando debido a tu órbita de octubre,

La luz de tu aroma había penetrado los oscuros rasgos de un barrio muy criminal, allí aprendiste a caminar, para llegar a tiempo y alcanzar a observar un verano en nueva york.
Yo te seguí hasta donde más pude y hoy habito en todos tus puntos cardinales.
Sé de donde vienen tus episodios y me esmero en escribir con las dos manos, para que tu espalda cuente más historias que los testigos.
Ahora, el tren que nos dio su pasaje, vuelve a encontrarnos y nosotros reconocemos su número para llamarlo tiempo.

Y el decidió fijar nuevos destinos donde los dos volveremos a partir juntos.




Epitafio

Sin saber dejamos nuestra piel sobre la vida,
Luchar contra el tiempo que nos sumerge en ese inmenso abismo de los recuerdos.
De a una en una, nuestras opiniones se aglomeran a la entrada o salida de nosotros mismos.
Heredamos una parte del pasado,
Y son nuestras huellas las que determinan como llamarnos,
Bestias,
Humanos,
Errores,
Conquistas,
Hijos y atardeceres.
Hemos venido desde tan lejos,
Y es esa chispa divina e interpretable la que sostiene nuestro mundo.
Poco importa que en nuestro egoísmo, lo creamos solo nuestro.
A la soledad la domestico la fe.
Mientras pululan los amigos muy detrás de nuestros aciertos.
Nos aprisionan los detalles y tenemos la conciencia tranquila y a la venta.
Muy buenos días mundo.
Donde nuestras estructuras livianas, moldeables, sobretodo injustas,
Son una balanza que determina el peso absoluto de nuestro más íntimo yo,
Aquel que reina fingiendo ser luz.
Aquel que muere pretendiendo ser vida.




14.233

Si fuera necesario comenzar por algo, diría que han sido más días,

Aunque el tiempo se derrame en gritos locos, sus desesperados tic-tac-tic-tac-tic-tac…
Hay una pausa donde uno termina por hablar con sigo mismo

Dejar atrás tantas consideraciones, enfermedad que llaman conciencia.
Restos de mundos paralelos nos atan a altares.

Gritos que son parte del recuerdo, al ser una parte desintegrada de tu fuerza.
Le hablo a la nada como si me conociera.

Como si al saber mi nombre, entendiera mis luchas y aquellos diálogos, entre mi locura y la tosca imagen que todos tienen de mí.
Me atrevo a utilizar una imagen que no me merezca,

Atraer tantas manos para el último invento que ha creado el hombre,

Espejo de Dios.

Aquel que en su infinita grandeza entregó un teatro repleto con todas las máscaras posibles.

Un lugar donde flotan tantos aplausos que al cruzarse con los espíritus, terminan por engrandecer el enigma de porqué el mundo busca a diario tener tantos reflejos,

Olvidarse de que el universo no conoce un segmento que se repita y que cuente la misma trágica historia.





Para terminar

Los domingos es cuando más lento escribo,
Cuando todo sucede.
Cuando un instante, se trasforma en un segundo.
Y la tarde se cree con el derecho de expiarme, de opinar, incluso de morir.
Sucede también que dibujo veranos,
Partes de un clima,
Donde se propicien espacios
Donde las aves, los cerdos y los pensamientos lleguen con sus divinas intenciones.
Un día vale todo.
El viento de otros lugares es invitado de honor.
Se sienta muy cerca y habla con vos propia,
Habla entonces de los viajes sobre el cemento.
Sobre ese tiempo, al cual lo llamo destino.
Me viene la alegría de todos los caminos.
No quiero uno, los quiero todos.
Es por eso la envidia de las partículas, del sol.
Mientras ellas buscan donde ubicarme,
Yo espero su luz desde todos los precipicios.
También los domingos me visto de blanco,
No busco otro sistema al cual adherirme.
Si soy un punto de tantos que hacen una línea.
Y soy yo quien traza su recorrido.




El paso del tiempo no cura

La guerra estalló en la hora indicada,
Su furia también necesita un sol radiante.
Los panfletos golpearon las paredes,
Un día exacto puede ser el miércoles.
Mientras el olor a recuerdo, despertó los muertos al filo del cañón.
Memoria que alista su artillería.
Poco importa que los blancos, se puedan alcanzar con la mano.
Los ejércitos en plural.
Las armas brillan, cuando caen de lo más profundo de los ojos.
Los puños se arman con letras que muy pocos entienden.
Y la paz?
O la quietud, o el descanso.
Acaso perdieron el valor cuando las palabras disfrazaron sus verdades?
Fueron las mismas desde que el cielo fue azul?
La primavera luminosa?
La esperanza más que un sueño?
El silencio toco la primera trompeta.
La distancia bruscamente cerro todas las ventanas.
Retumban tantas opiniones, que algunas fueron guardadas bajo llave.
El profeta despertó al monstruo,
Sus cinco cabezas iluminan en lo alto,
Mundo femenino.
Vistiendo al desierto con imágenes tan claras,
Que los oasis dejaron de ser nómadas,
Pesadillas de fantasmas que murieron, al despertar las promesas.




Testamento

Las estrellas rasgan la noche,
Géminis dejo un poco de sueño para el día siguiente.
Los héroes llenan el cielo con sus poderes, el teatro vacío sus graderías.
Pocos leyeron la noticia del periódico, muchos bendijeron la canción de la radio.
Se recogieron tantas hojas del piso, solo por el capricho de un libro.
Las calles de mayo, se pintaron de nubes verdes,
Un completo ataque de risa, fulmino a todos los resistentes.
El mal del siglo no encontró su tiquete de regreso.
Los días tenían un precio.
Las canciones sonaron a bajo volumen,
Las manos se soltaron, reconocieron no tener las mismas huellas
Los fantasmas heredaron las sabanas de satín
Se debería leer más a Pessoa, que aprender a sumar.
Igual, el resultado siempre va a ser el mismo, no se altera.
Uno termina la oración, donde comienza la pregunta.
Por eso existen los puntos finales, pero no los finales felices.
A baja temperatura se congelan las opiniones
El calor de la discusión hiere la memoria.
Tengo por testigo a Walt.
Quiero beber más café de costumbre,
Les tengo miedo a las arañas Y me atrapan telarañas invisibles
Fui yo quien dio el primer paso
Por eso salí corriendo en busca de piscis.
Ella sabe nadar en su más profundo silencio,
Espero que el último verano, escoja sus ríos más caudalosos.
Tengo fe en el destino.
No creo en el más allá.
Prefiero un libro de segunda mano,
A ensuciarme las manos por aparentar ser libre.
Busco las montañas más empinadas,
Tal vez mi baja estatura eleve mi conocimiento.
Debo tanto a mi zodiaco, nunca he visto su constelación.
Disfruto de la vida, pero escribo más sobre la muerte.
Quien puede salvarme,
Si escribo para salvar a todos.
Pongo un punto final a este libro, mientras abro el siguiente.
Tengo libre el día de mi muerte
Y trabajo de lunes a viernes.



ELLA

Pareciera que ella viviera tan cerca de mí; que escucho su cansado corazón latir, para despertarme justo antes del día lunes.

Escuchar su voz me entrega una dosis del cristal más puro, lo guardo porque es mío, soy adicto desde 1977.
Es ella mi heroína, mi primer paso, mi sonido.
Ella a duras penas se rodea de sí misma, poder esconder sus secretos, sentirse bendecida, por eso fue encontrada por los dioses que la escogieron para ser mi madre y a mí para ser su espejo.

Fue entonces cuando renuncie a mi miedo, al pasado, a ese alejarse poco a poco, todo por el tiempo, también porque dejé un poco de mi hoy para mañana.
Ella se acuerda de mí, lo sentí cuando brillé sus zapatos y caminó descalza entre mi memoria.

Supe reconocer sus acertijos; fue la única que pudo disfrazar sus palabras con un tsunami de historias que aun siendo de ella quiso que fueran mías. No importa si estas lejos porque te veo y tú me miras, te siento y también ríes.





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ANA MILENA LÓPEZ DE VÉLEZ [19.918]

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ANA MILENA LÓPEZ DE VÉLEZ 

Ana Milena López de Vélez. (Palmira, Colombia, 1954) Desde hace 10 años reside en la zona rural del Eje Cafetero. Poeta, columnista de opinión, ingeniera agrónoma, profesora universitaria, analista del sector agropecuario y productora agropecuaria.  Publica sus columnas  periódicamente en periódicos virtuales como Eje21, Proclamadelcauca, Palmiguia. Hace parte del Encuentro de Poetas Colombianas Museo Rayo desde el año 2007. Ha representado la palabra escrita de la Fundación Mythos Art Gallery, con entrevistas  y ensayos. Fundadora del Movimiento Poético Musas de la Casa del Virrey en Cartago, Valle del Cauca, y del Recital de Velas y Faroles en Quimbaya, Quindío. Publicada en la Antología Universos de Museo Rayo y en la del Verso Roldanillense. Hace el lanzamiento de su libro de poemas “Sinfonía para violín de dos cuerdas” en la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2016. La invitación la recibe por parte de la Biblioteca Municipal “Ramón Correa Mejía” y el Instituto Municipal de Cultura y Fomento al Turismo de Pereira para presentarlo en el cubículo de la Gobernación de Risaralda.




Tomates rojos

Me gustan los tomates rojos y los afectos.
Quería cosecharlos
para verlos centellear al sol
y deleitarme en la emoción de su línea curva.

Planté las semillas
y las acompañé con un soplo
para espantar sus miedos.

Me senté a su lado
y les canté
todos los arrullos que conocía
les susurré poemas
y posé mi mano sobre su surco
hasta verlos desplegar sus alas buscando la luz.

Entonces
la lluvia ahuecó las velas de mi esperanza
y viajé entre ráfagas de viento
a encontrar el tiempo cierto.

Hoy
me reconozco sembradora de nada
desatinada
cuando veo racimos de tomates rojos
llenando de complicidad  y afecto
el  huerto del vecino.

Porque en el mío…
en el mío no crecieron
ni siquiera uno quiso hacerlo.

Nunca hubo entre nosotros…
cosecha de tomates rojos.





Raquel alquimia

No permitiré que mi pozo se agote. No.
Todos bebemos de su agua fresca en las mañanas.
Yo,
gozosa,
cada día lo recargo con lluvia de lágrimas.

Cuando la luz se oculta y el sueño arrulla las almas
camino al pozo serenado.
desciendo el odre
y acarreo su agua hasta descansarla en el fuego de mi corazón en brasas.

El vapor
ardiente
vuela.

Cosida a mi manto
puntada a puntada
una enorme luna
le espera.

Vaporoso y silente
tropieza, resbala y gotea
hasta sumergirse en la líquida  tinaja.

¡Ya está pronta el agua!

De aquella salmuera resta la sal…..

Y de aquella sal
oculta entre versos
surgirán estatuas.





En el centro de la Vía Láctea

Salimos a galaxiar
buscando casa para alquilar.
Mi mamá llevaba el perro
Y mi papá  mis hermanitos.
Yo iba adelante, abriendo la búsqueda como un Capitán.

Llevamos merienda
pues nos advirtieron que la caminata tomaría ese año-luz y tal vez  muchos más.
Entramos al cuarto-de-aguas antes de salir de viaje.
Y llevamos sombreros de ala ancha
para sombrearnos de todos los soles.

Papá y mamá se miraban cada vez que gravitaban hacia una nube de estrellas…
No encontramos huecos negros ni lluvia de meteoritos.
¡Que pena!

Visitamos veintisiete Galaxias.
La Enana de Can Mayor era la más cercana.
Entonces
recorrimos  todas las catorce Enanas.

La Gran Nube de Magallanes y la Pequeña también,
aunque a mi madre no le gustó para nada.

La de Andrómeda, la del Triángulo, las  tres de Leo y las Sextantes.
No visitamos la GR8 pues nos llevaría en Años-Luz
cinco millones!

A mamá le gustó la que decía Vía Láctea.
En el centro tenía un parque al que no le podíamos ver las orillas.
Ni siquiera
saltando
¡bien alto!

Y estaba lleno de árboles, de flores, de ardillas, de iguanas que comían zapallo
y de micos titíes
a los que tanto les gustamos.

Allí nos trasteamos.

Ahora nuestro barrio se llama Sistema Solar…
y mi casa queda en la Tierra,
cerca del mar.









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HERNANDO LÓPEZ YEPES [19.919]

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HERNANDO LÓPEZ YEPES

Hernando López Yepes, poeta y cuentista. Pereira (Colombia). Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Santo Tomás, reside actualmente en La Virginia.  



El camino del péndulo

Por estas calles marchan esqueletos
que acompasan sus risas
con música de circo.
Los veo danzar ciegos, sobre talones rotos,
en la autopista de la sobrevivencia.
Piensan que les será posible
tomar entre sus brazos
al niño que contempla
una preciosa esfera de cristal
que rueda ante sus pies
calzados por el barro.
Niño que fue, hace  tiempo, degollado
por el afán de  “hacerlo hombre”.

Por estas calles marcha
“el amor colectivo”,
envuelto en la bandera
de una patria que pareció existir
en otros días
en un mapa y un himno.

Fuegos artificiales,
cabalgatas,
gritos, risas y llanto.
Embriaguez de todos.
Anhelo  de alumbrar
con una vela
la oscuridad de ayer.
Odiosa cárcel de la escuela
donde se sacralizan las mentiras

que fabrica la historia.
Confesiones absurdas y tediosas misas.
Carne de hembra ajena al joven
cuyo deseo arde solitario.
Glorificada tradición que nombra
como propios
voces y pensamientos de otros suelos.

Anhelo de volver a un útero marchito.

¡Venid!, os dicen, ¡hoy  estamos de fiesta!
Pero  bien lo sabemos,
quienes comemos tierra hoy,
y ayer comimos tierra.
Y mañana y después otra vez tierra,
que el plato que nos sirvan en la fiesta estará vacío;
que el cielo tiene dueños
y capataces el infierno.

Dime,
¿al volver a lo oscuro, sin salir de  la tiniebla,
será posible borrar este dolor?
¿Podrás,  acaso,
limpiar las manchas
de lágrimas y sangre
de tus sucios andrajos?
¡Ruega por  no encontrar
a quien dio tu simiente!
Porque si tropezaras
con tu abuelo “peón”, arrodillado,
vencido por el peso de la azada
y el yugo sobre el lomo,
le volverías la espalda…
avergonzado.

No hay por qué pretender que la escalera
haga un descenso absurdo que vaya más abajo
de su pie de apoyo, o te lleve más alto
del último escalón.
¡Vano es tu esfuerzo!
Los días felices
de las memorias  de otros
no pueden  ascender por la cintura
de tu reloj de arena,
aunque tú lo desees.

Hoy estás, sin estar, en un pasado
que jamás fue  el tuyo.





“Matar” a Borges y a otros cuantos.

 Alguien busca sembrar ortigas y espinos (hermosos a su manera)
en los jardines de la poesía. Más, no le dejan.
Desde los templos de la estética se determina el largo de las barbas de los poetas, el color  de sus chalecos, las formas de sus bastones,
el grado de  inclinación de sus boinas sobre el vacío de sus cráneos;
los  contenidos y las formas del verso.
También se lanzan anatemas sobre los no bautizados.
Ignoran estos sacerdotes que una piedra ante un espejo
después de un año de no verse, con dificultad se reconoce.
El  creador de versos perfectos, después de muerto, envejece, también.
Dentro del santuario,  cien mil ratones ciegos  hacen genuflexiones
ante una urna de cristal y oro. En su interior anida un ave seca,
ya casi desplumada.
Un moscardón irrita la pereza del día.
En cuanto a mí, también fui peregrino. Adoré pergaminos polvorientos.
Entre sus páginas extravié el poema.
En los cenáculos de la poesía escuché voces indigestas de erudición.
Postrado ante el altar recibí “el maná de la poética”.
Después de un tiempo, y ya curado, me pregunto:
¿Por qué arrancar la pluma al ave del paraíso, para escribir con ella?
¿Por qué robar la punta del meñique de la momia del Santo?
La tierra no atendida sueña con ser violada por un arado díscolo,
que escriba un surco retorcido sobre su piel adormecida.
Las almas buenas piden solamente rosas, rosas, rosas…





Segundo nacimiento del poeta

 Hombres con rostros como máscaras infaman su memoria
con horrendos discursos, ajenos y lejanos al desprecio
que  inspiró su existencia.
Sobre su tumba vuelcan pesados ramos de jazmines.
Un poeta vivo es el dedo en la llaga,
el espejo que muestra la pobreza oculta
tras el ropaje de oro.
Su dedo que señala es cual brújula loca;
para él fue necesario perderse y encontrarse.
Hoy, cuando les parece que el poeta ha muerto,
exhiben en vitrinas
su pipa y sus pantuflas.
Los revisores de pergaminos transcriben sus poemas.
Se ha levantado para él un templo.
Él no está allí, y tampoco en su tumba.
Los poetas no mueren;
Su voz queda encantada
En el alma de otros hombres.




Ellos me acusan

No quiero ser el salvador de alguien,
 ni siquiera de mí.
Hoy sé que cualquier alma lúcida se niega
a ser salvada de su purgatorio. Y…
¿Por qué no?, de su infierno.
 Ayer vi despeñarse un hombre Santo, desde el cielo,
hastiado de vivir entre la gente tontamente buena.
 Tendría que apenarme, dice “El Mundo”,
por no querer buscar una sombra protectora.
Por no pedirle nada a Dios,
Y por negarme a darle algo.
Yo sólo sé que Dios es
grande o  pequeño,
juez vengador o padre que perdona…
tanto como lo es el hombre que lo sueña
 Dicen, también, que estoy equivocado
por preferir, entre cielo e infierno,
el camino tentador.
“Amo las escaleras
Que descienden del cielo”.
¡Lejos de mí el deseo de ser un hombre bueno!



Rostro de muchas voces

 Siempre habla por mi boca el hombre que no soy.
adueñado de mí me ata las manos
cuando las quiero libres;
pone mis pies en marcha cuando busco reposo,
más cuando quiero huir los encadena.
Si voy a la caricia aherroja mis besos,
me hace esquivo a la carne, la sangre me detiene.
Un cobarde, un valiente, en mi interior habitan;
y un cuerdo, un loco, un elocuente, un mudo.
Si se despierta uno, abren ellos sus ojos.
Si da un paso adelante, ellos lo dan, ansiosos.
Deseoso de hablar me cortan lengua y labio.
Me separan los párpados cuando no quiero ver;
y cuando quiero oír me cierran los oídos.
Siembre hay uno dispuesto a extraviarme el sendero;
listo, presto a lanzarme al precipicio.
Llevo en medio de mí, mil hombres que me espían
esperando el momento de asomarse a mis ojos,
a mi lengua, a mis pies, también a mis oídos.
Si me duermo se agrupan, discuten y no cesan
en su diálogo oscuro, son multitud de “voces”
que sin quererlo yo se expresan por mi boca.
Yo soy, sin querer serlo, el hombre que no soy.



Pensamientos de un hombre bueno

Ayer pensaba el hombre bueno
en sus acciones del pasado:
Dijo en voz alta, para que el mundo oyera,
que supo ser  ajeno al robo, a la maledicencia,
a la fornicación,
a la gula y al juego.
¡Y se felicitó por ello!
En un rincón de su cerebro de hombre bueno
un Dios anciano y bondadoso
lo aplaudió.
El hombre bueno percibió en su  mirada
un  sentimiento aprobador.
 Este hombre bueno pensaba hoy, en la mañana,
en tantas tentaciones
que tuvo frente a él y no tomó:
Jamás se permitió el placer de masticar
el pan robado,
ni la satisfacción de hundir en otros,
sobre todo en los muertos,
el aguijón de la calumnia.
Sabe que abandonó  su mesa
siempre con un poco de hambre,
tal como le enseñaron.
Puede jurar que no jugó el pan de sus hijos
en un golpe de dados,
y que no acarició carne distinta
de la que el sacerdote permitió:
Desde el carril que lo llevaba
vio pasar por su lado la tentación de la anormalidad,
con inmenso terror.
Sabe, también, que su día de hoy es igual al de ayer,
y que mañana y luego, serán ayer y hoy.
Y que “las cosas buenas” de su abuelo
se repitieron  en su padre,
Y ahora en él.
Un gran remordimiento ocupa ahora la conciencia
de este hombre bueno.
Dios recula hasta un rincón de su cerebro.
Un demonio sonriente
sale  de la penumbra, con los brazos abiertos,
Y camina hacia él.



POR LOS POETAS MUERTOS

Suelto mi queja
Por aquellos que escriben
páginas impecables,
siempre sobre el renglón y siempre dentro
de las márgenes.
Hoy me obligo a llorar por aquellos que no llevan
el canto dulce de un pájaro en su alma;
por quien cierra sus ojos frente al sol del mediodía;
por aquellos nunca han escuchado
las voces de las flores,
el canto de la hierba,
la melodía del viento.

Por quienes nunca conocieron la belleza
de los frágiles silencios engarzados
entre el ruido de las frases.

Por quienes solamente se permiten
Pensamientos hermosos,
limpios y ordenados.
Por quienes llevan el corazón tras ellos.

Por las formas aprendidas del amor
Y, también, por el amor
que nunca sale del decoro.

Por los guardianes de esas cárceles
del lugar común
que son la autoridad, la parentela, el vecindario,
las escuelas y los templos.

Por aquellos que fueron obligados a marchar
por un camino único.
Y por quienes obligan a Dios a preguntarse
¿Y el hombre, dónde está?

En la oficina multitudes mueren
sobre una burda rueda que no avanza
y que no se detiene.
Arriba, más arriba de las nubes,
en el último piso de su tienda de campaña,
un financista decreta con su firma
la sed y el hambre de millones de hombres.

La sucia página de un cuaderno abierto,
busca escapar de entre las manos rígidas
del cadáver de un niño,
cuyos ojos son lavados por la lluvia.
En ella un perro asciende al sol
por un camino interminable,
y una vaca verdosa ríe tercamente sobre el techo de una casa.
Una muñeca rota llora junto a él.

A su lado vomita la metralla



¿A dónde fue la belleza de la vida?

(¿Cómo poder leer ahora,sin rubor, el mundo pintoresco?)

Difícil es imaginar que hubo una vez
pobreza hermosa y limpia
en las cocinas,
y dulces campesinas
que lavaron al pie de los arroyos
la pena y los sudores de los hombres,
entre cantos y risas.

La abuela que atizó, apenas ayer, las cenizas del fogón
en busca de la brasa salvadora,
hunde hoy sus manos secas
en una tierra dura que le oculta
los huesos de los hijos y los nietos masacrados.
Y el abuelo de manos temblorosas llora,
en un rincón del cuarto, una pena
que ha perdido su nombre.

Porque no se han pintado y no se pintarán
sobre el muro del templo
ángeles de alas rotas.
Y no fabricará el orfebre jaulas de oro
para guardar en ellas
aves de áspero canto.

No hay que dejar que el alma se extravíe
en pos de una belleza que jamás ha existido
y que nunca tendrán
tus manos ni tus ojos.



Cuentos de Hernando López Yepes. 


MI MUERTE NO LOS TOCA

Me desplazo entre el agua, como si el río fuera un gigantesco útero. Al llegar a un remanso giro sobre mí, vacilando entre el deseo de detenerme y la inmersión definitiva. El agua juega con mi cuerpo.

Ayer viajé con el cadáver de una joven, un hilillo de sangre fluía de su frente. Sus manos, atadas con una cuerda de metal, parecían suplicar. Sus ojos me miraron con indiferencia. Su cuerpo se unió al mío, la abracé dulcemente, luego nos separamos. Volvimos las espaldas al sol para observar el lecho del río con nuestros ojos de ahogados: sus algas, sus arenas… y no volvimos a saber el uno del otro.

En las riberas, las gentes lanzan gritos al observarnos. Desde la vida otean el ahogado más gordo, el más rápido, el más grotesco. Ante sus ojos somos culpables por haber muerto, ninguno es inocente. 

Cuando el ramaje de las orillas detiene el viaje de mi cuerpo, las gentes lo retiran con un trozo de madera; entonces vuelvo al centro del río. ¡Prohibido detener la marcha de un cadáver! No existe quien suspenda mi última danza, mi muerte no los toca. 

Los niños corren paralelos al curso del agua, saludando mi cadáver, recibiéndolo y despidiéndolo…. Aguas abajo, la violencia de la corriente habrá de descoyuntarme. Amputará pies y manos contra las rocas del fondo. Kilómetros más allá habré adquirido la condición de monstruo. Nadie podrá reconocerme.

En la noche, cuando la luna ha recorrido la mitad de su trayecto, voces aisladas rompen la quietud del aire: son los pescadores; suben, bajan, no cesan en su búsqueda. Alzan sus cuerdas con desesperación. El río contaminado les devuelve fragmentos de madera, basura deshecha, veneno que el hombre ha vertido en sus aguas.

Esta noche, la pesca es escasa, la lluvia ha enturbiado el agua y los peces permanecen encerrados en las cuevas de las orillas. Desde los botes, lentamente, los hombres retiran las cuerdas con sus anzuelos desnudos. En sus ojos está ausente la esperanza. Una embarcación se detiene junto a mí, su conductor me empuja con el remo hasta la orilla, allí me ata a un árbol esquelético. El agua se agita, un hervor se produce cuando los peces despedazan mi carne. El pescador lanza su red, y, al recogerla, una constelación de peces emerge de las aguas e ilumina la noche. La malla cae flácida y sube plena, una y otra vez. Finalmente, el hombre se inclina en un extremo de su bote, tira de la cuerda y mi brazo sale del agua, se alza como pidiendo auxilio. El pescador corta el cordel sobre el borde de la embarcación y mi cadáver reemprende su viaje. He perdido mis ojos, mis órbitas vacías sueñan un sueño líquido, la vida innumerable palpita en mi interior. Liberado del peso de mi alma, desciende mi cadáver con toda liviandad.




REFUTACIÓN A PASCAL 

Nos encontramos, casualmente, frente a uno de los cuadros de la exposición. Él les prestó una atención forzada a mis comentarios sobre los rasgos sobresalientes del estilo del artista. Desestimó mis observaciones acerca de las diferencias y las aproximaciones entre la obra expuesta y las nuevas tendencias de la pintura. A partir de ese momento lo traté con cautelosa cortesía. Pronto se definió como un amante del cultivo de las letras; después, sólo escuchamos su voz.

Eran las nueve y media de la noche cuando salí de aquel lugar, él caminaba junto a mi; no pude rechazar su ofrecimiento de acompañarme. La marea de sus palabras determinó el ritmo de nuestros pasos. El volumen de su discurso opacó los ruidos de la calle. 

La carencia de matices de sus frases frustró mi pretensión de comprender sus contenidos. Él se prodigó en el monocorde relato de situaciones carentes de interés. En su empeño por darle realismo a su recitación, hacía crecer su fronda, cual un árbol que se esfuerza en el desarrollo de una rama que no necesita. Sus frases producían un desequilibrio cada vez mayor entre lo que pretendía transmitir y su manera de expresarlo. Arrojaba una palabra sobre otra, en forma presurosa, sin que hubiera entre ellas pertinencia; esos amontonamientos exigían que se le reclamara un poco de circunspección, no lo hice en ese momento, me aparté discretamente de su lado. 

Sus frases eran las floraciones incoloras de una planta deforme y gigantesca. Hablaba de sus amores, de sus frustraciones y de otros temas irrelevantes; asuntos que ofenden la inteligencia, cacharros mentales que una mente cultivada no desea conocer. No se debe hablar desde la emoción, la descripción de una pena o una alegría particular carece de importancia en el mundo del arte y el pensamiento. Me gustan los hombres que alumbran los misterios de la vida en forma delicada, como si temieran contaminar, con sus voces, la pureza de aquello de lo que hablan. En ellos, cada expresión posee la belleza de la sugerencia; emplean maneras del decir que no precisan de lo evidente, porque sus palabras producen el milagro de la verdad sin convertirse en prisioneras de lo que conocemos con el nombre de realidad. 

Cruzamos la ciudad. Yo era el testigo involuntario de la inutilidad de su esfuerzo, de su torpeza en el manejo de un discurso gredoso que no lograba tomar forma. Incapaz de elevarse por encima del uso mercenario del lenguaje, terminaba por perderse en el desorden de su propia construcción. 

Puse un cuidado mayor en mi manera de escucharlo. El tema que trataba era atrayente: hablaba de la muerte, esa maestra de la insonoridad. Pronto me extravié entre la aridez de sus palabras y mis propios pensamientos. 

Me tomó por sorpresa escuchar de sus labios la frase que lo perdió: habló del último cadáver encontrado. Insinuó como suya la autoría de esa muerte. Hecha esa confesión detuvo sus pasos y me miró con gesto retador, buscó encontrar en mí una reacción, la respuesta humillada a la fuerza que creía proyectar con su declaración; pero mi rostro permaneció impasible.

Reemprendimos nuestra marcha. Su ser entero estaba atento, mirando amorosamente esa cosa que él creía madura y plena y que era, apenas, una masa informe que intentaba salir de las tinieblas. La pobreza de su relato era la evidencia de que existen muchas ramas muertas en el árbol de la vida. 

Caminábamos por un sector en ruinas. En ese momento tuve la percepción de que jamás existió ningún lazo que nos uniera. Detuve mis pasos y empecé a orinar contra la puerta de una casa, él esperó a mi lado, redujo la fuerza de su voz hasta hacerla casi inaudible.

Reclamé su atención antes de lanzarme sobre su cuerpo; busqué tener la certeza de que recibía el juicio definitivo con sus ojos abiertos, mirándome de frente. He permanecido a su lado hasta convencerme de su incuestionable silencio. 

Cerca de este lugar, en mi biblioteca, la obra de Pascal me espera. Contrariando a los Jesuitas que el pensador refuta en sus CARTAS PROVINCIALES, he respondido en voz baja lo que este hombre ha dicho en voz alta. Limpio el cuchillo en el ramaje que crece entre los pedruscos. La razón tiene motivos que el corazón no entiende.

Retomo mi camino. El universo ha recobrado la armonía que pareció peligrar por un instante. Esta noche ha empezado mi distanciamiento definitivo del pensador. El final de este hombre le quita toda credibilidad a su consideración sobre el valor probatorio del martirio. Pascal afirma, en algún pasaje de su texto, “creer de buena gana las historias cuyos testigos se hacen degollar”. Jamás podré leer su descuidado comentario, sin un profundo asombro.




EL VINO DE MELISA

Mi amigo Roque dormirá, ahora, sobre una fría mesa de metal. Los médicos extraerán las linfas de su cuerpo, cortarán pequeños trozos de su carne y los pondrán bajo el microscopio; explicarán la causa de su muerte en un lenguaje impersonal, ajeno a toda poesía. Roque, mi amigo, ha muerto en forma repentina; Melisa y yo le acompañábamos. Hemos sido traídos a este sitio. El frío del amanecer escarcha muebles y paredes, el cuerpo de Melisa se estremece; lo cubro con mi abrigo. 

La vida de mi amigo fue un viaje interminable. Amó todas las carnes sin distinguir en ellas tamaño ni color. Estuvo a gusto en medio de los hombres, las mujeres y las cosas, sin apurar las horas. Jamás le vi afanoso. Roque se comportaba, entre el rebaño, como si careciera de intención alguna. Sólo una vez (o tal vez dos) lo vi cruzar veloz, como un insecto que anda sobre la piel del agua, hasta el lugar donde “ella” lo esperaba; allí donde jamás podríamos llegar nosotros: animales pesados, de tranco cauteloso. 

Yo, en cambio, Llevé mi corazón a las praderas del amor permitido, ¡No más allá! Amé en mi juventud dos o tres rosas sin cortarles sus tallos. Busqué mujeres plácidas, no abandonadas nunca a la pasión sin freno. Aparté de mi lado, sin esfuerzo alguno (me atreveré a decir que con dulzura), las compañías violentas e incendiarias. Jamás acaricié un botón de rosa no abierto todavía; ni, mucho menos, capullos encogidos.

Nunca atendí el reclamo de la pornografía vestida de erotismo; tampoco me tentaron las mozuelas de inocente impudor. Ni busqué, por contraste, bellezas delicadas; esas que a tantos gustan y que cuando se toman le brindan “ese rasgo espiritual” a toda violación. Ni el maullido de gata, ni el balido temblón de las cabras monteses entraron en mi oído. 

Hago estas reflexiones en esta sala oscura y fría donde estamos retenidos. Pronto habrán de interrogarnos. 

Me encontré con mi amigo el día de ayer, en esta ciudad sucia, lluviosa y agitada, después de muchos años de no vernos. Roque expresó el deseo de tenerme en su casa. Me entregó una tarjeta con sus señas, se colgó de mi brazo, me habló cerca al oído, suplicó… no cedí a sus reclamos. Pretexté que debía volver a mi ciudad al término del día. Mi amigo desistió a regañadientes.

Entonces llegó ella. Roque nos presentó. La muchacha me habló con simpatía. Se acercó a mí al hacerlo. Yo que soy cuidadoso de mi espacio no me sentí molesto porque ella lo invadiera. Sus ojos achinados descansaban sobre pómulos altos, sus manos se movían al hablar, como si…

¡No pude terminar de contemplarla! Roque me hizo saber que debía despedirme si quería estar a tiempo en la Estación de Trenes. Me maldije mil veces por tener que hacerlo. 

Una hora después tomé el teléfono con mi mano izquierda. Llamé a mi amigo, le mentí, le dije haber perdido el tren. Le prometí llegar lo más pronto posible hasta su apartamento (estaba a pocos metros de distancia). En la mano derecha sostenía la botella de vino y los turrones.

Quien busca entrar al templo debe bañar su cuerpo en las aguas del Jordán; mi Jordán era Roque. El precio de estar cerca de Melisa fue jugar dos partidas de ajedrez (un juego que detesto), escuchar el relato de quince o veinte anécdotas. Hojear dos o tres álbumes de fotos comentadas. Reír de algunos chistes resabidos. Mi amigo habría hablado, sin parar, hasta el amanecer. 

Entre una y otra parrafada de Roque, le entregué mi ofrenda a su muchacha, le pregunté su nombre. Su boca de dibujo descuidado reía y prometía, mientras mordía los dulces. Me agradó su manera de contemplar el fondo de la copa, como si pretendiera encontrar algo en el poso de su vino. Su cabeza de flor se sostenía en su cuello con dulzura. Su oreja diminuta tenía la forma de un bebé, precioso, pronto a su nacimiento. Recuerdo que jugaba con su pelo, haciendo caracoles con los dedos. Sentí danzar su alma en su interior, con levedad de pájaro. Me hice la promesa de que un día besaría sus omoplatos que parecían alzarse en forma de alas. Era la flor salvaje soñada y nunca hallada, la reina de las rosas reteñida con la sangre más pura. Uno podría jurar que esta muchacha tuvo que haber nacido mirando hacia los cielos. No supe en qué momento se perdió en el silencio. Tomó un libro en sus manos y se ocultó en sus hojas. Una flor habla, solamente, cuando desea hacerlo. Su nombre era Melisa.

Me fui a mi cuarto. No tenía sueño aún. 

Las horas se negaban a avanzar. Yo giraba en el lecho. Casi al amanecer me sorprendió la luz de la bombilla, proyectada en mi rostro. La puerta de mi cuarto estaba abierta. Melisa me miraba, de pie, junto a mi lecho. Se sumergió en las sábanas. No dije una palabra por no romper la magia de ese instante. No supe en qué momento comprendí que hacíamos el amor. Su arrullo de paloma llenaba mis oídos. Sus mejillas ardían. Su labio se dobló sobre sí mismo, como si se cayera por su peso. Sé que entregué mi boca a esa boca de fauno que exhalaba mil insultos obscenos. 

Creo que fui inferior al hambre de su cuerpo. La fuerza de su carne me llevó a las alturas y me soltó, después, sobre la tierra dura. Su cuerpo era un huracán rabioso. Sentí miedo al final. Me aterró la dureza de su lomo y lo extraño de su rostro, que era ahora de cabra. Si ella hubiera querido degollarme sé que me hubiera hincado, con mi cuello desnudo, ante su espada. Melisa me insultaba con voz enronquecida. 

Quise parar el tiempo, quedarme en la contemplación de su sonrisa abyecta, en la fascinación de su belleza oscura que parecía venir de un mundo ajeno y misterioso. Yo le dije a mi alma que aquel era un momento hermoso para enfrentar la muerte.

No supe cuando terminó aquella locura. No se quedó en mi cuarto. Se puso en pie, apagó la bombilla, salió al pasillo y se fue sin mirarme. Yo oprimía en mis manos un pedazo de tela humedecida. No supe en qué momento me dormí. 

Caminaba, en mi sueño, por un campo florido. El viento hacía danzar mil soles diminutos como granos de polen. Recuerdo que mis pies acariciaban un pasto delicado. Arriba no había más que espacio y luz. Caminé sobre el prado hasta llegar a un bosque. Penetré en su espesura. Escuché atrás de mí los aullidos de un lobo. Recuerdo que corrí entre los troncos que se hacían rugosos y mayores. Un rumor de hojas secas se alzaba tras mis pasos. En un momento apareció un vacío. Sé que caí en un pozo de aguas negras, mezcla de lodo y sangre, Sobre la superficie de estas aguas flotaban muchos peces, todos muertos. Yo estaba sorprendido. Contemplaba esa alfombra plateada cuando se abrió la puerta de mi cuarto. Alguien entró sin anunciarse: era, otra vez, Melisa.

- Roque ha muerto – me dijo, 

Salimos al pasillo, lo cruzamos; mi mano temblorosa se apoyó en su cintura. Roque yacía desnudo sobre el lecho. Melisa sollozaba.

Sé que tomé el teléfono. Pedí el apoyo médico. Nada se pudo hacer por él. Hombres de blanco declararon su muerte. Poco tiempo después llegó la policía. Nos han traído a este lugar. Espero salir pronto de este equívoco. 

Una puerta se abre: un hombre en uniforme, en medio de ella, roba la luz artificial del cuarto. Presiento que dirá mi nombre; también el de Melisa. Me pongo en pie, dispuesto a responderle. Su voz es la de Roque.

Al tiempo que me habla me sacude, me habla de un compromiso. Subiremos el cerro, El Santo nos espera.

El camino es estrecho y el ascenso es rudo. Las manos de Melisa toman flores del camino. Salta y da gritos. Actúa como si nada hubiese sucedido. De la ciudad se eleva un rumor gigantesco. Mi amigo me incomoda con su empeño en hablarme. Sus frases son conciertos de moscones. Yo no quiero escucharlo. Tampoco es mi deseo visitar al Santo.

Hemos llegado al templo del Señor de Monserrate. Un boquerón separa los dos cerros sembrados de eucaliptos y de pinos. El cuerpo de Jesús reposa en una urna de cristal, ha perdido su piel; una anciana, encogida, reza con voz gangosa. Un olor de pabilos moribundos llena nuestras narices. Los ojos de Melisa evitan encontrarse con los míos. Me entrego a la verdad: No hay que buscar en otro lugar del cuerpo lo que no está en los ojos. Reniego de mi sueño mentiroso. Quizá no haya sucedido nada entre Melisa y yo. A partir de este instante evito estar junto a ella. La luz de la mañana y su silencio, absurdo, han robado su belleza.

Descendemos del cerro. Recorremos las calles de la ciudad antigua. Visitamos la casa del poeta suicida (Todo poeta es un hombre que se mata día tras día). Cerca del medio día nos despedimos. Abrazo a Roque, le prometo volver. Melisa se despide con frialdad. Un taxi me transporta a la estación del tren. 

El golpe de las ruedas en la unión de los rieles no me deja dormir. Vuelvo en mi pensamiento al lecho cómplice, a lo maravilloso de mi sueño. Pienso en Melisa. La tengo, nuevamente, entre mis brazos. Mi boca es prisionera de la suya. Su saliva me llena como una miel salvaje. la carne de sus labios, entregada a mi boca, posee la aspereza que tiene el vino nuevo. Siento que hunde, ávida, su rostro en mis axilas. Concluyo que antes de este encuentro desperdicié mi vida besando rosas muertas. Un hombre como yo (y también cualquier hombre) sólo debe apostar, en asuntos de la carne, por aquello que lo pierde.

Y todo lo soñado parece tan real… 

Ahora estoy en mi cuarto, pongo en orden mis cosas. Al extraer mis ropas percibo que un objeto cae al suelo. El hombre que soy yo, ahora, recoge con arrobo esta prenda delicada. La lleva hasta su rostro, que es mi rostro. Aspira (aspiro) su perfume, con los ojos cerrados. Son los calzoncitos que Melisa, muchacha descuidada, dejó sobre mi lecho.




UNA MUERTE EN “PATIO CEMENTO"

Nos reclutaron por sorpresa. No hubo abrazo de novia, promesa de escribir, llanto de despedida. Viajamos apretados, de pie o tirados sobre el piso de un camión destartalado, hasta la fría Pamplona. En su cuartel cayeron sobre mí los gritos y las palabras duras; también los puñetazos, los puntapiés, los golpes de correa; la ofensa vil a la honra de mi madre; los días de encierro en la celda de castigo, el chorro de agua fría sobre la piel desnuda; la ilusión de salvarme en otra carne… olor a orines y mugre entre las sábanas, mordeduras de chinches, llanto de un niño inconsolable entre la oscuridad (tirado en un rincón, cualquier rincón en esa alcoba donde yaces con tu puta). Después, la purga: el nitrato de plata sobre la carne viva. 

Allí aprendí cómo perder la vida haciendo cosas para no perderla. Después rodé, de cuartel en cuartel, hasta llegar a la Brigada Quinta. 

“Parque de Los Niños”, en Bucaramanga: Cartas de amor escritas junto al fogón de una cocina pobre, puestas en tu bolsillo por tu enamorada. Mensajes que te ofrecen más que el cielo y que piden un precio que no puedes pagar: “amor, amor, te quiero, te juro amarte eternamente. ¿Te casarás conmigo?”. Y encima del escrito dos palomas con picos que se buscan; corazones flechados cayendo por la margen de una hoja; caminatas sin término, cabezas inclinadas y frentes que se encuentran, dedos entrelazados, su muslo contra el tuyo; avances, detenciones; calles de poco tránsito, cómplices del deseo; abrazos y caricias en lo oscuro de un cine. Muchachas cuyos labios no sabían soltarse para el beso.

Te acuestas fastidiado por la sed, el hambre y la fatiga. El calor te sofoca, te agobian los mosquitos. Te duermes, como siempre… sin saberlo. Te arroja del camastro un grito airado. Haces flexiones, trotas, corres, ¡Quieres morir! Buscas meter el mundo en un hueco de olvido. Te sientes bien cuando comprendes que tu alma ha muerto. Dispararías sobre el universo si lo ordenara un superior. 

Segundo mes del año sesenta y seis: Patio Cemento (Santander). Palos de yuca escuálidos y cañas de maíz entristecidas, aire caliente y tierra dura. Hombres como de piedra, hambre en todos los rostros, ojos que no desean verte, oídos incapaces de escuchar tu voz. Un poco más allá, la casa de Genaro. Bajo la alfombra de la sala, el túnel. Después la gasolina, el fuego, la explosión. No aplicamos, allí, la fuerza, gradualmente. De no haber sujetado a las mujeres se habrían arrojado entre las llamas. Cien metros más allá cruzamos el río Opón.

Al pie del monte ataques por sorpresa, huidas hacia la selva, persecución inútil. Se habló de la presencia de Camilo (el cura guerrillero) entre los insurgentes; también de una mujer, su nombre era “Mariela”. En el primer encuentro perdimos dieciocho hombres; ellos perdieron cinco. Luego vino la orden de tomar la montaña: “Cercar y aniquilar” fue el nombre de la acción. 

Para el trabajo de inspección y búsqueda elegí tres soldados (Eran, los tres, mis cómplices y amigos): Eyes Angulo Pablo, Nieto Federico Antonio y Casallas Libardo. Yo era Cabo Segundo. El grueso de la tropa (Batallón de montaña) iría tras nosotros. 

No había amanecido; apenas distinguíamos lo negro de lo blanco cuando empezó el ascenso. Hicimos el camino alejados de la trocha. Trepar fue una tarea larga y dura. Éramos, juntos, un nudo de lombrices; una espalda chocaba con las otras, las manos se buscaban. Formábamos un monstruo cuyos miembros no podían separarse. Árboles y follaje detenían nuestros pasos, lo apretado del verde nos tapaba la luz. Ligamos con un caucho los tobillos de un hombre acalambrado; para volverle el alma metimos en su tripa agua salada. El ruido de metralla se escuchaba cercano. Nos empujaba el miedo al “fuego amigo”.

Nos caímos de espaldas (igual que escarabajos boca arriba), al alcanzar el filo. Habían transcurrido doce horas, teníamos sed de aire y dolor en el pecho; la sequedad de nuestras bocas hacía imposible pronunciar palabra; los pájaros volvían a sus nidos; no había una sola nube que enturbiara el cielo, el sol se iba ocultando; al frente nos miraba el cerro Pan de Azúcar.

Una voz como un trueno puso en vuelo las aves, tiñó en gris los azules, volvió ceniza el aire en nuestras bocas: el teniente Ramírez gritaba nuestros nombres. Nos pusimos en pie.

Un golpe de metralla silenció sus aullidos, también nuestra respuesta; nos puso de rodillas, congeló nuestra sangre. Todo fue a un mismo tiempo. 

Vaciamos nuestras armas. Cortamos con las balas los arbustos que se movían, un poco apenas, más allá del terreno despejado. Vino luego un silencio turbador más inquietante, aún, que el ruido de las armas. Parecía que el tiempo se hubiese detenido. Más tarde oímos un martillar de botas sobre la tierra dura… eran nuestras pisadas. Los platos y pocillos hacían coro en las bolsas del menaje.

Encontramos un hombre, agonizante, de mediana edad. Un niño de doce años (tendría tal vez trece), tirado junto a él, parecía dormir. La vida había pintado gravedad de hombre en su rostro infantil. Sus manos, blancas, se hicieron grises ante nuestros ojos. La carabina, con mira telescópica, hacía guardia a su lado. Sentí pena por él. Eran las cinco de la tarde. Me incliné sobre el hombre. Un papel que salía de su bolsillo pasó a mi mano y se ocultó en mis ropas. No me vio hacerlo porque ya había muerto. Lo nuevo de su traje y lo limpio de sus manos me hicieron comprender quien era él. Pronto escuchamos una voz temida: era Angarita, tres veces capitán. 

Caminó entre nosotros como si no nos viera, hizo girar los cuerpos de los muertos, contempló sus heridas, pidió el radioteléfono. “Ha caído Camilo”, dijo, sin emoción. 

“Pronto llegará MANO DE YUCA – (MANO DE YUCA era el nombre clave con el que llamábamos al coronel) – indicó, sin mirarnos – El grupo de localizadores descenderá del cerro. El personal debe recuperar vestuario y armas de los soldados y guerrilleros muertos que encuentre en el camino”.

Rodeamos el cuerpo del teniente. Nosotros le decíamos “PANCHO VILLA”, por su aspecto fiero. Cuando gritaba “carrera mar” había que arrancar, sin terminar de oírlo, porque antes de ladrar su orden estaba disparándote a los pies. A veces era dulce en su autoritarismo; entonces nos decía en tono paternal: “Hay que estar atentos, muchachos, la muerte no nos da segunda oportunidad”. Él no la tuvo. Cerró su mano izquierda en el tallo de rosa de la cerca, la otra le cubría el corazón, buscando protegerlo. La gorra le caía sobre la frente, por el lado derecho, cubriendo un ojo gris muerto desde hacía tiempo. Su pecho era una tabla perforada. Solté, como al descuido, una oración sobre su cuerpo.

Sentimos el apremio de bajar. Queríamos estar en nuestra base ante a una taza de “caldo peligroso” (ese caldo fuerte que nos servían en el rancho). Yo quería dormir. De arriba nos llegaba el rumor del helicóptero, en él venían los altos mandos. El hambre nos comía. Las gentes nos negaron hasta el agua.

Dos días después leí el papel que le robé al cadáver. Era la copia de una carta de Monseñor LUIS CONCHA CÓRDOBA, dirigida a Camilo. Recuerdo algunas frases:

“Quiero añadir que desde el principio de mi sacerdocio he estado absolutamente persuadido de que las directivas pontificias vedan al sacerdote intervenir en actividades políticas y en cuestiones puramente técnicas y prácticas, en materia de acción social propiamente dicha. En virtud de esa convicción, durante mi ya largo episcopado me he esforzado por mantener el clero sujeto a mi jurisdicción apartado de la intervención en las materias que he mencionado”.

Por unos cuantos días se habló del niño muerto. Siempre en voz baja y, siempre, en sitios apartados. En San Vicente conocían su alias: le llamaban “La Pava”. Alguien elogió su puntería. Sobre su memoria se tejió una leyenda, efímera y pequeña al igual que su vida.





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FEDERICO LUIS BAGGINI [19.920]

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Federico Luis Baggini

Federico Luis Baggini. Nací el 01 de Agosto de 1987 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Actualmente resido en el barrio de Villa Tesei, Provincia de Buenos Aires, Argentina. 

En cuanto a lo académico, cursé hasta el año 2012 de la licenciatura en Bibliotecologia, impartida en el Instituto de Formación Técnica Superior n° 13, Buenos Aires.

Desde hace algunos años tomó talleres de escritura con diferentes escritores y persona de oficio en la materia, como así también dicto talleres para personas que desean iniciar en la escritura. He participado y participo como colaborador de revistas y periódicos, como así también de portales y medios virtuales vinculados a la material literaria.

Trabajo como bibliotecario en la Biblioteca Popular de la Asociación Cultural y social "Helena Larroque de Roffo", situada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En Agosto de 2012 publiqué mi primero libro de cuentos titulado “Acariciapajaros y otros cuentos”, editado e impreso de forma independiente, autogestiva y sin marca editorial, con prólogo de Carolina Quirós, reseña de Sebastián Pujol y arte y diseño de tapa de Melina Godoy. En Mayo de 2016 fueron presentados mi segundo y tercer libro, publicado con las mismas condiciones: de forma independiente, autogestiva y sin marca editorial. “Repeticiones, reiteraciones” cuenta con prólogo de Dora Berdugo, Reseña de Liliana Enriotti, arte de tapa de Agustina Niño-Seeber y diseño por parte de Sabrina Zanzi. El tercer libro, titulado “Agonías” cuenta con prólogo de Luis Autalán, reseña de Alejandro Bisignano Burgos, imagen de tapa y contratapa y diseño por parte de Melina Godoy.

Para el presente 2017 tengo proyecto publicar dos libros inéditos hasta el momento: uno que consta de diez cuentos de mi autoria, y el otro que compilara textos en prosa-poética también de mi entera autoria.

Para ponerse en contacto pueden contactarse por alguno de los siguientes medios:
Facebook: Facebook.com/fede.baggini / 
E-mail: fedebaggini@hotmail.com / 
Web: www.federicobaggini.com.ar



Para respirar

Corales
penden de un hilo
este suspende una -unas- nube/s
esta flota dormida gira sin
dejar espacio alguno entre 
aire y aire
fuera de sí, fuera de nadie
El pozo de una vara
desfila prestado
algún cuerpo
de la dignidad
enterrado hace tiempo 
hará brotar sus manos de la tierra
hará tres o cuatros besos
Dará de amar.

Un pretexto 
antes de la corrección
rezonga el elefante 
dentro de su pensión
Poco importa su tamaño 
si nadie lo puede ver.

Un deseo antes
los huesos mojan y humedecen 
la limosna atizada apenas
atenuar atemperar
regar la sangre con un poquito
de Salsipuedes
o algo de acordeón
mientras un furor de ollas
disputa el fervor del olvido
crecen las calles en el fuego
se adelantan las pieles irrompibles
De algún modo todo y todos 
en una trenza
los rostros de la suciedad
y las cerezas de quien friega

Sabrán los olores en los ojos
y las pestañas derretidas
La sed será agua
El hambre miedo
El aire su principal 
opresión.



Gris

Me preocupa tu recurrencia
los servicios del  vez en cuando
llamaradas, desfile de chirridos
De cualquier forma,
así pasan los días,
así mueren, 
entre los colores de la orina
cuando casi enferman
la palidez y los pálidos
Entonces, me preocupo aún más
tal vez no por la poca cosa
de lo que latís en la actualidad,
sino por el porvenir, por aquello
aún estéril 
aún aluvión
aún guerra
aún patógeno
aún vos.



Folcsonomía obligada

La poesía 
no alimenta,
no abriga,
no construye casas,
no cava acequias,
no limpia las calles
ni paga impuestos:
no le debe nada a nadie.

La poesía
no corta el pasto,
no recoge la basura
no lava la ropa
no reprime con balas de goma
ni se queda cruzada de brazos.

La poesía
no tira la cadena
no baldea la vereda
no se dobla el tobillo
no estornuda las pelusas
ni se resfría.

La poesía 
no se levanta de madrugada
no saca a pasear lo domestico
no desnutre a las niñas,
ni a los niños
ni duerme a la intemperie.

La poesía
no rechina en los abuelos
no tiene hijos
tal vez algún que otro nieto
no levanta la mano
ni se pregunta por sus privilegios.

La poesía
no esquiva la mirada del ciego
no emula el silencio del mudo
no deambula la tonalidad de los sordos
no se huele a si misma
ni se masturba en los rincones.

La poesía 
no inventa el fuego
no es humana
no acomete
no sube las rampas para discapacitados
ni se entromete en las manzanas.

La poesía
no acepta embargos
no acepta propinas
no acepta sobornos
no acepta intimaciones
no se trata a sí misma.

La poesía 
no da clases,
no siembra
ni cosecha,
no extrae el carbón,
no maneja los colectivos.

La poesía 
no asfalta ni se asfalta
no eyacula
no se pasea por los fueros 
no coloca prótesis
no discierne entre los diabéticos
y los hipertensos
ni toma la presión.

La poesía 
no caliente el agua para el mate
no le sirve el café a los jefes
no cambia la garrafa cuando se acaba
no tira un poquito de lavandina por si acaso
no se toma vacaciones
ni sospecha de si misma.

La poesía
no alfabetiza
no atiende los feriados
no se inunda
no saca sangre
ni entrega resultados.

La poesía
no ensambla los trenes,
los aviones,
la música
los huesos
los tejidos
la ternura.

La poesía
no se tuerce ante el desvió
ni se acuesta frente al sol
no sobrevalora el coeficiente
ni se inclina ante los caos
no se subordina al roce,
ni se arrepiente del alma.

La poesía
dilapida
murmura
prorroga
llueve
se llueve
y moja.

La poesía 
no se redime
no se resucita
no se cristaliza
no entierra flores
solo se las ingenia para ser eterna.



Qué más da

Al desamparo de la tierra solamente habrá parecer
nada desliza vagamundos rana o punzón
todo robustece ansiedad o sed  despistan
la parte desfallece a tientas no obstante
del inminente acontecer.

Retroceder retroceder
no convicto
de cierto viento pegadizo cercena
dialéctica y sinrazón
oscilan relieves
caen al mar
para saltar
saltar en demasía y echarse
ventrílocuo del enfundado del presente que
al desamparo de la tierra solamente habrá perecer. 

La muerte 
otorga una inicial
a lo que ya no se es.

En las desapariciones mora nuestro espectro
Desfigura
Río arriba, el cielo,
Río abajo, el suelo.
El horizonte averigua en el cimiento la conclusión: La utopía final.

Adentrarse, 
adentrarse hechos un nudo en la primera madrugada del aire leal.

Desgraciados entonces aquellos que no ensanchen
y en medio del vendaval no se rieguen, adentrarse, adentrarse
venir a tierra como por última vez.

Medianoche de toda complexión
abandona el fresco para el verano devenir
atraviesa hasta el reflejo, aguarda
en el espanto que entorpece la corriente
ofrenda ademán y quizá la reconciliación.

Allí, en la plaza de los tributos, unas pocas manos
tantean las astillas que florecen cuando en rigor de la pausa
las multiplicadas palabras se alcanzan apenas para sobrevivir.



Aire libre

Un asomo,
cómo no asomado,
para que el desembarco no realce
lo adecuado
Un asomo,
tal vez desenredando las cruces
hundidas
en el periodo de las manos
Sin descender la frente,
Sin marchitar la fascinación,
Hay quien improvisa una fe,
Luego se persigue,
Luego se profesa.

Hay pasamanos, 
aunque nos hallemos 
mutilados.
Muerte,
aun en el llanto de la vida.
Las sangres,
todavía calientes,
hacen el olvido.
En cambio no, 
y no:
los cuerpos del cadáver
hacen el amor.

Los elencos del discurso
Sus torsos animales,
Permanecen, prevalecen
la moratoria.
Solo debe bastar un gemido
un crujido
el desastre de la carne,
Entre tanta tarde,
Al borde de lo copioso,
Duerme aquel que yace
yace aquel que duerme.



Van a desmadrar

Suponía que algo los emparentaba
Tan lejos como se pueda,
Acentuar, sumergirse en la intemperie,
Endémico.
Debajo de la piel solo el trinar
Inhóspito, el mundo cae sobre el mundo.
Quizá, sea, quizá lo que quizá sea.
La pisada remota, cierta arquitectura,
Acicalada, detrás de las orejas y más allá.
Como si alguna vez fuésemos los huesos 
de algunas sombras en su frenesí.
Libreta y libreto en mano,
Quién anuncia la razón,
Bajan los índices,
Medían los pulgares,
Se ahorcan los artefactos de facto.
La piedra que horada la gota,
El agua se ahoga en el mar.
Le asaltan los rezos al perturbado,
Unos cuantos alambrados,
y ya nada queda para quien resopla.
Voluptuosas tesituras,
En dónde encajará la complicidad,
A dónde el quebranto,
Será mejor la lengua viva,
y entre tanto,
la culpa que nos pario.



Aprontarse

Nada puede decirse de las espaldas,
Las revueltas, desnudas,
Apoyadas las manos,
Ancha la sangre un poco más allá.

Cerca del pie, otro pie.
El anterior precipicio tendido,
Vertido lo sólido, trémulo, 
Ya se hubiera dado eso cuajado.

Por ese entonces orinan las palabras,
Alguna vez se suda el destierro,
La ceniza resignada ya, se resigna;
Tantos otros lugares contra el reverdecer.

Las plumas no regresan por sus carnes,
Las carnes no vuelven por sus huesos,
Los huesos no son una probabilidad,
La muerte tal vez, quién sabe, lo sea.

Hacia arriba un puente,
y unos cuantos rostros,
Ciénaga, una tibieza en los contornos,
Se enredan las cegueras entre el vacío.



Dilema de una sombra

Sobre mis dedos florecen
cada una de las noches.
Es por entonces el descaro,
Sobre mis uñas reposa lo tenue,
Así se  persiste la estampida,
aplazada.
Sobre mis yemas recuestan las paradojas,
de cierta viscosidad.
No, no, 
y no.
La nada, 
unas manos de caída.
Es una bagatela, 
quién sabe.
Se retuerce, oblongo, 
el cretino, la mustia.
Aún se mastica la intemperie,
La sien entre puñales, algo más a la cabecera.
Se quiebra,
una y otra vez,
El pastizal y el verano y las (ti)nieblas.
Braceos al desagüe, cuadrillas 
a ambos lados de tal o cual constelación.
Estorbar el sudario, entorpecer 
el instante, el decreto.
Llorar
es cosa de desolados.
A mi el destiempo,
Lo amable, lo discreto.



El cielo que sobra

Los pájaros se duelen, me anochecen.
El debajo se recrudece, se entrevera.
Los puñados se hieren, me apesadumbran.
Los ausentes se  reclaman, se rematan.
Los vientos se llueven, me alargan.
Las revueltas se recogen, se asemejan.
Los pliegues se nublan, me enderezan.
Lo apagado se desapega, se atraviesa.
El adentro se encarniza, me aploma (o desploma).
Los ríos se presienten, se lloran.
La demasia se renombra, me canciona.
Los costados se taxonomizan, se ontologan.
El zumbido se embiste, me sucumbe.
Los impedidos se reclinan, se joroban.
El polvo se acompaña, me descalza.
Los alrededores se encogen, se intiman.
La mayéutica se embebe, me relumbra.
El procústeo se denota, se ergonomiza.
Lo servil se procede, me remonta.
Lo suspendido se atasca, se atraganta.
La apetencia se genitaliza, me saliva.
La mitad se apiada, se concede.
Más allá, se coagula la muerte.



Lo poco que nos queda

No se trata de eso, 
se trata de la uña del silencio,
un ruido ensayado,
el gesto asumido
del aroma entonces.
Una desesperación en la punta 
de los árboles,
Un desencuentro con mucha prisa,
Estatuas frente al espejo.
Del pasillo con su revoque de voces,
un desamparo antes de llegar,
el empinado afán de toda escalera.
La otra mitad de la muerte,
Una niña y los vidrios en su preludio,
Cierta locura en breves giros.
Océano encerrado entre hijos,
Higuera del alarido / mitad del violín,
Algún párpado que llena lo ínfimo.
Nace un vientre sin cuerpo,
Abastecer las manos 
hacia el semblante,
la piel del incienso,
frente a tanta piel.





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ALEJANDRO LÓPEZ RUIZ [19.921]

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Alejandro López Ruiz

(San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México 1989).

Licenciado en economía por la universidad autónoma de Chiapas (UNACH), con una carrera corta en enseñanza musical en la Universidad Linda Vista, colaborador de la revista Cultural “Adagio” , del periódico “La foja coleta” y columnista en el periódico “el independiente de Chiapas”. Antologado en “poesía novísima Chiapaneca” y “ Antro-poética”.



Mientras más retengo más crece
el espacio vacío de mi pecho,
más cierro los brazos y menos poseo.
Todo lo que tengo es un cuarto rígidamente
fortalecido o encapsulado, amueblado, limpio,  pero nunca habitado.
¿En cuánto está la seguridad, el porvenir, la vida?

…¿Todavía no me alcanza?

Me quedo en mi cama y por un momento duermo
[el sueño, como una mujer  (acaricia mi mejilla) y (me arrulla ) me tranquiliza por un instante, luego me estorba ]
y comienzo a echar a las ilusiones una a una:
¿Acumular día a días o acumular moneda a monedas?
¿En dónde sueñan aquellos a los que
se les impide dormir ?
¿Qué ser miserable  acumula para sí, la felicidad de todos hombres?



I.I

(Casa)

La mujer que sale de la noche
deja huellas en la inocencia de la foto que hoy cuelga entre la mañana y la pared.
A pocos metros José el albañil toma un descanso
y se entretiene imaginando que conduce los coches que pasan.
Se adolecen de las manos,
tan duras como su porvenir.

Está silencio
entre alborotos de libre mercado.
Algo crece de su pecho y
el negro de sus ojos
es consecuencia y destino de todo lo que ve .
Y esto que gira, esta pérdida que no se termina de ir entre la memoria,
alimenta las hojas.




I.II

Sendas

(casa)

Un nadie
se pregunta qué espera
en el espacio que le permite
la desolación. El Corazón
latosa entraña que baja
fosa a fosa
llega a íntimo pantano ,
es este un año agrio
a fin al paladar de quien lo sorbe.

El calor es inseguro en el cuarto.
Como huérfano que juega en el parque
paredes que lo guían ,
puertas que se esconden,
hogar que no fue.


I.II

(casa)

La comisura del labio femenino es el límite afilado,
que contiene la circunferencia del fuego.
Estremece el dónde, el porqué y el hasta cuándo
de las espinas que apuntalan la pared.

Qué es lo normal cuando el resultado del deseo
es un deseo más

No me salva ni acero, ni pluma
Ardor a tu columna y surco prendido,
como grillete que estalla
entre amapolas.


II

El arrendador Pedro, el viejo, trenzaba las crines de los caballos con el tabaco

mágico que la libertad gusta fumar.



IV

Hubo una vez cuando era joven
– Contaba el viejo José a sus nietos-
que luego de la última lluvia de Junio
al pueblo llegó una viajera.

Ya establecida
pusó en su puerta un letrero que decía :

“Eva Diacomo maestra en idiomas de la noche”

Como es natural, nadie entendió nada.
Hasta después de que el primer alumno, un cargador tosco y
huraño, saliera de la insólita escuela
murmullado con el céfiro que refresca a los grillos en verano ,
entonces sí, todos creyeron con admiración y envidia
que aquella viajera era capaz de enseñar
el idioma de la soledad.



V

No niña, -no todo en la vida es peinarse.
Le decía María Luvia a su nieta

–  Sabes ,cuando era niña, aun habían micos de noche en las montañas azules
que bordean el pueblo.

El pequeño mico era dorado y pulcro,
y estaba tan enamorado de sí mismos que lo capturaban con la sola ayuda de un espejo. Cuando el pequeño mono bajaba del árbol para contemplarse, los cazadores aprovechaban para empujarlo al fondo de una jaula.

los indios los cazaban para hacerse morrales.



VII

A José Ruiz Urbina, un joven chofer trabajador y contrabandista de ambarina
bebida, un día nublado de noviembre, mientras escondía una a una las botellas de comiteco
en la parte baja del autobús Ford 56, escuchó a una hormiga conversar con su carga:

-qué bello
es el silencio del yo
a la mitad del viaje.






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