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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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ESTHER MORILLAS [19.385]

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ESTHER MORILLAS 

Esther Morillas (Jaen, 1968). Poeta, traductora y profesora de la Universidad de Málaga (UMA), poeta de obra breve: un cuaderno, Memoria de rafia (Editorial: Málaga: Junta de Andalucía, 1987) y los poemarios:  Algunas ciudades (1994) y Mujeres (Pre-textos. Valencia, 2001). El uno y el otro, que está terminando, será su próximo libro.

Ha traducido el magnífico libro Mediterráneas, del poeta italiano Umberto Saba, también publicado en Pre-textos y a los poetas  Attilio Bertolucci, Giovanni Pascoli y Franco Loi, entre otros. 


NUEVE VENTANAS

Nueve ventanas hay en esa casa
con nueve luces que se ven
detrás de las ventanas, y siluetas,
y músicas que llegan a la calle
con un fulgor acústico.
Hay tanta luz, tan poco se distingue,
ni canciones ni besos, ni habitantes,
que me paro a mirar. Desde la calle
cuento nueve ventanas: me parece
estar viendo un incendio en cada una.

[Cuadernos de Roldán dedicados a Jaén(Sevilla, 2009)].





CANCIÓN PARA JUSTO 

Es verdad que nunca y siempre 
son palabras que acostumbran 
a repetir los amantes, 
aunque tú nunca me has dicho 
que vas a quererme siempre. 
Sólo has usado dos veces, 
en mi honor, como un secreto, 
nunca esto, nunca aquello, 
aunque tú no lo recuerdes, 
aunque yo no lo repita, 
ni otras cosas que yo he dicho, 
por vergüenza. Que el amor 
que se siente un privilegio 
se vuelve un poco ridículo 
si sale mucho de casa. 



DE: Algunas ciudades (Pre-textos, 1994)


INDEPENDENCE DAY

Disgustos amorosos: en un vídeo
musical una cantante 
llena de copos de maíz el cuarto 
girando al ritmo de su música: 
cuantos más copos tira más sonríe. 
En un libro, una estudiante en paro 
estrella en la pared de la cocina, histérica, 
tres vasos de a seis dólares. 
En un film de aventuras una rubia 
grita y rompe un cristal y luego llora. 
Me salva la pereza: dignamente 
me siento en un sillón, no tiro nada, 
nada discuto: soy independiente.





DE: Mujeres (Pre-textos.2001)



El secreto 

Me gustaría 
contárselo ahora mismo 
a mi mejor amiga. 

No puedo. 

Ni siquiera una pista. 

Me gustaría 
decir: tengo un secreto, 
si quieres 
te cuento mi secreto, 
pero tú no lo cuentes. 


Cuando sea anciana 

Cuando sea anciana seré extranjera, 
y me teñiré el pelo de blanco, 
y llevaré bolsos de croché, 
y jerseys de punto de mezclilla con hilos brillantes, 
y uñas pintadas de colores brillantes, 
y encendedores de oro, 
y tendré un marido que diga: 
darling, darling, 
i love you, 
y entenderé las canciones, 
y estaré en el bar hasta que cierren 
o hasta un minuto antes. 


Cuando seas anciano 

Cuando seas anciano quiero que seas un anciano venerable, 
que no estés enfermo ni tosas 
ni tengas los dientes negros, 
ni achaques, ni temblores, 
o si tienes temblores que no seas malhumorado, 
y que no huelas como algunos viejos huelen, 
y que no hagas ruido al comer, 
y que no hagas ruido al respirar, 
y que no recuerdes siempre el pasado. 

Puede que sea falta de piedad o bondad o lealtad por mi parte, 
no depende por entero de ti, la vida es terrible, 
pero cuando seas anciano 
quiero que me importe si te mueres. 


Narratividad, minimalismo y un punto de vista explícitamente femenino caracterizan los poemas de Mujeres. “Cuando escribo -añade en la citada antología-, quiero que mis poemas suenen bien, que descubran o recuerden algo olvidado, que puedan comunicar una microhistoria o un sentimiento”.




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ELEONORA FINKELSTEIN [19.386]

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ELEONORA FINKELSTEIN

Eleonora Finkelstein es poeta y editora. Nació en Mar del Plata, Argentina, en 1960. Publicó Hamlet y otros poemas (1997), parcialmente traducido al inglés (Hamlet and other poems, Fairfield University, Estados Unidos, 1999), Las naves (2000) y Delitos menores (2004 y 2016), además de artículos y traducciones. Desde 1991 reside en Santiago de Chile, donde se desempeña como directora de RIL editores. Es co-fundadora y directora de Ærea. Revista Hispanoamericana de Poesía, y de sus colecciones de poesía y traducción.



Vidas paralelas

Él había vivido en una iglesia, pero ya no.
Ella trabajaba en un bar y nada qué hacer.
Llegaron al hotel y alquilaron la misma habitación
para pasar los meses fríos.
Pero fue en inviernos diferentes
(a cual peor).

Él buscaba una mujer
(ahora que su madre había muerto
casarse ya no le parecía tan mal).

Ella juraba conocer a los hombres:
todos diferentes, ninguno bueno.
Mejor sacárselos de la cabeza.

Él ya no estaba seguro
de que Dios se ocupara de sus cosas
como cuando era un niño. Pensaba:
la providencia es un asunto inestable.

Ella vivía dispuesta a creer
en cualquier cosa menos en Dios.
Adoraba las pirámides, los cuarzos y leía el Tarot.
La suerte está echada, le gustaba decir.

Cuando llegó cada respectivo verano
(a cual peor)
los dos siguieron su camino
con la promesa de volver en el otoño,
pero nunca más los volvimos a ver.

Si hubieran aparecido alguna vez al mismo tiempo
(con esa esperanza increíble que sostiene a los derrotados)
si hubieran pasado juntos el invierno
de un mismo año, en esa misma habitación,           
se habrían dado cuenta de que estaban
equivocados en todo.
En todo, excepto en aquello
de que ni Dios ni la suerte
intervienen en los asuntos sencillos.
Las cosas solo pasan:
a veces sí, a veces no.




Platónico suicida (o melodramático de la cosa misma)

He estado trabajando mucho.
Trabajando mucho
para conseguir que esto
coincida con algo que entiendo bien.
Pero los bordes no calzan
O se ven demasiado las juntas.
Por un lado, la forma
Por el otro, su espectro.
Un ectoplasma que desborda
por los cuatro costados.
Y no gano nada con intentar cubrirlo
o contrastarlo. Ni siquiera
con aceptarle que se quede.
“Soy otra cosa, otra cosa”
declara con su sola presencia.

Dado este problema,
a veces pienso que el límite es
la única medida humana.
La belleza, en cambio, sigue ahí
con su belleza.
La verdad con su verdad, etcétera.

Ahora bien, permítanme dudar de la justicia.

Pero insisto y soy tan torpe,
está a la vista:
se escuchan soplidos cuando
trato de acomodar la boca.
Casi se puede ver la transpiración
y el cansancio de los músculos.
Estas palabras quieren decir algo, brillar
Pero siempre llegan sobrecargadas
o huecas.

Porque el asunto ese del ritmo es un veneno.
Y apenas lo pienso vuelve
a escucharse la respiración entrecortada,
el esfuerzo de artista callejero.
Pero el asunto ese del sentido
es un veneno peor.
Es que, como dice el poeta:
¿Por qué digo calabaza
cuando quiero decir adiós?
Siempre la luz y la materia
Siempre esa idea de la luna.

Miro por la ventana:
El cielo, arriba,
con su simulacro de cielo
El suelo, un sólido perfecto,
siete pisos más abajo:

Es una suerte que siempre 
tengamos a mano la salida.
Una alegría que podamos
(en última instancia)
hacer aún calzar perfectamente
el cuerpo con su sombra
(o con lo poco que nos queda de cierto)
y sacarnos este peso de encima.




Los viejos, buenos tiempos 
(Berkeley,  1968 -1998)

Vuelvo a ese lugar y sin embargo 
no es el mismo lugar en absoluto. 
Sobre el suelo: la memoria es 
una niebla dura y ácida 
que nos llega hasta las rodillas. 
Tan dura y tan ácida 
que terminamos por arrastrar los pies. 
Muy cambiado y tan igual, digo a mi anfitrión 
que señala a las ardillas de su jardín 
de un modo tan conmovedor: 
-Here! There! Here! There! 
¿Qué habrá sido de las mejores 
mentes de tu generación?


II 

El viejo poeta declara: 
cuando los versos se escribían solos 
mis amigos los firmaban, nada más. 
Pero esta misma nube 
que ahora nos hace arrastrar los pies 
por entonces se subía a la cabeza. 
Con solo chasquear los dedos, directo a la cabeza.
To the top –grita señalándose la sien.


III

Lo que dijo un personaje italiano 
en el libro de un autor alemán 
fue lo que hace mucho tiempo
transcribí en un poema 
(no en este, que es casi en inglés): 
"Cultiva un pequeño jardín 
-según el consejo de Virgilio- 
y todo lo que digas 
que sea bello y bueno".
“Bello y bueno”, subrayé.
Es que entonces era una niña 
y ahora también, ya ves, 
aunque haya envejecido tanto.




Los monstruos de la resistencia pacífica 
(un poema feminista, a su manera)

a mi bisabuela Graciana, tal como la imagino

Así como me ven
soy una mujer modesta. 
Consciente de la soledad, 
de la vejez y de la muerte. 
Y no es que ande por la vida 
martirizándome, 
creyéndome más buena 
o recordándole sus propias 
miserias a mis semejantes. No. 
También me ocupo del trabajo, 
del almuerzo, de los niños. 
Miro mi reloj y ajusto la hora 
con la torre de la iglesia. 
Y no es que la fe me interese demasiado. 
Ni siquiera los templos, el amor 
el mal o los cielos abiertos. 
Porque sé bien que todos seremos humillados, 
así que, ¿para qué tanta grandeza? 
Soy una mujer modesta y eso es todo. 
Lo que hago, prefiero que sea pequeño, 
aunque se note poco 
pequeño y regular: 
el ejercicio que agujerea las piedras. 
Mi convicción: la piedad del día a día. 
Por eso, nada se resiste, por eso 
sigo adelante. Por eso: 
por favor, no me cierres el paso. 
Ni siquiera te cruces en mi camino. 
Nunca termina bien.




La hermana

¿Alguien quiere que le cuente de mí,
que le diga mi secreto de sangre y hematomas?
Quiero mostrarles cómo me buscaba el hueso.
Cómo no podía flexionar los codos sin gritar.
Y los colores eran tan reales:
rojo señal, azul y verde silvestre
como un monte de naranjas siciliano.

Era como Electra:
llevaba mi saco de basura con dignidad.
Un cortejo de moscas me seguía.
Benditas sean.
No iba a buscar el fuego como los perros.
Iba a arrojar cenizas a la cara del dios.

Al fin, es cierto, lo que somos
se lo debemos a la muerte.
No es menos verdadero que la deuda
se paga con creces, pero aprendí
a no cultivar tanto mi propia tragedia.

Hermano mío, ahora estoy tan fresca,
tengo los brazos suaves y ondulados, incluso verdes,
artificiales, como un campo de golf.




Colla

Más de una vez estuve sentada
sobre estas cajas de cartón
con los libros de siempre.
Ahora, sin embargo, tengo
otras cosas también aquí dentro.
Más o menos útiles. Quién sabe.

Estoy en el medio
(creo que en el centro mismo)
de una ciudad cordillerana.
Seguro me equivoco.

Quiero un lugar donde dormir,
un lugar donde bañarme y comer.
Voy a salir con las manos en los bolsillos
para conseguirme algún alivio.

Pero se está bien sobre estas cajas.
Se está bien
(un lugar donde dormir,
donde bañarse y comer).

Mejor voy a esperar un poco.
Voy a bajar la cabeza y voy
a mirarme los pies.
Menos que nunca parecen mis pies,
tan sucios bajo este sol fanático.

Voy a esperar otro poco.
Ahora que soy de piedra y
tengo polvo entre los dientes,
estoy segura de que me veo bien
(demasiado vieja o demasiado joven)
sentada aquí,
sobre las cajas de siempre.

No quiero escapar ni quiero quedarme,
Si al menos pudiera mostrar / que se me viera
el estómago vacío / el cansancio
el estómago vacío / el sudor
el estómago vacío / la tierra ardiendo.
Esa es la vida, creo.
Si se prolonga
en cualquier momento me crecerá una pollera
y me pondré a vender estos limones.




El barco que recuerdo

El barco que recuerdo
es el primer objeto en mi memoria.
Luego no hay nada o casi nada
por un buen trecho largo y plano
como el tiempo es.

Transatlántico era, por entonces,
una palabra portentosa.
Ni siquiera hoy me deja indiferente.

En esa nave, a fin de cuentas,
nadie partía en verdad. 
Casi todos regresaban y regresar
no es un viaje, pensándolo bien
y en el completo sentido de la palabra.

Como una fotografía
(los abuelos jóvenes aún),
todo un poco vago y desenfocado.
Habían sido unos viajeros. Insisto.
Ahora era la vuelta: el viaje de los arrepentidos
(nadie querría envejecer así). 
Algunos pensaban que al final de la excursión
serían bellos otra vez. Que los dientes serían
firmes y de nuevo fuertes
y las caras transparentes y felices y todo lo demás.
Y que nosotros de algún modo
desapareceríamos.
Ellos iban a vivir la misma vida
una vez más.

Alguien, que quizá era mi padre,
me sostenía sobre sus hombros.
Si miraba para abajo veía su cabeza, si miraba
para arriba, el cielo y ese río raro que vos sabés.

Sacó un pañuelo del bolsillo
y me lo dio para la despedida.
(Sí, ahora lo veo bien, era mi padre.
Definitivamente.
Adoraba los gestos teatrales).
Mucho después leí algo cierto y cursi:
“cada instante es una despedida”.
Como anillo al dedo, pensé, como anillo al dedo.

Parecido a saber
y todo implicando el gesto:
Muelle, más Barco, más Pañuelo.
Lo levanté, lo agité un poco.

Para que te vean —me dijo.
No quiero que me vean —pensé. Y lo tiré al agua.
Recuerden (a modo de disculpa)
que esta es mi memoria más antigua,
que  por entonces yo era muy  pequeña
y no tenía adónde regresar.




Delitos menores

Los recuerdo perfectamente bien.
Con nombres y apellidos.
Robaban y venían a mí como a una diosa
con las mochilas llenas de cosas inútiles:

felpudos que decían Welcome 
pero se ataban a los muros con cadena.
Faroles como animales eléctricos
a la intemperie.
Enanos de yeso y toda esa porquería
de “somos una familia feliz”.

“No pasarán”,
rayábamos en la entrada de nuestras casas
y reíamos encantados, convencidos de algo. 
No sé bien de qué.

Dicen que la verdad limita con la mentira.
Dicen que igual hace lo suyo mientras puede.

Por mi parte, miraba al cielo y languidecía, 
pensaba en la inteligencia que
—aunque no se notara a simple vista—
contenía en sí mismo todo aquello.




Grandes inventos

Debo aclarar que esto es ficción.
Ficción, como todo lo que tenemos en la memoria
por más que lo llamemos recuerdo.

La madre de mi abuelo trabajaba para un conde
y dicen que imitaba sus modales.
En tanto, mi abuela era hija de comerciantes,
de los que se dejan impresionar.
Una historia clásica.
No es difícil adivinar lo que viene después:
un montón de pequeñas tragedias
coronadas por un final feliz
que no pudo mover la historia
¿Para qué continuar?

Dicen, además, que el tiempo real está lleno
de cuentos sencillos, repetidos,
pero toda civilización
también empieza humildemente.
Cada nuevo mundo está listo
para partir de cero:
padre, hijo, nieto,
antes de contar hasta tres
ya imaginaban un escudo de armas.

Yo digo que hay que irse con cuidado
porque todos aquellos
que están muertos hace un siglo,
tuvieron sus mejores días.

No levanto la vista ahora
porque este no es un poema épico
aunque parezca.
Es un poema pequeño
(como las mencionadas tragedias).
Y desnudo, recto.
Apenas una señal
antes de que sea demasiado tarde.
Porque un invento es una cosa nueva
y sirve para darse ánimo.

Siempre hay que empezar por algo.




1959

Partamos por un close up
a esa foto tuya
que me habría encantado conservar
pero que se nos perdió de vista
con tantas mudanzas.
Era el 59 y andabas por la vida
con 59 de cintura.
Y usabas pantalones, claro
(aunque no se alcance a ver).
Y fumabas.
Ya sé que te ibas a divorciar
(aunque tampoco se alcance a ver).
Increíble, súper rubia, sentada y mirando a la cámara
con esos anteojos negros en forma de alas
Y  esa remera rayada tan op-art.

Esa es mi madre, pero no era mi madre todavía.
La cabeza apenas inclinada y echada hacia atrás.
Un poco de Marilyn, otro poco de las chicas del Che.
Y el tipo de atrás, con los ojos como platos
y la frente enorme.
El que no le saca la vista de encima,
ese, es el músico cubano.
–habría jurado que era Miles–.

Demasiada luz, demasiado foco,
un toque de revolución
contra la multitud de fondo
(apenas linda, algo fea)
desdibujada de solo mirarte.

Y la risa, la risa inolvidable.
Por favor, no te burles de mí:
esa única imagen entre todas
es un lugar donde volver,
más allá de los muros,
de los idealistas a toda costa.
A medio camino y está bien:
entre el teatro y el partido.
Y más allá de las idas y las vueltas.
Del Sputnik , la máquina y el Beat.
Del Bebop y de Engels y de Marx.
Del “opio de los pueblos”  y tanto libro
y la Guerra Fría y Stanislavski y Elia Kazan.

Ahí estás, fija y perfecta, en esa vida eterna,
entre algunas referencias de aquel mundo
y un solo de trompeta ahogado,
que se va llevando la corriente
y nos deja sin batallas.
A medio camino y está bien.
Porque últimamente nadie sabe
dónde queda el horizonte y yo tampoco.
Aunque Dios, aún después de muerto,
es la fe de cada uno. Y está bien.



Amsterdam a primera vista


a Daniel Calabrese

How can I tell
If I shall ever love you again
As I do now?
(“A love song”, William Carlos Williams)


La imagen principal, casi la única,
en esta ciudad idéntica a sí misma,
es Daniel planchando mi vestido.
Una historia tonta, de bicicletas
y lavaderos pakistaníes,
de la que mejor ni hablar
(porque tampoco viene al caso).
El tema es que
ahí está mi amor,
como si todavía lo viera,
transpirado sobre
esa mesa pequeña,
planchando mi vestido blanco.
Cada pliegue con seriedad
y tomándose su tiempo.
Su brazo iba y venía.
Hermoso y fuerte y desnudo.

Traer el recuerdo de esta imagen
casi la única nítida, decía
(en esa ciudad hundida
por vapores y semillas hembra,
flores y quesos y coffee shops
de la que, queda claro, no retengo
más que algunas simplezas)
es solo para decirte gracias y
perdón, querido, por quedarme
viendo todo el tiempo
cómo trabajabas duro.

Es que estabas tan concentrado,
tan poderoso, tan mío.



LA VIDA DE LOS INSECTOS

I (rezo por vos)

Ese domingo bajábamos por los cerros
(donde la gente es rica y feliz)
en un Volkswagen bajábamos
pero no del todo,
patinábamos, en verdad,
sueltos y saltarines,
como si el viejo Volks se hubiera
convertido en trineo.
Íbamos igual
que aquellos niños de Eliot
pero por montañas sin nieve
rojas y azules.


II (el primo Gus fumaba grass)

¿Cómo bajar?
–Todos en misa, como siempre –dijo.
Y era cierto:
tantos culpables reventando las iglesias.
Más de diez en veinte
cuadras a la redonda. Qué ciudad tan especial.

–Debería rezar –susurró–  mi madre, está muriendo.
–Todos estamos muriendo
(“With a little patience.”, pensé)
“con un poco de paciencia”, recité.
–En cuanto a rezar, tengo mis dudas:
un poema es una oración.

–Guíame –pidió–, nací en una ciudad ajena.
A mí, a una recién llegada.
Le di tales señas que terminamos
en la cima del mundo. Bien.
–¡Guíame! –rogó, ahora con los ojos en blanco.
(¿Estaba rezando?)

Pero yo miraba las luces allá abajo como almas
y la luna allá arriba como a la hostia consagrada.
–Primo –le dije– no puedo guiarte,
pero debo confesar algo incómodo:
últimamente rezo casi todo el tiempo.
Me parece que creo en Dios.




Efectos especiales

Qué tanta pureza
en los registros básicos
de esta memoria.
Qué tanta memoria
en las formas que se dejan ver
para que las nombremos.
Vacías así como están,
vacías como guantes vacíos
navegando sobre el tiempo pleno.
Pero ahora resulta
que ese mismo tiempo, ni siquiera existe.
Ridículo todo, obsesionado de sí mismo:
Que alguien me explique a los disueltos
a los voladores
a los desintegrados.
Que alguien, cualquiera, me saque a bailar
y me hable al oído
y me haga entender que todo
tiene su precio.

Y ya que dije tiempo y memoria y vacío,
pasen y vean
lo que se proyecta en el techo
mientras intento dormir:
el bosque está en flor y la perra
amada, muerta.
Si ahora digo “amor” y “muerte”
En cualquiera de sus formas permitidas
(que en paz descansen)
seguro que se te hace un nudo en la garganta.
Pero no lo olvides: miento.

A ver, veamos lo que dice ahora
(ya que seguimos acá,
ya que seguimos mirando el techo).
Es algo duro como un hueso:
El poema es el arma de fuego,
el amor es un tiro de gracia.
Pero no lo olvides: miento.




Todo el resto

a G. M. (in memoriam)

I

Lejos de mí, de Alejandría.
Morirse balbuceando
algo de Justine.
Algo, acerca del amor y cosas
peores todavía.

Ay, aquellos tiempos
cuando trabajábamos
y trabajábamos como hormigas
desvelados en puras inutilidades.

Un poco más flaco y ya estás muerto,
le decía y enterraba
mi dedo en sus costillas.
Gramo más, gramo menos,
ahora ya estás muerto.


II

No sé. No estoy segura.
Podría saludar esos huesos felices
si pasaran volando
como pájaros prehistóricos
con ruido de articulaciones.
Podría incluso saludar a la bandera.
A cualquier bandera
mientras las cosas fueran lo que son.
Pero tampoco estoy segura.
Y ahora no sé dónde encontrarte
manchado de tierra persistente o rojo vivo.
Colgado de vos mismo en el esqueleto
de siempre y sin embargo nuevo
cada tanto,  cada poco. Creo.
Pero no sé y me horroriza, me horroriza
como si hubiera muerto un niño.

Sólo la ciudad es real.
Sólo la literatura
y este ardor en la garganta
y mi manera de adorar el suelo
como si a esa altura existiera el paraíso.

Pero sólo la ciudad es real.
A veces, la literatura.


III

Quizá recién ahora se trata
del último suspiro,
del asma o de la marihuana,
de la transformación definitiva.

Existe y no está allí,
se puede tocar y en verdad no.
¿Lo vemos, no lo vemos?  No sé.
No estoy segura.

Sólo la ciudad es real
y la suela del zapato.
Sólo la literatura y el ardor
en la garganta.

Acaso podamos posar la mirada
sobre la superficie de las cosas.
Acaso hacer callar
el silencio que nos rodea.
Acaso perder la compostura y gritar,
incluso morir,
y el tipo que muere en este caso,
en serio,
ese sí que estaba loco.




El ángel

Se vestía de blanco (tenía
cierta fijación –más bien rústica–
por la metáfora).
“Todo ángel es terrible”, decía
y cerraba el negocio.

Las mujeres entornaban los ojos
para entender mejor.
Pobres, feas, de las que se cambian el nombre
por Rosemary o Jacqueline y coleccionan muñecas.

Yo era una tipa fuerte y andaba con él,
habría sido una puta perfecta
pero iba a la universidad.
Tampoco me pidan que sea un ángel.

El cuento es que volaba,
volaba porque ese verso
–“Todo ángel es terrible”–
era su retrato fiel.

El mensajero del Oriente,
de la aspirina y el bicarbonato,
pensaba yo, y volaba también
mientras en la vereda
todo sucedía con naturalidad:
“este soy yo y esto es lo que hago”.
Canturreaba: “te ofrezco lo mejor de mí…”

¿Estaba suficientemente alerta?
¿Miraba cuando el ángel volteaba
los espejos para la degustación?
¿Entendía tanta mirada oblicua
si la cosa se ponía caliente de verdad?
Asuntos de un oficio terrible, me decía,
de la ira de Dios.
¿A qué temer? Después de todo,
no hay nada que te mate dos veces.

Debería contar esto alguna vez.
Pero contarlo mejor, contarlo bien.
Porque sé que es algo que nadie
buscaría recordar jamás.
Porque sé que todo ángel es terrible.
Y yo no soy un ángel.



Ofelia o el abandono

Ahora cerrará los ojos
cruzará las manos sobre el pecho
e imaginará que sostiene
un manojo de hierbas.
Es perfecta.
Tiene el pelo brillante
y los labios relucientes.

Si finalmente la hubieran llevado
los mendigos o los actores con ellos
estaría bailando y por supuesto
ya no sería virgen, ni siquiera rubia
y acaso ni danesa.
Pero el destino es la elección obligada.

Y va demente de río en río:
morir / dormir / soñar
morir / dormir
soñar con la eternidad del cuerpo.
Pero el agua es fría y corre
y ella es más fría
y pálida
con venas azules y la sangre helada.
Sus piernas son blancas,
sus piernas son tan blancas.
Y las uñas de sus pies son iguales
a las uñas de sus pies a los diez años.



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ULISES HUETE [19.387]

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Ulises Huete 

(Masaya, Nicaragua, 1978). Poeta, ensayista y periodista. Ha publicado en las revistas literarias El hilo azul (Nicaragua) e Hispamérica (Estados Unidos), y en las antologías Retrato de poeta con joven errante (2005), Poetas, pequeños Dioses (2006), Cruce de poesía (2006) y en La Nación Generosa: 111 rutas al lado del mar (2015), antología de poesía hispanoamericana, publicada por la revista española La Galla Ciencia. También ha publicado en Babelia, suplemento cultural de El País. Colabora para Carátula, revista cultural centroamericana.




La estrella vespertina

Desde este cielo despejado de nubes, regreso hacia mí mismo en busca de una tarde. Busco más acá de mis pensamientos, más al interior de mis sensaciones, busco en un nivel más profundo donde la mente fluya sin sobresaltos para encontrar las imágenes que necesito. Sobre la plaza extendida como la palma de la mano, la silueta de una pareja sentada a contra luz en el barandal del malecón, el tintineo que expande la presencia del carrito de helados, una mujer empujando a un niño que aprende a manejar su bicicleta y los puestos de ventas con sus brillantes chiverías.

Sobre la mano derecha, como una brasa encendida, reposa la cometa. Su cola multicolor se enrolla en el antebrazo mientras sus alas cuelgan agitadas por la brisa. Desde un extremo de la plaza comienza la carrera contra el viento, la mano izquierda sujeta al hilo, mientras la otra sube a la cometa encima de la cabeza. Zancada tras zancada, torbellino de luces dando vueltas en el pecho, cuando una ráfaga de viento, invisible trampolín, la empuja para arriba como un cohete, como un surtidor desaforado, que se eleva sin tropiezos, pleno y solemne.

Hacia el paisaje aéreo se encumbra el pájaro fantástico. Sentir con el hilo las estampidas del viento, beber con la mirada los grises, violetas y azules bajo los que navega la pequeña embarcación. En el lienzo del crepúsculo, la imaginación multiplica los hilos con sus flores voladoras y se forma una constelación en donde brotan ojos, pestañas, narices, lunas, soles y estrellas como en aquel cuadro de Miró. Los pintores nos enseñan a contemplar y recrear al mundo: la cometa suelta al viento las notas de una melodía inédita que resuena en mis adentros.

Estas palabras que ahora escribo son la traducción de esos signos que aparecen en mi mente. Entre la sensación y la expresión, el discernimiento, la imagen verbal que revela el sentido de la experiencia. El vendaval del pensamiento arrastra un tumulto de palabras. Me aparto de este griterío buscando la quietud. Entonces observo a mi corazón que me dicta los trazos que ahora dibujo sobre el papel en blanco, boceto de una pintura, apuntes para una canción, símbolo de lo que contemplo y siento.

Bajo un cielo gris teñido con el azafrán del poniente, en el infinito espacio de la imaginación, con serenidad y firmeza, permanece en equilibrio la cometa, retenida con el hilo de la concentración. Escritura en el vacío, amapola del aire, trozo de arcoíris que me lleva al tiempo de la infancia, al estado en que mi alma fraterniza con el mundo y todos los objetos son espejos. Desde la pura transparencia exhala sus latidos de colores. Como un solo de trompeta, allá en la altura, ondula con el viento.

Las luces de la tarde se consumen tras las difuminadas nubes que flotan en el horizonte. Una pareja se dirige hombro con hombro, asida de la mano, fundida en una sola sombra, con paso lento y tambaleante, fuera de la plaza. El niño camina con su bicicleta al lado, mientras su madre lo sigue detrás, satisfecha y exhausta. Los vendedores ambulantes guardan su mercadería, resignados, y van abandonando poco a poco la explanada.

Ante la disminución de la fuerza del viento, traigo a la cometa despacio como quien arría las velas de un barco. Mientras baja describiendo una curva, camino a su encuentro y le extiendo una mano para que regrese con seguridad. Se disuelven las apariencias soñadas. Aparecen las formas externas, cerradas en sí mismas, rodeadas de oscuridad, distantes en el transitorio presente.


Reminiscencia

Desde mis sábanas,
se desdobla tu aroma en esta noche
como el soñoliento vapor
de un incienso al arder.

Cierro los ojos
y  la espesa luz de la tarde
cae sobre tu pelo dormido.

Al tacto de mis dedos
se humedece tu piel.

Hace media hora,
la mujer ausente
desollaba mi alma,
desquiciaba mi rostro
en el umbral de la espera.

El ancho hueco
dejado por tu pelo,
rastro
de tu lejana presencia,
danza en mi boca,
corta mis pupilas.

La oscuridad deshace
tus hombros,
mi sed los vuelve
a inventar.

Eres el eco
de un cuerpo distante,
un momento disuelto
en fragmentos de ojos,
uñas y piel.



Víspera

Como ayer
               yo te espero
a las 3 de la tarde
                              con la quietud
de una ciudad
antes del alba

Bajo un árbol
                              estoy sentado
mientras escucho
el rumor
de su follaje
melodía que evoca tu presencia

Sin mirarme
                               te aproximas
aunque tu rostro
             tus manos
             tus caderas
me presienten
                      y de alguna manera
también me hablan

Ahora te acercas
y me tocas
             con tus ojos
y sobre una ciudad
despunta el alba.



Talismán
         
indistintas
                      púas
                                  acústicas
de nácar
como detritus de cristal

gravitan

                      sobre el áspero cordón
de días
                      sin perfil…

                                …hasta tu mirar
acuoso  pincel  bruñido
que irrumpe
                      con un canto
-verdor todo
del que autora eres-

en la página
en el tiempo

estética hembra

por vos
                  la crepitación de la estrofa
recóndita
                                en el cráneo

                                               el mecanismo súbito
de la aurora
                                en las pupilas

el riguroso
ceñido
                  anhelo
de tu carne
en la carne



Andanza

Caminar
                     bajo la dirección
del Deseo,
pronunciar un nombre,
                                      el tuyo,
la palabra-guía
para arribar a tus manos.

Frágil
resonar
de la luz
                       al caer
en tu piel…

Escuchar,
                       leer aún más,
de tu vientre,
con la respiración minuciosa,
el rumor del Deseo:

latente acidez encendida
deshilachándose
                       en contorsiones
 sin rumbo.



Arte poética

Tu cuerpo desnudo
ardió y crepitó
delante de mí

Mas ya no es
ascua vital
o racimo de sensaciones
sino surtidor de imágenes
que las palabras consagran
en este instante.

Dossier de poesía nicaragüense, que selecciona el poeta Víctor Ruiz

http://circulodepoesia.com/2016/10/poesia-nicaraguense-actual-ulises-huete/



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PABLO VELASCO BALERIOLA [19.388]

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PABLO VELASCO BALERIOLA

(Cartagena, 1995) es estudiante de Filología Hispánica en la Universidad de Salamanca. Prepara la publicación de su primer libro Wallpaper. Ha participado en la antología de jóvenes poetas de Cartagena Siete menos veinte (Huerga y Fierro, 2014) coordinada por Antonio Marín Albalate. La antología digital “Insólitos. Caminando por el lado salvaje de la literatura” y la revista “La Galla Ciencia” (en sus números DOS y CUATRO) se han hecho eco de sus poemas.


SOMNICIDIO

Yo os propongo beber oscuridad,
por si acaso la luz de una bombilla
nos pellizcara con maldad los ojos.

Es este somnicidio, una escalera
a medio quebrar, una escapatoria
mal planeada. Como un grito sordo,
un intento frustrado de tocar
la vida con las manos congeladas.

Matar el sueño es verte desde dentro,
verte como una extraña mancha negra
expandiéndose con un gran dominio
anatómico de mi dormitorio.

Y destripar la noche es perseguir
el sueño a lomos de tu imagen terca,
que pasa lenta como un hospital.

Sé que eres un regalo del desvelo,
ojalá regresaras a tu origen

y devolvieras las horas prestadas.

(Habitación: El sueño, poemario inédito)



LA FIN DE LA RUE

Avanza hasta el final de la calle ¿Qué calle?
no hay una sola calle o al menos no parecen
calles lo que mis pies desnudan suavemente.
Podrías haber visto un pasillo de faunos
con teléfonos móviles ahogados en cines.
El crimen fue en Lorraine, pero no hay calles, dios,
no hay una sola calle, son solo quince mil
prisioneros con cara de calle sin salida.
L'ennemi se retraite, mostraban los subtítulos
de mi viva conciencia. ¿Quién se ha de perder hoy?
Lleva inscrito en su muslo un presagio de muertes
lentas. Sobre la frente la antítesis perfecta
de lo que fue su vida, aquella hermosa calle
que fue su propia sombra. ¿Calle? ¿Qué calle, dios?



Todos huimos de la realidad real John Fowles


LAPSO

Otra vez ese ardor difuso ardor de círculo
y neón de farmacia cercenando
aristas de luz verde durmiendo en el sonido
perdiendo el tacto de las horas
teniendo que asumir que no hemos visto nada
y el verdugo disuelto en la niebla
se ausenta y edifica olores de mazmorra
(líquid crystal display)
se ausenta sin silencio y nos tortura
hasta implorarle que culmine nuestra muerte
y rebobina aquel dolor y nos tortura
añadiendo un temblor de matadero
(control v control c) (control v control c)
se ausenta y edifica
escaparates de hombre acribillado
(ROGAMOS POR FAVOR
QUE MANTENGAN LA CALMA
YA SE PROBÓ
CON VACAS ANTES)
se ausenta y reverbera
otra vez ese ardor difuso ardor de círculo
perdiendo el tacto de las horas otra vez
el verdugo disuelto en la niebla
y una lágrima suspendida
en el aire temiendo una fatal caída
a los asfaltos de su nada.




A-11

Aquí respiran ejes de apetito insaciable
(ni rastro de la blusa de crema de archipiélago)
hay voces indigestas en los baladres negros
porque en pekin tres cisnes lloran alambres de ático
y en cientos de aulas universitarias
los alumnos escogen siempre el mismo pupitre
y nadie les obliga a hacerlo
y en su esfuerzo metódico degüellan cebras de osmio
destilan luces en el aire nonato
digieren caramelos de envoltura lisérgica
la lengua de breton sellada en un teléfono
les sugiere
CONDUIS MOI À LA RIVE VIDE

moriremos mañana a los pies de esa orilla
pero no lo que ahora somos
sino una masa inerte que tendrá nuestro nombre
nada dirá el azar de los circuitos blancos
que nuestra sangre alcance nada de las bisagras
en que giraban nuestros sueños
nada dirá el azar que el tiempo no destruya.




P-9

Todo lo que vemos podría ser de otra manera. Todo
lo que podemos describir podría ser de otra manera
Ludwig Wittgenstein

Aquí respiran ejes de apetito insaciable
(ni rastro de la bota pixelada en idioma apócrifo)
hay un mantel centrífugo en mi mano
porque en taipei un ciervo llora hilos de alcanfor
y en los hornos de wall street
crepitan budas de ébano y templos de alga kombu
las calles mueren como pequeñísimas
gotas de luz que ahoga la tierra arañábamos
el caucho más perverso tras esos ojos débiles
que ya solo persiguen el coltán
la niebla se disfraza de orina y combustible
en torno al baile químico que levantan las bolsas
arañábamos lo juro aquel caucho
se nos entumecieron las yemas de los dedos
como cubos de plomo y seguimos rasgando
las horas como diques rasgando hasta el vacío
aquí respiran ejes de apetito insaciable
ejes que silban como aves de litio
y amamos esa inercia que destila su música
o tal vez un silencio que no existe
nada dirá el azar que el tiempo no destruya.




MEAT IS MURDER
The Smiths

En los estantes verdes se aglutina
el rechinar de la cadena
empolvada de sangre
(eje atascado)
hay envolturas de silencio
y relatos de plástico adherente
(THIS BEAUTIFUL CREATURE MUST DIE)
en las bandejas pálidas restalla
el auxilio adobado que nadie escuchará
e ignorados cadáveres
seguirán frecuentando tu vajilla.




WALLPAPER

Perseguimos aún perfumes de pantalla
(alejandra diseña campos de gladiolos silvestres
clickea sus esporas y así los multiplica)
aquella luz que nuestras retinas prometían
escapar de un desierto
que nunca fue desierto tan solo multitud
desahuciada de sí misma
(bajo una densidad color laboratorio)
escapar de una nueva
realidad de espasmo que disuelve a los hombres
en un vaso sin fondo
y adentrarse (con solo doble click)
en el pasillo que no recorrimos
hacia la puerta del tanatorio
que no abriremos nunca
y allí el desierto nos hará tan diminutos
que alejandra jugará con nosotros
entre sus piernas de escalones
(seremos pequeñas cajas de metacrilato)
alejandra nos trae un gladiolo asfixiado
olvidará su pluma mordida en el andén
olvidará el camino de regreso
la soledad erige halógenos o cactus
que punzan el silencio
escapar de un desierto que no es desierto
sino imagen de fondo.




EL TEXTO SONÁMBULO

Alejandra reside en las ventanas
y siluetas de textos anteriores
(espía de las horas y segmentos)
en horizontes de persiana
y orificios de niebla (donde vemos bailar
lagartos de aluminio sobre la sien de un témpano
inestable) diseña campos
de gladiolos silvestres clickea sus esporas
y así los multiplica
alejandra tú que naciste por un sorbo
de cuchara tú que preguntas por hexágonos
de miel intravenosa
que viste a los viandantes más usuales
de mi universo como nudos
de sombra como pardas hormigas hacia abismos
de tierra
inventa los confines
de tu esfera salvaje
roba mi pulso y surca esta caja de ruidos
para emerger del labio
de amatista y salitre
para que solo un lápiz de silencio
nos acompañe a transcribir
la dimensión cobarde de la página.




LULLABY

La mano de lutecio movía su crueldad
en un ángulo recto rápido
esconde el miedo en el estuche niño
y ciérralo con sombra
(esa mano severa siembra tigres)
arrojaste las ceras a un océano
de burlas retorcidas
reíste con escándalo en los dientes
tu sentencia se firma en un pupitre azul
rápido huye del severo hipopótamo
te va a aplastar el lápiz de tu sueño
en un ángulo recto llega la mano gris
del severo hipopótamo
nada crece en tus huesos de algodón
nada salvo una espina roja que te desgarra
sueño a sueño
y vendrá la noche de wolframio
y volverá el temido lobo negro
a presidir tus miedos indefenso
niño merendarás racimos de violencia

muchacho cada noche desde entonces
tus sueños te golpean
siempre en ángulo recto.




SUPERMARKET SOMA

Getting everything she wants from the supermarket stores
Pink Floyd

Nosotros siempre estáticos
sobre esa plataforma de niebla intermitente
debajo del andén
donde florecen yedras púrpuras
donde el confort se adquiere en cápsulas
de sangre ajena
nuestros cuerpos
suplen la inercia del pétalo en el block
dormimos desde aquel domingo
de goma troceada y cucharada pómez
(transitaba el coseno azul de la tarántula
avenidas de hueso
y parques de membrana)

dimensión de cajones sin respuesta
una percusión de polietileno
repica en las paredes de nuestros aposentos
como un síntoma inconfesable
un flujo inquieto nos desarticula y nadie
nadie jamás pensó en salir de aquí

perdonen el color de esta fruta no existe
será un error de caja
sin mayor importancia gracias
adiós a mi agujero alfanumérico
adiós buen chico.




A DRINKING SONG
(reescritura de un poema de W.B Yeats)

La gota que repele el tacto de la lengua
(gota o lenteja malva de larva depresiva
y de otros organismos de bares subterráneos)
se expande en el metal del taburete
y se evapora como el sonido del vidrio
sobre este tambor ficcional
(tambor parafonemas o chasquidos de duende)
que cada cual construye y siente vivo
es lo que queda: vaso desierto como un cráter
en el centro de nada
la gota derramada
se expande en el silencio de los muebles
y en el centro de nada origina un diluvio
wine comes in at the mouth
(faunos ebrios en el flash del televisor)
desborda los meandros del aliento
y desemboca como si fuese algo real
y viene hacia los labios
como algo nombrado un símbolo
un mar de empuje irrefrenable

(todo es un mar de viñedos licuados)

todos ebrios en el centro de nada
pantallas ebrias en el vacío sonoro
pantallas ebrias éramos humanos
la gota derramada éramos humanos
antes de envejecer y morir
la gota derramada en vano por la vida.




BRANQUIAS BAJO EL AGUA

Derribos Arias

Espero que no vengas a expropiarme un segundo
de pecera (fanal)
(atmósfera de acuario)
espero que no vengas ya conozco
tu poderosa estigma
hacia mi pasión por tener branquias no nadie
conoce mi angustioso
deseo de ser pez o anfibio
(linterna sumergible)
buques varados de rostro horripilante
persigo en vuestra ausencia
abandonar el labio de sirenas de cloro
submarinos de yodo y plastilina
centollos de corbata y calamares muertos
en servilletas de acetato
buques varados en el mar de mi vigilia
persigo en vuestra ausencia
el caudal de las horas
y no persigo el vaso roto persigo el vértigo
del vaso entre mis manos
(inmersión)
ignoro si sabré nadar entre tinieblas
nadar hacia la esfera en que mi luz
se extinga acorralada
en un vaso de océano enfrascado.




IN FLAMES 
(canción virtual)

El fuego onírico es la satisfacción ardiente del deseo sexual
Michel Foucault

Barricadas disturbios en las redes
los virus informáticos
el humo que desprenden los teclados
(flame princess dentro del baúl)
incendios de sofwware
(¡barricadas!)
aquel ciborg de plástico que alerta:
FIRE! FIRE! FIRE!
el mal el mal el mal fue quién pulsó la tecla
(there is a madcap inside us)
las 3 en punto llaman al jardín
(¿qué jardín?)
nuestros sueños
como piedras lejanas
reducidas a cuerpo de arenisca
los sueños como piedras
nunca halladas las fechas calcinadas
sobre los almanaques.




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JUAN PEDRO RUIZ [19.389]

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JUAN PEDRO RUIZ

(Alicante, España, 1986). Ha publicado en revistas y fanzines literarios como Manifiesto azul, Molínea, Acantilados de papel, Ágora, Almiar, Ariadna RC... 
Trabaja como fotógrafo.


LA ETERNIDAD no tiene prisa ninguna.
Sin embargo, los poetas, los poetas,
los saxofonistas lanzándose al vacío
desde helicópteros de Playmobil.
La eternidad no tiene ninguna prisa.
I gotta feeling. Despacio, despacio,
moviéndonos como serpientes
hasta el punto exacto la ecdisis
el grito el vacío el pudor la venganza
el puñetazo la vértebra la explosión
el dolor. El dolor que nos hace elevarnos
por encima de las nubes el dolor
que nos hace escuchar el llanto invisible
de las partículas de los átomos al rozarse.
¿Pero dónde está? ¿Dónde estás?
¿Dónde quedas? ¿Esa emoción?




AUNQUE SÉ que me equivoco
Yo digo que la vida es así. Consigue algo
Por lo que siempre has luchado, y cuando lo tengas,
Rómpelo, asesínalo, échalo a perder.

Dios sabe de lo que hablo.




FRÍO PATATAS y dios me sonríe,
Me dice chico, estás haciéndolo bien.
Estás creando cauces necesarios
Para tu lucha armada por la supervivencia.
Yo sigo friendo mis patatas
Y entonces un poema, una forma de decir
Aquí en el mundo.
… Amigo, yo sé que esto no te hace
Tanta gracia, pero no te preocupes,
Que no pienso quemar las patatas.






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YAGO FERREIRO [19.390]

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El poeta leonés Yago Ferreiro (Henry Pierrot). Fotografía: Eloísa Otero.


YAGO FERREIRO 

Yago Ferreiro (Barcelona, 1982) vive en León, y allí regenta el Bar Belmondo, uno de los principales focos de la cultura independiente de la ciudad, donde lo mismo se pueden tomar unos cócteles que disfrutar de proyecciones, música en directo o sesiones secretas. Yago Ferreiro pertenece a la Asociación Cultural Leteo, y el propio autor coordina sus entregas de premios, en las que ya han sido galardonados autores de la talla de Arrabal, Auster o Houllebecq.

Bajo el pseudónimo de Henry Pierrot ya publicó en 2005 su “Poética para cosmonautas”, una visión muy personal de “Solaris” de Stanislaw Lem, donde el amor, el desasosiego y la tristeza ante la pérdida amorosa campan a sus anchas. Este poemario, compartido con la audiencia a través de Creative Commons fue posteriormente adaptado al cine por Nicolás Alcalá en “El Cosmonauta” (2013), la primera película española financiada íntegramente por crowdfunding.
La  última obra publicada de Yago Ferreiro es Antología de la poesía espectacular (2013)





POÉTICA PARA COSMONAUTAS
HENRY PIERROT


INTRO(MISIÓN)

Olviden la música,
tan sólo un zumbido pálido
(de vientre de abeja)
les acompañará durante la ignición.

Guarecidos en sus trajes
no notarán bajada térmica alguna.

El firmamento puede que les resulte
por momentos acuoso, liviano o quebradizo.
Será tiempo para el descanso.

La ruta de la astronave es circular,
resultando complejo
calcular el peso de las horas…




EL VIAJE

Puedes ver la materia avanzando ante tus pupilas,
estrujarse y alejarse abanicos de estrellas a mayor
velocidad que en una película del televisor.

Puedes acercar tu pecho al pecho de Ella,
puedes tocar la ramplona estructura del lavabo,
afeitar el vello de sus piernas, arrojar notas a la
basura policromada, escuchar a los Stones, ver
conferencias del presidente, acariciar su melena
de paja…

Puedes encontrar aún otro motivo; jugar con
canicas que vuelan a la altura de sus ojos
caramelo, llamar a algún desconocido, esperar a
que vuelva el contacto físico, regalarle una
rueca que haga labor de anillo, seguir el rastro
de las bolsas higiénicas.

Puedes dormir sin encontrar mayor descanso
que al oír el silbido, pensar que es real (que Ella
también lo es) que Yo lo soy. Puedes invertir
todo tu tiempo en ello y mirar al pájaro muerto,
envidiándolo.




LA ASTRONAVE

No hay vida desde la escotilla,
sólo un silencio metálico
parecido al de una cafetera.

El cosmonauta hibernado
arroja exabruptos barbáricos,
los ojos humedecidos
(como si la tristeza fuese aquí posible).

La astronave me recuerda
a una sirena de bomberos
a punto de lanzar un alarido.

Durante la «actividad»
mis manos permanecen envasadas al vacío,
sumidas en un recipiente
que no para de repetir «te amo».



ÉL (EL COSMONAUTA)

Cruzamos el hangar en silencio,
me sacaba tres palmos de altura,
debió de confundirme con un eléctrico,
recuerdo sonreirle como a un amigo.

Tras la ignición
se tomó doce cápsulas
y no dio las buenas noches.

A veces ella se acerca a su cuerpo
y le llama pájaro muerto.
Después ríe nerviosa,
como si hubiese roto un mecanismo.





YO

Recibí un día una llamada,
decían haberme hecho daño,
recuerdo haber colgado sin llorar.

Tiempo después,
vino un hombre hasta la casa.
Intentó forzar la puerta,
ahuyentó a los vecinos con una placa dorada,
fingió ser amable.

Tiempo después,
firmé cierto documento
y estreché la mano a una joven.
Mientras, llovía con fuerza en el apartahotel.

Una grave voz humana me susurró al oído:
«Ésta es su nueva esposa».




ELLA (LA COSMONAUTA)

No puede ser tan bella
(no la creo).
Pienso en su mentira cotidiana.

Arroja el traje al suelo,
envuelve mi cuerpo en un abrazo,
camina descalza,
me hace llorar de alegría.

Después de todo, Ella también sabe
que siempre suena el silbido
que nos obliga a volver
a nuestros respectivos nichos




LA MISIÓN

No es muy difícil de advertir:
cuando un hombre irrumpe en la casa
en la que has nacido,
en la que has amado a una mujer que no recuerdas,
con la que has tenido un tiempo fantástico
y otro no tan bueno
y aun otro peor
de lo que es en sí el propio infierno,
no es muy difícil de advertir
que existe una misión estúpida,
en algun lugar, para ti.

Mi hombre me explicó difusas concesiones
que ellos harían, que yo haría,
para conseguir algo que nadie antes
hubiese imaginado

La misión dura mil días.
Hoy siempre es el día primero.




EL NICHO

En el nicho hay fabulosos inventos.
Una radio de indudable calidad acústica
que permite escuchar el silencio,
y un televisor que permite ver el espacio.

La oscuridad aparente esconde infinitos matices.

En el espacio, encierran a los hombres libres.
Allí se sienten polizones entre guirnaldas de energía.




EL SEXO

A ella se le ocurre
y no digo que no tenga su gracia.

La idea es despertarse
y pasearnos desnudos
por las cabinas de la astronave.

A ella se le ocurre
y no digo que no tenga su gracia,
hacer el amor en nuestro tiempo libre.

Nadie debiera estar de acuerdo,
para eso existe la «actividad».
Ella cierra fuerte los muslos,
para después abrirlos…





EL PÁJARO MUERTO

Al término de la primera fase
las pulsaciones de nuestro pájaro
comenzaron a elevarse.

Todos en la base debieron de preguntarse
qué diablos ocurría, aunque yo lo sabía.

Ella se despertaba
y visitaba al cosmonauta
(secundada por la oscuridad del nicho).

Al término de la primera fase,
éramos por fin tres los tripulantes.




Antología de la poesía espectacular
Yago Ferreiro
Los Libros de Camparredonda, nº 10 - León, 2013



INTROMISIÓN

Olviden la música,
tan solo un zumbido pálido
(de vientre de abeja)
les acompañará durante la ignición.

Guarecidos en sus trajes
no notarán bajada térmica alguna.

El firmamento puede que les resulte
por momentos acuoso, liviano o quebradizo.
Será tiempo para el descanso.

La ruta de la astronave es circular,
resultando complejo
calcular el peso de las horas…


*




Porque aquellos libros
eran como nosotros
hablaban como nosotros
se ajaban como nosotros

y (sin embargo) eran como ninguno.

Las tardes se nos iban
enfriando aquellas tazas
hasta niveles insospechados.

Sin saber que otros antes
habían dejado enfriar sus vidas
de la misma manera.

Sin saber que otros antes
vinieron del fuego de las hojas
y fueron igualmente desaprovechados.

Sin saber que otros antes
se habían tirado a la misma acera
que nosotros decíamos haber construido.

Todos esos autores ya habían muerto

o habían perdido sus vidas por el camino.

Quedaban (tan sólo) sus libros
que eran como nosotros
hablaban como nosotros

y (sin embargo) eran como ninguno.


*


Hubo un tiempo magnífico
no hará mucho de ello
quizá hayan pasado los años.

Es nada (si lo comparas) es nada.

No queríamos aprender
nadie nos lo hubiera quitado de la cabeza
que no existía un manual
y sí la sala de un café
de la que (prometo) os hablaré luego.

De noche huíamos de las casas
para llamar desde la estación
a nuestros amigos.

A ellos que no dormían
a ellos que no pegaban ojo.

Los oíamos descolgar
siempre apresurados
(casi sin aliento)
con sus voces roncas
por los efectos de algún tranquilizante.



XV

Sólo teníamos un sueño
que para algunos debía de ser el mismo
y del que (sin embargo) costaba
encontrar semejanza alguna.

Todos empeñados
en contarlo de maneras diferentes.

Y a pesar de que las chicas no estaban
de que el poeta no estaba
de que no debían quedar en pie
más allá de dos latas de cerveza
unos pocos cigarrillos
nadie parecía tener nada
que echar (realmente) en falta.





Letterpress.
Esa palabra te abrirá el corazón de cualquier diseñador. Hoy he recibido este poemario maravillosamente editado por Ediciones Pájaro. Cuelgo aquí el prólogo que escribí para el mismo:

OBJETOS PERDIDOS
Se dice que la mujer de Hopper, Josephine Nivison, tras ser retratada en Summer in the city (1949) anotó “Está en la naturaleza de los animales estar tristes tras el amor”. Esta colección de versos breves para significados hondos habla del aturdimiento y confusión del individuo tras la amistad o el amor, de la eternidad de los instantes que parecen fugaces, como hablan los cuadros de Hopper: “Pronto un sueño más profundo/ más doloroso que una embestida/ nos atrapará a ambos/ y se quedarán las palabras ahí/ encendidas a lo lejos/ encendidas como se ven las autopistas/ desde un avión/ parpadeando a lo lejos/ nuestras palabras últimas.”
A través de una voz dividida en cuatro autores ficticios Yago Ferreiro hila una narrativa de recuerdos: de la sencillez de Atienza (“Debe ser una piscina ardiendo/este prólogo a la muerte.”) a la ira posmodernista de H. W. de la Crew. Con una gradualidad en la elaboración que suma paulatinamente referencias a películas y novelas propias de la sentimentalidad del último cambio de siglo se trabaja un ambiente de tensión propio de construcciones televisivas como Crímenes Imperfectos. Si Win Wenders siempre ha reconocido su deuda con las imágenes de Hopper como disparadores de historias, Yago Ferreiro usa el mismo trampolín de lo visual hacia una epifanía de la normalidad, recreándose en el placer de la tristeza de los espacios públicos decadentes. De ese “nadie importa a nadie”  se desmarca la última de las cuatro voces, H. W. de la Crew, crítico retrofuturista de tendencias en los años cero despierto en 2046 (“En un último esfuerzo/ destinamos nuestros ahorros/ para entrar en el mal llamado/ “Post-mod-post-after-pop-post-modernismo”./ Nos compramos incluso/ los mejores trajes color Nutella del hipermercado”. Descrito en el ambiente neónico de Wong Kar-Wai, este “autor secundario” usa el mismo recurso que la película: retomar fragmentos visuales del pasado sumando algunos motivos de ciencia ficción.
A través de la suma de las repeticiones, de las referencias, se nos muestran los lugares y tiempos transitorios y antidomésticos con los que, paradójicamente, nos vamos identificando con el paso de los años. la voz de Atienza regresa al final del poemario para expresar esa expectativa de la nostalgia“Me preguntas cómo se puede vivir así/ y qué vendrá ahora/ y dónde estará ese hermoso vestido/ Pero sobre todo/ me preguntas una y otra vez/ en qué nos convertiremos ahora.”

Sus versos nos acarrean a un espacio importante para nosotros mismos, de quietud y tristeza, de gravedad y autenticidad. El texto parece indicar que todos tenemos subjetividades diferentes, y no todas se sienten igualmente como “nosotros”. Quizá la respuesta más cercana a la realidad sea la expresión de nuestros fragmentos.

http://ememinuscula.blogspot.com.es/2014/03/antologia-de-la-poesia-espectacular.html







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VILLO ARGUMÁNEZ [19.391]

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VILLO ARGUMÁNEZ

VILLO ARGUMÁNEZ, un enamorado de la poesía desde niño, sin precedentes familiares, publicó a los 17 años en fanzines (Cosas de aquí, La lechuga fresquita, La luna, La sombra de lo que fuimos…) revistas culturales, radio (en especial en Radio3 RNE, en el programa Caminando sobre la luna, presentaba Luz Elez Villarroel) [Reticencia a firmar con mi nombre, algunas publicaciones no lo hacía, pedía que se quedase en el aire]. Publicó su primer poemario: Binomio, 1984. Homenaje a las influencias de La joven poesía española… Lo que más le interesa de la literatura es ser LECTOR, como el que busca Ricardo Pliglia, o haber sido Pepín Bello, pero cuando ya ha habido uno… dejémosle ser único, porque lo es.



¿POEMA INACABADO?

hace treinta minutos que me estoy esperando en el mismo infierno
soy impuntual, como siempre, no llego.

allí estoy, con poca esperanza
a punto de arder en mi pasado.

la juventud
mi juventud
me mira desde ti y me flagela
no hay razón para sentirse orgulloso
tampoco es una herida insoslayable
vive una mujer en mi silencio
nos vemos de infiernos cada sábado
los lunes toca literatura.

hace frío en la locura llena del último vagón
continúo
sin echar de menos el tiempo
abonado a tus labios–
esos que paseas los veranos en bicicleta–

de mis ojos a tus labios
hay un trecho indescifrable para la ciencia

unas noches te llego
unos días no te alcanzo
más tristes mis versos que una evocación de Cirlot
un día antes de echar de menos a susan lenox.

hace treinta minutos que giro en círculo carroñero
sin moral ni ética (no me extraña),
como siempre,
no llego
entreno lo que siempre hice mientras sufría
¿dónde está aquel placer del sufrimiento?
el mundo se convierte en la sombra de una cuerda
sin viento que la meza
¿hay algo más triste?

hace treinta minutos que me espero
esta vez
ya
de otra manera
sin esperanza
con un concepto distinto de las lágrimas:
son paraguas en la dermis
son un recuerdo de tus labios rojos
aquellos que visitaba sin permiso, sin tiempo,
mientras en verano tú los paseabas en bicicleta.

la muerte es tan previsible que da pena,
decía, mientras comía de tu oreja el pecado de una edad
indefinida, tan adolescente estás
que como de tus muslos la transparencia
y dice tu frontera: espera, un poco,
ahora
embiste ya contra mi voluntad decidida en el derecho romano

¡pécame en las piernas!
¡tírame del verano!…
estás tan cerca de lo peor de mi sangre
¡entra!
entra, entra… entra… así…
cobijo el pulso agitado de tus venas
reviéntame de un verso las paredes
donde acepto con lujuria los mitos venideros de Isis
deja ya mi fuera del campo de batalla de tu
visión errónea,
has subido, enhiesto roble,
que tu osadía no se baje.
Recuérdame muñeca y tuya
esdrújula y sin voluntad
sometiéndome hasta que revientes mi juventud abierta,
eres mío
mientras te esperas;
hace treinta minutos que te esperas
yo no estoy
vuelve sobre ti sobre tu teatro abierto
vuelve a la espera y sigue.

aquí esperándome
impuntual
a que pases la inmortal imagen del verano
ese instante cautivo de ayer
donde aún tenía presencia de protagonista
nostalgia de mí mismo

ahí estoy
mira
con poca esperanza, a punto de arder.

estoy allí, te veo,
tú tan joven y yo de ayer
última mirada en mi espejo.

cómo aprieta el sol sobre mi sangre
a ti te llevó al suelo
a mí me tiene en la cárcel.



POR QUÉ LA MEZQUINA SENSACIÓN…

por qué la mezquina sensación de no haber hecho nada
me siento cada día en el poyete de los sabios
cae toda la luz sobre sus boinas
sus ojos medio cerrados adivinan a diario las horas de comer

es mentira que alguno fuese mi maestro
lo que no evitó que yo me preguntara
qué gafas usaron para hacer sus hijos




A Ricard Gresa (sin red)

mi puta mano rota
habla como yo quiero
duerme al margen de mi almohada
y mira con desdén la precariedad de mi sueño

mi puta mano rota
la que aguanta su voluntad contraría a la mía
hace tanto tiempo que no se enamora
que cada dedo vive emancipado en su isla

rota mi puta mano
la que se vendía a los hombres
y terminaba libros en 53 días

en ella y de ella por ella
comieron pájaros
escritores

y familias

sabe con descaro
que fue hábil
en ocupar el hueco ardiente de la frágil paradoja de la hembra
la misma mano que no da respuesta
y omite
un final que venía previendo.


*



Juego derrotado en la semilla
confundo las edades con los miedos
parezco lo que soy

y soy distinto

me llaman a llorar
y saco la cuchara

me piden sonreír
y me pongo en la fila

me tocan con tibieza un tema de amor
ahí me rebelo

¡¡no puede toda la sangre
saciar mi sentimiento!!

creo en la libertad

pude ir a la guerra
y no me dio la gana.






M R

Si el sol dudase un momento se apagaría" W. Blake


he hablado conmigo
ejerciendo de poeta
atroz balada de versos asustan mi imaginación propia
propia de mañana y cada día
propia del calor almohadillado de una fiebre lenta de deseo

muerta la gloria de lo pensado
borro felices los versos con este escrito

no me digas que pudiste agarrar mi cuello
cuando ya podías
no me digas las formas que me sueñas
cuando ya podías despejar el laberinto que te ofrezco
no me digas que quieres mi olor
cuando estoy aquí y no me desprendo
no me digas te pediré perdón
cuando estoy aquí y no sé si ahora que me lees ya he muerto

no mires lo que pudo ser a galope
y se murió pensando si era mejor sin prisa

¿qué anticipa la prisa
si al mirar atrás los años son suspiro
y traición
corrección continua para creernos eternos en un epitafio
marcado por la insolencia anticipada
de haber nacido?

Galopar con Mayúscula?

todos los momentos que no estamos
son la misma muerte...
eso sí
vestida de esperanza




VIGINIA, VIRGINIA 

Oh! Virginia Wolf
contemplo el frío de tus pies
la seriedad de tus manos
mientras escribías rotunda al calor de tus ideas

Pierdo la serenidad cuando escucho tu nombre,
me siento rodeado de columnas de colores
que avanzan sin rostro
hasta mi fuerza hercúlea
para desmitificar mi nombre
con la presencia anónima y ausente...

Una hoja más víctima del otoño 





A José Alfonso Pérez(poeta), cinco minutos negros.

estudio las formas de empujar
las palabras
eslabones fríos de llanto arbitrario y sometido

no estoy aquí por capricho
ni por su idioma contrario

toda la tarde me abraza a latigazos de segundero
quiero estar enamorado
de una abeja reina y estéril
que me dé un verso más abajo

nunca riman mis olas
y el mar se pica cuando quiere
un mar de miel que enguye hombres
y se deja sobrevolar infinito en su bucle
por una abeja reina y estéril

me escondo
así
día a día
tengo tanto dolor anticipado
por la posibilidad inédita de quererte





Ella

me ha pedido que con otra letra
nueva tinta
y una solícita entrega a la libertad
no la nombre

tantas veces estuvieron desconocidos órganos invitados
sus dueños y sus tarjetas
perros de baba mordiendo los muslos
y una sonrisa roja de muerte quebrando la frágil entraña
la atrevida mujer
la que lloraba
sobre sábanas de novelas y letras fugitivas

si los hombres dolierais un poco menos
si el sabor a puro de contrabando no dejase cicatriz en mi alma
si la risa poderosa la pudiera borrar cada día
este mal recuerdo de no haber sido
podría soportarlo mientras me muero por el costado
"no hay nada que no se arregle" me dijeron
se ve que algunos no sufrieron ni en el verso
me olvidaré de mi
quién me toma
quién abre fuego y escribe mi novela?




dí-vagando

estoy fuera de la ciudad
aislado en un montón de recuerdos futuros
soñando que ocurrirá todo lo que deseo antes de morirme
y ya me he muerto.

quiero un ángel
el capricho de la psicología de este pájaro acerado
poemas como plumas
dejando calvo al animal o cosa

rompo las expectativas de mis ojos vidriosos 
miran una novela policíaca sin reconocer que otro la ha escrito
mis amigos son literatura
yo hago biografía y recuento vida día a día

los nombres asaltan espejos
y un cinturón de diseños fonéticos
crean un paraíso al margen de mis manos
lo que suena no es un río
ni la vida, ni lo que va al mar 
estoy en otro instante anterior al que escribo
es después cuando amo la filosofía
la inútil entrega al amor por las palabras
me fían su grandeza
no las corrijo.




sin terminar...

fíjate amor tuyo
cómo es el dolor desconocido
y mis fiestas en la cama
solo
pendiente arriba
son la guerra diaria hacia la utopía

me han matado tantas veces mientras llevaba rosas rojas añadidas al corazón
que es impensable una mano abierta con un robo de alegría
qué será de esos hombres grises y traje que desearon mi muerte
no encuentro rosas azules para la sangre de su epitafio
sonrío la aciaga ausencia y siento escalofrío en pensar qué pensarían si me vieran tumbado
ningún sicario me quitó verticalidad
habito tranquilo en versos incomprensibles que me acarician las visceras

pienso en canciones y niños
es mi consuelo
un amor que me grita y 
un pasto verde donde me crío




Silencio

por qué me puedes

callas
un grito de ave impronunciable
no suena

me estorba el silencio
se mete en este pasillo atlántico que me lleva a ti
...y no me deja

quiero cambiar colores
sacudir el cielo y bajar su fruto
monedas chispeantes sin reyes que posan

quiero
si me amas
no cambiar de cuello al que pasar la lengua
mi lengua
roja de ideología por la impotencia
abierta a tu nombre y
comprometida con el sudor marino
del recuerdo futuro

más silencio suma una tragedia
hablar puede romper la ola dormida y azotar la costa
el verde del recuerdo se embriaga 
para no ser descortés con su ego diario
y te llama
y te vienes
y te ausentas
y te calla
y le hablas
y
por qué me puedes
si ya no reivindico en las paredes
que todo lo vivo sea feliz por contrato con el estado de su ánimo
más feliz
ser libre
no te calles ahora que llega otro fin...
de semana








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NOELIA ILLÁN CONESA [19.392]

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Fotografía de Carolina Illán

Noelia Illán Conesa 

Noelia Illán Conesa nació en Cartagena, Murcia en 1983. 
Es licenciada en Filología Clásica por la Universidad de Murcia (2006). Ha realizado varios estudios sobre pedagogía, educación y yoga, además de otros cursos relacionados con la materia de las Clásicas, como mitología o literatura. En 2005 recibió la beca de colaboración de la Universidad de Murcia y trabajó sobre la obra de Ovidio Las Heroidas. Ha sido miembro de la Sociedad de Estudios Clásicos.

Junto a Ana Cantero y Verónica González, ha compuesto varios grupos de trabajo en los últimos años, enfocados a la enseñanza de las lenguas y la cultura clásicas en la Educación Secundaria.

Participó en la cuarta edición de las Jornadas Mundiales Murcia-Europa Horizonte 2007: la Europa de los ciudadanos, realizadas en 2005 y organizadas por la Secretaría de Acción Exterior y de Relaciones con la Unión Europea. También ha participado en varios encuentros culturales, como la Semana de la Ciencia (Murcia, 2006) o el XXV Aniversario de la Filología Clásica en la Universidad de Murcia (2007).

En febrero de 2012 ha publicado su primer libro de poemas, ilustrados por Carolina Illán, titulado Calamidad y desperfectos. Ha participado en recitales por la provincia de Murcia, como “La noche de los poetas malditos” o “El día mundial de la poesía”, en honor al poeta José María Álvarez. Asimismo ha recitado en eventos de Cartagena, Murcia, Bilbao y Totana.

Es creadora del blog http://lascosasmastriviales.blogspot.com/ y colabora en el periódico digital http://www.cartagenadetodo.com/
Actualmente reside en la provincia de Alicante, donde trabaja como profesora de Latín y Griego. 

Ha publicado el poemario Verbos por dentelladas (RavensWood Books, 2016). En la actualidad, es codirectora de la revista de poesía La Galla Ciencia y prepara un libro de conversaciones con José María Álvarez, así como una traducción de Catulo.



 
Desintoxicación inmediata

Me siento nacido para el ocio.
Ovidio

Hay que hacer del escándalo un arte.
Shakeaspeare

Vino, o vodka, o tequila,
o más licores dulces,
o todos los alcoholes juntos.
El opio, el humo del cigarro.
Los vicios y pecados,
las putas, el buen sexo, el sudor.
O la saliva en la cama, en tu cuerpo,
en la ropa, por los muebles.
La literatura en general,
y la poesía en particular.
Cientos de autores que no caben en unas líneas.
Para qué, si nada importa ya tanto.
Negocio de muchos.
Ocio para unos pocos.



 
Mística

El cielo tormentoso trae un aire pesado.
Herman Hesse

Pues bien. Lo acepto. Y así sea.
Jenofonte

Eres la Mística de mis sueños.
Con tus garras camaleónicas me hieres la mente
y volatilizas mi existencia.
Te apareces por la calle,
en la tele,
cuando leo.
Puedes llegar a transformarte en cualquier cosa:
a veces música, ayer en comida,
quizá mañana te huela en la calle.
Quiero sacarte de mi mente como sea,
pero te metamorfoseas en todo lo que me rodea
y ya no sé cómo escapar.



 
Les fleurs du mal

Fulges, encantas, guarda tu cuerpo
el hechizo insabido de la tierra.
Luis Antonio de Villena

Me fascinan tus medias de rayas rojas y blancas
(o negras, porque creo que tienes dos).
Cuando te tiras al suelo a leer
y las mueves lánguidamente,
como cuando Humbert ve por primera vez a Lolita
en el jardín de azucenas.
Secreta catedral de mujer que enciendes la vida
y la estima.
Eres la Musa de fuego de la que habla Shakespeare,
y el ruido y la furia.
Porque podrías venir de cualquier parte,
pero vienes desde el infierno
a lisiarme con tus zarpas.
El mejor espejismo
en medio del desierto arábigo.
Sigue moviendo tus piernas,
que yo contemplo la cura de mis males
y desordenaré en breve los rizos de tu pelo.


 
Marrakech

No rendir cuentas a nadie;
servir y complacerse sólo a sí mismo.
Pushkin


Pescado frito de todas las clases y tamaños,
rebozados, fritos.
Verduras mezcladas y carnes a la brasa,
incluso teta de vaca o estómago de cordero.
Más allá tienes serpientes encantadas,
Y allí está la vieja con henna.

Los monos trepan sobre los turistas
y las calles se pierden en laberintos
de lámparas, alfombras y hierbabuena.

En el centro de todo,
rezuma la vida, la música lejana de un yembé.
Regateos de viejos comerciantes
y un chaval enganchado a una burra.
Yamaa El Fnáte espera.

Marrakech, diciembre 2010



 
Sin perdón de Dido
 
Amatista ruda, jubilosa materia…
José Alfonso Pérez Martínez

 
Pulsando el alma y no la lira
se fue el caudillo Eneas.
Y la princesa fenicia lo maldecía
en su promontorio más alto de Carthago.
Un odio eterno que cantarían sus hijos
y sabrían de memoria sus nietos.
Desolada, como la luna,
observa las naves troyanas
alejarse en el tiempo y el mar,
rumbo a una ciudad no fundada aún,
donde se contaría con versos homéricos
la hazaña del héroe,
donde en las noches más frías,
en la cama de otra mujer,
Eneas la recordaría.




Manifiesto personal
  
El elegido vive para no hacer nada.
Sólo contemplar.
Oscar Wilde

Contra la corriente.
Contra lo medido.
Por lo natural y espontáneo.
Contra las conversaciones sin sentido.
Me someto a la locura y desvarío.
No a la burocracia inútil
y menos a la denuncia del vecino.
Por el desastre y el huracán.
Contra el sedentarismo y el libro vacío.
Un hurra por los atardeceres mágicos
y la sal de la vida.
Contra la igualdad y el exceso absurdos.
Me someto a mi moral y a la fortuna



Justificante de asistencia

Hay cosas que no se juzgan. Se contemplan.
José María Álvarez

Porque el arte es Arte porque sí,
y punto en boca.
No se puede justificar una obra,
ni un cuadro,
ni una ópera.
Para gustos, estamos nosotros, con distintos colores.
Cada uno elige,
el autor crea y nos regala su don, esfuerzo
y en algunas ocasiones (por desgracia) un plagio.
No se gusta a todos,
digo, dices, dicen.
Pero es que además no creo
que las cumbres de la inteligencia y el arte
lo pretendan.
Ahí lo tienes, ahí lo dejas si quieres.
  
  



FARSA

Igual que las azafatas rubias,
guapas, altas, altísimas,
fingen inflar chalecos salvavidas
al final de un pasillo
de turistas enrojecidos.
Me parece todo
una farsa.




ARRÊT D´URGENCE

Qué se ha de hacer en uno u otro momento
lo sabe cada uno –si lo sabe-.
Los cuándo, porqué. Los cómo.
Momentos que tienen la estrechez de un embudo,
el pasillo turbio donde no se oculta el miedo,
el frío de las seis de la mañana en los párpados,
a media tarde el disparo hueco en la sien,
el yo más cercano desvaneciéndose
como la casa que ya no tiene techo ni marcos.
Cada uno sabe cuándo abortar la misión,
cuándo elegir entre agua o vino,
cuándo leer a Biedma o Tácito,
dejar lo que estorba, lo que sobra,
ir a lo seguro.
Seguir tu propia intuición en la huida
y buscar la salida de emergencia cuanto antes.




ESTADO DE GRACIA

Te sientas y abres una botella.
Hoy prefieres un tinto
negro como la sangre de Héctor.
Te empapa mientras oyes algo de música.
La ventana está abierta. Es suficiente –piensas.
Alzas la copa y brindas por un verso,
uno que no recuerdas, pero
ese
que te hizo sentir que algo queda,
que algo merece aún la pena.
Notas esa embriaguez bajar hasta tu vientre,
muy cerca del pubis.
Todo está bien.
Te miras dichoso –por un instante- al espejo,
en paz, en comunión contigo mismo,
con la certeza de que te reconciliarás
con el mundo muy pronto.
O tal vez no.




DECÁLOGO CORRUPTO

Que los errores se compensan con aciertos.
Que no es tiempo de gestas y victorias.
Que la poesía nace sola y de las tripas.
Que todo es una cuenta atrás acelerada.
Que el miedo se supera, a veces con alcohol.
Que del holocausto habría de salvarse el Arte.
Que en presente el pasado es mejor.
Que de idiotas está el mundo lleno.
Que todo lo que tenemos es una gran mentira.
Que el hombre, al final, muere solo.




A VECES, CUANDO ARAÑO

Perdona que a veces me hiele
más rápida que el agua,
que me vuelva oscura como un túnel.
Permíteme que me aleje
y busque restos de trastos viejos
para taparlos y sellar las cajas.
Perdona a veces el tabaco,
la soledad que me proporciona,
las colillas una tras otra en la maceta,
o la pierna que abanica el viento
en el sillón de la terraza sin ti.
Perdona los descuidos si imagino bocas,
si la carne fuera débil y las manos se aventuran.
Cuando callo y soy ladrillo,
o casi no te miro o no me acabo el plato.
A veces busco en mí algo mejor
que mostrarte, una parte más clara.
Pero a veces –lo sabes- tropiezo
y mancho y soy arista
y todo se me cae de las manos.
La torpeza me hace humana.
Permite que repase alguna vez
mi lista de cosas que hacer antes de morir
y piense en Séneca y sus venas abiertas,
lo sublime de aquella escena.
Hay una parte terrible en mí como las autovías,
parecida a las calles de Año Nuevo,
repleta de pedazos de noche y prostíbulo.
Perdona la osadía de justificar las faltas,
las preguntas deshechas en el aire,
mis dudas –a veces- en la distancia.
Sólo quiero saber dónde te tengo,
en qué punto estamos y si mañana,
cuando amanezca y vuelva a ser yo,
tu toalla naranja estará junto a la mía.




LUNÁTICAMENTE

Al Siamés.

La vieja que hacía alfombras,
pendientes, collares en Sardis
y tenía el pelo recogido por un pañuelo.
Se le caían las cosas de las manos
por mostrarlo todo.
El templo de Artemisa perdido entre volcanes,
la cella vacía de Euromos,
su silencio inmortal,
el cruce donde de nuevo resucitamos
a la vida ésta perra de asfalto,
el rosa de Pamukkale y su humedad,
el agua cayendo por mis codos hasta la falda.
El camarero que dudó en dirigirme
aquella tímida sonrisa por lo atrevido,
las calles sin alquitrán y de gatos repletas,
el joven que cedió su asiento
en un autobús de Kusadasi,
la inglesa fumando sin destreza una cachimba
-y el marido aplaudiendo la hazaña
de humo azul-,
algún lokanta, los paisajes de trigo.
La sonrisa de plata de nuestro niño
haciendo kebab y ayran,
rodeado de imbéciles que sobraban,
imbéciles que imaginé muertos.
La base de la Gálata, soberbia,
erguida como un falo.
Los puentes, la luz del Cuerno,
tu mano en mi coño atravesando el Bósforo.
La cueva de los Siete Durmientes
-y un perro, no recuerdo su nombre-,
pero la magia de ese lugar,
cómo nos iluminó la existencia.
Algo había allí, el embrujo extremo.
Ese primer helado de pistacho
junto a la estación de tren,
las cucharillas compartidas,
la falda de un derviche, el testi
destrozado sobre la mesa.
Todo eso me llevo. Lo demás,
kilómetros, pasos, desiertos.
Nada que apuntar en la libreta.




CASILLERO DEL DIABLO

Que puede la vida ser hermosa
con esos pequeños gestos mundanos,
o cuando escuchas un disco de los Dire Straits,
o con un paseo otoñal en esa mar nuestra
que nos reboza y renueva.
Con una boca carente de pudor y soberbia
cuando muerdes la manzana podrida
del deseo,
y caes torbellino abajo
al fondo más oscuro de tu mente.
O las viejas fotografías de mi abuela,
dichosa sobre su moto azul,
donde siempre me parece estar ahí,
retratándola.
A veces esos crepúsculos
que no son ya rojos, sino dorados y eternos,
clavados para siempre en tu retina,
a fuego en Istanbul, en Buda tatuados.
El blanco y negro de algunos filmes,
el grito de “¡Marcello!” en la Fontana,
las risas de esas chicas que se abren al mundo.
La copa de vino que empapa tus venas,
el verso que arrastra y araña,
que embruja –oh, sí, esas lecturas
de noches adolescentes-.
Una conversación, quizá;
una cena en Roma bajo aquellas farolas
amarillas, como las de Pérgamo,
y ese cubata agrio que nos hizo reír en Atenas.
Pero luego,
¿qué hay tras todo aquello?
¿comprenderemos algo al final del trecho?
Somos objetos vacíos
que alguien guarda en una caja
por si el futuro.






"Prohibido leer de más, pensar de más,
mirarte al espejo, decidir por uno mismo.
Prohibido superarse,
despejarse,
masturbarse.
Prohibido el avance, el raciocinio.
Señores:
estamos perdidos"




DESCONCIERTO  

          Hombre astuto 
          que erró mucho tiempo…  
                          Homero           

Reconozco a veces mi vida en algunos sitios.         
El café, un cigarro, una terraza agradable.         
Las Mezquitas me tuvieron dentro,         
me perdí en las calles del Bazar.          
En Nueva York tengo ropa en la tintorería,         
veo caras conocidas en el barrio de Termini,         
tratos familiares en Alexander Platz.          
A veces, perfecta realidad. Otras, abismo.          
Otras veces, sólo soy real en Cartagena.         
Y esa sensación me asfixia.




ESTADO DE GRACIA

Las mentiras más crueles son dichas en silencio.
Stevenson

Te sientas y abres una botella.
Hoy prefieres un tinto,
negro como la sangre de Héctor.
Te empapa mientras oyes algo de música.
La ventana está abierta. Es suficiente –piensas.
Alzas la copa y brindas por un verso,
uno que no recuerdas, pero
ese
que te hizo sentir que algo queda,
que algo merece aún la pena.
Notas esa embriaguez bajar hasta tu vientre,
muy cerca del pubis.
Todo está bien.
Te miras dichoso –por un instante– al espejo,
en paz, en comunión contigo mismo,
con la certeza de que te reconciliarás
con el mundo muy pronto.

O tal vez no.



VERBOS POR DENTELLADAS (RavensWood Books Ed., 2016) hoy en La Opinión. 

Por lo de la vanidad y esas cosas de las que hablábamos ayer JB y AC...


UNA VOZ PARA EL FUTURO

Por  Soren Peñalver

Con veste de estridentes colores, rasgada, y lengua audaz, en la cima de un altazor arqueológico de Asia Menor (Sardes, Pérgamo, Priene, Dídima, Éfeso, Afrodisias…), imagino en mis sueños diurnos a Noelia, mi amiga, mi hermana, mi hija, mi colactánea.

¿A quién se dirige? ¿A dónde se encaminan sus palabras; su voz desgarrada, rebelde, y por cuyos sonidos incontrolados se escapa la ternura? La poeta, andrógina, viril y tanto más femenina… (hablamos de antes que cayese en desgracia la norma omniamorosa), eligió la clasicidad, y se entregó a Ovidio, al Ovidio más comprometido con la mujer, traduciendo del poeta latino Las Heroidas; luego, y mientras enseñaba a los más jóvenes las palabras sabias, escribió de sus insomnios (un tanto de desvelo en el durmiente no va en contra de apreciar el sueño), compuso un libro de poemas, Calamidad y Desperfectos (2012), que se reeditó prontamente.

Mujer y escritora incansable, Noelia ha dado a conocer la obra de otros escritores y poetas, colaborando en revistas literarias, en festivales poéticos, en opiniones de prensa… La antología de poesía titulada El oro de los tigres (Editorial Balduque, 2015) fue el homenaje debido a su admirado poeta, amigo y maestro José María Álvarez. 

Admirable es su actividad como codirectora de la revista de poesía La Galla Ciencia, junto a Joaquín Baños y los fieles Samuel Jara y Daniel J. Rodríguez. Se ha dedicado, además, al estudio de la obra poética del mexicano Efraín Bartolomé, del que promociona la obra por estas tierras, y a mediados del próximo septiembre hará una presentación española del mismo. En la actualidad, Noelia está entregada a una tarea conjunta con Álvarez: una traducción de Catulo, así como un libro de conversaciones con el poeta de Tosigo Ardento.

Noelia Illán Conesa es noticia literaria de actualidad por un nuevo libro de poemas, el segundo: Verbos por dentelladas (RaVenWoodBooks Editorial, Colección Fleurs de Marécage, nº6, 2016). Un libro propio, por fin, después de cuatro largos años de espera para muchos de Noelia, que la siguen internacionalmente, pues su poesía es universal por la perspectiva e intereses culturales, lengua escogida, amplia y audaz (como ya se ha indicado).

Uno de los poemas de Noelia, casi escogido al azar, como es el titulado Te aseguro que alguien se acordará de nosotras (pág. 60), augura el estudio amplio de un futuro conocedor de la poesía illanesca. Ya en los versos de Ezra Pound que abren el poema de Noelia se señala la clasicidad y el academicismo de la fuente donde bebe la autora: «Si quieres el meollo, / ve a Safo, Catulo, Villon». 
La modernidad de Pound, en el sentido más rimbaudiano, invita a que sigamos a Noelia, que también alude a otro gran poeta, Gerald de Nerval, y uno de los bellísimos sonetos de sus Chiméres (Quimeras), El desdichado (titulado así, en castellano, en el original). El poema de Noelia no puede ser fragmentado, y como primicia a los inmediatos lectores de esta página, lo damos aquí al completo: 

Te has quedado sola, 
como el Príncipe de Aquitania 
en su torre abolida, 
desierta de hombres y besos. 
Tus manos cubren de sábana 
un cuerpo helado, marchito, 
que el cruel himeneo abandonó. 
Alguien te recordará entonces 
acurrucada en el vientre de Atis
 –o cualquiera otra. Poco importa–. 
Tú preferirás eso: 
el crepúsculo de esos ojos, 
el regazo suave y cubierto de ámbar.
Los dioses, algunos, se olvidaron de ti. 
Y ahora estás sola, 
como el Príncipe de Aquitania, 
terriblemente lésbica y carnal 
en tu torre abolida.

Noelia Illán Conesa, nacida en la antiquísima Cartagena, tiene el presente más luminoso que se desee y el futuro que su ciudad promete con la belleza de los nuevos descubrimientos de su pasado; «el pasado», que como escribió Marcel Proust, «no sólo no es fugaz, es que no se mueve de sitio». Los sedimentos de esa enlazada historia de Cartagena, el aire mineral de sus mediodías y tardes soleadas, el hálito de sus noches marinas, están en la voz, cavernosa y musical que viene de lejos y resulta tan cercana, de Noelia Illán Conesa, nuestra poeta de matia magnitismena (ojos magnéticos).

Carolina Illán Conesa y Vanessa Castaño Sanz, respectivamente, han elaborado con gusto, aportando la fotografía y el diseño, la cubierta del elegante libro. Gracias por tus Verbos por dentelladas, querida Noelia, que nacidos de los hondos del ser, merecerán ser registrados por los mecanismos de la inteligencia artificial, con destino a la incógnita de la posteridad.







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GABRIELA RUIZ AGILA [19.393]

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Gabriela Ruiz Agila 

(Quito, Ecuador 1983).  Poeta - Investigadora
Licenciada en Administración y Ciencias Políticas por la UABC, México. Maestra en Administración Pública con especialidad en Políticas Públicas por la UABC, México. Licenciada en Comunicación Social por la UCE, Ecuador.

Actualmente, cursando la Especialidad de Migración en Flacso, Ecuador. 

De rasgos asiáticos, descendiente de migrantes y militante de la ternura. México, el desierto y el tequila hicieron raíz en mi sangre. Desde entonces me sé fronteriza y estoy en la constante búsqueda de esta poética.

Doy vida a Madame Ho. Colaboro en diversos medios electrónicos, y en especial para Revista Matapalo. Premios: Segundo lugar en el concurso nacional de poesía Ismael Pérez Pazmiño organizado por Diario El Universo con Inventario-Escritura de Viajes (Ecuador, 2016); Primer lugar en Crónica del Cincuentenario organizado por la UABC con Relato de una foránea (México, 2007).

(La frontera, 1983)
Blog de escritura https://madameho.wordpress.com


La frontera. Año nuevo, 1953[1]

1953 es el año que está pariendo
Me parió, casi a los 22 años.
Cada lunes, desde hace tres meses, sucede…
Las piezas del olvido aparecen
Cartas, fotografías, discos,
Creí leer mi nombre en el perfume del mar
Le había pedido que atravesara el continente
Como si se tratara de cruzar una avenida
Me llamo Carmen. Canto. No lloro. No puedo matar.
En un mundo paralelo me llamo Carmen.
Llegará ese día: Yo estaré. Tú serás.
Nos besaremos los ojos lejos de la rabia.
Sin miedo a la caída,
Estoy en un trance agotador sin sueño,
Sin el deseo de comer, sin el deseo del agua.
Pensando en esa separación de los hemisferios,
De los continentes, de los mares,
Rezo para que siga haciendo calor
Pero en esta frontera soy Madame Ho
Transito con el corazón lleno de dudas.

[1] “Extraño sabor metálico en el aire” pruebas atómicas en Utah y Nevada, EE.UU. Hallazgos relevantes para descubrir la estructura del ADN.



1969[2]

Mi nombre es región en este viaje…
El tiempo perfuma las sombras entre las montañas
Los nogales se reclinan a beber en el río Bravo
Desde el vértigo
Mi nombre es región en este viaje…
Es hora de bañarse bajo la lluvia
Nos tomaremos de las manos
Desde las orillas

Mi nombre es región en este viaje…
Vuelvo a mi vicio favorito, el calor
Ungida por la tierra
como la tagete inmortal al finalizar el invierno
Transparente

[2] La explosión de las minas carboneras 2 y 3 “Guadalupe” el 31 de marzo de 1969. Coahuila se convirtió en un pueblo de viudas y madres sin hijos.



Ħiroshima y Пagasaki [3]

19 de agosto…
el abanico dando vueltas sobre el ambiente húmedo de lo que
un día sería algo parecido a ¥ietnam
el sudor violento invadiéndolo todo
el agotamiento
desde esta habitación
puedo escuchar al mar mecerse frente a la costa nororiental
el pacífico se desplaza por debajo del horizonte.
durante el sismo de este latido, sin embargo, prevalece la serenidad de la tarde y la puesta
de sol, es un evento devastador…
al menos a la distancia de un deseo
la trayectoria de la tristeza y el ritmo de la lluvia:
hemos presenciado ese estremecimiento antes
pienso en esa maldición de “quedarse y luchar” sobre los escombros de lo que fue esta ciudad
la gente busca sobrevivientes y encuentre solo cadáveres
las sombras de los años transcurridos, tendidas en el suelo…
un ropero, una cama de soldado, y el calor.
nadie está a salvo. ɇs una idea que me provoca llanto
por eso me iré
aunque los trenes lleven a ningún lugar
en mi ciudad natal, todos quieren irse pero,
los que se fueron, añoran regresar
es difícil sobrellevar el desarraigo del agua, del suelo, del aire,
de los rayos solares y las fechas
desde luego, miedo-lo que no se han dicho
lo que menos importa es el gobierno
el caos posterior a la segunda guerra mundial
quizá ocurra otra explosión…
tú y yo, inesperados; Ħiroshima y Пagasaki, la suma de las estaciones.
la nuestra es la réplica de ése sismo
hace calor
—soy tuyo, Ħiroshima—
las nubes arden en llamas desde hace un mes atrás cuando empezó el verano, cuando en el
trópico de capricorniÖ se estrenaba en la noche.

[3] Hiroshima fue bombardeada el 6 de agosto y Nagasaki, el 9 de agosto  de 1945.

***Textos tomados de Inventario-Escritura de Viajes (Ecuador, 2016)



Sakura

Sakura se quita los zapatos
va detrás de la cabellera del salvaje Ryu
dragón no imaginado
El color, un vestido puesto que desatar

bailan, se tocan,
brazos y piernas, mazmorras techicolor
se entremezclan en secuencias rojo y verde
La música los corta con su espada
Se agitan en una escena de la saga de oriente
perseguir la luz
dejando correr el carrete del cinema

la sombra como un preámbulo
el beat, el beso, el ácido
corroyendo la superficie
Ryu perdiéndose en la saturación
y cito: “esa luz que me hace sentir como tú”

Sakura que no se detiene.







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CARLOS BASSAS DEL REY [19.394]

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CARLOS BASSAS DEL REY

Carlos Bassas del Rey (Barcelona, 1974) es Licenciado en Periodismo y Doctor en Ciencias de la Información. En la actualidad trabaja como guionista freelance, labor que compagina con la docencia, la escritura de novelas y la dirección de la Semana Negra de Pamplona (Pamplona Negra). A lo largo de sus años como autor ha escrito cortometrajes, documentales, largometrajes, videoclips y spots publicitarios, y ha organizado, dirigido e impartido diferentes cursos de escritura creativa, exposiciones, ciclos de cine y cursos de verano relacionados con el mundo audiovisual.

En 2007 fue galardonado con el Premio Plácido al Mejor Guión de Largometraje de género negro en el IX Festival Internacional de Cine Negro de Manresa, y en 2009 fue coordinador editorial del libro Tasio 25 con motivo del 25 aniversario del estreno de la película dirigida por Montxo Armendáriz. En 2012 publicó su primera novela, Aki y el misterio de los cerezos (Toro Mítico), un relato de aventuras ambientado en el Japón del s.XVII, y ganó el Premio Internacional de Novela Negra Ciudad de Carmona con El honor es una mortaja (Tapa Negra). Es practicante asiduo de diferentes artes marciales tradicionales japonesas (jiujitsu, kenjutsu, jojutsu, nitojutsu, tanbojutsu, iaido y battodo) desde hace varios años.



Ha publicado en poesía: "Mujyōkan. 72 haikus y un jisei", (Editorial Quaterni, 2016).



Zurce la araña  
pentagramas de seda  
para la lluvia.



En pleno frío  
la camelia embustera  
juega a ser rosa.



Golpe de viento  
tempestad de sakura  
en Yamaguchi.



En una esquina 
la vida de la araña 
pende de un hilo. 



Por un instante  
ha sido mariposa  
el saltamontes.







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MANUEL MARTÍNEZ [19.395]

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Manuel Martínez

Manuel Martínez (Managua, Nicaragua, 1955). 
Es graduado en pedagogía por la Universidad nacional Autónoma de Nicaragua-Managua, y Máster en Salud Pública, por la Universidad Autónoma de Madrid.

Es autor del poemario Tiempo, lugares y sueños, finalista del premio latinoamericano de Poesía Rubén Darío, 1986. Juegos de azar (premio Nacional de cuentos 1989, editado por el Centro Nicaragüense de Escritores en 1996), Engranajes del tiempo (Poesía, 1997), Esta noche baila Orestes Rey (Cuentos, 2001) Mayangnas: Hijos del sol (Estudio etnográfico, 2002), La rueda de la fortuna (Novela, 2005), Pasada de cuentas (Novela, 2008), nadie me niegue vivir (2012), La gloria eres tú (novela, 2013).



CANCIÓN CON SAXO Y ÓBOE

Vuelve el sonido de un saxo en la noche
el eco como de una voz y la canción 
fluye en notas armónicas de bronce. 
El músico se cimbra, se arquea, 
siente recorrer el ritmo sensual 
de la música por el sistema de tuberías
de viento humano y metálico, 
recuerda el sonido del armonio 
de Notre Dame de Ternier y las notas 
de Jean Claude Mara con su flauta de Pan, 
esta noche que Hafner interpreta 
con una mezcla espirituosa y entrañable 
Todo me gusta de ti, con ecos 
del viejo filin cubano Santiaguero, 
al estilo de César Portillo de la Luz 
cantando en El Pico Blanco del hotel 
Saint Jhon, en La Habana. 
Así aquí él en El Panal, en Managua.




FUSILAMIENTO

Niños desertores
acusados de traición
frente al pelotón de fusilamiento. 
Han llamado a sus padres, a sus hermanas 
y hermanos
a la ciudad entera.

El lugar fue el Parque,
de espaldas a los jóvenes 
las bancas blancas de concreto 
debajo de la fronda oscura de los altos árboles.

La detonación las descargas el grito 
de dolor y el alarido de las madres
el estupor.

No hubo noticia en los periódicos. 
Quedó el repudio. 
El Ejército dejó los cadáveres tendidos en la intemperie 
para ejemplo y escarmiento. 
Días después sus familias los enterraron. 
Esto ocurrió en Bluefields
en el año de 1986.




LLEGARÁ SOLA EN LA NOCHE 

1

Llegará sola en la noche. 
El salón vacío, la mesa rústica 
y una silla vacía, sentado allí recordando 
tus viejos sueños, 
tus lamentos. Nacerá a tu costado 
el ángel de la penumbra,
un ángel con cuerpo de mujer y se llamará 
Melissa. Vendrá hasta ti, sonreirá, 
y bastará una palabra, un susurro,
para que el embrujo de la noche 
tenga sus ojos negros, limpísimos destellos 
diciendo tu nombre. Ella sabrá que haz 
nacido, que fuiste y volviste, que vienes 
de salida y que has llegado al fin, 
porque ella así quiso colmar la noche 
con sus alas desplegadas y la pureza de su desnudez.




Una noche, ya cierta, llegaste a mí
y te esperaba, tú también esperabas 
sin temor a equivocarte,
y te dejaste guiar por esos ojos 
sensores de percepción, limpios y puros.
Dijiste, vendrá hacia mí, 
no me detendré y encerraré 
su espíritu dentro de mi cuerpo, 
la puerta estará abierta, seré libre, 
seremos libres,
atados sólo por el afán sin límite 
de verlo crecer junto a mi pecho
y enmudecerá de estupor 
sorprendido e ingenuo como un niño 
ante una rosa roja
y anidarán sus labios en mi boca
y será por siempre e imperecedero, 
porque entonces ya no podrá morir.




Esta es la vida que tengo

Nunca más escribiré esos versos:
“El canto de los gallos copan las madrugadas”,
no en el vago y difuso recuerdo
de mi infancia
si no hoy, este diciembre 2014,
despierto antes del alba.

El canto de los gallos
no mitiga ahora mis dolores
óseos articulares
ni mi vana pena por el día
que vendrá.

En estos días difíciles
estoy solo
en el abandono de los amigos
cuando llegan los días difíciles.
Pero solo, en compañía
de la única mujer del mundo
que me acompaña.
Ella sí sabe mitigar mis dolores
aligerar mi pena por los días
venideros.

También otros hombres como yo
despiertan en la madrugada
porque no pueden dormir,
y escuchan también quizás
el lejano canto de los gallos
al amanecer
todavía vivos y conscientes ellos.
Y tal vez celebran oír de nuevo
este canto de los gallos,
el ruidoso paso de un furgón,
la bocina hiriente de un bus
y los ruidos que brotan
uno a uno
hasta apagarse en la confusión
de la mañana urbana.

Pienso en esto y me digo:
Esta es la vida que tengo.
Y es buena.




El camino que tomé

“Desea pues que el viaje sea largo”
C. Kavafis

Tarde a veces aprendemos
que el camino de la vida
es sinuoso y empedrado.
El viaje es largo y el camino
cuesta arriba siempre.
Es el único camino de los espíritus
verdaderos.
Aunque a veces es casi imposible convivir,
porque, ¿cómo se puede vivir
con relaciones viciadas
digo yo, en permanente
acecho de la doblez que nos rodea?
Es la moral de la apariencia
de las buenas familias católicas
y evangélicas, los ilustres magistrados,
funcionarios y decanos universitarios,
que madrugan a misa de domingo
y comulgan para lavar sus conciencias
y renacen inmaculados por el cuerpo
y la sangre de Cristo.

Pero tu viaje cotidiano de peregrino
todavía no termina
despiertas a la luz de esta mañana
y te preguntas,
¿Qué no ha erosionado tu vida
y la vida propia de tus amigos?
Entonces comprendes que no sirve
resignarse
pues para ti
el viaje todavía no termina.




12

Confundido por los golpes duros
que me dieron mis enemigos,
los mismos que me rodearon por años.
Golpes a mis sesenta del retiro.
Y de esta confusión nace un dolor
que sólo duele por dentro.

Uno crece sin saber las causas de las cosas
pues el conocimiento se aprende lentamente
y de repente un día, se abre la conciencia
que rompe en pedazos la edad de la inocencia.

Ahora a mis sesenta años
padezco de artritis articular en la cadera derecha,
sufro dolores que agobian
y los mitigo con analgésicos y anti inflamatorios.
Porque uno se aferra a la esperanza
de una cirugía y una prótesis,
se aferra a la vida,
pues los años de juventud y pasión,
de desprecio al peligro y a la muerte,
se fueron.
Consciente de que la vida es breve,
entonces queremos que perdure
hasta el último aliento del espíritu.
Amén.




Manías de la bohemia

Hay una fuerza extraña que convoca viejos resabios,
duros estragos vespertinos y nocturnos,
desatados por el agobio y la saña de la rutina.
La bohemia persiste y pervive en diálogos,
conversaciones interminables,
que descargan la ansiedad cotidiana
y deshacen el vacío del tedio.

Es como un vago deseo por lo ido.
Un ciclo arquitectónico de naves que se abren
y se cierran al llegar la noche,
la hora de los desahogos vanos,
el desgaste corporal, el desvelo
y el sentimiento de las bajas pasiones,
hundido en nimiedades y bajezas pasajeras.

Pero no sólo es la noche en bares y salones.
Una mesa en penumbras y los amigos,
que critican el entusiasmo desmedido
y los resentimientos.
Este agreste encanto de aquellas reuniones
juveniles perdidas. Perdidos en las iluminaciones
de la ceguera. Torpes, obsesivos y persistentes
con el desenfado del iluso.
Nostálgico de canciones y letras muertas
que renacen al calor de estos recuerdos.

Bohemia, no convivios o fiestas de lanzamiento
de libros en galerías repletas de invitados,
diletantes. Festejos y celebraciones íntimas
en casa de anfitriones generosos y atentos.
Manía inoculada como un virus o bacteria,
que en ocasiones pareciera olvidada,
lejana e inexistente.
Pero duerme una latencia revulsiva,
y sin previo aviso, despierta de su letargo
y clama desde las profundidades del alma.
Seres apestados de vicios y vida disipada.









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CARLOS M-CASTRO [19.396]

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CARLOS M-CASTRO

Carlos M-Castro nació en Managua, Nicaragüa, en 1987. Publicó Antropología del poema en 2012 y ha sido desde entonces incluido en antologías como Flores de la trinchera. Muestra de la nueva narrativa nicaragüense, Apresurada cicatriz. Instantáneas de poesía centroamericana y De ahí nomás. Poesía actual de Centroamérica y del Caribe. Editó la revista literaria Voces Nocturnas, al igual que las digitales Soma y NotiCultura.com, además de colaborar en Carátula.net, El hilo azul, La Brújula Semanal, entre otros medios. Ha sido corrector de estilo de los diarios nicaragüenses La Prensa y El Nuevo Diario. Edita el blog LectorDisléxico.


[Selección del autor. Textos 
escritos entre 2006 y 2016.
Incluye piezas inéditas].


Laundry Carpe Diem

Lavar únicamente lo del siguiente día.

¿Para qué tanta ropa limpia
si no sabemos?



Nuestro encuentro

No somos marionetas ni salimos
en la tele una noche por semana
—personajes de una serie que hilvana
un escritor asalariado—. Vimos

todos los ídolos sobre el camino
implosionar detrás de nuestros pasos:
sabemos que depende de los trazos
(solo) de nuestras manos el Destino.

Llegamos, sin embargo, justo a tiempo
a una cita arreglada desde siempre
—oculta la mirada, cauto el labio—;

y como dos engranes que del Tiempo
operan el perfecto parasiempre,
sonó nuestro latido, labio y labio.




La piel no miente

Así nos movemos:
como gatos que se saben perros;
lamiendo cada cual su propia herida

… una danza con los pies
en dos universos paralelos




Destrucción de tu cuerpo

Está solo tu sombra. Desprendimos tu carne, tus cabellos, la perfecta mudez de tus formas con una frase que únicamente juntos podemos decir. Uno por uno arrojamos al océano tus ojos, piedras que saltaron rectas hasta el horizonte y más lejos, con su estela pura y sus ondas de radar imburlable. Al mar también echamos, devolvimos, tus labios marítimos, acuosos, intoxicantes, siempre en fuga. Me levanté sin remedio del nido de tus camanances, antes de verlos hundirse despacio en un hueco que habías hecho. Así perdimos tu rostro, así te acercabas a tu esencia de estrella implotada. No quedó siquiera el aroma a dulce ceniza de tu boca. Tu voz se tragó a tu voz, definitiva, línea enrollada sobre sí misma hasta hacerse punto y luego nada; serpiente que deglute su propio cuerpo.

Aquí te pronuncio por última vez, me sumerjo en la silueta oscura que pende de una soledad que ahora solo a mí pertenece. Está solo tu sombra. Ya tus brazos, tus manos, tus dedos fueron borrados de toda hoja, inexistentes ante cualquier ojo; tu espalda cayó como árbol talado y se reventó en seis mil millones de pedazos contra la dureza del enladrillado, pulverizada, esparcida por el viento cómplice tuyo. No volveré a mirar tus pechos, nunca más mi lengua melancólica se castigará contra la inflexibilidad de tus pezones, jamás mis dedos filosofarán nuevamente en torno a tu ombligo, no estaré una vez más, una última vez antes de dormir(nos), restregando lo mejor de mí entre tus piernas. No existen tus piernas. Se va apagando tu sombra.

Declaré la rendición de mis manos, indescifrable puzle, mágico cubo policromo que se me escapa; imposible mirar a la vez tus seis caras, huís de mi ávida pupila, has escapado del movimiento de agarre de mis uñas, toda mi piel renuncia a tu sonido, a tu aroma de ventisca en desbandada.

No te pronuncio. Con tu cuerpo exterminamos también todas tus letras. Lentamente, con la velocidad de una renuncia, se desvanece asimismo tu sombra. Pero aún hay sombra, está solo tu sombra. He olvidado tu nombre, no te llamás. Jamás tuviste un nombre.

Veo tu nada, por última vez tu ausencia. No más cuerpo, no más nombre. No más aroma ni voz ni sonido.

Dejaste de ser real; ahora sos verdadera.




anandroginopausia

polvo
solamente
bajo la cama

sobre la superficie blanca
nada acontece
inviolado silencio oculto

nada más que el tacto de este instante
en cada pliegue de la sábana
acaricia dos cuerpos
con violencia

pliegues que son olas, dallana
y piélago la sábana en que estamos
sacudidos
anulados

colocados allí
por algo que nos sobrepasa
perdidos
solos

no existe orilla, sólo cuerpos anegados
ruge en su movimiento envolvente de naufragio
y estamos quietos
y no escuchamos nada

mi lengua tu nombre articula
buscando salvación
todas las olas lo pronuncian
me empujan a tus letras

cerca del horizonte
se ven dos líneas, dos seres paralelos
descubriéndose, acercándose
sin poder tocarse nunca

la cama en el vacío, el mar sin costas
los transporta
hacia una luz
que no se sabe si es aurora
o si es ocaso

sobre pálida espuma
mi cuerpo frente al tuyo
se descubre signo
letra
sonido mutilado

sólo somos
dos letras de tu nombre
separados no decimos nada
dígrafo sonoro palatal
a cada lado de tu lengua
intentando un escape del naufragio
en la canoa que es tu nombre que es tu cuerpo
sobre esta sábana
este mar
esta hoja incendiándose




Manual para sobrevivientes

Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre
Refrán sordomudo

No quiero un panegírico leído por Ernesto, Sergio o Claribel
ni un mausoleo en la Colina de los Ilustres Hombres.
Que no maquillen mi pellejo
ni disfracen mi esqueleto y su cubierta de un Gran Señor que nunca fui.
Prohibidos los videos y las fotos que después circularán por Internet
o serán salvapantallas, tapiz del Escritorio,
imagen destacada de perfil en red social.

Nadie publique un reportaje, una noticia, un obituario.
Alejen a la prensa de la fosforescencia de mi profundo oscuro sueño.
Golpeen todo rostro cuyos ojos enrojezcan
ante el primer ardor de mi chorreante témpano
y humillen a cuanta mujer aparezca
queriendo, enlutada, acaparar la propiedad privada del Dolor.

Desnudo amordazado dando vueltas frente al fuego,
aguarden su ración de carne asada los presentes;
trituren lo que sobre, hagan moronga
y coman hasta hartarse de mis restos.

Si al rato van al baño a descargarse,
no olviden con las hojas limpiarse de mis libros.

Jamás se les ocurra de todo lo que dije o escribí
copiar ni media frase en las paredes.
Olvídense de dioses y de héroes.
En estos tiempos los monumentos hieden.

Conviene reajustarse los grilletes.




Death Row

Il y en a qui écrivent pour rechercher les applaudissements humains…
Lautréamont

soltás entonces la guitarra
y por primera vez un ojo tuyo
deja de ser espejo de sí mismo

el brazo agujerado de un convicto
se pasa en ronda por tus manos

con una petición imperativa
de llanto risa o bilis

sus dedos tienen callos
nacidos con el fin de muchas vidas
gargantas apagadas
y piernas y entrepiernas en cenizas

el cerdo el criminal
el chicle que hay bajo la silla
tiene que ser eliminado
con una sobredosis de justicia

firmás gustoso el acta
con el control remoto
mientras tu otra mano
ausculta la bragueta

pero cuando se desinflama
el glande que palpita en tu pecho
notás que acaban de pinchar a tu vecino

Mi nombre es Bernardo Abán Tercero
Pasé por El Guasaule con Virgilio
Nel mezzo del cammin di nostra vita

Busqué dentro del Dite a mi Beatrice
in order to becoming citizén
o al menos residente de los cielos

Y tarde realicé que no debía
dejar mi chico infierno con los míos
ché la diritta via era smarrita

así un día ocurrió
que abandonaste el búnker de tu ombligo
y compartiste el fuego recibido
y amaneció en la Tierra tu otro ojo
y viste más allá de tu retina
y te reconciliaste con tus brazos
y en ellos consolaste al invisible
espectro que llenaba los espacios
y todos los pronombres se opusieron
al plagio prolongado de los seres

qué pena que ese día se te niegue




Cronopia:

Ya no me importan tu arrogancia, rancia
estrategia de tragedia ni media
cubriéndote la pierna tierna mientras
la otra trota de vista en vista lista

para herir, rugir y huir de mi dura,
en mis idos, a mi profetizante
mano sin guante, oídos, dentadura;
pues, ves, tus dedos los enredos hacen

por diversión para ambos bobos (bosques
que caben en gestos toscos, costumbres
de hacha, charadas). Enredos y locos

como los nuestros y como nosotros
yo como. Comé comamos comámonos
que no me importan tus dudas, ¡juguemos!




Una mujer se asoma a la vida una mañana

Un arco amenazante si apareces,
dulce batalla a punto de ocurrir,
discreta sílaba insinuada, pro-
yectil a paso lento muy certero:

Oculta tras espuma falsa y humo,
atada por cadenas de binarios,
empuñas tu silencio en esta noche,
tu rabia hecha cenizas me sonríe.

Ahora amanece. Cansadas tus sábanas,
de fuerza son camisa blanca. Ves
cómo se atasca el día en el semáforo.

Habitación y calle se confunden,
vagabundeas quieta sin refugio
y observas a tu sombra mientras duerme.




Poema de amor entre barrotes de hueso

No desenvainaré el bolígrafo vanamente
otra vez. Ato tu imagen a esta hoja. No te irás
si no anulo las costuras del disfraz
que pusimos a este día inocente.

Lo he dicho, vuelvo: allá eres fértil, aislada,
donde yo pueda verte y te extrañen mis gritos,
y mi aire se olvide de tu boca acerada
que lo envuelve.

Nuestros sacros ritos,
el inviolable ciclo, me fatigan y muerden
esa parte de mí que el espejo me niega,
y eso que tanto deseaste ver te ciega…

En la distancia nula mis deseos se pierden
y tus sueños sofocan a mis pálidas noches.
Este es mi poema de amor. Te desato. No reproches.




vos sabés que me gusta abrirte, destaparte, pues; que tu crema, la de en medio, hipnotiza a mi lengua; sabés que no, pero frecuentemente conceptualizo tu olor inatrapable, lo concretizo entre mis dedos —los tres que ya sabés— en forma de disco, textura de borona, dulzor moreno, galletita óreo; vos no sabés si sé o no sé nada, y preparás mejor todos tus bordes para que se humedezcan en esa leche que siempre te prefiere; luego, un tanto blanda, temblás como en susurro diciendo push me and then just touch me, y entonces te girás y desde allá tu voz ordena, en la pared opuesta: till I can get my satisfaction… vos me sabés y yo te sé —no es algo mutuo, coincidencia pura—; adivinamos si estaremos al mismo tiempo conectados: no por deseo de vernos las letras desnudas o en calzón, sólo por juego: no nos sabemos especiales… sin embargo, sabés que te temo (porque te intuyo), me aterra la posibilidad de interpretar a un tomatierra y secuestrarme yo en el montarascal que a veces sos; por eso, aunque la hebra teñida de tu cabello en mi cama quiera matarme rally, sigo pensando en vos cuando destapo una galleta que no podré comerme, y canto damn, you’re a sexy bitch!

http://www.alastorliterario.com/2016/07/regresion-poesia-de-carlos-m-castro/







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ELISA MOLINA [19.397]

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ELISA MOLINA

Elisa Molina nació en Córdoba, Argentina, donde actualmente reside. Licenciada en Letras Modernas por la Universidad Nacional de Córdoba, codirigió la colección "La Poesía Traducida" y es colaboradora en poesía y crítica de las revistas "Fénix" y "Hablar de poesía", entre otras. 

Libros publicados: Escrito en el agua, (Ed. El Copista, Córdoba, 2003), En la lengua de tu padre, (Ed. El Copista, Córdoba, 2012) y  Por más que en la noche la luna (Alción Editora,  Córdoba 2016).

Traduzco poesía del inglés y del francés. En ocasiones he comentado textos poéticos en ensayos, reseñas y estudios críticos que han sido publicados en revista de poesía y crítica, diarios y volúmenes colectivos de ensayos.




[De: Escrito en el agua,
Ediciones del Copista, Col. "Fénix", Córdoba, 2003]


AGUA DE ORO, 1995

"...el reino pertenece a un niño"
Heráclito

La noche cae sobre nosotros
- juntos, callados -
como una uva de sombra.
Tampoco nos habla el niño;
                   canturrea
absorto en su círculo de agua,
busca piedras de colores,
encanta al tiempo
con el girar de sus manos.


LEJOS DEL MAR

Vivo tan lejos del mar
y sin embargo,
anoche,
en la síntesis perfecta
que compone el sueño,
tuve mi luz, mi casa,
mi camino de acacias
entre las dunas
y a mis queridos.

Después desperté
y por un momento en la noche
la soleada imagen pudo más.
No debiera, no quisiera
olvidar su tenue
presencia en la vigilia:
trabaja en mí, circula
silenciosa; roza
a veces la opaca
evidencia de las cosas.


JARDÍN DE NOCHE

Cruzo el jardín hacia la casa;
el cerco de ramas
contiene ese momento
casi marino de la tarde:
el fondo azul, las formas negras
diluyéndose...

La verdad
se expresa en un lenguaje extraño
y dura poco.

Me apresuro a entrar,
a encender la luz
de esta burbuja que deriva.


EL ABRAZO

"Sucederá lo que haya de suceder - dijo
filosóficamente el mayor de los guisantes..."
H. C. Andersen

La verde ráfaga del verano
y el aire que agita como loco
las hojas de los álamos
y el cerco de la honda madreselva
caen, piel del día desollado,
para mi daño.

Comprendo ahora
a los que se quedaron quietos,
mirando en torno,
comprendo ahora a los que callan.

Una vez mi madre me abrazó llorando,
no sé por qué sufría;
me abrazó como yo
abrazo con la mirada a mi hija
que duerme.
Me abrazó para salvarse
y protegerme.

Para poder cerrar los ojos
y dejar que el sueño, mi sueño,
último jirón de niebla suspendido
hiciera lo demás:
calmar, aliviar, restaurar

el verde pájaro a la rama,
el amanecer al canto del gallo,
los higos a lo alto del sol,
la hoja a su danza:
todo en su lugar
para cuando despierte.


HELECHOS

Finalmente, está hecho:
repetí tu gesto.
Tembló una telaraña y su rocío,
la yema de los dedos rozó
los bordes de la piedra fría
y arranqué un helecho de las sierras,
un gajo de raíz,
con un poco de tierra.

Si me hubieras visto,
este día se habría detenido
apenas un instante
en tu sonrisa.

De lejos nos llegaban
las voces de los chicos.

Acaso se detuvo.



GATA PERDIDA

a Francisco

Querías llorar,
y con rabioso desconsuelo
componer lo roto.
                                 Se puede:

cuando se alineen los espejos
del pasado se abrirá
un día redondo y amarillo
                                 y te dirás:

"Era un día redondo y amarillo,
la ropa se balanceaba al sol
y mi cuerpo pequeño, entre sus brazos."




EN LA LENGUA DE TU PADRE, Ediciones del Copista, 
Córdoba (Argentina), 2012.


Poema de este mundo

I

Desde la lejanía, más allá
de los baldíos, las terrazas,
las antenas de TV;
más allá del fin de la avenida,
llega el grito de los teros:
he aquí el sonido de este mundo
por el cielo que se ensancha.
Amanece.


II

Dos pinos, cuatro álamos y un laurel
cercan el jardín que veo a esta hora
y al cerrar los ojos, cual si fueran
la forma de mis pensamientos.
No importa si la marea de los días
viene densa y marrón
como el cansancio:
flotando en el glóbulo opalino,
siempre emerge al final y para mí,
idéntico a sí mismo, el alto
enramado de los árboles.
Nada permanecerá, seguramente.
Tampoco estas figuras que se ordenan.
¿Qué importa?
Hay un ardor que enciende
la cresta de los álamos.
Amanece.


III

Momento
en que vacila
el brevísimo equilibrio
del sol en el pecho del pájaro
—vibra la rama
y una pluma
del que ya levantó vuelo
cae:
pájaro, álamo, sol
reinarán en nuestra noche
como un carbón incandescente.



Sin marcas

De aquellas silenciosas caminatas,
cantando alto para los árboles altos;
de aquella aguja de pino en un libro
como recuerdo del bosque y del fuego;
de los días marcados con piedra blanca;
de lo que sin saber tu vida ataba;
de aquel instante, cuando al abrir la puerta,
el aire como una lámina helada se trizó
en tu cara vuelta hacia la noche
de un jardín quebrado y de pronto extraño;
de tu gesto final, de esa rotura inconcebible,
nada, ni una cicatriz quedó en el mundo.



Mañana a solas

Y el ventalle de cedros aire daba...
Comparto con vos este paisaje,
porque hoy me toca, amor, una mañana a solas.
Primero, las gatas han reñido mutuamente;
en la paja del quincho, las palomas;
en el pasto hubo pájaros de nombre incierto
(y en un sueño sin aves, nuestros perros).
Después, el silbido de un hombre trabajando,
lejos. Crujían apenas las ramas en el viento,
¡y hay quienes hablan del silencio
y de la pura luz como un vacío
cuando está todo tan lleno que en verdad
no sé si vos y yo cabemos!



Motivos de violetas

Aquí nada ha cambiado, te dirías,
de no ser porque al ras del suelo,
entre yuyos y matas de lavanda
descubriste una planta de violetas,
y esto altera su fábula presente:
el tiempo ya no es ayer, luego hoy
y después mañana. Quiere ser siempre.
La tarde crece como un río
que a la vera va dejando
lo que trae de otras tierras. Pura imagen
y algo casi cierto: esa frágil
raíz vino de lejos. Acaso otra tarde
la dejara entre verdes y ocres
del otoño sin que nadie lo notara.
Te gusta imaginarlo así, con cierta
magia, con tímida asonancia
que una lo separado y lo distinto,
como esta muda planta que devuelve
no las palabras ni el tono de una voz
que ya olvidaste, pero sí la ambigua prueba
de que no todo se esfuma ni se pierde.



EN LA LENGUA DE TU PADRE

Escribes con la lengua de tu padre
dijo en mal español el extranjero
y yo traduje: olor del humo,
gusto a sal entre los labios,
silbar del hacha, el golpe al sesgo;
en la noche inmensa un carozo de fuego;
un árbol deshojándose en otoño
un árbol violeta en primavera
y el aire fresco escribes
en la lengua de tu padre. 



Por más que en la noche la luna 
Alción Editora , Córdoba 2016



QUIZÁS PENSABA

…el soliloquio obsesivo, el aforismo.
En otro plano, la avanzada del agua:
contra el azul del cielo, la leve
nube gris que asoma en el cuadro y pasa.
Los ojos que la miran habrán también envejecido
como los de todas las chicas de la isla,
más tenues que el aroma del aire,
figura y móvil luz en el dialecto
que nos resulta extraño pero dice:

para mí el soplo del Céfiro, todavía




ALMEJA 

Vestigio mineral que puede
evocar un flujo anterior
a todas las palabras, cada
vez que se perla con el agua.



EFECTOS DE LA LUZ 

Atravesamos el cordón de las sierras chicas
por el camino de curvas. Llovía.
Atravesamos la gran nube y ella a nosotros.
Vimos las plantas más verdes y un vaho inmóvil
como si fuese la primera mañana de la tierra.

El otro valle estaba seco. Almorzamos
hasta con buen vino y escuchamos el concierto
para “tripa, charango y serpiente” en la capilla
del pueblo. Café en el bar, amigos, regreso.

A contraluz, el lado oeste de los cerros, 
envueltos todavía en la tormenta, era
la imagen de un sueño que funde plomo
en el corazón o nítido mensaje expuesto.



CAMINO A LA PALOMA 

Oigo el canturreo ensimismado
roto, como todo, por el tiempo:
“A los árboles altos los mueve el viento”.



ABSTRACTO 

Raíces como nervios en el agua 
de un alto sauce viejo.

Él dice que su olor
lo huele a la distancia.

Piensa y ve la silueta de un recuerdo.
Es la infancia en bloque:

una sandía el sol
y el olor de las raíces.

La película del pasado cubre
el agua. Ya no ve

lo que se ve y escucha
otro viento entre las hojas.



ALGO SIN MÍ

Algo sin mí pasa en esta pieza
iluminada a pleno: la alfombra 
está; la cama, el cuadrado negro
con su evasivo lunar claro
colgando en la pared 
y uno con la boca semi abierta
y otro que abandona sus maniobras
de rescate… 
Queda solo un aire vibrando
entre laxas cuerditas lilas 
un rato, y abandona al quieto
que ahora es una cifra
desconcertante.
    Porque no es el de ayer,
no es ni siquiera parecido
al que vio salir la luna llena
a fin de Agosto cual si viera
al Espíritu Santo
subiendo por el cielo,
y después del inicial asombro,
como retenerla era imposible,
la dejó pasar y se decía
pasa sin mí,
quizá no sea para tanto.



REMANDO 

Te veré otra vez cuando vuelva el verano
y reme en la roja luz de la mañana,
en la blanca luz del mediodía y

atrás quede la casa, y los árboles atrás.




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FRANCISCO VARGAS HUAIQUIMILLA [19.398]

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Francisco Vargas Huaiquimilla

Osorno, Chile 1989 
Ha sido parte de los talleres de Poesía como también de Artes Visuales en Balmaceda Arte Joven, al igual que del Laboratorio de escritura y creación en la Universidad de los lagos Osorno a cargo de Roxana Miranda Rupailaf. Pertenece al colectivo de escrituras, performance y experimentación Delirantes y participa activamente como editor y tallerista  junto a Editorial Cartonera Helecho De. También cuenta con publicaciones en diversas revistas literarias, antologías de cuento y poesía. Factory (Editorial Cartonera Helecho De+ Kutral451 Ediciones, 2016)  es su primer poemario del cual se desprenden estos textos.





Factory (Editorial Cartonera Helecho De+ Kutral451 Ediciones, 2016) 


N.N

Construida eléctrica a su imagen y mecánica
he logrado vencer la sed alejada de las aves
insertas en la totalidad de un mar oscuro.

Observo la casa donde han nacido las cicatrices
Zincs en brillante óxido
bordados en el mapa del dolor
donde la diva aindiada canta los gritos de su historia
                                                            Hay algo de fiebre en mí.
En esta corrida a nada pongo nombre y 
me contradigo en cientos de vocablos

A nada pongo nombre
porque todo inicia en alarido de ave esquizo

Tu nombre está en todo el cemento
como tus garras 
                                             Tu nombre es país



Boca reseca en los polvos de la noche
Cientos de bocas abundan mi nombre,
Huracanado  alejas tu ojo junto a la bandada
En el cristal de tu vigilia 
acechas mi casa oscuro animal.

Sabes mi antiguo nombre, mi
apellido lo gritarás,
dirás que invoco un caos
que encuentra mis huellas quemando la carne.



Otras veces me llamo Naomi Campbell

Naomi/ Noelia/ Noemí
No es mí  
No es lo yo 
No es lo ese
No es mi nombre

Negra/flaca/india/hocicona/travestida/maquillada/modelo/
Borracha.

Asesina

Se han caído las tripas al suelo
¡Mal presagio da el animal!
¡Mal presagio da un corazón del hombre en el suelo!
Sólo queda
Sólo queda
Quemar cada huella de cada
dedo, adelantar por medio de la
llama trabajo de experto asesino

En la arquitectura de las venas
eliminar los huesos de cada huacho
hecho en lo hondo
No es posible, no es rentable.
La orfandad no sabe de balas por la espalda,
sabe de ser asesino del tiempo.



La joya sin sangre no brilla

La imagen se repite / repite / repite

                                                          Hay algo de fiebre en mí
Sigo el río de tu muerte
antiguo canal de semen apátrida
manadas de criaturas en este caudal van en ti 
migran estos como yo entre camas y celdas.

Ven, búscame más alto
El río corre hacia arriba en busca de tu cuerpo siempre


En sudores aquí me tienes
Veo la luz de la joya
La necesidad de catástrofe conserva los huesos 
en un fuego por vez primera

Esta noche el oro de la joya en cuello reluce más
El cristo cuelga de una cadena que lamo
cuando corres alicanto
La imagen se repite, incrementa
Perros a garganta cortada encienden luz en la vereda abierta

Entre velocidades de una yegua metálica
en un pasaje de población 
nuestro alcohol se evapora en las manos

La imagen se repite/repite/repite
La joya sin sangre no brilla
es mecha mechera macho

No oculta la mano del hombre ni del hambre
se escurre cartera abajo
buscando acabar con la repetición 
en palacio de espejos versallesco y bellako
Los espejos repiten  cuando soy la presa 
                                                           /en la jaula de un canario
 asediado por la llama roja de un policía.

Debo cerrar las puertas de las casas que arden en mi lengua.


El ojo que vigila  carnes se extingue
                                                           Hay algo de fiebre en mí

No hay horas, el teléfono está negro, la pantalla está muerta,
En la muerte oscura de mi plástico me observo un poco 
para ver mis trenzas.
Pienso en los mecanismos para medir mi tiempo
patrones o lugares que indiquen
mi tránsito de las esquinas repetidas en ti.




Bella-Ko Disco

Dos palabras equivocadas y tres balazos en el corazón
Ioshua

I

Tu cuerpo ansía el agua 
de otra  piel en esta danza
Dime como bailar

Ambas fuimos elegidos en el salón
Obligados a bailar hasta rompernos
Bailar hasta perder la cabeza rubia mal teñida/
                                                                          mal parida 
Todo por sed de CORONAS beibi
Por bailar sobre el tajo y codillera

Por aprender a encoger los pies en arrebato chino
tener las patas chicas es la clave
y entre vidrios rotos mover un mapa 

Bailar tras los muros 
Amar tras los muros 
Sudar tras los muros

Se extinguen carcajadas con el tajo de la mañana
Dime amor como bailar
Dime como ven los ojos de las aves
tras las rocas de estos muros 
Disco infernal de penetraciones metálicas
Quiero saber de estos fragmentos en la noche
Quiero saber de los susurros que te guardan para la mañana
Deseo ver los cortes que desayunan y tus jugos
Quisiera ver como se aman los hombres
cuando sangran tras los muros


II

En deuda vienes
Vas a desgarrarme la garganta a tu salida
Así dicte tu himno nocturno

Lleno de leches la boca  
lleno de sangre la espalda
ves cómo me trago las aves en el vuelo
y lo tuyo

¡Rota de hocico!   Gritas en lengua cortada de nuestro pasado


Hambre de ti de mí / de la danza rota
En la música borracha como cuervos
veremos la carne obedecer


III

Los pájaros no pueden volar solos en la noche
Por eso mai lov vuela conmigo
Aletazo limpio en el atlas de líneas jaladas
por la calle, en mi espalda , en tu ojo
                                                    cae el ojo a tu ombligo
final de nuestra nación
Se rompe
quiebra
el ojo
huevo espejeado
Manadas de ojos ahora


IV

¿Recuerdas lo que es volar,
volarse junto a mi mai lov?
Eléctrico pájaro negro
Spray/bolsa/galáctico
Despliega
Aletazo/pluma/ala/paja/pájara

Canción de olvidos en las castraciones de la lluvia

Así en temporal
incrustadas las plumas a tu piel
ave de muerte
Caes envuelto en flama
Infestada de agujas rojas que 
arden arden arden
La costura de tu hilo ha dividido el cielo y el mar
El bordado de mi ojo resiste tu embestida
mas no tu mirada.


V

Tengo miedo de caer en tu cielo escorpio
                                                                          
  ¡  Alicanto !
Destrozarme en tus deseos y robos

Colibrí hambriento de mis néctares estás
Escribo con el estómago vacío de frutos
lleno de hermafroditas la boca


Por la noche la ciudad da en mi sombra
oscuridades gemelas

Hacen temer de mí 

En el campo de las jaulas
una letra cansada desborda en un rezo 

Ahora que vuelo contigo empeñaré todo

Vagos empeñando el oro robado en una cadena que nos une
Apuestas de casino en destino al fracaso: 
¡La casa siempre gana!

Sin embargo no sabemos de techo
Sólo de estrellas que mueren dramáticas y lejanas

Sombrío eres y eso llama
La forma en que mueves tus grasas sobre cadáveres
y lames la sangre de la tierra hermana

¿Recuerdas ese revólver con que robaste todo de mí, todo de ellos?


VI

Vamos a conquistar marinos en este puerto intoxicado
¿Vamos a que nos saquen el oro?

Enfermos en hambrunas correremos
Las calles están vacías para nosotros
Aves de luces ya no vigilan mi delirio
vigilan en otras el mismo temor

Escribe sus nombres otros en el barro
con la cara rota a patadas 

Quiero desear los nombres y sus cuerpos
como lo dorado en un templo hindú
Esconder  secretos fluidos del abuso
Beberlos en un vaso con peces de colores 
Con los oídos sueltos por el suelo
bailar su música de enigma.



La última escuela de un ardiente pasado

Un colibrí estalló frente a una de las grandes ventanas de la sala. Era verano y la luz, el campo, las nubes y las aves eran atrapados por esos gigantes vidrios. El ave se recompuso en su vuelo e ingresó por una de las ventanas abiertas. Enloqueció frente a los ojos de los niños presentes. Todos queríamos cazarlo, de pronto un miedo me fragmentó. Comencé a alejarme. Mi abuela decía que era mal augurio quedarse cerca o sentir la pluma de un ave tan frágil y obscena, cambiante en su color, había algo misterioso en el trueno de sus alas, siendo un ave tan ínfima y femenina. Recordé que les temía a los colibríes, que le temía a las flores, que les temía a los niños que amaba en esa sala. Exactamente una semana después, un incendio comenzó desde la sala del séptimo año, mis cuadernos se quemaron. Años más tarde volví al lugar, había flores y colibríes muertos cada verano. Vi romperme en las ruinas de  vidrios, como el ave arrollada por su hermosura, un espejismo de amor y rechazo. Así desnudo y obsceno quedé en las muertes habitadas.





Escritor empasta con telas y materiales reciclados su primer libro de poemas

ARTE LITERARIO. Francisco Vargas (26) lanzará el poemario "Factory" el próximo martes 9 de agosto, a las 19.30 horas, en el Centro Sofía Hott. Lo respalda la editorial Cartonera Helecho De.

"Un libro objeto es un escrito que se compone de varias piezas que encierran un concepto. En este caso, el poemario nace desde la perspectiva de la moda y va abordando posiciones más políticas de temas relevantes en la sociedad".

Así explica Francisco Vargas Huaiquimilla, autor del libro "Factory", lo que busca con su primera apuesta en el mundo literario y del arte.

A sus 26 años, Francisco alista los últimos detalles para el lanzamiento del libro (que será el próximo martes 9 de agosto), un poemario que no sólo destaca en el contenido, sino por la forma en que se presenta, ya que está al interior de una cartera o clash transparente.

El libro

"Factory" pertenece a la editorial Cartonera Helecho De, que es un proyecto de Puerto Montt cuyo rol es precisamente producir libros objeto, a través de material reciclado.

Según explica el autor, en este caso el objeto tiene la forma de una cartera que contiene al libro, el que tras la impresión fue armado a mano y empastado con telas de colores.

"Se trabajaron unos plásticos para dar la forma de una cartera y se confeccionó agregando otros materiales como una cadena para el pasamano y cuerina para dar el toque en los detalles", comenta Francisco Vargas, quien agrega que su interés artístico siempre lo ha llevado a crear en torno a la figura del cuerpo humano, sobre todo porque en otras ocasiones ha trabajo propiciando performance o desarrollando instalaciones en esa temática.

"Hace dos años me decidí a escribir sobre la moda y como lo tenía incorporado desde niño, quise llevarlo al papel a través de la ficción", detalla el autor de los 30 poemas contenidos en el volumen.

El nombre "Factory", que en español significa "fábrica", alude a las fábricas del cuerpo humano, en el sentido de ser éste también un contenedor del alma e historias.

El joven autor cuenta que comenzó el proyecto literario investigando sobre la moda y luego se enfocó en el lado político del tema.

"Siempre tuve interés por la moda, en especial por la costura, porque para mí es muy similar a la escritura, ya que es un proceso reflexivo donde estás sólo con tu trabajo, en silencio y donde lo común es que se trata de procesos muy minuciosos", sostiene.

Contenido

Francisco tuvo la oportunidad en 2014, en conjunto con la editorial Cartonera y el respaldo del Consejo de la Cultura y las Artes, de dictar talleres de literatura y reciclaje en la cárcel y al observar dicha realidad, llevó a la ficción el cómo se relaciona el cuerpo con el encierro o "cómo en realidad todos somos prisioneros de algún tipo de cosas".

Los textos están escritos a modo de metáforas y entre las temáticas se aborda desde el crimen, el encierro y el cuerpo, entre otros temas, que en general se dividen en textos poéticos y narrativos.

"Otro ejemplo en mis escritos alude a imágenes de la época de los 90' con la presencia de modelos internacionales como Naomi Campbell y Kate Moss, cuyos cuerpos simbolizan de alguna manera el hambre, esa a la que se someten para lograr verse flacas", sostiene el autor, detallando que aludió a esos cuerpos y quiso trasladarlos a cosas que tenían que ver con la realidad de su entorno.

Según recalca, el libro tiene dos cuerpos: uno físico y otro virtual, donde en el segundo, la gente podrá acceder a través de una plataforma digital.

Sólo basta que los interesados ubiquen un código que viene al interior del libro, el que puede ser decodificado con un celular, para que puedan acceder a una plataforma creada por el autor y en el que los textos fueron traducidos a imágenes gifs y otros elementos animados que representan los poemas.

Francisco Vargas trabaja con la editorial Cartonera Helecho De desde 2012, potenciando a otros autores como él.

Si bien estudió 2 años sicología, se retiró para formarse en los talleres de literatura y artes visuales de Balmaceda Arte Joven y de la Universidad de Los Lagos.

"Factory" será lanzado el martes 9, a las 19.30 horas, en el Centro Sofía Hott.

"Hace dos años me decidí a escribir sobre la moda y quise llevarlo al papel a través de la ficción".

Francisco Vargas, Autor del libro "Factory""


[australOsorno]


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ANNA MARÍA CASANOVAS CATALÀ [19.399]

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Anna María Casanovas Català

Anna María nació el 10-05-1973 en Lleida. Actualmente reside en la ciudad de Barcelona.

Escribe poesía y narrativa en Catalán y Español desde los 7 años. Pero toda su prolífica producción, tan extensa como diversa, es completamente inédita.

Participó en la publicación de un libro recopilatorio de poetas Leridanos con varias de sus poesías. (IneditsPonentins – Edicions Carpe Diem ). Tercer lugar en el Concurso de Poesía de Navidad 2014 i 2015 del Ayuntamiento de Cunit (Tarragona). 

Tiene un blog publicado de poesía desde el año 2010 (http://anna-historias.blogspot.com.es/). annaccatala@gmail.com



SOLEDAD

Soledad...
Eterna amiga de mi alma,
que matas mi fe y mi esperanza,
que reprimes mis deseos mas profundos.

Soledad...
Durante toda mi vida
has sido mi única compañía.
Y aun así me haces sufrir,
y no logro acostumbrarme
a vivir entre tus brazos.

Tú, mi fiel compañera, enemiga de mis dichas
y amiga de mis lágrimas.
Encadenada junto a mi alma,
has hecho que solo vea el oscuro silencio de tus brazos...

Soledad...
No quiero verte, 
no quiero palpar tu inmensidad.
Con tu grandeza, 
destruyes mis fuerzas,
y arrancas el deseo de avanzar en la vida.

Has penetrado en mi existencia y mi alma,
y con ellas te diviertes.
Eres asesina de mis sueños,
la madre del desconsuelo.

Has hecho trizas mi sonrisa y  mi felicidad,
¿qué más esperas de mi?.
Tal vez deseas de mi vida sus pedazos.

Todo lo dejo en tus frías manos...
en la última agonía
de mi corazón cansado.



SE VENDE

Se vende un alma, un corazón, un cuerpo.
Es lo que tengo, lo que poseo
para poder seguir viviendo.

Lo vendo para seguir pagando un piso
que no tengo y una comida que 
no podré saborear.

Vendo mi vida,
para la de mis hijos salvar.

Vendo mi alma,
y todos mis recuerdos.

Vendo mi corazón
y todos mis sentimientos.

Vendo mi cuerpo,
débil, cansado de luchar
contra un poder sin corazón
ni alma, que solo se mueve
al son del dinero.

Vendo todo lo que soy,
todo lo que soy y tengo.



DUELE 

Duele el corazón, cuando no eres comprendido.
Cuando todas las cosas, se quedan en el olvido.
Duele el alma, cuando te sientes abandonada,
cuando te sientes vacía y sin nada.
Duele el espíritu, cuando todo esta perdido,
pero duele más, cuando te sientes traicionada.
Cuando te arrebatan todo lo que con esfuerzo has conseguido.
Duele que te separen de lo que más has querido,
cuando solo te queda el recuerdo de lo que has vivido.



ALMA DESNUDA

Soy un alma perdida en estos versos,
alma vacía que angustiada y sola,
va dejando sus pensamientos dispersos.

Alma que como el viento vaga inquieta.
Alma que fue fácil dominarla.
Con sólo un corazón que se partiera,
para con su cálida sangre regarla.

Alma que cuando está en la primavera,
dice al invierno que demore su vuelta.

Alma que cuando nieva se disuelve
en tristezas, clamando por las rosas
con que la primavera nos envuelve.

Alma que ha de morir de una fragancia
en un suspiro, de un verso,
sin perder su elegancia.

Alma que nada sabe y todo niega,
porque es negando como más se entrega.

Alma que suele haber como delicia,
al despreciar la huella,
y sentir en la mano una caricia.

Alma que siempre disconforme,
como los vientos vaga.
Alma que sangra y sin cesar delira,
¡ soy un alma perdida en estos versos !.



HOSPITAL

El sol me ha despertado infinidad de veces
en donde nunca quise amanecer.
Es la soledad que me invade aún cuando no está,
el dolor es mi único acompañante, escalofríos.

Por las noches he observado imágenes perdidas,
aquellos que desaparecen y aún no saben que ya no existen.
Su dolor los mantiene vagando entre estas piedras,
yo no quiero verlos, pero ellos aún insisten.

Mis miedos no se mueren, mis penas se entumecen,
estoy como amarrado, no puedo moverme.
El cuerpo creo que mejora, pero el alma se deseca.
Quieren curarme, pero mis ansias desfallecen.

Es tan difícil padecer enfermedad y tristeza,
y creo que me convierto en esas imágenes perdidas.
Pero las comprendo, porque yo no quiero dejar esta vida,
tenia ilusiones y proyectos, tantas esperanzas.

Decidiré, si es que puedo decidir, permanecer
en este mundo donde mi dolor no desaparecerá.
Porque tengo mucho que dejar, y nada que perder,
porque sé que de mi vida, algo aún puedo regalar.



VEN AHORA!

Muerte si tienes que venir,
ven ahora.
Ahora que no te temo,
ahora que no temo tu gesto.
Una voz me llama
como si me arrancara la vida.
Ven ahora que tengo el alma madura
y ya no queda vida,
por qué la tengo medio perdida.



LA TRISTEZA Y LA SOLEDAD

Me duele el corazón y el cuerpo.
La memoria, el tiempo.
Me duelen los recuerdos.
Me duele la sangre.
Me duelen las heridas, la rabia
de la lucha, de ausencias, de desprecios.
Me duelen los sueños rotos,
despedazados, derrumbados
e ignorados por ellos.
Me duelen las piedras
que tiraron en mi alma,
en mi corazón.
Me duele que me digan inútil
después de hacer tantas cosas.
Me duele la vida, de mi vida vacía,
escarchada, derrumbrada, corroída.
Me duelen mis ojos tristes
de tanto llanto seco.
Del silencio oscuro.
De las voces claras,
que se clavan en mi cerebro.



MUERTE

Muerte que arrebatas vida,
sembrando desesperanza,
dejando tristes, vacías
las almas enamoradas.

Muerte indigna,
que de amor no sabes nada.
Que invencible quieres ser,
y no vences a la nada.

No callas la voz de un pueblo,
que llama la libertad.
No vences al amor,
del que ama de verdad.

Porque el que lucha con causa,
no puede morir nunca.
El que quiere con locura,
¡ a ti, muerte ! vencerá.



SEÑORA MUERTE

Ven señora muerte.
Ya tengo la habitación preparada y bien a punto.
El ramo de rosas, la música lenta,
la seda, los morados en la noche, cita perfecta.
Ven, señora muerte, ya nada falta.
Acércate lentamente, bésame despacio, sin decir palabra,
y haz con placer tu trabajo.



DAME LA MANO

Dame la mano que se acerca mi hora.
Que el corazón va dejando de latir.
Tenemos tantas cosas para decirnos
y recordar, dulce y fiel amigo.

Dame la mano y un último beso en la mejilla,
antes de que la sombra tome mi vida.

Dame la mano en este último instante,
que la vida deja de latir.




CARTA FINAL

Quiero morir.
Envolviendo mi pulso casi de polvo.
Del íntimo adiós trazarán la sonrisa,
que en tus labios de luto habrás de repetir, 
mientras te aparte el recuerdo.



LLUEVE EN MI CORAZÓN

Llueve hoy en mi alma,
gotas caen sobre el pensamiento.
Son pequeños destellos de recuerdos,
que se han enfriado por tu ausencia.
Llueve cuando estás lejos,
y cuando te siento cerca.
Y cuando te alejas,
la lluvia se convierte en llanto.






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EDUARDO PÉREZ RUIZ [19.400]

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Eduardo Pérez Ruiz (5º, Por la Izda.)


Eduardo Pérez Ruiz

Eduardo Pérez Ruiz (Tudela, Navarra 1979) 
Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Zaragoza, imparte clases de Lengua Castellana y Literatura en el IES Alhama de Corella. Es miembro del consejo de dirección de la Revista Literaria Traslapuente, ha publicado poemas en diversas antologías entre las que cabría destacar las del festival Voces del Extremo. 

Ha publicado los poemarios: Paso de peatones (Ediciones 4 de agosto, 2012), Al final siempre el sol (Colección Poética y peatonal, Ejemplar Único, 2013) y 'La recolección del azafrán', (Editorial Enkuadres, 2016).

Diferencia

Todos conocemos sobradamente
la diferencia que siempre existió
entre hacer señales de humo y venderlo,
romper una lanza a favor del prójimo
y que te la claven en el costado,
pintar como Velázquez o Picasso
y que pinten bastos, pintar la mona.
Pero no está de más que, sobre todo
sobre todo, no perdamos de vista
la abismal diferencia que se encuentra
entre el alimentarse de miguitas
y el tener que luchar por las migajas.

en VV.AA. Voces del extremo. Poesía en el desierto (Ateneo Riojano, 2010)






'La recolección del azafrán', (Editorial Enkuadres, 2016).

SINOPSIS

En una entrevista el pintor Juan Genovés decía entre otras cosas: El arte no hay que explicarlo...

La poesía de Eduardo Pérez Ruiz (Tudela, 1979), tampoco escapa a esa regla. Viene de la corriente de la línea clara y en ella se mantiene aunque su mirada se haya oscurecido un tanto a consecuencia del vivir, porque la vida mancha...


DÍA DE PLAYA 

A la playa de viene a descansar
he oído decir a una señora
que se la orilla a la tumbona iba
huyendo del sol nublado -tan vasco-
mientras la siesta hervía 
en un juego de mar y de piel.
A la playa se viene a descansar 
lo repito yo, con la voz muy queda,
y sigo tomando arena en la mano 
y la dejo colarse entre mis dedos.
Al menos por un rato 
aparco el universo y sus asuntos.








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TITO MUÑOZ [19.401]

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Tito Muñoz 

Tito Muñoz (Nació en Barcelona; 1956) es un escritor y creativo publicitario español.

Tito Muñoz ha escrito obras de teatro y guiones para cortometrajes, letras de canciones, algunas con Joan Manuel Serrat: Tarrés en el disco "Cansiones" (2000) y De cuando estuve loco en "Versos en la boca" (2002), o de El perro en el garaje, tema que da título a un disco editado en 2004 por Víctor Manuel. También ha escrito algún libreto de ópera.

Como poeta ha publicado algunos libros en la editorial Visor y en Cuadernos del Bronce, poemarios como Sirenas en conserva (1997), Metralla (1999), con prólogo de Joan Manuel Serrat, o Treinta de febrero (2002), del que Serrat adaptaría la canción De cuando estuve loco.

En 2005 publicó el poemario Una hawaiana con un ukelele, en el que mezcla el tema amoroso, a veces irónico, a veces serio, pero siempre tierno, con una percepción de la realidad en donde se mezcla la mirada adulta con la libertad excesiva del niño. Por eso mezcla objetos urbanos (“Futbol para taxistas”, “Colada”, “El suicidio de Barbie”…) con la pasión por el circo (“Me llamo Strómboli”, “Para amar correctamente a una funambulista”, “El funambulista ciego”…) o ese recuerdo ingenuo de la hawaiana, que abre las puertas de lo paradisíaco. Desde el poema inicial (“Te lo aviso: / tengo un alma / y está cargada”) a la nana final (“Canción para dormir a Joan Manuel Serrat”), el autor recorre un itinerario sentimental y poético con versos mayormente medidos y bien medidos, y detalles de gran poeta de oído, fácil versificador, de rima eficaz e ingenio despierto, con prólogo de Luis Alberto de Cuenca.

En 2008 se publicó el poemario "Sonados" (edit. EH), escrito junto a Juan José Téllez Rubio.

Su último poemario es Sobras escogidas (2011, Vitruvio). Presentaron el libro en la Casa del Libro de Madrid, el 24 de febrero de 2011, tres de los más destacados poetas de la actualidad: Raquel Lanseros, Luis García Montero y Luis Alberto de Cuenca, poniendo así de manifiesto la alta consideración en que tienen a Tito.



AVISO

"Te lo aviso:
Tengo un alma
Y está cargada"



Además de su actividad artística como escritor, Tito Muñoz es dibujante, ha pintado y expuesto algunos de sus cuadros.




UNA HAWAIANA CON UN UKELELE 

De todas cuantas cosas
se mueven en el globo,
y me estoy refiriendo al Mar Caribe,
a los trenes de mercancías,
al mercurio de los termómetros,
al índice Down Jones
y a Ladislao Kubala,
no hay nada más hermoso
ni que más me complazca
que esta muchacha exótica,
atrapada en un biceps de colores,
con corona de flores y su canción rayada,
loca por dar un salto y repetir “Aloha”
a la marinería americana
y todos los tahúres de Las Ramblas.




Metralla

Me duele algunas noches
la metralla de entonces,
las cartas como ráfagas
de tu tiempo en la cárcel
y reconozco voces
como cristales rotos
que ocupan los rincones
donde el tiempo resbala.

Quiero que nos devuelvan
algo de aquel tiempo,
entrar a un probador luminiscente
en plena planta joven
y calzarme una chupa
que reviva el milagro
de mis catorce años
y en ti sugiera
la añorada indolencia
que anoche proclamabas.

Luego, con las rodillas
llenas de mataduras
y algún ganglio en el cuello,
marchar de vacaciones a dar tumbos
por un verano eterno
concurrido de rosales y amigos
y comer berberechos con aquella salsita
y echarnos en tumbona,
untado todo el cuerpo
con bálsamo de coco.

Y ya no volvería a resentirme
del antiguo dolor de la metralla.
Y tú tampoco.




Para amar correctamente a una funambulista

Júrale que tu amor es para siempre
mientras le das un ramo de leopardos.
Móntala a lomos del mayor elefante,
hazle un triple mortal con siete manos.

Sumérgete en su mar de lentejuelas,
en la rejilla de sus medias vencidas,
dispara tu sonrisa de hombre bala,
atraviesa sereno sus zarcillos en llamas.

Saca pañuelos de seda por la boca,
que parezcan palabras enlazadas,
aguanta en la nariz una pelota,
haz el payaso de las bofetadas.

Le encantará que metas la cabeza
entre las fauces del león de guardia,
que tu silueta la dibujen puñales,
que camines sin red por la alambrada.

Después, el carromato colorado,
la mirada traviesa de la mujer barbuda,
el riesgo de la altura y los enanos
te llevarán al vértigo que anhelas.

El mayor espectáculo del mundo
te aguarda entre sus piernas.




Lista de la compra

(En el bolsillo de Tito)

En la parada de despojos,
unas alas que vuelen,
pulso para las venas
y un trozo de resignación
de cordero lechal.

Tres onzas de deseo
para hacer estofado,
horas para el reloj
y kilómetros nuevos.

Menta fresca en un carro
con la mora
sentada en el pescante,
un caballo
y un trozo de muralla.

Algunos cefalópodos
que llevaran
la cabeza muy alta,
calamares con tinta
y octópodos que escriban
sonetos a ocho manos.

También una gitana
con sus dientes de ajo,
el grito
de la joven pollera,
el tinte colorado
de la que vende atunes
y tres cuartos de luz
de la vidriera.

Hielo de boquerones,
que esté fresco,
angulas que hagan fintas 
de guardameta vasco
y hojas de parra
donde duermen los meros.

Y perejil, que es gratis,
y esos percebes
que ostentan tantos dedos
y la saliva del puesto de aceitunas
y un cerro en la Toscana
con tomillo y orégano.




Perdido

Me he perdido, señora.
¿Me puede acompañar, agarrando mi mano,
hasta un lugar donde alguien me conozca?

Recuerdo a una mujer haciendo sopa,
un ascensor que no llegaba al cielo,
unos hermanos queriendo y peleando,
un edificio que tenía entresuelo,
una vieja con manos de cartón
que hablaba de aquel buzo
-creo que era mi abuelo-.
Penélope tejiendo tapetes de ganchillo
sin Ulises viniendo de regreso.

Me he perdido y no tengo
un mapa de mi infancia,
comí aquel pan y no dejé miguitas
-no nadaba, señora, en la abundancia-.
Mónteme, por favor, en aquel tiovivo,
quiero dar vueltas en el coche de bomberos
y déjeme después, se lo suplico,
en el tercero primera de una casa ardiendo.





Sucede en los poemas 

Para la madre de Rafa Iglesias

Sucede en los poemas solamente
que pálidas muchachas languidecen
y al filo de la luna se desangran
alféreces jugando con la muerte.

En la vida de usted, es diferente,
no hay luna llena en el supermercado,
y los pescados no llevan diéresis.
No torea en su plaza el Minotauro.

Pero es usted quien forja la poesía
con un vestido camisero estampado,
alimentando plantas y familia
en zapatillas, con un rigor diario.

Por usted viven los furiosos geranios,
la radio canta para usted, querida,
coplas de rejas y mujeres llorando,
con su café construye un nuevo día.



-CANCIONES ESCRITAS POR TITO MUÑOZ


De cuando estuve loco

(Tito Muñoz - Joan Manuel Serrat)

De cuando estuve loco aún conservo
el carné de majara en la cartera,
un plano detallado del infierno,
un cielo con pirañas y goteras,
un prontuario en la comisaría,
un frasco con pastillas de colores,
la carta con la que te despedías,
remedios varios contra el mal de amores.

Ahora voy rumbo al sur a sentar plaza
desdeñando otros puntos cardinales
y el sol encarcelado en la terraza.
Voy rumbo al sur buscando
tus besos espirales.

Atrás dejo kilómetros de afueras,
aire por respirar, luces en rojo.
Hacia donde señalan tus pezones
voy a toda pastilla
dando gas a la moto.

De cuando estuve loco aún conservo
un par de gramos de delirio en rama,
por si atacan con su razón los cuerdos
y un viento fuerza seis de tramontana;
el vicio de escribir por las paredes
pareados de amor, y la manía
de buscarte entre todas las mujeres
que en horas bajas me hacen compañía.

Cuando rozo tus pétalos, nenúfar
que sobrevive en aguas estancadas
saltan chispas, los cables se me cruzan,
se me sube el mercurio
y me salta la alarma.

Mono de ti que me obliga a llevarte
en sobres rojos, liofilizada,
para tomarte cuando me apeteces
a sorbos cortos
donde duele la madrugada.

Te escribo desde un área de servicio
donde sólo me ofrecen gasolina.
Puedes llamarme a cobro revertido
desde la caracola de la esquina.





El perro del garaje

(Tito Muñoz - David San José Cuesta)

Soy el perro del garaje
soy ese Anubis enfermo
de disecado pelaje
soy el perro del infierno.

Soy la alfombra de la entrada
con dos faros amarillos
el rey de la madrugada
el terror de los chiquillos.

Como el perro de San Roque
no tengo rabo
porque Ramón Ramírez
me lo ha robado.

Soy el perro del garaje
no tengo dueño
a mí solo me dominan
la pereza y el sueño.

Soy el perro del garaje
que gobierna los pasillos.
tengo grasa en las entrañas.
llevo el alma en cabestrillo.

Conozco todas las curvas
que conducen al averno
soy más hondo que la turba
soy los restos del invierno.

(2004)




Los mares del surf 

(Tito Muñoz - Javier Ruibal)

Entre toros y chumberas
Yo me sé una carretera
Que da a los mares del surf
Entre Bolonia y Tarifa
Cada ola se la rifa
El surfero a cara y cruz

Monta guardia vigilante
Al abrigo del levante
Con birras de Carrefour
Son los locos del estrecho
Vienen a partirse el pecho
En el Hawai andaluz

Pero las hormigoneras
Delirio de los horteras
Pan de la especulación
Van comprando concejales
Alcalduchos y vocales
Caen en la tentación

Me cambio la ley de costa
Y ya me coloco a posta
En la orillita el salón
Y si no me sale el juego
Lo mismo le meto fuego
Al mismísimo nerón

Y p’a que vengan los rubios
Sin escrúpulos ni estudios
A blanquear los dineros
P'a matar el paraíso
P'a llenar esto de pisos
No hay ser más que un ratero
Antes de que llegue julio
Sálvame Valdevaqueros
Salte del negocio turbio
Gaditano marrullero

Deja que las criaturas
Hagan trompos y locuras
A lomos del oleaje
O es que tanta juventud
Tanta belleza y salud
Te dan envidia y coraje

Si en tu codicia nefasta
En tu "todo por la pasta"
No cabe guardar respeto
Por este reino del sol
Gaditano y español
¡Viva el rey de los paletos!

No me vendas que el turismo
Traerá mucho futuro,
Muchos puestos de trabajo
No me vengas con el cuento
Que te mando de momento
Al mismísimo... Caribe

Tú sólo quieres ganar
O mejor dicho, robar
Y acabar con este baile
Esta fiesta de la piel
Este verano de miel
Y de pezones al aire

Y p'a que vengan los rubios
Con su mancha de tugurios
Para ricos y puteros
No me pongas más excusas
Mira que la mafia rusa
No es un perrito faldero
Antes de que llegue julio
Sálvame Valdevaqueros
Salte del negocio turbio
Gaditano mamporrero

Pero yo no soy idiota
Sin esa playa nudista
Nos quedamos en pelotas
Vale más que se espabilen
Aunque traigan los civiles
Y a los marines de rota

Toda la vida es ahora
A la playa que ya es hora
De broncear esos cuerpos
Y a cantar por bulerías
La copla de la alegría
que no nos callen ni muertos

Y p’a que vengan los rubios
Traerán antidisturbios
Defensores del banquero
A matar el paraíso
y llenar esto de pisos
para grandes bandoleros
Antes de que llegue julio
Sálvame Valdevaqueros.
Salte del negocio turbio
Gaditano carroñero




Tarrés

(Tito Muñoz - Joan Manuel Serrat)

Ese tal Tarrés
que camina p'atrás,
escribe del revés
y nunca tiene "prou".

Que usa el calcetín
derecho en el pie
izquierdo por verse
distinto de mí.

Cuando viene no estoy.
Donde llego se fue
y si vuelve no sé
si se queda o se va.

Me daría igual si
no fuese porque
él no es nada sin mí
y yo no soy nadie sin él.

Ese tal Tarrés,
que no me cabe en la piel
y saca a mi animal
de parranda con él.

Le basta con que el Sol
reparta fuego y luz
y Dios nos dé salud
para poder beber.

Y al amanecer con
cuatro copas de más
abomina de mí
y me niega donde va.

Me daría igual si
no sufragase yo
las deudas que Tarrés
en la noche olvidó.

Pero cuando él no está
se atraganta el licor,
los amigos se van,
y no me quiere mi amor.

Si no está Tarrés
llueve en el corazón,
no baila mi mujer
y se calla la canción.

Sin el tal Tarrés,
que camina p'atrás,
escribe del revés
y nunca tiene bastante.

Ese tal Tarrés,
que camina p'atrás,
escribe del revés
y nunca tiene "prou".






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JEAN-LUC RAHARIMANANA [19.402]

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Jean-Luc Raharimanana

Jean-Luc Raharimanana (Nació el 26 de junio de 1967 en Antananarivo, Madagascar) escritor malgache en francés.

Escribió su primer libro en su isla natal, pero no pudo publicarlo por la situación política. Se fue a Francia para estudiar etnolingüística. Ha sido profesor, periodista y escritor de varios libros traducidos al inglés, al alemán, al italiano y al castellano. En sus obras, describe la situación de pobreza y corrupción y la historia de Madagascar con un estilo entre violento y lírico.

Libros

Le prophète et le président(1989)
Le lépreux et dix-neuf autres nouvelles (Hatier, 1992)
Rêves sous le linceul (Le Serpent à Plumes, 1996)
Le puits, (Actes Sud Papier, 1997)
Lucarne (Le Serpent à Plumes, 1999)
Nour, 1947, (Le Serpent à Plumes, 2001)
Landisoa et les trois cailloux (Edicef, 2001)
L'arbre anthropophage (Joëlle Losfeld, 2004)

Jean-Luc Raharimanana nació en 1967 en Antananarivo donde vivió hasta edad de 22 ans. En 1989 desembarca en París y un año después, obtiene el segundo premio del Concurso de teatro de RFI con Le Prophète et le Président (El Profeta y el Presidente). En 1996, la crítica saluda su libro de cuentos Lucarne (Tragaluz).

Estos cuentos están construidos, en su mayoría, alrededor de una sola escena que constituye un punto de no retorno de la narración. Encontramos allí a niños, mujeres locas, mendigos, esclavos, brujas…

En Tragaluz, un mendigo arroja un cadáver en la mitad de la calle para obligar a un coche a detenerse y así desvalijar al conductor.

El niño rico es rico con la moneda que tragó por miedo a que se la robaran y que le hace doler mucho el estómago.

En Reptil, unos hombres cavan la fosa donde los arrajarán los soldados después de haberlos fusilado :

« Un hilillo rojo.
La lluvia que no para.
Día de ruido.`
Día de crepitar.

Dejarme entrar en la fosa. El barro retiene, se abre y se vuelve a cerrar sobre la barra de hierro. Sexo dices. Verga. ¡Cava!

Batifondo bajo un cielo ebrio de sangre y de olor de cremación. 

Batifondo sobre una tierra que se revuelca, barrosa. Carne blanda. Ya no ver nada más que ese abismo que se forma en el blanco de mis ojos, perfora mi seso. Cava. ¡CAVA ! La locura está cerca. Sangre. Sexo. Muerte. Fusiles que suenan. Cuerpos que caen. Chozas que arden. Humo que sube hasta las nubes. Lluvia. Violacines. Risotadas. Piernas abiertas sobre un sexo de mujer que una mano viciosa llena de barro, de greda.

¡Cava!

Sólo quieren la tierra de tus ancestros, sólo quieren este lugar rocoso donde moran las boas.

Cava… »





Si la violencia narrativa está presente desde el comienzo en lo que escribe Raharimanana no es un fin en si misma ni sólo una brutal denuncia de un estado del mundo, de una situación política. Su violencia es la de la literatura : poner palabras sobre lo que se déjà en silencio, cavar una camino de frases hacia la palabra y la historia de aquellos que carecen de ella. Taharimanana escribe en este sentido escenas de una violencia insostenible. Sus personajes están siempre aplastados por una suerte espantosa. Esta exploración de los espacios prohibidos es asumida en sus cuentos y novelas por narradores en los confines de la demencia. El prisma deformante de la locura les hace percibir imágenes rotas de la realidad atravesadas por el sonido y la furia.

Para tratar de entender esta violencia, bastaría quizá con leer la segunda parte de El árbol antropófago, Trazados en tierras dulces, diario escrito por Taharimanana entre el 10 de febrero y el 22 de agosto de 2002, antes de las elecciones presidenciales, un período de extrema violencia donde se forman milicias que levantan barricadas en las rutas y aterrorizan a los civiles.

El 14 de junio de 2002, el padre de nuestro autor, un intelectual comprometido que no deja de llamar a una toma de conciencia de unos y otros, es detenido. Su casa es pillada y su biblioteca quemada.

Al hijo, que no entiende por qué el poder ataca a un hombre de paz y de cultura, la hermana mayor responde:

«¿ Ignoraba acaso que en Mahajanga, mi padre era más escuchado que el mismo gobernador?¿Ignoraba acaso que tuvo el coraje de lanzar ese llamado a la calma y de provocar esa reunión de fokontany para enfrentar la situación mientras que el gobernador y sus esbirros huían como cobardes? ¿No sabía que en un país como el nuestro los hombres escuchados son los más peligrosos?

— Pero la democracia…

— ¿Qué democracia? ¡Tu padre fue secuestrado, torturado! ¿Ponete eso en la cabeza !

Ira en su voz. Ira. Se calma. Me calmo. Convenimos que todavía no hay que hablar con los periodistas. Lo más importante es sacar a papá de esta situación, traerlo aquí. Lejos. Muy lejos. Cuidarlo».

Jean-Luc llega el 16 de julio a Antananarivo. No son ni los avocados ni su propia familia los que van a ayudarlo a comprender lo inexplicable, pero uno de sus propios cuentos.

« Llamado del abogado R. La audiencia está fijada para el viernes. « ¿Este viernes? –Sí, dentro de dos días. » Entro en pánico. Necesito agarrarme de algo. Llamo a mi hermano mayor. No lo encuentro. Llamo a mi otro hermano. Le pido que avise a la mayor cantidad posible de gente. Estoy en las callejuelas. La comunicación es difícil. Escaleras de piedra. Muros de piedra. Volver a sentir las sensaciones de escritura de uno de mis cuentos. Revivir exactamente los mismos miedos y pánicos: « Bajar las escaleras de piedra. Bajar y gritar. ¡Ho! Trastabillar. Gritar. Recuperar el equilibrio. Buenos días señora, buenos días señor. ¿Pueden indicarme el camino al paraíso? El paraíso. Baje hasta encajarse los talones de los pies en la garganta. ¡Ah! ¡Hijos de puta! Buenos días señorita… ¿El paraíce dice usted? Sí señorita. Tome a la izquierda y continúe derecho, ¡es allí! Gracias señorita. ¿Pero por qué va en el otro sentido? ¿Señorita, señorita?» Necesidad de un lugar tranquilo. Trepo sobre las ruinas de una casa, me inclino sobre una pared. Vista sobre Ampefiloha, la casa de la radio, lel tribunal, el hotel Hilton. Reanudo la conversación con mi hermano».

El conjunto de su obra forma un todo coherente. Sus cuentos (Lucarne. 1996; Rêves sous un linceuil (Sueños bajo una mortaja), 1998), su novela Nour 1947, (2001), sus obras de teatro (Le Prophète et le Président, 1990; Le puits (El pozo), 1997) muestran una misma visión del mundo.

En su búsqueda de una felicidad imposible, el Hombre choca contra la ceguera y la sordera de los dioses.

El autor es un “medium desgarrado que ocupa un espacio prohibido, peligroso”.

En este sentido Taharimanana escribió escenas de una violencia insostenible. Sus personajes están siempre aplastados por una suerte espantosa. El único sobreviviente de una masacre es obligado a cavar la fosa donde se amontonan los cadáveres destrozados de sus parientes cercanos.

“La barra de hierro se hunde en los cuerpos, rompe cabezas, decapita en el dolor, en picadillo, en papilla. ”.

Esta exploración de los terrenos prohibidos es asumida en sus cuentos y en su novela por narradores al borde de la demencia. El prisma deformante de la locura les hace percibir imágenes estalladas de la realidad, atravesadas por el ruido y el furor.

En 2009, tres de sus obras son presentadas en el festival de Aviñón, , Za, Las pesadillas del Gecko y una adaptación de su novela Nour.



En esa oportunidad, la periodista Anne Bocandé interrogó a Jean-Luc Raharimanana :

« –Presenta tres obras en el festival de Aviñón. Un buen reconocimiento. ¿Su trabajo puede contribuir a hacer conocer más Madagascar?

–No se pueden circunscribir mis obras a Madagascar. Se asocia siempre a un autor del Sur con su país mientras que eso va mucho más llá. Aunque sea malgache, ¡no me interesa sólo Madagascar! Vivimos en un mundo globalizado, en un mundo en que las fronteras son porosas (¡Aún si el Norte no quiere que venga el Sur!) 47 habla sobre todo de las relaciones entre Francia y Madagascar. Es una obra muy particular. En Las pesadillas del Gecko, no he centralizado el texto en cuestiones puramente malgache. Hablo de como veo el mundo, no de como veo a Madagascar. Evoco hechos que traen, para mí, el desorden del mundo. Encaro muchas cosas : la inmigración, el 11 de septiembre de 2001, la cuestión de la memoria, la figura del negro en general, del bárbaro en general, el que es bienvenido o no, aquel al que marcan por su extrañeza, la cuestión de las fronteras mentales, de las fronteras geopolíticas… En lo que concierne a Za, en ningún momento ubico a mi obra en Madagascar. Pero para los críticos, es muy fácil decir que un escritor malgache habla de Madagascar, o que un escritor maliano del Malí. Sin embargo nadie le pregunta a Amélie Nothomb, por ejemplo, si escribe sobre Bélgica. Es la historia contada lo que me interesa. Mi primer emprendimiento es la ficción, aún si encaro problemas contemporáneos. Za es un personaje que inventé : su manera de hablar es particular, nadie habla así en Madagascar. Es totalmente un personaje de ficción, y cuando lo hago pasear de la prisión a una tumba, ¿dónde está la realidad? Por otro lado, parto evidentemente de una cierta realidad, parto de algo que me gusta, que me gusta contar sobre todo. Podría partir de una realidad de Francia, ¡hacen casi 20 años que vivo aquí! Lo hice quizás en Las pesadillas del Gecko, pero está menos ligado a la tierra de Francia que a la noción de fronteras».



El amo de los escombros

DZAMALA grita su nombre. Dzamala. Dzamala. Y la jauría se despierta, se levanta. Dzamala, grita.
Dzamala está de vuelta. Dzamala fumó toda kla basura del mundo. Contá Dzamala. Contá.
Visto en las volutas que rodean al océano lo rojo de su sangre, el blanco de sus escupitajos.
El verde Dzamala. El verde.
El verde de sus excrementos.
Visto en las volutas que apretaban al océano el picadillo de sus carnes. Visto los escualos que se precipitaban. Fumé todas sus basuras y repartí sus olores sobre todo el océano.
Dzamala! Dzamala! La jauría se derrumba de alegría sobre los escombros. ¡Contá! ¡Contá!
Visto a la mujer desnuda, ebria de sus olores, abrirse voluptuosa y regalarme su vellocino crecido.
Fumaste Dzamala. Fumaste tu ración de hierba.
Fumé. Planeé. Dzamala es mi nombre. Fumo toda la basura de la tierra, todo lo que nos llega podrido, en mal estado.
Fumaste Dzamala. Fumaste todas nuestras riquezas.
Dzamala es mi nombre. Dzamala.
El niñot, Dzamala, el niño tirado a la basura, despedazado, el corazón, el hígado, los ojos, el baso vendidos, traficados, lo recortaste más aún para extraerle la delicadeza. Lo despojaste de su piel, oh Dzamala, pillado su inocencia. Fumaste. Tiraste a sus tripas. Planeaste, Dzamala, en el reino de los inocentes.
Dzamala. Dzamala es mi nombre.
El loco, Dzamala,el loco que arengaba a los perros, perdido, extraviado por su miseria, se prosternaba ante vos, te presentaba su cuello. Tiraste Dzamala. Tiraste sobre sus carótidas. Fumaste. Fumaste tu hierba en sus gruesas venas callosas de sangre. Planeaste, Dzamala, vestido de sombres, de brumas, por encima de las tierras de este delirio.
Dzamala es mi nombre. Dzamala. Vuelvo para fumar toda su basura.
Y la madre, Dzamala, la madre tirada sobre las inmundicias, apretando la naranja podrida contra los labios secos de su hijo, llorando, esperando lágrimas nutricias, se arrodillaba a tus pies. Vendiste a su niño, oh Dzamala. Por un puñado de hierba. Por un vuelo por arriba de las tierras de ilusión.
La jauría se derrumba de risa, se adorna con restos, de hojas y de briznas.
¡Bailen!!Bailen!
Enturbiaste el barro, oh Dzamala, y el llanto que lo hinchaba subió a la superficie. Bebiste, Dzamala, esos llantos que no se descomponen.
Leí todas las cartas que vuelan en el viento. Leí todas las cartas que se arraigan en el barro, encontré las memorias corruptas, depravadas. Leí todos los sufrimientos, me emborraché con tinta perdida. Me emborraché con tantos dolores. Me embriagué. Planeé, planeé muy lejos por arriba de las tierras de aflicción.
¡Oh Dzamala! ¡Dzamala!
¡Bailen! ¡Bailen!
La jauría se adorna con restos y baila, baila. La jauría se enlaza y se acopla. Dzamala estalla de júbilo, atrapa una hermbra y fornica hasta morir.
¡Dzamala, oh Dzamala!
La jauría enronquece y se derrumba de cansancio. Dzamala, Dzamala, Dzamala…



Bajo las palabras, el naufragio de los sentidos, afirmar los pies. Demasiado para ver en el horizonte, no tengo suficiente palabra.
Tartamudear la tierra que gira vértigo. Vomitar realidad.
Atrapado. Atrapar. Atrapado.
El presente se muere. ¿Tengo? La historia es esa mujer que pare cada vez que la cuentan, el tiempo corre. Mis palabras se forman apenas. Forma, pena. Formato, mate, mula de todas las cargas – cargas de sentido, empresa imposible.
Las palabras nos vomitan.
Henos aquí.
La lengua.
Mojada en mis labios por la hez
de las olas, o como con
ese otro amigo – se reconocerá,
valseada en mis delirios
en las fronteras de la cola y del jazz.
Me arraigué en las noches de exilio
y de liberación antes de
narrar mis cuentos sin sentido.
Era una torre en Babel. Después, fue el burdel.

Si el sueño es de arena, mi derrumbe es perfecto…
acechar el camino del viento y
hundirme en él llegado el momento,
acostarme como hoja muerta y partir con la primera brisa, hacer
pié en el horizonte y pasar cueste lo que cueste,
pasar… El agua salada, vomitada por las entrañas.
Los cantos destripados saben a chacinados averiados.
¿Quién dijo que había que esperar?

No moverse, sólo los sueños de arraigo atrapan las cimas…

Al margen de lo ínfimo, ¿qué hacer con la nada cuando nos llena?

Sólo pasear, ganas de perderme. Y aquí y allá mi corazón como mis
rencores, para perder, para dejar. Alrededor, no prestar ninguna atención ; a lo lejos
no echar ninguna mirada, sólo volar a ras del suelo, sobrevolar,
vagar como el niño del céfiro encontrado por el alba gris,
ganas de escapar de la demasía de niebla, tan pesada sin embargo, de opacidad,
niño del céfiro que soy, ebrio de canto bajo el proceso de las ondas y de las aguas murmurantes.
Con el paso del tiempo, la verdad caminando como un volatinero, un paso al costado, he aquí la mentira.

Con el paso del tiempo, la verdad caminando como un volatinero, un paso al costado, he aquí la mentira.

Mis queridos cocciudadanos, estos son los últimos días de Irak. Diez años durante, más de Estados Unidos y otros han hecho esfuerzos pacientes y honorables para. Fritura. desarmar la guerra. este régimen había tomado la obstrucción. destruir sus armas de destrucción masiva. del tiempo y de las ventajas. todos fracasaron. unos de otros después, porque no nos enfrentábamos a hombres pacíficos. destruiremos el aparato del terror e iremos ves mi amor, iremos sin nada, ayudaremos a construir un nuevo Irak, libre, próspero. En un Irak libre, ya no habrá guerras. En un Irak libre de la agresión contra los Estados vecinos, ya no habrá. Irak,ya no habrá fábricas de veneno, ya no habrá ejecución de Irak y ya no habrá cámaras de tortura y salas de violación. Irak el tirano desaparecerá pronto. El día de su liberación. cercano. mis queridos occi, occi, occi, mis dadanos, mis queridos.

Tantos meandros para perder el sentido, los decidores se llenan de barbarie y se apoderan de las palabras, quedan la ronquera de la voz y el espasmo de los deseos…
En cuanto a mí,
puse colores en los sueños del cuervo.
Lentejuelas de estrellas empolvadas, corrosivas migajas de las calendas, resurgen las cloacas de mis sublimes,
otros bastardos han tomado la isla. Noche me aparta saliva y me busca amor. Mi única desnudez es la perla fría que confisca el ojo. Sueño y mentira, esto es sólo una historia.

tomé de ustedes las tinieblas y los días, tomé de ustedes el llanto y la arisa, tomé las cadenas, tomé los cabestros, tomé los yugos, tomé el exilio,
de ustedes la barbarie, mi vergüenza como único botín, mi dolor como único elixir, tomé de ustedes un sol demasiado brillante,
y los sueños inaccesibles,
la realidad en la que me despojo, la realidad en la que me despojan, la realidad en la que me humillan,
tomé lo que me quedaba de ustedes, las risas y otra vez las risas,
natural como soy, niño grande…

hacen ya algunos siglos que me instan ser un don de humanidad…

mis fantasmas están colmados de bruma, se levantan cubiertos de rocío y de hollín. El agua es negra, cayendo de sus almas. Suspendo mis sueños.

Agua negra para el olvido,

Mis pensamientos son lianas sensuales contra alambrados bien reales…

pero allí vienen mis conquistadores que me sacan mis dioses y arruinan mi cuerpo. Me vuelven a nombrar y a crear,
me bautizan me liberan me instruyen me salvan y me desarrollan me democratizan me modernizan me arrancan de mi hez de mi barro de mi fango de mis guerras de mi salvajismo de mi ignorancia de mi oscurantismo de mis fanatismos de mi tierra miserable y subdesarrollada mi tierra sud mi tierra lejana mi tierra emergente mi tierra donde se ahoga cualquier progreso mi tierra de guerra de conflicto de hambruna de corrupción mi tierra de dictadura y de régimen bananero mi tierra de catástrofes étnicas y otras alegrías negromaníacas…

Océano de felicidad, pena insumergible…

Mis fantasmas están colmados de brumas, se levantan cubiertos de rocío y de hollín, sus almas goteando el agua negra del olvido. No vivieron bastante y me exigen cuentas, tengo mis fantasmas colmados de lamentos, vacíos de esperanza y expoliados aún de palabras…
Les digo este mundo… Nacemos en la oscuridad, vivimos lo que dura un color, volveremos a la oscuridad, al silencio que nos creó. Sólo parece contar el tiempo en que se suspendieron las tinieblas y la incomprensión, el resto se diluye en el dolor de los vivos. Demasiado reales para ser aceptados. Sólo soñamos ilusión, dulzura y liviandad. ¿He vivido demasiado?

He aquí una niña muerta al nacer. Su madre está desmayada en un lecho de piedra. Su abuelo la lleva hacia algún acantilado y la entierra en alguna gruta o en algún rincón de esta muralla rocosa. He aquí una niña muerta al nacer, la llamo Hija de la luna, nacida un día de eclipse, muerta sin color.

Miro a mi hermana, ella llevó mi primer fantasma…

Y luego, no habré entendido. Las palabras escondidas y el silencio que se bosqueja sobre los labios. El rechazo que me invade instintivamente, rechazo de cargar con esas palabras, rechazo de recibirlas simplemente. Pero las palabras son cómplices de la memoria, cavan el abismo, se precipitan en él y nos arrastran. Escribir entonces para no naufragar del todo. Y locura conservar como irrisión salvadora de esta realidad demasiado sombría…

He aquí la niña muerta al nacer, nacida un día de eclipse, muerta sin color, habiendo conocido sólo el agua del vientre de su madre, depositada lejos, enterrada bajo el silencio. Nunca más nadie habló de ella. Los pájaros han terminado por picotear su alma.

El silencio no puede ser olvido. La ausencia de palabras no puede ser erradicación de la palabra. Memoria demasiado pesada se despoja de la lengua para reinterrogar el sentido ya que el presente enfila hacia el acontecimiento y los días, hacia la actualidad, maltrata el sentido…

La lengua del presente, como eterna sometida, se entrega a menudo a los deseos de los dominantes, lengua de supervivencia, lengua de los que se hacen visibles para trazar los días. Tomar pausa y distancia instaurar. Hacer silencio y dejarse despojar de la posibilidad inmediata de decir. Denunciar, ciertamente, pero sobrevivir al presente, todo día en que los hechos vuelven y son aún, la incapacidad del mundo en encontrar la razón del desastre, la actualidad es sólo un artificio que paraliza al tiempo, violenta fijación de las emociones y llanto que4 nadie podrá encauzar…
¿Quienes crean el acontecimiento, pretenden ser sus amos y atraen la atención? Lengua que nos ciega a menudo, arenga las edades, cincha atada a nuestros miedos, unión del sentido que huye de nosotros, de ese sentido que no podemos atrapar. ¿Qué significa toda esta pena? ¿Qué significan todas estas incoherencias? La muerte y las heridas. El tiempo y la desaparición de los días. La memoria que se va y el futuro indeciso. Aquí estamos. Simplemente aquí. Sin a veces darnos cuenta…

Lo detengo.
¿Es una memoria fuera del tiempo? ¿Es una memoria fuera de la palabra?

Pero acechar al decidor cuando la escritura se niega a paralizarse para devenir palabras, cuando las líneas se olvidan en la voz y se vuelven poemas para decir, historias para contar, sueños para volver a dibujar. Mundo extraño que sólo la literatura puede explorar. Decir. Escuchar. Imaginar. Reinterpretar. Retomar y volver a decir. ¿El decidor en los meandros de las palabras acecha acaso a la verdad o la pierde para preservarla mejor?

El decidor ríe, se complace en el entorno y el rodeo, se complace en lo impalpable y lo improbable, sueña aún con una lengua a su imagen, torcida. ¿Viene de tal país? Dice que sí. ¿Viene de este imaginario? Dice que sí. ¿De qué maestro sacó su inspiración antes de presentarse ante nosotros? Evoca un Erasmo y su elogio de la locura: “No hay acaso peor locura que querer ser cuerdo en un mundo de locos” . Evoca un oscuro proverbio proveniente de una isla perdida en el océano: “Insensato es aquel que se parece a su padre”. Uno se interroga sobre todo y cualquier cosa. Contesta esto hoy. Contesta eso otro día. Dice haber conocido todo, visto todo, ¿posee acaso la verdad de estas fábulas que siembra? Le creen. Se burlan de él. Pero no dejan de interrogarlo. Lo toman por loco pero es demasiado honor… o de humillación-de deber escuchar a un loco. Se dice entonces que tiene otra lengua.

Volvemos a la lengua.
La obsesión de volver ceniza la lengua fugitiva y paralizar al sentido de una vez por todas, habiendo adquirido el saber, el conocimiento imputrescible, la utopía de las letras, alef, último rastro del don del hombre, deseo de eternidad, volver a dibujarse otro no evanescente, durar en nuestra incapacidad de volver a decirnos con el tiempo sobre el tiempo, el indoloro espacio que nos atraviesa y que nos derriba, beth, para que permanezca el todo y que los signos delimiten lo existente, conjura de nuestros miedos, máscaras de nuestras amnesias, no puede ser en otro lado, caos, barbarie que no podrían doblegarse, extensión para la expansión del orden nacido de los primeros gestos. Escribir, pensar lo impensable, la aprehensión de todo, darle cuerpo a este verbo para un dios infalible, fingir creer en ello hasta negar esta imposibilidad de pensar todo, justificar esta locura por la voluntad divina, única voluntad a la medida del último saber, ¿por qué estamos aquí? ¿Por qué? Trazar. Contener. Cubrir lo impensable…
Palabras máscaras, travesías del vacío, mi desastre para vomitar.

En lo perecedero, volver a la ilusión y esculpir el infinito con los ojos sin pupilas, sombra y luz tomadas indiferentemente, mis sueños me atan a lo real…

Danza, mis sombras revolotean a ras del suelo,
Vértigo me adula y me derrota, puse mi corazón en el piso
canción mía, inextricable cuento donde lanzarme, enlazarme, enarenarme,
aquí.
Mil raíces,
aquí de mi suelo, ruido recobrado, mi ser…
Pues cabalgar la tormenta implica riesgos de pérdida…

Extraña trenza de mis sueños, se enrolla y desenrolla sobre una realidad impensable.

A menudo, el viento violento sopla. Recuerdo entonces el tiempo lento que expulsa los amores.

El crisol de lo posible, 2008



Respirá

respirá. respirá. pasa la gente. pasa el tiempo. respira. tomar aquí el té del desierto y escuchar el rugido de la ciudad. . respirá y hacé una pausa husmeá el perfume de la arena y no tosas sobre todo si los caños de escape vuelven a tu recuerdo. respirá y bebé tranquilamente. no hay nada que nos apure nada que nos presione nada que pueda ocurrirnos no hay nada que no sea más importante que beber este tiempo que se posa cálidamente sobre nuestros vientres.
respirá. pasa la gente. pasa… el viento sopla en el muro y agita livianamente los pliegues y las fallas del fresco dibujado encima.
sombrero hongo y chaqueta negra, estamos listos ahora para agujerear la muralla del tiempo.
y mirá,mirá. dunas y arenas. arenas y duna. rocas y piedras y todo ese azul todo ese azul que nos llega del cielo del desierto. el viento sopla más fuerte en el muro y se lleva mi sombrero. se escapa.
y atraviesa la calle atraviesa el bulevar atraviesa la avenida atraviesa la ruta. pasa a la gente pasa a las callejuelas pasa los paseos y hiende los senderos. franquea los rieles, evita las flechas y la ira de Thalys, de Eole o de Corail.

pasa la gente.

respirá. respirá….

https://lachansondelacigale.wordpress.com/2015/07/





Jean-Luc Raharimanana – La voix de la violence – La voz de la violencia
14 JUILLET 2015

Jean-Luc Raharimanana est né en 1967 à Antananarivo où il a vécu jusqu’à l’âge de 22 ans. En 1989, il débarque à Paris et un an après, il obtient le second prix du Concours de théâtre de RFI avec Le Prophète et le Président. En 1996, la critique salue son recueil de nouvelles Lucarne.

Ces nouvelles sont construites, pour la plupart autour d’une seule scène qui constitue le point de non retour de la narration. Nous y trouvons des enfants, des femmes folles, des mendiants, des esclaves, des sorcières…

Dans Lucarne, un mendiant jette un cadavre au beau milieu de la rue pour obliger une voiture à s’arrêter et ainsi dévaliser son conducteur.

L’enfant riche est riche d’une pièce de monnaie qu’il a avalée de peur qu’on ne la lui vole et qui lui fait très mal au ventre.

Dans Reptile, des hommes creusent la fosse dans laquelle les soldats les jetteront après les avoir fusillés :

« Un filet rouge.

La pluie qui ne cesse. Jour de vacarme.` Jour de crépitement. Me laisser entrer dans la fosse. La boue retient, s’ouvre et se referme sur la barre de fer. Sexe tu dis. Verge. Creuse ! Vacarme sous un ciel ivre de sang et d’odeur de crémation. Vacarme sur une terre qui se vautre, boueuse. Chair molle. Ne plus rien voir que ce gouffre qui se forme sur les blancs de mes yeux, perfore ma cervelle. Creuse. CREUSE ! La folie est proche. Sang. Sexe. Mort. Fusils qui tonnent. Corps qui tombent. Cases qui brûlent. Fumées qui montent vers les nuages. Pluie. Viols. Rires gras. Des jambes ouvertes sur un sexe de femme qu’une main vicieuse emplit de boue, de glaise. Creuse ! Ils ne veulent que la terre de tes ancêtres, ils ne veulent que cet endroit rocailleux où demeurent les boas. Creuse… »


Madagascar-1947

Si la violence narrative est présente dès le début dans ce qu’écrit Raharimanana elle n’est pas une fin en soi ni seulement une brutale dénonciation d’un état du monde, d’une situation politique. Sa violence est celle de la littérature : mettre des mots sur ce qui était passé sous silence, creuser un chemin de phrases vers la parole et l’histoire de ceux qui en sont privés. C’est dans ce sens que Taharimanana écrit des scènes d’une insoutenable violence. Ses personnages sont toujours écrasés par un sort effrayant. Cette exploration des espaces interdits est assumée dans ses nouvelles et dans son roman par des narrateurs aux confins de la démence. Le prisme déformant de la folie leur fait percevoir des images éclatées de la réalité, traversées de bruit et de fureur.

Pour essayer de comprendre cette violence, il suffirait peut-être de lire la deuxième partie de L’Arbre anthropophage, Tracés en terres douces, journal tenu par Taharimanana entre le 10 février et le 22 août  2002, avant les élections présidentielles, une période d’extrême violence où se forment des milices qui dressent des barrages sur les routes et terrorisent les civils.

Le 14 juin 2002, le père de notre auteur, un intellectuel engagé qui n’a de cesse d’en appeler à la prise de conscience des uns et des autres, à la nécessité de l’éducation, à la responsabilité de tous pour mettre fin aux affrontements, est arrêté. Sa maison est mise à sac et sa bibliothèque brûlée.

Au fils, qui ne comprend pas pourquoi le pouvoir s’attaque à un homme de paix et de culture, la sœur aînée répond :

« Ignorais-je qu’à Mahajanga, mon père est plus écouté que le gouverneur même ? Ignorais-je qu’il a eu le courage de lancer cet appel au calme et de provoquer cette réunion des fokontany pour faire face à la situation alors que le gouverneur et ses sbires s’enfuyaient comme des lâches ? Ne savais-je pas que dans un pays comme le nôtre les hommes écoutés sont les plus dangereux ? — Mais la démocratie… — Quelle démocratie ? Ton père a été enlevé, torturé ! Tu te mets ça dans la tête ! De la colère dans sa voix. De la colère. Elle se calme. Je me calme. Nous convenons qu’il ne faut pas encore en parler aux journalistes. Le plus important est de sortir papa de cette situation, de l’emmener ici. Loin. Très loin. De le soigner ».

Jean-Luc arrive le 16 juillet à Antananarivo. Ce ne sont ni les avocats, ni sa propre famille qui vont l’aider à comprendre l’inexplicable, mais une de ses propres nouvelles.



« Appel de maître R. L’audience est fixée pour vendredi. « Ce vendredi ? – Oui, dans deux jours. » Je panique. J’ai besoin de m’accrocher à quelque chose. Je téléphone à mon frère aîné. Je n’arrive pas à le joindre. Téléphone à mon autre frère. Je lui demande de prévenir le plus de monde possible. Je suis dans les ruelles. La communication est difficile. Escaliers de pierre. Murs de pierre. Ressentir les sensations d’écriture de l’une de mes nouvelles. Revivre exactement les mêmes peurs et paniques : « Descendre les escaliers de pierre. Descendre et crier. Ho ! Trébucher. Crier. Reprendre équilibre. Bonjour madame, bonjour monsieur. Pouvez-vous m’indiquer le chemin du paradis ? Le paradis . Descendez jusqu’à vous foutre les talons des pieds dans la gorge. Ah ! Les salauds ! Bonjour mademoiselle… Le paradis dites-vous ? Oui mademoiselle. Prenez à gauche, puis continuez tout droit, c’est là ! Merci mademoiselle ? Mais pourquoi, pourquoi vous vous en allez dans l’autre sens ? Mademoiselle, mademoiselle ? » Besoin d’un lieu tranquille. Je grimpe sur les ruines d’une maison, me penche sur le pan d’un mur. J’ai vue sur Ampefiloha, la maison de la radio, le tribunal, l’hôtel Hilton. Je reprends la communication avec mon frère ».

L’ensemble de son œuvre forme un tout cohérent.  Ses nouvelles (Lucarne. 1996; Rêves sous un linceuil, 1998), son roman (Nour 1947, 2001), ses pièces de théâtre (Le Prophète et le Président, 1990; Le puits, 1997) relèvent d’une même vision du monde.

Dans sa quête d’un bonheur impossible, l’Homme se heurte à la cécité et à la surdité des dieux.

L’auteur est un “médium déchiré qui occupe un espace interdit, dangereux”.

En 2009, trois des pièces de Raharimanana sont présentées au festival d’Avignon, Za, Les cauchemars du Gecko et une adaptation de son roman Nour.



À cette occasion, la journaliste Anne Bocandé interrogea l’auteur malgache :
« –Vous présentez trois œuvres au festival d’Avignon. Une belle reconnaissance. Votre travail peut-il contribuer à faire connaître d’avantage Madagascar ?
–On ne peut pas circonscrire mes œuvres à Madagascar. On associe toujours un auteur du Sud à son pays alors que cela va au-delà. Bien que je sois malgache, je ne suis pas intéressé uniquement par Madagascar ! On vit dans un monde globalisé, dans un monde où les frontières sont poreuses (même si le Nord ne veut pas que le Sud vienne !) 47 parle surtout des relations entre la France et Madagascar. C’est une œuvre très particulière. Dans Les cauchemars du Gecko (1) je n’ai pas du tout axé le texte sur les questions malgacho-malgaches. Je parle de comment je vois le monde, pas de comment je vois Madagascar. J’évoque des faits qui portent, selon moi, le désordre du monde. J’aborde beaucoup de choses : l’immigration, le 11 septembre 2001, la question de la mémoire, la figure du Noir en général, du barbare en général, celui qui est le bienvenu ou pas, celui qu’on marque de son étrangeté, la question des frontières mentales, des frontières géopolitiques… Pour ce qui est de Za, à aucun moment, je ne situe mon œuvre à Madagascar. Mais pour les critiques, c’est très facile de dire qu’un écrivain Malgache parle de Madagascar, ou un écrivain Malien du Mali. Pourtant personne ne demande à Amélie Nothomb, par exemple, si elle écrit sur la Belgique. C’est l’histoire racontée qui intéresse. Ma première entreprise est la fiction, même si j’aborde des enjeux contemporains. Za est un personnage que j’ai inventé : sa manière de parler est particulière, personne ne parle comme ça à Madagascar. C’est totalement un personnage de fiction, et quand je le fais balader d’une prison à un tombeau, où est la réalité ? D’un autre côté, je pars forcément d’une certaine réalité, je pars de quelque chose que j’aime, que j’aime raconter surtout. Je pourrais partir d’une réalité en France, cela fait tout de même près de 20 ans que j’habite ici ! Je l’ai peut-être un peu fait dans Les cauchemars du Gecko, mais c’est moins lié à la terre de France qu’à la notion de frontières ».

Le maître des décombres




DZAMALA crie son nom. Dzamala. Dzamala. Et la meute se réveille, se lève. Dzamala, crie-t-elle.
Dzamala est de retour. Dzamala a fumé toutes les ordures de la terre. Raconte Dzamala. Raconte.
Vu dans les volutes qui cerclaient l’océan le rouge de vos sangs, le blanc de vos crachats.
Le vert Dzamala. Le vert.
Le vert de vos excréments.
Vu dans les volutes qui enserraient l’océan le hachis de vos chairs. Vu les squales qui se précipitaient. J’ai fumé toutes vos ordures et ai répandu vos senteurs sur tout l’océan.
Dzamala! Dzamala! La meute s’écroule de joie sur les décombres. Raconte! Raconte!
Vu la femme nue, ivre de vos senteurs, s’ouvrir voluptueuse et m’offrir sa toison en herbe.
T’as fumé Dzamala. T’as fumé ta ration d’herbe.
J’ai fumé. J’ai plané. Dzamala est mon nom. Je fume toutes les ordures de la terre, toutes ces choses qui ne nous reviennent que pourries, que faisandées.
T’as fumé Dzamala. T’as fumé toutes nos richesses.
Dzamala est mon nom. Dzamala.
L’enfant, Dzamala, l’enfant jeté à la poubelle, dépecé, le cœur, le foie, les yeux, la rate vendus, trafiqués, tu l’as découpé plus encore pour lui extraire sa délicatesse. T’as dépouillé sa peau, ô Dzamala, pillé son-innocence. T’as fumé. Tiré dans ses tripes. T’as plané, Dzamala, dans le royaume des innocents.
Dzamala. Dzamala est mon nom.
Le fou, Dzamala, le fou qui haranguait les chiens, perdu, égaré par sa misère, se prosternait devant toi, te présentait son cou. T’as tiré Dzamala. T’as tiré sur ses carotides. T’as fumé. Fumé ton herbe dans ses grosses veines caillouteuses de sang. T’as plané, Dzamala, vêtu d’ombres, de brumes, au-dessus des terres de ce délireux.
Dzamala est mon nom. Dzamala. Je reviens pour fumer toutes vos ordures.
Et la mère, Dzamala, la mère vautrée dans les immondices, pressant l’orange pourrie contre les lèvres sèches de son enfant, pleurant, espérant des larmes nourricières, s’agenouillait à tes pieds. T’as vendu son enfant, ô Dzamala. Pour une poignée d’herbe. Pour un vol au-dessus des terres d’illusions.
La meute s’écroule de rire, se pare de rognures, de feuilles et de brindilles.
Dansez ! Dansez !
T’as brouillé la boue, ô Dzamala, et les pleurs qui l’enflaient ont remonté à la surface. T’as bu, Dzamala, ces pleurs qui ne se décomposent.
J’ai lu toutes les lettres qui volent au vent. J’ai lu toutes les lettres qui s’enracinent en la boue, retrouvé les mémoires corrompues, dépravées. J’ai lu toutes les souffrances, me suis grisé d’encre perdue. Je me suis soûlé de tant de douleurs. Je me suis enivré. J’ai plané, plané très loin au-dessus des terres d’affliction.
Ô Dzamala ! Dzamala!
Dansez ! Dansez!
La meute se pare de rognures et danse, danse. La meute s’enlace et s’accouple. Dzamala jubile, attrape une femelle et fornique à mourir.
Dzamala, ô Dzamala !
La meute râle et s’écroule de fatigue. Dzamala, Dzamala, Dzamala…


Sous les mots, l’épave des sens, prendre pied. Trop à voir l’horizon, je n’ai pas assez de mot.
Bégayer la terre qui tourne vertige. Vomir réalité.
Saisi. Saisir. Saisi.
Le présent se meurt. Ai-je ? L’histoire est cette femme qui met bas à chaque fois qu’on la raconte, le temps file. Mes mots se forment à peine. Forme, peine. Format, mat, morne, mule de toutes les charges – charges du sens, l’impossible entreprise.
Les mots nous dégorgent.
Nous y voici.
La langue.
Trempée à mes lèvres pour la lie
des vagues, ou comme avec
cet autre ami – il se reconnaîtra,
valdinguée à mes délires
sur les frontières du cola et du jazz.
J’ai pris racine les soirs d’exil
et de défoulement avant de
narrer mes contes à dormir debout.
Il était une tour à Babel. Après, ce fut le bordel.

Si le rêve est de sable, mon écroulement est parfait…
guetter le chemin du vent et m’y
engouffrer le moment venu,
m’étendre pour feuille morte et partir à la première brise, prendre
pied l’horizon et passer coûte que coûte,
passer… L’eau salée, vomie des entrailles.
Les chants éventrés ont goût de salaisons avariées.
Qui a dit qu’il fallait attendre ?

Ne pas bouger, seuls les rêves d’enracinement attrapent les cimes…

En marge de l’infime, que faire du néant quand il vous emplit ?

Me promener juste, envie de m’égarer. Et de-ci de-là mon cœur comme mes
rancœurs, à perdre, à délaisser. À l’alentour, ne prêter aucune attention ; au loin ne
jeter aucun regard, seulement voleter au ras du sol, survoler,
marauder comme l’enfant du zéphyr joint par l’aube grise,
l’envie de filer sur un trop-plein de brouillard, si lourd pourtant, d’opacité,
enfant du zéphyr que je suis, ivre de chant sous le procès des ondes et des eaux murmurantes.
Sur le fil du temps, la vérité marchant comme un funambule, un pas de côté, et la voici mensonge.

Sur le fil du temps, la vérité marchant comme un funambule, un pas de côté, et la voici mensonge.

Mes chers coccitoyens, voici aux tout derniers jours d’Irak. dix ans pendant, plus de États-Unis et d’autres ont fait des efforts patients et honorables pour. Friture. désarmer la guerre. ce régime avait pris l’engorgement. détruire ses armes de destruction massive. du temps et des avantages. ont tous échoué. les uns autres après, parce que nous n’avions pas affaire à des hommes pacifiques. nous détruirons l’appareil de la terreur et nous irons vois-tu mon amour, nous irons sans rien, vous aiderons à construire un nouvel Irak, nouvel Irak, libre, prospère. Dans un Irak libre, il n’y aura plus de guerres. Dans un Irak libre d’agression contre des États voisins, il n’y aura plus. Irak, il n’y aura plus de fabriques de poisons, il n’y aura plus d’exécution d’Irak et il n’y aura plus de chambres de torture et de salles de viol. Irak le tyran disparaîtra bientôt. Le jour de votre libération. proche. mes chers occi, occi, occi. mes toyens, mes chers.

Tant de méandres pour perdre le sens, les diseurs se gorgent de barbarie et s’emparent des mots, restent le rauquement de la voix et la saccade des désirs…
Quant à moi,
j’ai tout coloré dans les rêves du corbeau.
Paillettes d’étoiles empoussiérées, corrosives bribes des calendes, resurgissent les cloaques de mes sublimes
autres bâtards ont pris l’île.     Nuit m’écarte salive et me cherche amour. Je n’ai de nudité que par la perle froide que confisque l’œil. Songe et mensonge, ceci n’est qu’une histoire.

j’ai pris de vous les ténèbres et les jours, j’ai pris de vous les pleurs et les rires, j’ai pris les chaînes, j’ai pris les licols, j’ai pris les jougs, j’ai pris l’exil,
de vous la barbarie, ma honte comme seul butin, ma douleur comme seul élixir, j’ai pris de vous un soleil trop brillant,
et les rêves inaccessibles,
la réalité où l’on me dépouille, la réalité où l’on me spolie, la réalité où l’on m’humilie,
j’ai pris ce qui me restait de vous, les rires et encore les rires,
naturel que je suis, grand enfant…

quelques siècles déjà qu’on s’attelle à me faire don d’humanité…

mes fantômes sont mâtinés de brume, ils se lèvent couverts de rosée et de suie. L’eau est noire tombant de leurs âmes. Je suspends mes rêves.

Eau noire pour oubli,

Mes pensées sont lianes sensuelles contre barbelés bien réels…

mais voici venir mes conquérants qui m’ôtent mes dieux et saccagent mon corps. Ils me renomment et me recréent,
me baptisent me civilisent me délivrent m’instruisent me sauvent et me développent me démocratisent me modernisent m’arrachent à ma lie à ma boue à ma fange à mes guerres à ma sauvagerie à mon ignorance à mon obscurantisme à mes fanatismes à ma terre miséreuse et sous-développée ma terre sud ma terre lointaine ma terre émergente ma terre où se noie tout progrès ma terre de guerre de conflit de famine de corruption ma terre de dictature et de régime bananière ma terre aux catastrophes ethniques et autres joyeusetés négromaniaques…

Océan de bonheur, peine insubmersible…

Mes fantômes sont mâtinés de brume, ils se lèvent couverts de rosée et de suie, leurs âmes égouttant l’eau noire de l’oubli. Eux n’ont pas assez vécu et me demandent des comptes, j’ai mes fantômes mâtinés de regrets, évidés d’espérance et spoliés encore de parole…
Je vous dis ce monde… Nous naissons dans le noir, vivons le temps d’une couleur, retournerons dans le noir, dans le silence qui nous a créés. Seul nous semble compter le temps où furent suspendues les ténèbres et l’incompréhension, le reste se dilue dans la douleur des vivants. Trop réels pour être acceptés. Nous ne rêvons que d’illusion, que de douceur et de légèreté. Ai-je trop vécu ?

Voici une enfant mort-née. Sa mère est sans connaissance encore sur un lit de pierre. Son grand-père la porte vers quelque falaise et l’enterre dans une quelconque grotte ou dans un recoin de cette muraille rocheuse. Voici une enfant mort-née, je l’appelle Fille de la lune, née un jour d’éclipse, morte sans couleur.

Je regarde ma sœur, elle aura porté mon premier fantôme…

Et de suite, je n’aurai pas compris, je n’aurai pas saisi. Les paroles rentrées et le silence qui s’esquisse sur les lèvres. Le refus qui d’instinct m’envahit, refus de porter ces paroles, refus de simplement les accueillir. Mais les mots sont complices de la mémoire, creusent gouffre, s’y précipitent et vous y entraînent. Écrire alors pour ne pas complètement sombrer. Et folie garder pour dérision salvatrice de ce bien trop réel sombre…

Voici l’enfant mort-née, née un jour d’éclipse, morte sans couleur, n’ayant connu que l’eau du ventre de sa mère, déposée loin déjà, ensevelie sous le silence. Nul n’en a plus jamais parlé. Les oiseaux ont fini de picorer son âme.

Le silence ne peut être oubli. L’absence de mots ne peut être éradication de la mémoire. Mémoire trop lourde se dépouille de la langue pour réinterroger le sens car le présent tord vers l’événement et les jours, force vers l’actualité, malmène le sens…

La langue du présent, comme éternelle soumise, se donne bien trop souvent aux désirs des dominants, langue de survie, langue de ceux qui se font visibles pour tracer les jours. Prendre pause alors et distance instaurer. Prendre silence et se laisser dépouiller de la possibilité immédiate de dire. Dénoncer, certes, mais survivre du présent, tout jour où les faits reviennent et sont encore, l’incapacité du monde à trouver raison au désastre, l’actualité n’étant qu’artifice figeant le temps, violente fixation des émotions et pleurs qu’aucun n’aura su endiguer…
Qui déjà créent l’événement, prétendent en être les maîtres et attirent l’attention ? Langue souvent qui nous aveugle, harangue des âges, sangle à nos peurs lié, ligature du sens qui nous fuit, de ce sens que l’on ne peut saisir. Que signifie toute cette peine ? Que signifient toutes ces incohérences ? La mort et les blessures. Le temps et l’effacement des jours. La mémoire qui s’en va et le futur indécis. Nous sommes là. Tout simplement là. Sans parfois nous en rendre compte…

Je vous arrête.

Est-il une mémoire hors du temps? Est-il une mémoire hors de la parole?

Mais guetter le diseur quand l’écriture refuse de se figer pour redevenir paroles, quand les lignes s’oublient dans la voix et redeviennent poèmes à dire, histoires à conter, rêves à redessiner. Monde étrange que seule la littérature peut explorer. Dire. Écouter. Imaginer. Réinterpréter. Reprendre et redire. Le diseur dans les méandres des mots traque-t-il la vérité ou l’y égare-t-il pour mieux la préserver ?

Le diseur rit, se plaît dans l’entour et le détour, se plaît dans l’impalpable et l’improbable, il rêve même d’une langue à son image, tordue. Vient-il de tel pays ? Il dit oui. Vient-il de cet imaginaire ? Il dit oui. De quel maître a-t-il puisé sa verve avant de se présenter à nous ? Il évoque un Érasme et son éloge de la folie : « C’est bien la pire folie que de vouloir être sage dans un monde de fous. » Il évoque un obscur proverbe venu d’une île perdue dans l’océan : « Insensé celui qui ressemble à son père. » On l’interroge sur tout et n’importe quoi. Il répond ceci ce jour. Il répond cela une autre fois. Il dit avoir tout connu, tout vu, détient-il réellement la vérité dans ces fables qu’il parsème ? On le croit. On le raille. Mais on ne cesse de l’interroger. On le prend pour fou mais c’est trop d’honneur… ou d’humiliation – de devoir écouter un fou. On dit alors qu’il a une autre langue.

Nous y revenons à la langue.
L’obsession de rendre cendre à la langue fugitive et de figer le sens une bonne fois pour toutes, le savoir acquis, la connaissance imputrescible, l’utopie des lettres, aleph, trace première du don à l’homme, désir d’éternité, se redessiner autre non évanescent, durer à notre incapacité à nous redire temps sur temps, l’indolore espace qui nous traverse et qui nous terrasse, beth, pour que demeure le tout et que les signes délimitent l’existant, conjuration de nos peurs, masques de nos amnésies, ailleurs ne peut être, chaos, barbarie qui ne sauraient plier, étendue pour expansion de l’ordre né des premiers gestes. Écrire, penser l’impensable, l’appréhension du tout, rendre corps à ce verbe pour un dieu infaillible, feindre d’y croire jusqu’à nier cette impossibilité de tout penser, justifier cette folie par la volonté divine, seule volonté à la mesure du savoir ultime, pourquoi sommes-nous là ? Pourquoi ? Tracer. Contenir. Couvrir l’impensable…

Mots masques, traversées du vide, mon désastre à dégorger.

Au périssable, reprendre illusion et sculpter à l’infini les yeux sans pupilles, ombre et lumière indifféremment prises, mes rêves me foulent au réel…

Danse, mes ombres voltigent à ras de sol,
Vertige m’encense et me fait déroute, j’ai mis cœur à terre
torsade est mienne, inextricable conte où m’élancer, m’enlacer, m’ensabler,
là.
Mille racines,
là de mon sol, fracas retrouvé, mon être…
Car chevaucher la tempête implique des risques d’égarement…

Étrange tressée de mes rêves, se roule et déroule sur un réel impensable.

Souvent, vent violent souffle. Me souviens alors du temps lent qui refoule les amours.

Le creuset des possibles, 2008




Respire

respire. respire. passent les gens. passe le temps. respire. prendre ici le thé du désert et écouter le vrombissement de la ville. respire et prends une pause hume le parfum du sable et ne tousse surtout pas si les pots d’échappement se rappellent encore à tes souvenirs. respire et bois tranquillement. il n’y a rien qui nous presse rien qui nous étreint rien qui peut nous arriver il n’y a rien qui nous soit plus important que de boire ce temps qui se dépose chaudement dans nos ventres.
respire. passent les gens. passent… le vent souffle dans le mur et agite légèrement les plis et failles de la fresque dessinée dessus. chapeau melon et veste noire, nous sommes parés maintenant pour percer la muraille des temps.
et regarde, regarde. dunes et sables. sables et dunes. roches et pierres et tout ce bleu tout ce bleu tout ce bleu qui nous arrive du ciel du désert. le vent souffle plus fort dans le mur et emporte mon chapeau. il s’échappe.
et traverse la rue traverse le boulevard traverse l’avenue traverse la route. il passe les gens il passe les ruelles il passe les allées et fend les sentiers. il franchit les rails, évite flèches et colères de Thalys, d’Eole ou de Corail.
passent les gens.
respire. respire….

https://lachansondelacigale.wordpress.com/2015/07/




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ORLANDO GONZÁLEZ ESTEVA [19.403]

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ORLANDO GONZÁLEZ ESTEVA

Nació en Palma Soriano, Cuba, en 1952. Reside en Estados Unidos desde 1965. Sus poemas, que al decir del escritor Octavio Paz hacen “estallar en pleno vuelo a todas las metáforas”, aparecen publicados en Mañas de la poesía, El pájaro tras la flecha, Escrito para borrar, Fosa común, La noche y los suyos y Casa de todos. Es también autor de los siguientes ensayos de imaginación: Elogio del garabato, Cuerpos en bandeja, Mi vida con los delfines y Amigo enigma. González Esteva ha ofrecido lecturas de versos, charlas y talleres en Estados Unidos, España, Japón, Francia, México y Brasil, y ha desarrollado una intensa labor cultural en los medios literarios, artísticos y radiofónicos de Miami.

Poesía:

Entre sus libros de versos figuran: El ángel perplejo (1975), El mundo se dilata(1979), Mañas de la poesía (1981), El pájaro tras la flecha (1988), Escrito para borrar (1996 / 1998), Fosa común (1996), La noche (2003), Casa de todos (2005), La noche y los suyos (2005).
Fondo de Cultura Económica ha publicado una antología de sus textos: ¿Qué edad cumple la luz esta mañana? (México, 2008). 
Las voces de los muertos (Ediciones de la Isla de Siltolá, Sevilla, 2016). 

Prosa:

Es también autor de los siguientes ensayos de imaginación: Elogio del garabato (1994), Cuerpos en bandeja (1998), Mi vida con los delfines (1998) y Amigo enigma: los dibujos de Juan Soriano (2000). Ha publicado dos antologías: Tallar en nubes (1999), apuntes de José Martí, y Concierto en La Habana (2000), textos de autores cubanos, españoles y norteamericanos dedicados a la capital cubana. En 2003 se publicó Hoja de viaje, sus versiones de haikú del poeta japonés Kobayashi Issa. Escribe para la radio y para el periódico El Nuevo Herald.
Los ojos de Adán (Pre-Textos, Valencia, 2012).
El arca de José Martí (Vaso Roto Ediciones, 2014).



De Mañas de la poesía, 1981

XXVI

El corazón se me plisa 
como el humo del cigarro 
cuando te tomo del jarro 
que mi madre trae de misa. 
Luego todo haber precisa 
en vano que te recuerde, 
se vuelve gris lo más verde, 
no tengo pies ni zapatos 
y estoy solo con los gatos
mirando el sol que se pierde.


XXVII

La misma descontrolada 
actitud de tu plumero 
me tiene loco el tintero 
y sumida la mirada. 
Estoy como si de nada 
me peleara con la gente, 
como espárrago imprudente 
sobre mantel decoroso, 
como si tuviera un pozo 
aquí, detrás de la frente.


XXVIII

Pongo el sol a mis espaldas 
y mi mirada en las sienes 
de la noche donde vienes 
convertida en esmeraldas.
Acurrucado en las faldas 
de los montes me consiento 
levantar el pensamiento 
y verte reverberar 
como si hasta el paladar 
de Dios te llevara el viento.


XXIX

Por los altos corredores 
de tu carne han descendido 
todas las pajas del nido, 
todo el olor de las flores. 
Puños de cielos mayores 
caen encima de mi mesa, 
me hacen trizas la cabeza 
minúsculos pararrayos, 
pero aunque canten los gallos 
sólo el silencio regresa.



De El pájaro tras la flecha, 1988


Las miradas ocultas en la rosa

       Las miradas ocultas en la rosa 
se dirigen al hombre que, abismado, 
allá dentro, en el fondo, ha musitado: 
sólo la oscuridad es luminosa. 
       Allá dentro donde la mariposa 
es apenas un sueño, donde el prado 
es un cáliz minúsculo y cerrado, 
donde mana una fuente misteriosa. 
       Cómo pudo llegar al mismo centro 
de la flor no lo sé, porque me encuentro 
encerrado también. Alrededor

       de mí crece la múltiple corola 
de la luz, esa ciega también sola 
encerrada en su propio resplandor.


Los cuartos vacíos

       ¿Qué tarde desconocida
se posará en los postigos 
de mi casa y llenará 
de luz los cuartos vacíos?

       Ya mi madre se desplaza 
de la vejez al olvido 
y recupera los ojos 
que iluminaron los míos.
       Ya mi hermano se despeña 
en su vientre, ya he perdido 
la memoria, ya no soy 
y mi padre es casi un niño. 
       Ya las paredes se marchan 
y el pueblo se ha convertido 
en un bosque, ya la isla 
es un sueño, ya los indios 
       la abandonan, vuela el mar 
y el tiempo se ha reducido 
a las sombras, ya ni Dios 
imagina el paraíso.

       ¿Qué tarde desconocida 
se posará en los postigos 
de mi casa y llenará 
de luz los cuartos vacíos?



Canción de cuna

       Niño dormido, 
el recuerdo es un árbol 
desconocido.

       Crece después, 
pero tiene raíces en la niñez.

       Mira la luna, 
alza el brazo y deténla 
sobre tu cuna,

       que en ese espejo 
sólo la transparencia 
ve su reflejo.

       Al otro lado 
de la luna se encuentra, 
niño, el pasado.

       Allí tendrá 
cielo el árbol que un día 
nos cubrirá.

       Duerme, pequeño, 
a la sombra del árbol 
que hay en tu sueño.

       Sólo a los pies 
de ese árbol el mundo 
es como es.



De Fosa común, 1996

Que este poema se extienda 
   como un enorme hormiguero 
   no es señal de mal agüero; 
   sí, de aventura tremenda.

Una letra es una hormiga 
   o, mejor dicho, la sombra 
   de una hormiga que en la alfombra 
   de la nada nos desmiga.

Escribir es hormiguear 
   sobre el cuerpo firme y terso 
   que va desnudando el verso 
   y comienza a respirar.

El compositor que extiende 
   las manos sobre el teclado 
   palpa el torso, casi alado, 
   de un ser que apenas entiende.

La barbilla del pincel 
   que empuña Goya se enreda 
   en el sexo, pura seda, 
   que la maja enrosca en él.

La mejilla del cincel 
   con el que Fidias escarba 
   la piedra, empuña su barba, 
   busca, en la piedra, otra piel.

Escondido en la entrepierna 
   de la página rebosa 
   un hormiguero la rosa 
   breve de la vida eterna.

Una página no es más 
   que un cielo cuya ranura 
   -abierta por la escritura-
   deja ver lo que hay detrás.

Un cielo tan delicado 
   como el hilo del pañuelo 
   que cubre el rostro del hielo 
   y que nadie ha retirado.

Un cielo para doblar 
   y hacer una exhortación 
   (ave, insecto, embarcación: 
   origami) a trasmigrar.

Un cielo para tender 
   -a flor de significado— 
   el cuerpo inmóvil, 
   varado, del poema: Gulliver.

El poema se incorpora 
   y me extiende, manuscrito, 
   su cadáver exquisito. 
   Luego, para mí ya es hora.

Contra el cielo, ya celaje, 
   de las páginas que escribo, 
   veo devorarme vivo 
   las hormigas del lenguaje.




De Escrito para borrar, 1996


Todo lo que brilla ve

(Homenaje a Gastón Bachelard)
A Ida Vítale y Enrique Fierro

Todo lo que brilla ve,
   si no en torno, algo lejano. 
   Ve el relente. Ve el verano.
   Ve la luna. Ve la fe.

Ve el relámpago que guiña 
   y el sol que se deshidrata. 
   Ve la cuchara de plata 
   y el corazón de la piña.

La ventana que el vecino 
   ilumina a medianoche 
   ve, y la pintura del coche 
   fúnebre que abre el camino.

Tras las pompas de jabón 
   velan las hadas madrinas, 
   y el faro, cíclope en ruinas, 
   ve en la sombra a Poseidón.

La pupila del quinqué 
   mece, por niña, una llama. 
   Ven la burbuja y la escama. 
   El ojo de vidrio ve.

Las plumas del colibrí 
   ven tanto que el ave, 
   presa de la incertidumbre, cesa 
   de volar lejos de sí.

Y La isla del tesoro 
   dispuesta en cualquier estante 
   no sólo ve: lee el semblante 
   del lector. Ve el diente de oro.

Ven la bola de billar 
   y el hielo. Ve la pantalla 
   del televisor que estalla 
   en mil colores. Ve el mar.

Y ven la Estrella del Alba 
   y la gota de rocío. 
   Ve el sudor, pétalo frío; 
   ve la perla, ve la calva.

Las monedas que extraviamos, 
   el espejo que rompimos, 
   los sueños que no dormimos 
   ven, saben por dónde vamos.

Que la taza de café 
   reverbere en mi velorio: 
   no es un párpado ilusorio.
   Todo lo que brilla ve.



Haikus
De La noche (gunsaku), 2003


La noche pesa 
   lo que un punto en la vida
   de algunas letras.



La noche es tal,  
   que ha cerrado los ojos 
   para ver más. 



Noche, sé breve, 
   que la Muerte está lejos 
   y aún me quiere.



No escribo, junto 
   fragmentos de la noche: 
   señales de humo.



Anochecía. 
   El silencio era un frasco 
   de tinta china.



¡Ni un astro más, 
   que esta noche se muere 
   de claridad!



Pluma sin pájaro 
   cae la noche, se abisma 
   entre mis párpados.



La noche suma 
   demasiadas ausencias. 
   Es, toda, Cuba. 


La superficie 
   de la noche me tienta. 
   Gruño ¿quién vive?



La noche es tanta 
   que si no amaneciera 
   ¿cómo encontrarla?


Hay tanta luz 
   que no veo la noche. 
   Luna: jaikú.



Cerrar los ojos, 
   impedir que la noche 
   lo sea todo.



Haikus
De Casa de todos, 2005

       A Antonio José Ponte

Aun en Cuba,
   si los pájaros cantan
   añoro Cuba.



       A Ramón Alejandro

Soñar despierto:
   hasta que la familia
   me de por muerto.



       A Juan Malpartida

Es inocente, 
   aunque caiga una vez 
   y otra, la nieve.



       A José Miguel Ullán y Manuel Ferro

Amante a solas.
   al encender la luz
   halla su sombra.



       A Aurelio Asiain

Rocío, gota
   -no de agua- de luna
   que se desborda.



Invento a Dios:
   un silencio que habla
   y otro que no.



Su libro más reciente es 
Las voces de los muertos 
(Ediciones de la Isla de Siltolá, Sevilla, 2016). 


Mi padre lee
lo que el humo que exhala

escribe de él.



Y de repente todos fuimos viejos

Y de repente todos fuimos viejos.
El futuro fue cosa del pasado
y el presente, un señor desaliñado
con la mirada fija, siempre lejos.

Y de repente todos los espejos
—incluido el sinuoso bronceado
de las jóvenes— fueron demasiado
crueles para apañar nuestros reflejos.

Quien no era una sombra de sí mismo
era un destartalado mecanismo
que a duras penas rezongaba a ratos.

El que no se enfermaba se moría,
y el que resucitaba cualquier día 
lo celebraba haciendo garabatos.




La casa de mi infancia no está fuera

La casa de mi infancia no está fuera
sino dentro de mí, sobrentendida:
tiene el tamaño justo de mi vida
y tendrá el de mi suerte cuando muera.

La casa de mi infancia es la manera
en que escribo: no tiene otra salida
ni otra entrada. El tiempo que la cuida,
trasciende, aun en otoño, a primavera.

No tiene más puntal que mi persona
ausente y, como ella, juguetona,
mas triste en lo profundo. Los regresos

que alguna vez soñamos son despojos.
No tengo más ventanas que sus ojos.
No tiene más familia que mis huesos.




La flor del esqueleto

Para no ocasionar gastos mayores
prescindimos de exequias y de flores.

Para no molestar a nadie luego
—ni al gusano—le dimos gusto al fuego.

Ni siquiera una urna: unas cajitas
de cartón y unas cuantas piedrecitas.

A los huesos más duros de pelar
se les tritura y se les echa al mar.

Se les puede guardar en un arcón
hasta que nadie sepa de quién son.

O se les deposita en un jardín:
en el principio siempre estuvo el fin.

La cuestión no es morir sino esperar
que la muerte no se haga de rogar.

A los muertos que aún estamos vivos
nos conviene ser algo deportivos,

y no existe deporte más completo
que escribir en la flor del esqueleto.

Escribir tonterías, ya se sabe:
ni vivir ni morir son cosa grave.

Y escribir, mucho menos. A no ser
que el que escriba se muera de placer.

Es decir, que se mate. La escritura
también tiene su encanto: jettatura.

El suicida es un ente superior,
sobre todo si usa ordenador

y se mata escribiendo. Nada más.
Este muerto se va a vivir en paz.




Uno se cansa de morirse tanto

Uno se cansa de morirse tanto,
de morirse una vez y otra, a las buenas
y a las malas. O de morirse apenas.
Y hasta de no morir: qué desencanto.

Uno se cansa de que todo cuanto
una vez le animó se abra las venas;
y de reconocerse, a duras penas,
de tan vivo y tan muerto casi santo.

Uno se cansa de morirse encima
y debajo de sí. Uno da grima
si no se va cuando debiera irse.

Uno se queda y no se queda nada,
y aunque muerda el anzuelo sin carnada,
uno también se cansa de morirse.


Las voces de los muertos, 
un libro sobre la desaparición del exilio histórico cubano

Por Redacción CaféFuerte

Las voces de los muertos, una elegía dedicada por el poeta Orlando González Esteva a los cubanos que salieron al exilio siendo jóvenes y han envejecido, enfermado, muerto y aún mueren soñando con un destino mejor para su patria, será presentado este sábado en el Koubek Center de Miami.

En el poemario de 56 páginas, publicado por la  editorial española La Isla de Siltolá, González Esteva rastrea en la decrepitud, la soledad, la extrañeza creciente, la pérdida de la memoria, los asilos, los hospitales y la desesperanza final que aflora entre los miles de compatriotas suyos que han terminado sus días en el exilio sin retornar a Cuba.

Una crónica personal de la desaparición del exilio histórico cubano, según palabras de su propio autor.

El cementerio que un día

“El cementerio que un día/ fue parte de la ciudad/ hoy la abarca, es la ciudad,/ y abarca también el día/ que esperaste y todavía/ esperas”, manifiesta el poema que abre el libro en referencia al Cementerio Woodlawn Park, ubicado en la Calle Ocho de la Pequeña Habana y donde yacen los restos de prominentes personalidades cubanas.

González Esteva afirma que su libro es fruto de “una experiencia colectiva del exilio”.

“El hombre rehúsa morir y lejos de salvarse muere más. La vida que se agencia luego de sobreponerse a reiterados percances de salud y ser testigo de la acelerada desaparición de los suyos acaba revelándosele un deceso por entregas, y la entrega final, el clímax de un vértigo”, escribió el poeta.

González Esteva reside en Miami desde 1965.

“He sido testigo de la aparición de varias ediciones de Miami, ninguna exacta a la anterior”,  declaró hace unos meses el poeta en una entrevista.  “Y en lo que a la comunidad cubana se refiere, he visto a la ciudad degradarse, incapaz de permanecer a salvo de la degradación que ha sufrido y sufre la propia Cuba”.

El ocaso de las sombras

La poesía de González Esteva fue elogiada por el célebre ensayista y poeta mexicano Octavio Paz, quien fuera cercano amigo del cubano. “Usted ha convertido la crueldad de nuestro destino en una pirueta heroica y así ha hecho vida de la muerte”, escribió Paz del poemario Fosa común (1996).

“La poesía bien pensada y bien escrita sigue siendo el género en que el duelo se expresa sin los riesgos de la demagogia. Sobre todo, si se trata del duelo de un exilio, es decir, de una pérdida que se superpone a otra”, escribió en su blog el historiador y crítico Rafael Rojas. “La muerte de los exiliados es la desaparición de los ausentes, la borradura de los borrados, el ocaso de las sombras. El exiliado muerto, más que un fantasma o un espectro, es un vivo que habita un cementerio sin fin”.

González Esteva (Palma Soriano, Oriente, 1952) ha publicado, entre otros libros, Mañas de la poesía, Elogio del garabato, Escrito para borrar, Fosa común, Cuerpos en bandeja, La noche y los suyos, Los ojos de Adán y Animal que escribe: el arca de José Martí.

En 2008, el Fondo de Cultura Económica de México publicó ¿Qué edad cumple la luz esta mañana?, una amplia selección de su obra en verso y en prosa.


PRESENTACION DEL POEMARIO LAS VOCES DE LOS MUERTOS



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ÓSCAR DÍAZ [19.404]

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Óscar Díaz 

(Sama de Langreo, 1997)
Con su primer poemario, 'Rosa hermética' (Colección Literaria Universidad Popular, 2015), le valió en 2015 el Premio Nacional de Poesía Joven Felix Grande.
En 2016. ha publicado: "El sentir. Poemillas del ahora" (Ediciones La Isla de Siltolá, 2016)

Ha recibido diversos premios entre los que cabe destacar: XIII Premio “Alberto Vega” de Poesía (2013), XIV Olimpiadas de Filosofía de Asturias (2015) y XI Premio Nacional de Poesía Joven “Félix Grande” con el poemario Rosa hermética (Colección Literaria Universidad Popular, 2015). También ha colaborado con publicaciones como Anáfora, Heracles y nosotros o Atlántica XXII. Además, ha participado en múltiples encuentros y en RTPA. Ha organizado y coordinado los I Encuentros Poéticos de la Universidad Complutense de Madrid.


Viene Óscar Díaz de ganar uno de los premios más prestigiosos de Poesía Joven de este país: el Félix Grande (presidía el jurado Luis Alberto de Cuenca). Al mismo tiempo, ganaba las Olimpiadas de Filosofía asturianas, con un expediente de bachillerato donde las matrículas o sobresalientes producían en propios y ajenos un segundo deslumbramiento. Rosa hermética, su poemario ya en las librerías, está llamado a revolver conciencias, provocar ritos mágicos, ríos de tinta, hechizos tan variados como crueles o dañinos. Óscar Díaz viene de un eterno sueño pop de noches interminables, mujeres guapas como sombras espectrales y una cata de buena literatura como último mordisco del alma que empieza a dejar de ser joven y ve en el peligro una extraña suavidad o metamorfosis sibilina. Cuando ve la luna, aúlla en los sitios, generalmente vestido de naranja y con una cojera simulada a lo Lord Byron. [Diego Medrano. / Escritor]





De "El sentir. Poemillas del ahora" (Ediciones La Isla de Siltolá, 2016)


Madrugada de la venta

La apariencia ida, dejada en lo ajeno
a mi doma. No sé
qué escala ni qué tempero la oficia,
pero se extingue. Ven
y ordena este lagar, y que no manche
la pitanza, sino que la cobije
bajo su alón y la confíe al horno.
Luego, para el mercado,
escoge aquel carro que en la batalla
trajo jornal en curso, y en su tesón.
Quieren yantar, modorra para el viaje
coral y dulce de la miel de brezo
que recorre la juerga.
Y ahora que ya ha vendido y acompaña
la riqueza, entreguémonos
a la tabarra hasta
el hartazgo, hasta el fin de la cantera.
Después, venido el día,
los vecinos le taparán en mantas
sobre loza, ningún
canchal alertará su reposo, aunque
la calina solivia.
Con esta carne alzada, ¿quién será
su dueño? Él mismo, y solo.



POEMA QUE ME SURGE ANTE EL
RECUERDO DE LOS LABIOS DE MI PADRE
PRONUNCIANDO LAS PALABRAS QUE IBA
ENCONTRANDO DENTRO DE UN AJADO
LIBRO DE CUENTOS DE HADAS

Quizá no venga aquí
a la cura, al poderío de amena
rebelión. Pero podría teñir
la hombrada oscura, la hazaña que apenas
deja vivencia, igual
que el nacimiento de los jaramagos.
Asoma el vencimiento
contra su planetario pedernal
y, más que nunca, parcela sin manta
la puebla, la trinchera
de espuma y los reflejos de los nácares
como otra vida donde
la salud es temprana y la jornada
se diluye en la tos
cansada posterior al sueño. Sabe
curarla con antiguas
ideas, pues en alguna ocasión
llevaba inmaculados
pañales, alegres prados seráficos
propios de la niñez.
Mas miramos al polvo
de la bagatela, a la alta herrería
que la iluminó y olvidamos los pastos
angelicales, esas mañaneras
gárgaras antes del puesto. Recuerdo
cuentos, historias que si ahora entrasen
y siguieran valiendo;
el ímpetu, el fervor de rebelión
las llevaría allí
donde hubo andamiaje, pero su magia
es hoy ramazón, fanal cuya luz
torna a los inconstantes mediodías
de un célico almendro que ya se agota.



ÓSCAR DÍAZ. EL SENTIR. POEMILLAS DEL AHORA. COLECCIÓN TIERRA. ISLA DE SILTOLÁ, 2016

Por Carlos Alcorta

La precocidad de algunos poetas, cuando va unida al rigor y a la conciencia del oficio, no deja de sorprendernos y causarnos admiración. Este es el caso de Óscar Díaz, un joven poeta asturiano que, pese a no haber cumplido aún los veinte años, puede presumir ya de haber publicado varios libros, algunos de ellos con premios significativos dentro de la poesía joven, como lo es el Premio Félix Grande, obtenido el pasado año. Su convencimiento, su pasión poética le ha conducido a colaborar con diversas revistas y publicaciones, además de promover encuentros poéticos, todo ello compaginado con sus estudios de Filosofía. Sin duda, un caso —no es el único, por supuesto— llamativo de devoción y de esfuerzo creativo.

El sentir. Poemillas del ahora, el libro que acaba de aparecer en la editorial La Isla de Siltolá, editorial atenta como pocas a las nuevas voces poéticas, refleja desde su mismo título la perentoriedad de la poética que lo sustenta, lo que prueba una vez más la clara conciencia del oficio que posee Óscar Díaz. Estos poemillas del ahora tienen un presente inmediato, acaso sustentado también en un pasado reciente, pero, seguramente, no tendrán un después, un futuro ni siquiera cercano, más allá del recuerdo anecdótico del propio autor y esto, en sí mismo, no es un lastre, es consecuencia sólo, como he dicho, de una toma de conciencia que constata que los ejercicios de estilo son necesarios para adquirir la destreza que se ansía. Por otra parte, esta práctica de hacer dedos pronto encontrará un cauce expresivo amoldado no sólo a la técnica, sino a la intuición, hasta conseguir que surjan las «palabras de mi sentimiento íntimo», como decía Larkin. Sólo así la imitación se convertirá en apropiación.

En El sentir. Poemillas del ahora la frontera entre una y otra aún no está muy definida. El libro, en su primera parte, parece remitir desde los títulos de los poemas, no sin cierta ironía, a ciertos hábitos de la poesía culturalista. Largas descripciones que acotan las referencias tanto temporales como sentimentales del asunto tratado. Los versos, sin embargo, parecen más un pastiche de ese culturalismo tan de moda en una época y, posteriormente, denostado incluso por sus más conspicuos artífices. Da la impresión, por su particular retórica, de que Óscar Díez busca referencias en las zonas más lejanas de nuestra tradición, desde las jarchas o el Cantar de Mio Cid, desde el Romancero y Fray Luis hasta nuestro Siglo de Oro. Basta prestar atención a la querencia que el poeta revela por el adjetivo insólito —de hecho, muchos de ellos casi en desuso—, al hipérbaton frecuente, a los anacronismos (los poemas «Los talares de Mercurio», incluido en la segunda parte, y «Una idea encendida hacia la histeria de una visión breve», de la sección final, son un ejemplo entre muchos de lo que digo), hasta el punto de que acabamos sospechando que el poeta otorga mayor importancia a la sonoridad de la palabra que a sus múltiples significados («Antes quiero aposento, larga música/ que conquiste el fruncido/ cuartel de nuestro saldo»). Sólo es una sospecha, claro está, porque también advertimos que la recuperación de unas formas y lenguajes que son parte de nuestro patrimonio poético se puede entender como una vuelta de tuerca para hacer de la realidad un lugar menos superficial, con más aristas, con mayor hondura. Esos significados ocultos por resultar esquivos pueden aparecer, en virtud del uso primoroso del lenguaje, entre los pliegues de las yuxtaposiciones semánticas, del «paseo nocturnos del hombre» por el filo mellado de la cotidianidad. Un lector atento será capaz de averiguar el lugar exacto en el que hallarlos.



'Rosa hermética' 
(Colección Literaria Universidad Popular, 2015)

Reseña literaria La belleza de las ruinas

Por Paula López Montero 

'Rosa Hermética', primer poemario del poeta asturiano Óscar Díaz, se desvela y baila en la juego del lenguaje, en un lenguaje deformado, demolido, en ruinas.

Rosa Hermética, primero poemario del langreano Óscar Díaz, fue galardonado el pasado año con el XI Premio Nacional de Poesía Joven. Un libro insólito en su sentido más literal ya que vaga fuera de los circuitos comerciales de librerías y estantes de recomendación literaria y que, para los curiosos, se puede encontrar dentro de la colección de poesía de la Universidad Popular José Hierro.

Un poemario maduro en el que, en palabras del poeta, “hay que escamar el dátil para alcanzar el fruto”, que se pliega y, sin embargo, encuentra su apertura con una cita de Georg Trakl “Die Süsse unserer traurigen Kindheit” (La dulzura de mi infancia triste), quizá con los ecos también de la mano de Leopoldo María Panero, seguido de un preámbulo a la lectura e impresión del propio poemario de Óscar Díaz: “El Nuevo Hombre ha de deformarse”.

La ruina, la deformación, y sin embargo el relampagueo de la belleza, de la verdad. Quizá la pregunta que, con ahínco y devoción, busca el poeta pueda ser la de la posibilidad de la belleza en las ruinas, de la certeza del lenguaje para nombrar las cosas. Una poesía apoyada en la filosofía y viceversa, que se encuentra en los ecos de Nietzsche y Heidegger.

Escrito a edad temprana, apenas con 16 años, su acto de creación, su propuesta, viene con un título nada inocente: Rosa Hermética. El hermetismo del lenguaje para nombrar las cosas que por sí solas no tienen mundo, la construcción perfecta y rítmica de una poesía que busca la belleza de la rosa, de la Naturaleza. Para entender el poemario hay que apreciar las espinas que serán introducidas en la carne del propio hermetismo y también quizá para desvelar, abrir los pétalos del propio simbolismo.

A veces torrente, a veces cálculo, siempre ritmo. Óscar en búsqueda de una belleza y una verdad que sin embargo nunca existieron y se tornan, en esta estructura del mundo, la del lenguaje, necesarias: 


“La brújula que orienta el destino 
es la belleza, 
la continua búsqueda de la casualidad 
para encontrar la belleza 
que nunca ha existido.” 


La fragmentación forma parte de este tiempo del lenguaje y del sujeto: 


“Larva donde se esconde lo no dicho 
la cantera del pensamiento sin anclaje 
cuya geometría de piedras surca los fractales 
mi sujeto no tiene más construcción que la lucha de fragmentos”


Aún en mayúsculas se escriben Hombre, Naturaleza, Nada, Mujer, Historia, Creación: 


“Ah la casualidad de la existencia 
que hace al Hombre
empujado por el viento 
como un molino
para ser entregado a la Naturaleza.” 


El Hombre avocado al precipicio, al abismo, a un camino suspendido y en cuestión: 


“En mi puño caben las semillas 
separo la montaña de la materia 
única lengua que no se enrama
más frondosa que los pies
no hay camino pues no hay recorrido 
el vacío sucede como una línea ascendente.”


Sobre el acto de creación, con el juego entre el hombre y el hambre, el poeta escribe: 


“Oscuro es el manto que protege el rostro del poema 
nada es lo que se crea, todo proviene; 
éste es el acto poético, ¡ah acto del hambre!
donde cuelga la boca que ondea.
El Hombre no cruza el río
porque se conforma con vivir en la infinita espera
¡ha de deformarse! 
Ese es el único rezo a la espuma 
que cobija el agujero
¡es la vida la simetría de lo absurdo!”


En el siguiente poema, en ese giro a la infancia, al pasado que ya apuntaba Rilke y que se menciona también en palabras de Trakl se apunta a la tentación del hombre decadente: 


“El paso del Hombre 
es solo un paso 
sin retroceso
solo sabe qué mira 
al girarse
el ojo que se gira
mostrando la diferencia
como un pez que nada
sin saber qué nadó antes 
como el hilo que une
a la creación del Hombre,
que es el lenguaje,
con el cuerpo.”


Óscar Díaz, nombrado poeta de madurez temprana elije con perspicacia a sus maestros y sabe que en la literatura hace falta una dosis de maldad, una maldad también como construcción: 


“He sido suicidado 
tras colgarme de las lenguas 
de los cómodos
¡maestros del sueño!” 


Aunque, a veces, encontrar la voz en el decadentismo, pueda sólo corresponderse con el eco en las ruinas.


La perfección no ha de ser 
pero ha de verse como una esfera
en plena comunión con la Naturaleza
himno rampante del cielo
el no-ser es el desastre
así como el tiempo sollozante
que clavó a Cristo.





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