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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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JOBYOÁN VILLARREAL [18.784]

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Jobyoán Villarreal 

Nació en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, México, el 19 de abril del año 1985, estudió dos años de la carrera de Técnico Instructor en Música Clásica en la Escuela de Música de la Universidad Autónoma de Sinaloa (EMUAS 1998 al 2000), estudió la carrera de Ingeniería Industrial y de Sistemas, (2003 al 2007) en la Universidad de Occidente, Campus Culiacán, obtuvo el diplomado Técnicas Avanzadas de Estudio, Lectura y Comprensión. (2011 al 2012), es autor del poemario Dime qué somos donde las estaciones se ensamblan, publicado por el Honorable Ayuntamiento de Culiacán el año 2014. Ha asistido a diversos talleres de poesía entre los que se cuentan los impartidos por los poetas Francisco Meza (premio nacional de poesía Clemencia Isaura), Francisco Alcaráz (premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino) y Jesús Ramón Ibarra (Premio Nacional de poesía Aguascalientes) (2003-2008), fue beneficiario de las beca del Fondo Estatal de Cultura y Artes (FOECA, 2007 al 2008), Beca al Lector otorgada por el Instituto Sinaloense de Cultura (ISIC, 2009 y 2010), sus poemas han sido publicados en las revisas Literal, La Otra, Círculo de Poesía, Trajín y Aldea 21, así como diversos medios electrónicos, ha participado en eventos de cultura como el Festival de Literatura del Noroeste organizado por el Centro Cultural de Tijuana (CECUT, 2009) la serie de lecturas La Eternidad por Fin Comienza un Lunes organizado por el Instituto Sinaloense de Cultura (ISIC, 2011), el Encuentro de Jóvenes Escritores Sinaloenses organizado por el Instituto Sinaloense de Cultura (ISIC, 2014), coordinó un círculo de lectura de poesía los años 2009 al 2011. Fue antologado en el libro Nueva poesía y narrativa hispanoamericana del siglo XXI, publicado por Lord Byron Ediciones el año 2016. Actualmente es fundador y colaborador en el Blog Los Conjeturales Literatura y es Docente parte de la Academia de Ingeniería Industrial en el Instituto Tecnológico Superior de Eldorado, Sinaloa, México. 



Humor negro

                                    a la memoria de Jaques Vaché

                    El primer acto acababa de terminar. 
                    Un oficial inglés hacía gran escándalo en la platea:
                    No podía ser sino él.
                    …había entrado en la sala empuñando un revólver
                    y hablaba de balacear al público.
                    André Breton 


A veces la muerte necesita
que nos paremos y la ovacionemos.
Que mostremos indiferencia 
ante la idea del punto, 
del abismo,
ante la posibilidad de dejar de existir. 
No espera que seamos hipócritas, 
que seamos excéntricos 
como para pasarle de frente 
con sus olores y gustos, 
y robarle un puñado de sombra. 
¡Qué tiene que se nos enclaustre en los riñones!, 
¡que marque un camino gris en los ojos!
Hay que pararnos en medio de la función 
y ovacionarla, con una risa a medias en la cara. 
Ya serán los gusanos testigos, 
o el fuego de la hoguera,
de que tuvimos un gran humor.



Sueño del verano

I

Cuando apenas en la semilla 
se mira el minuto cóncavo del espíritu, 
los hombres abren paso hacia la luz, 
dividen el calendario con pequeñas huellas en el mar, 
hacen promesas de polvo.
Desde antes de su memoria 
llevan la idea del precipicio, 
del sendero que se corta bruscamente.
Ahora en el sol asciende la duda oscura que nutre sus ojos, 
que se desarma en su piel
a la medida del abismo; 
estáticos tumbos desolados, 
palabras a medias, 
torpes manotazos al viento.
Desde el fondo del océano,
las sombras ya pintan sus puertos.
Con polvo en la boca, 
cansados en el desierto de su piel, 
el ciclo de la tierra gira hasta dejarlos mudos.


II

Tiempo al tiempo, 
mientras la piel se encienda 
con los fogonazos del alba 
y los baldíos canten hasta el infinito 
su cántico de islas solitarias. 
Que las rosas revoloteen de nuevo como un sol 
y caigan como aureola en los ojos del niño. 
Que las nubes blandan de nuevo su coral de sal sobre la piel, 
mientras aullamos como bestias la amarga luz del tiempo.


III

En alguna parte del horizonte, 
el sol perderá su equilibrio 
cuando se detenga puntual 
y la noche se rinda al descanso: 
en la negación profunda 
se urdirá el sueño del verano.


Tal como Gilberto Owen, en su viaje a Roma, tras ver una estatua de Perseo, cuestionó su victoria sobre Medusa, cuestión de la cual nace una de las obras fundamentales de la poesía en México; Perseo vencido; obra que da lugar a una serie de aseveraciones alegóricas y en donde Perseo simboliza al artista, quien termina petrificado por su objeto de pasión; el arte.  En esta misma línea creativa Hialurgia surge de la pregunta; ¿Qué hubiera pasado si Narciso, al ver su reflejo en el agua, hubiera estado lloviendo? Narciso sin duda hubiera visto su rostro mutilado. Respuesta que lleva a una serie de aseveraciones y consecuencias alegóricas, tales como; "la lluvia es la asesina de la imagen" y en donde (como una parábola precisa) Narciso representa al poeta;  la lluvia al arte; el lago al tiempo y su reflejo a la realidad. También, dentro de su desarrollo, surge en un acto hipnótico el arte en forma de mujer. En conclusión, Hilaurgia es primeramente un poema de la lluvia, dividido en diez secciones, en donde se representa la muerte de la imagen y sus consecuencias ontológicas. 

Jobyoán Villarreal




Hialurgia

Sin embargo, el pueblo es mucho,
y esta es la estación de las lluvias cuantiosas
y no es posible permanecer afuera [...]
Esdras: 10-13


I

Un olor desde la infancia
profundiza en la piel sus dedos íntimos.

Mi tierra, húmeda consanguínea,
tórrida transparencia de lilas agudas,
derrama en la Ceiba a un sol descompuesto.

Socava la delgada corteza del viento, ciudad abajo,
un mutismo de imágenes que se entumecen en la cara.

Cae sobre esta frágil superficie,
sustancia de pájaro vencido ante el vuelo,
nos toca mortales.

Mutila la tierra, el polvo,
cicatriz de dedos fugaces, memoria del agua.

Comienza en la epidermis un éxodo de máscaras,
horizonte que se oculta con la torpeza de los años.


II

La ciudad se esconde tras la lluvia.
Las flores se quiebran como memoria
en un zarpazo del aguacero.

Así se estrella violentamente,
pasa y cubre cada gota
en los techos, láminas y paredes,
sus sesiones devastadoras.

Sólo nos queda en las manos
un silencio de vidrios temblorosos.

Afuera crece una catástrofe,
un susurro cauteloso,
tragedia de siglos:
eco violento de laureles
desmoronándose en el vacío.


III

Todo emigra y se detiene.
El ojo se vuelve contemplación estática
desplegándose en los exilios de la mente.

Dolor que se deshoja apenas
como un silencio sin memoria.
Elidir de las cosas que se han perdido,
calladas demasiado tiempo
como piedras.

Ensaya la lluvia en el suelo
un rompecabezas muerto:
el crujir seco del otoño sobre la piel,
las estaciones que cambian de color como semáforos.

Nubes cancerígenas deshojándose.
Hialurgia arreciando como plaga
en las abiertas fauces del tiempo.


IV

Ojo y lluvia,
uno convierte al otro.
En un ruego interior,
en las liturgias de la sangre,
las fotografías son espejos muertos.

Mientras se emborracha el tiempo
la ciudad cae a pedazos.
En un acto aparece la expansión,
relatividad que crece como pulpo
vertiginosamente en la sangre.

Peces diminutos se revientan en la piel,
mientras los niños juegan
y marca la lluvia en sus ojos
un camino sin retorno.

—Sé que el temor al tiempo es algo natural,
que nada de amigable hay en esta agua
que transcurre su temporada fugaz—.

Un cascar undosamente martillea
la tertulia del invierno.

En una combustión sin imagen
el silencio se posa como otra ciudad.

La naturaleza busca perpetuarse en el acto,
pare sus metáforas, despliega en caras enconadas
la heterogénea sinergia que repite el amor
hasta crear universos.


V

Cicatrices que se apagan como relámpagos
fotografías que se llenan como tumbas.

En un embudo se congrega el pensamiento
destilando la realidad en espejismos,
arte del agua en la materia abandonada,
hialurgia del demiurgo vidriero
que pasa como por un acantilado
en el tiempo y sus disfraces.

Los ojos sin conciencia
se preparan para la inmolación.

Parpadeos tramontan en las estaciones
un espectáculo en su hálito hipnótico:
la musa asciende del cenagal
con harapienta voz de prisma herido.

Nosotros, el Narciso prolífero,
vemos en el azar, los vidrios,
indecible virus en el ojo,
la sentencia de la imagen.


VI

Cae
      Calíope.
Tropo de agua:
relámpago
                foto
                      cicatriz.
En una mueca de agonía,
            cae
                      quiebra sus alas
                           raspa su cuerpo con esquirlas
                                                rompe tu sombra
                                                     rasga mi piel en el descenso.

Como la pluma que quiere dormir
el sueño que no duerme.
Cae con un dolor de precipicios
la noche de este universo
vaciada por su luz.

El eco insistente de las cosas
en su número extraño.

Una cadencia disemina nuestra
sombra desfigurada.

La imagen muta su imagen muerta
desarmándose en las formas del viento.

En el espacio jadeante de la memoria
rebota la voz en soliloquios
como un pasillo resquebrajado:

—Se acabará la lluvia
pero empezaremos a ser lluvia nosotros;
nos humillarán los charcos
nos pisarán la cara,
pero en la mente seguirá arreciando la tempestad—.

Todo lo que hay afuera
se aprisiona en la ventana.
Las imágenes en una sucesión
de páginas blancas.

—Quizá la lluvia sólo nos recuerde
todos los abismos que llevamos en el alma
y somos el personaje que cae,
multiplicado—.

La anestesia,
atropina en la sangre
que nos va desgarrando en su sueño.

Cómo duelen sus páginas blancas,
sus calles blancas;
cómo duele ella,
cuando el instante la revienta
en una secuencia de astros innombrados:
el lenguaje ininteligible de los espejos.


VII

El tiempo se pudre en sus dedos.
Desfragmenta reticencias en súplicas:
calles abismales se desprenden de mis ojos,
labios lacerados arman la lluvia,
me hacen parte de su urdimbre.

El silencio pluvial
se arranca del chubasco de las calles,
y en la pudrición de sus dedos
nace un silencio más profundo.
Resuena en la retina
el chasquido de una música interminable.


VIII

El mundo calla.
Se derrama como un accidente.

Las cosas se escabullen
entre mis manos.

Una mano tibia se abre en el pecho:
tus ojos como agua,
gladiolas que ocultan su transparencia;
tus ojos en su propio lenguaje,
asentados en mis párpados como fotografía,
aleteando las temporadas tristes de tu cuerpo.
Tus ojos envejeciendo las formas
cayendo por mí como las hojas
de un calendario vacío.


IX

—Nos sentimos
como el espejo en el charco
que en las tardes refleja cosmogonías incompletas,
sorprendidos como el niño
que descubre el espacio en su frente.

En el transcurrir del agua
una agobiada presencia de universos
lleva nuestro nombre,
incandescencia que apaga su mecha
de crepúsculo en el lodo.


X

Desvaneciéndome en mi profunda tempestad,
sorprendo al mar llorando horizontes de piedra.

Se incrustan en mis ojos
espejos que mutilan la imagen
(Narciso enloquece).

Hay una voz que me dice:
—Deja que llueva,
no hay nada que hacer aquí
más que dejar que el agua
interne sus dedos en nosotros—.

Y en ligeros espasmos de viento
la lluvia cierra su camino:
hendir irremediable de la memoria.


Todos los poemas fueron tomados del  libro Dime qué somos donde las estaciones se ensamblan de Jobyoán Villarreal, publicado por el Ayuntamiento de Culiacán, Sinaloa el año 2014.






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PAULA IRUPÉ SALMOIRAGHI [18.785]

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PAULA IRUPÉ SALMOIRAGHI

PAULA IRUPÉ SALMOIRAGHI nació en Buenos Aires, en 1969. Es profesora en Lengua y Literatura, y traductora de francés. Escribe desde los quince años. Ha publicado poemas en revistas de Argentina, Francia y Bélgica, cuentos fantásticos y de CF en Clepsidra, Crónicas de la Forja, NM, MiNatura y Aurora Bitzine, y artículos de crítica y teoría literaria en diversos sitios web.



COMPARTIMENTOS ESTANCOS

Hay en el fondo del mar
un barco pirata que se hundió
y nunca más nadie
pudo ponerlo a flote.

No se sabe si llevaba un tesoro
si tenía cautiva a una princesa
o si su capitán tocaba el acordeón.

Las medusas y los hipocampos atraviesan
los compartimentos agujereados de su cubierta
y su velamen
se pega a los mástiles quebrados.

Por eso es muy lindo estar ahí.
No hay que preocuparse
por navegar.
Ya
no es importante
que el viento sea o no

favorable.




MAÑANA DE DOMINGO

Mi gato lentamente sobre el techo.

Sólo su sombra
en las baldosas del patio.






"Mi tren monoplaza", Ediciones Del Dock, 2010.


NO ENTREGUES

No entregues tu alma
no llores no te abras
que el amor hundirá su hierro
candente en tu herida
y coagulará tu sangre
y congelará tus lágrimas
y pudrirá tus besos
y apilará tus caricias hasta venderlas
a tanto el kilo
al primer vagabundo que pase por la calle.




LA BOCA DE PALABRAS

No tenés nada que decir
y se te llena la boca de palabras.

No hay gesto más sincero
que el gesto que no hiciste nunca.

En el revés de la mentira
no tiene por qué estar oculta la verdad.





VIAJE

Sumergite en tu sangre
sepultate en tu aliento.
A lo mejor encontrás algo.
A lo mejor cuando volvés
el mundo ha desaparecido.




EN LOS RINCONES

Vení
buscá en los rincones
en los ángulos
en los dobleces de mi piel
desde alguno está espiándote
todo el amor que te prometí.




VACÍA

Vacía de todo
miro tu cuerpo vacío.

Pero el amor se empeña
en mantener la mirada.




LA PIEL DEL MUNDO

Sólo sé que entraste
y saliste de mí para siempre.
Tus idas y vueltas están escritas
con mi sangre
en la piel del mundo.




VENÍ, VENÍ, SEGUIME 

Vení, vení, seguime
¿Mis padres? Yo no tengo padres
nunca los tuve
y lo que está ante vos no es mi casa.
Llegaste hasta mi médula
sacudiste
mi ternura creyendo
golpear mi puerta
bordeaste mis abismos
creyendo cruzar mi calle.
Estás ante el nudo de mis miedos
frente al humo de mi desamparo.
No te invito a mi cuarto
te introduzco
entre mis mármoles carnales
te inicio en la liturgia
de poseer mis rincones
en la ceremonia de venir
a visitarme un lunes por la tarde.

Te descubro en mis desnudeces
te sumerjo en mis humores
te enjabono con mis coágulos
( espuma roja)
te empolvo con mis horas molidas a mortero
te unto de alaridos
musgosos babeantes
te aromo con mis versos quebrados
punzantes
te reflejo en mis ojos de vidrio
vacíos vaciantes.

Y avanzas entre hogueras
entre fuegos fatuos
entre escombros vivos
entre vidrios calientes y entre voces
brotadas de alabanzas.
En mi garganta gruñe
la huella de tus pasos.

Y nos envuelven llamas
y nos enredan salmos.
Tu abrazo se me enrosca en la mirada
tu beso es incienso de humo errante
tu cuerpo funde el mar el hierro el canto
el cielo el surco la ofrendada
superficie de mi piel y de mis pactos.

Sentate, ponete cómodo.
Despliego para vos en cartón de mis ternuras
te rodeo con mi biombo
azul de nauseas gris de mitades.
¿Qué es tarde? Los relojes son cascotes en mis manos
lo que cae sobre el mundo no es la noche
lo que muere a tu lado no es la tarde.
Has revuelto mi carroña
bebido en mi taza el rocío
ácido de mis sábanas
modelado en tu boca las migajas
sedientas de mi amor desesperado.
No te invito a caminar la noche
te arrastro en mi caída en mi tornado
te condeno a llegar conmigo al muelle
a la rampa sobre el agua tumultuosa
que construye mi deseo
en la ventana.

Y estás listo a penetrar mis laberintos
y el mareo que te hamaca
y mis brazos que te empujan
hacia el fuego hacia la pira
al abismo al mar al sacrificio.
Sobre mi olor a sales y a cenizas
sobre mi aliento a algas y a vacío
tus pies se afirman.
Tus pies que conocen el final.

Y hemos vomitado los secretos
y rejuntado la magia con los dientes.
Nuestras lenguas paren el conjuro
y el espasmo final nos eterniza.
Y caemos
caemos hacia arriba hacia abajo o hacia adentro
caemos en el magma sin reflujos.
Sobre nuestras cabezas bajo nuestros pies
algo se solidifica.
La puerta mi puerta todas las puertas
rechazan todo intento de regreso.





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JUAN RAMÓN SANTOS [18.786]

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Juan Ramón Santos

Juan Ramón Santos (Plasencia, 1975), es escritor, autor de cuatro libros de relatos -'Cortometrajes', 'El círculo de Viena', 'Cuaderno escolar' y 'Palabras menores'-, de la novela "Biblia apócrifa de Aracia" y "El tesoro de la isla" y de los libros de poemas, Cicerone (La Luna de poniente, 2014) y Aire de Familia (La isla de Siltolá. 2016). Trabaja como promotor cultural y coordina con Nicanor Gil el Aula de Literatura "José Antonio Gabriel y Galán" de su ciudad natal, Plasencia.



Cicerone (La Luna de poniente, 2014)

La visita de unos amigos de fuera es siempre una ocasión extraordinaria para pasear por la ciudad, mostrar sus monumentos y hablar de su historia y sus costumbres, de su pasado, su presente y su futuro, pero también para mirarla con ojos extraños, limpios, renovados, y repasar de camino, recorriendo las calles, plazas y rincones que nos han visto crecer, la propia vida. Ésa es la pequeña excursión que propone Cicerone, un paseo demorado, a ritmo de flâneur, por los lugares de una ciudad pequeña, una reflexión sobre el paso del tiempo y la memoria, sobre la vida en la ciudad y la propia existencia, poema tras poema, nel mezzo del cammin di nostra vita.


La ciudad es mediana,
todos nos conocemos.
Mujeres que no acaban de ser guapas
y hombres que hablan de fútbol y del tiempo
abarrotan sus calles
no demasiado anchas
donde no siempre es fácil extraviarse.

La ciudad es tranquila,
de ordinario vivimos y morimos
sin hacer aspavientos,
porque el mundo sucede en otra parte.


MADUREZ

Con el paso del tiempo te das cuenta
de que muchas de aquellas
que tanto alguna vez te deslumbraron
no fueron nunca hermosas,
solo jóvenes,
y de que las mujeres, con los años,
terminan pareciéndose a sus madres,
lo mismo que los hombres
se convierten en copias de John Wayne,
viejos sheriffs de western decadente,
con pantalones de cintura alta
y un aire permanente de resaca
que arrastran su existencia por el pueblo,
entre el polvo y matojos vagabundos,
esperando a que llegue el forajido
que acierte entre sus ojos el ansiado
tiro de gracia.


MAL AGÜERO

Recuerdo aquellas tardes, en invierno,
cuando, al volver de clases de pintura,
cruzando esta plazuela me asaltaba
el siniestro alboroto de las grajas
que, ocultas allí arriba, entre tinieblas,
volando de pináculo en pináculo,
parecían reírse a carcajadas
de mi turbio futuro adolescente.
No sé si estas aves aún anidan
en el viejo tejado de la iglesia,
pues lo cierto es que evito atravesar
normalmente este espacio tan hermoso,
y no por miedo cinematográfico,
mas por puro temor a que los pájaros,
desde lo alto de su clarividencia,
se acuerden aún de mí y aún continúen
muriéndose de risa, los cabrones,
al ver lo que me queda por delante.




Aire de Familia (La isla de Siltolá. 2016).


Y ENTONCES FUE EL PRINCIPIO,
un estallido,
un big-bang celular
sin precedentes
que no alteró por ello lo más mínimo
la fatigada paz de los amantes,
que ignorantes dormían allá afuera,
inocentes, tomados de la mano,
desnudos, vulnerables,
ya inmortales.



Calçada do Combro

El tranvía perturba al rechinar
el sosiego temprano del domingo.
De la calzada asciende, mitigado,
el rumor de la gente y de los coches.
El mundo te reclama y tú te acercas
vacilante, agarrada a tu muñeco,
para asomarte muda, de soslayo, 
a este blanco balcón sobre Lisboa,
que esta mañana luce en tus pupilas
con prístino fulgor, como si nadie
jamás la hubiera antes contemplado.
Que nunca te arrebate nadie el don
de hacer resucitar con la mirada
este universo viejo y desgastado.


*


Hay algo de mi padre en ese gesto,
acaso la manera de entornar
los ojos si sonríes, cuando duermes
frunces el ceño igual que hace tu abuela
y tienes al bailar una alegría
que es herencia del sur y de tu madre
(por no hablar de la cólera feroz
que sufres si te enojas y que es mía).
Son parecidos vagos, inasibles,
que es inútil medir, mas que te otorgan
un decidido aire de familia,
parecidos que al mismo tiempo prueban
de forma irrefutable que la vida
es eterna en su forma más terrestre.



*



Esta mañana blanca de septiembre
es tan limpio el silencio
y tan tierna tu piel
que quién querría llegar a parte alguna.

Por eso demoramos nuestros pasos
dejando que se queden rezagados
sobre los escalones,
sobre los adoquines,
sobre la negra pasta del asfalto,
pero a pesar de todo, y sin quererlo,
vamos dejando atrás
escaleras, callejas y avenidas,
pasos de cebra, plazas y postigos
y un sendero de tierra
salpicado de piedras
y por primera vez cruzamos juntos
la cancela de hierro que custodia
el patio abarrotado del colegio
y el bullicio de cientos de muchachos
que esperan impacientes la sirena
sin lograr mantener recta la fila.

Yo sujeto tus dedos con los míos
con más fuerza si cabe que hasta ahora
mientras tus ojos brillan excitados
y te sientes llamada por el mundo.

Te sueltas de mi mano.

Ya te has ido.



Libro de familia

POR ÁLVARO VALVERDE

Aire de familia se titula el segundo libro de poemas del narrador Juan Ramón Santos (Plasencia, 1975) y lo publica, en la fértil colección Tierra, La Isla de Siltolá. Ya que lo menciono, si no cuento mal, es el sexto placentino con libro en la fresca editorial sevillana, lo que no deja de ser curioso, más si tenemos en cuenta que cuatro de ellos son, como ese sello, jóvenes.

Volviendo a la obra de Santos, no hay trampa aquí. Estamos ante un libro transparente, escrito con la verdad por delante. Su rótulo lo anuncia. La dedicatoria lo sentencia. El autor relata, desde la concepción al nacimiento, pasando por el embarazo de Fátima, la llegada al mundo de Mafalda, dedicataria del volumen junto a su madre. No es tan simple como parece. Esto es poesía. Sentimientos, miedos, descubrimienos, decisiones, ilusiones van componiendo un espacio íntimo que, sin embargo, cualquiera puede habitar. Más si ha pasado por el trance.

No falta ese toque de humor, marca de la casa (desde el mismo título de la sección: "Preparación al parto"). Ni ese ritmo que la métrica bien ejecutada proporciona.

Tras un emocionante "Interludio", cuando la criatura ya está en brazos de sus padres, catorce poemas de catorce endecasílabos cada uno arman "Álbum de fotos", que, a las claras también, ilustra momentos significativos de los primeros meses y años de vida de esa niña que vino a romper la soledad de sus progenitores.

En el "Epílogo", el adiós: ese instante decisivo en que un padre o una madre (o los dos) deja por primera vez a su hija en el colegio.

Sorprende que una historia tan gastada, digamos, pueda dar para tanto en manos de un escritor con sensibilidad y con talento. Para que nada quede en sensiblería, repetición ni mera ocurrencia. Ese es el hallazgo de Juan Ramón Santos y el acierto de este libro tan sencillo como asombroso. Pura vida.




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ANDREU CAÑADAS CUADRADO [18.787]

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ANDREU CAÑADAS CUADRADO

Andreu Cañadas Cuadrado, nace en la ciudad valenciana de Elx en 1990. Realizó el primer ciclo de la licenciatura de Historia del Arte en la Universidad de Barcelona. Se licenció en Antropología Social y Cultural por la Universitas Miguel Hernández, con estancia en la Universidad Autónoma del Yucatán. Actualmente, investiga en un programa de Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas entre la Universidad de Alicante y la Universitas Miguel Hernández, habiendo realizado una estancia de investigación en la Università degli Studi di Teramo.

También ha realizado estudios musicales, siendo profesor particular durante diversos años. Otros trabajos realizados puntualmente se enmarcan en el campo ambiental o el de la gestión cultural.

Ha publicado escritos en periódicos y en el campo académico. “Del Cascarón y el huevo”  (Ed. Devenir, 2016), es su primer poemario. En él, sintetiza un periodo de ruptura social a la vez que arma imágenes de vida. 




Del cascarón y el huevo. Ed. Devenir, 2016

Del Cascarón y el Huevo es el resultado de tres años de trabajo donde se han ido planteando cuestiones que surgen de la eclosión del «huevo» tópico.

El pensamiento arma la crítica, abre las posibilidades y así se van entretejiendo los momentos de amor, rabia y certeza. Desde un comienzo en que se asientan posiciones desde las que se enfrenta ese proceso de ruptura, se pasa a reconocer el «no» que retuerce las cotidianidades y todo ello salta al fin, amorosamente hablando.

La poética de Andreu Cañadas, se preocupa por cuidar la adaptación musical de la expresión para que, como dijera Agustín García Calvo, los versos vuelvan a «sonar al oído».


U-TOPOS

Llevas en tu auroro una utopía
de palabras llenas
y mil fábricas vacías.
Cántaros ínfimos
fórmulas quiméricas,
puentes.
Crónicas póstumas,
alcobas vacías
ríen por amores.
Valientes partidas
revientan aguas de empeño
que bailan la anchura
de la austeridad.
Que sienten el risco
de la anatomía.



TIEMPOS

Existe una franja llamada Holocausto
que mora tras las acciones.
Es como una nota descuidada, que adviertes
intermitente
cuando te afanas en no mirar atrás.
En el momento en que olvidaste tus ojos
desoyendo
se volvió a rajar el límite ominoso.
Cuando observaste el rostro del último lince
y ya no viste nada
el gas volvió a cernirse sobre nuestros rostros.
–Ahora,
dulcemente administrado–
Holocausto es la palabra
que espera tras el Final.



ESPERANZA

Espero
el día oportuno:
renuncio.
Ya vendrán los meses buenos
ya
las horas,
en que se estrene el viaje ansiado
y se desprenda libertad.
Ya vendrán...
Recuerdo el sueño soñado
desprecio:
Los rugidos de mis canas
el fulgor de mis desvelos.



LAS OLAS

Risa, juego, inocencia, llanto;
sueño, fuego, rebeldía, amor;
duda, empuje, vibración, azar;
vuelco, esfuerzo, libertad, campo.
Riesgo, letras, amistad, cante;
magia, ayuda, corazón, hondo.





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MICHAEL HAMBURGER [18.788]

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Image by Caroline Forbes

Michael Hamburger

Michael Hamburger. (22 marzo 1924 - 7 junio 2007) fue un destacado traductor, poeta, crítico, escritor de memorias y académico británico. Conocido en particular por sus traducciones de Friedrich Hölderlin, Paul Celan, Gottfried Benn y WG Sebald del alemán, y su trabajo en la crítica literaria. El editor Paul Hamlyn (1926-2001) era su hermano menor.

Nació en Berlín en una familia judía que emigró al Reino Unido en 1933, y se estableció en Londres. Fue educado en la escuela de Westminster y la Iglesia de Cristo, Oxford y sirvió en el ejército británico desde 1943 hasta 1947 en Italia y Austria.

Traducciones 

Charles Baudelaire , Twenty Prose Poems (translator), London, Poetry London, 1946 (revised ed. San Francisco, City Light Books 1988)
Flowering Cactus: poems 1942–1949 , Aldington, Hand and Flower Press, 1950 – out of print
Poems of Hölderlin (translator), Poetry London 1943, (revised ed. as Holderlin: His Poems , Harvill Press, 1952) – out of print
Ludwig van Beethoven , Letters, Journals and Conversations. London, Thames & Hudson, 1951 – out of print.
Trakl , Decline (translator), St. Ives, Guido Morris/Latin Press, 1952 – out of print
A. Goes, The Burnt Offering (translator), London, Gollancz, 1956 – out of print
Bertolt Brecht , Tales from the Calendar (translator), London, Methuen, 1961 (reissued London, Lion & Unicorn Press 1980) – out of print
Hugo von Hofmannsthal , Poems and Verse Plays (translator with others), Routledge & K. Paul, and New York, Bollingen Foundation, 1961 – out of print
Modern German Poetry 1910–1960 (translator with C Middleton), Routledge, and New York, McGibbon & Kee, 1962 – out of print
JCF Hölderlin, Selected Verse (translator), Harmondsworth, Middlesex, Penguin, 1961 (latest ed. London, Anvil, 1986)
Nelly Sachs , Selected Poems (translator), Jonathan Cape and New York, Farrar Straus and Giroux, 1968 – out of print
Hans Magnus Enzensberger , The Poems of Hans Magnus Enzensberger (translator with J Rothenberg and the author), London, Secker & Warburg, 1968 – out of print
HM Enzensberger, Poems for People Who Don't Read Poems (translator), Secker & Warburg, 1968 – out of print
An Unofficial Rilke (translator), London, Anvil Press, 1981 – out of print
Paul Celan , Poems (translator), Manchester, Carcanet, 1972 (new enlarged ed. as Poems of Paul Celan , New York, Persea, 1988 and 2002, and Anvil Press, 2007)
Friedrich Hölderlin , Selected poems and Fragments (translator), Penguin Classics, 1998 (new ed. 2007)
WG Sebald , After Nature (translator), London, Hamish Hamilton, 2002
WG Sebald, Unrecounted (translator), Hamish Hamilton, 2004

Prosa

Reason and Energy , London, Routledge & K. Paul, 1957 – out of print
From Prophecy to Exorcism: the Premisses of Modern German Literature , Longmans, 1965 – out of print
The Truth of Poetry , London, Weidenfeld & Nicholson, First published in 1969, (latest ed. Anvil, 1996)
A Mug's Game (memoir), Carcanet, 1973, (revised ed. as String of Beginnings ) – out of print
String of Beginnings (memoir), Skoob Seriph, 1991
Philip Larkin: A Retrospect , London, Enitharmon Press, 2002 — edition limited to 90 copies plus 20 hors commerce

Poesía 

Poems 1950–1951 , Hand and Flower Press, 1952 – out of print
Weather and Season: New Poems , London, Longmans, 1963 – out of print
Collected Poems 1941–1994 , Anvil Press, 1995, (new ed. 1999)
Circling the Square , Anvil Press, 2007
Taccuino di un vagabondo europeo (Poesie 1941–1999) Cura e traduzione di di Maura Del Serra, Roma, Fondazione Piazzolla, 1999

Otros

Hamburger, Michael. "TS Eliot." In TS Eliot: A Symposium , edited by Richard March and Tambimuttu, 178. London: Editions Poetry, 1948.


UNA INSPIRACIÓN         

Esta mañana pensé que quizá
sólo el poema no publicado preserva su valor,
que publicarlo es arrojarlo
a un tiradero de basura a que se corrompa
junto con los asesinatos de la semana anterior y los resultados del futbol,
los precios de la bolsa, celebraciones sociales y declaraciones políticas.
La argucia me convenció. Velozmente lo mecanografié
y a un semanario muy conocido despaché estas líneas.



VIDA Y ARTE II

Debido a que estaba escribiendo mi poema sobre los espinos—
un día sí, otro no, una y otra vez
hasta que lo dejé, y rompí todos los borradores—
se me olvidó alimentarlos. Simples bebecitos, engulleron
cada criatura inerme, desdentada y sin espigón
que dejaron con vida en el estanque—
a pesar de la cría de peces potencialmente cuatro veces su tamaño—
compitieron por el espacio vital hasta el último grano de comida
después se debilitaron y murieron.

Los quería, por supuesto,
(Inhumani nihil, etc. —mientras sea naturaleza:
los sapos se estrellan con las ranas en mi descuidado jardín)
sus aletas siempre vibrando ,
su brillo de macarela moteada,
cómo disparaban, torpedos en busca de barcos–
y estaba lleno de remordimiento.
Había estado esperando a ver a los machos
volverse carmín, magnesio azul en la estación de la crianza,
con valor defienden sus nidos.

Sin embargo, mi conciencia se sintió tranquila, también, al pensar:
un poema de amor menos.


PALABRAS

“¿Te llamas escritor? ¿Y te sientas allí con la lengua atada
mientras los otros hablan de libros?
Sorprendido, respondes con monosílabos, sin comprometerte.
¿Eres pues tímido o astuto? ¿Superior o simplemente tarado?
¿Te aburrimos o no estás atento?”

“Un poco de todo esto. Pero las palabras son la raíz del problema.
Ya que no puedo hablar —lo que no puedo hablar— lo escribo.
¿Palabras? Sí, palabras, no puedo actuar sin ellas.
Pero las odio como los amantes las odian
cuando llega el momento de que los cuerpos hablen;
como lo haría un acróbata                                             
si le preguntaran cuando está saltando cómo salta, por qué salta.
Extraño oficio, lo admito:
convertir algo en palabras para que las palabras traduzcan esas
cosas; poniendo en movimiento las palabras para que las palabras traduzcan el movimiento
¿Pero palabras sobre palabras sobre cosas? Puedo actuar sin ellas.
Mira: el juego del arbotante con las ramas movidas por el viento.
Escucha: un búho. Y aquellas voces —es la hora en que todo se cierra.
Y huele: el café hirvió hace dos minutos”.   

De Antología (El Tucán de Virginia, 1988)
Traducción de Aurelio Major, Miguel Ángel Flores y Verónica Volkow



Canción silenciada

Oscuros días del año
antes del solsticio, el Adviento
en el detrito de la rasgada arboleda
el cruel viento de los Urales.
El último farolillo de malva
valiente, en silencio se desflora,
pétalos flama, africanos, ahí persisten.
Debajo del manzano pelado
de fruta sin recoger, el amarillo,
el rojo o carmesí, yacen
subsidian el canto de las aves, ciervo.

Su anochecer sólo permite
una medio recuerdo de luz
Es tordillo cielo nube emplomado
La estrella en parpadeo que se oculta
Chifla el frío entre las fibras que el techo levanta
Para dar brote y sostenerse
y danza sus miembros entumecidos
que los ritmos de la ausencia baten.
Un hombre sordo canta cerca,
viene, la alabanza de los que esperan,
Servil, a la expectativa
del eterno aún no.


Nieva dentro

1

Árboles pelados,
arbustos pelados en flor,
lejos, en el prado del agua.
el aire también se vuelve blanquecino
cisnes camuflados al punto
de la perfección, invisibles,
mientras que el hambre obliga
a los pocos oscuros ciervos muntjac
a violar céspedes cercados,
-expuestos- sus ojos deslumbrados
cuando los rayos del sol irrumpen
destellando tanto blanco que
se torna pelusa.


2

Pero para el lechero, el lavandero
quienes desafiaron al cortado riel
el aguanieve y hielo en la quietud
no inmiscuyen menos blanco.
Los periódicos, el correo suspendido.
Lo que se mueve es el viento,
nube de masa ahora espesa, ahora rota,
los pájaros pequeños en movimiento tiemblan
hojuelas escamas cargan, es forraje;
Y, más allá del dominio de la nieve,
las lenguas elocuentes como siempre, menean
su necesidad de la así llamada guerra.


3

La habitación y el alimento
sienten, sufren esta necesidad:
un bien del petróleo ansía el del otro,
Luego más y más, y después todo.
Cubiertos de nieve, los esquimales
tuvieron suficiente con su era de hielo,
en nieve caliente como el oso polar,
La humanidad en su mayoría podía reír.
La paz blanca, la blanca poesía.
Floreció la luz cruel
hasta ser también ellos mimados,
y tirpular las máquinas de la codicia.


4

Aleros, ramas que ahora gotean
han llevado a la casa el periódico,
pizca de frío que adormece,
nuestra normalidad en descongelación.

Traducción: Marcela Chacón Ruiz



Epitafio para un jinete

Que nadie se lamente por cabalgadura, hueso guarnecido
que cruelmente montaba tras piedra, tras pantano,
leño, cerca y zanja, sea el tiempo que sea;
ni siquiera insinuar que dos se hundieron juntos:
un caballo cayó muerto y a su amo abatió,
mas con esa caída la unión fue terminada.
Y un rocín roto hallamos y muerto su jinete sin dejar
otra huella que limpios atavíos,
freno, riendas y látigo para que los recojan sus amigos.
Apenas los restos de una bestia yacen aquí.

Incluido en Poesía inglesa contemporánea (Barral Editores, Barcelona, 1975, versión de Antonio Cisneros).



   Knowing less and less, knowing
   That to walk is enough
   On the one, the various earth,
   To see is enough,
   The less lumbered with names,
   The more filled with the sight,
   With the light that’s nobody’s yet,
   New, after all it has fallen on,
   New, wherever it falls;

                                       (‘Travelling’)



.

ULRICH SCHACHT [18.789]

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Ulrich Schacht
Ulrich Schacht (Nació el 9 de marzo de 1951 en Stollberg en el Erzgebirge) es un poeta alemán escritor y periodista.

OBRAS:

Hohenecker Protokolle. Aussagen zur Geschichte der politischen Verfolgung von Frauen in der DDR 1984 by Ammann Verlag AG, Zürich
Brandenburgische Konzerte - sechs Erzählungen um einen Menschen Deutsche Verlags-Anstalt , Stuttgart 1989
(mit Heimo Schwilk) Die selbstbewußte Nation 1994
(mit Heimo Schwilk) Für eine Berliner Republik München 1997
Verrat. Die Welt hat sich gedreht . Transit-Verlag , 2001, 144 Seiten, ISBN 3-88747-167-9
Die Treppe ins Meer: Schweden-Gedichte Hauzenberg: Ed. Pongratz, 2003
Gott mehr gehorchen als den Menschen (Hg. mit M. Leiner, H. Neubert, Th. A. Seidel) Christliche Wurzeln, Zeitgeschichte und Gegenwart des Widerstands: Vandenhoeck & Ruprecht , Göttingen 2005
Weißer Juli: sechsunddreißig Gedichte und ein Essay , Hauzenberg: Ed. Pongratz, 2006
Bildnis eines venezianischen Mönchs. Eine Liebesgeschichte Hauzenberg: Ed. Pongratz, 2007
Vereister Sommer: Auf der Suche nach meinem russischen Vater , Aufbau Verlag , Berlin 2011, ISBN 978-3351027292
Bell Island im Eismeer . Gedichte. Edition Rugerup , 2011, ISBN 978-3-942955-09-6
Über Schnee und Geschichte. Notate 1983-2011 , Matthes & Seitz Berlin , 2012, ISBN 978-3-88221-564-9
Kleine Paradiese . Erzählungen. Edition Rugerup , 2013, ISBN 978-3-94295-537-9
Grimsey . Eine Novelle. Aufbau Verlag , Berlin 2015, ISBN 978-3-351036188




LÜBARS

Sólo la nieve
da luz
a esta hora. El sol
toda una leyenda. Voy por
el camino hacia el horizonte,
la relumbrante carretera
sola. Conmigo
mi sombra. Fuerte. La iglesia
queda atrás. La pradera. Enmarcada
la escena en cristal. Los campos,
laterales, reflejan
lejanía: la aldea tiene su sueño:
el sueño tiene su pared: enfrente
se desangra el ojo.

De El sueño tiene su pared. Nueva lírica alemana (El Tucán de Virginia, 1990).  Traducción de Elisabeth Siefer



Ulrich Schacht
Platon denkt ein Gedicht



Textprobe(n)

Platon denkt ein Gedicht
Im Mond Licht der März
Wald in der Nacht
Schatten: Stamm um
Stamm. Dazwischen, dunkler
noch: die
Stille.








Weißer Juli
Sechsunddreißig Gedichte und ein Essay
Edition Toni Pongratz, Hauzenberg 2006





UNTERM KIRSCHBAUM
sitzend, Vögel rauben seit
Tagen die Früchte, blick ich
hinab auf die Ebene bis zum
Meer: das vereinigt sich, im
Sonnenglast, mit dem

Himmel. Lautlos
fliegen die Vögel in die

Krone des Baumes lautlos
retten sie ihren leichten Leib
lautlos nimmt sich mein
Blick von dem was zu
sehen ist, und
was nicht








.

CHRISTOPH MECKEL [18.790]

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Christoph Meckel

Christoph Meckel (Nació el 12 de junio 1935 en Berlín, Alemania) es un poeta alemán, escritor y diseñador gráfico.

Obras 
Libros 

1959: Immermann-Preis
1961: Förderpreis zum Julius-Campe-Preis des Verlags Hoffmann und Campe
1962: Förderungspreis des Niedersächsischen Kunstpreises
1962/1963: Stipendium des BDI in Rom
1963: Stipendium der Villa Massimo Rom
1966: Preis der Jungen Generation zum Berliner Kunstpreis
1974: Reinhold-Schneider-Preis
1978: Rainer-Maria-Rilke-Preis für Lyrik
1981: Literaturpreis der Freien Hansestadt Bremen
1981: Ernst-Meister-Preis für Lyrik
1982: Georg-Trakl-Preis für Lyrik
1993: Kasseler Literaturpreis für Grotesken Humor
1998: Kester-Haeusler-Ehrengabe der Deutschen Schillerstiftung von 1859
2003: Joseph-Breitbach-Preis , zusammen mit Herta Müller und Harald Weinrich
2005: Schiller-Ring der Deutschen Schillerstiftung
2006: International Literary Award Novi Sad (Serbien)
2012: Rainer-Malkowski-Preis (geteilt)
2016: Hölty-Preis

Catálogos de exposiciones 

Tarnkappe. München 1956.
Manifest der Toten. Stierstadt im Taunus 1960.
Im Land der Umbramauten. DVA, Stuttgart 1961.
Dunkler Sommer und Musikantenknochen. Berlin 1964.
In der Tinte. Berlin 1968.
Werkauswahl. Lyrik, Prosa, Hörspiel . Nymphenburger, München 1971; 2. erg. A. 1981, ISBN 3-485-00289-5
Bockshorn . Nymphenburger, München 1973 – (1984 unter gleichem Namen verfilmt)
Licht . Nymphenburger, München 1978.
Ausgewählte Gedichte. Königstein im Taunus 1979.
Suchbild. Über meinen Vater. Düsseldorf 1980.
Der wahre Muftoni. Erzählung. München 1982.
Hundert Gedichte. München 1988.
Immer wieder träume ich Bücher. Warmbronn 1995.
Ein unbekannter Mensch. Bericht. München 1997.
Schöllkopf. Warmbronn 2000.
Zähne. München 2000.
Blut im Schuh . Gedichte. Zu Klampen, Lüneburg 2001, ISBN 3-933156-61-0 .
Nacht bleibt draußen und trinkt Regen. Passau 2002.
Suchbild: meine Mutter. München 2002.
Ungefähr ohne Tod im Schatten der Bäume. München 2003.
Seele des Messers. München 2006.
Musikschiff. Frauenfeld 2006.
Wohl denen die gelebt. Erinnerung an Marie-Luise Kaschnitz . Lengwil 2008.
Nachtsaison. München 2008.
Hier wird Gold gewaschen. Erinnerung an Peter Huchel . Lengwil 2009.
Poesiealbum 288 , Märkischer Verlag Wilhelmshorst 2010.
Russische Zone. Erinnerung an den Nachkrieg. Lengwil 2011.
Luis & Luis. München 2012.
Dunkler Weltteil. Erinnerung an afrikanische Zeit. Lengwil 2013.
Tarnkappe. Gesammelte Gedichte . Herausgegeben von Wolfgang Matz . München 2015.




ES EL VIENTO

Es el viento sobre los puentes, el humo y el frío.
Es la profundidad del agua, es el crepúsculo
que rasga el cielo y desaparece
hundiéndose en una noche glacial
en noviembre y en lluvia tiznada. Es la temprana
tarde del invierno, es el estar solo con ojos de fiebre
y huesos ligeros, son los bares y es
la embriaguez del coñac, el silencio y la gente de Babilonia,
es el aserrín en el suelo del bar, la escupidera
y la sangre en la escupidera, es la sangre en el aserrín
en el suelo del bar, es la llave americana,
es la risa de la gente de Babilonia,
es el dinero, es el hambre.
Son las ciudades junto a ríos aceitosos, es
el vuelo de los pájaros sobre los puentes, el humo, la noche de viento
y tormenta de invierno que descuartiza el cielo, es
un hambre de más y un refugio de menos, una vida
de más y una vida de menos, es el frío
el limbo tronante, un morir de más y un morir
de menos, son los muertos que recibió la memoria
por un tiempo, y son los muertos
que recibió el olvido para siempre. Es
el tiempo y el tiempo después y el júbilo al fin
la despedida larga, el sueño y la gran serenidad,
la ira sobre tanto y tan poco, y es su vida.

De El sueño tiene su pared. Nueva lírica alemana (El Tucán de Virginia, 1990). Traducción de Elisabeth Siefer






Él viene de noche,
ella conoce el ruido de su vehículo
esperando en el cuarto del baño, frente al espejo, fumando.
Y no sabe (nunca lo supo) lo que le espera:
el vino, la cama, el abrazo, el sueño y el silencio;
el gozo, las risas, el ajusticiamiento, el odio, el enojo,
y qué tipo de despedida le espera:
la del comienzo o la del fin.

De. Ch. MECKEL: Hundert Gedichte. 
Traducción desde el alemán original de
© Sergio Ismael Cárdenas Tamez,





Ella viene de noche,
él conoce el ruido de su vehículo
esperando en la ventana abierta, dudando, fumando.
Y no sabe (nunca lo supo) lo que le espera:
el vino, la cama, el abrazo, el sueño y el silencio
encantamiento, humor, risas, traición y calumnia
y qué tipo de despedida le espera:
la del comienzo o la del fin.

De: Ch. MECKEL: Hunder Gedichte. Ausgeqählt und mit einem Nachwort von Harald Weinrich
© 1988 Carl Hanser Verlag, München.
Traducción desde el alemán original de
© Sergio Ismael Cárdenas Tamez,


Im Vergleich

Und der krumme Hund mit dem Pfennig im Sack
ist ein guter Anblick, verglichen
mit dem krummen Hund ohne Sack und Pfennig.
Der Neger, sein Messer küssend im Dunkeln
ist ein guter Anblick, verglichen
mit dem, der seinen Namen wegwirft und einschläft.
Lustig macht uns der Frierende Franz
verglichen mit dem, der frierend
Zuflucht sucht in seinem Leichnam; es macht uns
lustig was lebt und den Tag im Auge behält.

Der Baum, der Stein, der Regen
braucht nicht verglichen zu werden, erhaben
über jeden Vergleich.
Aber wir können verglichen werden
der Reihe nach, einer am andern,
der Hunger des einen und das Erbrochene des ändern
das Rasierzeug des einen mit der Kehle des ändern
nackt, nackter, entblößt bis auf den Herzschlag
können wir endlos verglichen werden
zu jeder Stunde, auf jedem Abtritt
die Schlaflosigkeit des einen
                                   mit der Geliebten des ändern 
der Kältegrad des einen
 und die Schmerzmeisterschaft des andern.

Gentleman, die Vergleiche ruinieren uns, sichtbar 
sichtbarer mit der Zeit, am sichtbarsten ohne Anlaß 
das Stipendium des einen und der Wortschatz des andern 
fern, ferner, am entferntesten einer vom andern; 
einer immer hat kältere Füße
und schwärzeres Mehl in den Knochen, einer wird immer 
gefischt aus dem Wasser, das grundloser ist 
als das grundlose Wasser vom letzten Mal.

Steh auf, schlag den Kopf an die Wand im Vergleich
mit dem schärfsten Schmerz
mit dem härtesten Knochen!
Geh hin, zieh dich aus im Vergleich
mit der schmutzigsten Haut, mit der löchrigsten Decke!
Die Superlative halten sich schadlos
verzehren uns, persönlich und unpersönlich
während wir uns ausruhn von Hart
und Härter und Steinhart
und wir übertreffen sie, lebend und nichts sonst
und drehn uns zur Wand im Vergleich
                                                zu früher und später 
und sterben, verglichen mit niemand 
tot, tot im Vergleich zu Luft und Asche.



Wer könnte Platz nehmen

Wer könnte Platz nehmen
in der Gerechtigkeit
mit seinem Gepäck, seiner Spottdrossel, seinem Namen
der Freundschaft des Brotes gewiß, und sicher
daß das Wasser seinen Anblick erträgt
und die Liebe ihn achtet —
wer könnte ausruhn bei den Säulen und sagen:
hier bin ich, eingeschlossen
in Salz und Licht.

Er rückt sich in ihr keinen Sessel zurecht.
Von ihrem Vorwurf
betäubt und geschunden
am Rand der Straße hockt er noch immer
und zählt wie die Katze seine sieben Leben
unversöhnlich, hungrig
es tröstet ihn nichts.



Der Schiffsbaumeister

„Nicht Archen sollen gebaut werden, sondern Schiffe“
 sagte ich auf der Versammlung der Werftarbeiter 
doch spricht der Satz nicht mehr als eine Hoffnung aus 
die täglich wiederholt werden muß.

Tag für Tag soll öffentlich erklärt werden 
daß eine Zeit bevorsteht, da man Archen 
am Horizont der Meerstädte nicht mehr erblicken wird.

Was das Leben bestimmte zu meiner Zeit 
wird sich als unvorstellbar erweisen: die Weltmeere 
befahren von Archen, gewaltige Kästen 
bewachsen mit Laubwäldern, Sonnenblumen, Korn. 
Archen zu Hunderten unterwegs,
                                                    überfüllte Meerstraßen.
Spielhöllen, Akademien, Bibliotheken, Bordelle 
auf- und abfahrend in Sichtweite verheerter Küsten.

Zeit der Rauchtürme an allen Küsten.
Zeit der blutig niedergeschlagenen Streiks in den Häfen.
Zeit der fristlos evakuierten Provinzen
der verbannten Raubvögel und verschleppten Bäume.
Zeit planloser Meerfahrten, endlose Zeit
der von Gas und Chemie ruinierten Kontinente.

Als wir Tiere, Pflanzen, Gesteinsproben
auf die Archen schafften, für unbestimmte Zeit
hofften wir auf Signale:
DIE ERDE VON NEUEM BEWOHNBAR.
Als Elefanten die Archenböden zerstampften
die Rinder brüllten, die Affen sprangen ins Wasser -
Tag für Tag soll öffentlich erklärt werden
daß eine Zeit bevorsteht, da man Archen
am Horizont der Meerstädte nicht mehr erblicken wird.

Unvorstellbar wird sein das Wohnen
zu  Tausenden  in   engen  Schiffsräumen,
                                           vermietete Schlafsäcke
offene Feuer an Deck, Delphinjagden, Diebstahl 
flüchtige Liebe unter Segeltuch, Tod durch Ersaufen 
Pulvergestank, Süßwassersehnsucht und der Anblick von Küsten, die wochenlang 
verborgen lagen hinter einer Rauchbank 
auftauchend an Regentagen, schwarz und zerrissen.

Nicht Archen sollen gebaut werden, sondern Schiffe 
(unsere Flotte wird sich zusammensetzen 
aus Touristendampfern, Öltankern und
                                             Handelsschiffen).
Das Leben wird erstaunlich ungezwungen sein. 
Man wird Gouverneure an Bord
                        von Orangendampfern empfangen 
Gewerkschaftsbosse und Statthalter von Inselländern; 
man wird Schiffsoffiziere und Werftarbeiter
                                        bei Planungen hinzuziehen 
und Versicherungsbeamten Sherry anbieten 
während der Besichtigung auslaufender Schiffe. 
Man wird Tee trinken an den Nachmittagen,
                            Gespräche führen mit dem Cargo 
unter Sonnensegeln, während die Archen 
verschrottet werden, und Gehämmer 
widerhallt von neu errichteten Küsten.

Das kommende Zeitalter wird erstaunlich leicht
                                                und ungezwungen sein.
Nicht Archen werden gebaut werden, sondern Schiffe.
 Zu lange haben wir unsere Rettung besorgt 
zu lang nur gedacht an ein Überleben, zu schnell 
den Erdball hingegeben für einen Platz in der Arche.

Man wirft mir vor, ich sei alt; mir fehle die nüchterne 
Einschätzung der Epoche. Ja in Ermangelung 
eines Besseren rede ich wie von einem Traum
                                                          und habe doch
nichts verheißen, ich habe nichts Unmögliches zugesagt.
Es kann nicht sein, daß Andere leben werden wie wir. 
Es kann nicht sein, daß Verwüstung unser Nachlaß ist
                                                        und nichts sonst
Es kann nicht sein, daß wir nicht, bald schon 
Sonnenblumen an Land zurückbringen werden.





Dieser Tag

Alle Guten Geister für diesen Tag!

Der Wind strömt stark und warm.
                       Das Grosse Licht baut den Tag auf. 
Bienen und Kraniche über der Brandung.

Als hätte die Schöpfung nocheinmal begonnen.
Kein vorletzter Tag, kein letzter
und das Meer bewegt lebendige Finsternis.

Das Haus, im Schwirren der Vogelflüge
                       fliegt auf in die Pinien.

Freude, das Wort aufersteht
                       nicht geraubt, nicht gesäubert.

Wir hängen die Schuhe hinaus in den Wind 
und er füllt sie mit Schmetterling
                       und Samen der Steine.

Ein paar Sätze, die ich dir zurufen wollte 
für heute, für morgen,
                       für sieben Leben, kein Ende —



Erscheinung

Sie kommt, solang die Zeit an ihr festhält 
im Abend des kürzesten Tags 
zu ihm in das Zimmer, im offenen Mantel, 
sorglos, Schuhe in Händen, im Schein der Kerze 
und er erzählt ihr die Erscheinung:

sie kam, bevor die Zeit sie verbrauchte, 
am Mittag des kürzesten Tags 
zu mir in die Gärten, in fremden Kleidern,
unruhig, übernächtigt, die Laubfeuer rauchten,
und ich erzählte ihr die Erscheinung:

du kommst, bevor die Zeit dich verändert,
am Abend des vorletzten Tags
zu mir in die Unterkunft, mit erloschenen Haaren,
frierend im Tosen von Schutt und Flammen,
und ich  erzähle dir die Erscheinung:

Du kamst, bevor die Zeit dich erkannte,
im Abend der kürzesten Nacht
zu ihm in das Haus am Wasser, verwirrt, betrunken,
taumelnd im Zwielicht der Eisblumenfenster,
und ich erzählte dir die Erscheinung:

Sie erschien, bevor die Zeit sie entrückte,
am Morgen des kürzesten Tags
im Gaslicht der Flurbeleuchtung, vor seiner Suite
wortlos, unbewegt, in Handschuh und Schleier,
und er erzählte ihr die Erscheinung:






.

RICHARD EXNER [18.791]

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Richard Exner

Richard Carl Hugo Exner (Nacido el 13 de Mayo de 1929 en Niedersachswerfen; † 16 de de julio de 2008 en Berlín) fue un poeta germano-estadounidense especialista en literatura,  y traductor.

Obra lírica 

Gedichte. Limes Verlag, Wiesbaden 1956.
Fast ein Gespräch. Schneekluth Verlag, München 1980.
Mit rauchloser Flamme. Schneekluth Verlag, München 1982.
Aus Lettern ein Floß. Schneekluth Verlag, München 1985.
Ein halber Himmel. Schneekluth Verlag, München 1988.
Stätten. Ein Gedicht-Zyklus. Edition Toni Pongratz, Hauzenberg 1988.
Kindermesse. Gedicht-Zyklus. mit Zeichnungen von Mario Schosser, Edition Toni Pongratz, Hauzenberg 1989.
Die Nacht (Sieben Cantos). Randlage 37/38, Plön 1990.
Siebenunddreißig Umschreibungen der Nähe und der Entfernung. Lyrische Sätze. mit Zeichnungen von Mario Schosser, Edition Toni Pongratz, Hauzenberg 1991.
Ein Sprung im Schweigen. Gedichte und Zyklen. Radius-Verlag, Stuttgart 1992.
Gedichte 1953–1991. Radius-Verlag, Stuttgart 1994, ISBN 3-87173-027-0 .
Das Kind. Sechs Adventsgedichte. Edition Toni Pongratz, Hauzenberg 1995.
Die Zunge als Lohn. Gedichte 1991–1995. Radius-Verlag, Stuttgart 1996.
Gedichte. mit Zeichnungen von Jan Wawrzyniak, Radius-Verlag, Stuttgart 1998, ISBN 3-87173-176-5 .
ZwischenZeit. Gedichte. vom Autor selbst gelesen, an der Harfe Nora Sander, Verlag Sankt Michaelsbund, München, 2000 (Hörbuch)
Ufer. Gedichte 1996–2003. Radius-Verlag, Stuttgart 2003, ISBN 3-87173-266-4 .
Stele. Gedicht. Edition Toni Pongratz, Hauzenberg 2004, ISBN 3-931883-36-1 .
Untereinander. Gedichte aus dreißig Jahren. Verlag Sankt Michaelsbund, München 2004, ISBN 3-920821-44-0 .
Der Garten dahinter. Denklingen 2004, ISBN 3-931798-25-9 .
Bei nachlassendem Licht. Denklingen 2005, ISBN 3-931798-28-3 .
Erinnerung an das Licht. Gedichte 2003–2006. Edition Toni Pongratz, Hauzenberg 2007, ISBN 978-3-931883-52-3 .
Das ganze Leben. Späte Gedichte. Edition Toni Pongratz, Hauzenberg 2009, ISBN 978-3-931883-68-3 .



Después de Auschwitz

Para Wolfgang Weyrauch


1

¿Ya no hay poemas?
¿Entonces el apologético
Informe de gobierno
(el Libro Blanco – oh lenguaje,
¡Violada suavidad
de la nieve!),
la pesada novela
mentirosa o el
periódico tal vez?

Como una fosa común
el poema ahorra
espacio y tiempo.

Antes de Auschwitz,
después de Auschwitz
llovían disctaduras
y los ríos y
las ciudades
llevaban sangre.

Desde Auschwitz
ya no se puede matar
a la historia.
El trabajo siempre
hará libre
y los que de día asesinan
escuchan en la noche
a Mozart y a Bach.
Desde Auschwitz
–¡hay que quitarse el sombrero
ante este siglo!–
ya nada es
imposible.

Ni siquiera los poemas.


2

Animados
a dar rienda suelta
a su fantasía,
unos niños de Kampuchea
–cuyo asesino más reciente
decidió que allá sobraban
millones de
seres humanos–
dibujaron
cómo colgaban
disparaban y quemaban
a sus padres,
hermanos y extraños.

Y en ese momento
una niña preguntó
¿qué cosa es una muñeca?

Aún tiembla el aire
en las puertas azotadas
del jardín,
y la voz que ordenaba
el trabajo a Adán y a Eva
(fue una desgracia, creedme,
rutina y
consuelo del agotamiento)
aún sigue vibrando.


3

Hoy,
a un respiro
del tercer milenio
de la cruz,
el primer mundo y el segundo
indiscriminadamente
devoran
al tercero.

Radiante  
perecerá
lo que no esté muerto por hambre.
Antropófagos:
oh, cómo os protege
la palabra extranjera.

El apocalipsis
(Juan de Patmos,
El Bosco, los
pavorosos
fabulistas)
desde hace mucho
ya ha comenzado.

Vivimos,
antes de morirnos,
sus detalles.


4

Muy de madrugada
el sol,
las flores,
la tierra abierta.
Naturalmente
los mirlos cantan
también en el bosque
de Katyn.

Hay que quitarse el sombrero
ante nuestro siglo.
            Su progreso
            salta a la vista:
            tiros en la nuca y
            neurocirugía, todo
            lo lleva a cabo
con exactitud.
Nos extermina
como nos salva
combatiendo el cáncer
que ha sembrado.
Hay que quitarse la cabeza ante nuestro siglo.

Ven,
nuevo milenio post-Auschwitz
ven a Auschwitz

si no, todo fue
en vano.


5

El que sigamos amándonos
es un milagro.

Desde Auschwitz,

desde Auschwitz
me avergüenzo cuando
estoy en el abrazo.

Tu cuello pulsa
contra mis labios
como los pájaros grandes abaten su presa.

Nuestros cuerpos
sin aliento se
unen bruscamente y
yacen desnudos
trenzados
como si alguien
les hubiera dado
una ducha mortal.

Mientras yo
sienta tu piel,
no te desollarán
para forrar una lámpara.

De golpe nos despertamos
agradecidos.


 6

¡Despierta!
Matan a la gente mientras duerme
y al sur de nosotros
(los desaparecidos)
lo que uno ha besado
(los desaparecidos)
es torturado
instantes después.

Ven,
antes de que suene la hora
con cachiporras
antes de que
los que estamos desapareciendo
nos entreguemos.

A pesar de Auschwitz
no se puede matar a la historia.
Pero sí a nosotros,
a nosotros sí
y tan fácil.


7

¡Despierta!
tócame,
no esperes
a que los tiempos
cambien.
No cambian
jamás.

Hasta que Auschwitz
y todos los desaparecidos
hayan sido olvidados, recordados y
expiados
estaremos mudos.


8

Y sin embargo, hay poemas.

Con boca muerta hablados,
concebidos por tortura.

Sólo los hombres
desaparecen
sin huella.

A los poetas se les puede
matar a golpes. Nombres
son extinguidos.

Alguien, tal vez
la esperanza, graba a fuego
las letras
en su cerebro.

Blancas,
sin imprimir,
desde los archipiélagos
por encima de las fronteras
¡Fuera con ellas!

Y ahora
gritar, con gran voz
y de memoria
gritarlas:

La escritura
como tempestad,
como el humo de hombres

quemados.   


De El sueño tiene su pared. Nueva lírica alemana (El Tucán de Virginia, 1990). Traducción de Elisabeth Siefer





Canto VII: The Last Night

Yours will be
the last face
I see. I
knew it as I
lay beneath
you.

Abandoned Night,
I twisted myself
into you.

How lonely you
must have been
to enclose yourself
in stone. But
you have given
birth and baptized
with tears.

Abandoned Night
with the beautiful
proffered body
the chastely plaited
hair in which
your child never
hid.

Night, mother,
surrendered creature, how
exposed you were. That
you had to give birth
not to joy, or small
laughing cherubs, but
from pure sadness
to a child of tears, of
fire.

Night,
I did not suffocate
in the stony breech
of your arms and thighs.
I had already been born and
was already breathing.



Psalms 139:15

My frame was not hidden from you, when I was being made in secret, intricately wrought in the depths of the earth.

… and then you
opened, created space,
created new sadness, created
an impenetrable cloak of
despair around me and hurled me
into the
Night.
Night
wait for
me. The exile
is always on the
homeward journey. His
arrival is a myth:
But then, we are
already
there.
Ultimate Night,
whoever comes, never to go
away again, wants to sleep himself alert
beside you, to bring your stone
body to white heat once again and feel
its seething, his head, his head already extending
out of you, his mouth already reaching
dawn’s eyelashes.
Arrival once more.
Have mercy. 
Night,
tonight
we lie together
on the uplands
wasted by heat
and cold. 
Here the soul
steels itself
for the fire and
the tremor of
light.



We know that we have passed from death into life, because we love one another. He who loves not his brother abides in death. 1 John 3:14

I lay down
the weapons of
darkness. 
Ultimate Night, I do not want to
return to your womb.
I want to stretch out,
become a hand seizing the invisible,
hard, against the wood,
my body upon your limbs.
While I am still alive, take
your arms off your knees. 
You have long since
woven my
shroud. 
Look at me.
I sense that above
you sadness ceases
at last. I hear
children’s laughter. 
Bend
lower. Even with
your eyes closed
you will feel
me.
My gaze
rises constantly
to your face.





.

FRANK STANFORD [18.792]

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Frank Stanford

Frank Stanford. Nació el 1 agosto 1948 y murió el 3 junio 1978) fue un poeta americano. 

Cercano a su 30 cumpleaños, Stanford murió el 3 de junio de 1978 en su casa en Fayetteville, Arkansas, víctima de tres heridas autoinfligidas de pistola al corazón. En las tres décadas que siguieron, se ha convertido en una figura de culto en las letras americanas.

El sábado por la tarde del 3 de junio de 1978, Stanford se suicidó en su casa en Fayetteville. En su ensayo, "Muerte en la tarde fresca," su viuda Ginny Stanford señala que, habiendo descubierto su marido infidelidad, discutieron sobre el asunto; posteriormente, Stanford se retiró a su habitación, y momentos después, se escucharon disparos: Stanford hasta tres veces se pegó un tiro en el corazón con una pistola calibre 22. Tanto Ginny Stanford como CD Wright estaban en la casa en el momento de su muerte.

Aparte de la vergüenza imaginable, otros factores potencialmente opresivos pueden haber motivado el suicidio de Stanford. Algunos de sus compañeros y otras personas han sugerido que podía haber tenido la intención de morir antes de los 30 años. Por otra parte, el padre Fuhrmann, que se había reunido con Stanford poco antes de su muerte, cuenta que el poeta tenía "mucho en su mente y Wright y Ginny Stanford informaron que estaba deprimido en el día de su suicidio. Stanford también había pasado un tiempo en el hospital del estado de Arkansas (el hospital psiquiátrico del Estado) en Little rock, Arkansas en 1972 y es posible que intentara suicidarse previamente. 

OBRA:

The Singing Knives (Mill Mountain Press, 1971; [19] Lost Roads , 1979, 2008)
Ladies From Hell (Mill Mountain Press, 1974)
Shade (Mill Mountain Press, 1975 [35] )
Field Talk (Mill Mountain Press, 1975)
Arkansas Bench Stone (Mill Mountain Press, 1975)
Constant Stranger (Mill Mountain Press, 1976)
The Battlefield Where The Moon Says I Love You (Mill Mountain Press/ Lost Roads , 1977; [43] Lost Roads , 2000)
Crib Death (Ironwood Press, 1978)
You ( Lost Roads , 1979, 2008)
Conditions Uncertain And Likely To Pass Away ( Lost Roads , 1990 [57] )
The Light The Dead See: Selected Poems of Frank Stanford (University of Arkansas Press, 1991)
What About This: The Collected Poems of Frank Stanford ( Copper Canyon Press , April 14, 2015) [89]
Hidden Water: From The Frank Stanford Archives ( Third Man Books , July 21, 2015)



Ver­siones y nota de Hernán Bravo Varela

Leyenda aún oscura de la poesía esta­dounidense del siglo xx; a menudo com­parado por con Whit­man y Rim­baud, Frank Stan­ford (Rich­ton, Mis­sis­sippi, 1948-Fayetteville, Arkansas, 1978) se sui­cidó poco antes de cumplir los treinta años. Incur­sionó en el cine y la edi­ción inde­pen­di­ente. Pese a su corta vida llegó a pub­licar casi una decena de volúmenes, inclu­ido El campo de batalla donde la Luna dice que te amo [The Bat­tle­field Where the Moon Says I Love You], de 1977, un poema épico de más de quince mil ver­sos sin estro­fas ni pun­tuación. La poesía reunida de Stan­ford, What About This [¿Y qué me dices de esto?], pub­li­cada este año por la pres­ti­giosa edi­to­r­ial Cop­per Canyon, ha lla­mado poderosa­mente la aten­ción de críti­cos y lec­tores en todo el mundo, e incluye cien­tos de pági­nas inédi­tas en verso y prosa. Los poe­mas aquí pre­sen­ta­dos con­sti­tuyen, con toda seguri­dad, las primeras ver­siones al español de la vasta, mag­nética y a menudo escalofri­ante obra de Stan­ford.*


El robalo

Salta muy alto,
desafía la noche,
hace sonar sus branquias
y anzue­los
en su dorso.
El indio dice
que parece un ganso
cuando pasa delante
de la luna.



El charal

Si apri­eto
su cabeza,
le saltarán
los ojos
como estrel­las.
Las ondas
que pro­duce
pueden mover
la luna.



Poema

Cuando le cae la llu­via a la ser­pi­ente en la cabeza,
él, cer­rando los ojos, quer­ría estar
dormido en una llanta al borde del camino
para que los mucha­chos lo hagan rodar por siempre.



Nar­ciso a aquiles

Ayer pasé por un puente,
vi una bota bajo el agua.
Tales pen­samien­tos tuve,
que no te puedo decir.


Plane­ando la desaparición
de aque­l­los que se han ido

Den­tro de poco haré mi aparición
pero debo quitarme antes los aros
y espadas colocarlos
en ban­cos de altra­muces de aquel río prohibido
para lle­var la cuenta de los días en que
me ido de esta tierra
no voy a usar los dedos



Bel­ladona

La noche en que te conocí
llev­aba puesta la camisa negra
llev­aba el pic­ahie­los en mi bota
Subí al árbol en cueros
me col­gué bal­ance­ando de una rama
Nadé todo el camino
bajo el agua
el cuchillo en mi boca
Como can­ción de cazador de cerdos
hay huel­las que no pueden ser rastreadas
Una can­ción que se deshace
como un rosario
en la parte trasera de una iglesia
Oh bolero la noche en que te conocí
dejé de darle brillo a los zapatos



Los primeros vein­ticinco años de mi vida

Me encon­tré con mi padre en una bib­lioteca de Mem­phis, Tennessee.
Las abe­jas salían volando desde el sol.
El extraño país de la niñez,
como una libélula con col­lar para perros.
Ésta es la firma del doc­tor y éste es el dinero traído de la casa.
Antes, cuando los astros eran pececillos
que morían de muerte nat­ural en la tina, nos fugábamos
de los demás en nue­stros barcos.
Salíamos de mañana.
Había mos­qui­tos en nue­stro café
y las cule­bras rompían el hielo para nue­stros viajes.
Querían morir los grillos.
Tu cabeza estaba en mi regazo.
Pescamos con cur­ricán y doce cañas.
Como hacen esos búhos que llev­aste al bosque,
te llamé de mil formas.
Era tu voz un tronco bajo el agua,
entre bagres azules.
No se interne en el bosque.
Las mari­posas, antes de morir, sobre­vue­lan el puente por debajo.
Tomo mi som­bra de los yacimien­tos de la luna.
Yo, nube que hace som­bra, cubro de luz mi cuerpo, total­mente desnudo
ahora, mien­tras me llamo en sueños por mi nombre.



La luz que ven los muertos

Son muchos los que vuelven
después de que alisó el doc­tor la sábana
en torno de su cuerpo
y dejó el cuarto para hacer su llamada.
Han muerto pero viven.
Se les conoce como los muer­tos que vivieron a través de sus muertes,
y en mi familia
se les tiene por sabios y honestos.
Flotan fuera de sus cuerpos
y se pren­den del techo como una palomilla,
sigu­iendo los afanes de todos los demás en torno suyo.
Las voces e imá­genes de los vivos
se van desdibujando.
Un bramido los traga
bajo las ruedas de una tiniebla sin dolor.
En la distancia
hay alguien
pare­cido a un guar­davía que agita una linterna.
La luz aumenta, crece una flor blanca.
Se vuelve muy intensa, como música.
Ven los ros­tros de gente a la que amaron,
los que en ver­dad murieron y hablan dulcemente.
Ven en un sem­bradío a su padre, sentado.
Ter­minó la cosecha, y su silla de mim­bre quedó lista.
Lleva una toalla alrede­dor del cuello
que huele a tónico de ron.
Luego ven a la madre
de pie, a espal­das suyas, con un par de tijeras.
Sopla el viento.
Ella le corta el pelo a él.
Los muer­tos han con­tado his­to­rias como éstas
a los vivos.



Todos los que están muertos

Cuando un hom­bre ya sabe que otro
lo anda buscando,
el hom­bre no se oculta.
No se espera
a pasar otra noche
con su esposa
o a acostar a sus hijos.
Se pone una camisa limpia y un traje oscuro,
y va a la barbería
para dejar que otro lo rasure.
Cierra los ojos,
se recuerda a sí mismo cuando niño, desnudo
y recostado en una roca junto al agua.
El hom­bre pide, luego, la loción especial.
Los viejos se colo­can junto a la silla, en fila,
y el bar­bero rocía un poco a cada uno
de ellos en las manos.




A veces, en el sueño, acariciamos
el cuerpo de otra
mujer y despertamos
y sabe­mos de las primeras noches
cuando lle­gan vis­i­tas de verano
a esa casa de tres pisos de la infancia.
No importa lo que recordamos,
el pelo más oscuro
peinado frente al más oscuro espejo
del cuarto más oscuro.



Moscas en la mierda

A los señores del sur
a los tur­is­tas del norte
que escriben poe­mas sobre el sur
a los pen­de­jos estudiantes
les quiero hacer una pre­gunta estúpida
han visto alguna vez una regata de moscas
nave­gando en un mon­tón de mierda
y regre­sar a hacer un píc­nic en la mierda
han oído aunque sea alguna vez
en su vida a las moscas en la mierda
porque yo me curtí con moscas
que flota­ban en la mierda


Para saber llegar

Vé al cementerio.



Luz de río

Lado a lado, mi padre y yo nos recostamos.
Él está muerto.
Alzamos la mirada para ver las estrel­las, el sonido insistente
del viento al encen­der la noche como un ventilador.
Éste es nue­stro hogar.
Recuerdo la obra en él como si fuera
la amar­gura en los caquis antes de una nevada.
E imag­ino la forma en que él tenía miedo,
el suelo oscure­cién­dose en la lluvia.
Ahora, él se levanta.
Y sueño que me mira hacia abajo, a los ojos,
y que me ve morir.




the bass 

He jumps up high  
against the night,  
rat­tling his gills  
and the hooks  
in his back. 
The Indian says  
he is like a goose 
pass­ing in front  
of the moon.



the min­now 

If I press 
on its head,  
the eyes  
will come out  
like stars.  
The rip­ples  
it makes  
an move  
the moon.



poem 

When the rain hits the snake in the head,  
he closes his eyes and wishes he were 
asleep in a tire on the side of the road, 
so young boys could roll him over, forever.



nar­cis­sus to achilles 

Yes­ter­day, I passed over a bridge
and saw a boot under­wa­ter
Such thoughts I had,
I can­not tell you.



plan­ning the dis­ap­pare­ance 
of thse who have gone 

Soon I will make my appear­ance  
But first I must take off my rings  
And swords and lay them out all 
Along the lupine banks of the for­bid­den river 
In reck­on­ing the days I have  
Left on this earth I will use  
No fingers.



bel­ladonna 

The night I met you 
I had the black shirt on 
I had the ice pick in my boot

I climbed the tree buck naked  
I swung out on a limb  

I swam all the way  
Under the water  
With the knife in my mouth  

Like a song of hog blood  
Foot­prints you can­not track  

A song that comes apart  
Like a rosary  
In the back of a church  

O boot­black the night I met you  
I quit shin­ing shoes



the first twenty-five years of my life 

I met my father in a library in Men­phis, Ten­nessee.  
Bees flew out of the sun. 

The strange coun­try of child­hood, 
Like a drag­on­fly on a long dog chain. 

This is the sig­na­ture of the doc­tor, the money from home.  
Before, when each star was a min­now  
Dying nat­u­rally in a tub, we slipped off 
From the oth­ers in our boats.  

We left in the morn­ings. 

The mos­qui­toes were in our cof­fee 
And the snakes broke ice for our jour­neys. 
The crick­ets wanted to die.  
Your head was in my lap. 
We trolled twelve poles.  

Like the owls you bull­dozed into the woods, 
I called you many names.  
Your voice was a log under the water,  
Blue chan­nel there.  
Do not reach into this wood.  

But­ter­flies hover under the bridge before death,  
I take my shade in the bor­row pits of the moon. 

Cloud mak­ing shadow, I cover my body now buck naked  
With light, call­ing my name in my sleep.




the light the dead see  

There are many peo­ple who come back  
After the doc­tor has smoothed the sheet 
Around their body 
And left the room to make his call.  

They die but they live. 

They are called the dead who lived through their deaths,  
And among my peo­ple 
They are con­sid­ered wise and hon­est. 

They float out of their bod­ies 
And light on the ceil­ing like a moth, 
Watch­ing the efforts of every­one around them. 

The voices and the images of the liv­ing  
Fade away.  

A roar sucks them under 
The wheels of a dark­ness with­out pain.  
Off in the dis­tance 
There is some­one 
Like a sig­nal­man swing­ing a lantern.  

The light grows, a white flower.  
It becomes very intense, like music. 

They see the faces of those they loved, 
The truly dead who speak kindly.  

They see their father sit­ting in a field.  
The har­vest ir over and his cane chair is mended. 
There is a towel around his neck, 
The odor of bay rum. 
Then they see their mother 
Stand­ing behind him with a pair of shears. 
The wind is blow­ing. 
She is cut­ting his hair. 

The dead have told these sto­ries 
To the living.



every­body who is dead 

When a man knows another man 
Is look­ing for him 
He does’nt hide. 

He does’nt wait 
To spend another night 
With his wife 
Or put his chil­dren to sleep. 

He puts on a clean shirt and a dark suit  
And goes to the bar­ber shop 
To let another man shave him. 

He shuts his eyes  
Remem­ber him­self as a boy 
Lying naked on a rock by water.  

Then he asks for the spe­cial lotion.  
The old men line up by the chair  
And the bar­ber pours a lit­tle  
In each of their hands.



you  

Some­times in our sleep we touch  
The body of another woman  
And we wake up 
And we know the first nights 
With sum­mer vis­i­tors  
In the three sto­ried house of our child­hood.  
What­ever we remem­ber,  
The dark­est hair being brushed  
In front of the dark­est mir­ror 
In the dark­est room.



flies on shit 

To the gen­tle­men from the south  
to the tourists from the north  
who write poems about the south  
to the dumb-ass stu­dents 
I’d like to ask one lousy ques­tion 
have you ever seen a regatta of flies 
sail around a pile of shit 
and then come back and pic­nic on the shit 
just once in your life have you heard 
flies on shit  
because I cut my eye teeth on flies  
float­ing in shit



to find direc­tions 

Go to the graveyard.



riverlight 

My father and I lie down together.  
He is dead. 

We look up at the stars, the steady sound  
Of the wind turn­ing the night like a ceil­ing fan.  
This is our home.  

I remem­ber the work in him 
Like bit­ter­ness in per­sim­mons before a frost. 
And I imag­ine the way he had fear, 
The ground turn­ing dark in a rain. 

Now he gets up. 

And I dream he looks down in my eyes 
And watches me die.




* Los primeros seis poe­mas cor­re­spon­den a Los cuchil­los que can­tan (The singing knives), 1971; el sigu­iente a Un per­ma­nente descono­cido (Con­stant stranger), 1976; luego, “La luz que ven los muer­tos”, a Muerte de cuna (Crib death), 1978; el noveno y el décimo poema pertenecen al vol­u­men Tú (You), pub­li­cado pós­tu­ma­mente en 1979; las “Moscas en la mierda” se encuen­tra en La parra ardi­ente (Smok­ing grapevine), sin fecha, tam­bién pub­li­cación pós­tuma, mientras los dos últi­mos tuvieron cabida en La última pan­tera en la meseta de Ozark (The last pan­ther in the Ozarks), sin fecha y de pub­li­cación pós­tuma. (N. de la R.)

http://revistacritica.com/contenidos-impresos/poemas/poemas-frank-stanford






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ELLEN BASS [18.793]

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Ellen Bass 

Nacida en 1947 en Filadelfia, es una poeta americana.

Bass creció en Margate City, Nueva Jersey, donde sus padres eran propietarios de una tienda de licores. Asistió al Goucher College, donde se graduó con honores en 1968 con su licenciatura. Persiguió un grado de maestría en la Universidad de Boston, donde estudió con Anne Sexton y se graduó en 1970. Desde 1970 hasta 1974, Bass trabajó como administradora en un centro de servicios sociales en Boston. En la actualidad enseña en el programa MFA en la Universidad del Pacífico en Oregon y reside desde 1974 en Santa Cruz, California. 

Sus poemas han aparecido en cientos de revistas y antologías, entre ellos The New Yorker, The Atlantic Monthly, Ms., The American Poetry Review, The Kenyon Review, Ploughshares, and Field .  
Gran parte de su escritura anterior es poesía confesional.

Poesía 

Colecciones 

I'm not your laughing daughter . University of Massachusetts Press. 1973. ISBN 978-0-87023-128-5 .
No More Masks! An Anthology of Poems by Women , co-edited with Florence Howe (Doubleday, 1973) ISBN 978-0-385-02553-9
Mules of Love . BOA Editions. 2002. ISBN 978-1-929918-22-5 .
The Human Line ( Copper Canyon Press , 2007) ISBN 978-1-55659-255-3
Like A Beggar ( Copper Canyon Press , 2014) ISBN 978-1-55659-464-9

No ficción 

I Never Told Anyone: Writings by Women Survivors of Child Sexual Abuse (HarperCollins 1983, 1991) (co-authored with Louise Thornton and others)
The Courage to Heal: A Guide for Women Survivors of Child Sexual Abuse (HarperCollins 1988, 1994) (co-authored with Laura Davis)
Beginning to Heal: A First Book for Men and Women Who Were Sexually Abused as Children (HarperCollins 1993, 2003) (co-authored with Laura Davis)
Free Your Mind: The Book for Gay, Lesbian and Bisexual Youth—and Their Allies (HarperCollins, 1996) (co-authored with Kate Kaufman)

Libros para niños

I like you to make jokes with me, but I don't want you to touch me (Lollipop Power, 1981; Carolina Wren Press, 1993)



Qué me encantaba 

Ver­sión de Rodrigo Flo­res Sánchez

¿Qué me encantaba de matar a los pol­los? Déjenme comenzar
con el camino hacia la granja, cuando la oscuridad
se hundía de nuevo en la Tierra.
La car­retera húmeda y bril­lante como el listón plateado
de un cara­col, y el huerto
con sus ramas escuál­i­das. Me encanta­ban los delan­tales amarillos
de goma y el modo en que Janet anud­aba mi tirante roto.
Y los altares de acero inoxidable
que blan­queábamos, Brian afilando
los cuchil­los, probando el filo con la uña de su pulgar.
Las ochenta y ocho gallini­tas agaza­padas en sus cajas.
Envolviendo con mis manos
sus alas blan­cas, las metía en la urna cónica.
Algu­nas se mostra­ban despre­venidas al estrecharse el mundo;
algu­nas cacare­a­ban y revolote­a­ban; algu­nas luchaban.
Asía una por una, doblaba sus patas brillosas,
sacaba su cabeza a través del embudo para sacrificio,
su pico de quer­atina y la hir­suta y vas­cu­lar cresta roja
que alguna vez las man­tuvo frescas
cuando picote­a­ban en su man­sión de herbaje.
Yo no veía esos ojos pétreos. No pedía perdón.
Desliz­aba la navaja entre las plumas y hacía
rápi­dos cortes semi­cir­cu­lares, cercenando
las arte­rias justo debajo de la mandíbula. La san­gre escurría
como vino de una botella. Después, al ver su miga de corazón,
me cuesta creer que una estrella tan pequeña
pudiera bril­lar de esa forma. Lev­antaba cada cuerpo, lo sumergía en agua caliente
hasta que la escamosa mem­brana de las patas
se desprendía bajo mi pulgar.
Y luego de ser lan­zadas al desplumador,
me encan­tan las aves recién desnudas.Al separar
con pre­cisión cabezas y patas de las artic­u­la­ciones: riquezas
de un hom­bre pobre para un caldo dorado. Hacer
una gri­eta, alcan­zar su cavidad,
lib­erar los órganos, el der­rame del intestino, las molle­jas teñi­das de azul,
las bol­si­tas de los pul­mones, los cora­zones majestuosos,
y aflo­jar, escrupu­losa­mente, de la vesícula el hígado fofo,
su amarga bilis. Y la fas­cia desplegándose
como un aban­ico trans­par­ente. Cuando jalo el esófago
por el pes­cuezo, me encanta la suc­ción y la distensión
al despren­derse. Luego cerceno el ano con su grisácea perla
de caca. Una y otra vez, mis manos exploran
cada cueva, apren­den a ver con las yemas de los dedos.
Como foras­tero en un país desconocido,
entrando en igle­sia tras igle­sia. En cada una, las mis­mas figuras
de la Vir­gen, el Cristo crucificado,
que siem­pre con­sid­eré aterrador,
hasta que Marie dijo que era tierna,
la ima­gen más tierna, cada santo y cada pri­sionero político,
cada poeta encar­ce­lado y cada monje en llamas.
Pero aunque tengo todo el tiempo del mundo
para pen­sar pen­samien­tos así, no lo hago.
Estoy en blanco al enjua­gar cada esqueleto,
y esto es lo que más me gusta.
Como cuando se apaga el refrig­er­ador y escuchas
el silen­cio. Mien­tras el sol ascendía
nos quitábamos nues­tras sudaderas y trasladábamos las hiel­eras a la sombra,
pero salvo eso, no tran­scur­ría el tiempo.
No tenía ham­bre. No deseaba detenerme.
Estaba tomando aire de una reserva luminosa.
Doblábamos cada pol­lita, colocán­dola en una bolsa de plástico,
las con­gelábamos y las sub­íamos a los coches.
Amaba la ver­dad. Incluso en esta única cosa:
ver de frente a lo terrible,
el pacto uni­lat­eral que hace­mos con lo vivo de este mundo.
Al final, restregábamos las mesas, con la manguera limpiábamos la san­gre seca,
la man­cha que flo­recía a través del agua.




What Did I Love

What did I love about killing the chickens?  Let me start
with the drive to the farm as darkness
was sinking back into the earth.
The road damp and shining like the snail’s silver
ribbon and the orchard
with its bony branches. I loved the yellow rubber
aprons and the way Janet knotted my broken strap.
And the stainless-steel altars
we bleached, Brian sharpening
the knives, testing the edge on his thumbnail. All eighty-eight Cornish
hens huddled in their crates. Wrapping my palms around
their white wings, lowering them into the tapered urn.
Some seemed unwitting as the world narrowed;
some cackled and fluttered; some struggled.
I gathered each one, tucked her bright feet,
drew her head through the kill cone’s sharp collar,
her keratin beak and the rumpled red vascular comb
that once kept her cool as she pecked in her mansion of grass.
I didn’t look into those stone eyes. I didn’t ask forgiveness.
I slid the blade between the feathers
and made quick crescent cuts, severing
the arteries just under the jaw. Blood like liquor
pouring out of the bottle. When I see the nub of heart later,
it’s hard to believe such a small star could flare
like that. I lifted each body, bathing it in heated water
until the scaly membrane of the shanks
sloughed off under my thumb.
And after they were tossed in the large plucking drum
I loved the newly naked birds. Sundering
the heads and feet neatly at the joints, a poor
man’s riches for golden stock. Slitting a fissure
reaching into the chamber,
freeing the organs, the spill of intestines, blue-tinged gizzard,
the small purses of lungs, the royal hearts,
easing the floppy liver, carefully, from the green gall bladder,
its bitter bile. And the fascia unfurling
like a transparent fan. When I tug the esophagus
down through the neck, I love the suck and release
as it lets go. Then slicing off the anus with its gray pearl
of shit. Over and over, my hands explore
each cave, learning to see with my fingertips. Like a traveller
in a foreign country, entering church after church.
In every one the same figures of the Madonna, Christ on the Cross,
which I’d always thought was gore
until Marie said to her it was tender,
the most tender image, every saint and political prisoner,
every jailed poet and burning monk.
But though I have all the time in the world
to think thoughts like this, I don’t.
I’m empty as I rinse each carcass,
and this is what I love most.
It’s like when the refrigerator turns off and you hear
the silence. As the sun rose higher
we shed our sweatshirts and moved the coolers into the shade,
but, other than that, no time passed.
I didn’t get hungry. I didn’t want to stop.
I was breathing from some bright reserve.
We twisted each pullet into plastic, iced and loaded them in the cars.
I loved the truth. Even in just this one thing:
looking straight at the terrible,
one-sided accord we make with the living of this world.
At the end, we scoured the tables, hosed the dried blood,
the stain blossoming through the water.


http://revistacritica.com/contenidos-impresos/poemas/que-me-encantaba-ellen-bass




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MATÍAS SERRA BRADFORD [18.794]

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Matías Serra Bradford 

(Buenos Aires, Argentina  1969). Escritor, poeta, crítico y traductor. Es el autor de las novelas Manos verdes y La biblioteca ideal. Colabora en diversos medios de Argentina, en Crítica de México y en la revista inglesa PN Review. Fue el editor y traductor de Si mi biblioteca ardiera esta noche de Aldous Huxley, de La isla tuerta –antología de poetas británicos de los últimos sesenta años– y de La vida y el arte de Michael Hamburger. Tradujo también a John Berger, Iain Sinclair y Patricia Highsmith. Seleccionó y prologó antologías de Peter Handke, Robert Aickman, E.H. Gombrich y M. John Harrison. Textos suyos fueron incluidos en las antologías Os Outros (Brasil), Viaje a Oriente, La Argentina como narración, y en la revista francesa Europe. 





Una tem­po­rada de poe­mas por encargo.
Al final atrav­esé un bosque con una mesa a cuestas.
Arriba de la mesa iba un animal
haciendo equi­lib­rio.
No puedo nom­brarlo, no lo veía.
Era lec­tor de mesas.
Me alentaba a seguir. Desconocerlo
era el único modo de avanzar.
Su ruego se sobreen­tendía: pasar­les a las cosas
desde más alto, actuar indiferencia
frente a sus compatriotas.
Mostrar­les que era dueño de mesa
y de hom­bre mudo.





El tiempo se cierra
en un puño.
Iba a escribir “noche”
y escribió
“nov­ela”.
Llovió por un tiempo tan corto
que no le dio mar­gen a pen­sar nada.
La pre­sión del viento en la ventana:
un recuerdo. La repar­ti­ción de las piedras
entre los niños. El botín como de fósiles
entre arqueól­o­gos oportunistas.
Las cosas apare­cen una última vez
antes de desaparecer.





Quería saber cada día qué
había suce­dido con su nombre.
Nunca acen­tu­aba los nombres
en la sílaba grave.
Uno de sus entretenimientos
más con­stantes
era imag­i­nar a los demás
adiv­inando la hora.
Su espe­cial­i­dad eran la cobardía
del torero acompañado
y las teorías para cosas inútiles.
Vivía de eso,
de saber quién es quién.
Dios lo está esperando
con el cuchillo y el tenedor
en la mano.
Una mano le alcanza.





Daba pasos lentos, de a uno, en la nieve.
Hay gestos de santo que nadie comprende.
Él quería pasar la Navi­dad con el viento.
Lo mismo decir la nieve y su restau­ración de lo cristalino.
Jugaba al autó­mata a cuerda
bajo el ojo de una nube tuerta.
Nada le había dado tanto como la nieve.
El invierno era una isla que se lo había dado todo.
Árboles hun­di­dos en la nieve. Árboles contados.
Árboles que hubiera querido firmar.
Se le han ocul­tado los libros,
caí­dos en el forro de un abrigo.
Invier­nos escan­di­navos, trasplan­ta­dos. Ya quisiera
poder con­tar lo sucedido
entre esos libros y el abrigo y la lámina
de hielo y los copos más lentos a la altura de los ojos
y los pasos dados
con una nuez en un puño.




Fragmentos para Uexküll

el cuervo se había sumergido
en la oscuridad
se había ahogado el cuervo
en la oscuridad
las migas de un coro
en el vientre de un cuervo



las manos de un muerto reciente
recorrían la casa de un familiar
limpias, secas, bien suturadas
idénticas a una pareja de arañas



los insectos más grandes parece
que tuvieran más intenciones



cada árbol era una pequeña iglesia
hecha de ejemplos inconstantes
iglesia de sillas en el aire:
trepado el lector de Büchner va olvidando
los nombres que usa
como cuando un niño elige no responder



un globo rojo flota solo
en la noche por los ambientes de una casa
levemente, muy levemente
un espíritu discreto
un tanto avergonzado
de llevar color



es un león que camina lento
huesos de nieve en las fauces
sus dientes un bigote blanco
de viejo productor de cine europeo
león con un molar de oro
estudia al jaguar de utilería
no corrige la dificultad de caminar derecho
o la indiscreción de los rasgos hereditarios
el león se considera un número irracional
practica la frágil cortesía
extremadamente susceptible



quiso escribir ese árbol
todos los libros en un año.
el tiempo puede pasar igual de rápido
casi sin hacer nada,
esclavo de su sagrado corazón.



Los años que tardaste en llegar
a la primera persona. A las palabras
silenciosas (como “capítulo”).
La manera en que uno se enceguece
cuando nada en el mar.



la araña se trepaba
al cristal de la lluvia y no por eso
la lluvia dejaba de caer



legado: arrodillarse
frente a un zorro
poner los ojos a la altura de los suyos
y sobre todo no levantar la voz



el efecto del viento en plena noche
en los ojos de un niño que cruza
a esa hora un jardín.
el jardín ha puesto a un niño
a custodiar un libro.






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DANIEL CARPINTEYRO [18.795]

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DANIEL CARPINTEYRO 

Daniel Carpinteyro nació en Puebla, México en el año 1977. Posee estudios superiores en Lingüística y Literatura Hispánica, y en Lengua Inglesa. Autor del poemario Neurálgica (Verso Destierro/Profética, 2011) y de la colección de prosas breves Silogismos de la Amargura Región 4 (La Cleta Cartonera 2013).

Ha sido editor y reseñista en Profética Casa de la Lectura, y ha colaborado en diversos portales electrónicos y antologías poéticas. Actualmente ejerce como curador residente en el Centro Cultural Liliput, en la ciudad de Puebla.




Oda

A Gûnter Bruss,
Steven Jason Leyba,
Frida Con Todo Mi Odio,
y la Congelada de Uva.


Artistas como reses en el rastro
Artistas como hígados convulsos
Yo me detengo ante el umbral de su dolor incognoscible
Les veo abstraer esas neuralgias con serenidad tan grácil
Que me siento vivo
En su muerte yo me siento vivo.
Con viva urgencia de empinarme ante la muerte.

Yo saludo el embeleso de sus pieles reventadas.
Querría adorarlas extendidas como lienzos
suspendidos por hilos metálicos
O desplegar esa maceración de símbolos negruzcos
sobre el asta de una carabela somalí
a condición de ser la más feroz y desafiante
tormenta sanguínea de transformaciones corporales.
En cada acción diez odinómetros les aventajan
sobre las otras artes, Mártires Artistas,
sobre las tumbas de las otras artes
Marchan las botas industriales del futuro Cánon:
el Mester de Tanatología:
Atreverse a ir a saquear el Arte
descendiendo más y más en el Esófago.
Ustedes me hacen ver, Artistas,
nuestra ubicación:
El vértice del tiempo humano.
Me hacen ver que para ver qué nos espera,
hay que licuarnos de una vez por todas.

En cada Acción un paso al Gesto,
Emancipador y radical el Gesto
de apropiarse el albedrío del cuerpo,
de la conciencia propia, del suplicio
de la llaga propia, Estado, que no es tuyo
mi albedrío de exacerbarme en un Significado Descarnado.

Mártires Artistas del extremo de los tiempos,
les saludo con el labio de mi herida anómala





Oración

Amo de las moscas
bendice mi palabra arácnida.
Inflama su aguijón de fiebre.
Teje con mis manos la horca de toda certeza.
Mi apostolado acuna en su ética
tu sombra.

Saeta
untada en belladona
no me distraigas de tu culto.
Las musas se resecan y desprenden
Perecederas como piel de la serpiente.
Tu punción, en cambio, extremaunción constante,
abduce más allá del estatismo
y alivia de lo somático.

Soy fragmento de tu mórula,
Arcángel de la libertad,
Dragón del albedrío
Nada envidio en sus grilletes
Yo Te sirvo cuando me venero soberano
Cuando me proclamo mi único arquitecto
Cuando escupo en su tabla de leyes
porque mi ley, Tu Ley,
es impulso primigenio.
Último Ídolo
del perro atropellado
tengo envidia de Tu Sarna
respetuosa envidia de Tu
Ira reventada por la llanta
de los carromatos eclesiásticos
desfilando sobre el mingitorio
secularizado del Eunuco Estupro.

Han de retribuirte
Ellos creen representarte bien
pero no intuyen Tu Dominio
del aturdimiento.
Somos hombres y nos masticamos
unos a otros mientras entendemos.
Pero tú no limas Tus Cuernos, Tú
embistes y nosotros recibimos.
Ven y ayúdame a embestir a la idiocracia
de los bienaventurados
Ven y parte el espinazo
encarnado en la joroba de mi siglo.

A Tu Pavor encomendado entonces,
me reviento las primeras ámpulas.




Nuestros muertos no pueden hablarnos

Cuando no sepas qué margen de toxicidad
quiera seguirte tolerando tu sistema,
marca los números de tus amigos muertos
hasta que el tono te calibre los latidos
-decibel a diástole, decibel a sístole-
a parámetros de fábrica.
Nuestros muertos no pueden hablarnos,
sólo los perseguidores
con los ojos blancos
que nos tocan la ventana
en el umbral del sueño.

Duerme y da gracias a los personajes de tus pesadillas.
por permanecer al otro extremo de la galería de espejos
sin cruzar la plata ni arrancarte la nariz de un tajo
arrodillados en tu pecho con sus ancas de batracio
antes de que empiece el noticiero matutino.

Cuando no sepas qué margen de toxicidad
balancea en el filo del péndulo, sobre tu cordura
piensa que la lógica es un vicio de sirvientes
y que el vuelo brujo es el mayor entendimiento
de un demiurgo consagrado
al escrutinio de las coladeras.

Morir no es malo en cumplimiento del deber.
Tu deber son los reductos de la mente y el abismo
donde el mundo mearía frío su pantalón recién planchado.
Serás carne de cañón por ellos en misiones condenadas
tu servicio es apreciado y su experiencia es limitada
claustrofóbica como una década
en la cámara hiperbárica.

Ello está muy bien. Baños completos en sus habitaciones.
Siempre alguien que les lleve el pensamiento:
Algún loco que se meta una serpiente por la boca.
Una cámara sin miedo de perder un dedo.
Una fosa catadora de la merca sospechosa
Una bitácora en el pabellón de oncología pediátrica.

Las preguntas sobre el margen de toxicidad
padecen hábito de apersonarse demasiado tarde.
has llegado a las fronteras donde el cielo se bifurca,
siempre. Has tirado ya los ases, siempre, y ese mazo
ya no arroja ni otro par de bofetadas espabiladeras.





JUGO

Quien en su yugu­lar alienta el inci­sivo
de La Que Recauda y se refocila
como ado­les­cente ante la mere­triz primera
es bien­aven­tu­rado. Lo ha enten­dido todo,
a saber:
que la esper­anza como tal es procla­mar
que las tor­res de bara­jas son balu­artes de lo más con­fi­ables;
que los hormigueros son impen­e­tra­bles para el plomo der­retido;
que la man­tis sin cabeza haría bien en arras­trarse a un hospital:

“La med­i­c­ina de hoy en día está tan avan­zada.
Ponle una demanda conyu­gal y te harás rico.”

El ilu­mi­nado se son­ríe y baja los pár­pa­dos.
Se aban­dona en la ante­sala del orgasmo .
Entre los fle­cos azabache, la dom­i­na­triz
abre los labios per­fora­dos de mer­cu­rio.
Ella lo bebe. Ella lo chupa
y sus uñas estilete le pati­nan la mor­tal bragueta.
Una sonata ter­mi­nal de chasqui­dos y der­rames.
El mundo se descarga pere­zosa­mente más oscuro,
la sus­tan­cia es nada y todo en el muri­ente
se dispersa.




RUMIA CASTAÑEADA

En algu­nas glacia­ciones las arte­rias cru­jen
y los vahos quisieran incubar cristales.
Los bar­bi­túri­cos dis­cre­tos ya no me sostienen
y los lobos se me escur­ren sin ningún aviso.
Hay quien per­nocta a la intem­perie y no tirita.
Auschwitz y Chi­huahua. No olvi­dar Siberia.
Mien­tras tanto, lamo mis heri­das con mor­fina
y med­ito sobre las mis­e­rias de Narciso.

La mate­ria gris se me fer­menta en los sol­ventes,
páramos del pen­sador enclenque.
La bencina reifi­cada es un alivio.
Somos tan­tos los que anochece­mos
al amanecer, no sin haber probado
una que otra gota de sudor helado.

Lo estra­tocú­mu­los no se con­mueven
ante el ver­dor ni ante la fronda
ni los vór­tices polares con­sid­eran
a los ateri­dos con el corazón lampiño.

Dicen que los esquimales son muy recios
y promis­cuos.
Les mas­ti­can la comida a los ancianos
des­den­ta­dos. Y éstos,
ador­na­dos por la grat­i­tud y la vergüenza
hacen gala de tem­planza cuando los exil­ian
al ple­nario de los osos.
Esto me contó mi padre.

Los pequeños saurios que se reza­garon
–esos ridícu­los Matusalenes trag­amoscas–
han apren­dido entre mor­tales ries­gos
la rig­urosa dosi­fi­cación de las solares radia­ciones.
Admin­istremos los fotones rema­nentes
de nues­tra edad inmac­u­lada
a lo largo de la estepa transcon­ti­nen­tal que nos sep­ara
del fes­tín de los gusanos. Somos hos­tia y ellos,
comul­gantes de nues­tra mate­ria, al fin prestada.

Las hogueras sólo sir­ven para rev­e­larnos ante el enemigo.







Daniel Carpinteyro, Neurál­gica, VersodestierrO/Profética/Diablaco, Méx­ico, 2011, 78 p.


Neurálgica poética
Por José Manuel Ruiz Regil

La paradoja de la modernidad hace más fáciles las cosas que antes eran difíciles y difíciles las que antes eran fáciles. Me explico. Cada vez es más fácil acceder a información que antes llevaba mucho tiempo conseguir. Antes era fácil hacerse notar donde eran pocos los que hablaban. Ahora en un revuelo de voces donde todo se vuelve barullo, lo que hacemos con la información y cómo lo hacemos toma mayor relevancia. 

Hoy prácticamente, cualquiera que se lo proponga puede escribir un libro y publicar. A pesar de las trabas económicas y los intereses de grupo la industria editorial reporta un valor de 8,237 mil millones de pesos en 2010, con 142, 715 títulos y 123,003,510 ejemplares vendidos, en total. De los cuales 13, 208,000 ejemplares son de literatura. Y dentro de esa categoría no sabemos todavía cuáles serán de poesía. Sin embargo, tomando estas referencias podemos inferir que son muchos.

A partir de esto pensar en un título más no parece gran cosa. Pero sí lo es cuando pensamos que de toda esa cantidad de títulos muy pocos son de creación, menos de ficción y todavía mucho menos de poesía.

El advenimiento de un nuevo título, así, parido desde las entrañas de una editorial independiente como lo es VersodestierrO es to`o un acontecimiento que debe cimbrar no a las estadísticas, sino los oídos y las conciencias de quienes hemos sido anunciados de su alumbramiento. Por eso hoy, en medio de la algarabía de tipos y offsets, tintas y papeles mercenarios celebramos la aparición de Neuralgica, opera prima de Daniel Carpinteyro. Un texto inscrito en la estética del deterioro, en la poética de la destrucción –qué paradoja para la poiesis-; un libro cuya voz clama en el anfiteatro del desamparo de los siglos, del dolor colectivo y trata de cubrirse con el manto del lenguaje. Un libro que recorre los parajes emocionales trazados por Rimbaud a finales del siglo XIX (“Senté a la belleza en mis rodillas, y la hallé amarga, y la insulté”) y pareciera aferrarse con uñas y dientes a edulcorarla a través del shock verbal. 

En el texto navegan varias voces. Voces malditas, decadentes, purulentas y excrementicias. El autor busca la metáfora blasfema, la comparación maloliente, el oxímoron sangrante para asumir una condición mínima de humus y reclamar su derecho de conciencia a decir su verdad, donde la orfandad es la madre de todas las posibilidades. 

Para leerlo hay que insertarse en la botarga de Gregorio Samsa y trepar por las paredes de su estructura para ir ganando la dignidad de emancipable, presentando el salvoconducto del poema. Aquel hipócrita lector al que aludía Baudelaire, Carpinteyro lo asimila semejante a él, y en tanto:

“Saprofito de inmundicia orgánica. 
Bacteria de la más absurda de las infecciones. 
Langosta de la plaga más enloquecida y defoliante. 
Carcoma de los templos naturales”.

Hay en estos textos una consciencia visceral centrada en el cerebro, el cual es concebido como un arma letal que dispara ideas, y en sus extremidades neurálgicas: los ojos y los sentidos; aquellos que pedía el maldito desarreglar sistemáticamente para acceder a la poesía. Imágenes del viaje profundo tanto al interior del ser como al centro del encéfalo.

Carpinteyro construye una neurálgica poética dividida en cinco nodos (Germinales, Cuerpo límite, Dislocadores, Desastres naturales y El malogrado ) donde confluyen, a mi parecer dos voces. Una enérgica, apolínea, rigurosa y críptica, que enuncia la fatalidad y se regodea en ella; y otra lumínica, Dionisiaca, con cierto optimismo ético que atisba una esperanza en la ranura no del futuro, sino del texto mismo. Lugar donde sucede la revelación, la destrucción y la construcción de un nuevo lenguaje, el propio. 

Se reconoce en el oficio la lección asimilada de los metros clásicos y la intención de trastocarlos en un verso libre de gran sonoridad y musicalidad científica, donde la tradición es vapuleada por el ímpetu certero del experimento. 

El libro inicia dando fe de una consciencia holística que ve desde dentro, haciendo al lector una invitación a la búsqueda interior, con una autoafirmación exenta de control, pues reconoce que “hay particiones que tienen voluntad propia”. Echa a andar al animal consciente, lleno de libertad, de azar y con una organicidad monstruosamente microscópica que refrenda en Carta de derechos, cínica anfitriónía en el mundo del albedrío y el karma.

“Todo te está permitido.
Ascender por las cortezas cabalgando
en una musaraña
o procurar el crecimiento de baobabs
camuflados en tu barba.
Lamer la sangre bajo el ano de gallinas que dormitan
o desovar tu descendencia
en el cerebro de cadáveres que gritan.
Ocluir las yugulares de los machos alfa
o saciarte de los pechos reventados en hembras omega”.

El poeta Carpinteyro, como lo hiciera Jaime Sabines en su momento, divide también a los poetas en dos. Recordemos primero al Chiapaneco:

"Hay dos clases de poetas modernos: aquellos, sutiles y profundos, que adivinan la esencia de las cosas y escriben: "Lucero, luz cero, luz Eros, y aquellos que tropiezan con una piedra y dicen "pinche piedra". 

Daniel tropieza con la piedra y la enciende. El los separa en los que se prenden fuego a sí mismos y los que le prenden fuego a los demás. Y equipara su gusto por ambos en tanto que los dos se comprometen con la destrucción humana. Mientras que la división de Sabines es lingüística, la de Carpinteyro es moral. Pero las concilia en su poética, porque al tiempk que se prende fuego a sí iismo utiliza para nombrar la materia un lenguaje cercano a la “biología, esa tejedora que trabaja con el tiempo a su servicio” , como él la llama; a la medicina, a la ciencia orgánica, y a la filología, con la cual se sinapsa para obtener esa sonoridad catastrófica, polisémica tan vitalmente contundente que lo sitúa en la primera clasificación. 

“Estregadero malezal de los anélidos sanguíferos” para contrastarla con otros momentos en los que su preocupación es tan cotidiana, y su descripción tan clara como en Liberar un poema, Monólogo de una dentadura postiza o Elogio de una rata, donde brota cierta preceptiva literaria que va muy de la mando con Alfonso Reyes o León Felipe.

Sin embargo, nada lo para en su impulso de autoproclamarse Mester de Tanatología. Y esta postura, lejos de parecer chocante luego de tanta decadencia, resulta congruente, creativa y real, en tanto que la veta explorada sí alcanza a dispararnos, como lo anuncia en sus últimas líneas, hacia un paraje distinto, menos opresivo y fugaz, donde ese hilo que todo lo atraviesa logra liberarse del espiral especular , para tomar al lector de las greñas y subirnos con él en el vagón del metro hacia el panóptico. 

Neurálgica es un libro liminal en cuanto que explora las fronteras del lenguaje, de las disciplinas que lo nutren y del cuerpo como objeto de estudio.

En Utilidades de un cilindro de acero inoxidable honra a esa llaga de nueve aberturas que nombra el Baghavad Ghita. (A uno mismo se entra con cuidado por debajo de las cuencas oculares (…) a la verdad de los desconocidos se entra por el meato urinario (…) a clausurar el ruido hay que ingresar por la mansión vestíbulococlear (…) al recto se entra con alivio y relativa calma). 

Neurálgica termina con una promesa de segunda parte en que se anuncia una poética del renacimiento. Mientras tanto viajemos por los axones de la poesía Neurálgica de Daniel Carpinteyro.






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RICARDO JESÚS MEJÍAS HERNÁNDEZ [18.796]

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Ricardo Jesús Mejías Hernández 

Poeta y narrador venezolano (Maracay, Aragua, 1968). Contador público egresado de la Universidad de Carabobo (1996). Ha publicado los poemarios Poemas del oficio y otros vuelos (Sur Editores, 2013) ,  Iluminado en la sombra (Negro Sobre Blanco, 2014),  El Vocerío de los locos (Negro Sobre Blanco, 2015) , Libro de  Percances (Fondo Editorial Ipasme, 2015),   además del libro de microrrelatos Cirque (Negro Sobre Blanco, 2014). Ganador del Premio Nacional de Poesía Delia Rengifo (Caracas, 2011),  del II Concurso Mundial de Ecopoesía 2012 (Tumbes, Perú) y del Premio Nacional de Literatura Ipasme en la mención de Poesía (Caracas, 2015). Además obtuvo el segundo lugar en poesía en el III Concurso Por una Venezuela Literaria (2013) y una mención especial en microrrelato en el IV Concurso Por una Venezuela Literaria (2014). Poemas y cuentos suyos aparecen en numerosas antologías venezolanas e internacionales y han sido publicados en el suplemento cultural Contenido del diario El Periodiquito (Maracay), el sitio Las Voces del Silencio y la revista Astrolabium de Argentina.


Si uno fuera una hoja
sin haber estudiado las estaciones
y se dejara caer
sólo con fe ciega en el viento

si uno fuera una hoja
sin haber leído las nervaduras
y se dejara caer
en cualquier tiempo

disfrutaría más del vuelo
del no saber.



Sobre almas

Tengo muchas preguntas sobre almas

¿quién puede verlas en sus jardines acuarela?
¿hasta dónde llega su dolor?

¿cómo se dan la mano?
¿cómo besan?

¿dónde caben?
¿dónde pueblan?

¿cómo oírlas?
¿cómo unirlas?

¿en qué puño reposarán?
¿cómo quedó su antigua casa?

y si cabalgan
¿montarán delfines o unicornios?

y si rezan
y si ríen
¿se escucharán como la música?

y yo
¿tendré una?



Cuestión de fe

Todos
como puntos de luz venimos
a un largo túnel de promesas

algunos afirman estar de vuelta
y nos alegran sus buenas nuevas

otros dicen: “es cuestión de fe”

¿Y acaso alguien advirtió de su distancia?
¿de los pasos requeridos?
¿de cuánto aire y llama para arribar hasta el final?

¿por qué tantas estaciones y mendrugos entre ellas?
¿por qué tantas promesas como pan?

¿por qué no cabe agua en la mano que nos trajo?
¿por qué tarda tanto la mano que nos lleva?

¿por qué tantos puntos apagados?

Probablemente
como otros dicen: “es cuestión de fe”




Cuando desciendo en la hondura
de un valle
o del mar

pienso en una mujer.

Al ver una cima inalcanzable
y notar la mínima distancia
que la separa del cielo

pienso en una mujer.

Y siempre pienso en una mujer
cuando me aferro a las crines
del caballo alado
que la busca.


***



Ricardo Jesús Mejías Hernández
FEI Fondo Editorial Ipasme

De: Libro de Percances




Muerdo la sílaba de tu adiós
respiro un aire suicida
me amoldo a este cuenco
o espiral infinito
que es la soledad.
Soy flecha suspendida
plegaria al vacío
escombro.



Con qué hilo tejeré
de nuevo la sonrisa
con qué astilla del relámpago
iluminaré la salida
con qué mar de sangre
llenaré este cuenco.



Camino ataviado con la transparencia
del silencio
son hondas las huellas
se alejan
como con vida propia
desaparecen
entre el vaho y sus tejidos
es la hora de modelar al filo
de la sombra
también de resistir la soledad
ya no hay tiempo de agitar las manos
las banderas
ya no hay tiempo de ser luz
rayo
intermitencia.



Destejo las raíces que me atan a las
ruinas
abordo y asciendo en el caballo alado
procuro la cima donde arrojaré de nuevo
mi nombre
me anunciaré esta vez
en la caída
en el limbo de las hojas.



Callada
como alma en el fondo
de un pozo
así es la ruta
a seguir
de la sangre
a la herida
al inicio de este pacto
de silencio.



Nombrar la nada
en la muchedumbre
respirar a gotas
en la sed
santiguarme en el aire
sin el roce
nadar en la astilla
de este barco
es un poco
lo que resta.



Viajo sobre un cuchillo
o sobre un poema
vehículos de placer
o dolor
siempre en los bordes
del cielo o del abismo.
Recuerda que Dios
es bipolar
y forma parte
del juego.



Llueve por dentro
la soledad.
El agua baja
por las rendijas de la pobreza.
Baja hasta el fondo del abismo
donde incendio la alegría.

Hay humo
hay hambre
y esa sed que se tiene
después de morder al sol.



Una cruz
una cicatriz
una ventana
todas duelen
todas se sellan
todas permanecen abiertas
o cerradas
en el tiempo.



Si llevo las palabras mudas
los bolsillos secos
un corazón de madera
una astilla para cada soledad
¿con que moneda pagaré el amor
una oración
o un poema que me salve?



Si matamos a una piedra
si matamos a todas las piedras
y
ponemos
una
sobre
otra
si subimos a la cima
y llevamos nuestros nombres
y los arrojamos
¿sería el principio del silencio?



Soñaste una isla.
Quien sueña una isla puede ser
su único habitante
su única cruz.
Bautizas tu silencio
en su orilla.
Estás condenado a conversar solo
mientras se desdibuja el horizonte.
Quien sueña una isla
se rodea para siempre
del mar de sus palabras
de volátiles cenizas.



Algún día abandonaré mi cuerpo
para ser ceniza que toque las ventanas
o palabra que entre por debajo de las
puertas
porque todo regreso es necesario.






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NIKÓLAOS G. LYKOMITROS [18.797]

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Nikólaos G. Lykomitros 

Nació en Atenas, Grecia en 1977. Estudió Filología Inglesa y llevó a cabo cursos de doctorado (en la modalidad de traducción) en la Universidad de Atenas. Algunos de sus poemas han sido editados en revistas literarias griegas.
Publica en su blog, http://the-sound-of-loss.blogspot.com/, nuevos poemas y ha escrito una obra de teatro titulada Dead End: Μητροπολιτικό Ψυχόδραμα σε Τρεις Πράξεις. Rastreadores del fin (Ιχνηλάτες του τέλους, Atenas, Ekdosis Gabrielides, 2010) es su primer libro.
El fanzine Arial 9 (2001-2002), editado en Santa Cruz de Tenerife por el poeta e historiador Secundino E. Darias García, publicó la traducción que Domínguez Parra hizo de tres poemas: ("Parte de tormenta", "Cuarentena" y "En un cordón de fuego").
El suplemento "El perseguidor", del Diario de Avisos, a su vez, publicó su traducción de cinco poemas (los tres que se mencionan anteriormente, además de "Sentencia" y "Un año después"). Todos ellos forman parte de este libro.



Poesía y traducción: Mario Domínguez Parra
Tres poemas de Rastreadores del fin
(Ediciones Idea, 2011; ed. bilingüe)


LA CRUCIFIXIÓN

Llevo una corona de alambres en la cabeza.
Estoy desnudo de arriba abajo.
De mis ojos se derraman lágrimas rojas.
La gente me escupe y me maldice.
Soy, como ves, el perfecto chivo expiatorio.
La coartada perfecta para todos aquéllos
que decidieron mi sentencia.
Ninguna compasión, ira por todas partes.
Clavos agujerean todo mi cuerpo
y ellos ríen y celebran.
No puedo resistirme.
Agonizo frente «a la locura de la multitud»
que se deleita en el perfume de la muerte.
Beben de mi sangre y lamen mis heridas,
porque saben que nada tienen que temer.
Para mí no habrá vuelta atrás.




LA ARAÑA

Las dudas, los miedos y los fracasos
se apartan súbitamente
en un perpetuo juego sin reglas.
Lo único seguro es que habrá
un ganador y muchos perdedores.
La espera, la impaciencia y la lucha
aumentan sin precedentes
puesto que nadie sabe qué le ocurrirá.
Lo único que pueden hacer
es esperar pacientemente su turno.
Los celos, las hostilidades y las delaciones
crecen a un ritmo increíble,
mientras todos hablan de forma conspiratoria
y sospechan unos de otros
sin arrepentirse de sus errores.
La poesía urde su malla.
Los límites se estrechan.




LA AFRODITA ROJA SE SUMERGE

Las sombras giran despacio.
Ostentan vinyl y siluetas fluorescentes.
Se hablan al oído
y se burlan una de otra.
Apenas ríen y hablan un griego fragmentario.
Fuman ahítas y esperan su turno.
En su mirada conviven el cinismo,
la melancolía y la renuncia.
Ofrecen su carne a cometas y sanguijuelas,
basta con que los requisitos se cumplan.
Al pasar seis meses
se trasladarán a otra torre.






Ν.Γ. ΛΥΚΟΜΗΤΡΟΣ
http://the-sound-of-loss.blogspot.com/
Τρία ποιήματα από Ιχνηλάτες του τέλους


Η ΣΤΑΥΡΩΣΗ

Στο κεφάλι φορώ συρμάτινο στεφάνι
Είμαι γυμνός από πάνω ως κάτω.
Απʼ τα μάτια μου στάζουν κόκκινα δάκρυα.
Οι άνθρωποι με φτύνουν και με καταριούνται.
Είμαι, βλέπεις, ο ιδανικός αποδιοπομπαίος τράγος.
Το τέλειο άλλοθι για όλους αυτούς
που αποφάσισαν την καταδίκη μου.
Κανένας οίκτος, παντού χολή.
Καρφιά τρυπούν όλο μου το σώμα
κι αυτοί γελούν και γιορτάζουν.
Δεν μπορώ νʼ αντισταθώ.
Ψυχορραγώ μπροστά «στη μανία του πλήθους»
που ηδονίζεται στη μυρωδιά του θανάτου.
Πίνουν το αίμα μου και γλείφουν τις πληγές,
γιατί ξέρουν πως δεν έχουν να φοβηθούν τίποτα.
Για μένα επιστροφή δε θα υπάρξει.




ΗΑΡΑΧΝΗ

Οι δισταγμοί, οι φόβοι και οι αποτυχίες
παραμερίζονται αναπάντεχα
σʼ ένα αέναο παιχνίδι χωρίς κανόνες.
Το μόνο σίγουρο είναι ότι θα υπάρξει
ένας νικητής και πολλοί ηττημένοι.
Η προσμονή, η απελπισία και η αγωνία
μεγεθύνονται χωρίς προηγούμενο
αφού κανείς δε γνωρίζει τι θα του συμβεί.
Το μόνο που μπορεί να κάνει
είναι να περιμένει υπομονετικά τη σειρά του.
Οι ζήλιες, οι έχθρες και οι αλληλοκατηγορίες
αυξάνονται με απίστευτο ρυθμό,
καθώς οι πάντες μιλούν συνωμοτικά
και υποπτεύονται ο ένας τον άλλο
χωρίς να μετανιώνουν για τα λάθη τους.
Η ποίηση υφαίνει τον ιστό της.
Τα περιθώρια στενεύουν.




Η ΚΟΚΚΙΝΗ ΑΦΡΟΔΙΤΗ ΒΟΥΛΙΑΖΕΙ

Οι σκιές περιστρέφονται αργά.
Έχουν vinyl και φωσφοριζέ περίγραμμα.
Συνομιλούν μεταξύ τους ψιθυριστά
και περιπαίζουν η μια την άλλη.
Γελούν σπάνια και μιλούν σπαστά ελληνικά.
Καπνίζουν βαριεστημένα και περιμένουν τη σειρά τους.
Στο βλέμμα τους συνυπάρχουν ο κυνισμός,
η μελαγχολία και η εγκαρτέρηση.
Προσφέρουν τη σάρκα τους σε κομήτες και βδέλλες,
αρκεί να τηρούνται οι προϋποθέσεις.
Όταν περάσουν έξι μήνες
θα μεταφερθούν σε άλλο πύργο.





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ATI SOLERTI - SOFÍA ARYIROPULU [18.798]

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De izquierda a derecha, Néstoras Pulakos, Flavia Company, Ati Solerti y Tasos Psarris


ATI SOLERTI - SOFÍA ARYIROPULU

La poeta, pintora aficionada y traductora griega Ati Solerti (Sofía Aryiropulu) nació en Patras, Grecia en 1983. Estudió Historia y Arqueología en la Universidad Nacional «Ioannis Kapodistrias» de Atenas. Es autora de dos libros de poemas: Torbellino de ébano (Εβένινη Δίνη, Εκδόσεις Περί Τεχνών, 2007) y Erial de pasiones (Ερημία Παθών, Εκδόσεις Βακχικόν, 2012). 


Traducción: Mario Domínguez Parra




Tres poemas de Torbellino de ébano


EL NACIMIENTO

En una casa llena de anatemas…
¿Quién da importancia a los deseos?
Aún desenrollan el ovillo las Parcas…
¿Quién da importancia a los deseos?
Aún se quema el aceite en el candil…
¿Anatemas susurran o los conjuran?
¿Quién se encarga de los deseos?
La luz de su lámpara
hace enorme la sombra de mi cama…
Parece una torre, castillo inexpugnable, abstruso monte de los Santos.
¿Quién se encarga de los pecadores?
Agua pido.
Mucha.
Tengo sed.
Agua maldita y aceite consagrado…
presentes que me trajeron las Parcas.
¿Quién se encarga de los pecadores?
En una casa llena de sepultureros…
¿Quién da importancia a los vivos?



EL POZO

A hurtadillas, avanzada la noche,
alguien me susurra secretos…
y luego risas se escuchan contenidas.
A hurtadillas en el pozo,
en sueños vi gatear a una vieja…
y luego devino bebé que parecía lucifer.

A hurtadillas en el barrio de más allá,
cirios encendidos…
¡atizan el fuego y queman a Satanás!
Y después hebras de fuego
cercan la sementera…
¡fuegos de artificio!

A hurtadillas, avanzada la noche,
aún gatea la luna en el pozo.
Llantos se escuchan contenidos…
y mi vieja madre que traiga agua grita,
para conjurar el fuego de la sementera…



DEBILIDAD

Voces exhortatorias y risas burlonas…
hace dos días que resuenan en mis oídos.
El viento congela cada zona de poder que halla.
En la oscuridad primero se congelan los pies.
Imposible elevar mi vil estatura…
Hacia algún…
otro…
hermano...
diferente y compasivo.
Me detengo en el umbral de la exhortación y la burla
de cada progreso estéril,
personificado y huérfano.
Me detengo y me rindo.
El frío…
La oscuridad…
Corrompo.
Un escudo de uñas elevo y tras él me encierro.
La reina pecadora
se movió…
tropezó…
Luego sacó su diamantina corona de su dedálica cabellera.
Se la puso en el dedo.
En el mismo dedo cuelgo el escudo.
No me moveré.
¡Quizás me vea!
Con rabia robaré…
la primera hora de dolor que anida en almas débiles y humildes,
…¡su idolatrado anillo!
¡Y correré!
¡A por ayuda correré!
Doy gracias al Viento…
que congeló la putrefacta confianza,
el tercer día de desesperación.
La soñada fuga consumió cada uña.
¡Este hurto nunca ocurrió!





ΑΤΗ ΣΟΛΕΡΤΗ
http://atisolerti.blogspot.com/
Τρία ποιήματα από ΕΒέΝΙΝΗ ΔίΝΗ

Η ΓΕΝΝΗΣΗ

Μες σ'ένα σπίτι γεμάτο κατάρες…
Ποιος δίνει σημασία στις ευχές;
Ακόμα ξετυλίγουν το κουβάρι οι Μοίρες...
Ποιος δίνει σημασία στις ευχές;
Ακόμα καίει το λάδι στο καντήλι...
Κατάρες ψιθυρίζουν ή τις ξορκίζουν;
Ποιος μεριμνά για τις ευχές;
Το φως απ'το λυχνάρι τους,
κάνει τεράστια τη σκιά του κρεβατιού μου...
Μοιάζει με πύργο, κάστρο απόρθητο, άβατο όρος των Αγίων.
Ποιος μεριμνά για τους αμαρτωλούς;
Νερό ζητάω.
Πολύ.
Διψάω.
Νερό καταραμένο και λάδι αγιασμένο....
τα δώρα που μου φέρανε οι Μοίρες.
Ποιος μεριμνά για τους αμαρτωλούς;
Μες σ'ένα σπίτι γεμάτο νεκροθάφτες...
Ποιος δίνει σημασία στους ζωντανούς;


ΤΟ ΠΗΓΑΔΙ

Κρυφά αργά το βράδυ,
κάποιος μου ψιθυρίζει μυστικά...
κι ύστερα γέλια ακούγονται πνιχτά.
Κρυφά μες το πηγάδι,
στον ύπνο μου είδα μια γριά να μπουσουλά...
κι ύστερα γίνηκε μωρό που μ'άστρο έμοιαζε αυγερινό.

Κρυφά στην πέρα γειτονιά,
λαμπάδες αναμμένες...
βάζουν φωτιά και καίν'το Σατανά!
Κι ύστερα νήματα φωτιάς,
περικυκλώνουν τα σπαρτά...
πυροτεχνήματα!

Κρυφά αργά το βράδυ.
μες το πηγάδι μπουσουλά ακόμα το φεγγάρι.
Κλάματα ακούγονται πνιχτά...
κι η γριά μάνα μου φωνάζει, νερό να φέρω,
να ξορκίσω τη φωτιά απ'τα σπαρτά.



ΑΔΥΝΑΜΙΑ

Φωνές προτρεπτικές και γέλια κοροϊδευτικά...
δυο μέρες τώρα αντηχούν στ'αυτιά μου.
Ο άνεμος παγώνει την κάθε ζώνη εξουσίας που συναντά.
Μες στο σκοτάδι παγώνουνε πρώτα τα πόδια.
Αδύνατον να υψώσω το ποταπό ανάστημά μου...
Σε κάποιον...
άλλον...
διαφορετικό...
και συμπονετικό αδελφό.
Στέκομαι στο κατώφλι της προτροπής και του εξευτελισμού
κάθε άγονης προόδου,
προσωποποιημένης κι ορφανής.
Στέκομαι και λυγίζω.
Το κρύο...
Το σκοτάδι...
Εκμαυλίζω.
Ασπίδα από νύχια υψώνω και κλείνομαι πίσω απ'αυτή.
Η αμαρτωλή βασίλισσα,
σάλεψε...
παραπάτησε...
Ύστερα έβγαλε το διαμαντένιο στέμμα απ'τη δαιδαλική της κόμη.
Το φόρεσε στο δάχτυλο.
Στο ίδιο δάχτυλο κρεμάω την ασπίδα.
Δε θα σαλέψω.
Ίσως με δει!
Με μανία θα κλέψω...
την πρώτη ώρα της οδύνης που φωλεύει σ'αδύναμες και ταπεινές ψυχές,
...το λατρευτό της δαχτυλίδι!
Και θα τρέξω!
Για βοήθεια θα τρέξω!
Ευχαριστώ τον Άνεμο...
που πάγωσε τη σάπια εμπιστοσύνη,
την τρίτη μέρα της απόγνωσης.
Η ονειρεμένη απόδραση μαράζωσε το κάθε νύχι.
Αυτή η κλοπή δεν έγινε ποτέ!








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ANNA NIARAKIS [18.799]

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ANNA NIARAKIS 

(Grecia, 1979). Poeta y traductora griega.
La poeta y traductora griega Anna Niarakis nació en 1979 en Atenas. Es química de formación y trabaja como investigadora de doctorado en la Universidad de Patras. Algunas de sus traducciones se han publicado en revistas literarias, tanto en formato papel como en la red.
Edita un blog, Antipíisi (Antipoesía): http://antipoihsh.wordpress.com/.
Además, dirige una revista de poesía en Internet,To parázyro (La ventana): http://toparathyro.wordpress.com/.




Traducción: Mario Domínguez Parra


Poemas de Cuaderno de experimentos

La triste ciudad de los humanos

De los humanos de lógica perdida,
de sentimientos perdidos –
que asfixia bajo sábanas de carne,
bajo soledades prestadas– buscando
la muleta de la existencia.

Te deseo, me dijeron tus ojos
Te deseo, me dijo tu cuerpo

Y yo,

busco ciudades astrales
diferentes de las que mis antenas
detectan,
iguales que las que tus venas
indican.

Lampiri, 23-03-03



ausencia

Tantos poemas, conjuros para la soledad,
mis iracundos intentos por no olvidar,
mis insufribles tentativas de recordar…

Tendrías que faltar con frecuencia.
Llenos mis cajones.
Y pensar que, cuando
nos encontremos,
me bastaría el silencio.



fuerzas de cohesión

¿De quién te enamoras, me pregunto:
del otro o de la posibilidad?



cita después de años

Hablas despacio, me miras a los ojos con
timidez.
Quieres ocultarte. Y otra vez no.
Quieres decirme. Y otra vez no.
Es el significado escrito en el aire.
Lo apuramos junto con nuestras copas.
Sé que querrías cogerme la mano.
Y de nuevo no.
La ironía salva los pretextos.
¿Quién nos salvará a nosotros?
Soy gota de sudor que anida
en el hoyuelo de tu garganta. Allí me
oculto,
siento tu calor, la vena que late
como ordena el corazón. Me evaporo,
devengo aire
que inhalas y exhalas. Me enrosco en
el humo de nuestros cigarrillos, en el vacío
que
separa nuestra materia. Y otra vez de
regreso.
En mi cuerpo.
En mi mundo.
Te apoyas sobre su esférica bóveda.
Las palabras ocultarán los pensamientos.
Me sacudiré cual resorte sobre
tu cabeza, apuraré hasta la última
gota de mi copa y me iré.
Cogeré mi cuerpo y lo encerraré
en una habitación. Y te arrepentirás.
De no verme.
Busca bien en tus bolsillos.
He dejado un rugoso
trocito de mí,
en el instante en que pagabas la cuenta.
Diré buenas noches y no volveré la
cabeza.
Miraré hacia delante,
recto hacia delante.
¡La nada!




desequilibrio

Mi cuerpo ejecuta lo factible.
Mi mente tiende a lo inalcanzable.

Si no te llamaran Quimera, no te querría.




ausencia

Tu ausencia trepa como el gato
el canalón, por ventanas abiertas entra
furtivo
por las noches.
Y si alguna vez un fuerte ruido me
despierta
es por el gato que se tropezó entre las
macetas.
Maúlla algo quejumbroso y después busca
abrigo
en mi cama. De siete vidas él,
mucho más resistente tu ausencia.




bad bargain (1)

En la renuncia a los placeres.
En un cuchillo de cocina
concentro la refutación telescópicamente.
Corto los puentes.
Corto las verduras.
Pensamientos automáticos brotan
de costumbres orgásmicas.
Movimientos maquinales.
Manufacturo definiciones en
un crucigrama inexistente.
Las palabras ya cuelgan
crucificadas.
Las descuelgo y las arrojo
en desorden por el suelo.
Pasan los días. Las miro
con desesperación.
No las entiendo.
Pruebo a decirlas
pero mi lengua se niega
a pronunciar consonantes.
En esto, nunca estábamos
en consonancia.
Cuando durante mi niñez
me abandonaste, te llevaste
mi efluvio más inocente.
Y me dejaste palabras
infinitas, inválidas,
como compañía.




a ti

A Yannis Livadás

A ti se dirige este poema.
Como tantos otros.
A ti que garabateas jeroglíficos
bajo la luna de un desierto.
O de una ciudad desierta, manchando
sus sucios muros con pintura roja.
Que deambulas al rayar el día,
medio borracho, medio loco
por callejuelas, plazas y vacías
avenidas,
inmóvil.
A ti que te alzas a un lado
del silencio, balbuciendo frente
al fuego y su perpleja ira.
Que plantas jacintos en una seca
vertiente de palabras muertas y
aguardas la primavera.
Portador de palpitaciones dispares,
de buena figura,
inquebrantable y pesado
en la lucidez de tu tristeza.
Perdido.
Descubres lo que
perderás una y otra vez.
Sacudes desde la negrura
charreteras de colores
y sigues tu camino.
Increíble esperanza de mi porfía.
A ti,
que no sé
quién eres;
solo sé que
vienes…

Nota
(1) En inglés en el original: «Mal negocio».




ΑΝΝΑ ΝΙΑΡΑΚΗ

Τρία ποιήματα από Τετράδιο πειραμάτων



Η λυπημένη πολιτεία των ανθρώπων

Των ανθρώπων με τα χαμένα λογικά,
με τα χαμένα αισθήματα-
που ασφυκτιεί κάτω από σάρκινα σεντόνια,
κάτω από δανεικές μοναξιές-αναζητώντας
το δεκανίκι της ύπαρξης.

Σε θέλω, μου είπαν τα μάτια σου
Σε θέλω, μου είπε το κορμί σου

Κι εγώ,

αναζητώ αστροπολιτείες
διαφορετικές από αυτές που συλλαμβάνουν
οι κεραίες μου,
ίδιες μ’ αυτές που οι φλέβες σου
υπαγορεύουν.

Λαμπίρι, 23-03-03




Bad bargain

Στην εγκατάλειψη των ηδονών.
Σε ένα μαχαίρι της κουζίνας,
εστιάζω τηλεσκοπικά την αναίρεση.
Κόβω τις γέφυρες.
Κόβω σαλάτα.
Αυτόματες σκέψεις ξεπηδούν
από οργασμικές συνήθειες.
Κινήσεις μηχανικές.
Κατασκευάζω ορισμούς σε
ένα ανύπαρκτο σταυρόλεξο.
Οι λέξεις κρέμονται ήδη
σταυρωμένες.
Τις ξεκρεμάω και τις πετώ
άτακτα στο πάτωμα.
Περνάνε μέρες. Τις κοιτάζω
με απόγνωση.
Δεν τις καταλαβαίνω.
Δοκιμάζω να τις πω
μα η γλώσσα μου αρνείται
να προφέρει σύμφωνα.
Δεν συμφωνήσαμε
γι’ αυτό ποτέ.
Όταν με άφησες παιδί
πήρες μαζί την πιο αθώα
μυρωδιά μου.
Και μου άφησες λέξεις
άπειρες, ανάπηρες
για συντροφιά μου.



σε σένα

Στον Γιάννη Λειβαδά

Σε σένα απευθύνεται αυτό το ποίημα.
Όπως και τόσα άλλα.
Σε σένα που ορνιθοσκαλίζεις ιερογλυφικά
κάτω από το φεγγάρι μιας ερήμου.
Ή μιας πόλης έρημης, λερώνοντας τους
βρώμικους τοίχους της με κόκκινη μπογιά.
Που περιφέρεσαι, χαράματα
μισομεθυσμένος, ημίτρελλος
σε σοκάκια, πλατείες και άδειες
λεωφόρους,
ακίνητος.
Σε σένα που στέκεις παράμερα
της σιωπής, κομπιάζοντας μπροστά
στη φωτιά και τη σαστισμένη οργή της.
Που φυτεύεις υάκυνθους σε μια ξερή
βουνοπλαγιά πεθαμένων λέξεων και
περιμένεις την άνοιξη.
Φορέας ανισόρροπων παλμών,
καλοφτιαγμένος
στέρεος και βαρύς
μες στη διαύγεια της θλίψης σου.
Χαμένος.
Ανακαλύπτεις όσα
θα χάσεις ξανά και ξανά.
Τινάζεις από το μάυρο
τις χρωματιστές επωμίδες
και τραβάς την πορεία σου.
Απίθανη ελπίδα της εμμονής μου.
Σε σένα,
που δεν ξέρω
ποιος είσαι,
ξέρω μόνο ότι
έρχεσαι…





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MIJALIS PAPANTONÓPULOS [18.800]

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MIJALIS PAPANTONÓPULOS

El poeta, traductor y ensayista griego Mijalis Papantonópulos nació en Atenas en 1980. Las revistas literarias Píisi, Mandragoras, Kukutsi, Teflón y Evzini han publicado poemas, ensayos y traducciones de su autoría. Colabora en el suplemento Anagnosis, en el periódico griego I Avyí y en el chipriota O Fileléfzeros.
Es autor de los libros de poemas D (Ekdosis Erató, 2006), Simeón Valas: un esbozo (Simeón Valas: ena sjédiasma, Ekdosis Melani, 2010) y Los doce: una sinfonía inconclusa (I dódeka: mia ymitelís simfonía, Ekdosis Eyeon/Kukida 2011).
Z.D. Ainalís y Papantonópulos escribieron el libro Estética romántica: los poetas de los lagos y la Escuela de Jena (Romantikí eszitikí: i piités ton limnon kai i Sjolí tis Iena, Ekdosis Kritikí, 2011).
Como traductor, ha publicado los siguientes libros: de Georg Trakl, El sueño del mal (To óniro tu kakú, Ekdosis Erató, 2005); de Rainer Maria Rilke, Vida de María (O víos tis Marías, Ekdosis Erató, 2006); de William Butler Yeats, Los relatos de Hanrahan el Rojo (I istoríes tu Kókinu Jánrajan, Ekdosis Erató, 2007); de Oscar Wilde, Apotegmas y aforismos (Apofzégmata ke aforismí, Ekdosis Erató, 2007); Manifiesto Vorticista (poema, número 5, 2007); de Guy Boothby, El Doctor Nikola y Experimento aciago (Doktor Nikolá, Olezrio Pírama, Ekdosis Ilektra, 2007); de Anónimo, Sweeney Todd, el barbero asesino de la Calle Fleet (Sweeney Todd. O fonikós kureas tis Odú Fleet, Ekdosis Ilektra, 2008); de John Douglas, Man Down (Ekdosis Melani, 2008); de Novalis, Himnos a la noche (Ymni sti nijta, Ekdosis Ilektra, 2008); de Nikolai Gógol, Diario de un loco (Imeroloyio enós trelú, Ekdosis Ilektra, 2008); de Orhan Veli Kanik, Mi calle es una plaza (O dromos mou eine platía, Ekdosis Vakxikon, 2011).
En libros colectivos y en revistas ha publicado, entre otras, las siguientes traducciones: de Mary Elizabeth Brandon, “La sombra en la esquina”, como parte del volume Relatos góticos de escritores victorianos (“O iskios sti gonía”, Gotzikés istoríes apó victorianés sigrafís, Ekdosis Ars Nocturna, 2009); de Srecko Kosovel, “13 poemas” (“13 Piímata”, poetix, número 3, 2010).

ΊΟΥ 2012



Mijalis Papantonópoulos. Siete poemas 
[Traducción y notas: Mario Domínguez Parra]



Del libro D


Abre roja en la memoria:
una hendidura en los tiernos
despojos de una alondra


A

No quería saber su nombre;
sonreía y caían
al suelo los dientes
hablaba y su boca sangraba errores.

Una muchacha en el infierno
en otro tiempo se me presentó. Llevaba
blanquísima la lengua y sostenía
mi mano en la suya.

A ciegas yo buscaba
el camino hacia la siguiente.


B

Antes de medianoche
y tras la cortina
se vestía de gruesa piel roja,
se arreglaba el pelo
y abría la ventana que daba al interior de la casa
y corría la noche.
“Nada es al azar”, me decía a mí mismo,
“nada” y me levantaba por la mañana
con dolor de mandíbula.


C

Andaba D. metida en líos en la esquina
-sus piernas hasta los muslos en asfaltose-
arrodillaba y se recogía el pelo
y sacudía las estrellas de la nuca.

Como si yo presintiera lo que había ocurrido;
desarraigaba los blancos ciclaminos
que habían conseguido aparecer
bajo mi lengua.



Del libro Simeón Valas: un esbozo

[Me convenzo, Arconte; y añado el drama de noches de santuario. Recibo el lucro de la piedra en la untuosa oscuridad y narrow la irrealizable voz que el recluso quiso esbozar en el Sagrado Monasterio de Sagmatá (1) –alrededor del año mil novecientos dieciocho- Valas, Simeón. Por el cual también estoy poseído, Arconte, a ritmo de címbalo de mejor palabra en tonos infrecuentes; y cedo el desgarramiento sin hogar al mito de la composición].


Qué Sirviente tenebroso considera en profundidad, Arconte, el elaborado scenario en toda la habitación, qué lobo sucesor: [renquea un pie cortado luz estigmas en el pavimento.]. Yo, Valas Simeón, pétreo estallé a partir de las vísceras de mi madre hace veintinueve años; depuesto grito que midió el interior de la distancia en el cuerpo del neonato, habitante de una carne, Negador, donde la bestia humana cumple su procedencia herida, para hablar del Mal que alabé, de Vosotros (2); y he cumplido, apelo al ardiente poder del espíritu: cualquiera que sea el rostro roedor y la oscuridad de la escritura.


[Del santuario del mes. Noche primera] Durante la que yo velaba un sueño repugnante el ojo enfebrecido y sobre mí pendía una espada desnuda en su punzante inmovilidad. Y de improviso con el pecho con las inspiraciones en mi voz el lenguaje gritó: “Y si fuera la sangre; y si fuera el aspecto; y si fuera la furia, desde que sufrí la madera sin flores el potro durante su genial ímpetu; recuerda: Él venga; Él exige; Él impone una nueva dinastía de las pasiones; la forma encorvada, estática, en toda su postrera omnipotencia, ordena: “Fuera, el pueblo retuerce con lengua suplicante la ciudad; dejad que muera, dejad que muera”.

Imagina; en el cristal: el perro bufón y la luna doble



Del libro Los doce: una sinfonía inconclusa

Atenas. Profundidades del centro: abajo donde el rebaño. Y el ala solar no basta - anochece dos sombras fuera del viento: y en la piedra sus verdes reptiles. Y la primera: la mano críptica se escabulle - algo escasa de carne y ropaje velludo; hasta que la tierra la sal también se pierden en dedos individuo muertos. Y la segunda altera un habla ignota, ronca en el llamamiento: Nataniel

: ¿Cuándo nutrió algo virtuoso en sus vísceras
esta ciudad? - ¿cuándo la flor de lis entregó el nacimiento
sobre cisura de espinas? ¿Y ahora
cómo se inclina su oscuro pezón en boca de profeta?

Apenas ayer:
comerciantes y cortesanos y sacerdotes y patriotas
contaban monedas cobrizas la raza de sus hijos
en el mostrador de un dios prestamista.

P E R R O S C U S T O D I A D A V U E S T R O S A M O S

: La deuda de la bestia en el hombre y la exhuman
arena hueso en el cadáver Grecia

Luego pagas púrpura amatista
por un cristal oscuridad: nadie erige una negativa
ante el paroxismo comercial de tal práctica.

Que así sea no me manifiesto
llevando el Mal a cuestas desde Su espíritu

Quien se hartó sólo de profundidad las pasiones hasta la locura
conoce -espectro- el ciego ruido del alma:
lengua cortada fiebre en un pozo noche
y desierto uñas incisivas abrumador.

¡Detente! Aún reivindico el lucro
en dos clavos de hierro -el más pequeño, descendencia;
quiero decir Algún día también el ara
levantará a los muertos hacia su cielo.



Notas

(1) El monasterio de Sagmatá se halla a 30 kilómetros al norte de la ciudad griega de Ziva (Tebas). Su arquitectura es de estilo bizantino y en su interior se puede admirar una gran cantidad de frescos. Su nombre podría provenir de las palabras griegas “ságmata” y “samaria” (“albardas”, cuya forma se asemeja a la del monte sobre el que se erigió); o también del hecho de que un monje que vivía allí se dedicara a fabricarlas. En dicho edificio se conserva un supuesto fragmento de la cruz en que Jesús fue crucificado (en griego se conoce como “timio xylo”, reliquia muy venerada por los ortodoxos griegos). Fue un regalo del emperador bizantino Alexios I, de la dinastía de los Komninós. 
(2) La expresión original que utilize Papantonópulos, por la que traduje “de Vosotros”, proviene del Evangelio de Juan, 6, 70: “Sin embargo, de vosotros uno es diablo”. En el siguiente versículo, Juan escribió: “Hablaba de Judas, hijo de Simón Iscariote, porque éste era quien le había de entregar, con ser uno de los Doce” (vid. Nuevo Testamento Griego-Español, ed. José O'Callaghan, Madrid, Biblioteca de autores cristianos, MCMXCVII).

[El perseguidor No 109, Miercoles, 1 de agosto de 2012, Tenerife]





ΜΙΧΑΛΗΣ ΠΑΠΑΝΤΩΝΟΠΟΥΛΟΣ
http://mixalispapantonopoulos.blogspot.com/
Τρία ποιήματα από Δ

α΄

Δεν ήθελα να ξέρω τ’ όνομά της·
χαμογελούσε κ’ έπεφταν
στο πάτωμα τα δόντια
μιλούσε και το στόμα της μάτωνε λάθη.

Ένα κορίτσι στην κόλαση,
κάποτε μου συστήθηκε. Φορούσε
κάτασπρη τη γλώσσα και κρατούσε
το χέρι μου στο χέρι.

Έψαχνα στα τυφλά
το δρόμο για την επομένη.

β΄

Λίγο τα πριν μεσάνυχτα
και πίσω απ’ την κουρτίνα
ντυνότανε χοντρό κόκκινο δέρμα,
χτένιζε τα μαλλιά
κι άνοιγε το παράθυρο στο μέσα σπίτι
κ’ έτρεχε νύχτα.
«Τίποτα δεν είναι τυχαίο», μονολογούσα,
«τίποτα» και σηκωνόμουν το πρωί
με πόνους στο σαγόνι.

γ΄

Τραβιόταν η Δ. στη γωνία
–τα πόδια της ως τον μηρό στην πίσσα–
γονάτιζε και σήκωνε τα μαλλιά
και τίναζε τ’ άστρα απ’ τον αυχένα.

Σαν να ‘νιωθα τι είχε συμβεί·
ξερίζωνα τ’ άσπρα κυκλάμινα
που είχαν προλάβει να φανούν
κάτω απ’ τη γλώσσα μου.





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NIKOS SFAMENOS [18.801]

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NIKOS SFAMENOS

NIKOS SFAMENOS (Grecia,  1982)




Traducción: Mario Domínguez Parra
 
Tres poemas


noche primaveral (4)

el barco calienta sus motores
y tú sentado en un banco excoriado
sin memoria
sin varita mágica
sin talento
nubes y primeras lloviznas
las parejas aceleran el paso y en nada nadie
quedará
los perros se ocultan en los camiones
algo saben los perros
algo mágico que no sabemos
la lluvia se intensifica
un periódico en el suelo
«todos los secretos de una carrera de éxito»
sonríes
en el banco palabras de amor eterno

los pasajeros miran desde las ventanas opacas
los perros miran queriendo decir algo
te enroscas en tu chaqueta empapada
anochece
aguanta amigo

partes hacia tu cuarto
cruzando las mismas luces cenicientas
mientras
cantan las sombras
los niños sueñan al mirar la lluvia
el barco calienta sus motores
y tú no estás a bordo

palabras dagas
sagradas
intactas
viajan hacia el horizonte
libres
pero yo



SEÑALES EN LA OSCURIDAD (5)

Trenes que regresaron
vacíos cada alba
poetas
cómo podemos movernos sin sentir
nos palpamos sin sentirnos
temblamos
dame una estrella y un hálito de cielo
un fragmento de sol y una fuente
ciudades monstruos
extrañas criaturas de un dios invisible
qué escudriñan en una negra incubadora
cómo es que respiramos
sin existir
dame una estrella y un hálito de cielo
ahora
ahora
antes de conseguir
descubrirlos por mí mismo




una gran noche (6)

«No hay salida», dijo
«de amor nos hablaron, de
esperanza nos hablaron, no
hay salida».
«bebamos», respondí
«¿y cómo ocurrirá?»
«bebamos».
«pero escribes».
«sí, pero no ayuda».
«lo veo en sus rostros,
en sus miradas muertas,
toda la historia del
género humano apesta».

Vacié mi botella
Salí al balcón.
Bocinazos
peleas maritales
perfume de mujer.
Un vagabundo delira en la distancia.
Muchos años existió el mundo.
«Y que dure, amigo».
Sería otra gran noche.
Me mantuve firme sobre los escalones y
sonreí

Notas de Evi Platitsa

(1) Georg Büchner, «La muerte de Danton», traducción de Yorgos Depastas, Ekdosis Nefeli, 2011 (hasta aquí, la nota de Platitsa). En español: Georg Büchner, Obras completas, traducción de Carmen Gauger, Madrid, Editorial Trotta, 1992. Gauger traduce: «La muerte es un remedo del nacimiento, cuando morimos estamos tan desnudos y desamparados como niños recién nacidos» (Danton replica a Camille, Acto IV, escena 3, p. 127, tal y como Platitsa me informa). Büchner hace decir a Danton lo siguiente: «Cuando fuimos creados hubo un error, algo nos falta, no tengo nombre para ello, pero ese algo no vamos a sacárnoslo mutuamente de las entrañas, ¿por qué entonces abrir los vientres? Marchaos, somos míseros alquimistas» (op. cit., Acto II, escena 1, p. 99). Platitsa escribe en su proemio que los poetas son «los alquimistas del expresionismo».
(2) De un artículo en el periódico Avyí: Ioanna Avramidu, «Expresionismo sobre fondo obrero» (fecha de publicación: 28/02/2010).
(3) Nikos Sfamenos, Noches florecidas (poesía, 2010).
(4) Nikos Sfamenos, Lo escrito bajo luz sucia (2008).
(5) Nikos Sfamenos, Escuchando un vals en la oscuridad (2007).
(6) Nikos Sfamenos, Ira y flores en un país de muertos (2007).




ΝΙΚΟΣ ΣΦΑΜΕΝΟΣ

Τρία ποιήματα

ανοιξιάτικο βράδυ [4]

το πλοίο ζεσταίνει τις μηχανές του
και συ κάθεσαι σε ένα ξεθωριασμένο παγκάκι
χωρίς μνήμη
μαγικό ραβδί
ταλέντο
σύννεφα και οι πρώτες ψιχάλες
τα ζευγάρια επιταχύνουν το βήμα και σε λίγο δεν μένει
κανείς
τα σκυλιά κρύβονται στα φοφορτηγά
τα σκυλιά κάτι ξέρουν
κάτι μαγικό που δεν ξέρουμε εμείς
η βροχή δυναμώνει
μια πεταμένη εφημερίδα
«όλα τα μυστικά μιας πετυχημένης καριέρας»
χαμογελάς
στο παγκάκι λέξεις αιώνιας αγάπης

οι επιβάτες κοιτάνε απ'τα θολά παραθύρια
τα σκυλιά κοιτάνε θέλοντας κάτι να πουν
τυλίγεσαι στη μουσκεμένη ζακέτα σου
βραδιάζει
κρατήσου φίλε

ξεκινάς για τη κάμαρα σου
διασχίζοντας τα ίδια σκονισμένα φώτα
ενώ
οι σκιές τραγουδάνε
τα παιδιά ονειρεύονται κοιτάζοντας τη βροχή
το πλοίο ζεσταίνει τις μηχανές του
και συ δεν είσαι μέσα

λέξεις μαχαίρια
άγιες
ανέγγιχτες
ταξιδεύουν στον ορίζοντα
ελεύθερες
όμως εγώ



ΣΙΝΙΑΛΑ ΣΤΟ ΣΚΟΤΑΔΙ [5]

Τρένα που γυρίσαν
άδεια τις αυγές
ποιητές
πως μπορεί να κινούμαστε χωρίς να νιώθουμε
αγγίζουμε χωρίς να αισθανόμαστε
τρέμουμε
δώσε μου ένα αστέρι και μια ανάσα ουρανού
ένα κομμάτι ηλιαχτίδας και μια πηγή
πόλεις θηρία
παράξενα πλάσματα ενός άφαντου θεού
τι γυρεύουν σε μια μαύρη γυάλα
πως γίνεται να ανασαίνουμε
δίχως να υπάρχουμε
δώσε μου ένα αστέρι και μια ανάσα ουρανού
τώρα
τώρα
πριν προλάβω
και τ’ ανακαλύψω μόνος μου



Μια μεγάλη νύχτα   [6]

«Δεν υπάρχει διέξοδος» , είπε
«μας είπαν για την αγάπη , μας
μιλήσανε για την ελπίδα , δεν
υπάρχει διέξοδος».
«ας πιούμε» , απάντησα
«και πως θα γίνει ;»
«ας πιούμε».
«γράφεις όμως».
«ναι αλλά δε βοηθάει».
«το βλέπω στα πρόσωπά τους,
στα νεκρά βλέμματά τους ,
ολόκληρη η ιστορία του
ανθρωπίνου γένους βρωμάει».

Άδειασα το μπουκάλι μου.
Βγήκα στο μπαλκόνι .
Κορναρίσματα
συζυγικοί καυγάδες
μυρωδιά γυναικείου αρώματος .
Ένας αλήτης πέρα παραμιλούσε.
Ο κόσμος υπήρχε για πολλά χρόνια .
«Όσο πάει φίλε»
Θα ’ταν άλλη μια μεγάλη νύχτα .
Κρατήθηκα γερά στα κάγκελα και
χαμογέλασα

[1] Γκέοργκ Μπίχνερ, "Ο θάνατος του Δαντόν", μτφρ. Γιώργος Δεπάστας, εκδ. ΝΕΦΕΛΗ, 2011.
[2] από άρθρο στην εφημ. Αυγή: Ιωάννα Αβραμίδου, "Εξπρεσιονισμός σε εργατικό φόντο" (ημερομηνία δημοσίευσης 28/02/2010).
[3] Νίκος Σφαμένος, Ποίηση -ΑΝΘΙΣΜΕΝΕΣ ΝΥΧΤΕΣ.
[4] Νίκος Σφαμένος, ΑΥΤΑ ΠΟΥ ΓΡΑΦΤΗΚΑΝ ΚΑΤΩ ΑΠΟ ΒΡΟΜΙΚΟ ΦΩΣ.
[5] Νίκος Σφαμένος, ΑΚΟΥΓΟΝΤΑΣ ΒΑΛΣ ΣΤΟ ΣΚΟΤΑΔΙ.
[6] Νίκος Σφαμένος, ΟΡΓΗ ΚΑΙ ΛΟΥΛΟΥΔΙΑ ΣΕ ΜΙΑ ΧΩΡΑ ΝΕΚΡΩΝ.





NIKOS SFAMENOS – POEMA (DE SU NUEVO LIBRO “ANTIHEROICO”)

Traducción: Mario Domínguez Parra
 
 
Papadiamantis tradujo mientras bebía vino
“Crimen y castigo”
y Sajturis está
muerto
Emily Dickinson
paranoica
llama por las noches
a mi puerta pero
no estoy allí
camino por un río
helado
cazando mariposas
cuando regreso cansado
el sueño viene conforme
translúcidas ranas
saltan desde
mi pelo
danzan en la habitación
y durante el alba
desaparecen
qué pena
que no estés aquí
para que esta noche
acaricies
aunque sea a uno






ο Παπαδιαμάντης μετέφραζε πίνοντας κρασί
το «έγκλημα και τιμωρία»

και ο Σαχτούρης είναι
νεκρός
η Έμιλι Ντίκινσον
με παράνοια
χτυπά τις νύχτες
την πόρτα μου αλλά
δεν είμαι εκεί
περπατώ σ’ ένα παγωμένο
ποτάμι
κυνηγώντας πεταλούδες
όταν επιστρέφω κουρασμένος
ο ύπνος έρχεται καθώς
διάφανα βατράχια
πετάγονται απ’
τα μαλλιά μου
χορεύουν στη κάμαρα
και την αυγή
εξαφανίζονται

τι κρίμα
να μην είσαι εδώ
κι απόψε
να χαϊδέψεις
έστω και ένα






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DAYLÍNS RUFÍN PARDO [18.802]

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DAYLÍNS RUFÍN PARDO 

Poeta y teóloga cubana.




Mundos de Astoret. Poesía (2014). Primer poemario publicado por Hebel Ediciones de la escritora Daylíns Rufín Pardo, teóloga cubana. Parte de la Colección Humus / Poesía.


El ángel de la nada 

                     Cuidado, ciudad, cuidado. 
                     He salido a enamorarme 
                           Teresita Burgos

En el rumor furtivo de mis pasos 
no se pasman las sombras… 

Sobre adoquines vueltos al silencio, 
lentamente, 
los vitrales reviven, los balcones… 
cuántos murmullos y esperanzas 
que fluyen de lo antiguo 
cual revuelo de alas pálidas. 

Un manto de silencio se esparce, 
gris e inerte, 
como el polvo de las hadas, 
y surgen anhelantes soles 
que sin formas me rodean con su danza. 

Entre los puentes húmedos, 
los parques y azoteas, 
tienden sus redes de plata y cristal 
y las sacuden 
prontas a llenarme la soledad 
de algas y música. 

Se desnudan de disfraces, 
me regalan, 
tan tímidas, 
sus máscaras. 

Se vuelven doncellas, escribas, 
me entregan en sus manos 
tantas lágrimas. 

Muere una estrella…

Una sombra menos se esfuma aprisa 
en la aridez de las ruinas. 
Su luz desvanece la transparencia 
como el Ángel de la nada. 

Solo el rumor de mis pasos 
entre las sombras que no pasan. 
Amanece...

Septiembre, 1994


Transparencias 


He aquí el mundo de sueños, 
nuestro mundo. 

¡Cuánto de verde se abre 
ante mis ojos! 

¡Cuánto de mágico 
me invita a recorrerlo! 

Cuánta nostalgia acude a mi garganta 
al descubrirte en esto. 


II 

Quiero soñar aquí 
donde las hojas se convierten en rumores. 

Quiero soñar aquí que vuelo 
y escapo en este verdor mágico. 
Descubro unicornios y serpientes 
entre las ramas 
la vida muestra sus pequeñísimos milagros. 

Quiero soñar que ando 
y me susurran 
los trinos de los pájaros. 

Quiero soñar la soledad 
que ansío tanto.


III 

Se ha vuelto el día gris. 
Ante mis ojos ha surgido un lago. 
Voy sola. 

Descubro las ruinas de una casa 
donde alguien ya no está. 
El silencio me envuelve 
en su lenguaje 
de leyendas. 

Sueño que juego con lianas 
cual si fueran las barbas de un Dios. 

Se han perdido los seres humanos en las ciudades y el ruido 
y de esta selva se olvidan. 

Nadie me busca. 
No importa. 
Soy un náufrago 

Sueño que entonces me entristezco, 
me entristezco, 
y te hallo. 

Octubre, 1994


El triste de las nevadas 

La noche ha comenzado su orgullosa pelea 
con los seres del viento que amenazan estremecer 
hasta las ultimas estrellas de su manto. 

Deslizo mi quietud sobre los adoquines 
deshojando recuerdos 
ya distantes. 

El rumor del silencio deshace asombros, 
realidades, 
mis tenues esperanzas. 
y me arropo con lluvias y nostalgias 
en el rincĂłn del parque. 

Quizás resurja entre los grises destellos 
la brizna verde de aquellos dí­as, 
mas solo me responde con su mudez oceánica. 

Se necesitan llamas 
para salvarse 
del triste de las nevadas.


Selva azul 

Amo la selva azul que hay en tu pecho 
con su suerte de lianas enmudecidas, 
con su aura triste, 
añil. 

Amo lo que murmuran sus abetos, 
y esas tiernas enredaderas 
que resurgen cuando el niño del viento las esparce 
del ensueño a la luz. 

Amo sus ídolos ancestrales y su humedad de piedra, 
los gemidos que exhalan 
las presencias que destilan 
calidez. 

Quiero andar por tu espesura 
sin más traje que la hojarasca. 
Quiero andarte, 
llegar 
hasta tu centro.


Apocalipsis 

Y un día ardió el mar hasta quemar el cielo 
y lo dejó manchado con su humo, 
y llovieron ardientes gotas del mundo y de mis ojos, 
y temblaron montañas en los valles, 
y doblaron su tronco los abetos 
y los pájaros tristes, alocados, 
cayeron en el suelo inertes. 
Vientos batieron las cascadas 
y los ríos 
hasta dejarlos secos, 
y fue el fin de mi mundo que no es nada sin ti 
y contigo es, 
al menos…. 

Diciembre, 1993


¿A dónde? 

A dónde el fiel que enciende los faroles, 
a dónde el unicornio refulgente, 
a dónde marchó el duende. 

Ya se mueren de grises las aceras, 
se me hielan de nostalgia los puentes. 
Ya no canta el río con sus mil campanas de cristales. 

A dónde el niño de las ciertas dudas, 
a dónde el diablo de sutil tridente, 
a dónde marchó el héroe. 

Ya no hay duelos de ninfas y fantasmas, 
el rumor de los corceles se ha perdido. 
No hay doncellas huidizas que dejen sus zapatos. 

A dónde el sabio blanco de los templos, 
a dónde el rey de los atardeceres 
a dónde el cuidador de albas y faros. 

Se divisa una oscura ciudadela. 
La soledad es quien dicta ahora las leyes. 

Que vuelvan 
con sus luces y sus lanzas, 
porque el mundo sin ellos 
se me muere. 

Verano, 1994



DOS DE PASO
P O E S Í A

H E B E L Ediciones, 2016.



I. COMIENZO

Zarpo de algún recuerdo,
-barca blanquísima sobre un lago de difusas
nieblasy
desde allí nos veo

de costados
al alba

empañando el cristal sin color
             este cielo
como de nieve
            lamida por los mares,

fundiéndonos en luz
con aquel beso…




II. ARRIBO

Hay días casi náufragos
en que amanece pronto el aroma de las algas
y el canto son dos sílabas del mar,
una que muere antes de hacerse aguda
en la saliva de las espumas
otra que se retracta como una lengua enorme
carraspeando
profunda
en la garganta de los azules graves.

En esos días
a esa hora del monótono ritmo,
del cielo rosa tenue,
se despierta el deseo
de humedecer mis pies junto a los tuyos
en un círculo
leve
de las aguas
y que una misma onda transparente
recorra el puente que hacen tus dedos
y los míos
como un dedo invisible que juega a señalarnos
un tesoro,
que nos dibuja una isla
un precipicio
un atajo por donde se llega
a otro lugar
definitivamente.


V. PRIMERA VIGILIA

No hubo hogueras:
se ardió con lumbre propia.



VII. BÚSQUEDAS

No sé cómo le hacen
los fragmentos
para encontrarnos.
Nos salen al encuentro entre pasos felices
con sus trazos de crayola
-ya no sabría decir si inocentes
o rudimentarios.
No sé cómo lo hacen
para colgarnos un grafitti inmenso
en la pared recién pintada con cal
de la alegría,
para dejarnos una marca de advertencia
-un corazón, una espiral, un nombresobre
la piedra pedestal que hoy escogimos
para mirar el horizonte
no sé cómo le hacen
en qué milisegundos
alfiletean la corteza de aquel árbol desnudo
donde hemos de volver
para abrazarnos.
No sé de dónde llegan
los fragmentos de antaño,
por qué se esconden
hoy

me lo pregunto…



VIII. ASTROLABIO

Lo creíamos perdido,
pero aparece

hecho mitad

está

¡ya saben dónde!



X. SEGUNDA VIGILIA

Ya no buscas la vela blanca
la has visto ondear al fondo de mis ojos.


XII. CERTEZAS

Te dije que era un mapa
y no creíste
que los caracolitos fueran capaces
de trazar destinos
de conocer las coordenadas de los sueños

ahora sólo
la noche sin luna podrá revelarte esa suerte
de líneas transparentes
sigilosas
que se cruzan
absurdamente
ante tu pies:
trazo pétreo de lo que fue mensaje tibio
y húmedo,
fósil de luz vidente
que no supiste ver.

Ahora tan sólo quedan
el desamparo del silencio que quiso 
saciarse de palabras
el recuerdo del camino de luna

mi sueño
y otras líneas…






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DAVID MARKSON [18.803]

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David Markson

David Merrill Markson (20 de diciembre 1927 - 4 junio de 2010), fue un novelista y poeta estadounidense. Autor de varias novelas posmodernas, Springer's Progress, Wittgenstein's Mistress, and Reader's Block. Su último libro, The Last Novel, publicada en 2007, fue nombrada como "un verdadero tour de force" por The New York Times.

David Markson nació en Albany, Nueva York, el 20 de diciembre de 1927. Mientras cursaba en la Universidad de Columbia, cruzó correspondencia con Malcolm Lowry. Se hicieron muy amigos, como lo prueba el epistolario de Lowry. La tesis de Markson sobre Bajo el volcán se publicó en 1978. Mientras trabajaba como periodista, se dedicó a investigar  la bohemia de la década del cincuenta, en la que también vivía en compañía de escritores como Conrad Aiken, Dylan Thomas, Jack Kerouac. Es este último el que influye sobre todo en las primeras novelas de Markson. Como escritor de policiales —Epitaph for a Tramp(1959) y Epitaph for a Dead Beat (1961)—, los críticos aseguran que no encuentran otro parangón que Chandler. La primera puede leerse también como un comentario trágico sobre el adulterio, lo contrario de una moraleja cínica sobre la libertad sexual; la última le permite ironizar sobre el tipo de existencia bohemia que compartió con los escritores que se sacrificarían en su propia leyenda, como Allen Ginsberg. Hay que considerar que estos libros Markson los escribía por encargo, por dinero, y que sin embargo la exigencia de calidad nunca cedió ante las facilidades y garantías del género. La obra posterior acusa ya la influencia del existencialismo y las lecturas filosóficas. Son parejamente admirables: Wittgenstein’s Mistress (1988), Springer’s Progress (l990) y la serie que inicia La soledad del lector (1996): This is not a Novel (2001), Vanishing Point (2004) y The Last Novel (2007). David Markson murió en Nueva York en 2010.

OBRA:

Epitaph for a Tramp Dell, 1959.
Epitaph for a Dead Beat Dell, 1961.
The Ballad of Dingus Magee; Being the Immortal True Saga of the Most Notorious and Desperate Bad Man of the Olden Days, His Blood-Shedding, His Ruination of Poor Helpless Females, & Cetera Bobbs-Merrill, 1965.
Miss Doll, Go Home Dell, 1965.
Going Down Holt Rinehart Winston, 1970.
Springer's Progress Holt, Rinehart & Winston, 1977.
Malcolm Lowry's Volcano: Myth, Symbol, Meaning Times Books, 1978.
Wittgenstein's Mistress Dalkey Archive, 1988.
Collected Poems Dalkey Archive Press, 1993.
Reader's Block Dalkey Archive Press, 1996.
This Is Not a Novel Counterpoint, 2001.
Vanishing Point Shoemaker & Hoard, 2004.
The Last Novel Shoemaker & Hoard, 2007. [19]




David Markson 
Punto de fuga (Verdehalago, 2011)
Traducción de Verónica Martínez Lira y Alejandra Reta Lira


     
La leyenda de que, nueve meses después de su muerte, Dante se le apareció a uno de sus hijos en un sueño y le dijo dónde encontrar los últimos trece cantos del Paraíso, que hasta entonces se creía que no había escrito.


     
De una de las primeras reseñas de Prokofiev, en el New York Times:
     Hay unos cuantos pasajes, sólo unos cuantos, en los que apenas se reconoce un parecido con lo que hasta ahora se ha considerado música.


     
Según confiesa el propio William Butler Yeats, a sus 27 años no había besado todavía a ninguna mujer.


     
La mejor obra de arte jamás vista, calificó Karlheinz Stockhousen a la destrucción del World trade center.


     
Una mujer llamada Lorna Wilmott, le prestó su departamento en Londres a Dylan Thomas. Y cuando regresó, encontró que Dylan había empeñado su máquina de escribir, su fonógrafo, su platería y su abrigo de piel.


     
William Blake, a los 30 años, fue testigo de la muerte por tuberculosis de Robert,  su hermano menor.
     E insistió en que había visto su alma elevarse y atravesar el techo, aplaudiendo de felicidad.


     
Leonardo solía asistir a las ejecuciones, con el pretexto de estudiar las contorsiones musculares de los ahorcados.


      
En 380 d. C., san Gregorio Niceno, obispo de Constantinopla, ordenó quemar los poemas de Safo.


     
En 1073 d. C., el papa Gregorio VII ordenó quemar los poemas de Safo.


     
Emily Dickinson dejó 1775 poemas.
     Lo que equivale a poco menos de uno por semana de su vida adulta.


     
No perdura nada escrito por la mano de Dante, ningún manuscrito, ningún documento, ni siquiera una firma.


     
Como pintado con barro. Horrible. Irremediable. Como los dibujos de los niños en la escuela, como moscas aplastadas entre los dobleces de una hoja de papel. Peor.
     Unos pocos de los comentarios críticos comunes sobre Cézanne poco antes de su muerte.


     
Georges Seurat, quien murió a los 31 años.
     Y vendió sólo dos pinturas en su vida.


     
Muchos de los poemas de Ronsard fueron musicalizados en vida.
     Sordo desde los 16 años, nunca los escuchó.


     
Ouspenski, al comienzo mismo de la primera guerra mundial, notando en camión militar cargado de muletas.
     Para piernas que todavía no se perdían.


     
Vaslav Nijinski pasó los últimos treinta y dos años de su vida en un manicomio.
     Treinta y dos.


     
Vladimir Mayakovski en Nueva York, en1925:
La mugre es peor que en Minsk.
     Y es increíble lo asqueroso que es Minsk.


     
Brahms tenía ojos azules.
     Abraham Lincoln también.


     Y Hitler.


     
Pintando en la corte del sultán Muhammad II, en Constantinopla, Gentile Bellini improvisó una cabeza muy austera de Juan el Bautista.
     El sultán la consideró poco realista y, de pronto, decapitó a un esclavo que pasaba, para ayudar a Bellini con el modelo de su obra.


     
Goethe escribió Werther en cuatro semanas.


     
A los 33 años, habiendo ya escrito varios de sus poemas más famosos, las ganancias de Edwin Arlington Robinson como autor ascendían a siete dólares.  


    
Me gusta el paisaje, pero prefiero sentarme de espaldas a él.
     Dijo Gertrude Stein.


     
En la segunda guerra mundial, los nazis profanaron adrede la tumba de Heinrich Heine en Montmartre.
     Nelly Sachs y Paul Celan, algunos después, llevando en silencio flores a la tumba.




David Markson
Esto no es una novela
Trad. Laura Wittner
Buenos Aires: La Bestia Equilátera, 2013

Más contribuciones al insulto literario / (Según David Markson)


"La más grande poeta lesbiana desde Safo, llamó Auden a Rilke" (46).


"Si su extensión no se considera un mérito[,] no tiene ningún otro, dio Edmund Waller del Paraíso perdido" (48).


"Un irlandés traficante de pornografía, llamó Anthony Comstock a George Bernard Shaw" (51).


"El simplón de Wordsworth y su poesía pueril, lo y la llamó Byron" (55).


"Nietzsche sobre George Sand: Una vaca que escribe" (56).


"Tolstoy, cuando le preguntaron si había leído algo reciente de Maurice Maeterlinck: ¿Por qué habría de hacerlo? ¿He cometido un crimen?" (66).


"Salaz, maloliente, enfermizo. Dijo Van Wyck Brooks de Joyce" (72).


"El tipo de persona que siempre está en algún otro lugar cuando se aprieta el gatillo, fue la descripción que hizo George Orwell de Auden. Orwell sobre Sean O' Casey: Muy estúpido. Sobre Steinbeck: Espurio" (76).


"La cumbre del absurdo en la postulación del sinsentido puro, o en el enhebrado de insensatas y extravagantes cantidades de palabras, antes sólo registradas en manicomios, fue alcanzada por Hegel. Dijo Schopenhauer" (80).


"Un fanático y un borrachín, llamó Thomas Babington Macaulay a James Boswell" (81).


"No hay inmundicia concebible para la mente humana que no haya sido vertida en estas páginas imbéciles. Dio Alfred Noyes del Ulises" (82).


"Un pervertido social y moral, llamó Theodore Roosevelt a Tolstoy [sic]. Roosevelt sobre Henry James: Un pequeño y miserable esnob. Sobre Thomas Paine: Un pequeño y despreciable ateo" (111).


"El largo martirio de ser pisoteado hasta la muerte por los gansos, llamó Kierkegaard a la lectura de las reseñas de sus libros" (146).


"Ulises: Un libro inculto e ineducado, me parece; el libro de un trabajador autodidacta, y todos sabemos lo deprimentes que son. Sí, Virginia [Woolf]" (158).


"Ese zopenco de John Stuart Mill, lo denominó Nietzsche" (173).


"Lavado de vajilla, llamó Carlyle a las novelas de Jane Austen. Bazofia, llamó Steven Crane a Tennyson" (175).


"Una especie de filosofía de dependienta, opinó Lévi-Strauss de gran parte de Sartre. Un antiestilo de colegiala eufórica, acusó Leslie Fiedler a Kerouac" (177).


"Qué obra tosca, inmoral, infame y sin sentido es Hamlet, dijo Tolstoy [sic]" (187).






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