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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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FERNANDO ESQUÍO [18.440]

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Fernando Esquío

Trovador gallego, probablemente activo a finales del siglo XIII y principios del XIV. Parece ser originario de la zona de Ferrol, donde la familia Esquío poseía propiedades en Neda y Xubia y donde aparecen algunos elementos de este linaje en funciones públicas de alguna importancia; sin embargo no hay más información concreta que permita trazar una mínima biografía, excepto los topónimos presentes en sus cantigas que lo relacionan con Santiago de Compostela y Lugo. (fcsh)

Es el autor de una de las más bellas cantigas del cancionero de amigo, la que comienza Vaiamos, irmana, vaiamos dormir.



¿Qué me quieres, Amor?

Cantiga de Fernando Esquío


Amor: a ti me vengo ahora a quejar
de mi señora, que te hace llegar
donde duermo y venirme a despertar
y de gran pena me hace sufridor;
pues no me quiere ella ver ni hablar,
¿qué me quieres, Amor?

Esta queja ahora te he de traer:
que no me vengas el sueño a romper
por la hermosa del buen parecer
que en matarme tiene el gusto mayor;
pues ningún bien me quiso ella hacer,
¿qué me quieres, Amor?

Amor: te aviso de esto también:
que no me rompas el sueño por quien
pudo matarme y me tuvo en desdén
y de mi muerte no tiene temor;
pues no me quiso ella nunca hacer bien,
¿qué me quieres, Amor?

Amor: te aviso de esto yo igual:
que no me rompas el sueño por tal
que no hace bien sino daño mortal
y me lo hará, de esto soy fiador;
pues su bien pronto me es pena y gran mal,
¿qué me quieres, Amor?

   


 
Amor: a ti me venh’ ora queixar
de mha senhor, que te faz enviar
cada u dormo, sempre m’ espertar
e fazme de gran coita sofredor;
pois m’ ela non quer veer nen falar,
que me queres, Amor?

Esta queixume te venh’ or dizer:
que me non queiras meu sono tolher
pola fremosa do bon parecer
que de matar home sempr’ ha sabor;
pois m’ ela nenhún ben quiso fazer,
que me queres, Amor?

Amor: castígate desto, por én
que me non tolhas meu sono por quen
me quis matar e me teve en desdén
e de mha morte será pecador;
pois m’ ela nunca quiso fazer ben,
que me queres, Amor?

Amor: castígate desto, por tal
que me non tolhas meu sono por qual
me non faz ben [e sol me faz gran mal]
e mo [fará], desto [son] julgador;
poilo seu ben cedo coita mi val,
que me queres, Amor?

 

Cancioneiro da Biblioteca Nacional

 
Traducción literal

Amor: a ti me vengo ahora quejar
de mía señora, que te hace enviar,
cada donde duermo, siempre me despertar
y háceme de gran pena sufridor;
pues me ella no quiere ver ni hablar,
¿qué me quieres, Amor?

Esta queja te vengo ahora decir:
que me no quieras mi sueño quitar
por la hermosa del buen figurar
que de matar hombre siempre ha gusto;
pues me ella ningún bien quiso hacer,
¿qué me quieres, Amor?

Amor: avísate de esto, por ello
que me no quites mi sueño por quien
me quiso matar y me tuvo en desdén
y de mía muerte será pecador;
pues me ella nunca quiso hacer bien,
¿qué me quieres, Amor?

Amor: avísate de esto, por tal
que me no quites mi sueño por cual
me no hace bien y solo me hace gran mal
y me lo hará, de esto soy juzgador;
pues el su bien pronto pena me vale,
¿qué me quieres, Amor?

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CÉLINE ARNAULD [18.441]

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Céline Arnauld 

De nombre real Carolina Goldstein (Călărași, Rumanía, 1885 - París, 1952). Poeta y escritora dadaísta. Estudió letras en la Universidad de la Sorbona donde conoció a su marido, el escritor y crítico belga Paul Dermée, a los dos meses de cuya muerte se suicidaría. Entre 1920 y 1924 participó en diversas actividades dadaístas y en las revistas Dadaphone, 391, Littérature, Cannibale y Z. Publicó la novela experimental Tournevire en 1919, y los libros de poesía La Lanterne magique, de 1914, Poèmes à claires-voies, 1920, Point de mire, 1921, y Guêpier de diamants, 1923. Siguió publicando hasta 1948 aunque parte de su obra se considera perdida.

OBRA:

* Tournevire, Editions de "L'Espirit nouveau", Paris, 1919 (cu frontispiciu de Henri Laurens; roman)
* Poèmes à claires-voies, 1920
* Images dans le dos du cocher, 1920
* Point de mire, J. Povolozsky & Cie, Collection "Z", Paris, 1921 (cu un portret de Halicka; tiraj de 200 de exemplare numerotate)
* Guêpier de diamant, 1923
* L'Apaisement de l'éclipse. Passion en deux actes. Précédé de Diorama, Les Ecrivains réunis, Paris, 15 aprilie 1925 (tiraj de 266 de exemplare numerotate)
* La Nuit rêve tout haut. Poème à deux voix et Le Clavier secret, Collection des Documents Internationaux de l'Esprit Nouveau, 1934
* Heures intactes, Les Cahiers du journal des poètes (nr. 1 din colecþie), Bruxelles, ianuarie 1936 (tiraj de 100 de exemplare)
* Anthologie: morceaux choisis de 1919 à 1935, Les Cahiers du journal des poètes (nr. 3 din colecþie), Paris, februarie 1936 (cu o ilustraþie de Henri Laurens; tiraj de 650 de exemplare)
* Les réseaux du réveil, G.L.M., 1937 (tiraj de 250 de exemplare)


Alarma

Los sentimientos
alfombras de dormitorio en la casa
del anticuario
Mañana
Las alas del aeroplano
balancean el despertar de los amores
en ferrocarril
Los raíles llorando
la inteligencia descarrila
y sin inquietud los mecánicos se disputan
las canciones de los coches cama
Mis amigos mis amigos
no os fieis de la chispa
el fuego prende en todas partes
incluso en vuestros cerebros
Parada primera estación
el jefe de línea sin razón
–es la expansión del sol
en las ventanillas del vagón
o la inspiración anti-alcohol
de la mañana en envoltorios–
vaga haciendo malabarismos con los paquetes
severamente llenos de café despertador
La potencia de las catapultas
rompe las alas tan frágiles del aeroplano
          columpio de viejas ternuras
Oéh mis queridísimos amigos
sobre los sentimientos en alfombra de dormitorio 
el tiempo pasa
la lluvia cae recelosa y mezquina
Vuestras palabras son la metralla
en las calles tornasol
Los cementerios se extienden hasta la hierba mustia…
Tened cuidado con las tumbas abiertas




Avertisseur

Les sentiments
descentes de lit dans la maison
de l’antiquaire
Matin
Les ailes de l’aéroplane
balancent le réveil des amours
en chemin de fer
Les rails en pleurs
l’intelligence déraille
et sans souci les mécaniciens se disputent
les chansons des wagons-lits
Mes amis mes amis
ne vous fiez pas a l’étincelle
le feu prend partout
même dans vos cervelles
Arrêt première station
le chef de gare sans raison
– est-ce l’étalage du soleil
sur les fenêtres du wagon
ou l’inspiration anti-alcool
du matin en papillotes –
divague en jonglant avec les colis
sévèrement remplis de café réveil-matin
La puissance des catapultes
brise les ailes trop fragiles de l’aéroplane
          balançoire de vieilles tendresses
Ohé mes très chers amis 
sur les sentiments en descente de lit
le temps passe
la pluie tombe méfiante et mesquine
Vos paroles sont des schrapnells
sur les rues tournesol
Les cimetières s’allongent jusqu’à l’herbe morte…
Prenez garde aux tombes ouvertes



Respuestas


La más baja literatura es la literatura de venganza.

A los que no son mis amigos: «Seguid a la masa, rebaño de imbéciles.»



Réponses
La plus basse littérature, c’est la littérature de vengeance.

A ceux qui ne sont pas mes amis: « Suivez la foule, troupeau d’imbéciles. »





Página de la revista dadá "Z" (número 1), publicada en París en 1920


http://estromatolitos.blogspot.com.es/



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AHMED ARIF [18.442]

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Ahmed Arif 

(Diyarbakır, 1927 - Ankara, 1991) Poeta turco de origen kurdo. Estudió filosofía en la Universidad de Ankara, aunque se dedicó al periodismo. Fue detenido por motivos políticos en 1950 y estuvo en la cárcel hasta 1952. 

Publicó sus poemas en varias revistas entre 1940 y 1955 y los reunió en su único libro de poesía, Hasretinden Prangalar Eskittim, en 1968, publicado en gallego en Espiral Maior, con el título Desgastei cadeas estrañándote, y en español por Visor como Desgasté cadenas añorándote.




Ahmed Arif en Desgasté cadenas añorándote (Visor Libros, 2012).
Traducción de Pepa Baamonde e Irfan Güler.


Ahmed Arif, a pesar de su brevísima obra publicada, únicamente el libro Desgasté cadenas añorándote en 1968, es junto a Nazim Hikmet, al que variados lazos, el poeta más popular de Turquía.  "La poesía es mi ira, mi nevio, mi blasfemia, mi rebelión -dijo- y tiene que ser comprensible y partir del corazón del hombre".

Ahmed Arif es el resultado de una increíble acumulación cultural, un nuevo eslabón después de Nazim. Novísimo. Pero Ahmed Arif procede de la multiculuralidad, de donde él viene existen diferentes culturas, una cultura del pueblo Kurdo que viene de Mesopotamia, una cultura circasiana, una cultura turca, una cultura árabe. Todas ellas se unen en Ahmed Arif. Como yo conozco las epopeyas árabes, las epopeyas kurdas, las epopeyas turcas puedo entender muy bien la riqueza  de Ahmed Arif. Ahmed Arif es una mezcla de todas las voces de Anatolia. De ahí viene su grandeza. Ser un nuevo eslabón unido a Nazim Hikmet, estar cerca de la gente, viivr desde el corazón. Después de ver  Diyarbakir es más fácil entender a Ahmed Arif. Con sus terribles muros, con sus canciones, con su cárcel, con su calor y con su frío, con su cultura del pueblo que sopla por todas partes. No es fácila calificar a un poeta como Ahmed Arif en nuestro tiempo. Diyarbakir es un lugar de citas, de cruce, de confluencias de las grandes culturas, de este cruce salió Ahmed Arif".      
Yasar Kemal



DESGASTÉ CADENAS AÑORÁNDOTE

Poder contar de ti.
A buenos niños, a héroes.
Poder contar de ti,
Al indigno, al rudo,
A la puta mentira.

Uno tras otro, cuántos helados inviernos,
El lobo dormía, el pájaro dormía, el calabozo dormía.
Fuera el mundo seguía, a borbotones...
Sólo yo no dormía,
Cuántas primaveras pasadas, mi bien amada
Desgasté cadenas añorándote.
Prenderé rosas de color sangre en tu pelo,
Una vez de este lado,
Una vez del otro lado...

Si pudiera gritar de ti,
A pozos sin fondo,
A una estrella fugaz,
Hasta a una cerilla,
A una cerilla caída
En la ola más aislada del océano.

Perdiera el talismán de los primeros amores,
Perdiera los besos,
No comparte, la caída repentina del anochecer,
Ensimismado con un cigarro, con una copa,
Si pudiera contar de ti...
Tu ausencia, es otro nombre del Infierno
Tengo frío, no cierres tus ojos...


Calle del Clavel

Es invierno en todos los horizontes
los cuatro puntos cardinales, dieciséis vientos
y cinco continentes, siete climas
están bajo la nieve.

En esta estación nos reunimos todos 
raíl, asfalto, empedrado, macadán
el camino escarpado, mi sendero
Tauro, Anti-Tauro y el rebelde Éufrates
tabaco, algodón, trigales, arroz
por toda mi alta tierra natal
están bajo la nieve.

También hay quien lucha en este tiempo
manos, pies congelados, infierno el corazón
esperando, irritados y abatidos
esperando, íntegramente honestos
ocultos en los montes
están bajo la nieve.

Un montón de canciones que aún sé
pinturas, esculturas, poemas épicos
creación de manos maestras
sin brazos, semidesnuda Venus
la calle Trans-novena
la tumba de García Lorca,
y las pupilas de Pierre Curie
están bajo la nieve.

Muros de recia piedra de paciencia
está bajo la nieve el arrabal,
añoranza de la preciosa Ankara.
El lobo ama el aire neblinoso
no ronda por el asfalto en diciembre,
a mí no me me gusta, un mes siniestro.
De otros no sé, pero
siguiendo juntos en la primavera
mi corazón, ese amor cruel,
están bajo la nieve.

Turbio y brumoso aire en las chabolas
cielo de cúmulos en Altindag
con pan, amor y vida
mochilas de decisión
sus pulmones pequeños, manos grandes
sin bastante aliento para las palmas
–todos en edad escolar–
los niños del suburbio 
están bajo la nieve.

Más templado hacia el río Hatip
borrachos en la avenida Yenisehir
en la calle del Clavel amanece
el conocimiento no se cuestiona
yo sé la “razón causante”
y la “evidencia suficiente” en medio…

En la calle del Clavel hay un invernadero
en el invernadero florece un tiesto de loza
una rama se escapa al azul
es el fuego ardiente de una canción
no miréis la pequeña maceta en la que brota
su raíz está en Altindag, en Incesu.

_________________________________________ 
Notas

Calle del Clavel (Karanfil Sokai). Calle de Ankara en la que probablemente estuvo detenido Ahmed Arif.
Altındağ. El distrito más antiguo e importante de Ankara.
Hatıp. Río de Ankara.
Yenişehir. Uno de los municipios que conforman la ciudad de Mersin, al sur de Turquía, en el Mediterráneo. Aquí podría referirse a una calle de ese nombre, quizá en Ankara.
İncesu. Ciudad y distrito de la provincia de Kayseri en Anatolia Central, Turquía.



Karanfil Sokaği

Tekmil ufuklar kışladı
Dört yön, onaltı rüzgâr
Ve yedi iklim beş kıta
Kar altındadır.

Kavuşmak ilmindeyiz bütün fasıllar
Ray, asfalt, şose, makadam
Benim sarp yolum, patikam
Toros, Anti-toros ve âsi Fırat
Tütün, pamuk, buğday ovaları, çeltikler
Vatanım boylu boyunca
Kar altındadır.

Döğüşenler de var bu havalarda
El, ayak buz kesmiş, yürek cehennem
Ümit, öfkeli ve mahzun
Ümit, sapına kadar namuslu
Dağlara çekilmiş
Kar altındadır.

Şarkılar bilirim çığ tutmuş
Resimler, heykeller, destanlar
Usta ellerin yapısı
Kolsuz, yarı çıplak Venüs
Trans-nonain sokağı
Garcia Lorca’nın mezarı,
Ve gözbebekleri Pierre Curie’nin
Kar altındadır.

Duvarları katı sabır taşından
Kar altındadır varoşlar,
Hasretim nazlıdır Ankara.
Dumanlı havayı kurt sevsin
Asfalttan yürüsün Aralık,
Sevmem, netameli aydır.
Bir başka ama bilemem
Bir kaçıncı bahara kalmıştır vuslat
Kalbim, bu zulümlü sevda,
Kar altındadır.

Gecekondularda hava bulanık puslu
Altındağ gökleri kümülüslü
Ekmeğe, aşka ve ömre
Küfeleriyle hükmeden
Ciğerleri küçük, elleri büyük
Nefesleri yetmez avuçlarına
–İlkokul çağında hepsi–
Kenar çocukları
Kar altındadır.

Hatıp Çay’ın öte yüzü ılıman
Bulvarlar çakırkeyf Yenişehir’de
Karanfil Sokağında gün açmış
Hikmetindeá sual olunmaz değil
“mucip sebebin” bilirim
Ve “kafi delil” ortada…

Karanfil sokağında bir camlı bahçe
Camlı bahçe içre bir çini saksı
Bir dal süzülür mavide
Al-al bir yangın şarkısı,
Bakmayın saksıda boy verdiğine
Kökü Altındağ’da, İncesu’dadır.




Mi amor por ti no ha abandonado.
Tenía hambre, tenía sed.
La noche era oscura y traicionera.
La vida era pobre, la vida era tranquila,
Mi alma se hizo pedazos ...
Y mis manos estaban esposadas,
Yo no tenía tabaco, sufría insomnio,
Pero mi amor por ti no me había abandonado.



Terk etmedi sevdan beni,
Aç kaldım, susuz kaldım.
Hayın, karanlıktı gece.
Can garip, can suskun
Can paramparça...
Ve ellerim kelepçede,
Tütünsüz, uykusuz kaldım,
Terk etmedi sevdan beni...






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MARGARET GIBSON [18.443]

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Margaret Gibson 

Margaret Gibson (nacida en 1944 en Filadelfia, Pennsylvania) es una poeta americana.

Margaret Gibson se crió en Richmond, Virginia, y fue educada en Hollins Colegio y la Universidad de Virginia. Fue a Yaddo en 1975. 

Gibson ha sido profesora visitante en la Universidad de Connecticut desde 1993. 

Gibson está casada con el escritor David McKain, y vive en Preston, Connecticut . 

Premios

The Vigil, A Poem in Four Voices, a Finalist for the National Book Award in 1993
Memories of the Future, The Daybooks of Tina Modotti, co-winner of the Melville Cane Award of the Poetry Society of America in 1986-87
Long Walks in the Afternoon, the 1982 Lamont Selection of the Academy of American Poets
National Endowment for the Arts Grant
Lila Wallace/Reader's Digest Fellowship
Grants from the Connecticut Commission on the Arts
"Earth Elegy," the title poem of New and Selected Poems, won The James Boatwright III Prize for Poetry
"Archaeology" was awarded a Pushcart Prize in 2001

OBRA:

"Drifting Boat". Blackbird Magazine. Spring 2002.
"Fox Fire at the Changing Tree". Blackbird Magazine. Spring 2002.
"Next Morning Letter". Blackbird Magazine. Spring 2002.
"Summer Birds and Flowers". Blackbird Magazine. Spring 2002.

POESÍA:

One body: poems. Louisiana State University Press. 2007.
Gibson, Margaret (2003). Autumn Grasses. LSU Press. ISBN 978-0-8071-2859-6.
Icon and Evidence. Louisiana State University Press. 2001. ISBN 978-0-8071-2709-4.
Earth Elegy, New and Selected Poems. Louisiana State University Press. 1997. ISBN 978-0-8071-2146-7.
Gibson, Margaret (1993). The Vigil, A Poem in Four Voices. LSU Press. ISBN 978-0-8071-1868-9.
Out in the Open. Louisiana State University Press. 1989. ISBN 978-0-8071-1518-3.
Gibson, Margaret (1986). Memories of the Future, The Daybooks of Tina Modotti. LSU Press. ISBN 978-0-8071-1309-7.
Long Walks in the Afternoon. Louisiana State University Press. 1982. ISBN 978-0-8071-1018-8.
Signs. Louisiana State University Press. 1979. ISBN 978-0-8071-0493-4.
Lunes: poems. Some of Us Press. 1973.

MEMORIAS:

The Prodigal Daughter: Reclaiming an Unfinished Childhood. University of Missouri Press. 2008. ISBN 978-0-8262-1783-7.

ANTOLOGÍAS:

Leon Stokesbury, ed. (1999). "Margaret Gibson". The made thing: an anthology of contemporary Southern poetry. University of Arkansas Press. ISBN 978-1-55728-579-9.
Joseph M. Flora, Amber Vogel, Bryan Albin Giemza, eds. (2006). Southern Writers. LSU Press. ISBN 978-0-8071-3123-7.


Barca a la deriva

Durante el banquete,
¿qué poema puedo yo decir para él
mientras la copa de vino viene
flotando por las sinuosas
aguas? Yo no soy una piedra

en el jardín, ni
un roble, ni una recia línea
de rocas de amarre nocturno.
Ni un barco sujeto a su ancla
ni el tesoro buscado en el mar.

Yo soy lo que significa
el ukifune errabundo,
una barca hace tiempo a la deriva
en el sonido del agua oscura.
Fuera de la casa en Uji,

donde me colocaron, oigo
la lluvia que azota y llama a los cerros
y el bramido del ciervo,
el ímpetu del agua al caer,
el lento repicar de una campana.

¿Quién está escuchando?
Tan suave, tan suavemente se desliza
mi barca que, si yo
me hundiera en el mar invernal,
¿haría alguna onda?

La nieve cae en los cedros.
La nieve se derrite de la rama también.
¿Quién está escuchando
el torrencial flujo y reflujo
en el corazón? ¿En el vino? ¿En la nieve?

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Drifting Boat 
  
During the banquet
what poem can I say for him
as the wine cup comes
floating by on the winding
waters? I am not a stone

in the garden, nor
an oak, nor a stalwart line
of night-mooring rocks
Not a ship held at anchor
nor the treasure sought at sea

I am what it means
to wander—Ukifune
a boat long adrift
in the sound of dark water
Outside the house at Uji

where I have been put
I hear rain swept hills calling
and the cry of deer
the rush of water falling
the slow tolling of a bell

Who is it that hears?
So smoothly, so smoothly glides
my boat, that were I
to merge with the winter sea
would there be any ripple?

Snow falls on cedars
Snow melts from the bough also
Who is it that hears
the torrential ebb and flow
in the heart? In wine? In snow?


Losing It 

What little I know, I hold closer, 
more dear, especially now
that I take the daily
reinvention of loss as my teacher.
I will never graduate from this college,
whose M.A. translates
"Master of Absence,"
with a subtext in the imperative:
Misplace Anything.
If there's anything I want, it's that more
people I love join the search party.
You were once renowned
among friends for your luck
in retrieving from the wayside
the perfect bowl for the kitchen,
or a hand carved deer, a pencil drawn
portrait of a young girl
whose brimming innocence
still makes me ache. Now
the daily litany of common losses
goes like this: Do you have
your wallet, keys, glasses, gloves,
giraffe? Oh dear, I forgot
my giraffe—that's the preferred
response, but no: it's usually
the glasses, the gloves, the wallet.
The keys I've hidden. 
I've signed you up for "safe return"
with a medallion (like a diploma)
on a chain about your neck.

Okay, today, this writing, 
I'm amused by the art of losing. 
I bow to Elizabeth Bishop, I try 
"losing faster"—but when I get 
frantic, when I've lost
my composure, my nerve, my patience, 
my compassion, I have only
what little I know
to save me. Here's what I know:
it's not absence I fear, but anonymity.
I remember taking a deep breath, 
stopped in my tracks. I'd been
looking for an important document 
I had myself misplaced; 
high and low, no luck yet. 
I was "beside myself,"
so there may have indeed been
my double running the search party.
"Stop," you said gently. "I'll go
get Margaret. She'll know where it is."
"But I'm Margaret," I wailed.
"No, no." You held out before me
a copy of one of my books,
pointing to the author's photograph,
someone serious and composed.
"You know her. Margaret 
Gibson, the poet." We looked 
into each others' eyes a long time. 
The earth tilted on its axis, 
and what we were looking for,
each other and ourselves,
took the tilt, and we slid into each others' arms, 
holding on for dear life, holding on. 



Next Morning Letter 

Savoring each summer moment
lush and brief
I close my eyes to see
your white robe, falling open
as you call for your scroll 
and ink stone, a brush 
As your brush passes over the paper
my body shivers
How closely now you watch 
at the open lattice
as your servant hurries away
the next morning letter
tethered to
a spray of clematis
whose blossoms will not open
until they reach me
In the washbasin
your face is
the bridge that spans
the floating world of dreams
Now you are yawning 
Now you are reciting sutras
bowing to the wind
When the letter arrives
all the leaves of the maple
outside my window
are stirred
I read your words
just once, then once again
bringing my fingers 
to my lips, my hair
tucked back behind one ear
On the dawn's trellis
the scent of clematis
Now smell your fingers
The petals of my body
gather in your empty arms
How shall I respond?
The cry of the stag 
is so loud
the echo answers
from the empty mountains
as if it were a doe
I tell you only what you know
Clematis—the scent
of your teaching surrounds me
My empty arms fill
Come night, the fragrant petals
fall in a heap at my feet 



Autumn Grasses

In fields of bush clover and hay-scent grass
the autumn moon takes refuge
The cricket's song is gold
Zeshin's loneliness taught him this
Who is coming?
What will come to pass, and pass?
Neither bruise nor sweetness nor cool air
not-knowing
knows the way
And the moon?
Who among us does not wander, and flare
and bow to the ground?
Who does not savor, and stand open
if only in secret
taking heart in the ripening of the moon? 




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DINÍS DE PORTUGAL [18.444]

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Dinís de Portugal

Dionisio I de Portugal (Dinís en portugués), apodado el Labrador (Lisboa, 9 de octubre de 1261 - Santarém, 7 de enero de 1325). Hijo del rey Alfonso III y de su segunda esposa, Beatriz de Castilla, sucedió a su padre en el trono de Portugal en 1279. Se intitulaba en los diplomas que otorgó durante su reinado como «Dom Denis, pella graça de Deus, Rei de Purtugal e do Algarue», y así consta en el fuero concedido a Rebordãos el 18 de mayo de 1285, así como en otros documentos.

Como heredero, su padre le hizo compartir las responsabilidades de gobierno. En la época de su ascenso al trono, Portugal se encontraba sumida en diversos conflictos diplomáticos con la Iglesia católica. Dionisio firmó un acuerdo con el papa y juró proteger los intereses de la iglesia en Portugal. Por eso, garantizó el asilo de los caballeros templarios perseguidos en Francia y creó la Orden de Cristo, designada a ser la continuación de la Orden del Temple.

Con la Reconquista terminada y el país libre de la ocupación musulmana, Dionisio se convirtió en un rey básicamente administrativo y no militar. Sin embargo, mantuvo una breve contienda con Castilla por las posesiones de Serpa y Moura. Después, Dionisio evitó la guerra; fue un amante de la paz durante un periodo especialmente tormentoso de la historia de Europa. Dionisio firmó un pacto de fronteras (el Tratado de Alcañices) con el rey Fernando IV de Castilla (1297) que ha permanecido hasta nuestros días.

La prioridad principal del gobierno de Dionisio fue la organización del país. Siguió las políticas de su padre en los temas de legislación y centralización del poder. Promulgó el núcleo de la legislación civil y criminal portuguesa, protegiendo a las clases bajas de los abusos y la extorsión. Viajó por todo el país, arreglando las situaciones injustas y resolviendo los problemas. Ordenó la construcción de numerosos castillos, creó nuevas ciudades y garantizó los privilegios de numerosas villas. Junto a su esposa, la princesa Isabel de Aragón, Dionisio trabajó para mejorar la vida de los más desfavorecidos y fundó diversas instituciones sociales.

Preocupado por las infraestructuras del país, Dionisio ordenó la explotación de minas de cobre, hierro y plata y organizó la exportación del exceso de la producción a otros países europeos. El primer acuerdo comercial portugués se firmó en Inglaterra en 1308. Dionisio fundó la marina portuguesa al mando de un almirante genovés y ordenó la construcción de varios puertos.

Su principal preocupación fue el desarrollo y promoción de las infraestructuras rurales, de ahí su apodo de El Labrador. Redistribuyó las tierras, promocionó la agricultura, organizó comités de agricultores y tuvo especial interés en el desarrollo de las exportaciones. Instituyó mercados fijos en numerosas ciudades y reguló sus actividades. Uno de sus logros principales fue la protección de las tierras agrícolas del avance de las arenas costeras,ordenando la plantación de bosques de pinos en la zona cercana a Leiria. Este bosque aún existe y está considerado como uno de los más importantes de Portugal. Se le conoce con el nombre de Pinhal de Leiria.

Cultura

Cruz de la Orden de Cristo que adornó, entre otras cosas, los navíos portugueses durante los descubrimentos.

La cultura fue otro de los intereses del rey Dionisio. Escribió diversos libros con temas que iban desde la administración a la caza, la ciencia o la poesía. Fue uno de los mayores y más fecundos trovadores de su tiempo. A nuestro días han llegado 137 cantigas con su autoría, distribuidas en todos los tipos: 73 cantigas de amor, 51 cantigas de amigo y 10 cantigas de escarnio y maldecir; además de la música original de las siete de esas cantigas descubiertas por el profesor Harvey L. Sharrer en el Archivo Nacional de la Torre do Tombo, en un pergamino que servía de cubierta a un libro de registros notariales del siglo XVI, y al que se le dio el nombre de Pergamino Sharrer.

En su época, Lisboa fue uno de los centros europeos de la cultura y el conocimiento. La Universidad de Coímbra se fundó gracias al decreto Magna Charta Priveligiorum firmado por Dionisio. Se enseñaban artes, derecho civil, derecho canónico y medicina. Mandó traducir importantes obras, teniendo su corte uno de los mayores centros literarios de la Península ibérica.

Últimos años y muerte

El final de su pacífico reinado estuvo marcado sin embargo por los conflictos internos. Los contendientes fueron dos de sus hijos, Alfonso el Bravo, legítimo heredero, y Alfonso Sánchez, hijo bastardo que reclamaba los favores reales. En el momento del fallecimiento de Dionisio en Santarén el 7 de enero de 1325, el rey había situado a Portugal al mismo nivel que el resto de los reinos de España. Fue sepultado en el Monasterio de San Dionisio, en Odivelas.

Descendencia

Dionisio estuvo casado en primeras nupcias con Isabel de Aragón, hija del rey Pedro III de Aragón y de su esposa Constanza II de Sicilia. Del matrimonio nacieron dos hijos:

Constanza de Portugal (1290-1313), nacida probablemente en Coímbra y llamada igual que su abuela materna, fue reina consorte por su matrimonio con Fernando IV de Castilla; Alfonso IV de Portugal (Coímbra, 8 de febrero de 1291-1357), rey de Portugal con el nombre de Alfonso IV.

Tuvo varios hijos naturales: Con Grácia Froes (también llamada Gracia Anes):

Pedro Alfonso (1287-1354), conde de Barcelos.

Con Aldonza Rodrigues Talha:

Alfonso Sánchez (1289-1329), señor de Alburquerque y rival de su medio-hermano Alfonso IV. Fue legitimado el 8 de mayo de 1304.

Con Marina Gomes:

María Alfonso, nacida antes de 1301, fue nombrada por su hermano Alfonso Sänchez como posible heredera del señorío de Alburquerque. Contrajo matrimonio antes de 1317 Juan Alfonso de la Cerda, señor de Gibraleón. Ambos fueron sepultados en el monasterio de Santo Domingos en Santarén;
María Alfonso (1301-1320), monja en Monasterio de San Dionisio Entre 1312 y 1320 mandó construir un altar en nombre de San Andrés.
Con María Pires, «una buena mujer de Oporto», según las palabras de Pedro Alfonso, el conde de Barcelos, nació a mediados de la década de los noventa:

Juan Alfonso de Portugal (c. 1295-1326), legitimado en 1317, fue alférez y mayordomo mayor de su padre de quien fue un fiel partidario así como de su medio hermano Alfonso Sánchez. Recibió muchas mercedes de su padre, incluyendo Póvoa de Ervas Tenras, Outeiro de Miranda, Vila Verde de Braganza, Vilarelho en tierras de Vilariça, las villas de Nuzelos, Alfândega, Arouce, Lousã, Ázere y Rebordões en tierra de Braganza. Fue mandado ejecutar por su hermano el rey Alfonso IV el 4 de julio de 1326.

De una mujer de nombre desconocido tuvo:

Fernán Sánchez (antes de 1290-1329), contrajo matrimonio con Fruilhe Anes de Soursa, sin descendencia. Falleció en junio de 1329 y fue sepultado en el Monasterio de Santo Domingos das Donas en Santarén;




Las cantigas de amigo de
Dinís de Portugal

I

Yo bien comprendí, amigo,
que muy gran pesar tuvisteis
cuando hablar vos no pudisteis
el otro día conmigo,
mas estad seguro, amigo,
que no fue tal vuestro pesar
que al mío se pueda igualar.

Y bien tengo por verdad
que estabais tan apenado
que no lo habréis remediado,
mas amigo, regresad
y tened bien por verdad
que no fue tal vuestro pesar
que al mío se pueda igualar.

No hay duda, amigo, yo advierto,
que al pesar vuestro aquel día
otro igual no se vería,
mas el mío fue más cierto
y por eso yo os advierto
que no fue tal vuestro pesar
que al mío se pueda igualar.

Pues no se me puede notar
ni yo lo podría negar.


II

Mucho hace, amiga, a la sazón,
que de aquí con el rey se fue
mi amigo, y por eso pensé
mil veces en mi corazón
que lejos murió con pesar,
pues ya no me volvió a hablar.

Porque ya él tarda tanto allá
y nunca me volvió a ver,
amiga, y yo tenga placer,
más de mil veces pensé ya
que lejos murió con pesar,
pues ya no me volvió a hablar.

Amiga, era su voluntad
el regresar muy pronto aquí
donde ver mis ojos y a mí,
y mil veces pienso, en verdad,
que lejos murió con pesar,
pues ya no me volvió a hablar.


III

Que triste que está mi amigo,
ay amiga, en su corazón,
pues no puede hablar conmigo
ni verme, y tiene gran razón
mi amigo para triste andar:
no me ve y me ha de recordar.

Triste anda, y Dios me ayude,
con derecho, pues no me ve
y tiene, nadie lo dude,
muy gran razón, cual yo sé,
mi amigo para triste andar:
no me ve y me ha de recordar.

Anda triste y apenado,
pues no lo vi ni él a mí
ni recibió mi recado 
y tiene gran derecho aquí
mi amigo para triste andar:
no me ve y me ha de recordar.

Mas, Dios, ¿cómo puede aguantar
que aún no murió de pesar?


IV

De los que en la hueste van ahora,
amiga, yo quiero saber
si vienen ya o con demora,
por lo que aquí habéis de ver:
porque en la hueste va mi amigo.

Quiero saber yo el recado
de los que están, pues nada sé,
amiga, por Dios, de grado,
por lo que ahora os diré:
porque en la hueste va mi amigo.

¿Y más queréis que os diga?
Dios buen recado me dé
pues quiero yo saber, amiga,
nuevas de ellos, y ved por qué:
porque en la hueste va mi amigo.

Que por nada más os lo digo.


V

Cuánto hace que no llegó
el recado de mi amigo,
y, amiga, él habló conmigo
justo aquí, dónde estoy yo,
que en seguida enviaría
un recado o volvería.

Mucho tarda ya, sin duda,
que no llega su recado,
cuando él me había jurado
justo aquí, si Dios me ayuda,
que en seguida enviaría
un recado o volvería.

Y si yo verdad os diga,
estuvo él mucho llorando
y estuvo por mí jurando
donde ahora estoy, amiga,
que en seguida enviaría
un recado o volvería.

Mas, pues no viene ni envía
recado, es muerto o mentía.


VI

Ahora me llegó recado,
amiga, de vuestro amigo,
y dice el que habló conmigo
que está él tan apenado
que aunque poder tenéis,
curarlo ya no podréis.

Dice que es el tercer día
que lo salváis de la muerte,
mas tuvo pena tan fuerte
y allí tan triste yacía
que aunque poder tenéis,
curarlo ya no podréis.

Por el mal que vos le hicisteis
me juró, mi amiga hermosa,
sabiendo que poderosa
fuisteis de él cuanto quisisteis,
que aunque poder tenéis,
curarlo ya no podréis.

Y gran pérdida tendréis
si tal amigo perdéis.


VII

De mi amigo, amiga, no quiero, no,
que tenga gran pesar ni gran placer
pues quiero ya este asunto así traer,
y a tanto en lo suyo me atrevo yo:
no lo quiero yo curar ni matar
ni lo quiero de mí desesperar.

Pues, si amor yo le mostrara, bien sé
que eso le causaría tan gran bien
que le habrían de entender, si lo ven,
cuanto me quiere, y por eso así haré:
no lo quiero yo curar ni matar
ni lo quiero de mí desesperar.

Y, si le mostrara algún desamor,
no podría salvarse de la muerte,
pues él tendría una pena muy fuerte,
mas, para no errar en lo que es mejor,
no lo quiero yo curar ni matar
ni lo quiero de mí desesperar.

Y así puede ya su tiempo pasar,
cuando con placer, cuando con pesar.


VIII

Amiga, Dios muy loado sea
de que aquí viene mi amigo,
pero podréis creer conmigo,
cuando con mis ojos lo vea,
que el día que lo pueda ver
nunca veré mayor placer.

Y doy gracias a Dios loado
porque lo hace venir aquí,
pero podéis creerme a mí,
cuando vea a mi enamorado,
que el día que lo pueda ver
nunca veré mayor placer.


IX

Vos, que en los cantares vuestros ya sé
que mi amigo os llamáis, creed bien o mal
que nada yo doy por jactancia tal,
y por esto, señor, os mandaré 
que a partir de ahora hagáis así
cuanta jactancia quisierais de mí.

Llévese el diablo lo poco que doy
por tal jactancia un embustero hacer,
pues no me quita ni me ha de poner,
y por esto, señor, os mando hoy
que a partir de ahora hagáis así
cuanta jactancia quisierais de mí.

Que no me quita nada ni me da
el jactarse de mí tan sin razón
quien nunca tuvo de mí la atención,
y por esto, señor, os mando ya
que a partir de ahora hagáis así
cuanta jactancia quisierais de mí.

Y vos seguid tal como estáis, sin mí,
y desde ahora jactaos así.


X

Me rogó a mí hoy, hija, vuestro amigo
muy afligido que mucho os rogara
que de que él os ame no os pesara,
y por esto os ruego y así os lo digo
que no os pese que os tenga bien querer,
y nada os mando, hija, más hacer.

Y, cuando de vos él me estaba hablando
y esto que os digo mucho me rogaba,
me dolí de él, pues tanto lloraba,
y por esto, hija, os ruego y os mando
que no os pese que os tenga bien querer,
y nada os mando, hija, más hacer.

Pues en que os ame él de corazón
no veo nada que así vos perdáis,
si allí más no hubiera, sino ganáis,
y por esto así, con mi bendición,
que no os pese que os tenga bien querer,
y nada os mando, hija, más hacer.


XI

Me ha causado pesar mi amigo,
amiga, pero bien sé yo 
que en su corazón no pensó
darme pesar, pues yo os digo
que antes él querría morir
que a mí un pesar me producir.

Nunca creyó que me pesara
lo que él hizo, pues muy bien sé
que no había nada en lo que fue;
y así veo, si eso pensara,
que antes él querría morir
que a mí un pesar me producir.

Lo hizo sin idea encubierta,
pues sé que se habría de matar
antes que causarme pesar,
y por esto es cosa bien cierta
que antes él querría morir
que a mí un pesar me producir.

Pues de él morir o de vivir
sabe que puedo decidir.


XII

Amiga, yo bien sé de una mujer
que se esfuerza en con vos enemistar
a vuestro amigo, y lo quiere matar,
mas todo esto, amiga, solo ha de ser 
porque nunca ella con él puede hacer
que lo pueda por amigo tener.

Y así le busca con vos cuanto mal
ella puede, y muy bien lo sé yo,
y todo esto no lo hace sino
por su bien y es el motivo real,
porque nunca ella con él puede hacer
que lo pueda por amigo tener.

Ella se esfuerza, en toda ocasión,
en causarle así vuestro desamor,
y con ello tiene el placer mayor,
y de todo esto, amiga, es la razón
porque nunca ella con él puede hacer
que lo pueda por amigo tener.

Y así ella hará cuanto esté en su poder
para lograr que él os llegue a perder.


XIII

Buen día vi al amigo:
su recado es conmigo,
hermosa;

buen día vi al amado:
conmigo es su recado,
hermosa;

su recado es conmigo
y ruego a Dios y digo,
hermosa;

conmigo es su recado
y ruego a Dios de grado,
hermosa;

y ruego a Dios y digo
por ese mi amigo,
hermosa;

y ruego a Dios de grado
por ese enamorado,
hermosa;

por ese mi amigo,
que yo lo vea conmigo,
hermosa;

por ese enamorado,
que ya hubiera llegado,
hermosa.


XIV

No llegó, madre, mi amigo,
y hoy está el plazo cumplido;
ay, madre, muero de amor.

No llegó, madre, mi amado,
y hoy está el plazo pasado;
ay, madre, muero de amor.

Y hoy está el plazo cumplido;
¿por qué mintió el fementido?
ay, madre, muero de amor.

Y hoy está el plazo pasado;
¿por qué mintió el perjurado?
ay, madre, muero de amor.

¿Por qué mintió el fementido?
Me pesa, que aposta ha mentido; 
ay, madre, muero de amor.

¿Por qué mintió el perjurado?
Me pesa, pues mintió de grado;
ay, madre, muero de amor.


XV

─¿De qué morís, hija, la del cuerpo bellido?
─Madre, muero de amores que me dio mi amigo.
─¡El alba es, va ligero!

─¿De qué morís, hija, la del cuerpo lozano?
─Madre, muero de amores que me dio mi amado.
─¡El alba es, va ligero!

─Madre, muero de amores que me dio mi amigo
cuando veo esta cinta que por su amor ciño.
─¡El alba es, va ligero!

─Madre, muero de amores que me dio mi amado
cuando veo esta cinta que por su amor traigo.
─¡El alba es, va ligero!

─Cuando veo esta cinta que por su amor ciño
y me recuerda, hermosa, cuando él habló conmigo.
─¡El alba es, va ligero!

─Cuando veo esta cinta que por su amor traigo
y me recuerda, hermosa, cuando hablamos ambos.
─¡El alba es, va ligero!


XVI

─Ay flores, ay flores del verde pino,
si supierais noticias de mi amigo,
ay Dios, ¿dónde está?

Ay flores, ay flores del verde ramo,
si supierais noticias de mi amado,
ay Dios, ¿dónde está?

Si supierais noticias de mi amigo,
aquel que mintió lo que habló conmigo,
¿ay Dios, dónde está?

Si supierais noticias de mi amado,
aquel que mintió lo que había jurado,
ay Dios, ¿dónde está?

─Vos me preguntabais por vuestro amigo
y yo aquí os digo que está sano y vivo.
─Ay Dios, ¿dónde está?

─Vos me preguntabais por vuestro amado
y yo aquí os digo que está vivo y sano.
─Ay Dios, ¿dónde está?

─Y yo os digo aquí que está sano y vivo
y vendrá antes del plazo cumplido.
─Ay Dios, ¿dónde está?

─Y yo os digo aquí que está vivo y sano
y vendrá antes del plazo pasado.
─Ay Dios, ¿dónde está?


XVII

Temprano la bellida,
se levantó al alba,
y va a lavar camisas;
al remanso
va a lavarlas al alba.

Temprano la lozana,
se levantó al alba,
va a lavar blusas blancas;
al remanso
va a lavarlas al alba.

Y va a lavar camisas,
se levantó al alba,
el viento las cogía;
al remanso
va a lavarlas al alba.

Va a lavar blusas blancas,
se levantó al alba,
el viento las llevaba;
al remanso
va a lavarlas al alba.

El viento las cogía,
se levantó al alba,
se metió el alba en ira;
al remanso
va a lavarlas al alba.

El viento las llevaba,
se levantó al alba,
se metió el alba en saña;
al remanso
va a lavarlas al alba?


XVIII

Amigo, mi amigo,
valga Dios,
ved la flor del pino
y poneos a andar.

Amigo, mi amado,
valga Dios,
ved la flor del ramo
y poneos a andar.

Ved la flor del pino,
valga Dios,
ensillad el bayito
y poneos a andar.

Ved la flor del ramo,
valga Dios,
ensillad el caballo
y poneos a andar.

Ensillad el bayito,
valga Dios,
veníos, ay amigo,
y poneos a andar.

Ensillad el caballo,
valga Dios,
veníos, ay amado,
y poneos a andar.


XIX

Vuestro amigo, desde que os conoció
de corazón tanto os mira y tan bien,
por Dios, amiga, que no sé yo quién
esto vea que no entienda que no
puede hallar el poder de hallar placer
en cosa alguna si no es en os ver.

Y quien sepa como a vos os miró
amiga, cuando aquí vino, también,
de no ser que fuera alguien sin muy buen
juicio, pronto puede entender que no
puede hallar el poder de hallar placer
en cosa alguna si no es en os ver.

Y cuando él viene a donde estáis, sé yo
que intenta encubrirse ante los que estén
allí, y eso cree, mas todos lo ven,
pues cuando él os mira entienden que no
puede hallar el poder de hallar placer
en cosa alguna si no es en os ver.


XX

¿Cómo osará aparecer ante mí
ese mi amigo, ay amiga, por Dios,
y aun como osará mirar mis dos
ojos, si lo trajera Dios aquí,
pues hace mucho que no vino a ver
mis ojos ni mi bello parecer?

Y, amiga, ¿cómo se atreverá,
siquiera a osar con sus ojos mirar
si él mis ojos viera un poco alzar,
o incluso corazón como tendrá,
pues hace mucho que no vino a ver
mis ojos ni mi bello parecer?

Pues sé que él no verá muy en razón,
puesto que me tiene tan gran amor,
osar llamarme su dama, ni valor
tendrá para verme, ni corazón,
pues hace mucho que no vino a ver
mis ojos ni mi bello parecer.


XXI

─En mala hora, señora, hablar yo os oí
y estos ojos míos os vieron a vos.
─Decid, amigo, qué he de hacer yo de mí
por vos en este apuro, así os valga Dios.
─Me haréis, señora, a mí vuestro favor.
─Lo haré, amigo, si es hacer lo mejor.

─Desde el punto en que yo os oí hablar,
señora, ya no pude más paz tener.
─Amigo, os quiero ahora preguntar
lo que de mí por vos podría yo hacer.
─Me haréis, señora, a mí vuestro favor.
─Lo haré, amigo, si es hacer lo mejor.

─Desde que os vi y os oí hablar, que no
vi placer, señora, ni dormí ni holgué.
─Amigo, por Dios, decid qué es lo que yo
de mí haga por vos, pues yo no lo sé.
─Me haréis, señora, a mí vuestro favor.
─Lo haré, amigo, si es hacer lo mejor.





XXII

─Amiga, me tiene muy asombrada
como vivir mi amigo ha de poder
donde mis ojos él no puede ver
o como se retrasa su llegada,
pues yo nunca tal maravilla vi:
que pueda mi amigo vivir sin mí,
pues, por Dios, es cosa poco adecuada.

─Amiga, estad ahora vos callada
un rato, y dejadme a mí responder:
por lo que cierto sé y puedo entender
nunca en el mundo fue mujer amada
como vos por vuestro amigo, y así
no tiene culpa él si tarda allí,
y si no, quedaré yo por culpada.

─Ay, amiga, estoy tan preocupada
que no puedo encontrar ningún placer
pensando en como se puede entender
que no esté ya conmigo de tornada,
y, por Dios, porque no lo he visto aquí,
de que esté muerto sospecha cogí,
y si está muerto, seré desdichada.

─Amiga muy hermosa y mesurada,
no niego que muerte pueda tener,
pues hombre es, y así deberá ser,
mas por Dios no seáis malpensada
de otra cosa, pues desde que nací
nunca de otro hombre tan leal oí,
y quien no dice así, no dice nada.


XXIII

A vuestro amigo, amiga, yo vi andar
con tal pena que nunca tuvo par
y casi ya no podía ni hablar,
pero cuando me vio, me dijo así:
«Id a mi señora y mi amor rogar,
por Dios, que ella tenga merced de mí.»

Él andaba triste y muy sin valor,
como el que tiene pena y gran dolor,
y perdido había juicio y color,
pero cuando me vio, me dijo así:
«Id rogar a mi señora y mi amor,
por Dios, que ella tenga merced de mí.»

Y, amiga, lo hallé con un andar tal
como muerto, pues es descomunal
el mal que sufre y la pena mortal,
pero cuando me vio, me dijo así:
«Rogad a la señora de mi mal,
por Dios, que ella tenga merced de mí.»


XXIV

─Amigo, ¿vos os queréis ir?
─Señora, debo cosa tal
hacer, pues sería mi mal
y el vuestro, y por tanto partir
me conviene de este lugar,
aunque gran pena soportar
habrá de ser sin vos vivir.

─Amigo, ¿y de mí que será?
─Señora, vos sois de buen prez
y, cuando me vaya esta vez,
lo vuestro pronto pasará,
mas la muerte me ha de causar
de vos lejos ir a morar,
y lo vuestro ha de pasar ya.

─Amigo, sin vos moriré.
─Eso nunca lo querrá Dios,
mas, si no voy donde estéis vos,
el que morirá yo seré;
quiero antes lo mío pasar
que no lo vuestro aventurar,
aunque sin vos de morir he.

─¿Me queréis, amigo, matar?
─No, señora; y por os salvar
me mato yo, pues lo busqué.


XXV

—Decime por Dios, amigo:
¿tanto y bien vos me queréis
como a mí decir soléis?
—Sí, señora, y también os digo:
ningún hombre ha de querer
tanto hoy en el mundo a mujer.

—No creo que tanto y bien
ya me pudiérais querer
como vos decís hacer.
—Sí, señora, y diré también:
ningún hombre ha de querer
tanto hoy en el mundo a mujer.

—Amigo, yo no os creeré,
por la fe de nuestro Señor,
que me tenéis tan grande amor.
—Sí, señora, y también diré:
ningún hombre ha de querer
tanto hoy en el mundo a mujer.


XXVI

─No puedo yo, mi amigo,
en vuestra soledad
vivir, bien os lo digo,
y por esto morad,
amigo, donde podáis
hablarme y me veáis.

No puedo, si no os veo,
vivir, esto creed,
y tanto yo os deseo
que por vivir haced,
amigo, donde podáis
hablarme y me veáis.

Nací en mal día, siento,
y, amigo, impedid
vos mi gran mal sin cuento
y por esto vivid,
amigo, donde podáis
hablarme y me veáis.

─Iré, bien lo creáis,
señora, donde mandáis.


XXVII

Por Dios, amigo, quién creería
que nunca pudierais vos partir
tan largo tiempo sin mí a vivir,
mas desde hoy, por santa María,
nunca una mujer, bien os lo digo,
debe creer juramentos de amigo.

Dijisteis cuando de mí marchasteis:
«Muy pronto aquí estaré, sin temor»,
y así lo jurasteis por mi amor,
mas desde hoy, pues vos perjurasteis,
nunca una mujer, bien os lo digo,
debe creer juramentos de amigo.

Jurasteis allí muy obstinado
que pronto pronto, sin más tardar,
queríais conmigo regresar,
mas desde hoy, ay vos, perjurado,
nunca una mujer, bien os lo digo,
debe creer juramentos de amigo.

Y así haré yo, bien os lo digo,
por cuanto vos hicisteis conmigo.


XXVIII

Mi amigo un mal muy grande tiene,
tal, amiga, que es tanto mal para él
que en verdad no hay mal peor que aquel,
y todo esto ved de donde le viene:
porque no cree mi bien conseguir
vive apenado, en pena por morir.

Tanto mal sufre, y que Dios dé perdón,
que él, amiga, ya lástima me dio,
y, por cuanto de sus asuntos sé yo,
todo su mal es por esta razón:
porque no cree mi bien conseguir
vive apenado, en pena por morir.

Morirá de esta, y nada es más real,
pues tiene dentro tan grande pesar
que no puede de la muerte escapar
y, amiga, viene aquí todo su mal:
porque no cree mi bien conseguir
vive apenado, en pena por morir.

Pues si creyera mi bien conseguir
mejor querría vivir que morir.




XXIX

Mi amigo, yo no puedo vivir
sin vos ni vos sin mí, y que será
de vos? Mas a Dios, que el poder da,
yo le ruego que Él quiera elegir,
por vos, amigo, y también por mí,
que no muramos vos ni yo así

como morimos, pues no es menester
que tal vida hayamos de pasar,
que más os valdrá muerte os dar,
mas Dios elija, si a Él le ha de placer,
por vos, amigo, y también por mí,
que no muramos vos ni yo así

como morimos, pues en la mayor
pena del mundo y en la más mortal
vivimos, amigo, y el mayor mal,
mas Dios elija, como buen Señor,
por vos, amigo, y también por mí,
que no muramos vos ni yo así

como morimos, en verdad, pues
hace mucho que este mal nos llegó
y aún sigue, y mucho nos duró,
mas Dios elija, como quien Él es,
por vos, amigo, y también por mí,
que no muramos vos ni yo así

como morimos, y Dios ponga aquí
remedio, amigo, a vos y a mí.


XXX

Qué ansia tuvisteis, madre y señor,
de impedirme que pudiera yo ver
a mi amigo, mi bien y mi placer,
mas si yo logro, por Nuestro Señor,
que lo vea y le pueda hablar,
lo haré, y pese a quien quiera pesar.

Vos pusisteis todo vuestro poder
en buscar que, por ninguna razón,
yo viera a mi amigo y mi corazón,
mas, si logro, con todo mi poder,
que lo vea y le pueda hablar,
lo haré, y pese a quien quiera pesar.

Mi muerte queréis, madre, y nada más,
pues hicisteis que ya nunca también
llegara ver a mi amigo y mi bien,
mas, si logro, y no puede haber más,
que lo vea y le pueda hablar,
lo haré, y pese a quien quiera pesar.

Y si, madre, esto puedo alcanzar,
lo otro pase como pueda pasar.


XXXI

Amigo falso y desleal,
de qué os vale trabajar
por mi merced poder ganar,
pues lo habéis llevado tan mal
que, aunque quiera, no he de poder,
amigo, ya bien os hacer.

Llevasteis el asunto así
como quien no es conocedor
de bien ni de prez ni de amor,
y por esto creedme a mí
que, aunque quiera, no he de poder,
amigo, ya bien os hacer.

Caísteis en tal perdición
que remedio aquí no os sé,
pues yo ya os abandoné
de manera, y Dios dé perdón,
que, aunque quiera, no he de poder,
amigo, ya bien os hacer.


XXXII

Mi amigo viene hoy aquí
y quiere conmigo hablar
y sabe él que me hace pesar,
madre, pues yo le prohibí
que no fuese a ninguna hora
donde yo fuera, y viene ahora

aquí, y fue suyo el pecado 
de pensar en su corazón
en quebrantar mi prohibición,
pues sabe que yo le he mandado
que no fuese a ninguna hora
donde yo fuera, y viene ahora

aquí, cuando yo con él hablé
ante vos, madre, y con rigor,
y así él ha perdido mi amor,
pues yo le prohibí y le mandé
que no fuese a ninguna hora
donde yo fuera, y viene ahora

aquí y, si el buen juicio ignora,
que pierda mi bien sin demora.


XXXIII

Quisiera con vos hablar de grado,
ay, mi amigo y mi enamorado,
pero no oso ahora con con vos hablar,
pues tengo gran miedo del airado;
airado haya a Dios quien me lo fue a dar.

En cuitas de mil modos me trabo
por deciros con qué yo me agravo,
pero no oso ahora con con vos hablar,
pues tengo gran miedo del mal bravo;
mal bravo haya a Dios quien me lo fue a dar.

Pesar sufro, amigo, y a menudo
os quiero decir mi mal tan mudo,
pero no oso ahora con con vos hablar,
pues tengo gran miedo del muy rudo;
muy rudo haya a Dios quien me lo fue a dar.

Señor de mi corazón, cautivo
sois vos por yo vivir con quien vivo,
pero no oso ahora con con vos hablar,
pues tengo gran miedo del esquivo;
esquivo haya a Dios quien me lo fue a dar.


XXXIV

Con mi amigo, madre, os vi yo a vos
hoy hablar y ello me dio gran placer
porque lo vi de junto a vos volver
alegre, y creo que me hace bien Dios,
pues, si él tan alegre partió de aquí,
no puede ser sino un bien para mí.

Se volvió alegre y se rio, ya que
hace mucho tiempo que no lo hacía,
mas, puesto que esto esta vez sucedía,
me quedo alegre, y Dios bien me dé,
pues, si él tan alegre partió de aquí,
no puede ser sino un bien para mí.

Él me miró a los ojos con pasión,
cuando visteis que se os despidió,
y miró hacia vos alegre y se rio,
y tengo placer en mi corazón,
pues, si él tan alegre partió de aquí,
no puede ser sino un bien para mí.

Y, aunque yo de palabra nada oí,
tengo muy gran placer en lo que vi.


XXXV

Hace tiempo, amigo, que no quiso Dios
que con mis dos ojos os viera yo a vos,
y no pone, por tal razón, en mí los 
suyos mi madre, amigo, y, pues es así,
arreglad de irnos, por Dios, ya de aquí,
y que haga mi madre lo que pueda allí.

No os vi hace tiempo ni así se arregló,
pues lo impidió mi madre, a quien le pesó
este asunto, y le pesa, y me guardó
que no os viese, amigo, y, pues es así,
arreglad de irnos, por Dios, ya de aquí,
y que haga mi madre lo que pueda allí.

Que hace mucho que mis ojos no os ven
ni vi en este tiempo yo ningún bien,
que lo impidió mi madre, e hizo también
que no os viese, amigo, y, pues es así,
arreglad de irnos, por Dios, ya de aquí,
y que haga mi madre lo que pueda allí.

Y, si no lo arreglarais muy pronto así,
os matáis, amigo, y me matáis a mí.


XXXVI

Os auxiliaría, amigo y mi bien,
si yo me atreviera, mas mirad quien
me lo impide y quiere mi mal:
mi madre, que os tiene mortal
desamor, y, con pena tal,
morir ya no me pesaría.

Os auxiliaría, por Dios, mi bien,
si yo me atreviera, mas mirad quien
me impide que lo pueda hacer:
mi madre, que tiene el poder
y muy mal os sabe querer
y ya aquí mi muerte querría.


XXXVII

Para ver a mi amigo,
que dejó de hablar conmigo,
voy allá, madre.

Para ver a mi amado,
que conmigo lo ha dejado,
voy allá, madre.

Que dejó de hablar conmigo
es por esto que yo os digo:
voy allá, madre.

Que conmigo lo ha dejado
es por esto que yo os hablo:
voy allá, madre.


XXXVIII

Me llegó, amiga, el recado
de aquel que quiero muy bien,
de que, al saber mi mandado,
ya él vendrá en un amén,
y estoy yo alegre y también
hago en esto lo adecuado.

Por llegar viene angustiado,
pues sufre gran mal de amor,
porque está muy alejado
de hallar placer ni calor
sino donde yo esté, por
ser todo este su cuidado.

Con todo el mal que ha pasado,
amiga, el modo veré
de darle algo de agrado,
pues viene cual le mandé,
y luego él será, bien sé,
del mal sanado y pagado,

y del mal que le causé
desde que es mi enamorado.


XXXIX

Que vos muráis por mí muy justo es,
amigo, y mi belleza no debéis
en nada agradecer y bien sabréis
que a Dios yo gracias doy, en verdad, pues
morir por mí sin razón no ha de ser
para el que esta belleza pueda ver.

De morir por mí nada os debo yo
agradecer, pues igual ha de hacer
quien bien mire belleza de mujer,
y, pues Dios esta belleza me dio,
morir por mí sin razón no ha de ser
para el que esta belleza pueda ver.

De así por mi amor vos os matar
yo en nada nunca os lo agradeceré
y, mi amigo, aún más aquí os diré:
pues me quiso Dios tal belleza dar,
morir por mí sin razón no ha de ser
para el que esta belleza pueda ver

que Dios me ha dado, y podéis creer
que yo nada os tengo que agradecer.


XL

Mi madre querida,
al baile yo iba
de amor;

mi madre alabada,
yo al baile marchaba
de amor;

al baile yo iba
que hay en la villa,
de amor;

yo al baile marchaba
que hay en la casa,
de amor;

que hay en la villa
del que bien quería,
de amor;

que hay en casa
del que mucho amaba,
de amor;

del que bien quería,
o soy fementida,
de amor;

del que mucho amaba,
o soy perjurada,
de amor.


XLI

Infeliz vivo, amigo, porque yo no os veo
y vos vivís infeliz y con gran deseo
de verme y de hablarme, y por esto creo
que es pena tan fuerte
que no me es sino muerte,
como quien vive, amigo, en tan gran deseo.

Yo por veros, amigo, vivo apenada,
e igual vos, por verme, que ya no es nada
la vida que hacemos, y así asombrada
estoy de como vivo
sufriendo tan esquivo
mal, pues más me valdría no ser yo aquí nada.

Ya por veros, amigo, no sé quién sufriera
tal pena cual yo sufro, y vos, que no muriera,
y, así con estas penas, ya que no naciera,
qué será de mí no sé
y la muerte envidiaré
a todo hombre o mujer que ya muriera.


XLII

De vuestro amigo, ay amiga,
en el que tanto confiáis,
pronto quiero que sepáis
que una, que Dios maldiga,
lo tiene loco y maltrecho,
y yo muero de despecho.

No hay aquí verdad profunda
ni nada os es encubierto,
mas tenedlo muy por cierto
que una, que Dios cofunda,
lo tiene loco y maltrecho,
y yo muero de despecho.

No sé mujer que se pague
de quitarles a su amigo,
a las otras mas yo os digo
que una, que Dios estrague,
lo tiene loco y maltrecho,
y yo muero de despecho.

Y tengo mucho derecho,
pues quiero vuestro provecho.


XLIII

Ay, falso amigo y sin lealtad,
veo ahora la gran falsedad
con que vos tanto tiempo me hablasteis,
pues ya de otra yo sé en verdad
a la que esa piedra vos lanzasteis.

Amigo falso y muy encubierto,
veo vuestro engaño al descubierto
con que vos tanto tiempo me hablasteis,
pues ya de otra yo sé bien cierto
a la que esa piedra vos lanzasteis.

Ay, falso amigo, yo no temía
esta gran traición y felonía
con que vos tanto tiempo me hablasteis,
pues ya de otra sé, que lo sabía,
a la que esa piedra vos lanzasteis.

Y que cogierais justo sería
las falsedades que sembrasteis.


XLIV

Amigo, yo esto creo,
nunca pierdo el deseo
sino cuando os veo,
y de esto vivo apenada
con este mal tan feo
que sufro yo, agraciada.

Pues sin vos, donde sea,
mi ser siempre os desea
mientras que yo no os vea,
y de esto vivo apenada
con la pena tan fea
que sufro yo, agraciada.

Es solamente espanto
cuando no os veo cuanto
yo hallo, y quebranto,
y de esto vivo apenada
con todo este mal, tanto,
que sufro yo, agraciada.


XLV

Por Dios, intentad ver a mi estimado
amigo, amiga, que aquí llegó,
y decidle, aunque me ha importunado,
que lo que muchas veces me rogó,
que a él le hiciera yo aquel placer,
por mor de mi madre no he de poder.

Si vos lo veis os lo agradeceré,
pues sabéis cuánto hace que me sirvió,
y decidle, aunque se lo reproché,
que lo que él rogó siempre que me vio,
que a él le hiciera yo aquel placer,
por mor de mi madre no he de poder.

Si vos lo veis gran gozo tendré aquí,
pues de mi bien desesperado está;
por esto, amiga, decidle así:
que aquello que él mucho me rogó ya,
que a él le hiciera yo aquel placer,
por mor de mi madre no he de poder.

Y por esto no tengo yo el poder
de procurarle a él ni a mí placer.


XLVI

Amiga, aquel que os ama
y está por vos penado
y que vuestro se llama,
desde que fue enamorado
no vio placer, yo lo sé;
por esto morirá
y de ello me doleré.

Aquel que pena fuerte
tuvo desde aquel día
que os vio, que igual que muerte
le es, por santa María,
nunca vio placer ni bien;
por esto morirá
y me pesa a mí también.


XLVII

Amigo, mientras no os vi
no descansé ni dormí,
pero ahora ya aquí
que os veo, descansaré
y veré placer en mí
pues veo cuánto deseé.

Porque no os llegaba a ver
calma no pude tener,
y ya, Dios os fue a traer,
que os veo, descansaré
y veré en mí placer
pues veo cuánto deseé.

Cuando mis ojos no os ven
no han placer, y pierdo el buen
juicio, mas ahora también
que os veo, descansaré
y veré todo mi bien
pues veo cuánto deseé.

Poder veros es mi paz
y además me place asaz,
y si hace Dios, que es veraz,
que os veo, descansaré
y tendré muy gran solaz
pues veo cuánto deseé.


XLVIII

Pues ya dice mi amigo
que quiere irse conmigo,
pues a él place asaz,
me place, bien os digo;
este es mi solaz.

Pues dice que a porfía
vamos a nuestra vía,
pues a él place asaz,
me place, y en buen día;
este es mi solaz.

Pues que llevarme veo
que es su solo deseo,
pues a él place asaz,
me place, y ya lo creo;
este es mi solaz.


XLIX

Por Dios, amiga, lamentad el mal
que anda diciendo aquel muy desleal,
pues dice de mí, y de vos igual,
y a muchos, que yo le hice bien
y que vos sabéis de todo este mal,
mas tal cosa yo ignoro, y vos también.

Debéis lamentaros de esta cuestión
pues anda diciendo muy gran traición
de mí y de vos, que Dios nos dé perdón,
y se alaba de que yo le hice bien
y que vos sabéis toda la cuestión,
mas tal cosa yo ignoro, y vos también.

Y que aquí os lamentéis muy justo es
pues habla muy mal, y todo al revés,
de mí y de vos allá donde esté, pues
él dice, amiga, que yo le hice bien
y que vos sabéis todo tal como es,
mas tal cosa yo ignoro, y vos también


L

Me habló hoy mi amigo
muy bien y muy humildoso
de mi semblante hermoso,
amiga, estando conmigo,
mas, aun así yo os digo
que no le quedó recado
que a él le fuera de su agrado.

Me dijo él, amiga, cuanto
yo mejor que él sabía
que de cuán bien yo lucía
era todo su quebranto,
mas, aun así sabed tanto:
que no le quedó recado
que a él le fuera de su agrado.

Me dijo él: «Señora, creed
que vuestra gran hermosura
me hace un mal sin mesura,
por esto de mí doled».
Aun así, amiga, sabed
que no le quedó recado
que a él le fuera de su agrado.

Y se fue tan apenado
que ya me ha preocupado.


LI

Se marcha mi amigo a muy lejos morar
y, amiga, por Dios, de eso tengo pesar,
porque ya se va, en mi corazón,
tan grande que no se puede contar,
pues se lo prohibí, y tengo gran razón.

Yo le prohibí que se marchara de aquí,
pues todo mi bien perdería él así,
y ahora se va y me hace gran traición,
y desde hoy no sé qué va a ser de mí 
y morir sólo, amiga, es mi ambición.


LII

No sé, amigo, de quién padeciera
pena cual padezco, que no muriera,
sino yo, infeliz, mejor no naciera,
porque no os veo cuanto yo querría,
y quiera Dios que yo olvidar pudiera
que os vi, amigo, en aquel mal día.

No sé, amigo, mujer que pasara
pena cual yo paso, que lo soportara
y no muriera o se desesperara,
porque no os veo cuanto yo querría,
y quiera Dios que yo no recordara
que os vi, amigo, en aquel mal día.

No sé, amigo, quién el dolor sintiera
que yo siento, que así lo encubriera,
sino yo, infeliz, que Dios maldijera,
porque no os veo cuanto yo querría,
y quiera Dios que yo nunca supiera
que os vi, amigo, en aquel mal día.


LIII

La pastora se quejaba
mucho tiempo el otro día
y consigo allí hablaba
y lloraba y aun decía,
del amor que la forzaba:
«Por Dios, te vi en mal día,
ay, amor».

Y se seguía quejando
como mujer con gran pena
y que al pesar, desde cuando
nació, siempre fue ajena,
y allí decía llorando:
«Tú no eres sino mi pena,
ay, amor».

Penas le daban amores
que no le eran sino muerte,
y se acostó entre unas flores
y dijo con pena fuerte:
«Mal te venga en donde mores,
pues no eres sino mi muerte,
ay, amor».


LIV

Una pastora agraciada
pensando iba en su amigo
y estaba, bien os lo digo,
por lo que vi, disgustada,
y dijo: «No vale nada
el fiarse de enamorado
la mujer enamorada,
pues el mío ha perjurado».

Ella traía en la mano
un papagayo hermoso
cantando muy delicioso,
pues ya entraba el verano,
y dijo: «Amigo lozano,
¿qué haría por amores,
pues hablasteis tan en vano?»
Y cayó entre unas flores.

Una gran parte del día
yació allí, y nada hablaba,
y a veces despertaba,
y a veces desfallecía,
y dijo: «Ay, santa María,
¿qué será de mí ahora?»
Y el papagayo decía:
«Bien, por lo que sé, señora».

«Si no me quieres herida»,
dice ella, «di la verdad,
papagayo, en caridad,
porque me es muerte esta vida».
Dijo él: «Señora cumplida
en todo, no os quejéis,
pues al que os tiene servida,
alzad la vista y veréis».





***


 
XXII

─Amiga, fáçome maravilhada
como pode meu amigo viver
u os meus olhos non pode veer
ou como pod’ alá fazer tardada,
ca nunca tan gran maravilha vi:
poder meu amigo viver sen mí,
e, par Deus, é cousa mui desguisada.

─Amiga, estade ora calada
un pouco, e leixad’ a min dizer:
per quant’ eu sei cert’ e poss’ entender
nunca no mundo foi molher amada
come vós de voss’ amig’, e assí,
se el tarda, sol non é culpad’ i;
se non, eu quer’ én ficar por culpada.

─Ai, amiga, eu ando tan coitada
que sol non poss’ en mí tomar prazer
cuidand’ en como se pode fazer
que non é ja comigo de tornada,
e, par Deus, porque o non vej’ aquí,
que é morto gran sospeita tom’ i,
e se mort’ é, mal día eu fui nada.

─Amiga fremosa e mesurada,
non vos dig’ eu que non pode seer
voss’ amigo, pois om’ é, de morrer,
mais, por Deus, non sejades sospeitada
doutro mal del, ca des quand’ eu nací
nunca doutr’ ome tan leal oí
falar, e quen end’ al diz, non diz nada.


XXIII

O voss’ amig’, amiga, vi andar
tan coitado que nunca lhi vi par
que adur mi podía ja falar,
pero quando me viu, díssemi assí:
«Ai senhor, id’ a mía senhor rogar,
por Deus, que aja mercee de mí.»

El andava trist’ e mui sen sabor,
come quen é tan coitado d’ amor,
e perdud’ á o sen e a color,
pero quando me viu, díssemi assí:
«Ai senhor, ide rogar mía senhor,
por Deus, que aja mercee de mí.»

El, amiga, achei eu andar tal
come morto, ca é descomunal
o mal que sofr’ e a coita mortal,
pero quando me viu, díssemi assí:
«Senhor, rogad’ a senhor do meu mal,
por Deus, que aja mercee de mí.»


XXIV

─Amigo, queredes vos ir?
─Si, mía senhor, ca non poss’ al
fazer, ca sería meu mal
e vosso; por end’ a partir
mi convén daqueste logar,
mais que gran coita d’ endurar
mi será, pois me sen vós vir.

─Amig’, e de min que será?
─Ben, senhor boa e de prez,
e, pois m’ eu for daquesta vez,
o vosso mui ben passará,
mais morte m’ é de m’ alongar
de vós e irm’ alhur morar,
mais pass’ o voss’ unha vez ja.

─Amig’, eu sen vós morrerei.
─Non querrá Deus esso, senhor,
mais, pois u vós fordes non for,
o que morrerá eu serei;
máis quer’ eu ant’ o meu passar
ca assí do voss’ aventurar,
ca eu sen vós de morrer ei.

─Queredes mi, amigo, matar?
─Non, mía senhor; mais, por guardar
vós, mátomi, que mho busquei.


XXV

─Dizede por Deus, amigo:
tamanho ben me queredes
como vós a mí dizedes?
─Si, senhor, e máis vos digo:
non cuido que oj’ ome quer
tan gran ben no mund’ a molher.

─Non creo que tamanho ben
mi vós podéssedes querer
camanh’ a mí ides dizer.
─Si, senhor, e máis direi én:
non cuido que oj’ ome quer
tan gran ben no mund’ a molher.

─Amig’, eu non vos creerei,
fe que dev’ a nostro Senhor,
que m’ avedes tan grand’ amor.
─Si, senhor, e máis vos direi:
non cuido que oj’ ome quer
tan gran ben no mund’ a molher.


XXVI

─Non poss’ eu, meu amigo,
con vossa soidade
viver, ben volo digo,
e por esto morade,
amigo, u mi possades
falar e me vejades.

Non poss’, u vos non vejo,
viver, ben o creede,
tan muito vos desejo
e por esto vivede,
amigo, u mi possades
falar e me vejades.

Nací en forte ponto
e, amigo, partide
o meu gran mal sen conto
e por esto guaride,
amigo, u mi possades
falar e me vejades.

─Guarrei, ben o creades,
senhor, u me mandardes.


XXVII

Por Deus, amigo, quen cuidaría
que vós nunca ouvéssedes poder
de tan longo tempo sen mí viver,
e des oimais, par santa María,
nunca molher deve, ben vos digo,
muit’ a creer per juras d’ amigo.

Disséstesmi u vos de min quitastes:
«Log’ aquí serei convosco, senhor»,
e jurástesmi polo meu amor,
e des oimais, pois vos perjurastes,
nunca molher deve, ben vos digo,
muit’ a creer per juras d’ amigo.

Jurástesm’ entón muit’ aficado
que logo logo, sen outro tardar,
vos queriades pera mí tornar,
e des oimais, ai meu perjurado,
nunca molher deve, ben vos digo,
muit’ a creer per juras d’ amigo.

E assí farei eu, ben vos digo,
por quanto vós passastes comigo.


XXVIII

O meu amigo á de mal assaz
tant’, amiga, que muito mal per é
que no mal non á máis, per boa fe,
e tod’ aquesto vedes que lho faz:
porque non cuida de mí ben aver,
viv’ en coita, coitado per morrer.

Tanto mal sofre, se Deus mi perdón,
que ja eu, amiga, del doo ei,
e, per quanto de sa fazenda sei,
tod’ este mal é por esta razón:
porque non cuida de mí ben aver,
viv’ en coita, coitado per morrer.

Morrerá desta, u non pod’ aver al,
que toma en si tamanho pesar
que se non pode de morte guardar
e, amiga, venlh’ i tod’ este mal:
porque non cuida de mí ben aver,
viv’ en coita, coitado per morrer.

Ca se cuidasse de mí ben aver
ant’ el quería viver ca morrer.


 
XXIX

Meu amigo, non poss’ eu guarecer
sen vós nen vós sen mí, e que será
de vós? Mais Deus, que end’ o poder á,
lhi rog’ eu que El quera escolher,
por vós, amigo, e des i por mí,
que non moirades vós nen eu assí

como morremos, ca non á mester
de tal vida avermos de passar,
ca máis vos valrría de vos matar,
mais Deus escolha, se a El prouguer,
por vós, amigo, e des i por mí,
que non moirades vós nen eu assí

como morremos, ca ena maior
coita do mundo nen na máis mortal
vivemos, amigo, e no maior mal,
mais Deus escolha, come bon Senhor,
por vós, amigo, e des i por mí,
que non moirades vós nen eu assí

como morremos, ca, per boa fe,
mui gran temp’ á que este mal passou
per nós, e passa, e muito durou,
mais Deus escolha, come quen Ele é,
por vós, amigo, e des i por mí,
que non moirades vós nen eu assí

como morremos, e Deus ponha i
conselh’, amigo, a vós e a mí.


XXX

Que coita ouvestes, madr’ e senhor,
de me guardar que non possa veer
meu amig’ e meu ben e meu prazer,
mais, se eu posso, par Nostro Senhor,
que o veja e lhi possa falar,
guisarlho ei, e pes a quen pesar.

Vós fezestes todo vosso poder,
madr’ e senhor, de me guardar que non
visse meu amig’ e meu coraçón,
mais, se eu posso, a todo meu poder,
que o veja e lhi possa falar,
guisarlho ei, e pes a quen pesar.

Mía morte quisestes, madr’, e non al,
quand’ aguisastes que per nulha ren
eu non viss’ o meu amig’ e meu ben,
mais, se eu posso, u non pod’ aver al,
que o veja e lhi possa falar,
guisarlho ei, e pes a quen pesar.

E se eu, madr’, esto poss’ acabar,
o al passe como poder passar.


XXXI

Amig’ e fals’ e desleal,
que prol á de vos trabalhar
d’ én a mía mercee cobrar,
ca tanto o trouxestes mal
que non ei de vos ben fazer,
pero m’ eu quisesse, poder.

Vós trouxestes o preit’ assí
come quen non é sabedor
de ben nen de prez nen d’ amor,
e por én creede per mí
que non ei de vos ben fazer,
pero m’ eu quisesse, poder.

Caestes en tal ocajón
que sol conselho non vos sei,
ca ja vos eu desemparei
en guisa, se Deus mi perdón,
que non ei de vos ben fazer,
pero m’ eu quisesse, poder.


XXXII

Meu amigo vén oj’ aquí
e diz que quer migo falar
e sab’ el que mi faz pesar,
madre, pois que lh’ eu defendí
que non fosse per nulha ren
per u eu foss’, e ora vén

aquí, e foi pecado seu
de sol poer no coraçón,
madre, passar mía defensón,
ca sab’ el que lhi mandei eu
que non fosse per nulha ren
per u eu foss’, e ora vén

aquí, u eu con el falei
per ante vós, madr’ e senhor,
e oimais perde meu amor,
pois lh’ eu defendi e mandei
que non fosse per nulha ren
per u eu foss’, e ora vén

aquí, madr’, e pois fez mal sen,
dereit’ é que perça meu ben.


XXXIII

Quisera vosco falar de grado,
ai, meu amig’ e meu namorado,
mais non ous’ oj’ eu convosc’ a falar,
ca ei mui gran medo do irado;
irad’ aja Deus quen me lhi foi dar.

En cuidados de mil guisas travo
por vos dizer o con que m’ agravo,
mais non ous’ oj’ eu convosc’ a falar,
ca ei mui gran medo do mal bravo;
mal brav’ aja Deus quen me lhi foi dar.

Gran pesar ei, amigo, sofrudo
por vos dizer meu mal ascondudo,
mais non ous’ oj’ eu convosc’ a falar,
ca ei mui gran medo do sanhudo;
sanhud’ aja Deus quen me lhi foi dar.

Senhor do meu coraçón, cativo
sodes en eu viver con quen vivo,
mais non ous’ oj’ eu convosc’ a falar,
ca ei mui gran medo do esquivo;
esquiv’ aja Deus quen me lhi foi dar.


XXXIV

Vivos, madre, con meu amig’ aquí
oje falar e ouv’ én gran prazer
porque o vi de cabo vós erger
led’, e tenho que mi faz Deus ben i,
ca, pois que s’ el ledo partiu d’ aquén,
non pode seer senón por meu ben.

Ergeuse ledo e riiu ja que,
o que mui gran temp’ á que el non fez,
mais, pois ja esto passou esta vez,
fic’ end’ eu leda, se Deus ben mi dé,
ca, pois que s’ el ledo partiu d’ aquén,
non pode seer senón por meu ben.

El pos os seus olhos nos meus entón,
quando vistes que xi vos espediu,
e tornou contra vós led’ e riiu,
e por end’ ei prazer no coraçón,
ca, pois que s’ el ledo partiu d’ aquén,
non pode seer senón por meu ben.

E, pero m’ eu da fala non sei ren,
de quant’ eu vi, madr’, ei gran prazer én.


XXXV

Gran temp’ á, meu amigo, que non quis Deus
que vos veer podesse dos olhos meus,
e non pon, con tod’ esto, en mí os seus
olhos mía madr’, amig’, e, pois ést’ assí,
guisade de nos irmos, por Deus, d’ aquí,
e faça mía madr’ o que poder des i.

Non vos vi á gran tempo nen se guisou,
ca o partiu mía madre, a que pesou
daqueste preit’, e pesa, e min guardou
que vos non viss’, amig’, e, pois ést’ assí,
guisade de nos irmos, por Deus, d’ aquí,
e faça mía madr’ o que poder des i.

Que vos non vi á muito, e nulha ren
non vi des aquel tempo de nen un ben,
ca o partiu mía madre, e fez por én
que vos non viss’, amig’, e, pois ést’ assí,
guisade de nos irmos, por Deus, d’ aquí,
e faça mía madr’ o que poder des i.

E, se o non guisardes mui ced’ assí,
matádesvos, amig’, e matades mí.


 
XXXVI

Valervos ía, amig’ e meu ben,
se eu ousasse, mais vedes quen
me tolhe daquest’ e non al:
mía madre, que vos á mortal
desamor, e, con este mal,
de morrer non mi pesaría.

Valervos ía, par Deus, meu ben,
se eu ousasse, mais vedes quen
me tolhe de vos non valer:
mía madre, que end’ á poder
e vos sabe gran mal querer
e por én mía morte quería.


XXXVII

Pera veer meu amigo,
que talhou preito comigo,
alá vou, madre.

Pera veer meu amado,
que mig’ á preito talhado,
alá vou, madre.

Que talhou preito comigo
é por esto que vos digo:
alá vou, madre.

Que mig’ á preito talhado
é por esto que vos falo:
alá vou, madre.


XXXVIII

Chegoumh, amiga, recado
daquel que quero gran ben,
que, pois que viu meu mandado,
quanto pode viir, vén,
e and’ eu leda por én
e faço muit’ aguisado.

El vén por chegar coitado,
ca sofre gran mal d’ amor,
er anda muit’ alongado
d’ aver prazer nen sabor
senón alí u eu for,
u é todo seu cuidado.

Por quanto mal á levado,
amiga, razón farei
de lhi dar end’ algun grado,
pois vén como lh’ eu mandei,
e log’ el será, ben sei,
do mal guarid’ e cobrado,

e das coitas que lh’ eu dei
des que foi meu namorado.


XXXIX

De morrerdes por mí gran dereit’ é,
amigo, ca tanto paresc’ eu ben
que desto mal grad’ ajades vós én
e Deus bon grado, ca, per boa fe,
non é sen guisa de por mí morrer
quen mui ben vir este meu parecer.

De morrerdes por mí non vos dev’ eu
bon grado poer, ca esto fará quenquer
que ben cousir parecer de molher,
e, pois mi Deus este parecer deu,
non é sen guisa de por mí morrer
quen mui ben vir este meu parecer.

De vos por mi amor assí matar,
nunca vos desto bon grado darei
e, meu amigo, máis vos én direi:
pois me Deus quis este parecer dar,
non é sen guisa de por mí morrer
quen mui ben vir este meu parecer

que mi Deus deu, e podedes creer
que non ei ren que vos i gradecer.


XL

Mía madre velida,
voum’ a la bailía
do amor;

mía madre loada,
voum’ a la bailada
do amor;

voum’ a la bailía
que fazen en vila
do amor;

voum’ a la bailada
que fazen en casa
do amor;

que fazen en vila
do que eu ben quería
do amor;

que fazen en casa
do que eu muit’ amava
do amor;

do que eu ben quería;
chamarm’ án garrida
do amor;

do que eu muit’ amava;
chamarm’ án perjurada
do amor.


XLI

Coitada viv’, amigo, porque vos non vejo
e vós vivedes coitad’ e con gran desejo
de me veer e mi falar, e por én sejo
sempr’ en coita tan forte
que non m’ é senón morte,
come quen viv’, amigo, en tan gran desejo.

Por vos veer, amigo, vivo tan coitada,
e vós, por me veer, que oimais non é nada
a vida que fazemos, e maravilhada
soo de como vivo
sofrendo tan esquivo
mal, ca máis mi valrría de non seer nada.

Por vos veer, amigo, non sei quen sofresse
tal coita qual eu sofr’, e vós, que non morresse,
e, con aquestas coitas, eu que non nacesse,
non sei de min que seja
e da mort’ ei enveja
a todo ome ou molher que ja morresse.


XLII

O voss’ amig’, ai amiga,
de que vós muito fiades,
tanto quer’ eu que sabhades
que unha, que Deus maldiga,
volo ten louc’ e tolheito,
e moir’ end’ eu con despeito.

Non ei ren que vos asconda
nen vos será encoberto,
mais sabede ben por certo
que unha, que Deus cofonda,
volo ten louc’ e tolheito,
e moir’ end’ eu con despeito.

Non sei molher que se pague
de lh’ outras o seu amigo
filhar, e por én vos digo
que unha, que Deus estrague,
volo ten louc’ e tolheito,
e moir’ end’ eu con despeito.

E faço mui gran dereito,
pois quero vosso proveito.

 
XLIII

Ai, fals’ amig’ e sen lealdade,
ora vej’ eu a gran falsidade
con que mi vós á gran temp’ andastes,
ca doutra sei eu ja por verdade
a que vós atal pedra lançastes.

Amigo fals’ e muit’ encoberto,
ora vej’ eu o gran mal deserto
con que mi vós á gran temp’ andastes,
ca doutra sei eu ja ben por certo
a que vós atal pedra lançastes.

Ai, fals’ amig’, eu non me temía
do gran mal e da sabedoría
con que mi vós á gran temp’ andastes,
ca doutra sei eu, que o ben sabía,
a que vós atal pedra lançastes.

E de colherdes razón sería
da falsidade que semeastes.


XLIV

Meu amig’, u eu sejo
nunca perço desejo
senón quando vos vejo,
e por én vivo coitada
con este mal sobejo
que sofr’ eu, ben talhada.

U quer que sen vós seja
sempr’ o meu cor deseja
vos, ata que vos veja,
e por én vivo coitada
con gran coita sobeja
que sofr’ eu, ben talhada.

Non é senón espanto
u vos non vejo quanto
eu desej’, e quebranto,
e por én vivo coitada
com aqueste mal, tanto,
que sofr’ eu, ben talhada.


XLV

Por Deus, punhade de veerdes meu
amig’, amiga, que aquí chegou,
e dizédelhi, pero me foi greu,
o que m’ el ja muitas vezes rogou,
que lhi faría end’ eu o prazer,
mais tólhem’ ende mía madr’ o poder.

De o veerdes gradecer volo ei,
ca sabedes quant’ á que me serviu,
e dizédelhi, pero lh’ estranhei,
o que m’ el rogou cada que me viu,
que lhi faría end’ eu o prazer,
mais tólhem’ ende mía madr’ o poder.

De o veerdes gran prazer ei i,
pois do meu ben desasperad’ está;
por end’, amiga, dizédelh’ assí:
que o que m’ el per vezes rogou ja,
que lhi faría end’ eu o prazer,
mais tólhem’ ende mía madr’ o poder.

E por aquesto non ei eu poder
de fazer a min nen a el prazer.


XLVI

Amiga, quen vos ama
e por vós é coitado
e se por vosso chama,
des que foi namorado
non viu prazer, seio eu;
por én ja morrerá
e por aquesto m’ é greu.

Aquel que coita forte
ouve des aquel día
que vos el viu, que morte
lh’ é, par santa María,
nunca viu prazer nen ben;
por én ja morrerá
e a min pesa muit’ én.


XLVII

Amigo, pois vos non vi
nunca folguei nen dormí,
mais ora ja des aquí,
que vos vejo, folgarei
e verei prazer de mí
pois vejo quanto ben ei.

Pois vos non pudi veer
ja máis non ouví lezer,
e, u vos Deus quis trager
que vos vejo, folgarei
e verei de min prazer
pois vejo quanto ben ei.

Des que vos non vi, de ren
non vi prazer, e o sen
perdí, mais pois que mi avén
que vos vejo, folgarei
e verei todo meu ben
pois vejo quanto ben ei.

De vos veer a min praz
tanto que muito é assaz,
mais, u m’ este ben Deus faz
que vos vejo, folgarei
e averei gran solaz
pois vejo quanto ben ei.


XLVIII

Pois que diz meu amigo
que se quer ir comigo,
pois que a el praz,
praz a mí, ben vos digo;
este é o meu solaz.

Pois diz que toda vía
nos imos nossa vía,
pois que a el praz,
prazm’ e vej’ i bon día;
este é o meu solaz.

Pois m’ ende levar vejo
que este é o seu desejo,
pois que a el praz,
prazmi muito sobejo;
este é o meu solaz.


XLIX

Por Deus, amiga, pesvos do gran mal
que diz andand’ aquel meu desleal,
ca diz de mí, e de vós outro tal,
andand’ a muitos, que lhi fiz eu ben
e que vós soubestes tod’ este mal,
de que eu nen vós non soubemos ren.

De vos én pesar é mui gran razón
ca diz andando mui gran traiçón
de min e de vós, se Deus mi perdón,
u se louva de min que lhi fiz ben
e que vós soubestes end’ a razón,
de que eu nen vós non soubemos ren.

De vos én pesar dereito per é
ca diz de min gran mal, per boa fe,
e de vós, amiga, cada u sé
falando, ca diz que lhi fiz eu ben
e ca vós soubestes todo com’ é,
de que eu nen vós non soubemos ren.

 
L

Faloum’ oj’ o meu amigo
mui ben e muit’ omildoso
no meu parecer fremoso,
amiga, que eu ei migo,
mais, pero tanto vos digo
que lhi non tornei recado
ond’ el ficasse pagado.

Díssem’ el, amiga, quanto
m’ eu melhor ca el sabía
que de quan ben parecía
que tod’ era seu quebranto,
mais, pero sabede tanto:
que lhi non tornei recado
ond’ el ficasse pagado.

Díssem’ el: «Senhor, creede
que a vossa fremosura
mi faz gran mal sen mesura,
por én de mí vos doede».
Pero, amiga, sabede
que lhi non tornei recado
ond’ el ficasse pagado.

E fois’ end’ el tan coitado
que tom’ end’ eu ja coidado.


LI

Vais’ o meu amig’ alhur sen mí morar
e, par Deus, amiga, ei end’ eu pesar,
porque s’ ora vai, eno meu coraçón,
tamanho que esto non é de falar,
ca lho defendí, e faço gran razón.

Defendilh’ eu que se non fosse d’ aquí,
ca todo meu ben perdería per i,
e ora vais’ e faz mi gran traiçón,
e des oimáis non sei que seja de mí
nen ar vej’ i, amiga, se morte non.


LII

Non sei oj’, amigo, quen padecesse
coita qual padesco, que non morresse,
senón eu, coitada, que non nacesse,
porque vos non vejo com’ eu quería;
e quisesse Deus que m’ escaecesse
vos que vi, amigo, en grave día.

Non sei, amigo, molher que passasse
coita qual eu passo, que ja durasse,
que non morresse ou desasperasse,
porque vos non vejo com’ eu quería;
e quisesse Deus que me non nembrasse
vos que vi, amigo, en grave día.

Non sei, amigo, quen o mal sentisse
que eu senço, que o sol encobrisse,
se non eu, coitada, que Deus mal disse,
porque vos non vejo com’ eu quería;
e quisesse Deus que nunca eu visse
vos que vi, amigo, en grave día.


LIII [Pastorela]

Unha pastor se queixava
muit’ estando noutro día
e sigo medes falava
e chorava e dizía,
con amor que a forçava:
«Par Deus, vi t’ en grave día,
ai, amor».

Ela s’ estava queixando
come molher con gran coita
e que a pesar, des quando
nacera, non fora doita,
por én dizía chorando:
«Tu non es senón mía coita,
ai, amor».

Coitas lhi davan amores
que non lh’ eran senón morte,
e deitous’ antr’ unhas flores
e disse con coita forte:
«Mal ti venha per u fores,
ca non es se non mía morte,
ai, amor».


LIV [Pastorela]

Unha pastor ben talhada
cuidava en seu amigo
e estava, ben vos digo,
per quant’ eu vi, mui coitada,
e diss’: «Oimáis non é nada
de fiar per namorado
nunca molher namorada,
pois que mi o meu á errado».

Ela tragía na mao
un papagai mui fremoso
cantando mui saboroso,
ca entrava o verao,
e diss’: «Amigo louçao,
que faría por amores,
pois m’ errastes tan en vao?»
E caeu antr’ unhas flores.

Unha gran peça do día
jouv’ alí, que non falava,
e a vezes acordava,
e a vezes esmorecía,
e diss’: «Ai, santa María,
que será de min agora?»
E o papagai dizía:
«Ben, per quant’ eu sei, senhora».

«Se me queres dar guarida»,
diss’ a pastor, «di verdade,
papagai, por caridade,
ca morte m’ é esta vida».
Diss’ ele: «Senhor comprida
de ben, e non vos queixedes,
ca o que vos á servida,
erged’ olho e veelo edes».





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XOÁN AIRAS DE SANTIAGO [18.445]

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Xoán Airas de Santiago

Segrel (*) compostelano que anduvo en las cortes de Fernando III, Alfonso X, y en los primeros años de la corte de Don Denis; o sea, en toda la segunda mitad del siglo XIII, entre los reinos de Castilla y Portugal.

El tal don Bieito habría estado enamorado de la "señora" de Xoán Airas, a la que, según parece, el propio esposo vio -de la forma que lo dice la cantiga- correspondidas las pretensiones del galán. (...)

La forma de la cantiga es muy simple: dos versos octosílabos con rima pareada y el estribillo de un verso pentasílabo (hexasílabo en el original), es lo que conforma cada estrofa.

(*) Segrel. Término con el que se designa, en la lírica gallego-portuguesa, al juglar que, además de intérprete, es compositor de cantigas.



Cantigas de escarnio

Don Bieito, hombre duro, 
fue a besar en lo oscuro
a mi mujer.

Como hombre aventurado, 
la besó en lo ahuecado
a mi mujer.

Y ved que gran desventura:
¡la besó en la hendidura
a mi mujer!

Y ved que gran desafuero:
la besó en el agujero
a mi mujer. 

Poesía medieval galaicoportuguesa
Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1983



Las cantigas de amigo de Xoán Airas de Santiago

Manuscrito B: Johanayras burg[u]es de S[an]tiago
Manuscrito V: Joham Ayras de Santiago
Edición Rip Cohen: Johan Airas
Instituto de Estudos Medievais: João Airas de Santiago




I

Dicen que, amigo, a otra dama mejor
queréis vos contra mi agrado tomar
para causarme con ella pesar,
pero no tengo yo de eso temor,
pues que sois mío todas saben ya
y a vos por suyo ninguna os querrá.

Y bien que me haríais de corazón
este pesar, mas no sé yo hoy quien
os tomara, y os es ya igual también,
ay, amigo, y mirad por qué razón:
pues que sois mío todas saben ya
y a vos por suyo ninguna os querrá.

Y quien a vos esto os aconsejó
yo sé muy bien que os aconsejó mal
pues todo eso también os es ya igual,
ay, amigo, y tarde se os ocurrió
pues que sois mío todas saben ya
y a vos por suyo ninguna os querrá.

La que tome lo mío, Dios la confunda ya
y a mí, amigo, si tomo lo suyo, igual me hará.


II

El que solía, hija mía, morir
por vos, dicen que ya no muere así,
y muero yo, hija, porque esto oí,
pero, si queréis a él verlo morir,
decid que otro muere por vos, y bien
pronto veréis como él muere también.

El que moría, hija mía, por vos
como a nadie por mujer vi morir 
en el mundo, ya no quiere sufrir, 
pero, si queréis que él muera por vos,
decid que otro muere por vos, y bien
pronto veréis como él muere también.

El que moría, hija mía, de amor
por vos no muere ni se ha de acordar,
y muero yo, hija, con el pesar,
pero, si queréis que él muera de amor,
decid que otro muere por vos, y bien
pronto veréis como él muere también.

Pues si sabe que otro muere también
morirá, hija, si él os quiere bien.


III

Por Dios, madre, el que a mí mucho me quiere
dice que desea conmigo hablar
de algo que nadie puede sospechar,
y solo una vez, si a vos pluguiere,
me hable a mí, si eso lo ha de divertir,
y sabremos lo que quiere decir.

En que él me hable no pierdo yo buen prez,
porque de su bien yo no le hablaré,
y él dirá y yo allí escucharé,
y antes de que muera, solo una vez
me hable a mí, si eso lo ha de divertir,
y sabremos lo que quiere decir.

Si os pluguiera, que venga a hablar aquí
conmigo, madre, si gusto le da,
y os diré entonces lo que él me dirá,
y una vez, antes de que él muera así,
me hable a mí, si eso lo ha de divertir,
y sabremos lo que quiere decir.

Quizás me quiera una cosa decir
que yo sin daño mío se la pueda cumplir.


IV

Mi amigo las nuevas ya conoció
de estas cortes que ahora se harán,
ricas y nobles dicen qué serán,
y lo que mi amigo hará bien sé yo:
un cantar en que de mí bien dirá;
o va a hacerlo o hecho lo tiene ya.

Me alabará cual la dama mejor,
pues con gran placer me suele alabar
y a muchas damas dará gran pesar,
pero él hará, pues es gran trovador,
un cantar en que de mí bien dirá;
o va a hacerlo o hecho lo tiene ya.

En estas cortes que ahora el rey hace
alabará mi bello parecer
y dirá cuanto bien pueda saber
de mí, amigas, y hará, y así me place,
un cantar en que de mí bien dirá;
o va a hacerlo o hecho lo tiene ya.

Pues lo vieron pensando, y bien sé ya
que en otra cosa él no pensará.


V

Cuando, amigo, me llevó hoy
mi madre a mi pesar de aquí
no supisteis nada de mí,
y por maravilla tengo
que vos no sepáis cuándo voy
ni sepáis cuándo vengo.

Aunque amigo os llamáis 
mío, vos no supisteis nada
cuando yo de aquí fui llevada,
y me maravilla así
que cuándo vengo no sepáis 
ni cuándo me voy de aquí.

Miré por vos cuando partir
debí de aquí pero allí no
os vi ni vinisteis y yo
muy quejosa de vos ando,
de que no sepáis cuándo yo ir
quiero o si vendré ni cuándo.

Y por amigo no tengo
a quien no sabe cuándo voy
yo ni sabe cuándo vengo.


VI

Hija mía, por Dios, haréis muy bien
en que os vea ese vestido llevar
vuestro amigo, y habéis de lograr
que vuestro talle os vea también,
pues, si os viera, yo sé que morirá
por vos, hija, pues muy bien os está.

Si ese vestido os estuviera mal
yo nunca os mandaría ir a vos
ante sus ojos, pero haced, por Dios,
que os vea, no haréis nada más cabal,
pues, si os viera, yo sé que morirá
por vos, hija, pues muy bien os está.

Y aunque sucediera que él os sea
huraño, si ese vestido os puede ver
en admiraros tendrá gran placer,
y haced vos por tanto que él os vea,
pues, si os viera, yo sé que morirá
por vos, hija, pues muy bien os está.


VII

Mi amigo no puede hoy bien de mí
tener, amiga, ved por qué razón:
él no me lo dice, y Dios dé perdón,
ni yo se lo digo, y sucede así:
él por temor no me lo osa mentar
ni yo, amiga, se lo puedo rogar.

Y, en verdad, mucho tiempo hace ya,
que él mi bien pudiera recibir
pero a mí nunca me lo osó decir
y el caso os diré yo como está:
él por temor no me lo osa mentar
ni yo, amiga, se lo puedo rogar.

Y hace ya mucho que yo me enteré,
pues me lo dijeron, mas tuve temor
que me pesara y, por Nuestro Señor,
me gustaba, pero esto es lo que sé:
él por temor no me lo osa mentar
ni yo, amiga, se lo puedo rogar.

Y el caso arreglado para llegar
era, mas nadie lo quiere empezar.




VIII

Ay, mi amigo, vos morís
porque no os dejan conmigo
hablar y muero yo, amigo,
por vos y, porque sufrís,
algún remedio aquí hayamos
antes de que así muramos.

Cierto, morimos los dos
porque nunca conseguimos
hablar y, ya que morimos,
amigo, si os valga Dios,
algún remedio aquí hayamos
antes de que así muramos.

Mi madre me causa enojos
pues nos está separando
y morimos ya penando,
y, amigo y luz de mis ojos,
algún remedio aquí hayamos
antes de que así muramos.

¿Y por qué no lo arreglamos,
pues tanto lo deseamos?


IX

Entiendo yo, amiga mía, así pues
esto es así, que vos queja tenéis,
de vuestro amigo, que ahora aquí veis,
y él de vos, y no sé por qué es,
pero os quiero ya bien aconsejar:
haced ambos lo que os he de mandar.

Y, amiga, esto es bien cierto y real,
este acuerdo se deberá hacer,
pues os veo gran queja de él tener
y él de vos, y pienso que está mal,
pero os quiero ya bien aconsejar:
haced ambos lo que os he de mandar.

Disputa es de amigos, mas bien no está 
y sé que haréis siempre lo mejor,
pero os veo yo tener desamor
de él, amiga, y no os conviene ya,
pero ya os quiero bien aconsejar:
haced ambos que os he de mandar.

Y mal haya quien no quiera otorgar
entre ambos lo que yo he de mandar.


X

Mi amigo, que conmigo se enojó
y tampoco quiere conmigo hablar,
si pensó que yo le iba a rogar,
como yo supiera que así pensó,
pronto haré que tal pena tenga
que a rogar por mi amor junto a mí venga.

Y, en cuanto mi amigo conociera
que esto yo le haré, no aguardará
a que le ruegue, sino que él vendrá
a rogarme a mí y, si no lo hiciera,
pronto haré que tal pena tenga
que a rogar por mi amor junto a mí venga.

Y no tendrá mi amigo poder
alguno de enojarse contra mí
más de cuanto yo lo quisiera así,
pero, si otra cosa él quisiera hacer,
pronto haré que tal pena tenga
que a rogar por mi amor junto a mí venga.


XI

Vuestro amigo tiene de vos temor
pues sabe ya que os han hecho pensar
que fue, amiga, mal de vos a hablar,
mas vuestro amigo dice aún mejor
que lo que antes dijo y dice esta vez
lo juzguéis vos tal como su señor,
pues dice que no quiere aquí a otro juez.

Os quejáis de él, mas, de Dios querer,
muy pronto sabréis vos por él, de grado,
que nunca sino bien de vos ha hablado,
ni hablará, y dice, cuanto es menester,
que lo que antes dijo y dice esta vez
lo juzguéis vos bien a vuestro placer,
pues dice que no quiere aquí a otro juez.

Mucho que yo os jurara él me rogó
que de vos nunca ha hablado sino bien,
ni hablará, y de esto dice también,
y no hay más que decir, pienso yo,
que lo que antes dijo y dice esta vez
lo juzguéis vos con lo vuestro, así habló,
pues dice que no quiere aquí a otro juez.

Aceptad su pleito, dice, esta vez,
sobre vos, y así os aconsejo yo,
y ya no pongáis aquí a otro juez.


XII

─Mi amigo, yo os quiero preguntar.
─Preguntad, señora, pues me agrada.
─Nada en esto me deberéis negar.
─Nunca, señora, os negaré nada.
─Tantos cantares, ¿por qué los hacéis?
─Señora, así nunca me olvidaréis.

─He de preguntaros, por mi fe, pues.
─Os responderé con placer ahora.
─No me neguéis nada, sí así es.
─Nada os negaré a vos, mi señora.
─Tantos cantares, ¿por qué los hacéis?
─Señora, así nunca me olvidaréis.

─No os pese qué pregunta os hiciera.
─No señora, antes lo agradeceré.
─Ni me neguéis lo que yo os dijera.
─Nunca, señora, nada os negaré.
─Tantos cantares, ¿por qué los hacéis?
─Señora, así nunca me olvidaréis.

─Y todo este bien, ¿por mí lo hacéis?
─Por vos, mi señora, pues lo valéis.


XIII

Por Dios, amigo, no sé por qué es,
mas mucho hace ya que os vi dejar
de servirme y de por mí trovar,
pero es una de estas cosas, pues:
o es por mí, porque no os hago bien ya,
o es señal de muerte que os llegará.

Mucho tiempo hace, y creo que está mal,
que ningún cantar os oí hacer
ni alabar mi bello parecer,
pero es una de estas, y no sé cuál:
o es por mí, porque no os hago bien ya,
o es señal de muerte que os llegará.

Ya del tiempo yo acordarme no sé
en el que os oí hacerme un cantar,
como me solíais antes loar,
pero es una de estas que yo os diré:
o es por mí, porque no os hago bien ya,
o es señal de muerte que os llegará.

Si es por mí, porque no os hago bien ya,
decídmelo, y mi bien os vendrá.


XIV

Por Dios, madre, tuvisteis gran placer
cuando se fue mi amigo de aquí,
y ahora viene, y me place mucho a mí,
mas unas nuevas habéis de saber:
si os pesa, ya sufriréis, bien lo sé,
como hice yo cuando él de aquí se fue.

Vos os alegrasteis de mi dolor
cuando él se fue, y yo os querré ya
mal por eso, mas dicen que vendrá
muy pronto, y sabréis lo mejor:
si os pesa, ya sufriréis, bien lo sé,
como hice yo cuando él de aquí se fue.


XV

Qué alegre que a mi madre vi
cuando se fue mi amigo de aquí,
mas yo no estuve alegre ni dormí,
amiga, desde que él debió marchar,
y hoy me dicen que va a regresar
y mal haya a mi madre su pesar.

Alegre quedó cuando lo vio ir
y yo muy triste, pues lo vi partir
de mí, y nunca más pude dormir,
amiga, desde que él debió marchar,
y hoy me dicen que va a regresar
y mal haya a mi madre su pesar.

Cuando él de aquí junto al rey se fue,
quedó mi madre alegre, ya lo sé,
pero yo me quedé triste, y lloré,
amiga, desde que él debió marchar,
y hoy me dicen que va a regresar
y mal haya a mi madre su pesar.


XVI

Se fue, amiga, mi amigo de aquí
triste, y que nunca le hice bien decía,
mas, si lo vierais ante vos un día,
decidle que esto yo le digo así:
que venga muy pronto y, si el viniera
pronto, que será como Dios quisiera.

En verdad, yo no le puedo servir
con bien, y va triste en su corazón,
mas, si lo vierais, Dios os dé perdón,
decidle que le mando yo decir
que venga muy pronto y, si el viniera
pronto, que será como Dios quisiera.

Se queja de que mío siempre fue,
y con mucha justicia lo dirá,
y que no le hice bien, y mal está,
mas decidle vos que yo le diré 
que venga muy pronto y, si el viniera
pronto, que será como Dios quisiera.

Y no se queje, pues menester no era,
y tome el bien cuando Dios se lo diera.


XVII

Muy quejoso estáis, amigo, de amor
y de mí, pues no os puedo bien hacer,
y sin daño mío no he de poder,
mas por eso arregle Nuestro Señor
que bien os haga yo de forma tal
que sea vuestro bien y no mi mal.

De que sois mío os quejáis cada día
y os dejo, amigo, por mí perecer,
mas decidme el modo en que os socorrer
pueda sin mi daño y yo arreglaría
que bien os haga yo de forma tal
que sea vuestro bien y no mi mal.

Guardada estoy cual ninguna mujer
lo fue, amigo, ni nunca lo ha de ser,
y ni siquiera os oso hablar ni ver,
y por eso arregle Dios, de Él querer,
que bien os haga yo de forma tal
que sea vuestro bien y no mi mal.


XVIII

A mi amigo recado le envié
a Toledo, amiga, adonde ha partido,
y, pues creo que ya lo ha recibido,
preguntad, y os lo agradeceré,
en cuántos días podría llegar
de Toledo a aquí quien bien sepa andar.

Pues del mensajero sé yo muy bien
que, después de que el recado le diga,
vendrá tan pronto como pueda, amiga,
conoced por alguien, no importa quien,
en cuántos días podría llegar
de Toledo a aquí quien bien sepa andar.

Y ya siempre miran estos mis dos
ojos a donde creo que ha de venir
el mensajero, y muero por oír
nuevas de él, y preguntad, por Dios,
en cuántos días podría llegar
de Toledo a aquí quien bien sepa andar.


XIX

Queréis ir, mi amigo, lo sé de ley,
a buscar otro consejo y no el mío;
pese a saber que estar con vos ansío,
queréis iros a morar junto al rey,
e id ahora como quisierais ir
que después a mí habréis de venir.

Vos os vais mientras yo me quedo aquí
y siempre, amigo, os he de desear,
pero vos queréis con el rey morar
porque creéis que valdréis más así,
e id ahora como quisierais ir
que después a mí habréis de venir.

Por lo que decís, tenéis gran placer
en servirme aunque, y Dios os dé perdón,
no dejáis de ir al rey por tal razón;
mas no podéis a mí y al rey tener,
e id ahora como quisierais ir
que después a mí habréis de venir.

Y, amigo, ¿queréis aún más oír?
No podéis a dos señores servir
y vuestro deber con ambos cumplir.


XX

Siempre habla mi amigo tan bien de mí
como puede, y de mi buen parecer,
y los que saben que él dice así
creen que algo yo le he de agradecer,
mas cuanto él dice no agradezco nada
pues ya bien sé que yo soy agraciada.

Me llama él hermosa, y su señora,
pero hermosa me llama quien me ve,
y piensa que un favor me hace ahora
y que yo mucho le agradeceré,
mas cuanto él dice no agradezco nada
pues ya bien sé que yo soy agraciada.

Muy bien dice de mí en su trovar
con toda justicia, y más os diría:
creen quienes le oyen a mí alabar
que a él yo mucho le agradecería,
mas cuanto él dice no agradezco nada
pues ya bien sé que yo soy agraciada.

Pues si no fuera yo tan agraciada
de cuanto él dice no diría nada.



XXI

─Hija mía, saber quiero por qué
hicisteis vos todo cuanto os mandó
vuestro amigo, que ya más no os habló.
─Por Dios, madre, yo pronto os lo diré:
pensaba algo más encontrar allí
pero me parece que no es así.

─Por qué hicisteis, y Dios os dé bien,
hija, todo lo que os vino a rogar,
pues desde entonces no os quiso hablar?
─Os lo diré yo, y Dios me dé bien:
pensaba algo más encontrar allí
pero me parece que no es así.

─Por qué hicisteis, y Dios os dé perdón,
hija, todo lo que os vino a pedir,
pues desde entonces no quiso venir?
─Os lo diré yo, Dios me dé perdón:
pensaba algo más encontrar allí
pero me parece que no es así.

─En buen día nació, según yo oí,
quien por otro escarmienta y no por sí.


XXII

Cuando aquel día fui con vos a hablar,
amigo, con buen fin lo hice yo así,
mas por ello os alabasteis mí,
pero cuando yo os volviera a hablar,
vos en seguida decid qué hicisteis
conmigo cuanto hacer quisisteis.

Pues, amigo, yo fui a hablar una vez
con vos, para de la muerte salvaros,
mas vos ya fuisteis de mí a alabaros,
pero cuando yo os hablara otra vez,
vos en seguida decid qué hicisteis
conmigo cuanto hacer quisisteis.

Porque yo sé muy bien que no hicisteis
ni la mitad de lo que dijisteis.


XXIII

Amigo, aquel día aquí vinisteis
a rogar algo y yo no os lo di
pues que eso no estaba bien creí,
mas, pues vos tanto insististeis,
hacerlo quiero, y no haré cosa igual,
pero guardadme a mí y a vos de mal.

Que lo que sea mi mal no queréis
vos me decís, aunque no quise hacer
lo que rogabais, y bien puede ser,
mas, pues en tal cosa gusto habéis,
hacerlo quiero, y no haré cosa igual,
pero guardadme a mí y a vos de mal.

Muy bien sabéis lo que hablasteis conmigo
y a mí me rogasteis lo que yo sé
y no lo hice, mas con el temor que
tengo de perderos a vos, amigo,
hacerlo quiero, y no haré cosa igual,
pero guardadme a mí y a vos de mal.

Y si vos fuerais amigo leal
guardaréis a vuestra dama de mal.


XIV

No sabéis, amigo mío, ocultar
que os sepan, por vuestra audacia lo ven,
como vos mucho me soléis amar
ni la gran pena que tenéis también,
y en esto yo os quiero desengañar:
si supieran que vos me queréis bien,
ya nunca más me podríais hablar.

Por ningún motivo puedo dejar
de hablar con vos y siempre temí
que lo conozcan, pues me han de alejar
de vos si tal cosa saben de mí,
y en esto yo os quiero desengañar:
si supieran que vos me queréis bien,
ya nunca más me podríais hablar.

De los que me guardan es el pensar
que a otra dama, amigo, tenéis amor,
pues, si la verdad pueden sospechar,
no me veréis ya nunca, a lo peor,
y en esto yo os quiero desengañar:
si supieran que vos me queréis bien,
ya nunca más me podríais hablar.

Y si tenéis tan gran pena de amor,
vos la tendréis por mí aún mayor
pues de muy lejos me habréis de mirar.


XXV

Yo ya no puedo hacer que mi amigo
deje, amigas, de llamarme su amada,
y aunque me quejo no sirve de nada,
y cuando mucho le ruego y le digo
que por favor tanto ya no me quiera,
me vale igual que si no lo dijera.

Si me habla, pronto le digo yo luego
que no me hable, porque caro me sale
su hablar, pero de muy poco me vale,
y cuando mucho le digo y le ruego
que por favor tanto ya no me quiera,
me vale igual que si no lo dijera.

Y siempre me pesa su compañía
pues tengo miedo a perder mi buen prez
por él, como ya pasó otra vez,
y, aunque le digo con mucha manía
que por favor tanto ya no me quiera,
me vale igual que si no lo dijera.


XXVI

Madre, pues pensáis, para mi desdén,
que yo mal quiera a quien me quiere bien
y mucho además me rogáis también,
decidme, por Dios muy santo y leal,
si mal quisiera a quien me quiere bien,
¿querré yo bien a quien me quiera mal?

Vos me decís que si yo mal quisiera
a mi amigo, aunque él tan bien me quiera,
siempre haréis todo lo que yo dijera,
pero vengo a qué me digáis cuál:
si he de querer mal a quien bien me quiera
¿querré yo bien a quien me quiera mal?

Me será muy difícil de entender
que a quien bien me quiere he de mal querer,
y esto, madre, me lo mandáis hacer,
mas yo os hago una pregunta tal:
si a quien bien me quiere he de mal querer,
¿querré yo bien a quien me quiera mal?

Si así fuera, decir de mí han de poder
que fui yo aquella que sembró la sal.


XXVII

Dice mi amigo, y no vi cosa igual,
que muere, por no tener bien de mí,
y mucho se queja diciendo así
que yo lo mato y que hago muy mal;
él dice que lo mato, mas ¿por qué
muere porque lo mío no le dé?

Mucho ha de morir, lo puede jurar,
si muere cada vez que no le diera
nada mío, sino cuando yo quiera,
y dice que adrede lo he de matar,
él dice que lo mato, mas ¿por qué
muere porque lo mío no le dé?

Dice que de amor tanto sufre ahora
que de la muerte no se salvará
porque mi bien no tiene ni tendrá,
y me dice él: «Vos me matáis, señora»;
él dice que lo mato, mas ¿por qué
muere porque lo mío no le dé?

Y se enojó conmigo, mas yo sé
que su enojo por lo que es mío fue.



XXVIII

Vuestro amigo os quiere regalos dar,
amiga, y yo os quiero decir más:
creo que vos se los vais a aceptar,
mas, decidme, y los Cielos gloria os den:
si aceptarais sus regalos o más,
¿qué le diréis para no hacerle bien?

Vos de seguro habréis de saber,
si hoy aceptarais algo de él,
que luego bien le tendréis que hacer,
y vengo ahora a preguntaros también,
si hoy aceptarais algo de él,
¿qué le diréis para no hacerle bien?

Él insistirá mucho, lo sé yo,
en que lo aceptéis, cuando él os lo dé,
y se lo podréis aceptar o no,
mas decidme ya, si con juicio os ven:
si aceptarais todo lo que él os dé,
¿qué le diréis para no hacerle bien?

O aceptáis todo lo que él os dé,
y le hacéis el bien que él quiera, lo sé,
o no le aceptéis, con juicio también,
nada ni nunca le hagáis ningún bien.


XXIX

Mi amigo, forzado por amor, que
a vivir conmigo quiere venir
un tiempo, si lo puede conseguir,
no duerma ya mientras conmigo esté,
pues del tiempo que junto a mí viviera
él tanto perderá cuanto durmiera.

Y quien quiere bien su tiempo pasar
con su dama, no duerme nada allí;
y mi amigo, pues viene junto a mí,
no duerma mientras conmigo ha de estar,
pues del tiempo que junto a mí viviera
él tanto perderá cuanto durmiera.

Y, si le pluguiera dormir allá
donde esté, en verdad no me da placer,
porque dormir es el tiempo perder,
mas por mi gusto aquí no dormirá,
pues del tiempo que junto a mí viviera
él tanto perderá cuanto durmiera.

Y, después que él de mí se partiera,
tanto duerma como dormir quisiera.


XXX

Quiere mi amigo de mí un hecho
que él ya hace tiempo había deseado:
que le haga bien; y la hora ha llegado,
mas, como quier que es mi derecho,
le haré yo bien, por santa María,
mas no tan pronto como él querría.

Y díganle que miedo no tenga,
que yo a mal no lo voy demorando,
pues él de mí se anda quejando,
mas, como quier que después él venga,
le haré yo bien, por santa María,
mas no tan pronto como él querría.

Está él por mí tan enamorado
y mi amor lo trae así de loco
que ya no puede aguardar ni un poco,
mas, cuando yo lo haya arreglado,
le haré yo bien, por santa María,
mas no tan pronto como él querría.

Y, como quier que fuere, él querría
ya tener bien de mí cada día,
mas yo sé de él que no miraría
lo que de ello después me vendría.


XXXI

Dice, amiga, el que me quiere y espera
que nada más nunca me pedirá
si le escucho decir cuanto él quiera
y que, mientras viva, me servirá,
y veréis cómo es de conocedor:
después que yo todo este bien le hiciera,
luego él querrá que le haga algo mejor.

Pienso que me cuente mentiras cien,
pero jura que no me va a mentir,
mas si habla conmigo dice también
que mientras viva más no ha de pedir,
y veréis cómo es de conocedor:
después que le hiciera todo este bien,
luego él querrá que le haga algo mejor.

Tengo miedo a que me vaya a engañar,
pero él dice que no quiere de mí 
más que hablarme, y ya nada a demandar
desde entonces ha de venir aquí,
y veréis cómo es de conocedor:
después que este bien le pueda arreglar,
luego él querrá que le haga algo mejor.

Y siempre así en el mundo habrá este error:
cuanto el hombre más consiga alcanzar,
tanto querrá tener algo mejor.

Pero venid, amiga, por mi amor,
conmigo allí donde él me quiere hablar,
pues si voy sola, será ese mi error.


XXXII

Que con agrado yo haría
gran placer a mi amigo,
amiga, bien os lo digo,
mas pronto, en el mismo día,
no dejará él, amiga,
nadie a quien no se lo diga.

Se lo haría con agrado,
porque sé que me desea,
mas, si halla donde me vea
y yo cumplo su mandado,
no dejará él, amiga,
nadie a quien no se lo diga.

Apenado él por mí anda,
sin sosiego ni cordura;
pero si yo, por ventura,
le hiciera cuanto él me manda,
no dejará él, amiga,
nadie a quien no se lo diga.

Hablador es sin fatiga
y lo dirá pronto, amiga.


XXXIII

Ved, amigo, en que tengo gran pesar:
bien sé que hay damas que saben amar
y a sus amigos les suelen hablar,
y nadie sabe en qué ellos estén;
mas si nosotros queremos probar,
pronto es sabido y no sé yo por quién.

Así una dama que, cuando va a ver
a su amigo, al que bien sabe querer,
no se lo pueden nunca conocer
los que se creen guardarla muy bien;
mas si nosotros lo vamos a hacer,
pronto es sabido y no sé yo por quién.

Lo que yo quiero, nunca sale así:
con vos hablar, ya que morís por mí,
igual que otras damas hablan, y allí
nada les saben ni nunca las ven;
mas si nosotros llegamos ahí,
pronto es sabido y no sé yo por quién.

Como nosotros sufrimos, que quien
trae este mal, males sufra también.




XXXIV

Moriréis, si no os hiciera bien,
por mí, amigo, y yo no sé qué ahí
os haga, y a menudo pienso ahí
que este caso lo veo así también:
me es muy serio a vos yo bien hacer
y es muy serio dejaros perecer.

De la muerte nada os puede librar
y yo bien sé que moriréis por mí
si no lograrais algún bien de mí,
y esto es todo cuanto yo sé pensar:
me es muy serio a vos yo bien hacer
y es muy serio dejaros perecer.

Si no os hiciera bien, por mí el amor
os matará, bien sé que será así,
mas bien os juro y os digo yo así,
y Dios me permita hacer lo mejor:
me es muy serio a vos yo bien hacer
y es muy serio dejaros perecer.

Y ruego a Dios, que tiene aquí el poder,
que Él me deje aquí lo mejor hacer.


XXXV

Alguien os dijo, amigo, y lo sé yo,
por enemistarme con vos, que hablé
con otro hombre, mas nunca eso pensé,
y, mi amigo, así os diré yo:
de mentiras no me puedo guardar,
mas me guardaré de daros pesar.

Alguien sabe que vos me queréis bien
y le pesa, y nada puede hacer
sino que quiere mentiras meter,
y, mi amigo, vos mi luz y mi bien:
de mentiras no me puedo guardar,
mas me guardaré de daros pesar.

Y bien sé de en quien tan gran placer hay
de mentir, y no teme a Dios ni a más,
que me acusa con mentiras sin más,
y, mi amigo, ved que es lo que hay:
de mentiras no me puedo guardar,
mas me guardaré de daros pesar.

De las mentiras yo me sé guardar,
mas no de quien mal me quiere acusar.


XXXVI

Amiga, el que me quiere bien
dicen que venir ya lo ven,
mas yo no lo puedo creer,
pues tanto lo quiero ver
que no lo puedo creer.

El que yo amo más que a mí
dicen que pronto estará aquí,
mas yo no lo puedo creer,
pues tanto lo quiero ver
que no lo puedo creer.

El que de aquí se fue tiempo ha
dicen que muy pronto vendrá,
mas yo no lo puedo creer,
pues tanto lo quiero ver
que no lo puedo creer.

Y no me lo harán creer
si no me lo hicieran ver.


XXXVII

─Vuestro amigo, que junto al rey se fue,
amiga, ya muy pronto llegará:
repartid los regalos que os dará.
─Amiga, la verdad yo os diré:
me haría Dios bien si me lo trajera
y que él dé los regalos a quien quiera.

─Me han dicho ahora, y Dios me dé perdón,
que os trae regalos de Portugal,
y, amiga, no los repartáis mal.
─Yo os diré, amiga, de corazón:
me haría Dios bien si me lo trajera
y que él dé los regalos a quien quiera.

─Dicen, amiga, que no viene mi
amigo, mas el vuestro, en un amén,
y sus regalos repartidlos bien.
─Yo os diré, amiga, lo que pienso aquí:
me haría Dios bien si me lo trajera
y que él dé los regalos a quien quiera.

Y sé muy bien que desde que él viniera
tendré regalos y cuanto yo quiera.


XXXVIII

Se va mi amigo a con el rey morar
y no me lo dijo ni le dejé,
y hace mal causándome este pesar;
mas que pierda mi hermosura y mi fe
si nunca el rey tanto bien le hiciera
como yo le haré cuando él me quiera.

Y él mucho ansía con el rey volver
y mi enojo lo toma con desdén;
y el rey puede cuanto él quiere poder,
mas mal me venga donde tuve bien
si nunca el rey tanto bien le hiciera
como yo le haré cuando él me quiera.

Y a mí mucho me procuró servir 
pero al rey nunca servicio prestó,
y así el rey no le tiene que cumplir;
mas hermosura y buen prez pierda yo
si nunca el rey tanto bien le hiciera
como yo le haré cuando él me quiera.

Pues más le valdrá, si yo lo quisiera,
que todo el bien que el rey darle pudiera.


XXXIX

Amigo, vos os queréis ir,
y yo sé que me pasará:
mientras que morarais allá,
a quien de allí vea venir,
a todos les preguntaré
junto al rey cómo os va y os fue.

Yo no os podría decir
por vuestra marcha mi pesar,
pero a cuantos vea llegar
de a donde habéis ido a vivir,
a todos les preguntaré
junto al rey cómo os va y os fue.

Seré infeliz de amor, ¡mal haya!,
hasta que Dios os traiga a mí,
pero de cuantos sepa aquí
que vengan de a donde el rey vaya,
a todos les preguntaré
junto al rey cómo os va y os fue.

Y si dijeran «Bien», loaré
a Dios, y al rey lo agradeceré.


XL

Mi amigo a la casa del rey se fue
y, amigas, por lo mucho que le amé,
cuando él venga yo muerta ya estaré,
mas no le digáis que yo he muerto así,
pues, si supiera que por él morí,
será muy breve su vida sin mí.

De la muerte no me puedo librar
y moriré pronto y con gran pesar,
y amigas, cuando él venga, que al llegar
no sepa por vos qué muerte sufrí,
pues, si supiera que por él morí,
será muy breve su vida sin mí.

Moriré pronto, si así Dios quisiera,
y, amigas, cuando él viniera,
muy desleal será quien le dijera
qué muerte tuve porque no lo vi,
pues, si supiera que por él morí,
será muy breve su vida sin mí.

De la muerte no me puedo esconder,
por eso, cuando él me viniera a ver,
no le digáis que me hizo perecer
antes de tiempo por irse de aquí,
pues, si supiera que por él morí,
será muy breve su vida sin mí.



XLI

Yo os amé siempre, amigo, y os tuve lealtad:
si preguntar quisierais en vuestra puridad
conoceréis, amigo, que os digo la verdad;
mas si hablarais acaso con algún maldiciente
que os dijera, amigo, algo a vos diferente,
contestadle que miente, y contestadle que miente.


XLII

Mi amigo, a vos, mi bien y mi amor,
os han dicho que me vieron hablar
con otro hombre por causaros pesar,
y por eso ruego a Nuestro Señor
que confunda a quien os lo hizo entender
y a vos si así lo pudisteis creer,
y a mí si yo merecí ese rumor.

Ahora os han dicho de mí que yo hablé
con otro hombre y os traté con desdén,
mas, si lo hice, nunca tenga yo bien,
y ruego a Dios, y siempre rogaré,
que confunda a quien os lo dijo así,
y a vos si tan gran mentira de mí
creísteis, y a mí si yo eso pensé.

Sé que os han dicho, quien no fue cortés,
que hablé con otro hombre, y no fue tal
la razón sino por causarme mal,
mas ruego a Dios del cielo que después 
confunda al que hizo tal difamación
y a vos si creísteis e ese felón,
y me confunda a mí si verdad es.

Y confunda a quien tiene el gran valor
de entre mí y vos poner desamor,
pues el más grande amor del mundo es.


XLIII

A la que mi amigo a mí me quitó,
el que me servía y quería bien,
sin mi agrado y me trató con desdén,
y no me lo dijo ni preguntó,
mal le vendrá, pues se lo he de quitar
sin su agrado, y sin preguntar.

Y si un gran ultraje me hizo allí,
me dé Dios venganza de ella obtener,
pues me lo quitó sin mi parecer;
mas, si cree que se lo llevará así,
mal le vendrá, pues se lo he de quitar
sin su agrado, y sin preguntar.

Y bien adivino yo que os dirá
que hizo ella por él mucho más,
pero se lo hice yo antes quizás,
y, aunque ella cree que así lo tendrá,
mal le vendrá, pues se lo he de quitar
sin su agrado, y sin preguntar.

Y veréis mujer tras de mí andar
llorando, y yo no se lo querré dar.


XLIV

Iros queréis, y no tengo el poder,
por Dios, amigo, de aquí os detener,
mas, si os quedarais, habéis de saber,
amigo, lo que por ello os haré:
los días que vos a vuestro placer
no pasarais, yo os los compensaré.

Si os fuerais, sufriré la mayor
pena que sufrió mujer por señor,
mas, si os quedarais aquí por mi amor,
os diré lo que por ello os haré:
los días que vos a vuestro sabor
no pasarais, yo os los compensaré.

Vos os vais y me hacéis muy gran desdén
y me quedo muy infeliz también,
mas quedaos por mí, aunque gloria os den,
y os diré lo que por ello os haré:
los días que vos no pasarais bien,
ay amigo, yo os los compensaré.


XLV

Vos iros queréis, amigo,
de aquí, por causarme pesar,
y, ya que os vais a alejar
de aquí, ved lo que yo os digo:
alejad el corazón, si así es,
de mí, y marchaos después.

Y sabed, puesto que os vais,
que mayor pesar nunca vi,
y, ya que os queréis de aquí
apartar, esto así hagáis:
apartad el corazón, si así es,
de mí, y marchaos después.


XLVI

Todas las cosas del mundo alejar
yo veo de como solían ser,
y veo a la gente alejarse de hacer
bien como hacían, estos tiempos lo ven,
mas no puede el corazón alejar
de mi amigo de quererme bien.

Pese a que el hombre aleje el corazón
de las cosas que él más ama, a fe,
y se aleja el hombre del lugar donde esté
y se aleja aunque buen pago le den,
no se puede alejar el corazón
de mi amigo de quererme bien.

Todas las cosas yo veo cambiar:
mudan los tiempos y así la moral,
mudan las gentes en ir bien o mal,
mudan los vientos y el mundo también,
mas no puede mudar el corazón
de mi amigo de quererme bien.


XLVII

Por el soto de Crexente,
una moza vi andar
alejada de la gente,
y en alta voz cantar,
tapándose con la saya
cuando salía una raya
de sol a orillas del Sar.

Y las aves que volaban
cuando salía el albor
todas de amores cantaban
por el aire alrededor;
mas nadie sé que estuviera
allí que pensar pudiera
sino tan solo en amor.

Allí estuve yo muy quedo,
quise hablarle mas no osé,
pero dije con gran miedo:
«Señora, yo os hablaré 
un poco, si me escucharais,
y me iré cuando mandarais;
aquí más ya no estaré».

«Señor, por santa María,
ya no estéis más ahí,
y marchad a vuestra vía;
seréis muy prudente así,
pues los que aquí llegaran,
cuando a mí con vos me hallaran,
bien dirán que hubo algo aquí».



***






I

Dizen, amigo, que outra senhor
queredes vós sen meu grado filhar
por mi fazerdes con ela pesar,
mais, a la fe, non ei end’ eu pavor,
ca ja todas saben que sodes meu
e nenunha non vos querrá por seu.

Faríademi vós de coraçón
este pesar, mais non sei oj’ eu quen
me vos filhass’, e ja vos non val ren,
ai, meu amigo, vedes por que non:
ca ja todas saben que sodes meu
e nenunha non vos querrá por seu.

E quen vos a vós esto conselhou
mui ben sei eu ca vos conselhou mal
e con tod’ esso ja vos ren non val,
ai, meu amigo, tardi vos nembrou
ca ja todas saben que sodes meu
e nenunha non vos querrá por seu.

Cofonda Deus a que filhar o meu
amig’, e min, se eu filhar o seu.


II

O que soía, mía filha, morrer
por vós, dizen que ja non morr’ assí,
e moir’ eu, filha, por que o oí,
mais, se o queredes veer morrer,
dizede que morre por vós alguén
e veredes ome morrer por én.

O que morría, mía filha, por vós
como nunca vi morrer por molher
ome no mundo, ja morrer non quer,
mais, se queredes que moira por vós,
dizede que morre por vós alguén
e veredes ome morrer por én.

O que morría, mía filha, d’ amor
por vós non morre nen quer i cuidar,
e moir’ end’ eu, mía filha, con pesar,
mais, se queredes que moira d’ amor,
dizede que morre por vós alguén
e veredes ome morrer por én.

Ca se souber que por vós morr’ alguén,
morrerá, filha, queréndovos ben.


III

Par Deus, mía madr’, o que mi gran ben quer
diz que deseja comig’ a falar,
mais doutra ren que omen pod’ osmar,
e unha vez, se a vós aprouguer,
fale migo, pois end’ á tal prazer,
e saberémo-lo que quer dizer.

De falar migo non perç’ eu bon prez,
ca de sa prol i ren non falarei,
e el dirá e eu ascuitarei,
e ante que moira, ja unha vez
fale migo, pois end’ á tal prazer,
e saberémo-lo que quer dizer.

Se vos prouguer, venha falar aquí
con mig’, ai madre, pois én sabor á,
e direivos pois quanto m’ el dirá,
e unha vez, ante que moira ’ssí,
fale migo, pois end’ á tal prazer,
e saberémo-lo que quer dizer.

Quiçá quermi ora tal cousa dizer
que lha poss’ eu sen meu dano fazer.


IV

O meu amigo novas sabe ja
daquestas cortes que s’ ora farán,
ricas e nobres dizen que serán,
e meu amigo ben sei que fará
un cantar en que dirá de min ben;
ou o fará ou ja o feito ten.

Loarmi á muito e chamarmi á senhor,
ca muit’ á gran sabor de me loar;
a muitas donas fará gran pesar,
mais el fará, com’ é mui trobador,
un cantar en que dirá de min ben;
ou o fará ou ja o feito ten.

En aquestas cortes que faz el Rei
loará min e meu bon parecer
e dirá quanto ben poder dizer
de min, amigas, e fará, ben sei,
un cantar en que dirá de min ben;
ou o fará ou ja o feito ten.

Ca o viron cuidar, e sei eu ben
que non cuidava ja en outra ren.


V

Amigo, quando me levou
mía madr’ a meu pesar d’ aquí
non soubestes novas de mí,
e por maravilha tenho
por non saberdes quando vou
nen saberdes quando venho.

Pero que vos chamades meu
amigo, non soubestes ren
quando me levaron d’ aquén,
e maravílhome ende
por non saberdes quando m’ eu
venh’ ou quando vou daquende.

Catei por vós quand’ a partir
m’ ouve d’ aquí e pero non
vos vi nen venhestes entón,
e mui queixosa vos ando
por non saberdes quando m’ ir
quer’ ou se verrei ja quando.

E por amigo non tenho
o que non sabe quando vou
nen sabe quando me venho.


VI

Ai mía filha, por Deus, guisade vós
que vos veja esse fustán trager
voss’ amig’ e tod’ a vosso poder
véjavos ben con el estar en cós,
ca, se vos vir, sei eu ca morrerá
por vós, filha, ca mui ben vos está.

Se volo fustán estevesse mal
non vos mandaría ir ant’ os seus
olhos, mais guisade cedo, por Deus,
que vos veja, non façades end’ al,
ca, se vos vir, sei eu ca morrerá
por vós, filha, ca mui ben vos está.

E como quer que vos ele seja
sanhudo, pois que volo fustán vir
averá gran sabor de vos cousir,
e guisade vós como vos veja,
ca, se vos vir, sei eu ca morrerá
por vós, filha, ca mui ben vos está.


VII

O meu amigo non pod’ aver ben
de mí, amiga, vedes por que non:
el non mho diz, assí Deus mi perdón,
nen lho dig’ eu, e assí nos avén:
el con pavor non mho ousa ’mentar
e eu, amiga, non o posso rogar.

E gran sazón á ja, per boa fe,
que ele meu ben podera aver
e ja máis nunca mho ousou dizer
e o preito direivos eu com’ é:
el con pavor non mho ousa ’mentar
e eu, amiga, non o posso rogar.

E gran temp’ á que lho eu entendí,
ca mho disseron, mais ouv’ i pavor
de mi pesar e, par Nostro Senhor,
prouguéram’ end’ e estamos assí:
el con pavor non mho ousa ’mentar
e eu, amiga, non o posso rogar.

E o preito guisad’ en se chegar
era, mais non á quen o começar.


VIII

Meu amigo, vós morredes
porque vos non leixan migo
falar e moir’ eu, amigo,
por vós e, fe que devedes,
algun conselh’ i ajamos
ante que assí moiramos.

Ambos morremos, sen falha,
por quanto nós non podemos
falar e, pois que morremos,
amigo, se Deus vos valha,
algun conselh’ i ajamos
ante que assí moiramos.

De mía madr’ ei gran queixume
porque nos anda guardando
e morremos i cuidando,
ai, meu amig’ e meu lume,
algun conselho i ajamos
ante que assí moiramos.

E por que o non guisamos,
pois nós tant’ o desejamos?


IX

Entend’ eu, amiga, per boa fe,
que avedes queixum’, u al non á,
de voss’ amigo, que aquí está,
e el de vós, e non sei por que é,
mais quero vos ora ben conselhar:
fazed’ i ambos o que eu mandar.

E, amiga, de pran, u non jaz al,
este preito dévese de fazer,
ca vos vejo del gran queixum’ aver
e el de vós, e tenho que é mal,
mais quero vos ora ben conselhar:
fazed’ i ambos o que eu mandar.

Sanha d’ amigos é, non será ben,
e sei que faredes end’ o melhor,
pero véjovos aver desamor
del, amiga, e esto non convén,
mais quero vos ora ben conselhar:
fazed’ i ambos o que eu mandar.

E mal lh’ én venh’ a quen non outorgar
antre vós ambos o que eu mandar.


X

O meu amigo, que xi m’ assanhou
e que non quer ja comigo falar,
se cuidou el que o foss’ eu rogar,
se lh’ eu souber que o assí cuidou,
farei que en tal coita o tenha
por mi amor que rogar me venha.

E, pois que o meu amigo souber
que lh’ esto farei, non atenderá
que o eu rogue, mais logo verrá
el rogar a mí e, se end’ al fezer,
farei que en tal coita o tenha
por mi amor que rogar me venha.

Nen averá meu amigo poder
de nulha sanha filhar contra mí
máis que eu non quiser que seja assí,
ca, se doutra guisa quiser fazer,
farei que en tal coita o tenha
por mi amor que rogar me venha.


XI

O voss’ amig’ á de vós gran pavor
ca sab’ el que vos fazen entender
que foi, amiga, de vós mal dizer,
mais voss’ amigo diz end’ o melhor:
que, de quanto disse de vós e diz,
vó’ lo julgad’ assí come senhor,
ca diz que non quer i outro juiz.

Queixádesvos del, mais, se Deus quiser,
saberedes a pouca de sazón
que nunca disse de vós se ben non
nen dirá, mais diz, quant’ i á mester,
que, de quanto disse de vós e diz,
vó’ lo julgade como vos prouguer;
ca diz que non quer i outro juiz.

Rogoum’ el muito que vos jurass’ eu
que nunca disse de vós senón ben
nen o dirá, e ar diz outra ren,
e non á máis que dig’, a cuido meu,
que, de quanto disse de vós e diz,
vós julgad’ i o vosso e o seu;
ca diz que non quer i outro juiz.

Filhade o seu preito, como diz,
sobre vós, e consélhovolo eu,
e non ponhades i outro juiz.


XII

─Meu amigo, quero vos preguntar.
─Preguntade, senhor, ca m’ é én ben.
─Non vos á mester de mi ren negar.
─Nunca vos eu, senhor, negarei ren.
─Tantos cantares, por que fazedes?
─Senhor, ca nunca mi escaecedes.

─Preguntarvos quero, per boa fe.
─Preguntade, ca ei én gran sabor.
─Non mi neguedes ren, pois assí é.
─Nunca vos ren negarei, mía senhor.
─Tantos cantares, por que fazedes?
─Senhor, ca nunca mi escaecedes.

─Non vos pes de qual pregunta fezer.
─Non, senhor, ante volo gracirei.
─Nen m’ ar neguedes o que vos disser.
─Nunca vos én, senhor, ren negarei.
─Tantos cantares, por que fazedes?
─Senhor, ca nunca mi escaecedes.

─E este ben, por mí o fazedes?
─Por vós, mía senhor, que o valedes.


XIII

Par Deus, amigo, non sei eu que é,
mais muit’ á ja que vos vejo partir
de trobar por mí e de me servir,
mais unha destas é, per boa fe:
ou é per mí, que vos non faço ben,
ou é sinal de morte que vos vén.

Mui gran temp’ á, e tenho que é mal,
que vos non oí ja cantar fazer
nen loarmi nen meu bon parecer,
mais unha destas é, u non jaz al:
ou é per mí, que vos non faço ben,
ou é sinal de morte que vos vén.

Ja m’ eu do tempo acordar non sei
que vos oísse fazer un cantar,
como soiades, por me loar,
mais unha destas é que vos direi:
ou é per mí, que vos non faço ben,
ou é sinal de morte que vos vén.

Se é per mí, que vos non faço ben,
dizédemho, e ja que farei én.


XIV

Par Deus, mía madr’, ouvestes gran prazer
quando se foi meu amigo d’ aquí,
e ora vén, e praz én muit’ a mí,
mais unhas novas vos quero dizer:
se vos pesar, sofrédeo mui ben,
ca ’ssi fij’ eu quando s’ el foi d’ aquén.

Ca fostes vós mui leda do meu mal
quando s’ el foi, e querreivos eu ja
mal por end’, e dízenmi que verrá
mui ced’, e quérovos eu dizer al:
se vos pesar, sofrédeo mui ben,
ca ’ssi fij’ eu quando s’ el foi d’ aquén.



XV

Que mui leda que eu mía madre vi
quando se foi meu amigo d’ aquí
e eu nunca fui leda nen dormí,
amiga, depois que s’ el foi d’ aquén,
e ora ja dízenmi del que vén
e mal grad’ aja mía madre por én.

Ela foi mui leda poilo viu ir
e eu mui triste, poilo vi partir
de mí, ca nunca máis pudi dormir,
amiga, depois que s’ el foi d’ aquén,
e ora ja dízenmi del que vén
e mal grad’ aja mía madre por én.

Des quando s’ ele foi d’ aquí al Rei,
foi mía madre mui leda, e o sei,
e eu fui triste sempre, e chorei,
amiga, depois que s’ el foi d’ aquén,
e ora ja dízenmi del que vén
e mal grad’ aja mía madre por én.


XVI

Vais’, amiga, meu amigo d’ aquí
triste, ca diz que nunca lhi fiz ben,
mais, se o virdes ou ante vós vén,
dizédelhi ca lhi dig’ eu assí:
que se venha mui ced’ e, se venher
cedo, que será como Deus quiser.

Per boa fe, non lhi poss’ eu fazer
ben, e vai triste no seu coraçón,
mais, se o virdes, se Deus vos perdón,
dizédelhi que lhi mand’ eu dizer
que se venha mui ced’ e, se venher
cedo, que será como Deus quiser.

Quéixas’ el e diz que sempre foi meu,
e diz gran dereito, per boa fe,
e non lhi fiz ben, e ten que mal é,
mais dizédelhi vós que lhi dig’ eu
que se venha mui ced’ e, se venher
cedo, que será como Deus quiser.

E non se queixe, ca non lh’ á mester,
e fílheo ben quando lho Deus der.


XVII

Queixos’ andades, amigo, d’ amor
e de mí, que vos non posso fazer
ben, ca non ei sen meu dan’ én poder,
e por én guísemho Nostro Senhor
que vos faça eu ben en guisa tal
que seja vosso ben e non meu mal.

Queixádesvos que sempre fostes meu,
amig’, e vos leixo por mí morrer,
mais dizédemi como vos valer
possa sen meu dan’ e guisa-lo eu
que vos faça eu ben en guisa tal
que seja vosso ben e non meu mal.

Soo guardada como outra molher
non foi, amigo, nen á de seer,
ca vos non ous’ a falar nen veer,
e por én guísemho Deus, se quiser,
que vos faça eu ben en guisa tal
que seja vosso ben e non meu mal.


XVIII

A meu amigo mandad’ enviei
a Toled’, amiga, per boa fe,
e mui ben creo que ja co el é:
preguntad’, e gradecer volo ei,
en quantos días poderá chegar
aquí de Toledo quen ben andar.

Ca do mandadeiro sei eu mui ben
que, depois que lh’ o mandado disser,
que se verrá máis cedo que poder;
e, amiga, sabede vós d’ alguén
en quantos días poderá chegar
aquí de Toledo quen ben andar.

E sempre catan estes olhos meus
per u eu cuido que á de viir
o mandadeir’, e moiro por oír
novas del, e preguntade, por Deus,
en quantos días poderá chegar
aquí de Toledo quen ben andar.


XIX

Queredes ir, meu amigo, eu o sei,
buscar outro conselh’ e non o meu;
porque sabedes que vos desej’ eu,
queredes vos ir morar con el Rei,
mais id’ ora quanto quiserdes ir
ca pois a mí avedes a viir.

Ídesvos vós e fico eu aquí,
que vos ei sempre muit’ a desejar,
e vós queredes con el Rei morar
porque cuidades máis valer per i,
mais id’ ora quanto quiserdes ir
ca pois a mí avedes a viir.

Sabor avedes, a vosso dizer,
de me servir, amig’, e pero non
leixades d’ ir al Rei por tal razón;
non podedes vós min e el Rei aver,
mais id’ ora quanto quiserdes ir
ca pois a mí avedes a viir.

E, amigo, querede-lo oír?
Non podedes dous senhores servir
que ambos ajan ren que vos gracir.


XX

Diz meu amigo tanto ben de mí
quant’ el máis pod’, e de meu parecer,
e os que saben que o diz assí
teen que ei eu que lhi gradecer;
en quant’ el diz non lhi gradesc’ eu ren
ca mi sei eu que mi paresco ben.

Dizmi fremosa e dizmi senhor,
e fremosa mi dirá quen me vir,
e teen que mi faz mui grand’ amor
e que eu ei muito que lhi gracir;
en quant’ el diz non lhi gradesc’ eu ren
ca mi sei eu que mi paresco ben.

Diz muito ben de min en seu trobar
con gran dereit’, e al vos én direi:
teen ben quantos me lh’ oen loar
que eu muito que lhi gradecer ei;
en quant’ el diz non lhi gradesc’ eu ren
ca mi sei eu que mi paresco ben.

Ca se eu non parecesse mui ben
de quant’ el diz non ar diría ren.


XXI

─Ai mía filha, de vós saber quer’ eu
por que fezestes quanto vos mandou
voss’ amigo, que vos non ar falou.
─Par Deus, mía madre, diréivolo eu:
cuidávam‘ eu melhor aver per i
e semélhami que non ést’ assí.

─Por que fezestes, se Deus vos dé ben,
filha, quanto vos el veno rogar,
ca des entón non vos ar quis falar?
─Direi volo eu, se Deus mi dé ben:
cuidávam‘ eu melhor aver per i
e semélhami que non ést’ assí.

─Por que fezestes, se Deus vos perdón,
filha, quanto vos el veno dizer,
ca des entón non vos ar quis veer?
─Direi volo eu, se Deus mi perdón:
cuidávam‘ eu melhor aver per i
e semélhami que non ést’ assí.

─En bon día naceu, com’ eu oí,
quen se doutro castiga e non de si.


XXII

Quand’ eu fui un día vosco falar,
meu amigo, fíjio eu por ben
e enfengéstesvos de min por én,
mais, se vos eu outra vez ar falar,
logo vós dizede ca fezestes
comigo quanto fazer quisestes.

Ca, meu amigo, eu falei unha vez
convosco, por vos de morte guarir,
e fóstesvos vós de min enfingir,
mais, se vos eu ar falar outra vez,
logo vós dizede ca fezestes
comigo quanto fazer quisestes.

Ca mui ben sei eu que non fezestes
o meio de quanto vós dissestes.


XXIII

Amigo, venhéstesm’ un día ’quí
rogar dun preit’ e non vos fij’ én ren
porque cuidava que non era ben,
mais, pois vos ja tant’ aficades i,
fazelo quer’ e non farei end’ al,
mais vós guardade mí e vós de mal.

Vós dizedes que o que meu mal for
non queredes, e ben pode seer,
pero non quix vosso rogo fazer,
mais, pois end’ avedes tan gran sabor,
fazelo quer’ e non farei end’ al,
mais vós guardade mí e vós de mal.

Ben sabedes como falamos nós
e me vós rogastes o que m’ eu sei
e non o fix, mais con pavor que ei
de perder eu, amigo, contra vós,
fazelo quer’ e non farei end’ al,
mais vós guardade mí e vós de mal.

E se vós fordes amigo leal
guardaredes vossa senhor de mal.


XIV

Non vos sabedes, amigo, guardar
de vos saberen, por vosso mal sen,
como me vós sabedes muit’ amar
nen a gran coita que vos por mí vén,
e quero vos end’ eu desenganar:
se souberen que mi queredes ben,
quite sodes de nunca mi falar.

Per nulha ren non me posso quitar
de falar vosc’ e sempre me temí
de mho saberen, ca m’ an d’ alongar
de vós, se o souberen, des alí,
e quero vos end’ eu desenganar:
se souberen que mi queredes ben,
quite sodes de nunca mi falar.

Dos que me guardan tal é seu cuidar
que amades, amig’, outra senhor,
ca, se verdade poderen osmar,
nunca verredes ja máis u eu for,
e quero vos end’ eu desenganar:
se souberen que mi queredes ben,
quite sodes de nunca mi falar.

E se avedes gran coita d’ amor,
ave-la edes per mi mui maior
ca de longi mi vos farán catar.


XXV

Non ei eu poder d’ o meu amigo
partir, amigas, de mi querer ben,
e pero m’ eu queixo prol non mi ten,
e quando lh’ eu rogo muit’ e digo
que se parta de mi tal ben querer,
tanto mi val come non lho dizer.

Se mi quer falar, dígolh’ eu logo
que mi non fale, ca mi vén gran mal
de sa fala, mais mui pouco mi val,
e quando lh’ eu digo muit’ e rogo
que se parta de mi tal ben querer,
tanto mi val come non lho dizer.

Sempre mi pesa con sa companha
porque ei medo de mi crecer prez
con el, com’ outra vegada ja fez,
e, pero lhi dig’ en mui gran sanha
que se parta de mi tal ben querer,
tanto mi val come non lho dizer


XXVI

Mha madre, pois atal é vosso sen
que eu quera mal a quen mi quer ben
e me vós roguedes muito por en,
dized’ ora, por Deus que pod’ e val,
pois eu mal quiser a quen mi quer ben,
se querrei ben a quen mi quiser mal.

Dizédesmi que se eu mal quiser
a meu amigo, que mi gran ben quer,
que faredes sempre quant’ eu disser,
mais venh’ ora que mi digades al:
pois ei de querer mal quen mi ben quer
se querrei ben a quen mi quiser mal.

Muito mi será grave de sofrer
d’ aver quen mi quer ben mal a querer,
e vós, madre, mandádesmho fazer,
mais fáçovos unha pregunt’ atal:
pois quen mi quer ben ei mal a querer,
se querrei ben a quen mi quiser mal.

Se assí for, por mí poden dizer
que eu fui a que semeou o sal.


XXVII

Diz meu amigo que, u non jaz al,
morre, ca non pod’ aver ben de mí,
e quéixaseme muito e diz assí
que o mat’ eu e que faço mui mal;
mais, onde ten el que o mato eu
se el morre por lh’ eu non dar o meu?

Ten guisad’ en muitas vezes morrer,
se el morrer cada que lh’ eu non der
do meu ren, senón quando m’ eu quiser,
e diz que o mato a mal fazer,
mais, onde ten el que o mato eu
se el morre por lh’ eu non dar o meu?

Diz que tan muito é coitado d’ amor
que ren de morte non o tornará
porque non ouve ben de min nen á,
e dizm’ el: «E matádesme, senhor»;
mais, onde ten el que o mato eu
se el morre por lh’ eu non dar o meu?

E assánhaxim’ el, mais ben sei eu
que a sanha toda é sobre lo meu.




XXVIII

Voss’ amigo quer vos sas doas dar,
amiga, e quero vos dizer al:
dízenmi que lhas queredes filhar,
e dized’ ora, por Deus, unha ren:
se lhi filhardes sas doas ou al,
que diredes por lhi non fazer ben?

Vós non seredes tan sen conhocer,
se lhi filhardes nulha ren do seu,
que lhi non ajades ben a fazer,
e venh’ ora preguntarvos por én,
se lhi filhardes nulha ren do seu,
que diredes por lhi non fazer ben?

El punhará muit’ e fará razón
de lhas filhardes, quando volas der,
e vós ou lhas filharedes ou non,
e dized’ ora qual é vosso sen:
se lhi filhardes quanto vos el der,
que diredes por lhi non fazer ben?

Ou ben filhade quanto vos el der,
e fazede ben quanto x’ el quiser,
ou non filhedes, con sen, nulha ren
nen lhi façades nunca nen un ben.


XXIX

O meu amigo, forçado d’ amor,
pois agora comigo quer viver
unha sazón, se o poder fazer,
non dormha ja mentre comigo for,
ca daquel tempo que migo guarir
atanto perderá quanto dormir.

E quen ben quiser seu tempo passar
u é con sa senhor, non dorme ren;
e meu amigo, pois pera mí vén,
non dormha ja mentre migo morar,
ca daquel tempo que migo guarir
atanto perderá quanto dormir.

E, se lh’ aprouguer de dormir alá
u el é, prazer mi á, per boa fe,
pero dormir tempo perdudo é,
mais per meu grad’ aquí non dormirá,
ca daquel tempo que migo guarir
atanto perderá quanto dormir.

E, depois que s’ ele de min partir,
tanto dormha quanto quiser dormir.


XXX

Quer meu amigo de mí un preito
que el ja muitas vezes quisera:
que lhi faça ben; e ja temp’ era,
mas, como quer que seja meu feito,
fareilh’ eu ben, par santa María,
mais non tan cedo com’ el querría.

E díganlhi por mí que non tenha
que lho eu vou por mal demorando,
ca el anda se de mí queixando,
mais, como quer que depois mi venha,
fareilh’ eu ben, par santa María,
mais non tan cedo com’ el querría.

El é por mí atan namorado
e meu amor o traj’ assí louco
que se non pod’ atender un pouco
máis, tanto que eu aja guisado,
fareilh’ eu ben, par santa María,
mais non tan cedo com’ el querría.

E, como quer que fosse, el querría
aver ja ben de min toda vía,
e ben sei del que non cataría
o que m’ end’ a min depois verría.


XXXI

Diz, amiga, o que mi gran ben quer
que nunca máis mi ren demandará
sol que lh’ ouça quanto dizer quiser
e, mentre viver, que me servirá,
e vedes ora com’ é sabedor:
que, pois que lh’ eu tod’ este ben fezer,
log’ el querrá que lhi faça melhor.

Mui ben cuid’ eu que con mentira vén,
pero jura que mi non quer mentir,
mais diz que fale conmig’, e por én,
mentre viver non mi quer al pedir,
e vedes ora com’ é sabedor:
que, pois que lh’ eu fezer tod’ este ben,
log’ el querrá que lhi faça melhor.

Gran pavor ei, non me queira enganar,
pero diz el que non quer al de mí
senoón falar mig’, e máis demandar,
mentre viver, non mi quer des alí,
e vedes ora com’ é sabedor:
que, pois que lh’ eu tod’ este ben guisar,
log’ el querrá que lhi faça melhor.

E esto será mentr’ o mundo for:
quant’ ome máis ouver ou acabar,
tanto d’ aver máis averá sabor.

Mais id’, amiga, vós, por meu amor,
conmig’ alí u m’ el quiser falar,
ca mal mi venha, se lh’ eu soa for.


XXXII

Que mui de grad’ eu faría
prazer ao meu amigo,
amiga, ben volo digo,
mais logo, en aquel día,
non leixará el, amiga,
nulh’ ome a que o non diga.

Faríalho mui de grado,
porque sei que me deseja,
mais, se guisar u me veja
e lhi fezer seu mandado,
non leixará el, amiga,
nulh’ ome a que o non diga.

Tan coitado por mí anda
que non á paz nen mesura;
pero se eu, per ventura,
fezer todo quant’ el manda,
non leixará el, amiga,
nulh’ ome a que o non diga.

Dizedor é de nemiga
e dirao log’, amiga.


XXXIII

Vedes, amigo, ond’ ei gran pesar:
sei muitas donas que saben amar
seus amigos e soen lhis falar
e non lho saben, assí lhis avén;
e nós, sol que o queiramos provar,
log’ é sabud’ e non sei eu per quen.

Tal dona sei eu, quando quer veer
seu amigo, a que sabe ben querer,
que lho non poden per ren entender
os que cuidan que a guardan mui ben;
e nós, sol que o queiramos fazer,
log’ é sabud’ e non sei eu per quen.

Com’ eu querría, non se guis’ assí:
falar vosco, que morredes por mí,
com’ outras donas falan, e des i
nunca lhis máis poden entender ren;
e nós, sol ante que cheguemos i,
log’ é sabud’ e non sei eu per quen.

Coita lhi venha, qual ora a nós vén,
per quen nos a nós tod’ este mal vén.



XXXIV

Morreredes, se vos non fezer ben,
por min, amig’, e non sei que vos i
faça, pero muitas vezes cuid’ i
e deste preito vedes que mi avén:
émi mui grave de vos ben fazer
e mui grav’ é de vos leixar morrer.

Ren non vos pode de morte guardar
e sei ben que morreredes por mí
se non ouverdes algún ben de mí,
e quant’ eu ei en tod’ est’ a cuidar:
émi mui grave de vos ben fazer
e mui grav’ é de vos leixar morrer.

Se vos non fezer ben, por mí amor
vos matará, ben sei que será assí,
mais ben vos jur’ e dígovos assí,
se Deus mi leix’ én fazer o melhor:
émi mui grave de vos ben fazer
e mui grav’ é de vos leixar morrer.

E rog’ a Deus, que á end’ o poder,
que El me leix’ end’ o melhor fazer.


XXXV

Alguén vos diss’, amig’, e seio eu,
por mi mizcrar convosco, que falei
con outr’ omen, mais nunca o cuidei,
e, meu amig’, én diréivolo eu:
de mentira non me poss’ eu guardar,
mais guardarm’ ei de vos fazer pesar.

Alguén sabe que mi queredes ben
e pésalh’ end’, e non pod’ al fazer
senón que mi quer mentira poner,
e, meu amig’ e meu lum’ e meu ben:
de mentira non me poss’ eu guardar,
mais guardarm’ ei de vos fazer pesar.

E ben sei de quen tan gran sabor á
de mentir, e non teme Deus nen al,
que mh assaca tal mentira e al,
e, meu amig’, e vedes quant’ i á:
de mentira non me poss’ eu guardar,
mais guardarm’ ei de vos fazer pesar.

De fazer mentira sei m’ eu guardar,
mais non de quen me mal quer assacar.


XXXVI

Amigas, o que mi quer ben
dízenmi ora muitos que vén,
pero non o posso creer,
ca tal sabor ei de o veer
que o non posso creer.

O que eu amo máis ca mí
dizen que cedo será aquí,
pero non o posso creer,
ca tal sabor ei de o veer
que o non posso creer.

O que se foi d’ aquí muit’ á
dízenmi que cedo verrá,
pero non o posso creer,
ca tal sabor ei de o veer
que o non posso creer.

E nunca mho farán creer
se mho non fezeren veer.


XXXVII

─O voss’ amigo, que s’ a cas del Rei
foi, amiga, mui cedo vos verrá,
e partide as doas que vos dará.
─Amiga, verdade ben vos direi:
farami Deus ben se mho adusser
e sas doas deas a quen quiser.

─Disséronmi ora, se Deus mi perdón,
que vos trage doas de Portugal,
e, amiga, non as partades mal.
─Direivos, amiga, meu coraçón:
farami Deus ben se mho adusser
e sas doas deas a quen quiser.

─Dizen, amiga, que non vén o meu
amigo, mailo vosso cedo vén,
e partid’ as doas que trage ben.
─Direivos, amiga, o que dig’ eu:
farami Deus ben se mho adusser
e sas doas deas a quen quiser.

E ben sei eu que des que el venher
averei doas e quant’ al quiser.


XXXVIII

Vai meu amigo con el Rei morar
e non mho disse nen lho outorguei,
e faz mal sen de mi fazer pesar;
mais eu perça bon parecer que ei
se nunca lh’ el Rei tanto ben fezer
quanto lh’ eu farei quando mi quiser.

E el quer muito con el Rei viver
e mía sanha non a ten en ren;
e el Rei pode quanto quer poder,
mais mal mi venha onde vén o ben
se nunca lh’ el Rei tanto ben fezer
quanto lh’ eu farei quando mi quiser.

E el punhou muito en me servir
e al Rei nunca lhi serviço fez,
por end’ el Rei non á que lhi gracir;
mais eu perça bon parecer e bon prez
se nunca lh’ el Rei tanto ben fezer
quanto lh’ eu farei quando mi quiser.

Ca mais lhi valrrá, se lh’ eu ben quiser,
que quanto ben lh’ el Rei fazer poder.


XXXIX

Amigo, queredes vos ir,
e ben sei eu que mi averrá:
en mentre morardes alá,
a quantos end’ eu vir viir,
a todos eu preguntarei
como vos vai en cas del Rei.

Non vos podería dizer
quant’ ei de vos irdes pesar,
mais a quantos eu vir chegar
d’ u ides con el Rei viver,
a todos eu preguntarei
como vos vai en cas del Rei.

Coitada ficarei d’ amor
atá que mi vos Deus adusser,
mais a quantos eu ja souber
que venheren d’ u el rei for,
a todos eu preguntarei
como vos vai en cas del Rei.

E se disseren «Ben», loarei
Deus, e gracilo ei al rei.


XL

Fois’ o meu amigo a cas del Rei
e, amigas, con grand’ amor que lh’ ei,
quand’ el venher ja eu morta serei,
mais non lhe digan que morrí assí,
ca, se souber com’ eu por el morrí,
será mui pouca sa vida des i.

Nen de morte non me posso guardar
que non moira ced’ e con gran pesar,
e, amigas, quand’ el aquí chegar,
non sabia per vós qual mort’ eu prendí,
ca, se souber com’ eu por el morrí,
será mui pouca sa vida des i.

Eu morrerei cedo, se Deus quiser,
e, amigas, quand’ el aquí venher,
desmesura fará quen lhi disser
qual mort’ eu filhei des que o non vi,
ca, se souber com’ eu por el morrí,
será mui pouca sa vida des i.

Ja non posso de morte guarecer,
mais, quando s’ el tornar por me veer,
non lhi digan como m’ el fez morrer
ante tempo, porque se foi d’ aquí,
ca, se souber com’ eu por el morrí,
será mui pouca sa vida des i.


XLI

Ameivos sempr’, amigo, e fizvos lealdade:
se preguntar quiserdes en vossa puridade
saberedes, amigo, que vos digo verdade;
ou, se falar ouverdes con algun maldizente
e vos quiser, amigo, fazer d’ al entendente,
dizédelhi que mente, e dizédelhi que mente.


XLII

Meu amig’, e meu ben e meu amor,
disséronvos que me viron falar
con outr’ ome por vos fazer pesar,
e por én rog’ eu a Nostro Senhor
que confonda quen volo foi dizer
e vós, se o assí fostes creer,
e min se end’ eu fui merecedor.

Ja vos disseron por mí que falei
con outr’ om’ e que vos non tiv’ en ren,
e, se o fiz, nunca mi venha ben,
mais rog’ a Deus sempr’, e rogalo ei,
que confonda quen volo diss’ assí,
e vós, se tan gran mentira de mí
crevestes, e min se o eu cuidei.

Sei que vos disseron, per boa fe,
que falei con outr’ om’, e non foi al
senón que volo disseron por mal,
mais rog’ a Deus, que eno ceo sé,
que confonda quen vos atal razón
diss’, e vós, se a crevestes entón,
e que confonda min se verdad’ é.

E confonda quen á tan gran sabor
d’ antre min e vós meter desamor,
ca o maior amor do mundo é.


XLIII

A que mi a min meu amigo filhou
mui sen meu grad’, e non me tev’ en ren,
que me serví’ e mi quería ben,
e non mho disse nen mho preguntou,
mal lhi será, quando lho eu filhar
mui sen seu grad’, e non a preguntar.

E se m’ ela mui gran torto fez i,
Deus me leixe dereito dela aver,
ca o levou de min sen meu prazer
e ora ten que o levará assí;
mal lhi será, quando lho eu filhar
mui sen seu grad’, e non a preguntar.

E ben sei eu dela que vos dirá
que non fiz eu por el quant’ ela fez;
mais quiçai mho fezera outra vez,
e, pero ten ben que o averá,
mal lhi será, quando lho eu filhar
mui sen seu grad’, e non a preguntar.

E entón veredes molher andar
pos min chorand’, e non lho querrei eu dar.


XLIV

Irvos queredes, e non ei poder,
par Deus, amigo, de vos én tolher,
e, se ficardes, vos quero dizer,
meu amigo, que vos por én farei:
os días que vós a vosso prazer
non passastes, eu volos cobrarei.

Se vos fordes, sofrerei a maior
coita que sofreu molher por senhor,
e, se ficardes polo meu amor,
diréivolo que vos por én farei:
os días que vós a vosso sabor
non passastes, eu volos cobrarei.

Ídesvos e teéndesm’ en desdén
e fico eu mui coitada por én,
e ficade por mí, ca vos convén,
e direivos que vos por én farei:
os días que vós non passastes ben,
ai meu amigo, eu volos cobrarei.


XLV

Irvos queredes, amigo,
d’ aquí, por me fazer pesar,
e, pois vos queredes quitar
d’ aquí, vedes que vos digo:
quitade ben o coraçón
de min, e ídevos entón.

E pois vos ides, sabhades
que nunca maior pesar vi,
e, pois vos queredes d’ aquí
partir, vedes que façades:
partide ben o coraçón
de min, e idevos entón.


XLVI

Tódalas cousas eu vejo partir
do mund’ en como soían seer,
e vej’ as gentes partir de fazer
ben que soían, tal tempo nos vén,
mais non se pod’ o coraçón partir
do meu amigo de mi querer ben.

Pero que ome part’ o coraçón
das cousas que ama, per boa fe,
e pártes’ ome da terra ond’ é
e pártes’ ome d’ u gran prol lhi ten,
non se pode parti-lo coraçón
do meu amigo de mi querer ben.

Tódalas cousas eu vejo mudar:
múdans’ os tempos e múdas’ o al,
múdas’ a gente en fazer ben ou mal,
múdans’ os ventos e tod’ outra ren,
mais non se pod’ o coraçón mudar
do meu amigo de mi querer ben.


XLVII [Pastorela]

Pelo souto de Crexente,
unha pastor vi andar
muit’ alongada de gente,
alçando voz a cantar,
apértandose na saía
quando saía la raia
de sol nas ribas do Sar.

E as aves que voavan
quando saía l’ alvor
todas d’ amores cantavan
pelos ramos d’ arredor;
mais non sei tal que i ‘stevesse
que en al cuidar podesse
senón todo en amor.

Alí ‘stivi eu mui quedo,
quis falar e non ousei,
empero dix’ a gran medo:
«Mía senhor, falar vos ei
un pouco, se mí ascuitardes,
e ir m’ ei quando mandardes;
máis aquí non estarei».

«Senhor, por santa María,
non estedes máis aquí,
mais ídevos vossa vía;
faredes mesura i,
ca os que aquí chegaren,
pois que vos aquí acharen,
ben dirán que máis ouv’ i».





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HEINRICH VON VELDEKE [18.446]

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Heinrich von Veldeke

Heinrich von Veldeke. Codex Manesse. 1300.

Heinrich von Veldeke (n. antes de 1150; f. entre 1190 y 1200; neerlandés: Hendrik van Veldeke) fue un poeta neerlandés-alemán del siglo XII, de una familia noble cercana a Maastricht.

Se le considera uno de los precursores del Minnesang y ejerció gran influencia sobre otros autores de este género. Su obra Romance de Eneas es conocida como la primera novela cortesana de la literatura alemana.

Literatura

Renate Schipke: Heinrich von Veldeke: Eneasroman, in: Peter Jörg Becker und Eef Overgaauw (Hgg.): Aderlass und Seelentrost. Die Überlieferung deutscher Texte im Spiegel Berliner Handschriften und Inkunabeln, Mainz 2003, S.62ff.
Gabriele Schieb: Henric van Veldeken / Heinrich von Veldeke. Stuttgart: Metzler, 1965. (Sammlung Metzler 42)
Meinolf Schumacher: Einführung in die deutsche Literatur des Mittelalters, Darmstadt: Wissenschaftliche Buchgesellschaft 2010, ISBN 978-3-534-19603-6, S. 65-69.




EL SOL DEJÓ DE BRILLAR

El sol dejó de brillar,
retirándose ante el frío,
y dejaron de cantar
los pájaros del estío.
Está triste el corazón,
pues llegaron las heladas
dejando, sin compasión,
flores marchitas y ajadas.
Está la campiña mustia
y esto me provoca angustia.

Traducción: Francisco Serrano • Poesía de los trovadores




Tristan Was Unwaveringly

Tristan was unwaveringly
loyal to the queen,
by reason of poison
rather than the virtue of love.
My Lady! Be grateful
that I did not drink such a blend
and my love exceeds his.
Fair and honest one,
let me be yours and you be mine. 



Tristrant Mûste Âne Sinen Danc

Tristrant mûste âne sinen danc
stâde sîn der koninginnen,
want poisûn heme dâ tû dwanc
mêre dan dî cracht der minnen.
Des sal mich dî gûde danc
weten dat ich nîne gedranc
sulic piment ende ich sî minne
bat dan hê, ende mach dat sîn.
Wale gedâne,
valsches âne,
lât mich wesen dîn
ende wis dû min. 







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HEINRICH VON MEISSEN (FRAUENLOB) [18.447]

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HEINRICH VON MEISSEN (FRAUENLOB)

Heinrich von Meissen, más conocido como Frauenlob, fue un poeta alemán moralizante burgués nacido en 1250 y fallecido en 1318 educado probablemente en la escuela catedralicia de su ciudad natal. Considerado como el fundador del Meistersang (movimiento posterior al Minessang que se caracterizaba por la organización de artesanos alemanes en escuelas de canto) fundó una escuela de canto en Mainz. Tuvo una vida errante y conoció gran parte de Alemania del norte, Dinamarca y en Praga, donde consta que ocupó un puesto en la corte.  Junto con otros autores como  Regenbogen, Konrad von Würzburg, Heinrich von Museln o el mismísimo Vogelweide, von Meissen fue también considerado como lo que se conoce en alemán por Berufdichter.

Debido a la alabanza que hace continuamente a la mujer en muchos de sus poemas, se cree que Meissen se ganó el sobrenombre de Frauenlob. Aunque ciertas fuentes lo desmienten es bien conocida la reyerta literaria que tuvo con Barthel Regenbogen donde se afirmaba que el término Frau tenía un matiz superior al de Weib puesto que mientras que el primero significaba dama, Weib era concebido como el sexo opuesto al hombre.

Se cree que en el momento de su entierro muchas mujeres llevaron su féretro como agradecimiento a una vida entera ensalzando la figura de la mujer.


Heinrich von Meissen

I

Ay dolor del corazón
que enamorado soporto,
ay mirada de ojos claros,
¿cuándo cesarán mis penas?
Cuándo me sonreirá tu boca roja
y me dirá, "hombre dichoso,
se hará todo cuanto quieras".

Amo esa boca altiva
en la que habita todo mi consuelo.
Rosas rojas, hablad todas,
que una boca roja venza.
Mejor le iría un sí blanco cual lirio
que un no de azul desolado:
Tal palabra torna gris mi juventud.

Obra

Frauenlob es autor de trece Minnelieder, de tres Leich (Marienleich, Minnenleich y Kreuzleich), del Streitsgespräch zwischen Minne und Welt así como del Alle mich verlässt Freunde. Sus obras van desde lo teológico a lo erótico pasando por lo ético. Como hemos comentado, entender la vida y obra del autor es entender su estrecha relación con la figura de la mujer. A través de sus 500 versos, von Meissen nos habla en su Marienleich, también llamado Frauenleich, acerca de la mujer del Apocalipsis. He creído conveniente adjuntar un  pasaje de Marienleich donde vemos representada la mujer de modo sensual.   



ich binz ein zukersuzer brunne                                                 

des lebens und der bernden wunne
ich binz ein spiegel der vil klaren reinekeit,
da got von erst sich inne ersach
ich was mit  im, do er entwarf gar alle schepfenunge,
er sach mich stetes an in siner ewiclichen ger
wie rechte wol ich tet im in den ougen,
ich zarter, wolgemuter rosengarte!


Kommt alle zu mir, die min gern
ich wil, ich kan, ich muz gewern
ich binz der lebende leitestern,
des nieman sol noch mag enbern
min mut gut frut tut
ich binz die stimme, do der alte leo lut
die sinen kint uf von des alten todes flut


                                                         (XAVIER ESCUDÉ)






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CHRISTOPH MARTIN WIELAND [18.448]

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CHRISTOPH MARTIN WIELAND

Christoph Martin Wieland (5 de septiembre de 1733 – 20 de enero de 1813), fue un poeta, escritor, traductor y editor alemán.

Nace en Oberholzheim (actualmente parte de la ciudad de Achstetten, que entonces pertenecía a la ciudad imperial libre de Biberach an der Riss) en el sudeste del actual estado de Baden-Württemberg. Su padre que era pastor en Oberholzheim y posteriormente en Biberach, tuvo un gran desvelo en su educación. A los doce años pasó de la escuela de Biberach al Gymnasium de Klosterberge, cerca de Magdeburgo. Fue un estudiante brillante, cuando dejó la escuela en 1749 había realizado amplias lecturas de los clásicos latinos y de los escritores franceses contemporáneos; entre sus poetas alemanes favoritos estaban Brockes y Klopstock.

En el verano de 1750 se enamora de una prima, Sophie Gutermann, y esta relación amorosa le inspira su primer trabajo ambicioso, Die Natur der Dinge (1752), un poema didáctico en seis libros. Ese mismo año marcha a la Universidad de Tübingen a estudiar derecho, pero dedica la mayor parte del tiempo a estudios literarios. Los poemas que escribe en la Universidad, Hermann, Diez cartas morales en verso y Anti-Ovidio, tienen un tono pietista y están todavía bajo la influencia de Klopstock. Atrajeron la atención del reformador literario suizo, Bodmer, que le invitó a visitarlo en Zürich en el verano de 1752. Permanecerá en Suiza hasta 1760, pasando ese año en Berna como preceptor, allí entablará relación con Julie de Bondeli, amiga de Jean-Jacques Rousseau.

Los gustos de Wieland han cambiado, los escritos de los últimos años en Suiza -Der geprüfte Abraham (1753), Sympathien (1756), Empfindungen eines Christen (1757)- todavía mantienen el estilo de los primeros textos, pero sus tragedias, Lady Johanna Gray (1758) y Clementina von Porretta (1760)- la última basada en Sir Charles Grandison de Samuel Richardson - el fragmento épico Cyrus (1759), y el relato moral en diálogos, Araspes und Panthea (1760), Wieland, como dijo Lessing, "abandonó las esferas y esferas etéreas y caminó de nuevo entre los hijos de los hombres".

El cambio de Wieland fue completo en Biberach, donde había vuelto en 1760 como director de la chancillería. La monotonía de su vida allí fue compensada con la amistad con el Conde Stadion, cuya biblioteca en el castillo de Warthausen, próximo a Biberach, estaba bien provista de literatura francesa e inglesa. Wieland se reencuentra con su amor de juventud, Sophie Gutermann, ahora casada con Hofrat La Roche, administrador del Conde Stadion. El antiguo poeta de austeridad pietista es ahora el defensor de una filosofía alegre, donde la frivolidad y la sensualidad no se excluyen. En Don Sylvio von Rosalva, oder der Sieg der Natur über die Schwärmerey (1764), novela inspirada en el Quijote, se burla hasta el ridículo de su antigua fe, y en Comische Erzählungen (1765) da rienda suelta a su extravagante imaginación.
Más importante es la novela Geschichte des Agathon (1766-1767), en la que bajo la apariencia de una ficción griega, Wieland su propia evolución espiritual e intelectual. Esta obra, que Lessing recomendaba como una obra de gusto clásico, marca una época en el desarrollo de la novela psicológica europea. De la misma importancia fue la traducción en prosa de veintidós obras de Shakespeare (8 vols., 1762-1766); supuso la primera vez que se acercaba a los lectores alemanes la obra de Shakespeare en su conjunto. Con los poemas Musarion oder die Philosophie der Grazien (1768), Idris (1768), Combabus (1770), Der neue Amadis (1771), Wieland abría una serie de novelas en verso que atraían irresistiblemente a sus contemporáneos y servían de antídoto a los excesos sentimentales del Sturm und Drang. Wieland se casa en 1765, y entre 1769 y 1772 fue profesor de filosofía en Erfurt.

En 1772 publica Der goldene Spiegel oder die Könige von Scheschian, una obra pedagógica bajo la forma de historias orientales; que atrajo la atención de Ana Amalia de Brunswick-Wolfenbüttel regente del Ducado de Sajonia-Weimar-Eisenach, que lo hizo tutor de sus dos hijos, el futuro Gran Duque Carlos Augusto y Constantino, en Weimar. Con la excepción de algunos años pasados en Ossmannstedt, donde más tarde adquirió una propiedad, Weimar fue el hogar de Wieland hasta su muerte. Allí, en 1773, fundará Der teutsche Merkur, que bajo su dirección (1773-1789) se convertirá en la revista literaria más influyente de Alemania.

De sus últimas obras la más importante es la admirable sátira Die Abderiten, eine sehr wahrscheinliche Geschichte (1774), y las novelas poéticas, Das Wintermärchen (1776), Das Sommermärchen (1777), Geron der Adelige (1777), Pervonte oder die Wünsche (1778), una serie que culmina con Oberon (1780). Sus últimas novelas son Geheime Geschichte des Philosophen Peregrinus Proteus (1791) y Aristipp und einige seiner Zeitgenossen (1800-1802). También tradujo las Sátiras de Horacio (1786), las obras de Luciano (1788-1789), y las cartas de Cicerón (1808 ff.), y de 1796 a 1803 editó el Attisches Museum que supuso una gran contribución a la popularización de los estudios griegos. Wieland estaba influenciado por la moda de la Francia del siglo XVIII de la recopilación de cuentos, publicó una colección titulada Dschinnistan (1786-1789), que incluía tres cuentos originales, 'Der Stein der Weisen', 'Timander und Melissa' y 'Der Druide oder die Salamanderin und die Bildsäule'. La característica de estos relatos es el triunfo del racionalismo sobre el misticimo.

Sin haber creado una escuela en el sentido estricto del término, Wieland tuvo una gran influencia en la literatura alemana de su época. La cualidad que distingue su obra es un estilo fluido y ligero, una combinación de frivolidad y profundidad poética.

Obra

Zwölf moralische Briefe in Versen, Heilbronn, 1752
Der Sieg der Natur über die Schwärmerei oder die Abenteuer des Don Sylvio von Rosalva, Ulm, 1764
Geschichte des Agathon, Frankfurt & Leipzig, Zurich, 1766-7 (Traducción : Histoire d'Agathon ou Tableau philosophique des moeurs de la Grèce - Tomo 1 & Tome 2 Tomo 2 de Gallica
Musarion, oder die Philosophie der Grazien, Leipzig, 1768
Idris und Zenide, Leipzig, 1768
Nadine, Leipzig, 1769
Combabus, Leipzig, 1770
Die Grazien, Leipzig, 1770
Der neue Amadis, Leipzig, 1771
Der goldene Spiegel, oder die Könige von Scheschian, Leipzig, 1772
Die Geschichte der Abderiten, Leipzig, 1774
Oberon (obra, 1780)|Oberon, Weimar, 1780
Dschinnistan, 3 vols., Winterthur, 1786-1789
Aristipp und einige seiner Zeitgenossen, 4 vols., Leipzig, Göschen, 1800-2



Oda a Doris

Las horas me abrazan con ternura
y expresan la dulce emoción de la alegría,
horas etéreas y celestes, distantes de los
hombres que no saben soñar y cuyo tiempo
transcurre entre serafines y zéfiros,
anhelando sentir la juventud de este mundo.
El alma es encantada por la musa celestial
de lengua mortal y temblor mudo que penetra
al amante en el instante sagrado en el que
ha sido bendecida la primavera, huido
el acuoso agosto tantas veces visto.
Hermosa es la clave de las auroras que
fluye hacia la tierra del alma, virtud
y armonía de la vida. 



Oberon (fragmento)

El mar, solo y vacío de toda consolación, llora las vidas derrocadas en la calma del día y la noche. El mar, agitado, rodeado de miseria, devora a su presa. El mar, exhausto y perseguido, se desvía hacia la playa como un esclavo que indemniza con su brillo la rosa de la juventud diezmada. 



Juno y Ganimedes (fragmento)

Y ella le daban al retrato
Toda la poesía de la vida.
«Por todo ello, Madame, parece claro
Que esta falsa vergüenza, cortedad,
Y» añade, «si se quiere, hasta virtud
De la primera juventud no puesta a prueba
Privó de su poder a mil encantos;
Sólo el estímulo, las artimañas
Y un trato complaciente han de vencerla.
Por mucho que el orgullo se resista,
Vos misma habéis de dar el primer paso». —
«¿El primer paso, yo? ¡Puede esperar sentado,
Que por nada del mundo lo he de dar!»
«Madame, Madame, ¿qué reparos son ésos?
¿Es que por aferraros a un prejuicio
Vais a aguardar a lo que deje Ceres?
Seguro que —» «¡Está bien! No se hable más,
¡Ya te dije que tengo que vengarme!
El muchacho es muy digno de un desliz,
Mas no seré yo sola quien se ocupe;
Tendrás que preparármelo un poquito».
La doncella, como es de suponer,
Asume de buen grado esta misión;
Y así esa misma noche, diligente,
La lleva a cabo sin mayor tardanza.
Una floresta de jazmín y mirto,
No lejos de la sede de los dioses,
Le sirve de lugar de iniciación.
Si brillaba la luna, poco importa;
Baste con que el ingenio de la moza
Se impuso, para gusto de ambas partes,
Sobre la cortedad de Ganimedes. 


El peregrino Proteo (fragmento)

" Extranjeros de todo el orbe asistían a los juegos de Olimpia, en medio de las tragedias más extraordinarias y en torno al púlpito del cinismo, diafragma de la libación y lágrima del mundo, antes que el absoluto de la muerte golpee a las huestes sedientas de ensueño y de palabras efímeras; transeúntes que se alzan, inesperadamente pálidos, mientras el fuego sacro es inmediatamente retirado por los anillos que rodean la llama. "






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GABRIEL TRUJILLO MUÑOZ [18.449]

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Gabriel Trujillo Muñoz

Ángel Gabriel Trujillo Muñoz es un escritor mexicano, nacido en Mexicali, Baja California el 21 de julio de 1958. Poeta, narrador y ensayista. Profesor de tiempo completo de la Facultad de Ciencias Humanas de la UABC-Mexicali y es uno de los editores de la Revista Universitaria de la Universidad Autónoma de Baja California. Ha publicado más de un 130 libros como autor y compilador. Es socio fundador de la Asociación Mexicana de Ciencia Ficción y Fantasía.

Ha recibido nueve veces el Premio Estatal de Literatura de Baja California, así como el Premio Nacional de Ensayo Abigael Bohórquez 1998, el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para Obra Publicada 1999, el Premio Nacional de Poesía Sonora 2004, el Premio Binacional de Poesía Pellicer-Frost 1996, el Premio Binacional Excelencia Frontera 1998, el Premio Internacional de Narrativa Ignacio Manuel Altamirano 2005, el Premio Regional de Novela Vandalay 2005, el Premio de Narrativa Histórica de la Fundación Pedro F. Pérez y Ramírez 2006 y el Premio en Artes 2009 por el Instituto Tecnológico de Mexicali.

Controversias

Ha sido criticado porque año tras año gana siempre los mismos premios, quitándole así oportunidades a los escritores jóvenes. En 2002, el escritor Heriberto Yépez señaló que las reglas de las convocatorias no se aplicaban por igual, descalificando textos por no ser inéditos cuando los textos de Gabriel Trujillo tampoco lo eran. 

Su ensayo "Tijuana: puerto libre, casa de todos" publicado en el libro "La cultura bajacaliforniana y otros ensayos afines" causó molestia entre un grupo de maestros de la Universidad Autónoma de Baja California quienes consideraron que denigraba a la ciudad de Tijuana.

Obra publicada

Novela

Laberinto (ICBC, 1995)
Mezquite Road (Planeta, 1995)
GRACOS (Ediciones B, 1999) (Incluido en el volumen colectivo: Premio UPC 1998: novela corta de ciencia ficción
Conjurados (Sansores & Aljure, 1999)
Espantapájaros (Lectorum, 1999)
Tijuana city blues (Sansores & Fernández ,1999)
El festín de los cuervos: la saga fronteriza de Miguel Ángel Morgado, cinco novelas cortas) (Norma, 2002) (Incluye: Mezquite Road, Tijuana City Blues, Loverboy, Puesta en escena y Laguna salada)
Trilogía de Thundra (2000) (Incluye: Orescu: la voz; Orescu: la sangre; Orescu: la luz)
Highclowd: memorias de arena y agua, de roca y viento (UAEM, 2006)
Mexicali City Blues (Belacqva, 2006)
La memoria de los muertos (La otra orilla, 2008)
Transfiguraciones un misterio venerable (Jus ,2008)
Trenes perdidos en la niebla" (Jus, 2010)
Moriremos como soles ( Grijalbo-Random House Mondadori, 2011)
Círculo de fuego ( Lectorum, 2014)
Música para difuntos ( Lectorum, 2014)
Vecindad con el abismo ( Lectorum, 2015)

Poesía

Poemas (1981)
Rituales (1982)
Percepciones (UABC, 1983)
Moridero (UABC, 1987)
Tras el espejismo (1989)
Mandrágora (1989)
Atisbos (UNAM, 1991)
A plena luz (Fondo Editorial Tierra Adentro, 1992)
Don de lenguas (1995)
Alfanjes (1996)
Cirugía mayor (1997)
Constelaciones (1997)

Ensayo

Tres ensayos sobre el ensayo bajacaliforniano (1988)
Alabanzas y vituperios (1990)
La ciencia ficción: literatura y conocimiento (1991)
Señas y reseñas (1992)
De diversa ralea (1993)
Los signos de la arena: ensayos sobre literatura y frontera (UABC, 1994)
Huellas incurables (1995)
Puntos cardinales (1995)
Kitakaze (viento del norte): los japoneses en Baja California (Larva, 1997)
Imágenes de plata: el cine en Baja California (Ayuntamiento de Tijuana, 1997)
Literatura bajacaliforniana siglo XX (1997)
Los confines: crónica de la Ciencia Ficción Mexicana (VID, 1999)
Baja California: mitos y ritos cinematográficos (1999)
La canción del progreso: vida y milagros del periodismo en Baja California (2000)
Testigos de cargo (CNCA/CECUT, 2000)
Biografías del futuro: la ciencia ficción mexicana y sus autores (UABC, 2000)
Lengua franca: de Frankenstein a Harry Potter (Lumen, 2001)
Entrecruzamientos: la cultura bajacaliforniana, sus autores y obras (2002)
Mexicali: un siglo de vida artística y cultural (2003)
De los chamanes a los DJ's: breve crónica de las artes musicales en Baja California (Plaza y Valdés, 2007)
Visiones y espejismos: la sabiduría de las arenas (Fondo regional para la cultura y las artes, 2007)
La Otra Historia de Baja California (Fondo editorial de Baja California, 2009)

Cuento

Miríada (Edición de autor, 1991)
Trebejos (ICBC, 2001)
Mercaderes (Norma, 2002)
Aires del verano en el parabrisas (ICBC, 2009)

Relator y recopilador

Mitos y Leyendas de Mexicali (2004)
Nuevos Mitos y Leyendas de Mexicali (2014)

Crónica

Mexicali: crónicas de infancia (UABC, 1990)




Hijo de su engaño

Puedes hacer la suma de la ciudad en que vives
Contar sus accidentes: sus percances: sus tumultos
Llamar de viva voz a los muertos para que salgan de sus tumbas
Y relaten nuestra historia en sus vicisitudes y congojas
Cómo fue que llegamos a ser este desastre en marcha
Esta catástrofe multiplicada sobre la costra del mundo

Puedes ser su clarividente: su profeta: su mesías
Decir que esta ciudad tiene un futuro envidiable
Que llegará a ser la mejor metrópoli de todas
Pero eso sería mentirle a los arenales que le dan vida
Al salitre que la sostiene en pie cuando la arrasa el terremoto
Porque esta ciudad es sólo un espejismo en la transparencia del verano

Una luz temible a cuya sombra eres 
Hijo de su engaño: padre de sus mitos


Estacionamiento

Aquí hubo una casa de madera
Un porche con dos sillas de mimbre
Un patio trasero cubierto
Con la magnánima sombra de los fresnos

Aquí hubo un columpio de cuerda
Una llanta para nadar en los canales
Un perro que ladraba todo el tiempo
Aunque te conociera desde niño

Aquí hubo risas y pasteles
Niñas que eran fieras amazonas
Cuando jugaban contigo a los encantados

Aquí hubo miradas de amor
Besos a escondidas
Caricias y arrumacos

Y ahora solo queda el asfalto
En su oscura certidumbre
El cemento en su dura realidad

Un estacionamiento vacío
Donde antes hubo escándalo
Un símbolo de la sombra que somos
Sobre el resplandor de nuestra infancia



Carroza

El tráfico se detuvo para que pasara el cortejo fúnebre:
La carroza al frente y unos pocos autos eran toda la procesión

Un desfile más en medio del aturdimiento urbano
Alguien que ya no cuenta en la polvareda de la vida
Una piedra desgastada hasta desaparecer

En cuanto la calle se despejó
Todos nos apresuramos a seguir nuestro camino
Como si esa muerte -en su anonimato: en su desventura- no fuera también la nuestra



Quietud

Como esos cuadros de Edward Hopper
Donde se pintan pueblos en solitaria quietud
En tranquila convivencia 
                                         Así recuerdo
La ciudad que dejé a mis espaldas

Un horizonte sin prisas
En la tolvanera del mundo

Un paisaje de calles silenciosas
Bajo la radiante luz del mediodía

La perenne visión de un tiempo inmaculado
Donde mi corazón aún se llena de sus propias añoranzas

Un pueblo de luces etéreas, de sombras distantes
Como el fulgor de un espejismo que se resiste a marcharse

De La ciudad: ciclo de voces y nostalgias
 



CÁNTICO Y CLAMOR

Recomenzar: el poema
Es siempre un punto de partida
Escalón primero
Hacia otras constelaciones
Cántico y clamor:
Palabras que curan o golpean
Vendaval de imágenes
O luminosa arquitectura
Que avanza sin cesar por este mundo

Mandrágora, 1989.



DEFINICIONES

La poesía no es un acto de taxidermia
No es el maquillaje escrupuloso de la vida
No es una cirugía plástica en el cuerpo de las cosas
Que son el mundo y por ello se deterioran

La poesía es un resucitar a los muertos
Sin publicistas ni discípulos que acaben
Por sacar su propia versión del evangelio
Y la vendan como oferta en los mercados

La poesía es un devolver vida a la vida
Es anudar los opuestos en una sola imagen
Y confiar como un ciego en que la palabra
Ahuyente la malévola luz del holocausto

La poesía es una apuesta a favor de lo que somos
Un as bajo la manga

Don de lenguas, 1995.



1968: Riding to the storm

Esta es la luz que habla
En susurros pero habla desde el asiento trasero de un plymouth 1956
Rumbo al norte: al Centro de las cosas: donde los ángeles
Son destellos en el cofre del auto: un brillo en la antena
Que oscila a 55 millas por hora
¿Qué escuchamos en este momento
Mis padres y yo? ¿Una canción de los Beatles? ¿Una pieza
de Mantovani? ¿A qué año me refiero cuando digo ahora?
1966 tal vez: no: un poco más adelante: 1968
Un buen año en sus comienzos: dicen que habrá olimpiadas
En México y los astronautas van a intentar descender en la Luna
 
El futuro está con nosotros y usa casco de superhéroe
El desierto está con nosotros y nos deslumbra con sus destellos
Y sus campos olorosos a fertilizantes: vamos: aprisa:
Quiero llegar a las tiendas repletas de juguetes: a las tiendas
Donde los dulces brillan en su plástico alucinante: vamos
Nos aguarda el buffet a la vaquero gringo con sus panes
Enormes y sus trozos inmensos de cordero asado en salsa de barbacoa
 
Esta es la luz que hablo
En aquellos instantes suspendidos en la nada: como un espejismo
Que nos cubriera haciéndonos parte suya: el auto acelera
Y mi padre ríe al ver las mariposas que se estampan en el parabrisas
Mientras mi madre se entristece al ver tanta belleza destruida
Esos colores son los de su infancia en el paraíso del sur
En ese reino donde abundan el agua y sus verdores
 
Para mí la naturaleza son grillos y lagartijas: la mímesis
Que se vuelve su entorno: así soy: un niño que se esfuma
Entre las reverberaciones del desierto: un fantasma que salta
Hacia otros mundos: un correcaminos atraviesa la carretera
Y mi padre frena para no atropellarlos: ¿y el coyote? –me pregunto–
¿Dónde anda? ¿Por qué nunca alcanza a su presa favorita?
El mundo es injusto: no todo lo soñado incide en la realidad
Ni toda realidad es moldeada a nuestro antojo
 
¿Qué hago aquí?
¿A dónde me dirijo más allá de un sábado de compras
A las diez de la mañana? Luego vuelvo mi atención
A esos gritos que salen de la radio: “Quita esos berridos”
Dice mi madre y dejo de oír la voz de Janis Joplin
Vuelven las melodías instrumentales que me adormecen
Y luego las noticias de lugares lejanos que dan a conocer
El número de soldados muertos en Vietnam: hoy fueron 37
Y hay lucha en Saigón: tomo mi metralleta de juguete
Y disparo contra el enemigo: nadie queda en pie
Cuando termino de jalar el gatillo: ¿quién lo diría?
He matado a cientos y en clase odio toda disciplina militar
Hacer ejercicios y marchar por horas para el desfile
De la independencia nacional: sólo soy héroe en mi imaginación
Sólo peleo batallas en mi mente: como en una película
Donde la guerra es un espectáculo estruendoso: una fiesta
Explosiva con cohetes al aire y colores luminosos
Cayendo a tierra como relámpagos
Nada es real
Bajo el vidrio: percibo el aire helado que golpea mi cara
Es bueno estar vivo y respirar sin dificultad: ser hijo
De la luz que me cimbra de cuerpo entero
 
Nueve años es mi edad
Y cada imagen es Babel: un horizonte que se desdobla
En su demasía: una acumulación de surcos y canales
Las casas de madera con sus porches crujiendo de termitas
Las hileras de hombres y mujeres que trasiegan con la cosecha
La maquinaria que no se da abasto mientras pasamos a su lado
¿Quién es la sombra aquí? ¿A cuál fantasmagoría pertenecemos?
La vida como savia y sangre: como sudor y lágrimas
Contra un fondo azul donde las pacas de algodón se confunden
Con las nubes que se arrastran a flor de tierra
 
La autopista sigue hacia el norte
Hacia el paraíso donde los ángeles habitan: un mundo
De muchachas bailarinas y perros que aman a los niños
De vaqueros intrépidos y piratas desalmados: una ciudad
Donde los dibujos animados viven en grandes mansiones
Y en cada garage hay naves del espacio a punto de saltar
Hacia la Luna:
Un mundo de luces inagotables
Que yo veo desde la distancia: como un resplandor creciente
Tras las montañas de piedra: tiempo después sabría
Que por esta carretera pasaron en sus autos
Rodolfo Valentino y Tyrone Power: Lana Turner y Ava Gardner
Los dioses y las diosas de Hollywood en sus días
De impecable poderío: en sus épocas de triunfo
En la pantalla: pero ahora sólo nos acompañan
Los hippies a la easy rider: en sus motos gigantescas
Libres en sus vestimentas y cabelleras: con sus barbas
De profetas bíblicos: son como soles que deslumbran
En su paleta de colores: mariposas que zumban
Mientras el cielo se vuelve diamante puro: un tapiz
De gritos y carcajadas: de música ruidosa y aullidos
De coyotes: libres en una forma exultante: de un modo imprevisto
Y jubiloso: ellos que son apariciones de un espejismo
Que me quita la modorra: por más que los denigren
Son como ventanas entreabiertas a un mundo más extraño
Que la dimensión desconocida: y luego están
Las muchachas que los acompañan: esas ninfas que se visten
Como mi abuela pero con atuendos transparentes: como
Hijas de una danza que es remolino y frescura: eternidad
Y contemplación: en sus ojos hay más universos
Que todos los recorridos en un viaje a las estrellas
 
Esta es la vida que me rodea
La que me contiene: esbozos: primicias: palabras sueltas
Fragmentos de ritmos trepidantes: mi mundo y los mundos
Que colindan en mi espíritu: Mantovani y esa voz
De hada que me pide alimentar mi cabeza con pastillas psicodélicas
Los trabajadores que recogen la cosecha de legumbres
Y los sueños de Hollywood que encienden sus luces
De neón mientras el Sheik de Arabia galopa entre las dunas
Los pequeños poblados con sus infaltables gasolineras
Los letreros que anuncian el mustang como el auto del año
La vida en su vacío plena de estímulos: de quimeras
Por cumplirse: de hazañas a punto de ocurrir más allá:
En alguna parte donde algún día podré ser yo mismo
 
¿Pero quién soy ahora?
Sólo este niño abandonado a sus alucinaciones
En el asiento trasero de un plymouth verde 1956
Yendo de su casa fronteriza en Mexicali a El Centro: California
Participando del antiguo ritual del shopping: aprendiendo
Que la luz cambia las cosas: trastoca los reflejos
De la existencia: da otro color a las palabras que pronuncia
Sin entenderlas del todo: Main street: free gift: great opening
Un niño que suma lo intangible con lo tangible: lo oscuro
Con lo luminoso: los cercos de púas con las barras cremosas
De chocolate: los guardias de la aduana estadounidense
Con las camareras blanquísimas que atienden la fuente de sodas
Los camellos de Camel con las dunas que se vislumbran desde la carretera
                                                                              

¿Soy acaso un fantasma entre fantasmas? ¿Una aparición
En el horizonte de las arenas? ¿Este hombre adulto
Que repasa su infancia en un parpadeo: que apenas
Rescata para sí unas cuantas verdades que son polvo:
Que son viento y vendaval: resabio y remembranza
Puede darse a la tarea de revivir cada detalle
En el paisaje: cada imagen pasando a su lado?


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AZUL RAMOS [18.450]

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Azul Ramos 

(Acapulco, Guerrero, 1993). Escritora y fotógrafa. Estudió la licenciatura en comunicación por la Universidad Loyola del Pacífico. Pertenece a la segunda y tercera generación del curso-taller Red de Letras, Acapulco (2014-2015). Ganó la beca literaria por parte del Festival Interfaz del ISSSTE con el poemario Artería Infantil (2014). Forma parte del comité organizador del Encuentro Nacional de Jóvenes Escritores, Acapulco Barco de Libros desde el 2014. Organizadora del Festival multidisciplinario “Festibar del Muerto 2015”. Ha participado en diversos eventos literarios dentro y fuera del estado de Guerrero, entre ellos: Escritores en Verano (Secretaría de Cultura de Guerrero, 2014), Feria Internacional del Libro de Acapulco (2014 y 2015), Encuentro de escritores en Morelos: Punto de Inserción (2014), Festival La Muerte tiene permiso (Tlaxcala, 2015), Jornada Cultural por la civilidad y la convivencia pacífica (Dirección de Cultura de Acapulco, 2015).




La lluvia que no
viaja entre mis ojos
habita el mar.




Tres poemas tristes de agua y muerte

I

Recuerdo a mi abuela en su cajita de cristal:
reposaba sus cabellos como algas marinas,
suspendida en agua salada.

La cobijé con caracoles,
                                           su cuerpo eran restos de una tragedia marina.




II

Cronos dibuja un reloj de arena y lo nombra La Roqueta.
El mar se ha vuelto algo distinto:
                                                            venganza de un padre adolorido.

arriba es tela azul-coral para atraer piratas
                                                               alimento de sirenas.
Abajo, arena que vuelve piedra todo lo que toca.


Cronos se glorifica como el dios que controla el mundo,
dios del tiempo,
dios de muerte,
dios                                           hoy vives 
                                                   mañana mueres.

Cronos ha dibujado un reloj de arena
y lo llama La Roqueta.

Arriba es azul como es en el cielo,
Abajo es amarillo
                                y quema
                                y mata
                                y congela
                                y te vuelves piedra.

El tiempo es la oportunidad de quien no nació sincronizado a alguien más.
A esos, Cronos los bendice, los atrae al mar y los festeja con campanas de piedra y bahía.




III

De un tronco cuelgan nuestras almas como ramas quebradizas,
tocamos la laguna con nuestros brazos a medio partir.

Los ojos son nidos abandonados,
paja amontonada que no guarda nada.

Cuelgan nuestras almas y nos deshacemos poco a poco,
los muslos comienzan a romperse,
las piernas caen con las rodillas:
                                                      flotan en la laguna.

Caen cocos que alguna vez fueron nuestras cabezas,
unidas por un tallo que se alimentaba de la laguna que ahora nos ve caer.

Nada queda de lo que alguna vez fuimos aquí.
Con nosotros solo quedan troncos secos.

La laguna se desborda,
                               nos come la piel hasta matarnos.






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GRISSEL GÓMEZ ESTRADA [18.451]

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GRISSEL GÓMEZ ESTRADA

Nació en la ciudad de México el 12 de noviembre de 1970. Poeta. Es licenciada en letras hispánicas por la UAM y maestra en literatura española por la UNAM. Imparte cursos de literatura y filosofía en la Universidad Tecnológica de la Mixteca. Obtuvo el primer lugar en el Concurso de Poesía UAM 96 y el segundo sitio en el Concurso Nacional de Poesía Efraín Huerta, en 1997. 

Ha publicado en Unomásuno, La Jornada, Luna Zeta, Alforja, La otra, La hormiga roja, Periódico de Poesía, Blanco Móvil, etc. Ha participado en recitales y festivales de literatura, como Mujeres poetas en el País de las Nubes, Festival de Poesía de La Habana, El Pacífico escribe… encuentro de escritores del Pacífico, entre otros.

Obra publicada

Poesía: Poemas de neurosis y antineurosis, UAM, Molinos de Viento, 2001. || El lenguaje de las olas. 1990-2000, Biblioteca Cervantes, 2000. || Otra vida, Editorial Ostraco, 2003.

Antología: Versos puercos, Alforja, Poesía en el Andén, 2006.



Sobre reliquias

Con las uñas sucias de tierra y estropajos
escucho apenas un hálito vacío
escucho y exploro sin encontrar el rastro

he creído encontrar vestigios
en rostros de amistades avejentadas,
viejos con alcohol en las venas
y consejos alados en la lengua

signos desatados exigiendo un canto

He delineado tu rostro
con notas tropicales y desgraciadas
en esos gestos cansados que cantan 
y así tener pretextos para sufrir
    como un amoroso cualquiera

cantan conmigo
    y la única voz generada pone en orden sombras y guerras

y todos somos piedra y Dios

reliquias falsas
o quién sabe…

Esa loca de la casa
andando a tientas, a lo loco
inventa una voz que nunca me dirá “hija, buenos días”
ni me reñirá por irme tan lejos

Ojalá te imaginara, padre,
como si hubieras sido un señor acaudalado y sobrio

y tal vez, con ello, el aleteo de la mariposa
         no habría acumulado tanta sangre en fosas clandestinas



Oráculo

Si no tuviera esta presión en medio de la frente
iría corriendo 

Si no conociera el final de la historia
si no tuviera experiencia en lagartos,
mi vida,
pero tengo aún un sudario en la espalda
que me cala los huesos
como griterío de gaviotas

No es cierto que nunca te haya visto,
no es cierto que no te conozca:
te vi por primera vez cuando tenía la edad que tienes tú

me has dejado una y otra vez

Casandra para sí misma
espejo de las montañas
mira mis dientes llenos de sangre:
también he chupado cuellos hasta cansarme
y he andado por las calles
gritando tu nombre
como si fueras mi amante asesinado

¿A ti no te da miedo?
Yo tengo sueño ahora.
¿Dormirías al lado de un alacrán
que tiene la aguja preparada?



AMOR

Para Arturo Cosme

La niebla se extiende hacia el umbral,
y a su paso desaparece el camino irregular de la senda,
sus protuberancias: serpientes con las que se formó el destino silente de las olas,
incluso, la niebla se traga los abismos con los que tropezamos, se traga
su núcleo donde sólo la oscuridad es posible, donde sólo el extravío y la pena
como ángeles luminosos, nos tendieron la mano, ignoro si para sufrir
o reírnos a carcajadas por el vuelo inútil de fantasmas, hoy sin rostro,
alguna vez tan bellos que no supimos cómo sobrevivir
a su antigua iridiscencia de seres de profundidades marinas.
A la espalda ya no queda nada: sólo tu rostro en cualquier dimensión:
es tu rostro: emerge blasfema ilumina, corta cabezas, consume mis palabras
[–los cantos,
las restituye en forma de parvadas, de resplandores a la orilla del río Colorado,
y me deja ciega y feliz entre este desconcierto que parece, no desdén, sino
[aganisias vivas,
nimbos que preparan tempestades, vientos que confluyen desde los cuatro puntos
[cardinales,
y todo en una sola mujer. Y cuando sobre tu cuerpo desnudo, nos lanzamos al
[vacío,
y suspendidos me conduces a los centros, al origen, amado, impregnados enteros
de lágrimas gozosas y sudor, somos capaces de entender, como recién nacidos,
en qué consiste el cosmos a quien se llama Dios.



LA MAÑANA EN QUE ME BESARAS

Tantas voces sobre el dolor que gimen,
por siglos martillando la cabeza,
me demandan silencio, sin embargo,
soy gotitas que toman otro cauce.
Pero tu piel de vitral el deletreo
no palpa, no oye, ni intuye los gritos.
Con prurito, entonces, las gotitas
humedecen este papel en blanco,
cantan a ti: rumiante que silencios
engulle: autista, brida.
Las gotas inventan un cerro rojo
se vuelven tormenta que arrancará
tu casa con su lluvia colérica.
Pero podrían ser, por ti,
girasoles gigantes
que dieran sombra a tu atadura,
turba de notas,
alacranes defendiendo tus ojos,
en la mañana estival en que me besaras.



PRIMER PASO PARA ABANDONAR UNA ADICCIÓN

Admite que el objeto de tu adicción
es lo primordial en tu vida:
más que el barranco del sueño
más que las mariposas alrededor de tu cabeza
ni ramas ni raíces pueden opacarla
      ni la dignidad
del cuerpo adolorido.
¿Qué hacer, entonces,
para dejar de atracar tu piel
todas las noches
si no sé escribir de otra cosa?



MÚSCULOS DE POETA

¿Por qué de poetas y trovadores,
grandes pectorales no florecen,
como de toro la carne prieta?

Carniceros, boxeadores fieros
             – comprendidos poco en el mundo–
 sólo te ven con la abierta boca.
“¿Noble? ¿Extranjera? ¿Resucitó?
¿Asesina en serie? Qué profundo.”

             Y se les termina la plática.
Mas, te cubren toda en el abrazo,
cual si de espectro tuvieran capa,
donde te desaparecen.

Nada es perfecto. De esta manera,
no estaría mal un beisbolista
para las noches en que una alma
poeta no se consiga atrapar.



NUEVAS SALIDAS DE LA CONDESA SANGRIENTA

I

Para variar, oscurece.
Podemos salir, si apeteces del sol la lisonja.
Hoy hay buen cine.
Caminemos por ahí, quizá.
Tu espalda vacila, ante los albores del alba.
Yo temo: no vaya a ser que me deshaga ante la luz.
Se correrá el riesgo por tu dorso como de sueño antiguo.
Casi veo correr la sangre en él.


II

Te invito a revelar tu magia.
Supón que mi cuerpo sufra
metamorfosis entre tus manos.
Supón que mi sudor sea tu elíxir.
Supón que esta piel, que se eriza ante ti,
sangrará al volverse efigie de tus deseos.
Supón que el acto brutal de la penetración
me convierta en doncella o ángel
y que mis colmillos se queden clavados en tu cuello
hasta que acabe el sortilegio,
o que mis garras se hundan en tus costillas
hasta desaparecer dentro de ti.
Entonces deberé cuidarme.
Pero esta vez, el pantano puede esperar.


III

¿Quién eres tú,
que hace sangrar volcanes mientras repta?
Esconde las zarpas.
Mis alas te protegerán
hasta que crezcan las tuyas,
y con tu aleteo me devorarás, como a la viuda
su delicada estirpe saborea.


IV.

Llegó, me sacudió por todas partes, y se fue.
Queda su sonrisa de rascacielos,
queda su cuerpo: acueducto, coliseo,
triunfador, arrasador, gandalla,
tan absoluto
que sólo queda, de gozo,
lamerse un poco la sangre,
tan hermoso que a veces
no me atrevía a tocarlo
            --no vaya a romperse, hija,
       dijera la madre, no lo rompas,
tan hermoso como para invitar a mis amigas el banquete,
qué pena.
            Lobos hambrientos lo devoraron en el camino.





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LAURA A. LÓPEZ (LAURAL) [18.452]

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Laura A. López (Laural)

Poeta, artista plástica, comunicadora publicitaria y gestora cultural. (Buenos Aires, 1979).

Trabajo en E-volution como Directora de Cuentas y Planning.

Publiqué Marea ocular del deseo (2001, Ed Tu Llave), Para saltar sobre el abismo del mundo (2010, Zorra Poesía), Parte de un mismo cuerpo (2011, El ojo del mármol), Maremoto en la cuchara de madera y Novela (2012, Kiosco de Poesía).

Ilustré los libros O inicio do assoprado, de Rodrigo Domingos, y El tiempo y las cosas, de Amira Juri.

Participé en Ilusorias,en Reinvención & Vidi Vini Vici y en Apología II Soy colaboradora del Festival Internacional de Poesía y Grupo Babel.

Exploré el cruce de lenguajes en Sonoridades Poéticas, y desarrollé distintos sucesos en la galería Lista Ya.

Mi obra es parte de Artistas por el Mundo.



LAS RAZONES EQUIVOCADAS

Perfeccionamos 
la palabra el silencio el abrazo
Numeramos y enumeramos
este es el derecho este es el revés del enunciado

Estudiamos analizamos clasificamos
para el bien y por el bien de otros

Apostamos 

Llegamos a estar en el podio
pagamos y lo contamos

Nos quedan las fotos
para defendernos
con buenos recuerdos
del aliento de un sueño pasado

Salimos
al encuentro del mundo
de un alma

La comprensión absoluta
la rima desconcertada
de este viento canal
por el ciempiés de las vertebras

Arriba de los árboles
en las cumbres
sobre los templos
las bocas del mismo cielo
diafragma
del universo
contraído

Todo inútil
inservible y venerado
por las razones equivocadas

Acordate

Acá el azar
            juega otro juego

Aún con incoherencias /

Llegamos al punto
en que no tenemos que hablar

Es un alivio liberarse
de símbolos y conceptos
de esta arquitectura humana

(Nada más trágico que perder el tiempo con otros)   

Si hasta los mismos dioses
se enamoraban y libraban batallas

Nosotros aquí
empuñando el lenguaje
como un arma
propagando
consecuencias
del pensamiento 
entrenado 
en infravalorar
            placeres y movimiento

            Desde que nacimos  
            la vida es una fiesta
            y lo mismo ha de ser dejarla

¡Adiós antropomorfismo!
¡Adiós discurso del caparazón!
¡Adiós antropocentrismo!

Aprendimos a mirar a escuchar
con los brazos abiertos

Ya no amamos tímidamente

Dejamos atrás
dolores que no nos dejan
y asumimos ahora una creciente fluidez

Ya no vivimos y morimos por las razones equivocadas

Con cada interrogación destilarán
cazadoras opiniones diatribas
mientras las respuestas
van llegando
poco a poco
            por detrás





Pasajera

me subo a tiempo
destrabo la mandíbula
del colectivero
mezclo las calles que desarmo
en paralelos
choco las esquinas
big bang rojo amarillo verde
el primer minuto de silencio
¿de 90 o de 1 peso?
hasta dónde voy
adónde voy

empiezo de nuevo
respiro

ya puse la moneda

una máquina me da
a cambio, el boleto





La piel es suficiente abrigo

Soñé con tonos rojizos de siesta cajas de mudanza 
despedimos a la familia leías en voz alta 
por momentos te escuchaba es primavera y es verano me explicabas 
mientras nos movíamos por la casa hablabas y encendíamos cigarrillos 
la piel es suficiente abrigo el amor el calor el cielo nos desnudaban
dormimos con la puerta abierta los animales no entraban

A la tarde teníamos balcón las personas contentas conversaban 
asomadas al mismo octavo piso de mi adolescencia vimos 
que las algas flotaban era salvaje más tibia que otras veces el agua


Poemas contra la red

De las charlas
la colaboración
los brindis
las noches en la feria
los bares
los libros
y esas cosas que suceden
en cualquier festival


AL NIVEL DEL MAR

el poeta se pierde en la ciudad en el cuarto de hotel en el balcón céntrico que de día le trae el sol y de noche la roja efervescencia en cientos de guiños intermitentes
el poeta sabe beber sabe comer y quiere fumar
fumamos juntos /
el poeta no escucha cuando digo porque quiere decírmelo todo él como una ametralladora que descarga sus balas en una seguidilla de espanto
el poeta extraña a su mujer a su hija
extraña su casa al nivel del mar y no puede quedarse quieto en el tercer piso de la ciudad /
el poeta mira los libros que están sobre su cama toma el que eligió para unir por tierra Santiago con Buenos Aires y me lee en voz alta me lee sin oxígeno y sin mirarme
el poeta avanza con su tren de libertad bajo palabra /  
lo escucho ya un poco cansada y estiro el cuero de mi honda
el poeta sigue / se instala
ahora afirma
libertad es ficción
agrega vida y adversidad en el orgullo de citar y lo vieras redundando autores en la acústica del paladar
vieras como pierdo la paciencia con su itinerario y el cuarto me provoca arrancarlo trasladarlo de la dermis a la voluntad sintáctica de la piedra germinadora
suelto las tiras
perforo el concreto de su mente
"cuidado con las conclusiones"
así por fin la poesía se levanta

Para F. A. con cariño. 





DICHOS DESAFORTUNADOS

La poeta de Barranquilla está enojada 
francamente muy molesta /
se ennegrece al recordar 
una serie de dichos desafortunados
de los organizadores del festival
La observo a la distancia
se mueven sus labios sus ojos  
sus manos procuran acorralar el dolor de niña 
la insatisfacción adolescente el temor adulto y con todo eso 
hace un desprecio a la medida de su compañero más lejano / 
ninguna lengua que lo ampare  
En la noche ella escribe por correo a sus contactos 
"En este país hablan de mi tierra 
como de un frasco de conservas" 




(gratis)
el grito
de la
especie


Gratis del latín gratis, contracción de gratiis, forma de ablativo plural de
gratia ("gracia"), del protoitálico *gʷrati-, del protoindoeuropeo *gʷerhₓ- ("alabar").


EL GRITO


Un verdadero artista grita solo en el desierto
Raquel Jodorowsky



Qué mejor que hacer las paces conmigo misma
con los bandidos que me dicen groserías
con los libros que no leí
con los que perdí
los amantes que fueron malos

Escuchar atentamente
a los pájaros a la lluvia al trueno

¿A quién habría que creerle?
¿Y por qué?

Escuchar atentamente
al amanecer

La grúa inmensa
que es la mano

La cuerda que insiste: Sol

Tierra mojada
Asiento de porcentajes
Descuentos de neón

Tiene que haber un profeta
un gato profeta
que nos haga reír

Hierba hierba hierba
danza danza danza

en tu ojo de tormenta






Mientras pudo correr
no lo hizo
no quiso
y se dedicó a beber
de los arroyos
de los árboles
como un ciervo
huidizo
de elegancia salvaje

Cuando le tocó dormir
no pudo
no quiso
se olvidó a tiempo
abrió la noche
en mil reflejos quietos
y suspiró sin llanto






El guaraní es el idioma
de las aves y de las culebras
Aprender esta lengua
para sobrevolar el llanto
Aprender esta lengua
para hundirme
en la tierra
hasta la piedra del sol





Con algarabía
     -no miento
los versos
nos arrojan
la una sobre la otra
la una sobre la otra
en niebla de océano
en niebla de océano





Enhebradas la luz la paz y la tierra
dispuesto el tablero sobre el óvalo blanco

La aurora cae
y hemos formado un cuerpo
tejido ansioso
de una música nueva
sin heridas

Enhebrada la cruz en el vacío de la línea
La luz de la línea





Crash contra el cielo

Como aire tierra agua fuego
crash contra el cielo

Frente al hecho irremediable de la muerte
el misterioso silencio de la muerte
la vida se vuelve algo banal
necesariamente





Señalética de comisuras
y la tradición de primavera

abrirse abrirse abrirse

Secretos de linterna
para volver a robar besos
en las esquinas

Inundar las calles





Al sol las palabras brotan ligeras
con la luna se enamoran

                       perfumadas

El día las alimenta





Vuelvo a casa
un tanto bebida
despeinada
con jazmines

Vuelvo a casa un sábado
después de haber soñado con vos
de noche de día
de haber arrojado
a la tormenta
el lastre

(y todavía
hay estrellas en Av Callao)





En la arboleda verde fluo
anidan aves del paraíso

Las vecinas
desde la calle
soy yo-o
ahí vo-oy

Los chicos de Boca
asustan increpan provocan

Su canto no cesa
                no cesa






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MIGUEL ÁNGEL GÓMEZ GARCÍA [18.453]

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MIGUEL ÁNGEL GÓMEZ GARCÍA

Miguel Ángel Gómez García nació en Oviedo el 19 de marzo de 1980. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo, donde cursó el Máster en Formación del Profesorado. Ha publicado poemas sueltos en diversas revistas como Clarín o Anáfora y en la revista digital La ignorancia. Sus versos se incluyen en las antologías Soledades juntas (Círculo cultural de Valdediós, 2005), Perro sin dueño (II Concurso Internacional del Haiku, Universidad de Castilla La Mancha, 2007) y El triunfo de la muerte (Pata negra, 2011). Finalista del premio de novela Casino de Mieres (2014) y del Águila de poesía (2015). Recientemente, ha resultado ganador del premio Fernán Coronas (2014) y del Dafne (2015). Es autor del libro de poemas Monelle, los pájaros (Los libros del gato negro, 2016). Dirige un blog, El bosque de las últimas cosas.


                               
MIEDOS

Me da miedo
el ruido del acontecer.
Soy
el que dice tal vez,
el oscuro,
el del collar de gotas de agua (decía).
Debo añadir que me da miedo 
la luz sensible y sensitiva
de los gatos callejeros.
Me hace temblar. 
Ahora mismo. 
La luz cruda del día.
(decía).
Y entonces sin ti mengua la luz.
Y entonces sin ti no acojo los colores.
Delegan en ti en todo caso. 
Y entonces, ¿me entendéis?

No. Solo a ratos. No me da miedo la palidez.
No me da miedo la verborrea.
No me da miedo mojarme
y ser consciente.
No me da miedo la nieve.
No me da miedo Monelle leve en su ropa,
firme 
en su levedad,
así por mucho tiempo.
No tengo miedo a la des-esperación.
¿Qué es vestirse?
¿Qué es un vestido?
Pero ¿por qué tú y no nosotros?
Tampoco esto significa
que los miedos estén
a la puerta.



V

No vengas por belladonas ni ortigas, ni por ladridos de perro, muy de mañana, te saben. «Escucha, Monelle: Cristina Rivera Garza escribió que solo en la memoria sentimos». Quiero tirarme de la cama para asomarme al bosque. Quiero que la ventana sea un pequeño túnel en el grueso muro. Llevemos nuestras manos cogidas. Hay ya en ti grajos graznando estrago, una sumisión, una lengua fresca de niña, ese alivio de la nínfula que ha podido, por fin, abandonar su fiereza, sus postillas donde el bicho araña, divierte, juega.



LEITMOTIF DEL AMOR

Desde luego, aún huele a pizza.
Se acaba la película y vamos a la habitación
rosa, malva, morada, violeta,
polilla muerta, dibujante atropellado
y Paula Bonet
y sus amigos
y vino con dolor de estómago y corazón
y ojos brillantes que no vuelven
y pensar “contigo saldría Monelle”
y movería mis ideas a las tuyas
y me invitarías a tu bosque
y tú dirías “avanza por esta ebria oscuridad”
y pensaría que tu piensas que los pájaros remiten a ti
y nevaría
y te quedarías muda
y todos estarían muertos
y saldría del bosque sangrando
y estaría al lado tuyo pero no de tu mano
y sería muy hermoso.
Me llevaré todo de esta noche
aunque es posible que nadie más lo vea




XII

Sylvia Plath me mira desde la pared
y al menos 6 veces me dice
que-me-hurgue-con-un-puñalito
en la herida del vientre.

Como la mayoría de vosotros haría,
no le hago caso pero Sylvia Plath respira.
Sylvia Plath inhala mi sangre. Espera.
Sylvia Plath tiene ojos tristes, tristes, tristes.
Es hermosa, rabiosa, pesimista.
“¡ah, mira mi axila de luz y sombra”, me grita.

La casa tiene disposición femenina.
Huele a papel. Huele a tinta. Huele a mañana llena de un nombre.
Sylvia. Sylvia. Sylvia.
Estoy solo pero nunca estuve menos solo.
Nieva dentro de nosotros, una vida nos nieva.
Amenaza un negror claro.
Sylvia Plath tiene cicatrices y ángel de la guarda,
por eso no me asusta.
Hay una Sylvia dentro de cada uno de nosotros.
Nos manda hurgar en la herida con un puñalito,
nos hace estar lejanísimos sin habernos movido del sitio.
¿Lo ven?




DEDICATORIA

AH, pasajera de este poema

como un disparo de pistola sin gatillo

lanzando gritos por el poema
sobre la nada del poema
que no escucha,
cuya sola esperanza es la agonía
que ensucia tu alma con dedos
humedecidos.




SHE`S OUT OF HER MIND
                          (Lou Reed)

Solos tú y yo, que adoramos
el mal de la ansiedad
y el trapecio de la distancia,
nosotros, solos los dos, buscando infatigables
la sangre de Plotino y mañana el poema
volverá a estar mirando a nadie.




XXXVII

Y mi corazón desesperaba
era un pálido dibujo
y fueron cayendo todos los bailarines
en la planeada oscuridad.
Y mi corazón seguirá desesperando.

(De “Monelle, los pájaros”, 2016)




¿DÓNDE ESTÁN LOS GATOS?

Los gatos que lloran, que se emborracharon, se enamoraron,
se enfadaron, se murieron (y desolaron a medio planeta)
los gatos que lloran rayas secas (se hurgan ―como Artaud―
con un puñalito en el cerebro)
los gatos que lloran, que placen y se complacen (como la vida)
los gatos que lloran mis libros preferidos (consigo pensar
en algo bueno)
los gatos que lloran, que lloran, que lloran, que solo piden
compasión
que solo piden un momento (odiándose o amándose o las dos 
cosas 
a la vez,
así se les pasa la juventud).

Los gatos que lloran con toda su ternura.

Los gatos amantes de Lady Lazarus o de Lorelei; los gatos
eruditos, los gatos que
no se lavan la cabeza ni se la peinan y los gatos que hacen
declaraciones
de principios;

yo era un gato que sabía en qué tenía un soplo
y en qué no tenía un soplo y que poseía un corazón
que sin ti
se pegaría un tiro de sangre.

Me siento viejo,
dormiste con el lomo contra mi máquina
mucho tiempo
luego me sentí tonto y romántico
se fue tu alegría navegable,
te largaste
en lo coreográfico de un noviembre extraño
y mi problema fue el frío, lo ha sido siempre.

Ahora mi corazón / chatarra abre la jaula y se va
y a menudo tiene hemorragias
nocturnas.

Porque tu pájaro de saliva
le besó
más de lo que creía,
más de lo que supo,
más de lo que sintió.
Me parece.

(Inédito en libro)




¡AH DE LA AMAZONA!

Estando muy seguro en mi certeza
haré un poema de tu cuerpo fresco
con la tinta de sobra, este cuerpo
con biografía, piel breve y gloriosa
de donde nacen cosas muy librescas,
donde efluyen, influyen, las atmósferas,
el clima femenino, zarzas vivas. 
Nueve versos te haré de beso rápido,
Pentesilea mía, dulce Sara. 

(Inédito en libro)



HEMINGWAY EN SUEÑOS

Hemingway
llama a mi puerta
en sueños, su barba
más
real
que la expresión de mi cara
cuando me quedo soñando así
y tiene 55 años
y parece más interesante
con sus ojos de lince
alegre y resistente
descuidado y
despreocupado.
Aprendo
rápidamente
a hablar inglés,
no de los archivos
ni de quienes nos rodean,
sino de la experiencia
con Ernest
después
de horas extraordinarias.
Si alguien me dice, debes
olvidarlo, no responderé.
Bueno, jamás
debe morir con la escopeta
predilecta
en la sien
ni siquiera, estoy seguro,
cuando cuelgue el teléfono
del sueño ocioso.
Es demasiado audaz y
duradero.
¡Palabra!.

(Inédito en libro)







.

PRISCA AGUSTONI [18.454]

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Prisca Agustoni 

(Lugano-Suiza, 1975). Escritora y traductora. Licenciada en letras hispánicas y filosofía por la Universidad de Ginebra Doctora en literatura comparada en Brasil. Es profesora de letras extranjeras modernas en la Universidad Federal de Juiz de Fora. Ha publicado en poesía: Traduzioni, Traduções (1999), Inventario di voci (2001), Sorelle di fieno (2002), Días emigrantes y otros poemas (2004), La Morsa (2007), Le Déni (2012), Poesie scelte (2000-2012) (2013) y Un ciel provisoire (2015); en narrativa: Coleção Bilbeli (14 racconti per l’alfabetizzazione) (2002-2003), A menina do guarda-chuva invisível (2002), Histórias de Longeperto (2004), Quel che resta del bianco (2014).



NIÑO

ENTRASTE despacio
en el arco iris
sin lluvia.

La basura es tu ofrenda,
tu mesa y tu cama
de donde sueñas
con aviones
y caramelos.




ESQUINA

LA pasión desborda
las esquinas.

Aquí una botella
para los santos
que cuidan
de las floraciones.

Allá un hombre
espanta la mordedura
reformando su cuarto
de cartón.




SERTÃO

LOS héroes tienen hambre
y las hormigas se abren
beatitudes en el estómago,

el dragón alegórico
con manos de doncella,

la loca de la esquina
se lo sabe todo de memoria,
el Sertão con sus fantasmas:

un rostro femenino
que son todas
las ofrendas sin agua,

todos en la tierna mañana
de mártires y de santos.




SAN MIGUEL DE LAS CAJAS

p/ Jesús Morales Bermúdez

ALGÚN día
nos enfrentaremos
con la milpa.

Porque todos nosotros
venimos de la mansión
donde asentamos la siembra.
Somos dueños del silencio,
y emergimos póstumos.
Nuestro ordo amoris
abraza el Corpus Dei
y las mazorcas,

pues es un único destino.

Si nos vence el camino,
el encuentro no se interrumpe.
Llevamos cajas parlantes,
domingo tras domingo
una urdidumbre repetida.

La naturaleza es áspera,
por eso llevamos iglesias
en el estío interior.



De cuerpo abierto (fragmentos)


pronto nos iremos

las siete máscaras y yo
como viudas que se llevan
flores negras en el pañuelo

pronto nos iremos

como agujeros en pánico,
a catar zurdas palabras
o coleccionar muñecas

que nos sonríen desde la muerte


*

(los espejos del armario
reflejan a otro cuerpo,
que al mío mucho se asemeja)


*

De reflejos extraños es el agua por donde me llegan
los sueños. Aguas hoscas, con intermitentes labios
que nunca se cierran, que ya no saben hablar.  

Suben y bajan las olas en el movimiento del cuerpo
mientras respira, mientras muere en instantes
serenos, atrás de los párpados colados a la noche


*

   las palabras:
breviario de placeres.


El lenguaje que seré
no conoce declinación 
sino uñas violetas,

las queridas violetas
y su tétrica forma.


*

: antes que mi rostro 
se hunda en el pozo
con sus muecas

habrá que coserle 
bien firmes
las pestañas 

para que la mirada 
no se clave
imitando las piedras,


lustros los ojos
y sin movimiento


*

En la noche
poco antes del presagio,
abrir la puerta
         definitiva
de la floración corporal:

desnudos,
celebramos por horas
nuestra túmida tragedia


*

La ciudad acecha  al cuerpo
que se multiplica en escamas:
abrazos-casi-palabras,
dedos como de insectos
desparecen con la luz.

Más allá de la puerta
se arrastran los verbos
entre la lengua y el himen 


*

Esta especie de hambre
que se agarra a la carne,

hace tiempo nos habita
arañando el rostro íntimo
de las palabras


*

felices, nos desnudaremos
         hasta el fondo de la infancia
         hasta morder el hambre
         y dejar secos e intactos los huesos


*

El viento no desgarra
como hilos eléctricos
las arterias del cuerpo:

los insectos flotan en el agua

y las manos
―tantas manos― 
crecen en el vertiente
de las piernas,

igual tenazas


*

la cama
         una cáscara
entre dedos exactos
la clavícula

en el itinerario de la edad
la pelvis
es un ábside
         que insurge




Explosão de argila


FESTA

Cada palavra tem seu espaço.

Mesmo o silêncio
tem espessura de homem.

Os tambores escutam
em surdina
a entrega do corpo.

Eis o cenário
onde a palavra se renova

pesando eternidade.


FESTA

Ogni parola ha il suo spazio.

Anche il silenzio
ha spessore d'uomo.

I tamburi ascoltano
in sordina
la resa del corpo.

È lo scenario
dove la parola si rinnova

pesando eternità.


RETORNO

Dessas distâncias
eu falo.

Digo céus digo homens
que caçam a origem.

Não voltarei
dessa plena distância.

Tenho a consistência do silêncio
primeiro.
Pois espero a floração das chegadas.

Parti para sempre,
com as histórias
órfãs de todos os invernos.


RITORNO

Da questa lontananza
io parlo.

Parlo cieli parlo uomini
che cacciano l'inizio.

Non ritornerò
da questa colma distanza.

Ho la consistenza del silenzio
primigenio.
Quindi aspetto la fioritura degli arrivi.

Sono partita per sempre,
assieme alle storie
dimentiche di tutti gli inverni.


VOZES

Tempo e espaço
não me limitam.
A procura
me avizinha ao mundo.

A moça espera
quem nunca partiu,
depois abraça
o que nunca chegou.

Minha palavra
é explosão de argila.


VOCI

Tempo e spazio
non mi limitano.
Il cercare
mi avvicina al mondo.

La ragazza aspetta
chi non è mai partito,
poi abbraccia
colui che non è mai arrivato.

La mia parola
à esplosione d'argilla.

De Inventário di Voci / Inventário de Vozes (2001)


FIAR A VOZ

Elvezia gosta de cantar.
Mas aqui não vale
a prataria lírica:
as papoulas são altas
e as persianas
continuam
herméticas


FILARE LA VOCE

A Elvezia piace cantare.
Ma qui non vale
l'argenteria lirica:
i papaveri sono alti
e le persiane
continuano
ermetiche.



RÉQUIEM

Os botões são a minha paixão.

No convento
perfumam ambíguos como as rosas.
Quando posso escondo
alguns 
para remendar
uma canção de ninar,

ou contar os dias
que faltam
para sair daqui.


REQUIEM

I bottoni sono la mia passione.

Nel convento
profumano ambigui come le rose.
Quando posso ne nascondo
alcuni
per rammendare
uma ninnananna,

o contare i giorni
che rimangono
per uscire da qui.

          De Sorelle di Fieno/Irmãs de Feno (2002)

Prisca Agustoni
• "Festa", "Retorno", "Vozes"
   In Inventario di Voci / Inventário de Vozes
   Mazza Edições, Belo Horizonte, 2001

• "Fiar a Voz", "Réquiem"
   In Sorelle di Fieno / Irmãs de Feno
   Tradução de Edimilson de Almeida Pereira
   Mazza Edições, Belo Horizonte, 2002





PRISCA AGUSTONI – INEDITI DA “L’ORA ZERO”
AGUSTONI


A strati si deposita come polvere sulle cose, sul vetro
la morte, sul vaso antico dai fiori rossi e gialli,
punto d'appoggio dello sguardo sulla soglia,
quasi dentro

a strati si deposita la memoria sugli specchi
per ripulirla bisogna spostarli, svitarne i chiodi
ascoltare le voci che chiamano dalle buca nelle mura
come mute bocche che invocano la pace

*

mentre palpano pizzi  reggiseni e merletti
nel terzo cassetto
le sento scendere avide, le mani, su di me
lungo il collo
percorrono le vertebre
ridisegnano le curve
incespicano nel femore

finchè scema la voglia e mi gettano a terra
come una bambola la cui molla s'è incagliata

*

l'umidità s'infiltra passa dallo stucco alla pittura
si spande a chiazza come pietra lanciata
sullo specchio d'acqua, di lago, di paura

silenziosa presenza che avanza
come l'ansia morsica il tempo
la notte arriva e ci lascia insonni
e soli tali e quali a quando
da soli si nasce o si muore







.
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LUIS ENRIQUE MENDOZA [18.455]

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Foto de Claudia Cisneros

Luis Enrique Mendoza Chávez 

Nació con hambre en Lima en el año 1987. Desde entonces no ha dejado de digerir todo lo que hace de su paso. Ha sido batero, librero, ayahuasquero. Es un activista por los derechos de los pueblos indígenas, interesado en temas de interculturalidad y ha sido Cofundador del Festival Internacional de Poesía de Lima. Graduado en Filosofía y en Derecho en la PUCP (Pontificia Universidad Católica del Perú), este ateo, agnóstico, descreído y renegado de lo establecido, de la convención y de las bondades del mercado y la globalización, ha metido sus dientes ahora en la poesía.  Aquí un desempaque del primer poema-ensamblaje, directo a la vena del capitalismo, de este joven escritor peruano. 




Introducción al menjunje
de la tos




Escupimos en esa grieta llamada Historia
Trama de revueltas al filo
De una granada

                       

º
@@@
@@@@@
.Ciudad.sin.rasgos.
red.de.idénticos.condimentos.
territorio.flotante.donde.las.pisadas.
sobrantes.son.el.almuerzo.de.los.noctámbulos.



A partir de ahora hay que aislar ciertas cosas:

El capitalismo,
                                                                                  por ejemplo.




Capital [1]

Hay un largo viaje que emprende el agua
desde el movimiento de las olas hasta la oficina de
finanzas
& una corriente submarina

se desliza
al interior del más curtido
vertebrado,                            Marchas bajo el agua.

Marchas a cien metros de la memoria de tus padres,             Te
sumerges

en cada uno de tus sellos

                        no UNO

sino todos a la vez,                         El piso 110
de cualquier rascacielo      la neblina      el agua borrosa
/de los charcos

el guisado de la azotea       las ventanas
los pasadizos ajustados a un polo que dice
I love new york

cuando en realidad extrañas cualquier otra ciudad
(el robusto pan arqueado a la sombra de una rama)

Y repites:       Eau     Pānī    apă    nija       agua

Y en la orilla del lenguaje nuevamente              HERIDA

Porque no importa nada
Solo el túnel directo al Capital
           
                                                           Con esferas y segundos
Esparciéndose en el tiempo:

la prolactina de la infancia            el Producto Bruto Interno
O las definiciones in vitro colgadas en las tetillas
/de un burócrata

Lima  Sudán  Mumbai
            Managua  Lisboa  Sao Paulo

Regresas a la historia del ciempiés
Regresas al compás de enaguas cortas

Y nuevamente EL MAR
en cada uno de tus sellos

Todos a la vez

Y descubres un olor hard-core,     

Vuelan pájaros heridos en la esquina
/de una poema

Para destruir todo de nuevo.
                                  
__________________________
[1] Fragmentos de un poema [N. del quién].





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FRANCISCA ROJO [18.456]

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FRANCISCA ROJO

Nació en la ciudad de San Luis, Argentina, aunque siempre residió en Villa Mercedes, el 11 de julio de 1947 y falleció el 15 de Abril de 2016. 

Su relación con la escritura comienza hace unos pocos años cuando se decide a participar del Taller Literario para Adultos Mayores que, entonces, dictaba Patricio Torne en la Secretaría de Extensión Universitaria en la F.I.C.E.S. de la U.N.S.L.

Editorial deacá publicó sus poemas en el libro Mirando una luna roja.

Actualmente formaba parte del Taller Literario que coordina Patricio Torne.



Escribe Patricio Emilio Torne en su facebook: 

Este año la muerte se ha empecinado con la poesía. Hoy se llevó a Francisca Rojo, ese duende que desde hace mucho venía llenándonos el alma de ternura. Ella nos atravesó con su magia y fue querible hasta lo indecible. Comenzó a escribir después de los 50 años, vino a mi Taller y nunca se fue de ese lugar que era su refugio. Integraba el Grupo de Producción de Textos. Su poemas eran tan breves como profundos. Unos pocos textos suyos fueron editados por “Editorial deacá” en el libro que, junto a Darío Miranda y Juan Luna, se llamó “Mirando una luna roja”, muchos otros quedaron dispersos en carpetas y archivos, pero la mayoría están en el corazón de los que la tuvimos cerca. Es imposible no estar triste, muy triste.




Demasiado claro el horizonte 
para distraer la mirada 
y atrapar filamentos de vida.
Llamará a la puerta de la distancia 
enriquecida y maloliente 
sin dejar de ser motivo para cerrar 
caminos y atrapar lo que no se conoce:
el asombro de lisos cabellos verdes 
para una cabeza dorada
en pleno desafío.




Entre las manos el recuerdo. 
En la lista las hojas 
dando vueltas. 
La lluvia 
cantando su sonido. 
Amarro lágrimas y acudo 
a la espera. 
Incierto es el camino, leve la niebla, 
rosa el suspiro y la voz cansada.
Lo hablado es lo bello, 
lo conocido. Se mantiene 
la amistad 
de la armonía.




Hay tinieblas 
que cubren el oro.
El rincón es más azulado 
que de costumbre y
atesora el ritual 
de la vida.
La inocencia en el portal 
se guarda.
Entre el cielo y yo 
¿qué?




Mansedumbre en el blanco 
de los dedos rayados.

Sola, con la rapidez en el desequilibrio
de la melena, dejó ver la belleza
de su cuello de jirafa.
Quiso la claridad, y así se quedó, inmóvil hacia el norte
a ciegas.

En cuadros reluce el esplendor de su brillo,
con el que no quiere competir.

Es difícil el hacer de artista en este lugar.





En lo circular, yace el opaco segundo
de los acontecimientos de risa.
Brotan semillas negras
de pensamientos austeros.

En la lejanía, el canario 
despierta con su canto, las líneas oblicuas
que dejarán marcas
para quien quiera descifrarlas 





Son maravillas 
del decir ausente,
de la agonía sin retorno
de cascabeles.
La mansedumbre jubilar 
deja en reposo el juego
de miradas amarillas,
de ojos cuadriculados.
No es la lucidez celestina
sino el decir armonioso
en noches incipiente
bajo el agua espesa.





Son las marcas sin nivel de las sierras.
Es más sobria la belleza de los monos
gimiendo de amor los atrevidos.
Juntos allí, ojos mirones. Agua murmurando
a quien contar la situación.
Si lo bello es sentir, a quién le importa.
Flores y plantas siguen su producción
bajo la sombra paciente.
Algo de construcción. Habitaciones que no dejan 
puertas entornadas. Pero los ojos quieren ver
sus camas con pensamientos ingenuos.
Por algo he venido
con la curiosidad a cuesta,
y una inquietud salvaje que recorre,
sin saber de qué color es el misterio.




Has marchado tarde
en búsqueda de árboles tiernos,
donde las mariposas con sus aleteos,
dejan lo visual en constante parpadeo. Como
un recital.
Ambiciosa pienso y dejo en libertad lo de entonces.
La naturaleza, que de nada se priva, está alerta
en los cambios. Siempre se guarda
experiencias en tiempo, hora y lugar
en los ecos del ayer.




Agüita fresca es la que renace cada día en la espera
de lo real. En lo que anuncia para aniversario
equivocado de la abuela, quien después de hacerlos bailar
a todos dice: “¿Dónde hay un fuego
encendido para mantener vivos los pensamientos?”
Audaz como pocas,
voy donde relucen las piedras
que el sol marchita
cuando niega la mirada.
Sin dejar de estar viva,
la quietud en lo inesperado
en tiempo de decisiones.




He de mirar con ojos nuevos
aquel cruce del canal con agua
por su crujiente puente.
Ruidos de latas que estremecen.
La ciudad y la distancia son
las que sorprenden.
El negocio de venta de prendas de vestir
es divertido, cuando el que quiere 
lo que quiere no le es conveniente.
Cuestiones santas es el rocío si es el que acompaña
con su transparencia sin igual. Se mira, se toca, se disuelve
a la hora exacta que deja de ser lágrima.
Todo se parece en el existir y en el amor.




No he marcado los caminos, pero a Ud. le encargo
“cuide a mi amigo, que se abrigue la barriga
que es donde guarda el frío”.
Serán largas las horas sin luz,
Que cuando decida volver de mi muerte,
él no me reconocerá, aunque me siente
en la mecedora, junto a la planta de alcanfor.
A mi ruido de arrastrar los pies
le pondré música que no es su preferida.
Pero le brillarán los ojos.






El tiempo doloroso
cautivó la herencia de lo real.
Dejó ver lo más importante,
escribió sin letras,
le supo leer el alma.
Le hizo conocer la luz del día.
El crepúsculo se negó a volver.




Viajé en forma común,
salté por el incendio, bailé la jota.
Volé como mariposa tras el asombro.
El vaivén de mi cuerpo 
quedó incierto.




En tus bosques de arena líquida *
pintas hojas sembradas al viento azul.
Arena que buscas dónde trepar,
no olvides que el bosque está a tus pies. Las huellas irán
hablando por su herida.
Pero en los bordes dejen escrito “me fui”

*Coral Bracho




En estas horas de luz
puede elegir las verduras que por su brillo hablan.
Junto al que las acaricia para filetearlas
con suavidad de artesano, para que cuando reciba su amor, 
estén en la mesa.
Con fiel reflejo de armonía,
con el mejor arreglo floral
sin ser perfumadas.
La iluminación le preocupa,
dejó cerradas las ventanas.




Con temible habilidad pude ocultar
esta fascinación de amor por quien no puede hablar.
Su inmóvil cuerpo, sin vida, me deja indefensa.
No de amor, sino delante del derrumbe
de la habitación.
Quienes vienen en mi ayuda
me roban el secreto, y sólo
las lágrimas me contestan.
Es así.




Con mente fresca, hacia la salida,
a cielo abierto. Jugando
la mirada con el espejismo.
Se acerca la sombra, no la de las nubes,
sino del engaño de una estela
estremecedora
de un paraguas.




En la noche oscura
se me rompió la carne de las manos.
Con qué voy a sacudir la guitarra
para ganarme unos pesos?
Ojalá cantara como los pájaros
en el sauce.
Una mujer –la del gitano- se acerca.
Al verme arruga la frente
y dice “sólo a los locos
les pasa todo esto”.




No sabe donde ir buscando
consuelo de lo que ya no tiene.
Vistió sus pies con patas de rana.
Oyó el canto lastimero.
Una estela blanca lo iluminó.
Fue el momento ideal para desaparecer.




Los locos aman
La distancia del infinito.
No existe el nombre 
al tiempo ausente.
Se refleja en el agua
el llanto burlón, sonríe.
Navegan en el pensamiento
las figuras de los ojos
sin pestañas.
Volvió el color más ligero
sin amanecer.





Aunque solamente lo que hacía era suspirar
en ese viaje en el que nadie hablaba a mi alrededor,
pude observar las desventuras
de quien se rompió un diente, y quiso dejarlo
en la llanura.
Será para que el que pase en otro tren
pueda reconocerlo por su brillo.
Nada es más triste que no poder trasladar
el aire fresco allí existente.





*Tantas veces creí ver la muerte que hoy
ya es una realidad.
Sin olvidar en este instante
que la voluntad, cuando se enajena,
siempre tiene sus resultados.
De buscar, me enamoré de Cristian en especial.
Ya mis piernas se despiden de los pajonales
que las acarician .
Voy a dejarles mis quejidos y los versos del rosario
para que en compañía de los que no tienen alma
comiencen a entonarlos.
Al carruaje, lo dejarán a la sombra
O lejos de sus ojos?

*Texto inspirado en el cuento “La intrusa” de J.L. Borges





Guardo en el hueco redondo
la brisa de la soledad.
Espero en el silencio.
Canta el viento y silba tan sólo para el oído
de las hormigas.
Si conocés el verde de algún paraíso
marcá la aurora tras los días de ausencia.
La experiencia está siempre
presente
sin conocer el camino.





No puedo alejarme de la naturaleza.
De ella soy parte.
Esperar una voz sin que ella exista. La escucho.
El rosado esplendor del amanecer
deja sin abrigo los pensamientos.
Veo volar a cuanto pájaro se le ocurre
echar una mirada, y le respondo con la mía.
Me alegro. Alguien allí
me ha descubierto.
Comparto el perfume de la audacia verde
de enrejados hilos tiernos.





Asoma a lo largo de la marca,
bajo el agua que no habla. Sólo marcha.
el crepúsculo azul que alguien espera.
No deja detalles del encuentro. Pero si
el señero de la que no quiere entender
de aquella visita inesperada.
Ha visto en el mapa un barco lejano
que puesto en escena
deposita sus ideas de lo que quiere contar.
La curiosa hostilidad 
de los que no quieren morir.





Cuídate pequeña que la vida es larga
para equivocaciones.
No dejes tu cuerpo a gentiles
que de huesitos estará llena
tu panza.

Subí las escaleras,
pinté mis labios, llamé 
con ruidos de la tos a los ojos mirones,
pero sólo los perros
me contestaron llorando.
No era momento oportuno
para dejar la inocencia. Quería ser atrevida
en los hechos, no con palabras.
Los años arrugaron la ilusión.








.

TIMOTHY DONNELLY [18.457]

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Timothy Donnelly

Poeta
Fecha de nacimiento: 1969, Providence, Rhode Island, Estados Unidos
Premios: Beca Guggenheim en Artes Creativas, Estados Unidos y Canadá
Educación: Universidad de Columbia, Universidad Johns Hopkins, Universidad de Princeton

Premios:

2012: Kingsley Tufts Poetry Award, The Cloud Corporation
2012: Guggenheim Fellowship
2014: Alice Fay di Castagnola Award

Bibliografía:

"Hymn to Life" (chapbook) (Factory Hollow Press, 2014)
Three Poets. Minus A Press. 2012. (coauthored with John Ashbery and Geoffrey G. O'Brien)
The Cloud Corporation. Wave Books. 21 September 2010. pp. 13–. ISBN 978-1-933517-47-6.
The Cloud Corporation (chapbook) (hand held editions, 2008)
Twenty-Seven Props for a Production of Eine Lebenszeit. Grove/Atlantic, Incorporated. 2003. ISBN 978-0-8021-9677-4.




SU FUTURO COMO ATILA EL HUNO  

Pero cuando trato de visualizar cómo sería la vida
          separado de los circuitos que me hacen sufrir con ansiar

lo que sé que nunca necesitaré, o que necesito pero ya sé
          que tengo en abundancia, siento la nube del desayuno

de plaza de comidas aflojar su abrazo, siento el centro comercial
          caer mientras su escalera eléctrica me entrega al piso

previsto para espacio de conferencias. Siento mi duda disminuir, mi deuda
          disminuir; siento que una nieve que cae sobre el estatuario

público no lo hace tristemente, porque lo hace sin ganancia.
          Siento que soy menos tóxico. Siento mi pensar, mi único prospecto

yace debajo de un tren por la cobertura, parar. No pienses que yo nunca
pensé de tal manera porque tengo y hago, a través

del octubre en blanco con un dólar en mi bolsillo ida y vuelta
a la universidad. Deja que el expediente no no muestre. Me he

abandonado por lo que me falta y no valgo. Todo esto
          se desdobla en episodios que palidecen tan rápido como otros

ganan de mi inercia: he observado, seguiré estando
          alerta desde debajo de las cobijas mientras los días tropieza con

los días previos, fuera de combate el linóleo dorado de fondo
          donde hacemos ricos a los otros con persistencia enfermiza.

Pero cuando trato de visualizar lo que pudiera ser cambiar,
          veo tres puertas frente a mí, y por ende oportunidad,

cuartos llenos de la misma como la mente misma está llena
          pensando en un tiempo antes del tiempo, o del infinito

diván del cual nadie parte; y mientras las dos primeras puertas
          tienen su atractivo,  la tercera es la que más me gusta, aquella

detrás de la cual se abre una prado, vasto,  y en él, pastando
          botones de oro, una vaquilla errante con una pezuña herida,

sus huellas de sangre seguidas por un pastor curioso de vuelta
          a algo filoso en la hierba, la punta de una larga

espada la cual, ya desenterrada, pule el pastor con su túnica
          de piel de roedor, dejando que el sol eurasiático juegue

sobre ella por el efecto, un regalo para mí, una tarea, un instrumento
          para devastar al imperio puesto ahora ante mis pies.
                                                                        
TRADUCCIÓN: GUILLERMO SERRANO




Hymn to Life

There were no American lions. No pygmy mammoths left
or giant short-faced bears, which towered over ten feet high
when rearing up on their haunches. There were no stout-
legged llamas, stilt-legged llamas, no single Yukon horse. The last
of the teratorns, its wingspan broader than the room in
which I’m writing now, had long since landed on a tar pit’s

surface and was lost. There might be other things to think of
strobing in the fume or sometimes poking through the thick of it
like the tiny golden toads once so prevalent in the cloud
forests north of Monteverde, only none of them were living
anywhere anymore. The last was seen on May 15, 1989, the week
Bon Jovi’s “I’ll Be There for You” topped Billboard’s Hot 100.

Then it dropped to three. A teratorn might have fit in here
the long way come to think of it. A study claims it wasn’t
climate change that killed the golden toad but a fungal epidemic
provoked by cyclical weather patterns. Little things like that
had a way of disappearing: thimbles, the Rocky Mountain
grasshopper, half the hearing in my patient ear. There were

no Eastern elk, no sea mink, and no heath hens, a distinct
subspecies of the prairie chicken. Once common to the coastal
barrens of New Hampshire down to Virginia, they’re often thought
to have been eaten in favor of wild turkey at the inaugural
Thanksgiving feast. To work on my character I pretend to be
traveling Portsmouth to Arlington in modern garb at first,

then backwards into costumes of the past: tee shirt and shorts,
gray flannel suit, a cutaway jacket and matching breeches
tucked into boots, taupe velvet getup with ruffles and ribbons
streaming into Delaware till I’m buckled like a Puritan, musket
in hand, not half-famished, and there’s plenty of heath hens
everywhere I look. But there were still no Carolina parakeets

and no Smith Island cottontails, a long contested subspecies
of the Eastern cottontail. These lost rabbits, somewhat shaggier
than their mainland cousins, were named for the barrier
island off the tip of Virginia’s Eastern Shore, where Thomas Dale,
deputy governor of the Virginia Colony, set up a salt works
back in 1614, and not for the Chesapeake’s other Smith Island

up in Maryland, birthplace of the Smith Island cake, that state’s
only official dessert — a venerable confection whose pencil-
thin layers, numbering eight to twelve on average, lie divided
by a fudge-like frosting cooked for greater lastingness, making it
suitable for local oystermen to take with them on the long
autumn harvest. Smith Island in Washington offers nesting

sites for tufted puffins on its rocky cliff faces as well as rest
stations for migrant sea lions. Situated in Long Island Sound,
Connecticut’s Smith Island is among that state’s famed Thimble
Islands, a cluster of landmasses named for the thimbleberry,
cousin to the black raspberry. During the Revolutionary War,
the Thimbles were deforested to rid the sound of hiding

places for British ships. Alabama boasts no fewer than three
Smith Islands. Little can be said about the one in Minnesota’s
Voyageurs National Park. Its neighboring islands include
Rabbit, Snake, Wolf, Wigwam, Sweetnose, and Twin Alligator
down here on the American side, and Little Dry, Big, and Big Dry
up on the Canadian. Tomorrow should be 82° and sunny

but it won’t be. The blue pike cavorted through the waters
of the Great Lakes no longer. Ditto the somber blackfin cisco.
Overfishing, pollution, and the introduction of nonnative
species did both fish in as early as 1960 and ’70, respectively.
There were no spectacled cormorants, no Goff’s pocket gophers,
and no Ainsworth’s salamanders, a species known to us only

through two specimens found on Ainsworth family property
in Mississippi on June 12, 1964. That same day Nelson Mandela
was sentenced to life in prison. I remember the feeling of
another kind, the way they alternately lay limp in my hands
then pleaded to be free. They took naps in the dampness
of softened logs. There’s a fine dirt, a dust I guess, that collects

under the rug I’m sitting on. I think the rough weave of it
acts as rasp to our foot-bottoms then sieve to what it loosens.
There were no Caribbean monk seals, eight of which no less
than Christopher Columbus killed for food in 1494, and therefore
no Caribbean monk seal nasal mites, an objectively hideous
arachnoid parasite that resided nowhere but in the respiratory

passages of the Monachus tropicalis. When it occurs to me I
sweep it up. Back in the day they used to darken our skies
in flocks a mile wide and 300 miles in length, enough to feather
the air from Fall River down to Philadelphia, their peak
population hovering above five billion, or 40% of the total
roll of  birds in North America, but there were no remaining

passenger pigeons, the last of their red eyes having shut
in Cincinnati on September 1, 1914. Her name was Martha.
Martha Washington went by Patsy as a child. Her pet raccoon
was Nosey. Cozumel Island’s pygmy raccoon is actually a distinct
species and not, like the Barbados raccoon, a subspecies
of the common. There might be as few as 250 of the former

hidden in the mangroves or prowling the wetlands for ghost
crabs and lizards, whereas the latter was last seen in ’64
when one was struck dead by a car in Bathsheba, a fishing village
built on Barbados’s eastern shore, magnet for hurricanes
and pro surfers, its foamy white waters calling to mind
the milk baths rumored to have kept Solomon’s mother so

perilously beautiful. First the milk’s lactic acid would have
acted as an exfoliant, gently removing layers of the dead,
dry skin to uncover younger, fresher skin waiting like artwork
in Dunkirk underneath, then the milk’s natural fat content
would restore moisture lost to the exacting atmosphere
of biblical Jerusalem, whose name in Hebrew, yireh shalem,

means “will see peace.” Most versions of the story make her
into an exhibitionist but the Midrash says Bathsheba, modest,
was washing behind a wicker screen when Satan, seizing
opportunity, appeared as a red bird to David who, cocksure
with projectiles now, aimed the stone in his hands at the bird
but hit the screen instead, splitting it in half and thereby

revealing our bather, the wife of Uriah the Hittite at the time
but not for much longer. All these gains and losses, so mysterious
from a distance, held together it has felt by nothing stronger
than momentum, like a series of bicycle accidents or a pattern
in the pomegranate, come to hint at a logic in time, but whether
it’s more fitting to say that they promise to reveal it or else

threaten to is debatable. Attempts to stem the vast mosquito
population in salt marshes abutting Kennedy Space Center
on Florida’s Merritt Island, technically a peninsula but more like
a question mark of land flopped into the Atlantic, devastated
the dusky seaside sparrow. Its last known specimen died
on June 17, 1987, when the ballad “Always” by Atlantic Starr

dominated radio. Mosquitoes would have taken to the nasty
Olduvai water hole around which two clans of hominids battle
at the start of Stanley Kubrick’s 2001: A Space Odyssey. This is after
the first monolith shows up. The film’s monoliths are artifacts
of alien origin, identical in ratio but varying in size, designed
to provoke large-scale changes in human life. As when it dawns

on the wiry leader of the clan the first monolith appears to
to bludgeon the other to death with a leg bone. Later on he hurls it
into the air to celebrate his power, the image of its tumbling
weaponhood at half-speed match-cutting to that of a long
white nuclear satellite angled in orbit against the scintillant
anthracite of space. Pan right to the Earth, a quarter of it silvery

blue in the corner, aloofly beautiful for sure but only a pale
idea of a planet when set beside photographs taken years later
by the crew of Apollo 17 on December 7, 1972, annus finalis
for the Lake Pedder earthworm, bush wren, and possibly
the Toolache wallaby as well, long considered among kangaroos
to have been the most elegant. The sapphire blue, the ochre

of Africa, the chalk-white spirals convolving as if an ice cap’s
wispy tentacles. They were killed for fur, sport, and frequently
with the aid of greyhounds, who hunt mostly by way of sight
as opposed to scent. Then the Earth is at the left as the satellite
approaches it almost dozily to the opening bars of Strauss’s
Blue Danube, first performed on February 15, 1867, in the now

defunct Diana Ballroom. In my own Diana Ballroom, named
not for the Roman goddess of the hunt, the moon, and chastity
directly, but by way of the two-kilometer lunar crater christened
in her honor in 1979, declivity in whose embrace my ballroom
trembles comfortably, I boost my chi by remembering to breathe
deep, to eat oatmeal, ginger, and figs, and to commit myself

to a custody of wildflowers, up to and including the maroon
perfume of the chocolate cosmos, a non-self-pollinating species
whose every plant now in bloom is a clone of the selfsame
specimen uprooted from a cubic foot of Mexico back in 1902.
Likewise the last known Rocky Mountain locust ever to appear
appeared alone that year on a prairie up in Canada, whereas

decades before a glistering storm of them blanketed an area
vast as California, matter-of-factly devouring buckwheat, barley,
strawberries, apple trees, fence posts, and even the laundry
wildly flapping away on the line, the sound of “millions of jaws
biting and chewing” setting a nation’s nerves on edge, or at least
Laura Ingalls Wilder’s, if we’re to believe her On the Banks

of Plum Creek, first of three books spectered by prototypical
beeotch Nellie Oleson. Cloudiness persists regarding the difference
between locust and grasshopper. Typically I keep a number
of soaps on hand and seem to know by instinct which of them
to reach for. In gingham and curls Nellie Oleson was played
by Alison Arngrim in the 1970s TV adaptation. The Wife of Bath

was also an Alyson. An Angrim is father to the outlaw Gorlim
in Tolkein’s Middle-earth mythos. They say to run the tap
as hot as you can stand. Fast forward a century to April 16, 2002,
and dance anthem “Hot in Herre” by Cornell Haynes Jr., better
known to us as Nelly, reaches number one and reigns there
seven weeks. Miss Oleson, elder offspring of the local retailer,

is based on no fewer than three distinct historical persons.
Produced by The Neptunes, “Hot in Herre” samples Neil Young’s
record “There’s a World” and lifts its hook from an infinitely
more upbeat “Bustin’ Loose” by Chuck Brown. Later on or earlier
in 2002, up a slope in dewy Mauna Loa, a Nelly somewhere
on the radio, the last pair of noncaptive Hawaiian crows flew

into the category known as “extinct in the wild.” “We are leaving,
we are gone,” Young sings wanly atop percussion and strings
courtesy of the London Symphony Orchestra. “Come with us
to all alone.” ’Alala is the word for the Hawaiian crow in Hawaiian.
No fewer than twenty ’alala chicks were hatched last year in
a breeding facility at San Diego Zoo. Jack Nitzsche coproduced

and also played piano. “Bustin’ loose to my love Jones,” declares
the late great Brown, dead in Baltimore mid-May of that year.
“Bustin’ loose to each his own.” He traded cigarettes for a guitar
while serving time in Virginia’s historic Lorton Reformatory.
An average daytime temperature of 89°. He was father to the style
of music known as go-go, so-called because the sound, Brown

was said to have said, “just goes and goes.” But there were no
dire wolves, no Florida black wolves, and no Texas reds,
although the red, morphologically midway between the gray
and the coyote, has been bred in captivity down on South Carolina’s
Bulls Island since 1987, year Tim Tebow was born and Andy
Warhol died. Likewise the year in which the films Precious, Fargo,

and American Psycho are set. “It can be hard to tell,” the Times
admits of the thousands who once posed for photographs in
the posture known as “Tebowing,” if they intended to celebrate
or to mock the quarterback for his much-publicized virtuous ways.
Nor were there any of the subspecies indigenous to Canada’s
Banks Island, Earth’s twenty-fourth largest island, upon which

the first confirmed wild hybrid of the polar bear and grizzly
was found and shot in 2006. The island also has the distinction
of its treelessness, and of being home to fleets of musk oxen.
Times I count myself among them if more comfortable in my bulk
I still can’t get around the funk of us. Our ancient mouths
set to decimating herbages. In times of risk we assume the O-

shaped formation around our wobbly young. A sense of calm
or guiltlessness blows in. Then it’s back to business with another
cup of coffee, hot beverage held to have been first drunk in
these parts in 1668, when frothy infusions of the slow-roasted bean
spiked with costly cinnamon sticks and honey grew popular
along New Amsterdam’s foggy docks. In tide pools to the north

eelgrass limpets affixed to eelgrass blithely at the time, unaware
an insidious slime mold campaign would in centuries inflict
catastrophe on their habitat, making them the first marine
invertebrate dissolved in the historical era, the last of its kind
plucked while the Bank of Manhattan Trust Building whistled up
past the Woolworth like a startled monk’s apocalyptic vision

of a cloud-bound train. It began in 1929. Sir Hubert Wilkins,
Arctic explorer, advocated in The Advertiser for submarine
technology as tomorrow’s answer to the Northwest Passage’s
pack ice question. Ice had heretofore kept a surface-travel route
troublingly out of reach, even after its putative discovery
by Sir Robert McClure, who on his eastward voyage spotted

from atop a windy Banks Island promontory the westmost
landmass mapped three decades earlier by Sir William Parry.
McClure later lent his name, understood to translate to “son of a
sallow lad,” to a lunar crater whose diameter spans over
twelve times that of Diana, but only a quarter that of the big
kahuna Tycho, where a second monolith appears. This one emits

a painful radio signal to a third, which orbits like an onyx
football field around Jupiter. Rewind 150 years and McClure’s
HMS Investigator, like a Musca domestica on a runway paved
with flypaper, has come to a full stop in the blind white grip of ice.
It felt like 1768. There were no Steller’s sea cows, the tame
kelp-nibbling cousins to the manatee, albeit double their size,

and there were no great auks. The last known pair of them
was claimed on July 3, 1844 by poachers hired by a merchant
itching for tchotchkes to ornament an office. Three long
winters later, rescue sledges bundled McClure and crew up
and sped them back to the claps of Britain. Soon Banks Island’s
musk ox population whittled down to nil as their flesh gave

way to the hungry Inuit who trekked up to 300 miles to strip
McClure’s abandoned ship before the ice crushed her completely,
folding her metals into Mercy Bay. “I took him by the neck
and he flapped his wings,” the poacher said. “He made no cry.”
Inuit shaped Investigator’s copper and iron into spear- and arrow-
heads as well as knife blades, chisels, and harpoons like those

depicted in lithographs in the mitts of seal hunters patiently
stationed at breathing holes in the ice. But there were no
broad-leaved centaury plants, no western sassafras, and no
Galapagos amaranth, cousin to the seabeach amaranth. Its tiny
spinach-like leaves once bounced along dunes from South
Carolina to Massachusetts till habitat loss, insensitive beach-

grooming tactics, and recreational vehicles slashed figures
drastically. When ice decides it must feel like being splintered
from a multiplex of tightness that pains but holds together.
Aerial shot of 1961. Year submarine thriller K-19 and Saving
Mr. Banks are set in. Kennedy is president. The cloud of a hundred
musk oxen migrating back to Banks Island rises plainly as

narrow-leafed campion, a handful of whose seeds had slept
30 millennia before being found in 2007 in a ruined system of
ground squirrel burrows. Surveys will report up to 800
heads in 1967 and a thousand more in 1970. All matter thunder-
cracking belowdecks: hoof of earth into water, water over
air, air under water and up. So that the vessel, broken, settles

onto sea stars on the floor. The seeds were sown successfully
under grow lights in Siberia, deep in whose permafrost
international high-fiving scientists discovered a fully intact
woolly mammoth carcass. To enlarge my sympathy I attempt
to picture the loud tarp tents around the digging site, the lamp-
lengths they putter away to, the costs. By 1994, estimates

on the island ran as high as 84,000, over half the musk oxen
alive at the time, but paging ahead five years we see numbers
speedily hunted back down to 58,000, or as many pounds
of “fine ground beef” called back by California’s Central Valley
Meat Company when “tiny pieces of plastic” were found
nestling in it like the voice of Katy Perry, whose hit “Roar”

was everywhere repeating we would hear it. “Called back,”
says Emily Dickinson’s epitaph. One scientist says to the other,
“What’s that?” The other says, “Do you feel it, Slovo? A certain
category of effect. Difficult to describe and yet a certain category
of effect is still possible. You’d think it would have wizened
in our atmosphere by now, or withdrawn in sickness or mere

tedium into the cold shell of itself in the manner of a what,
yes, a gastropod, the very figure of a recluse, secular of course,
anthropomorphic misnomer because its foot is not actually
its stomach, witness the oblong rocksnail, still another thought
extinct due to rampant habitat loss but no, not yet, Alabama
graduate student Nathan Whelan just now located a specimen

kayaking down the Cahaba River, misplaced modifier Slovo
it is the student in the kayak, not the snail, badum tish, but
amid the mist and as if against this vanishment of dodos a certain
category persists, not unlike a last known pair of Middlemist’s
Red camellia, a cultivar sent as rootstock to England from
China by John Middlemist in 1804.” Note: One is in a garden

in New Zealand, where the laughing owl is no longer, thanks
largely to cats. Its call has been described as “a loud cry
made up of a series of dismal shrieks frequently repeated,”
“a peculiar barking noise    ...    just like the barking of a young dog,”
“precisely the same as two men ‘cooeying’ to each other
from a distance,” and “a melancholy hooting note,” to quote

The Owl Pages, sweet dream of a website whose first FAQ asks,
“I’ve seen an owl, can you tell me what kind it is?” The other
Middlemist’s Red, long presumed barren, resides in a nursery
somewhere in Britain, and stalwart through its hardships,
it has begun to bloom again. The remains of the Investigator
found in 2010 were well preserved by the pristine cold waters

of the Canadian Arctic. And yet no one’s idea of red includes
the hue of Middlemist’s camellia, which is instead a true
pink, or some might even say a rose. Mallarmé would just say
“flower” and from oblivion there would arise musically a flower
absent from all bouquets. “Whoever reaches into a rosebush,”
Lou Andreas-Salomé supposed, “may seize a handful of flowers;

but no matter how many one holds, it’s only a small portion
of the whole. Nevertheless, a handful is enough to experience
the nature of the flowers. Only if we refuse to reach into the bush,
because we cannot possibly seize all the flowers at once, or if
we spread out our handful of roses as if it were the whole
bush itself — only then does it bloom apart from us, unknown

to us, and we are left alone.” Endangered coastal roses seek
some subtler way of putting it. “All the roses in the world,” Rilke
gushed to Salomé — whose Galilean namesake, it’s often over-
looked, didn’t desire the head of John the Baptist for herself but
was told to ask for it by her mother, Herodias, whose union
with Herod Antipas, at once her uncle and her brother-in-law,

John declared unlawful — “bloom for you and through you.”
Forget-me-nots bloom unhindered in Heidelberg, where Max Wolf
spied in 1905 a so-called “minor planet” he named 562 Salome.
That these odd bodies spatter the galaxy like pollen shaken
from a central flower, or like honeybees tumbling along with us
around the sun, I never knew until a visit to the Minor Planet

Center website at a turning point like April 1543. I think I saw
upwards of 3500 were spotted last month alone. “Nature is
an inexplicable problem,” Emily Brontë wrote in 1842 in French
in a confection titled “The Butterfly.” “It exists on a principle
of destruction.” Lepidopterists are scouring Florida’s pine forests
and gentle costal jungles on the trail of five butterfly species

feared as good as gone. They were never listed as endangered
and still aren’t known to be extinct. These are their names:
Zestos skipper. Rockland Meske’s skipper. Zarucco duskywing.
Bahamian swallowtail. Nickerbean blue. “I love you,” wrote Salomé,
“with all your harms,” who died in her sleep shortly after
the Gestapo destroyed her library, in her poem “Hymn to Life.”

Her friend Nietzsche liked the poem so much he set it to music.
I’ve listened to it and can’t say I like it but I’m listening to it
again as I try to finish. I promised Lynn I’d put the dishes away
before the babysitter arrives but it looks like I won’t be a person
of my word tonight. I had meant to write about the imperial
woodpecker of Mexico. The red gazelle. I told my friend Dottie

when saddened in the predawn I have seen the people pushing
small mountains of soda cans in their shopping carts stop
in front of my recycling, open one bag after another of empty
metal and glass, dig through them, take what they need and shut
the bags back up with so much care it has destroyed me. I remember
bathing my daughter when she was two and how I stopped

short thinking if I were gone tomorrow she wouldn’t even
remember. The year was 2007. Radio waves associated with
cell phones may not have been contributing to recent declines in
bee population. “And if you must destroy me,” says the poem,
“I’ll tear myself away from you / as I would leave a friend.”
When there was time to put away the dishes, they were gone.



Globus Hystericus

1

A pity the selfsame vehicle that spirits me away from
factories of tedium should likewise serve to drag
me backwards into panic, or that panic should erect

massive factories of its own, their virulent pollutants
havocking loved waterways, frothing all the reed-
fringed margins acid pink and gathering in the shell

and soft tissues of the snails unknowingly in danger
as they inch up stems. Through the bulkhead door
I can hear their spirals plunk into the sluggish south-

bound current and dissolve therein with such brutal
regularity their dying has given rise to the custom
of measuring time here in a unit known as the snailsdeath.

The snailsdeath refers to the average length of time,
about 43 seconds, elapsing between the loss of the first
snail to toxic waters and the loss of the next, roughly

equivalent to the pause between swallows in a human
throat, while the adverb here refers to my person
and all its outskirts, beginning on the so-called cellular

level extending more of less undaunted all the way down
to the vale at the foot of the bed. I often fear I’ll wake
to find you waiting there and won’t know how to speak

on the subject of my production, or rather my woeful
lack thereof, but in your absence, once again, I will begin
drafting apologies in a language ineffectual as doves.


    
2

Daybreak on my marshland: a single egret, blotched,
trudges through the froth. I take its photograph
from the rooftop observation deck from which I watch

day’s delivery trucks advance. I take advantage of
the quiet before their arrival to organize my thoughts
on the paranormal thusly: (1) If the human psyche

has proven spirited enough to produce such a range
of material effects upon what we’ll call the closed
system of its custodial body, indeed if it’s expected to,

and (2) If such effects might be thought to constitute
the physical expression of that psyche, an emanation
willed into matter in a manner not unlike a brand-

new car or cream-filled cake or disposable camera,
and (3) If the system of the body can be swapped out
for another, maybe an abandoned factory or a vale,

then might it not also prove possible for the psyche
by aptitude or lather or sheer circumstance to impress
its thumbprint on some other system, a production

in the basement, or in a video store, as when I find you
inching up steps or down a shady aisle or pathway,
dragging your long chains behind you most morosely

if you ask me, the question is: Did you choose this, or was it
imposed on you, but even as I ask your hands move
wildly about your throat to indicate you cannot speak.
    


3

After the memory of the trucks withdrawing heavy
with their cargo fans out and fades into late-morning
hunger, I relocate in time to the lit bank of vending

machines still humming in the staff-room corner for a light
meal of cheese curls, orange soda, and what history
will come to mourn as the last two cream-filled cakes.

Eating in silence, a breeze in the half-light, absently
thinking of trying not to think, I imagine the Bethlehem
steel smokestacks above me piping nonstop, the sky

wide open without any question, steam and dioxides
of carbon and sulfur, hands pressed to the wall as I walk
down the corridor to stop myself from falling awake

again on the floor in embarrassment. If there’s any use
of imagination more productive or time less painful
it hasn’t tried hard enough to push through to find me

wandering the wings of a ghost-run factory as Earth
approaches the dark vale cut in the heart of the galaxy.
Taking shots of the sunbaked fields of putrefaction

visible from the observation deck. Hoping to capture
what I can point to as the way it feels. Sensing my hand
in what I push away. Watching it dissolve into plumes

rising like aerosols, or like ghosts of indigenous peoples,
or the lump in the throat to keep me from saying that
surviving almost everything has felt like having killed it.



4


(Plunk) Up from the floor with the sun to the sound of
dawn’s first sacrifice to the residues of commerce.
On autofog, on disbelief: rejuvenation in a boxer brief

crashed three miles wide in the waves off Madagascar,
cause of great flooding in the Bible and in Gilgamesh.
Massive sphere of rock and ice, of all events in history

(Plunk) thought to be the lethalmost. A snailsdeath
semiquavers from pang to ghost where the habit of ghosts
of inhabiting timepieces, of conniving their phantom

tendrils through parlor air and into the escapements
of some inoperative heirloom clock on a mantel shows
not the dead’s ongoing interest in their old adversary

(Plunk) time so much as an urge to return to the hard
mechanical kind of being. An erotic lounging to reanimate
the long-inert pendulum. As I have felt you banging

nights in my machine, jostling the salt from a pretzel.
This passion for the material realm after death however
refuses to be reconciled with a willingness to destroy

(Plunk) it while alive. When the last of the human voices
told me what I had to do, they rattled off a shopping
list of artifacts they wanted thrown down open throats.

That left me feeling in on it, chosen, a real fun-time guy
albeit somewhat sleep-deprived; detail-oriented, modern,
yes, but also dubious, maudlin, bedridden, speechless.



5

Graffiti on the stonework around the service entrance
makes the doorway at night look like the mystagogic
mouth of a big beast, amphibious, outfitted with fangs,

snout, the suggestion of a tongue, throat, and alimentary
canal leading to a complex of caves, tunnels, temples . . .
There are rooms I won’t enter, at whose threshold I say

this is as far as I go, no farther, almost as if I can sense
there’s something in there I don’t want to see, or for which
to see means having wanted already to forget, unless

stepping into the mouth at last, pressed into its damp,
the advantage of not knowing is swapped out for the loss
of apartness from what you’d held unknown, meaning

you don’t come to know it so much as become it, wholly
warping into its absorbent fold. I can’t let that happen
if it hasn’t already. What draws me on might be thought

canine, keen-sighted, but it’s still incapable of divining why
the constant hum around or inside me has to choose
among being a nocturne of toxic manufacture, the call

of what remains of the jungle, or else just another prank
on my gullible anatomy. Am I not beset in the utmost
basement of industry? Is that basement itself not beset

by the broad, black-green, waxy leaves of Mesoamerica?
And haven’t I parted those selfsame leaves, discovering me
asleep on my own weapon, threat to no one but myself?



6

Asked again what I miss the most about my former life,
I remember to pause this time, look left, a little off-camera
an entire snailsdeath, an air of sifting the possibilities,

I eliminate certain objects and events from the running
right off the bat, such as when their great displeasure
brought the gods to turn to darkness all that had been

light, submerging mountaintops in stormwater, the gods
shocked by their own power, and heartsick to watch
their once dear people stippling the surf like little fishes.

Or when the flaming peccary of a comet struck the earth
with much the same effect, waves as high as ziggurats
crashing mathematically against our coastlines, scalding

plumes of vapor and aerosols tossed into the atmosphere
spawning storms to pummel the far side of the earth,
approximately 80 percent of all life vanished in a week.

Or when we squandered that very earth and shat on it
with much the same effect, and more or less on purpose,
emitting nonstop gases in the flow of our production,

shoveling it in as ancient icecaps melted, what difference
could another make now. And so I clear my throat, look
directly into the camera, and even though it will make me

come off bovine in their eyes, I say that what I miss the most
has to be those cream-filled cakes I used to like, but then
they prod me with their volts and lead me back to the barn.



7

After the panic grew more of less customary, the pity
dissolved into a mobile fogbank, dense, reducing visibility
from the rooftop observation deck. Mobile in the sense

that it possessed mobility, not in the sense that it actually
moved. Because it didn’t. It just stayed there, reducing
visibility but not in the sense that it simply diminished it

or diminished it partly. Because it didn’t. It pretty much
managed to do away with it altogether, as my photography
will come to show: field after field of untouched white.

After the possibility of change grew funny, threadbare,
too embarrassing to be with, I eased into the knowledge
that you’d never appear at the foot of the bed, the vale

turned into a lifetime’s heap of laundry, and not the gentle
tuffets and streambanks of an afterlife it seems we only
imagined remembering, that watercolor done in greens

and about which I predicted its monotony of fair weather
over time might deaden one all over again, unless being
changed with death means not only changing past change

but past even the wish for it. I worried to aspire towards
that condition might actually dull one’s aptitude for change.
That I would grow to protect what I wished to keep from

change at the cost of perpetuating much that required it.
In this sense I had come to resemble the fogbank, at once
given to motion but no less motionless than its photograph.

The last time I saw myself alive, I drew the curtain back
from the bed, stood by my sleeping body. I felt tenderness
towards it. I knew how long it had waited, and how little

time remained for it to prepare its bundle of grave-goods.
When I tried to speak, rather than my voice, my mouth
released the tight, distinctive shriek of an aerophone of clay.

I wanted to stop the shock of that from taking away from
what I felt. I couldn’t quite manage it. Even at this late hour,
even here, the purity of a feeling is ruined by the world.
    


8

The noises from the basement were not auspicious noises.
I wanted to live forever. I wanted to live forever and die
right then and there. I had heard the tight, distinctive shriek.

Here again and now. I no longer have legs. I am sleeping.
Long tendrils of tobacco smoke, composed of carbon dioxide,
water vapor, ammonia, nitrogen oxide, hydrogen cyanide,

and 4,000 other chemical compounds, penetrate the room
through the gap beneath the door and through heating vents
with confidence. They are the spectral forms of anaconda.

The ruler of the underworld smokes cigars. A certain brand.
Hand-rolled. He smiles as if there is much to smile about.
And there is. He is hollow-eyed, toothless. His hat, infamous:

broad-brimmed, embellished with feathers, a live macaw.
His cape is depicted, often, as a length of fabric in distinctive
black and white chevrons. Otherwise, as here, the full pelt

of a jaguar. On a barge of plywood and empty milk cartons
he trudges through the froth. He is the lord of black sorcery
and lord of percussion. He is patron of commerce. He parts

the leaves of Mesoamerica, traveling with a retinue of drunken
ax wielders, collection agents. His scribe is a white rabbit.
Daughter of moon and of night. Elsewhere, you are having

your teeth taken out. There is no music left, but I still feel held
captive by the cinema, and in its custom, I believe myself
capable of protecting myself by hiding my face in my hands.

Timothy Donnelly, “Globus Hystericus” from The Cloud Corporation. 





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SERGE PEY [18.458]

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Serge Pey 

Nació en 1950 en una familia de clase obrera, en el barrio Hers de la ciudad de Toulouse, Francia. A principios de los años setenta, Pey inicia su trabajo de acción poética experimental, en todas sus formas, en el espacio de la poesía oral. 

OBRAS:

La Boîte aux lettres du cimetière, éditions Zulma, 2014
Tombeau pour un miaulement. Poésie Provisoire, Gruppen Éditions, 2013.
Ahuc. Poèmes stratégiques (1985-2012), Flammarion, 2012.
Les Poupées de Rivesaltes, avec Joan Jordà, Forcalquier, Quiero, 2011.
Lèpres à un jeune poète. Principes élémentaires de philosophie directe, Toulouse, Délit Éditions, 2011.
Le trésor de la guerre d'Espagne, Zulma, 2011.
- Prix Boccace 2012
Dialectique de la tour de Pise, Limoges, Dernier Télégramme, 2010.
Droit de voirie, Bruxelles, Malström reEvolution, 2010.
Hypothèses sur l'infini, Cannes, éditions Tipaza, 2009.
Ne sois pas un poète, Limoges, Dernier Télégramme, 2009.
Bâtons de la différence entre les bruits, Cesson-Sévigné, La part Commune, 2009.
Appel aux survenants, Maelström, 2009
Nihil et Consolamentum, édition bilingue, traduit du français vers l'occitan par Alem Surre Garcia, Délit Éditions , 2009
NIERIKA, Chants de vision de la Contre-montagne. Poèmes traduits du peyotl; Maison de la poésie Rhone-Alpes/ Le temps des cerises, 2007
Poésie Publique, Poésie Clandestine - Poèmes 1975-2005 Anthologie Arbitraire De Poèmes Et De Bâtons, Le Castor astral, 2006
L’Électrification du visage, Peau et sie de l’Adour, 2006
Traité à l'usage des chemins et des bâtons, Le Bois d'Orion, 2006
Principes élémentaires de philosophie directe, Dumerchez, 2006
Nierika ou les chants de vision de la contre-montagne, Maison de la poésie Rhône-Alpes, 2006
La spirale du sanglier, Rencontres, 2005
La direction de la grêle, Dumerchez, 2005
Le Millier De L'air, Poème à L'usage Des Chemins Et Des Bâtons, illustré par Jean Capdeville, Fata Morgana, 2004
Tout cercle est un trou qui regarde la lumière, Hommage à Michel Raji, Cyril Torres, 2004
Extraits du chemin, Trames, 2004
Paralogisme, Maeght, 2004
De l'équilibre des noms, poème des quatre bâtons de la balance Avec le plasticien Giney Ayme, éditions Rencontres, 2004.
Entretien avec Rodiga Draginescu, éditions Autres Temps, 2004
Visages De L'échelle De La Chaise Et Du Feu, Dumerchez, 2003
Lettres Posthumes À Octavio Paz Depuis Quelques Arcanes Majeurs Du Tarot, Jean-Michel Place, 2003
Poèmes hallucinogènes du Peyotl, éd. Lézard, 2002
À la niche les chiens, Brève Bibliothèque en mal d'évasion, 2002
Aouach, La Part des anges, 2001
La Langue Des Chiens, Paris-Méditerranée, 2001
Traité des chemins et des bâtons, éd. Terre blanche, 2001
Les Aiguiseurs De Couteaux, une mémoire du Flamenco, Éditions Des Polinaires, 2000
Pour libérer les vivants il faut savoir aussi libérer les morts, éd. Richard Meïer, 2000
L'enfant archéologue, éd. Jacques Brémond, 1997
La définition de l'aigle, éd. Jacques Brémond, 1997
L'enfant archéologue, éd. Jacques Brémond, 1997
La main et le couteau, Parole d'aube, 1997
Le Même Temps, éditions d'Alsace Lozère, 1996
Interrogatoire, poème pour les assassins de Tahar Djaout, CIPM, 1994
La mère du cercle, éd. Travers, 1994
Dieu Est Un Chien Dans Les Arbres, Jean-Michel Place, 1994
Quinze artistes dans le métro (avec Pierre Rey), Mtd Développement 1993
Nierika Ou Les Mémoires Du Cinquième Soleil, Cadex, 1993 et 2002
Journal ogham des hommes couvertures de la prison de Long Kesh, Les Petits Classiques du Grand Pirate, 1993
Poèmes pour un peuple mort, Sixtus, 1989
Poèmes du cerf-volant, Les Petits Classiques du Grand Pirate, 1989
Notre Dame la Noire ou l'Évangile du Serpent, éd. Tribu, 1988
Poème pour un peuple mort, éd. Sixtus, 1989
Couvre-feu Journal De Santiago du Chili, éd. Tribu, 1986
Vertenebre, Coma, 1984
Prophéties, éd. Tribu, 1984
De la ville et du fleuve, éd. Tribu, 1981
Poème pour M. E après sa mort, Le Castor Astral, 1975
J'eux, Multiples, 1975
Minute Hurlée, Imprimerie 34, 1970

OBRAS TRADUCIDAS:

Nierika, o le memorie del quinto sole, traduit en italien par Alberto Masala, Nuoro, Edizioni Il Maestrale, 2001.
"Every poem is a decapitated head held up by a single hair", traduit en anglais par Yann Lovelock et Patrick Williamson, publication en ligne, The Red Ceilings Press, UK, 2011
NIERIKA, Cantos de vision de la Contramontaña (Trad. Enrique Flores, Adàn Medellin), Universidad Nacional Autonoma de Mexico - Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Mexico, 2012.

TEATRO:

Les Chants de Maldoror, Théâtre du Galeon, Mexico, 1979
Le Grand secret de Michaux, UNAM UAM, Mexico, 1980
Le Déluge, Le Cornet à dés, 1988
Tauromagie, Copla infinie pour les hommes-taureaux du dimanche. Le Cornet à dés, 1995

EDICIONES SONORAS:

L'enfant archéologue, Artalect, 1987
Allen Ginsberg/ Serge Pey/ Yves Le Pellec, éd. Tribu, 1992
L'Évangile du serpent, Tribu, 1995
Nihil et consolamentum, Tribu, 1996
La Maronne, ronde brève, ARTCI-LAB, 1997
Les Diseurs de musique, CCAM, 1997
Le Complexe de la viande, 33 Revpermi, 2000
Live in Mhere, 33 Revpermi, 2000
Nous sommes cernés par les cibles, Serge Pey/ André Minvielle, 2002

EDICIONES EN DVD-VÍDEO

4 vidéopoèmes du plasticien vidéaste Giney Ayme. (2004 et 2007) Texte et voix de Serge PEY. "Poème des quatre bâtons de la balance" publiés en 2 coffrets DVD aux éditions Rencontres et Incidences. La Coopérative. Centre d'Art et de Littérature. Montolieu (11170)

EDICIONES EN REVISTAS:

La revue GRUPPEN publie des textes inédits de Serge Pey dans chacun de ses numéros.




NIERIKA. CANTOS DE VISIÓN DE LA CONTRAMONTAÑA

Serge Pey 
Nierika. Cantos de visión de la Contramontaña.
Traducción de Enrique Flores y Adán Medellín.
Conaculta-UNAM, México, 2012.


EL ESPÍRITU DEL PEYOTE

Así que el espíritu del
peyote
es un saltamontes
negro
en el centro
de una asamblea de
piedras que deciden el
sentido de la montaña

Así que el espíritu del
peyote
es un puñal de agua
entre la ceniza

Así que el que
no respeta al
espíritu del peyote
muere en la nube
que cae en el humo

He aquí que un chamán
camina hacia el desierto
y degüella al primer
sol
sobre la primera flor
y lo ofrece a las abejas
interminables
que lo beben

Las Latas, 2 de mayo de 1985.




POEMA DEL CUARTO PEYOTE: VISIÓN DEL CAFÉ Y EL FUEGO

Al comienzo
la luz estaba
ausente 
era sonora
como la montaña
donde dormía el pájaro
caído que sostenía
las edades

Todo estaba oscuro
en el espejo demasiado
lleno de la noche

Nuestros ancestros los
venados
que habían creado la luna
y el fuego
no eran sino
espinas frías
en las estrellas

Presento a mi
hijo
sobre la cornamenta del venado
para que labre
el color
con cabellos de música
y manos frías

Mira

La tierra come el
primer peyote y la
tierra
El agua bebe el segundo
peyote y el río
El aire respira el
tercer peyote y
el viento

El viejo sol coloca el
cuarto peyote
en los cabellos del fuego
donde se cuece el mediodía
y la sopa del maíz
para el almuerzo
que prepara mi madre

Juntos
con el viejo café
hirviente
hablan de los
niños llevados por las
águilas
Juntos
hablan con el
viejo fuego
arrojándoles piedras
a los perros

Poema del sexto peyote.
Las Latas, octubre de 1985.



POEMA DE PROTECCIÓN DE LOS HUARACHES ANTE EL COYOTE TSAMIRAWI

Tengo unos huaraches
cortados de
llanta de camión
y sé que no
podré caminar
mucho tiempo
al sol
entre
mis compañeros
de Extremidad

Te lo ruego
dame otros
huaraches
Dame unos
huaraches
de cuero verdadero
porque las
llantas atadas a mis pies
no entrarán en el
vientre del sol

Fuego-Abuelo-Fuego
el día nos
deslumbra con la
luna
bebe primero
y nosotros
beberemos después
de ti

Mira
también puse mis ojos
en la leña
para que bebas
Mis ojos que ven
y que llevan un rostro
sobre el esqueleto de madera

Mira mis ojos
arden en tus
ojos
e inundan la sombra de
millones de piedras

Bebe antes que
bebamos
el agua de la tierra
que pone nuestros pies
en el aire

Wirikuta
Wirikuta

El arco-iris tiene los ojos del
fuego y le doy de beber
a su lluvia

La mariposa incendia la
fuente y le doy de beber
a su color

Y ustedes también todos ustedes
denle sus huaraches
para que Él los bendiga

para que aparten a
escorpiones y serpientes
todos los demonios del
camino

para que nos lleven
a la velocidad del águila
a la tierra de Wirikuta
hacia la sangre verde y
la Estrella

Somos los hermanos
del coyote Samuravi

Quemamos mucho
viento y el camino
es el seguir infinito
de nuestros huaraches

Así lo hicimos
al comienzo
del Mundo
y quemamos mucha
leña

Benditos por el fuego
nuestros huaraches que van
por el camino

Aquí está mi huarache derecho
Aquí está mi huarache izquierdo

Escucha la canción del
coyote
Samuravi
que reza toda la noche y se
salva en el viento

Yo sé enumerar
el color

Camino sobre la punta de
mis ojos
Canto con la lengua de
mis pies

Las estrellas en el cielo son los
ojos visibles del rostro
invisible que nos devora

Escucha al que respira la
visión Samuravi

Canto ritual de la bendición de los huaraches de los peyoteros y poema personal.
Noviembre de 1985.




Poema de los nombres

A veces se encuentran
niños huérfanos
wixárikas
que los maestros de escuela bautizan Pancho Villa o Lázaro
Cárdenas
o Víctor Hugo
o Insurgentes
como un nombre de calle

Cuando nací me bautizaron dos veces

La primera por el padre
de mi padre que me llamó
´Etsíekame
"Maíz-sembrado-cuando-llueve"

La segunda por el padre de mi madre
que me llamó
Hairtsi Matsiwa
"El Rocío"

En mi primer
viaje a la Tierra del Peyote
fui investido con el nombre de Tutumakuyane
"Flor-espinosa-que-crece-en-el-Cerro-Quemado"

Luego otra vez aún
durante mi segundo peregrinaje
cuando me llamaron
Hiri Manakuxaure
"Cerro-de-color-que-se-ve-a-lo-lejos"

Cuando la policía me arrestó
en mis papeles escribieron
mi nombre público
Guadalupe González Carrillo

Así que ya conoces
todos mis nombres

Pero ahora que estoy muerto
si quieres venir a rezar a mi tumba
llámame como quieras
o escoge entre los nombres
que vinieron y los que vendrán
porque el sol en que habito
me bautiza todos los días
con su fuego
y en las grandes tierras donde cazo
mis compañeros
no tienen que hablar para hallarme

Soy un wixárika del Tercer Valle
del Sol

Palabras escuchadas y puestas en escena. 1979.





Canto visión de los desmembrados

De sus quijadas
nacieron las sandías y el nanche
-sí lo sé

De su lengua
nacieron el maíz amarillo y el maíz azul
-sí lo sé

De su cerebro
nacieron la calabaza y el xepái
-sí lo sé

De sus ojos
nacieron el tuxú y el tsaakuxa
-sí lo sé

De su piel
nacieron los mangos y los chabacanos
-sí lo sé

De sus nervios
nacieron el chile y el catamuchi
-sí lo sé

De sus ijares
nacieron los tomates y las nueces
-sí lo sé

De su corazón
nacieron la caña de azúcar y el camote
-sí lo sé

De su hígado
nacieron los higos el maye tapiri y el tetuí
-sí lo sé

De sus pulmones
nacieron el tabaco y el chicle
-sí lo sé

De su vejiga
nacieron el teu y el cuyaute
-sí lo sé

De sus riñones
nacieron las manzanas y el gualamo
-sí lo sé

De su médula
nacieron las ciruelas las peras y el xiu
-sí lo sé

De sus genitales
nacieron la piña y la papaya
-sí lo sé

De su colon
nacieron el mamey y el pepino
-sí lo sé

De su aparato digestivo
nacieron los hongos y los muitles
-sí lo sé

De sus dientes
nacieron el ecotal y el pimiento verde
-sí lo sé

De sus cejas
nacieron el limón y la naranja
-sí lo sé

De su bazo
nacieron la pitahaya y la guayaba
-sí lo sé

De sus senos
nacieron el durazno y el zapote
-sí lo sé

De sus nalgas
nacieron las tunas y el aguacate
-sí lo sé

De sus piernas
nacieron el chilacayote y la huwaixa
-sí lo sé

Takutsi
Nakawé
Nuestra Bisabuela
Crecimiento
creó el Mundo
-sí lo sé

Después su cuerpo
cayó en pedazos
-sí lo sé

Y cada
pedazo de su cuerpo
se volvió
una nueva
especie de flor y
de árbol
-sí lo sé

Llamamos a
Takutsi Nakawé
la Desmembrada
-sí, sí lo sé

Todos los días
nos comemos su
cuerpo
con el Watákame
-sí, sí lo sé

Canto-cuento para Takutsi Nakawé y Watákame. Las Latas, 1989.



El equilibrio

Así esta mañana
bebo en un dedo
de tu mano
y nado en un hueso
de tu brazo
en un sol desollado con
cabeza de muerto

Así esta mañana pesco
el pez inseparado
que separa el
cerebro

Peyote de la flor
hambrienta
que se come la primera
mosca

Yo me baño en ti

y en el tiempo
Yo pesco en ti y en tiempo
Yo bebo en ti y en tiempo

Yo florezco al primer
equilibrio

Las Latas, octubre de 1985.





Lepra a un joven poeta | Serge Pey

Tra­duc­ción de Nadia Mondragón



Tengo la cabeza llena de ideas locas, inmaduras.

Présteme su nom­bre y descar­garé todo lo que tengo que decir sobre

los jóvenes y los viejos, sobre la nov­ela —¡que se vaya al diablo!—

y sobre la poesía —que está muerta—.

Vir­ginia Woolf, Carta a un joven poeta



Para usted,

En la prisión, uno debe emplear su tiempo para estar en posi­ción de ser tratado de usted. La dis­tan­cia del usted llama al respeto y tam­bién al número.[1] Hablando de usted uno se vuelve muchos. Mil para un solo guardia. Uno se vuelve “Mil-hombres” en un solo hom­bre. Uno se vuelve usted, uno se vuelve el otro frente al espejo inver­tido que mul­ti­plica el “tú” por dos.

El hablar de usted es una dis­tan­cia que per­mite ver­nos más de cerca que el tuteo del mundo.

Voy a hablarte de usted, voy a hablarte, no con “usted” en mayús­cula, sino con “var­ios” en mayús­cula, puesto que somos mil­lares en el seno de nues­tra per­sona, y si la poesía es un juego, es el de la reunifi­cación y la destruc­ción per­ma­nentes de esta humanidad que vive en nosotros.

Cada poema es una pieza del rompecabezas esquizofrénico sagrado que nos con­sti­tuye. En ese sen­tido es un pedazo de carne, un dedo cor­tado de la mano neg­a­tiva de nue­stro cere­bro que damos a otras manos para asir el mundo.

Te escribo esta letra, le escribo esta lepra.

Le escribo sobre un bastón que acabo de cor­tar para caminar.

Este pedazo de madera des­fig­u­rado por el cuchillo y la tinta.

Te digo “usted”, a ti que eres varios.

Entre Rilke y Artaud, de la carta a la peste.



Este libro llevó mucho tiempo el nom­bre en su secreto de Lepra a un joven poeta.

Puede con­ver­tirse en Prin­ci­p­ios ele­men­tales de filosofía directa o Cróni­cas de poesía pro­vi­so­ria, pues quizá mi poesía tam­bién es eso.



“Lepra a un joven poeta” no es un juego de pal­abras efec­tu­ado sobre el lomo del libro de Rilke. Es un juego de sen­tido sobre la san­gre espir­i­tual de Rilke.

Cada poeta escribió su Carta: Max Jacob, Ver­heggen, Vir­ginia Woolf. Cada poema vom­ita su letra como un con­sejo a la poesía. Yo tam­bién hago la mía hablando de usted a toda la poesía como un Tú.



El capí­tulo XIII del Lev­ítico está con­sagrado a la lepra.

Esta pal­abra, tra­ducida del hebreo zaraath, no des­igna la actual lepra sino una impureza en un sen­tido más amplio.

La poesía debe ser así una lepra para la poesía.

En los defec­tos y pliegues aparentes de los tapices sobre los muros, Witold Gom­brow­icz encon­traba nuevos caminos.

Te escribo, para usted, esta impureza.



Frente al poe­soso [poéseux], ese poeta repug­nante, esnobista-palurdo de la poe­t­i­zación académica, el poeta con­tem­porá­neo debe ser un leproso.



Un lep­roso rad­i­cal, y no el “let­roso” melancólico de las ped­a­gogías uni­ver­si­tarias en las gramáti­cas clíni­cas y estruc­turales de la poesía.

Un por­ta­dor de la enfer­medad frente a las poe­t­i­za­ciones per­ma­nentes que impi­den ver el poema.



El poeta debe pro­poner la enfer­medad de su guerra para matar la enfer­medad de la opre­sión. Debe ofre­cer un cierto sui­cidio que es una forma de matar la muerte para que la vida, toda la vida pueda vivir.



El poeta debe por­tar la impureza pura.

Aquí, son con­vo­cadas: la suciedad, las basuras [ordures] del oro,[2] la cor­rup­ción de los cornos de caza y los cal­los, la podredum­bre sub­lime, y más aún la putre­fac­ción de los pozos, el residuo de la nada, el dese­cho peli­groso, la degradación y la ruina.

Todos esos sinón­i­mos de la inteligen­cia explotarán como bom­bas bajo los asien­tos de la acad­e­mia de las escrit­uras de la exce­len­cia y de los trans­misores de la muerte del poema.

Los basureros son los instru­men­tos de nues­tras bellezas y de nues­tra búsqueda en los intesti­nos de lo desconocido.



“La poesía, es decir, la guerra”, decía Mandelstam.



Esta lepra es una peste ter­mi­nal, como Artaud lo deseaba.

El poeta debe “artaudizar” la sociedad de la literatura.

Esta lepra, esta letra, es así, evi­den­te­mente, la peste de Artaud.

Cada gen­eración debe inven­tar su ter­ror­ismo lit­er­ario, su his­to­ria de amor, su pasado y el ritmo de su utopía.



Las Car­tas a un joven poeta de Rilke son de todas man­eras, sin embargo, con­se­jos que dar en este siglo que sólo existe como un número del Apocalipsis.

Así les digo, yo que los quiero, “no escriban poe­mas de amor”.



Los epí­gonos de la poesía trans­miten los con­se­jos de Rilke para rehacer una poesía cuya eternidad si quiere ser eterna nece­sita morir.



“Una sola cosa es nece­saria: la soledad.”

Vivan “entre los niños secretos”.

Sean bár­baros de la bar­barie edu­cada que nos apri­siona: esta es la consigna.



Hay que lle­var la carta [porter la let­tre], lle­var “el ser” ahí [porter là l’être] en el poema, y matarlo de muerte literaria.



La poesía, que tiene un estatuto de lepra social, hace de todo poeta digno de ese nom­bre un lep­roso con­tra la sociedad, el mundo de diver­ti­mento del poema esno­bista, el juego de Papú en la cabeza de la Fran­cia cul­ti­vada,[3] el juego del patio del recreo y la televisión.



La joven poesía no debe enmas­cararse que vive en un lep­rosario y que con su enfer­medad debe apren­der a combatir.

La poesía es el juego de pal­abras de la piel.

Sus frag­men­tos rojos, sus peda­zos de hue­sos, sus asom­bros cap­i­tales, sus máx­i­mas de carte­les des­gar­ra­dos, sus acci­dentes vol­un­tar­ios, sus con­vic­ciones de vidrio roto, no son letras.

El alfa­beto que los vom­ita es el de un pre­sente que se sostiene al borde del tiempo.



Los poe­mas, esos vómi­tos expul­sa­dos de nues­tras bocas, son peda­zos de lep­ras que se deben lle­var a las filas del enemigo.

Nue­stros dedos de uñas sucias “lautréa­mon­tianas” mac­u­lan la página vir­gen de la belleza.



Sal­var la poesía, en nom­bre de los obje­tos man­u­fac­tura­dos no críti­cos que sur­gen de la rup­tura de las fron­teras del arte, llama al com­bate y a ele­gir la tradi­ción de sus armas.

Esta carta es una carta de guerra.



Situar el acci­dente al Occi­dente de la lit­er­atura es nues­tra labor.

Pren­demos fuego a los anti-monos de circo que actúan en los trapecios de car­i­catura de la muerte del arte.

En nue­stros incen­dios de fusión fría, reduci­mos a cenizas sus espe­jos de paja.



El poema siem­pre seguirá siendo la bruja del sab­bath, la anar­quía rev­e­lada, lo extra­or­di­nario que se vuelve cotid­i­ano, en la gran pul­sión de las car­tas de Dionisio.

No la puesta en escena sino la puesta en acto de todo lo que funda nue­stro mito pri­vado, reprim­ido por el orden y la sociedad enferma, el soplo del poema no cor­tado de la vida.

Lle­var la lepra a los labios de la poesía es una forma de matarla para que nazca una nueva poesía sobre su cadáver. Las plan­tas aman a los muertos.



Toda forma estética tiene una acción men­tal y física: las for­mas nos mod­i­f­i­can y nosotros debe­mos con­tro­lar la mod­i­fi­cación de las formas.

Debe­mos colo­car sis­temas de efec­tos retar­da­dos, soft­wares y tram­pas del imag­i­nario para hacer cre­cer al hom­bre hacia su devenir humano.

La poesía sigue siendo la con­struc­ción ine­ludi­ble de la Humanidad en los Auschwitz per­ma­nentes que nos gasean.

La poesía de acción despoja al hom­bre de sus gestos y de sus guantes.

La poesía debe operar con la mano directa de la palabra.

Con el huevo de la oral­i­dad, ella va a pegar las pági­nas de los diccionarios.



Inven­ten otra lengua. Única y mis­te­riosa, como cuando hablan de amor.



Usted a quien tuteo cada día, te ofrezco mi destruc­ción, y tú, la tuya. Nues­tra lengua de visiones y de manos se con­struye de esta manera.

Mis tomates, mis cube­tas con agua y mis espon­jas son las “palabras-manos” de los nuevos poe­mas que escribimos.



Tocar la vida es tocar la boca que dice el poema. Es inven­tar el oro de la oral­i­dad, es via­jar en lo invis­i­ble que sep­ara las cosas y las une a las pal­abras. Un poema, es des­cubrir otra boca del decir, otro ángel en el ángulo de nue­stros dientes.



No la voz alta [haute voix] del teatro, sino la vía alta [haute voie] de su locura sac­ri­fi­cial. Una pal­abra no es más que un esqueleto de la voz [voix] que ve [voit] el mundo.



Defin­i­ti­va­mente exclu­ido del cuerpo social y lit­er­ario de la poesía, el poeta de acción sigue siendo percibido a veces como una ame­naza con­tra la poesía y se con­sti­tuye así como el prin­ci­pal sospe­choso de la muerte de la poesía poetizante.



En las misas auto­sui­ci­dadas de la poesía pros­ti­tu­ida de las Acad­e­mias y de las auto­cel­e­bra­ciones, la poesía de acción tira y destruye.

La poesía de acción es una poesía pública.



El poeta directo como una acción, ese poeta digno de ese nom­bre de poeta, ter­mina en los hornos cre­ma­to­rios de los hos­pi­tales de la lit­er­atura uni­ver­si­taria. Esos detri­tus de ver­sos y de teatro, hoy masi­va­mente entre las manos ensan­grentadas de los usurpadores y los doc­tores de la razón del mer­cado razonante.



Impuro, el poeta de acción se siente en el deber de cor­romper el cuerpo social lit­er­ario que ya no quiere el pen­samiento del poema, y que elige, frente a lo descono­cido de su doble vista, los rega­los alien­ados de sus lec­turas de rebaño.



Es así como está pre­scrito que el falso poeta lleve guantes y som­brero, y se anun­cie con una matraca, y mendigue con un cubilete de oro.



Pero el ver­dadero lep­roso debe enve­ne­nar los pozos.

El lep­roso se siente en el deber de asesinar al letroso.

Y fre­gar el charco de san­gre del char­latán de la letra.

Es su tra­bajo de ter­ror­ista del infinito.



Lepra a un joven poeta es tam­bién una carta a la juven­tud de toda la poesía per­ma­nen­te­mente renovada.

Al decir que el pasado puede ser a veces más mod­erno que lo que lla­mamos con­tem­porá­neo, hay que ver sur­gir la poesía allí donde menos se la espera. Lo descono­cido no existe hasta que se hace lengua y la lengua no existe hasta que encuen­tra lo desconocido.

La esper­anza no es el por­venir. A la poesía no le gusta su mer­cado de timadores y de sal­dos del pen­samiento. En el pre­sente alien­ado, abre la bifur­cación de un nuevo pre­sente con sabor a eternidad.



Hoy, el poder de la poesía es el de la mun­danidad encanal­lada en el espec­táculo de las mer­cancías ilusorias.

Las van­guardias no escapan a eso, repiten la moda en sus jaulas de peri­cos de la mer­cancía y se equiv­o­can de pal­abras con­fun­di­endo el deter­gente lib­eral y los soles negros de las ver­daderas anar­quías. Los copis­tas de las van­guardias pro­ducen a menudo can­tos de guardianes.

Sean sin­gu­lares. El arte no existe, sólo hay artistas.



Escribi­mos con nues­tras gotas de tinta, nues­tras manos llenas de papel secante y de por-venir, nues­tras tachaduras de san­gre, nue­stros tomates aplas­ta­dos y nue­stros peda­zos de cunas y de tumbas.



Cuando pelo una rama de árbol y la pulo, para el bastón donde voy a escribir mi poema, dejo algu­nas veces un poco de corteza, un pedazo de piel oscura sobre el blanco de su esqueleto sin piel.

Esa man­cha, esa putre­fac­ción que rodeo con mi punta de tat­u­ador de poe­mas, es el soporte de un nuevo invis­i­ble que algunos lla­man la vida.



Es de esa lepra de la que hablo, es de esa letra.

Un pedazo de igno­ran­cia que sabe, este bastón, este bal­ancín que nos ayuda a cam­i­nar y cuya huella de hierro al rojo vivo per­fora hoyos a nue­stros pies que se toman como caminos.

27 de diciem­bre de 2004


[1] Vous sig­nifica ‘usted’, pero tam­bién ‘ust­edes’. Con esa ambiva­len­cia Pey a lo largo de la carta.
[2] Ordures: juego fonético aso­ci­ado a or dur (‘oro duro’). Les ordures de l’or serían ‘los oros duros del oro’.
[3] Le jeu du Papou dans la tête es un pro­grama de radio francés, de con­tenido lit­er­ario, con jue­gos de pal­abras y de lenguaje.





Poeta del lenguaje y los ritos: Serge Pey

Por Jorge Luis Tercero

“El poema, ese rito de la conformación de la existencia a través del lenguaje, se vuelve de repente ceremonia de celebración de la palabra”, escribe Serge Pey en alguna prosa encontrada en esa necia botella al mar que es la virtualidad. Recientemente, el pasado martes 14 de abril, este poeta francés, realizó un acto metafórico, una caminata dentro del bosque de Chapultepec al lado del bailarín marroquí Michel Raji, para dar inicio a la edición 2015 del festival Poesía en Voz Alta.

Como cada año, la Casa del Lago Juan José Arreola realiza este ejercicio lírico performativo con más de 50 años de tradición, que vincula escritores mexicanos reconocidos con poetas de distintas tradiciones orales y diferentes nacionalidades, incluidas las lenguas indígenas. En esta ocasión, además de otros destacados invitados como el poeta estadounidense Jerome Rothenberg, nos encontramos con provocadoras propuestas, ejercicios vertiginosos en torno al lenguaje, como la poesía de Serge Pey.

Le poème, ce rite

Autor y activista francés, nacido en 1950, proveniente de una familia obrera del barrio Hers de la ciudad de Toulouse, un perseguidor del lenguaje para quien la poesía juega un papel trascendental en el día a día del mundo contemporáneo.

En entrevista inesperada, un poco surgida por el azar de un disco regalado (en cuya portada puede apreciarse un jitomate aplastado), Pey nos platicó de algunas de las nociones sobre las que se ha construido su idea de lo poético:

“Para tocar lo real se necesita una preparación mental, en unas horas es imposible transformar a la gente, como muchos pretenden. Cuando accedemos a una definición de la poesía, ya la poesía participa de esta concepción”, señala.

Para él la modernidad se materializa como una confusión que existe auspiciada por el mercado, en ella la cultura y las formas de comercio confluyen entrelazadas y el lenguaje pierde fuerza, es minimizado: “La modernidad no sabe nada, Heráclito es mucho más moderno que muchos hombres actuales. Arthur Rimbaud solía decir que odiaba la ciencia porque le parecía lenta, mientras que la poesía camina de la mano de Dios. Yo pienso otro tanto al respecto sobre esta era que nos ha tocado vivir”, declara Pey.

“No espero nada del público, la tarea de un poeta es destruir al público siempre. El público es una enormidad, una grosería; la verdadera poesía no supone un público sino una comunión, por eso el trabajo de un poeta es destruir al público para encontrar esa otra cosa, colectividad”, explicó cuando se le preguntó sobre su relación con el público.


Sobre el lenguaje

Desde 1981 Pey ha trabajado en diversos proyectos artístico-poéticos al lado de su aliado Michel Raji, todo a partir de una técnica de poesía física y experimental. Ambos artistas están convencidos de que factores como el vértigo o el movimiento son fundamentales para entender lo poético, para concebir al poema como intermediario; un camino entre la vida y el lenguaje que debe ser cruzado:

“El poeta debe trabajar sobre el bloque total de realidad y eso es un trabajo de todos los días, no consiste únicamente en escribir una poesía y relajarse. El poeta debe de cambiar la cotidianidad desde el acto”, dijo.

Según explica, toda poesía realmente es una manera de emplear las palabras de siempre –dentro de las que ya están contenidas las personas, los animales, las vocales o los sonidos que toda la gente usa– pero sacándolas de ese inconsciente colectivo que es lo Real, para darle una materialidad diferente de la acostumbrada en el entorno social. La poesía para Pey tiene que lidiar y, quizás a la usanza de Andrei Tarkovsky, esculpir desde el lenguaje ese bloque de sustancia donde las cosas, los seres, el tiempo y la nada se cruzan caóticamente.

Recordar a los caídos

A principios de los años setenta Pey inicia con estilo de poesía, reflexión, experimentación y activismo, desde diversas trincheras como su trabajo performativo o la fundación de editoriales y colectivos. En diversos poemas suyos nos reencontramos con una actitud estética desde la que confluyen temas sociales e ironías del mundo, como puede apreciarse en el siguiente poema antologado en el Cuadernillo de Poesía en Voz Alta 2015:

“En un país
donde se levantan
monumentos a la libertad
los únicos libres son los monumentos”
(Serge Pey)

El martes de la abertura de Poesía en Voz Alta, Pey realizó un pequeño ritual-reflexión para recordar a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa:

“En Francia ya había dedicado un par de eventos para ellos. Esos jóvenes iban a ser docentes de escuela y para mí masacrar a un profesor es la cosa más abominable. En estos días un maestro es el único ya que transmite realmente la poesía. La muerte de eso jóvenes me recuerda a la del Che Guevara, quien fue un maestro. A él lo ejecutaron en una escuelita llamada La Higuera, en Bolivia, donde lo tenían cautivo. En un pizarrón dentro de un salón de aquel lugar había una falta ortográfica y el día de su ejecución el Che le pidió a sus captores que la corrigieran. Murió enseñando”, concluyó Pey.






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ANTONIO LEÓN [18.459]

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Antonio León

(Ensenada, Baja California, México). Poeta.
Ha publicado: “Busque caballos negros en otra parte” (Editorial Pinos Alados, 2016).


UN PARTE METEOROLÓGICO

hay que distinguir entre metáforas
que describan la primera piedra desprendida del génesis
o el lanzamiento de una roca desde la muchedumbre
una fractura                     o varias
en la administración de tiros de escopeta
antes de que llegue la mímica
de la muerte por causas naturales
la entropía es el efecto más claro
del momento que vive el sexo por correspondencia
en este club se puede fumar y tomar
sin que nadie se alarme
pero el calor               esa carrera ciega
no se percibe como arte
es una contradicción
tener miedo a las palabras que nacen en las cisternas
y en el estupor que se licua en la corriente de la asfixia
hay un límite en la rabia que no se logra
sus piedras ascéticas pueden ser evaluadas
junto a otros errores de los que arman edificios
si no se hace un presupuesto con antelación
es difícil resignarse a mil fuetazos en el rostro



A MI SOBRINO LE PROHÍBEN BAILAR 
MÚSICA DE CLUBES

pienso en la consciencia como un tema de investigación
no tengo armado
panorama alguno
para definir cualquier otro sistema de movimientos

mi sobrino tiene las refacciones que se necesitan
para desollar los rubros de lo cotidiano con sus pies morenos

así
en alguna de las mentes de nuestro siglo
duerme la cura del aburrimiento
cualquier evento se transformará en historia de discoteca
        los tornillos que sostengan
        nuestra torre de hierro
se abrirán ante el esquema de fomento al egoísmo

por exigencias del poema en que ahora baila un niño
todas las fiestas estaban en decadencia



CABALLOS NEGROS

es una mancha que ruge
cardumen mutante

su erotismo es galope de sensualidad
donde el coito no es nada más que sugerido

en el otro extremo se encuentra la usura
como expresión de buena voluntad

se trata de condenar el oportunismo
del interés que no se muestra

una cuadra de rasgos diabólicos
cuya materialidad se expresa
en los distintos matices del salto

tanto a nivel del goce
como de la profundidad del deseo
los caballos negros son
sus herraduras son negras



ACCIDENTES

 A bank of red earth, dripping down death

me gusta pasar al lado de los accidentes
son la evidencia del fracaso de la colorimetría

no puedo llorar frente al herido
si sus vísceras son más bellas
que los reflejos de mi nuevo tinte

sé que es un punto la grana            un   atolón de furia
la nube en el agua que no se enteren los ambientalistas
la vida se ha vuelto incómoda tras aquel documental
charcos y lagos con nata fluorescente
texturas                               procesos de tintado
los tubos de bronce que desembocan en el río
si esta fuera mi          cabeza de la forma en que la pienso
un bulbo de tulipán              pero un llavero de jíbaro

un globo lleno de lágrimas rojas
las cárceles de cabello son cataratas raquídeas
si esta fuera mi cabeza       de la forma en que la pienso
hubiesen incluido en la cuenta del salón de belleza
los pasos de yodo
de una niña que se visita sola



Rufus Wainwright fracasa al imitar a Judy Garland 
y Liza Minelli al mismo tiempo

nosotros conocemos a las funcionarias del estado
que tienen corazón de buque y coño ventrílocuo
virtuosas de la faringe que han triunfado en el Carnegie Hall
mientras los negros dejan de ser llamados negros
y las cantantes famosas no vuelven a imitar a los maricas

las funcionarias pueden hablar en dos registros
y tienen manos de ogro perfumado en jabón Maja ®
           
el anuncio oportuno informa

la guerra se aproxima        denostamos los juguetes antibélicos
se organizan escapes del lugar común a domicilio
bajos precios en maldiciones arteras     somos fabricantes
se vende vitrina de hospital católico      poco uso
solicitamos donantes que cuenten chistes
para un nuevo banco de mentiras sobre la historia
los domingos se suspenden actividades en el escenario principal
busque caballos negros en otra parte

el presidente dice que prefiere las mujeres un tanto viriles
pero los travestis     esos sí           masculinos como un incendio

hay un trofeo de carne menor de edad que tiembla de miedo
el presidente no pudo mostrarle
la ruta de la moral crinolinizada

hay cierto rostro de espanto         pero no es recién nacido

el presidente decide que los modales afectados
y las cartas en que se llora un cadáver
pagarán nuevos impuestos
con los que se incentivará la industria manufacturera de zapatos de tacón
y dildos con puerto USB

también hay reformas benéficas
para los cuervos con pecho de viuda negra
que no pagan a tiempo sus bacanales
y para los hijos de puta que apedrean niños afeminados
en la vía publica
o los bajan a balazos de los cables del alumbrado
como si los mártires se produjeran a escala
en la nueva arquitectura de vigas en el pecho



Dissapearer

Here it comes again, out of the rain

y aquí viene otra vez la segunda parte de la lluvia
parece que vuelvo a tener diecisiete      tengo ganas
de jugar al crimen perfecto en el libro policíaco
el signo se llena de vida y no hay suficientes vagos
la Golden Gate Police Division usará todos sus recursos
para someter al policía de nombre chistoso      Ted Bear

hay ruedas y hematomas que aceleran por la vía lenta
el cuerpo humano ha estado fuera
es instrumento musical que suena
mientras se desliza llorando las causas de su necrosis

tengo grabaciones de una fotografía que arde
viene a mí     se pone negra         ahora flota
la cúspide del video indie como en American Beauty
ahora está en blu ray         incluye escenas
de bofetadas que pretenden salvar al hijo cineasta

eres la magia de la poesía            del lenguaje
tienes una explosión en el cuaderno 
como una estrella del oeste
que se puso de perfil y me invitó a ver su filo

una larga travesía el escozor
la mitad del día desde el cenit
miro la cara redonda          esos rasgos
favorables para la costura del muerto

fui tras las rocas en busca de manantiales
o brotes espontáneos dedicados a la ficción
una estrella del este es el trabajo humano
al salir del aeropuerto hay un desaparecido




Tura Satana tiene un romance con un chico 
de Greenpeace y juntos odian la Baja 1000

la dama de mortíferas curvas ha
descubierto que las road movies
y las carreras de automóviles
tienen efectos nocivos en la sierra desértica
            en el periódico aparece el tema de los neumáticos
            el aceite que se filtra hacia las gónadas de la tierra
mientras las marchas juveniles entregan restos de rebeldía

La sierra desértica es un núcleo expuesto a la erosión
y el ruido de motores adictos a las metanfetaminas
cubierto por rocas volcánicas y sedimentarias
producto de movimientos de las placas continentales

ese chico de mirada reforestadora
le enseña recetas de cocina que no incluyen vísceras
ella le muestra como matar un villano con su propia quijada

hay un rostro que no aprueba
llega la hora del documental sobre compostas
y la falta de poesía sustentable
Tura Satana dice que penden sogas de su antiguo odio
las golpizas en baldíos fueron moneda corriente
recuerda que           antes de morir          los enemigos
encontraban fuerzas para elogiar su escote


pero esos dragones de su cuerpo se volvieron gatos
y los puños arteros
se le han convertido en bolsitas de té verde



VLADIMIR PUTIN NO PUEDE EVITAR
QUE ANDERSON COOPER BAILE CON MADONNA

la objetividad del periodista
es una Diana compuesta
en minutos de conflicto armado

la sangre de los marineros de tierra
sólo se había visto en Querelle
o en las películas de Isela Vega
en las que el espectador se sentía sucio
cuando era otro actor el que facturaba incestos
mientras la fotografía era una ofensa a todo color

el hombre que formula una           conjetura
y no acude a una serie de              argumentos
para defender su                             propuesta
se empeña en hablar                       toda la tarde

qué difícil la jornada del humano
desde su aparición sobre el polvo
que le estropea las botas


* *


durante la adolescencia
conocí a mi primer homosexual
no recuerdo su nombre
pero vestía gabardinas color gato-hormiga
y se quejaba del clima controlado
nunca del medicamento controlado
también rechazaba las formas blancas
del arte moderno
las filas y contingentes
y que los maricas no pudieran besarse en las películas

él era de pelo cano
le decían La zorra plateada
odiaba todos los discursos que no venían de su voz
la pared y sus rasguños de caramelo macizo
también tenía una tos de gato
ruido que frustraba
la fluidez de la tarde


* * *


El presidente Ruso            Vladimir Putin
advirtió este lunes en entrevista
que si Rusia ve amenazada la seguridad nacional
empleará en su defensa
armas
de alta tecnología

el estadista resaltó
que                    sin exagerar
la política exterior de Rusia es pacífica
al recordar que una mirada al mapa político del mundo
evidencia que el país no necesita territorios
ni riquezas naturales ajenas

La zorra plateada nunca estuvo en la guerra
pero se sabía capaz de hacer la circuncisión a los solda­dos
con un destapador de taquería
y asepsia de alcohol en fanta de naranja
mientras hablaba del otro               alguno de sus favoritos
siendo tan amable que daba miedo
con aromas grises en el cigarro
como usuarios de este escollo
todos conocemos la naturaleza del otro
en la interacción social
que logramos copiar de las pesadillas
en que amarran a dos chicos del coito
mientras sacuden sus rostros
junto a la ceniza que nadie reclamará como suya


* * * 


los dogmáticos se forman
ante el YouTube          dicen
mira como sufren las jotitas de Eurasia
mientras el bellísimo venado de plata
se contonea como un nerd
con la torpeza de quien no ha sido rapado
o rajado de los pezones
o confrontado a fuetazos si decide hacer Vogue dancing
a las tres de la mañana



* * * 


luego hay dos rubias de cierta edad
que bailan frente los últimos sobrevivientes al mito
ninguna de ellas es la zorra plateada
pero una imitadora de Madonna
se queja ante las autoridades que protegen
la propiedad de autor

dice que           por menos de eso
antes las rapaban
frente al contenedor metálico
de las caderas y las chichis falsas



SKINHEADS EN MI LECTURA DE POESÍA

si en algo me equivoco               me han de poner una golpiza

ya tuvieron suficiente con mi piel tostada
de tanto andar a pie
con la autoridad que finjo sobre ciertos temas

también es que odian otras cosas que yo represento
el glam rock
las canciones de los Freddy’s
mi forma de ir por la calle agitando la melena
los rubíes de viento que forjo con las manos
al decir que todos se la sudan a Bob Creeley
y que las poetas de mi ciudad
son las culpables de mi odio por el mar

me voy a equivocar
y habrá tres o cuatro botas con brillo de mi saliva
en la rendición de cuentas del bullying que me faltó
parece repentino ese interés por los poetas del grunge
como si no fuese una tragedia ser cualquier cosa
después de los dieciocho

ellos llegaron marchando sin hacer ruido
con cuadros de hule espuma pegados a las suelas
la disciplina de las formaciones de guerra
la mirada de que ahora podemos ser amigos
porque bebimos cerveza como si fuera agua dulce
como si mis peroratas al filo de la neurosis
pudieran
ser llamadas poesía




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