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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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JAMES DICKEY [18.300]

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James Dickey

James Dickey Lafayette (2 febrero 1923 a 19 enero 1997) fue un poeta y novelista estadounidense. Fue nombrado el XVIII Consultor poeta laureado en la poesía de la Biblioteca del Congreso en 1966. También recibió la Orden del Sur .

OBRA:

Into the Stone and Other Poems (1960)
Drowning with Others (1962)
Two Poems of the Air (1964)
Helmets (1964)
Buckdancer's Choice: Poems (1965) —winner of the National Book Award [5]
Poems 1957-67 (1967)
The Achievement of James Dickey: A Comprehensive Selection of His Poems (1968)
The Eye-Beaters, Blood, Victory, Madness, Buckhead and Mercy (1970)
Deliverance (1970)
Exchanges (1971)
For the Death of Vince Lombardi (1971)
Jericho: The South Beheld (1974) (with Hubert Shuptrine)
The Zodiac (1976)
Veteran Birth: The Gadfly Poems 1947-49 (1978)
In Pursuit of the Grey Soul (1978) (illustrated prose)
Head-Deep in Strange Sounds: Free-Flight Improvisations from the unEnglish (1979)
The Strength of Fields (1979)
Falling, May Day Sermon, and Other Poems (1981)
The Early Motion (1981)
Puella (1982)
Värmland (1982)
False Youth: Four Seasons (1983)
For a Time and Place (1983)
Intervisions (1983)
The Central Motion: Poems 1968-79 (1983)
Bronwen, The Traw, and the Shape-Shifter: A Poem in Four Parts (1986)
Alnilam (1987)
The Eagle's Mile (1990)
The Whole Motion: Collected Poems 1949-92 (1992)
Float Like a Butterfly, Sting Like the Bee
To The White Sea (1993)



Tres poemas de James Dickey 1923-1997

Por José Emilio Pacheco

Acaba de morir James Dickey, el poeta de Georgia, menos célebre por su notable poesía que por haber leído en la toma de posesión de James Carter y haber escrito una novela, Deliverance, que en 1970 anticipó el miedo de los noventa: acosadas por los ejércitos de la noche, en el bosque o en la selva urbana, las personas más pacíficas pueden volverse monstruos para no sucumbir ante los monstruos .

Dickey afirmaba con buen humor que publicó su primer libro a los 38 años, edad en que la inmensa mayoría de quienes intentaron escribir versos han renunciado al sueño de adolescencia Y lo hizo en clase turista, es decir en un volumen colectivo junto con otros dos que se perdieron en las tinieblas Como tantos de nuestros poetas, trabajó en la agencia publicitaria McCann-Erickson, encargado de la cuenta de la Coca Cola Así que todos sin excepción en algún momento de nuestra vida hemos estado expuestos a las palabras e imágenes de Dickey, conocido en el medio como “Jingle Jim” (por analogía con Jungle Jim, Jim de la Selva).

Hoy como nunca es necesario defender todo lo que da riqueza y variedad a la vida y a la poesía La cultura que despectivamente sus compatriotas llaman redneck tiene tanto derecho como cualquier otra a la existencia poética Dickey fue el vocero de esta visión del mundo que tan bien se ha expresado en la música “country” y ahora se encuentra bajo el fuego de quienes la repudian por machista y racista.

Con casi dos metros de estatura y más de cien kilos de peso, Dickey no correspondía a la imagen que solemos forjarnos de los poetas Fue estrella estudiantil del futbol americano, antecesor de los motociclistas que puso de moda Brando y combatiente en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial El gobierno de Roosevelt imprimió millones de libros de bolsillo para enviar a los campos de batalla Una antología de Louis Untermeyer le descubrió a los poetas contemporáneos cuando Dickey era piloto de un cazabombardero.

La ley que dio instrucción gratuita a los antiguos soldados le permitió estudiar en la Universidad de Vanderbildt Tras cientos de rechazos, un poema le fue aceptado por la Sewanee Review De todos modos su libro inicial, Into the Stone, no se publicó hasta 1960 Con Into the Stone, Drowing with Others, Helmets, Buckdancer’s Choice (Buckdancer es un bailarín de tap) y Falling se integra el volumen por el que Dickey será recordado, Poems 1957-1967 El texto que da título a la última colección se considera el mejor de su autor En 176 versos narra la caída de un azafata que se precipita al vacío al abrirse una puerta de emergencia Por su extensión y sus características tipográficas es imposible de reproducir aquí.

Dickey entró en el circuito universitario que es el único medio de subsistencia para los poetas norteamericanos Fue todo menos académico A la manera de Norman Mailer, publicó un libro de Self-Interviews y durante una temporada se convirtió en el más temible crítico de su poesía en su país.

Randall Jarrell (1914-1965) ocupó el puesto a lo largo de veinte años Como era de temerse, lo primero que hizo Dickey fue arremeter contra Jarrell en cuanto poeta: “(Sus Selected Poems) son torpes más allá de toda torpeza de estupefacción o petrificación; al leerlos de principio a fin, sé más del tedio de lo que saben los muertos En simple inglés americano que gatos y perros pueden entender, estos poemas son los escritos más sin talento, sentimentales, autoindulgentes e insensitivos que recuerdo; cuando los leo no puedo evitar reírme y llorar toda la noche, y no me explico la reputación que pudo forjarse a partir de esta basura”.

Un factoide, un hecho que jamás ocurrió pero que todos dan por sucedido, ha consagrado la leyenda de que el crítico implacable no resistió la andanada de Dickey y entró en una depresión que lo condujo al suicidio Es algo tan falso como la conseja de que Antonieta Rivas Mercado posó para el “ángel” Quien se tome la molestia de leer Babel to Byzantiium: Poets & Poetry Now (1968 y 1981), el libro que recopila las reseñas de Dickey, verá que la nota es de 1956, anterior en diez años a la muerte de Jarrell.

Veterano de muchas guerras literarias, Pablo Neruda llegó a la conclusión de que un escritor nunca debe atacar a otro Su contemporáneo WH Auden aconsejó al poeta ocuparse sólo de lo que le gusta Si un libro es malo no vale la pena ensañarse contra él: por sí solo desaparecerá en unos cuantos meses Si por lo contrario es bueno, el ataque no le hará ningún daño y uno quedará como un imbécil y un envidioso, ávido de elogiarse indirectamente a sí mismo
Cuando Dickey dio a conocer Puella, celebración de su matrimonio con una joven, Dana Gioia, a su vez excelente poeta y crítico, lo liquidó en una reseña feroz, compilada en Can Poetry Matter? Essays on Poetry and American Culture (1992) Sin embargo, el propio Dana Gioia reconoció que “James Dickey es comprensiblemente uno de los poetas más leídos en Norteamérica Acaso ha hecho más que ningún otro escritor vivo por ampliar los temas de nuestra poesía Sus aportaciones no provienen de explorar zonas exóticas de la experiencia norteamericana sino de llevar al poema la mitología del redneck sureño con todos sus lóbregos accesorios de ebriedad, brutalidad, sexualidad e ignorancia Dickey creó un nuevo paisaje literario que, por poco atractivo que resulte sigue pareciendo creíble y pertinente para los lectores contemporáneos La suya fue una poesía para norteamericanos que no viajan al extranjero, excepto cuando los mandan como soldados, una poesía que encuentra cosas más extrañas en los apartados bosques de Georgia que en lo más remoto de Asia Escribió sobre gente que uno conoce en la vida pero que nunca antes había encontrado en los versos”.

Ojalá los tres poemas aquí traducidos puedan servir de invitación a leer la poesía de James Dickey


El cielo de los animales

Aquí están con los dulces ojos abiertos
Es un bosque
Si han vivido en un bosque
Si han vivido en llanuras
Es hierba que para siempre se deslizará entre sus patas
Aunque no tienen alma, de todos modos
Sin saberlo han venido
Sus instintos florecen en plenitud y se levantan
Con los dulces ojos abiertos
Para hermanarse con ellos, el paisaje florece
Excede lo necesario,
El bosque más frondoso,
el más profundo campo
Para algunos
El lugar no sería lo que es sin la sangre
Cazan, como han cazado,
Pero con garras y colmillos perfectos
Aún más letales de lo que suponen,
Acechan con un mayor silencio,
Se encorvan en las ramas
El descenso a los lomos de sus presas
Puede tardarse años
De dicha que se cierne soberana
Y los que son cazados
Saben que esto es su vida, su recompensa: arder
Bajo esos árboles, sabiendo
Qué está gloriosamente encima de ellos
Y no sentir ya miedo
Sino obediencia, rendición, plenitud indolora
Y en el centro del ciclo
Caminan, se estremecen bajo el árbol,
Caen, son destrozados, se levantan
Y caminan de nuevo


Adulterio

Todos hemos estado en esos cuartos
En los que no podemos morir
Y son lugares tristes y extraños
A menudo acechan los indios
Con armas de águila en las colinas
Bajo el crepúsculo abierto al Gran Espíritu,
O se deslizan en canoas,
O bien pacen las vacas en los muros distantes,
Mirando con los ojos de nuestros hijos,
Nada distantes
O hay hombres que manejan
El último martillo que remacha
Los clavos de los rieles y se ha vuelto
Oro en sus manos Una inmensa
Anticipación del placer
Vive entre estas escenas, y estamos al fin solos
Siempre hay algunas lágrimas
Entre nosotros Y alguno siempre lanza
Miradas furtivas al reloj en el buró
Para ver cuánto nos queda Esto no va
A ningún lado No vamos
A ningún lado: ni yo
Con mis torvas técnicas, ni tú
Que has sellado tu matriz
Con un anillo de hule convulsivo
Aunque nos venimos juntos
No vamos juntos a ninguna parte
Sin embargo no cederemos
Porque la muerte es abolida
Por los indios que rezan, las vacas lejanas,
Los martillos históricos, las citas peligrosas
Que unen continentes


Imposible morir aquí

Imposible morir, imposible morir
Mientras se llora Mi amor, cariño mío,
Te veo la próxima semana,
Si vengo a la ciudad Te llamaré
Si puedo Por favor, date cuenta de
Por favor, no Dios mío
Por favor, ya no No lo resisto
Mira, lo hemos hecho otra vez
Aún estamos vivos Levántate y sonríe
Dios te bendiga Es mágica la culpa
Ciervo entre el ganado
Aquí y allá, bajo la luz quemante
De mi mano que recorre el prado nocturno,
Todos se hallan pastando
Con alfileres de luz humana en los ojos
Uno de ellos, silvestre,
Come también la hierba humana,
Esbelto, elegante, domesticado
Por la oscuridad,
Entre los que criamos para matarlos
Saltó la cerca paralítica
E inclina su frente ramificada
En la mesa verde de escarcha,
Unica cosa viva a la luz de esta linterna
Que puede irse cuando lo desee,
Convertir en bosque la hierba,
Cerrar los ojos al resplandor inhumano
Pero allí sigue: imperturbable en su campo abierto,
Con las chispas de mi lámpara en sus pupilas,
Sin nadie que lo iguale entre las reses,
Pasta con ellas en la noche del matadero,
Unico de su especie que se levantará entre los muertos




El curioso caso de James Dickey - (el poeta presidencial olvidado)

Por EDUARDO ESPINA
DESDE ESTADOS UNIDOS ESPECIAL PARA EL OBSERVADOR
En la década de 1970, James Dickey era uno de los escritores estadounidenses más prestigiosos y famosos. Hoy está casi olvidado (y el casi parece estar de más). ¿Cómo puede ser? ¿Cómo puede ser que el segundo poeta en la historia de su país en ser invitado a escribir el poema inaugural de una presidencia, la de Jimmy Carter, el escritor que tuvo un fenomenal éxito de crítica y público a nivel mundial con la novela Deliverance, adaptada luego al cine, quien fuera Poeta Laureado de la Nación entre 1966 y 1968, hoy no figure en el mapa de escritores que siguen siendo leídos y recordados?
A tanto ha llegado el olvido, que en los últimos días, informando sobre el poema inaugural de la presidencia de Obama, escrito por la poeta negra Elizabeth Alexander, los diarios más importantes de este país, incluido el New York Times, cometieron una enorme omisión diciendo que únicamente tres poetas antes de Alexander habían tenido el honor de participar en la toma de mando con un poema especialmente escrito para la ocasión.

Mencionaron al venerable Robert Frost, quien accedió a la invitación de John F. Kennedy en 1961, y a Maya Angelou y Miller Williams, quienes honraron el inicio de la primera y segunda presidencia de Bill Clinton, en 1993 y 1997 respectivamente. Vaya uno a saber por qué (porque también los medios de prensa supuestamente serios se equivocan), pero ningún diario mencionó a James Dickey, quien, repito, fue el segundo poeta en escribir un poema “inaugural” complaciendo la invitación de Carter en 1977. Por cierto, el poema de Dickey, “The Strength of Fields”, debe ser el mejor de los cinco poemas “presidenciales”.

No es tan fácil encontrar el por qué, en caso de que lo haya. Le pregunté días atrás a mi amigo el poeta Paul Christensen por qué Dickey está olvidado y me dijo que había varias razones, pero no me dijo cuáles específicamente. Aunque también destacó que “pronto volverá, porque en su obra hay demasiadas cosas buenas como para que caigan en el olvido”. Con toda seguridad Christensen tiene razón, por más que resulta difícil vaticinar cuándo un escritor valioso que ha caído en el olvido recobrará actualidad. Quizás pase tiempo, muchos años, antes de que esto ocurra. Dickey, si lo viera, no podría creer.

Cuando lo conocí, en noviembre de 1980, Dickey era una estrella. Resulta extraño constatar que un poeta, figura casi siempre marginal de la sociedad, pueda convertirse en actor protagónico de la misma, aunque a veces pasa. Y en el caso de Dickey no tiene que ver exclusivamente con su poesía, pues fue la novela Deliverance, de 1970, la que lo convirtió en escritor popular, condición a la que muy pocos poetas pueden acceder. Dickey fue, conviene destacarlo, antes que nada poeta. Lo de novelista fue ocasional. Su fuerte fue el lirismo, no la narración, aunque también fue un agudo crítico literario y sus ensayos autobiográficos deberían ser recuperados. Así pues, Deliverance es una rareza en la obra del sureño, aunque, verdad obliga, es una rareza que le trajo celebridad y dinero: la plata rápida que genera un libro cuando es adaptado al cine y la película tiene repercusión masiva. En español se llamó La violencia está en nosotros y también en Uruguay fue éxito de taquilla (al menos cuando la vi el cine estaba lleno). Tiene como actores protagónicos a Jon Voigt, y a un Burt Reynolds en la cima de su popularidad.

El filme, de 1972, fue dirigido con lúcido entendimiento de las circunstancias reales por el inglés John Boorman. Pocas veces antes el cine presentó con mirada tan fidedigna el Deep South o Sur profundo como en esa ocasión, y resulta hasta irónico que fuera un inglés quien tuviera la efectividad y el buen tino para hacerlo. Claro está, el libro de Dickey le puso las cosas en bandeja. La narración es un manifiesto testimonial de la condición sureña, de ese mundo machista y lleno de prejuicios que convierte a la violencia soterrada y cotidiana en usina aterradora, como la escena tantas veces citada cuando un hombre es violado. El propio Dickey tuvo un papel menor (cameo appearance), interpretando al comisario Bullard. El filme, que consiguió tres nominaciones al Oscar (mejor película, mejor director, mejor montaje), es considerado un clásico por el Archivo Cinematográfico de la Biblioteca del Congreso. A Dickey le sirvió para ganar el dinero que ni todos sus libros de poesía juntos le habían dejado, pero también para conseguir un extraño premio: el Globo de Oro a mejor guión. El poeta que había publicado su primer libro diez años antes, Into the Stone, en 1962, no podía creerlo, como tampoco creería el olvido en que hoy está sumido.

Cuando murió, cuatro días después de haberse jubilado como profesor de literatura de la Universidad de Carolina del Sur, el obituario del New York Times, escrito por Albin Krebs, comenzaba diciendo: “James Dickey, uno de los más distinguidos poetas y críticos modernos de la nación, conferenciante y profesor, quizás más conocido por su áspera novela Deliverance, murió el domingo en Columbia, Carolina del Sur. Tenía 73 años. Murió de complicaciones de una enfermedad pulmonar”. Nacido en un país donde la gente del sur, incluidos escritores, es situada en una categoría de inferioridad intelectual con respecto a la elite del noreste, Dickey resulta un caso excepcional para su contexto, como también lo fue, aunque de manera diferente, Francis Scott Fitzgerald. Lector ávido, tuvo un interés casi renacentista en distintas disciplinas, las cuales coincidían en el momento de la escritura para resaltar una obra literaria de fina elaboración y poderoso contenido intelectual. Convirtió a momentos en apariencia simples de la vida en lecciones de observación. Se destacó asimismo por su gran exuberancia física (casi dos metros de altura), que le permitió destacarse en la universidad como potente jugador de fútbol americano y asimismo en los años en que estuvo en la Fuerza Aérea, durante la segunda guerra mundial y en la guerra de Corea. En ambos conflictos bélicos se desempeñó como piloto de misiones nocturnas. Cuenta en alguna parte que entre misión y misión, en las cuales se jugaba la vida, leía poesía moderna.

Nacido en Buckhead, Georgia, suburbio de Atlanta, el 2 de febrero de 1923, Dickey celebró la vida como lugar de conflicto y desafíos. Desde otra perspectiva, una mucho más reflexiva y lírica, incluso más honesta pues su exhibicionismo de virilidad careció de imposturas, Dickey retomó algunos de los temas que ya antes habían estado presentes en la literatura de Hemingway, como el coraje del espíritu humano en situaciones extremas y la resolución masculina de los conflictos de la existencia en apariencia menores y que sin embargo resultan definidores del carácter de esta. Entre 1955 y 1961 Dickey trabajó como creativo en agencias de publicidad de Nueva York y Atlanta (entre otras McCann-Ericson), un tipo de trabajo que detestó por considerarlo banal y sobre el cual dijo en una oportunidad: “Durante el día vendía mi alma al diablo y de noche trataba de comprarla nuevamente”. En horas nocturnas escribía y bebía como un descosido, y fue el alcohol el que terminó minando su salud y su talento literario, convirtiéndolo según muchos en un personaje arrogante y prepotente, aunque la vez que lo conocí, esa inolvidable y única vez, me llevé una idea diferente. Me encontré con un tipo delirante, inteligente y jovial (me dijo en un momento que siempre se vestía de jeans para atraer a mujeres más jóvenes), un ser curioso y lleno de historias que cumplían a la perfección con la imagen que de él tenía, sobre todo tras haber leído su antología “Poems 1957-1967”, donde hay varias obras maestras en verso que no deberían caer en el mismo imperdonable olvido en que ha caído su autor: héroe de guerra, cazador, novelista, profesor, periodista ocasional, mujeriego, deportista, espíritu renacentista y, sobre todo, poeta.


The heaven of animals

Here they are. The soft eyes open.
If they have lived in a wood
It is a wood.
If they have lived on plains
It is grass rolling
Under their feet forever.

Having no souls, they have come,
Anyway, beyond their knowing.
Their instincts wholly bloom
And they rise.
The soft eyes open.

To match them, the landscape flowers,
Outdoing, desperately
Outdoing what is required:
The richest wood,
The deepest field.

For some of these,
It could not be the place
It is, without blood.
These hunt, as they have done,
But with claws and teeth grown perfect,

More deadly than they can believe.
They stalk more silently,
And crouch on the limbs of trees,
And their descent
Upon the bright backs of their prey

May take years
In a sovereign floating of joy.
And those that are hunted
Know this as their life,
Their reward: to walk

Under such trees in full knowledge
Of what is in glory above them,
And to feel no fear,
But acceptance, compliance.
Fulfilling themselves without pain

At the cycle’s center,
They tremble, they walk
Under the tree,
They fall, they are torn,
They rise, they walk again.


Hunting Civil War Relics At Nimblewill Creek

As he moves the mine detector
A few inches over the ground,
Making it vitally float
Among the ferns and weeds,
I come into this war
Slowly, with my one brother,
Watching his face grow deep
Between the earphones,
For I can tell
If we enter the buried battle
Of Nimblewill
Only by his expression.

Softly he wanders, parting
The grass with a dreaming hand.
No dead cry yet takes root
In his clapped ears
Or can be seen in his smile.
But underfoot I feel 
The dead regroup,
The burst metals all in place,
The battle lines be drawn
Anew to include us
In Nimblewill,
And I carry the shovel and pick

More as if they were
Bright weapons that I bore.
A bird's cry breaks 
In two, and into three parts.
We cross the creek; the cry
Shifts into another,
Nearer, bird, and is
Like the shout of a shadow—
Lived-with, appallingly close—
Or the soul, pronouncing
'Nimblewill':
Three tones; your being changes.

We climb the bank;
A faint light glows
On my brother's mouth.
I listen, as two birds fight
For a single voice, but he
Must be hearing the grave,
In pieces, all singing
To his clamped head,
For he smiles as if 
He rose from the dead within
Green Nimblewill
And stood in his grandson's shape.

No shot from the buried war
Shall kill me now,
For the dead have waited here
A hundred years to create
Only the look on the face
Of my one brother,
Who stands among them, offering
A metal dish
Afloat in the trembling weeds,
With a long-buried light on his lips
At Nimblewill
And the dead outsinging two birds.

I choke the handle
Of the pick, and fall to my knees
To dig wherever he points,
To bring up mess tin or bullet,
To go underground
Still singing, myself,
Without a sound,
Like a man who renounces war,
Or one who shall lift up the past,
Not breathing 'Father,'
At Nimblewill,
But saying, 'Fathers! Fathers!' 


The Sheep-Child 

Farm boys wild to couple
With anything with soft-wooded trees
With mounds of earth mounds
Of pine straw will keep themselves off
Animals by legends of their own: 
In the hay-tunnel dark
And dung of barns, they will
Say I have heard tell

That in a museum in Atlanta
Way back in a corner somewhere
There's this thing that's only half
Sheep like a woolly baby
Pickled in alcohol because
Those things can't live his eyes
Are open but you can't stand to look
I heard from somebody who...

But this is now almost all
Gone. The boys have taken
Their own true wives in the city, 
The sheep are safe in the west hill
Pasture but we who were born there
Still are not sure. Are we, 
Because we remember, remembered
In the terrible dust of museums? 

Merely with his eyes, the sheep-child may
Be saying saying

I am here, in my father's house.
I who am half of your world, came deeply
To my mother in the long grass
Of the west pasture, where she stood like moonlight
Listening for foxes. It was something like love
From another world that seized her
From behind, and she gave, not Iifting her head
Out of dew, without ever looking, her best
Self to that great need. Turned loose, she dipped her face
Farther into the chill of the earth, and in a sound
Of sobbing of something stumbling
Away, began, as she must do, 
To carry me. I woke, dying, 
In the summer sun of the hillside, with my eyes
Far more than human. I saw for a blazing moment
The great grassy world from both sides, 
Man and beast in the round of their need, 
And the hill wind stirred in my wool, 
My hoof and my hand clasped each other, 
I ate my one meal
Of milk, and died
Staring. From dark grass I came straight

To my father's house, whose dust
Whirls up in the halls for no reason
When no one comes piling deep in a hellish mild
corner, 
And, through my immortal waters, 
I meet the sun's grains eye
To eye, and they fail at my closet of glass.
Dead, I am most surely living
In the minds of farm boys: I am he who drives
Them like wolves from the hound bitch and calf
And from the chaste ewe in the wind.
They go into woods into bean fields they go
Deep into their known right hands. Dreaming of me, 
They groan they wait they suffer
Themselves, they marry, they raise their kind. 



The Hospital Window 

I have just come down from my father. 
Higher and higher he lies 
Above me in a blue light 
Shed by a tinted window. 
I drop through six white floors 
And then step out onto pavement. 

Still feeling my father ascend, 
I start to cross the firm street, 
My shoulder blades shining with all 
The glass the huge building can raise. 
Now I must turn round and face it, 
And know his one pane from the others. 

Each window possesses the sun 
As though it burned there on a wick. 
I wave, like a man catching fire. 
All the deep-dyed windowpanes flash, 
And, behind them, all the white rooms 
They turn to the color of Heaven. 

Ceremoniously, gravely, and weakly, 
Dozens of pale hands are waving 
Back, from inside their flames. 
Yet one pure pane among these 
Is the bright, erased blankness of nothing. 
I know that my father is there, 

In the shape of his death still living. 
The traffic increases around me 
Like a madness called down on my head. 
The horns blast at me like shotguns, 
And drivers lean out, driven crazy— 
But now my propped-up father 

Lifts his arm out of stillness at last. 
The light from the window strikes me 
And I turn as blue as a soul, 
As the moment when I was born. 
I am not afraid for my father— 
Look! He is grinning; he is not 

Afraid for my life, either, 
As the wild engines stand at my knees 
Shredding their gears and roaring, 
And I hold each car in its place 
For miles, inciting its horn 
To blow down the walls of the world 

That the dying may float without fear 
In the bold blue gaze of my father. 
Slowly I move to the sidewalk 
With my pin-tingling hand half dead 
At the end of my bloodless arm. 
I carry it off in amazement, 

High, still higher, still waving, 
My recognized face fully mortal, 
Yet not; not at all, in the pale, 
Drained, otherworldly, stricken, 
Created hue of stained glass. 
I have just come down from my father. 



The Performance 

The last time I saw Donald Armstrong 
He was staggering oddly off into the sun, 
Going down, off the Philippine Islands. 
I let my shovel fall, and put that hand 
Above my eyes, and moved some way to one side 
That his body might pass through the sun, 

And I saw how well he was not 
Standing there on his hands, 
On his spindle-shanked forearms balanced, 
Unbalanced, with his big feet looming and waving 
In the great, untrustworthy air 
He flew in each night, when it darkened. 

Dust fanned in scraped puffs from the earth 
Between his arms, and blood turned his face inside out, 
To demonstrate its suppleness 
Of veins, as he perfected his role. 
Next day, he toppled his head off 
On an island beach to the south, 

And the enemy’s two-handed sword 
Did not fall from anyone’s hands 
At that miraculous sight, 
As the head rolled over upon 
Its wide-eyed face, and fell 
Into the inadequate grave 

He had dug for himself, under pressure. 
Yet I put my flat hand to my eyebrows 
Months later, to see him again 
In the sun, when I learned how he died, 
And imagined him, there, 
Come, judged, before his small captors, 

Doing all his lean tricks to amaze them— 
The back somersault, the kip-up— 
And at last, the stand on his hands, 
Perfect, with his feet together, 
His head down, evenly breathing, 
As the sun poured from the sea 

And the headsman broke down 
In a blaze of tears, in that light 
Of the thin, long human frame 
Upside down in its own strange joy, 
And, if some other one had not told him, 
Would have cut off the feet 

Instead of the head, 
And if Armstrong had not presently risen 
In kingly, round-shouldered attendance, 
And then knelt down in himself 
Beside his hacked, glittering grave, having done 
All things in this life that he could. 



For The Last Wolverine 

They will soon be down

To one, but he still will be
For a little while still will be stopping

The flakes in the air with a look,
Surrounding himself with the silence
Of whitening snarls. Let him eat
The last red meal of the condemned

To extinction, tearing the guts

From an elk. Yet that is not enough
For me. I would have him eat

The heart, and, from it, have an idea
Stream into his gnawing head
That he no longer has a thing
To lose, and so can walk

Out into the open, in the full

Pale of the sub-Arctic sun
Where a single spruce tree is dying

Higher and higher. Let him climb it
With all his meanness and strength.
Lord, we have come to the end
Of this kind of vision of heaven,

As the sky breaks open

Its fans around him and shimmers
And into its northern gates he rises

Snarling complete in the joy of a weasel
With an elk's horned heart in his stomach
Looking straight into the eternal
Blue, where he hauls his kind. I would have it all

My way: at the top of that tree I place

The New World's last eagle
Hunched in mangy feathers giving

Up on the theory of flight.
Dear God of the wildness of poetry, let them mate
To the death in the rotten branches,
Let the tree sway and burst into flame

And mingle them, crackling with feathers,

In crownfire. Let something come
Of it something gigantic legendary

Rise beyond reason over hills
Of ice SCREAMING that it cannot die,
That it has come back, this time
On wings, and will spare no earthly thing:

That it will hover, made purely of northern

Lights, at dusk and fall
On men building roads: will perch

On the moose's horn like a falcon
Riding into battle into holy war against
Screaming railroad crews: will pull
Whole traplines like fibers from the snow

In the long-jawed night of fur trappers.

But, small, filthy, unwinged,
You will soon be crouching

Alone, with maybe some dim racial notion
Of being the last, but none of how much
Your unnoticed going will mean:
How much the timid poem needs

The mindless explosion of your rage,

The glutton's internal fire the elk's
Heart in the belly, sprouting wings,

The pact of the 'blind swallowing
Thing,' with himself, to eat
The world, and not to be driven off it
Until it is gone, even if it takes

Forever. I take you as you are

And make of you what I will,
Skunk-bear, carcajou, bloodthirsty

Non-survivor.

Lord, let me die but not die
Out. 


Adultery 

We have all been in rooms
We cannot die in, and they are odd places, and sad.
Often Indians are standing eagle-armed on hills

In the sunrise open wide to the Great Spirit
Or gliding in canoes or cattle are browsing on the walls
Far away gazing down with the eyes of our children

Not far away or there are men driving
The last railspike, which has turned
Gold in their hands. Gigantic forepleasure lives

Among such scenes, and we are alone with it
At last. There is always some weeping 
Between us and someone is always checking

A wrist watch by the bed to see how much
Longer we have left. Nothing can come
Of this nothing can come

Of us: of me with my grim techniques 
Or you who have sealed your womb
With a ring of convulsive rubber:

Although we come together, 
Nothing will come of us. But we would not give
It up, for death is beaten

By praying Indians by distant cows historical
Hammers by hazardous meetings that bridge
A continent. One could never die here

Never die never die
While crying. My lover, my dear one
I will see you next week

When I'm in town. I will call you
If I can. Please get hold of Please don't
Oh God, Please don't any more I can't bear . . . Listen:

We have done it again we are 
Still living. Sit up and smile, 
God bless you. Guilt is magical. 






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HAYDÉE BEATRIZ RAZZARI [18.301]

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HAYDÉE BEATRIZ RAZZARI

Haydée Razzari: Escritora nacida en Bragado (Buenos Aires) en mayo de 1943. Hace 24 años que vive en Concordia. Desde 1998 participa en talleres literarios, primero con Beatriz Galli hasta principios de 2000. Desde agosto de 2000 hasta el presente con Marcelo Leites. Ha publicado en el diario "El Heraldo", de Concordia. Aún permanece inédita en libro.


NAVIDAD

 - Qué te pondrás esta noche para cenar ? –me dijo
- El vestido rayado con colores ocres, me encanta,  el que tiene la pollera al bies –le dije.
-  Ese que tiene la pollera muy corta –me dijo con el  tono que anunciaba que un mal rato se avecinaba-
- Si ese –dije como si no me hubiese dado cuenta-, y  ya estaré vestida para ir a bailar  después de cenar.-
- No irás a ninguna parte con ese vestido. Quiero que te lo pongas nada más que para mi –  su voz  había subido un poco más-
- El pantalón nuevo con la blusa que me mandó mamá entonces ? - traté de apaciguarlo
- Con esa ropa  parece que estás buscando –dijo apretando las palabras-.-
- Buscando qué,  iré  de tu brazo ! –dije-
- Igual,  no quiero –dijo
- Por favor –dije-, otra vez no, no esta noche, estoy adornado el árbol, estaba feliz hasta ahora, quería tener un pino de verdad  así de grande, me lo conseguiste como se le compra un regalo a una niña caprichosa y ahora ?
- Ahora –dijo- seguí feliz pero haceme caso.
- Haceme caso ! –dije- me hablás como si realmente fuera una nena y no tu mujer.
- No empeces a llorar ! me dijo con  esa calma que no era calma, sino rabia contenida.-
-  Dejame llorar, andate, dejame sola –dije con las palabras aguadas, entrecortadas.
- No me voy –dijo ya calmo- vamos a la cama,  se te pasa el llanto.-
- Por qué mis lágrimas te incitan, por qué ? –dije con una infinita pena.-
Dejé de llorar …
-Dijo –como siempre fue hermoso, ahora salgo, yo termino de comprar lo que falta, vos quedate un rato más en la cama-  Me retiró el brazo que me tapaba la cara y me beso largo y profundo.- Me dijo mientras salía - no te olvides nunca que te amo y que sos mía.-
-Antes de salir, se volvió y me dijo – busca, tenés regalos.-
Oí que cerraba la puerta,  me levanté, me bañe, saqué la valija, la llene al tun tun,  busqué el dinero del cajón de arriba de la cómoda, me colgué la cartera, salí sin cerrar la puerta.



LA CARTERA

La cartera cruzó la calle volando por el aire, la vi  irse presurosa como si nunca me hubiese pertenecido, iba preñada de bellos y entrañables elementos amorosamente comprados o recibidos, no le importó dejarme allí sola, sorprendida.
Caminé hasta mi casa sintiendo que una mano me sobraba, como no tenía bolsillo esa mano parecía flotar liviana a mi lado, sin más destino que seguirme.-
Esas cuadras las hice en un tiempo sin medida, tarde mucho o poco ? , no lo sabré nunca.-
Frente a la puerta de mi casa me paré y busqué en un además mecánico, las llaves que estaban en un bolsillo de mi cartera, pero no estaban ni las llaves, ni el bolsillo ni la cartera.-
Entonces use los nudillos de  la mano  desnuda para golpear la puerta, mi madre somnolienta me abrió y entré derecho a dejar como de costumbre la cartera sobre la cómoda, pero no tuve nada para dejar.-
Hice todo lo que una persona medianamente normal hace antes de acostarse y  me dormí, y en sueños vi la cartera cruzando la calle.



KAIKUS

En el agua
  una garza
rompe el arco iris. 



Afuera es invierno
   en la ventana
el viento resiste.




Bajo el sombrero
     la mirada
descubre al otoño.



Y SIN EMBARGO

Y entonces la vi. Es extraño lo que puede hacer la mente cuando el corazón le da las instrucciones. Era distinta de cómo yo me la imaginaba.
Y sin embargo. Era igual. Sus  ojitos: por ellos la reconocí.
Pensé: De modo que así te envían un ángel? 



EN ENERO LOS DURAZNOS rojos y amarillos iluminan el monte.

       El aire es pesado de olores y la luz reverbera en las cosas.
       Es la hora de la siesta.
       Mis pies desnudos pisan la tierra caliente que se mete entre mis dedos, piso las afiladas agujas de pino, atravieso la higuera de hojas verdes,  oscuras.
       Llego al monte de duraznos, una gota de sangre se coagula en mi tobillo y me arden los brazos y las piernas cruzados por rasguños. Me detengo tapando mis ojos con la mano, separo los dedos, dejando un resquicio por donde miro el sol que cae como una rasgada tela con puntas finas que se clavan en mi piel.
       Rodeo cada planta, busco los duraznos más maduros, me siento sobre el pasto ralo y seco, muerdo y el jugo me corre por los brazos, cae sobre mis muslos desnudos, hebras de pelo rubio se me pegan a los labios pegajosos y dulces.
        Me acuesto sobre el pasto caliente, estiro las piernas, los brazos laxos a los costados, toda yo en contacto  con la tierra, pegada a la tierra, mi cuerpo indolente como echando raíces, quieta, mis ojos siguen el vuelo de las abejas, me adormece el zumbido de esas alas levísimas, me arden las mejillas y los muslos.
       Escucho voces mezcladas, algunas llaman a las gallinas que cacarean, mi madre ríe, la recia voz de papá ordena.
       El silencio ha terminado, la máquina se está poniendo en marcha.
       Doblo las piernas, me siento, me levanto, tengo las manos pegoteadas de miel y tierra.
      Entro a la penumbra  de la casa por la despensa, está más oscuro que el resto, tengo miedo, en los estantes, en los aparadores, entre las cajas apiladas, ojos me miran, todo parece tener ojos, siempre que cruzo este lugar y el comedor, me recorre un escalofrío, espero que alguien me ponga una mano  sobre un hombro.
       Lavo más o menos mis pies, las manos, la cara, me recuesto sobre la alfombra de tejido vasto.
       Es enero y yo andaré por allí y seré Alicia entrando a otro mundo por el agujero de mis ojos cerrados.


BUÑUELOS Y ARROZ CON LECHE

Una ventana iluminada, lejos, es todo lo que veo. Si la ventana iluminada es real. A veces en el trecho que va de la huerta a la cocina aparecen los ángeles. Por esos caminos chiquitos un ángel se detiene ante mí. Además están las  luciérnagas.
Estoy  bajo la luz de la  luna, una luz blanca, una luz mía. Extiendo las manos.  Las luciérnagas y los ángeles vuelan  sobre las ramas de los árboles, sobre el pasto, sobre mí. Miro el cielo mojado  de estrellas. Si me quedo muy quieta, se paran  sobre mis zapatillas húmedas de rocío, que no son verdes bajo la luz de la luna. Mi  vestido azul no es azul, mi camperita celeste bordada no es celeste, todo es blanco o brillante o de un color desconocido.
El color es una sensación.
Mi madre detrás de la ventana iluminada prepara la cena,  arroz con leche y  buñuelos. Sus manos rocían con el azúcar las redondas y doradas bolas de esponjosa masa. Los granos de arroz nadan en la leche caliente y  la leche se oscurece por la canela que  raspa la lengua.  
Detrás de la ventana iluminada, la cocina es real. La música de la radio vuela con los vapores de la leche que hierve, del aceite dorando los buñuelos. Detrás de la ventana iluminada mi padre lee y mi hermanito recorta figuras o hace torres con latas de conserva.
Sigo con las luciérnagas y los ángeles, con la luna blanca. Mi madre abre la puerta,  me llama. Me cuesta moverme. Las luciérnagas y los ángeles se irán. Tendré miedo de apagar su luz. De romper sus alas. Llego a la galería y mi rubio Pastor,  me mira y mueve la cola, me arrodillo, lo abrazo y no quiero entrar.


La cama deshecha duplicada en el espejo: 
despojo de una crisálida.

Un soplo de brisa mueve las cortinas y veo la niebla que baja entorpecida a través de la glicina. El sol nace con lentitud.

Envuelta con la toalla y con los pies desnudos, una alegría sosegada me rodea con el frío de esta media primavera.

La oruga suspendida a la rama de la glicina por su arnés de seda, está creciendo.

Anoche mi metamorfosis llegó a su fin, soy una mariposa.



DE PASEO

      Hasta llegar al puente, el camino estaba moteado de casas.   

    Después venía un trecho de campo liso y seco. Él aceleró, colocó la cuarta marcha y siguió mirando la angostura del  asfalto. Ella engarzó  contra su pecho la cabeza del niñito cubierta  con un gorro de lana.

    Viajaron tal vez 10 minutos, quizás menos, sobre la ruta vacía.

    Bajaron al parque por un camino de tierra.
    
Él  detuvo el auto cerca de los juegos para niños, abrió la puerta y  encendió un cigarrillo. Ella miraba las  piedras sobresaliendo del pasto, miraba algunos fogones tiznados, miraba  los juegos para niños. El caminó por el borde del camino con las manos en los bolsillos de la campera, orinó junto a un árbol, el cigarrillo oblicuó sostenido entre los  dientes. Ella seguía sentada, con el niñito recostado sobre su cuerpo. Él miró. Ella estiró hacía los puños las mangas del saquito celeste, lo abotonó hasta el cuello y bajo del auto. El fumaba. Ella acomodó al niño en una hamaca alta, ajustó la cadenita para que no cayera. Suave lo hamacó. Rozó con el dorso de la mano la mejilla rosada y volvió al coche.

Él  se paró erguido,  se pasó la mano por su pelo muy corto, juntó los talones por pura costumbre, miró a la mujer con los ojos vacíos,   subió al coche, lo puso en marcha y arrancó despacio, ella giró la cabeza, miró por el vidrio trasero, el niño se había inclinado hacia un costado,  los traslúcidos párpados semicerrados,  adormecido por el balanceo. Ella vio unos brazos enfundados en mangas engalonadas que hacían los movimientos inversos a los suyos, una mano blanca, cuidada, sostenía al niño, la otra  desenganchó la cadenita que lo sujetaba,  lo alzó y se alejaron.

Un último rayo del sol de un atardecer inigualable, resplandeció en las botas impúdicamente lustradas.

La tristeza se estrelló  en la cara de ella que cerró los ojos tratando de alcanzar el futuro que le era negado,  sin  razón.

Ella  ya no podía llorar,  estaba seca y  con una sola certeza,  esta noche o tal vez mañana, las aguas del  río la recibirían.

Se hundió en el asiento del  auto, cerró los ojos,  descansó, descansaría.





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PEDRO CASALDÁLIGA [18.302]

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Pedro Casaldáliga

Pedro Casaldáliga Plá, en catalán Pere Casaldàliga i Pla (Balsareny, Barcelona: 16 de febrero de 1928), es un religioso, escritor y poeta español, que ha permanecido gran parte de su vida en Brasil. Ha estado siempre vinculado a la teología de la liberación y ha sido siempre un defensor de los derechos de los menos favorecidos.

Hijo de una familia de campesinos, Casaldáliga se trasladó a Vich para estudiar en el seminario. El 31 de mayo de 1952 fue ordenado sacerdote en Montjuïc (Barcelona) y se unió a la orden de los claretianos.

En junio de 1968 se trasladó como misionero al estado del Mato Grosso en Brasil. El 23 de octubre de 1971 fue ordenado obispo de São Felix do Araguaia. Su diócesis es una de las más extensas del país, ocupando una superficie de cerca de 150 000 km², habitados en su mayor parte por indígenas con muy pocos recursos. Poco después de ser nombrado obispo, Casaldáliga empezó a sufrir amenazas por parte de los terratenientes así como del régimen militar existente en ese momento en Brasil. João Bosco, su vicario, llegó a ser asesinado por unos sicarios que confundieron a Bosco con el propio Casaldáliga (1977). En esos momentos recibió total apoyo del Vaticano, especialmente por parte del papa Pablo VI, pero esto no siempre sería así.

Aunque jamás ha regresado a España y siempre se ha mostrado reacio a viajar por miedo a no poder entrar de nuevo en Brasil , en 1985 realizó una polémica visita a Nicaragua. Casaldáliga se trasladó hasta ese país para mostrar su solidaridad con los religiosos nicaragüenses. En 1988 viajó hasta el Vaticano y fue recibido en audiencia por el Papa. La visita no fue plenamente satisfactoria y unos meses más tarde recibió una seria advertencia por parte de la Santa Sede que criticó su apoyo a la causa sandinista y de la Teología de la liberación.

Al cumplir los 75 años, a Casaldáliga se le recordó desde el Vaticano que —como todos los obispos al llegar a esa edad— tenía que presentar su dimisión. El religioso decidió permanecer en la diócesis que había presidido durante más de 35 años, reclamando la participación de la comunidad en la elección de su sucesor,1 a pesar de que la Santa Sede le recomendó abandonar el país. Enfermo de Parkinson desde hace algún tiempo, Pedro Casaldáliga no quiso abandonar la lucha por la defensa de los derechos de los menos favorecidos.

Libros

África De Colores. Promoción Popular Cristiana, 1961.
Creio na Justiça e na Esperança. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 1977.
Proclama del justo sufriente: relatos y poemas brasilero (con Frédy Kunz y Pedro Terra). Centro de Estudios y Publicaciones, 1979.
Experiencia de Dios y Pasión por el Pueblo. Santander: Sal Terrae, 1983. ISBN 84-293-0670-6
Comunidade, ecumenismo e libertação'. São Paulo: EDUC, 1983.
Nicaragua, Combate y Profecía. San José de Costa Rica: DEI, 1987. ISBN 99-779-0439-1
El vuelo del quetzal: espiritualidad en Centroamérica. Maíz Nuestro, 1988.
Leonidas Proaño: El Obispo de Los Pobres (con Francisco Enríquez). Quito: El Conejo, Corporación Editorial, 1989. ISBN 9-788-7009-1
Espiritualidad de la Liberación (con José Mª Vigil). Santander: Sal Terrae, 1992. ISBN 84-293-1076-2
Sonetos neobíblicos, precisamente. Musa, Nueva Utopía, 1996.
Ameríndia, morte e vida (con Pedro Terra). Petrópolis: Paulus, 1997.
Murais da libertação (con Cerezo Barredo). São Paulo: Loyola, 2005.
Orações da caminhada (con Pedro Terra). Verus Editora, 2005.
Versos adversos: antologia (con Enio Squeff). Editora Fundação Perseu Abramo, 2006.
Martírio do padre João Bosco Penido Burnier. São Paulo: Loyola, 2006. ISBN 85-15-03238-4




de PALABRA UNGIDA


LA GRANADA ABIERTA

     Abriré el corazón rotundamente, 
igual que una granada. 
Para que se lo lleven, grano a grano, 
los pájaros del cielo, 
las almas de los hombres...

     Tú cuídame, Señor, que esté maduro: 
que no me caiga a tierra, 
inútil, ni una sola 
de sus talladas margaritas rojas...

     Las palabras no son 
más que un eco, 
muerto, 
casi no mío ya. 
La voz es el silencio.

     Apenas son el viento 
de este pinar oscuro de la carne... 
La palabra del alma es el silencio.

     Con tiento el corazón, 
alma: con mucho tiento, 
que lleva vino de Consagración...




Copla

     Río abajo se va al mar. 
Y a la fuente río arriba. 
Tú, bajando hacia tu mar, 
subes a tu fuente, Vida.

     Tu vestido de alegría 
me engaña a veces, Señor. 
No me ha engañado nunca todavía 
tu vestido de dolor.




Supervivencia

     Pero quédate en la playa, 
viviendo en todas tus cosas. 
Entero, presente, claro. 

     (El mar ha encerrado toda 
su alma infinita en cada 
una de estas caracolas).

     Aunque tú no las veas, 
siguen luciendo las estrellas.
Ya has entrado en la noche, 
para verlas...?




La muerte

     Como a una hermana. Sin rubor. De frente 
y en un paso a nivel de mi avenida... 
¡Quiero esperarte agradecidamente, 
como si hubiera entrado ya en la Vida!

     Tú, el Principio y el Fin. 
Yo, un ahora peregrino 
desde Ti a Ti.

     Señor, no quiero ser más que lo que soy: nada. 
Para que, de este modo, 
en mi mansión deshabitada 
Tú, Huésped dueño, lo seas todo.




Misacantano misionero

     ¡Qué unción de plenitud la tuya, hermano, 
al coronar —ya Cristo— la senda dolorida, 
hoy que gime en tus velas la voz del mar lejano 
y abres al holocausto la rosa de la vida!

     Yo no soy más que un chopo claro
sobre las aguas del Deseo.

     Boca del viento, y brazo de la noche 
para la alta limosna del rocío.

     Subo hacia Ti, Señor, sinceramente: 
pero con las raíces empapadas 
del afán de la tierra.Estoy sin fruto: 
pero en la luz de tu Misericordia 
soy todo plata como un candelabro.

     ¡Yo no soy más que un chopo claro 
sobre las aguas del Deseo...!




El campo y Dios
                                      A Lorenzo Gomis

     Por debajo del alma
me pasa el agua.

     Por encima del alma 
las nubes altas.

     Por en medio del alma 
la gran nostalgia.

     Corazón, échate al mar 
como una barca sin velas; 
ni te pongas a remar. 
Suelta al viento la canción 
y apaga tus luces. Pon 
un niño por timonel... 

     ¡Mar adentro, corazón, 
que Dios velará por él!



de CLAMOR ELEMENTAL 

I. LAS AGUAS DEL TIEMPO

MEMORIA Y VISPERA

El sol abrasa, libre, el mediodía 
de este sertão sin horas ni respuestas.
Y el Araguaia estira la piel cruda 
de jacaré, tostándose, 
salpicado de niños y de pájaros.
Yo, recuerdo y espero.
Prendidos por la brizna 
del Pirineo aquel de una igual fecha, 
de siempre igual memoria, 
-junto a las aguas frías del Esera naciente, 
la Maladeta y sus cuchillas blancas, 
la Renclusa y, abajo, los pastores-, 
rezo los salmos, tibios, ya sin verlos, 
mientras me siento lleno de sentido, 
lleno de mil razones para estarme, 
lleno de esta vigilia, tan amada, 
tan poblada de amigos ya gloriosos; 
seguro del Amor que me conduce, 
transido de la muerte que reclamo... 

São Félix, 14 de agosto



PRESENCIAS

con amigos ausentes. 
Me encuentro siempre 
entre el instante y la muerte. 
Me encuentro siempre 
con un libro enfrente, 
con un hombre doliente, 
y un paisaje y la corriente, 
y el sol rusiente, 
y el sueño, por fin, clemente. 
Y un pájaro, un niño, y un árbol, vivientes. 
Y Dios persistentemente presente...



RI0 DAS MORTES

Unas garzas, blanquísimas al sol, 
describen lentos vuelos sobre el "mato".
Se ha parado el motor, y el barco flota 
a merced de las verdes aguas mansas.
Todo es cielo y orilla.
Viajamos desde ayer. La noche ha sido 
de luna y de quimeras. 
Y antes que el día abriera sus rescoldos 
ardían ya la arena y mi garganta.
El barquero David, el "velho nego", 
-la esclavitud que fue, la que perdura- 
"retirante" a la búsqueda de un hijo, 
pregunta, mira, calla, ríe, espera. 
Pregunta sobriamente, y calla mucho. 
Como un árbol cansado. 
Lee las aguas con los ojos tensos,
y alguna vez levanta el brazo noble, 
para indicarnos la presencia exótica 
de un pájaro en la orilla...
Este hermoso caudal, rizado apenas, 
de verdioscura miel, 
es el Rio das Mortes...



SEÑORA DE LA ESPERANZA

Señora de la Esperanza, 
porque diste a luz la Vida. 
Señora de la Esperanza, 
porque viviste la Muerte. 
Señora de la Esperanza 
porque creíste en la Pascua, 
porque palpaste la Pascua, 
porque comiste la Pascua, 
porque moriste en la Pascua, 
porque eres Pascua en la Pascua.



AMANECIDA EN EL RÍO DAS MORTES

Con la estela del barco 
se estremece la móvil porcelana, 
como un vientre preñado de sorpresas.
La mañana se filtra, victoriosa, 
por las balsas ceniza de las nubes.
Juan de Brito ha contado ya su vida 
y habla ahora de peces y cruzeiros.
Los árboles sumergen sus sombras, como remos 
flexibles, en las aguas que cortamos... 
Y aún flota, fulgurante, curso arriba
la plata de un tesoro 
que la noche volcara por esta misma ruta.
Una hilera de patos colegiales 
espera el autobús, allá en la orilla.



de Antología mariana



CANCIÓN RECIENTE SOBRE MARÍA DE NAZARET

Tengo tres amores, tres: el Evangelio,
la Patria Grande
y el Corazón intacto de una mujer: 
la llena de Dios,
tan nuestra,
María de Nazaret.

Toquen o no las campanas 
-que el computador es ley-, 
todavía sigue hablando 
el arcángel Gabriel,
Y le responde María
con un colectivo amén. 
Y el Verbo se hace carne 
en el vientre de su fe. 

Pasan, iguales, las horas 
sobre el serrín de José. 
La Biblia y los periódicos, 
juntos, se han puesto a leer. 
Y crece el Niño y el Reino 
y crece el Pueblo también. 
Pasan romanos y gringos 
y en ese imperial vaivén 
se llevan sueños y vidas, 
al Calvario, del Quiché.

Pero María y las madres 
rumian la paz de Belén, 
el polvo de Galilea, 
el sol de Genesaret, 
el gusto del pan partido 
y el ausente amanecer 
de la mañana de Pascua 
que siempre está por volver.



NIÑA DEL SÍ

Todo estaba pendiente de tu boca.
Igual que si los hombres, de golpe, se sintieran 
con la vida en las manos, detenida, 
como un reloj callado y a la espera.

Como si Dios tuviera que esperar un permiso...

Tu palabra sería la segunda palabra 
y ella recrearía el mundo estropeado 
como un juguete muerto que volviera a latir súbitamente. 
Tú pondrías en marcha, otra vez, la ternura.

Orilla virginal de la palabra, niña del sí preñada con el Verbo,
sin la más leve sombra de no, toda en el Día. 
Dios encontraba en ti, desde el primer albor de tus latidos, 
la respuesta cabal a su pregunta 
sobre la Nada en flor...
Tú lo hacías dichoso desde el Tiempo. 
Tu corazón se abría como una playa humilde, sin diques fabricados, 
y en la arena sumisa de tu carne el mar de Dios entraba enteramente.

Niña del sí, perfecto en la alabanza como una palma de Cadés invicta;
jugoso en la alegría rebrotada, como la vid primera; 
pequeño como el viento de un párpado caído, y poderoso 
como el clamor del Géresis.

Niña del sí desnudo, como un tallo de lirio 
bajo el filo implacable de la Gloria...
Cuanto más cerca de la Luz vivías, 
más en la noche de la Fe topabas, a oscuras, con la Luz, 
y más hondas raíces te arrancaba tu sí, ¡niña del sí más lleno!
Tú diste más que nadie, cuando más recibías, 
infinita de seno y de esperanza.
¡Tú creíste por todos los que creen y aceptaste por todos...!
Creías con los ojos y con las manos mismas, y hasta a golpes de aliento
tropezaba tu fe con la Presencia en carne cotidiana.
Tú aceptabas a Dios en su miseria, conocida al detalle, día a día:
en las especies torpes del vagido 
y en las especies del sudor cansado 
y en el peso vencido de la muerte...

¡Rehén de la victoria de la Gracia, fianza de la tierra contra el Cielo,
gavilla de cordera, presentada y encinta! 
Porque has dicho que sí,
Dios empieza otra vez, con tu permiso, niña del sí, María. 
Las alas de Gabriel abren el arco por donde pasa entera la Gloria de Yahvé.
El arca de tu seno, de madera de cedros incorrupta, viene con el Ungido.
La Primavera acecha detrás de Nazaret, regada por el llanto,
y sobre las banderas blancas de los almendros
el trino de tu voz rompe en el júbilo, humildemente solo.



MUJER DE CADA DÍA

Mientras crece la noche, cada día 
prende el Amor su llama 
en tu candil de aceite desvelado, 
siempre igual y creciente.
El pan de tus moliendas se cuece, cada día, 
bajo el fuego tranquilo de tus ojos, 
mientras crece también la madrugada.
La fuente de la plaza te entrega, cada día, su limosna 
mientras le crece el corazón al mundo.

Como el ave del Tiempo vas y vienes,
de la casa a la calle, del Misterio al misterio, 
muchas veces al día, 
y llevas con tus pasos el compás de las horas... 
Tú sabes qué es vivir a pulso lento, 
sin novedad para la prensa humana. 
Apenas sin distancia: la de un grito. 
En esta pobre aldea que vigilan 
las higueras comadres 
y el centinela de un ciprés oscuro. 
-¿De Nazaret va a salir algo bueno? 
José viene cansado, cada noche.
Y el Niño trae el hambre entre los dedos 
por undécima vez.
-¿Qué quieres, hijo?
(Las almendras se miran, asustadas de gozo, 
y el plato ríe miel por todas partes). 

Tú ya has dejado el huso sobre el banco dormido 
y la lana suspira blancamente. 
Esta mañana has ido por retama, 
y te sangran las manos, en silencio, 
y te huelen las manos a lejía de yerbas. 
Has ordeñado luego las dos cabras sumisas, 
y sabes toda a leche.
Ayer vino el siroco, y te abrasó las flores. 
Hoy irrumpe el simún 
como una tropa de soldados romanos, 
y hay que cerrarlo todo y, con la prisa, a oscuras, 
se te pierde una dracma, rescatada 
del tributo de Herodes.

Si las vecinas rompen tu retiro, como gallinas locas,
tú sonríes. 
Un día nace un niño, y tú lo acunas. 
Y un día muere un hombre, y tú lo velas. 
En la olla inservible crece un lirio morado, 
y tú riegas su lenta profecía. 
Nazaret se despuebla, cuando llega la Pascua, 
y tú marchas con todos, 
peregrina del Templo, 
con Yahvé de la mano, 
con un salmo en la boca.
La ruta de Israel converge en tus sandalias. 
Y los caminos múltiples del mundo 
arrancan de tus pies caravaneros. 

Tu corazón no para, día y noche. 
Día y noche recogen sus limpios cangilones 
el agua de la Vida. 
Y el Verbo se hace Hombre, día y noche, 
delante de tus ojos,
al filo de tus manos,
detrás de tu silencio...



SOLEDAD

Unica siempre, desde que subiste, como un canto 
de alondra no cazada, 
a las manos de Dios, para sus juegos, 
tú rompiste en la Gracia como un lirio entre espinas, 
isla de soledad en tu inocencia cercada por las aguas del Pecado...

Sola de toda humana compañía 
capaz de acompañarte totalmente, 
con la vida apostada en la aventura del Reino, 
con las fieras del Odio y del Amor acechándote, impunemente sola,
¡con la carga de Dios sobre la espalda de tus catorce años sorprendidos!

Sola contra la noche del Misterio, 
por las arenas de la Fe abrasadas,
sin otra luz que tu mirada pura y sometida, 
descalzo el pie y el corazón abierto, como un río 
desangrándose entero ...

Madre en la soledad, Virgen con Hijo: 
sólo tú has vencido, a todo riesgo, 
la extraña soledad de dar a luz sin padre, 
sin poder compartir con otra orilla 
la mirada y el aire del Hijo, confluentes, 
Madre sin Hijo, al fin, 
tú, sólo, has consentido invictamente el despojo total de tus entrañas, 
saqueadas por Dios y por los hombres... 
¡Tú, solamente, has sido rechazada por el amor de un Hijo!
Madre sin Hijo y con el Hijo enfrente 
¡con el Hijo a merced de todo el mundo!

¡Mujer de la más honda soledad, 
viuda y sin Hijo y aun en flor perenne, como un árbol
despojado en abril, apenas núbil!

Madre en la soledad,
Madre en la muerte, para darnos vida 
con la vida del Hijo subastada.
Madre en la noche del mayor silencio, 
a tientas el andar del corazón 
y la palabra humilde sin respuesta, 
como una flauta en el desierto frío.

¡Sin respuesta de Dios ni de los hombres 
sola en tu Soledad!
Más sola que el Dolor, dormido en tu regazo para siempre. 
Más sola que la Muerte, renacida en tu gozo, 
como una golondrina libertada. 
Sola de todo Mal, con el Pecado muerto al pie de tu sonrisa.

Camino del sepulcro, con el llanto caído como un velo piadoso,
detrás de la derrota de tu Carne, 
la soledad del mundo caminaba a tu paso, redimida. 
De vuelta del sepulcro, mientras tu Soledad iba bordando 
los ocultos senderos de la Pascua, 
la Paz se recostaba sobre tus manos puras
y la Esperanza amanecía a tiempo, al filo de tus hombros, ¡alborada!

¡Te llamaremos todos, muchas veces, desde esta nuestra soledad tan sola,
María Soledad!
Soledad tan cercana y sin estorbos, 
tan sonora de aroma y de ternura, 
que hasta los niños ciegos han de poder hallarte. 
María Soledad,
toda llena de Dios y de los Hombres, 
Oh Soledad, oh compañía nuestra!



NEGRA

«Ma somo wa, María, one ndzean ya grasia...» 
Con el tam-tam creciente de mi pasión bantú 
yo te saludo, Negra, divinamente hermosa. 
Con todas las palmeras yo te aplaudo, «Morena por el sol de la alegría».
¡Yo te grito con todos los cachorros que amamanta la selva!

Déjame descargar en tus espaldas 
este niño africano, de tres meses de fuego, 
que ha crecido conmigo, poderoso 
como un clamor de mar, como un desierto, como la noche viva ...

Traigo el dolor del Africa naciente sobre mis pobres manos. 
Ven y verás el llanto de las cribas
y oirás el silencio rugiente de los tigres. 
Las playas profanadas sollozan de vergüenza, contra el cielo.
¡Toda el Africa sangra de heridas ululantes!
Con los libros debajo de los brazos, 
vaga por las estrellas, sobre el bikoro insomne, 
la sombra virginal de Meredith. 
Las niñas, recién hechas, acunan, como un saco doliente de cacao,
producto de un mercado sin reclamo posible, 
los hijos tatuados de rasgos extranjeros. 
Un viento advenedizo dispersa las hogueras sagradas de las tribus,
y, mientras en las fincas paternas, desoladas, 
la hierba multiplica sus machetes impunes, 
los hombres balbucientes engrosan, en manada, como cebús centrados en su furia, 
las fábricas salvajes y los muelles febriles y los bares borrachos...
¡En las nobles muñecas aún palpitan las boas enroscadas! 

Pero los muertos velan, boca arriba. 
Cada dólar, ganado en la codicia, es un ojo de nsué sobre el camino.
¡Todos los ríos bajan cargados de memoria!

Han llegado mil dioses importados, en una sola hora. 
¿Tú vas a llegar tarde con Cristo, Madre negra? 
¡Ven y verás, tú misma, cómo se agrietan, rotas 
de sed estas gargantas, pobladas de canciones! 
Hay trescientos millones de negros que te esperan, con sus banderas niñas, 
en esta patria, verde de Esperanza. 
Rebaños de elefantes se acercan a tus pies, con sus antorchas de marfil en alto, 
y el ébano levanta sus columnas para acoger tu carne transparente. 
Todos los ojos, turbios de nostalgia, se vuelven a tus ojos. 

Belén ha abierto ya, de par en par, su corazón de nipa 
y un carrillón de dátiles va tocando la hora de dar a luz la Luz.
Mientras las gruesas nubes cruzan el sol, incólume, 
los ibis se han posado blandamente 
y un ángel de la Paz sobre las grandes aguas. 
Maigangu, ¿por qué lloras? 
el niño que ha nacido es blanco y negro: 
¿quién va a ponerse a odiar? 
...Los soldados romanos sepultarán sus armas debajo de las piñas olorosas
¡y hasta los mercaderes caerán de rodillas, con todos los diamantes en las manos!

Ma somo wa, María...
La noche tropical vuelca sus arcas 
en tu mirada fiel, sobre la aurora. 
Mecida en tu regazo, donde se acuesta Dios con nuestro sueño, 
toda el Africa late con un ritmo de cuna...



CAMPESINA

Llamados a las filas de una nueva milicia, 
marchan los hijos mozos con un macuto prematuro de ira, 
y queda el campo fiel abandonado... 

El pedazo de tierra que teníais, detrás de aquel otero 
por donde entraba el sol,
lo trabajaban juntas tus manos y Sus Manos.
Salía el Sembrador una mañana, y abría el mundo el corazón estéril.
De pronto sorprendían Sus Ojos creadores 
un filo de cizaña advenediza. 
El grano de mostaza se hacía ya posada para todas las aves viajeras,
y crecía en el trigo la forma presentida de Su Carne...

Volvían los pastores, con la noche a la espalda 
-¿con la muerte a la espalda volverían?-, 
y balaba el aprisco recobrado y concorde. 
Él volvía también, y te llamaba 
como quien grita alerta, cada tarde, 
a la hora precisa de las hostias.

Pero un día se fue, ya para siempre. 
Junto al taller, cerrado por ausencia, 
el mástil de un madero naufragaba en la sangre del ocaso, 
y el campo y tú quedabais a la espera.

Se van los hijos mozos...
La tierra ya no da para la vida. No da para los ojos y el deseo.
Detrás del oleaje varado de los surcos 
la múltiple sirena de la ciudad invita a la aventura. 
Los brazos se han cansado de echar semilla al viento irresponsable, 
¡y están muy lejos del dolor del campo 
el Sanedrín blindado de leyes y el Pretorio!

Llegarán los tractores, ¿pero a tiempo?,
¿desplazarán los brazos?, ¿se llevarán las almas? 

Sobre la tierra, núbil a pesar de los hombres desalmados, 
tarde o temprano llueve.
Dios sigue amaneciendo cada día. 
Aún tiene el horizonte camino para el alba y el regreso. 
Y en el soto erizado de chopos de esperanza 
permanece de guardia la alondra de tu ermita.




DE TODAVÍA ESTAS PALABRAS


I. Y van a ser 500 años...



A CRISTÓBAL COLÓN O COLOMBO O COLOM 

La mar era más ancha que Castilla 
y el finis terrae no era la verdad. 
Mejor que tu ambición soñó tu quilla 
y abrió los muros de la Humanidad.
No fue misión de España ni de Roma: 
nos encontraste por casualidad. 
(Armada ya la paz de tu paloma 
contra la paz de nuestra libertad).
Tierras, tesoros, vidas, de un acaso, 
perdido nos hallaste y nos vendías, 
Cristóbal, ¿de qué Cristo portador?
El Nuevo Mundo te salía al paso, 
mientras buscabas sólo especiarías, 
sirviendo, sin saberlo, a un Rey mayor.



A LAS TRES CARABELAS

Palomas de la fiebre de Moguer 
tan dulces en la boca vuestros nombres, 
niñas las tres violadas por los hombres 
del oro y de la sangre y del poder.

Calzabais horizonte y aventura, 
volviéndole la página a la Historia. 
Pero al azar de vuestra trayectoria 
la mar se inundaría de amargura.
El grito de Pinzón hirió la tierra 
y el vuelo del quetzal dejó varado 
y puso a la subasta nuestra suerte.
Palomas mensajeras de la guerra, 
detrás de vuestros sueños han llegado 
todas las carabelas de la muerte.



A MOCTEZUMA

Dioses por dioses, sin piedad trocaban; 
madres por viudas, reyes por vasallos. 
La muerte cabalgaba en sus caballos. 
Sus cruces y sus preces blasfemaban.
No «fue Dios quien les dio tanta victoria». 
No andaba Dios metido en sus degüellos. 
Menos que maceguales todos ellos, 
quemaron con sus naves su memoria.
Y basta ya de imperios y de oro. 
Sea el maíz el único tesoro 
y soberano el Pueblo y ley la Vida.
Libre la sangre en las banderas rojas, 
verás reverdecer piedras y hojas, 
Tenochtitlán verá la amanecida.



A BARTOLOMÉ DE LAS CASAS

los Pobres te han jugado la partida 
de una Iglesia mayor, de un Dios más cierto: 
contra el bautismo sobre el indio muerto 
el bautismo primero de la vida.
Encomendero de la Buena Nueva, 
la Corte y Salamanca has emplazado. 
Y ese tu corazón apasionado 
quinientos años de testigo lleva.
Quinientos años van a ser, vidente, 
y hoy más que nunca ruge el Continente 
como un volcán de heridas y de brasas.
¡Vuelve a enseñarnos a evangelizar, 
libre de carabelas todo el mar, 
santo padre de América, las Casas!



A ANTONIO VALDIVIESO

Llenos de unción y libertad tus labios, 
repletas de oro y de terror sus arcas, 
Pedrarias o Somoza los tetrarcas,
y tú y tu Pueblo frente a sus agravios.
Pastor, espejo claro de pastores, 
que el óleo de las Casas ha bruñido, 
un Pueblo nuevo vela, estremecido, 
la herencia de tus huesos redentores.
Pastor de Nicaragua, todavía 
necesitamos hoy tu parresía 
contra el Imperio o en la Iglesia ausente.
Primer ocote de la Iglesia alerta, 
rosa de sangre pastoral abierta 
en el costado azul del Continente.



AL CONQUISTADOR ANÓNIMO

Cierzo y candil, tocino y vino rancios, 
tu geografía te encuadraba en tres 
todos los altercados y cansancios: 
la plaza, la bodega y el ciprés.
Pastor de puercos, plantador de esperas, 
ahíto de servir o de soñar, 
de pronto se te abrieron las fronteras 
y te sentiste dueño de la mar.
Venías para el rey, por la fortuna, 
perdones y oro codiciando a una, 
héroe y bandido mitad por mitad.
Pobre traído para matar pobres, 
dejabas, entre lágrimas salobres, 
conquistas de embarazos y orfandad.



AL MISIONERO ANÓNIMO

Quizás no daba más tu teología, 
del Reino y de un imperio servidor, 
salvar y conquistar la paganía, 
cruzado entre las armas y el Amor.
La espada tu Evangelio desmentía, 
los yelmos apagaban tu fervor, 
¡la mucha sangre de tu Eucaristía 
no era sólo la sangre del Señor!

¿Pudo la Pascua hacernos gente esclava? 
¿Qué nueva libertad nos liberaba 
en las violentas aguas del Bautismo?
¿Qué paz traían tus atadas manos? 
¿Hacía de verdad hijos y hermanos 
el Padre Nuestro de tu catecismo?



AL INDIO ANÓNIMO

Eras tierra, pasión, memoria, mito, 
culto en la danza y fiesta en el sustento. 
Pero ellos te imputaron el delito 
de ser otro y ser libre como el viento.
Te hicieron colectivo anonimato 
sin rostro, sin historia, sin futuro, 
vitrina de museo, folclor barato, 
rebelde muerto o salvaje puro.
Y, sin embargo, sigues siendo, hermano, 
ojos-acecho al sol del altiplano, 
huesos- murallas en los tercos Andes,
raíces-pies en la floresta airada, 
sobreviviente sangre congregada 
por todo el cuerpo de la Patria Grande.



AL NEGRO ANÓNIMO

Los labios gruesos del amor y el canto 
no besarían más la tierra amada. 
Toda la sal del mar sería llanto; 
sólo muerte y exilio, la mirada.
La argolla y la blasfemia del cauterio 
cancelaron tu paz, tu Dios, tu gente. 
En las blancas razones del imperio 
tú no eras, servías solamente.
Pero llevabas Africa en la entraña 
y hacías tuya toda patria extraña 
y siempre algún tambor salvó tu hora.
Carbón de libertad, diamante duro, 
arde en tu sangre el fuego del futuro 
hacia la prohibida negra aurora.



A LA MADRE ANÓNIMA

Madre de hijos hechos a la lumbre 
y de hijos impuestos por acoso, 
somos la despoblada muchedumbre 
de tu amor y tu vientre sin reposo.
Molías las palabras y el maíz, 
trenzabas los caminos y las palmas. 
Indios, negros, mestizos, tu matriz 
nos ha dado los cuerpos y las almas.
Guarda tu soledad nuestros despojos 
y en el claro de luna de tus ojos 
el horizonte irrenunciable vemos.
También bendita entre las mujeres,
no tienes nombre, madre, pero eres 
la América que somos y seremos.



SONETO LIBRE A LA PATRIA GRANDE

Y serás tú, por fin, la Patria Grande, 
India, negra, criolla, libre, nuestra, 
un Continente de fraternos Pueblos, 
del Río Bravo hasta la Patagonia.
Banqueros, dictadores y oligarcas 
engrosarán el polvo del olvido. 
No pagarás la deuda que te hicieron. 
No aceptarás más multinacionales
que Dios, la paz, el mar, el sol, la vida. 
Despertarás los huesos de tus santos 
y los arbolarás en pie de Historia.
Serás un parto de utopías ciertas 
y el canto de tus bocas hermanadas 
enseñará la dignidad al Mundo.


II. Centroamérica nuestra


CENTROAMÉRICA NUESTRA

Como un volcán en ti, 
la paz de la Justicia.
Bandera de los Pobres, 
como un viento de luchas, 
la Libertad, en ti.
¡Centroamérica nuestra!, 
toda en dolor de parto, 
futura como el Reino, 
diaria como el llanto.
Maíz de tierra y sangre, madura, la Esperanza. 
Amor en cada piedra, tatuada de Historia. 
Tortilla compartida, la Pascua verdadera.
¡Eje del Mundo Nuevo, 
Centroamérica nuestra!
Calladla, eruditos, fariseos. 
Dejadla en paz, los grandes, invasores. 
Veladla, de rodillas, los pequeños. 
(Dios la tenga en sus manos, día y noche, 
como un pájaro en vuelo).
Que nadie aborte el sueño que late en la montaña. 
Que nadie apague el fuego que dora de Promesa 
las tiendas del exilio.
Que nadie vista el día 
desnudamente nuestro 
nace de la noche en Centroamérica.



CANTO DEL TIEMPO MAYA

Sopla el viento consignas 
por las duras almenas, 
y las piedras palpitan, como senos preñados, 
revestidos de carne combatiente.
El tiempo es Tiempo Maya.

Con verde terquedad, 
al sol de todos, 
yergue el maíz paterno 
sus millones de antorchas.
Entre el poder y el miedo,
transitorios, 
muchos brazos custodian la insurrecta alborada.
Indígenas, no más, 
sin credenciales, 
allá en los campamentos -las tiendas del desierto-
los refugiados en su propia tierra 
esperan regresar:
-Regresaremos 
cuando en Guatemala 
la «democracia» 
ceda
lugar
a la Justicia;
cuando sea «cristiana»
la Verdad y no el nombre. 
Yo vuelco en garzas blancas 
sobre el campo, reseco y conculcado, 
mis presagios profetas.
Cae la tarde como un desafío 
de incitantes penumbras 
delante de los montes 
que se las saben todas. 
Dolor y furia y canto desbordados, 
el Agua Azul viene de Historia adentro, 
y sube de la entera tierra maya, 
como un cuenco hervoroso de promesas, 
la sangre de los mártires.
El tiempo es Tiempo Maya.
-¡Seremos otra vez un Pueblo libre, 
la nueva Guatemala! 
Con almendrados ojos 
veremos nuevamente la hermosura. 
Veremos los quetzales caseramente nuestros. 
Cruzaremos los cerros prohibidos, 
ya en continua oleada de paz y fértil canto. 
Cerraremos la herida de la impuesta frontera. 
Barreremos, por fin, del calendario 
tantos «días nefastos». 
Sabias manos capaces 
de darle al mundo opaco 
luces de artesanía, 
tejeremos la vida de colores, 
trenzaremos la Historia de sorpresas diarias, 
trabajadas en Paz y con Justicia 
por el telar del Pueblo.
El tiempo es Tiempo Maya.



CHETUMAL

Yo me fui a comprar futuro
junto al mar.
La zona franca 
no lo era bastante para mí. 
No se compra la gracia de la vida. 
No se negocia con el Pueblo.
La bandera en la piedra no ondeaba,
era piedra.
Pero el mar desplegaba, azul y verde, 
más allá de mis ojos 
su estandarte indomable.
El águila dorada posaba muerta al sol,
como una momia,
mientras cantaban libres, sobre el césped, 
muchos zanates negros.
Centroamérica es, toda, esperanza. 
Y «ellos» se están volviendo monumento irrisorio, 
sal de olvido.
Daba el reloj las diez.
Daba la hora 
de ser ya para siempre solidario 
mi corazón.
América era mía como un beso de nupcias. 
El Mar Caribe y yo seríamos mañana:
la singladura azul de la utopía.



DE MÉXICO A CHIAPAS

Manando leche y miel 
cualquier tierra sería 
promesa 
para mí,
y para todos.
La espumosa blancura 
que subía mi padre, 
con sus manos venosas, 
desde los olorosos mugidos del establo.
Los niños de El Quiché 
no tienen leche. 
Ven, beben, 
sangre,
miedo.
Chochos los borriquillos 
vuelven a su rutina. 
Vuelve la Primavera 
-nunca se sabe cómo-. 
Y las abejas liban 
el gozo del futuro, 
compañeras del aire soleado, 
guerrilleras tenaces del silencio.
-«Vamos seis años», 
dice el campesino, 
como un Moisés;
y su mirada miel 
se rasga en horizontes.
El viento ha desnudado 
esos cerros insomnes. 
La fe desnuda el corazón dispuesto.
Centroamérica toda 
se me enrosca en el alma
como un pacto 
de furor y ternura.
Quiero mirar sus niños 
jugando a trastos viejos 
con el imperio roto; 
jugando a tierra libre,
como pájaros.
El mundo se hace tarde. 
Pero la luna exhibe 
su medallón de sueños.
Caminos solidarios 
los caminos de Chiapas,
transitados de Reino. 
las Casas nos acoge 
como un dogma de piedra incontestable 
perforando la noche.



GUATEMALA

Quetzales,
incapaces de ser esclavos, 
dadnos 
la fatal hermosura de vuestra Libertad.
Guatemala imposible ¡tan segura del Tiempo! 
Invencible derrota, 
conquistada esperanza, 
matriz de sangre antigua,
¡Guatemala!
Maíz del Continente, 
pan de nuestro futuro, 
amasado en la piedra del silencio, 
con las aguas del llanto... 
Al rescoldo feraz de tus aldeas 
coceremos la hogaza del mañana. 
Dios traerá de nuevo hasta tus pechos los hijos exiliados, 
y será cada muerto, redivivo, una aurora en tus ojos, 
una raíz en flor para los nuestros.
La Biblia, secuestrada por los dioses del lucro y de la muerte, 
será palabra viva en la boca del Pueblo.
Cada espera oprimida 
-Guatemala que esperas hace siglos tu hora-
será un siglo de surcos venideros, 
cosecha colectiva de esperanzas fraternas: ¡Amerindia!
¡Guatemala esperada tanto tiempo, 
india hermosura nuestra,
imprescindible,
tan agónicamente deseada!¡



NO PASARÁN, ¡SE PASARÁN!

«No pasarán, amor, no pasarán». 
¡Se pasarán! 
Se pasarán de listos los que piensan 
que pueden impedir que nazca el Día. 
Se pasarán de necios si pretenden
acallar el volcán de corazones 
de América Latina
Momotombo
de luchas y esperanzas.
Se pasarán de pútridos 
recontando sus dólares de muerte. 
Se pasarán de viejos 
mientras nuestra chavala rojinegra 
contamina de fiebres de utopía 
a todas sus hermanas. 
Se pasarán de escribas, esclavos de la ley, 
mientras Jesús de Nazaret camina 
-presencia solidaria de Dios- entre los Pobres.
... Si pasan por encima de nuestro cuerpo, un día, 
no pasaremos nunca: ¡Amor, no pasarás!



LEONEL RUGAMA

-¡Que se rinda su madre, 
que se rindan sus armas, 
que se rindan sus dólares, 
que se rinda su imperio!
Nosotros seguiremos avanzando 
más allá de la muerte.
Santo negro amerindio,
Leonel, 
compa, 
hermano,
¡niño maestro nuestro!
Cada verso que dabas era un código vivo. 
Y fue un volcán de luz tu testamento.
Decías «Libertad» y era el vuelo tu alma. 
Decías «Compañero» y era el Pueblo. 
Decías «Nicaragua» y era tu cuerpo muerto 
la asteada bandera. 
Decías «Hombre Nuevo» y eras tú.
Si callabas el Nombre sacrosanto, 
lo gritaba tu vida consagrada al servicio. 
Era el Dios de los Pobres 
quien venía gritando en tus silencios. 
Era el Cristo que un día reclamaste 
quien se vino, de golpe, 
derramado en tu sangre.



CANCIÓN SALVADOREÑA

Farabundo, corazón 
que en El Salvador porfía. 
Tan pequeña geografía, 
tan tenaz revolución. 
Se hace verdad la utopía 
de Morazán, compañero. 
Mujer, campesino, obrero 
trenzaron sus manos ya. 
Va a florecer San Romero 
y El Salvador vencerá.



HONDURAS CLANDESTINA

Honduras, dulce Honduras, 
calladamente nuestra, 
hermana clandestina, 
tus hermanas te llaman. 
Todas las caracolas, 
todas las garzas libres, 
todos los muertos fieles 
te llaman al abrazo. 
(¡Centroamérica unida, Morazán, 
«nuestro amor que no muere»! 
¡Por amor de tu vida, 
Centroamérica nuestra, 
no callaremos más 
hasta que rompa 
la aurora en tu mirada, 
hasta que estalle el sol de la Justicia 
en mitad de tu pecho!).
Lempira, yergue el duro 
pedernal de tu rostro 
contra los invasores. 
(Los traidores, Lempira, tú lo sabes, 
cabalgan en la grupa del imperio). 
Sea otra vez consigna 
el Peñón de Cerquín. 
Convoca en la unidad 
a todos los rebeldes.
Sobre tu paz, Honduras, 
la orquídea morada 
oficia un prolongado Viernes Santo. 
La sangre de Pavón y Landaverde 
chorrea de tu boca, reciente de martirios.
Chorrea de tu cuerpo 
mucha sangre sin nombre, 
Honduras desangrada. 
(Las malas Compañías 
te han desangrado siempre). 
Las bases del imperio, como clavos, 
hierran tu pobre carne, 
Honduras ocupada, Palmerola, 
¡corazón ocupado de América Latina!
... Y, sin embargo, Honduras, 
limpias bajan tus aguas 
como el alma del Pueblo. 
Duros, como verdades, perseveran 
los guijarros desnudos, en tu cauce. 
La niebla, como un código, 
protege tus pinares 
y el ritmo cauteloso 
de tus hijos mejores. 
Cimarrones alzados, 
montaraces del día, 
en las minas de Olancho 
los esclavos despiertan
Los mártires de Olancho 
vibran al sol sus palmas. 
Tercos de rebeldía, 
los huesos de Zelaya 
levantan su trinchera. 
Guadalupe, el testigo, 
ha escrito en muchos ojos 
sus huellas solidarias.
Llamas de Dios, unidas, 
ocotes de la Iglesia, 
crecen tus campesinos. 
La Palabra germina en sus silencios.
Forjan los sindicatos 
los brazos del futuro. 
Campesinos y obreros 
entrelazan sus pasos, 
«taulabés» de la Historia, 
«acortando el camino».
Hondureños, hermanos, ¡sed vosotros! 
Grabad en cada piedra 
de todos vuestros montes y quebradas 
esta sola palabra: Dignidad. 
Ponte de pie, en la noche, 
y urge la madrugada, 
Honduras clandestina. 
Sean tuyos los montes, 
limpios de mercenarios. 
Tuyo sea el maíz, 
libre de Compañías. 
Sea tuya la vida, liberada.
Sobre tu boca, rota 
de miseria y de espanto, 
el Padre de los pobres 
pondrá un guacal de Pascua, 
leche y miel de alegría. 
Cosecharás cantando 
tu siembra de dolores. 
No dirán más de ti «la que no es Pueblo».
La Virgen pequeñita de Suyapa 
ha recorrido como una paloma 
toda la patria herida, y con su vuelo 
ha suscitado un aire de promesas. 
¡En el Nombre de Dios, 
contra todos los dioses, 
amanece en tus cerros la esperanza!


III. Confesiones


VOY A PASAR LA VIDA

-Voy a pasar la vida
más o menos inútil, 
más o menos poeta.
No habré tenido un hijo. 
No habré sido magnate ni gerente de lucros, 
ni albañil o mecánico. 
Habré plantado unos contados árboles
y habré escrito unos libros, 
muchas cartas,
hojas hijos al viento.
-Procura que la Gracia y la Ternura 
llenen de vino nuevo ... 
tu ánfora de barro. 
Dios mide a su manera la eficacia. 
Ama a todos los hijos de los hombres. 
Di tus palabras como las semillas 
que mueren pero brotan. 
Haz de tu corazón célibe solo 
un ambulante hogar desatrancado, 
una lona de circo bullanguero. 
Deja las digitales de tus pies peregrinos 
como besos en llama solidaria 
sobre la carne de la Madre Tierra. 
Posa tus ojos, tibios ya de ocaso, 
como lumbres de aceite, acurrucadas 
en la vigilia universal del Tiempo.



DENTRO DE AUSCHWITZ

¿Cómo
hablar de Dios 
después de Auschwitz?, 
os preguntáis vosotros,
ahí, al otro lado del mar, en la abandancia.
¿Cómo
hablar de Dios 
dentro de Auschwitz?, 
se preguntan aquí los compañeros, 
cargados de razón, de llanto y sangre, 
metidos en la muerte 
diaria
de millones...



ME ANUNCIAN OTRA VEZ LA ESPERADA

Me anuncian otra vez la esperada. 
Me anuncian Tu visita.
Voy a poner en orden la casa del recuerdo. 
Voy a vestir de flores de pobreza 
mis sueños y mis iras.
A orillas de la tierra me aguarda la canoa...
Después,
mientras se explican 
los pájaros, las ruedas, 
los soles y las lunas, 
yo espero que el silencio 
diga, sobre mi sangre, 
palabras verdaderas.



EL POSIBLE REVÓLVER CONVOCABA

El posible revólver convocaba 
los odios y las sombras. 
Dios estaría al quite, en todo caso,
y era preciso andar hasta la hora. 
Pero mi corazón, chapado en fuegos, 
sellaba, como el sol, la tarde agónica.



EL TIEMPO Y YO

-I-

La noche y yo luchamos
impotentes
y el gallo no proclama 
los rounds de este combate.
El día
caerá
como un decreto 
sobre esta lucha sorda 
y yo seguiré siendo 
el mismo personaje 
de antes de esta noche.

-II-

El día y yo reñimos 
azorados 
por las contadas horas 
que van de seis a veinte. 
Mientras la luz nos cubre, como un manto, 
el miedo de llegar a no ser día.

-III-

La tarde y yo morimos
silenciosos.
La noche
caerá
como un decreto 
sobre las hojas mudas 
que olvidarán la gloria de esta tarde 
y el paso de mis ojos.
Mañana serán otros
el día y los humanos.
(Si no tuviera fe para negar la muerte, 
quizás yo no tendría coraje de nombrarla).



TIEMPO DE FRUSTRACIÓN

Fueran otros tiempos, 
yo te cantaría 
soñándote nuestro
lucero del alba... 
Hoy los gallos roncos 
quiebran la redoma 
de tu cara inútil 
y un caballo exhausto 
rumia en mis silencios 
la impotente hora. 
¿Para qué amaneces 
si no va a ser día? 
Lentamente el Pueblo, 
fatalmente pobre, 
surcará el cansancio 
sobre el Araguaia. 
Las orillas, ciegas, 
impondrán el curso 
de la ley y el orden. 
Y arderemos todos, 
como tablas sueltas 
del difícil barco,
bajo un sol injusto.



SALMO 23

El Señor es mi Pastor...
Los pastores de mi casa 
me enseñaron a sentirLo. 
La «chivita» deportada
por la guerra fratricida 
me ayudó a reconocerme 
vigilado por sus Ojos, 
añorado por sus Manos.
Yo sería un pastor
¿bueno?
Tu Palabra me alimenta, cada día, 
como un valle. 
Me convida tu Misterio, como un monte. 
Como un río me penetra, 
perdonado,
tu Ternura.
Pirineo y sus pastores,
por las rocas,
en la nieve,
por el Ésera desnudo tierra abajo, 
por las noches estrelladas cielo arriba.
Los balidos impotentes me acosaban, siendo niño. 
Los balidos de los pobres, degollados, me traspasan. 
¿No bastaba con tu sangre, Pascua nuestra?
Si atardece en mis majadas, 
Tú serás su paz caliente. 
No les faltará tu silbo
cuando rompa el día nuevo.
Los mayores desencantos 
puedo atravesar seguro. 
¡Tú me llevas como un hombro, 
Pastor bueno!



MALDITA SEA LA CRUZ

Maldita sea la cruz 
que cargamos sin amor 
como una fatal herencia.
Maldita sea la cruz 
que echamos sobre los hombros 
de los hermanos pequeños.
Maldita sea la cruz 
que no quebramos a golpes 
de libertad solidaria, 
desnudos para la entrega, 
rebeldes contra la muerte.
Maldita sea la cruz 
que exhiben los opresores 
en las paredes del banco, 
detrás del trono impasible, 
en el blasón de las armas, 
sobre el escote del lujo, 
ante los ojos del miedo.
Maldita sea la cruz 
que el poder hinca en el Pueblo, 
en nombre de Dios quizás. 
Maldita sea la cruz 
que la Iglesia justifica 
- quizás en nombre de Cristo-
cuando debiera abrasarla 
en llamas de profecía.
¡Maldita sea la cruz 
que no pueda ser La Cruz!



ALGO TENEMOS, ROMA, DE ROMANOS

Algo tenemos, Roma, de romanos 
todos los que heredamos 
la leche del latín, la fe de Pedro. 
A pesar del Imperio, detrás del Vaticano,
en la piedra y la sangre compartidas 
todos tenemos mucho de romanos.



CARDENALES DE ROMA

Cardenales de Roma, 
hermanos todavía:
¿Qué somos 
si no somos
Pascua viva?
¿Qué celebramos
si no celebramos
toda la sangre en cada Misa?
¡Ay de las Curias 
sin romerías!
No me quitéis la sangre de los mártires 
del cáliz que alimenta mi osadía.
Si les priváis del Testimonio,
¿qué les queda a los Pobres de América Latina?
Roma, la misma Roma, 
¿qué sería 
si callase en sus piedras 
la hermana sangre antigua?



YO, PECADOR Y OBISPO, ME CONFIESO

Yo, pecador y obispo, me confieso 
de haber llegado a Roma con un bordón agreste; 
de sorprender el Viento entre las columnatas 
y de ensayar la quena a las barbas del órgano; 
de haber llegado a Asís,
cercado de amapolas.
Yo, pecador y obispo, me confieso 
de soñar con la Iglesia 
vestida solamente de Evangelio y sandalias, 
de creer en la Iglesia,
a pesar de la Iglesia, algunas veces; 
de creer en el Reino, en todo caso
-caminando en Iglesia-.
Yo, pecador y obispo, me confieso 
de haber visto a Jesús de Nazaret 
anunciando también la Buena Nueva 
a los pobres de América Latina;
de decirle a María: «¡Comadre nuestra, salve!»; 
de celebrar la sangre de los que han sido fieles; 
de andar de romerías...
Yo, pecador y obispo, me confieso 
de amar a Nicaragua, la niña de la honda.
Yo, pecador y obispo, me confieso 
de abrir cada mañana la ventana del Tiempo; 
de hablar como un hermano a otro hermano; 
de no perder el sueño, ni el canto, ni la risa;
de cultivar la flor de la Esperanza 
entre las llagas del Resucitado.



PIENSA TAMBIÉN CON LOS PIES

Piensa también
con los pies
sobre el camino
cansado
por tantos pies caminantes.
Piensa también, sobre todo, 
con el corazón 
abierto 
a todos los corazones 
que laten igual que el tuyo, 
como hermanos, 
peregrinos, 
heridos también de vida, 
heridos quizá de muerte.
Piensa vital, conviviente
conflictivamente hermano, 
tiernamente compañero.



TE LLAMARÁN POETA

Te llamarán poeta 
para reirse de tus razones 
que desentonan de su razón; 
para zafarse de tu Evangelio 
que les cuestiona a su propio Dios.
Te llamarán profeta 
para exigirte lo que no son, 
para llevarte hasta la muerte 
y darte un póster en su salón



DIOS ES DIOS
Yo hago versos y creo en Dios.
Mis versos 
andan llenos de Dios, como pulmones 
llenos del aire vivo. 
Carlos Drummond de Andrade 
hace -hacía- versos, 
mejores que los míos, 
y no creía en Dios. 
(Dios no es simplemente la Belleza).
El Ché entregó su vida por el Pueblo 
y no veía a Dios en la montaña.
Yo no sé si podría convivir con los Pobres 
si no topara a Dios en sus harapos; 
si no estuviera Dios, como una brasa, 
quemando mi egoísmo lentamente. 
(Dios no es simplemente la Justicia).
Muchos humanos izan sus banderas 
y cantan a la Vida, 
dejando a Dios de un lado. 
Yo sólo sé cantar dando Su Nombre. 
(Dios no es simplemente la Alegría).
Quizá yo no sería capaz de estos caminos 
si no estuviera Dios, como una aurora, 
rompiéndome la niebla y el cansancio. 
Y hay sabios que caminan imperturbablemente 
contra el viso de Dios,
haciendo Historia, 
desvelando misterios y preguntas. 
(Dios no es simplemente la Verdad).
... Belleza sin ocaso, 
Verdad sin argumentos, 
Justicia sin retomos, Amor inesperado, 
¡Dios es Dios simplemente!



AMOR CELOSO

Tú pides,
pides siempre,
pides mucho,
Señor.
Lo pides todo.
Te gusta ir entrando, como un fuego, 
vida adentro de aquellos que te aman 
y abrasarles las horas, los derechos, el juicio. 
Tú haces los eunucos y los locos del Reino.
Abusas del amor
de los que son capaces
de abusar de tu Amor.
No muchos, más bien pocos.
(Todos podrán salvarse, 
pocos quieren salvarte plenamente).
Teresa de Jesús, que lo sabía
de andar trochas y noches del Carmelo, 
te lo advirtió. Inútilmente, claro.
Sigues siendo el Total,
la zarza ardiendo
sobre el Horeb de todos los llamados.
Delante de tu Gloria, Amor celoso, 
no hay más gesto posible que descalzar el alma. 
Tú eres. Tú nos haces.
Calcinándonos, 
el Viento de tus llamas nos liberta. 
Tú nos amas primero, en todo caso.


IV. Sacramentos



ESPOSA TIERRA

No quiero irme 
sin haberte amado,
Tierra,
como una esposa.
Todos mis hijos nacen
de tu carne rasgada.



PAJARO SABIÁ

¿Qué me quieres decir, 
profeta impenitente, no invitado, 
oculto en los follajes de la Historia, 
cantando todo el día 
bajo un cielo incapaz de definirse?
¿Qué incómoda consigna 
pretendes ensartarme con tu canto, 
como una espina oscura, voraz, 
atornillándome 
el corazón cansado de consignas?



AL CIPRES DE EMBÚ

El cielo, los humanos y las cosas 
devanas en la paz de tus follajes. 
Brindan sus llamas junto a ti las rosas. 
Los pájaros te cruzan sus mensajes.
Ovillo de certezas y desvelos, 
la noche te clausura penitente, 
el día aguza el filo de tus vuelos 
y el corazón, gemelo, te consiente.
Adusto, no te niegas a la vida; 
compacto, no rehuyes la acogida; 
torre de Dios, subiendo no te evades...
Tenso vigía del entorno humano, 
madura soledad, poeta hermano 
de mis enardecidas soledades.



LAS GARZAS BLANCAS

No consigo mirarlas
indiferentemente.
Me saben todavía 
a detalle de Dios.
Capullos de blancura 
dando entorno a las aguas.
Anforas escogidas, 
llenas de sol primero.
Algodones alados 
que vendan mis poemas.



RIO DAS MORTES

No pasa nada en este río. 
Pasan
las formas de las nubes,
las copas invertidas,
la sombras de las alas, 
nuestros ojos.
Pasamos.
Pasa el río.



LA HIEDRA CUBRE EL TRONCO

La hiedra cubre el tronco 
muerto del Latifundio.
Las venas de mi Pueblo 
trepan hacia el futuro.



¡ESAS MADRES!

¡Esas madres 
con sus hijos 
que son tuyos, Padre nuestro! 
¡Esas pobres de la tierra 
que se mueren dando vida! 
¡Ese mundo que las mata! 
¡Esa casa inhabitable 
que fue casa de tu Hijo!
¿¡Dónde estamos,
Tú y nosotros,
Padre nuestro?



LOCA DE UN PARTO MUERTO

Loca de un parto muerto, 
vuelta a sus cinco años 
leves como unas plumas 
de antes de las ciudades
india tapuia ella, 
ríe toda, callada, 
pájaro en los cabellos 
de su marido niño. 
Sabe que él la ama 
y es todo lo que sabe.
El incrusta en silencios 
sus contadas palabras 
de un dolor prematuro. 
Vuelve el rostro a la tierra 
del menguado destino 
y recoge el abrazo 
de la niña demente 
como un hombre de antaño, 
corazón enterizo.



GUSTAVO GUTIÉRREZ

Guiña chistes y chismes escolásticos, 
cortando
con el aire de su nariz incaica, 
el miedo y la tristeza 
de todo un Continente.
Cojeando, bajito, va muy alto y muy lejos...
La pelada testuz de un adivino
-roca del Machu-Pichu, morada del Misterio-
corona su cabeza luminosa.
(Perú
-Costa del Mar, menos pacífico, 
que debería ser vaivén hermano.
-Sierra del Viento nuestro en flautas libres.
-Selva a las puertas de la Amazonía, 
conquista de codicia y de masacre, 
Oriente del Mañana de los pobres).
Ronca palabra de maestro antigno, 
suelta en sabias cascadas. Tiempo adentro,
recogiendo las rocas de la Muerte, 
fecundando los valles de la Vida.
«Suma» criolla de Liberación.
Exegeta de Marx,
críticamente 
sabe afeitarle al viejo 
la dialéctica barba, 
respetándole el rostro
de profeta del Lucro y de la Historia.
Testigo fiel del Verbo y de los hombres, 
lleva su corazón en punto alerta 
con la Hora de América Amerindia.
Agudo curtidor de odres nuevos 
para el antiguo Vino. 
Asesor de las células cristianas 
que hacen nueva la Iglesia, 
desde la base, al soplo del Espíritu.
Tomasito de América Latina 
(con el perdón de la cansada Europa, 
con la segura complacencia hermana 
de Tomás, el de Aquino).



LOS MÁRTIRES DE LA ANDADURA DEL PUEBLO
Ante el mural 
de Maximino Cerezo Barredo, 
en el Santuario de los Mártires 
de Riberão Bonito, MT.
Amparan el Camino las manos de Su Padre. 
Y el Espíritu sella la andadura, 
con las alas abiertas Paz adentro. 
El Primero en nacer desde la muerte, 
Jesús, Testigo Fiel, rompe la marcha 
y con la gloriosa mano herida 
cancela la vigencia de la antigua tiniebla.
El rostro cotidiano del Pueblo está en Su Rostro. 
Y van con El, hermanos de combate, 
João Bosco, Margarida, 
Rodolfo, Gringo, Tião, 
Josimo, Chico, Santo,
¡... tantos, tantas!
San Romero celebra Eucaristía 
en el ara mayor del continente, 
vistiendo en profecía derramada 
la estola de los mayas redivivos. 
Mientras Marçal, el guaraní, empuña 
la espiga del maíz, 
pan de nuestra Amerindia.
Gritan las herramientas 
la fuerza del trabajo organizado, 
el fraterno poder de las manos unidas.
Por detrás de la cárcel, derribada 
a golpes de una terca rebeldía, 
rompe la gracia matinal del Reino. 
Y las cercas de alambre se retuercen, 
quebradas por la marcha justiciera.
La noche todavía mantiene en sus mazmorras 
hermanos torturados. 
Hay desaparecidos todavía 
en los silencios cómplices.
¡Inútilmente, Imperio, inútilmente!
Nuestros caídos mueren 
con la Esperanza en flor entre las manos. 
Nuestros muertos caminan empujando la Historia. 
Contra los alaridos de la Muerte, 
gritamos las consignas: ¡Tierra! ¡Liberación!,
canto coral de todo un Pueblo en marcha.
Bajo esa clara nube de tanto testimonio,
herederos de Sangre, 
testigos de testigos, 
con ellos caminamos liberando el Futuro. 
Caminamos por El, Horizonte y Camino. 
Hijos de un mismo Padre, 
nacidos de Su Muerte, 
memoria de El y de Ellos,
¡celebramos la Pascua!



MERURI, 10 AÑOS DESPUÉS
En la aldea de Meruri, de los indios Bororo 
escenario del martirio del P. Rodolfo y del indio Simão, 
durante la segunda celebración funeraria.
La tarde dora el aire estremecido 
y dora el polvo sobre el coche intruso, 
zurcido por las aves sorprendidas.
La tarde dora la palmera inmóvil, 
testigo del vaivén de los humanos 
- indios, terratenientes, misioneros-.
Meruri acoge el llanto arremansado 
sobre los huesos que las plumas ciñen 
de un vuelo imprevisible pero cierto.
La luna nos contempla, retraída, 
como un sello de plata prematuro.
La tarde dora el aire y la memoria,
dora en semilla de Bororo y Cristo 
la sangre de Simão y de Rodolfo.



DECIR TU NOMBRE, MARÍA
Decir tu nombre, María, 
es decir que la Pobreza 
compra los ojos de Dios.
Decir tu nombre, María, 
es decir que la Promesa 
sabe a leche de mujer.
Decir tu nombre, María, 
es decir que nuestra carne 
viste el silencio del Verbo.
Decir tu nombre, María, 
es decir que el Reino viene 
caminando con la Historia.
Decir tu nombre, María, 
es decir junto a la Cruz 
y en las llamas del Espíritu.
Decir tu nombre, María, 
es decir que todo nombre 
puede estar lleno de Gracia.
Decir tu nombre, María, 
es decir que toda muerte 
puede ser también Su Pascua.
Decir tu nombre, María, 
es decirte Toda Suya, 
Causa de Nuestra Alegría.



EUCARISTÍA
Para Arturo Paoli

Mis manos, esas manos y Tus manos 
hacemos este Gesto, compartida 
la mesa y el destino, como hermanos. 
Las vidas en Tu muerte y en Tu vida.
Unidos en el pan los muchos granos, 
iremos aprendiendo a ser la unida 
Ciudad de Dios, Ciudad de los humanos. 
Comiéndote sabremos ser comida.
El vino de sus venas nos provoca. 
El pan que ellos no tienen nos convoca 
a ser Contigo el pan de cada día.
Llamados por la luz de Tu memoria, 
marchamos hacia el Reino haciendo Historia, 
fraterna y subversiva Eucaristía.



V. Antífonas

¿Para qué tu Navidad 
si no hay gloria en las alturas 
ni en la tierra paz? 
y a José y María
no les dan lugar 
ni dentro ni fuera 
de la ciudad?
y la Buena Nueva 
ya no es novedad? 
y mandan 
callar 
a todos los ángeles 
que osan cantar? 
¿Para qué, 
para quién, Niño, 
tu Navidad?
Dinos cuál es tu Dios, Jesús; enséñanos 
a no hacerlo el Dios que no lo haces. 
¡Devuélvenos tu Dios, 
mostrándonos el Padre!
Entre tu rostro humano 
y la gloria de Dios 
está el abismo 
de nuestra fe y tu muerte.
¿Dónde estará
la Paz 
que Tú nos has dejado 
si no hay paz 
en medio de nosotros?
Tú eres
tanto
la Paz 
como el Desasosiego.



DEUS ABSCÓNDITUS
Eres un Dios escondido, 
pero en la carne de un hombre. 
Eres un Dios escondido 
en cada rostro de pobre. 
Más tu Amor se nos revela 
cuanto más se nos esconde.
Siempre entre Tú y yo, 
un puente. 
Es imposible el vado.
Tanto me llamas Tú 
como Te busco yo. 
Los dos somos encuentro.
Haciéndome el que soy
-anhelo y búsqueda-
Tú eres el que eres 
-don y abrazo-.



ASAMBLEA EPISCOPAL
¡Este lujo, Señor, 
de pensar tu Evangelio, 
cercados de jardines, 
y hacer la Eucaristía,
hartas siempre las mesas, 
y lanzar documentos, 
sin lanzarnos nosotros, 
mientras la muerte sigue...!
Voy a decir de Ti 
mi última palabra. 
(Siempre penúltima 
y mía siempre).
Espero que me digas 
tu palabra 
reproche,
tu palabra 
respuesta,
tu palabra 
convite. 
¡Díteme tú, Palabra!
De ti, sólo de Ti, siento sed y nostalgia. 
Todas las aguas vivas 
me hablan de Ti, oh Fuente. 
Vivo para el retorno. 
Busco, como un espejo 
herido de penumbras, 
la llama de Tu Rostro.



VI. Proverbios

El pobre malo 
tiene una ventaja: 
la de ser pobre. 
El rico malo, 
dos inconvenientes.



De astilla
en astilla
hasta el Madero.



-Hay que prevenir la guerra 
haciéndola, 
dictaminan las geopolíticas. 
Matemos para vivir 
militarmente. 
¡Abajo las vidas, 
arriba las armas!



El Sur,
el Sur, 
¡no el Occidente, hermanos!



Somos pobres, 
pero somos
mayoría
¡y el futuro!



Gracias a tu ayer, 
habrá para ellos 
un mañana, 
hermano.



Mi hoy, entre los dos, 
ha de ser responsable 
como un arco de Historia 
en el puente del Reino.



¿Qué le dice el Tercer Mundo 
al Primer Mundo? 
- ¡Si no fuerais lo que sois, 
podríamos ser 
los que somos!



¿Por qué lo que es de todos 
no es de nadie, 
si todos somos todos?



Dos son los problemas, 
dos: 
los demás
y yo.



Vuestros tiempos perdidos 
son mi tiempo de canto. 
Me anticipo a gritaros que ya es hora. 
(Quizás roncos de angustia, 
por causa de la noche, 
los gallos, los poetas, despertamos el día).



PALABRA
Este frágil sonido con que abrazo 
el río, tu mirada, la estrella de Belén, 
la barca inevitable hacia el ocaso 
y el mismo Dios también.



El primer tomo de CEHILA 
-ese reverso de la Historia-
es nada menos que la Biblia



.Como un péndulo
voy,
viviente y libre,
entre la angustia y la acción de gracias.



El contemplativo 
es un productor
de gratuidad.



Después del Viernes Santo, 
Jerusalén es margen y camino, 
fuera de las murallas. 
Fuera de la Ciudad, 
en el velo del Viento 
Dios esconde y revela 
su mirada de hombre.



Volver al mismo surco, 
pero hundiendo 
la reja del arado 
cada vez más adentro. 
Hasta la tierra viva 
de donde brota el Reino.



El silencio de Dios ignora el grito 
de esas noches humanas. 
La muerte las habita. 
No os riáis de sus miedos 
invocando a la luna



.Otra vez hecho carne
de locura
acontecía Dios
en mi silencio



.La Eucaristía 
que no es mesa 
acaba siendo 
pura blasfemia.



Solamente en el Kronos, 
con sus días ceniza, 
se da el Kairós del Reino,
luminoso y opaco.



Franqueó su corazón 
como un silo.
Grano a grano, 
los dolores de su Pueblo 
lo han colmado.



No basta con dar pan, 
hay que dar hambre. 
No basta con que des el Evangelio: 
has de abrir, con tu vida, 
la pasión de comerlo.



En los ásperos dientes de la Historia 
vuelca tu corazón como una alcuza 
llena de Dios 
y de ternura.



El camello que no pasa 
por el ojo de una aguja, 
entra en cualquier catedral.



Lo malo no será 
perder el tren de la Historia, 
sino perder el Dios vivo 
que viaja en ese tren.



El amor no es bueno 
por ser mandamiento, 
mas por ser amor



.Paz,
pan,
paz: 
Con una «n» no más, 
ya le has puesto sangre nueva 
al corazón de la Paz.



Como esta rosa 
en medio 
de las espigas útiles,
tú debes ser ternura en el combate. 
Mientras caen los granos para el surco del Reino, 
no dejes se marchiten los pétalos del canto.



Si en medio de la Iglesia 
te sientes hoy, hermano, 
como un leproso antiguo, 
¡no atropelles el tránsito 
ni dejes el Camino!



Junto con los otros, 
pero abierto al Otro, 
como el gran Ausente, 
como el gran Presente, 
como el otro Otro.



Contra los cañones, 
versos. Y versos 
bajo los cánones...



Libre,
pero ceñido de una malla 
de límites sumisos, 
de escándalos ajenos.



No encajes la amargura 
del golpe de la azada. 
Abrete a la fecunda 
visita de la siembra.



La paz, como la rosa, 
en cualquier clima, 
sólo crece cuidada 
y con espinas.



Delante de los ojos 
el calendario entero. 
Pero en la mesa 
el pan diario.



Jesús es
en persona 
la controversia de Dios. 
¿De qué Dios se trata, hermanos?



No hay prueba mayor de Dios 
que ese final de la Cruz.



No hay cabeza viva 
sin su corazón: 
¡la ideología!



Tu cabeza sólo anda 
en la medida en que 
caminan sobre la tierra
tus propios pies.



Si no tienes
demasiado,
podrás tener el Espíritu 
y ser hermano,
hijo en el Hijo.



Entre tú y yo, 
la distancia, yo. 
Pero el puente, hermano, 
nosotros dos.



No sé los nombres de todos, 
pero me aprendo sus ojos, 
y por sus ojos los llamo.



El pájaro se fue
y dejó de sí, 
por todo testamento,
este latido verde 
temblando sobre el río.



Esta es nuestra alternativa:
vivos
o resucitados.





RABIA AL ADAWIYYA [18.303]

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RABIA AL ADAWIYYA 

Rabia al Adawiyya
RābiʻUn al-ʻAdawiyya al-Qaysiyya (árabe: رابعة العدوية القيسية‎) o sencillamente Rābiʿah al-Baṣrī (en árabe: رابعة العدوية القيسية: رابعة البصري‎) (717@–801 C.E.) Fue una santa musulmana y mística Sufi.

Se cree que nació entre los años 713 y 717 CE (100 y 108 Hijri) en Basra, Iraq. Gran parte de los primeros años de su vida fueron narrados por Farid ud-Alboroto Attar, otro santo y poeta sufí, más tardío, quién utilizó fuentes más tempranas. Rabia no dejó ningún texto escrito por sí misma.

Fue la cuarta hija de una familia; de allí su nombre, Rabia, que significa "cuarta". A pesar de es conocida por su período de esclavitud, no había nacido en tal condición; su familia era pobre, pero respetada en su comunidad.

Según Fariduddin Attar, cuándo Rabia nació, sus padres eran tan pobres que no había en la casa aceite para encender una lámpara, ni tampoco un trozo de tela para que pudieran arroparla. Su madre solicitó a su marido que fuera a pedir algo de aceite a un vecino; pero el padre había resuelto en su vida nunca pedir nada a nadie, excepto a Dios. Para no discutir, partió sin embargo; simuló ir hasta la puerta del vecino y luego volvió con las manos vacías, sin haber pedido nada.

En la noche Mahoma apareció a él en un sueño y le dijo, "Tu hija recién nacida es una favorita del Señor, y dirigirá muchos musulmanes hacia el recto camino. Deberías acercarte al Amir de Basra y presentarte ante él con una carta en la cual tendría que ser escrito este mensaje: 'Tú ofreces Durood al Profeta Santo cien veces cada noche y cuatrocientas veces cada noche de jueves. Sin embargo, como fallaste en observar esta regla este último jueves, a manera de reparación tienes que darle al portador de la presente cuatrocientos dinares'".

El padre de Rabia se levantó y fue directamente en busca del Amir, mientras lágrimas de alegría rodaban por mejillas. El Amir recibió encantado el mensaje, porque por su intermedio supo que había sido visto por los ojos de Mahoma; hizo distribuir 1000 dinares entre los pobres, y gozosamente pagó los 400 dinares al padre de Rabia. Además, le solicitó que acudiera en cuanto necesitara cosa alguna; puesto que él se sentiría beneficiado por una visita de un alma tan querida por el Señor.

Luego de la muerte de su padre una hambruna asoló Basra, y Rabia se separó de sus hermanas. La leyenda cuenta que mientras viajaba en una caravana, cayó en manos de unos ladrones. El jefe de éstos tomó cautiva a Rabia, y la vendió en el mercado como esclava.

El nuevo amo de Rabia la empleaba en duros trabajos. Ella, después de terminar con sus labores en la casa, pasaba la noche entera en oración; también observaba ayunos muchos días. Una vez el maestro de la casa se levantó en medio de la noche, y fue atraído por la voz en la que Rabia rogaba a su Señor. Ella le imploraba en estos términos:

"¡Señor! Sabes bien que mi deseo entusiasta es cumplir Tu voluntad, y servirTe con todo mi corazón, ¡oh, luz de mis ojos!. Si fuera libre, pasaría el entero día y noche en oración. Pero ¿qué puedo hacer yo, ahora que me has hecho esclava de un ser humano?"

Inmediatamente el maestro sentió que era sacrílego mantener tal valí como esclava; decidió por el contrario ponerse él mismo al servicio de ella. Por la mañana la llamó y le expuso su decisión; él podría servirla y ella podría morar allí como dueña de la casa; pero si ella insistía en querer dejar la casa, él estaba dispuesto a liberarla de su esclavitud. Ella le dijó que quería dejar la casa para  para hacer su adoración en soledad; esto le fue concedido, y partió.
Rabia fue al desierto para orar y llegar a ser una asceta. El murshid era Ḥasan al-Baṣrī, un conocido santo sabido elevado al nivel de las siete almas sagradas. Ella no poseía mucho más que una jarra rota, una estera y un ladrillo que utilizaba como almohada. Pasaba toda la noche en oración y contemplación. Cuando su fama creció, empezó a tener muchos discípulos. También tuvo discusiones con muchas de las personalidades religiosas renombradas de su época. Aunque tuvo muchas ofertas de matrimonio, incluso -cuenta la tradición- una del Amir de Basra, las rechazó para no tener en su vida otro tiempo que el dedicado a Dios.

Así oraba Rabia:

¡Oh Dios!
Si Te adorase por miedo al Infierno, quémame en el Infierno;
Si Te adorara esperando el Paraíso, exclúyeme del Paraíso.
Pero si Te adorara por Tí Mismo,
no me niegues Tu eterna Belleza


Muerte

Rabia había pasado los ochenta años cuando murió, habiendo seguido la senda mística hasta el final. Sentía que estaba continuamente en presencia de su Amado (Alá); Tal como dijo a los que la rodeaban: "Mi Amado está siempre conmigo". Murió en Jerusalén en 185 AH, y se cree que fue sepultada en la Capilla del Ascension.

Filosofía

Rabia fue una de las que primero siguieron las doctrina del amor Divino conocido como Ishq-e-Haqeeqi y es ampliamente reconocida como la más importante det los poetas sufíes tempranos. Mucha de la poesía que le ha sido atribuida es de origen desconocido. Después de que una vida de penurias, espontáneamente conconsiguió un estado de realización. Cuándo Shaikh Hasan al-Basri le preguntó cómo descubrió ese secreto, ella respondió declarando:

" Tú sabes del cómo, pero yo sé del sin-cómo."


Anécdotas

Un día, fue vista corriendo a través de las calles de Basra llevando una vasija con fuego en una mano y un cubo de agua en el otro. Cuándo le preguntaron qué estaba haciendo, dijo: "quiero que los fuegos del Infierno dejen de quemar, y quiero incendiar las promesas de Paraíso. Ambas bloquean el camino hacia Alá. No quiero la adoración por miedo al castigo, ni por la promesa de recompensa, sino sencillamente la que se hace por amor a Alá."

En su Vida de San Luis, Jean de Joinville cuenta esta historia de una mujer, pero no se le da a ésta ningún nombre ni afiliación religiosa; además, el informe aparece como contemporáneo, a pesar de que Joinville vivió tres siglos después de Rabia).

Cuándo Rabia no iba a escuchar los sermones de Hasan Basri, él no brindaba enseñanzas ese día. Las personas de la audiencia le preguntaron el por qué; él respondió: "El jarabe que está contenido en vasijas para ser llevadas por elefantes no puede ser cargado en las vasijas hechas para las hormigas."

En la cultura popular

La vida de Rabia ha sido tema de varias películas del cine turco. Una de éstas, titulada "Rabia" y producida en 1973, estuvo dirigida por Osman F. Seden, siendo Fatma Girik quien encarnó el papel principal de Rabia. Otro film turco sobre la vida de la santa fue "Rabia, İlk Kadın Evliya" (Rabia, la primera mujer que fue santa), también de 1973, que fue dirigido por Süreyya Duru y protagonizado por Hülya Koçyiğlo.





1. ORACIÓN DE ENTRADA

‐ El grupo se reúne en la noche solo con el Señor cuando los poderosos han cerrado sus castillos


“Oh, mi Señor,
Las estrellas parpadean
Y los ojos de los hombres se
tornaron.
Los reyes han cerrado sus
portones
Y cada amante está solo con
su amor.

Y aquí, estoy yo sola
contigo.”


Tras un momento de silencio, recitamos el siguiente poema.


‐ Tú que haces florecer el desierto
“¡Oh mi alegría, mi deseo y mi refugio,
Mi compañero, mi amparo en el camino,
Oh, mi Fin!
Eres el espíritu de mi corazón.
Tú eres mi esperanza,
Mi confidente, mi Amigo.

Mi anhelo de Ti es mi única riqueza,
Mi ardiente deseo, todo mi sustento.
Si no fuera por Ti, oh vida de mi vida,
No habría vagado de un lado para otro
Por la inmensidad del país.

¡Cuántas gracias me han sido reveladas,
Cuántos dones y favores tienes Tú para mí!

Tu amor es mi único deseo. Tu amor es mi delicia,
La luz que sacia mi sediento corazón.
No me alejaré de Ti mientras viva,
No hay lugar para mí sino Tú,
Que haces florecer el desierto.

Tú eres el único dueño de mi corazón.
Si en mí encuentras contento,
¡oh, anhelo de mi corazón!,
Desbordaré de alegría.”


2. MATERIA PRIMA

La esencia de la experiencia de Rabía es la adoración y entrega incondicional sólo a Dios por puro amor a Él, a través de pobreza y caridad, confianza y oración.


‐ Constancia y abandono en Él

“Permanece en la puerta si anhelas la Belleza,
Abandona el sueño si quieres entrar.”

Éste es uno de los versos clave de Rabía y se
explica así. “Habrá que permanecer en la puerta,
sin tratar de forzarla, a la espera, atentos a las
señales que se nos den. Y abandonar el sueño,
las ideas preconcebidas, los prejuicios, la
tentación de apropiarnos de lo que no nos
pertenece reduciéndolo a nuestros esquemas y
perdiendo, así, cualquier posibilidad de
comprenderlo.”

‐ El Amor es eterno

“El Amor vino de la Eternidad y va hacia la
Eternidad.”

‐ Que sólo quedes Tú
“En una mano llevo una antorcha
Y un cubo de agua en la otra:
Con estas cosas voy a prender fuego al Cielo
Y en el Infierno saciar las llamas
De modo que los viajeros que buscan a Dios
Puedan rasgarse todos los velos  
Y contemplar el verdadero Fin.”

‐ No me basta mi Dios para quererte…

A Dios “no le amo ni por miedo al Infierno ni por la esperanza del Paraíso. Si así hiciera, sería como un mal servidor que trabaja cuando tiene miedo o cuando espera recompensa. Le adoro tan sólo por amor y por mi deseo ardiente de Él.”


“¡Oh, Dios mío!
Si te adoro por miedo al infierno
Quémame en él.
Si te adoro por la esperanza del paraíso,
Exclúyeme de él.
Pero si Te adoro sólo por Ti mismo

No apartes de mí tu Eterna Belleza.”

‐ Dios ama primero, Dios perdona primero

“Un día, alguien preguntó a Rabía:  ‐Soy un pecador, mis faltas y mis desobediencias son muchas, pero si me arrepiento, ¿Dios me perdonará?‐. Rabía le contestó: ‐NO. Sólo si Dios te perdona primero tú te arrepentirás.”

‐ Dios perdona hasta nuestra incapacidad para pedir suficiente perdón

“Cuando pedimos perdón a Dios, primero debemos hacernos perdonar nuestra falta de sinceridad al pedir perdón.”

‐ Tú me bastas

“¡Oh, Dios mío!
Cuantos bienes me hayas destinado en
este mundo,
Dáselo a tus enemigos,
Y cuanto me hayas reservado en el
otro mundo,
Dáselo a tus amigos.
Porque a mí, Tú me bastas.”

‐ Los bienes del mundo, un préstamo temporal

Unos hombres piadosos se acercaron a encontrarse con Rabía, atraídos por su sabiduría y santidad y asombrados de la gran pobreza en que vivía, con sus ropas echas jirones y su chamizo tan precario, le dijeron: ‐Mucha gente te ayudaríamos gustosos si lo pidieras‐. “Pero ella contestó:  ‐Me avergonzaría pedir algo, por pequeño que fuera, de los bienes de este mundo, pues los bienes del mundo no pertenecen a nadie; quien los tiene, los tienes solamente como préstamo.”


‐ Pureza

Su fama era tal que hasta los reyes, ricos y poderosos querían ayudarla, pero ella respondió en una ocasión: “‐¿Cómo puedo aceptar el dinero de un hombre sin ni siquiera saber si es lícito o no?‐. Después añadió: ‐Un día, pusieron en la lámpara un poco de aceite en la casa del sultán. Remendé mi única túnica desgarrada, a la luz de aquella lámpara. Pero mi corazón quedó durante días lleno de tinieblas. Sólo cuando deshice el remiendo se iluminó de nuevo.”


‐ Su amor dispersa las arenas de mis desiertos

“Hermanos, mi paz está en mi soledad,
Mi Amado se encuentra conmigo a solas en ella, siempre.
No he hallado nada en todos los mundos que existen
Que pueda compararse con Su amor,
Ese amor que dispersa las arenas de mi desierto.
Si ardiera de deseo
Y no hubiera alcanzado a mi Amado,
Viviría siempre en la desolación.

Ésta es toda mi búsqueda:

Abandonar todo lo creado
Y estrechar en la palma de mi mano
Los signos ciertos de que Él me ama.”


‐ Guarda del corazón

“Estoy plenamente cualificada para trabajar de guardiana de las puertas y por esta razón:

A lo que está dentro de mí, no le dejo salir
A lo que está fuera de mí, no le dejo entrar.
Si alguien entra, vuelve a irse otra vez,
Conmigo no tiene nada que hacer en absoluto.

Soy guarda del corazón y no sólo un fragmento de arcilla mojada.”


‐ Dos caminos de amar

“Me encuentro ante dos caminos para amarte, Señor:
Un camino mío
Y otro que es digno de Ti.
Cuando Te amo desde el mío, Te recuerdo a Ti y sólo a Ti
Pero en el otro camino de amor Tú levantas todos los velos
Y conviertes para mis ojos Tu Rostro Vivo en celebración.”


‐ Capitán de mi corazón

Oh, Dios:
“Mi Dicha
Mi Hambre
Mi Refugio
Mi Amigo
Mi Alimento para el viaje
Mi Destino de todo viaje
Tú eres mi Fragancia
Mi Esperanza
Mi Compañía
Mi Anhelo
Mi Riqueza abundante
Sin Ti –mi Vida, mi Amor‐ 
Nunca hubiera logrado
cruzar aquellas tierras sin fin.

Has derramado tanta gracia
por mí,
Tantos favores me has
hecho, me has dado tanto
don…
Donde quiera que mire
encuentro Tu amor
Y súbitamente reboso de él.
Oh, Capitán de mi Corazón,
Mirada Radiante del Anhelo de mi pecho,

Nunca Te abandonaré
En toda mi vida.
Estate contento conmigo, Amor,
Y alcanzaré mi mayor contento.”



ORACIÓN FINAL


‐ Velad en las noches

“Oh, Señor, otra noche
va a pasar,
Y otro día amanecerá.
Dime que he empleado
bien la noche para que
alcance la paz
O que la he
desperdiciado y lloraré
por la pérdida.
Te juro que desde el
primer día en que me
devolviste a la Vida,
Aquel día en que te
convertiste en mi
Amigo,
No he dormido
E incluso si me echas de
tus puertas
Te juro de nuevo que nunca me alejaré
Porque Tú vives en mi corazón.



Rabi`a y el sufismo

Pensamiento y amor no están separados, el corazón es sede de la iluminación, y ésta se expresa como sabiduría

Autor: María Tabuyo Ortega


Rabia al- `Adawiyya

Poco se sabe de su vida, y ese poco nos llega tejido de leyendas, pero las leyendas atestiguan el reconocimiento, la veneración de que fue objeto; por otra parte, lo conocido procede casi exclusivamente de los dichos, hechos y canciones que se le atribuyen, de las anécdotas sobre su vida recogidas por biógrafos posteriores que cuidan siempre, y éste es un dato importante, de precisar la cadena de transmisión, garantizando así lo transmitido.

Rabia al-Adawiyya, también conocida como Rabia al-Qaysiyya o Rabia al-Basriyya, nació en Basora el año 95/714 o 99/717-718, aunque se especule sobre un posible origen persa, y en esa ciudad pasó la mayor parte de su vida. Según Al Attar, su nacimiento estuvo rodeado de hechos milagrosos; cuarta hija de una familia muy pobre, su padre la llamó Rabia (que significa «cuarta») y pronto quedó huérfana. Fue vendida como esclava y, siempre según la tradición, su amo la puso en libertad cuando una noche la descubrió en oración y rodeada de luz. Una vez liberada se estableció en el desierto; más tarde marchó a Basara, donde construyó una pequeña cabaña para entregarse a su vida de adoración, y a su alrededor se fue reuniendo un gran número de aspirantes a la vía espiritual, discípulos y compañeros que iban a visitarla para recibir sus enseñanzas, pedirle consejo y escuchar sus palabras. Rechazó numerosas ofertas de matrimonio, mientras, poco a poco se iba extendiendo su fama, y a su choza acudían los grandes sabios y políticos de su tiempo; entre sus discípulos más ilustres se puede citar a Malik ibn Dinar, el asceta Rabah al-Qaysi, el especialista de hadices Sufyan at-Thawri y el sufí Shaqiq al-Balkhi. Según otra tradición, fue durante un tiempo tocadora de flauta y prostituta; más tarde se arrepintió y se fue al desierto, para volver finalmente a Basora. Allí murió en 185/801; las fuentes medievales sitúan su tumba en las afueras de la ciudad, no en Jerusalén ni Egipto, como también se ha afirmado, debido probablemente a una confusión con Rabia bint Ismail, también conocida como Rabia as-Shamsiya o Rabia de Siria, cuya tumba está en el Monte de los Olivos, al este de Jerusalén.

La fuente principal, y ya clásica, para reconstruir su vida es el poeta persa Farid ud Din Al Attar (m. 627/1230) que, en su Memorias de los Amigos de Dios, ofrece la biografía más extensa y completa, aunque algunos relatos tengan un carácter más legendario que histórico. Su obra viene a sumarse a otras, anteriores y posteriores, de autores que presentan las vidas de mujeres sufíes ya desde los tiempos primeros de la hégira, pues Rabia es el ejemplo más célebre, pero no la única, y sin duda su renombre ha tenido el efecto colateral de mantener en 1a sombra la valiosa contribución de muchas otras. Por otra parte, subrayar su excepcionalidad ha servido también para mantener el tópico de la supuesta incapacidad de las mujeres para alcanzar ciertas metas de sabiduría y, muy especialmente, para alimentar las falsas imágenes del discurso occidental sobre el mundo islámico en general; de ahí la importancia de señalar la existencia de esas fuentes, transmisoras de una memoria que sin ellas permanecería velada.

Son textos, no todos, en los que las mujeres aparecen citadas en plano de igualdad con los hombres por su sabiduría, conocimiento y virtud, o como transmisoras veraces, y gracias a los cuales se puede recrear, en cierta medida, la imagen de un mundo abierto y tolerante que poco tiene que ver con los tópicos acostumbrados; los dichos transmitidos, con las notas y comentarios de sus recopiladores, hablan por sí solos de la sociedad a que esas mujeres pertenecen y de su importante papel en ella: maestras de grandes espirituales, mujeres libres, mujeres esclavas, solteras, casadas, conocidas y desconocidas, místicas y ascetas, veneradas por los doctores de la ley, a los que se dirigen desde la altura que les confiere su estatuto de sabiduría y santidad, permanecieron durante mucho tiempo en la memoria y en la tradición oral de la que luego beberían sus biógrafos.

Dado que no es posible enumerar aquí todos esos textos, y sería imposible nombrar a todas las mujeres citadas en ellos, recordemos al menos que ya Muhammad Ibn Sad (m. 230/845), en su at-Tabaqat al-kubra, incluye retratos de todos los portadores de la tradición desde los tiempos del Profeta hasta entonces, citando a numerosas mujeres. O que al-Jawzi (m. 597/1200) incluirá en su Sifat as-Sarwa información sobre 240 mujeres sufíes, y, lo que no deja de ser sorprendente dada su no excesiva simpatía por ellas, criticará a su antecesor al-Isfahani por ignorarlas en su Hilyat al-awliya: «No mencionar a las mujeres devotas, dice, hace que los hombres ignoren a las mujeres en general. Sin embargo, el jurista Sufyan at- Thawri aprendió de Rabia y siguió sus enseñanzas». No obstante las palabras de al-Jawzi, parece cierto que al-Isfahani (m. 429/1038) escribió una biografía completa de Rabia.

Una autoridad importante, aunque ya tardía, es al-Munawi (952/1545-1031/1621) quien, en sus Tabaqat, realiza un auténtico homenaje a las treinta y cinco mujeres cuya vida ofrece de la boca de los mayores maestros y sabios de la época. Sirva de ejemplo el relato sobre Fátima bint Abbas (VIII/XIV), shaykha y doctora de la Ley, sufí versada en las ciencias de la jurisprudencia pero sobre todo prueba viviente de que en esa época la mujer no había desaparecido completamente del espacio público y ocupaba un lugar central; en la mezquita, corazón de la comunidad, una mujer, Fátima, pronunciaba un sermón todos los viernes.

A este somerísimo repaso debemos añadir un hallazgo importante. En 1991 apareció en Arabia Saudí, entre una colección de tratados de as-Sulami (325/937 412/1021), gran sistematizador del sufismo, una obra perdida desde hacía siglos y conocida tan sólo por la referencia de escritores posteriores; se trataba de Memoria de las Devotas sufíes, en la que su autor ilustra la vida, a modo de pinceladas, y recoge las palabras de ochenta y cuatro mujeres sufíes. El trabajo está acompañado de una nota del copista que afirma que el trabajo había sido completado diez noches antes de la mitad de Safar, en el año 474, que corresponde al 17 de julio de 1081 de la era cristiana, sólo sesenta años después de la muerte de as-Sulami.

Esta obra es de particular interés no sólo por la importancia de su autor sino también por los datos que ofrece. Como vimos anteriormente, Basora fue un centro destacado de conocimiento y espiritualidad, pero resultaba difícil identificar con alguna precisión las escuelas de mujeres sufíes allí existentes; ahora bien, a partir de la obra de as-Sulami, en conjunción con la de al-Jawzi, se concluye inequívocamente la presencia de varios movimientos de mujeres ascetas entre el siglo II y III de la hégira (VIII-IX e. c.), muchas de ellas anteriores a Rabia Adawiyya, que no fue la única ni la primera.

El trabajo de as-Sulami no pertenece al género hagiográfico; recoge dichos de mujeres en paridad con los hombres, mostrándolas como maestras de práctica y de doctrina y citando cuidadosamente las cadenas de transmisores con autoridad, para avalar la veracidad de su exposición; ya en la introducción de sus Tabaqat apunta su visión incluyente mediante el recurso al Corán 48,25: «y si no llega a ser por hombres creyentes y por mujeres creyentes a quienes no podíais reconocer... ». Para él, las mujeres son también «maestras de las realidades de la Unidad y la Unicidad divina, recipientes de la palabra divina, poseedoras de visiones verdaderas y de conducta ejemplar, y seguidoras de los caminos de los profetas», y lo atestigua en su obra mediante la semblanza admirada y respetuosa, y la frecuente mención a su papel como compañeras, críticas y maestras de importantes sufíes.

Volviendo a Rábia, as-Sulami la considera la sufí por excelencia, y abre su obra con ella, ignorando en este punto la cronología real, pues la primera escuela de ascetismo femenino de Basora habría sido fundada un siglo antes por Muádha a1-Adawiyya, a la que él señala, quizá a causa de su admiración, como «compañera íntima» de Rábia. Rompiendo con la imagen habitual que de ella transmite la hagiografía moderna, pero coincidente, por otra parte, con otros autores antiguos, el retrato de as-Sulami difiere bastante de la reclusa emotiva y sentimental que con frecuencia llega hasta nosotros. Rábia es una gran maestra sufí, inteligente y equilibrada, que demuestra su dominio de los estados místicos, como la veracidad (sidq), autocrítica (muhasaba), embriaguez espiritual (sukr), amor de Dios (mahabba) y gnosis (maarifa). Aunque habitualmente se la identifica como la iniciadora del misticismo amoroso sufí, este no es un aspecto particularmente importante de su enseñanza para as-Su1ami. Él se centra en su capacidad intelectual, detallando los consejos espirituales que da a los estudiosos musulmanes, sus lecciones morales al jurista Sufyán at-Thawri, y su reputación como especialista en fiqh al-`ibadat, la jurisprudencia de la práctica religiosa. Para as-Su1ami, Rábia es más una gnóstica o conocedora que una amante, y reserva este papel para su discípula Maryam de Basora (4), conocida por sus discursos sobre el amor y sus éxtasis frecuentes.

Gnóstica y maestra

Sea como fuere, pensamiento y amor no están separados, el corazón es sede de la iluminación, y ésta se expresa como sabiduría; sin duda Rabia supo conjugar ambos aspectos. En realidad, reconociendo en primer lugar lo poco que podemos saber de cualquier otro, más aún cuando nos separan siglos en el tiempo y la mente está plagada de rutinas, lo que de Rabia ha llegado hasta nosotros parece confirmar su figura de maestra; maestra de vida, maestra también de conocimiento, tal como aparece una y otra vez en los dichos y anécdotas que de ella se cuentan. Los dichos, a veces rudos, siempre directos, equilibran el aspecto emocional tantas veces subrayado en los poemas, y a menudo se convierten en interpelación, descubren las trampas, tan frecuentes en la vía espiritual, y muestran su penetrante capacidad de discernimiento. Esto no significa que debamos dejar de lado su extraordinaria aportación a la doctrina del amor divino, pero parece conveniente situar ese amor en su verdadera dimensión, es decir, un amor que no se confunde con sensiblería ni es proyección de perturbaciones mentales o trastornos afectivos, sino amor sabio, recio, vigoroso, incondicional. El camino sufí atraviesa numerosas etapas, y no puede estar sujeto a fantasías sentimentales; es una ciencia, la ciencia del corazón, la ciencia del conocimiento de Dios, y requiere una disciplina. Tal vez valdría la pena considerar que es precisamente el amor el que busca y necesita una cierta ascesis que libere al amante de cualquier preocupación que le distraiga del Amado.

Los versos de Rabia citados al comienzo de esta introducción reflejan de manera serena la actitud, lúcida y equilibrada, de quien, enamorada de la Belleza, conoce al mismo tiempo la distancia que la separa de su objetivo. Atenta a cualquier signo, abandona el sueño, a la espera, sabiendo que el Dios Inaccesible es también el Cercano, tan cercano como la propia vena yugular (Corán 50,16).

Abandonar el sueño debe entenderse primero en su sentido literal de no dormir, de pasar la noche en vela, práctica habitual entre los espirituales de Basora y que aparece constantemente en los relatos que nos han llegado sobre ella. Cuenta Al Attar que Rabia oraba todo el día y toda la noche, haciendo mil rakaat (5), y que frecuentaba a Hasan al-Basri, al que los biógrafos coinciden en presentar como su discípulo. Hasan al-Basri (21/643) murió en 110/728, cuando Rabia tendría entre diez y quince años, por lo que no parece posible tal relación, pero los autores de los relatos no buscaban la objetividad histórica, sino ofrecer una enseñanza, la transmisión de una sabiduría representada por esta maestra espiritual; atestiguan así la veneración y el respeto hacia ella, asociándola con el conocido como «patriarca de la mística musulmana» y una de las figuras más eminentes el siglo II de la hégira.

Con la ascensión de los Omeyas tras el asesinato, en el 61, de `Ali ibn Abu Talib, cuarto califa y yerno del Profeta Muhammad, los círculos devotos musulmanes emprendieron una actitud de resistencia. Con la excepción de Umar II, los Omeyas fueron siempre acusados de malos gobernantes y de conducta impía, y arreciaron los debates; Hasan al-Basri encabezó la actitud antigubernamental, si bien buscó la reparación de la injusticia no con las armas, sino con una vida de renuncia. Pero Hasan no fue simplemente un asceta, fue también un gran maestro, reconocido en su virtud por `Ali, según cuenta Ibn Atta`il-lah, y autor de una teoría ascética y mística que marcó profundamente a las espirituales contemporáneas y posteriores; son muchos los que le consideran fundador del sufismo y de la teología escolástica islámica o ciencia del kalam. Y de un hombre de tal autoridad hacen los biógrafos de Rabia su discípulo. Cuenta Al Attar que si Rabia no estaba en la asamblea, Hasan se negaba a pronunciar, su sermón, hasta tal punto apreciaba su presencia.

Porque, en efecto, los dichos y anécdotas la asocian en términos de igualdad con los maestros sufíes de su tiempo, incluso por encima de ellos, incluidos aquellos que eran aceptados como sabios y santos y maestros venerados del tasawwuf. En esos encuentros, aparecen casi siempre hombres, discípulos y amigos, y no se menciona a sus compañeras; aparecen en ocasiones sus sirvientas, Abda bint Shuwal y Maryam de Basora, ambas entregadas a la vía espiritual. De ello se podría deducir que, además de servirla, eran sus discípulas, lo que encajaría perfectamente con su imagen de maestra. Munawi la presenta a la cabeza de las mujeres discípulas y como guía de las ascetas, y sabemos que acudía a las reuniones de estudio y a las veladas de rememoración y meditación frecuentes en Basora. Por otra parte, los dichos guardan cierta semejanza en su estructura con los de los padres y madres del desierto cristianos; si se acepta la similitud, podríamos concluir que reflejan vívidamente su método de enseñanza.

Rabia tuvo muchos discípulos y seguidores que iban a visitarla en busca de consejo y enseñanza, y sus respuestas, directas y llenas de autoridad, debieron de impactar hondamente en quienes la escuchaban. La forma en que se recogieron sus palabras, en ocasiones muy pocas, apenas una frase, hablan de lo atractiva que debió de ser su personalidad y de la apertura del ambiente en que transcurrió su vida. Porque Rabia se muestra con una libertad inaudita, no exenta de ironía cuando la situación lo requiere. Así, a una observación misógina responderá que, a diferencia de los hombres, ninguna mujer pretendió nunca ser Dios ni se dedicó tampoco a corromper a otras mujeres. Cuando le preguntaron si odiaba a Satanás, respondió que estaba demasiada ocupada amando a Dios para pensar en Satanás, e, incluso, cuando le preguntaron por su amor al Profeta, contestó, con el mayor respeto hacia Muhammad, paz y bendiciones sobre él, que en su corazón sólo había lugar para el Amado. Y esta libertad se observa también en algunas de sus «observaciones» al mismo Dios, sólo posibles desde su extremada confianza en Él.

En los diálogos con sus interlocutores, manifiesta su crítica radical a todo lo que encubre la verdad, que suma velos en lugar de desvelar y desvía la mirada de la verdadera Realidad. Su profunda percepción del tawhid le hace denunciar toda veleidad como idolatría, asociación de lo ilusorio a la Divinidad, se trate de devociones o de asuntos mundanos, y con una lucidez implacable señala y desnuda lo que es otro que Dios y, sin embargo, pretende ponerse en su lugar, aunque sean teologías. Lo maestros que aparecen con ella en los Dichos han de es cuchar, una y otra vez, las penetrantes palabras de esta mujer; sin embargo, ella no quería que nadie la tuviera por maestra, se escandalizaba cuando alguien le mostraba reverencia, pues, señal de su sabiduría, se consideraba siempre aspirante, siempre en camino.

Por otra parte, se nos cuenta con toda naturalidad que eran muchos los amigos que iban a visitarla, y que, por ejemplo, Hasan al-Basri, permaneció en más de una ocasión durante toda la noche en su casa, entregados ambos a la conversación sobre la vía espiritual y los misterios de Dios. Lo que resulta más sorprendente, dados los tópicos sobre la época y el Islam, es que no parece que nadie se escandalizara de ello, por lo que se puede deducir que ese comportamiento no era tan extraño, al menos en su tiempo, y que se puede extender a otras mujeres. Vemos también, a través de los dichos y las anécdotas, su independencia: no acepta ningún donativo, gana su sustento cultivando una pequeña huerta y vendiendo en el mercado trabajos realizados con sus manos, y emprende sola, con un burro, su peregrinación a La Meca. Vive al instante, se niega a hacer planes de futuro, incluso a pedir a Dios, pues todo lo que acontece es, para ella, en última instancia, voluntad de la Divinidad, y eso es lo único que le importa, mostrando así su libertad con respecto al mundo y su absoluta sumisión al Amado; como más tarde dirá Ibn Attail-lah, «eres esclavo de aquello que amas, pero Él no quiere que seas esclavo de otro que Él».

Quizá uno de los aspectos que resulten más extraños al lector contemporáneo sea la mención, tan frecuente en los Dichos, del temor, el llanto, las noches en vela, la renuncia, pues el mundo de la modernidad los considera solamente en un aspecto negativo, y sin duda ésa es una lectura posible, pero no la única y no necesariamente la mejor. Cierto es que la vida de Rabia estuvo fuertemente marcada por el ascetismo, por el despojamiento que mantuvo hasta el final de sus días, pero también lo estuvo por el amor, y ése es el elemento fundamental que da sentido a todo lo demás, su pasión por el Absoluto. Dios es para ella un Dios celoso que exige una entrega indivisa, y ella escogió un vida de entrega total.

En cualquier caso, y frente al ambiente marcadamente pesimista de algunos grupos ascéticos y su reflexión atormentada sobre el Día del Juicio, que consideraban inminente, la actitud de Rabia se caracteriza fundamentalmente por el anhelo, la confianza, el asentimiento a la voluntad del Amado, el abandono, la gratitud y la cortesía espiritual. Los sentimientos enfrentados que afectan a todo ser humano, como alegría y dolor, esperanza y desesperación, se resuelven yendo más allá, en la disponibilidad y la atención permanente a la Belleza de Dios, ante la que se olvida todo lo demás. Ciertamente, las fronteras entre las emociones son fluidas, pero Rabia parece haber encontrado la salida a esa inestabilidad apartando la mirada de sí misma, una vez zanjadas las preguntas decisivas que cada cual, en algún momento, se habrá de plantear: quién soy, de dónde vengo, a dónde voy, cuál es mi objetivo en esta vida. Para ella, todas se decidían en el único objetivo, Dios, que sin duda en ocasiones se manifestaba como presencia, en otras como ausencia, sin que eso pareciera importarle: el anhelo era más fuerte, el deseo de unión con el Amado la despoja incluso del dolor y la desesperación, llevándola al desapego de todo lo que es otro que Dios. Y lo vive todo como don.

El concepto de fana, anonadamiento en la presencia divina, exige la aniquilación del ego, del yo inferior, y esto supone el conocimiento acerado de uno mismo, encarnar la sentencia tantas veces repetida entre los espirituales del Islam: «Quien se conoce a sí mismo conoce a su Señor». No se trata aquí de una identificación superficial, sino de la conciencia de los propios límites, que son signo, para quien sabe leerlos, de lo Ilimitado. Ese conocimiento produce temor; pero no un temor cobarde, que Rabi`a denunciará continuamente, sino ese otro temor, principio de sabiduría y santidad, que es reverencia ante la grandeza y la maravilla, y produce adoración; en palabras de al-Qushayri: «Quien teme mucho una cosa, huye de ella, pero quien teme verdaderamente a Dios, huye a Él». Y dice el Corán 35, 38: «Sólo los sabios temen a Dios».

De este modo, la vía del rigor abre paso, o convive, con la vía de la belleza. O quizá se transfigura. Y lo que es renuncia y pobreza a los ojos del mundo, es la única vida posible para Rabia, la amante gnóstica. Así la describen los autores antiguos, y así lo cuenta a1-Jawzi:

Muhammad ibn Amr nos ha transmitido: «Fui a ver a Rabia cuando era ya una anciana de ochenta años, tan arrugada que parecía un cuero seco a punto de romperse. En su casa sólo había una estera de juncos y unas trébedes de caña persa de dos metros de alto. La techumbre era de ramas secas, quizá recubiertas de estiércol. Había también un cántaro, un odre y una especie de manto de lana que era, al mismo tiempo, su lecho y su alfombra de oración... ».

Asceta y amante

Asceta y sufí, Rabia conjuga sabiamente la tensión entre el deseo y la renuncia, el conocimiento de la distancia, que sólo Dios puede traspasar, y la espera. A la manera de canciones, sus poemas son destellos de sus largas conversaciones con el Amado, del anhelo insaciable, de desprendimiento, de su amor incondicional, pues ésa es condición del verdadero amor, amar sin condiciones; amor puro, sin porqué, amor no por miedo al castigo ni esperanza de recompensa y que encuentra en el solo amor al Amado su razón de ser. Lo contrario es el amor mercenario, amor vendido que no merece el nombre de amor.

Dios mío, Cuantos bienes me hayas reservado
en este mundo, dáselos a tus enemigos,
y cuanto me hayas reservado en el otro,
dáselo a tus amigos,
porque a mí, Tú me bastas.

Rabia supo expresarlo de manera excepcional, y su formulación se extendería hasta llegar a impregnar la mística cristiana: sólo Dios basta, que dirá más tarde Teresa de Jesús.

Este amor sin condiciones tiene sin embargo su condición, debe dejar fuera todo lo que no es Dios. No quiere el Paraíso, sino al Dios del Paraíso; no necesita la Kaaba, sino al Señor de la Kaaba; no los dones, sino al Dador, pues paraíso, dones y Kaaba pueden convertirse en impedimentos, en ídolos alzados frente a Dios.

Se cuenta que, en cierta ocasión, Rabia corría por una calle de Basora con una antorcha en una mano y un cubo de agua en la otra; cuando le preguntaron el porqué de su actitud, respondió que quería quemar el Paraíso y apagar el fuego del Infierno, para que se amara a Dios por puro amor, sin intereses mezquinos. Y, en efecto, en última instancia, preocuparse por algo, por santo que parezca, que no sea el Dios único, es, para Rabia, una forma de idolatría. Y esto lo extenderá a todas las esferas de la vida, llevando al extremo la aceptación de todo lo que le pudiera acontecer, expresando de ese modo su confianza absoluta (tawwakul) en Dios y rechazando poner su esperanza en ninguna criatura. A quien ama con tal amor se le revela Dios en su Belleza, ¿qué sentido tiene entonces infierno o paraíso?

Dios mío, si te adoro por miedo al infierno, quémame en él.
Si te adoro por la esperanza del paraíso, exclúyeme de él.
Pero si te adoro sólo por Ti mismo, no apartes de mí Tu eterna Belleza.

La senda del amor se recorre apartando todos los velos, uno a uno, orientándose hacia lo único absolutamente real, y es necesario reconocer y desenmascarar los impulsos. La afirmación del tawhid, es decir, de la unidad y unicidad de Dios, supone la búsqueda de la unificación, y, para ello, es preciso un ascetismo que insiste en la interiorización: el desapego, la renuncia, el conocimiento descarnado de sí mismo; es hacer verdadero en uno mismo el hadiz atribuido al Profeta Muhammad, paz y bendiciones sobre él: morid antes de morir. No obstante, esta muerte es un verdadero renacer, desnudamiento de todo lo accesorio, sin elementos doloristas, porque, como dice Kalabadhi, se quema quien sufre el fuego, pero quien es fuego, ¿cómo se quemará? Y así la describe Al Attar, como fuego: «Velada con el velo de la sinceridad, ardiendo con el fuego del amor y el deseo, sedienta de la Proximidad, perdida en la unión con Dios ... ésa fue Rabia».

Rabia transforma la ascesis en camino, apartando todos los obstáculos, pero sus ojos se dirigen sólo a la luz. No encuentra a Dios como «en el fondo de sí misma»: dentro de sí encuentra la carencia, la necesidad, lo que le falta. Esa carencia, conocida y reconocida con lucidez, se convierte en su riqueza mayor, en anhelo, en un deseo que nada tiene que ver con los deseos -en plural- mundanos, pero deseo que también habrá de purificarse, despojándose de todo lo que no sea Dios, pues incluso el deseo de Dios se acaba convirtiendo en velo. Sobre ello volverá Rabia repetidas veces en los Dichos: «Tú tienes un deseo -escuchará en una ocasión- y Yo tengo un deseo, pero Mi deseo y tu deseo no pueden convivir en un solo corazón», y en el «Canto de los dos amores» dibujará de manera precisa el lugar que ocupa el amor de deseo en el camino, distinguiéndolo del amor puro:

Te amo con dos amores,
un amor hecho de deseo
y el otro, el digno de Ti.
El amor hecho de deseo me hace recordarte a cada instante,
despojándome de todo lo que no eres Tú.
El amor digno de Ti
aparta de mis ojos los velos para verTe.

A partir de estos versos, Louis Massignon establece la continuidad desde Rabia a al-Hal.laj y su audaz expresión de la unión mística que le supuso la condena a muerte. La observación es oportuna porque, sin entrar a analizar lo que realmente pudiera afirmar ese gran musulmán al que Massignon, tal vez cristianizándolo en exceso, denominó «mártir del amor», introduce en el delicado terreno de la interpretación. Resulta muy difícil trasladar sin más las categorías específicas de una tradición a otra, y algunas no tienen traducción posible; esto es especialmente cierto en este caso, el de Rabia (y el de la espiritua1idad islámica en general), cuando se habla de mística y de unión proyectando muy frecuentemente las categorías cristianas de la mística nupcial o, incluso, haciendo una lectura advaitizante. Sin llegar a ese punto, conviene recordar que tampoco se pueden aplicar a sus palabras las concepciones que más tarde pudieran desarrollar a1-Hal.laj (858-922) o Rumi (1207-1273), ambos posteriores. Rabia dice lo que dice, y aunque la 1ectura esté siempre abierta, los dichos y poemas que se le atribuyen no dejan resquicio alguno a una lectura panteísta, ni el amor divino que tan ardientemente canta da paso a ninguna «fusión»; quien esté familiarizado con el Corán y los hadices los encontrará casi en cada línea de sus textos. Rabia fue una practicante fiel del Islam, como, por otra parte, lo fueron siempre los verdaderos sufíes.

La senda sufí exige una renuncia y una purificación constantes; el ahondamiento, que no la eliminación, de las formas religiosas. Avanza de etapa en etapa hacia las estaciones más altas, hasta lograr el conocimiento mayor al que se puede aspirar, la marifa, es decir, la gnosis celestial, el conocimiento de Dios, la contemplación de la Belleza suprema. Ese conocimiento será siempre un don que ningún esfuerzo humano puede comprar, aunque, para recibirlo, el ser humano haya de poner en juego todo lo que tiene, y todo lo que es. En esta vía, toda su¬puesta obra del adorador es siempre obra de Dios. Quien imagine haber llegado sin cumplir lo establecido, «ha sido rechazado de la aceptación de Dios que imagina haber ganado» (Hujwiri).

A partir del Corán y los hadices se va estableciendo el tasawwuf. Sobre la misma base, se erige la teología, o ciencia del kalám, que se diversifica en múltiples escuelas, produciéndose también uno de los males mayores de cualquier religión: el literalismo, que originó numerosas víctimas, entre ellas al-Hal.laj. No obstante, teología y sufismo, aun combatiéndose con frecuencia, se ayudan mutuamente, pues la «ciencia de la Palabra de Dios», con el apoyo de la razón, es necesaria para librar del extravío y la ilusión; igualmente, la experiencia espiritual enriquece y ahonda, al plantear los temas fundamentales con que se encuentra, los límites de la teología. Se ignora a menudo que muchos sufíes importantes fueron teólogos y doctores de la ley, como, por ejemplo, al-Ghazali, que cita a Rabia como una de las mayores maestras del tasawwuf y comenta, precisamente, los versos de «los dos amores»; para él, el sufismo es el conocimiento más alto, «el cuarto grado del tawhid». Exponiendo el tema del «amor digno de Ti», precisa el objetivo del gnóstico en un desarrollo que es casi paráfrasis de distintos dichos y poemas de Rabia: «Aunque el gnóstico fuera arrojado al fuego, no lo sentiría ... , si ante él se extendieran los favores del Paraíso, no se volvería hacia ellos ... . Pues quien conoce a Dios, sabe que todas las alegrías (excepto los deseos sensuales) están incluidas en esa alegría».

El cuarto grado del tawhid de que habla al-Ghazali es, tal vez, uno de los puntos que pueden resultar más problemáticos. En él, dice al-Ghazali, «no se ve en la existencia más que Uno solo; es la contemplación de los justos, y los sufíes lo llaman la extinción en la reducción a la unidad». Esta extinción o aniquilación (fana) del ego o alma carnal (nafs), encuentra su apoyo en el sentido su¬gerido en el Corán 55, 26-27: «Todo aquel que está sobre la tierra es perecedero, mientras que la Faz de tu Señor, Majestuosa y Noble, es eterna». Los sufíes se inspirarán también en el hadiz del Profeta: «Cuando Dios ama a su siervo, Él es el oído por el que oye, el ojo por el que ve, la mano con la que toca, el pie con el que anda y la lengua con la que habla».

* * *

La extinción del alma carnal supone un camino arduo, que Rabia recorre con una sinceridad absoluta. Su única aspiración es Dios, nada más. Dios es su único objetivo; su única satisfacción, la satisfacción del Amado. En su amor está implícita la necesidad de la renuncia: sólo quitando lo que se interpone entre uno mismo y Dios se puede contemplar, sin velos, la Belleza, sólo vaciándose de lo transitorio se hace sitio al Eterno. Ése es el sentido del ascetismo, liberarse de todo lo accesorio para centrarse en lo único que importa, no asociar nada a la única Realidad. Se trata de dejar fuera deseos y preocupaciones para entregarse en una confianza absoluta a la Divinidad, confianza que entraña la aceptación incondicional de Su voluntad, pero una aceptación activa, muy lejos de cualquier resignación fatalista, de modo que la voluntad individual pueda llegar a identificarse con la Voluntad Divina. Así, y según una antigua definición, sufí es el que nada posee y no es poseído por nada: sólo está sometido a Dios, sólo depende de Él y es, por tanto, enteramente libre.

El amor de Rabia era absoluto, no había lugar para ningún otro pensamiento, para ningún otro amor, y en esta libertad nacida del amor vivió entregada por completo al Amigo, considerándose «propiedad de Dios». Según las anécdotas recogidas en los Dichos, Rabia recibió numerosas ofertas de matrimonio, que rechazó una tras otra: «El matrimonio vale para quien puede escoger; en cuanto a mí, no soy dueña de mi vida, pertenezco mi Señor y vivo a la sombra de Sus mandamientos». «Mi existencia está en Él y soy completamente Suya. Hazle Él la petición». «A Él sólo deseo, sólo a Él adoro, y no quiero apartar mi atención de Él ni un solo instante». Esa atención exclusiva a Dios, su recuerdo constante, la rememoración continua (Dhirk), pueden conducir a la contemplación del Amado, como expresa el siguiente hadiz qudsi (6): «Desde el momento en que la preocupación dominante de mi servidor es acordarse de Mí, Yo hago que halle su gozo y su felicidad en ese recuerdo. Y cuando he puesto su gozo y su felicidad en este recuerdo, él Me desea y Yo le deseo. Y cuando él Me ama y Yo le amo, Yo alzo los velos entre Mí y él... Ellos no me olvidan cuando los demás lo hacen».

No obstante esta entrega incondicional, y si nos atenemos a sus palabras, Rabia experimentó «la unión» tan sólo durante breves momentos de su vida, pero su lucidez le hizo ser siempre consciente de lo que la separaba de la verdadera realización. Sabía sin embargo, como supieron y saben todos los espirituales del Islam, que la amante no debe dejar nunca la puerta del Amado.

Y así, al final de su vida, esperaba anhelante la muerte, a la que consideraba «un puente entre amigos», «la que une al amante y al Amado». Se cuenta que, cuando algunos maestros fueron a visitar su tumba, la oyeron exclam¬ar: «Qué hermoso lo que sucedió! Hice lo que debía hacer, y encontré el camino recto. ¡Sólo Dios es sabio!».

Se dice que tenía casi noventa años cuando murió.

Una tradición velada

También en Europa fue conocida. En el siglo XIII, Joinville, canciller de Luis IX que acompañó al rey en la séptima cruzada, trajo noticias de ella: contaba que un dominico «que hablaba el sarraceno» había encontrado a una anciana «con una escudilla llena de fuego en la mano derecha y un frasco lleno de agua en la izquierda» para quemar el paraíso y extinguir el fuego del infierno, referencia clara, aunque desplazada en el tiempo, a Rabía y a la anécdota, recogida por al-Af`laki y, desde él, tantas veces repetida, alusiva a la doctrina del amor desinteresado y sin condiciones que tan ardientemente profesara. Sin embargo, el recuerdo que de ella se guardaba en tierras europeas la convertía en una buena cristiana, y así en el debate sobre el «puro Amor» que recorrió Francia en el siglo XVII, Rabia desempeñará un papel importante; en 1640, Jean-Pierre Camus, obispo de Belley, escribe una obra de setecientas páginas (7) en la que defiende la memoria de esta «santa mujer» que representa par él la «verdadera Caridad», opuesta a «la esperanza mercenaria de los que buscan el paraíso de Dios y olvidan al Dios del paraíso». En el libro aparece un grabado que muestra a una mujer vestida con atuendo oriental y llevando un cubo de agua en una mano y una antorcha en la otra. Fenelon y Bossuet se referirán también a ella, y su figura asomará de vez en cuando en círculos sospechosos de quietismo, aunque no sólo, pero olvidando según parece su origen musulmán y siempre como ejemplo destacado de la amante mística y de su entrega incondicional al Amado Divino.
Se transmite así una imagen que, aunque ensalzada, olvida su origen y deja de lado aspectos importantes. Nadie en Occidente negaría en la actualidad el origen musulmán de Rabia de Basora, aunque con frecuencia se siga insistiendo y se resalte únicamente su aportación fundamental del amor Divino, a menudo con toques sensibleros, ignorando la fuerte personalidad que emerge de sus dichos y su carácter fundamental de maestra. Quedan no obstante dos puntos que, a mi modo de ver, merecen ser tenidos en cuenta.

Por una parte, como señalé anteriormente, subrayar la excepcionalidad de Rabia puede servir de coartada para mantener la invisibilidad de todas las demás mujeres que pueblan el universo islámico, creando así una imagen falseada que poco tiene que ver con una realidad mucho más rica y fecunda. Por otra, cuando esa realidad se reconoce parece obligado recurrir a otra referencia, el sufismo, como único modo posible de explicar la proliferación de mujeres en el mundo de la espiritualidad musulmana. Tópico sobre tópico. Tal vez habría que empezar por reconocer humildemente lo poco que podemos saber de mundos tan distantes, y, a partir de ahí, tratar de conocerlos, cuidando siempre de no lanzar una mirada de superioridad cargada de prejuicios, aunque, lamentablemente, no podamos lograr nunca la objetividad completa. En cualquier caso, resulta sorprendente la cantidad de nombres que nos han llegado, nombres cuidadosamente recogidos y transmitidos durante siglos, y todos los que, sin duda, quedan por aparecer, pues existen todavía muchos documentos perdidos u olvidados.

Es evidente que encontraremos, y encontramos, textos claramente misóginos, pero no más que en otras religiones o en otras culturas; tal vez menos, pues, a diferencia, por ejemplo, de judaísmo y cristianismo, no se encuentra en el Islam esa concepción de un pecado original en el que Eva tendría un papel protagonista. Por otra parte, en el Corán, Dios se dirige a menudo a los creyentes, hombres y mujeres, por igual; por ejemplo, Corán 7, 71: «Pero los creyentes y las creyentes son aliados unos de otros. Ordenan lo que reconocido como bueno y prohíben lo que reprobable»; o «Al creyente, varón o hembra, que obre bien, les haremos revivir para una vida excelente» (16, 97). «Dios ha preparado perdón y magnífica recompensa para los musulmanes y las musulmanas, los creyentes y las creyentes, los devotos y las devotas, los sinceros y las sinceras, los pacientes y las pacientes, los humildes y las humildes, los que den y las que den sadaka, los que ayunan y las que ayunan, los castos y las castas, los que recuerdan y las que recuerdan mucho a Dios» (33, 35), Y otras aleyas.

La inclusión de las mujeres aparece de manera clara en la mayoría de los maestros sufíes, si bien a menudo con el matiz peculiar, que podemos encontrar también en el gnosticismo cristiano, de considerar «hombre» a todo el que se adentra en la senda espiritual, aunque sea mujer. Así, por ejemplo, dirá Al Attar:

«Los santos profetas -la paz sea con ellos- han dicho: "Dios no mira vuestras formas".Lo que cuenta no es la imagen, sino la intención del corazón, como ha enseñado el Profeta, paz y bendiciones sobre él: "Los hombres serán reunidos y juzgados según su intención" ... . Cuando una mujer camina en la senda de Dios como un hombre no puede ser llamada mujer.»

Y, citando a Abbas al-Tusi, continúa:

«Cuando, el Día de la Resurrección, se nos llame diciendo: "¡Hombres, venid!, la primera en adelantarse en el rango de los hombres será María, la madre de Jesús -la paz sea con ella-. Si ese Día ella no estuviera entre los hombres, entonces dejaría la reunión.» «El significado de esta verdad es la igualdad de mujeres y hombres en la santidad; no hay diferencia entre los místicos en la Unidad del ser Divino. En esta Unidad, ¿qué queda de la existencia del yo y el tú? Y entonces, ¿cómo podría haber todavía hombre y mujer?».

Por su parte, Jami cuenta que alguien le preguntó: «¿Cuántos son los Abdal (sustitutos, Amigos de Dios)? Él respondió: «Cuarenta almas». Y cuando le preguntaron por qué no había dicho «cuarenta hombres», su respuesta fue: «Porque también hay mujeres entre ellos».

* * *

Se podrían multiplicar las citas, como también, por supuesto, citar ejemplos a contrario, pero hacer victimismo no es el mejor camino para rescatar la memoria. Porque lo que sí parece cierto es que, al menos en los primeros siglos de la hégira, las mujeres vivían en el centro del espacio público, participando plenamente en la vida de la comunidad, y así, en el Islam primero encontramos a Jadiya, «la mejor de las mujeres», primera esposa de Muhammad, paz y bendiciones sobre él, y a su hija Fátima; está también Aisha, la esposa más joven del Profeta, a la que se remontan numerosos hadices, seguidas por las «elegidas entre los Compañeros» del Profeta, así como otras mu¬jeres del entorno, totalmente entregadas a Dios y de las que se cuenta que incluso participaron en campañas guerreras, como Umm Haram, de la familia de Muhammad, paz y bendiciones sobre él, que murió en el curso de una batalla (649).

Además, y ya desde el principio, las mujeres desempeñaron papeles importantes en la historia del Islam: sus nombres aparecen en las cadenas de transmisión de los hadices proféticos, forman parte del linaje espiritual de los calígrafos, son ensalzadas como gnósticas y poetizas, sin olvidar a las mujeres gobernantes, y a las que aparecen como amigas, maestras y discípulas de grandes espirituales musulmanes, como Fátima de Nishapur, maestra de Bayazid al-Bistami y Dhun-Nun al-Misri, a la que as-Sulami dedica encendidos elogios; Shawana (s. II/VIII), «que vivía en al-Ubulla ... Predicaba y recitaba el Corán a la gente. A sus sesiones acudían ascetas, espirituales, adoradores, todos los que estaban cerca de Dios, y los maestros de los corazones y de la abnegación»; Al-Wahatiyya Umm al-Fadl (c. IV-V/X), «única en su discurso, su conocimiento y su estado espiritual. Era compañera de la mayor parte de los maestros espirituales de su tiempo ... . El shaykh e imam Abu Sahl Muhammad ibn Sulayman acudía a sus sesiones de enseñanza y escuchaba sus lecciones, como hacían también un grupo de shaykhs sufíes, como Abu al-Qasim ar-Razi, Muhammad al-Farra, Abdallah al-Mual.lim (el Maestro), y otros de su generación», o Fátima bint al-Muthanna (s. XIII e. c.), a la que Ibn Al Arabi ensalza como maestra y sitúa entre las grandes mujeres ascetas de Córdoba.

La lista sería interminable, pues se recogieron sus nombres, muchos nombres, que se fueron transmitiendo de generación en generación, y todavía en el siglo X/XVI se seguían estableciendo sus genealogías. Importantes no sólo en el sufismo, sino en la espiritua1idad y la sociedad musulmana en general, resultaría imposible escribir una historia del Islam sin contar con ellas, aunque poco a poco, con el transcurrir del tiempo, se fuera asistiendo a su apartamiento a la esfera privada, en lo que algunas investigadoras musulmanas designan como «la gran ocultación» Nelly Amri y otras «una tradición velada» Rkia E. Cornell.

Aunque la postura con respecto a las mujeres fuera ambivalente, ya no es posible dudar de la elevada posición que llegaron a alcanzar en ese universo religioso. Las palabras del Corán, que no se presenta como novedad, sino como recuerdo de lo olvidado, son una llamada a un camino de conocimiento y de libertad, memoria del Pacto Primordial que urgía a reunirse con Dios y contemplar su Belleza. Nunca se insistirá bastante en la importancia de la Belleza en el Islam, esa Belleza eterna que fascinaba a Rabia y que es una de las claves de su actitud de sumisión y rebeldía, audacia y ternura características también de tantas espirituales (8). La experiencia de la belleza divina instaura una actitud ética y estética que, a su vez, se ve sobrepasada, pues es éxtasis, es decir, salida y olvido de uno mismo, al tiempo, respeto, reverencia y adoración ante la hermosura de lo contemplado.

Dice Dorotea Sölle, gran teóloga cristiana, que ninguna religión ha expresado el descentramiento de sí con tanta osadía y ardor como hicieron los sufíes, osadía y ardor que encontramos ciertamente en Rabia a1-Adaiyya y sus compañeras. Única o no, sabemos que su influencia fue determinante en el desarrollo del sufismo y ocupa un lugar de excepción como maestra y santa musulmana; sus dichos y sus poemas fueron repetidos una y otra vez por las generaciones posteriores, y en ella se inspiraron los principales pensadores espirituales, pero su figura no quedó relegada al ámbito de los especia1istas: todavía hoy, en países musulmanes, se dice con total normalidad de una mujer, a manera de alabanza, «es una segunda Rabia».

A ella, a ellas, iban dirigidos los versos citados por Maulana Abdur-Rahman, conocido como Jami. Versos de admiración, si cabe más significativos por proceder de alguien que, como se puede apreciar en las líneas iniciales, nunca se mostró demasiado favorable a las mujeres.

Si todas las mujeres fueran como las que he mencionado,
las mujeres serían preferibles a los hombres.
Pues el género femenino no es vergüenza para el sol (9)
ni el masculino un honor para la luna.





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PATY BLAKE [18.304]

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Paty Blake

(Ciudad Obregón, Sonora, México, 1978). 
Vive en Tijuana desde 1982. Escritora, comunicóloga y psicoterapeuta gestalt. Ejerció el periodismo de 2000 a 2007. Becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) en Jóvenes Creadores, Poesía, 2012-2013.
Ha publicado los poemarios Ciudad A (Tierra Adentro, 2011), Amanecer de viaje (Cecut, 2006) y El árbol (Existir, 2002), así como la antología personal Los puntos son ciudades (Indomita Editores, 2012, Puerto Rico).
Algunos de sus textos se incluyen en las antologías Tan lejos de dios. Poesía mexicana en la frontera norte (UNAM-Baile del Sol, 2010) y Un orbe más ancho. 40 poetas jóvenes, (UNAM, 2005), entre otras.
Labora en el Departamento de Fomento a la Lectura del Instituto de Cultura de Baja California. Publica la columna "Letras para viajar", en el periódico Frontera, en Tijuana, y en La Crónica, en Mexicali. Habita también desde 2001 en www.patyboo.blogspot.com y www.patyblake.blogspot.com



Mis manos son silencio entre paredes
afuera, la noche
el pasado y su fama de bondades
me rondan como una mosca ciega

mis ojos se remontan
y no encuentro
ese atrás convertido
alguna vez en
algún presente
siempre pasado
siempre
antes, siempre
otro tiempo
nunca

hoy mis manos
son silencio
solo

y con eso basta




a. m.

Veo serpientes que dirigen elefantes 
en una sala de juntas.

Cada mañana convocan a personal de base
y de confianza de pie plano paquidermo
en insólitas repeticiones del antes meridiano.

Cargan folders tamaño oficio
teclean pantallas en blanco.
Oreja reptiliana escucha corta
atrapan luciérnagas con su lengua espesa.

Veo miradas repitiendo trayectorias
mesa larga y aceitado el protocolo.
Primera vuelta, te has salvado.
Asentir es la respuesta.
A esta hora, cualquier día.





Tráfico. Polaroid.

Atrapada en el tráfico de esta vía
veo los puentes que se sobreponen
tomando diferentes trayectorias.

Dices que esta amistad se reventó
como los vasos sanguíneos de tu ojo izquierdo.

Yo, que lo más poético que he visto
esta semana
ha sido la cadera de @cuborubik,
pienso que hay vasos sanguíneos
que revientan con más potencia.





Siniestra Ballena Asesina con migraña

Aquí no hay lugar para los zurdos
no hay tijeras no hay chapa de la puerta
siniestra.

En este escritorio me resguardo soy
(inserte aquí animal de su preferencia) en cautiverio.

Aquí no hay lugar para los zurdos
hay resmas y asuntos pendientes
hay Garamond Black de 12 puntos
dudas itálicas para el archivo muerto.

Dolor de cerebro central derecho. Ojo. 
Sólo puedo pensar que tengo frente y algo dentro.
Si tan sólo esta luz. Si este parpadeo durara.

El silencio de las tres en punto.





zapatos 

banquetas. cientos de zapatos
recorren la calle tercera.
los míos -rojos-
son gotas que escurren por la orilla
de este sol derretido.
uno dos trazos, descubro una punta
que delinea la sombra en mi mochila.
nubes,
un poco de lluvia nos vendría muy bien
a tí, pintor, y a mí, transeúnte. nos conviene a los dos.
si después de lavar los pinceles
quieres caminar un rato
te invito a la esquina más fresca
del cuadro
que aún no terminas.




sesuda conclusión 

he pensado
que urge conocernos
cruzar la bruma
ciegos, no importa,
descomponernos,
acortar el en medio
de tajo,
saltarnos pasos
protocolarios

no me importa
si prefieres café o té,
o si tus ojos combinan con tu camisa,
no importa,
lo que urge es conocernos:

no acostumbro
besar el ombligo
de un extraño




la realidad fue ayer

dice la mujer, mientras toma su cuerpo de equipaje
y se mece en él como recién llegada
a una mansión sin puertas.
habrá mejores días y se abre de golpe una ventana
el cielo rechina en su bisagra seca
de tanto haber estado inutilmente humedecida.
los viajes son inicios y partidas
son seres alados que llegan en forma de autobús
y avanzan como una mancha oscura
en aquello que algunos llaman horizonte.
antes de salir, la mesa del té lista
último vistazo a las paredes
alzadas todavía como enredaderas de verano.
habría que podarlas, era evidente entonces, piensa,
y ahora basta soñar un lugar sin techo
y no hay diferencia entre lo que queda.
luego el sol, como siempre, y sus rayos
un cuchillo de luz por la rendija,
un trago más al té, resbala por su boca
la vida en tránsito espera el abordaje.

al parecer, no tiene prisa la viajera.
acostumbrada a los abismos,
y a los tés de yerbabuena, lee las últimas noticias
en las palmas de sus manos.
mira que las líneas se entrecruzan
y quién sabe
hay silencios tan largos como vidas.
mira que atravesar paredes es demasiado,
nadie paga tanto asomarse a una calle vacía.

dobleces finos en las manos
y el mundo se compacta en la valija
último trago, y no hay preguntas

hierve el té,
una vez más
y es lo que importa

hierve el té
quién sabe dónde, quién lo enciende...

la realidad fue ayer:
no es necesario el equipaje





Poemas del libro “Amanecer de viaje”


Cacaxtla

La ventana caía en gotas tras los ojos
el camino de barro, las llantas derrapadas y zapatos
entre las paradas a medio camino, la puerta
las respiraciones agitadas del que recién subía
el verde deslavado que entraba en ráfagas
de aire recién nacido.

No sé a dónde voy, dije.
Apreté bajo el brazo el mapa húmedo
y sonreí al saber que no volveríamos a estar juntos
al poner un pie en la banqueta de tierra
los que ahora escapábamos de la lluvia.

Tocó mi turno.
Bajo el agua, a primera vista, la ciudad pareció un río,
una canica escondida,
un laberinto entre las voces,
cualquier cosa, menos un silencio denso
corriendo a toda prisa entre los árboles.

Ese día quise conocerte,
decirte mira lo que he encontrado
mira que las piedras, los caminos,
pero recordé el listón de tiempo en mi cintura
y lo desaté en un zumbido sobre el aire.

Se abrió un paréntesis
para que en ese instante
te asomaras.

El lugar donde la lluvia cae
¿lo recuerdas?




El patio de frutas dulces

Para mi Boli

Desgrano la ventana.
Es roja y se me queda en gotitas
en la camisa de salir al patio.

Hoy hizo calor y vine a refrescarme,
a que cortaras una fruta 
y tuvieras el cuidado de partirla en pedacitos
para nosotros.

Sonríes y la piel te queda grande
y tienes una casa en donde también hay membrillos,
donde los pasos se oyen desde que entras,
donde duermo en el cuarto de abajo
junto a mi alcancía improvisada
y los zapatos negros que me pongo
antes de que salga el sol.

Hoy es domingo, seguramente.
No sé de calendarios, pero lo imagino.
La fruta envuelve suave tus manos
mientras los primos hacemos ábacos con sus semillas.




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HERNÁN BRAVO VARELA [18.305]

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HERNÁN BRAVO VARELA

Nació en la Ciudad de México el 10 de noviembre de 1979. Poeta, ensayista y traductor. Profesor del Programa de Escritura Creativa de la Universidad del Claustro de Sor Juana. Jefe de Prensa de la Casa del Poeta ‘Ramón López Velarde’. Imitador semiprofesional de Paquita la del Barrio, Octavio Paz, Roberto Carlos, Gonzalo Rojas, Raphael y T. S. Eliot.

Traductor de William Shakespeare, Emily Dickinson, Gerard Manley Hopkins, Oscar Wilde y Seamus Heaney. Premio Punto de Partida 1999 en poesía. Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 1999 por Oficios de ciega pertenencia. Premio de Literatura Letras del Bicentenario 2010 por Historia de mi hígado y otros ensayos. 

Ha publicado los libros de poemas:  Oficios de ciega pertenencia (1999 y 2004), Comunión (2002), Sobrenaturaleza (2010) y Realidad & Deseo Producciones (2012); una antología personal: Prueba de sonido (2013), y dos volúmenes ensayísticos: Los orillados (2008) e Historia de mi hígado y otros ensayos (2011). Becario en cuetro ocasiones del Fonca y de la flm. Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 1999 y el Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz – Letras del Bicentenario 2010, en el área de ensayo literario.

Su último libro de poesía es ‘Hasta aquí’ (Almadía 2014).



Poética

Eras la piedra,
aunque me parecías
llamar como una boca:
seguidilla
tu círculo cerrado,
aparición del agua
que te gritaba esposa.
Sin ser guijarra,
te creí encinta.
A pleno sol,
entre palomas
que salen al campo,
la piedra —tú—
había estado sola,
solamente.
Fácil el día en que el cielo
sea azul
(decirlo, decir algo)
con levantar el vuelo
de la vista.
Quien camina tu ruta
debajo de la nieve
no ve claro;
el silencio que bate
cardinal,
sin centro, todavía.
El alma de lo dicho
no es un pájaro.
Apenas frío, busco
tu dicha, enmudecer.
¿Cómo llegar a ti
sino callando?
Pero si dirigiera
mis pasos a tu inicio
dejándote de hablar,
me mentiría.
Quiero decir ahora,
destemplado,
el bosque al que me invierno.
En la nevada tanta
se hizo noche,
oscura la blancura.
Parvaba alrededor,
de blanco, como nieve.
Adidía.



Veinticuatro

…y esa vela velándote
la demasiada sombra
para verte,
tendida ahí,
en un aparte níveo.
Indecididos,
indeterminados,
no sé si el corazón,
corazonada,
o si exterior bodega,
como suele
pasar al dividir
la noche sobre dos.
Memoria mía,
están por apagarse
los pabilos posibles,
y esa muerte
va de pedir
a despedir
—se nos agotan olas
para romper con eso
que solía
hundirse en una trama—;
de cortar a cortar
por el camino
más largo hacia la sombra
en lo que vuelves
de no volverme a ti;
va de clavarse
a desclavarse,
y esa vela
te aluza muellemente
los ojos del dormir,
y el 24 en puerta,
el cuarto 24,
a las afueras
de cuanto nos fantasma,
no sabe ser un día
después
ni sus contadas horas.*

*José Alfredo Jiménez, “Las ciudades”.



CHILLIDA

A Nicolás Pinkus

Entre que fue
para nosotros tanta
la puerta que se nos
habría de haber
abierto encima, estamos
aquí en medio,
llegados. Ven,
que no se cierra el aire
a sostenerse en pie,
a dar con una casa
donde sobre el espacio
para mover las cosas
del lugar que ocupaba
su vacío;
para quitar los ojos
de la llave
que abría el agua
en dos, los que quedamos
desviviéndonos
por llegar a salir.
Consistiera el quehacer
en no tapar el sol
con la palabra
que tuvo a bien
darnos en sombras
su acero sin forjar,
la voz de su incendiarse.
Ayer,
no movimos un dedo:
el alabastro estaba,
el peine que peinaba,
ese camino
de volver
a tomar el camino.
Ahora
que se le hace de noche
al mundo y a la puerta,
pasa de largo, estate
tú también,
como una aldaba. Pasa.*

*Ante la Puerta de la libertad.




RESACA

A Washington Cucurto

En cuanto a ti, el desierto.
Suelta la música,
ábrete la carencia,
dolor, la duna franca;
cansado de pensar
lo húmedo y lo seco,
separados;
la playa o la creación
y tu cabeza.
¿No escuchas
las reverberaciones,
la bilis en el blanco
por obra de la luz
o de su espectro
que no alcanzas
porque lo de la abuela
no se toca?
Pues sí, lo que parece
un vómito
común, tu soledumbre,
su nana por la noche
del lavabo
—así de blanca y doble
tu desaparición,
así
de inútilmente puros
cráneo y hemisferios
que a fuerza de pensar
te brillan fuera—,
tan sólo fue
tu propio llamamiento.
En cuanto a ti,
que confundes
escala y escalera,
lo único
posible es el comienzo.


Fablilla  

A Amalia Bautista

HACE ya mucho frío,
en un reino lejano
a quien, por tu cesura,
viene y versa
un ayer en plural
-pasado el tiempo-,
vivía la música
al margen del oído.
En tu patio
de dulces disyuntivas
-el manto
de hierba o la corola,
peras o manzanas-,
donde un alcázar
interior te diera
alcance,
ya queda sólo
la sordina inmensa.
Ventanales abiertos
y círculos (no sé)
cerraron
como si, más o menos,
dos que tres goznes fueran
gozo mío.
Érase un azulejo
que no jugó a trinar
con fuego. O sea, a dúo
junto al fénix,
por dos montes (de veras)
y un canto por camino.

De noche,
movidos por el cielo
del amor
que se pone en Oriente,
tuvimos una fe
de lirios y astromelias,
un origami
en práctica de vuelo.
Pero en ausencia nuestra,
se calca el desenlace
-colorín...-
de lo que estuvo unido
-...colorado-:

Y el cuento es cierto:
quien te escuchó callar
oyó el invierno.



“Hasta aquí” (Almadía, 2014)



(Hay lo que hay)

No haber amor es un amor también.

Un amor a estar solo.

Le pertenece a alguien que lo siente
por nadie.

                        Pertenece
a una clase de amor que nadie toma. 

Es una clase por correspondencia. 

También salir con alguien es entrar 
al amor que sentimos
por quien venga a tomarlo.

Si saliéramos a tomar el sol, 
lo tomaríamos de quien viniera.

Nos correspondería.





(Sol en un cuarto vacío, 1963)

En el último cuadro de Edward Hopper
hay un cuarto vacío.

Salvo por dos paredes, bañadas por un sol
invisible que asoma desde una
ventana que sugiere el borroso follaje
de un árbol más borroso todavía.

Las paredes comparten
una esquina de sombra.

                                       En ese cuadro,
las personas no tardan en venir. Están
por arrojar los sobres de la correspondencia
bajo la puerta, están
por tintinear las llaves
en un bolsillo, están
por hacer la mudanza
o clausurar la casa.

                              De un momento a otro.

Pero nada se oye, ni las ramas
del árbol que golpea los cristales
de la ventana, el viento
que agita las ramas.

                               Lo inminente
es la conjetura
de lo que pasa ahora, sin nosotros:
los que, parados fuera o dentro de la casa,
dudamos un momento en entrar o salir
nuevamente, por si olvidamos algo
en un lugar que no se nos olvida.

Estamos con las llaves
en la mano, mirando hacia el vacío. Estamos
inmóviles, de pie, frente a la puerta
que volveremos
a abrir para cerrar de un momento a otro.

     ***

Si en un cuarto vacío miráramos de frente,
estaríamos en ningún lugar.
Por eso no podemos ver el sol
en Hopper, y por eso proyectamos
una sombra que no podemos ver
a menos que se baje la mirada.

Como la esquina de las dos paredes
en ese último cuadro,
que cuelga en una esquina del museo
con luz tenue.

                       El guardia está detrás
de la mampara, inmóvil,
sentado, y una gorra le cubre la cabeza.
Las  llaves cuelgan de su cinturón
y apenas tintinean al contacto
con el muslo.

                      El guardia está detrás
de algo, pero no se sabe qué.
(Una gorra le cubre la cabeza.)

Tal vez detrás de abrir y cerrar la sala
de martes a domingo.

Mientras tanto, no sabe
sino esperar, qué mira la gente en ese cuadro
sobre un cuarto vacío.

                                    Como Hopper.
Cuando le preguntaron qué buscaba
con ese cuadro, dijo: "Me estoy buscando a mi".

Salimos del museo.
La luz nos encandila por algunos segundos
y, a mitad del camino, se nos olvida dónde
pegaba el sol en ese último cuadro,
si el árbol era un árbol o un arbusto.

Estamos por llegar a casa de un momento
a otro.

Galería Nacional de Arte, Washington, D.C.
13 de enero de 2008



(VEINTICINCO CENTAVOS,  
POR EL AMOR DE DIOS)

Mi padre muerto vino el otro día.
Me dejó dos cobijas y una almohada
y se volvió a morir como solía.

Estaba oscuro, pero todavía
puedo verme temblando en su mirada.
Mi padre muerto vino el otro día.

Ni cuento de terror ni brujería:
mi padre apareció como si nada
y se volvió a morir como solía.

Con todo y que murió de neumonía,
lo vi muy tarde, ya de madrugada.
Mi padre muerto vino el otro día.

Apenas me duró su compañía
lo que tarda en hacerse una redada
y se volvió a morir como solía.

En su ausencia, llegó la policía
y dejé las cobijas y la almohada.
Mi padre muerto vino el otro día
y se volvió a morir como solía.



(GRENZGEBIET)

En vez del muro, todo lo que hay
es una galería al aire libre
de fotos sobre el muro,
una secuencia horizontal.

Las fotos
muestran hombres tirados en el suelo
con los ojos abiertos y la boca cerrada,
con las manos y frente rajadas por las púas,
a la sombra del muro.

Desde lo alto , una ventana abierta.

Cadáveres en línea vertical,
del otro lado.

Otros que, de camino a la oficina
o de vuelta a su casa, quisieron asomarse
a través de los bloques,
e imaginando cómo sería la vida a quince
centímetros, espiaron por primera
y última vez el más allá del muro.
Cadáveres
tirados en el suelo, de este lado.

*

“Pensé que no me tocaría”, dijo
mi padre aquella noche
mientras tapaba la televisión.
Picas, mazos, martillos y ganzúas,
jóvenes que venían
del otro lado, sin pensar que ahora
sería cuestión de dar
un paso hacia adelante, dar la espalda.

Mi hermano y yo escuchamos a mi padre
relatar noticias
que no pudimos ver sino en fragmentos.
Él vio el muro cayéndose a pedazos
y nosotros su nuca, sus hombros, sus omóplatos,
como la mano con que nos tapaba
los ojos en la escena de amor de una película.





.

SARAH GLAZ [18.306]

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Sarah Glaz 

Estados Unidos. Poeta y matemática.

Profesora de matemáticas en la Universidad de Connecticut, se especializa en el área de matemática del álgebra conmutativa.

Tiene un interés de por vida en la poesía y sirve como editora asociada de la revista Journal of Matemáticas y las Artes. Coeditora de la antología de poesía los atractores extraños: Poemas de Amor y Matemáticas (AK Peters, 2008) y ha publicado poemas y traducciones en ambas publicaciones periódicas de matemáticas y literatura.




¿Cuál es la cosa más sabia? Número.
¿Cuál es la más hermosa? Armonía.
“Sobre el modo de vida pitagórico”
Jámblico (siglo 3 dC)

Pitágoras toca la lira

Pitágoras toca la lira
rodeado de matemáticos.
Cantamos himnos mientras el tañe
las cuerdas:

Descubrimos
la ley del cosmos:
Todo es número!
Proporciones misteriosas!
Desde la manera de vibrar las cuerdas
a las relaciones armónicas
hacen el sonido de la música
como el cielo.
Los granos sagrados brotan
en los campos cercanos.
Todos los animales son parte
de nuestra familia.
En el intervalo entre
la tierra y el firmamento
planetas en círculo y murmullos
en concierto.
Cada uno una nota
en la gran sinfonía
de la creación.
Guardamos
su secreto más íntimo.

La música se elevaba en el aire
como el humo de incienso quemado
para complacer a los dioses que nos miran
tocar y pasar.



Pythagoras plays his lyre

Pythagoras plays his lyre
surrounded by mathematicians.
We sing paeans as he strikes
the cords:
We discovered the
law of the cosmos:
All is number!
Mysterious proportions!
The way strings vibrate
to harmonic ratios
makes music sound
like heaven.
The sacred beans sprout
in the nearby elds.
All animals are part
of our family.
In the interval between
earth and the firmament
planets circle and hum
in concert.
Each One a note
in the grand symphony
of all creation.
We guard
its innermost secret.
The music wafts upward
like smoke from burnt incense
pleasing the gods who watch us
play and pass.

Sarah Glaz  “Pythagoras plays his lyre”  publicado en Journal of Humanistic Mathematics
http://elestablodepegaso.blogspot.com.es/



 Departures in May    

       Big things crush, inside the brain,
       like plaster of Paris on stone;
       a taste of splintered metal;
       terra-cotta hardness of heart's desire.
       Statues motionless
       at railroad depots,
       proclaim imitation as life. 
       A white bird flies low above platforms,
       sweeps above train cars;
       The Orient Express of boundless motion--
       preserved lanterns,
       boundless upholstery,
       carriages of red absorbency,
       soundlessly waiting for late chances.
       I had been to Paris-Roma-Venezia,
       felt the grid of time
       curve in space, fluid,
       twined arcs convergent at infinity,
       defying Euclid.
       Suspended on pale May sky,
       puffed-up clouds--
       grave formulas,
       ominous signs,
       white droppings of the aged snow bird,
       death white. 

This poem first appeared in Ibis Review, 1995.   Poet Sarah Glaz is a mathematics professor at the University of Connecticut and her webpage provides (scroll down) a wealth of links to poetry-math resources. News of Glaz's activity and her poems have appeared often in this blog; enter her name into the SEARCH box at the top of the right-hand column of this blog to find these various items.



Mathematical Modelling

Mathematical modelling may be viewed 
As an organizing principle
That enables us to handle
A vast array of information

As an organizing principle
We could use the color spectrum
A vast array of information
Would become a rainbow in the sky

We could use the color spectrum
And the scaling notes spanning an octave
Would become a rainbow in the sky
Shining through the melody of rain

And the scaling notes spanning an octave
And letters gleaned from ancient alphabets
Shining through the melody of rain
Nature translated into words

And letters gleaned from ancient alphabets
That enable us to handle
Nature translated into words
May be viewed as mathematical modelling



A pantoum for the power of theorems    

          The power of the Invertible Matrix Theorem lies 
          in the connections it provides among so many important 
          concepts… It should be emphasized, however, that the 
          Invertible Matrix Theorem applies only to square matrices.
                                           ―David C. Lay, “Linear Algebra”

The power of a theorem lies
In the connections it provides
Among many important concepts
Under a certain set of assumptions   

In the connections it provides
We are always able to find
Under a certain set of assumptions
Some that fell through the cracks

We are always able to find
Neglected aspects of ourselves
Some that fell through the cracks
Left unexplored by mathematics

Neglected aspects of ourselves
(The power of a theorem lies)
Left unexplored by mathematics
Among many important concepts 



I am a number


I am tall
and
one sided
like an ostrich
Pluck
the eye
of my feather
whittle
the stick
of
remembrance
bare
of
ormamentation
Alone



I am fat with contentment
In the arc
of survival
we win
by a hair
Kick
the less
fortunate
down the plank
to make space



I am prime
and conflicted
One more or one less
The spoke in the wheel
or grease that makes it go
Increase and multiply
or divide
and divorce



I am Parmenides’ many
on the edge of ancient counting:
the stars in the sky
fattened sheep of pharaoh
the dappled cows of the gods grazing under the sun
and all the grains of sand
on the seashore




I am a number (II)


5

Forged in time’s fire
my golden figure
rises
open
to the past
and the future
I count my digits
All Present
yet only
half way there


6

I can be factored
into selves
from
former lives
each one
more potent
than
I
am
Unmultiplied
I disappear


7

Last prime
before
the count of time
halts
and
the great mystery
begins


8

How did it come to that


9

I have no time


10

Decem



13 January 2009

13                 January 2009
12=22x3    Anuk is dying for Anuk is dying in the white of winter
11                 The coldest month
10=2x5       Anuk is dying in the falling snow
9=32            The white of winter for Anuk is dying
8=23            Anuk is dying for the white of winter
7                    The drift of time
6=2x3          Anuk is dying in the white of winter
5                    The falling snow
4=22            Anuk is dying for Anuk is dying
3                    The white of winter
2                    Anuk is dying
1                     .



The Enigmatic Number e

It ambushed Napier at Gartness,
like a swashbuckling pirate
leaping from the base.
He felt its power, but never realized its nature.
e's first appearance in disguise—a tabular array
of values of ln, was logged in an appendix
to Napier's posthumous publication.
Oughtred, inventor of the circular slide rule,
still ignorant of e's true role,
performed the calculations.

A hundred thirteen years the hit and run goes on.
There and not there—elusive e,
escape artist and trickster,
weaves in and out of minds and computations:
Saint-Vincent caught a glimpse of it under rectangular hyperbolas;
Huygens mistook its rising trace for logarithmic curve;
Nicolaus Mercator described its log as natural
without accounting for its base;
Jacob Bernoulli, compounding interest continuously,
came close, yet failed to recognize its face;
and Leibniz grasped it hiding in the maze of calculus,
natural basis for comprehending change—but
misidentified as b.

The name was first recorded in a letter
Euler sent Goldbach in November 1731:
"e denontat hic numerum, cujus logarithmus hyperbolicus est=1."
Since a was taken, and Euler
was partial to vowels, 
e rushed to make a claim—the next in line.

We sometimes call e Euler's Number: he knew
e in its infancy as 2.718281828459045235.

On Wednesday, 6th of May, 2009,
e revealed itself to Kondo and Pagliarulo,
digit by digit, to 200,000,000,000 decimal places.
It found a new digital game to play.

In retrospect, following Euler's naming,
e lifted its black mask and showed its limit:
e=limn→∞(1+1n)ne=limn→∞(1+1n)n
Bernoulli's compounded interest for an investment of one.

Its reciprocal gave Bernoulli many trials,
from gambling at the slot machines to deranged parties
where nameless gentlemen check hats with butlers at the door,
and when they leave, e's reciprocal hands each a stranger's hat.

In gratitude to Euler, e showed a serious side,
infinite sum representation:
e=∑n=0∞1n!=10!+11!+12!+13!+⋯e=∑n=0∞1n!=10!+11!+12!+13!+⋯

For Euler's eyes alone, e fanned the peacock tail of
e−12e−12's continued fraction expansion,
displaying patterns that confirmed
its own irrationality.

A century passed till e—through Hermite's pen, 
was proved to be a transcendental number.
But to this day it teases us with
speculations about ee.

e's abstract beauty casts a glow on Euler's Identity: 
eiπ + 1 = 0,
the elegant, mysterious equation,
where waltzing arm in arm with i and π,
e flirts with complex numbers and roots of unity.

We meet e nowadays in functional high places
of Calculus, Differential Equations, Probability, Number Theory,
and other ancient realms: 
y = ex
e is the base of the unique exponential function
whose derivative is equal to itself.
The more things change the more they stay the same. 
e gathers gravitas as solid under integration, 
∫exdx=ex+c∫exdx=ex+c 
a constant c is the mere difference;
and often e makes guest appearances in Taylor series expansions.
And now and then e stars in published poetry—
honors and administrative duties multiply with age.

Sarah Glaz (University of Connecticut), "The Enigmatic Number [i]e:[/i] A History in Verse and Its Uses in the Mathematics Classroom - The Annotated Poem," Convergence (November 2010), DOI:10.4169/loci003482



 Calculus

I tell my students the story of Newton versus Leibniz,
the war of symbols, lasting five generations,
between The Continent and British Isles,
involving deeply hurt sensibilities,
and grievous blows to national pride;
on such weighty issues as publication priority
and working systems of logical notation:
whether the derivative must be denoted by a "prime,"
an apostrophe atop the right hand corner of a function,
evaluated by Newton's fluxions method, Δy/Δx;
or by a formal quotient of differentials dy/dx,
intimating future possibilities,
terminology that guides the mind.
The genius of both men lies in grasping simplicity
out of the swirl of ideas guarded by Chaos,
becoming channels, through which her light poured clarity
on the relation binding slope of tangent line
to area of planar region lying below a curve,
The Fundamental Theorem of Calculus,
basis of modern mathematics, claims nothing more.  

While Leibniz―suave, debonair, philosopher and politician,
published his proof to jubilant cheers of continental followers,
the Isles seethed unnerved,
they knew of Newton's secret files,
locked in deep secret drawers—
for fear of theft and stranger paranoid delusions,
hiding an earlier version of the same result.
The battle escalated to public accusation,
charges of blatant plagiarism,
excommunication from The Royal Math. Society,
a few blackened eyes,
(no duels);
and raged for long after both men were buried,
splitting Isles from Continent, barring unified progress,
till black bile drained and turbulent spirits becalmed.

Calculus―Latin for small stones,
primitive means of calculation; evolving to abaci;
later to principles of enumeration advanced by widespread use
of the Hindu-Arabic numeral system employed to this day,
as practiced by algebristas―barbers and bone setters in Medieval Spain;
before Calculus came the  Σ (sigma) notion―
sums of infinite yet countable series;
and culminating in addition of uncountable many dimensionless line segments―
the integral integral―snake,
first to thirst for knowledge, at any price.

That abstract concepts, applicable―at start,
merely to the unseen unsensed objects: orbits of distant stars,
could generate intense earthly passions,
is inconceivable today;
when Mathematics is considered a dry discipline,
depleted of life sap,  devoid of emotion,
alive only in convoluted brain cells of weird scientific minds.






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CÉSAR CANO [18.307]

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César Cano

(Armenia, Quindío, Colombia, 1994)

Estudiante de Licenciatura en español y literatura de la Universidad de Quindio.
Finalista del IV Concurso Regional de Cuento Humberto Jaramillo Ángel.
Ha publicado el poemario,  Tres poemas para sobrevivir en Bogotá (Chirriar, 2014)



Poema I (o Afilé el sol, salieron chispas 
e incendié la tarde)

Y solo tengo pájaros en los bolsillos
pero con pájaros no compro panes
Y ahora que está tan jodida la cosa en Colombia
no hay pan que eche a volar el hambre
Solo pájaros, solo plumas que caen de los ojos como lágrimas
»Y una calle interminablemente larga pasa por mi sangre
una calle por donde vagan niños silbando las canciones de su muerte«
Abrí mi pecho como cerrando una puerta
Abrí mi pecho como rompiendo una ventana
Todos los niños de Colombia tenemos unas alas enormes
unos dientes enormes y una boca vacía
Nos sentamos encima de los edificios
y esperamos que nazca nuestra madre
No lloramos, reímos
No nació la muerte donde nos sembraron puñaladas
No nació la muerte cuando nos rompieron los huesos
Nuestro cuerpo es una luna de canciones amarillas
No importa que tengamos las manos y la barriga llena de gusanos
Ayer me cortaron la cabeza y hoy digo que estoy vivo
Nos mataron y nacimos
Nos amarraron con alambre y llovimos púas desde el cielo
Éramos dioses con mocos en la cara
y re©reábamos el mundo con barro y agua sucia

Dijimos Mamá y nacieron las palabras
Dijimos esta noche somos soles y nacimos una fiesta
                       


Poema II (o la piel retorcida de un niño
que es nuestro hijo y nuestro padre)

Pille mis manos, son soles de maíz que amasan el hambre
me las rompí fumando bazuco, las volví aluminio
las hice luces negras sobre el lomo de mi lengua
Porque apenas tenía nueve años cuando me quedé vacío
y me llené de humo y me llené de rabia
No azara que nadie me haya enseñado a echar flores por mi boca
que nadie me haya enseñado a nacer todos los días
Me quedaba muerto y masticaba mi cadáver
Vendía chicles, robaba celulares
Nadie me dijo Niño, sus ojos nubes y sus manos árboles
Sangré sobre este país de hipócritas y amantes
Sangré sobre este país de putas y aguardiente
◊Nunca supe el nombre de mi madre
pero lo escribí con un cuchillo abierto sobre mi piel cerrada◊
Mire, a lo bien que mis manos están agarrotadas de tantas veces
destruir el mundo, de volverlo mierda, de cargarme en él. Mire que
mis manos tienen tanta sed, tanto polvo de oxidarme los huesos. Pero
quiero regalarle este incendio que tengo entre mis manos infantiles
para que queme su dolor y su rutina. Sin mente, écheselo al fuego.
Hágalo con fe. Queme sus ganas de morir y su trabajo. Le regalo este
incendio para que haya luz y vea cómo me revuelco en las ruinas de
las calles que usted camina a diario
Para usted este incendio pequeñito
de pájaros palabras
de sueños y de alas
Regáleme usted un par de ojos
regáleme usted un pan caliente
una moneda

nunca aprendí a escribir
pero estoy vivo



Poema III (o canción del grito subterráneo 
de los huesos)

Mi mamá es muchas mujeres al tiempo y a veces la veo en la calle
cuando no esperaba verla y está abrazando a otro pelao y yo siento su
calor abrazándome como la noche pero en la noche la policía me mete
a la cárcel y se orina encima de mi rostro y sus orines se confunden
con mi llanto y sé que el amor de mi madre alimenta a su hijo en
juegos de avionetas que se estallan y a mí se me pasa el hambre de tres
siglos en la calle y hay una madre que es mi madre en cada madre y
no es que yo sea un huerfanito sino que todas las mamás son la mía
y antes de morirme de estirar la pata sobre las alas de las moscas
siempre antes de morder los edificios pienso en mi madre que toma
a su hijo y lo salva del mundo que es ese charco de babas y mordidas
negras en mi cuerpo y siempre mi mamá me salva en otro, siempre mi
mamá, siempre con sus brazos de tierra me siembra y me echa agua y
me dice que soy una luz que parece una semilla y me pájaros volando
sobre su voz de tajadas maduras y canciones amarillas
Entonces me luna y me emplumo de algas de mares rompiendo mi
pecho mientras silencio sobre bocas de guayacanes asoliaos
Alucino un idioma de personas libélulas azules volando sobre un
cementerio de ojos que se apagan cuando estoy en mi madre y no me
caigo de mis sueños pero nunca estoy a salvo de las puñaladas que me 
pegan los relojes
Mi madre es cualquier dolor arrancado a palazos
Mi madre es este cielo que se cae sobre mí y me desnuca y me parte
colibríes en los dientes Envuelvo frascos de pegante en hojas de
eucalipto y se las mando a mi mamá para que me perdone por haber
nacido muerto ((no fue mi culpa mamá no fue mi culpa))
Yo cuando estuve viejo me encerré en mi pecho y le puse alas a las
llaves pero el hambre es mi canción el hambre es un nido calientico
El hambre es esas nubes incendiadas que escriben el poema
y mi mamá en otro lado le cose oraciones a las manos del Dios que
tengo entre los ojos para que yo no me queme y esté vivo y la ame
aunque no la tenga aunque este país sea una piedra que me rompe la
cabeza




Ñapa

Porque acá la joda es así
usté viene y baila y canta
y nosotros que sí que caigamos
tan alegre que está todo
tan jodido y tan alegre que está todo
pero no importa
bicos in Colombia wi espik in inglish, parce
y las amapolas nos bailan en los dientes
y las muchachas nos polvo de plumas en los ojos
Ay, que este país es tan bonito
todo lleno de muertos…pero de la risa
y vivos muertos que se cayeron de la cama
y se sacaron chichones azules llenos de gusanos
Eso, parece de ahí
bailemos encima de estas nubes
más blancas que una yuca,
mire, mire la cara de Dios en el jengibre





Cosas que contarte

Ocurre a veces que la tarde cae
como caigo yo sobre esta mesa

¿Sabes que le dio a un río
pasar por el medio de mi casa?

Tengo tantas cosas que contarte

La última vez saltaron
un montón de palabritas
que se fueron cantando como grillos

                 (la noche cayó inmediatamente
                  y un lobo durmió bajo mi cama)

Me he tomado las mañanas
-porque se me ha acabado el brandy-
para desempeñar labores
de agricultor y jardinero

Decidí plantar recuerdos
y es lo único que ahora hay
bajo la tierra

                   Sembré el botón de tu chaqueta
                   la moneda de aire que empluma las cuentas
                   el poco de luz que incendia la rabia

Y ocurre a veces que tu recuerdo cae
como caigo yo sobre este abismo

Mi mamá me dice
que está cansada de comer pescado
¿qué tal está tu madre?

Hay un violín que calla
por las tardes
para que el sueño acuda
y yo me largue

Ayer vi cómo un poema
se hacía pájaro
y vi cómo el pájaro
se hacía hombre

Una flor de viento
o pluma enraizada
me hizo nido
en la mitad del pecho

Tal vez de eso se traten los poemas
de volvernos locos y creernos hombres

Pero ocurre a veces que la ausencia cae
como caes tú sobre mis ojos.



Indefinición definitoria
(la poesía es un colibrí)

La poesía es un cielo nocturno sin estrellas
que a cambio tiene peces revolcando
sus brillantes cuerpos sin ahogarse
La poesía es un colibrí parado en tu ventana
que te mira quieto desnudarte ante el espejo
La poesía es un perro atado a un charco
Un pescador que tiene una serpiente en el anzuelo
La poesía es la sombra de la luz
dentro de una luz más grande
La poesía es la niebla de los bosques
húmedo escondite del silencio
la poesía es sol de rumba con la luna
La tierra cuando llueve
para que las nubes crezcan
La poesía es Dios de niño
creándonos el mundo
La poesía es el tiempo
echándose una siesta
en el rincón del sueño
La poesía es el silencio
idioma privilegio del pasado
La poesía es eso
para lo que nunca alcanzan
las palabras.



La responsabilidad social de los poetas

Como Dios borracho conduce la Historia
ese carrito de lujo
ese juguetito de fiesta
no hay que dudar ni un segundo
de la responsabilidad social de los poetas

Gente que pone    palabras y baches
para que Él
pierda el control y se mate
o que por lo menos
no vaya tan rápido.




Este poema es
las alas de una lengua

(Léase a 120 km/h)

Esto es una cocaema para pegarse del techo, una raya de nubes para volarse la cabeza. Este poema es una fiesta de electrónica. Inhale, inhale, inhale, ráspese los huesos y baile con su sombra.
Este poema camina sobre colores amarillos. Este poema es una orgía de luciérnagas. Este poema es una cárcel de ventanas. Este poema es salir hacia adentro. Este poema es una náusea, un vómito bonito.
Este poema es una puñalada en el hombro de un camino.
Este poema no se ha escrito.
Este poema es un planeta. Es un búho periquero que grita ohh me gusta la noche, me gusta la noche oh sí. Este poema es ilegal. Este poema tiene los ojos en las manos y mira el fondo de todo lo que toca. Este poema es un ritual para una lluvia de cuchillos. Este poema es un mendigo que camina en la ciudad como si fuera de vidrio. Este poema cree que usted es muy bonita. Este poema no distingue hombres de mujeres. Este poema es una palabra a la mitad pero completa. Este poema se escribió con el humo de un bareto. Este poema es infinito. Este poema es gringo y sabe hablar en todos los idiomas. Este poema es un carbón caliente en la garganta. Este poema es la nueva piel de los abismos. Este poema es un modelo de ropa interior. Este poema es un calorcito en medio de las piernas. Este poema es comerse el arequipe con los dedos.
Este poema es un niño que abandonó su infancia. Este poema es un pulpo en una iglesia. Dios escribió este poema y lo botó a la basura y dijo háganse los hombres. Cuando los hombres llegaron a mi casa se encontraron a sí mismos. Ustedes los vieran llorar sobre sus llagas y abrirse sus venas de luz sobre mi mesa. Estábamos esperando y un choque de relámpago de piedras empolvó la tarde. Luego los colores nos atravesaron como sables. Luego los sables levantaron edificios en mis huesos. Pero este poema es una muchacha quitándose la ropa.                                                                           Este poema
es una ciclo-ruta sobre el cielo. Este poema es una bomba, este poema para bailar es una bomba. Este poema es una carretera que vuela sobre un pájaro muerto.
Este poema es un suicidio programado a largo plazo.
Este poema es una rabia que se amarra los zapatos. Este poema es un cholao. Este poema ha renunciado a las palabras. Este poema es una escalera sin peldaños.

Este poema es muy real aunque no exista, sino
métaselo debajo de la lengua y verá cómo lo siente.




.


NIDIA ANDREA MARTÍN [18.308]

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NIDIA ANDREA MARTÍN

Nidia Andrea Martin Bolaños (Bogotá, Colombia  1989). Egresada del colegio Nuestra señora del Rosario, Actualmente cursa el pregrado de Licenciatura en Humanidades y Lengua Castellana en La Universidad Distrital Francisco José de Caldas donde obtuvo el primer lugar del Il Concurso De Poesía Semana Universitaria en 2013.

 Como parte de su búsqueda en el campo de la literatura y diversas formas de expresión, administra el grupo búsqueda poética. Trabajó con la Corporación Cultural Kontrabía dedicada a la divulgación de la cultura musical. Participó en el vigésimo primer Festival Internacional de Poesía de Bogotá 2013. La revista Ulrika en su edición 48º publicó dos de sus poemas finalistas de la convocatoria Nuevas Voces para la poesía Colombiana hecha por el mismo festival. Hizo parte de las V Jornadas Universitarias de poesía Ciudad de Bogotá. En 2014 participó en el encuentro de poesía Voces de Fuego. 




INTERMITENCIA

Al día siguiente no murió nadie
José Saramago

El viento eleva las aves
                          para leer su destino.

                                        Insoportable reflejo
                                        Que la muerte abandona.





RUTINA

Cruzo el umbral
               Donde se unen dos mundos.

                                  Me sumerjo en el aire.

El que conoce mis pasos, juega,
                                            los desvía.

Soy fibra oscilante
                 En busca del centro.






 PRESENCIA

Quien conoce mis pasos, juega, los desvía,
los vacíos piden desaparecer,
sumergirse en el aire, cardumen de mares silentes,
pero regresan punzantes en la voz de la ausencia.

El sol se hace tierra,
es hora de colgar las sobras del cansancio,
y entrar en el sonido de las presencias que me habitan
y esgrimen sus espacios llevando ofrendas en velos de carne.




MANGLAR

Hay seres que sólo en aguas de ocaso y alba hallan su forma,
descubriendo la piel del silencio,
testigo del antes y el después del latido.
Es en lo profundo donde la vida teje su aliento.





PRESENTIMIENTO

El silencio es el muro donde las palabras se buscan unas a las otras,
son hormigas celebrando el alimento.




HOGAR

El temblor de la sombra en la voz de las piedras,
la cicatriz del fuego en los labios de la tierra,
el parpadear del tiempo.
Techos húmedos cubren paredes movedizas,
suelos flotantes.
Vivo en el día hurtado a la eternidad.





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JOSÉ MANUEL CRESPO [18.309]

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José Manuel Crespo 

Nace en Ciénaga, Magdalena, Colombia  el 29 de mayo de 1942. Es hijo de José Manuel Crespo Labarcés y Elisa Campo Reguillo. Su trayectoria como poeta se ha hecho presente en algunas antologías nacionales como en la de Andrés Holguín Antología Crítica de la poesía colombiana (1974), y su obra narrativa en textos investigativos como los de Álvaro Pineda Botero Del mito a la posmodernidad (1990) y Estudios críticos sobre la novela colombiana 1990-2004 (2005), además, es citado en trabajos de investigación literaria como el de Raymonds Williams Novela y poder en Colombia (1991).
Entre sus libros de poemas se destacan: Sinfonía vertical (1963); Catarsis (1966); Adoración del fuego (1973);  Ciudad del horizonte (Premio nacional de poesía “Guillermo Valencia” de Colcultura. 1975); Talud (1976); Coros en la neblina (1993) y Ulises, hombre solo (2004) con el cual ganó el premio nacional de poesía HJCK 50 años. Sus obras en prosa: el ensayo político-literario Basuras del tiempo muerto (1978); la obra histórico-política realizada para el Senado de la República junto con, Carlos Corsi Otálora y Edgar González Silva, El Estado auténtico (1997) y las obras: Qué será de Paola Silvi? (1981); La Promesa y el reino (1984); Largo ha sido este día (1987); Ánimo contra el miedo (1988); Considéralo un sueño (1998). Actualmente tiene terminada otra obra, la cual está organizando para publicar.

Puede consultar más sobre la vida y obra de José Manuel Crespo en el sigueinte enlace: 
http://luzstellahurtado.blogspot.com.co/2010/06/biografia-jose-manuel-crespo.html




SOLEDADES II

Desde los días de antaño te he aguardado, amor /mío,
Aquí he echado raíces y sombra mi añoranza.
No me ha pesado haberte dado mi ser, mi sangre,
ni esta hoguera que vive por el amor a los sueños.





AZUL II

A causa de los ángeles lo digo:
a tu lado no hay tedio ni pensamientos de muerte
porque tu ser es puro como una luz de mañana
de otros tiempos.
Nací para quererte. Era tu sombra
lo que andaba buscando por la vida.
Era tu piel oscura, tu silencio, tus ojos
donde todos los sueños perdidos se encontraron.





ACASO

Soñé un olvido. Mi olvido
era otra forma de verte.
Se sueña lo que se espera:
el girasol o la muerte.
Pero el sueño siempre vuelve
por lo profundo del día
y el que diga lo contrario
saber no es sabiduría.






LA TRINITARIA VI

Y esto es lo que sucede:
oigo una casa sola,
oigo el aire de aquellos travesaños azules,
oigo jardines con estatuas rotas,
oigo sus rosaledas amarillas,
oigo un racimo de uvas negras,
oigo el siu-siu de los ramajes,
oigo un enjambre de jazmines,
oigo el turpial cascabelero,
oigo un eco de insomnes atabales,
oigo una pluma de quetzal herido,
oigo el viento enseñándole a mentir a la espuma,
oigo un cocuyo dentro de un hondo sonajero,
oigo una tibia lámpara de lágrimas,
oigo todo el inmenso frenesí de la sombra,
oigo un rastro de arenas y venados,
oigo un reflejo de obsidiana,
oigo un jinete en llamas que desde el mar amargo
se lanza espada en mano contra el claro de luna.





MI PADRE II

Ahí estaban los cerros, el mar, el mirto verde.
Nadie los trajo. Nadie.
Pero qué tarde supe que el tiempo era precioso
y el mundo que era tuyo (!huésped antiguo, /padre!)
se ha ido en los extraños bazares de las horas
y tú mismo reposas con los muertos de antaño.
A orillas de los ríos de Babilonia
y entre sordos rumores de esperanza
me vulnera ese sol viejo de días
y a fuego lento y en verdad y en alma
voy viviendo la luz de tu regreso
y en silencio recuerdo con memorias amargas
que estando entre nosotros
tú decías estas cosas.
Aquí no tengo tu nombre.
En ti no fue bendita ninguna tribu, padre.





LA REINA I

A Rogelio Echevarrya

Es el camino el que parece
irse alejando de mis pasos.
Aquí una reina de los celtas
vivió sus últimos ocasos.
No imaginaba que las furias
saben matar con la mirada,
ni que hay un ser que sin mirarnos
puede sumirnos en la nada.
Se dice que los pescadores
que en la alta noche navegaban,
por el revuelo de cocuyos
de sus balcones se orientaban.





QUESSEP

Un príncipe loco y santo
por el mar de olas doradas
buscando el Grial y el acanto
siente el olor de las hadas.





ROCA

A ti que eres el viento que sopla donde quiere
y desvela del fuego la profunda persona,
a ti que eres el viento te doy las soledades.
Seis cuerdas he templado para voces de duendes:
ese rencor que somos también tuvo saudades.





ROCA II

Por las quemadas lunas del carnaval, hermano,
pidiendo un horizonte desde la sed venía
la dicha que requiere vivir eternidades.
El alma es ese soplo que gime en lo profundo:
cielo, caballo y muerte contra los arenales.





HEMINGWAY

Había una vez un niño
que cazaba leones en safaris, en sueños,
- casi no hablaba sino de leones,
su sombra era una brisa de leones -
para olvidar el miedo que le daba
esa mujer con la mortaja suelta
que le hablaba al oído y le dejaba
los sueños olorosos a ceniza.






BORGES I

A Luís Carlos Ibáñez

Los dédalos del mar -ese venero
de la bruma, del celta y de la espada-
eran sueños de Borges, no eran nada:
humo es el bosque en la visión de Homero.
Pero el Cristo que sangra en el madero
fue borrando este mundo a su mirada
para que el hombre de la voz quemada
se fijara en el otro, el verdadero.





BORGES II

Como al cíclope gris de "La Odisea",
un destino que Nadie le desea
le ha quemado la frente, lo ha vencido.
Ahora sabe que es Dios quien lo deshoja
y que en el canto es un resto que se arroja
a las fieras, al viento y al olvido.





GONZALO ARANGO I

Nunca tuviste casa propia.
Quiero decir, Gonzalo,
que no habrá para ti casa-museo.
No se verá un turista que sacrifique un cine
o una tarde soleada
para fotografiar tu biblioteca,
tus papeles, tu mesa de trabajo.
Esos lujos se quedan para Byron o Pushkin
que eran nobles o al menos con nobles se
codearon.





GONZALO ARANGO II

Tu eras un "indio" con la pata al suelo
y no fue de violetas sino de amarga vida
de lo que al fin moriste
solo en el Valle de los huesos secos
porque los caminos del Señor son intrincados,
porque el barro que amasa la ilusión es ajeno
y porque ya se sabe que no hay cuña
que apriete más que la del mismo palo.
Las del mar azul, combates, fugas:
un poquito de todo era tu Nada.
Nadie le exprimió tanta soledad a la vida.





GONZALO ARANGO III

Alguna vez, hermano,
¿No te sentiste el pobre, la manzana podrida?
¿No anhelaste ser otro, ser el fuego,
el que a hierro, el que a besos, el que a conciencia /mata?
Solo en la intimidad de la tormenta
diste alondras al hambre visceral de la tierra
pero no conociste la miseria del ángel
que olvida en los burdeles su manto de arco iris
y sale a mendigar glorias ajenas.





GONZALO ARANGO IV

¿De qué profundo manantial de sueño
-loco de luto azul, bardo sombrío-
rescatabas el Grial estremecido
por la sangre mortal de las estrellas?
Tanto injuriar los mitos y mira tú: la gloria
-sol de muertos es, moneda oscura-
recorta tu perfil contra el olvido.





GONZALO ARANGO V

!Tanto injuriar los mitos! En esos años ebrios,
¿quién no habló de fusiles y ballenas azules
y de un lobo mirando pasar por las praderas
un velero seguido por tres venados blancos?
Pero la brisa del mal tiempo
le fue quitando el polvo lunar a tu vestido.
Tu fin fue la caída de un gran álamo rojo.





GONZALO ARANGO VI

¿A quién, con qué zahena y en qué reino de nieve
-hombre de las cavernas, buscador de zafiros-
compraste ese sepulcro para enterrar tus sueños?
Los dormidos, los tibios, los que siempre bostezan,
te vieron macerando tu amapola rabiosa
y dijeron: ¿Poetas? !Bah! pensaban
que a los locos había que llevarles la cuerda
para que allá en su propia torre negra se
ahorcaran.





GONZALO ARANGO VII

"No importa", nos dijiste. Tu sabías
que lo más parecido que hay a Dios es el fuego.
Nada se opone a que tu sombra vuelva
cruzando las tinieblas de ayer y las de ahora.
Y falta que nos haces. La peste hierve, amigo,
alguien lava un puñal en el aljibe
y a las oscuras golondrinas
un viento color brasa les incinera el nido.





GONZALO ARANGO VIII

Cuando lleves un siglo recordando y regreses,
¿dónde hallarás, hermano, la muerta primavera
y los pobres gorriones al servicio del cielo
si la sombra del agua fue quemada
y la florida rama del mirto convertimos
en vara de alambrada y en mango de cuchillo?
Pensabas que la fiesta jamás se acabaría
-billarista, juglar, monje, comaca-
y fíjate que zarzas heladas nos ocultan

el mar donde la luna se llena y se vacía.




A propósito de ULISES, HOMBRE SOLO de José Manuel Crespo

Por Omar Garzón


Hace unos meses recibí de manos del editor Mario Torres un ejemplar del más reciente número de la Revista Exilio, editada por el poeta Hernán Vargascarreño y dedicada esta vez al autor José Manuel Crespo (Ciénaga, Magdalena. 1942). El título de este número de la revista es Ulises, hombre solo.
Exilio se dedica exclusivamente a difundir poesía. En cada una de las entregas que esta revista  hace encontramos, por lo general, una selección de poemas de uno o máximo dos autores. En este caso, la edición No. 24 nos entrega el extenso poema Ulises, hombre solo, el cual he recibido como un grato descubrimiento.

Este largo y cuidadoso poema de Crespo es un trasegar por caminos y hendiduras que siguen el fino hilo de un profundo soliloquio en el cual no sobran las imágenes que desnudan, de manera magistral, todos, o por lo menos casi todos, los estados en los que se puede envolver un hombre: la resignación (No sé ni quiero (¡es tarde!) saber lo que pasaba), la dicha, el temor, la tristeza, la alegría, la angustia, el desánimo, incluso la desesperanza (Eso es lo misterioso: sé gobernar un reino,/ sé manejar los remos, sé ganar una guerra,/ pero no sé quién soy. Todo fue inútil) y lo efímero (No soy sino ansiedad, tierra de paso), expuestos aquí de manera que el lector logra hacerse a un lugar entre las líneas intercalando su papel, pasando de testigo a protagonista, y viceversa, a lo largo de este enramado de versos a veces punzantes y certeros:

No porque me lo inspiren los dioses sino para
no tener que callar, aquí en la fuente
donde el ciervo se asoma al plenilunio,
digo que en vano nos hicieron,
que a nada hemos brotado de la tierra.

En este soliloquio, Crespo nos trae una voz que encierra una fuerte carga existencial que no raya en la sentencia por la manera intimista pero a la vez sencilla en que se nos presentan. Por ejemplo, temas como el nunca desgastado fenómeno del amor en este caso se nos revela a través de una descripción que propende por eternizar el cuerpo distante y latente sólo en el recuerdo:  

Eres joven: la vida
Apenas si ha pasado su sombra por tus ojos.
Y, sin embargo, eres más vieja que la luna:
tú conoces los juegos del azar, el origen,
la malicia del agua que fluyendo a lo ciego
finge no darse cuenta del mal que hay en la tierra.
Las tres sílabas negras de tu nombre contienen
todos los viejos himnos, las músicas errantes,
ese azul de los mares que nos cambia la vida.

Este es un poema que inevitablemente me hace volver a la infancia varias veces a través de algunas de sus imágenes (giraba como giran los colores/ de una burbuja transparente), un poema que dibuja en mi memoria referencias que hice mías en esa temprana etapa de la vida. El verso "aves tan raras que ni nombre tienen" me obliga a remitirme a citas como “El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo” sin que con esto quiera decir que las dos tengan relación alguna en su raíz; o esa otra línea que nos muestra la Ley del Talión que descubrí también muy temprano en mis lecturas bíblicas y que ahora redescubro acá, en este Ulises tan cercano a nosotros:

La violencia debe ser contestada
con violencia, y el poder con la espada
de doble filo del poder. ¿No es esa
la dura ley del bárbaro y el griego?

Y digo que este largo poema compuesto en verso libre es cercano a nosotros porque al leerlo es evidente que su lenguaje “en cierto modo más colombiano que griego”, como bien apuntaría Nicolás Suescún en la primera edición de Ulises, hombre solo, nos propone una esencia más caribeña que mediterránea. Este último aspecto se hace evidente en versos que funcionan como pausas y respiros en medio de la lectura de largo aliento que requiere el texto. Versos que saben sortear esa delgada línea que separa la articulación del poema de la ruptura del mismo: Ulises, el prudente, por momentos tenía/ la mente más torcida que una pata de perro. Esa característica también es latente cuando leemos aprendiendo a vivir con ese miedo/ (¡y el miedo da una sed!) y resignado/ a estarme quieto y respirar pasito, o Pero ahora mi ser en los pinares/ (ese cansado azul va para viejo)/ se despierta la víbora dormida.

Un poema compuesto por casi cinco mil versos que después de ser leídos en su integridad podría deleitarnos en cualquier momento con algunas partes que también funcionar perfectamente como cuerpos separados sin que éstos dejen la sensación de que el lector se perdió de algo:

Esa fuga en la noche era mi forma
de salvar el mañana, de salirme
por atajos profundos, de negarte
predominio y rigor sobre mis días,
fuerza del mal, todo poder, destino.
¿Qué buscas? ¿Qué más quieres? No te bastan
los inmensos políperos del odio,
las furias, las mesnadas asesinas,
las ciudades saqueadas, los aleros
y nidos consumidos por el fuego,
los éxodos del hambre y del espanto,
las preñadas abiertas a cuchillo,
los aullidos, los niños estrellados
contra los muros del pavor, la sangre,
ese espeso jarabe de cadáveres
que lamieron los perros en las calles
de Ilión en el plenilunio?...

En este Ulises, hombre solo, de José Manuel Creso, podemos encontrar muchas voces pronunciadas en diferentes momentos o estadios humanos, lo cual impregna el texto de diversos tonos que todos juntos forman un solo canto, un solo poema narrativo con el cual se busca exalta el tiempo, el olvido y la memoria en medio del tormento que puede llegar a significar el hecho de verse encerrado en cualquier isla Calypso de la vida cotidiana.

Es necesario aproximarse varias veces a estas líneas para descubrirnos en ellas, para vernos y hablarnos a nosotros mismos hasta que ya no tengamos nada que decir, hasta que seamos sólo sílabas perdidas en los colores que nos hacen y nos forman, como bellamente lo afirma el poeta:

… el mundo y su verdad: sólo la mano
(la mano que debido a la pericia
del arisco pulgar que sigiloso
se aproxima, distancia o contrapone
al ritmo de los cuatro inseparables,
abre, cierra, trabaja, pulsa, siente,
y en su mímico juego hace posible
 que el logos interior, el verbo ciego
se colme de color y de sentido,
que un niño con los párpados cerrados
perciba y reconozca la violeta,
o que el hombre sin voz, el perro mudo,
exprese lo que siente y sustituya

con el signo la sílaba perdida)

http://farodesnudo.blogspot.com.es/2015/12/jose-manuel-crespo.html







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WILMAR MARTÍNEZ CUERVO [18.310]

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Wilmar Martínez Cuervo 

Nació en Bogotá el 05 de mayo de 1985. Es docente de matemáticas y física, escribe desde los 15 años. Ha sido invitado a diversos encuentros literarios, entre los cuales se destacan:  V Festival Internacional Palabra en el Mundo realizado en Chía en mayo de 2011, Lanzamiento del Festival Internacional De Poesía De Bogotá en el marco de la Feria del Libro de 2012 y de la edición número 47 de su revista Ulrika, Encuentro Internacional De Poetas En Michoacán Zamora (México) en el 2012. Pertenece al Círculo Colombiano de Escritores. Es Fundador, director y miembro del Colectivo Literario Mariposas en el Estómago y su editorial Oráculo Diseño y Ediciones. Algunos de sus poemas fueron publicados en la antología El Encuentro Internacional De Poetas En Michoacán Zamora (México, junio del 2012), también en el periódico la vecindad de New York. En el cuadernillo Poeta inconcluso  aparecen poemas de sus libros inéditos no publicados: Preludio Inconcluso (2005) y Manifiesto para entenderme (2010). Fue seleccionado en la Antología de poetas jóvenes colombianos que se publicará en 2012 por El Zahir Editorial. Publicó la Antología En el umbral del ocaso con el Colectivo Literario Mariposas en el Estómago (septiembre de 2012). Ganador del concurso de la corporación cultural Sísifo Poesía Trasgresora que se publicará a mediados de abril del 2013; ganador del concurso los 27 del 85 publicado en la revista virtual rayuela. Tiene en proceso de edición dos libros de poemas y dos novelas, una de ellas en co-autoría. Fue invitado al  V encuentro de poetas, académicos y declamadores de Goya Corrientes (Argentina) en octubre del 2012. Es el coordinador de la revista literaria Pensa-Cola.


La última función

Últimamente se han escrito varias obras de teatro
 sobre la mosntruosa injusticia que supone el 
actual código de moral social. Por supuesto 
que es una vergüenza insultante que haya 
una ley para el hombre y otra para la mujer.
Yo creo que no debería haber ley
 alguna para ninguno de los dos.

Oscar Wilde

Pesado el telón de polvo
rechina sórdido y tendido,
cargado como envuelto en papayas,
/escucho del teatro marcial
que majestuoso justifica caricia.

Allí,
donde emana los labios de Wilde
incestos de género en contravía,
aplasta demonios humanados,
animales de monte,
prestigio de los que omiten
en el macabro espectáculo de los que no comen.

Con la prudencia encorvada,
los ojos miopes
y los pies buscando fuga
la función promete flagelos,
hachazos repetidos,
desgracia sumisa,
tortura gitana,
una cadera hiriviendo filosofía
y los mortecinos secos
exclamando sus lágrimas pesadas.

¡Sublime vino!
Brindan los presentes,
el acto arde en las tablas enceradas,
marionetas de lazos templados
asoman con sus caras tristes,
las máscaras se caen
de sus rostros atrofiados
que se hincan de abandono,
medusa en los ojos del mendigo que medio mira,
el telón se petrifica
cuando perdido estaba el significado.



Yo lo llamo verdugo


Sigo vivo, sigo atento, y observando con el 
tiempo esta extraña enfermedad inclasificada
 que te afecta muy deprisa, que te quita 
la sonrisa, cuyo síntoma
 es que ya no importa nada.

Fito Páez


Fracturada la prudencia
se esparce en el atuendo blanco
que me viste en las mañanas,
evidente derroche místico
empalaga los frívolos pasillos
que se copan de cuerpos enfermos.

Tensiono mi oído,
los quejidos despiertan
propios de inconciencia,
retiro lo lerdo
y alisto el despojo,
huele anaranja que descuelga de los techos
y la merienda acusa a unos pocos.

En ascuas,
y con solución salina
la sanfre se drena,
pinta lo opuesto de las pieles
pálidas,
hierven de tirria,
todas las horas se vuelven banales,
corrompen el día.

La esperanza se estrella en las paredes
y lo posible se extingue en mis guantes.
Aquí,
siempre tarda el ocaso,
es cauto,
nos mira de reojo,
yo,
lo llamo verdugo
sé que se esconde bajo las camillas,
todos lo saben,
hablan con él,
le hacen promesas
cuando brotan los rosales
y las hienas muestran los dientes.

La luna se posa
igual que mis ojos caen
y se evapora el remedio.

Aquí se duerme
con la respiración trancada
las hojas que golpean las ventanas
y el ocaso
que siempre nos mira.



Osario

Mi amor, mi fe, instalará en tu pecho una calma
preternatural. Descansarás por el cuidado, te
pondrás mejor, y si no, Helen, si murieras...
entonces al menos aferraría yo tu mano querida
en la muerte, y gustosamente... oh, alegremente,
descendería contigo a la noche de la tumba. 

Edgar Allan Poe


Tus verdades son duras
como lagunas en el invierno,
me acusas por mis pies descalzos,
mis ojos dormidos
y de como repito mis caricias.

Mis palabras se pierden en las causas,
lentas,
desviadas,
se pegan a lo inconcluso
y me señalas
cuando no son de tu oído.

Cierras la puerta
cuando el olvido se cansa
y Bach suena de por medio;
olvidas siempre tu cabello en el piso,
las miradas que te adeudas
y un pan medio mordido.

Siempre guardo todo en la misma caja
fumo el mismo cigarrillo,
es la táctica que siempre falla,
lo que recojo en las mañanas,
la misma ropa,
tus cabellos,
una ausencia rutinaria,
el abandono que se cuaja
cuando huele a café
y el pan medio mordido.

Miro mis pies desnudos,
ordeno palabras y causas,
le subo a Bach, recuerdo cuando me mirabas,
enciendo un cigarrillo
y cuando hablo con tu ausencia,
abre la puerta
y me suplica que cierre la caja.



Transgresión de mis palabras

Un silencio abrupto en medio de una conversación
nos hace volver de repente a lo esencial: nos revela
el precio que hemos de pagar por la invención de la palabra.

Émile Michel Cioran


La cordura es la hernia
que el pudor asesina,
tu aliento expiró
cuando yo no estaba,
se fue el tacto,
adelgazado
se postró en mi garganta,
abrazando mi aorta
con la madeja
que cava mis culpas plantadas.

La fábula cuenta el crimen,
se retuerce
la voz dislocada,
se evidencia el conflicto,
insistente,
dilapida lo perdonable
mientras mira
desvanecer el tiempo en mis mejillas secas,
tú beata,
y la víctima,
mis palabras.




Criatura sin nombre

Además soy poeta hasta los más lejanos límites 
de tal concepto. Poeta aunque me haya tiranizado 
con todo lo más opuesto a las poesía. 

Friedrich Wilhelm Nietzsche


Turbado y encalambrado desde las piernas
crujen los vocablos irrisorios
mientras quebrantan el añejo de mis palabras,
la tinta se calienta en mis manos
y la migraña hace nudos mi cabeza

los ojos se me tuercen
y mi consiente hace metástasis los miserables;
es el trance anémico donde dejo al poeta
que parte la cerna, lo recuerdo
y la paranoia forja armonía.

Ya duermo con mis espantos
un pucho y un Jacinto en la mano,
ojeras de cafeína expuestas
gritan saetas febriles,
mi yaga ansiosas y baldías
mugen de bilis y fiebre.

Las pupilas se crispan,
me ensordece la demencia,
la del poeta rastrero
inmolado en la gruta,
enroscado por el repudio de las paredes,
el existencial que mastica y escupe,
la criatura que no duerme
en mis entrañas y encalambra mis piernas.







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FABIÁN SÁNCHEZ MOLINA [18.311]

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Fabián Sánchez Molina

Poeta. Bogotá (Colombia)



La salud de los poetas

A Adriano Corrales

Cuando un poeta enferma
toda la ciudad se desfigura
Es todo un caos
Así es que a los hospitales arriban hombres de todas las calañas
Llegan uno tras otro
el rumbero que fue trasnochado a puñaladas
el anciano que una vez más parlotea a solas
con la muerte Y aunque suene insólito
llegan también las mujeres a parir sus hijos
Y todo esto porque el poeta enferma

Sin embargo todo vuelve a su justo orden
cuando desgraciadamente el poeta se salva
El hombre baila y su rostro cicatriza
Los ancianos persisten en sus rincones sin rastro
y las madres ven partir a sus hijos
una vez más

Cuál será el destino que para el mundo depara el poeta?
Es incierto
El poeta es un hombre de salud mediocre





Riesgos y posibilidades

Pobre hombre Soy un pobre hombre
que ante ustedes canta hoy su desencanto
Que debe soportar muchas cosas
y asumir muchos deberes
bastantes responsabilidades
Pobre hombre Soy un pobre hombre
Debo decirle mamá a una mujer para
que no olvide ésta que es mi madre y para
recordarme cada tanto que yo soy su hijo
Porque debo simular el amor cuando lo hago
y arrebatarle poco a poco al miedo sus descansos
Porque cuando me llaman por teléfono en las tardes
debo decir que sí estoy aun cuando francamente
dudo de la veracidad de mi respuesta y
porque debo comer para no pensar en el hambre
que me invade – cada que no tengo algo que beber

Y porque con el otro debo ser ingrato
para que este no me agreda con su ingratitud
Es por ello que debo anestesiar mi alma
con un poco de dolor antes de cada sonrisa

Soy tan pobre que debo escribir poemas
para expresar mi llanto y no logro más
que enlutar mi verbo y darme cuenta que soy pobre
Pobre como un poeta
que no viaja a Estocolmo
ni dicta clases en postgrado
ni ha publicitado a honorables presidentes de la república
Como un poeta que no ha muerto
y no obstante deambula de botella en botella
aun sabiendo que desearía hacerlo de brazo en brazo
para ir alivianando su carga poco a poco
de manera bien distribuida

Soy un pobre hombre porque si llego a los 40
no serán ni 39 los poemas que pueda
yo cantar
Triste y pobre
pero al fin y al cabo hombre
porque de cara al dolor
siempre lo engaño con caricias
Soy un pobre hombre que no se consuela
con saber que su última lágrima
será la soledad



*


El esfero me raya la mano
Él ya no quiere tocar el papel
Se resistió tanto como yo a tan blanca pureza
Lector:
estás leyendo las líneas de mi mano



*



Todos vienen como opinando algo
Como queriendo que se les opine algo
Vienen me dejan un pan amargo y se van
Nunca podrían quedarse
En mi casa solo duermo yo
Como el hombre que aprendió a vivir entre los hombres
Resguardando un poco de soledad para cada uno
A cada cual lo suyo
En inexplicable equilibrio
Y tú hoy me pides que te ame?






En tierra de ángeles

Un ángel caído del cielo
posó sus pies en la tierra de los hombres
y con melancólico timbre de voz gritó:
“ Dios No existes…”
Inmediatamente
se esfumaron las alas del pequeño ángel
Una madre sonrió
y se escuchó angustioso el llanto
de un triste bebé






Encuentros con un abuelo

Estabas sentado en una tienda bebiendo lo que se podía
Unas cuantas cervezas y tres copas de un licor regalado
Los ojos de la eternidad se posaban todos sobre tu arrugado cuello
Soldado fuiste en otros tiempos
y los habitantes de los pueblos te daban plátanos cada cosecha
Empuñabas mujeres y abrazabas las armas
Traicionaste y fuiste respetado
Pasaron los años y fuiste olvidado
Ahora tiemblas y tu cerveza se derrama
Escucho tus andanzas y veo como cojean tus pies
Sobre tu vida se anclan las pestañas de la intimidad
Viejo estás solo Pero descuida
La soledad es un niño que mira al cielo






Pequeña tristeza lumínica

Una lágrima trabaja para el sol
suplantándolo en las noches
Su brillo se encarna cotidiano en las mejillas
y sus rayos son suspiros que anidan pensamientos al vacío

En el principio de los tiempos

Mi pene llora lágrimas blancas
que te entristecen la vagina
Ahora entiendo por qué nuestros hijos
nacen llorando
Todo será muy triste






Presente de cumpleaños

Hoy ya se cumplen 22 años para mi retardada muerte
y no soy más que la espera de los años que han dejado de pasar
Sé que no me presento ante tan magno acontecimiento
con las más distinguidas galas ni los más sinceros deseos
Vengo con la piel curtida las ropas llenas de polvo
y como siempre con las manos vacías como un libro
Pues qué puedo yo ofrecerme hoy
que la vida me reclama implacable las noches que tomé
y la muerte se me acerca al oído y me dice: “¡Cobarde!”
Nada hay que alguien pueda darme
Siempre miradas a diestra y besos a siniestra
Sólo les pido
Lloren sobre mi tumba
Sus lágrimas endulzarán mi boca
y sus gemidos me permitirán conciliar el sueño






Los amigos esperan

Llegan los amigos a la casa del amigo
y piden que les abra
Pero regularmente el amigo no abre
porque está desnudo
Los amigos se desesperan
Gritan: “Pero si soy tu amigo…”
Y el amigo no responde
Sólo observa atrás de las cortinas
Golpean como en la puerta de una caja fuerte
esperando que alguien salga y les abra
Como si tocaran en el corazón humano
esperando que alguien salga y les abra
El amigo nunca sale
No está cubierto y teme
pues sabe que la amistad
es la falsedad desnuda






Los espejos de Lesbos

Si pudiera ser toda una mujer
me enamoraría de ti
para besarte donde no me alcanzan
ni los labios ni la malicia
Te rastrearía con mis manos lejanas del dolor
y cosechadas en invierno

Todo fuego sería un proverbio si nos abrazáramos mujeres

Sería el párroco más pederasta de la diócesis
en este templo de sábanas
Desconcertados nos observarían todos cuando despertaran
de su eterno matrimonio con la vid
y nos encontraran abrazadas como un par de niñas locas
ángeles de cantina filósofas del beso
Si pudiéramos las dos ser todas unas mujeres
engendraríamos un hijo bello
como el recuerdo
El más macho de todos los hijos entre mujeres

Si pudiera ser mujer toda una mujer
me enamoraría de ti
Pero encuentras mi naturaleza
demasiado femenina
y mi viento no logra ahuyentar al relámpago






.

PABLO ESTRADA [18.312]

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Pablo Estrada 

Escritor nacido en Bogotá. Profesional en Estudios Literarios egresado de la Universidad Nacional de Colombia. Textos suyos han aparecido en revistas y periódicos nacionales y extranjeros, y en los libros Bogotá por Bogotá (2008), Cenizas en el andén: cuentos de la ciudad (2009), Suenan voces. Antología RENATA III (2010) y Poetas que hay que morir antes de leer (2013). 

Ha realizado conferencias, seminarios y eventos literarios en diferentes ciudades del país. Ha sido invitado a algunos festivales de poesía. Ha creado grupos y proyectos culturales como Superficies, que integra poesía, música, video y fotografía; el Negacionismo poético y el grupo literario Caterva. Es fundador y miembro del comité editorial de la revista de cuento Aceitedeperro. 

En 2012 se publicó en Caracas, Venezuela, su libro de poesía El fuego en la herida (Fundación Editorial El Perro y La Rana). Participó en el Taller de Cuento Ciudad de Bogotá 2008. 


NOTHING LASTS FOREVER

Nada es para siempre:
ni los pedestales
ni las flores en la tumba
ni el carné de la biblioteca
ni la cédula de ciudadanía
ni el recuerdo de los padres
ni las fotos familiares
ni el amor por alguien
ni las grandes amistades.

Todo lo sólido
se desvanece en el aire…
lo eterno se torna efímero
o peor aún, se desgasta,
se hace inútil e insuficiente,
se marchita, envejece, se acaba
–se transforma, si prefieren.

Nada es para siempre
–tal vez la muerte–:
ni el odio o el silencio
ni el miedo o la ausencia
ni el dolor o las soledades
ni la misma nada siquiera.

Todo en absoluto
–incluso lo absoluto y lo infinito,
al menos su concepto–
alguna vez se extingue...
Pensé, sin embargo,
que esta repentina alegría
–mejor sería llamarla entusiasmo–,
esta serena complacencia,
esta reconciliación con el mundo,
perduraría más en el tiempo.

No fue así...
Se ha esfumado, ignoro hasta cuándo
–espero recuperarla pronto–,
pero ahora sé
que nada es para siempre,
tampoco esta angustia
que permanece
ni la tristeza que me invade:
nada...



ASÍ ES

El amor lastima, hace cicatrices…
el amor hiere y estropea
cualquier corazón que no sea resistente
o lo bastante fuerte
para aguantar mucho dolor.
Nazareth
Love hurts

El amor es como el oxígeno,
se acaba preciso cuando uno se asfixia.
El amor es como un gas en un ascensor,
se expande y queda atrapado.

El amor es como un perro callejero,
te sigue, olisqueándote el trasero.

El amor es como un poema de Edgar Allan Poe,
sólo Baudelaire lo aprecia como es justo.

El amor es como los libros
de mi escritor sucio favorito,
si no me los regala él mismo,
soy incapaz de conseguir dinero para comprarlos.

El amor está pasado de moda
es como esas cosas que ya no se usan:

El amor es como un diskette,
se daña cuando uno menos lo espera.

El amor es como un casete,
se enreda cuando se ha tenido por años.

El amor es como una nube (negra),
te persigue cuando está preñada de lluvia.

El amor es como una llama (eterna),
te quema y aún así no se apaga.

El amor es solo una mentira (blanca)
hecha para entristecerte y sonar como blues.

El amor es como una caja en forma de corazón,
es una escalera al cielo o una autopista al infierno

El amor, como en ese poema que escribí,
no dura para siempre: doesn’t last forever…

El amor es como una canción de amor,
suena bien hasta que se traduce la letra.

El amor es como las antologías o los grandes éxitos,
ahorran tener que conocer todo el resto.

El amor es ciego… como Borges,
cojo como Rimbaud, manco como Cervantes,
sordo como Beethoven y loco como Hitler.

El amor es como Buñuel o Henry Miller:
cometen locuras propias de adolescentes
pero en las fotos siempre aparecen ya viejos.

El amor es como una droguería abierta,
no se la encuentra justo cuando se la necesita.

El amor es como un cuadro de Hopper,
la desolación pintada con poesía.

El amor es así como yo,
un tonto creyéndose listillo.

El amor es fuerte y tú eres tan dulce,
como en la canción de los Stones.

El amor es todo lo que necesitas
cantaban Lennon y McCartney.

El amor muerde, sangra, vive y muere…

El amor es inefable e inasible,
imposible de describir con palabras,
es aquello que es, fue y sería.



LES TOCA

Hablemos de todo un poco…

hablemos de atardeceres contemplados
desde una terraza,
los últimos días de vida,
hablemos de números de teléfono
que se olvidan o se extravían,
hablemos de inventarse nombres,
de películas basadas en libros
que ya nadie lee,
hablemos de corazones rotos y canciones rotas,
de alas que se rompen y sueños que se rompen,
de deseos con los que hay que tener cuidado
porque se realizan
y no tienes con quien compartirlos,
hablemos de nuestros vacíos
y de créditos bancarios,
de reconocer la culpa
y apagar la luz,
de aguantarse las ganas
o no decirle a nadie,
de Necesito una compañera de los Bukis
porque ya he sufrido tanto tanto
que hoy no puedo detener mi llanto…
hablemos de huecos, de ecos,
de labios rojos y labios rosa,
de colores o blanco y negro,
hablemos de planchas con clavos,
de ruedas de bicicleta,
de máquinas de escribir
y cosas obsoletas,
hablemos de buenas y malas intenciones,
de frivolidades y crisis nerviosas,
hablemos de periódicos y telenovelas,
hablemos de shampoo y acondicionador,
hablemos de viejos libros de historietas,
hablemos de pintura rupestre y graffiti
hablemos de bonitas piernas y bonitas tetas,
hablemos de tener manos de poeta
y hacer el amor con una de ellas,
hablemos de silencio y de palabras,
del cabello largo y la calvicie,
hablemos de licores nacionales y extranjeros,
hablemos de abandonos y desengaños,
cambiemos de tema,
hablemos, no callemos,
hablemos del calentamiento global
y los escándalos de corrupción política:
de los grandes temas de la poesía,
hablemos duro, hablemos pasito,
hablemos bello, hablemos sucio,
hablemos de lo que sea,
pero, por favor, hablemos…



ERES TÚ

¿Es un cadáver con sombrero y gabán
o un esqueleto con gastado traje oscuro?
¿Es una momia con jeans y camisa a cuadros
o un hosco y socarrón demonio desnudo?
¿Es una actriz de reparto
o una mujer que no sabe amar?
¿Es un barquito ebrio
o sólo un niño en la orfandad?
Si el teléfono suena, no contestes,
si el abismo seduce, no te precipites,
podría ser: número equivocado.
Si la lluvia humedece tu cuerpo en las noches,
no creas que es la luna, ella nunca llora.
Lucia luce luz sin luna.
¿Quién diablos es Lucía?
¿Qué diablos es la luna?
Tus orejas sostienen pendientes gigantescos
que consideraría llegan hasta al suelo
–allí estoy yo, sin caer cayendo–.
Mis óptimos ojos orbitan obtusos.
Quisiera acariciar tu vientre aterciopelado
y besar tus senos de pálida porcelana.
El espejo borra el espejismo,
tu espectro desaparece de mí.
Extraño cada milímetro de tu piel,
cada cabello que solía tomar.
Mis manos te buscan en la oscuridad,
mis besos te preguntan entre sábanas.
Tu aroma –que emanas desde la distancia–
me despierta en las mañanas.
Tu imagen –que las píldoras distorsionan–
me levanta de una bofetada.
Ensangrentado busco una navaja,
un revólver, una soga, un veneno,
para calmar ésta, mi angustia.
Te envío una tarjeta que dice:
De: Lirio
Para: Noia
Y caigo en medio de convulsiones.
Las preguntas me invaden
y por poco me ahogan…
¿Es una escultura de un dios
o de una celebridad del pop?
¿Es el fantasma de un suicida
o un guitarrista de grunge ?
¿Es una fotografía de un viejo comunista
o de un padre muerto ya hace tiempo?
No, no… Soy yo…
Voilà, c'est moi… ¿Quién más?



POEMA ENCONTRADO 
EN UNA HABITACIÓN ABANDONADA

Mira mi corazón en pedacitos
mira mis alas desplumadas
mira mis ojos dormidos
mira mi alma atormentada.
Te amo
porque pagas la renta
de mi habitación,
me cuidas y me bañas,
me vienes a visitar
todas las mañanas,
por eso también
te amo.
Escucha mi voz debilitada,
escucha mi inmunda sonrisa,
escucha mis lágrimas oscuras,
escucha mis manos destrozadas
y el lento palpitar
adentro de mi pecho.
Perdóname por no soñar contigo,
perdóname por malgastar
el dinero que me dabas,
perdóname por esconderme
debajo de la cama,
perdóname por hacerte el amor
sólo una vez por semana,
perdóname por embriagarme
el día de tu cumpleaños
y estropearlo tanto,
perdóname por cortarme las venas.
Siente mi sangre derramada,
siente mi piel lacerada,
siente mi saliva amarga,
siente mi pecho oprimido
por la angustia y por el miedo
pero no me sientas solo.



ARE YOU EXPERIENCED?

«Piensan que soy un genio,
pues yo no lo creo.
Sólo soy bueno con los dedos,
eso dicen las mujeres».
«No seas modesto y pretencioso
al mismo tiempo, Hendrix»
le digo ya ebrio.
Me mira
y suelta la carcajada el negro.



SUICIDA

Una bufanda a lo Isadora Duncan, una baranda,
un secador de pelo encendido que se deja caer en el agua del baño,
un tubito de Gardenal disuelto en el vaso,
una cuchilla de afeitar en la mano...
No tengo excusas, lo podría hacer un niño.
Gesualdo Bufalino
Mi mente guarda silencio
y mi alma está callada.
Mi cabeza es una ruleta rusa,
mi mano un arma cargada.
Mi garganta: el ducto del veneno,
mi cuello una cuerda templada.
Mi pecho: el blanco perfecto,
mi brazo un nudo de venas cortadas.
Mis pies: los que saltan al vacío,
mi espalda, sobre el riel está posada.
Mi tiempo ha terminado,
mi mirada está fija en la nada.



VIAJE INSUFICIENTE

Vagarás en el vacío sin fin.
A tu diestra está el azul profundo de la salvación.
A siniestra un leve sueño.
Una ilusión innecesaria...
Lo que nunca puede faltar en estos viajes.
Ella
Estoy listo para un nuevo viaje...
He leído los sufrimientos de un joven rebelde
en mis propios actos
y mis íntimos secretos
y reconozco en ello
el término exacto de los míos
–su culminación, aclaro–.
He visto la maldad de unos hombres
y la bondad de otros
encararse, enfrentarse, aniquilarse,
las he visto juntas
en una guerra, cruel como todas.
He oído de un hombre
que ha visto otro mundo
–mejor, claro que mejor–
y está dispuesto a cruzar
la delgada línea roja
–y no sé exactamente
qué significa tal expresión–.
Miro a mi alrededor,
no estoy seguro de estar
preparado para la muerte.
He tomado precauciones
y sin embargo tengo miedo.
Te necesito a mi lado,
también me sería útil un espejo.



HOMENAJE A CHARLES BUKOWSKI SIN BOTELLA

(Que es como gato con condón o detective sin pistola)

Anyway the wind blows…
Queen

Bohemian rhapsody


Esta tarde vi el arco iris
– con el que de niño me maravillaba –
sobre pálidos edificios
– con los que ahora me asqueo.
Vi a una niña miserable
jugando a las muñecas
– pronto cambiará la casa
de ellas por la de lenocinio.
Entré a una librería desierta,
pedí El almuerzo desnudo
y me ofrecieron Rayuela ...
Desde la distancia enturbiada
escuché música de los Doors
y me animé un poco, sólo eso.
Quise entrar en un bar de negros
pero mi piel no era
lo suficientemente oscura,
quise entrar en un bar de blancos
pero mi piel no era
lo suficientemente clara.
Vagué solo por las calles.
Pienso que esta ciudad es un caos
y que la vida es un asco
– a veces, no siempre, claro
(lo pienso) – ,
sin embargo el sol brilla allá arriba
– y parece no querer dejar de hacerlo – ,
aparece el arco iris, tras la lluvia,
el viejo Sábato aún vive
y escribe mensajes optimistas
– hasta ilusos, yo diría.
Y supongo que por ahí
debe haber algo bueno para mí.



IT'S OVER

(Homenaje a Edward Hopper)

Es tarde
para prolongar los aplausos.
La sala está casi vacía
y el escenario desnudo...
Es tarde
para anhelar más caricias.
El cuarto está casi vacío
y recién hecha la cama...
En la radio
suena suave una canción.
«Se ha acabado»
es la primera frase...
Apago las luces
y cierro la puerta.
Entonces nos vamos
sin tomarnos de la mano...



PLUVIO

Desde un rosáceo cielo
caigo…
como amarillenta gota
de soleada lluvia
me deslizo por las calles,
alimento mis pasos,
mojo tus labios
cuando besas el suelo
de la tierra que amas,
la misma que pisas
–a veces se pisa lo que se ama
y otras se ama lo que se pisa–.
Desaguo en alcantarillas,
recorro agrios campos
segados por siniestra guadaña
o cegados por diestra guadaña,
goteo como sangre,
crezco dentro de un árbol
pero no maduro ni florezco.
Me seco, me muero…
ante tu vista fija
me desvanezco, me evaporo
y subo al cielo...



SELF-PORTRAIT (FROM THE DISTANCE)

Llueve hoy aquí,
ayer también,
mañana quizá.
Seguro que en este momento,
en otro lejano país tercermundista,
debe estar lloviendo
y un tipo igual que yo
debe estar viendo
cómo llueve
a través de la ventana,
escuchando blues en la radio...
Sintiendo
que sus sueños se desvanecen,
sus ilusiones se esfuman
y se agota su paciencia;
que el mundo es una mierda
y que está cansado
de ser tratado como perro.
Deseando salir a la calle
y caminar bajo la lluvia
envuelto
en un cómodo abrigo,
cubierto
por un impermeable azul…
tomarse un trago decente,
un café caliente;
probar algo de comida
poco saludable
y bastante costosa…
regresar luego a casa,
tomar un baño tibio
y hacer el amor
con una hermosa dama
complaciente y silenciosa.
Seguro que está creyendo
que aquí
también llueve
y hay un tipo
como él
haciendo y pensando
las mismas cosas.
Seguro que lo cree
pero jamás
podrá saberlo
con certeza.
Yo tampoco.



PLÁCIDA NOCHE

¡ Qué carne tan cálida y redonda!
Creí que iba a germinar bajo mis caricias

Henry Miller

Que su vientre sea mi almohada
y sus piernas me cobijen
que sus dedos se enreden en mis cabellos
y sus párpados caigan con los míos
que se revuelque desnuda
sobre mi cuerpo fundido
que no deje de besarme
y yo de acariciarla
que lo hagamos seis, siete, ocho veces
a lo largo de la noche
que mi espalda se caliente con la suya
y se duerma con mi pene en la boca
que me escuche susurrarle al oído
en medio de la pieza oscura
pero
sobre todo
que nadie se atreva a interrumpirnos
y nos deje pasar juntos
una placentera noche.



QUE ¿QUÉ DIABLOS SOY? PUES...

Soy un maldito vaquero solitario
sin sombrero, sin revólver,
sin caballo y sin Oeste,
bebiendo cerveza a solas
en la penumbra de un bar,
viendo un viejo video-clip
de una banda de hard rock
de finales de los ochenta
mientras lo mira una chica
que está con su novio
y dos amigos a su lado.
Soy una alcancía vacía,
soy un barco a la deriva,
como Mick Jagger con afonía
o una canción sin armonía,
soy la última oportunidad perdida,
soy la enfermedad y tú la medicina.
Parece ser que soy
exactamente
lo que nadie quiere...
ni siquiera yo.



21

Soy un joven descompleto
con rubor suicida
y labios humeantes
a veces ruego por la salvación
de mis ancestros
pero nadie me escuchó
el silencio susurra palabras sordas
que mis oídos necios desvirtúan
la rubia navaja acaricia mis temores
y calma mi soledad ambigua
palpo rocas virginales
luego siento acidez neural
–faltan faldas destiladas–
sin sombreros urgentes
tramo a tramo
quiebro espejos
dilato sombras
prefiero los besos fritos
que los revueltos
veinte
y uno.

PD: Eludo reclamos y milagros
creo en sonidos distorsionados
y ruidos estridentes
sigo deambulando hasta la muerte
en este sonámbulo
andar sin visiones.



AUTOMÁTICO

Mi pelo es un nido de ratas avaras
mi cabeza un recipiente de virus sintéticos
mi corazón un pedazo de carne podrida
mi alma una masa amorfa –sin sentido–
mi cuerpo es un manjar para gusanos.
El diminuto chorizo colgante
es mi distracción nocturna
el repugnante conducto dilatado
es mi íntimo refugio.
Soy la piedra en el zapato
de un anciano cojo
soy un hueso difícil de roer
aun para un cáncer.
Soy tan sublime como un jeep varado a mediodía
soy tan celestial como un perro caliente frío
soy tan espiritual como el papel higiénico
soy bueno como unos jeans desteñidos
soy lindo como una puta embarazada.
No me hagan ningún caso
simplemente estoy delirando
pero no, no estoy drogado
sólo emocionalmente afectado.




Poema "pre-texto" del libro Entre esto y aquello de Pablo Estrada

pre-texto

pretexto
demasiado cansancio,
dolor en un costado,
en una costilla flotante,
en los ojos carentes de lentes,
desasociego o tedio,
pereza...
me lleno de excusas
para mí mismo.

voy al baño,
defeco en silencio.
pienso,
se me ocurren algunas ideas,
las dejo ir
como el agua sucia
por el desagüe.

me miro en el espejo
chorreando 
crema dental
mezclada con saliva,
me doy lástima,
me doy rabia.

leo 
lo que escriben otros,
pretexto falta de inspiración,
incapacidad
pero me doy por vencido
y escribo...







.

CAMILO SÁNCHEZ [18.313]

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Camilo Sánchez 

(Bogotá, Colombia   1987). Estudió en el Colegio Distrital Rafaél Núñez. Literato de la Universidad de los Andes gracias una beca que le fue otorgada por mérito. Sus textos han sido publicados en el periódico de la Facultad de Humanidades, El Franco. Invitado al “XVI Encuentro Internacional de Poetas” en Zamora, Michoacán. Participó en el “V Festival de Escritores Sanmillanos”, que tuvo lugar en la ciudad de Monterrey. Invitado a la lectura para la presentación del Colectivo Literario Punto de Fuga en Bogotá y al “V encuentro internacional de poetas, narradores, declamadores y académicos”, que se realizó en la Ciudad de Goya, Argentina, por la Sociedad Argentina de Escritores. Invitado a la lectura de poemas en la ciudad de Córdoba, Argentina, por parte del grupo literario La bandada. Presentó su trabajo literario en la librería Barco de papel en la ciudad de Nueva York y en La lunada literaria de la Galería de la raza en San Francisco. También participó de las ¨IV Jornadas de arte y literatura¨, llevadas a cabo en la Ciudad de México por el poeta Alejandro Campos.
Su primer libro Declaración de Insalubridad fue publicado por Senderos Editores en Bogotá y fue posible gracias al apoyo del editor Mario Torres Duarte. 
Vive en San Francisco, California, donde además se entrena como aviador.




del libro Declaración de insalubridad de Camilo Sánchez



Cuando me saquen los riñones quiero oír jazz

Despertar en una tina con hielo.
Tras una noche de fiesta,
Dos cortes en la espalda.
Cóctel helado.
Las piernas dormidas.
Siempre me pregunté qué hacía una aceituna en una copa
Y una risa se me escapa de vez en cuando.
El jazz suena
Y no puedo sentir más que lástima
Por aquella estatua de hielo,
Sus dedos arrancados
Que enfrían ginebra en copas de gandules.
No sabría entre el hielo y la carne qué ojos son más brillantes.




Alcohol y mentas

La ciudad se ve atravesada por la costa
Como si de la noche se extendiera un abismo.
En mi boca las mentas suenan
Mientras tomo un trago que no puedo pagar.
Uso gafas oscuras para que los demás no vean que ando solo,
que estoy triste y furioso.
Aquí todo es caro.
La brisa, el paisaje.
Siento que los tragos me congelan la garganta,
Aun así pido más hielo para mi vaso
Y mentas
Aunque hoy no vaya a besar a nadie.




Mi Mercedes

A mi mercedes

Cuando los corazones se forman de billetes mojados,
Mendigar por uno
Es botar monedas en una fuente.

¡Cuánto pagaría por un corazón de piernas firmes,
Trasero erguido!

El crédito me volveríamiserable.

Pero andaría en carro,
Andaría en mercedes.

Mercedes,
Sólo a ti puedo amar.





C.

Hoy pasaré la noche con Gatúbela,
La que cobra un dólar cada foto
Frente al teatro Kodak.
En mi cuarto del motel Olive,
Que huele a orina
Hace ya mucho tiempo.

Me cuentas que el sueño de tu vida es subir a una limosina
Que solo vives para verlas pasar
En fila,
Estacionarse junto a la alfombra
Y después seguir sin prisa.

Dices todo eso
Y te interrumpe la llamada de mi madre.
Me recuerda que beber a mi edad es ilegal,
Que las prostitutas son ilegales.

Entonces andas por el camino de estrellas rojas
Y placas de bronce
En el que no estará tu nombre ni el mío,
Me invitas la entrada a un museo de cera
Y te brillan tanto los ojos
Mientras andamos lo oscuro
Contemplados por Nosferatu,
Jason y Freddy.

Atravesamos ese pasillo
Entre los infectados
Y con el reflejo de las luces rojas sobre tu cuerpo
Quieta por siempre
Una heroína de ojos vidriosos,
Sonrisa perfecta.



El paraíso de una rata es llegar al basurero

Morir de noche es un lujo.
Apuñalado, ahogado en una cloaca;
La sobredosis más costosa que pudo pagar la camioneta de papá.

Glorioso en una esquina
Anónima y sin rostro.

Esperar un paseo en esos autos-nevera
Limosinas con aire acondicionado;
Con las mejores gafas oscuras
Que puedan ser dos moretones
Y una sonrisa tiesa.

Feliz el día
Cuando la rata, atrapada en una bolsa
Rompe el plástico
Y se ve en el basurero.




Apartamento en la punta de la colina

Un taxista chino,
Dos ebrias
Y en medio un niño de 15.

El apartamento en la punta de la colina
Donde viven dos gatas
Y una mujer ya no tan joven,
Recepcionista
De yo no sé qué edificio.
Eficiente entre semana.

Más que amiga de su vecina,
Con la que ve videos graciosos de animales
Hasta ya entradas las horas de la noche.

Hoy Liz tiene ganas de vomitar.
Ambos comparten un sofá, y él
Con la boca negra
De vino y malas palabras
Le pide que abra el balcón y deje entrar el frio
Y las luces de la ciudad
Que se extiende
En una noche extrañamente clara
Y en la punta de los pezones
El presentimiento de una mañana brumosa.


*


Es el olor a cloro
La bienvenida al hotel Normandie.

Pisos lustrados y madera vieja.
4 columnas,
Corazón de moho.

Un espejo refleja el lugar.
Imagen rayada
A los ojos de este huésped,
Sin reservación como los demás.
Traído a este hogar
Donde podrá vivir su aventura
De sexo
En la escases.

Los avisos en coreano,
Las lágrimas falsas ya olvidadas
Y la mano que gira el pomo,
Preparado para ver ese homicidio
Que es apenas el óxido, la herrumbre
Que se ha asentado en las baldosas.

Cortinajes arrancados.
Drogas para la convulsión
tras el espejo del baño.

Afuera, las palmeras se agitan con el viento.










.

LUIS BARBIERI RIQUELME [18.314]

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Luis Barbieri Riquelme

(Chillán, Chile)
Vive en el norte infinito, en la ciudad de Vicuña. Diseña y construye muebles de maderas. Uno de sus cuentos aparece en “100 Microrelatos Latinoamericanos” (México, 2012). Su poesía en “Madriguera de Palomas, Poesía contemporánea de La Serena”, “Poetas y narradores 2013”, Ediciones del Instituto de Cultura Peruana de Miami (U.S.A.) y “Para el coraje de vivir” Ediciones Santiago . Santiago 2014.




Telégrafo de hojalata 


A: León Renatto y 
Abigaíl Catalina 

La memoria que amo es un silbido a medio desierto 
asume esa forma de lluvia de tu cuerpo. 
Se anuda en la media luz del muro
en papeles entintados de piedras. 
Cruza a través del ángel 
que pasa silbando por mi calle.
Ilumina veladuras en contra de la noche 
de voces deste niño que reaparece 
por la esquina de mi telégrafo 
debajo de un hilo secreto deste valle. 

Esto que ahora nos viaja
es un sueño que nos ve por un espejo 
mientras yo ocurro por aquí de sol
se forma de vida el patio perdido.

La lluvia tuya dice misterios 
un vaho de objetos 
que están en otro lugar conmigo 

He visto abrir sueños de viaje 
de los ojos del árbol.
Hacia afuera 
hacia la espera 
se mueven las sombras en la carretera.
Vino una partida intima de luces 
la noche a sentarse junto al camino 
contra la imagen difusa de la ventana. 
Trae su curva eterna y elíptica del fuego.

Deste cielo se descuelgan tus ojos.
Sale la frontera de un mundo detenido 
todo por aquí va encalma herido de sal.

Me adiestré al viaje 
echado a fondo 
a mi peligro
a oír despoblado de montes 
a orinar las luces 
el arco de la noche 
la leche derramada en soledad.
El destello al norte 
la boca de piedra arriba. 
Al largo
su hocico al sol desperdigado 
reflota la punta de sal y arena del icebergs 
con mantos de cueros resecos de palabras.

El sol abre su boca al río 
huele la quietud del chañar.

Traduzco huellas de caminos 
se abren a sí mismo en los ojos.
El borde de arena que mira
el agua que pasa 
un viejo automóvil 
el pies de los niños 
transparentes el frío
la junta de ríos
en el maizal 
veo pasar 
inmutable la muerte.
La madera de hojas abiertas 
en vetas inhóspita del sur
un temporal de tierra en los sueños
surgen del árbol: sillas, mesa 
la cama en el filo del acero.
Llevan mordeduras en los brazos 
señales terrosas en la boca de sol.

Sin sombras
su ojo seco sobre la puerta se agita 
en un pozo de estrellas insondables y sin nombres. 
Creo descender de un diminuto sueño 
que camina desnudo sobre su ojo

Mi pueblado es una manchita tibia del día
hecha callejón con banderitas de papel 
sobre el vientre coloreado de tu arcilla.
Viene recortada a imagen de tu cintura 
tatuada su carne de montes con mi voz.
Vicuña se aparece morena deste cielo 
baja cerros con la forma de tu pezón 
abre su lienzo húmedo y primitivo 
del agua transversal que cae a nuestro mar.

No sé qué me duele 
cuando extiendes las sabanas 
sobre el suave silencio donde deshaces tú trenza.

Hay unos cielos de piedras vacías de lluvias.
verdes telaraña en el piemonte de Elqui. 
Se edifican anónimas plazas 
Iluminan con ruegos a esperma Virgen. 
Con dioses de tambor se hacen 
así mismo inmigrante sin poder ni sexo. 
En el surtidor de sus muros 
los barros se cubren con ojos de botellas 
imágenes secas en altares estirados al sol.

Los hombres van ajenos 
mientras giran el valle
en sus diminutos patios de tierra sin puertas 

Mi padre perdido 
se nos aparece en estos días sin rostro.
Él se instruye la memoria. 
A secarse de siempre
la raíz de los ojos 
desatar sus nudos 
en un cuarto oscuro de años. 

No sé porque salta 
hacia el callejón secreto que nos imaginó la lluvia 
en la boca sur de la niñez.
Un quiltro se viene hasta mí
porta en la frente un olvido en un ojo 
de su pequeña infancia en la nuestra.
Retraído inverna sus miradas en la hornilla
manchado de noches echa su sueño 
en un corazón de los niños .

Un hualle al frío desarma su cuerpo 
se crepita contra las manos con diminutos fuegos.

Reconozco a quienes revolotean 
palmeras en la rivera de la noche. 
Al otro lado el espejo de la memoria
sonidos desaguado en el vaso
se echan sobre los ojos lejanos
menudos días recubiertos de azul. 

Aún están los ojos del árbol
ocultos entre las hojas 
esperan el silbido secreto de la infancia. 
La divisamos y no nos reconoce
ni sabe que aquí vamos pisando la muerte 
que van niños corazón de hilo
a través del tinte torcido del valle. 

Silenciosamente de arena 
es la época con cercos de sol 

A su hora 
me abriga 
como a muerto en la arenisca.
Su dedo dibuja un pez 
en otra vida
me sumerge 
en un trozo de agua 
para vivir 
entreteje 
la palabra en el vino.
Indestructible sustituye caminos 
cubre ese mar que nos hablar 
que viene extendido en los sueños. 

El día se rehízo de su fuego 
alrededor del árbol 
la siesta con la madera apilada 
la cabra al sol mordisca la voz
en la puertas calaminada
que ahora cruza por el frente 
entristecen con el perro
con este desierto 
que posee otro desierto
escondido bajo el sol.

Nuestros animales vienen de paso 
viajan zigzagueando ladridos 
dibujados sobre la arena. 

Detrás de un trozo de esos días 
reina hasta aquí el patio de voces 
en las cajitas de piedras el pacto
de los hijos en la madera.
En los reflejos de un mar escondido 
camina la garza en el fondo de un pozo.

Después encontré sus manos 
sobre la calamina de la puerta 
sobre el mismo óxido 
de pequeñas palabras que hicimos en las tardes 
detrás de un N° de piedras empañadas 

Debajo del matorral vive un retazo de la Cruz del Sur
la abuela las bisabuelas mis nonas 
el pan manso con ojos de esperanza. 
Oí una canción de aquellas a la puerta 
comen un evangelio amanecido de lluvias 
visten hacia abajo manos de carbón
y escobas en brotes de mimbres. 
Con viejas varillas señalan círculos en la tierra
con marcas de óleo 
sobre mi entrada 
y a luz del brasero nos cantan
solitarias descascaran del patio perdido
marcas de aguas cicatrizadas
tejas marginadas bajo el parrón. 

Ellas mueven mi puerta 
la mariposa que cruza la tarde
el manojo reseco de la yerba agridulce
un Rio Viejo ladra sinuoso al sol.
Las iletradas en procesión aún vienen
vestidas a diario con el percal
con sus mismos ojos a oscuras de chonchón 
por la cinta resonante de luz en la hojalata.



.

CATALINA RÍOS MUÑOZ [18.315]

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CATALINA RÍOS MUÑOZ

(Santiago, Chile, 1995)
Estudiante de Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas de la Universidad de Chile. Ha participado en talleres de Balmaceda Arte Joven, a cargo de poetas como Oscar Saavedra, Carlos Cociña y Héctor Hernández, ha participado en diversas lecturas y encuentros poéticos.


JPG

en un abrir y cerrar de ideas
nevó polvo
sobre nuestros archivos en jpg
 
no existe paño
que limpie
la virtualidad del iris
 


Pez soluble

La verdad se apoya en los juncos matemáticos del infinito
y todo avanza al mando de águila ecuestre,
mientras el genio de las flotillas vegetales golpea en sus manos
y el oráculo es revelado por peces eléctricos fluidos.
André Breton.

 

los pájaros pierden primero los colores, después las formas
[se reducen]
picotean          laureles           arcaicos
[el cielo se desprende del mar]
fulgores violetas
peces mastican partículas suspendidas en la estratósfera
 
las plumas blancas
de su rostro caen
lento
escamas
lluvia

la   ausencia   es   prostituta   su   palabra  también
 
los peces eléctricos carcomieron con sus garras
al oráculo





Perfiles

restaurar
nuestras fotos:
el formato digital 
de lo ocurrido

llorar en lugares públicos
bloquear la conversación emergente
cerrar las pestañas

escribir 
para no roerme 
las muñecas con los dientes
esperar a que me quites
los poemas de la boca

despedazar 
tu lenguaje monofónico
porque no hay modo
ni manera ni lugar
no hay número de serie
semanticidad arbitrariedad
productividad 
desplazamiento

sólo

perfiles indocumentados
c e d i e n d o e s p a c i o
a :/suposiciones/.



*


te llevaré de la mano
a mi casa de paredes transparentes:
plata forma de cemento
en las faldas del cerro Colorado

veremos nubes
transformarse en palabras,
pero nunca
nunca podrás tocarlas

Renca y sus calles 
titilando y a nuestros pies
mojadas
durmiendo
bajo paréntesis

tiraremos piedras cerro abajo
culpando al viento
por romper la inocencia de tus pocos años
por romper los ventanales de esta noche

me ayudarás
a enterrar besos en la tierra mojada
guardar papelitos de colores
en botellas de cerveza barata
a corear un par de canciones
recorrer Santiago con la mirada
olvidar, sepultar con ladrillos
las escenas matutinas.






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FELIPE ORELLANA BAEZA [18.316]

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Felipe Orellana Baeza 

(Santiago de Chile 1991)
Escritor.  Participa del LEA (Laboratorio de Escritura de las Américas). Ha participado en diversos talleres literarios –tanto poesía como narrativa- y ha ganado una mención en género novela del premio Roberto Bolaño, una en el concurso de cuentos policiales PDI y el primer premio en el Concurso de poesía joven de Algarrobo.



I

Esta es una
No
Vela Negra, Negra

Anoche mataron al vecino
mientras veíamos El halcón maltés
Noir
nadie escucha
si las paredes sólo esconden miedo

Noir
Nadie escucha





- Los blocks son pequeños cementerios -
Cada departamento 
una tumba

II

Llegamos sin luz
en silencio.
Nuestro nuevo hogar es viejo, pero es tarde
para volver
donde la tetera siempre hierve y la manguera
sigue goteando en el pasillo.
No me pararán de sangrar
Si hay que aprenderlo
de la forma más difícil, Negra,
de la forma más larga.

Abrazarnos y escapar;
hacer el amor mientras afuera
se están matando.




- La manguera -
sigue goteando en el pasillo

Entonces un gato

Sólo trato de mirar
calles donde el verano no termina,
grafitis, taxis mal estacionados, los blocks,
la silla de ruedas vecina
y unos calzones flameando en la reja
como bandera
de un país inexistente.
Y no puedo describirlo.
No tiene sentido querer
hacer hablar a esas imágenes
forzarlas a decir aquello que no
sabrían decir
Pero entonces;
un gato.




III

¿Ayudo?, pregunto
y dices 
no.
Está casi listo y el olor de las papas y el zapallo
Qué nos importa
me llega hasta el fondo del invierno.

En la radio suena Raphael
Qué nos importa
mientras leo A sangre fría
tirado en el suelo.
Aquella gente que mira la tierra y no ve más que tierra
Y pienso; cualquiera puede ser un asesino, cualquiera
Cualquiera puede matar a cualquiera, cualquiera.
Y pienso:
Qué nos importa
cualquiera puede ser detective, cualquiera
Cualquiera puede atrapar un asesino, cualquiera.
Y pienso:
Qué nos importa
somos cualquieras viviendo entre cualquieras.

Entonces vienes 
con dos platos de charquicán, 
te sientas conmigo
y dejo de pensar
Aquella gente que va por el mundo sin ver
la 
rea
li
dad








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PRISCILA PALOMARES [18.317]

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Priscila Palomares 

(Monterrey, México 1994) ha publicado diversos textos en antologías y revistas entre ellas: Fractales (2012), Incandescencias (2013), Cosmonauta (2014), Por qué tiemblan (2015), El Axolote (2015); ha organizado antologías para jóvenes escritores tales como Paletas (2013), Colores (2013) y Detrás de la montaña roja (2014). Dirige la revista artística Ahí Muere e imparte de talleres de escritura creativa en espacios culturales e instituciones privadas.
Publicó el libro Nueces y sirenas (2014) con editorial Abismos y algunos fragmentos de lo que alguna vez fue Regina (2015) con editorial Poetazos. Actualmente trabaja en el poemario Sinfonía y busca las cochinillas que perdió a los ocho años.



+52

una navaja atraviesa la tripa del sillón
evoca unos ecos negros latigazo
lo escuchas
escuchas
el silencio del monte atrás de la ciudad de las quejas
las preguntas resuenan en mis latidos no sé si alguien se acuerde de ti
nunca contestaste el teléfono que te regalé
yo no soy de mucha plática
eres de mucho pensar
boca de tijeras deja bailar a las carnes
por dos manecillas gritamos a las paredes derretidas que dejaran nuestras cenizas en el
cuarto se encoge
se escapa de mi lata de pulmón
afuera de ese cuarto sólo se escucha
un teléfono

d                                                o                               d

e                           c                    l               a              o

s                                                  g





ay

en el silencio de los huesos
cruje un cuervo
de vidrio roto encaja la carne
a la cortada

corre a un río de garras
ahorca huecos

una garra una cuerda una garra un chillido una garra una cortada una garra un rastrillo una garra un tumor en la garganta sostiene los ganchos de costra seca piel de elefante
se despega una grieta desnuda los pliegues arrugan leña quemada gris suelta un silencio
cruje

crujen
huecos




I. cuando se derrite el vientre

ya te vas fresa ovalada
no te vamos a extrañar
hinchados los dedos por tantos taconazos al velcro mojado
olor a cigarro entre las piernas          el pelo con ojos cansados de tanto esquivar
                                                                                                                                                  ganchos
por qué te fuiste a pasos de cordón fluidos en el volcán
por qué te fuiste
no te pisamos aquel estambre atado al talón
por qué te fuiste
dejaste un sillón desocupado un pájaro sin plumas
por ver un remolino arrancarte
los pelos del vientre




VI.  los barcos duermen
la nube que uso de sombrero
está cansada de llover
derramar agua sobre el mismo fleco
tuerto lo cortó
se lo regalo al señor descalzo
le arden las llagas
abiertas
sudan el pus
que traigo guardado en el bolsillo derecho
7642 migajas de piel
giran en el espejo
refleja la taza de café
en el castillo de arena
que hoy hormiguero
derrite las cobijas
en boca escupe hormigas
pican sus hinchados
ligamentos






V. Estelo
vuelve Estelo
ahoga ese aire que traspasa la redondez
Estelo
vuelve
el dolor
Estelo
vuelve
sin ser invitado
se hospeda en el esófago
quién sabe cuántos momentos se va a
embarrar
sus vecinos murmullan
aquella pregunta que la cubeta circula
se quedará
pagará su deuda
se quedará
pero no preguntan
ni tocan la puerta
sólo recorren los pasillos
a esperar
a que salga
Estelo
las dudas
sembradas en el piso del pasillo
los consumen
a mordidas
comienzan las fugas de agua salada
no paran
aquellos murmullos del vecindario
retumban
inunda el edificio
Estelo
ahoga eso
ahoga a ellos
los muebles se desmayan
los vidrios se revientan
niño madre padre
evacuan el edificio
en pijamas
pero Estelo
sigue encerrado
en silencio
sentado ante el escritorio que da al
balcón
abre la puerta
se asoman sus zapatos negros
sin pagar la renta
ni la deuda
ni un vecino le reclama
sólo apuntan
nos inundó
Estelo
camina
en busca de otro hogar
lo observan
anhelan sus regresos
de él
dolor
de él
deuda
del
hidratador de cielos




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MERARI LUGO OCAÑA [18.318]

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MERARI LUGO OCAÑA

Merari Lugo Ocaña  (Hermosillo, Sonora. 1990). Poeta y Médico Cirujano y Partero. En 2014 obtuvo 2do y 3er lugar en el Certamen de Literatura Joven convocado por la UANL. Ha colaborado con poemas y fotografía en diversos medios electrónicos e impresos, entre ellos Círculo de poesía y Kátharsis XXI. Aparece en la antología Los árboles arrancan su cuerpo de la sombra (Bitácora de vuelos, 2015). Actualmente reside en Monterrey.


Luz

¿Cómo escribir la desnudez?
La ato al suelo.
Pido que la luz la cubra.




Herida por arma de fuego

Algo de virginal y tibio conserva el orificio:
Lo anónimo del cuerpo. 
La bala perdida en algún punto de la carne. 
La sangre fluyendo hacia un pozo desnudo y sin salida.




Gangrena

La piel de mi brazo es un mapa estelar
hay un hilo invisible entre cada punto de punción
que me cose al universo de la cama.
Me instalaron junto a la ventana
afuera la vida distrae el pensamiento de la fiebre,
simple cordialidad, un paliativo
porque ninguno de mis signos ha cambiado:
La extremidad enferma, la bacteria, la piel que le sirve
de casa. Todo en mi diagnóstico es oscuro.
Mis ojos se pierden y tropiezan
con el mundo de vivos que se mueve tras el vidrio
y en él no encuentro la luz suficiente.



Muerte cerebral

En la sala de terapia intensiva
un hombre en coma estalló dentro de mi oído

él a la orilla de las nueve, abandonado dentro de su cuerpo 
con los brazos caídos sobre agujas
siempre silenciosas
                               pero un quejido
como si por primera vez un quejido
en los labios del que moría
se abría como libro apenas dibujado.
Pensé en ir hasta su cama cada noche
aprender su nombre y luego hacérselo sonar,
hablarle de un niño buscando sombra bajo un árbol
en medio de la calle
que se quedó estacionado esperando la caída
de los primeros frutos.
                              Olvidé así mi vida
un lunes de septiembre
y al buscar en su expediente 
encontré que llevaba en ese estado trece años
trece años 
y un padre muerto.
Yo no imaginaba así la eternidad ni la tristeza
revisé sus signos, estables todos
y salí del cuarto.

Por la madrugada 
sobre una camilla vacía soñé con un árbol viejo que lloraba. 



Ars Médica

Decidir quedarse a mirar cómo la memoria olvida 
cómo la enfermedad los consume
cómo desaparecen.
No conocer otra prueba de amor.




Azul ultramar

Me dijeron que tuviera fe,
que sería como Cristo caminando sobre las olas.

Cuando el cáncer llegó, lo vi en la superficie:
Dios teñido del azul de mar

y yo era el fondo,
la arena que resiente la ausencia de los pies.




Amputación

Tocar el contorno enfermo, delimitar el daño, tomar la cuchilla y seccionar.

Es necesario propagar el astro y la tristeza por el pequeño puente-bisturí. Que extirpe el conducto, acaso un poco más. Que extirpe la oscuridad, algo eléctrico.
Es necesario enunciar la fragilidad capilar, la resistencia de los vasos conteniendo el flujo de la sangre con una precisión hermosa.
El cuerpo enfermo no opone resistencia a abrirse al menor tacto y se desgaja como si fuera una flor marchita esperando ser arrastrada por el viento.

Todo es luminoso y todos los seres en la sala son estáticos y extáticos. Sólo la mano se mueve.

El proceso de avulsión es todo espectáculo, todo alarido.

El ruido de la extremidad al caer es un ruido humilde.




Eutanasia

Bajo su cuerpo hueco
toda sonoridad se desprende:
Al percutir el hígado, un pájaro canta
en la punta de sus pies
El trombo ocluyendo la arteria
hace un sonido de tambor pequeño
Mi abuelo dijo que sí a la eutanasia
él merece la música suficiente.





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CUAUHTÉMOC ZAMUDIO III [18.319]

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Cuauhtémoc Zamudio III

(Monterrey, México   1990)
Ha publicado en diferentes revistas como Fea Internacional, Oficio y El Quehacer. Fue subcampeón del Primer Campeonato de Spoken Word de la Feria Internacional del Libro Monterrey 2014, se mantiene activo en distintos círculos literarios y artísticos de la región.



La mañana

Es que en la mañana en que comienza el calor y termina la lluvia sobre el concreto, se hierve el agua creando bochorno para preparar los cafés cargados. Violáceos pigmentos van devorando los ojos bajo las ojeras. La preocupación, no de llegar a casa, sino de tener un hogar, unos pesos cobijados por mis bolsas. No las de los ojos, las de los pantalones. Sin perder el control de las palabras, de la cordura y los conocidos; volver al destino nuestro mejor amigo. ¿Quién podría confiar en el azar y la suerte? Pues he vivido bien, bien, bien fuerte. Con dos pesos, pero un centenar de amigos, aunque hasta ahora ya los he gastado todos.

Mi poesía bien invertida se ve en los muslos de mi musa, y el respiro dulce de su boca a mi olfato, frío, cálido. La temperatura de su cuerpo acurrucado en mis brazos. Pero, ¡oh! mañana en que se levanta la preocupación a la orilla de mi cama.
¡Oh! la brama que escupe sobre mi cuerpo la desdicha.
Arrastrando la pesadez de una ciudad y su tráfico y su porvenir y su miseria y sus preocupaciones.
No hemos nacido solos, solamente egoístas.



La Flaca

En un camino de totales retrocesos, corriendo todos en círculos ciegos y enajenados por el vertigo. Flotando, embistiendo. Intentando hacer algo, pero tan sólo destruyendo. Nos sentíamos volar al flotar sobre el excusado. Mártires de una época que seguimos y seguimos condenando, con las espinas en los pies y en la cabeza. Se va sintiendo la cosa caliente como Infierno, que no te mata, te quema, y se incinera el alma bajo verdadero fuego. Pulula en suspiro cuando no en anhelo. Seguí un camino cuando joven, bien honesto y sin pecado. Pero ya vivir es pecar y pecar es vivir. Y sin pecar no se vive, se nace muerto dicen. Yo quiero destazar tantas ideas como mentes, como cuerpos. Yo quiero vivir, y así viviendo nos vamos entregando al muerto.
Hola flaca. Mi pecado es el exceso cuando bebo. Bebo mucho, así cuando amo, fumo, me pierdo, así muero. Te entrego a ti cada uno de mis huesos. Arranca la piel, las uñas, los pelos. Arráncame los labios con uno de tus besos.
Destruye el control, va cambiando de enervante, cambia en busca de una acción. Bendita la revolución, cuando no grita se calla. Donde los cuerpos se deshicieron en gusanos frente al césped del olvido. No mantenemos secretos, sólo los vivimos. Y así se va de largo a la deriva, callado por el amor que se tiene más a la muerte que a la vida. Baila dulce la flaca.



La fauna

-Allá fuera hay toda una fauna, amor-

Sentimientos animales, salvajes e inocentes; bestiales acotaciones con colmillos de coyote. Alas cubiertas de un plumaje incandescente, son aquellas que rodean y dan luz al cielo. Mi corazón tiene garras de oso y piel de liebre.

Alguna tarde cayó frente a mí una pluma con la punta impregnada por el tintero del destino. La tomé en mis manos, la posé en mi cara, llené mis pulmones maltrechos y soplé para que ella, sobre nubes animales, dibujara el bestiario de amorfas pasiones que el instinto envuelve. Somos perros, gatos, mandriles, rinocerontes y elefantes. Al ir por la calle tratando de imitar con dignidad y ser humano, me veo trastornado por el brío que a mi cuerpo hiere.

Debajo de esta piel, vuelan aves y se desatan estampidas. Debajo de esta piel, tan sólo sobrevive el más fuerte. Llegas con tu infantil seguridad para entrar a las fauces del lobo; yo sólo pido que te trague sin masticar primero. No hemos llegado más allá de comunicarnos con gruñidos y roces, somos puros con caricias torpes que desgarran el cuero. Ya no siento nada, tu tacto se impregnó a mi piel y mutamos en un ser eterno.

Irracionales animales que te cazan en las sombras. Sólo ves sus ojos brillantes que te rodean y emboscan. Carcajadas de frenéticas hienas burlonas resuenan en mi mente. A la mayoría de las cosas les hago una pregunta al conocerlas: dime ¿Qué es más difícil vivir? ¿El perderte o el poseerte?

-Aquí dentro yace toda una fauna, amor-

¿Cómo puedo explicarte que mi momento más libre es al ser por ti domesticado? No me obligues a seguir salvaje, yo quiero pasar las noches tras los barrotes de tu cautiverio.







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