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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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ADRIÁN DE PRADO [18.280]

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San Jerónimo 


Adrián de Prado

Adrián de o del Prado fue un poeta barroco jerónimo español del siglo XVII.

Poeta español, nacido en Sigüenza (Guadalajara) en la segunda mitad del siglo XVI y fallecido en 1920 en lugar desconocido. Apenas han llegado hasta nuestros días algunos datos fiables acerca de su peripecia vital, gran parte de la cual debió de transcurrir dentro de la disciplina de una orden monástica (probablemente, la de los frailes jerónimos). Se ha atribuido a su autoría la célebre composición poética titulada Canción real a san Jerónimo en Suria (1619), cuya fama en su tiempo motivó su inclusión en el no menos conocido y celebrado Cancionero de 1628. Compuesto de veinte estancias y un envío, este extenso poema -que, por sus peculiaridades léxicas y sintácticas, se inscribe sin vacilaciones en la fecunda estela culterana abierta por los émulos de don Luis de Góngora y Argote- exalta la figura del santo que fundó la orden a la que se cree perteneció Adrián Prado, y refiere algunos de los pormenores de su vida, con especial atención a su período ascético como ermitaño y a su fervor sencillo y sincero por la oración.

Pocos datos se conocen sobre su vida. Su barroca Canción real a San Jerónimo en Siria tiene un arranque osado y consiguió celebridad por su retrato realista del paisaje, la persona y la dura vida ascética de San Jerónimo, de quien le interesa mostrar más los sufrimientos del penitente que la constancia del sabio y el saber del filólogo. Parece describir un cuadro del Santo hoy perdido, imaginario o todavía no identificado. El poema, incluido en el Cancionero de 1628 (editado por José Manuel Blecua en 1945) se reimprimió en Floresta de rimas antiguas castellanas de Nicolás Böhl de Faber (Hamburgo, 1821), quien fundó su edición en un pliego suelto sevillano de 1619 mucho menos extenso (130 versos frente a los 300 de las versiones más conocidas); de 1622 es una edición valenciana por Vicente Franco que altera el orden de las estrofas y añade una más que no aparece en el resto de las versiones, seguramente apócrifa, para completar el pliego; de 1628 es un pliego sevillano del que se conservan dos ejemplares en Londres; incluye al final una Canción a Nuestra Señora del doctor Agustín Tejada Páez. En 1629 hubo dos ediciones: en una recopilación poética llevada a cabo por fray Gerónimo de la Madre de Dios, Ramillete de divinas flores para el desengaño de la vida humana (Amberes, 1629) y la que contiene un pliego sevillano de Pedro Gómez de Pastrana, actualmente perdido pero conocido gracias a la edición que de él hizo don Justo de Sancha en 1849. Este impreso añade un Romance al Santísimo Sacramento. Se reimprimió con el romance "Al Santísimo Sacramento" en el volumen XXXV de la Biblioteca de Autores Españoles (1855) y más recientemente en la Floresta de lírica española de José Manuel Blecua (2.ª ed. 1968).

Obras

Canción del Gloriosíssimo Cardenal y Dotor de la Iglesia San Gerónimo, donde se descrive la fragosidad de el desierto que abitava, las fayciones del santo, y el riguroso modo de su Penitencia. Compuesto por Fray Adrián del Prado de la misma orden. Granada: Martín Fernández, 1616.



Apéndice

II

Transcripción del poema, siguiendo la edición de 1616

Canción del Gloriosíssimo Cardenal y Dotor de la Iglesia San Gerónimo, donde se descrive la fragosidad de el desierto que abitava, las fayciones del santo, y el riguroso modo de su Penitencia. Compuesto por Fray Adrián del Prado de la misma orden. En Granada por Martín Fernández. Año 1616.


  En la desierta Syria despoblada
cuyos montes preñados de animales
llegan con la cabeça a las estrellas;
tierra de pardos riscos engendrada,
de cuyos avarientos pedernales
la cólera del Sol saca centellas;
donde las flores bellas
nunca su pie enterraron
ni su algalia sembraron;
adonde tiene siempre puesto el Cielo
su pavellón azul de terciopelo,
y cuyas piedras nunca se mojaron
porque de aquí, jamás preñada nube,
por convertirse en agua al cielo sube.

  Aquí sólo se ven rajadas peñas,
de cuyo vientre estéril por un lado,
naçe trepando el mísero quexigo;
tienen aquí las próvidas Cigüeñas
el tosco y pobre nido fabricado,
de los caducos padres dulce abrigo.
Nunca el dorado trigo
halló aquí sepultura,
porque esta tierra dura
no ha sentido jamás sobre su frente
lengua de açada ni de arado diente,
ni el golpe de la sabia Agricultura,
sino sólo del cielo los rigores: 
fuego de rayos y del Sol calores.

  Están aquí los pálidos peñascos
sustentando mil nidos de Halcones
en sus calbas y tórridas cabeças;
y en la rotura que dexó en los cascos
el Rayo con su bala y perdigones,
por hilas mete el Sol salamanquesas;
y armado de cortezas,
por la misma herida
sale a buscar la vida
el enzino tenaz, sin flor ni hoja,
y en saliendo en los braços se le arroja
una higuera inútil, mal vestida,
a quien tienen del tiempo los sucessos,
desnuda, enferma, pobre y en los guessos.

  Ay en aqueste yermo peña rubia
que jamás la cabeça se ha mojado,
ni en su frente cayó verde guirnalda;
antes, para pedir al cielo pluvia,
tiene, desde que Dios cuerpo le ha dado,
la boca abierta en medio del espalda,
y de color de gualda
por entre sus dos labios
a padecer agravios
del rubio Sol y de su ardiente toque,
sale en lugar de lengua, un alcornoque,
cuyos pies corvos como pobres sabios,
porque a los cielos pida agua la roca,
no le dexan jamás cerrar la boca.

 Entre aquestos peñascos perezosos
levanta la cabeça encenizada
la cerviz recia de un pelado Risco,
de cuyos hombros torpes y nudosos
pende la espalda rústica y tostada,
con dos costillas secas de lantisco;
y del pecho arenisco,
también como costillas,
dos yedras amarillas
que por entre los cóncabos y guecos
van enlazando aquellos miembros secos,
pintando venas hasta las mexillas, 
las quales en su máscara de piedra
pegar no dexan la sembrada yedra.

 Tiene roturas mil este peñasco,
y en una, la Tarántola pintada
texe aposento con su débil hebra,
y el Áspid con su ropa de damasco,
assoma la cabeça jaspeada
por entre las dos rajas de otra piedra;
aquí la vil culebra
del lagarto engullida,
por escapar la vida,
pretende sacar chispas con la cola
del pedernal rebelde, que arrebola
con la sangre que sale de su herida,
y finalmente muere y dexa harto
el fuerte diente del cruel lagarto.

  Viénense por un lado deslizando,
un cobarde esquadrón de lagartijas,
tras el qual una víbora deciende,
que con la mayor dellas encontrando,
entre las muelas tardas y prolixas,
muele sus carnes y sus huessos hiende;
déxala muerta y tiende
el passo hazia adelante,
y en aquel mismo instante
al cadáver se llega el tosco grajo,
la verde abispa y negro escarabajo,
entre todos le comen sin trinchante,
dexando solamente el guesso y niervo,
para que lleve al nido el sagaz cuervo.

 Vereys aquí también de las hormigas
el tropel en exército ordenado,
yr a buscar el mísero sustento,
y no hallando auríferas espigas,
buelve con una arista que ha hallado,
una dellas cargada a su aposento;
otra con passo lento
arrastrando ha traydo
un caracol torcido;
trae una a cuestas una seca hoja,
y otra tirando della atrás se arroja; 
otras tres llevan una pluma al nido,
y desque riñen sobre un grano verde,
la que más puede, a la otra arrastra y muerde.

 Por un lado se va el risco arrojando,
y de los dos doblezes entre [ab]rojos,
se fabrica una oscura y seca ruga,
dentro en la qual veréys centelleando
del rubio Montañés los rubios ojos,
cuyo humor cristalino el Sol no enxuga;
y sobre una verruga
que de Iaspe morisco
tiene en la frente el risco,
veréys la veloz Águila sentada
en comer un cernícalo ocupada,
y abaxo, en otra quiebra, un basilisco,
y en otras mil roturas y rincones,
Ossos, Grifos, Serpientes y Leones.

 En el redondo vientre desta peña
labró Naturaleza toscamente
un aposento helado, claro, enxuto,
por una parte de color de alheña,
por otra parte azul y transparente,
propria morada de algún fauno o bruto;
tiene de intenso luto
que texen pedernales,
el suelo y los umbrales
dos remiendos que al bivo los pespunta,
y otros de una mezclilla do se junta
la esmeralda, safiro y los colores,
la qual librea, luego que amanece,
con passamanos de oro el Sol guarnece.

 A la pequeña boca desta cueva
hallan un melancólico ribete
los espinosos braços de una çarça,
la qual a cuestas por el risco lleva
la carga de sus crines y copete
hecho de seda pálida cadarça,
y para que se esparça
el esmalte y follajes
y las puntas y encajes,
de que lleva vestida con mil hojas 
la multitud confusa de sus braços,
y a trechos va poniéndose plumages
cuyas moras allí reciben luego
el Bautismo que el Sol les da de fuego.

 En esta cueva, pues, y en este yermo,
el Cardenal Gerónimo se oculta,
porque a Dios descubrir su pecho quiere,
y para vivir siempre, el cuerpo enfermo
en esta helada bóbeda sepulta,
que quien se entierra vivo nunca muere.
Pensará quien le viere
en aquel sitio bronco,
que es algún seco tronco,
que su flaqueza y penitencia es tanta,
que apenas le concede la garganta
sacar la inútil voz del pecho ronco,
porque con llanto y lágrimas velozes
negocia con su Dios, más que con vozes.

 Del edificio de su cuerpo bello
solamente le queda la madera,
con la media naranja que le cubre
los guessos digo, sobre el débil cuello,
la calva y titubante calavera,
que la piel flaca y arrugada encubre;
la qual sólo descubre
las enxutas mexillas
y disformes canillas
de la bellosa pierna y flaco braço,
el nudoso y decrépito espinazo
y el esquadrón desnudo de costillas,
las quijadas, artejos y pulmones
de aquellos pedernales eslabones.

 De la hendida barba mal peynada
caen sobre el pecho lleno de roturas,
las plateadas canas reverendas,
y vense por la piel parda y tostada
de los guessos, los poros y junturas,
y de las venas las confusas sendas.
Vense a modo de riendas
los [nervios] importantes
unidos y distantes 
ceñir los miembros de su cuerpo todo,
y desde la muñeca hasta el codo,
los que rigen el braço tan tirantes,
que con ellos la mano apenas medra,
que sus dedos aprieten una piedra.

 Tiene el Dotor divino alta estatura,
el color entre pardo y macilento,
delgado el cuerpo y grande la cabeça,
ceñido un brebe lienço a la cintura,
blanco y listado, pero ya sangriento
a costa de sus venas y aspereza;
los ojos de flaqueza
en el casco metidos,
turbios y consumidos,
de color verde claro como acanto,
pero ya hechos carne con el llanto;
quadrados dientes, anchos y bruñidos,
delgados labios, boca bien cortada,
y la nariz enxuta y afilada.

 La calba circular grande y lustrosa,
tiene por orla de pequeñas canas,
a las espaldas una media luna
y la frente quadrada, y esparzida
sobre las cejas fértiles y ancianas,
tres arrugas quebradas y una a una,
y la frágil coluna
del cuello, seca y monda,
descubre como honda
del cuello, del sustento los anillos,
desiguales, distintos y amarillos,
y de la nuez la cáscara redonda;
y vense luego de los dos costados,
los dobes de los guessos descarnados.

 Una rotura abrió naturaleza
en la cueva, por donde mete un braço
una jara que fuera nace y crece;
aqueste para dentro se endereça
del qual cruzando luego otro pedaço,
haze una Cruz que de Évano parece,
la cual quando amanece
entra a besar postrado 
el rubio Sol dorado
por la misma rotura, boca o poro;
en la qual Cruz está con clavos de oro
un Christo de metal crucificado
que, a no ser de metal y estar ya muerto,
mal sufriera el rigor deste desierto.

 Tiene este Crucifixo por Calvario
un roto casco de una calabera
que cuelga de la Cruz con un vencejo,
en cuya frente aqueste Relicario
tiene engastado: Soy lo que no era
y serás lo que soy, mísero viejo.

 Debaxo deste espejo,
en la tierra caydo,
tiene un bordón torcido,
un libro y los antojos en su caja,
y sobre un risco que la cueva ataja,
arrojado el Capelo y el vestido
que solamente a un risco se concede
sustentar un Capelo, y aun no puede.

 Delante desta antigua imagen tiene
el Perlado Ilustríssimo hincadas
en la peña, en dos hoyos, las rodillas,
la qual postura tanto le entretiene
que están las losas por allí gastadas
del assiduo exercicio de herillas.
Aquí se haze astillas
con un mellado canto,
el pecho, hasta tanto
que baxan de su sangre dos arroyos
a henchir de la tierra los dos hoyos
que le ha hecho en la cara el viejo santo,
el qual assí le dize cada instante
a su Crucificado y tierno amante:

 Señor, si tuve hecho piedra el pecho
con esta piedra ya, sin darle alivio,
carne le hago por sacar más medra;
y si en la piedra yo señal no he hecho
con lágrimas y llanto, como tibio,
basta que haga en mí señal la piedra.
Ya veis que no se arredra 
de mi espalda mezquina
la dura diciplina
y estrecha cota de un silicio tosco;
y que en aqueste yermo no conozco
sino el sustento que me da una enzina
por piedras que le tira el braço anciano,
por tener siempre piedras en la mano.

 Bien veis que bebo de agua turbia al dia,
la que el poroso nudo de una corcha
saca del vientre vil de una laguna,
y que no tengo aquí por compañía
sino del cielo la veloz antorcha
y la cara inconstante de la Luna.
Esta vida importuna
me tiene como un leño:
no me conoce el sueño
ni quiero sino sólo el de la muerte,
del qual hazed, Señor, que yo despierte
a gozaros sin fin; porque si dueño
no me hazéys de las lucidas moradas,
el cielo hé de pediros a pedradas.

 Acaba ya, Canción, lo dicho baste,
que como te criaste
entre peñas y riscos y aspereza ,
es tal tu tosquedad y tu dureza,
que al santo mío que alabar pretendes,
quanto le ensalças pienso que le ofendes.

LAVS DEO 


La difusión popular de la faceta eremita
de San Jerónimo en el siglo XVII español

Por Ana Isabel Martínez
http://ler.letras.up.pt/uploads/ficheiros/3479.pdf






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JACINTO ALONSO MALUENDA [18.281]

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Jacinto Alonso Maluenda

Jacinto Alonso Maluenda (Valencia ¿? - h. 1656), poeta y dramaturgo español del Barroco.

Valenciano, fue caballero de Santiago y alcaide de la Casa de las Comedias de Valencia. Muy amigo del también escritor valenciano Marco Antonio Ortí, también vinculado a los festejos municipales, colaboró con él en escribir alguna que otra comedia. Usó preferiblemente el castellano, pero también hizo alguna poesía en dialecto catalán valenciano. Su estilo, según Ignacio Arellano, fue muy influido por Francisco de Quevedo y se ubica claramente dentro del Conceptismo; como el mismo poeta madrileño, atacó ásperamente al Culteranismo y destacó como poeta jocoso y satírico, empleando sobre todo los romances; publicó dos volúmenes de poemas, modernamente publicados en Obras de Alonso Maluenda. I. Cozquilla del gusto. II. Bureo de las Musas del Turia y Tropezón de la risa, edición de Eduardo Juliá, Madrid: CSIC, 1951, 2 vols. Como dramaturgo escribió sobre todo bailes y un puñado de comedias.

Obras

Obras de Alonso Maluenda. I. Cozquilla del gusto. II. Bureo de las Musas del Turia y Tropezón de la risa, edición de Eduardo Juliá, Madrid: CSIC, 1951, 2 vols.
Tropezón de la Risa, Valencia, 1629.
El bureo de las Musas del Turia y la cozquilla del gusto, Valencia, Silvestre Esparza, 1629.




El valenciano Jacinto Alonso Maluenda fue hombre de teatro y poeta conceptista. Sus mejores composiciones poéticas son de carácter jocoso.


EPITAFIO A UN POETA CULTO

Yace aquí un versificante,
que con lenguaje no terso,
gastaba en todo su verso
candor, sandalia y brillante.
En lo claro fue ignorante,
lo culto tuvo por guía,
entre confusión vivía,
tanto, que fue en tal abismo
tan obscuro, que aun él mismo
no entendió lo que escribía.

Cosquilla del gusto, 1629.





SONETO QUE DECLARA QUÉ ES SER POETA

El ser poeta es bella, heroica acción,
el dulce y sonoro retintín:
a una mujer muy fea, serafín
le llaman los versistas, y a Faetón

he visto yo a un poeta remendón
porque acaba el consonante en in,
llamarle algunas veces Faetín,
que fuerza un consonante más que Amón.

Con uno y otro alegre parabién,
mil alabanzas a los versos dan,
de los poetas laurear se ven.

Y cuando con la pompa y lauro están,
de las perlas, del oro, hacen desdén,
y a la noche no tienen para pan.



Del Tropezón de la risa apuntaré su «Romance a Anarda»:


Si das en pedirme a mí
bella Anarda,
harás que fenezca luego
el amor que te mostraba.
Si todo es plata, ángel bello,
esa cara,
amenazando a mi bolsa
¿para qué le chupas plata?
Refrena al punto tus uñas,
Niña, envaina
el pido y daca que esgrimes,
de tu amor espada y daga.
En mis versos te alabé
dando al alba
envidia, pues dije en ellos
que eras luz de la mañana...




En el «Romance a Antandra» de La cozquilla del gusto:


Si de tus ojos las niñas
mira libres,
Antandra, el morir de amor
todo amante es infalible.
Y así airosas y risueñas
rayos vibren
no ardientes ni rigurosos
sí halagüeños, sí apacibles...

Niña, si en tan tiernos años
enredos sabes hacer,
defender
me quiero de tus engaños.
De tus daños
mi cuidado me aconseja
que huya, mi deseo aleja
tu maldad,
que si pides con crueldad
niña ¿qué harás cuando vieja?
De tu pedir y tomar
advertido quiero huir
que te dar
no tengo, que me condena
a pobre el tener yo vena
de poeta,
y así, dar, niña discreta,
no puedo si no doy pena.





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CHRISTINE DE PISAN [18.282]

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Christine de Pisan

(Francia, 1364-1430)
  
Poeta, prosista y humanista francesa, nacida en Venecia. Pasó su infancia en la corte del rey Carlos V de Francia, de quien posteriormente escribió su biografía. Al cabo de diez años de matrimonio con el secretario de la corte, Étienne du Castel, enviudó a la edad de 25 años. A partir de entonces, consiguió mantener a su familia gracias a sus escritos. Sus primeros poemas, baladas de amores perdidos, transmitían la tristeza de su prematura viudedad, y se hicieron populares de inmediato. Las obras en prosa defendiendo a las mujeres frente a las calumnias de Jean de Meung en el Roman de la Rose incluyen Epístola al dios del amor (1399), que fue escrita para oponerse a las actitudes cortesanas con respecto al amor, y La ciudad de las damas (1405), una relación de las hazañas heroicas de las mujeres. Su autobiografía, La visión de Christine (1405), la escribió como réplica a sus detractores. Una de sus últimas obras es Canción en honor de Juana de Arco (1429).

Obras

Ilustración del Epitre d´Othea (1400).
Cent Ballades (1399)
L´Epistre au Dieu d´Amours (1399)
Le Debat Deux Amants (1400)
Le Livre des Trois Jugemens (1400)
Le Livre du Dit de Poissy (1400)
Enseignemens Moraux (1400)
Proverbes Moraux (1400)
Epitre d'Othea (1400)
Epistres du Debat su le Roman de la Rose (1401-1403)
Cent Ballades d´Amant et de Dame (1402)
Le Dit de la Rose (1402)
Oraison Nostre Dame (1402)
Livre du Chemin de Long Estude (1403)
Le Livre de la Mutation de Fortune (1403)
Dit de la Pastoure (1403)
Le Livre du Duc des Vrais Amants (1404)

Ilustración del Le Livre de la Cite des Dames (1405).
Livre des Fais et Bonnes Meurs du Sage Roy Charles V (1404)
Le Livre de la Cite des Dames (1405)
Le Livre des trois vertus à l'enseignement des dames (1405)
L´Avision Christine (1405)
Epistre à la reine Isabeau (1405)
Le Livre de la Prod´hommie (1405-1406)
Livre du Corps de Policie (1407)
Sept Psaumes Allegorises (1410)
Le Livre des Fais d´Armes et de Chevalerie (1410)
La Lamentation sur les Maux de la France (1411-1412)
Livre de la Paix (1413)
L´Epitre de la Prison de Vie Humaine (1418)
Heures de Contemplation sur la Passion de Nostre Seigneur (1420)
Le Ditie de Jehanne d´Arc (1429)

Ediciones en español

La ciudad de las damas. Ediciones Siruela. 2006. ISBN 978-84-7844-489-2.
La rosa y el príncipe: voz poética y voz política en las epístolas. Editorial Gredos. 2005. ISBN 978-84-249-2769-1.

Ediciones en gallego

A Cidade das mulleres. SOTELO BLANCO EDICIONS. 2004. ISBN 978-84-782-4446-1.



La ciudad de las damas (fragmento)

"Si fuera costumbre mandar a las niñas a la escuelas e hiciéranles luego aprender las ciencias, cual se hace con los niños, ellas aprenderían a la perfección y entenderían las sutilezas de todas las artes y ciencias por igual que ellos... pues... aunque en tanto que mujeres tienen un cuerpo más delicado que los hombres, más débil y menos hábil para hacer algunas cosas, tanto más agudo y libre tienen el entendimiento cuando lo aplican.

Ha llegado el momento de que las severas leyes de los hombres dejen de impedirles a las mujeres el estudio de las ciencias y otras disciplinas. Me parece que aquellas de nosotras que puedan valerse de esta libertad, codiciada durante tanto tiempo, deben estudiar para demostrarles a los hombres lo equivocados que estaban al privarnos de este honor y beneficio. Y si alguna mujer aprende tanto como para escribir sus pensamientos, que lo haga y que no desprecie el honor sino más bien que lo exhiba, en vez de exhibir ropas finas, collares o anillos. Estas joyas son nuestras porque las usamos, pero el honor de la educación es completamente nuestro. "



Jehanne d’Arc

“Tú, Juana, en buena hora nacida
¡Bendito sea el que creó! (……)
¡Ay! ¡Qué honor para el sexo
Femenino! Bien amado de Dios, según provee,
Cuando todo este gran pueblo desfallecido,
Huye del reino despavorido,
Ahora rescatado y salvado por una mujer
(lo que no pudieron los hombres hacer)
Y los traidores desertores,
Antes apenas hubiesen podido creer que fuera cierto”


Cristina de Pizán
Escrito por  Esmeralda Merino

Preludio

¡Cristina! ¡Ah, Cristina! ¡Qué sola te encontraste! ¿Recuerdas? Sola, joven, viuda, y lo peor: ¡mujer! Nunca imaginaste que la vida te iba a regatear de aquella manera la felicidad que te había concedido. Pero, cuéntanos, ¿te aplastó el peso de tus desgracias?, ¿emergiste por encima de tus dificultades, como las heroínas? No te creías capaz de ello, ¿verdad? Y, sin embargo, te sobrepusiste a tus circunstancias para ejemplo de muchas mujeres.

Porque yo lo sé... Te hablo desde el futuro..., y por eso conozco tu historia. ¿Nos la quieres contar?

–¿Quién me convoca después de tantos siglos de sueño? ¿No me habíais olvidado? ¿Todavía os interesa saber mi historia? Está bien, tal vez me recordaríais mejor si os cuento mi relato.

Una biografía medieval

Me llamo Cristina. Me apellidan Pizán o Pisan indistintamente por la diferencia de fonética entre los dos países en los que viví; fui italiana de nacimiento pero francesa de adopción. ¡Qué diferente vuestro tiempo al que me vio a mí nacer! Tal vez no sepáis que durante mi vida fui una escritora reconocida. Lo fui por vocación y por necesidad. Hoy me llamaríais "feminista". Pero claro, las reivindicaciones que hoy exigís las mujeres distan mucho de las que me tocó conquistar a mí. ¡Hace ya tanto tiempo!

Veréis, yo nací en el año 1364, en Venecia. Mi madre siempre quiso estimular mi dedicación a las tareas propias del hogar, pero nada podía hacerme más feliz que seguir los pasos de mi padre, de mi docto padre. Se llamaba Tomás y de él heredé mi curiosidad intelectual y mi interés por el estudio. Aunque mis dos hermanos menores fueron varones, ninguno de ellos se parecía tanto a él en su afán de saber.

Mi padre abandonó la tierra italiana al ser reclamado por Carlos el Sabio, el rey cristiano de Francia que quiso tenerle a su lado y que vosotros conocéis por Carlos V. Yo tenía cuatro años de edad cuando toda mi familia fue acogida calurosamente en el Louvre. Cuando fuimos presentados en la corte francesa no podía yo sospechar que un día escribiría la vida de aquel rey al que tanto respeté. Fue un príncipe al estilo renacentista que hizo entrar en lo que en vuestro tiempo es la Biblioteca Real de París, unos mil libros, entre ellos, las obras de Aristóteles y algunos tratados de cosmografía.

Siempre otorgó el buen monarca grandes favores a mi padre Tomás, que fue su asesor, su médico, su astrónomo, su leal y fiel consejero. Nunca permitió que faltara nada en la mansión de su amado súbdito. Por esta razón vivíamos muy holgadamente en aquella época. Le obsequió con valiosos manuscritos e, incluso, le regaló la torre Barbeau, que formaba parte de las murallas que rodeaban París y de la que hoy podéis ver algunos vestigios. También adquirió mi progenitor el castillo de Mémorant. Fueron aquellos, tiempos sin reproches ni ofensas, en los que gocé de privilegios que difícilmente hubiera podido tener una muchacha cualquiera de clase media, y que me otorgaron el equilibrio y el coraje necesarios para sobrellevar las duras pruebas que vinieron después.

Fue una infancia la mía del todo feliz, vivida en una atmósfera de curiosidad científica y de esplendidez real en la que llegué a asistir a suntuosas recepciones, y en la que pude acceder al estudio. Mi conocimiento del latín me abrió las puertas del mundo de los clásicos y de las Sagradas Escrituras, y pude acceder al campo privado de los varones ilustres: la teología, la filosofía, las ciencias.

Vivía yo alegre, entregada a las lecturas y admirada cuando, a los quince años, me casé con Etienne Castel, notario y secretario del rey. No penséis que fue un matrimonio como tantos otros, pactado y sin encanto. No. Le amé apasionadamente y con él tuve tres hijos.

Sin embargo, Fortuna, que tan generosa había sido conmigo hasta entonces, decidió dejar la puerta abierta a mis infortunios en el momento de mayor felicidad conyugal. En diez años cambió mi suerte y también la de Francia.

El buen rey murió en 1380. El reino quedó huérfano de guía valiente y sabio. Dardos y jabalinas sustituyeron a libros y astrolabios. Mi amado padre moriría pocos años más tarde cubierto de deudas. Nadie en el entorno del nuevo rey se preocupó de prolongar el favor de que había gozado. Su asignación quedó suspendida. Insistieron en reclamarle alquileres por sus propiedades, y algunos se enfrentaron a él y le difamaron. Mi adorado esposo pudo conservar su cargo, pero los sueldos de los oficiales reales se pagaban de forma muy irregular, sobre todo, en un periodo de escasez fiscal como aquél. Aunque el nuevo rey, Carlos VI, se acordó más tarde de "su amado cirujano, el maestro Tomás de Bolonia" y le asignó 200 francos de oro por consideración a los servicios prestados, no pudimos con aquello más que cancelar las deudas más urgentes.

Poco antes de la muerte de mi padre, Etienne, mi marido, tuvo que acompañar al rey en un viaje. Nos despedimos el 29 de octubre. ¡Fortuna caprichosa! Nunca más le volví a ver. Diez días más tarde la peste me lo arrebató para siempre.

Sin rey, sin padre, sin esposo, me quedé sola, me vestí de negro, deseé morirme de la pena. Duelo sobre duelo, negro sobre negro, yo, viuda a los 25 años, me encontré con tres hijos que alimentar, la mayor de 9 años, el dolor de perder a un hijo recién nacido, el deber de mantener a mi madre, la tarea de sacar adelante a una sobrina pobre a la que había acogido en mi hogar y la responsabilidad que suponían mis dos hermanos menores. Cabeza de familia siendo mujer. Mucha carga para tan frágiles hombros... ¿O quizá no?

Tomé una resolución. Alguien tenía que tomar las riendas de la situación y, si no había otro alguien, lo haría yo.

Convinimos que mis dos hermanos, franceses de nacimiento, prudentes y de buena vida, fueran a probar suerte a Italia, donde mi padre poseía algunos bienes en Bolonia. En aquella época, semejante separación implicaba que no nos volveríamos a ver y fue una dura prueba por la que me lamentaba a Dios, al ver a mi madre sin sus hijos queridos y a mí sin hermanos.

Tomé la dirección de la casa. Pero la repentina desaparición de mi esposo me había dejado totalmente indefensa, obligada día tras día a pelear contra acreedores sin escrúpulos y a entablar un proceso judicial que duró trece años para recuperar los atrasos debidos a mi marido por la Corte de Cuentas.

Ninguna afrenta a la que podía estar expuesta una mujer sola me fue evitada, ninguna dificultad compartida, ningún impedimento alejado.

Hubo un tiempo en que se me demandaba judicialmente en cuatro tribunales de París para negarme el patrimonio que mi marido había comprado. Todavía recuerdo cada ocasión que pasé en aquellas salas, cómo aquellas gentes, llenas de vino y de grasa, se burlaban de mis pretensiones. ¡Yo, una mujer, pretender que se me restituyeran los bienes que legítimamente me correspondían, sin más argumento que el de la justicia!

Pero una mujer que no se siente culpable por estar viva, y una madre que tiene la obligación de velar por sus hijos, no se arruga fácilmente, aunque tenga que pasar por encima de todas las convenciones sociales, aunque tenga que enfrentarse, con un abrigo cada vez más deshilachado, a la prepotencia de unos ignorantes. Por eso insistí y, con el corazón encogido por dentro y la dignidad en la mirada por fuera, acudí una y otra vez acompañada de la razón, sobreponiéndome a las miradas de soslayo que mi condición femenina provocaba en una sala de hombres de un mundo de hombres

Aquel duro y largo periodo de juicios y pleitos, de tribunal en tribunal, lleno de respuestas dilatorias, de palabras desdeñosas y miradas insolentes, me produjeron un dolor difícil de comprender para quien no lo experimenta. Mi suerte dependía del concienzudo estudio de una causa de la que nadie se preocupaba.

Aprendí, a través de tan dura experiencia, que se puede ser difamada sin ninguna razón; llegaron a decir que yo tenía amores culpables, ¡yo, que pasé años y años llorando la ausencia de Etienne! Sus mentes estrechas no podían concebir las idas y venidas de una joven viuda si no se asociaban a relaciones inconfesables. Pero yo no dejé por eso de reclamar mis derechos y, ante los nombres que me asociaban, siempre respondí: "Dios, él y yo, sabemos bien que no hay nada", aunque confieso que me sentí irritada y sufrí mucho en algunos momentos, hasta el punto de desear la muerte.

Pero había que comer mientras tanto y, seguramente por inspiración del destino, empecé a escribir, liberando así una energía que latía en mi interior, ya que los recuerdos de mi marido y la gran soledad en que me vi sumida fueron estímulos que me indujeron a la escritura de forma sistemática y organizada. En vuestro tiempo, dicen algunos que se me puede considerar la primera mujer escritora profesional. Con mi pluma, logré alimentar a mi familia. Todavía conserváis treinta y siete obras de las que yo escribí. También me podríais llamar editora porque copié asimismo mis propias obras y velé para que las adornaran adecuadamente con hermosas miniaturas. Os recuerdo que el privilegio de publicar simultáneamente varios ejemplares de una misma obra no existió siempre.

Lo más sorprendente es que empecé a adquirir cierta fama y que mi nombre traspasó las fronteras de Francia a través de mis escritos, hasta el punto de que gentes de calidad me reclamaron a su lado. ¿No es curioso el capricho de la rueda de la fortuna cuando le da por girar?

Fue la celebridad de mi poesía la razón por la que un gran señor inglés se fijó en mí. El conde de Salisbury me hizo un ofrecimiento que alivió mis angustias de madre. Me propuso enviar a Inglaterra a mi hijo mayor, Juan, de doce años como el suyo, con la promesa de recibir una educación de caballero. Yo no podía pretender algo mejor para quien había perdido tan pronto el sostén de un padre. Esto valía la tristeza de una separación.

Pero Fortuna no pregunta cuándo queremos que cambie su dirección y así, sin avisar, recibí un escueto mensaje: "El rey de Inglaterra ha sido depuesto. Salisbury ha sido hecho prisionero". Una nueva dinastía, la de los Lancaster, suplantaba en el trono a los Plantagenet y el protector de mi hijo, benevolente caballero y elegante poeta, no sobrevivió al cambio.

¡Otra vez mi dolor de madre!, ¡otra vez! Mucho tiempo me consumió la inquietud de no recibir noticias de mi hijo. Afortunadamente, el nuevo rey, que yo nunca consideré legítimo, apreciaba mis poemas y, por ello, mantenía en buen estado a Juan a su lado. Más aún, el rey me invitó a instalarme en Inglaterra, donde preveía que mis dotes poéticas serían apreciadas.

Pero yo sólo deseaba que mi hijo volviera a Francia. Viendo cómo estaban las cosas, tuve que fingir estar a sus órdenes para poder recuperarle. Por fin, gracias a Dios, conseguí que regresara. ¡Mi hijo!, mi único varón porque, durante su ausencia, al otro, ¡cruel destino!, me lo llevó también la muerte. ¿Cómo describir entonces la alegría de verle después de tres años sufriendo la incertidumbre de no saber si estaba vivo? Era mi tesoro junto con mi hija, que entonces estaba de novicia en un convento.

Cambiaban los planes que la vida me proponía y yo bregaba por adaptarme a su ritmo. Aunque reclamé la protección de grandes señores para mi vástago sólo se perfiló una esperanza cuando el primer duque de Milán me ofreció una renta perpetua si me trasladaba con mi familia a Italia. Nuevamente, el viraje brusco de Fortuna: el duque fue asesinado cuando ya estábamos en puertas de iniciar el viaje.

Nos tuvimos que quedar en París. Al menos, me quedó la satisfacción de haber permanecido fiel a lo que era justo, sin caer en la tentación de un fortuna fácil, más allá del mar, siendo poetisa oficial de un usurpador desleal y, por añadidura, hostil a mi país.

Obras

Tuve ocasión de escribir bastantes obras. Algunas, con tintes autobiográficos, en especial, L’Advision de Christine, y El libro del cambio de fortuna; otras en las que reflejé claramente mi visión de la política y de los acontecimientos de la época; algunas más en las que incluí descripciones que hoy os sirven para conocer algunas costumbres de entonces. También reflejé en mis escritos la admiración que me produjeron algunos personajes contemporáneos míos. Os recuerdo que soy la única escritora que relató los grandes sucesos provocados por Juana de Arco estando ella viva. Y también salieron de mi pluma muchos, muchos versos, y muchos consejos pedagógicos para la formación de hombres y mujeres, con los que fomentaba el cultivo de las virtudes y alertaba contra la ignorancia y el miedo, dos enemigos terribles. Pero, sobre todo, escribí defendiendo el derecho de la mujer a ser considerada un ser humano con conciencia, sensibilidad y cabeza para pensar. No os podéis ni imaginar el revuelo que provoqué entre los intelectuales de la época y entre los universitarios de París con mi osadía. Hasta los prelados me llamaron la atención, aunque ahora, ¡parece todo tan lejano!

El duque de Borgoña, Felipe el Atrevido, se mostró muy interesado por mi obra y me expuso su deseo de que emprendiera una narración del reinado de su hermano, el desaparecido Carlos V. Constituyó un gran honor para mí, un extraordinario gesto de confianza hacia mi capacidad y conocimientos, y una gran responsabilidad también.

¡Qué recompensa a mis esfuerzos! Se me pedía una gran obra. Siempre fue para mí el rey Carlos el modelo de príncipe ideal, inteligente, sabio, humanista, buen conocedor de las armas y del pueblo. Era oportuno, para el estado en que se hallaba el reino, recordar su sabiduría, su prudencia, su comportamiento lleno de equidad y previsión para que su ejemplo fuera beneficioso. La confianza del duque me convirtió en la historiadora de un reinado admirado por todos.

Durante mi vida la guerra, la peste y el hambre estuvieron presentes a mi alrededor. Así nació una obra que sorprendió a muchos: el Libro de los hechos de armas y de caballería. Habría podido llevar otro título: "cómo se hacían antaño las guerras justas". Antiguamente no se habría soportado que la guerra degenerase en pillaje, ni en disputas callejeras de brutalidad desenfrenada, que daban libre curso a las venganzas personales y a la violencia gratuita, desmanes todos de los que yo fui testigo. Por eso quise exponer lo que debe ser la guerra. Y, por eso también, comencé el libro con una invocación a Minerva.

Tampoco pude evitar escribir libros que mi actitud moral ante la vida me exigía. Nunca concebí la vida sin sujeción a un orden establecido por las virtudes: la razón que ilumina el saber en las artes y las ciencias, el valor de la palabra empeñada, la dignidad personal, la prudencia, la justicia, la rectitud. Siempre pensé que cada individuo es responsable en la Tierra de sí mismo y del bien de los demás, por lo cual necesita regirse por la virtud como pauta de conducta. Así nacieron los Proverbios morales, Enseñanzas morales a mi hijo Juan Castel o el Libro de las tres virtudes, entre otros.

Por último, muchas obras versaron sobre temas históricos y políticos, como Carta a Isabel de Baviera y el Livre du corps de police. Me permití, además, analizar los hechos históricos y proponer soluciones éticas para la política y la conducción del Estado. Osé manifestar mi opinión de que el buen príncipe no tiene derecho a promulgar leyes que vayan en contra de la ley natural, que obliga a todos y encamina al bien común y que, por tanto, es sobre él sobre quien recae la máxima responsabilidad moral y al que se le ha de exigir una sólida formación ética.

La controversia feminista

La Universidad de París adquirió un gran poder político en aquel tiempo en que conocimos el enfrentamiento entre dos papas. Cuando decidía intervenir en un asunto quería llegar hasta el final y no dudó en inmiscuirse en el gobierno de la Iglesia, del rey o en cualquier otro asunto de su interés. Fueron los docentes parisinos los que desempolvaron oportunamente cierta ley de los francos salios, ¡en desuso desde el siglo VII! con el fin de excluir a las mujeres de la sucesión al trono.

Yo, que nací mujer, me puse a reflexionar en torno a mí misma y a mi conducta y en torno a otras mujeres que conocí. Llegué a la conclusión de que podía ser erróneo el testimonio de tantos hombres ilustres que vituperaron a todo el sexo femenino sin excepción, y al que apelaban los mecanismos sociales para someternos a una condición de servidumbre y obediencia con respecto al varón. Si las mujeres hubieran escrito los libros, estoy segura de que lo habrían hecho de otra forma.

Filósofos, poetas y moralistas parecían hablar al unísono para concluir que la mujer es intrínsecamente mala e inclinada al vicio. Yo me rebelaba entonces y le preguntaba a Dios por qué no me había hecho nacer varón a fin de no equivocarme en nada y poseer esa gran perfección que los hombres decían tener.

Yo estaba convencida de que si a las mujeres se las educara de la misma manera que a los hombres, podrían tener las mismas facultades que ellos, incluso en el terreno científico y jurídico, lo que no excluiría que entre los hombres, como entre las mujeres algunos individuos fueran más inteligentes que otros.

Yo escribí que la dama debía saber defenderse y tomar corazón de hombre, es decir, ser constante, fuerte y prudente ante las situaciones difíciles y no reaccionar encogiéndose en lloros y lágrimas. No debía esperar que la protegieran en aquellos tiempos donde se habían perdido todos los valores de la caballería que tanto primaron en nuestra noble Francia. Por ello yo me esforzaba en invitar a las mujeres a instruirse, pues la ignorancia podía ser la causa de su pérdida.

En la época en que el rey de Inglaterra fue depuesto surgió en París (mejor dicho, provoqué yo) la primera de las disputas feministas, que levantó una gran polvareda. Cayó en mis manos el best-seller del momento, el Roman de la rose. Y no me gustó nada.

La primera parte, compuesta en 1245, era un poema alegórico que habla del amor. Pero quedó inacabado. Y un tal Jean de Meung, famoso por demás entre mis contemporáneos, tuvo la retorcida idea de acabarlo con un cinismo sorprendente, expresando abiertamente su desprecio por la mujer, considerando el amor como una satisfacción de los instintos, naturalmente, de los instintos del varón. Todavía se me revuelve la sangre cuando recuerdo su desdén.

Para que entendáis la magnitud de lo que pasó os diré que los últimos papas habían vivido en Aviñón, eran todos franceses y estaban formados por la universidad o influidos por ella. Sí, la misma universidad que tenía tanto poder, como os conté antes. Jean de Meung era el abanderado de esa universidad. ¡Y a ese personaje, unánimemente halagado, que encarnaba la autoridad del cuerpo universitario, fue al que yo me atreví a atacar!

Escribí que las damas eran todos los días culpadas, difamadas y engañadas por bellacos, y que su honor era pisoteado. Escribí que las damas acusaban a los que estudiaban en las escuelas por lanzar difamaciones sobre sus costumbres. Escribí que no eran ellas las que organizaban guerras, ni mataban, ni herían, ni saqueaban.

Me permití subrayar la grosería con la que se expresaba, camuflada bajo la apariencia de precisión. ¡Ah, cuánto echaba yo en falta la elegancia del lenguaje que suscitó la cortesía, cuando todavía el sentido caballeresco existía! Pero me permití algo más: me dirigí por escrito al preboste de Lille y le comuniqué el horror que había sentido por las enseñanzas que difundía el tal poema contra las mujeres. Me esforcé en hacerle entender que sería justo si difamara sólo a las de mala vida, pero es que ¡la condición femenil era de por sí suficiente motivo para la calumnia!

Claro, lo que pasó después era de esperar. Los universitarios parisinos aguzaron el oído. Recibí una misiva en la que una alta autoridad eclesiástica manifestaba tener hacia a mí compasión y amor caritativo y me invitaba a corregir mis horribles palabras, prometiendo, en ese caso y gracias a su misericordia, darme penitencia saludable.

Le contesté con desprecio y argumentos apelando a la memoria de las muchas mujeres valientes que habían existido.

La jauría fue reuniéndose y publicando escritos contra mí, reconociendo que quizá no carecía completamente de inteligencia pero puntualizando que "en la medida en que una mujer pueda tenerla". La querella se extendió: toda la universidad de París estaba conmocionada ante la idea que alguien (para colmo, mujer) pudiera emprenderla con el autor del Roman de la Rose, en quien se veían reflejados.

Pero entonces sucedió algo insospechado. Jean Gerson, un universitario, ¡desautorizó públicamente a los difamadores y me dio su apoyo! Creo que no podéis comprender desde vuestra época lo inusual y extraordinario que fue este gesto.

Aquel acontecimiento marcó un giro importante en la cuestión. Tres años después de comenzar la disputa el duque de Orleans organizaba en su palacete una fiesta, a la que asistí. Se creó entonces la Orden de la Rosa, y los hombres que asistían entraban en esa orden para asumir la defensa del honor de las damas. ¡Santo cielo! ¡Los grandes de este mundo se habían conmovido! En lo sucesivo, yo fui la guardiana de la Orden de la Rosa. Gran victoria, que no considero mía sino de Justicia.

La disputa todavía se prolongó dos años más, pero fueron sumándose escritos y réplicas de las dos partes. Ya no estaba sola. Hubo hombres de relevancia social, en el medio universitario, en el eclesiástico y en la nobleza, que tomaron partido por mí. Todavía lo recuerdo como algo increíble. ¡Gran agitación en el campo de los universitarios! Se podía desdeñar la necesidad de responder a una "mujercilla", ¡pero no al canciller de la universidad de París!

La reina Isabel no permaneció insensible en este asunto. Recibí regalos suyos y reconoció mi talento. Lo cierto es que todos se inclinaron ante mi valor por no haber dudado en desafiar a la universidad, ese mundo que se nos prohibía. Lo digo sin orgullo, alegrándome por todas las mujeres. Parecía que estaba logrando mover otra vez hacia arriba la rueda de Fortuna.

La ciudad de las damas

Fue frecuente en mi época utilizar en la literatura figuras como la nave, el castillo o el damero para mostrar una visión del mundo como navegación, torneo o juego, con suficiente fuerza simbólica como para poder conformar el argumento narrativo de una novela o un texto didáctico. Mi libro se desarrolla a través de la imagen de una ciudad que se construye.

Algunas de vuestras leyendas cuentan cómo en la argamasa que cimentó los muros de algunas ciudadelas se empleó sangre de toro en vez de agua. La ciudad de las damas está sellada con un mortero mezclado con tinta. El foso profundo en el que han de ir los cimientos de la ciudad se vacía primero de todos los prejuicios que los hombres han propagado sobre las mujeres. Intervienen alegóricamente Razón, Justicia y Derechura (Rectitud) que dirigen la construcción de esa nueva ciudad.

Os brindo ahora algunos fragmentos de este libro que pensé especialmente para las mujeres. Todavía circula por vuestras librerías. El manuscrito lo pudisteis visitar en el pabellón de Francia de la Exposición Universal de Sevilla de 1992.

(...) Las mujeres han estado mucho tiempo abandonadas sin defensa (...) Podría ganarse la causa más injusta pleiteando sin la parte contraria. (...) Venimos a anunciarte la construcción de una ciudad. (...) Sólo habitarán en ella mujeres ilustres de buena reputación, puesto que los muros de nuestra ciudad estarán prohibidos a todas aquellas que carezcan de virtudes. (...) Desecha, pues, de esta cantera las piedras en bruto, negras y mal talladas (...) La ciudad que tú fundarás con nuestra ayuda (...) será asaltada muchas veces, pero nunca presa ni vencida.

(...) queremos sacarte de esa ignorancia que te ciega hasta tal punto que rechazas lo que sabes con toda certeza para adoptar una opinión en la que no crees, ni te reconoces, porque sólo está fundada sobre los prejuicios de los demás. (...) Tú pareces creer que todo cuanto afirman los filósofos es artículo de fe y que no pueden equivocarse.

(...) (Razón) La divina Providencia, que nada deja al azar, nos ha encargado vivir entre los hombres y mujeres de este bajo mundo, pese a nuestra esencia celeste (...) Si su entendimiento puede atender a razones, llego sigilosamente a sus mentes, los amonesto y sermoneo para hacerles ver sus errores, explicándoles las causas, y luego les enseño cómo hacer el bien y evitar el mal. Como mi papel es que cada uno y cada una se vea en su alma y conciencia y conozca sus vicios y defectos, no tengo por emblema el cetro sino el espejo refulgente que llevo en la diestra.

(...) existe además una razón muy especial, (...) por la cual hemos venido (...) para que las damas y todas las mujeres de mérito puedan de ahora en adelante tener una ciudadela donde defenderse contra tantos agresores.

(...) (Derechura) Vivo entre los justos, a quienes exhorto a hacer el bien, a devolver a cada uno lo que le pertenece, a decir la verdad y a luchar por ella, a defender el derecho de los pobres e inocentes, a no usurpar el bien ajeno, a hacer justicia a los que acusan en falso. Soy el escudo de los que sirven a Dios.

(...) soy Justicia, hija predilecta de Dios, de cuya esencia procedo. (...) No cedo nunca porque no tengo ni amigos ni enemigos; mi voluntad es inconmovible. La piedad no puede vencerme, la crueldad no me conmueve en absoluto. Mi única obligación es juzgar, distribuir y devolver a cada uno según su mérito (...) y nada puede durar sin mí (...) A los hombres y mujeres que quieren creerme les enseño a corregirse, a reconocerse y a censurarse (...) a distribuir los bienes sin favoritismos, a decir la verdad, a huir y odiar la mentira, a evitar todo vicio. Esta copa de oro fino que ves en mi mano diestra, medida de buen tamaño, me la ha dado Dios para devolver a cada uno lo debido (...) Se ajusta a cada caso sin que nadie pueda quejarse de lo que le atribuyo. Los hombres de este mundo tienen otras medidas, que dicen basadas en la mía, a modo de patrón, pero se equivocan, pese a invocarme en sus pleitos

(...) El más grande es aquel o aquella que más méritos tiene. La superioridad o inferioridad de la gente no reside en su cuerpo, atendiendo a su sexo, sino en la perfección de sus hábitos y cualidades.

(...) Así, quiso Dios que el hombre y la mujer le sirvan de forma distinta, que se presten mutua ayuda, cada uno a su manera. Por ello dotó a los dos sexos con la naturaleza y cualidades necesarias para cumplir con sus deberes, aunque a veces los seres humanos se equivoquen sobre lo que les conviene.

(...) te vuelvo a decir, y nadie podrá sostener lo contrario, que si la costumbre fuera mandar a las niñas a la escuela y enseñarles las ciencias con método, como se hace con los niños, aprenderían y entenderían las dificultades y sutilezas de todas las artes y ciencias tan bien como ellos. Ya se han dado esas mujeres.

(...) ¿Qué ciudadanas albergará nuestra ciudad? Por supuesto que no queremos mujeres frívolas y casquivanas, sino de gran mérito y fama, porque no hay mejor morador para una ciudad ni mayor hermosura que unas mujeres valiosas.

(...) Tu padre, gran sabio y filósofo, no pensaba que por dedicarse a la ciencia fueran a valer menos las mujeres. Al contrario, como bien sabes, le causó gran alegría tu inclinación hacia el estudio. Fueron los prejuicios femeninos de tu madre los que te impidieron durante tu juventud profundizar y extender tus conocimientos, porque ella sólo quería que te entretuvieras en hilar y otras menudencias que son ocupación habitual de las mujeres. Pero, como reza el dicho (...) "Lo que Naturaleza da, nadie lo quita". Y tu madre no pudo arrancar en ti ese gusto por la ciencia, esa tendencia natural que te ha permitido ir cosechando el saber, aunque fuera recogiendo migajas.

(...) Honorables damas, alabado sea Dios porque queda terminada la construcción de nuestra ciudad que os acogerá a todas. Vosotras que os preciáis de virtud, dignidad y fama, seréis bien acogidas en una ciudad levantada y edificada para todas las mujeres de mérito, las de ayer, hoy y mañana. (...) Ha sido construida con virtudes, materiales tan brillantes que podéis veros reflejadas en sus resplandecientes edificios.

Despedida

¡Cuántas cosas os podría contar de mi tiempo! Lo cierto es que, además de las penalidades diarias, fui testigo de algunos graves acontecimientos que sacudieron la historia de mi época. Excepcionalmente, me tocó el privilegio de conocer de primera mano un caso sorprendente, lo que sucedió con Juana

¡Cómo lloraba Francia desde aquel 25 de octubre de 1415 en que vio caer a unos 7.000 combatientes mientras los ingleses no perdieron más que a 400 ó 500 hombres en la batalla!

Sí, la famosa batalla de Azincourt que ganó Enrique V de Inglaterra.

Pero Francia y yo estábamos en el otro bando y nos tocó la peor parte: la derrota, el desánimo, el hambre, la falta de un rey legítimo. Muchas desdichas flotando en el aire.

Escribí Horas de contemplación sobre la Pasión de Nuestro Señor con el propósito de mitigar el duelo de tantas mujeres enlutadas.

Pero llegó un momento en que la vida me pesaba demasiado y ni siquiera encontraba consuelo en mi pluma. Pillajes, depredaciones, un país arruinado. Demasiado dolor. Me refugié en la paz del convento de Poissy, donde había profesado mi hija, el único miembro de mi familia que todavía vivía.
Once años de silencio. Pero ocurrió algo insólito y no pude contener el impulso de escribir sobre ello. Vosotros me lo agradecéis porque no conserváis ningún otro testimonio literario coetáneo de lo sucedido.



Pocos podían dar crédito a lo que corría de boca en boca. Una muchacha de 16 años había liberado Orleans en ocho días, después de estar sufriendo un asedio de siete meses. ¡16 años! ¡Una mujer!



Aquella ciudad marcaba la suerte de Francia. Era lo más extraordinario que podía suceder. Desde luego, yo no tuve dudas ni un instante de que ella era un instrumento divino y así lo manifesté y mantuve siempre. Cuando supe que el delfín se había convertido en el rey Carlos VII no pude sujetar mi mano ante el papel.

Juana de Arco y los ingleses. ¡Qué placentera fecha la de aquel julio de 1429! Escribí apasionadamente sobre la virtud y la capacidad de Juana, pero lo que más me enorgullecía era que fuera una mujer la que había recuperado y dejado a salvo el reino de Francia, algo que 5.000 hombres no podrían haber hecho. Una chiquilla a la que no pesaban las armas. Los enemigos huían ante ella. ¿No es algo fuera de lo común?

Mi alegría fue total después de aquella incomparable primavera. Me vi colmada como poetisa y como historiadora.

Fortuna moviendo la rueda hacia adelante y hacia atrás. Yo, que pasé mi existencia intentando convencer a mis contemporáneos de que hacían mal despreciando a la mujer, que siempre alabé el valor como virtud femenina, no podía desear mejor justificación que el ejemplo magnífico de esta deslumbrante doncella. En medio de una soldadesca sin comedimiento, se impuso por su pureza y pudo exigir a los otros esa rectitud de la que ella misma dio testimonio, pues no escatimaba nada, combatiendo en vanguardia o protegiendo la retaguardia, según la acción lo exigía.

De rebote, los hechos de armas y de caballería a los que yo había consagrado no hacía tanto un volumen, encontraron una ilustración completamente inédita: una mujer en la que se encarnaba el valor de los caballeros de antaño y que era en sí misma y a la vez el Caballero y la Dama.

Le ditié de Jehanne d'Arc fue mi última obra. La sorprendente epopeya de Juana venía a colmar tan expresamente mis deseos (mejor dicho, superaba en tal medida todo lo que yo había podido prever y desear) que me fui de este mundo con una sensación de complacencia interior. 

Sí, me fui, aunque ya no recuerdo la fecha exacta. El mundo me olvidó y yo descansé hasta que, ¡misterios del destino!, en vuestro cambio de milenio comenzaron a proliferar los estudios sobre mi obra, tanto tiempo inadvertida, pues hasta 1940 no se imprimieron algunos fragmentos.

Os he contado todo esto para que veáis qué diferentes pueden ser las condiciones sociales que enmarcan una vida y cómo lo que para unos es natural y legítimo para otros es motivo de lucha y preocupación.

Sólo una cosa permanece siempre invariable: la aspiración de toda persona a una condición digna que le permita desarrollar sus aspiraciones espirituales, sus inquietudes de saber, de mejorar, de ofrecer algo a los demás.

En eso sí nos parecemos vosotros y yo.

Yo os he ofrecido mi historia. Tal vez me tendríais que ofrecer vosotros la vuestra.

Esmeralda Merino

Bibliografía

Christine de Pizan. Lola Esteva de Llobet. Col. Biblioteca de mujeres. Ediciones del Orto. Madrid 1999. 
Cristina de Pizan. Régine Pernoud. Colección Medievalia. José J. De Olañeta, Editor. Palma de Mallorca, 2000. 
La ciudad de las damas. Cristina de Pizán. Colección Biblioteca Medieval. Editorial Siruela, 2000. Edición a cargo de Mª José Lemarchand. 
La mujer en el tiempo de las catedrales. Regine Pernoud. 
La mujer en la Edad Media. Margaret Wade Labarge. Editorial Nerea, Madrid 1996. 
Mujeres medievales. Eileen Power. Encuentro Ediciones. Madrid 1991.

http://www.revistaesfinge.com/culturas/historia/item/624-23cristina-de-pizan





OEUVRES POÉTIQUES DE
CHRISTINE DE PISAN

PUBLIÉES PAR MAURICE ROY

TOME PREMIER

BALLADES, VIRELAIS, LAIS, RONDEAUX, JEUX A VENDRE ET COMPLAINTES AMOUREUSES

PARIS
LIBRAIRIE DE FIRMIN DIDOT ET Cie
RUE JACOB, 56
M DCCC LXXXVI


Quoy que n'eusse corage ne pensée
Quant a present de dits amoureux faire,
Car autre part adès suis a pensée,
Par le command de personne, qui plaire
Doit bien a tous, ay empris a parfaire
D'un amoureux et sa dame ensement,
Pour obeïr a autrui et complaire,
Cent balades d'amoureux sentement.
Trés excellent, de grant haultesse
Couronnée, poissant princesse,
Trés noble roÿne de France,

4

Le corps enclin vers vous m'adresce
En saluant par grant humblece;
Pry Dieu qu'il vous tiengne en souffrance
Lonc temps vive, et après l'oultrance
8
De la mort vous doint la richece
De Paradis, qui point ne cesse,
Et au monde sanz decevrance
Paix, joye et toute recouvrance
12
De quanqu'il affiert a leece.
Haulte dame, en qui sont tous biens,
Et ma trés souvraine, je viens
Vers vous, comme vo creature,
16
Pour ce livre cy que je tiens
Vous presenter, ou il n'a riens,
En histoire n'en escripture,
Que n'aye en ma pensée pure
20
Pris ou stile que je detiens
Du seul sentement que retiens
Des dons de Dieu et de nature,
Quoy que mainte aultre creature
24
En ait plus en fait et maintiens.
Et sont ou volume compris
Plusieurs livres es quieulx j'ay pris
A parler en maintes manieres
28
Differens, et pour ce l'empris
Que on en devient plus appris
D'oÿr de diverses matieres,
Unes pesans, aultres legieres,
32
A qui se delitte ou pourpris
Des livres, qui maint ont en pris
Fait monter et prendre manieres
Belles; si doit on avoir chieres
36
Escriptures, non en despris.
Car, si que les sages tesmoignent
En leurs escrips, les gens qui songnent
De lire en livres voulentiers,
40
Ne peut qu'aucunement n'eslongnent
Ygnorence, que ceulx ressongnent
Qui de sens suivent les sentiers,
Si en valent mieulx ceulx le tiers,
44
Voire plus qui s'en embesongnent
Et qui la peine ne ressongnent
D'apprendre, il n'est si beaulx mestiers
Ne qui face gens si entiers,
48
Quoy que les folz, peut estre, en grongnent
Si l'ay fait, ma dame, ordener
Depuis que je sceus qu'assener
Le devoye a vous, si qu'ay sceu
52
Tout au mieulx et le parfiner
D'escripre et bien enluminer,
Dès que vo command en receu,
Selons qu'en mon cuer j'ay conceu
56
Qu'il faloit des choses finer
Pour bien richement l'affiner
A fin que fust apperceü
Que je mets pouoir, force et sceu,
60
Pour vo bon vueil enteriner.
Dont vous plaise, trés haulte et digne,
Le prendre en gré, tout soye indigne
Que mon euvre estre presentée
64
Vous doye, mais vostre benigne
Condicion qui ne decline
D'umilité, trés redoubtée
Dame, tout soiez hault montée,
68
Ne vous seuffre en fait ne en signe
Que ne soyez, comme roÿne
Doit estre, humaine et arrestée;
Et pour ce ne me suis doubtée
72
Que vous l'ayés a ce termine.
De mon labour et lonc travail
Du livre que mes en vo bail,
Qui contient grant euvre et penible,
76
Combien que peut estre g'y fail
En maint lieux parce que je vail
Trop pou en sens, bien est possible,
Ne vueillez pas, dame sensible,
80
Pour tant prendre garde au deffail,
Mais a ce que je me travail
Voulentiers de ce que possible
M'est a faire en chose loisible,
84
Qu'a haulte gent voulentiers bail.
Si suppli en conclusion,
Haulte dame d'atraction
D'empereurs de digne memoire,
88
Qu'en benigne devocion
Vous plaise mon entencion
Prendre en gré, qui loyale et voire
Est et sera, et si notoire
92
Ceste mienne posicion
Vous soit qu'a tousjours mencion
Soit de moy en vostre memoire,
Si que vostre grace m'avoire
96
Qu'ayés a moy affection.

Le ms. du Musée Britannique contient les mêmes formes de langue que nous rencontrons dans le ms. de la Bibl. Nat. Comme ce dernier il renferme 50 ballades «de divers propos», tandis que 29 seulement se trouvent dans les autres mss.; de plus il n'apporte pour ainsi dire pas de variantes au texte du ms. que nous avons reconstitué plus haut et paraît avoir été confectionné sur le même plan ou d'après les mêmes documents, mais à une époque un peu postérieure. Il contient en effet des oeuvres qui ne se trouvent pas dans le ms. du duc de Berry, à côté duquel nous le jugeons cependant digne à tous égards de prendre place.

Toutefois, malgré les avantages que peut offrir le ms. du Musée britannique, nous n'avons pas eu d'hésitation pour adopter dans cette édition le texte du ms. du duc de Berry et lui donner la préférence pour toutes les poésies qu'il renferme. Il est facile du reste d'invoquer en sa faveur les meilleures considérations, tirées non seulement de son origine bien établie, mais surtout de l'excellence de son texte. Enfin une dernière raison, et elle a bien son importance, il est de tous les mss. que nous ayons retrouvés, celui qui se rapproche le plus de la date de composition des différentes pièces dont il donne le texte9.

Note 9: La confection du ms. du Musée britannique ne peut en aucune façon être considérée comme antérieure à celle du ms. du duc de Berry. Ces recueils contiennent tous deux les Epîtres sur le Roman de la Rose renfermant une pièce datée de la fin de l'année 1407, or nous avons vu que notre ms., figurant à l'inventaire de 1413, a dû être composé entre cette dernière date et 1408, on pourrait tout au plus admettre que les deux mss. sont absolument contemporains, mais comme le ms. de Londres se trouve complété de diverses poésies nouvelles, il est logique d'en inférer qu'il est plus jeune de quelques années que son frère de la Bibl. Nat. (Voy. plus loin ce que nous disons au sujet des ballades de divers propos, Autres Balades § VII, p, XXXVI.)
Ce ne sera donc que pour mémoire, et afin d'établir une généalogie complète, que nous signalerons les mss. suivants, exécutés vers le milieu du XVe siècle et bien inférieurs sous tous les rapports aux deux mss. précédents:

B¹.—Le ms. 604 du fonds français, sur vélin, très volumineux (314 feuillets), mais incomplet de plusieurs feuillets, contient la plus grande partie des oeuvres poétiques de Christine; cependant sa préparation est restée inachevée, la place des miniatures est en blanc et les lettres initiales, destinées à recevoir une ornementation ne sont même pas indiquées10. Il était coté dans l'ancien fonds (Inventaire de 1682) sous le n° 7087-2 et provenait de la collection De La Mare n° 413.

Note 10. C'est d'après ce ms. inférieur que M. Guichard a donné le texte des Cent Ballades dans le Journal des savants de Normandie (année 1844, p. 371 et s.). Cette publication est, en outre, parsemée de fautes ou de mauvaises lectures.
B².—Le ms. 12779 (174 feuillets), à peu près de la même époque que le précédent, mais plutôt de la seconde moitié du XVe siècle, ne présente pas grand intérêt; défectueux de quelques feuillets, il renferme des miniatures très médiocres. Il a appartenu à La Curne de Sainte-Palaye qui en fit faire deux copies, l'une conservée aujourd'hui à la Bibliothèque de l'Arsenal sous le n° 3295 (provenant de la collection Mouchet, n° 6), et l'autre à la Bibl. Nat. Fonds Moreau, 1686 (Mouchet, n° 8).

B³.—Nous devons indiquer en même temps un autre ms. faisant partie de la même famille, et déposé par M. le comte de Toustain chez MM. Morgand et Fatout, libraires11. Il contient en deux volumes presque toutes les poésies de Christine, mais il est absolument identique pour le texte aux mss. 604 et 12779. Nous ferons également remarquer que ce ms. porte, comme ses deux contemporains de la Bibl. nat., la rubrique suivante inscrite sur la feuille de garde:

Note 11: Voir le Répertoire général de la librairie Morgand et Fatout, 1882, p. 190 (n° 1482).
«Cy commencent les rebriches de la table de ce présent volume, fait et compilé par Christine de Pisan, demoiselle, commencié l'an de grâce Mil c.c.c. iiij xx xix, Eschevé et escript en l'an Mil quatre cens et deux, la veille de la nativité Saint Jean-Baptiste.»

Cette mention, qui ne peut se rapporter qu'à la date de composition des premières poésies contenues dans ces trois mss., nous fournit une indication certaine pour établir la parenté rapprochée qui existe entre eux. Cette alliance se manifeste sous bien d'autres rapports. Nous en trouvons la preuve dans l'ordre identique suivi pour la transcription des différentes pièces, dans le nombre des ballades de divers propos qui est le même dans les trois mss., dans la forme orthographique des mots, dans la similitude des variantes, et enfin dans certaines lacunes et quelques vers faux qui se trouvent rectifiés dans les mss. A12.

Note 12: Voici quelques renvois qui prouvent en faveur de l'excellence du texte donné par la famille A:

Ainsi les vers suivants manquent dans la famille B: Cent Ballades, XI vers 22 à 25, XXIX v. 12 et 21, LXXII v. 22 à 25; Virelais, IX v. 10; Ier Lai, v. 73 et 74, 77, 208, 213, 241; IIe Lai, v. 55, 61, 74 à 76, 212; etc.

De plus, les vers indiqués ci-dessous se trouvent justes dans A tandis qu'ils sont faux dans B: Cent Ballades, III vers 5, XV v. 16, XX v. 7, XXIX v. 3, XXXVIII v. 13, XLIX v. 18; Virelais, XIII v. 5; Autres Ballades, VI v. 6, XII v. 6, etc.

Nous pourrions multiplier les exemples, mais ces indications nous semblent suffisantes pour édifier le lecteur.

Ces divers rapprochements nous ont permis de reconstituer dans le tableau suivant la généalogie probable des mss. contenant les oeuvres que nous publions dans ce premier volume:

                             ORIGINAL
                               /\
                  A¹         A²            «B»
                                         /      \
                                        B¹  B²  B³
Les quelques indications données plus haut sur la disposition des différentes oeuvres d'après les familles de manuscrits et sur le nombre variable des compositions, principalement des ballades de divers propos, ressortiront plus clairement encore des deux tableaux ci-joints, qui seront en même temps les meilleures pièces justificatives de la généalogie que nous venons d'établir.

Ordre suivant lequel sont disposées les diverses oeuvres contenues dans les manuscrits des familles A et B.

             A¹                   A²                      B¹ B² B³

I.    1.--CENT BALLADES.          1.--CENT BALLADES.      1.--CENT BALLADES.

II.   2.--16 VIRELAIS.            2.--16 VIRELAIS.        2.16 VIRELAIS

III.  3.--4 BALLADES              3.--4 BALLADES          3.--3 BALLADES
            D'ESTRANGE FAÇON.         D'ESTRANGE FAÇON.      D'ESTRANGE FAÇON.
                                                          La 4e se trouve
                                                          reportée au milieu
                                                          des autres Ballades,
                                                          sous le n° XXI.

IV.   4.--2 LAIS.                 4.--2 LAIS.             4.--29 BALLADES DE
                                                          DIVERS PROPOS
                                                          (29 ballades
                                                          seulement).

V.    5.--67 RONDEAUX.            5.--67 RONDEAUX.        5.--COMPLAINTE
                                                          AMOUREUSE.
      Les rondeaux 59, 62,         Le même ordre
      63 et 64 manquent            sauf pour les
      dans B.                      rondeaux XXVII
                                   et XXVIII qui portent
                                   ici les numéros
                                   XLVII et XLVIII.

VI.   6.--70 JEUX A VENDRE.       6.--70 JEUX A VENDRE.   6.--2 LAIS.

VII.  7.--50 AUTRES BALLADES ou   7.--50 BALLADES DE      7.--65 RONDEAUX
          BALLADES DE DIVERS          DIVERS PROPOS.      Les rondeaux 54 et
          PROPOS                                          69 manquent dans A.
      La ballade 44 de A2 manque    Même ordre et même
      et est                        nombre, mais la
      remplacée par une autre (45)  ballade 46 de A1
      qui ne                        manque et est
      se trouve pas dans A2.        remplacée par une
                                    nouvelle.

VIII. 8.--ÉPITRE AU DIEU          8.--UNE COMPLAINTE       8.--70 JEUX A
          D'AMOURS.                   AMOUREUSE.               VENDRE.

IX.   ..................          9.--ENCORE AUTRES       ..................
                                      BALLADES.

X.    9.--COMPLAINTE AMOUREUSE    10.--ÉPITRE AU DIEU     9.--LE DÉBAT DE DEUX
                                       D'AMOURS.              AMANTS.

XI.   ..................          11.--UNE AUTRE          ..................
                                       COMPLAINTE
                                       AMOUREUSE.

XII.  10.--LE DÉBAT DE DEUX       12.--LE DÉBAT DE DEUX    10.--ÉPITRE AU DIEU
           AMANTS.                     AMANTS.                  D'AMOURS.

XIII. ....................        ....................     11.--LE DIT DE LA
                                                                ROSE.
XIV.  11.--LE DIT DES             11.--LE DIT DES          12.--LE DIT DES
           TROIS JUGEMENTS             TROIS JUGEMENTS          TROIS JUGEMENTS
           AMOUREUX.                   AMOUREUX.                AMOUREUX.


XV.    12.--LE DIT DE POISSY.     14.--LE DIT DE POISSY.   13.--LE DIT DE
                                                                 POISSY.

XVI.   13.--LES ÉPITRES SUR       15.--L'ÉPITRE D'OTHEA.   14.--L'ÉPITRE
            LE ROMAN DE LA ROSE.                                D'OTHEA.

XVII.  14.--L'ÉPITRE D'OTHEA.     16.--LE DUC DES VRAIS    15.--LES ÉPITRES SUR
                                       AMANTS.                  LE ROMAN DE LA
                                                                ROSE.

XVIII. 15.--LE CHEMIN DE LONGUE   17.--LE CHEMIN DE        16.--LES
            ÉTUDE.                     LONGUE ÉTUDE.            ENSEIGNEMENTS
                                                                MORAUX.

XIX.   16.--LES ENSEIGNEMENS      18.--LE DIT DE LA        17.--ORAISON NOTRE
            MORAUX.                    PASTOURE.                DAME[13].

XX.    17.--ORAISON NOTRE DAME.   19.--LES ÉPITRES SUR     18.--LES QUINZE
                                       LE ROMAN DE LA ROSE.     JOYES NOTRE
                                                                DAME[13].

XXI.   18.--LES QUINZE JOYES      20.--ÉPITRE A EUSTACHE   19.--ORAISON NOTRE
            NOTRE DAME.                MOREL.                   SEIGNEUR[14].

XXII.  19.--LE DIT DE LA          21.--ORAISON NOTRE       20.--LE DIT DE LA
            PASTOURE.                  SEIGNEUR.                PASTOURE[15].
                                                                B¹ B³

XXIII. 20.--ORAISON NOTRE         22.--PROVERBES MORAUX.   21.--LE CHEMIN DE
            SEIGNEUR.                                           LONGUE
                                                                ÉTUDE[16].

XXIV.  ...............            ...................      22.--LA MUTATION DE
                                                                FORTUNE. B¹

XXV.   21.--LE DUC DES VRAIS      23.--LES ENSEIGNEMENTS   23.--ÉPITRE A LA
            AMANTS.                    MORAUX.                  REINE ISABELLE
                                                                (incomplet)
                                                                (feuillets                                                                                                       arrachés).

XXVI.  22.--ÉPITRE A LA REINE     24.--ORAISON NOTRE DAME.
            ISABELLE.

XXVII. 23.--ÉPITRE A EUSTACHE     25.--LES QUINZE JOYES
            MOREL.                     NOTRE DAME.

XXVIII.  24.--PROVERBES MORAUX.   26.--LE LIVRE DE PRUDENCE.

XXIX.    25.--LE LIVRE DE         27.--LA CITÉ DES DAMES.
              PRUDENCE.

XXX.                              28.--CENT BALLADES D'AMANT
                                       ET DE DAME.
Note 13: Ces deux pièces manquent dans le ms B¹ par suite de feuillets arrachés, mais sont indiquées dans les «rebriches» de la table de ce manuscrit.
Note 14: Le ms. B¹ ne renferme qu'un fragment de cette oraison; dans B² plusieurs feuillets ont été arrachés à la place qu'elle devait occuper; seul B³ dans la famille en donne le texte complet.
Note 15: Quelques feuillets ont été coupés dans B¹ à l'endroit qui devait contenir «le Dit de la Pastoure»; dans B² l'oeuvre n'est pas complète, tous les derniers feuillets du volume ayant été enlevés.
Note 16: Dans B¹ les 100 premiers vers du poème manquent, plusieurs feuillets ayant été coupés.
TABLEAU PRÉSENTANT LA CONCORDANCE
DES BALLADES DE DIVERS PROPOS
SELON LES FAMILLES DE MANUSCRITS A ET B



    (N)      REFRAINS DES BALLADES                                 (A) (B)

     I. --Car qui est bon doit estre appelle riche                  1   1
    II. --Si com tous vaillans doivent estre                        2   3
   III. --Et Dieux vous doint leur bon droit soustenir              3   2
    IV. --Et honneur en toutes querelles                            4   4
     V. --Avisons nous qu'il nous convient morir                    5   5
    VI. --Ne les princes ne les daignent entendre                   6   6
   VII. --Car de Juno n'ay je nul reconfort                         7   7
  VIII. --Il veult trestout quanque je vueil                        8   »
    IX. --Amours le veult et la saison le doit                      9   8
     X. --Amours le veult et la saison le doit                     10   9
    XI. --Assez louer, ma redoubtée dame                           11  10
   XII. --Si qu'a tousjours en soit memoire                        12  11
  XIII. --Vous semble il que ce fausseté soit?                     13  12
   XIV. --Juno me het et meseür me nuit                            14  13
    XV. --Se Dieu et vous ne la prenez en cure                     15  14
   XVI. --Ce premier jour que l'an se renouvelle                    »  15
  XVII. --N'on n'en pourroit assez mesdire                         16  16
 XVIII. --Ce jour de l'an, ma redoubtée dame                       17  17
   XIX. --Ce jour de l'an vous soiez estrené                       18  18
    XX. --Ce plaisant jour premier de l'an nouvel                  19  19
   XXI. --Si le vueillez recepvoir pour estreine                   20   »
  XXII. --Si le vueilliez, noble duc, recevoir                     21  20
        --[17] Aime le; si feras que sage                           »  21
 XXIII. --Faittes voz faiz à voz ditz accorder                     22  22
  XXIV. --Le corps s'en va, mais le cuer vous demeure              23  23
   XXV. --Fleur de printemps, muguet et fleur d'amours             24   »
  XXVI. --Et certes le doulz m'aime bien                           25   »
 XXVII. --Et ce vous fait à tout le monde plaire                   26  24
XXVIII. --En ce jolis plaisant doulz moys de May                    »  25
  XXIX. --De hault honneur et de chevalerie                        27  26
   XXX. --Sera retrait de leur haulte vaillance                    28  27
  XXXI. --On vous doit bien de lorier couronner                    29  28
 XXXII. --A pou que mon cuer ne font?                              30   »
XXXIII. --D'entreprendre armes et peine                            31  29
XXXIV à LIII. Ces ballades existent seulement dans les          32 à 50 »
          mss. de la famille _A_ et suivant un ordre
          identique; remarquons en outre,                          50  29
          que l'écriture de _A¹_ se modifie d'une
          façon très sensible à partir de la ballade
          XL (fol. 41 v°)                                        ----  --



[N] Numéros des ballades dans la présente édition
[A] Numéros des ballades dans la famille A
[B] Numéros des ballades dans la famille B

Note 17: Cette ballade se trouve dans A sous la rubrique «Balades d'estrange façon».
L'ordre dans lequel nous donnons les poésies de Christine de Pisan est sensiblement le même que celui adopté dans tous les mss.; nous avons d'ailleurs suivi exactement la disposition du ms. du duc de Berry, il nous a été seulement indispensable d'intercaler les pièces nouvelles heureusement retrouvées dans le ms. du Musée britannique, et de faire un simple rapprochement nécessaire à la composition du cadre du volume18.

Note 18: C'est ainsi que nous avons dû réunir à la fin du volume les deux Complaintes amoureuses, bien que la première de ces complaintes soit placée dans le ms. du duc de Berry après l'Epitre au dieu d'amours.
Les petites poésies reproduites dans les pages qui suivent forment le début de la carrière poétique de Christine, encore tout émue de son veuvage prématuré. Elles ont établi sa réputation en lui attirant de puissants protecteurs tels que la reine Isabelle de Bavière; le duc de Berry; la duchesse de Bourbon; le duc d'Orléans; Philippe le Bon, duc de Bourgogne; Charles d'Albret, connétable de France, etc. Leur place en tête de cette édition était donc tout indiquée. Nous allons du reste passer en revue les différentes oeuvres contenues dans notre premier volume et esquisser rapidement l'impression que nous a produite leur lecture.

I.—CENT BALLADES

Les Cent Ballades doivent être considérées comme les premiers essais de Christine. Elles ne sont certainement pas postérieures aux rondeaux et autres petites pièces que l'auteur a composées dans sa jeunesse; d'ailleurs dans tous les mss. elles occupent le premier rang. Rassemblées à la prière d'un ami resté inconnu (voy. ballade C) les ballades qui forment ce recueil traitent de sujets fort différents et paraissent avoir été inspirées à des époques diverses ou tout au moins à des intervalles de temps assez notables. Car la date de la mort d'Etienne du Castel étant connue19, il a été possible de fixer d'une façon précise l'époque de la composition de deux ballades, en premier lieu la ballade IX, écrite cinq ans après la mort de l'époux regretté, c'est-à-dire en 1394, puis la ballade XX, par laquelle nous apprenons que le coeur de la veuve n'a éprouvé aucune impression de joie depuis près de dix ans, ce qui permet d'assigner à cette pièce la date de 1399. Nous pensons donc que c'est dans un intervalle d'au moins cinq ou six années qu'ont dû être composés la plupart de ces morceaux poétiques. Il était d'ailleurs d'usage à cette époque de réunir ainsi des pièces détachées, inspirées dans les circonstances les plus diverses et traduisant les impressions les plus opposées. On les rassemblait en nombre suffisant pour former un livre sous la rubrique «Cent Ballades». C'est ainsi que la cour d'amour de Louis d'Orléans nous a donné le livre des Cent Ballades20 et que notre poète lui-même, comme nous l'avons annoncé plus haut, a désigné sous un titre analogue ses Ballades «d'Amant et de Dame».

Note 19: Il y a lieu d'adopter, selon toute vraisemblance, l'année 1389 comme celle de la mort d'Etienne du Castel. Au commencement de son livre du Chemin de long estude, Christine nous apprend en effet que son deuil remonte à environ 13 ans, et comme un peu plus loin elle ajoute qu'elle a commencé à écrire ce poème au mois d'octobre 1402, la date de 1389 s'obtient logiquement de ce simple rapprochement.
Note 20: Le livre des Cent Ballades, publié par M. le marquis de Queux de Saint-Hilaire. Paris, 1868.
Dès les premiers vers Christine nous prévient qu'elle cède à de pressantes sollicitations et que ses poésies reflèteront la douleur qui s'est emparée d'elle depuis la mort de celui en qui consistait tout son bonheur; «Seulette», tel est l'écho de ses vers!

Les premières ballades sont en effet empreintes de la plus profonde tristesse, et l'auteur semble se complaire à retracer longuement ses regrets amers et son désespoir, mais à partir de la vingt-et-unième ballade la veuve éplorée, s'abandonnant à des inspirations plus séduisantes, élève ses pensées vers les régions de l'amour le plus pur, et peint avec une exquise sensibilité les sentiments si divers qui peuvent agiter les coeurs de ceux qui ont aimé ou qui aiment encore.

Christine révèle dans cette poésie toute la richesse de son talent et de son art des développements; elle déploie ses pensées en modulations infinies, et exprime sous les formes les plus variées les effets d'un même sentiment; vingt fois elle refait chaque pièce sans se répéter, et les ballades se succèdent, traduisant sans cesse la même idée, et cependant ce sont toujours des ballades nouvelles.

Ces impressions sont touchantes de vérité et de simplicité, mais nous ne pouvons y voir, comme l'a supposé M. Paulin Paris21, l'image des sentiments personnels de l'auteur. Car l'aimable poète a pris soin lui-même de nous prévenir contre toute pensée de ce genre. Ne fallait-il pas d'ailleurs expliquer l'étrange contraste que produisent ces chants d'amour succédant à des cris d'infortune et de douleur?

Note 21: Voy. Manuscrits françois de la Bibliothèque du roi, V, p. 152 et 153.
La ballade L doit faire disparaître les moindres doutes, Christine y fait allusion à ses scrupules et s'excuse de traiter de sujets d'amours qui paraissent se rapporter à elle, craignant que ce ne soit un motif d'insinuations malveillantes22; elle ajoute que ces pensées n'ont nullement les tendances que l'on pourrait supposer; car, bien que de grands seigneurs aient montré pour elle de l'affection, son coeur ne ressent aucune impression d'amour ni de dépit, elle fait d'ailleurs appel, dans le refrain de sa ballade, au jugement de «tous sages ditteurs». Plus loin (ballade C) la même préoccupation se traduit encore dans ses deux vers:

Qu'on le tiengne a esbatement
Sans y gloser mauvaisement.
Note 22: Les différentes pièces des Cent Ballades doivent être considérées essentiellement comme des jeux d'esprit et de sentiment. Il est possible que certaines d'entre elles traduisent les impressions ressenties par quelques personnages de l'époque ou aient été composées à l'intention de seigneurs familiers de la cour de Charles VI, mais la révélation de l'auteur à la ballade C

Ne les ay faittes pour merites
Avoir ne aucun paiement
nous interdit de penser qu'il ait pu transformer son talent en officine de compliments et de complaintes favorables à des intrigues amoureuses.

Le soin que la célèbre femme met à défendre sa réputation pourrait, jusqu'à un certain point, paraître exagéré, si l'on ne tenait justement compte des récriminations violentes qu'avait dû susciter son ardente polémique contre l'oeuvre la plus estimée et la plus admirée de son époque, le Roman de la Rose.

Celle qui excellait à retracer dans ses vers la défense de l'honneur des femmes et la louange de leurs vertus23, devait bien être jalouse pour elle-même de semblables éloges. N'avait-elle pas d'ailleurs le droit de dissiper les moindres doutes qui auraient pu planer sur son veuvage irréprochable et d'étouffer à l'avance les calomnies de ses adversaires? C'est, comme nous le verrons par la suite, la préoccupation constante d'une vie pleine de candeur que tous les historiens se sont accordés à nous représenter comme le modèle de la douce et simple vertu.

Note 23: Voy. l'Epitre au dieu d'amours, le Dit de la Rose,... etc...
Les pensées d'amour ne forment pas exclusivement les sujets de toutes les ballades de Christine de Pisan. On trouve parsemées çà et là les idées les plus diverses, et l'auteur sait varier avec un art accompli l'expression et le tour de ses poésies: ici le sentiment des tristesses produites par la maladie (Ball. XLIII), là l'éloge finement ironique d'un personnage contemporain (Ball. LVIII), puis une dissertation sur les qualités des bons chevaliers (Ball. LXIV), plus loin une pièce satirique contre les maris jaloux (Ball. LXXVIII). Mentionnons encore, en raison de leur mérite et de leur originalité, la louange d'un grand chevalier (Ball. XCII), les angoisses causées par la maladie du roi Charles VI (Ball. XCV), enfin l'aspiration à la félicité éternelle (Ball. XCIX), comme placée en opposition avec les sentiments les plus délicats d'amour et de bonheur que l'on puisse éprouver sur cette terre.

II.—VIRELAIS

Les virelais, au nombre de 16, n'ont pas le même mérite que les ballades. Il importe cependant de signaler le premier qui traduit heureusement les efforts pénibles du poète pour dissimuler sa douleur, et le dixième qui nous offre une jolie pièce sur la Saint-Valentin.

Enfin, notons également le virelai XV parce qu'il fournit quelques indications sur le sentiment et l'objet de ces diverses compositions. Christine y constate de nouveau que ses poésies sont souvent l'expression de ses pensées d'amertume et de regrets, mais elle ajoute que, si on lui donne mission de traduire les impressions des autres, il lui faut improviser des sentiments opposés, et qu'alors, pour alléger un peu sa douleur, elle compose des pièces qui reflètent généralement la joie et le bonheur.

III.—BALLADES D'ÉTRANGES FAÇONS

Ces quatre ballades ont été préparées suivant le goût et la mode de l'époque. Elles n'ont d'autre mérite que celui de la difficulté vaincue.

IV.—LAIS

Les deux compositions que Christine nous donne sous forme de lais ne présentent aucun caractère particulier qui puisse nous permettre de leur assigner une date quelconque ou de supposer avec la moindre apparence de vraisemblance les motifs possibles de leur confection.

Nous n'y remarquons qu'un nouveau mode de poésie d'un genre encore inconnu à notre poète, et sur lequel il a voulu exercer la verve de son talent en se conformant d'une façon générale aux principes exposes par Eustache Deschamps dans son «Art de dictier et de fere chançons, balades, virelais et rondeaux24» et en montrant son habileté à assembler les rimes léonines.

Note 24: Voy. Poésies d'Eustache Deschamps, éd. Crapelet, p. 278. M. de Queux de Saint-Hilaire a reproduit dans son édition le passage relatif aux Lais, t. II, p. 357.
Malheureusement, les règles étroites auxquelles se trouve assujettie la diction de l'auteur ont pour inconvénient d'obscurcir fortement la pensée et de ne laisser entrevoir le plus souvent qu'un sens à peine intelligible. Car il serait assez difficile de déterminer exactement la raison d'être du premier lai dont le sujet réside tout entier dans une éloge vague de l'amour en général.

Le second lai a pour objet la louange intarissable d'un parfait gentilhomme; l'allure du poète est ici plus dégagée, plus précise, sa pensée devient plus claire, la strophe lyrique prend en même temps une forme plus nette, plus harmonieuse, et l'on y trouve des réminiscences de la littérature classique parmi lesquelles nous devons surtout signaler une longue exposition d'impossibilités évidemment inspirée des auteurs anciens. (Voy. Virgile, Egl. I.)

V.—RONDEAUX

Ces rondeaux sont au nombre de 69; le recueil débute, comme les Cent Ballades, par l'expression de la douleur et des regrets de Christine, qui fait remonter son deuil à sept années, ce qui nous a permis de donner au premier rondeau la date de 1396. Notre poète commença donc la composition de ses rondeaux deux ou trois ans seulement après avoir écrit ses premières ballades, et poursuivit la confection de ces jolis morceaux parallèlement à celle des Cent Ballades et de la plupart de ses petites poésies.

Jusqu'au rondeau VIII nous voyons Christine s'abandonner à sa douleur; mais plus loin, craignant sans doute de fatiguer le lecteur par la monotonie d'un sujet aussi triste, elle fait un effort sur elle-même, et, comme elle l'exprime si bien dans le rondeau XI, il lui faut désormais «de triste cuer chanter joyeusement».

A partir de ce moment se succèdent en effet les peintures des sentiments multiples auxquels peuvent donner lieu les différentes formes de l'amour. Inutile d'insister à nouveau sur le mobile de ces compositions légères, nous savons depuis longtemps que nous ne devons y voir que des jeux d'esprit et de sentiment. Mais on nous permettra toutefois de recommander le mérite de ces petites poésies si remarquables par leur douce monotonie et leur finesse d'expression, et où la grâce, s'alliant à une harmonie parfaite, révèle toutes les délicatesses de la femme sentimentale que devait être Christine.

VI.—JEUX A VENDRE

Ces gracieux petits morceaux servaient de distraction et d'amusement à la meilleure société des XIVe et XVe siècles. Une dame lançait à un gentilhomme ou un gentilhomme lançait à une dame le nom d'une fleur, d'un objet quelconque, et la personne interpellée devait à l'instant même et sans hésitation répondre par un compliment ou une épigramme rimés; c'était un véritable assaut d'esprit et d'à-propos tout à fait conforme au caractère vif et enjoué de l'époque. Aussi ne faut-il nullement s'étonner si ce genre de distraction, qui nous paraîtrait aujourd'hui un peu fastidieux, obtint rapidement un grand succès de vogue25, et si Christine elle-même crut devoir satisfaire à la mode en accroissant avec son abondance habituelle un répertoire d'ailleurs facile à étendre à l'infini. Elle ne composa pas moins de 70 jeux à vendre.

Note 25: Les mss. du XVe siècle en fournissent le témoignage. Voy. notamment un ms. contenant 180 couplets de ventes d'amour et appartenant à Monseigneur le duc d'Aumale, un autre ms. de la même époque conservé à la bibliothèque d'Epinal sous le n° 189, et un recueil de poésies françaises à Westminster Abbey, signalé par M. Paul Meyer dans le Bulletin de la Société des Anciens Textes, 1875, p. 25.
Le succès de ces devises de société alla grandissant jusqu'à la fin du XVIe siècle, comme on peut en juger par les nombreuses éditions de ventes d'amour qui se succédèrent depuis la découverte de l'imprimerie26. Plus tard, la poésie populaire en conserva seule la tradition jusqu'à nos jours, et particulièrement en Lorraine, sous l'ancien nom de daiemants ou dây'mans27. Ajoutons que certains jeux enfantins, comme les Boîtes d'amourette et le Corbillon, rappellent encore aujourd'hui les récréations de nos pères.

Note 26: Voy. dans le Bulletin de la librairie Morgand et Fatout, n° 7866, l'intéressante notice de M. E. Picot.
Note 27: Voy. sur cet usage Mélusine, I, col. 570, et II, col. 327, et Les Chants populaires de la Provence, publiés par M. Damase Arbaud, I, p. 220.
VII.——AUTRES BALLADES

Les pièces suivantes, comprises sous la rubrique de «Balades de divers propos» sont dignes des meilleures poésies du recueil des Cent Ballades; leur nombre s'élève à 53. Toutefois les mss. de la famille B n'en contiennent que 29; seuls, comme nous l'avons déjà dit, les mss. A¹ et A² fournissent le complément. Il est utile de faire également remarquer que dans A¹, à partir de la ballade XL (fol. 41 v°), l'écriture se modifie d'une façon très apparente et n'est plus évidemment tracée par la même main. L'orthographe et la forme des mots subissent en même temps une transformation contraire aux règles suivies jusqu'ici par le scribe du ms. Les nouvelles leçons de graphie affectent la forme qui leur est donnée dans les mss. B, copiés à une époque certainement postérieure. Ce qui paraîtrait démontrer que ces dernières pièces ont été composées plus tard et transcrites après coup sur des feuillets laissés en blanc. Le ms. Harley du Musée britannique, qui contient un plus grand nombre de ballades que tous les autres mss., renferme deux feuillets blancs préparés pour recevoir de nouvelles compositions. Du reste les différentes ballades rassemblées sous le présent titre ne constituent nullement un recueil composé d'avance et dans lequel on puisse reconnaître un certain ordre. La diversité des sujets traités, l'absence complète de tout lien, de toute transition, autorisent, au contraire, à penser que ces ballades ont été écrites à des époques assez éloignées les unes des autres, suivant un peu le cours des événements contemporains qui forment d'ailleurs le thème de quelques-unes d'entre elles et permettent ainsi de leur assigner une date certaine. L'ordre chronologique nous paraît avoir été généralement suivi, et c'est pour ce motif que le ms. Harley, le plus récent, à notre avis, qui ait été copié directement sur des originaux, renferme sous la rubrique «Encore aultres Balades» des compositions ne se trouvant dans aucun autre ms., et faisant allusion, comme la pièce IX, à des faits que l'on ne peut placer qu'entre 1410 et 1415.

Ainsi, même lorsqu'elle eut abordé ses grandes compositions, ses oeuvres de longue haleine, Christine ne dédaigna pas de rimer encore quelques ballades quand la circonstance s'en présentait et que ce cadre convenait à son inspiration.

Presque toutes ces ballades sont d'ailleurs d'un très grand mérite et permettent de constater le progrès réel accompli par le génie de notre poète. Les notes placées à la fin du volume feront connaître l'objet de ces différentes pièces et donneront quelques indications sur les faits ou sur les personnages historiques auxquels elles se rapportent.

VIII.—COMPLAINTES AMOUREUSES

Longues et languissantes tirades de poursuivants d'amour qui aspirent aux faveurs de leur dame; cette monotonie douce, quelquefois même expressive, est heureusement interrompue par des comparaisons empruntées à la Mythologie, comme l'amour de Pygmalion, l'aventure de Deuchalion et de Pyrrha, la punition de l'insensible Anaxarète.

CENT BALLADES
CI COMMENCENT CENT BALADES

Note Rubrique B¹: Ci c. cent bonnes b.
I
Aucunes gens me prient que je face
Aucuns beaulz diz, et que je leur envoye,
Et de dittier dient que j'ay la grace;
4
Mais, sauve soit leur paix, je ne sçaroye
Faire beaulz diz ne bons; mès toutevoye,
Puis que prié m'en ont de leur bonté,
Peine y mettray, combien qu'ignorant soie,
8
Pour acomplir leur bonne voulenté.
Mais je n'ay pas sentement ne espace
De faire diz de soulas ne de joye:
Car ma douleur, qui toutes autres passe,
12
Mon sentement joyeux du tout desvoye;
Mais du grant dueil qui me tient morne et coye
Puis bien parler assez et a plenté;
Si en diray: voulentiers plus feroye
16
Pour acomplir leur bonne voulenté.
Et qui vouldra savoir pour quoy efface
Dueil tout mon bien, de legier le diroye:
Ce fist la mort qui fery sanz menace
20
Cellui de qui trestout mon bien avoye;
Laquelle mort m'a mis et met en voye
De desespoir; ne puis je n'oz santé;
De ce feray mes dis, puis qu'on m'en proie,
24
Pour accomplir leur bonne voulenté.
Princes, prenez en gré se je failloie;
Car le ditter je n'ay mie henté,
Mais maint m'en ont prié, et je l'ottroye,
28
Pour accomplir leur bonne voulenté.
Note I:—A prie—2 A² Quelques b. d.—12 A¹ du manque—18 B voulentiers le—22 A¹ despoir—23 A que on.

II
Ou temps jadis, en la cité de Romme,
Orent Rommains maint noble et bel usage.
Un en y ot: tel fu que quant un homme
4
En fais d'armes s'en aloit en voyage,
S'il faisoit la aucun beau vasselage,
Après, quant ert a Romme retourné,
Cellui estoit, pour pris de son bernage,
8
Digne d'estre de lorier couronné.
De cel' honneur on prisoit moult la somme;
Car le plus preux l'avoit ou le plus sage.
Pour ce pluseurs, qu'yci pas je ne nomme,
12
S'efforçoient d'en avoir l'avantage;
Bien y paru, car de hardi visage
Domterent ceulz d'Auffrique en leur regné,
Dont maint furent, au retour de Cartage,
16
Digne d'estre de laurier couronné.
Ce faisoit on jadis; mais une pomme
Ne sont prisié en France, c'est domage,
Adès les bons, mais tous ceulz on renomme
20
Qui ont avoir ou trés grant heritage.
Mais par bonté, trop plus que par lignage,
Doit estre honneur et pris et loz donné
A ceulx qui sont, pour leur noble corage,
24
Digne d'estre de lorier couronné.
Princes, par Dieu c'est grant dueil et grant rage
Quant les biens fais ne sont guerredonné
A ceulx qui sont, au dit de tout lengage,
28
Digne d'estre de lorier couronné.
Note II:—5 B Et la f.—6 B Et puis s'en feust a—10 B et le p.—22 B loz et p.

III
Quant Lehander passoit la mer salée,
Non pas en nef, ne en batel a nage,
Mais tout a nou, par nuit, en recellée,
4
Entreprenoit le perilleux passage
Pour la belle Hero au cler visage,
Qui demouroit ou chastel d'Abidonne,
De l'autre part, assez près du rivage;
6
Voyez comment amours amans ordonne!
Ce braz de mer, que l'en clamoit Hellée,
Passoit souvent le ber de hault parage
Pour sa dame veoir, et que cellée
12
Fust celle amour ou son cuer fu en gage.
Mais Fortune qui a fait maint oultrage,
Et a mains bons assez de meschiefs donne,
Fist en la mer trop tempesteux orage.
16
Voiés comment amours amans ordonne!
En celle mer, qui fu parfonde et lée,
Fu Lehander peri, ce fu domage;
Dont la belle fu si fort adoulée
20
Qu'en mer sailli sanz querir avantage.
Ainsi pery furent d'un seul courage.
Mirez vous cy, sanz que je plus sermone,
Tous amoureux pris d'amoureuse rage.
24
Voyez comment amours amans ordonne!
Mais je me doubt que perdu soit l'usage
D'ainsi amer a trestoute personne;
Mais grant amour fait un fol du plus sage.
28
Voyez comment amours amans ordonne!
Note III:—6 A¹ de Bidonne—9 A, B Herlée—21 A² tout d'un; B¹ tuit d'un—27 A² Au fort a.

IV
Par envie, qui le monde desroye,
Est trayson couvertement nourrie
En mains faulz cuers, qui se mettent en voye
4
De mettre a fin leur fausse lecherie,
Et en leurs fais usent de tricherie,
Dont ilz prenent sur maint grant avantage,
7
En traïson, non pas par vacellage.
En grant pouoir fu la cité de Troye,
Un temps qui fu, sur toute seigneurie;
Et la regnoit de ce monde, a grant joye,
11
En haulte honneur, fleur de chevalerie;
Qui par Grigois fu puis arse et perie,
Et Troyens pris et menez en servage,
14
En traïson, non pas par vacellage.
Alixandre qui du monde ot la proye
Si fu trahy; aussi grant desverie
Reffist Mordret a Artus par tel voye,
18
Dont maint dient qu'il est en faerie.
Le preux Hector, ou ot bonté florie,
Ne l'occist pas Achillès par oultrage,
21
En traïson, non pas par vacellage.
Princes, je dis, nel tenez moquerie,
Que l'en se gard de tel forsennerie,
Voire qui puet, car on fait maint domage
25
En traïson, non pas par vacellage.
Note IV:—17 A Mortrett—19 B Le bon H. ou b. fu f.—22 B Pour ce je dy ce n'est pas m.

V
Hé! Dieux, quel dueil, quel rage, quel meschief,
Quel desconfort, quel dolente aventure,
Pour moy, helas, qui torment ay si grief,
Qu'oncques plus grant ne souffri creature!
L'eure maudi que ma vie tant dure,
Car d'autre riens nulle je n'ay envie
Fors de morir; de plus vivre n'ay cure,
8
Quant cil est mort qui me tenoit en vie.
O dure mort, or as tu trait a chief
Touz mes bons jours, ce m'est chose molt dure,
Quant m'as osté cil qui estoit le chief
12
De tous mes biens et de ma nourriture,
Dont si au bas m'as mis, je le te jure,
Que j'ay desir que du corps soit ravie
Ma doulante lasse ame trop obscure,
16
Quant cil est mort qui me tenoit en vie.
Et se mes las dolens jours fussent brief,
Au moins cessast la dolour que j'endure;
Mais non seront, ains toudis de rechief
20
Vivray en dueil sanz fin et sanz mesure,
En plains, en plours, en amere pointure.
De touz assaulz dolens seray servie.
D'ainsi mon temps user c'est bien droitture,
24
Quant cil est mort qui me tenoit en vie.
Princes, voiez la trés crueuse injure
Que mort me fait, dont fault que je devie;
Car choite suis en grant mesaventure,
28
Quant cil est mort qui me tenoit en vie.
Note V:—4 A¹ Que o.; B n'endura—10 B c. trop d.—15 A Ma doloreuse; B Ma doulante a. qui t. se treuve o.—19 B seroit—25 B v. comment t. grant i.—26 A¹ d. fait q.; B La m. me f.—27 A¹ cheoite.

VI
Dueil engoisseux, rage desmesurée,
Grief desespoir, plein de forsennement,
Langour sanz fin, vie maleürée
4
Pleine de plour, d'engoisse et de tourment,
Cuer doloreux qui vit obscurement,
Tenebreux corps sus le point de perir,
Ay, sanz cesser, continuellement;
8
Et si ne puis ne garir ne morir.
Fierté, durté de joye separée,
Triste penser, parfont gemissement,
Engoisse grant en las cuer enserrée,
12
Courroux amer porté couvertement,
Morne maintien sanz resjoïssement,
Espoir dolent qui tous biens fait tarir,
Si sont en moy, sanz partir nullement;
16
Et si ne puis ne garir ne morir.
Soussi, anuy qui tous jours a durée,
Aspre veillier, tressaillir en dorment,
Labour en vain, a chiere alangourée
20
En grief travail infortunéement,
Et tout le mal, qu'on puet entierement
Dire et penser sanz espoir de garir,
Me tourmentent desmesuréement;
24
Et si ne puis ne garir ne morir.
Princes, priez a Dieu que bien briefment
Me doint la mort, s'autrement secourir
Ne veult le mal ou languis durement;
28
Et si ne puis ne garir ne morir.
Note VI:—5 A¹ q. vid—19 A¹ alanguorée.

VII
Ha! Fortune trés doloureuse,
Que tu m'as mis du hault au bas!
Ta pointure trés venimeuse
4
A mis mon cuer en mains debas.
Ne me povoyes nuire en cas
Ou tu me fusses plus crueuse,
Que de moy oster le soulas,
8
Qui ma vie tenoit joyeuse.
Je fus jadis si eüreuse;
Ce me sembloit qu'il n'estoit pas
Ou monde plus beneüreuse;
12
Alors ne craignoie tes las,
Grever ne me pouoit plein pas
Ta trés fausse envie haïneuse,
Que de moy oster le soulas,
16
Qui ma vie tenoit joyeuse.
Horrible, inconstant, tenebreuse,
Trop m'as fait jus flatir a cas
Par ta grant malice envieuse
20
Par qui me viennent maulx a tas.
Que ne vengoyes tu, helas!
Autrement t'yre mal piteuse,
Que de moy oster le solas,
24
Qui ma vie tenoit joyeuse?
Trés doulz Princes, ne fu ce pas
Cruaulté male et despiteuse,
Que de moy oster le solas,
28
Qui ma vie tenoit joyeuse?
Note VII:—6 A cruese; B Dont tu me f. si c.—7 B¹ ce de—9 A Helas j. f. si e.—10 A¹ n'estois; B n'avoit—17 B Trés faulse h. et t.

VIII
Il a long temps que mon mal comença,
N'oncques despuis ne fina d'empirer
Mon las estat, qui puis ne s'avança,
4
Que Fortune me voult si atirer
Qu'il me convint de moy tout bien tirer;
Et du grief mal qu'il me fault recevoir
7
C'est bien raison que me doye doloir.
Le dueil que j'ay si me tient de pieça,
Mais tant est grant qu'il me fait desirer
Morir briefment, car trop mal me cassa
11
Quant ce m'avint qui me fait aïrer;
Ne je ne puis de nul costé virer,
Que je voye riens qui me puist valoir.
14
C'est bien raison que me doye doloir.
Ce fist meseur qui me desavança,
Et Fortune qui voult tout dessirer
Mon boneür; car depuis lors en ça
18
Nul bien ne pos par devers moy tirer,
Ne je ne scay penser ne remirer
Comment je vif; et de tel mal avoir
21
C'est bien raison que me doye doloir.
Note VIII:—6 A² Dont du g. m.—7 B q. m'en d. d.—12 B¹ Ne je le p.—15 B¹ Ce fu m.—18 B d. m. atirer.

IX
O dure Mort, tu m'as desheritée,
Et tout osté mon doulz mondain usage;
Tant m'as grevée et si au bas boutée,
4
Que mais prisier puis pou ton seignorage.
Plus ne me pues en riens porter domage,
Fors tant sanz plus de moy laissier trop vivre.
Car je desir de trestout mon corage
8
Que mes griefs maulx soyent par toy delivre.
Il a cinq ans que je t'ay regraittée
Souventes fois, a trés pleureux visage,
Depuis le jour que me fu joye ostée,
12
Et que je cheus de franchise en servage.
Quant tu m'ostas le bel et bon et sage,
Laquelle mort a tel tourment me livre
Que moult souvent souhait, pleine de rage,
16
Que mes griefs maulx soyent par toy delivre.
Se trés adonc tu m'eusses emportée,
Trop m'eusses fait certes grant avantage,
Car depuis lors j'ay esté si hurtée
20
De grans anuis, et tant reçu d'oultrage,
Et tous les jours reçoy au feur l'emplage,
Que riens ne vueil, ne n'ay desir de suivre,
Fors seulement toy paier tel truage
24
Que mes griefs maulx soyent par toy delivre.
Princes, oyés en pitié mon language,
Et toy Mort, pri, escry moy en ton livre,
Et fay que tost je voye tel message,
28
Que mes griefs maulx soyent par toy delivre.
Note IX:—3 A² au b. menée—15 B Que je souhaid s. p. de r.—20 B De g. meschiefs—22 B ne v. je n.

X
Se Fortune a ma mort jurée,
Et du tout tasche a moy destruire,
Ou soye si maleürée,
4
Qu'il faille qu'en dueil vive et muire,
Que me vault donc pestrir ne cuire,
Tirer, bracier, ne peine traire,
7
Puis que Fortune m'est contraire?
Pieça de joye m'a tirée,
Ne puis ne fina de moy nuire,
Encore est vers moy si yrée,
11
Qu'adès me fait de mal en pire,
Quanque bastis elle descire,
Et quel proffit pourroye attraire,
14
Puis que Fortune m'est contraire?
Son influance desraée
Cuidoye tous jours desconfire,
Par bien faire a longue endurée,
18
Cuidant veoir aucun temps luire
Pour moy qui meseür fait fuire.
Mais riens n'y vault, je n'y puis traire,
21
Puis que Fortune m'est contraire.
Note X:—2 A² Ou du tout—15 A¹ S. i. desirée.

XI
Seulete suy et seulete vueil estre,
Seulete m'a mon doulz ami laissiée,
Seulete suy, sanz compaignon ne maistre,
4
Seulete suy, dolente et courrouciée,
Seulete suy en languour mesaisiée,
Seulete suy plus que nulle esgarée,
7
Seulete suy sanz ami demourée.
Seulete suy a huis ou a fenestre,
Seulete suy en un anglet muciée,
Seulete suy pour moy de plours repaistre,
11
Seulete suy, dolente ou apaisiée,
Seulete suy, riens n'est qui tant me siée,
Seulete suy en ma chambre enserrée,
14
Seulete suy sanz ami demourée.
Seulete suy partout et en tout estre.
Seulete suy, ou je voise ou je siée,
Seulete suy plus qu'autre riens terrestre,
18
Seulete suy de chascun delaissiée,
Seulete suy durement abaissiée,
Seulete suy souvent toute esplourée,
21
Seulete suy sanz ami demourée.
Princes, or est ma doulour commenciée:
Seulete suy de tout dueil menaciée,
Seulete suy plus tainte que morée,
25
Seulete suy sanz ami demourée.
Note XI:—12 A¹ messiée—16 A¹ sié—19 A¹ abaissié—22 à 26 Omis dans B.

XII
Qui trop se fie es grans biens de Fortune,
En verité, il en est deceü;
Car inconstant elle est plus que la lune.
4
Maint des plus grans s'en sont aperceü,
De ceulz meismes qu'elle a hault acreü,
Trebusche tost, et ce voit on souvent
7
Que ses joyes ne sont fors que droit vent.
Qui vit, il voit que c'est chose commune
Que nul, tant soit perfait ne esleü,
N'est espargné quant Fortune repugne
11
Contre son bien, c'est son droit et deü
De retoulir le bien qu'on a eü,
Vent chierement, ce scet fol et sçavent
14
Que ses joyes ne sont fors que droit vent.
De sa guise qui n'est pas a touz une
Bien puis parler; car je l'ay bien sceü,
Las moy dolens! car la fausse et enfrune
18
M'a à ce cop trop durement neü,
Car tollu m'a ce dont Dieu pourveü
M'avoit, helas! bien vois apercevent
21
Que ses joyes ne sont fors que droit vent.
Note: Rubrique placée entre la b. XI et la b. XII, B²: Balades de personnages.
Note XII:—3 B Car variable—b A¹ que elle—8 A¹ Qui vid—12 A que on—15 B ne s. mais que—20 B¹ voy appertement—21 B ne s. mais que.

XIII
C'est fort chose qu'une nef se conduise,
Es fortunes de mer, a tout par elle,
Sanz maronnier ou patron qui la duise,
4
Et le voile soit au vent qui ventelle;
Se sauvement a bon port tourne celle,
En verité c'est chose aventureuse;
7
Car trop griefment est la mer perilleuse.
Et non obstant que parfois soleil luise,
Et que si droit s'en voit que ne chancelle,
Si qu'il semble que nul vent ne lui nuise,
11
Ne nul decours, ne la lune nouvelle,
Si est elle pourtant en grant barelle
De soubdain vent ou d'encontre encombreuse;
14
Car trop griefment est la mer perilleuse.
Si est pitié, quant fault que mort destruise
Nul bon patron, ou meneur de nacelle;
Et est bien droit que le cuer dueille et cuise.
18
Qui a tresor, marchandise ou vaisselle,
Ou seul vaissel qui par la mer brandelle:
N'est pas asseur, mais en voie doubteuse;
21
Car trop griefment est la mer perilleuse.
Note XIII:—11 A¹ Ne n. secours.

XIV
Seulete m'a laissié en grant martyre,
En ce desert monde plein de tristece,
Mon doulz ami, qui en joye sanz yre
4
Tenoit mon cuer, et en toute leesce.
Or est il mort, dont si grief dueil m'oppresse,
Et tel tristour a mon las cuer s'amord
7
Qu'a tousjours mais je pleureray sa mort.
Qu'en puis je mais, se je pleure et souspire
Mon ami mort, et quelle merveille est ce?
Car quant mon cuer parfondement remire
11
Comment souef j'ay vescu sans asprece
Trés mon enfance et premiere jeunece
Avecques lui, si grant doulour me mord
14
Qu'a tousjours mais je pleureray sa mort.
Com turtre sui sanz per qui ne desire
Nulle verdour, ains vers le sec s'adrece,
Ou com brebis que lop tache a occire,
18
Qui s'esbaïst quant son pastour la laisse;
Ainsi suis je laissiée, en grant destrece,
De mon ami, dont j'ay si grant remord
21
Qu'a tousjours mais je pleureray sa mort.
Note XIV:—5 B d. si grant deuil—6 A² en m. l. c.—12 B T. m'enfance et p. en j.—13 A¹ Avec—16 B mais sus le s.—17 B Et.

XV
Helas! helas! bien puis crier et braire,
Quant j'ay perdu ma mere et ma nourrice,
Qui doulcement me souloit faire taire.
4
Or n'y a mais ame qui me nourrice,
Ne qui ma faim de son doulz lait garisse.
Jamais de moy nul ne prendra la cure,
7
Puis qu'ay perdu ma doulce nourriture.
Plaindre et plourer je doy bien mon affaire;
Car je me sens povre, foiblet et nyce,
Et non sachant pour aucun proffit faire;
11
Car jeune suis de sens et de malice.
Or convendra qu'en orphanté languisse,
Et que j'aye mainte male aventure,
14
Puis qu'ay perdu ma doulce nourriture.
Le temps passé, a tous souloie plaire,
Et m'offroit on honneurs, dons et service,
Quant ma mere la doulce et debonnaire
18
Me nourrissoit; or fault que tout tarrisse,
Et qu'a meschief et a doleur perisse
Plein de malons et de pouvre enfonture,
21
Puis qu'ay perdu ma doulce nourriture.
Note XV:—5 A de s. d. l. tarice—7 A P. que ay—16 A² B Et maint m'offroient et honneur et s.

XVI
Qui vivement veult bien considerer
Ce monde cy ou il n'a joye entiere,
Et les meschiefs qu'il fault y endurer,
4
Et comment mort vient qui tout met en biere,
Qui bien penser veult sus ceste matiere,
Il trouvera, s'il a quelque grevance,
Que sur toute reconfortant maniere,
8
C'est souvrain bien que prendre en pascience
Puis qu'ainsi est qu'on n'y puet demorer,
Pourquoy a l'en ceste vie si chiere?
Et une autre convient assavourer,
12
Qui aux pecheurs ne sera pas legiere.
Si vault trop mieulx confession plainiere
Faire en ce monde, et vraye penitence;
Et qui ara la penance trop fiere,
16
C'est souvrain bien que prendre en pascience.
Chascun vray cuer se doit enamourer
De la vraye celestiel lumiere,
Et du seul Dieu que l'en doit aourer.
20
C'est nostre fin et joye derreniere:
Qui sages est, autre solas ne quiere,
Tout autre bien si n'est fors que nuisance,
Et se le monde empesche ou trouble arriere,
24
C'est souvrain bien que prendre en pascience.
Note XVI:—3 B¹ q. y f. e.—9 A¹ P. que a.—13 B c. entiere—15 B Et q. a. penitence—20 A¹ derrenier.

XVII
Se de douloureux sentement
Sont tous mes dis, n'est pas merveille;
Car ne peut avoir pensement
4
Joyeux, cuer qui en dueil traveille.
Car, se je dors ou se je veille,
Si suis je en tristour a toute heure,
Si est fort que joye recueille
8
Cuer qui en tel tristour demeure.
N'oublier ne puis nullement
La trés grant douleur non pareille
Qui mon cuer livre a tel tourment,
12
Que souvent me met a l'oreille
Grief desespoir, qui me conseille
Que tost je m'occie et accueure;
Si est fort que joye recueille
16
Cuer qui en tel tristour demeure.
Si ne pourroye doulcement
Faire dis; car, vueille ou ne vueille,
M'estuet complaindre trop griefment
20
Le mal, dont fault que je me dueille;
Dont souvent tremble comme fueille,
Par la douleur qui me cueurt seure.
Si est fort que joye recueille
24
Cuer qui en tel tristour demeure.
Note XVII:—12 B m. en l'—17 A² Dont ne p.—21 A² Et s.

XVIII
Aucunes gens ne me finent de dire
Pour quoy je suis si malencolieuse,
Et plus chanter ne me voyent ne rire,
4
Mais plus simple qu'une religieuse,
Qui estre sueil si gaye et si joyeuse.
Mais a bon droit se je ne chante mais;
7
Car trop grief dueil est en mon cuer remais.
Et tant a fait Fortune, Dieu lui mire!
Qu'elle a changié en vie doloreuse
Mes jeux, mes ris, et ce m'a fait eslire
11
Dueil pour soulas, et vie trop greveuse.
Si ay raison d'estre morne et songeuse,
Ne n'ay espoir que j'aye mieulx jamais;
14
Car trop grief dueil est en mon cuer remais.
Merveilles n'est se ma leesce empire;
Car en moy n'a pensée gracieuse,
N'autre plaisir qui a joye me tire.
18
Pour ce me tient rude et maugracieuse
Le desplaisir de ma vie anuieuse,
Et se je suis triste, je n'en puis mais;
21
Car trop grief dueil est en mon cuer remais.
Note XVIII:—1 B A. g. si ne me font que d.—7 B C. t. grant d.—8 B Car—11 B et paine t. g.—12 A¹ m. et soigneuse—17 B N'aucun.

XIX
Long temps a que je perdi
Tout mon soulas et ma joye,
Par la mort que je maudi
4
Souvent; car mis m'a en voye
De jamais nul bien avoir;
Si m'en doy par droit blasmer;
N'oncques puis je n'oz vouloir
8
De faire ami, ne d'amer.8
Ne sçay qu'en deux ne fendi
Mon cuer, du dueil que j'avoye
Trop plus grant que je ne di,
12
Ne que dire ne sçaroye,
Encor mettre en nonchaloir
Ne puis mon corroux amer;
N'oncques puis je n'oz vouloir
16
De faire ami, ne d'amer.
Depuis lors je n'entendi
A mener soulas ne joye;
Si en est tout arudi
20
Le sentement que j'avoye.
Car je perdi tout l'espoir
Ou me souloie affermer.
N'oncques puis je n'oz vouloir
24
De faire ami, ne d'amer.
Note XIX:—13 B N'encor.

XX
Comment feroye mes dis
Beaulx, ne bons, ne gracieux,
Quant des ans a près de dix
4
Que mon cuer ne fu joyeux,
N'il n'a femme soubz les cieulx
Qui plus ait eu de meschief?
7
Encor n'en suis pas a chief.
J'os des biens assez jadis;
Mais en yver temps pluieux
Si pesent, si enlaidis,
11
N'est, ne si trés anuieux,
Comme adès en trestous lieux
M'est le temps; mais, par mon chief,
14
Encor n'en suis pas a chief.
Si ay bien droit se je dis
Mes plains malencolieux;
Car en tristour est tousdis
18
Mon dolent cuer, ce scet Dieux,
Ne jamais je n'aray mieulx,
Se ma pesance n'achief;
21
Encor n'en suis pas a chief.
Note XX:—7 B E. n'en suis je p. a c.—8 A Je os.

XXI
Tant me prie trés doulcement
Cellui qui moult bien le scet faire,
Tant a plaisant contenement,
4
Tant a beau corps et doulz viaire,
Tant est courtois et debonaire,
Tant de grans biens oy de lui dire
7
Qu'a peine le puis escondire.
Il me dit si courtoisement,
En grant doubtance de meffaire,
Comment il m'aime loyaument,
11
Et de dire ne se peut taire,
Que neant seroit du retraire;
Et puis si doulcement souspire
14
Qu'a peine le puis escondire.
Si suis en moult grant pensement
Que je feray de cest affaire;
Car son plaisant gouvernement,
18
Vueille ou non, Amours me fait plaire,
Et si ne le vueil mie attraire;
Mais mon cuer vers lui si fort tire
21
Qu'a peine le puis escondire.
Note XXI:—6 B T. oy de l. de g. b. d.—15 B Si s. en trop g.

XXII
Tant avez fait par vostre grant doulceur,
Trés doulz ami, que vous m'avez conquise.
Plus n'y convient complainte ne clamour,
4
Ja n'y ara par moy deffense mise.
Amours le veult par sa doulce maistrise,
Et moy aussi le vueil, car, se m'ait Dieux,
Au fort c'estoit folour quant je m'avise
8
De reffuser ami si gracieux.
Et j'ay espoir qu'il a tant de valour
En vous, que bien sera m'amour assise,
Quant de beaulté, de grace et tout honnour
12
Il y a tant que c'est drois qu'il souffise;
Si est bien drois que sur tous vous eslise;
Car vous estes digne d'avoir trop mieulx,
Et j'ay eu tort, quant tant m'avez requise,
16
De reffuser ami si gracieux.
Si vous retien et vous donne m'amour,
Mon fin cuer doulz, et vous pri que faintise
Ne soit en vous, ne nul autre faulx tour;
20
Car toute m'a entierement acquise
Vo doulz maintien, vo maniere rassise,
Et vos trés doulz amoureux et beaulz yeux.
Si aroye grant tort en toute guise
24
De reffuser ami si gracieux.
Mon doulz ami, que j'aim sur tous et prise,
J'oy tant de bien de vous dire en tous lieux
Que par raison devroye estre reprise
28
De reffuser ami si gracieux.
Note XXII:—9 A¹ Et j. espour—14 B C. v. e. bien d. d. m.—15 A Et je ay; B Si ay—19 B Ne treuve—21 A¹ Vou d. m. vou m.

XXIII
Bien doy louer Amours de ses biens fais,
Qui m'a donné ami si trés parfait,
Qu'en trestous lieux chascun loue ses fais
4
Et sa beaulté, sa grace et tout son fait,
Qu'il n'a en lui ne blasme ne meffait;
Dieu l'a parfait en valeur et en grace,
N'on ne pourroit mieulx vouloir par souhait;
8
Certes c'est cil qui tous les autres passe.
Et avec ce qu'il est sur tous parfais,
Et que son bien est en mains lieux retrait,
Pour moy servir porte tous pesans fais,
12
Et m'aime et craint plus que riens sanz retrait;
Ne paour n'ay d'y trouver ja faulz trait.
Car il est tel que trestous maulx efface
De son bon cuer, ou il n'a nul forfait.
16
Certes c'est cil qui tous les autres passe.
Si a mon cuer du tout a lui attrais
Qui est tout sien, c'est bien raison qu'il l'ait;
Car tout acquis l'a par ses trés doulx trais;
20
Et vrayement si en mon cuer portrait
Est son gent corps, qu'il n'en sera fors trait
Jamais nul jour, se ma vie ne passe;
Car sanz mentir dire puis tout a fait:
24
Certes c'est cil qui tous les autres passe.
Note XXIII:—5 B Il—7 A¹ Ne on.

XXIV
Ma doulce amour, ma plaisance cherie,
Mon doulz ami, quanque je puis amer,
Vostre doulceur m'a de tous maulz garie,
4
Et vrayement je vous puis bien clamer
Fontaine dont tout bien vient,
Et qui en paix et joye me soustient,
Et dont plaisirs me vienent a largece;
8
Car vous tout seul me tenez en leece.
Et la doulour qui en mon cuer norrie
S'est longuement, qui tant m'a fait d'amer,
Le bien de vous a de tous poins tarie;
12
Or ne me puis complaindre ne blasmer
De Fortune qui devient
Bonne pour moy, se en ce point se tient.
Mis m'en avez en la voye et adrece;
16
Car vous tout seul me tenez en leece.
Si lo Amours qui, par sa seigneurie,
A tel plaisir m'a voulu reclamer;
Car dire puis de vray sanz flaterie,
20
Qu'il n'a meilleur de la ne de ça mer
De vous, m'amour, ainsi le tient
Mon cuer pour vray, qui tout a vous se tient,
N'a aultre rien sa pensée ne drece;
24
Car vous tout seul me tenez en leece.
Note XXIV:—10 B¹ Est—20 B de ça ne de la m.; B¹ Q. n'i a m.—21 Sic dans tous les mss.; corr. ainsi en si?—22 B q. a v. t. se t.—23 B Si ne desir nulle plus grant richesce.

XXV
Dites moy, mon doulz ami,
S'il est voir ce que j'oy dire,
Que dedens la Saint Remi
4
Devez aler en l'Empire,
En Alemaigne, bien loings,
Demourer, si com j'entens,
Quatre moys ou trois du moins?
8
Helas! que j'aray mautemps!
Ne me puet jour ne demi
Sanz vous veoir riens souffire,
Et quant vous serez de mi
12
Loins, quel sera mon martire!
De mourir me fust besoings
Mieulx que le mal que j'atens;
Rungier me fauldra mes froins.
16
Helas! que j'aray mautemps! 16
Mon cuer partira par mi,
Au dire a Dieu j'en souspire
Souvent et de dueil fremi.
20
Car je fondray com la cire
Des soussis et des grans soings
Que pour vous aray par temps;
Se je vous pers de tous poins,
24
Helas! que j'aray mautemps!
Note XXV:—2 A ce q. j'oz d.

XXVI
Mon doulz ami, n'aiez malencolie
Se j'ay en moy si joyeuse maniere;
Et se je fais en tous lieux chiere lie,
4
Et de parler a maint suis coustumiere,
Ne croiez pas pour ce, que plus legiere
Soye envers vous, car c'est pour decepvoir
7
Les mesdisans qui tout veulent savoir.
Car se je suis gaye, cointe et jolie,
C'est tout pour vous que j'aim d'amour entiere.
Si ne prenez nul soing qui contralie
11
Vostre bon cuer, car pour nulle priere
Je n'ameray autre qui m'en requiere;
Mais on doit moult doubter, a dire voir,
14
Les mesdisans qui tout veulent savoir.
Sachiez de voir qu'amours si fort me lie
En vostre amour que n'ay chose tant chiere.
Mais ce seroit a moy trop grant folie
18
De ne faire, fors a vous, bonne chiere.
Ce n'est pas drois, ne chose qui affiere
Devant les gens, pour faire apercevoir
24
Les mesdisans qui tout veulent savoir.
Note XXVI:—3 A² Car se—8 A² B C. se je s. ne g. ne j.—12 A¹ Je n'aimeray.

XXVII
Ne cuidiez pas que je soye
Si fole, ne si legiere,
Sire, qu'accorder je doye
4
M'amour a toute priere;
Trop seroye vilotiere,
Ce que oncques mais ne fus;
7
J'en ay fait a maint reffus.
Ja pour ce ne vous anoye,
Ne me faittes pire chiere,
Car amer je ne saroye,
11
Ne je n'en suis coustumiere,
Pour homme qui m'en requiere;
Aprendre n'en vueil les us;
14
J'en ay fait a maint reffus.
Ne faire je n'en vouldroie
En fais, en dis, en maniere,
Chose que faire ne doye
18
Femme qui honneur a chiere.
Trop mieulx vouldroie estre en biere.
Pour ce, soyent beaulx ou drus,
21
J'en ay fait a maint reffus.
Note XXVII:—9 B Ne m'en f.—13 A li us—15 B Car f. je ne v.—16 A¹ e. d. (blanc) m.—17 B q. f. n'en d.—20 B P. ce et a b. et a d.

XXVIII
Mon doulz ami, vueilliez moy pardonner,
Se je ne puis, si tost com je vouldroye,
Parler a vous, car ainçois ordener
4
Me fault comment sera, ne par quel voye.
Car mesdisans me vont gaitant
Qui du meschief et du mal me font tant,
Que je ne puis joye ne bien avoir,
8
Pour le desir que j'ay de vous veoir.
Si pry a Dieu qu'il leur vueille donner
La mort briefment; car leur vie m'anoye,
Pour ce qu'en dueil me font mes jours finer
12
Sanz vous veoir, ou est toute ma joye:
Car ilz se vont entremettant
De moy gaitier nuit et jour, mais pourtant
Ne vous oubli, ce pouez vous savoir,
16
Pour le desir que j'ay de vous veoir.
Mais ne sçaront ja eulx si fort pener,
Que, maugré tous, bien briefment ne vous voie.
Car tant feray, se g'y puis assener,
20
Que vous verray, quoy qu'avenir m'en doye,
Et vous feray savoir quant.
Mon doulz ami, deportez vous atant.
Car g'y mettray peine, sachiez de voir,
24
Pour le desir que j'ay de vous veoir.
Note XXVIII:—9-16 Manquent dans A².—11 B Car en grief d. me f. m. j. mener—12 B S. veoir v.—21 Sic A B; corr. assavoir.

XXIX
Le gracieux souvenir,
Qui de vous me vient,
Me fait gaiement tenir.
4
Et il appertient,
Car tout adès me souvient
Comment vostre bonté passe
Tous autres, chascun le tient,
8
Par Dieu, c'est grant grace.
Joye doy bien maintenir,
Quant si bien m'avient,
Qu'amours mon cuer retenir,
12
Dont plus lié devient,
Vous a fait a qui avient
Bien et bel en toute place
Faire quanque honneur contient,
16
Par Dieu, c'est grant grace.
Ne mal ne me peut venir;
Car mon cuer maintient
Qu'a joye puis avenir,
20
Par vous qui retient
Pense, dit, fait et detient
Tout bien, et tout mal efface
La bonté qui vous soustient,
24
Par Dieu, c'est grant grace.
Note XXIX:—3 B¹ Me f. joyeusement t.—11 A Que mon cuer veult r.; B Qu'amours m'a fait r.—12 manque dans B.—19 A puet—21 manque dans B.

XXX
Faulx mesdisans aront ilz le pouoir
De moy faire mon ami eslongnier?
Nanil, par Dieu! combien que leur savoir
4
Mettent a moy grever sanz espargnier,
Mais ja pourtant ne feront recreant
Mon cuer d'amer; a cellui le creant
Qui l'a du tout, car n'ont pas la poissance
8
Qu'a vraye amour puissent faire grevance.
Grever peut bien mon corps ou mon avoir
Leur faulx agait, que ne puis engigner,
Ou mon honneur, et si puis recepvoir
12
Par eulx maint mal; si le doy ressoigner;
Mais se mon fait devoyent en riant
Partout compter en la ville criant,
Si n'ay je pas ne doubte n'esperance
16
Qu'a vraye amour puissent faire grevance.
Par leurs lengues ou il n'a mot de voir
(Je pri a Dieu que l'en leur puist roignier,)
Me destournent mon ami a veoir;
20
De ce les voy assez embesoignier,
Et ja par eulx vont maintes gens creant
Pis qu'il n'y a, et ainsi vont grevant
Maint vray amant; mais n'ay point de doubtance
24
Qu'a vraye amour puissent faire grevance.
Note XXX:—14 B c. par la v.—23 B car n'ay p. de d.

XXXI
Mon ami, ne plourez plus;
Car tant me faittes pitié
Que mon cuer se rent conclus
4
A vostre doulce amistié.
Reprenez autre maniere;
Pour Dieu, plus ne vous doulez,
Et me faittes bonne chiere:
8
Je vueil quanque vous voulez.
Ne plus ne soiez reclus,
Ne pensif, ne dehaitié;
Mais de joye aprenez l'us.
12
Car bien avez exploitié
Vers Amours qui n'est pas fiere
Encontre vous; or alez,
J'acorde vostre priere:
16
Je vueil quanque vous voulez.
Trop mieulx m'atachent qu'a glus,
Et d'amours font le traittié,
De voz larmes les grans flus
20
Qui m'occient a moitié,
Ne plus je n'y met enchiere;
Doulz ami, or m'acolez,
Je suis vostre amie chiere;
24
Je vueil quanque vous voulez.
Note XXXI:—19 A¹ le grant flus.

XXXII
Helas! m'amour, vous convient il partir
Et eslongnier de moy qui tant vous aim?
Ce poise moy, s'ainsi est, car sentir
4
Me convendra, de ce soyez certain,
Trop de griefté jusqu'au retour.
En dueil vivray, en peine et en tristour,
Et me mourray de dueil certainement,
8
Se demourez loing de moy longuement.
Car vostre est tout mon cuer, sanz repentir,
Ne n'a nul bien sanz vous, ne soir, ne main,
Ne il n'est rien qui le feist alentir
12
De vous amer, tant fust malade ou sain;
Et, comme en une forte tour,
Est enfermé en lui vo gent atour
Qui m'ocira, n'en doubtez nullement,
16
Se demourez loing de moy longuement.
Or me ditez, doulz ami, sanz mentir,
Quant revendrez. Pour le dieu souverain
Ne demourez! car ce feroit martir
20
Mon povre cuer, qui n'a autre reclaim;
Et ne m'oubliez par nul tour,
Loyal soyez, et loing et cy entour;
Car tant vous aim qu'il m'yra durement
24
Se demourez loing de moy longuement.
Note XXXII:—12 B De v. veoir.

XXXIII
En plourant a grosses goutes,
Trés triste et pleine de dueil,
Ma vraye amour dessus toutes,
4
Cil que j'aim, n'autre ne vueil,
Vous di a Dieu a grant peine.
Car trop grant doulour soustient
Mon cuer, qui grief dueil demaine,
8
Puis que partir vous convient.
Or sont mes joyes desrouptes;
Plus ne chant, si com je sueil;
Des tristes suivray les routes,
12
J'en ay ja passé le sueil,
Puis que je seray longtaine
De vous, et il apertient.
Je demeure de dueil pleine,
16
Puis que partir vous convient.
Je mourray, n'en faites doubtes,
Sans veoir vo doulz accueil.
Ha! Fortune, tu me boutes
20
En dur point, puis que my oeil,
Fors par pensée prochaine,
Ne verront cil qui retient
Mon cuer: c'est chose certaine,
24
Puis que partir vous convient.
Note XXXIII:—17 A¹ mouray—18 A¹ vou d. a.—22 A² q. te tient.

XXXIV
Or est venu le trés gracieux moys
De May le gay, ou tant a de doulçours,
Que ces vergiers, ces buissons et ces bois,
4
Sont tout chargiez de verdure et de flours,
Et toute riens se resjoye.
Parmi ces champs tout flourist et verdoye,
Ne il n'est riens qui n'entroublie esmay,
8
Pour la doulçour du jolis moys de May.
Ces oisillons vont chantant par degois,
Tout s'esjouïst partout de commun cours,
Fors moy, helas! qui sueffre trop d'anois,
12
Pour ce que loings je suis de mes amours;
Ne je ne pourroye avoir joye,
Et plus est gay le temps et plus m'anoye.
Mais mieulx cognois adès s'oncques amay,
16
Pour la doulçour du jolis moys de May.
Dont regreter en plourant maintes fois
Me fault cellui, dont je n'ay nul secours;
Et les griefs maulx d'amours plus fort cognois,
20
Les pointures, les assaulx et les tours,
En ce doulz temps, que je n'avoye
Oncques mais fait; car toute me desvoye
Le grant desir qu'adès trop plus ferme ay,
24
Pour la doulçour du jolis moys de May.
Note XXXIV:—3 B prés et b.—4 A Reverdissent partout de commun cours—5 A¹ Et t. r. si s'esjoye, corr. si se resjoye—13 B Et—17 A D. regraittant—18 A¹ Me fait.

XXXV
Je suis loings de mes amours,
Dont je pleure mainte lerme;
Mais en espoir prens secours
4
Que tost revendra le terme
Qu'il m'a mis de retourner.
Ja sont passées trois sepmaines,
Six en devoit sejourner,
8
Tant ont a durer mes peines.
Tant le desire tousjours
Qu'en suis malade et enferme.
Or venez doncques le cours,
12
Amis que j'aim d'amour ferme,
Et vous ferez destourner
Mes angoisses trés grevaines;
Car jusques au retourner
16
Tant ont a durer mes peines.
Pour mener mon dueil en plours,
Souvent a par moy m'enferme;
Mais ce garist mes doulours
20
Qu'a bon espoir je m'afferme
Que Dieu vous vueille amener,
Ou tost nouvelles certaines;
Jusques la me fault pener,
24
Tant ont a durer mes peines.
Note XXXV:—9 B a t.—14 B trop g.—20 B Qu'au doulz souvenir m'a.

XXXVI
Se vraye amour est en un cuer fichée
Sanz varier et sanz nulle faintise,
Certes c'est fort que de legier dechée;
4
Ainçois adès de plus en plus l'atise
Ardent desir et l'amour qui s'est mise
Dedens le cuer, qui si le fait lier
Qu'il n'en pourroit partir en nulle guise,
8
Et qui pourroit telle amour oublier?
Pour moy le sçay, qui suis toute sechée
Par trop amer; car, sans recreandise,
Ay si m'amour fermement atachée
12
A cil amer, ou je l'ay toute assise,
Qu'en ce monde nul autre avoir ne prise,
Ne je ne fais fors melencolier.
Quant loings en suis, riens n'est qui me souffise,
16
Et qui pourroit telle amour oublier?
Si ne pourroit jamais estre arrachée
Si faitte amour, car, pour droit que g'y vise,
Je n'ay pouoir qu'en moy de riens dechée,
20
Et si suis je d'autres assez requise;
Mais riens n'y vault: un seul m'a tout acquise;
Tant pourchaça, par soy humilier,
Que je me mis du tout a sa franchise,
Et qui pourroit telle amour oublier?
Note XXXVI:—8, 16, 24 B celle a.—17 B Ne ne—19 A q. r. de m. d.—21 A¹ un m'a t. a.—B un m'a du t. a.—22 B pour s. h.—24 A¹ tel a.

XXXVII
Pour vous, m'amour desirée,
Ay joye si adirée,
Sanz mentir,
4
Qu'adès vouldroye sentir
La mort, pour estre tirée
Du mal qui m'a empirée,
7
Et si ne m'en puis partir.
Ne, pour tost estre curée
La peine qu'ay endurée,
Consentir
11
Ne me puis ne assentir
A autre amour procurée;
J'en seroye perjurée,
14
Et si ne m'en puis partir.
C'est pour vostre demourée,
Ma doulce amour savourée,
Qui partir
18
Fera mon cuer com martir,
J'en suis taintte com morée,
Et toute descoulourée,
21
Et si ne m'en puis partir.
Note XXXVII:—8 B Ne p. e. t.

XXXVIII
Helas! doulz loyaulx amis,
En grant desir attendoie
Le terme que m'aviez mis
4
De retourner, mais ma joye
Tourne en dueil: tout est cassé
Le bon espoir que j'avoye,
7
Puis que le terme est passé.
Vous m'aviez dit et promis,
Et aussi je l'esperoie,
Que deux moys ou trois demis,
11
Demourriez en ceste voye,
Dont je me doubt que lassé
Vous soyez que plus vous voye,
14
Puis que le terme est passé.
Or est de tous poins desmis
Le soulas qu'avoir soloie,
En pensant que ja remis,
18
Du retour fussiez en voye
De venir; mais effacé
Est mon bien; car trop m'anoie,
21
Puis que le terme est passé.
Note XXXVIII:—9 B ainsi—13 B omet le second vous.

XXXIX
Qui a mal, souvent se plaint;
Car maladie le doit,
Et pour ce sont mi complaint
4
Doulereux, car chascun voit
Comment tourmentée suis
Pour amer, et ma doulour
Nullement celer ne puis;
8
Il en pert a ma coulour.
On cognoist bien qui se faint;
Car qui grant griefté reçoipt,
Le visage en a destaint.
12
Se le cuer est fort destroit,
Et pour ce mes griefs anuis
Amenrissent ma vigour,
Car repos n'ay jour ne nuys;
16
Il en pert a ma coulour.
Mais cil, par qui j'ay mal maint,
Ne scet, ne cognoist, ne voit
Comment mon cuer est attaint;
20
Helas! comment le sçaroit,
Car je ne le vis depuis
Demi an, mais son sejour
De la mort m'ovrira l'uis;
24
Il en pert a ma coulour.
Note XXXIX:—4 A¹ Douloureux—8 B Il appert a—14 B Amenuissent.

XL
Amours, amours, certes tu fis pechié
De moy lier en tes perilleux las,
Ou mon cuer est si durement fichié,
4
Que moult souvent me convient dire helas!
Et voirement dit l'en voir
Que tu ne scés nullui si chier avoir,
Qu'il n'ait, souvent avient, de ses amours
8
Pour un seul bien plus de cinq cens doulours.
Au commencier m'as le cuer aluchié,
Par moy donner assés de tes soulas;
Mais quant tu l'as fermement atachié,
12
Adonc de ses plaisirs despouillié l'as;
Car, sans lui faire assavoir,
Trestout le bien qu'il souloit recevoir
Lui as osté, et lui rens tous les jours
16
Pour un seul bien plus de cinq cens doulours.
Et se cellui, par qui en dur point chié,
Ne vient briefment, mal oncques m'affulas
De tes dangiers par qui du tout dechié
20
De joye avoir, et s'il est d'amer las
Trop me convendra douloir;
Car plus que riens le desir a veoir,
Et, s'il ne vient, j'aray pour mes labours
24
Pour un seul bien plus de cinq cens doulours.
Note XL:—6 B¹ si chierement a.—7 A pour ses labours—9 B Au premier m'as le c. si a.—B² alechié—10 B Pour m.—18 A² B¹ mar o. m.—19 A¹ donjers—23 B par m. l.

XLI
Helas! au moins se aucune nouvelle
Peusse ouïr, par quoy sçeusse comment
Le fait cellui qui mes maulx renovele,
4
Et qui tenu l'a ja si longuement
De moy loingtain, ce feist aucunement
Moy resjouïr, mais nul n'en fait raport,
7
Ne plus, ne mains ne que s'il estoit mort.
Ne sçay s'en nef, en barge, ou en nacelle,
Passa la mer ou s'il va autrement;
S'en Aragon, en Espaigne, en Castelle,
11
Ou autre part soit alé, ou briefment
Ne puist venir, ou si prochainement;
Car je ne sçay ou il est, n'a quel port,
14
Ne plus, ne mains ne que s'il estoit mort.
Ou peut estre qu'il aime autre plus belle
Que je ne suis, si ne lui chaut granment
De revenir; mais il n'est damoiselle
18
Ne nulle autre, ce sçay certainement,
Qui jamais jour l'aime plus loiaument;
Mais que me vault? quant je n'en ay confort,
21
Ne plus, ne mains ne que s'il estoit mort.
Note XLI:—1 B H. amours—2 B P. avoir—5 A ce fait a—10 A¹ en E. ou en C.—A² ou C.—18 B ne s. c.

XLII
Ovide dit qu'il est un messagier,
Qui en dormant les nouvelles aporte,
Les gens endort, et puis les fait songier
4
De joye ou dueil, songes de mainte sorte.
Morpheüs cil messager on appelle;
Au dieu qui dort est filz, ce dit la fable,
Qui en pluseurs formes se renouvelle,
8
Cil nonce aux gens mainte chose notable,
Et cellui dieu de someil alegier,
Soye mercy, veult le mal que je porte.
Car nouvelles m'envoye sanz dongier
12
De mon ami, autre ne me conforte.
Mais quant chose me dit qui ne m'est belle,
Mon cuer tremble plus que feuille d'arable;
Car en nul cas de riens le voir ne celle,
16
Cil nonce aux gens mainte chose notable.
Et ma doulour fait moult assouagier
Le dieu qui dort, certes je fusse morte
Se il ne fust; mais plorer de legier
20
Me fait souvent, car trop me desconforte
Quant il me dit qu'une autre damoiselle
Tient mon ami, et qu'il soit veritable
J'ay grant paour; car, de toute querelle,
24
Cil nonce aux gens mainte chose notable.
Note XLII:—5 A¹ Orpheüs—10 A¹ Sienne m.—B le dueil q. je p.

XLIII
Hé Dieux! que le temps m'anuie,
Un jour m'est une sepmaine;
Plus qu'en yver longue pluie,
4
M'est ceste saison grevaine.
Helas! car j'ay la quartaine,
Qui me rent toute estourdie
Souvent et de tristour pleine:
8
Ce me fait la maladie.
J'ay goust plus amer que suye,
Et coulour pasle et mausaine;
Pour la toux fault que m'appuye
12
Souvent, et me fault l'alaine.
Et quant l'excès me demaine,
Adonc ne suis tant hardie
Que je boive que tysaine:
16
Ce me fait la maladie.
Je n'ay garde que m'enfuye;
Car, quant je vois, c'est a peine
Non pas l'erre d'une luie,
20
Mais par une chambre plaine
Encor convient qu'on me maine,
Et souvent fault que je die:
«Soustenez moy, je suis vaine.»
24
Ce me fait la maladie.
Medecins, de mal suis plaine,
Garissez moy, je mendie
De santté qui m'est longtaine;
28
Ce me fait la maladie.
Note XLIII:—21 A¹ que on.

XLIV
Amours, il est fol qui te croit,
Ne qui a toy servir s'amuse;
Car qui mieulx te sert plus reçoit
4
De grans anuis, et sa vie use
A grant meschief qui s'i esluse;
Grant faissel lui fault soutenir,
7
Je m'en sçay bien a quoy tenir.
Ton bel accueil chascun deçoit,
Chascun attrait, nul ne reffuse,
Assez promet et moult accroit;
11
Mais au payer trestous cabuse,
Et pis y a, car on accuse
Qui ta vie veult maintenir,
14
Je m'en sçay bien a quoy tenir.
A la perfin chascun le voit,
Ton fait n'est fors que droitte ruse,
Et s'au commencier on savoit
18
Comment la fin en est confuse,
Tel s'en retrairoit qui y muse;
Mais on ne s'i scet contenir,
21
Je m'en sçay bien a quoy tenir.
Note XLIV:—14 et 21 A¹ Je me s.

XLV
Le messagier de Renommée,
Qui Pegasus est appellé,
Par qui grant parole est semée,
4
Car ce qu'il scet n'est pas cellé,
Cil vole plus tost qu'une aronde,
Et telles nouvelles raporte,
Souvent qu'il semble que tout fonde;
8
Et a la fois grant joye aporte.
Les nouvelles de mainte armée,
Ou s'un païs s'est rebellé,
Ou s'aucune chose est blasmée,
12
A tantost dit et revellé;
Mais souvent ment, car il abonde
En grant parole droitte et torte;
Par lui sont dolent maint au monde;
16
Et a la fois grant joye aporte.
Cellui m'a la guerre nommée,
Ou mon ami s'en est alé,
Et m'a dit qu'une aultre enamée
20
A, dont j'ay le cuer adoulé,
N'est ne premiere, ne seconde
Fois, qu'il ainsi me desconforte;
Dont plourer me fait a grant onde;
24
Et a la fois grant joye aporte.
Ainsi, en pensée parfonde
Songe m'euvre de deuil la porte,
Si qu'il m'est vis qu'en plours ja fonde;
28
Et a la fois grant joye apporte.
Note XLV:—2 A¹ appellez—5 A¹ Sil—6 B apporte—10 B p. est r.—14 A² p. et d. et t.—17 B la g. donné—19 B que a e.—20 A¹ adoulée—25 à 28 omis dans A¹ et B.

XLVI
Mesprendroye vers amours
De faire nouvel ami,
Quant j'ay, sens avoir secours,
4
Attendu an et demi
Cellui que je tant amoye?
Bien voy qu'il ne lui souvient
De moy, quant ne vient, n'envoye,
8
Ne nouvelles ne m'en vient.
Pour lui ay eu mains maulx jours,
Et se tel mal eust pour mi,
Plus tost venist que le cours;
12
Car oncques puis ne dormi
Bien, qu'il parti, ne n'oz joye;
Ne sçay quel cause le tient,
Mais n'en oz ne vent ne voye,
16
Ne nouvelles ne m'en vient.
Se ne vueil plus en telz plours
Vivre, j'ay assez gemi;
Estre y pourroye tousjours,
20
Qu'il n'en donroit un fremi.
Ce n'est pas drois que je doie
Lui amer, quant ne lui tient;
Ne ne chault que je le voie,
24
Ne nouvelles ne m'en vient.
Note XLVI:—1 B M. je v. a.—3 A B² Q. je s.—8 A¹ ne me v.—9 A² Par l.—15 B M. n. oy.

XLVII
Jamais a moi plus ne s'attende,
Cellui a qui plus ne m'attens,
Puis que vers moy ne vient ne mende.
4
Attendu l'ay deux ans par temps,
Plus ne m'en quier donner mau temps;
Folie m'en feroit douloir,
7
Puis qu'il m'a mis en nonchaloir,
Au vray corps Dieu le recomende,
Qui le gard de mauvais contens,
Et de tout peril le deffende,
11
Combien que plus je ne l'attens,
Et a m'en retraire je tens;
Et de ce fais je mon devoir,
14
Puis qu'il m'a mis en nonchaloir.
Mespris a vers moy, mais l'amende
N'affiert pas de deniers contens,
Mais du devoir qu'Amours comende
18
A ceulz qui sont entremettans
D'amours servir; mais mal contens
S'en tient mon cuer, a dire voir,
21
Puis qu'il m'a mis en nonchaloir.
Note XLVII:—1 A² J. p. a m.—11 B² je ne l'entens—12 A¹ jettens—B Et a moy r. j'entens.

XLVIII
Je ne te vueil plus servir,
Amours, a Dieu te comand.
Tu me veulz trop asservir,
4
Et paier mauvaisement;
Pour loier me rends tourment.
C'est fort chose a soustenir:
7
Je ne m'i vueil plus tenir.
Pour ta grace desservir
Je t'ay servi loiaument,
Mais je ne puis assovir
11
Mon service, car griefment,
Me tourmentes, dont briefment
Aime mieulx m'en revenir:
14
Je ne m'i vueil plus tenir.
Qui a toy se veult plevir,
Et donner entierement,
Puis descendre, puis gravir,
18
Selon ton commandement,
Lui convient peniblement;
Si m'en doit bien souvenir:
21
Je ne m'i vueil plus tenir.
Note XLVIII:—11 B trop g.—12 B bien b.

XLIX
N'en parlez plus, je ne vueil point amer;
Sire, pour Dieu vueilliez vous en retraire,
Ne me devez ne haïr ne blasmer,
4
Se je ne vueil a nul en tel cas plaire;
Helas! pour Dieu, vueilliez vous ent retraire.
Car plus ne vueil telle complainte oïr;
7
Vous me ferez d'environ vous foïr.
Par telz semblans me feriez diffamer;
A vous seroit grant pechié de ce faire.
Ja vont pluseurs partout dire et semer,
11
Que cy entour vous n'avez riens que faire,
Et si n'est nul qui autant y repaire;
Mais se vous voy de tel plait esjouïr,
14
Vous me ferez d'environ vous fouïr.
Il n'est chanteur, ne sereine de mer,
Qui cuers de gens scevent si bien soubtraire,
Ne beau parler, prier, ne reclamer,
18
Qui me feïst a telle amour attraire,
Si vous suppli que vous en vueilliez taire;
Car s'autrement ne puis de ce joïr,
21
Vous me ferez d'environ vous foïr.
Note XLIX:—6 B celle c. o.—9 B A. v. sera—18 B Q. me sceüst a t. a. traire—A¹ Q. me faist a tel a.

L
Aucunes gens porroient mesjugier
Pour ce sur moy que je fais ditz d'amours;
Et diroient que l'amoureux dongier,
4
Je sçay trop bien compter et tous les tours,
Et que ja si vivement
N'en parlasse, sanz l'essay proprement,
Mais, sauve soit la grace des diseurs,
8
Je m'en raport a tous sages ditteurs.
Car qui se veult de faire ditz chargier
Biaulz et plaisans, soient ou longs ou cours,
Le sentement qui est le plus legier,
12
Et qui mieulx plaist a tous de commun cours,
C'est d'amours, ne autrement
Ne seront fait ne bien ne doulcement,
Ou, se ce n'est, d'aucunes belles meurs,
16
Je m'en raport a tous sages ditteurs.
Qui pensé l'a, s'en vueille deschargier,
Qu'en verité ailleurs sont mes labours.
Pour m'excuser ne le dis ne purgier;
20
Car amé ont assez de moy meillours,
Mais d'amours je n'ay tourment
Joye ne dueil; mais pour esbatement
En parlent maint qui ont ailleurs leurs cuers,
24
Je m'en raport a tous sages ditteurs.



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PETROS MALAMIDIS [18.283]

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PETROS MALAMIDIS  

Poeta. Grecia




Recosté
sobre los hombros del silencio la entereza.

Los ojos abrí despacio
al borde de los sueños
y vi que del crepúsculo de la esperanza,
así hondamente grabado por vez primera
en el grandioso deseo de mi corazón,
de un golpe arrancó la mente su peso
y se borró
y se borró de una vez por todas.

Desperté libre
con los ojos abiertos y
taciturno, 
con la cabeza de nuevo sobre los hombros recostada.

Me miré
en el agua azul marino de mi aurora
que alguna vez bañó la piel en juventud
y vi oscuridad sin fondo
el rostro junto a mi alma.

Me estremecí.
La mirada volví a lo alto
y el cuerpo boca arriba deposité
en los brazos de la tierra.

Me dormí.
Vi las estrellas, la luna, a Dios
y a mí solo
me vi.

[Extraído del libro "Reflexiones en un sacro jardín marino" / "Στοχασμοί σ’ ιερό θαλασόκηπο", edición bilingüe griego-español, traducción de Vasilikí Rouska y Emmanuel Vinader. Editorial Pigmalión (Madrid, 2015)]



Έγειρα
στους ώμους της σιωπής το σθένος.

Τα μάτια μου σιγάνοιξα
στο χείλος των ονείρων
κι είδα πως το λυκόφως της ελπίδας
όπως πρωτοχαράχτηκε αδρά
μες στης καρδιάς μου την τρανή επιθυμιά
μεμιάς ξερίζωσ’ ο νους το βάρος του
κι έσβησε
κι έσβησε μια για πάντα.

Ξύπνησα λεύτερος
με τα μάτια ‘νοιχτά κι
αμίλητος,
με το κεφάλι ξανά στους ώμους γερμένο.

Κοιτάχτηκα
στο θαλασσί της αυγής μου νερό
που κάποτε έλουζε το δέρμα νιότη
κι είδα σκοτάδι απύθμενο
το πρόσωπο μαζί και την ψυχή μου.

Ταράχτηκα.
Το βλέμμα έστρεψα ψηλά
και το κορμί ανάσκελ’ ακούμπησα
στης γης την αγκάλη.

Κοιμήθηκα.
Είδα τ’ αστέρια, την σελήνη, τον Θεό
κι εμένα είδα
μόνο.

[Από το βιβλίο "Reflexiones en un sacro jardín marino" / "Στοχασμοί σ’ ιερό θαλασόκηπο", δίγλωσση έκδοση ελληνικά-ισπανικά, μετάφραση της Βασιλικής Ρούσκα και του Emmanuel Vinader, εκδ. Pigmalión, (Mαδρίτη, 2015)] 





REFLEXIONES EN UN SACRO JARDÍN MARINO

Por Carlos Alcorta

PETROS MALAMIDIS. REFLEXIONES EN UN SACRO JARDÍN MARINO. TRAD. DE VASILIKI ROUSKA Y EMMANUEL VINADER. PIGMALIÓN POESÍA, 2015

La obra de Petros Malamidis es escasamente conocida en nuestro país, algo que, lamentablemente, sucede con la mayoría de los escritores griegos actuales, si exceptuamos a autores como el exitoso Petros Márkaris y algún otro menos afortunado. Da la impresión de que, por lo que respecta a la poesía, después de grandes nombres como Kavafis, Seferis, Elitis o YannisRitsos no ha habido ninguna singularidad digna de mención. Como es fácil suponer esta conjetura sólo encuentra acomodo en intereses metodológicos que nada tienen que ver con la verdadera relevancia de la literatura griega de nuestros días, desprendida hace décadas del enorme peso de una tradición tan asfixiante por extraoridnaria, aunque sin renunciar a ella. Nuria Azancot escribía en 2004 que «El momento presente de la poesía griega es, según la crítica, el primero en el que los poetas griegos se sienten primero poetas y después griegos. Aunque nunca han sido dados a agruparse o a firmar manifiestos, sino que siempre han buscado la independencia, los nuevos poetas están preocupados por los mismo asuntos que sus contemporáneos de otros países europeos, una vez relegados a accesorios los temas patrióticos que cantaron los poetas que les precedieron, los de la generación del 70 (Manolis Anagnostakis, Miltos Sachturis, Tasos Livaditis, Takis Sinopoulos o Titos Patrikios)». No creo que en la década transcurrida desde que fueron escritas estas palabras, el panorama hay cambiado sustancialmente, como queda de manifiesto en la completísima antología que han preparado Virginia López Recio y Dimitris Angelís para la revista Omnibus, en la que recogen la obra de poetas nacidos a partir de 1940. De manera intermitente, pero con perseverancia, algunas editoriales españolas publican también libros de poetas griegos contemporáneos, como Cuatro estaciones, de Costas Mavrudíes, publicado por la editorial Pre-Textos y traducido por Vicente Fernández, uno de los grandes conocedores de la poesía griega; Aniversario, de Dimitris Angelís, publicado por Valparaíso Ediciones y traducido por Virginia López Recio o Maria Polidouri, publicada por Vaso Roto y traducida por José Manuel Macías. Más implicada en la difusión de la cultura griega en nuestro país está la editorial Pount de Lunettes, que ha creado una colección, Romiosyne, dedicada en exclusiva a la literatura griega (recientemente han publicado Encima del subsuelo, de KostasVrachnos, un viejo conocido nuestro,en traducción del propio autor y de Juan Vicente Piqueras), y contribuyen también a la difusión algunos blogs como el de Mario Domínguez Parra, dedicado a la traducción de autores griegos preferentemente. En este contexto debemos enmarcar Reflexiones en un sacro jardín marino, el libro que hoy nos ocupa. Su autor, Petros Malamidis —nació en Tesalónica, aunque hace ya varios años que recorre Europa ejerciendo distintas ocupaciones (ha residido también en España, país al que guarda especial afecto)— debutó con la novela Ante la muerte…risas hace ya más de quince años. Ha traducido obras de teatro del español y del rumano al griego y es autor así mismo de la obra teatral El círculo.

Por lo que respecta a Reflexiones en un sacro jardín marino, como escribe Bernardo Souvirón en su atinado prólogo, «En sus versos respira una larga tradición de poesía griega que arranca, me atrevería a decirlo, en Alcmán (un poeta griego, quizá de Esparta, del siglo VII a. C.) y que, a través del tiempo, pervive todavía hoy». Personalmente creo que la influencia de cierta poesía en lengua española con el Neruda torrencial a la cabeza, pero también del Luis Rosales de La casa encendida e incluso del juego irracionalista de cierta poesía popular no es desdeñable en absoluto. El afán de interpretar el mundo a través de la palabra, una palabra desacralizada en estos versos («Sobrantes las palabras, los actos pobres,/ tú y yo y una caricia solo/ en el ahora, en el siempre, en el ayer») de establecer una cosmología propia en la que la identidad del poeta sea el eje sobre el que rotan las emociones y los recuerdos («Los recuerdos enfrente, vestidos de luto con personas. Unas veces amenazadores, enfermizos y deshidratados, y otras de nuevo muy brillantes con un ramillete de penas y alegrías en el humano abrazo del tiempo») encuentra una justa correspondencia entre el poema de largo aliento y el que podríamos describir como su opuesto, porque «hacen falta ojos para ver lo invisible». Pero ¿de qué ojos estamos hablando? La retina que permite ver más allá de nosotros mismos, para internarse por los recovecos del alma no puede poseer la misma configuración que aquella que nos muestra la realidad, aunque sea deformada, deben ser unos ojos capaces de atravesar ese muro de sombra que rodea las cosas: «Los ojos abrí de nuevo/ y estaba ciego/ oscuridad a mi alrededor/ ¿acaso muerto?». De esa una mezcla entre sonambulismo y vida consciente, de precisión y voluntaria vaguedad están poblados estos poemas de Petros Malamidis, un poeta que iba siendo necesario leer y descubrir.







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SOFÍA PÉREZ CASANOVA [18.284]

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Sofía Casanova

Sofía Guadalupe Pérez Casanova de Lutosławski, conocida como Sofía Casanova, (La Coruña1 30 de septiembre de 1861 - Poznań (Polonia) 16 de enero de 1958), fue una poetisa, escritora y periodista y la primera española que se convirtió en corresponsal permanente en un país extranjero y corresponsal de guerra. Fue una mujer culta, muy conocida en los ambientes literarios de la época. En su trabajo destacó el perfil humano de sus crónicas como corresponsal del diario ABC en Polonia y Rusia en las que narraba el sufrimiento de la población civil durante las guerras que cubrió, a las que se añadía el valor literario. Su actividad por toda Europa le permitió vivir acontecimientos como la lucha de las sufragistas en Inglaterra, el desarrollo del sindicalismo, la formación del Partido Bolchevique en la Rusia zarista, la Primera y la Segunda Guerra Mundial además de la persecución de los judíos por el régimen nazi en el gueto de Varsovia. Colaboró en periódicos como ABC, La Época, El Liberal, El Imparcial de Madrid; en la revista Galicia, en otras publicaciones gallegas y en prensa internacional, como la Gazeta Polska y el New York Times. De convicciones católicas y monárquicas en la guerra civil española se sumó a las filas franquistas.

Vivió 96 años. Su longeva vida le permitió dejar una amplia obra abarcando todos los géneros literarios.

Su padre, Vicente Pérez Eguía, litógrafo de Orense, abandona a su mujer y a sus tres hijos cuando Sofía era muy pequeña dejando sin recursos a su familia que sobrevive con el apoyo económico del abuelo ferrolano Juan Bautista Casanova Pla Cancela, marino de profesión.

Pasa su infancia en el Pazo del Hombre en San Julián de Almeiras (La Coruña) y comienza sus estudios en la escuela de Doña Concha que más tarde completará en el Conservatorio de Madrid, ciudad en donde fija su residencia a los 12 años donde se traslada con su madre, hermanos y abuelos maternos. En la capital de España empieza a estudiar poesía y declamación.

Sus primeros poemas se publican cuando ella tenía 15 años en el Faro de Vigo. No es ella sino su madre quien los remite al periódico al encontrarlos guardados en su habitación. El talento por la poesía de Sofía se reconoce en los círculos literarios más selectos que frecuenta con asiduidad.

En la corte de Alfonso XII

Fue protegida por el poeta Ramón de Campoamor quien la introdujo en las tertulias literarias del Conde de Andino tutor del rey Alfonso XII y del Marqués de Valmar, que se convirtió en un buen amigo y mentor. A través del marqués es presentada en la corte de Alfonso XII, que organizaba sesiones poéticas. A los 20 años Sofía Casanova es ya una poetisa consagrada.

En 1885 el propio monarca costea la edición de su libro "Poesías". Según los biógrafos de Alfonso XII la debilidad que siente por Sofía se debe e parte al gran parecido físico que esta tenía con la Infanta Eulalia de Borbón.

En las tertulias que frecuenta mantiene trato con intelectuales de la época, entre ellos Emilio Ferrari o Bernard Shaw. Entre las mujeres escritoras que conoce figuran Concepción Jimeno Gil, su amiga de juventud Blanca de los Ríos, Sofía Tartilán, Filomena Dato y Emilia Pardo Bazán.

En estos círculos Campoamor, le presenta al profesor, filósofo y diplomático polaco, Wincenty Lutosławski, idealista y experto en Platón que llega a Madrid procedente de Francia. Se casan en la Iglesia de San Marcos el 19 de marzo de 1887 y tienen 4 hijas, María, Izabela, Yadwiga, que morirá de disentería en 1895, sumiendo a Sofía en una fuerte depresión y Halina, que nació en Galicia.

Tras la boda se instala en Drozdowo, en el norte de Polonia, que por aquel entonces era una provincia de Rusia. Sin embargo, la pareja y su familia viajaban cada año a Galicia durante el período de verano, lo que le permitió a Sofía mantener una relación directa con su tierra. Sus desplazamientos continuos, como consecuencia de la carrera diplomática de su marido, los combinó con su trabajo de periodista y con su estudio de los idiomas de los países donde residió, lo que le permitió dominar además del castellano y el gallego otros seis idiomas: francés, inglés, italiano, polaco, portugués y ruso, conocimientos clave para las traducciones que realizaría en un futuro. Sus viajes le permitieron además conocer a personalidades del mundo intelectual y político como Tolstoi, Marie Curie, Morel Fatio cuyas opiniones sobre lo español recogió en libros y conferencias.

El matrimonio se distanció. El hecho de no haber tenido hijos varones, apuntan algunas biografías, parece que influyó la separación de la pareja, pues Wincenty comenzó a tener relaciones con otras mujeres en busca del heredero de su apellido.

En 1905 Sofía decide instalarse definitivamente en España, tiene 43 años de edad y empieza a tener problemas de visión. Realiza colaboraciones literarias con ‘ABC’, ‘El Debate’, ‘Blanco y Negro’, ‘El Mundo, ‘Galicia’ y su hogar madrileño se convierte en un espacio de encuentro por el que pasan Basilio Álvarez, Alfredo Vicenti, Ramón y Cajal, Alberto Insua, Victoriano García Martí y Castelao, que ilustrará su libro ‘Princesa del amor hermoso’ (1909). Mantiene una intensa actividad social, pronunciando conferencias y participando en las llamadas "obras sociales".

En 1906 es elegida miembro de la Real Academia Gallega, en 1911 entra a formar parte de la Academia Española de la Poesía Española.

"La madeja" Pérez Galdós estrena su primera obra de teatro

Sofia Casanova es una de las pocas mujeres a las que Benito Pérez Galdos elogió. Tras Gertrudis Gómez de Avellaneda, sólo Rosario de Acuña había conseguido representar sus dramas en el Teatro Español antes que Sofía Casanova. Pérez Galdos estrenó así la primera pieza dramática de Sofía, "La madeja" el 12 de marzo de 1913. En la decisión pesó la influyente opinión de la primera actriz, Matilde Moreno. El argumento de la obra respondía a la idea de que las extranjeras, con su afán de emancipación, deseaban la destrucción de la familia. Una reacción, según la estudiosa María del Carmen Simón Palmer, de numerosos escritos de finales del XIX y primeros del XX contra las corrientes feministas que llegaban de Estados Unidos. Aunque la crítica elogió el contenido de la obra, la mala interpretación de la noche del estreno -cuenta la crónica- impidió que la comedia se representara en días sucesivos.

Corresponsal de guerra

Viaja frecuentemente a Polonia, donde viven sus hijas. Durante uno de estos viajes, en julio de 1914, estalla la Primera Guerra Mundial. Tras un mes de resistencia abandonan Drozdowo en dirección a Varsovia, allí Sofía se hace enfermera de batallones de moribundos. Ese viaje al horror, cuentan sus biografías, la hiere profundamente y cambiará su vida.

Lo narra en una carta al diario ABC, intentado convencer a sus compatriotas de que no está justificada su creciente admiración por los alemanes.6 Torcuato Luca de Tena, propietario y director del diario ABC le escribe otra carta con la propuesta de que se convirtiera en la corresponsal de ABC en la Europa oriental, propuesta que Sofía Casanova acepta.

En 1915 el avance alemán obliga a evacuar Varsovia. Sigue trabajando en el hospital hasta que los alemanes entran en la ciudad del Vístula y huye con sus hijas en el último tren a Minsk, Moscú y, finalmente, a San Petersburgo. La dinastía Romanov está a punto de caer y la escritora y periodista fue testigo del momento e informó de ello no sin dificultades, ya que fue perseguida y censurada por sus crónicas desde San Petersburgo, desde donde narró la muerte de Rasputín y entrevistó a Trotski7 . Tras estas crónicas, la censura rusa le prohibió la comunicación con España y su silencio provocó que incluso se la llegara a dar por muerta.

En 1917 es testigo de la Revolución Bolchevique, que comparte de nuevo en sus escritos.

Durante la insurrección popular del 3 de julio, reprimida con dureza por parte de las tropas gubernamentales, Sofia recibe un golpe accidental en los ojos de parte de uno de los que huían del tiroteo callejero. Las consecuencias de este accidente fueron nefastas para la escritora, ya que a pesar de los cuidados a los que tuvo que someterse no logrará volver a ver bien nunca más. A pesar de todo no deja de escribir.

En 1918 Polonia logra la independencia y Sofia puede regresar. En 1919 regresa a España y es recibida como una heroína con multitud de homenajes.

Entre 1920 y 1930 regresa seis veces a España. Escribe más de cuatrocientos artículos y cuatro libros. En 1925 su nombre se baraja entre los candidatos españoles al Premio Nobel de Literatura. Ese mismo año recibe la Gran Cruz de la Orden Civil de Beneficencia de Alfonso XIII por su colaboración con la Cruz Roja durante la 1ª Guerra Mundial.

En 1931 es testigo de la proclamación de la Segunda República Española, con la convicción de que va a ocurrir en su país lo que le tocó vivir en Rusia en 1917. Con el cierre del periódico ABC, pierde el trabajo durante unos meses. Este hecho la hace aborrecer a los republicanos, sentimiento que va en aumento hasta que en 1936 escribe uno de sus últimos artículos de su colaboración con el diario: ‘Mirando a Rusia’.

Guerra Civil Española

Vive la Guerra Civil Española desde Varsovia, y desde allí, con el ABC incautado, mueve cartas y crónicas en defensa del bando nacional. Rosario Martínez, estudiosa de la figura de Sofía Casanova señala que su posición fue utilizada por el franquismo:

Sofía Casanova estaba pasando por unos años horribles de penuria extrema, y pretendía incluso mantener a la familia, una familia que había tenido mucho dinero pero que vivió una larga serie de guerras: la primera guerra mundial, la revolución bolchevique, las guerras de fronteras de Polonia, vivió persecuciones políticas y las pasó canutas. Y Sofía, en un momento determinado, se dejó llevar, quizá con buena voluntad, por los consejos de algunos amigos, y fue muy utilizada. No hay que olvidar que en 1938 la trajeron expresamente a Burgos para un acto de propaganda política. Pero tampoco hay que olvidar que Sofía era una persona de ideas conservadoras y que había vivido la revolución bolchevique y que de buena fe confió en el fascismo. Dentro de su mentalidad fue coherente pero en España se la utilizó mucho más allá de lo que pueda ser ético.

Franco querrá conocerla y se reúne con él en Burgos en 1938. En diciembre de ese año declara a La Voz de Galicia con ocasión de su marcha a Varsovia, que estaba convencida de que el golpe de Estado provocado por un sector del Ejército traería momentos de desarrollo y esplendor a España. Es también el año en el que visitó La Coruña y su aldea por última vez. Siempre contó con el cuidado y con el cariño de una mujer de Almeiras que, además de hacerle compañía permanente, mantuvo vivo en ella el idioma gallego y le ayudó en el cuidado de sus hijas.

Segunda Guerra Mundial

Regresó a Polonia para pasar la navidad con su familia y le sorprendió el inicio en 1939 de la Segunda Guerra Mundial y se produjo la ocupación nazi del territorio polaco. Ante la firma entre Hitler y Stalin de la alianza germano-soviética para terminar con la independencia de Polonia y se ve obligada a huir a una aldea con una de sus hijas y sus nietos.

La intercesión del embajador de España en Berlin le permite vivir con cierta seguridad mientras contempla la barbarie de los campos de concentración. Sofia puede regresar a España cuando la División Azul regresa vencida pero tiene 80 años ya y aún conserva las fuerzas necesarias para ayudar a su familia en las actividades clandestinas contra la ocupación alemana.

En 1952 la Real Academia Gallega la nombra Académica de Honor.

Murió en 16 de enero de 1958. Aunque estaba casi ciega seguía escribiendo ayudada por sus nietos a los que dictaba sus últimas vivencias. No vio cumplido su deseo de acabar sus días en España. El 25 de enero el diario ABC escribió un breve artículo titulado "Ha muerto Sofia Casanova".

Quienes han investigado y recogido su historia denuncian el olvido al que ha sido sometida su figura a pesar de la relevancia de su biografía y obra.

Trayectoria periodística y literaria

En el momento de la fundación de la Real Academia Galega, en el año 1906, Sofía Casanova ya tenía trabajo y reconocimiento a nivel mundial, lo que motivó que fuera nombrada miembro de este organismo y que en el año 1952 se le concediese por unanimidad el título de académica de honor.

Sofia Casanova publicó novelas, cuentos, una comedia y más de 1.200 artículos en periódicos y revistas en Galicia (España) y Polonia. Su producción literaria, de narrativa, poesía y teatro fue muy prolífica. Incluyen cuatro colecciones de poesía, cinco novelas, ocho novelas cortas, relatos cortos, una obra de teatro que Benito Pérez Galdós le estrenó una obra en el teatro español un libro infantil y ocho volúmenes de comentarios sociales, culturales y políticos, además de más de mil artículos en publicaciones gallegas, españolas, hispanoamericanas y polacas. Impartió numerosas conferencias sobre la situación de la mujer y relaciones internacionales, tanto en España como en Polonia, tradujo obras clásicas del polaco y el ruso al castellano.

Como periodista escribió casi un millar de crónicas4 en las que destacan los artículos publicados en ABC entre 1915 y 1936 y los títulos La mujer española en el extranjero (Madrid, 1910), De la Revolución rusa (Madrid, 1918), Impresiones de una mujer en el frente oriental de la guerra europea (Madrid, 1919), La revolución bolchevista, Diario de un testigo (Madrid, 1920) y El martirio de Polonia (Madrid, 1946).

Sofia manifestó y tomó partido en una postura pacifista y antibélica; así lo manifestó en sus colaboraciones en la prensa en la guerra del Rif (Marruecos) y en la Semana Trágica de Barcelona; pero la obra donde evidencia esta postura de forma más contundente es en las crónicas de Polonia y Rusia que ella escribía para la prensa y que se publicaron reunidas en el libro De la guerra en el año 1916.

Su afición al estudio le llevó a conocer cinco idiomas y traducir los escritores polacos más famosos como Sienkiewiz o Kowalewska al español. También su obra fue traducida al francés, polaco, sueco u holandés.

Obras

Amores y confidencias: de Rusia. Madrid, Libr. y Edit. Madrid, 1927 (Obras completas)
Las catacumbas de Rusia roja. Madrid, Espasa Calpe, 1933
Como en la vida. Madrid, Aguilar, 1931
Como en la vida. Madrid, 1947 (Novelas y cuentos, Año 19, nº 951)
El crimen de Beira-Mar. Madrid, Talleres de Ediciones Españolas, 1914 (El libro popular, Año 3, nº 8)
De la guerra: crónicas de Polonia y Rusia. Primera serie. Madrid, Renacimiento, 1916
De la Revolución rusa en 1917. Madrid, Renacimiento, 1917
El doctor Wolski: páginas de Polonia y Rusia. Madrid, Imp. del Suc. de J. Cruzado a cargo de Felipe Marqués, 1894
El doctor Wolski. Madrid, Prensa Popular, 1920 (La novela corta, Año 5, nº 255)
El doctor Wolski. Madrid, Libr. y Edit. Madrid, 1925 (Obras completas, 2)
El dolor de reinar. Madrid, Publicaciones Prensa Gráfica, 1925 (La novela semanal, Año 5, nº 213)
En la corte de los zares. Madrid, Libr. y Edit. Madrid, 1924 (Obras completas, 1)
En la corte de los zares (del principio y del fin del imperio). Madrid, Biblioteca Rubén Darío, 1929 (Obras completas, 1)
Episodio de guerra. Madrid, Prensa Popular, 1921 (La novela corta, Año 6, nº 299)
Lo eterno. Madrid, Prensa Popular, 1920 (La novela corta, Año 5, nº 218)
Exóticas. Madrid, Suc. de Hernando, 1913
Galicia la inefable. Edición de Mª Rosario Martínez Martínez. Santiago de Compostela, Junta de Galicia, 1996
Idilio epistolar. Madrid, Aguilar, 1931
Kola el bandido. Madrid, Publicaciones Prensa Gráfica, 1923 (La novela semanal, Año 3, nº 101)
La madeja. Madrid, Imp. de “Alrededor del mundo”, 1913 (Los contemporáneos y los maestros, 241) [Teatro]
El martirio de Polonia. 2.ª ed. Madrid, Atlas, 1945 (con Miguel Branicki)
La mujer española en el extranjero: conferencia... 1910. Madrid, 1910
El pecado. Madrid, Imp. de Alrededor del Mundo / Libr. de los Suc. de Hernando, 1911 (Biblioteca de escritores gallegos, 10)
El pecado. Madrid, Libr. y Edit. Madrid, 1926 (Obras completas, 3)
El pecado. Madrid, Dédalo, [193-?] (Novelas y cuentos)
Princesa del amor hermoso. Madrid, Impr. Artística Española, 1909 (El cuento semanal, Año 3, nº 156)
Princesa del amor hermoso. En: Novelas breves de escritoras españolas, 1900-1936. Edición de Ángeles Ena Bordonada. Madrid, Castalia / Instituto de la Mujer, 1990 (Biblioteca de escritoras, 10)
Princesa rusa. Madrid, Publicaciones Prensa Gráfica, 1922 (La novela semanal, Año 2, nº 55)
La revolución bolchevista: (diario de un testigo). Madrid, Biblioteca Nueva, 1920
La revolución bolchevista: (diario de un testigo). Edición de M. Victoria López Cordón. Madrid, Castalia / Instituto de la Mujer, 1990 (Biblioteca de escritoras, 11)
Sobre el Volga helado. Madrid, Prensa Popular, 1919 (La novela corta, Año 4, nº 196)
Triunfo de amor. Madrid, Prensa Popular, 1919 (La novela corta, Año 4, nº 186)
Valor y miedo. Madrid, Prensa Popular, 1922 (La novela corta, Año 7, nº 348)
Viajes y aventuras de una muñeca española en Rusia. Burgos, Hijos de Santiago Rodríguez, 1920


“Cuando dejé mi Patria llevaba la quimera
del amor y del triunfo cual musa compañera
y allá en las soledades de la nieve murió …
Pero de su alba forma vi surgir florecida
La verdad- la experiencia- que es la voz de la vida,
Y ella fue quien a España viva me reveló”.

‘Poesía del destierro’ incluida en ‘Cancionero de la dicha’ (1911).




“Quiero, Galicia, en tu adorado seno
mi tristeza cantar,
tú que vives cual yo desventurada,
tú me comprenderás.”

Sofía Casanova.




Anhelo

Seguid la carretera que tendida
      entre prados está
como inmenso reptil de fina escama
      parado a descansar,
y una plaza, antesala de una aldea,
      por fin encontraréis
donde la vieja iglesia está orgullosa
      de su misma vejez.
Y allí donde agrupadas las acacias
      al declinar el sol
parecen los guardianes que se estrechan
      para velar mejor;
allí donde las brumas misteriosas
      flotan entre la luz;
donde corta el escueto campanario
      el horizonte azul;
allí donde las negras cordilleras
      parecen a mi afán
negras perlas formando de los valles
      el sombrío collar,
está la pobre aldea que idolatro
      porque en ella nací,
cuando el otoño descolora impío
      de la selva el matiz.
Mi hogar perdido en la olvidada aldea
      contemplad con amor
y en su iglesia rezad, que allí he rezado
      mi primera oración.
¡Mi aldea! Quiero verla, quiero sola
      sus playas recorrer
y aspirar en sus auras nueva vida,
      la vida de la fe.
¡Llevádme, por favor! Busco armonías
      que sólo encuentro allí,
secreto de sus noches y sus olas
      que cantan al gemir.
Quiero, Galicia, en tu adorado seno
      mi tristeza cantar,
tú, que vives, cual yo, desventurada,
      tú me comprenderás.
Quiero en tus soledades dar al mundo
      mi postrimer adiós…
y en tu iglesia rezar entre mis lágrimas
      mi postrera oración.





“El caballero de la espada. Cuadro del Greco”

Y juraslo, la mano sobre el pecho valiente,
pronta –si a dudar llego– por la cruz de la espada,
que tu historia no es esa que divulga la gente
rufianesca, una historia como pocas menguada.

Enfloreciste –afirmas– timbres de tu linaje,
que del Rey confidente fuiste por cortesano,
que al Santo Oficio un tiempo rendiste vasallaje
cual corresponde a un noble piadoso castellano.

Que de Dios en defensa tus manos se tiñeron
con sangre de los moros y judíos serviles...
que tus labios prudentes si un secreto vendieron,
fue de Dios en provecho destruyendo a los viles...

delación no se nombra la verdad proclamada,
quemar a los herejes es deber, no mancilla,
solo cuando sus huesos blanqueen la llanada,
del Cid y de nosotros será digna Castilla.

Así dice en la estancia difusa y silenciosa,
la voz queda, sin tonos, del bello personaje
de la erguida cabeza, y la barba sedosa
en la gola que afina negruras del ropaje.

Y la mano que afirma lealtad y proezas,
temblor tiene de ataque, de terror o partida...
la lividez del rostro pérfida sutileza,
y la mirada tiene serenidad fingida.

¿Quién eres? Te pregunto con ansiedad, atado
mi espíritu al misterio de tu frente inmutable,
dilo, aunque la certeza no vale lo ignorado,
ni hay atracción más fuerte que la de lo insondable.

Y yo vengo movida por extraño conjuro
a saber lo que hiciste, a saber cómo fueres,
a adorar tu hidalguía si no fuiste perjuro,
a execrarte, si hiciste llorar a las mujeres.

Nadie sabe tu historia, nadie donde naciste,
si te honraron por justo, si has sufrido destierro:
en Toledo la sacra, ¿cuántos años viviste?
¿Del de Orgaz no recuerdas el histórico entierro?
_______

Tu secreto me has dicho; ya conozco tu historia,
gran señor toledano, mal herido de amores...
cruel has sido y valiente, y a tus días de gloria
no les falta grandeza, pues les sobran dolores.

El Greco en una hora de poder sobrehumano
echó a tus nobles plantas la red del maleficio,
y hechizado, me miras mi triste castellano,
y esperas que te salve de tu horrendo suplicio.

Más de dos siglos hace que te quejas sin queja,
que el temblor de tu mano es esfuerzo inaudito
por romper tus prisiones, y algente te deja
prisionero en un cuadro prodigioso y maldito.

Se retuerce abrasado mi espíritu por darte
libertad, vida, y siento mi impotencia de muerte...
¿Qué frase es la que tiene el poder de salvarte?
¿Qué acto puede a la vida redivivo volverte?

Beldades juveniles que adoráis la leyenda
de aquel Príncipe rubio por amor encantado
en la copa de un pino, o en la oscura vivienda
de una bruja muy blanca que lo tiene embrujado,

venid al caballero que ha hechizado un artista
y romped el conjuro que lo oprime inclemente,
con la frase enigmática que os inspire su vista.
con un beso que roce la calma de su frente.

Que sus ojos perciban la boca que lo nombra,
que sean vuestras frases emoción y fragancia,
que alguien diga: imposible, y aureolando la sombra
un acento se escuche que murmure: constancia.

Que el aroma de rosas, cual incienso de ofrenda,
le corone las sienes, le acaricie la mano,
y trazad en el aire, cual dice la leyenda,
dos cruces con la rama de un almendro temprano.

Cada cual de nosotros el poder atesora
de romper cautiverios, de salvar corazones,
de despertar el sueño que en otras almas mora,
de dar alas y ritmo de vida a las ficciones.

Y todo lo podemos, si solo el bien ansiamos;
la vida ante nosotros ensanchará el camino
si, para conquistarla, conscientes avanzamos
con las únicas armas que vencen el destino.

El amor que perdona, la intuición que guía,
la pasión en acecho, mas el pecho encalmado...
la voluntad vibrante y atenta la alegría
en el presente oyendo sentencias del pasado.

Beldades juveniles: oíd atentamente
de vuestros corazones el murmullo sagrado,
y la fórmula mágica hallaréis que potente
libre de sus prisiones al príncipe encantado.

Pulsad del sentimiento la lira intensa y varia,
y cercad con un canto de amor al caballero
que una vez, en un lance de gloria legendaria
rompió ante su enemigo, por no herirle, el acero...

Se retuerce abrasado mi espíritu por darte
caballero sin tacha, la vida de tu muerte...
¿Qué frase es la que tiene el poder de salvarte?
¿Qué acto puede a la vida redivivo, volverte?59

El cancionero de la dicha, 1911





Las tres muertes de Sofía Casanova

I. BABUNITA

Así la llamábamos. ¿De dónde este nombre tan extraño? Es como una amalgama de lo polaco con lo español -como todo en la vida de mi amada abuela-. En polaco «abuela» es «babcia» (se lee «babcha») o a veces también «babunia». Con el diminutivo español «ita», la palabra polaca babunia ha dado el nombre que en el lenguaje de toda nuestra familia ha sido siempre el nombre de mi abuela. Nosotros, siendo niños, usábamos todavía otro nombre. Añadiendo el diminutivo polaco «-ka» al diminutivo español, llamábamos a nuestra abuela «Babunitka». De estas amalgamas existían más en nuestra familia. Para la generación de mi abuela, para sus cuñados y cuñadas, mi abuela era Sofitina, para las amistades Pani Sofitina (es decir, Doña Sofitina). Las tres hijas tenían también nombres-amalgama. La mayor, María, la segunda, Isabel. Mi madre, la más joven, tenía un nombre eslavo, Halina. Mi madre y mis tías llamaban a mi abuela Madrecita.


II. INFANCIA

Nací el año 1927.

Antes de la guerra, Babunita vivía en Varsovia, en la casa de su hija María, casada con un periodista, Mieczyslaw Niklewicz. Mis tíos tenían cinco niños, Cristina -después lectora de español en la Universidad de Varsovia-, Andrés, María -que todos llamaban Nena, hoy superiora general de las Hermanas de la Visitación en Polonia (orden de S. Francisco de Sales, fundada por Sta. Juana de Chantal)-, Ricardo y Conrado.

Babunita pasaba con nosotros sólo los dos meses de verano, en Kozieglowy, que era una finca pequeña cerca de Poznan, comprada por mis padres para pasar allí (éramos cinco hermanos) las vacaciones. Nos gustaba muchísimo cuando venía. Cada tarde, después de la cena, Babunita daba un paseo hacia una gran cruz puesta al lado del camino, al borde de la aldea, como se ve en tantos lugares de Polonia. Nos gustaba mucho ir con ella. Cogía entonces su bastón y, tomando nuestro brazo de niños que le daba más seguridad, como veía muy mal, iba adelante con un paso enérgico.

En nuestra casa en Kozieglowy, Babunita tenía su cuarto en el primer piso con un gran balcón que daba al occidente. Cerca del balcón tenía preparada una mesa donde escribía. Lo que me acuerdo de aquel tiempo es que escribía bien en su cuarto o, a veces, en la veranda. Aunque nos quería mucho, y lo sa-bíamos, no le gustaba que se la estorbara cuando trabajaba.

Creo que pocas personas se dan cuenta de la gran dificultad que tenía Babunita para escribir. Era casi ciega. Sufría de una miopía muy avanzada, pero no quería usar las gafas. Las tenía, claro, pero sólo se las ponía a veces cuando iba a pasear. Durante la guerra, las usaba cuando iba cada día a la iglesia y tenía que ir sola por las calles. Nunca se dejó retratar con gafas. Nunca escribía con gafas. Me había dicho que antes veía mejor. Recuerdo un retrato suyo hecho en Rusia durante la primera guerra; estaba sentada junto a un escritorio lleno de papeles. Entonces debía tener la posibilidad de escribir normalmente. Pero durante la revolución del año 1917, que pasó en San Petersburgo, fue una vez a la calle para ver lo que pasaba, y en un momento perdió la vista. Inmediatamente visitó a un médico oculista que le ordenó una cura rigurosa y, poco a poco, volvió a ver, aunque muy débilmente.

Como era escritora y corresponsal del «ABC», tuvo que organizar de otra manera su técnica de escribir. No podía hacerlo sobre una mesa. Eso era para ella absolutamente imposible. Tenía, pues, preparado un cartoncito, como lo llamaba, que era un cartón grueso de formato A5, sobre el cuál estaba pegado un papel secante. ¡Cuántas veces me pedía que cambiara el papel secante sobre el cartoncito! Sobre este cartoncito ponía una hoja de papel, que debía tener un formato especial. Muchas veces yo tenía que cortar el papel en el formato que necesitaba.

Teniendo el cartoncito con el papel en su mano izquierda delante de sus ojos casi ciegos, escribía cartas, artículos, versos, correspondencia, libros. Escribiendo prácticamente en el aire ponía letras grandes, deformadas. Era una escritura difícil de leer y completamente extraña para quien no sabía con qué dificultad estaba hecha. Nunca podía ver toda la página. Pasaba delante de sus ojos casi ciegos letra por letra y palabra por palabra. Y, por lo tanto, no había correcciones. Escribía con un orden de pensamiento y una organización de lenguaje admirables. Hoy veo que sólo su gran fuerza intelectual, disciplina en los pensamientos y un carácter inquebrantable hacían que en tales condiciones pudiera escribir.

Durante la guerra, cuando vivía con nosotros en Varsovia (calle Piusa XI, 4 -en una casa que ya no existe-) y cuando me gustaba ayudarla copiando a máquina sus manuscritos, me vino una vez la idea de probar a escribir con su misma técnica. Era difícil. La mano izquierda se cansaba pronto, la mano derecha teniendo la pluma en el aire ponía letras con gran dificultad. La tinta, claro, no quería subir hacia arriba. Y, sin embargo ella escribía así horas enteras.

Escribía con una pluma de madera decorada preciosamente según el arte de la población rutena de Huculi (se lee Jutsuli) que antes de la guerra habitaba el sur de Polonia, en la parte este de los Cárpatos. Parece, que de esta cultura magnífica nada ha quedado, después de 50 años de régimen soviético. La tinta debía ser la mejor posible. Recuerdo que era siempre la tinta azul-negra de Pelikan. Tenía también una pluma estilográfica que escribía letras más gruesas. 

Sabía que escribía cartas, correspondencia y un libro. Entonces conocí solamente el título: Juanito República. Años después, durante la guerra, cuando pude hablar con Babunita mucho más y pude comprender mejor los grandes problemas de su vida, supe que se trataba de escritos muy importantes para ella.


III. JUANITO REPÚBLICA

Esta obra perdida tenía para ella una importancia muy grande. Lo que yo sé sobre este libro son sólo migas cogidas de lo que me decía. Era una novela de costumbres, en la que los problemas políticos tenían un lugar importante. Quisiera esbozar la atmósfera política de la vida de mi abuela antes de la guerra, que daba carácter a la obra.

El tema del libro tocaba el problema de la caída de la monarquía en España, y, de otra parte, el problema de que los españoles en libres elecciones habían preferido el sistema republicano con todas las consecuencias, que eran para ella un horror. En el título, eso me acuerdo de antes de la guerra, la palabra República tenía algo de amenazador.

Mi abuela, educada por su padrino el conde de Andino, tutor del joven Alfonso XIII desde sus infantiles años, vivía en una atmósfera de amor hacia la corte y la Familia Real. Su presencia en la corte ¿era porque su padre tenía derecho al título de conde de Eguía? O ¿era que un cierto estilo de la corte de Madrid admitía a una niña pobre, aunque educada en una casa noble como amiga de las princesas reales? Durante la guerra estaba en correspondencia epistolar con la Infanta Paz, entonces Princesa de Baviera. En los días de la guerra, las dos españolas, una en la ocupada Varsovia, la otra en Munich, intercambiaban cartas en las que se referían sus dolores y tristezas. La Princesa de Baviera escribía a Babunita sobre un hijo, movilizado en el ejército alemán y -si no me equivoco- fallecido en el frente de Rusia.

Un ejemplo de sus relaciones con la corte se puede ver en la anécdota que, con risa, me contó varias veces. El rey Alfonso XII, muy joven entonces, invitó a mi abuela, cuatro años más joven, para que le recitara unos versos. La joven poetisa veía muy bien los problemas sociales, la suerte de los trabajadores. Entre otros versos declamaba una poesía que exaltaba la grandeza y dignidad del esfuerzo y del trabajo humano. El rey, bajo la impresión que le hizo el poema, quería oirlo otra vez. Pero en ese momento entró el ayudante con el recado de que esperaba don Antonio Cánovas del Castillo, entonces primer ministro, muy respetado por el joven rey. Sin embargo el monarca pidió a mi abuela que no interrumpiera la recitación. Un momento después el ayudante entró otra vez con el mismo recado. Y de nuevo el rey pidió a mi abuela que siguiera con su declamación. Por tercera vez el ayudante entrando anunció: «El señor primer ministro espera». Entonces el rey, extendiendo los brazos, dijo a mi abuela quejándose: «Ni siquiera me dejan escuchar versos.»

Todo lo que pasaba en la corte interesaba a mi abuela. Me acuerdo de su tristeza después de la muerte del príncipe de Asturias en un accidente de automóvil. Se hablaba con condolencia del sordo-mudo Infante Don Jaime, de los casos de hemofilia heredados por la familia real de España de la reina Victoria Eugenia. Vivíamos todos en una atmósfera de amor hacia los miembros de la corte y de gran preocupación por todo lo que se refería a ella.

La caída de la monarquía tocó a mi abuela profundamente. Recuerdo que se hablaba de cartas escritas al rey con palabras de lealtad y expresando sentimientos de dolor por lo que había pasado.

¿Qué tiene que ver todo esto con la novela perdida de mi abuela?

Como probablemente en muchos hogares españoles, las disputas políticas entre los republicanos y los monárquicas dividían a los miembros de la familia. Hijo de su hermano Juan, el muy querido Joaquín Pérez Madrigal, era republicano. Babunita contaba con gran risa algunos humorísticos momentos de la acción política de Joaquín. Tenía un loro que le enseñó a gritar: «Viva la República». Durante una fiesta o un desfile puso el loro en el balcón que daba a la calle. El pájaro empezó a gritar «Viva la República». Los policías entraron en la casa buscando al responsable. Mi tío Joaquín, riéndose, les mostró al republicano. El sistema republicano no dejaba sitio para bromear. Poco a poco, viendo todo lo que pasaba, es decir, el terror de la dictadura del proletariado (dictadura idéntica a la que oprimía al pueblo ruso después de la Revolución de Octubre, dictadura ejercida en nombre de los trabajadores, pero no por ellos y no en su interés, dictadura que según Lenin es el ejercicio del poder sin ley alguna), Joaquín cambió de una manera radical su orientación política.

Después del alzamiento de 1936 Joaquín trabajó en la radio nacional emitiendo contra el régimen rojo. Parece que se servía de un estilo satírico mordaz y que sus emisiones tenían repercusión. Pero su mujer y su hijo vivían entonces en Madrid. Oyó una vez una respuesta en la radio roja; alguien decía: «Pérez Madrigal debe darse cuenta del hecho de que a su mujer y su hijo los tenemos en nuestras manos.» La amenaza era muy seria. Joaquín contó todo esto a mi abuela llorando, cuando ella lo vió la última vez en su viaje a España, durante la guerra civil. Pero Joaquín no cesó de emitir sus programas.

Toda esta atmósfera encontró su sitio en la perdida novela Juanito República. «República» en el título de la novela era una palabra clave de la filosofía del libro. Mi abuela trabajaba todavía sobre la novela durante la guerra, viviendo con nosotros en la calle Pío XI, 4. El manuscrito, ya acabado, tenía para ella un gran valor y lo guardó durante toda la guerra escondido en la «valija verde», un sólido baúl que contenía todo su archivo.

El manuscrito fue salvado de los escombros de la casa de la calle Chmielna, 2, bombardeada en septiembre de 1939, donde vivía mi abuela antes de la guerra con la familia de su hija Manita Niklewicz. La novela pasó otra vez por un incendio que devastó nuestra casa en los primeros días de la insurrección de Varsovia en agosto de 1944 y fue salvado del sótano de la casa por mi madre. Pero en los primeros días de Octubre, después de la rendición de la ciudad en ruinas, tuvimos que abandonar Varsovia: mi madre, con la población civil, queriendo naturalmente encontrar a tres de sus hijos, que con Babunita y mi padre pasaban el verano cerca de Varsovia, en Konstancin, y yo siendo conducido a un campo de prisioneros de guerra. Dejamos la valija verde, con todo lo que Babunita tanto quería, en el sótano de la casa de Aleje Ujazdowskie 38, que no estaba muy lejos de la calle Pío XI, mientras yo, herido, convalecía en un pequeño hospital del frente. Esta casa, incendiada por los alemanes después de la insurrección, ardió completamente. Aún en el sótano el calor era tan grande que no se podía ni entrar. Así perecieron el manuscrito Juanito República y todo el archivo.

Durante la guerra, yo copiaba a máquina varios manuscritos suyos: poesías, el diario titulado Polvo de escombros (escrito en los primeros meses de la guerra con un título que resultó profético). Quería empezar a copiar también el manuscrito de Juanito República, pero Babunita no quería dármelo. Así nunca sabremos exactamente qué contenía la novela y qué quería mi abuela decir a los lectores.


IV. LAS TRES MUERTES

Mi abuela murió en el año 1958. Sin embargo, su fallecimiento fue antecedido por sucesos que se pueden llamar sucesivas muertes. Fui testigo de estos acontecimientos y quisiera que después de cuarenta años fueran revelados, aunque sean penosos.

El período de las operaciones militares de la guerra en 1939, lo pasó con nosotros en una finca de mi tío, no lejos de Varsovia. Creo que lo contó en la obra Polvo de escombros. Volvimos a Varsovia en octubre o noviembre de 1939. Mi abuela no tenía ninguna posibilidad de entrar en contacto con España, y, por lo mismo, tampoco con «ABC», del que se sentía corresponsal. Tomaba notas. Cuando en Varsovia, arruinada por el sitio de Septiembre de 1939, mi abuela poco a poco encontró a la familia, a los conocidos y amigos, se abrió una posibilidad de enviar crónicas a España. En esto, como en otros asuntos durante la guerra, la ayudaba D. Casimiro Granzow, duque de Parcent. Kazito (a leer Casyito), como se decía de él en nuestra casa, pues era antiguo amigo de la familia, era hijo de un fabricante emigrado ruso, casado con la hija de una gran familia española y heredera de un título de grandes de España. Hablaba perfectamente el español, el francés, el polaco, el alemán y el ruso. Era entonces encargado de negocios de España en Varsovia. Vivía en la residencia de la Embajada de España. Desde su puesto diplomático tenía la posibilidad de enviar cartas de Babunita para España y, a pesar de las dificultades, lo hizo varias veces. Y así pudo Babunita enviar al «ABC» su primera correspondencia de guerra. Es posible que fuera el diario titulado «Polvo de escombros».

Mi abuela contaba todo lo que vió. Y aquí se encontró con algo que constituyó para ella un choque. Recibió una carta del director de «ABC», el Sr. Luca de Tena, advirtiendo de que podía enviar crónicas como antes, pero que no podía decir nada contra los alemanes. Esta carta hirió profundamente a mi abuela. «Siempre escribía la verdad», me dijo. El amado «ABC» la desilusionó de una manera radical. Creo que este fue un punto crucial en la vida de mi abuela, que entonces tenía 80 años. La carta impuso a mi abuela el silencio.

Iba cada mañana a misa en la Iglesia de San Alejandro, que distaba un kilómetro de nuestra casa. Rezaba frecuentemente el rosario. En ese tiempo escribió un ciclo titulado Las Joyas. Hoy comprendo mejor el simbolismo de estas poesías.



De la noche inverniza un pedazo ha caído
y de la luna el rayo su fondo penetró
y en el cerco de oro de tu anillo promesa
el príncipe de ensueño tu mano engalanó.

… … …

y todo es azul en esta noche inverniza, 
y azules son las horas en las que va a llevarte
a su reino del sol
el príncipe amoroso de los ojos azules,
el lejano y ya tuyo príncipe encantador.

… … …

El azul se oscurece de la joya en tu mano.
¿Por qué triste y convulsa tu mano la arrojó?
El príncipe se ha ido desdeñoso y perjuro; 
el príncipe se ha ido, se ha ido y te olvidó.

… … …

Los días no son nunca iguales a los días
y torna otro zafiro en tu mano a brillar.
El zafiro es la joya de la vida y el olvido, 
y del olvido surge la esperanza de amar.
Lo dijo Rosalía en su eterna canción 
que es verbo y sangre de nuestro corazón:
a un batido - outro batido;
a un delor - outro delor.
Para un olvido - outro olvido;
para un amor - outro amor.



¿Quién era el príncipe de ensueño desdeñoso y perjuro? ¿Quién era el príncipe que se olvidó? Aquí se ve todavía una esperanza. Pero en esta otra poesía titulada La perla aparece la muerte incomprensible y absurda.



Esa perla dormida en tu mano callada
es cual un epitafio que el destino escribió.
Nube blanca de luto sin contornos.
El ángel esperado no viene,
en tu seno murió.

… … …

No llores, no preguntes lo que nunca sabrás.
Sigue. Tu ruta es larga.
Y al final… al final…



Cuando copiaba yo a máquina estos versos, ella me decía con insistencia que los puntos suspensivos eran muy importantes. Hoy ¿nos hemos acercado a un momento esperado y previsto en este verso por una escritora condenada a guardar silencio?

Creo no equivocarme cuando pienso que la carta del director del ABC asestó un golpe mortal a mi abuela.


* * *



Pasemos a la segunda muerte.

En la vida de mi abuela había una paradoja. Claro que no era la única. Las leyes españolas no dejaban a la mujer de un extranjero conservar la ciudadanía española. Babunita era española, se sentía española y era un personaje que contaba en su país como condecorada con las grandes cruces de Beneficencia y de Alfonso XII, y, sin embargo, por ser mujer de un polaco no tenía la ciudadanía española.

Conociendo la situación en la que vivía mi abuela y toda su familia en Varsovia durante la ocupación del ejército alemán, el embajador de España en Berlín (si no me equivoco era 
D. Antonio Magaz, muy amigo de Babunita), concedió a mi abuela un pasaporte español. Además, a todos sus nietos polacos nos dio un documento, con retrato, certificando que éramos nietos de Sofía Casanova, célebre escritora española, y que estábamos bajo la protección de la Embajada de España en Berlín. Claro que tal documento no tendría ningún valor en caso de arresto, pero podía ayudar en caso de una «razzia» de calle que los alemanes practicaban a menudo en Varsovia, como un medio de terror.

Después de la guerra fueron los bolcheviques quienes se apoderaron de Polonia, con el consentimiento de Inglaterra y de los Estados Unidos. El terror rojo nos trabó. Una de las leyes de este régimen consistía en que los extranjeros debían exiliarse de Polonia. Se les dejaba quedarse sólo a condición de que aceptaran la ciudadanía polaca. Esa ley permitio a las autoridades evitar complicaciones en caso de arresto de un extranjero.

Ese momento fue muy difícil para Babunita. Viendo el amor de Babunita hacia su patria, su nostalgia, su «morriña», como solía decir, conociendo su odio hacia el comunismo, me parecía que debía irse a España. Pero ella quería quedarse con nosotros en Poznan. ¿Se daba cuenta de que no podría volver? Su hermano querido -Vicente- ya no vivía. La amarga decepción con el «ABC», tan querido y que se hizo inesperadamente tan ajeno, le causaba un presentimiento de no ser comprendida habiendo visto todo lo que había visto durante la guerra. En consecuencia decidió quedarse, renunciando a la ciudadanía española. Su pasaporte español, tan profundamente querido, lo guardó. Creo que tengo razón cuando trato este hecho como la segunda muerte.

* * *



Le esperaba todavía la tercera muerte. Ya la carta del Sr. Luca de Tena y las dificultades que tenía su hermano Vicente cuando quería publicar el texto de Polvo de Escombros dio a mi abuela mucho que pensar. Algo había cambiado en España. La situación de Babunita en nuestro país, incomunicado por el telón de acero, se había hecho todavía más triste. Forzada a guardar silencio, recibía de tiempo en tiempo noticias de España por las que veía que algunos compatriotas tenían objeciones contra el general Franco, y por lo mismo la previnieron que no se hiciera «franquista». Se daba cuenta de que su entusiasmo hacia el general Franco y hacia el Movimiento Nacional causaban ojeriza entre los suyos y, consecuentemente, el olvido. Cuántas veces repetía durante los últimos años «¡Me han olvidado!» Claro que durante este tiempo, que debía ser muy amargo para ella, tuvo buenos momentos. Uno de tales momentos, que apreciaba muchísimo, fue cuando sus amigos en Galicia lograron que fuera elegida miembro de la Academia Gallega. Pero eran chispas de luz en una noche de abandono y de soledad. Sin embargo, con su imponente fuerza moral, no se quejaba.

Siento el deber de aclarar a los críticos algunos hechos de los que con toda seguridad no se dan cuenta. El porqué de su modo de tratar el Movimiento Nacional durante la Guerra Civil exige una explicación, y creo que puedo darla.

Mi abuela odiaba el comunismo. Era esto para ella un problema moral. Me decía que se confesaba de odio. Los sacerdotes en España trataban este odio como pecado grave. Sin embargo, los confesores en Polonia la entendían. En cuanto a mí, yo decía que una cosa es el odio contra una ideología que se juzga moralmente mala, y otra cosa es odio contra personas concretas. Le preguntaba si daría un vaso de agua a un comunista que se lo pidiera por morir de sed. «Claro que sí», me respondía con convicción. Tenía que recordarle que me había referido que en una prisión de España se hallaba escrita la frase «Odia el delito y compadece al delincuente» 1

Este odio nació de sus amargas y horrorosas experiencias. Había sido testigo de la revolución bolchevique en Rusia en el año de 1917. Observaba atentamente la lucha entre las dos facciones del Partido Comunista ruso: la facción de Lew Bronstein -Troski- y la facción de Vladimir Uljanow -Lenin-, que era la mayoritaria. En ruso «bolszoj» quiere decir grande, de donde ha venido el nombre del Partido Comunista-Leninista Bolszewiki, es decir, de la mayoría. Después de la guerra, especialmente después de la muerte de Stalin, se hablaba de las democracias populares, del socialismo real, etc. Pero el programa seguía siendo el mismo. Las dos facciones se diferenciaban por la táctica revolucionaria. Troski veía la revolución como un acontecimiento mundial, mientras que Lenin creía que el comunismo puede existir en un sólo país. Troski emigró y encontró hospitalidad en Méjico, donde fue asesinado por los emisarios de Stalin, en 1941. Lo que resultaba claro para mi abuela es que el programa del comunismo pretendía la dominación sobre todo el mundo.

Babunita vió con sus propios ojos toda la crueldad de la revolución. El asesinato de los miembros de la encarcelada e inerme familia imperial, sin exceptuar a las mujeres y los niños, la conmocionó profundamente. Vio los primeros pasos de la lucha contra la religión con la encarcelación del obispo polaco Cieplak (se lee Cheplak), condenado como enemigo del régimen comunista.

Dos cuñados suyos, Mariano Lutoslawski y José, padre del célebre compositor Witold Lutoslawski, habían sido asesinados en Moscú por organizar a los emigrados polacos. Las esposas de Mariano y José fueron al Kremlin con la esperanza de que el jefe de la policía revolucionaria, el famoso comisario Dzierzynski, que era polaco, los salvara, conocidos por su patriotismo polaco. Se abrió una ventanilla, apareció Dzierzynski y les anunció que al día siguiente leerían en la prensa la noticia. Y al día siguiente la prensa publicó que los dos, con otros polacos, habían sido fusilados por ser «enemigos políticos de la revolución».

En el año 1920, viviendo en Varsovia, sufrió mi abuela, con todos los polacos, la amenaza de la invasión bolchevique. Su hija Isabel, que estaba entonces en Drozdowo, describió lo que pasó allí en un libro titulado Los bolcheviques en una hacienda polaca. Le preguntó a un soldado bolchevique adónde se dirigían. Y oyó entonces que «¡iban hasta Madrid para ayudar a la revolución mundial!» ¡Era el año 1920!

Poco después el mundo vió la revolución en Méjico con todos los acontecimientos dramáticos que la acompañaron. En Polonia, en ese tiempo, todos se daban cuenta de la amenaza persistente de la Unión Soviética. Mi abuela sabía bien lo que pasaba al otro lado de la frontera del Este de Polonia, el terror de las sucesivas «purgas» políticas, acompañadas de asesinatos y procesos políticos sin cuento. Casi todos los comunistas polacos que se trasladaron a la Unión Soviética después de la deslegalización del Partido Comunista en Polonia, fueron asesinados por el régimen de Stalin. 

Con estas experiencias, lo que pasaba en España la llenaba de la más grande inquietud o -más todavía- de vivo horror. Los movimientos radicales intensificaban su actividad y ganaron la lucha política. Y luego siguieron la abdicación del Rey, la formación del Frente Popular y de su brazo de terror la Guardia de Asalto, y progresivamente el anticlericalismo atroz con asesinatos de obispos, sacerdotes, frailes y monjas por millares, profanaciones de las iglesias y de los sepulcros. Me acuerdo de una fotografia en el «ABC» -debía ser del año 1935- que mostraba féretros abiertos con cadáveres de monjas, expuestos en la calle. Mi abuela decía entonces que más de treinta iglesias de Madrid fueron incendiadas y la policía no dejaba apagar el fuego. Y los asesinatos políticos, como el de Calvo Sotelo.

No soy historiador. Digo aquí solamente lo que oí siendo chico, y lo digo para ilustrar las emociones que debían pesar infinitamente sobre mi abuela. Ella vivió estos acontecimientos. Veía que su querida España estaba cayendo en el monstruoso abismo del comunismo, que ella conocía por su propia experiencia en Rusia y, ya después de la última guerra, en Polonia.

El Movimiento Nacional español del año 1936 debía parecer a mi abuela como un despertar de todo lo que en la nación era sano y grande. La Guerra Civil era para ella una cruzada -recuerdo que así lo decía-. Creo que hoy, cuando tantos de los asesinados han sido declarados mártires por la Iglesia, se puede ver claramente que la visión de mi abuela contenía una amarga verdad. Comprendía muy bien que eran los suyos los que estaban luchando contra los suyos. Con su susceptabilidad respecto a los problemas sociales, se daba cuenta de que estos problemas dejados sin solución son los que causan un odio fratricida. Para ilustrar el hecho de la ceguedad de los ricos me contaba que, después de la publicacion de la encíclica Rerum novarum, del Papa León XIII, algunas damas de la aristocracia ofrecían misas para «convertir al Papa que se ha vuelto comunista». No era de ninguna manera políticamente conservadora, aunque atribuía gran importancia a la tradición. Veía claramente y sentía profundamente los problemas sociales. Pero al mismo tiempo se daba cuenta de que el comunismo era una ideología falsa y ella era la que dividía a los españoles. Siempre decía «los rojos».

Cuando después de la guerra yo le argüia que, sin embargo, el sistema comunista procuraba resolver los problemas sociales, me respondía invariablemente con una interrogación: «¿A qué precio?»

No me extraña nada que cuando fue a España (me parece que en 1938), fuera a Burgos donde vió al general Franco y recibió de él un retrato en el que estaba con su hija Carmen, con dedicatoria. Lo guardaba en su riquísimo archivo de retratos con dedicatorias. Fue recibida también por el ministro de Asuntos Exteriores, Serrano Súñer. Durante la guerra, el general Franco consiguió salvar a España de intervenir al lado de los alemanes. Después de la guerra, en los tristes años del terror comunista en Polonia, Babunita repetía con orgullo que España era el único país que nunca entabló relaciones diplomáticas con la Unión Soviética. La diplomacia de todos los Estados del Oeste, que con tanta consideración (o miedo) trataban a la Unión Soviética, era definida por mi abuela de una manera cortante: «Son unos sinvergüenzas». La determinación del gobierno español, su decidido anticomunismo, era visto por ella como la Europa de «la gloria y el honor» 

No cabe ninguna duda de que mi abuela se daba cuenta de que su aceptación del régimen nacional en España, fundada en su radical anticomunismo, causaba una cierta ojeriza de los suyos en España. Y era condenada a guardar silencio. Para ella, eso era doloroso e incomprensible. «No llores, no preguntes lo que nunca sabrás. Sigue…» Y repetía en sus últimos años: «¡Me han olvidado!»

Creo no equivocarme al juzgar este hecho como otra especie de muerte de mi abuela. Sus últimos años estuvieron marcados por el silencio, la soledad y el olvido de los suyos.


V. CONCLUSIÓN

¿No tenía razón mi abuela siendo tan determinadamente anticomunista? ¿La Historia no reconoció que mi abuela tenía razón? ¿Qué sería hoy de España y de toda Europa si el comunismo hubiera dominado sin estorbo en España hasta hoy? ¿En qué situación estarían hoy España y toda Europa sin la actuación del general Franco en los años 1936/39? Prefiero no pensar sobre la suerte de Europa si el gobierno español se hubiera dejado involucrar en la guerra al lado de Hitler.

No sé qué pasaba en España después de la guerra. Mi abuela tampoco lo sabía. No sé lo que objetaban al general Franco algunos españoles. Tendrán algunas razones. Es conocido el hecho de que los medios intelectuales de toda Europa estaban en aquel tiempo muy influenciados por la ideología comunista. George Orwell, que empezó a luchar en España al lado de los rojos, después de haber conocido la realidad acabó escribiendo su famoso Año 1984, que es una crítica radical y profunda del sistema comunista. Para mi abuela, el general Franco era el personaje de los años 1936/1939. Era su lucha contra el régimen comunista lo que motivaba su aprecio. 

Ese era el estado de amargura de lo que llamo la tercera muerte de mi abuela, amargura soportada con paciencia y paz encontrada en la oración. Recuerdo que siempre tenía el rosario en su mano y durante las horas de su soledad rezaba. Y en este estado llegó el fin de su vida. No puedo decir nada de esos momentos porque profesé y entré en un monasterio en 1951. Los últimos siete años de la vida de mi abuela los conozco sólo por la correspondencia, bastante escasa, con ella. ¡Qué ejemplo de cultura, de corazón, de pensamiento perspicaz y de fortaleza espiritual!

Pienso que mi abuela, que durante años fue corresponsal de su amado «ABC», apreciaría que este recuerdo de su nieto se publicase en ese periódico. Pero, ¿llegó ya el tiempo en que este texto será acogido y comprendido? La amarga suerte de mi abuela ¿no puede servir de lección para los lectores de «ABC» de hoy? Esa suerte le tocó a una persona siempre fiel a España y a la verdad.

Karul Meissner, O.S.B






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DANIEL GRAZIADEI [18.285]

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Daniel Graziadei

(Merano-Italia, 1981). Estudió Filología Románica en Ludwig- Maximilians- Universität. Es poeta y traductor literario. Ha publicado el poemario geh dichter (2010).



5 poemas de “geh dichter” (2010), de Daniel Graziadei
Traducción: Ofelia Huamanchumo de la Cuba


5 poemas de geh dichter (2010),


Azul ternera

Una ternera azul apenas volteando a la izquierda
va dañándose con rosada lengua roja
sobre una piedra verde de sal
y se alegra
por el día que ya florece.



Ignición oscura

La noche cae anaranjada
sobre el desollado campo
y el calor decide
tras una corta reflexión
quedarse un ratito más.



Porción extra de vida

En un pequeño pedazo de papel aluminio.
En un deslucido pedazo pequeño de papel aluminio arrugado
volví a encontrar ayer mi futuro,
que era pequeño, negro y brillante,
y a mí no me quería.



Desterrado

Lo que queda es un perro ladrando de miedo
en una callejuela vacía que
solo pertenece al viento
Los últimos restos
juegan a la chapada
y una puerta
da golpes
de finales
pun pun pun pun!



quedarse pequeño

quedarse pequeño
quedarse pequeño
& con una sonrisa
y un signo de admiración
saltearse líneas
seguir cabalgando
planeando el sol



(versión original en alemán.
5 Gedichte aus geh dichter (2010),

von Daniel Graziadei


Kalbsblau

Ein blaues Kalb gleich hinten links
schlecht mit rosaroter Zunge
über einen grünen Leckstein
und freut sich
dass der Tag schon blüht



Dunkelglühn

Die Nacht fiel orangen
über das geschundene Land
und die Hitze entschied
nach kurzem Überlegen
noch ein Weilchen zu bleiben.



Nachschlag vom Leben

In einem kleinen Stück Silberpapier.
In einem unscheinbar kleinen Stück zerknittertem Silberpapier
fand ich gestern meine Zukunft wieder.
Sie war klein, schwarz und glänzend
und wollte mich nicht.



Vertrieben

Was bleibt ist ein angstkläffender Hund
in einer leeren Gasse die
nur dem Wind gehört
Die letzten Abfälle
spielen Fangen
und eine Tür
schlägt
Finale
Tok Tok Tok Tok!



klein bleiben

klein bleiben
klein bleiben
& mit einem lächeln
und einem rufezeichen
zeilen überschreiten,
weiterreiten
sonnengleiten











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SIMON GREGORČIČ [18.286]

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Simon Gregorčič

Simon Gregorčič, poeta y sacerdote esloveno, * 15 de octubre de 1844, Vrsno, Eslovenia, † 24 de noviembre de 1906, Gorica, Eslovenia.

Simon Gregorčič nació el 15 de octubre de 1844 en el pueblo de Vrsno, cerca de Kobarid (este de Eslovenia), hijo de Katarina Gaberšček y Jernej Gregorčič. Tuvo siete hermanos. En su juventud fue pastor, lo cual lo vinculó emocionalmente con su querida tierra y luego afectó a su poesía, que está llena del amor hacia la palabra eslovena. En tiempos de formación lo inspiraron las lenguas clásicas. Terminó el instituto en 1864 y en este tiempo consiguió sus primeros éxitos con sus poemas. Después de aprobar el examen final de bachillerato con dificultad decidió hacerse sacerdote. Ofició su primera misa el 27 de octubre de 1867 en Sveti Duh de Libušnje, un año antes de terminar sus estudios. Entre 1868 y 1873 estuvo gravemente enfermo. Junto a sus deberes profesionales se dedicó también al trabajo como bibliotecario, en el que conoció a Josip Stritar. Entre la gente Simon Gregorčič era muy popular. En 1872 llegó a Kobarid la profesora Dragojila Milek, (poeta, secretaria de la sala de lectura, dirigió el coro de mujeres y junto con Gregorčič se preocupó por el desarrollo cultural del pueblo). Simon Gregorčič tuvo que irse de Kobarid, a Branik (cerca de Vipava). Este amor que sintió hacia la profesora no afectó a sus creencias cristianas, pero cambió el contenido de sus poemas.

1873 – 1881: También en Branik Gregorčič tomó cariño a la naturaleza y supo ganarse el aprecio de la gente. Aquí trabajó más duro pero también la enfermedad empeoró. En 1887 se jubiló. Compró unas tierras para construirse una casa donde vivir como sacerdote privado y campesino. No le reconocieron la jubilación, sus amigos sacerdotes lo apoyaron pero a pesar de ello tuvo que volver a su profesión. Sus últimos años de la vida los vivó en Gorica, a donde se mudó después de vender su propiedad. En Gorica se se preocupó por el Šolski dom (casa escolar) que preservó a un grupo de jóvenes eslovenos de la influencia extranjera. En la bendición de dicho Šolski dom publicó una traducción de poesía bíblico-hebrea y dejó su escasa fortuna a este edificio. Murió el 24 de noviembre de 1906 de pulmonía y apoplejía.

Marco político y cultural del trabajo de Gregorčič

En la segunda mitad del siglo XX los temas prioritarios estaban relacionados con la problemática nacional (en la región de Gorica, en el oeste de Eslovenia aún más), con cuestiones literarias y lingüísticas, con la introducción de la lengua eslovena en las escuelas, en los tribunales de justicia, en las oficinas y con las presiones de alemanización. Los puntos presentados en el programa político de la unidad de Eslovenia de 1848 (Zedinjena Slovenija) marcaban el ideal nacional. Un papel especial lo tuvieron las salas de lectura, en esloveno "čitalnice", que eran centros locales de la vida cultural, social y política. Simon Gregorčič no pudo evitar participar en política aunque nunca participó activamente. Publicó una petición pública para la reconciliación nacional (políticamente los eslovenos se dividían entre "staroslovenci", »eslovenos viejos«, y "mladoslovenci", »los eslovenos jóvenes«), porque de lo contrario no creían poder realizar el programa de 1848. Como sacerdote desempeñó el papel de conciliador nacional. Su posición política puede observarse en sus poemas. Enfatizó la conciencia tradicional regional de Primorje (región litoral, al oeste de Eslovenia). Escribió poemas de amor, de su tierra natal y de confesión. La poesía de Gregorčič es sencilla, melódica y refinada. Sus versos son la creación de su alma suave, de su carácter humano y poético.

Obras

Publicó sus poemas en revistas (de algunas de las cuales era redactor): Sloga, Zvon, Besednik, Zora, Ljubljanski zvon, Slovan y Svetilnik. Muchos poemas quedaron inéditos. Desde abril de 1873 hasta diciembre de 1876 Gregorčič no publicó poemas. En 1882 publicó "El primer cuaderno de poesía" (Prvi zvezek Poezij). En 1888 "El segundo cuaderno de poesía" (Drugi zvezek Poezij) y en 1902 el tercero. Póstumo se publicó su Četrti zvezek Poezij (El cuarto cuaderno de poesía), en 1908.




EL IMÁN DEL POETA, Simon Gregorčič
Ediciones Gog y Magog
Traducción de Julia Sarachu




El pastor alegre

El bastón curvado en las manos,
en la cinta del sombrero, un ramo de flores,
como rey por la alta planina
voy, detrás del rebaño de ovejas.

Porque acá en la altura soleada
solo soy mi señor,
vivo de acuerdo a mi sano juicio,
no me importa el que dirán.

No estoy en el camino de nadie,
y nadie está en mi camino;
quién puede enturbiar mi alegría pura en este lugar,
quién puede molestar mi vida tranquila?

Nunca se nubla mi frente,
nunca se oscurecen mis ojos,
y canto y grito el sapucai alegre,
para que resuene de montaña a montaña.

Que otros vayan por el mundo
en busca de fama, fortuna;
yo quiero vivir en la montaña,
acá la felicidad, acá la paz está en casa.

Voy a cantar para el rebaño manso
mis canciones dulces,
a los del valle les voy a mostrar con fuerza,
lo que llena mi corazón feliz.

No, el bastón de pastor de ovejas
no lo cambio por el cetro de rey,
y prefiero, a la corona imperial,
las flores que llevo en la cabeza!




SOČI (ALL'ISONZO)

( … ) 

Pa oh, siroti tebi žuga
vihar grozán, vihar strašán;
prihrumel z gorkega bo juga,
divjal čez plodno bo ravan,
ki tvoja jo napaja struga —
gorjé, da daleč ni ta dan!
Nad tabo jasen bo oblok,
krog tebe pa svinčena toča
in dež krvav in solz potok
in blisk in grom — oh, bitva vroča!
Tod sekla bridka bodo jekla,
in ti mi boš krvava tekla:
kri naša te pojila bo,
sovražna te kalila bo!
Takrat se spomni, bistra Soča,
kar gorko ti srce naroča:
Kar bode shranjenih voda
v oblakih tvojega neba,
kar vode v tvojih bo planinah,
kar bode v cvetnih je ravninah,
tačas pridrvi vse na dan,
narasti, vzkipi v tok strašán!
Ne stiskaj v meje se bregov,
srdita čez branove stopi,
ter tujce, zemlje-lačne, vtopi
Na dno razpenjenih valov!

  ( …)

  Ma su te, misero, ahimè, s'addensa
  un tremendo uragano, una bufera immensa,
  dal caldo meridione infuriando verrà
  e strage alla pianura ferace recherà
  che la tua corrente disseta.
  E quel giorno, ahimè, lontano non è!
  Su te il ciel sereno s'inarcherà,
  ma intorno grandine di piombo cadrà
  e sangue a fiotti e di lacrime un torrente
  e lampi e tuoni — oh che battaglia ardente!
  Qui all'urto delle spade affilate,
  le tue acque di rosso saranno colorate:
  il nostro sangue a te scorrerà,
  quello nemico ti intorbiderà!
  Rammenta, chiaro Isonzo, allora
  ciò che il cuore ardente implora:
  Quanto di acqua in serbo avrà
  nei suoi nembi il tuo cielo,
  quanto nelle tue montagne sarà
  d'acque e nelle pianure fiorite
  riversale allora finché tutte saran uscite
  e tu cresci, sollevati con la corrente tremenda!
  Non ridurti entri i limiti delle sponde,
  balza dagli argini tuoi furibondo
  e lo stranier della nostra terra avido
  nel fondo dei tuoi gorghi travolgi impavido!

Simon Gregorčič, Traduzione di Giovanna-Iva Ferianis Vadnjal
Soči (all'Isonzo)





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SHOTETSU [18.287]

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Shōtetsu

Nacido en el año 1381 en la Provincia Bitchū, Japón
Murió en el año1459 en Kyoto, Japón
Shōtetsu (正徹) fue un poeta japonés durante el período Muromachi, y se considera que ha sido el último poeta cortesano en la tradición waka; un número de sus discípulos fueron importantes en el desarrollo de la renga, lo que llevó al haiku.

Shôtetsu nació en el interior pero a los diez años se trasladó a la capital, Kyoto, con sus padres, y allí permaneció toda su vida estudiando poesía bajo la guía de reconocidos maestros. Tomó la tonsura y durante algunos años fue escriba en el Tofukuji, uno de los grandes templos zen. Pero a pesar de su actividad clerical, su trabajo artístico fue intenso y sumamente valorado. Tiempo después, por ignotas razones, el Shôgun Ashikaga no Yoshinori le quitó su apoyo y no fue incluido en la segunda etapa de la famosa antología Shinkokinshû, de 1439.



Para entender el lugar de Shôtetsu en la historia de la literatura japonesa hay que tener en cuenta que el desarrollo artístico del período medieval está ligado a las cortes y el lugar que éstas daban a la poesía. A su vez, la rivalidad política entre los herederos de distintas líneas imperiales, hacía que los poetas, identificados o protegidos por una u otra, también tomaran partido y defendieran sus respectivas orientaciones estéticas. Innumerables fueron los discípulos de Shôtetsu, tanto cultivadores de la forma renga (versos encadenados) como de los tradicionales waka (poemas de 31 sílabas). Se lo considera uno de los últimos poetas antiguos, antes del surgimiento del haiku y de las figuras desligadas de la relación cortesana. 



1

Luz de otoño
-un hilo más débil
que la tela de una araña
en nubes que se mueven
como el suave ondular de la hierba. 



aki no hi wa 
ito yori yowaki 
sasagani no 
kumo no hatate ni 
ogi no uwakaze 




2

La caída de la noche
imprime al corazón
desfallecientes matices.
El gong vespertino del templo
infunde su aura sonora. 



yûgure no 
kokoro no iro o 
some zo oku 
tsukihatsuru kane no
koe no nioi ni 




3

Un hombre avanza
desde lejos en silencio,
sin decir nada.
Suenan las pisadas en la nieve
a lo largo del camino helado. 



kuru hito no 
mukau fubuki ni 
mono iwade 
yuki fumu oto no 
sayuru michinobe





Las redondas gotas del rocío matinal
se reúnen y van cayendo
sobre las hojas de loto. 
Son corrientes de joyas
sobre vestidos blancos. 



asatsuyu no 
marobiau ma ni 
shirotae no
tama no o nagaku 
otsuru hasu no ha 




5

Se oye el viento.
Las hojas de la cima de la montaña
son sopladas 
dentro del cielo, 
y caen y suenan, una a una.



kaze kikeba 
mine no konoha no 
nakazora ni 
fukisuterarete 
otsuru koegoe



_____________________________________
*Traductora

Liliana Ponce (Buenos Aires, 1950) egresó de la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires; es poeta y estudiosa de la lengua, la literatura y la escritura japonesas. Publicó Trama continua (1er Premio Fondo Nacional de las Artes, Corregidor, 1976), Composición (Ultimo Reino, 1984), Teoria de la voz y el sueño (tsé-tse, 2001) y Fudekara (tsé-tsé, 2008); y poesías, ensayos y traducciones de poesía japonesa en revistas literarias argentinas y extranjeras. Fue editora y colaboradora del libro El Teatro Noh de Japón (Bs. As., tsé-tsé, 2002). 

Realizó lecturas en numerosos ciclos de poesía, entre los que se encuentran La Voz del Erizo (Centro Cultural Ricardo Rojas), Zapatos Rojos, Jornadas de Poesía del Centro Cultural San Martín, la Casa de la Poesía, ICI (Instituto de Cooperación Ibeoramericana); y en encuentros en Chile, Uruguay, Costa Rica, etc. Integra antologías de poesía como Antología de la Poesía Argentina (Casa de las Américas, Cuba), Antología de Poetas Argentinas. 1940-1950 (Ed. del Dock, 2006), Poesía Manuscrita, vol. 2 (Bs. As., 2009) y 200 años de Poesía Argentina (Bs. As., 2010); traducida al francés, integra Voix d´Argentine (París, 2006).






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THODORIS RAKÓPOULOS [18.288]

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Amyntaio, Grecia


Thodoris Rakópoulos 

(Amyntaio, Grecia, 1981) estudió Derecho y Antropología en Salónica y en Londres, donde vive desde el año 2004. También vivió en Italia y en Chipre. En el año 2010 publicó su primer libro de poemas El Fayum [Φαγιούμ] (Editorial Mandrágoras), por el cual ha recibido varios premios (en el Festival de Poesía de Patras del año 2011, en el Primer Festival de Nuevas Escrituras organizado por el Centro Nacional del Libro de Grecia (EKEBI) y el Premio Nacional al Escritor Novel del año 2010). Su poesía ha sido publicada en numerosas revistas literarias e incluida en diversas antologías de poesía. Ha sido traducido al francés (Antología Vanneaux, 2012), al inglés (Poetry Review 102:1) y al rumano (Luceafarul de Dimineaţă, 2012). También ha publicado traducciones de poetas británicos e italianos (McGough, LK Johnson, Buttitta). Su segundo libro de poemas Horizonte de aguas subterráneas [Ο Υδροφόρος Ορίζοντας] está en prensa.




Del otro lado de la cámara seguro me reía
De Thodoris Rakópoulos
Traducción: Ioana Catsigyanis *

la costumbre tuya de mirar por detrás del hombro

Nos quedamos quietos y en silencio, con música. A nuestras rodillas
la foto: con el abrigo de piel negra y al viento, mirás al frente
tensa y segura –del otro lado de la cámara seguro 
me reía. Detrás el puente de cemento y era un campo desierto
tu pueblo.

Y todo el tiempo mirábamos de rodillas, como si sobre un puente
envidiaras el agua –excursión, el coche espera atrás
con el motor encendido que termine la pausa,
que te despejes, salgan de adelante, no ven,
molestan, le saco a mi amor una fotografía. 



η μόνιμή σου τάση να κοιτάς πίσω απ’τον ώμο

Στεκόμασταν σιγώντας μέσα στη μουσική· στα γόνατά μας
η φωτό: μέσα στο μαύρο πέτσινο και στον αέρα κοιτάς ίσια, 
σφιχτή και σίγουρη –από την άλλη μεριά της μηχανής
θα γελούσα σίγουρα. Πίσω η γέφυρα τσιμέντο κι άδεια
γη το χωριό σου.

Κι όλο κοιτούσαμε γονατιστοί· σαν πάνω σε γέφυρα
να ζηλεύεις τα νερά –εκδρομή, το ΙΧ πίσω περιμένει
με ζεστή τη μηχανή να τελειώσει το διάλειμμα,
να ξεζαλιστείς, να φύγετε από μπροστά, δεν βλέπετε,
εμποδίζετε, βγάζω την αγάπη μου φωτογραφία. 




fotografía

Cuando se va 
deja sólo una foto a mano, a menudo de cuerpo entero, o el torso,
si está borrosa, mejor,
o con la cabeza inclinada,
el pelo en la cara,
con una pose exagerada
o sin cara como las representaciones de Mohamed
                                                                                         en los tapices

para que entretanto se extienda la idea de que vivías con ella
cambiando voluntariamente algunas características,
atribuyendo edades sin tiempo a las posibilidades
e incluso dándole cuerpo
a personajes de rompecabezas infantiles,
impresiones inciertas al medio día bajo una ventana de verano
pensamientos implacables a la noche acerca de lo divino
y después la vida paralela, la vida mejor
de pensar cómo sería si
tuviera la foto cierta dinámica, una continuidad,
una combinación algo más convincente de recuerdos.



φωτογραφία

Όταν φεύγει
αφήνει πίσω μόνο μια φωτογραφία σωσμένη, ολόσωμη συνήθως, ή το τόρσο,
κατά προτίμηση θολή
ή με γυρτό το κεφάλι,
μαλλιά στο πρόσωπο,
σε υπερβολικό προφίλ
ή απρόσωπη σαν τις αναπαραστάσεις του Μωάμεθ
                                                                                        σε πλεκτά κυλίμια

ώστε τη διάρκεια να πλαταίνει η σκέψη που έζησες μαζί
αλλάζοντας κατά βούληση χαρακτηριστικά,
προσάπτοντας άχρονες ηλικίες στις πιθανότητες
κι ακόμη ντύνοντας μ’ένα κορμί
πρόσωπα από παιδικά παζλ
εντυπώσεις μεσημέρι αβέβαιες κάτω από καλοκαιρινό παράθυρο
σκέψεις βράδυ ακατανίκητες για θεότητα
κι ύστερα την παράλληλη, καλύτερη ζωή
του πώς θα ήταν αν
είχε η φωτό κάποια δυναμική, μία συνέχεια,
έναν κάπως πιο πειστικό συνδυασμό από μνήμες. 




El Fayum

Cada tanto responden a los identikit 
con inexactitud fotográfica
-o es la memoria deficiente de los uniformados- 
en las esquinas de la avenida,
en movimiento, inmóviles.

firmes
como para un retrato de pasaporte
borroso entre el tránsito y bajo la lluvia

se detienen mientras
-en algún otro poema-
la inercia dibuja
su nítido fayum.



φαγιούμ

Κάθε τόσο απαντούν στα ιντεντικίτ 
με φωτογραφική ανακρίβεια 
ή ένστολου μνήμη ανορθόγραφη
στις στροφές της λεωφόρου,
αυτοκινημένοι, ακίνητοι.

ασάλευτοι
σαν για πορτρέτο διαβατηρίου
θολό σε τράνζιτ κι υπό βροχήν

κάνουν στάση όσο
-σε κάποιο άλλο ποίμα-
η αδράνεια αποτυπώνει
το ολοκάθαρο φαγιούμ τους.


Rubia y pálida Francia
                                                                          para las banlieues (1) del 2005

Los antiguos descubrieron el ámbar
en la resina cotidiana:
se conservaron restos de insectos
vuelos prisioneros en el absurdo material

y ese impulso tras las rejas que se llama
Peligro de Muerte. Cada ayer apenas anochecido- de nuevo,
incitó la huida de dos mariposas de Argelia
a las que engañó el cartel luminoso de la Salida

y corrieron hacia ella con todas sus fuerzas.
salieron del otro lado embalsamadas:
como el mausoleo de Lenin,
se convirtieron en fotografías de pasaporte
                                                                                        en las pantallas. 



Γαλλία εσύ ξανθή, χλωμή
                                                                                     για τις banlieues του 2005

οι αρχαίοι απομόνωσαν το ήλεκτρον
στο καθημερινό τους κεχριμπάρι:
μας έμειναν κομμάτια από έντομα
πτήσεις αιχμάλωτες στο αστείο υλικό

κι εκείνη η ορμή στα σύρματα που λεν
Κίνδυνο Θάνατο. κάθε χτες μόλις νύχτωσε- πάλι,
τράβηξε τη φυγή δυο πεταλούδων απ’τ’Αλγέρι
που τις γέλασε η φωτεινή σήμανση Έξοδος

και τρέξαν καταπάνω της με δύναμη.
βγήκαν από την άλλη πλευρά βαλσαμωμένες:
καθώς το μαυσωλείο του Λένιν,
γίναν φωτογραφίες διαβατηρίου στις οθόνες.

(De El Fayum, 2010)



Llaves

Es el mito lo que nos une, va tejiendo a nuestro alrededor el sentido mientras hablamos de él: es la palabra que se vuelve mensaje, nunca para aquel a quien se dirige, a veces para aquellos que escuchan a escondidas. En las paredes cuelgan nuestras antiguas conversaciones de los clavos del inquilino anterior: de sus hilachas penden el ruido de la ciudad, el firmamento, la altura de las cosas que dejamos secretas. Es el mito la red invisible que resplandece a nuestro alrededor, en el brillo de unos ojos extraños, y en la excitación que sentís, cuando te acercás, con llaves en la mano. 



Κλειδιά

Είναι ο μύθος που μας συνέχει, πλέκει γύρω μας το νόημα όσον τον συζητούμε: είναι ο λόγος που γίνεται μήνυμα, ποτέ γι΄αυτόν που του απευθύνεται, κάποτε για εκείνους που κρυφακούν· οι τοίχοι έχουν τις παλιές μας κουβέντες κρεμασμένες στα καρφιά περασμένου νοικάρη: από τα κρόσια τους ισοπποπούν ο αχός της πόλης, το στερέωμα, όλο το ύψος των όσων αφήσαμε ανείπωτα· είναι ο μύθος, το αόρατο δίχτυ που αστράφτει γύρω μας, στη λάμψη των σπάνιων ματιών, όπως στην απότομη έξαψη για σένα, που πλησιάζεις, κρατώντας κλειδιά. 




Kaval

Se dieron cuenta con el correr de las generaciones que aquella confianza luminosa en el cuerno de ciervo, hasta entonces el más valorado material para construir la flauta de Pan o kaval, era una de esas historias que, aunque no muy convincentes, llamaban mitos. Su terror cosmológico tenía que ver con la fragilidad del instrumento: si se rompiera la línea melódica del soplo, el mundo estallaría en pedazos, todo entero. Pero por supuesto la migración hacia la costa, luego de la deforestación, los convenció de que aquel mundo roto era ahora mar. Con sus corales igual de frágiles podían fabricar los mismos instrumentos. Y entonces comprendieron que los huesos se volvían porosos y por eso el soplo perdía con el tiempo el sonido de la música. Los corales, en cambio, eran eternos y las olas del mar los volvían grandes y fuertes, en vez de destruirlos. 



Καβάλ

Διαπίστωναν με την πάροδο των γενεών πως εκείνη η λαμπρή πίστη στο κέρατο ελάφου, ως το δήθεν πιο αξιόπιστο υλικό για την κατασκευή αυλού του Πανός και καβάλ, ήταν μία από εκείνες τις ιστορίες που, πλέον υποψιασμένα, αποκαλούσαν μύθους. Ο κοσμολογικός τους τρόμος είχε να κάνει με το εύθραυστο του οργάνου: αν σπάει ο μελωδικός άξονας της ανάσας, θα γίνει κομμάτια ο κόσμος· όλος. Αλλά βεβαίως η μετανάστευση στον γιαλό μετά την αποδάσωση, πους έπεισε ότι ο θρυμματισμένος κόσμος ήταν θάλασσα· από τα εξίσου εύθραυστα κοράλλια της μπορούσαν τώρα να φτιάχνουν τα ίδια όργανα. Και τότε, κατάλαβαν πως τα κόκκαλα ήσαν πορώδη στον χρόνο, κι η ανάσα έχανε στον συριγμό της μουσικής σταδιακά –ενώ τα κοράλλια αιώνια, και πως τα κύμματα τα έχτισαν, αντί να τα σπάν. 



Anzuelo

En Grecia el nivel de lo evidente
desciende con el peso de cada día
                                            (qué lindo es el mar)

Brillante, como pez en las profundidades
se pasea con palabras pesadas
plomo en la garganta del abismo

Un tubo-oración sube
                                           de la máscara de buzo
un mensaje que llegue al fondo,
y que lo sostenga un anzuelo.



Αγκίστρι

Στην Ελλάδα η στάθμη του αυτονόητου
Χαμηλώνει στο βάρος κάθε μέρας
                                         (τί ωραίες οι θάλασσες)

Αυτόφωτος, σαν ψάρι της αβύσσου
Γυροφέρνει λέξεις βαρίδια
Μολύβι στο λαρύγγι του βάθους

Κάλυκας προσευχή ανεβαίνει
                                               Από τον αναπνευστήρα
Μήνυμα ας φτάσει στο βυθό
κι ας το βαστά αγκίστρι. 



Los otros 

Por acá pasaron a la tarde.
El poste de luz roto en la calle.
Cuánta noche a su alrededor. 



Οι άλλοι

Απο εδώ πέρασαν το απόγευμα.
Σπασμένη λάμπα στο δρόμο.
Πόση νύχτα μαζεύτηκε γύρω της. 

(De Horizonte de aguas subterráneas, inédito)


Nota
(1) Suburbios (en francés en el original) (N. del T.)




_______________________________________________
*Traductora

Ioana Catsigyanis (Buenos Aires, 1976) es Licenciada en Letras (UBA). En Argentina ha trabajado como profesora de literatura y de griego clásico, investigadora y correctora de estilo en diversas casas editoriales. En el año 2006 se radica en París para especializarse en literatura griega contemporánea en la Universidad de París-Sorbona (París IV). Su área de investigación es la poética de Odiseas Elitis y la Generación griega del ’30. Escribe reseñas y traduce poesía del griego moderno y del francés.






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GREGOR PAPEZ [18.289]

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Gregor Papez

Nació en 1961 en Buenos Aires, hijo de exiliados eslovenos y perteneciente a la comunidad eslovena más activa fuera de sus fronteras originarias. Esta corriente migratoria de eslovenos no se ha adaptado al entorno y las corrientes contemporáneas por la propia voluntad de mantener un rasgo distintorio que no les permita olvidar el pasado. Su poesía pareciera adoptar el lema: antes morir que evolucionar. Y quien sabe ver la belleza de esto, sabe ver también la agonía de un caballo en el desierto. Gregor Papez colaboró asiduamente con la revista literaria eslovena Meddobje, escribió ensayo y poesía para RTV Ljubljana, editó tres libros de poesía: Poezija Animal (2014), Qué (2015) y Never (2016); en los que se reúnen distintas voces y generaciones de eslovenos.



VIENTO    
                                                                                                                               
El Ingenioso Hidalgo aún lidia con la realidad de los 
molinos de viento – porque donde hay viento, hay una 
realidad.
El viento que barre los caminos trazados con esmero y 
dedicación.
El Hidalgo sabe, en el fondo, que estos monstruos del 
viento, su primera aventura, su única aventura en verdad, 
son una ficción disfrazada de realidad, porque el viento 
es el gigante de los pequeños que se disfrazan con 
armaduras.
Deshazte del momento justo, como la oportunidad 
se deshace de ti.
Hay en el viento satisfacción 
de haber barrido las cadenas
y sin embargo suele encadenar a todos al barro:
a unos por lo que lleva, a otros por lo que trae.





AL SUR

Se había trasladado al sur después de vender
su casa en el campo, cansado de pedalear en
la bicicleta por el costado de la empinada ruta,
con los bordes del silencio envolviendo
la encorvada figura como un lento
y asmático molino en un día sin viento.
La marea del campo, la distancia, punto final.
(una orilla que en otro resplandor desviste la tierra,
como lo hace la inercia tropical de la fruta madura.)
El sur eran techos de chapa vistos desde
la ventana del tren entre vigas de hierro
y borroneados azules detrás, cables y sol
colgado entre la ropa puesta a secar.
El aire arrancando de la seca luz
una bocanada de árboles tempranos,
como insectos que en el vidrio se pegan
por obra y gracia de una gris resolana.
Y las aves que no parecen entrar fácil-
mente dentro del cuadro.
Miro en las aves su sombra prehistórica
dibujar con el lápiz de carbón un fuego
que atraviesa el cielo a la hora en que
nacen las tardes como páginas de historia.

              (del libro Never, editado por SKA (Slovenska Kulturna Akcija)




BREVEMENTE

Las relaciones humanas, ese canto entre
un hombre y una pared
en medio del amarillento azulejo de la noche
y entre las muletas de una sombra -
la pared suele imputarme horrores
agigantados por las muletas de su sombr

Prefiero conversar con esa otra pared,
la del mar. El mar es Pitágoras en persona.
Empecinado en la pureza. Infinito en su
interés. Y el mar también considera que
el fuego es el elemento más importante

El fuego es oración. Tú, entre cuyas paredes
rezo para no caer como una hoja, muy lejos
de su árbol.
El afligido llega a Dios, pero este hombre
no está entregado - que mane leche y miel
y que de una mejor vida el tiempo llegue

Y el tiempo, ¿nos escucha cuando el sol
se haya puesto y no hayamos arriesgado
nuestro ser, apostándolo todo a una sola
equivocación?

                (del libro Qué, editado por SKA)




A ALGUNOS LA VIDA

A algunos la vida les trajo
la compañía de una buena esposa
(son los menos), a otros les trajo
la compañía de muchos amigos.
A mí me obsequió con la compañía
de unos miserables gatos callejeros
que merodean día y noche mi puerta.
No he sido merecedor siquiera
de alguna cosa a escala humana
y relegado a la escala animal
suelo con la punta del pie expresar
mi gratitud por semejante compañía.
La mayoría de los hombres maduros
no conoce el amor más que de oídos,
yo lo conozco en forma de maullidos
que reclaman su tazón de leche.
Estos gatos dotados de alma
a veces se esconden en su tristeza -
¿Tiene el alma predilección por la 
tristeza y su semblante oscuro, 
como una joya en su rincón lunar
o como un dios en su lecho duro?
Ellos rara vez responden alguna 
pregunta, salvo cuando se les pre-
gunta si quieren un poco más
en el tazón de leche.
          
               (del libro Poezija Animal, editado por SKA)




ESTOY SEGURO

Estoy seguro:
el contacto humano no es necesario
Es más, es impúdico
es una manera de prostituirse (como
lo es escribir, según Leduc)

El contacto con algún animal
al que hemos domesticado y
cuidado desde que era un cachorro
es sagrado porque obedece a la ley:
cuidar al más débil

Pero esta ley, entre humanos
no funciona. Específicamente
no funciona entre macho y hembra.
Al débil no podemos tenerlo al lado
Alguien que no se vale por sí mismo
o alguien que ruega por amor,
un ser en caída - y en la caída,
lo sabemos, todos se apartan

Pero al ángel caído lo amas, luna.
Al ángel caído lo amáis, mujeres.
Lo que no soportáis es al hombre caído
Y eso es precisamente lo que 
me dispongo a hacer:
caer

La primera caída fue involuntaria.
La segunda, no. Es consciente. He
decidido caer, y no solo eso, deci-
dí arrastrar conmigo
una biblioteca de Patoruzitos
y dejar atrás a Novalis y la conch
Vagar y vivir de arriba
si se puede
y hacer algo importante:
nada.




COCA-COLA

Mucho se ha hablado del whisky
pero poco de la Coca-Cola
Muchos genios han sido borrachos
pero la Coca-Cola no ha dado de sí
un solo maldito genio

Los borrachos se han ganado su lugar, 
es cierto. Y la tumba les será más fácil
de soportar con un par de laureles en-
cima del ataúd.

La tumba solo es fácil de soportar
con el laurel de las amarguras, del
sambenito de ser un cornudo insos-
layable, un ser descartable a quien 
no han querido ni las moscas.

Quiero a los espíritus
y solo los espíritus me quieren
(y eso porque no pueden hablar
y decir lo que en verdad sienten)

No sé cómo
terminar
este
poema




TAMBIÉN

También ella, a quien tenía dominado
como a un gorrión en el puño de un herrero
También ella supo salir del círculo vicioso
(llámese hoy tóxico), el croupier lanzó el: 
No va más

Dijo: Eres pródigo en palabrerío vacío.
Le pagó a un psicólogo para que la orientara
y el psicólogo hizo un análisis objetivo 
en favor del cliente
y puso las palabras en su boca

Y ciertamente me tomó por sorpresa
pero acostumbrado, diría que relajado
y lánguido sobre la silla
Me aburría su modo de ver la vida
Los problemas de soledad y de pareja
me aburrían

Por fin se fue, oh Dios, por fin
comprendió que la libertad es egoísmo
y el egoísmo es libertad. Y que de amor
hablaremos en la tumba.




A TRAVÉS

A través de la vida
he mirado muchos culos en la iglesia
y quizá nuestro Señor Jesucristo le res-
te importancia a este hecho, pero yo
me condeno y me culpo por ello

Y si nadie comprende el dolor
de ser un infame pecador menor,
si ningún poeta habla por mí
al respecto, entonces lo haré
yo mismo: yo hablaré por mí y
por los culos que he visto

Expío mis culpas, la atroz culpa de
la vulgaridad, y quien tenga culpas 
elegantes, que agradezca
de no figurar entre los divagantes

y estas impronunciables cargas
que jamás he pronunciado en el
confesionario ante un sacerdote
(que seguramente ha mirado
de todas las fieles el escote)




MIÉRCOLES

Dicen que hay un eclipse hoy. Es un gran
evento astrológico. Lo cierto es que esta-
mos en la misma soledad de miércoles
El eclipse no es suficiente para impulsarme
Perdí el interés en la delicadeza
No creo en los talentos
Solo creo en lo ilusorio

La prodigiosa imaginación o el cuerpo
prodigioso, lo que sea, todo prodigio
me desagrada, sea interior o exterior.
No suelo mirar vidrieras y sus productos
No me entusiasma que se vean reales

Creo en lo ilusorio: el mar, por ejemplo,
una ilusión óptica de las gaviotas.
Las sierras, la ilusión de lo lejano
¿Quién no ama lo lejano?
Por un segundo, o por un minuto
todo es tan lejano que se separa 

en dos mundos
y uno de ellos, seguro,
es puro, debe ser puro

                       (Poemas dispersos)






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MAI DER VANG [18.290]

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MAI DER VANG

Nació el 20 de octubre de 1981, en California. Obtuvo su maestría en poesía de la Universidad de Columbia, donde se le concedió el Corrente Poesía Fellowship. Vang recibió su licenciatura en Inglés de la Universidad de California, Berkeley. 

Sobre Afterland Forché escribe:

Afterland  me ha perseguido. Sigo volviendo a leer estos poemas en voz alta, escuchar en ellos un lenguaje a la vez atávico, contemporáneo y profundamente espiritual. Mai Der Vang se enfrenta a la guerra secreta en Laos, el vuelo de los hmong, y su supervivencia como refugiados. Que un poeta pueda absorber y transformar estas experiencias con las expresiones personales y colectivas de los vivos y los muertos, la imaginería luminosa y con una dicción sorprendente.

Los poemas de Vang han aparecido en Ninth Letter, The Journal, The Cincinnati Review, The Missouri Review Online, Radar, Asian American Literary Review, The Collagist y en otros lugares. Sus ensayos han sido publicados en el  New York Times, el  Washington Post y el  San Francisco Chronicle, entre otros. Como miembro de la revista del Círculo de Escritores de América hmong, es coeditora de  How Do I Begin: Un Hmong American Literary Anthology (heydey, 2011).

Ha recibido residencias de Hedgebrook y de Kundiman. Vang vive en Fresno, California, donde enseña en Clovis Community College y trabaja como escritora / consultora creativa.

The Academy of American Poets, la ha elegido como ganadora del Walt Whitman Award 2016. El manuscrito que fue elegido, Afterland, por la poeta norteamericana Carolyn Forché será publicado por el sello Graywolf Press en abril de 2017. 



Presentamos su poema: Light From a Burning Citadel en versión de Luis David Palacios.


Luz de una ciudadela en llamas

Una vez esta alta tierra fue nuestro lugar de nacimiento. Una vez
fuimos hijos de reyes.

Ahora soy palo de rosa siamés en el fuego.
Soy piel de cortina caída.
Soy hueso de agujero de bala.
Estoy presa en el horno de cenizas de un bosque.

Peb yog1 y estaremos

El cielo duerme acolchonado en la milicia de las estrellas.

Alguien ha doblado
el espíritu de oro y plata
del dinero en mil barcos pequeños.

Peb yog
hmoob2 y estaremos

Estoy tan hambrienta como el indigente que rasgó
un coco para hallar
el corazón de un gaur salvaje.

Hmoob y
estaremos

El árbol es más antiguo
que su patria,
derrama su citrina anual
como el reloj de arena gotea miel.

Peb yeej ib txwm yog
hmoob.3

Cavo y cavo hasta que no hay más raíces por cavar.
Sirvo con mi piernas
cortadas, mi oído caído.

Me he vuelto el aire
estridente en la flauta de bambú –el aliento
de una tropa de cencerros.


Notas

1 Somos
2 Somos Hmong
3 Siempre hemos sido Hmong

Nota del traductor: Los Hmong son una etnia que habita principalmente en zonas montañosa Laos, Vietnam, Birmania, Tailandia y la región montañosa de China.
http://circulodepoesia.com/2016/03/mei-der-vang-walt-whitman-award-2016/




Light From a Burning Citadel

Once this highland was our birthplace. Once
we were children of kings.

Now I am a Siamese rosewood on fire.
I am a skin of sagging curtain.
I am a bone of bullet hole.
I am locked in the ash oven of a forest.

Peb yog and we will be.

The sky sleeps quilted in a militia of stars.

Someone has folded
gold and silver spirit
money into a thousand tiny boats.

Peb yog
hmoob and we will be.

I am hungry as the beggar who cracked
open a coconut to find
the heart of a wild gaur.

Hmoob and we
will be.

The tree is more ancient
than its homeland,
shedding its annual citrine
as hourglass dripping honey.

Peb yeej ib txwm yog
hmoob.

I dig and dig for no more roots to dig.
I soldier with my severed
legs, my fallen ear.

I’ve become the shrill
air in a bamboo pipe—the breath
of an army of bells.





Water Grave

We cross under
the midnight shield
and learn that bullets

can curse the air.
A symposium
of endangered stars

evicts itself to
the water. Another
convoy leaves the kiln.

The crowded dead
turn into the earth’s
unfolded bed sheet.

We drift near banks,
creatures of the Mekong,
heads bobbing like

ghosts without bodies,
toward the farthest shore.
With every treading

soak, the wading leg,
we beg ourselves to live,
to float the mortared

cartilage and burial
tissue in this river yard
of amputated hearts.

This poem originally appeared in American Poets, Spring-Summer 2016. 




Yellow Rain

First, the sting
in your nose.

Then in your eyes,
a furnace flared

To hollow
your face.

Flies above
your empty sockets.

Maggots made
your split skin.

Another cow dies
from breathing

as you swallowed
from the same air.

How many days before
it wintered you gray

in this wilderness turned
makeshift-graveyard.

How many hours
before the lesions,

before your vomit
hardens the earthen

floor. Somewhere
a house ages cold,

no longer warmed
by the hearth

you once tended.
No one lights

any spirit money.
No one chants the way.

This poem originally appeared in American Poets, Spring-Summer 2016. 




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AMY BLAKEMORE [18.291]

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AMY BLAKEMORE

Amy Blakemore (Deptford, Londres, 1991). Es una de las voces más llamativas de la poesía joven británica. Su primer libro, Humbert Summer (2014), ganó el Melita Hume Poetry Prize. Poemas suyos aparecen en revistas como: Poetry London, The Morning Star, FuseLit, Magma, Brittle Star, Rising, Cadaverine, S/S/Y/K. Fue ganadora del Foyle Yung Poet en dos ocasiones (2007 y 2008). Es editora de la revista digital, Pomegranate. Estudió Lengua y Literatura en Oxford.


Traducción por Luis David Palacios
http://circulodepoesia.com/2016/03/poesia-britanica-amy-blakemore/


Cangrejo en una caja de poliestireno

Atraviesas las rocas alimentadas de verde
sobre un lecho escamoso de hielo, lejísimos
de tu cálida boca del charco,
con su oferta marginal de algas.

Cangrejo en una caja de poliestireno,
tus ojos siguen aún imposiblemente minúsculos,
pero el decodificado disco de tu cerebro, rugoso, hace
recordar los domingos apretados de peces,

la mano de tu hermana enhebrando orquídeas
¿como cuando eran sacadas en el desorden del agua?
Discotecas en el fémur de un marinero muerto,
danzas de jorobado.

Cangrejo muerto en una caja de poliestireno,
en venta en un lugar de mercado –
¿se retuercen alguna vez las anguilas junto a ti
en su húmeda muerte de caucho?

Pregúntate ¿por qué no te esforzaste más
en romper las cuerdas,
desenredar las redes?



Crab in a Polystyrene Crate

You are spiking rocks green-fed
in flaking ice-bed so far from
your tepid rock-pool mouth
with its tender fringe of algae.

Crab in a polystyrene crate,
your eyes are still so impossibly small,
but does your sidecoded disc-brain, ridged,
remember minnow-crushing Sundays,

your sister’s hand like stringing orchids
as they were lifted in the swash?
Discos on a dead sailor’s femur
humpbacked quicksteps.

Dead crab in a polystyrene crate,
for sale in a market stall –
do the eels beside you sometimes writhe
through their rubber death damp

Ask you why you didn’t try harder
to snap the ropes,
un-net the nets?



La Virgen de Guadalupe

Desde el patio al parque,
arrancó indiscriminadamente,

su profundo cabello como una
bandera; goteando de católica,

violetas y dorados rosarios
en cada temblorosa coyuntura de su cuerpo;

listón de terciopelo y retazos de lúrex,
azules Marías y Teresas.

A través de la ciudad abrió una senda,
su boca se volvió una trampa de fuego;

olía a los hombres
de motocicletas y ephemeras vintage.

La llamaron Virgen de Guadalupe
por todas sus rosas clavadas, su lloroso mesías;

sin embargo, el nombre resultó irónico.
Oíste que fue madre

ruidosamente detrás
de la parada del autobús al anochecer.

Su cabello ardería en el verano
y los santuarios que mantuvo detrás de sus oídos se derretirían,

lloraría a través de la ciudad usando sólo calcetines
y no mucho más.

No pasará mucho, mira,
antes de que no vuelva llorar–

se convierte en leyenda
para las celebridades de alcantarilla

y quizá
limpia habitaciones de un hotel cualquiera.




The Virgin of Guadalupe

From the playground to the park,
she tore indiscriminately,

her hair wide behind her like a
flag; dripping with catholica,

purple and gold rosaries
at the snaky body’s every juncture;

velvet ribbon and scraps of lurex,
blue Marys and Theresas.

Through the city she blazed a trail,
her mouth became a firetrap;

she smelt of men
with motorbikes and vintage ephemera.

They called her The Virgin of Guadalupe,
for all her nailgunned roses, her weeping messiahs;

though the name was ironic.
You heard she mothered

noisily behind
the bus shelter at dusk.

In the summer her hair would burn
and the shrines she kept behind her ears would melt,

she’d tear through the city in ankle socks
and not much else.

It won’t be long you see,
before she tears no more –

becomes a legend
for the sewer’s glitterati

and perhaps
cleans rooms in a hotel somewhere.



Los huéspedes

Eres niña, imagínate.
Te detienes en la puerta para ver a los huéspedes
durmiendo como caimanes en sillones y sofás cama.

Son amantes o amigos de tus padres.

Los ves porque yacen entre ti y la televisión.

Te detienes porque los pliegues de sus ojos
forman una costra amarilla como cuevas de sal,
parecen un poco viejos, un poco sabios,

y porque sientes el aliento de sus ronquidos;
cortados del amargo aire de la mañana,
forman estatuas de resina pegajosa cuando no estás ahí,

nacarados picos de paloma o mujeres en vestido de noche

que te dirán quiénes son estos extraños.



 The Guest

You are a child, imagine it.
You stop at doorways to squint at guest
sleeping like alligators on sofas and sofabeds.

They are your parents’ lovers or friends.

You watch them because they lie between you and the television.

You stop because the creases of their eyes
are crusted yellow like salt caves,
seem a little old, a little wise,

and because you feel their snoring breaths,
hacked from the sour morning air
form tacky resin statuettes when you aren’t there

of pearly-beaked doves or women in ball gowns

that will tell you who these strangers are.




Dirty girls

you’ll be blown down by their belief
in casting a purple shadow which may seem
crass or confrontational but you sell your ass
on the internet, what do you know?
They could be sisters except they like each other:
one draws pentacles on polaroids
and the other looks like Cat Marnell.




Turkey neck

cystic, cold as blossom,
it smells scrofulous
and of furniture polish.
Blunt beaked with no interruption
for the ear, and at the breast begins
pitted pore after little pitted pore.
There are mothers and children and these
are inevitable and for each
there’s an old woman –
she smells scrofulous
and of furniture polish.
The child pinches the skin, the little pitted pore –
and the old woman says
you’re always going to touch what you don’t want to.
It waits on the kitchen table – offensive with sea salt, sage.




L’Agonie

Commenting on his friendship with Baudelaire,
the artist notes a mutual love of skeletons:
a crude line drawing of St Theresa
in a state of holy déshabillé,
receiving oral stimulation from a skull.
The japanese call it Ukiyo – e,
the pressure of bone within.
Obtain a time-piece, strangle the hour,
swing from life’s photogenic chandelier!






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ZULEMA GUTIÉRREZ [18.292]

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Zulema Gutiérrez 

(Holguín, Cuba 1982). Miembro de la AHS. Tiene publicado el cuaderno de poesía “Islas que intentan salvarse” (Eds. La Luz, 2011) y Sentada junto a los crisantemos, Eds La Luz, 2014 . 

Fue incluida en la antología “Poderosos pianos amarillos, poemas cubanos a Gastón Baquero” (Eds. La Luz, 2013). Su obra está recogida en varias antologías dentro y fuera de Cuba.



ÚLTIMAS PALABRAS

La fatiga toma forma después del aguacero
cuando los vapores comienzan a desprendersede la tierra.
A esta hora todo acontece 
toma forma dentro de algún cuerpo. 
Del otro lado un hombre entierra al perrode su infancia 
a cada hora.
El viejo no se levanta hoy de su refugio 
anclado a su rostro la media sonrisa. 
Lo encuentran entre las cajas por el olordemasiado fuerte. 
He visto morir animales aplastados 
he visto las cajas desmoronarse por la ventiscao la lluvia.
—Algunos preferimos la muerte— 
dijo el viejo de la media sonrisa 
cuando no pudo morirse aquella vez 
lo dijo mi madre parada frente al círculo de hojas 
lo predijo todo y después lo olvidó para siempre 
hasta la fatiga que a estas horas se atenúa 
contra su caja toráxica.
La fatiga ha tornado forma dentro de ella: cuerpo conocido. 
Intento liberarla con cruces. 
Pero estas son 
a pesar de todo 
sus últimas palabras.




PASILLO

Avanzo.
Puerta de luz.
Soles fabricados o quizás no
aquí todo se confunde.
Detrás de los cristales
rostros que sangran.
La lengua se les enrolla en la garganta.
Arqueados huyen de la luz.
Delante de mí camina una puta
o tal vez no
todo se trastoca.
Cae sobre su cuerpo plegado
no brindo mi mano
tengo un miedo atroz a contagiarme
con su sombra. 
Camino/ escapo. 
Sobre esta tierra todo tiende 
a confundirme.



FLORES

El vecino canta. No levanta la vista en la calle. 
Susurra frente a su plato dos veces al día. 
(Pego el oído a la pared). Da las gracias y canta.

Compra flores para sus muertos.
Reza.
Habla solo.

Yo apenas respiro.
Camino dentro de la casa como si quisiera
atravesar las paredes.

Toqué a su puerta
—odio las flores envueltas en nailon—.
Paredes
muros
piedras sobre la tierra. 
Ayer se lo llevaron cubierto 
como sus flores amortajadas en el nailon.



OTRO UNIVERSO OCULTO

               Un pretexto de sal…
                 y de regreso al polvo.
                     Taimí Ocampo

He sido apedreada.
Las rosas en las manos de los niños
no son señales de esperanza.
Presagian épocas aún más duras.
Una camisa me ata las manos alrededor del pecho
intentan sofocar las palabras.
Me laceran como si debiese pagar promesas.
Quiero resistir pero estos días
logran instalarse en mi casa.
Recorro el límite de los arrecifes   me descalzo.



DIOS ANDA DESCALZO ENTRE LOS HOMBRES

Despertó en mitad de la noche
su nariz sangraba. 
Unos instantes antes de morir 
se dio cuenta de que todas las narices son iguales.

Daba vueltas ceñida por las llamas.
Yo tenía nueve meses de nacida.
Hay noches en que irrumpe como una angustia.
La oigo gritar
agita los brazos desesperada.
El vapor sale de su boca.

Una amiga dice que el paraíso no existe 
—todo acaba con el último latido—.
Dios anda descalzo entre los hombres. 
¿Quién soy yo para juzgarlo? 
¿Quién soy yo?



EL CAUCE RETORCIDO DE ESTOS DÍAS

Ella toma a la niña   me la enseña de lejos   sabe queno quiero tocarla. 
¿Con qué sueña un recién nacido? Tres pasos meseparan de ellas. Las miro como si nunca hubieravisto una escena como esa. 
No es el nacimiento de un poema   o tal vez sí
No recuerdo mi infancia ni la última vez que vi a mipadre (contaba mis lunares). 
Mi hermana y yo nunca hemos sido amigas   noshablamos una frente a la otra   sentimos la sangreagolparse en las mejillas. Nos despedimos comoextrañas. 
¿Qué podría enseñarle a la niña que no sean retazosdolorosos de historias? 
Mi propia hija se acerca poco. 
Estos días arrastran a su paso toda esperanza.




EL RELOJ DE LOS MUERTOS

                   Tú amas la luz que toca las manos de un niño.
                   La luz se desliza por el rostro de un niño,
                       que es también tu rostro.
                               RAÚL HERNÁNDEZ NOVÁS

1

La tarde se despide   tinte rojizo
que resbala por los techos.
Un niño observa la puerta por donde huye la noche
como si quisiera abrirla con los ojos.


2

Descorro las cortinas.
El niño continúa comiéndose la luz
las hojas caídas han formado un círculo
alrededor de su cuerpo.
Se confunde con una roca.


3

No me muevo de la ventana 
se escucha el sonido acérrimo 
de un péndulo. 
Sospecho que se acerca la hora.


4

Todos se esconden en los relojes de pared. 
Cada familia tiene un cordero 
marcan con sangre sus frentes. 
No se escuchan cantos ni oraciones 
han aprendido a ignorar las estrellas.


5

Observo al niño que espera
la llegada de los vivos.
El cuarto dejó de ser un consuelo.
Un espacio estrecho donde las canciones
perdieron su fuerza.
Nadie susurra las palabras que debo decir.
La mano ha sido devorada por la hoja.





Sentada junto a los crisantemos, Eds La Luz, 2014 


Muchos libros y autores integran el panorama literario de la ciudad de los parques. Hace algunos meses vio la luz (en La Luz) Sentada junto a los crisantemos de Zulema Gutiérrez Lozano, cuaderno de poesía que vino a integrar la extensa lista con que ya cuenta la colección Abrirse las constelaciones del sello editorial de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en Holguín.



Las manos abanican.

Debimos quedarnos donde fuimos más felices.
1942: el corredor de madera bordea la casa.
Foto de fin de año.
El Central al fondo del paisaje
sobrevive a la miseria.
1984: bailo con mi padre.
–Aún se percibe el brillo en los ojos de la niña.
Cierro los ojos como la abuela de mi abuela
en su última fotografía.
Las figuras desdibujadas del abanico
miran.
La seda envuelve sus cuerpos.
Yo pondría polvo de arroz en mi cara
y me quedaría a vivir dentro del abanico
sentada junto a los crisantemos



HERRAMIENTAS DE MATAR

Mi hija trae espuma en el pelo
guarda gusanos en frascos de cristal.
Mostacillas y canutillos en su falda.
Huellas de pincel en las paredes.
Mi hija tuvo miedo a las palabras
y yo de ella
de los gusanos pétreos
del reflejo vítreo sobre la mesa
arabescos coloridos dentro de mi casa.
Mi hija trae espuma y vuelvo a sentir miedo
de aquellos que callan
y lustran sus herramientas de matar.





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MODESTO SAN GIL HENRÍQUEZ [18.293]

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Modesto San Gil Henríquez 

(La Palma, Canarias, 1922)

Reside en Cuba desde 1928. Estudió en los seminarios El Cobre, de Santiago de Cuba, y San Carlos y San Ambrosio, de La Habana, durante las décadas del treinta y del cuarenta del pasado siglo, etapa en la que publicó sus primeros poemas en las páginas del periódico El Mundo. Es miembro de la Unión de Escritores Canarios. Ha publicado, entre otros, los siguientes libros: Elegía del solitario (Madrid, 1995), El profeta y los cuervos (Ciego de Ávila, 2001; Ed. Benchomo, Tenerife, Islas Canarias, 2009), Versos descalzos (Ciego de Ávila, 2001), Salmo a la deriva (Ciego de Ávila, 2002), Roca de oro (Ciego de Ávila, 2010). Sus textos han aparecido en revistas cubanas y extranjeras, así como entrevistas concedidas a diversos medios de comunicación. Su obra ha recibido diversos reconocimientos nacionales. La Editorial Unión acaba de publicar una antología de su obra, preparada y prologada por el poeta y crítico avileño Francis Sánchez, bajo el título Lejos, después del mar. 


Carmelo González entrega el premio 'Bardino Canario' a Modesto San Gil Henríquez.

Modesto San Gil Henríquez, el último poeta canario vivo en Cuba.

El incendio de su casa destruyó su obra poética y lo poco que tenía para subsistir, pero como buen labrador, reinicia su obra literaria posteriormente.

Por Juan Calero Rodríguez 



Me hiere el andar aciago
de la raíz desprendida,
me duele la eterna herida
de la ausencia de mi drago. 

Nació en la Villa de Mazo en 1922 y con seis años, su familia se traslada a Cuba desarrollándose en un ambiente campesino de emigrados canarios. De niño fue tan buen estudiante, que los curas aconsejaron a sus padres que comenzara la carrera eclesiástica. Se preparó concienzudamente su entrada en el Seminario de El Cobre, en Santiago y luego continúo en el Seminario San Carlos, en La Habana donde se especializó en latín y griego y comenzó filosofía. Se graduó en Filosofía en 1941 y cuando debía comenzar teología, le proponen hacerlo en Roma, pero se convence de que su vocación sacerdotal no es tan fuerte y decide abandonar el seminario.

Durante algún tiempo se gana la vida como maestro, luego como profesor de idiomas y pasa sus últimos años de vida laboral trabajando en los ferrocarriles, obteniendo la plaza fija en 1952. En 1957 ingresa en el Movimiento 26 de Julio y en 1958 arde su vivienda en una acción del propio Movimiento del 26 de Julio dirigido por el comandante Camilo Cienfuegos; aún así continuó en dicho grupo insurreccional. En el incendio se destruyó su obra poética y lo poco que tenían para subsistir, él, su mujer y los nueve hijos varones. 


Cuántas veces, aire mago
de mi Teide, en ti me pierdo
y en guanches momentos muerdo
pedazos de mi memoria. 


Como buen labrador, reinicia su obra literaria posteriormente. La desgracia no dejó de rondar la familia: muere uno de sus hijos en la guerra de Angola y otro se suicida.

No fue hasta la década de los noventa del siglo XX, cuando comienza a publicar con asiduidad en revistas, tanto cubanas, como Imago, Videncia y Enfoque; canarias, como La Graja, y de otros países como Estados Unidos y México.  Tiene diez libros publicados: Río, Alfa y Omega (1994) Ediciones Ávila, Ciego de Ávila; Elegía del solitario (1996) La Diáspora. Gobierno de Canarias; El profeta y los cuervos (2000) Ediciones Ávila, Ciego de Ávila; Versos descalzos (2001) Ediciones Ávila, Ciego de Ávila, y Salmo a la deriva (2002) Ediciones Ávila, Ciego de Ávila. También aparece en varias antologías publicadas en Cuba y en el exterior: Poetas actuales de Ciego de Ávila (2000); Anuario de poesía UNEAC 2001 (2001); Poetas cósmicos cubanos (2000) México; Antología Décima cubana actual (2001) EE.UU.

Ha obtenido varios premios de poesía como el Premio de Poesía Benito Pérez Galdós, de la Asociación Canaria de Cuba. También un premio literario lleva su nombre, en Ciego de Ávila. 


No hay reproche a mi destino,
si de brezo y faya vengo,
que tengo dos islas, tengo
de azúcar morena el alma,
pero traigo de La Palma
el vino de mi abolengo.


ELEGÍA DEL SOLITARIO

Canto I

Descalzo sobre cactos,
piel al sol,
los dientes y las uñas
desnudan huesos.
Los ojos buscan
el rastro de la entraña.

No está en su puesto la primera piedra,
ni el picacho dormita con sus auras,
no dan paz al sueño los rumores de lluvia,
que todos han salido a ver al hombre sin palabras,
con fardo al hombro
de trovas vírgenes
y un misterio magnífico en la frente
de andar predestinado.
Viene del antro de los ruidos necios,
carcajadas sin risas,
de músicas absurdas
donde el silencio calla, pensativo,
al margen de la histeria.

Bravos mundos atrás quedó el abrazo,
la canción de aquel tiempo,
el diálogo,
la paz.
Las hojas,
el eco y los suspiros
cayeron uno a uno.

¡Cuánto andar de manos con los vítores,
pasear con la fortuna,
ver la gloria,
sus días,
sentir pasos,
contar latidos
al calor de unas sedas;
cuánto palpar palacios breves
y volver a la concha cavilando!

Dócil, callada,
después de tanto mundo, viene a verlo
aquella tarde agónica
de los abrazos lentos y mudas despedidas.
No hay nadie aquí,
se ha vuelto a marchar solo.

Llama a las puertas próximas
y han ido lejos,
busca amigas palabras
y no entienden.

Las hierbas sí lo escuchan
y le ofrecen espigas, mas no saben
del tímido traspié,
cuánto la miel es dulce y cómo se hinchan 
las veredas al viento.

La multitud pregunta
qué es soñar las historias locas, tristes.
¡Qué lástima!,
no saben que los sueños ven la tierra.




Canto II

Velas,
alas,
gaviotas,
lagartos
se entienden.
Arrecifes,
nidos íntimos,
nubes de paso
se ven y siguen.
Alfombras tenues,
sal para la vida,
sol para las hojas
en comunión se juntan al paisaje.
Cuchillos de coral,
furia de olas heridas,
los dientes de borrasca en los cantiles
se embisten y se rasgan.
No hay palabras de dos,
en las algas sin nombre no hay saludos,
ni manos que se busquen,
solo se besan
si hay sol en sus raíces,
siempre se hieren
si hay sombras en su bosque.

Un poema, ermitaño
del páramo silente, doma versos
y anda en busca
de otros versos sin dueño que lo escuchen.
Un penitente arrastra, piedra a piedra,
su sed hacia el oasis.




Canto III

Chasca,
retruena,
tumbo,
retumbo,
ráfagas de espuma,
morros espantados,
musgos, truenos y silbos
en las bocas medrosas del silencio,
son la absurda catástrofe
de huraña tempestad en cada roca,
la tensa incertidumbre
bajo el último golpe del salitre.
Todo, arrasado,
va muriendo,
y triste,
solo,
se embarca en la resaca.
Temblores ateridos
de nidales hambrientos andan juntos,
alas sin vuelo lloran juntas,
helecho y caracol se esconden juntos,
pero no hay gaviotas
ni sal,
ni sol,
ni siquiera el lamento de lágrimas iguales
que venga a acompañar al solitario.




Canto IV

Siembro puño y semilla,
si he de comer arroz,
las uñas, tierra abajo,
si he de beber.
Pongo el viento a silbar
al filo de las hojas,
si quiero música.
Doy recados de amor a la ventisca,
si he de temblar,
al verdegal, si quiero
sus íntimos aromas,
al aroma, si paz,
a los cuentos de antaño,
si quiero compañeros.
La codorniz no siembra,
nunca vi mariposa alzar las alas
para podar espinas.
Se baña el pez,
toma sol el maizal y el celo vuela:
responden,
viven,
todos buenos.

Fruto y flor
se citan y se engendran.
Reclamos y perfumes
salen de viaje a bodas
y el milagro del polen se hincha y cuaja.

Mas yo, mártir de la novia palabra, 
lanzo mi luz y juzgan: ¡subversiva!, 
digo mi voz y acusan: ¡es su voz!

¡Qué topo tribunal,
cuánto sabor a tanto andar con hambre!




Canto V

Romántico señor,
toma polvo y granizo de tu frente,
que los beban tus cuerdas y hagan versos
para canciones altas.
Tierra del Fuego, sopla,
que el pampeño se pierde si no zumbas.
Guardián del gran silencio,
llega al norte, que el ombú está solo.
¿Adónde vas, llanero,
después de tanto llano?
¿a qué esa calma,
como si hubieras de dejar tus huesos
a las hienas?
Vuelve a casa,
pregunta a las estrellas dónde estás.
Mira al sur, Huascarán,
que un caballero avanza a lomos de los Andes
con América al hombro.

Aconcagua, tus nubes
llueven rayos incaicos cuando esculpen
los rostros sin respuesta,
la indígena tristeza del silencio.
América, no llores cuando callan,
haz que se hablen.

Simón, tus soles pasan Magdalena abajo,
no dejes que se hundan.
Bandama, Teide, vean
cómo duele la diáspora del hombre,
sus doloras sin voz;
cuántas noches, tan lejos, mueren juntas.
Allá va, Santa Elena,
la soledad del corso,
aquí van los rostros taciturnos;
pasa sin escolta
la caravana frágil;
navega en balsa rústica
la inmensidad en fuga, costa a costa.




Canto VI

Llora un hombre,
como la tierra, tiembla.
Solo una piedra flota,
sobre la piedra, Atlante
muere de soledad, después del miedo.

Solo una araña vive,
seca y única.
Teje para la vida, en vano teje,
si Krakatoa ha muerto.

Abominable hombre de las nieves,
¿con quién hablas, si no tienes con quién?

Sobre unas hierbas sangra
toda la angustia:
Getsemaní, del hombre sin consuelo.
Vellocino de gris, sandalias sin camino
y un cayado sin puño, entre cenizas,
es el duelo de Abraham, que llora a Sara.

¿En qué cerro, Moab, espera el tiempo 
del general Moisés?

Pone un hombre los pies sobre la hierba seca
y nacen flores,
yo pongo el corazón
y me brotan zarzales.

¡Ay, recuerdos, mis huéspedes,
cuántos regresos, cuántos!
Vine a ser,
quise estar,
y hoy no sé qué habrá sido de las risas
de mis primeros pasos.

Desde que el puente ha muerto,
no hay paso al oro limpio de una mano
que diga: estoy contigo, acércate a mi pulso,
ven a verme.
Desde que el verbo roto
volvió a casa sombrío,
llegaron los fantasmas, uno a uno,
con sus ojos inmensos,
cerraron las ventanas suavemente, 
y así solos nos echamos a andar.




Canto VII

Hace siglos que guardan las quebradas
las violetas más vírgenes del Teide,
Kilimanjaro pastorea sus flores,
Fuji Yama sus luces:
se unen, viven.
Esas serias iguanas de los cayos
se reúnen al sol.
El poeta los ve,
les canta un poco
y se esconde a soñarlos.

Es hora de dormir,
la luna ha visto dos lápidas llorar
sus lágrimas hermanas,
dos huérfanos pichones
pían, se responden;
dos almas perseguidas se refugian
en los labios de un beso.

Los sueños no.
Caminan sobre arena,
semilla urgente de retos y de heridas,
viven
y pasan por la tierra enamorados,
de isla en isla, tan lejos de sus pies.

No los sueños.
Con un grito se buscan
y en la pared del eco se destrozan.
Antorchas sobre nieves,
se les quema la voz, y dando tumbos,
se vuelven a su celda.

¿Quién se acerca, quién toma de su brazo
las supremas caricias,
quién las ansias del tímido otear?

No los sueños.
Los llevo en la mochila, son mi viático,
los llamo por sus nombres, todos míos
y les pido que griten.
No se oyen sus secretos,
nadie escucha los cuentos de sus viajes.
Del tesoro sin llave saco un ramo.
Los más íntimos
se los enseño al sol.
Él dice que sus manchas
son poemas sepultos de oro breve,
las arcas del secreto,
pan y alcoba de todos los errantes.
Allí la luz descansa, allí la sombra
secuestra al solitario.

Ya atardece, nosotros, cabizbajos, 
nos volvemos adentro.




Canto VIII

Caballero silente,
pavesa de hombre,
toma la gota que te ofrece
la palma del oasis.
Vuelve a ser,
siquiera mientras pasas la cañada
rumbo al ancestro,
para que el viento añoso
te haga ser por un día el mismo tú.

Mira, jinete sin espuelas,
las crines del potrero, cómo flotan,
qué elegantes se baten
al compás de los cascos altaneros.
Si puedes sonreír,
conversa a poca voz con esas olas
más viejas que tu raza,
y te dirán
dónde hallar mano amiga,
dónde encuentros,
un corazón igual,
la música invisible:
dónde la estirpe,
soñar,
la vuelta,
quererse,
casas anchas,
marchas arriba,
galopantes triunfos
y la sal de un saludo
con sabor a amistad en cada grano.

Espérame un momento, pasajero,
mientras te hago un buen sitio.
Mira allá, tras los años,
sobre el mar de las islas.
No son garzas, pañuelos ni promesas,
son las viejas espumas
con su carga de antiguos nacimientos.
¿Ves cómo danzan,
cómo riman los coros Inocentes?,
eso fuiste.

¿Adonde miras, héroe?
Tú te quedas, las manos se te escapan.
¿Un solo corazón puede con tanto?




Canto IX

Más al sol, todo el mar, muy tarde, lejos,
son golpes sobre el yunque.
¿Qué importa que la lluvia
refresque un tanto los tallos moribundos,
si la raíz no tiene,
si la rama ha perdido
la piel en sus andadas?

No se escuchan las décimas de luces 
abrazarse a las coplas ancestrales, 
ni hay el silbo de almenas y picachos 
de las islas del mar.

Ya se han ido los trinos y sus alas,
los pámpanos se agostan
y hoy queda en el paisaje un sol poniente,
las cavernas repletas de deseos
y una magna asamblea de hombres mudos,
sin rastros ni esperanzas.

Voy despacio,
¿para qué la prisa,
si en el erial ya es tarde?;
callado,
¿para qué gritar a tanto sordo
las voces que no entienden?;
sereno y tranquilo:
no hay por qué salvar puentes
que no saben de viajes.
Voy sin rumbo,
¿quién lo tiene, si el rumbo son los pasos?,
sin más tesoro
que mis lemas invictos,
sin más gloria que mis horas de arena;
a campo raso,
frente al áspid, las garras y el tormento.

Los atados aplauden 
al ídolo elocuente, 
le dan sus días, 
y de espaldas al sol, 
mastican las pedreras.

Dientes de odio
muerden las aguas limpias 
y el látigo se empapa 
del manantial hendido.

El caminante, a solas, va a la cumbre, 
las máscaras al foso.




Canto X

Pienso en ti, huerta amada,
¿se han perdido tus montes,
la acequia fluye aún junto a la siembra?
¿Y mi techo, mi techo dónde está?
Desde la noche aquella no sé dónde.
¿Quién me escribe sus cartas,
quién me añora? No hay nadie.
¡Ay, silencio!, me brota de la feria
del carnaval pagano,
me agobian sus tambores
de satánicas danzas
y el oropel insano de sus luces.

En palacio de escorias vela el monstruo
su tesoro de ídolos.
Hay pies apenas,
brazos secos de tanto andar tendidos.
Los siglos de la herencia son seroja.
¡Cuánto vagar,
qué imprevistos recodos los del surco!

Resérvame, horizonte, algún remanso 
donde la dicha y yo podamos vernos. 
Quiero ungirme con ella, 
que me entregue sus horas grano a grano.

El pino tierno en alas del alisio, 
cuna, amores y mar cambió por vega
—pagó con la raíz—
y fue aroma en las islas, 
dispersión sin regreso.

Bajo un techo de lámparas ardientes,
hierro en mano
y un poco de coraje en la valija,
tomó playas al sol:
riberas de esperanza en junio verde,
latido vegetal bajo los pies.
Vino a tomar sus tierras: son del hombre.
Los tomeguines dicen
que su piar no es súplica,
son amos de su bosque y lo comparten.
Verdor de miel, si hay trópico en las tardes,
es la risa del mar,
si arena o selva, son campos de batalla,
si llano y río,
son cunas de las gentes.

De tanta patria el soñador es dueño.

El manantial asoma,
la eternidad conversa con él y con el tiempo.
Se escapan las cascadas a hacer ríos
y así mullen su lecho en los guijarros
de la cañada seca.

Crece la bruma con lágrimas de exilio,
vuelven la voz y el nudo
de aquella despedida.
Queda piel en el fondo,
los pasos mutilados,
la esperanza de ver de nuevo el puerto.

Bulla el volcán aquel en este llano, 
venga el brezo a besar la palma real, 
y habrá verdor en casa y sus recodos.

Traeré el mar cada día
mis súplicas ocultas,
y tú, Atlántico, dame de tus ondas
las que sepan de allá.




Canto XI

Guitarra mía, ven,
pulsa tus cuerdas, que tiemblen sobre mí,
y dame tu cintura.
Así,
conmigo.
No temas, solo quiero
que me digas tus cosas, yo las mías.
Así podré saber cuántas canciones
me vas a regalar. Yo las escribo,
tú las cantas, las oigo y todo es nuestro.

Tú y yo, tus lamentos y yo,
tú sobre mis piernas, tus trinos en mis brazos,
y así estaremos solos.
Solos seremos uno, solo uno.

No habrá la endecha que no sepas,
los romances luctuosos,
los arpegios dolidos que no entones,
No será tu voz desheredada,
ni huérfana la mía.

Caricia, prez u hosanna,
dime cuanto sepas de los errantes todos
que pasan, nos dan vivas y se pierden.
Se pierden, nos quedamos,
y volvemos al suelo tristes, solos.

Arroyo, no me niegues
que has bebido a la sombra.
Desde el mar subí al verte, salto a salto.
Allá no te conocen, ni en el río,
yo sí, también arroyo.
Yo, ansioso con mi sed, tú, vaso fresco
del jugo de la selva.
Tú me das manantial, yo cazo fuentes
y las pongo a tus pies,
tú refrescas mi sol, yo te devuelvo
mis gotas con las tuyas.

Son torres en la niebla: 
sopla el viento y se van... 
se van como los muertos.

Profeta, enfrenta el sol, asalta el cielo,
si ves a los poetas, da a sus mártires
jirones de tu luz,
para que todos vean
cómo buscas la sombra en las guaridas,
cómo a los ciegos, que salgan de sus noches
para verte pasar.

Pocos te han visto, ni te dan sus copas
los gigantes en flor.
El pan, la sal y el techo del vecino
sonríen y se burlan,
no ven que ves, ni escuchan tus heraldos.

¡Un poco más, vidente, más camino, 
que ya crece el laurel en cuyas ramas 
se proclama tu nombre!




Canto XII

Vuela, aroma, 
tráeme un poco de selva. 
Cuidado con el viento, no te lleve, 
y dame de esa miel del cáliz virgen 
para gustarla juntos.

Mientras duerme el rocío
¿ves las alas coquetas cómo encienden
los rubores en flor,
cómo acrecen las albas
el temblor de las hojas inocentes?

Baja la voz, riachuelo,
que estamos de ritual
los colores y yo, las zarzas y el jacinto,
auscultando el latido de unas gotas.
Hace tiempo que vienen navegando
de hoja en hoja, mordidas por el miedo,
son hijas del cristal de una lágrima póstuma.

¿Ves fantasmas de espinas?,
son rosales, tan nuestros, son tan hondos
como pena sin alma.
No puedes tú escuchar las voces mudas
de sus tallos en penas,
ni te besan las hadas de sus rosas,

al regreso, cansadas.
Yo sí duermo con ellas
y sin ellas despierto, solitario.

¿Nunca has visto la tez del bosque en llamas
cómo clama por ti,
cómo es la piedra cubierta de cenizas
del rescoldo en ascuas?
¿Me puedes tú decir qué espanto
se bate en tus riberas,
asfixiadas del humo,
cuánto horror estalla en tus cañadas
al retumbo del trueno,
cuál rebato de bronces chamuscados
en cada grito huérfano?

Tú bajas los caminos,
yo los tengo en los pies, los subo a diario,
cauce arriba,
así empinados
como los riscos hueros de las nubes,
sombríos como los huesos rotos de la gesta.
Tú no vuelves jamás,
tú, siempre nuevo.
¿Y yo? Yo trillo el mismo polvo
desde la misma concha,
sobre la misma era.
Rondo aquí sin pareja y vuelvo y vuelvo
sin hallar cómo el don,
ni en qué estreno mi bien estalle en risa.
Tú corres y yo asciendo,
tú no sabes a dónde, yo sí sé.




Canto XIII

A escondidas de mí
salgo a ver entre máscaras las muecas
de los hombres vacíos.
No hay las manos unidas,
ni corros,
sí, infelices,
los poetas de piedra, tan lejanos
como las glorias de antes,
tan ausentes y solos
como las viejas muertes.
¿Dónde está el alma, dónde el tiempo
de esas míticas rocas?
¡Ah, máscaras sin hombre,
condenadas a hombre,
ojos sin iris, ajenos a su rostro!
Baja, mármol vacío, de tu limbo,
ve la angustia invisible
de no verse,
sentirse,
penetrante silencio,
cincel de soledad.
Ve los ayes sangrantes,
los gajos retorcidos
y el vaho visceral en cada huella.
No dejes que se ponga el sol de hoy
sin romper con la tierra,
¡vamos, anda!

Haz por llorar un día tanto, tanto 
como las rabias todas, 
ablanda muros, mátalos, sal fuera, 
y desde aquellas muertes nace libre.
Suelta conmigo los frenos de la celda, 
que los dioses se humillen al pantano 
donde beben los hombres.

Hay que matar desiertos, 
vengarse de las cuevas, poner luz 
en todas las prisiones.

¡Silencio, chusma,
que son horas olímpicas!
¡Y tú, hombre, levántate,
que vas a tener alma!
Tú entrarás al arcano
del terco soñador que se hace noches
y les roba los cielos.
Tú franquearás las puertas
magníficas del verbo.
Escucha ya los coros futuristas
rendirse a tus canciones
y la voz de las luces batir palmas
a los gritos de ¡gloria, Solitario!


Editado por: Maytée García
http://www.cubaliteraria.cu/articulo.php?idarticulo=18913&idseccion=71





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MARÍA DE LAS NIEVES MORALES CARDOSO [18.294]

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María de las Nieves Morales Cardoso

María de las Nieves Morales Cardoso. Poetisa cubana. Licenciada en Psicología, ajedrecista y narradora oral escénica. Con su esposo Leonel Pérez conforma el dúo Ad Líbitum, que combina la música y la poesía en sus presentaciones. Ambos son miembros del Grupo Ala Décima.

Cubana nacida el 18 de octubre de 1969 en Ciudad de La Habana, posee una colección de logros internacionales (un total de doce en su aún joven carrera), resulta, paradójicamente, una escritora prácticamente desconocida en el panorama literario nacional.

Segundo premio del 37 Concurso Internacional de Cuentos Hucha de Oro

Su cuento “Un ángel en la vía” conquistó el lauro entre las casi tres mil obras presentadas de 46 países. Considerado uno de los más prestigiosos certámenes literarios de la lengua hispana, Hucha de Oro es además uno de los concursos de mayor convocatoria.

Destacados lauros

Premio Internacional de Poesía "Francisco de Quevedo" , por lo cual recibió además la investidura del grado de Gran Comendador de la Orden Literaria del mismo nombre, en ceremonia efectuada en su sede en Villanueva de los Infantes, justo en el monasterio donde pasara sus últimos días el gran escritor español. En ese instante, María de las Nieves se convirtió en la primera persona no española en recibir el más alto grado de esta importante Orden Literaria.
Primer Premio del Concurso Internacional de Décima Espinela en Tuineje, Islas Canarias.
Segundo Premio, entre 1911 cuentos de 31 países, en el prestigioso Concurso de Cuentos "Miguel de Unamuno", convocado durante más de cincuenta años por la ciudad española de Salamanca.
Además de otros certámenes de poesía y narrativa en España, la poesía de María de las Nieves ha sido premiada en México; y su libro "Otra vez la nave de los locos" obtuvo en Cuba el Premio Iberoaméricano de la Décima "Cucalambé".

Actualidad

María de las Nieves Morales Cardoso integra actualmente el Dúo Ad Líbitum y perteneciente al catálogo de excelencia del Centro Nacional de la Música Popular de Cuba.




OFERTAS A MANERA DE PRÓLOGO

Pongo en venta mi infancia en cabestrillo
el indulto pagano de las sogas
mi rostro de aplaudir ante las togas
una ciudad sentada en el banquillo

El hambre de perfil 
                    mi testamento
y la mano derecha de la usura
Pongo en venta estos pies
                          la cerradura
tatuada en mi inscripción de nacimiento

Pongo en venta la muerte de mi madre
un cansancio a lentejas
                         a mi padre
maldiciendo su orilla iconoclasta

Pongo en venta mi cruz a la intemperie
mi mordaza con número de serie
                         pero no viene nadie a la subasta




ÁRBOL GENEALÓGICO

                                   …una familia que no tenga la estúpida costumbre
                                                       de acortarse sin permiso.
                                                                 Daniel Alemán

Las familias se acortan sin permiso

                                  sin postales de culpa en espiral

sin prórroga al siguiente comensal

                                  sin pactos de ADN circunciso

Las familias deportan sin aviso

                                  su cláusula de sangre terminal

su espina     su traición umbilical

                                   su cable a tierra   su fideicomiso

La familia es un hueco en la escalera

                                   un acta de naufragio con gotera

un truco sin urdir del cromosoma

                                  Un vendaje en el pecho     una tijera

por cada pedestal     Casi una broma

                                   de la muerte en los ojos de cualquiera




ANCIANO CON ESCOBA

                                     A Ñico, el barrendero de mi infancia

(Lawton   Años 70   6 am)

El barrio duerme aún    
                      Ñico no teme
los pórticos desnudos    la arrogancia
fúnebre del asfalto
                            En la distancia
decapita la luna su ceguera
Lento martes    
             Crepúsculo     
                        Mi acera
emerge de la noche como un rezo
La calle San Francisco es un bostezo
Ñico muerde a desgana una quimera
de pan     y se acomoda la camisa
sobre el pecho zurcido    
                         Silba a ratos
una música gris con sus zapatos
robados al invierno
                          Se desliza
en callada acuarela una plomiza
gota de amanecer por su joroba

El barrio duerme aún   
                          Ñico le roba
un gozne silencioso a la argamasa
de sueño con madera  y acompasa
el sol y mi niñez   bajo su escoba




CLOWN EN GRIS SOSTENIDO SOBRE ACUARELA TRISTE

Otro telón donde ponerse el rostro
piensa el payaso
                                         y se quita el emplasto azul de las
                                                                   mejillas
                                                      la nariz complaciente

Mañana volverán los extraños a hurgarle en la tristeza
y saldrá él
justo después de la ninfa lejana del trapecio
justo antes del mago
                   que no consigue pintar de verde las palomas
otra vez a colgarse el asombro de la ceja
a hacer el tonto
             el vendedor de piruetas imposibles
piensa el payaso
                                                               y desdobla el lunar
                                                      juga la estrella del párpado 
                                                                           derecho

Los extraños siempre aplauden
exigen un mohín de borracho
                           una caída sin misericordia
el payaso sueña con el sombrero de Charlot
con candilejas mudas que iluminen su boca de llorar
mañana lanzará su carcajada roja
engañando a la luz desde proscenio
los extraños ordenan que confirme la euforia de sus antepasados
arrojan vivas de papel
                       monedas a deshora
                                        flores incandescentes
Todo payaso tiene un abismo en el pecho
una lágrima trunca en la solapa
con suerte un camerino roto donde pensar en Charlot
en sus zapatos de perdedor ilustre al borde del crepúsculo
                 y la carpa
parece un agujero enorme en la peluca del payaso
un ataúd donde guardar quimeras  sueños domesticables
                  la carpa
tatuándole en la frente la sentencia del júbilo
diciendo debes mentir 
                  estallar acrobacias de colores 
                               pedir clemencia hasta el final del rito
Los extraños siempre se marchan
regresan a su holgura sin candil     a sus paredes
tal vez un truco melancólico
            un malabar en blanco y negro
piensa el payaso
                                                y se quita la risa de neón

de dónde salgo yo ahora que no lo reconozco sin la mueca plegable
           mustio animal sobreviviente
Otro telón donde ponerme el rostro
encima de la máscara




DE PIE ANTE LA BANDERA

el soldado se despide

                                  yo miro sus ojos
                                  por una hendija de la muerte

Nada quedará intacto
sólo el discurso que lanza una moneda
para el regreso
Qué suerte no ser el elegido
tener la casa    los relojes
un trozo de mar donde mentir los días
El soldado mastica el juramento
la cruz injertada en su bolsillo
aún no conoce el charco
que desteñirá la foto de la madre

                                 yo desayuno   levito hacia mi pan
                                 no me alegro con el simulacro de la luz
                                 sobre esa piedra
                                 quebrada como un país

Las piedras lo han visto todo
cadáveres que marcharon al estruendo
entre el honor y la hojarasca
esperando la posteridad del golpe
contra el aliento del soldado
el próximo derrumbe bajo su escudo
En qué pozo incendiaron el asesino y el héroe
su línea divisoria
dudar ante el reverso de la bandera 
                       nunca fue permitido
el soldado se despide por última vez

                                 yo miro la muerte
                                 por una hendija de sus ojos




RÉQUIEM PARA UNA FOTO

Hijo   no me preguntes las paredes    el pánico
ni el humo en los altares    ni este dolor agnóstico
No preguntes la sangre    las velas    el acróstico
cómplice del espejo     ni tu edad    ni el satánico

perfil donde se pudren mis indultos  (la cáscara
estéril del silencio    la flecha del psicópata)
No preguntes la luz    ni esta esperanza homeópata
ni el nombre de otros huesos simulando otra máscara

No anuncies el escombro  (vieja manía aséptica
de llorar a los muertos)      La memoria es ecléctica
Olvida los relojes     tu ombligo    esa ridícula

costumbre de epitafios para una suerte esdrújula
Hijo   no me preguntes los cerrojos    la brújula
que vela mi cadáver al fin de la película




RESUMEN PARA UN INVENTARIO DE LA HABANA

I

Estoy contando siluetas
en la ciudad donde todo
es posible     Fusta y lodo
argot importado    tretas
de falso adoquín sin grietas
ni eternidad     Contradigo
mi voz    el mar    un mendigo
piedra    orishas    cañonazo
La ciudad se aferra al brazo
violento del enemigo

                         II

                         Lunes náufrago    sin cura
                         Pasa Cristo a la deriva
                         por Neptuno  y más arriba
                         hurga un loco en la basura
                         El bulevar inaugura 
                         sus jirones
                                    Un anciano
                         sin rostro extiende la mano
                         de la ciudad    su amuleto
                         Oh  Dios    violado panfleto
                         Oh  Marx    silencio pagano

                         III

                        Quinta Avenida    lúbrica emboscada
                        de perfume barato y lentejuela
                        Un auto abre la noche a tanta suela
                        voluptuosa de herrumbre disfrazada
                        La luna desde un charco centinela
                        le reprocha a la calle su vigilia
                        Lejos    polvo de hogar     una familia
                        bajo el candil ayuna sus retazos
                        Lejos    la mesa virgen  
                                  Sin abrazos
                        el lunes   
                                pez agónico
                                           se exilia

                          IV

Insomnio gris
                  Malecón
Madrugada sin escora
cortando la sed traidora
del remo 
             Tras un muñón
de balsa la salvación
o el delirio 
           Mar descalzo
Insomnio gris sobre el falso
testimonio de la brújula
Bajo los pies    una esdrújula
ansiedad de otro cadalso


V

Ya no hay ciudad    Sólo un mapa
sin Das Kapital ni Cristo
Cierro la voz    me resisto
al mar      Su oscura solapa
juega al letargo   destapa
otro erial para profetas
No falsifico piruetas
de suicida    ni enarbolo
vedadas cruces    Yo sólo 
estoy contando siluetas




SOLILOQUIO PARA MI NACIMIENTO

Octubre Ya son las doce
de la penumbra
 En mi yerto
escondite hay un concierto
sanguíneo
 Madre descose
las aguas (finjo una pose
platónica) Madre abusa
de mis paredes aguza
el espasmo me descubre
Ya son las doce y octubre
se niega a mi escaramuza
Medra el útero no cedo
ingenuidad a su oficio
Madre escupe un maleficio
de sangre y pus
 Yo remedo
mi propia piel tras un miedo
vertical
 Afuera aguarda
el llanto alguna bastarda
procesión
 Madre resiste
sus picotazos desviste
la espera Madre no tarda
Penúltima contracción
Yo me aferro a la placenta
(tibio redil) No me tienta
la claridad 
Contracción
final bajo una incisión
de bisturí que deshila
todo el asombro
 Cavila
mi oráculo entre dos cruces
Testigos cámaras luces
Un brazo verde mutila
el cordón
 Me aturde un coro
mudo de flashes Después
cuelgan el miedo a mis pies
Vértigo Nalgada Lloro
Madre no aplaude yo ignoro
mi número en el rebaño
Alguien me envuelve en un paño
idéntico a Dios (neutral)
Opening roto
 Final
y principio del engaño 




ABRO LA PUERTA

             Es el día
un apacible verdugo
Madre tarda yo conjugo
sus pedazos Padre lía
un corazón la ironía
de adivinar mis espejos
(tras el azogue hay dos viejos
abismos erial sin fondo)

CIERRO LA PUERTA

 Me escondo
        de nada
              de tanto
                     lejos 




PARA UN MÍNIMO RETRATO
 CON LENTEJAS

 (claroscuro
 de anciano gris frente a un duro
 mostrador. Duele en el plato
 la intemperie y su barato
 cordal. Una prisa rara
 acomoda la cuchara
 al desamparo en un gesto
 raquítico.)

Sobra el resto.
La ciudad vuelve la cara. 





ATAVISMOS

 ...y serpientes silbando la delicadeza...
 y arlequines cantando...
 Leonel Pérez


Naufraga la luz. Anido
mi jueves sobre la lluvia.
La tarde gime diluvia
acentos contra el olvido.
Bajo mi piel un silbido
se desdibuja

 (es el fin
de la memoria mohín
que otra silueta desmiente.)

Lejos canta una serpiente
su ropaje de arlequín.
Entorna el día su labio
de animal triste. Yo acudo
a sus rituales sacudo
mi niñez de algún agravio
fantasma. Cuánto resabio
trae el viento qué remota
burbuja me sigue y nota
en la llovizna un cobarde
latido.
 Se va la tarde
húmeda
        callada
                 rota. 



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RAÚL FERRER [18.295]

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Raúl Ferrer

Raúl Ferrer Pérez. Educador y poeta cubano. Coordinó la Campaña de Alfabetización en Cuba.

Nació el 4 de mayo de 1915 en Meneses, poblado que en la actualidad forma parte del municipio Yaguajay, aunque su inscripción de nacimiento consta del 1 de julio.

Su niñez transcurrió en el poblado de Yaguajay. A los 13 años fue enviado por su padre a Caibarién para que continuara sus estudios, en esta etapa ocurren hechos significativos en su vida pues rompe con sus concepciones religiosas, tiene contacto con los bohemios, intelectuales y gente diversa, comienza su noviazgo con Raquel, y también tiene el primer encuentro con las ideas marxistas a través de su futuro suegro.

En 1936 comenzó a trabajar en una cuadrilla de tuberos en el central Vitoria, en Yaguajay. Es allí donde estrecha sus vínculos con la clase obrera, se inicia como dirigente sindical y se relaciona con figuras como Jesús Menéndez.

Sus primeras nociones poéticas las recibe de su abuelo Eufemio, que más tarde descubrió su profesor de literatura. La oportunidad de relacionarse con hombres de letras y la influencia de los clásicos de la literatura universal, contribuyen al enriquecimiento de su posterior trayectoria literaria. Asociados al laboreo pedagógico aparecen sus primeros poemas: escuela, gente de pueblo, ideología y amor se fusionan en un verso vigoroso, saturado de carisma de su personalidad.

En ese instante no tiene vocación definida, sólo desea ser útil y decide matricular medicina, pero no logra recibir clases. Luego, de forma autodidacta, se prepara como maestro y durante los meses de tiempo muerto se gana la vida dando clases a los hijos de familias con recursos económicos.

Labor como maestro

Se gradúa como Maestro Cívico Rural y en Septiembre de 1937 comienza a trabajar en la escuelita del central Narcisa, donde se consolida como pedagogo aplicando métodos novedosos. Es en esta época cuando realiza una parte importante de su obra poética, a la vez que desarrolla y fortalece su actividad partidista. Esta etapa le permite, dentro de su enseñanza sui géneris, combinar la docencia con el canto a la poesía y a la vida.

En 1941 se dedica con ahínco, a organizar la Federación Nacional de Maestros Rurales en la que asciende como dirigente, desde el municipio a la provincia y de esta al ejecutivo nacional. En esta organización magisterial, donde militaba un fuerte grupo de maestros revolucionarios, con los cuales tiene los primeros lazos de políticos con la Asociación Nacional Campesina. En 1949 recibe el título de Maestro Normal en la ciudad de Santa Clara.

Continúa su labor política y de maestro, a pesar de los ataques de los esbirros del Presidente de turno, Carlos Prío Socarrás. Se trasladó hacia La Habana. En 1953, es nombrado maestro de 6º grado, de la escuela pública # 7 de varones, sita en la calle Enamorados # 215 entre Flores y Serrano, Distrito Escolar de La Habana (hoy Escuela Nacional Capitana Adela Azcuy), en ese mismo año realiza su ingreso por traslado al Comité Socialista de Maestros (CSM).

En 1953, al ganar un aula por oposición, pasa a ejercer como maestro en La Habana, donde realiza una ardua tarea como dirigente del magisterio en niveles progresivos, a favor de la unidad magisterial y en defensa de la escuela pública. Se desempeña principalmente como miembro del Comité Socialista de Maestros.

En 1954, es acusado públicamente por los dirigentes del Colegio Nacional de Maestros Normales y Equiparados (CNMNE) de realizar actividades comunistas. La corrupta dirección recibe respuesta rápida con una manifestación del Comité Socialista de Maestros, con el titulo "El dilema es: Patriotismo contra la Sumisión al Extranjero". El magisterio provoca la cólera de los dirigentes del CNMNE quienes señalaron a Raúl Ferrer como autor de lo escrito y lo acusan ante el Ministerio, por sus actividades comunistas; lo que aparece reflejado en la Resolución No. 10826 del propio año.

En 1956, es apresado por el BRAC, conjuntamente con Salvador García Agüero, Eduardo Corona, Alfredo Guevara, José Massip y otros. La prisión duró cinco días. Al recibir la libertad, nuevamente es detenido por el SIM, lo conducen a la cárcel de la calle Picota, en la Habana Vieja, luego es puesto en libertad, pero queda fichado.

El 2 de enero de 1959, junto con los compañeros del Comité Socialista de Maestros y miembros del Partido de Oposición Magisterial, participan en la toma revolucionaria del Colegio de Maestros Normales y Equiparados sito en la calle Milagros # 10 esquina Delicia, Arroyo Apolo (hoy 10 de octubre). Por acuerdo asamblea de maestros queda destituida la dirigencia mujalista batistiana, que ocupaba la dirección del Colegio Nacional Normales y Equiparados.

Después del Triunfo de la Revolución Cubana

A partir de 1959 ocupó importantes responsabilidades en el Ministerio de Educación; desempeña un papel de primer orden en la Campaña de Alfabetización y luego en la Dirección de Educación para Adultos, hasta ocupar la responsabilidad de Viceministro. En 1981 fue designado Consejero Cultural en la Embajada Cubana en la URSS, y al regresar encabeza la Comisión Nacional de Promoción de la Lectura.

En 1961, desarrolla un intenso trabajo en la Comisión Nacional de Analfabetismo, concurre a todos los actos en que se van declarando Territorios Libres de Analfabetismo de los diferentes municipios y provincias del país. Participa en el Congreso Constituyente del Sindicato Nacional de la Enseñanza que se realiza entre el 22 y el 24 de noviembre de 1961, en el Círculo Social Obrero "Félix Elmuza". En ese evento es elegido como Secretario de Organización. Posteriormente fue designado inicialmente Asesor Nacional de la Educación Obrero-Campesina y posteriormente Viceministro de Educación. Entre las actividades que dirigió están: el Seguimiento que dio continuidad a la alfabetización, la superación obrero-campesina y la batalla por el 6º. Y 9º. grados, entre otros.

Artífice de la Campaña Nacional por la Lectura que se inauguró en la fábrica de tabacos Luis Fernández Roig, el 28 de enero de 1985 lanzando la convocatoria con un lema según un pensamiento de Fidel Castro cuando al principio de la revolución expresó: "No le decimos al pueblo cree; le decimos: lee." Vale aclarar que ya en 1998 esta Campaña Nacional por la Lectura dió lugar al Programa Nacional por la Lectura como acción concertada de los Ministerios de Educación y Cultura, y la participación de todos los sectores de la vida nacional.

También desarrolló otras importantes tareas, entre ellas: representante de la cultura en la embajada cubana en la antigua URSS.

Muerte

A pesar de sus responsabilidades y quehaceres, nunca olvidó el terruño donde había nacido y dado inicio a su fecunda obra. El 28 de octubre de 1990 fue nombrado Hijo Ilustre de Yaguajay. Murió el 12 de enero de 1993 en La Habana.

Homenaje

Cada año, del 3 al 5 de mayo se celebra en Meneses y Yaguajay el Evento "Raúl Ferrer entre nosotros", donde se presentan nuevas investigaciones y se hacen conversatorios, encuentros teóricos, exposiciones en homenaje al maestro. En el marco de esas actividades la Casa de Cultura Municipal, que lleva por nombre "Raúl Ferrer" premia los ganadores del concurso anual de literatura y artes plásticas del mismo nombre.

Bibliografía activa

"El romancillo de las cosas negras y otros poemas escolares" (poesía), 1957.
"Viajero sin retorno" (poesía), 1978.



ALFABETIZACIÓN

Voy a aprender a escribir,
guajirita desdeñosa, 
para ponerte una cosa 
que me da pena decir.

Qué doloroso es sentir 
que llevo dentro un jilguero 
cantándome: ―Compañero, 
toma lápiz y papel 
y escribe: “Guajira cruel, 
si no me quieres me muero”.

1961



AMOR

Me gusta saludarte
con la misma
mano con que te toco y te recuerdo.

Me gusta hablar contigo
con la misma
boca con que frenético te muerdo.

Y me gusta mirarte
con los mismos
ojos en donde vienes a perderte.

Y me gusta ir contigo,
con las mismas
piernas con que camino hacia la muerte!



MARTÍ

Tiene que haber, con su dolor entero,
un corazón de rosa navegante…
Y ha de vivir allí, para que cante
el ufano milagro del jilguero.

Para marcar tus rutas, un lucero.
Para cargar tus libros, un gigante.
Y para que el amor siga adelante,
la sonrisa de luz de un tabaquero!…

Allí el pasado ardiendo en una hoguera.
La paloma y la estrella. Y la bandera,
florecida con todos los cariños…

Allí, para hacer tuyo el monumento,
dulce el futuro, con la miel de un cuento
de los que diste al mundo de los niños.

1953



ROMANCE DE LA NIÑA MALA

                               A mis alumnos del Central Narcisa

Un vecino del ingenio
dice que Dorita es mala.
Para probarlo me cuenta
que es arisca y mal criada
y que cien veces al día
todo el batey la regaña.

Que a la hija de un colono
le dio ayer una pedrada,
y que a la del mayoral
le puso roja la cara
sabe Dios con qué razones
por nosotros ignoradas.

Que de los cinco, tres días
está ausente en la semana,
y los dos que a duras penas
asiste llega atrasada.
Que si la visten de limpio
al poco rato su bata
está rota o está sucia;
que anda siempre despeinada,
que no estudia la lección
y nunca sabe la tabla.
Que el sábado y el domingo
se pierde en las guardarrayas
persiguiendo tomeguines
y recogiendo guayabas…

Y yo pregunto: Vecino
—vecino de mala entraña—,
¿quién puede decir que sea,
por eso, mi niña mala?

Si hubieras visto lo íntimo
de su vida y de su alma
como lo ha visto el maestro,
¡qué diferente pensaras!
Verdad que siempre está ausente,
pero si viene no falta,
entre sus manitas breves
un ramo de rosas blancas
para poner al Martí
que tengo a mitad del aula.

Con quien no tenga merienda
parte a gusto su naranja.
Si cantamos al salir
se oye su voz la más alta:
su voz, que es limpia y alegre
como arpegio de guitarra.

Y cuando explico Aritmética
le resulta tan abstracta,
que de flores y banderas
me llena toda la página.
Y prefiere en los recreos,
cuando juegan a «las casas»,
jugar con Luisa, la única
niña negra de mi aula.
A veces le llama Luisa,
a veces le dice ¡Hermana!
Y cuentan los que lo saben,
que en aquella tarde amarga
en que no vino el maestro,
era la que más lloraba.

Cuando se premie el cariño
y lo rebelde del alma,
cuando se entienda la risa
y se le cante a la gracia,
cuando la justicia rompa
entre mi pueblo su marcha
y el tierno botón de un niño
sea una flor en la esperanza,
habrá que poner al pecho
de mi niña una medalla,
aunque el batey malicioso
me le dé tan mala fama,
y tú —mi pobre vecino—
no entiendas una palabra.



MONÓLOGO DEL MAESTRO ANTE EL NIÑO

                                         A Belarmino Castilla
 

Niño, niño:
Si es amarga esta copa de verdades
que sin querer derramo aquí,
échame la culpa a mí.

Si ignoras que en la lluvia, el sol y el viento
cuaja el futuro para ti,
que eres dueño del cielo y de la tierra
que se encienden y paren para ti,
échame la culpa a mí.

Si no supieras distinguir entre una gota
de sangre y un rubí,
échame la culpa a mí.

Si te dije que hay pobres en el mundo
porque siempre fue así;
que el girasol que cuida tu vecino
es más flor que tu mínimo alelí,
y que está hecha de perdón y olvido
la rosa blanca de José Martí,
échame la culpa a mí.

Si te crees que es toda la victoria
la que a caballo conquistó el mambí;
que esos héroes que adornan las paredes
sólo flores esperan desde ahí,
échame la culpa a mí.

Por todo lo que ignoro. Sí.
Por todo lo que ignoro,
y por lo que sabiendo no te di,
aunque mamá te diga que perdones,
échame la culpa a mí!

1957



DÉCIMAS DEL TIEMPO TIEMPO

                                       A mis hermanos

Me duele que pase el día,
no porque me ponga viejo
ni por la tarde que dejo
ni por su melancolía.
Me duele esa paz vacía
cuando la pude llenar
con la fiesta de luchar,
el trabajo, la visita
y con la suerte infinita
de las cosas por crear.


Ah, pero a veces sucede
que buscamos tiempo y no
lo encontramos porque lo
hemos escondido adrede.
Dejar el tiempo que ruede
para buscarlo después,
es una locura y es
jugar a perder la vida,
para ganar la partida
que el tiempo paga al revés.


Cuando abandono el recuerdo
de la sonrisa de un niño
para dar vida y cariño
a la grasa de mi cerdo,
no podré saber que pierdo
ese tiempo en que me canso,
rico y gordo, falso y manso,
en el pantano mullido;
como otro cerdo, vendido
a la muerte y al descanso.


Cuando no estudio ni leo,
ni a los que saben escucho
porque pienso que ya es mucho
lo que sé, conozco y creo,
entonces miro y no veo:
como un animal cualquiera
que frente a la primavera
ve sólo pasto en lo verde
mientras el tiempo le muerde
su color a la pradera.


Hay un tiempo de estar triste,
pero de activa tristeza,
donde llanto no es pereza
que a la siembra se resiste;
pues si lo triste que existe
de muchos enturbia el día,
busquemos su compañía
para tramar y lograr
en ese tiempo sembrar
semilleros de alegría.


Cuando el hombre es la unidad
el tiempo lo pulveriza
en la arena movediza
que es su propia soledad.
Se gana la eternidad
en su presencia más plena
sólo cuando un hombre llena
su eslabón de creador
dando su mano de amor
al resto de la cadena.


En el tiempo va el embrión
que de tiempo se sostiene,
pero el tiempo también tiene
su tiempo de prescripción.
Pone el tiempo en su sazón
lo que el tiempo pudrirá;
por el tiempo que se va
canta otro tiempo en el río,
pero si derrocho lo mío
mi tiempo no volverá.


En el tiempo, el tiempo crece.
Nace el tiempo cuando pasa.
Y en su venero sin tasa
la vena no desfallece.
Sobre su noche, amanece.
Y quien quemándolo va
a la mañana tendrá
los milagros de la espuma:
mientras más tiempo consuma,
más tiempo le sobrará.


Mayor que el cielo tu ramo
y a pétalo por segundo,
en toneladas de mundo
se convertirá tu gramo.
Y si trabajas el tramo
con que el tiempo te convida,
aunque tu tiempo es tu vida
verás un tiempo mayor
donde en la piedra y la flor
dará el tiempo tu medida!

1956



PARADA EN GUARACABULLA

¡Qué dulce debe ser
vivir aquí en Guaracabulla!
¡Junto al guajiro que a los trenes viene
con esa ingenua transparencia suya!

Las lomas azuladas en la tarde,
noche que con los astros se encocuya,
mansa quietud del pueblecito aislado.
¡Sueño sin bulla!

Un día sacaré
mi boletín hasta Guaracabulla.
¡Quiero entrar a vivir el sol tranquilo
que al crucero del tren tanto me embulla!

¡Ojalá no me digan que en las lomas
o en el palmar donde la brisa arrulla,
no tienen los muchachos una escuela
ni permite un señor que se construya!

¡Ojalá no me encuentre campesinos
trabajando la tierra que no es suya,
logrando su cosecha de sudores
para que venga el amo y se la engulla!

Denunciaré esa paz de ruda cáscara
vista con ojo de furtiva grulla,
romperé la quietud del pueblecito,
en el café se formará la bulla.
Dormiré en el cuartel, y al día siguiente
saldré amarrado de Guaracabulla!

1945






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RAMÓN LUIS HERRERA ROJAS [18.296]

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Ramón Luis Herrera Rojas

Ramón Luis Herrera Rojas. (Yaguajay, Cuba 1956). Destacado educador cubano, dedicado a los estudios de la literatura cubana, especialmente la infanto-juvenil y su trabajo en la promoción de la lectura, lo que ha contribuido a la estimulación del trabajo creador en niños, adolescentes y jóvenes. Durante su trayectoria laboral ha ocupado diversas responsabilidades docentes y de dirección.

Doctor en Ciencias Filológicas, escritor. Profesor Titular y Profesor de Español y Literatura.

Aportes pedagógicos e investigativos

Creación de la Tertulia de Ramón Luis como extensión universitaria de la Universidad de Ciencias Pedagógicas “Capitán Silverio Blanco Núñez”, de Sancti Spíritus.
Contribución a la formación de recursos humanos en el territorio.
Autor principal de múltiples investigaciones.
Publicación de libros y artículos, por los cuales ha obtenido premios como escritor.
Impartición de conferencias en la Universidad Pedagógica de Volvogrado, Rusia.

Reconocimientos

Por su destacado trabajo como educador y escritor, ha sido merecedor de numerosos reconocimientos, entre los que se destacan:

Orden "Frank País",
Medalla "José Tey",
Distinción "Por la Educación Cubana",
Premio Especial del Ministro de Educación,
[Distinción Romance de la Niña Mala],
Distinción Majadahonda,
Como creador internacionalista,
Premio de la Ciudad de Sancti Spiritus.

Algunos títulos publicados

Literatura infantil latinoamericana.
Almendro rojo con caballo blanco.
Lindo es el sapo.
La Alfombra del califa.
Hasta que tú seas grande.
La Rosa, los zapatos.
Sonetos de alfanje y la penumbra.
La poesía y su enseñanza en la escuela: Esbozo de un mapa para recorrer el laberinto.
Magia de la letra viva.




LA MUJER DEL COLLAR

En la leve penumbra, la mujer del collar
con su vestido verde apretado y brillante
en rudo taburete vuelto un poco hacia atrás, 
venida desde lejos y a la espera de alguien.

No le importaba mucho a causa de mi edad,
y así podía mirarla lentamente, a mi aire;
estremeció la imagen, como un sismo tenaz,
mis diez años de hombría, sin sospechas de nadie.

Rodeado el blanco cuello por las cuentas doradas.
Sutiles los tobillos sobre esbeltos tacones.
Volúmenes y curvas perfectos tras la tela. 

El fulgor incitante a su luz me acercaba
furtivo yo y hambriento, paladeando en la noche
la mujer del collar, perturbadora y bella.




TARDES DE DOMINGO

No se termina nunca la tarde del domingo
y las calles son largas y uno es casi una brizna
de nada en el espacio, una aventura mínima, 
cuando la soledad llueve su escalofrío.

Aquella eternidad aún me turba y me eriza
y el miedo de vagar otra vez tan perdido 
me llega hasta los huesos, al recorrer contigo
la ciudad donde entonces era huraña la vida.

Dar calidez de fuego a las sombrías tardes, 
rehacer los domingos, es tu feliz hazaña,
maga que has alejado las punzantes tristezas

y has vuelto las enormes horas dominicales
la serena ocasión para vivir en calma
los recuerdos, la piel, el musgo de las tejas.




YERBA RECIÉN CORTADA

Los zumos olorosos de la yerba
me invitan a saltar como un chiquillo, 
a  retozar lanzando mis papeles 
y sobre el verde pasto a dar un grito.

Ganas me sobran, pero me contengo, 
pues enseguida mirarán altivos 
solemnes académicos, doctores,
que son los otros y que soy yo mismo.

Y en mi tiesura, felizmente cuerdo,
tal un hombre mayor que se respeta 
como un poseso me hundo en el trabajo.

¿Por qué perdí, cobarde, un día mi reino? 
¿Cómo es posible que ya nunca vuelva
a ser un niño, ni siquiera un rato?  




LA BEGONIA

Floreció la begonia en su cacharro
con un nítido rojo sorprendente
y cuando abrí la verja, mansamente,
regalaba su lumbre desde el barro.

A ese instante de júbilo me amarro
cautivo de la llama sonriente,
pues me inunda los huesos la corriente
que mana sin parar del simple jarro. 

Un minuto radiante de hermosura
me dio la modestísima corola,
bien lejos  de los buitres de la guerra

y su furia sin fin, y de la impura
rutina de mirar, que la begonia
sacude, cual milagro, de la tierra. 




EL SUEÑO

                      In memoriam

Vino a verme mi madre antes del alba,
y era tan melodiosa y transparente
que un júbilo sereno, de repente, 
me anduvo de la piel a las entrañas.

De sueño en sueño llega sonriente
y es como si sutil adivinara
cuándo su niño solo más se cansa,
cuándo vivir golpea duramente.

Cada vez que la dejan, de visita,
vuela desde la más honda memoria
y conversa, y alumbra, y me acaricia.

Por cierto, se disculpa de andar lejos
y no venir alegre, a cualquier hora,
fragante de jazmín, a darme un beso.




ECONOMÍA

¿El locuaz comerciante con su precio
en las nubes, es sólo un ambicioso?
¿No es la ley económica, cual monstruo,
quien lo vuelve su títere en vil juego?

¿La anciana que a mi hija cobra el peso
de sus fragantes plátanos en oro
y mira con opaco brillo ansioso, 
será dulce y mimosa con sus nietos?

¿Si salto el mostrador y mercancías
acaparo voraz e indiferente, 
depósito infeliz de sombras turbias

se torna mi conciencia maldecida?
¿Moloch goloso de insaciable vientre
en desalmada, eterna, fiesta púnica?




LA BÚSQUEDA

Cernir el infinito, hallar la piedra
de toque: virgen, cósmica, pulida;
rozar, como un jazmín, pura y secreta, 
la cifra, ya palpable, de la vida. 

Buscar, buscar, con sed despavorida,
la Verdad y la oculta Trascendencia,
y ver, jirón de nube desleída, 
la insípida oquedad tras la tormenta.

O la preñada gravedad telúrica
de lo humano, la móvil cuerda laxa
que en equilibrio frágil nos sostiene.

Como una tempestad, como una música
lo Absoluto esparcido aquí en mi entraña,
mínimo dios pensando que no muere. 




LA IMAGEN

                  Casal visita por tercera vez a su hermana en Yaguajay, 1893

En un rincón oscuro de la casa
lo vio mi abuela, cual furtivo gato:
los ojos verdes de perenne brasa,
sabe Dios en qué simas abismados.

Con obsesión de noria, ella soñaba
la imagen sepia del recién llegado;
pues la mente, febril, le regresaba
los ojos insondables y lejanos.

―Don Julián, su merienda― cantarina
anunció una criada, y la bandeja
él apartó con leve gesto amable.

Así lo vio en penumbras, intranquila,
viajero en el País de la Belleza, 
los grávidos sentidos acechantes.  




LA HOJA

                   el hombre siempre tiene dos hambres 
                                         Onelio Jorge Cardoso

Se inclinó la viejita al ver la hoja
recién caída de incendiado almendro
y la encontró asombrosamente roja
y en sus ojos brilló como un festejo.

En la calle gocé los suaves gestos
cuando llegó la colorada alfombra
en vuelo grácil desde airosa fronda
hasta el roce imantado de sus dedos. 

¿Sería el júbilo de otra temporada 
en la sonora lumbre citadina
por la suerte amistosa regalada?

¿O sólo imprevisible, la hechizada
sorpresa de lo hermoso, la festiva
victoria del sentir sobre la nada?




LA MARÍMBULA

                     En mi casa, nada abundante en muebles, 
                     la marímbula, además de instrumento musical, 
                     era asiento.


Las notas que dormían en la marímbula
soñaban impacientes hasta su hora, 
yo brincaba feliz y la escondida
música ansiaba su nocturna gloria. 

Cuando llegaba la fragante sopa
(los fríos flejes en las pantorrillas),
decía mi madre: ―Vamos, que te cortas
y yo no quiero llanto en la comida.

Sordamente después, hería el silencio
mi padre en el turbión de la parranda
con pulso suave de sus toscos dedos. 

Revuelta de parejas enlazadas
―los ojos relucientes de luceros―
gozo grande es la noche de mi casa. 




EL DRAGÓN

Del gordo aparador de la cocina
—donde luce mi jarra de Provenza—
a veces creo que sensible piensa
por su conducta generosa y fina. 

Cuando una taza ilustre de la China
cayó de su madera blanca y tensa, 
a causa de una ráfaga asesina, 
se le notó de lejos la vergüenza.

Pues lo bueno que industrian las naciones 
custodia en sus repisas y en su panza, 
dragón fiel de sutiles emociones.

Al mirarlo, convida la memoria
desde su familiar ternura mansa,
a una fiesta de simple, humana gloria. 




LA FOTO

                      Mayajigua, 17 de julio de 2000

Me duele aquella foto que no hicimos
cuando estábamos todos en la casa
y la madre contenta se afanaba
entre los cuerpos grandes de sus niños.

Recuerdo con qué sólido apetito
a la mesa llegamos en manada,
mientras Celso ejercía cual patriarca
de aquel reino aromático de guisos.

En la paz del jardín tan sonrientes,
ajenos a la furia de hondo golpe
que nos pondría el corazón helado,

invictos, por felices, de la muerte
en la foto imborrable que recoge
la memoria en su inmenso desamparo. 






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VIRGILIO LÓPEZ LEMUS [18.297]

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Virgilio López Lemus

Virgilio López Lemus. Poeta, ensayista, crítico, traductor, y destacado investigador literario cubano; Doctor en Ciencias Filológicas.

Nació en Fomento, Sancti Spíritus, el 22 de octubre de 1946. Es Licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas y Doctor en Ciencias Filológicas por la Universidad de La Habana. Trabajó por más de diez años como editor de Teoría y Crítica Literarias en la Editorial Letras Cubanas, y como profesor en varios centros docentes, entre ellos la Universidad de La Habana, donde es profesor adjunto de la Facultad de Artes y Letras. Académico Titular de la Academia de Ciencias de Cuba. Labora actualmente como Investigador Titular en el Instituto de Literatura y Lingüística de Cuba.

Ha sido miembro de jurado de los más importantes concursos nacionales cubanos y miembro permanente del Jurado del Premio Internacional de poesía «Atlántida», de los Festivales Internacionales de poesía de Las Palmas de Gran Canaria, y actúa en tribunales académicos y docentes; ha ofrecido conferencias en universidades e instituciones culturales de Cuba, Canadá, México, Brasil, Argentina, Uruguay, República Dominicana, Macedonia, Italia, Francia, Alemania y España; más de trescientos textos suyos se han publicado en revistas, periódicos y libros en esos países y también en Chile, Ecuador, Perú, Colombia, Venezuela, Rusia (ex URSS), Suiza, Rumania, Estados Unidos. Traducido a siete idiomas, asimismo es traductor del portugués al español.

Es miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, académico de la Sociedad Económica de Amigos del País, miembro de los consejos científicos de la Fundación Alejo Carpentier y del Instituto de Literatura y Lingüística.

Miembro correspondiente del Instituto Histórico y Geográfico de Brasil, miembro de honor de la Asociación de Profesores de Español y Literatura de México; pertenece a varias cátedras literarias cubanas; asesor de la Biblioteca Memorial Juan Marinello y miembro de los consejos de redacción de las revistas Signos y Anuario.

Grados académicos, científicos y docentes

Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas, Universidad de La Habana (1975)
Doctor en Ciencias Filológicas, Universidad de La Habana (1989)
Investigador Titular (desde 1997)
Profesor Invitado (desde 1997)
Profesor Titular Adjunto (desde 1999) de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana.
Actividad científico - cultural
Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), desde 1983.
Miembro del Consejo de Redacción de La Gaceta de Cuba, UNEAC, desde 1985 hasta 1989.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Signos, desde 1990.
Miembro del Ejecutivo de la Asociación de Escritores de la UNEAC, entre 1992 y 1994.
Miembro del Consejo de Redacción del Anuario L/L, del Instituto de Literatura y Lingüística, y del Consejo Editorial de la propia Institución, desde 1990.
Miembro de la Comisión de Grados Científicos para las esferas de las Ciencias Sociales, del Ministerio de Ciencias Tecnología y Medio Ambiente, entre 1993.
Miembro del Consejo Científico del Instituto de Literatura y Lingüística, desde 1990.
Miembro del Consejo Asesor de la Biblioteca Memorial Juan Marinello, desde 1991.
Miembro del Consejo Científico de la Fundación Alejo Carpentier, desde 1995.
Miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País, desde 1994.
Miembro de la Cátedra Juan Marinello, Universidad Central de Las Villas, desde 1989.
Miembro de la Cátedra Mercedes Matamoros, de la Biblioteca Provincial de Cienfuegos, desde 1993.
Jefe del Departamento de Literatura del Instituto de Literatura y Lingüística, y del Consejo de Dirección de esa Institución, desde 1994 hasta 1995.
Miembro Honorífico del Instituto de Amigos del Libro Argentino y Latino Americano, desde 1995.
Miembro Correspondiente Titular del Instituto Histórico y Geográfico de Espirito Santo, Brasil, 1998 (per vitam).
Miembro de la Asociación Mexicana de Profesores de Español y Literatura, 1997.
Propuesto como Académico Titular de la Academia de Ciencias de Cuba en 1998.
Asesor y miembro del Comité Organizador de los Festivales Internacionales de Poesía de Las Palmas de Gran Canaria, desde 1996.
Miembro de la Fundación Atlántida de Poesía de Las Palmas de Gran Canaria, desde 1998.
Coordinador Científico de las Conferencias Internacionales sobre Identidad Cultural, IDEAMÉRICA, Ministerio de Ciencia, 1995, 1998 y 2001.
Miembro Permanente de la Comisión Organizadora Internacional de los Encuentro-Festivales Iberoamericanos de la Décima y el Verso Improvisado (con desarrollos en La Habana, Las Tunas, Veracruz y Las Palmas de Gran Canaria --futuro Santiago de Chile), desde 1991.
Asesor de la Casa de la Décima de Las Tunas, desde 1996.
Miembro de la Comisión Organizadora del Coloquio por la Celebración del Centenario de Juan Marinello, 1998.
Miembro del Research Board of Advisor, del American Biographical Institute, Inc., desde 1999.
Presidente del Consejo Asesor de la Dirección Provincial del Libro y la Literatura de Ciudad de la Habana, 1999.
Vicepresidente de la Comisión Provincial de "Amigos del Libro" de Ciudad de La Habana. 1999.
Miembro de la Cátedra de Oralidad "Carolina Poncet", del Centro de Promoción y desarrollo de la Cultura Juan Marinello, desde 1999.

Bibliografía activa

Ensayos

Ha editado libros de ensayos, entre los que sobresalen:

García Márquez: una vocación incontenible, Letras Cubanas, 1982, segunda edición aumentada, 1987; Editorial José Martí, edición en ruso, 1990.
Palabras del trasfondo. Estudio de la poesía coloquialista cubana, La Habana, 1988.
La décima. Panorama breve de la décima en Cuba, 1995.
El puente decimista cubano-canario, 1996.
Samuel o la abeja. Estudio de la poética de Samuel Feijóo, Editorial Academia, 1994.
Décima e identidad. Siglos XVIII y XIX, Editorial Academia, 1997.
La imagen y el cuerpo. Lezama y Sarduy, La Habana, 1998.
Juan Marinello: la palabra trascendente, 1998.
La décima constante, Fundación Fernando Ortiz, 2000.
Dulce María Loynaz. Estudios sobre la obra de una cubana universal (Tenerife, 2000)
Eros y Thanatos. La obra poética de Justo Jorge Padrón (Madrid, 2002)
La décima renacentista y barroca (La Habana, 2002)
Aguas tributarias (La Habana, 2004)
Narciso, las aguas y el espejo, 2004 y 2007.
El siglo entero. El discurso poético de la nación cubana en el siglo XX, Editorial Oriente, 2008.
Métrica, verso libre y poesía experimental de la lengua española, Editorial José Martí, 2009.

Poesía

Hacia la luz y hacia la vida, Editorial Letras Cubanas, 1981.
Los cinco sentidos. Las Tunas, Centro Provincial del Libro y la Literatura, 1983.
El pan de Aser, Editorial Letras Cubanas, 1987.
La sola edad, Ediciones Unión, 1990.
Cuaderno de Macedonia, Ediciones Extramuros, 1992.
Concierto español. En el título: "El regreso del poeta". Ronda, España, Colectivo Cultural Giner de los Ríos, 1994.
Palazi della Memoria Trieste, Sociedad de Amistad Italia-Cuba, 1994.// Traduzione di Gaetano Longo.
Cadernos de otredad/Cuadernos de otredad Instituto Estadual do Livro de Rio Grande do Sul, Porto Alegre, Brasil/ Tchê! Editores de Livros, 1994. Edición bilingüe español-portugués.
Quaderno di Macedonia, Supplemento della revista letteraria Dissonanze, Udine, Italia, 1996.// Traduzione di Gaetano Longo.
Cuerpo del día, Ediciones Unión, 2000.
De sí mismo, San Lope, 2001.
Aguas tributarias, 2004.
La eterna edad, Ediciones Extramuros, 2005.
Un leve golpe de aldaba (antología poética personal), 2006.
El peldaño, Editorial Letras Cubanas, 2010.

Antologías

Ha publicado siete volúmenes de antologías de la poesía cubana del siglo XX en Cuba, Brasil, Italia y España, entre ellas:

Doscientos años de poesía cubana (1790-1990).
Cien poemas antológicos (La Habana, 1999).
Candoroso verano (Málaga, 2007).
Laurel de libres (antología de poetas latinoamericanos), 2010.

Virgilio López Lemus, ocupa un destacado lugar entre los mejores ensayistas y poetas cubanos contemporáneos. Ha obtenido premios y distinciones en Cuba, España, Francia, México y Brasil. Textos suyos han sido divulgados y comentados en una veintena de países de Europa y América Latina. Tiene una vasta obra poética y ensayística publicada. Entre sus libros más recientes figuran los poemarios Un leve golpe de aldaba (2006) y El peldaño (2010), y los volúmenes de ensayo El siglo entero. El discurso poético de la nación cubana en el siglo XX (2008) y Métrica, verso libre y poesía experimental de la lengua española (Premio Academia de Ciencias de Cuba, 2009).




MUERTE DE MI PADRE

Llegó por fin el ángel de mi padre 
con su finísima trompeta imperceptible 
y lo llevó con él a Dónde, a Todavía.

Se ha muerto esa mañana de diciembre
como la sombra que era ya su sombra
y sin decirme adiós un beso dio al Destino.
Se consumó, se consumió, salió
tan rápido, que apenas dejó un poco
de su precioso tiempo de dolor
y, plácido, surcó o ancló su cuerpo
en el silencio hondo, incomprensible, ciego.

Mi padre, en el arquero de un sueño, 
tensa la cuerda y vibra con el arco 
en tanto sale su flecha veloz 
hacia el dulce rumor de la Nada...




MUERTE DE MI MADRE

Mi madre quiso sentarse 
en la sala, semidormida. 
Así, quizás sin ella saberlo, 
se abrió el abismo 
por donde cupo entera.

Dejó un yo no sé, ¿un grito?

Salió volando como una golondrina 
que nunca ha de volver.

Sólo fue un soplo, una nada, un vuelo...

¿No ha quedado todo demasiado oscuro?
¿Y qué hago yo aquí
todavía...?




ADOLESCENTE

Aquel que en mí murió de veinte años 
abriendo el corazón a la impureza, 
y en tanto llanto y polvo, la vileza 
me hundió la garra fiera del engaño.

Aquel que en mí murió de veinte sueños, 
con manos sucias, rotas, sin firmeza, 
tan débil como inútil su cabeza 
¿ahora quiere ser su propio dueño?

Aquel que vive en mí como un cordero
¿querrá salvarse sólo con balidos
o espera que le llegue un buen agüero?

La vida se me va como un madero 
que el viento le arrancara estos sonidos: 
«De veinte años justos siempre muero».




DILUVIO

Yo soy un aire largo 
que se traza nocturno, 
que desata la lluvia 
y se pierde en lo oscuro.

Yo traigo mi palabra 
al vendaval del mundo, 
me recorto en misterio: 
yo soy mío y soy tuyo.

Largamente me muero 
y revivo al segundo, 
cada instante soy viento 
con mi aliento desnudo.

Soy quimera que anda, 
soy el sueño más puro, 
soy la oveja en el circo, 
soy quien siempre me busco.

En mí labora un mago 
y en su crisol me fundo: 
soy mi piedra de oro, 
soy el oro profundo.

Yo soy liebre asustada 
en este bosque absurdo, 
me refugio del lobo, 
de su diente iracundo.

Soy el león rugiente, 
desafiante, al punto,
 con sus rápidas lágrimas 
y corazón diminuto.

Sé escuchar en el viento 
el mensaje del mundo, 
tengo el hambre de todos, 
soy Alguien y Ninguno.

Yo soy sólo palabras 
y soy pan del ayuno, 
lo imposible me puebla, 
pecho soy, sin escudo.

Lentamente me salvo 
de morir en minutos, 
soy la línea rota 
trazada entre dos puntos.

Yo soy una pregunta 
o un diálogo confuso, 
no me habla el aire seco 
ni escucha el dios que busco.

Soy semilla confusa, 
soy el polvo menudo, 
me sepulta una gota: 
ella es todo el diluvio.




ME PIDES QUE MARCHE

¿Hacia dónde me pides que marche, 
hacia qué Vellocino, hacia cuál Ítaca, 
si toda marcha será la de Ícaro 
mirado por Narciso en una tarde de lluvia?

¿He de irme hacia dónde, cuál fue el sitio 
que me vio partir huyendo de la nada?

Un ángel sólo es nuncio y yo quiero
ser mucho más que un ángel,
que ese ángel mirando al horizonte,
con las manos extendidas en espera de nadie.




UBI SUNT

Dónde están los bosques formidables
habitación de lobos, pero también de flores,
extrañas flores llenas de aromas salvajes.
Dónde están los asientos de cristal
por donde corren aguas más claras que los cielos.
Qué se hicieron los árboles incontaminados
donde solía el cielo demorarse
al pie de una flauta de amor.
Qué se hicieron los lechos naturales
creados para el goce de la pareja eterna
enlazada bajo el ala de un ángel.
Y las aves, dónde están, a qué regiones
del tiempo irreversibles se mudaron.

Naturaleza: lo que fuiste ya es utopía,
lo que serás, no sé. Eterno qué se hicieron,
dónde están...




BEATUS ILLE

Feliz aquel que vive en un país dormido
junto a un lago o junto al mar,
sobre un río quietísimo,
a la vera de un valle
donde no se escucha el trueno de las revoluciones
ni el cántico de la ciudad.
Feliz quien siembra árboles y recoge las frutas,
cultiva tanto la luz como la sombra
y ni se place de sí ni aspira a ser otro
sino sólo a morir tranquilamente...

Vivir en la paz de la Nada. Como si fuera un muerto 
que no aguarda retornar.




RECORDANDO A WILLIAM BLAKE

Tigre, tigre:
el poeta está sobre las ramas.
Allí lo veo como un ángel cotidiano.
El poeta vive sobre esas ramas verdes
o está tratando de vivir como quien pone
el pie en la tierra y el otro en lo infinito.

La eternidad, el tiempo todo, eres tú: tigre, tigre.
Dios mismo está en las rayas de tu traje.
Eres fiero como un ángel defendiéndose en el mundo.

El poeta no desciende sino para quedar dormido. 
Y cuando duerme,
salta el tigre.

Hay un tigre en las ramas. 
Hay un tigre sobre el árbol. 
Hay un poeta dispuesto a saltar 
hacia la presa,
                   el abismo,
                                la poesía,
                                           el infinito.




ALCIÓN

¿Ser hombre en arte menor
será, Friol, nuestro destino?
¿Alción quemado en el vino
de una llama sin calor?

Y en una llama de amor
—que es otro vino que pasa—
se nos enciende la casa
o este cuerpo se nos fuga
y se nos rompe la oruga
para germinar en flor.

Ser de sí mismo su dueño,
¿quién que ha soñado ese sueño
no sueña en Arte Mayor?




CANTARES DE AMIGO

Como en un cantar de amigo
escribo lo que me dictan
las fábricas y el olivo.
Blas de Otero

I

Me asalta canción antigua 
de acento dulce, de queja 
de bosques y de maniguas.

Mis ancestros españoles 
con lo africano se mezclan 
en caracol de canciones.

Y soy como aquel pastor 
que en el pastoreo sueña 
en convertirse en cantor.

II

Sancho por andar despacio 
nunca hallaba su locura 
y la tenía en el patio.

Quijano, siempre de prisa, 
nunca hallaba su amargura 
y la tenía en la risa.

III

Instante de Salomón:
pare castigo la culpa
si no es que alumbra perdón.

IV

Sermón de las siete voces: 
una que todo lo dice 
y seis que todo lo oyen.

V

Consejo de Gulliver: 
ser pequeño o ser gigante 
importa saberlo ser.

VI

Entre el objeto y mis ojos 
rompe la luz sus perfiles 
y oscuro se queda todo.

Entre la noche y la vista 
hay misterios de candiles 
y sombras que se asimilan.

Claridad y oscuridad
sólo es un cambio de alfiles:
los reyes están detrás.




EL POETA

Yo soy el jorobado,
me retuerzo en la sábana nocturna
soñándome atleta.
                           Y soy el paralítico 
en una silla dura y giradora, 
la muchacha fea, el pederasta 
cuando escupe la sal, 
el corredor caído que gime 
y se levanta y sobre todo 
se siente triunfador del mundo.

Soy la asesinada de aquel día 
en el primer dolor de la cuchilla, 
y el sacerdote muerto 
que ya no encuentra a Dios.

Abro los ojos de recién nacido 
y lloro por la luz,
                       la bella luz 
que arde como un fuego, 
yo soy la anciana con temor del tiempo 
y el muchacho con miedo de la vida.

A todos,
          yo los prohijo
                          y los abrazo: 
hermanos, 
la tanta luz confunde mis tinieblas.




VERSOS LLANOS


I

Ara, arador, con tu arado, 
ara en torno de tu casa. 
Así tocarás la masa 
de tu sueño: lo sembrado.

II

¿Soy yo mismo tanta piel 
con huesos, sangre, cabello, 
tanto material destello 
hecho de acíbar y miel?

¿Será mío aquel papel 
que destruyó mi camino? 
¿Una piedra es el destino 
que me arrastrará con él?

III

Bruma soy. Hermosa bruma: 
sueño que alguien me sueña 
y creo ver una Enseña 
hecha de luz y de espuma.

Rara luz la del soñar: 
se forma una nube densa 
entre la verdad inmensa 
y el eterno desear.

IV

Breve fue tu amor, muy breve: 
cinco años no son mucho, 
eres el viento que escucho 
y el agua que no se bebe.

V

¿El tiempo? Todo presente, 
coda de literatura... 
El tiempo es la ligadura 
de dos puntos con la mente.

VI

Todo el futuro es fortuna 
de la flor. Es natural. 
Todas las flores son una,
lo singular es plural.




A LA MUERTE

Señora, blanca Señora,
la de faz como de bruma, 
Señora, la de la espuma 
de la mar, la de la aurora. 
Señora, la de mi Hora 
de la luz, en quien confío. 
Señora, la de mi río 
oscuro, la de mi Abrazo, 
dígame dónde, en qué paso 
se unirá su Nombre al mío.




LA CREACIÓN

¿Puede? ¿Se puede? ¿Puedo 
conmover al mundo desde un poema? 
¿Se puede, puedo, acaso yo podría 
decir una palabra para siempre...? 
¿Una palabra sola,
como un arrullo del sol al planeta, una 
palabra que tuviese la energía 
de mil explosiones, la energía total 
de una galaxia, la energía de un verso?

El Verbo sobrevuela al lago.
Una imagen se proyecta y el agua
tiembla, tiembla, el agua tiembla
y es un temblor fecundo.
De la imagen nace una flor 
que copula con los aires
feroces de la tarde, con la luminiscencia
de un sol mágico, amoroso.
Del titánico huevo se van formando
un hombre, una mujer, una fruta que rueda
y trae a su vera una palabra.

Del fondo de la imagen brota la sorpresa,
tan sólo la esperanza queda a mano
y el hombre brilla, anda, siente el ruido del bosque,
la fronda lo saluda,
se estira el Horizonte,
el mundo aparece completo en su memoria.

¿Puedo? ¿Puedes? ¿Tienes la fuerza
de un joven Dios creando un universo?
¿Acaso la palabra puede fecundar al lago?
¿Podría un titán romper toda atadura
y alzar su sueño cósmico como una cordillera?

La vida es hermosa. 
La palabra sea dicha.

Si la poesía no transforma al mundo, 
si la poesía no cambia siquiera sea al Universo, 
si la poesía no es quien puede hacer todo milagro, 
la creación, la vida, el sueño de la vida... 
poco sería de Dios usando su palabra, 
el verbo único y sonoro, 
el verso creativo de luz y de existencia...

Creado fue el lenguaje, deleite de poesía. 
La palabra nos devuelve el Paraíso. 





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ALBERTO PERAZA CEBALLOS [18.298]

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Alberto Peraza Ceballos

Alberto Peraza Ceballos. Nació en San Juan y Martínez, Pinar del Río, Cuba en 1961. Poeta y escritor para niños.

Premios

Tercer lugar en el concurso Hermanos Loynaz de poesía infantil 1989.
Premio Loynaz de poesía 1992.
Premio Hermanos Loynaz de poesía infantil 1992.
Premio Baragaño (1988,1989,1990). Poesía, décima, narrativa infantil.
Premio especial nacional de décima Hermanos Loynaz 1992.
Premio nacional de poesía infantil Hermanos Loynaz 1995.
Mención de décima concurso 26 de julio de las FAR 1993.
Mención Ismaelillo de la UNEAC 1995.
Premio nacional Rubén Martínez Villena de poesía 1993.
Premio "17 de mayo" 1995.
Mención "Cucalambé" de décima 1995.

Publicaciones

"Salvar el alba de poesía infantil" 1992. Editorial Hermanos Loynaz.
"Escapar al olvido de décima" 1992, Editorial Hnos. Loynaz
"Estaciones de poesía infantil" 1994, Editorial Sanlope
"Camino del río seco". Literatura infantil, 1999.
"El libro de Dayron y de todo el que quiera", literatura infantil, 1999. Ed.
Aparece en las antologías
"Poetas del mediodía". Editorial Sanlope. 1995.
"De este lado del cielo". Antología de décima publicada en Veracruz, México. 1997.

Otros datos de interés

Miembro de ASEJE (Asociación de Jóvenes Escritores de Iberoamérica).
Miembro del Taller Nacional "Espinel" de décima.
Recibió la medalla "Tío Castilla", por la labor decimista, en Veracruz, México y Estados Unidos de Amáerica
Declarado Hijo Ilustre de la Cultura Cubana en México, Veracruz. 1996
Décimas


Alberto Peraza Ceballos, es un poeta que siempre ha tenido para la décima un sitio de privilegio en su obra poética de su poemario Sobornos clandestinos y otras utopías, son estas décimas.

Quién viene a tocar mi puerta con pasos que no conozco; ni yo mismo reconozco a Esperanza, si ya muerta es una pared incierta entre mi casa y el mundo.
Trae ojos de vagabundo, la piel manchada de sed:
ella, tú, alguien, usted; rivalidad de un segundo.
Quién abre de un golpe leve, quién obliga la mirada,
quién vuelve resucitada con manos de cuento breve.
Quién se fue a violar la nieve antes que el cielo se hunda, quién dejó su ala profunda y olvidó la otra mitad.
Esperanza es libertad y la libertad no abunda.
Quién muere y no cree su muerte "porque la muerte no existe".
El hombre es un canto triste que se ha inventado la muerte.
Esperanza, para verte dejé la puerta entreabierta:
naufragio con la cubierta sin bandera y sin abismo;
Esperanza soy yo mismo tocando en mi propia puerta.






DEL ARCO Y LA FLECHA
(Fragmentos)

Y no saber a dónde vamos,
ni de dónde venimos...!
Rubén Darío




GLOBAL

Todas las flechas
dieron en el blanco;
el blanco y las flechas
son mentira.




HÉROE

Cruzó la guerra
como un transeúnte
buscando la otra acera.

El disparo fue casual.




NAUFRAGIOS

Los náufragos
presuponen una isla.

(Así son todas
las historias).




MURO

El Muro de Berlín
se había caído 
mucho antes.

Faltaba el estruendo.




ESCUDO

Irguió el pecho:

no tuvo
más remedio
la bala.




ELECCIONES

I

De este lado
te asaltan
te someten
te condenan.


II

Del otro lado
te castran
las ideas.




UTOPÍA

Creer en la infinitud
del universo.

(Habría que verlo
desde fuera).




SIN ESCAPAR DE LA FE

Mostrar la cruz
que llevamos
es demasiada
ostentación.




CUERDA FLOJA

En un campo
de girasoles
Van Gogh halló
la oreja.




WAY OUT

Para encontrar
la salida
hay que perderse.




PUENTES

Los puentes
no toman partido:

solo están
en medio de las cosas.




APOTEÓSIS

Dios está cayendo
como los reinos:

es parte del juego.




DEMENCIA

Lo último que vio
fue el paraíso:
ya no supo a dónde
lo llevaban.




LLAMADO

No basta 
evocar
a los míos,
nombrarlos,
sentir 
que no responden.




ACECHANZA

Detrás de cada
obstáculo
un abismo.




PUNTOS DE MIRA

No quiere morirse
de un tirón;

pero no sabe
de qué parte del cuerpo
desprenderse.




CLAROSCURO
(Fragmentos)

…pero los años echan algo
como una turbia claridad redonda…
Vicente Aleixandre

A

Creer
es un agujero negro
del que no vas a lograr
salir.


B

En Cuba
un hombre es:
mitad hombre,
mitad Londres.


C

Los reinos caen
como las hojas
en otoño:

sin hacer ruido.


D

Morir es un oficio
que bien o mal
aprendemos a diario.


E

Nada es el hombre
sin los Dioses.

Con los Dioses
es un esclavo.


F

La adaptación
es el peor
de los males.


G

Vivir
atento
es vivir
a tientas.


I

El universo
es un precipicio
a donde vamos cayendo
sin pensar en el golpe.


K

Mentirse
a sí mismo
es el peor
suicidio.


L

La incertidumbre
es un arma
que mata de adentro
hacia fuera.


M

Primavera:
reencarnación
de las hojas.


O

Guerra:
brújula
sin
norte.


P

La balanza
es un elevador
que te sube a la gloria
y te baja.



PRÓXIMAMENTE
(Fragmentos)

Después fui piedra al sol, piedra y espejo.
OCTAVIO PAZ

2

Las hojas
secas
tienen
puntas.


3

Se partió la cabeza:

aunque la remendaron,
nada quedó 
de inteligencia.


4

Juego a morir
todos los días.

(Solo juego).


5

Se fue a dormir
en el lecho del río
pero fue más fuerte
la corriente
que el sueño.


7

Si lo dices todo
te suicidan;
si no dices nada
te suicidas.


8

Se hizo el muerto
para ver el entierro
que le hacían.

Lo cremaron. 


9

El pan y la sal
fueron un pretexto.

Andaban mal
las economías.


14

El agua
se va de entre
las manos
aunque no quieras.


15

No era una montaña
de piedras
sino de ideas
y la pusieron en medio
del camino.


16

Con la misma pata
que cojea
te puede hacer pasar
un susto.


20

Pidió a gritos
la muerte.

A gritos
se la dieron. 


21

En eso radica
la diferencia:

el poema vive solo,
el poeta vive del poema. 


23

Poner el dedo
sobre la llaga
nos hace más humanos.


25

El ajo
se alimenta
por la cabeza
si no
para qué
tantos dientes.


26

Dios no sabe
mentir;
por eso
es único.


30

No mates
con la misma mano
que acaricias;

si tienes dos manos. 


32

No fue un olvido
involuntario:

se necesitaba aprenderlo
de memoria.


35

La trampa
no la hace el tramposo.

Para ello existe
el peón.


45

La carne
cubre
el sentido común.


47

En el mismo jardín
crecen las amapolas
y el guijarro. 


48

Compró una vajilla
traída de la China.

Murió esperando
una ocasión propicia
para estrenarla. 


52

La miel
también guarda
su veneno.


54

El anzuelo es un ardid
muy conocido,

mas siguen picando
los peces. 


55

La izquierda
y la derecha
se dan la mano
y se piden
la cabeza.


57

Las muertes
sin sentido
crean hábito. 


60

Dios
también es materia:
ni se crea ni se destruye,
solo se transforma.


61

Cuando se acabó
la botella
se acabó
la batalla.


68

Le sacaron los ojos.

Solo así pudo ver.


73

Los imperios
en ruina
esconden
otras ruinas. 


74

Las noticias llegan
y se van
como los trenes.


79

Es muy relativo
el hecho
de tener la conciencia
limpia
sobre todo en tiempos
de tanta escasez.


83

Los perros ladran
como señal
de incomunicación.







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OSVALDO RODRÍGUEZ MORÁN [18.299]

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Osvaldo Rodríguez Morán 

(San Miguel del Padrón, Cuba  1953). Poeta y promotor. Graduado de Ingeniería Geofísica en el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría en 1980. Ha obtenido diversos premios en Cuba y en el exterior. Dirige peñas literarias y proyectos de promoción cultural. Tiene publicada una colección de versos. Los textos que se presentan fueron antologados en Bienaventurado el árbol que camina, muestra del Diplomado de Historia y práctica de la creación poética, editado por Extramuros en el 2007.


ESPERANZA DE ESPEJISMO


1. Médanos

Pobres médanos sedientos de leyenda,
o al menos de un poco aire húmedo, 
precisamente en el amanecer 
donde beben de los poros encrespados 
el beso que siempre se dibuja salvador.



2. Sobrevivencia

A veces procuro el oasis 
para no morir,
pero siempre necesitaré el desierto
para seguir viviendo.



3. Caravana

Empeño sinuoso y lento
que rasga la arena y la mente
en una herida profunda y sin sangre
sobre un camino de silencio
y hacia una esperanza lejana
repleta de oasis y de partidas.



4. Señal

En los recodos de las dunas 
o en las cicatrices de los médanos
de cualquier ruta iterada
de mercaderes o trashumantes,
en los intentos de caravanas
más allá de encrucijadas de arenas,
allí en la quimera de los oasis
o en las vísperas del desierto,
nos identificará siempre una mirada,
aunque tan sólo sea un espejismo.



SUEÑOS DE VIAJERO


1. Fusión

Así,
como cada gota coloreada
de cera fundida
que se derrama y solidifica
en un amasijo indescifrable, 
fiero y cromático,
sobre el candelabro:
así 
se mezclan mis recuerdos inéditos
sobre Bogotá.



2. El viaje

Amasé sueños para el viaje,
usé el tiempo y zarpé al aire.
Desde las nubes
remonté el Magdalena
sin ambición del Dorado
(quinientos años después).



3. Envés

Blancas, pomposas,
sin prisa y desordenadas.
Así pude ver a las nubes
desde su reverso.



4. Camafeo

A la montaña
no puede irse sin música,
ni sin recuerdo de mujer.



5. Encuentro

Fue el cielo gris nuestra sentencia
por la prisa de los cuerpos.

Fue el desatino de una invitación
el resbalar frente al abismo insalvable.

Fue entonces
que nos encontramos desnudos
frente a frente en la cumbre y nunca lo supimos.



6. Olvido salvador 

Pero la suerte de todo fue 
que a pesar de las campanadas de la medianoche 
en aquella ermita lejana y oscura
dejaste olvidada tu zapatilla.



7. Axioma

La noche
defiende los momentos
y separa los mundos
(Es aliada de los amantes).



8. Sin regreso

Quedé atrapado 
entre tus pacientes libros,
entre la música inmensa, 
barredora de escombros.
Aún estoy en el Tolima caliente
que te inflama y embellece.
Quedé definitivamente sepultado 
en aquellas manitas sucias, 
hambrientas de monedas,
dentro de los cristales 
que se dejaron de limpiar
en la inconclusa precaución 
de la miseria adulta.
Pero por sobre todo y para siempre
aún estoy en nuestros ojos húmedos
del último hasta pronto.


HISTORIA ANTIGUA

Enigmas

Suelta las amarras
y que la marea sabia
me desemboque justamente
en tus rincones.
Libera las aspas
para que la voluntad del viento
me indique sin rodeos
la hora de la inmersión.

Yo,
mientras tanto,
entre la niebla 
y del otro lado de ti,
espero tus misterios.


Iteración

Vuelvo a subir la cuesta
y a cuestas llevo a Sísifo
para caer de bruces
en la hierba y el silencio.
El vaivén
es un juego a la esperanza.


Eco

No necesito hacer el amor
con mezcla tierna y fiera 
para saber de ti.
No pienso ofrendar al mar
con su eterno lamer
nuestros cuerpos desnudos
para saber de ti.
No es imprescindible la vida
para saberte de memoria.
Sobre ti
todo lo aprendí de golpe
en aquel valle de presagios
cuando pronunciaste mi nombre.


Elíxir

Así como el zunzún alpinista de las tardes
―catador aéreo del néctar floral―,
pude con el aletear de mis dedos
degustar el efluvio asombroso y mágico
de tus escondrijos.


Más allá

Mi cuerpo ondulante
se debatió sobre ti,
pero mi mente prospectaba
en cada instante de tu pensamiento
los resquicios del valle.


Historia antigua

Me volví jardinero de corales
en tu isla rodeada de vida,
centrada en el ancho y húmedo azul.
Descansé sobre el vientre de tu playa,
dormí a la sombra de tu beso,
y despedí mi sed de náufrago venturoso
en el manantial salvador y único que rige tu epicentro.


Ignorancia

Desconozco aún cómo
se esconde el hambre
en los poros incoloros de la luz.
Pero repaso de memoria
tu insalvable mezcla de ojos,
mar,
          sueño,
                         boca,
                                        naufragio,
que no abandonará nunca
tu encrucijada de relámpagos.


Zarpazo

Nuestra espera respira junto a las ostras
de amasijo inédito y de sedimentos cotidianos,
a la par del aire silencioso,
como el aguardar inmóvil y seguro
del felino que saltará para caer de una vez
sobre la verdadera historia.


Juramento

Vamos a prometernos que para cien o más siglos
nos encontraremos como dos hormigas
en un lugar recóndito de la Tierra,
o como dos hojas contiguas
en la rama de un árbol,
o como parte del polvo
que peregrina por el universo.
Mis átomos no están preocupados por la espera:
sólo tienes que llevar tus mismos ojos.





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